Actualidades en Psicología, 37(135), julio-diciembre, 2023, 69-94 // DOI: 10.15517/ap.v37i135.54335
ISSN 2215-3535
Personas salvadoreñas refugiadas y solicitantes en Costa Rica: satisfacción residencial e intención de permanencia
Salvadoran Refugees and Asylum Seekers in Costa Rica: Residential Satisfaction and Intention to Remain
José David Moya González 1
https://orcid.org/0009-0004-7704-0526
1 Escuela de Psicología, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica
1 josedavidmoyagonzalez@gmail.com
Recibido: 1 de marzo del 2023. Aceptado: 21 de septiembre del 2023.
Resumen. Objetivo. El objetivo de esta investigación es analizar la relación entre la satisfacción residencial y la intención de permanencia en Costa Rica de la población salvadoreña refugiada y solicitante de refugio en el cantón de San José. Método. La muestra se basó en una población de 41 personas, con un promedio de edad de 38 años. A 33 personas se les administró un cuestionario de satisfacción residencial e intención de permanencia, basado en García y Arends (2012) y en Aragonés y Corraliza (1992). Finalmente, 8 personas participaron en un grupo focal. Resultados. La intención de permanencia tiene relación con la búsqueda constante de seguridad en el vecindario. Mientras más seguridad se experimenta, mayor es la intención de permanecer. Las personas buscan además mejorar sus barrios, en términos de seguridad, organización y protección comunitarias.
Palabras clave. Psicología ambiental comunitaria, persona refugiada, intención de permanencia, satisfacción residencial
Abstract. Objective. The objective was to analyze the relationship between residential satisfaction and the intention to remain in Costa Rica among Salvadoran refugees and asylum seekers population, from the San José canton. Method. The sample was based on 41 refugees and asylum seekers; their mean age was 38 years. 33 people were administered a residential satisfaction and intention to remain questionnaire, based on García and Arends (2012), and Aragonés and Corraliza (1992). Finally, 8 people were involved in a focus group. Results. The intention to remain is related to the constant search for security in the neighborhood. The more security one experiences, the greater is the intention to remain. People also seek to improve their neighborhoods, in terms of security, community organization and community protection.
Keywords. Environmental-community psychology, refugee, intention to remain, residential satisfaction
El Salvador, ubicado en la región norte de Centroamérica, presenta cifras de criminalidad que, en los últimos años, lo han colocado como uno de los principales países expulsores de personas. Allí se registran altos índices de homicidios intencionados, secuestros, extorsión, reclutamiento forzado, violencia sexual como medio de control y coerción, entre otros delitos violentos (ACNUR, 2020).
En 2021, se alcanzó la cifra de 18 homicidios intencionados por cada 100.000 habitantes. Como consecuencia de esto, a nivel mundial, se contabilizaron, en el año 2021, 442.145 personas desplazadas; esto significa un aumento considerablemente alto de 14 puntos porcentuales con respecto al año anterior (ACNUR, 2022).
Aunque Nayib Bukele, presidente de El Salvador, ejerce políticas rigurosas en contra de la criminalidad y las pandillas, la situación de desplazamiento se mantiene, y, en algunas zonas del país, esto ha desencadenado una escalada de violencia.
Los altos índices de violencia repercuten en el desplazamiento forzoso principalmente de familias, que se niegan al reclutamiento forzado de adolescentes, o que no logran pagar extorsiones directas (donde las personas deben pagar una suma de dinero a cambio de protección o para evitar daños a la familia o integrantes). Además, se registra un significativo aumento de la migración forzada de mujeres víctimas de violencia sexual (USAID & PNUD, 2022; ACNUR, 2022).
Las personas desplazadas de manera forzada provenientes de El Salvador requieren de un proceso de recuperación y adaptación psicosocial particular, y, al ser víctimas de secuestros, persecución, traumas y duelos, en muchas ocasiones, necesitan apoyo psicoterapéutico (USAID & PNUD, 2022).
En algunos casos, la adaptación a la comunidad de acogida es tan difícil que las personas terminan retornando al país de origen, aunque el riesgo que provocó su huida de él se encuentre aún latente (ACNUR, 2019; 2018; 2017).
Una vez en su nuevo entorno, las personas desplazadas deben seguir una serie de pasos que restituyan su identidad y apego; necesitan fortalecer los vínculos simbólicos de afecto y mejorar su calidad de vida.
En ese sentido, deben realizar esfuerzos para adaptarse, lo que los hace requerir recursos tanto internos como externos para crear nuevos vínculos o bien reconstruirlos, por ejemplo, en el caso de las personas salvadoreñas que muchas veces han experimentado el trauma y la victimización, situaciones que han lesionado su capacidad de vincularse con su entorno inmediato (Grillo et al., 2010).
Elementos como la vivienda, barrio y vecindad, así como las relaciones interpersonales, influyen la manera en que se concibe el lugar que se habita, y, por lo tanto, también repercuten en la historia de vida de una persona, su bienestar, apego e identidad en un nuevo entorno (Organización Internacional para las Migraciones, 2018; ACNUR, 2018; 2017; Grillo et al., 2010).
Cuando las personas que se ven forzadas a desplazarse del país de origen, reconocen sus antiguas viviendas y vecindarios como lugares destruidos; las comunidades que fueron su hogar se muestran fraccionadas y lesionadas, ya que los grupos de crimen organizado obtuvieron el control de estas.
Los barrios entonces se configuran en grupos de personas que desconfían de sus vecinos y vecinas, que tienen poca intención de relacionarse con otros y que viven con miedo a sufrir violencia en sus hogares (Mesa de Sociedad Civil contra el Desplazamiento Forzado por Violencia y Crimen Organizado en El Salvador, 2016)
El presente estudio pretende identificar los elementos del entorno, específicamente aquellos alrededor de la vivienda, barrio e interacción en el vecindario, elementos que promueven en las personas refugiadas la intención de permanecer en Costa Rica.
Este tema ha sido poco abordado en el país y en la región. Sin embargo, destacan autores como ACNUR (2004), Hayden (2005) y Solano (2019), cuyos estudios se enfocan en las características de los entornos, los elementos legales y socioculturales del país, y en la experiencia de las personas refugiadas y las solicitantes de refugio, dando énfasis a la adaptabilidad de la persona y a los factores psicosociales involucrados en el proceso.
Las investigaciones revisadas estudian también el afrontamiento y la resolución de tareas como duelos, pérdidas y otros procesos identitarios. Se destacan además estudios enfocados en las características de los países de acogida y en la falta de acceso de las poblaciones refugiadas a servicios básicos y viviendas o campamentos con condiciones adecuadas. De igual manera, dichos trabajos analizan los retos tras la adaptación a la cultura y tras la exclusión de grupos refugiados (Azofeifa & Rivera, 2017).
Con respecto a los entornos de acogida, investigaciones como las de Hayden (2005), Araya et al. (2008), ACNUR (2012) y Salas (2014) tratan sus características desde aspectos externos a la persona refugiada y desde su experiencia de vida dentro de estos entornos; así, por ejemplo, se hace hincapié en el impacto de la discriminación y los estereotipos contra la población extranjera en el contexto costarricense.
Ante la ausencia de investigaciones que aborden el entorno inmediato y su relación con la intención de permanencia en el país, y en función de la revisión bibliográfica, se propuso como objetivo de este trabajo identificar la satisfacción residencial de un grupo de personas refugiadas y solicitantes de refugio de origen salvadoreño residente en San José, y la relación de esta satisfacción con su intención de permanencia en el país.
Para tal propósito, se establecieron dos categorías de análisis iniciales: la satisfacción residencial (vivienda, barrio y vecinos/as) según la situación de la persona en condición de refugio y solicitante de refugio, y la intención de permanencia en el país.
Para comprender la relación entre dichas categorías, es pertinente señalar que la persona refugiada, al ser sobreviviente de violencia en su historia de vida (ACNUR, 2012), debe enfrentar una serie de desafíos de adaptación, entre ellos la interacción y posterior satisfacción con su nuevo entorno.
Destacan entre los desafíos de adaptación los factores del vecindario, barrio y vivienda. A partir de la interacción con estos factores, la persona experimenta situaciones que le permiten adaptarse al nuevo entorno como uno propio, lo que propicia, a su vez, la intención de permanecer en el país de acogida. Al mismo tiempo que estos procesos se llevan a cabo, la población refugiada y solicitante de refugio también pasa por cambios de arraigo, aculturación y vinculación (Berroeta et al., 2016). Seguidamente se explican los conceptos que sustentan la investigación.
Persona refugiada
Desde la categoría migratoria, una persona bajo la condición de refugio es aquella que corre peligro en el país de su residencia habitual y con el Estado mismo, que no tiene la capacidad de brindarle protección o incluso es el agente persecutor. Debido a ello, la persona decide desplazarse, para escapar de la persecución, la violencia y la intimidación (Solano, 2019).
El desplazamiento conlleva el esfuerzo de asimilar elementos nuevos como el precio de la moneda, el costo de la vida, el nuevo entorno y la ubicación geográfica. Además, la persona debe afrontar los desafíos implícitos que conllevan el trauma y la violencia experimentados (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, 2016).
Una persona solicitante de refugio, a diferencia de la condición de refugio, además está a la espera del reconocimiento del Estado costarricense, el cual, durante este proceso, realiza las pesquisas necesarias para brindarle la protección internacional, considerando los hechos que constatan la persecución y temor fundado de la persona (ACNUR, 2015).
Satisfacción residencial desde la Psicología Ambiental Comunitaria
La psicología ambiental comunitaria concibe el entorno como una realidad intersubjetiva que las personas construyen en su interacción social; es una configuración de los elementos externos con los que la persona interactúa, y en donde tienen especial importancia la vivienda, el barrio y la interacción social (Montero, 2004).
Para entender el concepto de satisfacción residencial, es preciso revisar antes el término sentido de comunidad. Berroeta et al. (2016) lo define como los vínculos sociales que se gestan entre las personas y los lugares y atributos físicos, simbólicos, políticos y culturales de la comunidad. Esta configuración se lleva a cabo en una experiencia de evaluación individual o colectiva.
En función de dicha vinculación con la comunidad, destaca que las personas se relacionen con su entorno del mismo modo que gestan sus vínculos con personas. Dichos vínculos pueden ser satisfactorios o insatisfactorios y dependen de las experiencias de las personas y lo que ellas esperan de los lugares, por ejemplo, en términos de sus relaciones interpersonales y de apoyo (Montero, 2004).
Proshansky (1978) agrega que, en la satisfacción residencial, se dan relaciones en varias vías: desde las personas hacia los lugares, y entre personas que comparten espacios. Estas relaciones generan un sentido de identidad comunitaria que desencadena en el arraigo y el apego al lugar; esto hace posible que las personas experimenten la necesidad de la búsqueda del bien común o del mejoramiento del lugar.
Berroeta et al. (2016) establecen que el significado que adquieren los espacios y el apego a los lugares en entornos donde suceden desastres socio ambientales está relacionado con un fuerte componente afectivo; por ejemplo, cuando se presentan terremotos, huracanes, entre otros desplazamientos forzados, esto repercute de forma afectiva y por lo general traumático.
Las personas deben hacer frente a un proceso de reconstrucción no solo de los espacios físicos, sino de su experiencia sobre los lugares, puesto que muchas veces esta resignificación se lleva a cabo en nuevos entornos. Tras el reasentamiento por el desastre, las personas son ubicadas en comunidades reconstituidas o distintas; esto implica desarraigo (Berroeta et al., 2016).
La movilización de recursos personales ante el desafío hace que se presenten una serie de implicaciones sociales y emocionales que podrían ser comparadas con el desplazamiento forzado en los procesos de refugio.
Vidal y Pol (2005) establecen que, alrededor de la comunidad, la vivienda y el entorno, se genera una relación afectiva, pues estos elementos presentan características transformadoras que son asimiladas de manera paulatina con el fin de hacer el lugar habitable.
Además, Vidal y Pol (2005) y Pasca (2014) arguyen que se da un proceso emocional de apego hacia los lugares, una construcción a partir de la experiencia que se basa en tres componentes: el espacio simbólico, la identidad y el apego al lugar. En otras palabras, la persona interactúa con su entorno en un proceso dinámico y emocional, construyendo su identidad mientras se consolidan, al participar e interactuar, los vínculos hacia el entorno.
Con respecto a este punto, Hayden (2005) precisa en su investigación sobre personas refugiadas y el entono que las personas provenientes de El Salvador experimentan en algunos casos fuerte niveles de discriminación, desafíos sobre la de integración, inestabilidad en su localidad, movilidad constante de vivienda, experiencias de desarraigo en el país de acogida y escaso sentido de comunidad.
El sentido de comunidad influye en el ajuste psicológico de la experiencia de transformación del entorno. Cuando no existe una conexión emocional de las personas con los lugares, estas no suelen estar lo suficientemente comprometidas e involucradas para trabajar con los vecinos y vecinas ni con las instituciones locales en el mejoramiento de su entorno. Al contrario, tratarán constantemente de desplazarse del lugar (Proshansky, 1978).
Aragonés et al. (2010) compilan diversas definiciones de la satisfacción residencial y hacen énfasis en los aspectos más funcionales de esta. Según lo autores, la satisfacción residencial se basa en lo esperado, en lo que es deseado en el espacio y lo que está relacionado con alcanzar objetivos sobre lo que se anhela como vivienda y como comunidad.
Por otro lado, la satisfacción se encuentra en las experiencias y sentimientos que tienen relación con la historia de vida. Se trata del tema del equilibrio o ajuste óptimo entre la persona y el entorno.
En la satisfacción residencial, las personas se basan en sus recuerdos para preferir un lugar sobre otro. De esta forma, una persona elige un barrio para vivir basándose en lo recordado, en las características más agradables o memorables de sus antiguas viviendas para ubicarse en una que cuente con esas condiciones o incluso mejores.
Mullins y Robb (1977) hacen énfasis en que la satisfacción residencial tiene que ver con un equilibrio afectivo y psicológico. Está centralizada en tres elementos: la afectividad, la cognición y el impulso conductual, en tanto se genera un vínculo afectivo por el lugar donde se vive, un apego hacia los lugares, muchas veces imperceptible y mediado por la asociación con pensamientos positivos hacia el lugar que le hace pertenecer.
Al experimentar un vínculo positivo hacia el espacio que se habita, se forja un impulso conductual de permanecer, de no cambiar de vivienda, o bien de conservar el espacio, de protegerlo, de no causarle daños. La escasa satisfacción residencial dicta la intención de cambiar de vivienda, de llevar a cabo la conducta de movilizarse; esto es la movilidad residencial.
Con respecto a este punto, Aragonés et al. (2010) y Haramoto (2002) señalan que la casa, el barrio y la vecindad son los tres componentes principales de la satisfacción residencial. No solo la vivienda es trascendental. Se ubica dentro de un ámbito mayor o contexto un entorno inmediato que es el espacio público, el cual tiene relación con la construcción de la identidad, la calidad de vida y la satisfacción de quien la habita.
La satisfacción residencial no se limita únicamente a la residencia, sino que se observa también en el entorno cercano, como lo es el barrio, definido como la comunidad inmediata con la que se construye una serie de contenidos y referentes, y a su vez con los vecinos y vecinas, que son las personas con las cuales se tiene relación y con quienes se construye la comunidad (Haramoto, 2002).
Son importantes elementos como el tamaño de la comunidad, las características de la vivienda, la densidad residencial, la ubicación, la limpieza, la sensación de seguridad y los servicios, además de las características sociales y personales, entre ellas, la comunidad comprendida como un grupo, las características étnicas, el nivel socioeconómico del vecindario, entre otros (Mullins & Robb, 1977).
Existe también un componente cognitivo de la satisfacción con la vivienda que se relaciona con el bienestar, y un componente afectivo que tiene que ver con el arraigo y el apego al lugar. El bienestar se da asociado a la satisfacción con los factores sociales, como la homogeneidad, la interacción social con amigos y familiares, y las relaciones (Mullins & Robb, 1977; Berroeta & Carvalho, 2020).
A manera de síntesis, la satisfacción residencial, en adelante, será entendida, desde Haramoto (2002), como un constructo que involucra el agrado o desagrado por la vivienda. Se relaciona también con bienestar y afectividad hacia el espacio que se habita, el barrio y las personas cercanas.
En esa misma línea, la calidad del vínculo con los lugares y las personas conlleva a que quien habita una vivienda o realice esfuerzos por cambiar de lugar o, por lo contrario, permanezca en él y procure cuidar y proteger su espacio, además de mantener buenas relaciones sociales en el barrio (Haramoto, 2002).
Se siguió un diseño cualitativo con un alcance descriptivo. Se consideró además realizar un muestreo no representativo por punto de saturación, partiendo de las categorías de análisis y su consiguiente saturación de información y resultados (Clark-Carter, 2005; Padilla et al., 2014).
Participantes
Se contó con la participación de treinta y tres personas (19 mujeres y 14 hombres), con quienes se completó el cuestionario de satisfacción residencial e intención de permanencia. Además, ocho personas (5 mujeres y 3 hombres) formaron parte de un grupo focal.
Instrumentos
Se ejecutaron dos niveles de indagación empírica. Por un lado, se realizó un abordaje hacia el discurso de las personas por medio de un cuestionario aplicado a treinta y tres personas. Un segundo nivel de interacción se dirigió hacia una construcción por medio de un grupo focal en el que participaron ocho personas (Quintana & Montgomery, 2006).
En ambos procedimientos, los contenidos estuvieron divididos por categorías. Para tal propósito se utilizaron las siguientes herramientas cualitativas. Para garantizar la calidad y validez de los resultados, así como los criterios de rigor y calidad de los datos, se estableció la necesidad de obtener información a partir de los dos instrumentos de recolección de información (Goetz y Le Compte, 1984).
Cuestionario
El instrumento fue integrado a partir del diseñado por García y Arends (2012) y por Aragonés y Corraliza (1992). En este, las variables se relacionan con los tres componentes de la satisfacción residencial: las características de la vivienda, las características del barrio y las relaciones interpersonales en el vecindario.
Se contemplaron también las características generales de las viviendas anteriores, siguiendo a Proshansky (1978), Aragonés et al. (2010), Pol (2002), Wiesenfeld (2001), Pol (2002), Vidal y Pol (2005), Pons et al. (2008) y Holahan (2012).
A partir de ACNUR (2019), se integró el componente de la intención de permanencia, el cual comprende que la integración local o la adaptación al país de acogida requiere de un proceso voluntario y de determinación de la persona de permanecer en el lugar pese a los factores que perjudican esta determinación.
Grupo focal
Se realizó un grupo focal fundamentado en varios antecedentes de estudios como los de ACNUR (2012), Azofeifa y Rivera (2017) y Rodríguez et al. (1998). El grupo focal fue implementado gracias a una guía elaborada a partir de la teoría. Se llevó a cabo en una sesión con una duración de dos horas veinte minutos. Los contenidos de la guía se fundamentaron en García y Arends (2012) y Aragonés et al. (2010), y fueron sometidos a revisión por el criterio de dos juezas expertas.
En este nivel de indagación empírica surgieron dos nuevas categorías de análisis según será analizado posteriormente.
Antes de su puesta en práctica, el proceso de la investigación fue avalado por el Comité Ético Científico y la Comisión de Trabajos Finales de Graduación de la Universidad de Costa Rica.
Sobre los criterios de rigor, fueron considerados el criterio de dos juezas psicólogas expertas en migración (Hernández et al., 2010). Además, se administró una entrevista cognitiva a tres personas solicitantes de refugio de distinto grado de escolaridad y de origen salvadoreño, que además no eran parte de la muestra final.
Con este proceso, se identificaron cambios necesarios en el instrumento, como lo fueron la inclusión de una pregunta en el apartado sobre satisfacción con la vivienda relacionada con la posibilidad de la tenencia de mascotas y la tenencia efectiva de mascotas. Otra pregunta agregada fue sobre las estrategias del grupo familiar ante la imposibilidad de salir de la vivienda tras el confinamiento o la Inseguridad. Se realizaron también cambios sobre el planteamiento de varios ítems para favorecer la comprensión de la persona lectora.
Procedimiento
Gracias a HIAS Costa Rica, se logró generar la muestra de posibles participantes, la cual fue guiada por los criterios de selección y exclusión. Las sesiones se planificaron con las personas según la disponibilidad de tiempo de estas, dejando claro los riesgos y obteniendo el previo consentimiento informado para el estudio.
Para la recolección de información, inicialmente se completaron los cuestionarios. En un segundo momento, se llevó a cabo el grupo focal. Finalmente, la información fue analizada a partir de los resultados de ambos instrumentos y a la luz de la teoría.
Análisis de datos
Se sistematizó toda la información por medio de técnicas propias de la Teoría Fundamentada, la cual, según Strauss y Corbin (2002), permite extraer aspectos significativos de las experiencias de los actores sociales, posibilitando conectar los constructos teóricos de la satisfacción residencial y la intención de permanencia en Costa Rica.
Para sistematizar la información en el conjunto de ambos instrumentos, se implementó una matriz de datos, por medio de la cual se construyeron análisis en columnas según las categorías previamente consideradas (Glaser, 1992).
Siguiendo a Aguilar et al. (2008), se concibieron las categorías iniciales de: satisfacción con la vivienda, satisfacción con el barrio, satisfacción con las relaciones interpersonales en el vecindario e intención de permanencia.
Con respecto a las etapas del proceso, durante la fase inicial, se localizó la población con el apoyo de HIAS Costa Rica. De este modo, se logró contactar una muestra considerable de posibles participantes, tomando en cuenta, para ello, criterios de selección y exclusión.
Durante una segunda etapa, la muestra fue obtenida en su totalidad, y se aplicó el cuestionario. La información fue compilada gracias a la sistematización del cuestionario en un documento de Excel, donde se sistematizó las respuestas de cada persona entrevistada y se agruparon los 33 instrumentos (tres de ellos no válidos).
Posteriormente, se analizaron los datos en Excel y se agruparon los resultados de todos los cuestionarios las categorías de análisis mediante la matriz de datos. Una vez analizados, se pautaron los puntos para el desarrollo del grupo focal.
En una tercera etapa, se implementó el grupo focal, partiendo de la guía previamente desarrollada y revisada a partir de los datos de los cuestionarios. Se llevó a cabo en este momento la profundización de algunas variables específicas identificadas gracias a la aplicación del cuestionario mediante el grupo focal, se lograron desarrollar estas variables a nivel colectivo. Los resultados fueron registrados en vídeo y posteriormente transcritos.
Se analizaron los datos en conjunto, tomando en cuenta tanto los resultados arrojados por el grupo focal como los obtenidos en los cuestionarios. Se partió de una triangulación y comparación de los resultados obtenidos y a partir de la sistematización de los datos en la matriz y el análisis de la teoría consultada.
Posteriormente, se sistematizó toda la información por medio de técnicas propias de la Teoría Fundamentada, la cual, según Strauss y Corbin (2002), permite extraer aspectos significativos de las experiencias vividas por los actores sociales, lo que posibilita conectar constructos teóricos relacionados con la satisfacción a nivel de la vivienda, el barrio, y la interacción social.
Durante el proceso surgieron nuevas categorías y subcategorías de análisis. Por un lado, aparece la categoría del apego al lugar y, por otro, dos nuevas subcategorías ligadas a la satisfacción con el barrio: seguridad del barrio y organización comunitaria. Estos constructos fueron identificados a lo largo del análisis y se rescataron dada la importancia que adquirieron y la relación que mantienen con los temas a investigar.
A partir de los resultados se planteó un informe final, el cual se presentó a tres personas solicitantes de refugio y refugiadas que estuvieron de acuerdo en ofrecer sus impresiones acerca de los principales hallazgos. Dicho proceso se realizó de manera individual y la información obtenida fue confirmada por cada persona.
Se logró realizar un contraste y discusión con los cuales se estableció un análisis descriptivo-exploratorio sobre los resultados en función de los antecedentes revisados y la teoría de la Psicología Ambiental Comunitaria.
A lo largo del proceso, se implementaron medidas para garantizar la calidad de los análisis, como lo son el método de comparación constante, esto a partir del análisis y sistematización de la información obtenida en la primera y segunda etapa, por medio del cuestionario y el grupo focal, esto permitió el surgimiento de nuevas categorías señaladas líneas atrás.
El proceso de análisis se basó en la delimitación de códigos y categorías iniciales que se agruparon posteriormente en una matriz de datos. Estas finalmente fueron agrupadas en categorías y familias que permitieron el surgimiento de contenidos descriptivos de la intención de permanencia y la satisfacción residencial.
En línea con la Tabla 1, es relevante señalar que el mínimo de estancia en el país corresponde a dos años, previendo que las personas hayan contado con tiempo suficiente para mediar su adaptación al contexto o asimilación de elementos propios de la cultura.
Con respecto al grado de escolaridad, se encontró desde primaria incompleta hasta universitaria completa. La mayoría (15 participantes) contaba con secundaria incompleta o completa. En los grupos familiares, se identificaron personas viviendo solas y en grupos familiares con un máximo de seis integrantes. Mayoritariamente se registraron familias de tres o cuatro miembros (17 de los casos).
En cuanto a los ingresos, las personas indicaron generar entre 50 000 y 1 300 000 colones costarricenses mensuales, con un promedio a nivel de la muestra de 350 000 colones por mes. Las actividades económicas referidas por los participantes incluyen desde emprendimientos gastronómicos, servicios de transporte privado por medio de Uber, oficios domésticos hasta trabajos formales en el área de ventas y mercadeo.
Con respecto a la ubicación, se reconoce en la Figura 1 los distritos donde las personas se localizaron. Para reflejar de una manera gráfica la distribución, se identifica una cantidad de siluetas determinada según las personas participantes y su localización por distrito. Como se aprecia, la mayoría de los participantes residen en San Sebastián, Pavas y San Francisco de Dos Ríos, además de los distritos Catedral, y Merced. No se encontraron personas viviendo en el distrito de El Carmen.
Acerca del régimen de tenencia, se identificó que 88% de la población (26 personas) se encontraba alquilando, 6% (dos personas) se encontraba en posada familiar y 6% (dos personas) contaba con vivienda propia. Con relación al tipo de vivienda, 70% (21 personas) estaban ubicadas en apartamentos, 24% (siete personas) ocupaban casas, y 6% (dos personas) vivían en una cuartería, que consiste en un cuarto con espacios compartidos como la cocina, el área de lavado, el baño, entre otras áreas comunes.
Por otra parte, llama la atención que quienes participaron tenían en su mayoría (76%) entre uno y cinco años de haberse ubicado en la vivienda actual (en todos estos casos el régimen de tenencia era alquilado). A nivel general los lugares en los que se encontraban tenían en promedio dos habitaciones, además de acceso a los servicios de agua, luz, recolección de basura e internet. Cabe señalar que únicamente un 16% señaló no tener acceso a internet en la vivienda.
Con respecto a las categorías de análisis, se presentan los resultados en función de los pasos que se siguieron y considerando que, a partir de la implementación del cuestionario, se contó con las categorías de satisfacción con la vivienda, con el barrio y con la interacción social en el vecindario e intención de permanencia.
A partir del análisis y los resultados, emergieron la categoría de apego al lugar y las subcategorías de seguridad del barrio y organización comunitaria, que serán analizadas hacia el final del documento.
Posteriormente, se realiza una codificación axial con base en Strauss y Corbin (2002). Se delimita una categoría central fundamentada en la satisfacción residencial, de la cual se desligan las subcategorías de satisfacción con la vivienda, satisfacción con el barrio, satisfacción con la seguridad del barrio, satisfacción con las personas vecinas y satisfacción con la organización comunitaria. Finalmente se analiza la categoría de intención de permanencia y apego al lugar.
En la Figura 2, se ilustra la relación entre las variables y las categorías emergentes encontradas. Las categorías planteadas al inicio de la investigación se encuentran dentro de los rectángulos, mientras que las categorías que emergieron tras el proceso analítico aparecen en los círculos.
Como se aprecia, la relación entre la satisfacción residencial y la intención de permanencia es dinámica, y se da en varios procesos que inciden en la decisión de las personas de permanecer en el país y ubicarse en una vivienda. Es una relación recíproca, que está ligada al apego al lugar, como se analizará adelante.
Satisfacción residencial
Teniendo en cuenta una exploración preliminar sobre la primera categoría de análisis alrededor de la satisfacción residencial, se esboza en el presente apartado la importancia que adquiere la vivienda sobre aquellas características sobresalientes que hacen que la persona elija un lugar donde vivir.
Según lo identificado, las personas solicitantes de refugio y refugiadas atraviesan una situación de desplazamiento forzado que, en la mayoría de los casos, es repentina y sin posibilidad de planificación. Se ven forzadas a huir de su país de origen sin tener un plan concreto de qué hacer, a dónde ir o en qué lugar albergarse. Además, tienen una noción leve de cuál país de la región podría ser una opción para desplazarse.
A manera de contextualización, las personas toman la decisión de movilizarse a Costa Rica, debido a que terceros ya se habían trasladado y lo recomendaron, o bien, porque, en términos del costo del viaje, era la opción más asequible. De igual forma, lo consideran uno de los países más políticamente estables de la región, aspecto relevante si se compara con la situación en la región norte de Centroamérica.
Al respecto, se evidencia en el caso de las personas salvadoreñas que la elección del país de refugio es distinta, por ejemplo, a la situación de los refugiados palestinos ubicados en Chile (Bijit, 2012), que se desplazaron al lugar sin otra elección, pues era la única opción para refugiarse.
En el caso de las personas salvadoreñas, percibieron de manera positiva las similitudes de la cultura costarricense con la suya. Señalan también otros aspectos positivos como encontrar un entorno hispanohablante ubicado en su misma región.
Sobre la satisfacción con la vivienda, las personas se desplazaron y se ubicaron en lugares que les parecieron desde un principio adecuados, o, por lo contrario, se alojaron en viviendas de tránsito, mientras encontraban una opción más estable y adecuada.
En términos generales, la decisión de permanecer en una vivienda atravesó una serie de situaciones y elementos del entorno que llevaron a las personas a tomar disposiciones sobre sus condiciones de habitabilidad.
Satisfacción residencial: la vivienda
La población estudiada inicialmente se ubicó en lugares de los que tenían muy poco conocimiento, o bien, debido a que en la vivienda se ubicaba previamente una red de apoyo que les proveyó de posada familiar durante algún tiempo, o porque llegaron gracias a una tercera persona que les recomendó el lugar.
Por otra parte, la elección del lugar concuerda con la inclinación a Costa Rica como país destino. Las redes de apoyo, antes del desplazamiento, les brindaron información sobre Costa Rica como país de acogida, sobre su legislación, la opción de la solicitud de refugio, entre otros aspectos relacionados con los medios de vida, la autosuficiencia y lugares donde ubicarse.
Principalmente, el contacto inicial con otras personas antes del viaje les aportó elementos relacionados con el contexto del país, su cultura, sus barrios, viviendas, localidades y hospedajes temporales como alternativa.
Durante su búsqueda inicial, las personas no apuntaban a hospedarse en los espacios ideales desde su punto de vista, sino que esperaban ubicarse en viviendas donde pasar la noche o las semanas mientras se adecuaban al país o encontraban otro lugar más estable. Por esta razón, cuatro de cada diez personas registró que en su anterior vivienda se encontraban en posada familiar.
Se reconocen aspectos concretos; por ejemplo, las personas permanecen en el domicilio aproximadamente cuatro o cinco años atrás. Durante este periodo, los elementos que les satisfacen en la vivienda se relacionan con la ubicación, el costo del inmueble, el contar con comodidades para cada integrante, las posibilidades de emprender una actividad económica en la vivienda, entre otros.
Con respecto a la situación socioeconómica, pese a ubicarse personas con diferente poder adquisitivo, la capacidad para pagar un hospedaje de mayor valor monetario no se relacionó directamente con la satisfacción con la vivienda; es decir, indistintamente de los ingresos reportados, las personas apuntaron en igual medida estar satisfechas o insatisfechas y no se identificó una asociación positiva entre el ingreso monetario y la satisfacción residencial.
Con respecto a la cantidad de personas en el grupo familiar, en muchas ocasiones las personas se ubicaron en hacinamiento, y generalmente las viviendas fueron catalogadas como pequeñas. Se contó en promedio con un dormitorio por cada dos personas en una vivienda.
El hacinamiento está relacionado con la satisfacción residencial, debido a que las familias más numerosas y con menores a cargo consideraban la vivienda como insatisfactoria. Reportaron además que el hacinamiento afectó su dinámica familiar, relación de pareja y la privacidad en general.
En el caso de la relación de pareja, los cónyuges tienen pocas posibilidades de pasar tiempo a solas y deben hacer frente a dificultades y conflictos que muchas veces no llegan a una resolución positiva, o bien, no se dialogan: “Tuve un problema con mi pareja, no lo pudimos resolver y más bien se fue haciendo más grande, entonces nos separamos. Ella se fue de la casa” (Norman, 48 años, San José, 10 de marzo de 2021).
Esto no quiere decir que las problemáticas de la pareja se resuman en la falta de espacios a solas en la vivienda, sino a que, según las situaciones descritas por la población participante, la escasa posibilidad de tiempo en pareja, que les resta interacción y dificulta la resolución de conflictos de los cónyuges, acrecentando un problema y postergando su resolución.
En función de esta limitación sobre la sexualidad, afectividad y la resolución de conflictos de la pareja, se reconoce que existe una jerarquización de las prioridades de la familia, de manera que los cónyuges deciden supeditar lo concerniente a su relación al bienestar del resto de la familia.
Al desplazarse al país receptor, el grupo familiar busca el bienestar de todos y todas. En este proceso, algunas situaciones resultan soslayadas ante la necesidad de conseguir el bien común del grupo: “Una sabe que hay que hacer sacrificios, porque estamos aquí es por lo niños” (Mary, 39 años, San José, 8 de marzo de 2021).
Con respecto a la comodidad, esta se considera importante no solo para las personas, sino también para las mascotas, ya que se espera contar con espacio adecuado para estas. La posibilidad de la tenencia de mascotas es una elección compleja de concretar, pues tres personas comentaron que les interesa tener animales domésticos, pero no adoptan porque el espacio de la vivienda no se lo permite, o bien, por la prohibición por parte de las personas arrendadoras.
Otras cuatro personas consideraron que no poder tener animales domésticos era razón suficiente para cambiarse de vivienda.
Las personas con frecuencia compararon las viviendas en Costa Rica con las de El Salvador y describieron que el país, los aposentos y habitaciones son de menor tamaño y mayor costo. Esto particularmente generaba malestar, en tanto pagaban mucho dinero por una habitación o vivienda que no era lo que esperaban encontrar en función de comodidades y espacios.
No obstante, pese a los malestares o disconformidad, resaltaron tres elementos que aportaron valor adicional a la satisfacción con la vivienda: la seguridad del inmueble, la tranquilidad y la presencia de áreas verdes y/o patio, o zonas con árboles y plantas (lugares altamente valorados por su asociación con el descanso y la distracción).
Con respecto a las partes de la vivienda, se denota un interés particular sobre la sala y la interacción social que esta permite. La mayoría de las personas anotaron que es en este espacio donde reciben a sus clientes, o bien, donde operan su negocio de comidas o producción de alguna mercancía. Sucede igual en el espacio de la cocina.
La sala de la vivienda entonces se configura como un lugar de importancia en lo que respecta a la interacción social con el entorno, principalmente en el caso de las personas con emprendimientos gastronómicos.
La relación con el vecindario se ve favorecida en la sala, pues es un escenario de proyección hacia la comunidad, que además promueve el desarrollo de actividades económicas. En este lugar, se llega a entablar una dinámica social importante sobre la esfera relacional de la persona.
Todos estos elementos no solo físicos sino cognitivos, afectivos y psicosociales inciden en la determinación final de la persona de movilizarse o permanecer en una vivienda. Pese a esto, es el barrio el elemento que más peso tiene a la hora de elegir un lugar para permanecer. Seguidamente se profundiza en esta subcategoría.
Satisfacción residencial: el barrio
Con respecto al barrio, nueve de cada diez personas consultadas señalaron estar satisfechas con este. Aunque no hay casos de personas que experimenten del todo desagrado hacia el barrio, tres participantes indicaron estar poco satisfechas con el lugar en el que viven.
Las personas apuntaron a aspectos que consideraron muy importantes a la hora de ubicarse en un barrio, los cuales se abordan en la Figura 3. Aquí, se señala la importancia de la localidad en función de los sitios de interés, como comercios, espacios deportivos, y de la cercanía al lugar del trabajo o centros de salud. La cercanía a sitios de interés concuerda con lo afirmado por Hayden (2005), quien afirma que las personas salvadoreñas tienden a ubicarse en centros urbanos para facilitar el acceso a servicios de salud para las personas menores o mejorar su situación socioeconómica gracias a la presencia de mayores ofertas de empleo. Buscan mejorar su calidad de vida al percibir una mayor oferta de recursos.
Llama la atención cómo prevalecen las características deseables en los barrios que tienen relación con la conducta pro-ambiental o conducta sostenible (Leandro, 2011), lo que conlleva el desarrollo de actitudes ambientales, como actos que favorezcan al mayor número de seres vivos posible.
Las personas apuntaron a la importancia de contar con un buen servicio de recolección de basura y programas de reciclaje (96%), además de contar con limpieza en el barrio (93%), áreas verdes (93%) y vegetación en las calles (83%).
En esa misma línea, las personas planteaban aspectos sobre la conducta sostenible: “El barrio estaría mucho mejor si hubiera menos humo, y más limpieza de las calles, la gente tira mucha basura” (Amanda, 36 años, San José, 16 de marzo de 2021).
Las personas tratan no solo de conservar el entorno, sino que instan a las vecinas y los vecinos a mantener actitudes que promuevan la limpieza y la protección del ambiente, en concordancia con la conducta sostenible (Leandro, 2011).
Relacionado con lo anterior, la satisfacción residencial implica una serie de tareas afectivas sobre los espacios hacia los cuales se desarrolla una vinculación. Pese a la incomodidad o insatisfacción, por alguna razón, los espacios físicos son asociados de manera positiva por las personas (Mullins & Robb, 1977; Holahan, 2012).
Asociar de manera positiva los lugares conlleva a protegerlos, cuidarlos, no causarles daños, resguardar su integridad e incluso promover actitudes que propicien mejoras y su conservación.
Las personas consultadas coinciden en dos elementos de mayor importancia en el barrio. El primero y más relevante es la seguridad; el total de las personas la consideran necesaria e importante. Este argumento es esbozado con mayor profundidad, en tanto es una subcategoría emergente: seguridad en los barrios. El segundo aspecto de importancia es la tranquilidad, la cual se relaciona con la sensación de seguridad.
El barrio y su seguridad
La seguridad del barrio adquiere una importancia preponderante a la hora de permanecer en este o no, o bien, a la hora de elegir un lugar donde vivir. Llama la atención que la seguridad fue un elemento comentado a lo largo de uno o varios apartados por nueve de cada diez personas consultadas, y es anotado por ellas como una característica fundamental del entorno.
En esa misma línea, el 66% de las personas participantes están de acuerdo con que la inseguridad se presenta en mucha menor medida en Costa Rica al compararlo con El Salvador. Consideran que, en el país, deben hacer frente a desafíos y obstáculos, pero son aspectos de menor importancia si se contrastan con la situación en El Salvador y el riesgo que se experimenta allí sobre la integridad física, la seguridad y el bienestar familiar.
De tal manera, la seguridad es un elemento que está presente en la experiencia de vida de las personas solicitantes de refugio y refugiadas de origen salvadoreño. El mismo trasciende la situación de desplazamiento forzado de esta población en el país de origen, implicando con ello su búsqueda constante de en el proceso de adaptación al país de acogida.
Las personas revisan continuamente los entornos y los aspectos que ponen en riesgo el bienestar y la seguridad individual y de la familia; así, por ejemplo:
“No me quiero ir de este barrio, por la seguridad, además de la estabilidad que a pesar de todo he alcanzado, siempre busco los lugares más seguros” (Amanda, 39 años, San José, 16 de marzo de 2021).
Incluso diez personas coinciden en que la seguridad que obtienen en el barrio en el que viven les genera bienestar y gratificación, razón por la cual tienen la necesidad de permanecer en el lugar.
La seguridad en sí misma se configura de suma importancia en el lugar que habitan las personas provenientes de El Salvador al haber sido causa de su desplazamiento forzado la persecución y la violencia. En su país de origen tuvieron que cambiarse de vivienda constantemente y realizar movilizaciones internas para huir del peligro con confinamientos que no redujeron el riesgo ni la contingencia:
Al salir de El Salvador, una no desea volver, ya aquí en Costa Rica una se siente bien, porque no pasa lo que pasaba allá, a la gente la mataban y nadie hacía nada, la gente huye a otros lugares en el país y las encuentran. (Mary, 39 años, San José, 8 de marzo de 2021)
Una vez que se trasladan a Costa Rica, las personas perciben la necesidad de valorar los barrios en función de la seguridad que experimentan, así como la tranquilidad y la protección que adquieren o no en los vecindarios, esto a partir de su experiencia de vida en el país de origen.
En la Figura 4, se ubican los distritos donde las personas se localizaron. En color gris oscuro se señalan los lugares más inseguros; por otro lado, los distritos color gris claro son los más seguros según Rojas (2005), Ramírez (2013) y Sánchez (2021).
Figura 4. Locación de las personas consultadas, e inseguridad reportada
por la población del cantón de San José
Nota. Mapa del cantón de San José. Representa los distritos donde se localizaron las personas entrevistadas, las figuras humanas son la cantidad de personas por distrito, el tono gris oscuro en el mapa significa que son barrios percibidos como inseguros según varios estudios. Tomado de la Municipalidad de San José y elaborado con base en Rojas (2005), Ramírez (2013) y Sánchez (2021).
Se reconoce que las personas deciden permanecer en barrios que consideran seguros. Cuando perciben inseguridad, la intención de movilizarse aumenta; así, por ejemplo, las siluetas grises representan las personas insatisfechas con el barrio en el que se ubican y que además tienen la intención de cambiarse de vecindario.
La satisfacción con el barrio se asocia con la interacción que se mantiene en el vecindario y en particular con la experiencia de vida de las personas y su círculo relacional en el país de acogida, como se revisa en la siguiente subcategoría.
Satisfacción residencial: relaciones interpersonales
Con respecto a las relaciones interpersonales en el vecindario, cerca de la mitad de las personas la consideraron importante. Según los resultados, mientras más tiempo se tiene de vivir en un barrio, más frecuente es la asociación positiva hacia la interacción social con quienes les rodean.
Solamente dos de las personas establecieron que la interacción no es central; inclusive, fue considerada como innecesaria, porque, según señalaron las personas participantes, la mayor interacción con otras personas se da en el ámbito del trabajo o con las amistades que se forjaron en antiguos vecindarios: “Algunas veces, recibo en mi casa a una vecina, pero de otro barrio” (Mery, 27 años, San José, 5 de marzo de 2021).
En ambos casos que no visualizaron importante la interacción social, las personas tenían entre los seis meses y un año de vivir en la comunidad, por lo que la razón de su desinterés en la interacción puede deberse al poco tiempo de encontrarse en el vecindario en comparación con otras personas que contaban con un periodo más amplio en el lugar, y que ya poseían mayores vínculos externos y relaciones interpersonales en el vecindario.
Con respecto a la interacción, cuando esta no era satisfactoria, por lo general se tuvieron deseos de cambiarse de barrio, en especial cuando surgieron conflictos, o cuando se consideró a las personas como lejanas o de difícil interacción. En estos casos se asoció de manera positiva a los antiguos barrios donde se encontraron.
Se destaca que cuatro personas comentaron coordinar actividades comunitarias, como festividades familiares y planificación de visitas. En igual proporción, otras cuatro personas establecieron que la interacción se da además para brindarse apoyo; por ejemplo, en algunas ocasiones han recibido apoyo emocional, recomendaciones de sus vecinos y vecinas sobre alguna situación en particular, o auxilio ante los inconvenientes.
Un ejemplo del apoyo comunitario se relaciona con la situación socioeconómica, ya que dos personas comentaron haber recibido contribuciones en especie por parte de sus vecinos/as en alguna ocasión.
La interacción adquiere una connotación cada vez más compleja (Haramoto, 2002; Holahan, 2012) y pasa por la revisión del mesosistema, o la relación con el vecindario, cuando se fundamenta en la experiencia de vida alrededor de un contexto sociocultural, el cual se ve afectado por las zonas en las que se vive, los barrios y la experiencia de vida alrededor de las relaciones humanas.
Así, por ejemplo, con respecto al por qué se considera importante la interacción en el barrio, una persona enfatizó: “Siempre he contado con el apoyo de las personas con las que he tenido amistad aquí, esto me hizo perder el vacío, eso la alienta a una a quedarse” (Flor, 40 años, San José, 23 de marzo de 2021).
En ese sentido, al pedirle a Flor que explicara qué quiere decir “perder el vacío”, ella agregó: “No sé cómo decirlo, como una soledad, como una falta de aliento, de no sentir de adónde ir si pasa algo” (Flor, 40 años, San José, 23 de marzo de 2021).
Con respecto a la experiencia de Flor, al analizarla desde la propuesta de Holahan (2012), se identificó que hace referencia al contacto hacia lo externo de la familia, es decir el exosistema, en tanto ella apunta a sentir apoyo desde lo externo, desde la comunidad y las relaciones que empezó a forjar poco a poco en su vecindario.
El exosistema, o las estructuras sociales más amplias, brindan a la persona la posibilidad de entablar relaciones afectivas positivas y de reciprocidad, lo que incita la necesidad de permanecer en el lugar y de esperar protección y apoyo de este (Tapia, 2011).
Desde un enfoque de género, al igual que considera Tapia (2011), los resultados demuestran que la movilización al país receptor puede promover el surgimiento de un liderazgo femenino, lo que a su vez favorece el empoderamiento y la apropiación del espacio por parte de la mujer a partir de su participación comunitaria.
Este liderazgo femenino resulta amenazante a la autoridad masculina hegemónica y puede afectar a las mujeres sobrevivientes de violencia basada en género mediante un escalamiento de la violencia; pese a ello, la mujer puede también afrontar la experiencia de violencia y romper un ciclo.
Una situación relacionada con este empoderamiento femenino le sucedió a una participante, quien, al ser consciente de su relación de violencia, logró empoderarse gracias a su participación en la comunidad, obteniendo de su círculo relacional información y mensajes de las instituciones a las cuales podía acudir. Además, logra conocer sus derechos como mujer y la gratificación de saber que el Estado costarricense resguarda sus derechos.
Sandra es una mujer refugiada que rompió el ciclo de violencia del que fue víctima durante veinticinco años de su vida gracias a la interacción social en su barrio.
En este país entendí que estaba en una relación de violencia, y fueron mis vecinas quienes me ayudaron a darme cuenta, siempre me apoyaron y me aconsejaron. Aprendí que, en este país, hay derechos que protegen a las mujeres. (Sandra, 38 años, San José, 5 de marzo de 2021)
Sobre el apoyo emocional que las personas pueden recibir de su entorno, se presenta un alto nivel de colaboración en la comunidad que genera bienestar emocional mediante el apoyo que se recibe de otros. Esta experiencia se presenta con más fuerza en las personas que se encuentran en mayor riesgo social a causa de su situación socioeconómica.
Aragonés y Corraliza (1992), en su estudio sobre la satisfacción residencial en ámbitos de infravivienda, establecen que muchas veces la satisfacción residencial es favorecida por el apoyo comunitario en el vecindario y las relaciones cercanas de reciprocidad, las cuales aumentan el arraigo y el sentido de comunidad.
En ese sentido, la persona que se ubica en un nuevo lugar rememora el espacio que ha perdido; sin embargo, en el presente, los repasos de estos momentos de pérdida también pueden afectar de manera positiva la situación de la persona, transformando las relaciones de una forma distinta a las que experimentó en su país de origen.
Se da entonces una reestructuración rodeada de nuevas redes de apoyo y una esperanza de resignificación, dejando atrás temores, desconfianza y miedos al agente persecutor.
Llama la atención que dos de las personas participantes que establecieron que su interacción con el vecindario se basa en dar o recibir apoyo indicaron encontrarse por debajo del promedio de ingresos de la muestra; inclusive una de las personas, al momento de la aplicación del cuestionario, se encontraba en una situación compleja a nivel financiero.
En el caso de las personas con necesidad socioeconómica, las relaciones interpersonales con los vecinos y las vecinas también se basaron en un principio de colaboración y de apoyo mutuo. Existe entonces una reciprocidad emocional ante el malestar de la persona con la que se comparte el espacio y con la que se ha construido un vínculo.
El apoyo no solo se reduce a circunstancias monetarias o a casos con ingresos económicos reducidos. Ante las dificultades que enfrenta la familia, sean estas financieras o de otra índole, las relaciones interpersonales se ven favorecidas y fortalecidas por el apoyo que se recibe del vecindario, de manera simbólica o tangible.
La colaboración se plasma, por ejemplo, a través de gestos como donativos, o bien el acompañamiento ante situaciones difíciles:
Cuando tuvimos COVID-19, hace tiempo, mis vecinos me escribían y me preguntaban cómo estábamos, una vez me dejaron una bolsa de comida en la puerta (Diría, 27 años, San José, 23 de marzo de 2021).
La colaboración y la relación con las personas en el vecindario son elementos también reconocidos por autoras como Azofeifa y Rivera (2017), quienes concluyen que las redes de apoyo fungen como facilitadoras de la adaptación al contexto en Costa Rica, además de ser un precursor de la adaptación a la cultura dominante.
Con respecto a la interacción, tres de cada diez personas comentaron que realizaban actividades en conjunto relacionadas con la organización de fiestas y celebraciones, como cumpleaños, invitaciones a otras viviendas, además de compartir comidas preparadas, como pupusas o bebidas.
A partir de esta proyección al entorno por medio de la gastronomía, se imprime parte del ser como persona salvadoreña, su idiosincrasia a través de las comidas y la cultura, mostrando así esta realidad dual y recíproca.
La persona también adquiere parte de las características del país de acogida. Se da una transformación del espacio por medio de la comunicación, la experiencia con las personas cercanas y la propia interacción:
Las comidas de Costa Rica y El Salvador no son tan diferentes, la tortilla y la pupusa tienen ingredientes parecidos, bueno la pupusa también se hace con harina de arroz, pero de maíz o arroz es más rica que la tortilla (risas). (Lía, 38 años, San José, 16 de marzo de 2021)
Con relación a la gastronomía, también se reconoce una fuerte asociación de esta actividad con la organización comunitaria, que será analizada con detalle en el siguiente apartado.
Finalmente, las prácticas religiosas también se configuran como un aspecto relevante en torno a la interacción social, específicamente en lo referente a las religiones cristiana evangélica y testigos de Jehová.
Dichas prácticas religiosas se configuran como un componente de peso a nivel del círculo relacional; por ejemplo, tres personas, pese a no haber experimentado el barrio como satisfactorio, identificaron importante el hecho de conocer población vecina que practicara su misma creencia religiosa: “Las personas de la iglesia para nosotros han sido de mucho apoyo, y me han ayudado a buscar casa por aquí cerca en el mismo barrio” (Carlos, 36 años, San José, 20 de marzo de 2021).
Por lo tanto, la interacción en el vecindario se ve favorecida, además, por dinámicas propias de las comunidades y sus características, como las comunidades horizontales y colaborativas donde las actividades económicas se pueden desarrollar en asocio con otras personas, o mediante encadenamientos productivos. Al compartir en el entorno se estrechan las relaciones y se experimenta el lugar como satisfactorio y colaborativo.
Relaciones interpersonales, organización comunitaria
A partir del constructo de relaciones interpersonales y al comparar los datos del cuestionario y los del grupo focal, surgió como subcategoría la organización comunitaria, la cual se relaciona de manera directa con el tema de la seguridad de los barrios.
Contrario a los mecanismos físicos de seguridad, las personas por lo general apuntaron a una protección colaborativa, de organización vecinal y de apoyo mutuo entre quienes habitan el barrio para protegerse a sí y a sus familias.
La organización del vecindario es una necesidad planteada por una cuarta parte de las personas consultadas, estableciendo un interés representativo sobre la necesidad de trabajar en conjunto por un bien común.
Al respecto, un participante acotó sobre las mejoras a nivel del barrio que sería necesario: “Un espacio para jóvenes, que el barrio sea más seguro en las canchas, las calles, es importantísimo que haya una mayor supervisión de comités vecinales, que la misma gente se organice” (Salvador, 39 años, San José, 27 de marzo de 2021).
Por lo tanto, inicialmente la seguridad como elemento deseable en el vecindario se transforma en un precursor de la organización comunitaria; las personas esperan que su comunidad pueda trabajar en conjunto por la seguridad de todas las partes.
Las personas son centinelas o vigilantes naturales (López & Carvajal, 2020) que deben denunciar situaciones que amenacen la seguridad del lugar y el bienestar de sus ocupantes; en este caso, la seguridad alcanza un significado de bien común que se resguarda por medio de la organización y articulación vecinal.
Bajo esta lógica, se evidencia el interés en buscar barrios organizados ante la delincuencia y siempre alertas ante cualquier situación que pueda amenazar la estabilidad adquirida: por ejemplo, en el caso de una de las participantes, al preguntarle sobre las razones que la hacen tener la intención de permanecer en Costa Rica, anotó lo siguiente:
Este país es muy seguro, vine no solo para mejorar la situación económica, también por la seguridad. La gente llama a la policía si ve algo raro, siempre quieren tener más tranquilidad; mis hijos están seguros aquí. (Miri, 39 años, San José, 24 de marzo de 2021)
Las personas experimentan la necesidad de agruparse con la intención de protegerse, buscan comunidades organizadas donde cuenten con amistades o personas cercanas, ya que esto lo perciben como seguro y organizativo.
A diferencia de Costa Rica, en su país de origen, las personas temen organizarse y desconfían de los demáss en el vecindario por el riesgo de ser identificado o identificada por personas infiltradas:
Acá los barrios son muy unidos, las personas se organizan para hacerle frente a los problemas y esto no lo encontraba en El Salvador. Las personas no se unían cómo acá, no se preocupaban por los demás vecinos, más bien la gente vivía con miedo de que hubiera mareros en las otras casas del barrio. (Norma, 27 años, San José, 19 de marzo de 2021)
Berroeta y Carvalho (2020), Valera y Pol (1994) y Proshamsky (1978) argumentan que, al consolidarse la identidad del lugar y atravesar una serie de desafíos, la persona construye nuevos vínculos socioespaciales, transformando su significado del lugar conforme a los referentes de su historia de vida, vínculos comunitarios y sentido de comunidad, es decir su pasado ambiental.
En este punto, es importante anotar que Heller (1995) argumenta que un aspecto relevante sobre el hogar es que, en torno a él, se reduce la contingencia, se adquiere confianza y recuperación.
Debido al desplazamiento forzado, las personas solicitantes de refugio necesitan recuperar la confianza que les fue arrebatada. Al llegar a la nueva comunidad, adquieren esta confianza a través de la organización comunitaria al experimentar en ella la seguridad perdida.
Por esta razón, una de las personas participantes argumenta que la organización no solo se debe llevar a nivel de la comunidad, sino también a nivel de los gobiernos locales con el fin que se desarrolle: “Una mayor coordinación y organización vecinal, y que se pueda hacer esto con la municipalidad sería muy bueno, porque eso mejoraría el barrio” (Bethy, 29 años, San José, 8 de marzo de 2021).
Según los comentarios de la población participante, la organización se orienta no solo alrededor de esta necesidad de organizarse para reducir la inseguridad del barrio y atacar el consumo y venta de drogas, sino también para favorecer las características del vecindario.
Intención de permanencia
Con respecto a la intención de permanecer en Costa Rica, se identifican una serie de aspectos sobresalientes en relación con la satisfacción residencial. Aunque cuatro de cada diez personas en algún momento consideraron desplazarse a otro país, llama la atención que, cuando se les preguntó si en los últimos meses la intención de desplazarse de país había aumentado, el número se redujo a la mitad.
Las razones por las cuales disminuyó la intención de movilizarse a otro país se relacionan principalmente a que, con el pasar del tiempo, empezaron a consolidar redes de apoyo y a sentir mayor comodidad en el vecindario. Además afirmaron haber experimentado una mejoría en la situación socioeconómica.
Concretamente, seis de cada diez personas tienen deseos de continuar en el país. Entre esta población se destaca la presencia de elementos como el bienestar que alcanzaron al vivir en las comunidades donde se encuentran, la posibilidad de desarrollo profesional y laboral.
Otro aspecto sobresaliente de Costa Rica como país de acogida es la estabilidad política y social: “En el país [Costa Rica] hay mucha estabilidad de los gobiernos, no hay tanta corrupción” (Elizabeth, 28 años, San José, 2 de marzo de 2021). Gracias a esto, las personas experimentan optimismo sobre su futuro en la comunidad de acogida.
Se encontró también que las intenciones de las personas de permanecer en Costa Rica se relacionan en mayor medida con la seguridad que encuentran en los barrios. Pese a la constante necesidad de mejorar este aspecto, las personas participantes señalaron que se sienten seguras en el país, lo que aumenta su intención de permanecer.
Sobre la experiencia de seguridad, doce personas anotaron este elemento como motivo suficiente para permanecer. Aún más distintivo es el hecho que la mayoría de los casos (diez personas) señalaron que permanecerán en Costa Rica por la seguridad de otros miembros de la familia, es decir, por alguien más, principalmente los hijos e hijas: “Me quedo por la seguridad, por la tranquilidad […] Mis hijos están seguros” (Miri, 39 años, San José, 24 de marzo de 2021)
Esta experiencia conlleva la necesidad del grupo de buscar el bienestar de la familia. En algunos casos, el motivo del desplazamiento del país de origen incluso se debió a la búsqueda de protección de las personas menores.
Las familias huyen de El Salvador por temor a que sus adolescentes varones fuesen reclutados por las maras, o bien, que las mujeres adolescentes corriesen el riesgo de ser forzadas a ser parejas de los miembros de las pandillas. Debido a esto, el bienestar en el país receptor corresponde también con la sostenibilidad de la protección comunitaria que las personas buscan para la familia.
En esa misma línea, una persona apuntó a que la situación de seguridad en Costa Rica ha restituido su confianza y resguardo. Aludió que una vez en el país experimentó un miedo profundo a volver a El Salvador, lo que requirió un proceso psicoterapéutico. Gracias a la ayuda de una agencia aliada del ACNUR logró recuperarse a nivel emocional.
Se consultó a las personas concretamente si la situación de vivienda, barrio y vecindario en Costa Rica represente un factor importante para buscar permanecer en el país. Una proporción considerable (cuatro de cada diez personas) consideró que la seguridad que experimentan en la propia vivienda, en el vecindario y a nivel general en el contexto social les hace desear permanecer en Costa Rica.
Con respecto a los vecindarios, las personas argumentan que: “Vivir en Costa Rica muchas veces es una bonita experiencia, la gente es muy hospitalaria” (Marlen, 26 años, San José, 10 de abril del 2021).
Las razones de permanencia en el país entones se pueden sintetizar en tres aspectos: (1) la seguridad de los barrios; (2) la búsqueda del bienestar familiar y económico, del resguardo de la seguridad e integridad, y del desarrollo académico y profesional; y (3) las características positivas del entorno social en el país.
Intención de permanencia: apego al lugar
A manera de integración sobre los aspectos analizados en apartados anteriores, se desarrolla la subcategoría de apego al lugar. Se reconoce la relación de la satisfacción con la vivienda, barrio y vecindario con la construcción de la vinculación emocional de las personas hacia los lugares.
Con respecto a este argumento, Holahan (2012) y Pons et al. (2008) señalan que la forma en que se concibe un lugar cambia según la propia experiencia y el contacto con los mesosistemas del entorno, es decir, las relaciones en el vecindario. En ese sentido, se empieza a formar el apego al lugar, el cual da un valor simbólico a los territorios.
Elementos como el hogar, las iglesias, los mercados, el barrio o vecindario y todos aquellos contextos donde las personas interactúan tienen efectos sobre el apego, la seguridad, el confort, los vínculos hacia elementos como el hogar, las iglesias, los mercados, el barrio o vecindario y todos aquellos contextos donde las personas interactúan tienen efectos sobre el apego, la seguridad, el confort y los vínculos hacia su entorno.
Con relación al apego al lugar, una de las participantes comentó:
En Aguantafilo, hice buenas amigas, que todavía quiero mucho, y es que ellas me han ayudado mucho, todavía las visito, y me acuerdo de la casa donde vivía, porque es a la par de ellas, esa casa me gustaba mucho, y el barrio es bien feo, pero esas amistades me hicieron cambiar mucho cómo pensaba. (Sandra, 38 años, San José, 5 de marzo de 2021)
En ese sentido, la experiencia de apego no solo se basa en las situaciones referentes a la satisfacción o insatisfacción con el entorno, sino que además se sustenta de variables ambientales y socioculturales en función de la experiencia emocional con las personas vecinas y los espacios comunitarios, además de la experiencia de vida en los lugares.
En el caso de Sandra, vivió durante seis años en Aguantafilo, pero, al quedar desempleada, tuvo que dejar el lugar. No obstante, este espacio lo recuerda de manera positiva pese a que inicialmente lo concebía como desagradable.
Con relación a la construcción de los lugares y el apego que se forja al ser parte de este proceso, llama la atención que, una vez que las personas se ubican en un barrio, a la hora de cambiar de vivienda, se trasladan a un vecindario o vivienda cercana, pese a que el lugar, desde el punto de vista de las personas consultadas, no le satisfacía en su totalidad.
Las personas están asociadas intrínsecamente a los lugares, en tanto, al tener apego a un lugar, se adopta parte de la identidad de ese contexto: “Soy salvadoreña, pero la verdad me siento muy bien aquí, amo El Salvador, pero no me quiero ir de aquí, me quiero naturalizar como costarricense” (Sandra, 38 años, San José, 5 de marzo de 2021).
Jorgensen y Stedman (2001) establecen que el apego al lugar brinda una noción de comunidad al entremezclar tres elementos: el lugar físico, el entorno con sus características socioculturales y los vínculos relacionales.
Las personas que comparten un lugar desarrollan una relación afectiva entre sí y hacia el espacio donde confluyen. Así, adquirien comportamientos propios de la comunidad con la que interactúan, lo que favorece aún más la vinculación afectiva, es decir el apego al lugar: “Cuando nos reunimos conversamos, a veces hemos cocinado juntas, celebramos cumpleaños, y también nos compartimos comida ya preparada” (Carolina, 36 años, San José, 20 de marzo de 2021).
Carolina es una participante que habita en una cuartería ubicada en el distrito de La Merced y permanece en este lugar desde su llegada al país hace cuatro años.
Carolina expresó estar insatisfecha con varios aspectos del espacio, como el tamaño de la habitación y el uso compartido del baño, la cocina y el área de lavado. Además, se siente inconforme respecto a las relaciones con algunas de sus vecinas, que en ocasiones se han tornado conflictivas.
Pese a las inconformidades, al preguntarle sobre las razones que le provocan intenciones de cambiar de vivienda o, por lo contrario, permanecer en ella, establece que allí experimenta también seguridad, paz y tranquilidad:
Cuando llegamos al lugar, no conocíamos nada del país, le pedimos a un taxista que nos llevara a algún lugar donde poder quedarnos, y desde ese día estamos aquí, y siento mucha seguridad, paz, y tranquilidad… en El Salvador, sentía mucho miedo. (Carolina, 36 años, San José, 20 de marzo de 2021)
Por otra parte, el apego al lugar también se denota en el arraigo a la zona (Aragonés & Corraliza, 1992; Aragonés et al., 2010). Forma parte de una variable subjetiva de la satisfacción con el ambiente residencial, lo cual se traduce en la vinculación de las personas hacia la zona en la que se encuentra la vivienda.
Según lo anterior y a partir de los datos recuperados, se identifica que las personas, según las tres últimas viviendas en las que se encontraron, decidieron no desplazarse más allá del mismo distrito o cantón.
Llama la atención que, una vez que la persona se ubica en un lugar, frecuentemente, cuando se cambia de vivienda, prefiere trasladarse a localidades en la misma zona. Esto puede deberse al apego al lugar en el que vive, o bien, a la dificultad de traslado a zonas más alejadas por complicaciones de mudanza.
Un ejemplo de ello surgió al preguntarle a una de las participantes qué había sido lo más extraño del barrio anterior. Dicha persona respondió lo siguiente: “Nada, me mudé a doscientos metros del lugar donde vivía, me gusta mucho aquí” (Mary, 39 años, San José, 8 de marzo de 2021)
Vidal et al. (2010), con respecto a la relación entre el apego al lugar, la identidad comunitaria y la movilidad residencial, apuntan a que los recuerdos y experiencias significativas adquiridas potencian la identidad del lugar, y al presentarse la movilidad a nivel de barrio, ciudad y región, identidad comunitaria y los vínculos se transforman.
Se dan distintos grados de apego e identidad dependiendo del tiempo de residencia y experiencias significativas. Ante los constantes cambios, la persona se inclina por aquellos lugares que mayor apego e identidad le generan. Por ello, desea conservar un cierto grado de proximidad hacia estos lugares:
He vivido en varios lugares, pero este me gustó mucho siempre, aquí estuve antes, el ambiente es muy cómodo a pesar de que el barrio no es muy seguro, es lo que siempre he buscado. (Jack, 40 años, San José, 7 de marzo de 2021)
Jorgensen y Stedman (2001) apuntan que el apego al lugar es un componente afectivo, mientras que la identidad de lugar se refiere a un componente cognitivo. Ambos conceptos se configuran en lo que se denomina sentido de lugar, en el cual la persona experimenta el entorno como suyo.
El apego se identifica y se apropia de todos los elementos cercanos, por ejemplo, la vivienda, espacio altamente valorado que se personaliza a partir de la interacción.
La vivienda desde la perspectiva de Mullins y Robb (1977) se concibe como un refugio privado y personal, influenciado por un proceso en tres vías subjetivas: la afectividad, la cognición y el impulso conductual.
A partir de la interacción se genera un vínculo afectivo hacia el lugar donde la persona genera un apego hacia los lugares, muchas veces imperceptible y usualmente mediado por la asociación con pensamientos positivos hacia este.
Se reconoce que, a pesar de su intención de vivir en Costa Rica de manera permanente, muchas veces las personas se enfrentan a una ambivalencia entre permanecer o retornar a su país de origen.
Esta situación es más representativa al comparar a las personas reconocidas como refugiadas con las personas solicitantes de refugio. En el primer caso, se experimenta una mayor estabilidad sobre su futuro, pues tienen un estatus legal permanente, mientras que la persona solicitante de refugio atraviesa procesos de ambivalencia e incertidumbre sobre su situación legal en el país.
Al indagar la satisfacción residencial, especialmente en lo referente a la dificultad de las personas para lograr arraigo y sentido de comunidad, se identifica que, cuanto mayor es la movilidad residencial (y con ello la insatisfacción con los barrios), es más propenso que las personas sientan mayores deseos de desplazarse a un tercer país o retornar a El Salvador.
En esa misma línea, específicamente sobre el desplazamiento forzado, este es repentino y sin posibilidad de planificación, por lo que las condiciones de habitabilidad y de hospedaje son en lugares de tránsito con redes de apoyo, frecuentemente con la llegada de las personas al país de acogida.
Una vez que se ubican en una vivienda más permanente, por lo general, las personas deciden permanecer en la residencia, a pesar de la percepción del alto costo del inmueble, pero se presentan situaciones emergentes que desencadenan en un cambio forzado.
La situación socioeconómica, la dificultad para mantener las condiciones de habitabilidad óptimas, así como la priorización de necesidades básicas como la alimentación y la salud, son el principal obstáculo para ubicar opciones que satisfagan las necesidades de las familias.
De esta manera, supeditar la necesidad de habitabilidad bajo otras más fundamentales conlleva a que las personas se ubiquen en lugares poco satisfactorios e inseguros, barrios infravalorados y con pocas posibilidades de desarrollo. Consecuentemente, esta experiencia de vida acarrea deseos de desplazarse a un tercer país o, en el peor de los casos, retornar a El Salvador.
Estos elementos concuerdan con los antecedentes revisados (Castaño, 2016; ACNUR, 2015; Bijit, 2012; Hayden, 2005), que apuntan que las circunstancias socioeconómicas son un aspecto preponderante por el cual las personas son expulsadas de los países de acogida.
Con respecto a las viviendas y la satisfacción hacia estas, la principal razón de malestar se basa en el requerimiento de espacios adicionales, es decir, desde el punto de vista de sus ocupantes las viviendas son de reducido tamaño, además de costosas y, por lo general, las familias se encuentran en hacinamiento.
En algunos casos, las personas tratan de desarrollar un emprendimiento en sus viviendas, pero encuentran también dificultades acerca de los espacios y las posibilidades reales de emprender en el lugar.
Pese a los malestares, las viviendas se asociaron de manera positiva cuando se contó con espacios que promovieron la interacción social y las relaciones interpersonales con personas fuera de la familia, o bien, cuando la mayoría de las personas en el grupo se sintieron cómodas con los aposentos de la vivienda.
A nivel del barrio, se destaca que las personas se ubican en los centros urbanos, donde cuentan con accesibilidad a sus lugares de interés y prefieren ubicarse en barrios catalogados como de clase media, lo que favorece los medios de vida y el desarrollo de la familia.
Es representativo que los barrios son buscados y elegidos en función de tres características: seguridad, tranquilidad y que exista protección a nivel comunitario, es decir, que las personas mantengan la prioridad de proteger.
Se reconoce una alta tendencia a la organización comunitaria y colaboración para diversos propósitos: aumentar la seguridad, la protección y vigilancia de los lugares, así como organizarse para mejorar las condiciones de la comunidad y favorecer el entorno a nivel ecológico, gracias a la conducta proambiental.
Un elemento dominante es que, a nivel de género, por socialización, las mujeres tienen mayor facilidad para iniciar el contacto con lo extrafamiliar y promover la organización. Un ejemplo de esto es el caso de las mujeres con emprendimientos, lo que favorece el empoderamiento y liderazgo femenino.
Acerca del cantón de San José, se percibe un alto nivel de inseguridad en los distritos de El Carmen, Catedral, Hospital, Merced, Zapote y La Uruca, donde se identifican barrios con riesgos ante posibles hurtos, consumo de drogas y presencia de grupos delincuenciales. Mientras que distritos como Pavas, San Sebastián y San Francisco de Dos Ríos son catalogados como seguros; las personas por lo general prefieren ubicarse en barrios de estos distritos.
En ese sentido, aunque se han tipificado distritos inseguros, no se puede generalizar todo el distrito como tal, ya que se identifican algunos barrios inseguros, pero otros en el mismo distrito son concebidos como seguros.
Con respecto a la interacción en el vecindario, se identifica que, en la mayoría de los casos, las personas que comparten espacios logran desarrollar relaciones interpersonales y círculos relacionales estrechos.
La interacción comunitaria favorece el desarrollo de redes de apoyo en los lugares. Esto también sucede en los barrios donde se cuenta con espacios que favorecen la interacción como hay plazas, parques y ferias.
La gastronomía en sí misma se transforma en un elemento de peso a nivel comunitario, tanto para la interacción como para la proyección de la familia hacia la esfera relacional y la apropiación del espacio.
Al perpetuarse las relaciones interpersonales en el vecindario, la satisfacción con el barrio aumenta y también la intención de permanecer en el país, en especial cuando las personas experimentan el apoyo de la comunidad.
El apoyo económico, en especie o emocional, favorece que los vínculos comunitarios se estrechen. Las personas logran afrontar situaciones que desafían o menoscaban el bienestar emocional y, por medio de su interacción en el vecindario, reciben un apoyo que favorece su intención de permanecer.
Esta situación transforma la experiencia de vida de las personas, ya que, en El Salvador, las relaciones interpersonales con las personas vecinas es más compleja, con mayor riesgo, temores e insatisfacción. En Costa Rica, las personas rompen el ciclo de desplazamiento y recuperan la confianza en el entorno gracias a la satisfacción con el vecindario.
En esa misma línea, al compartir características con los vecinos y las vecinas, como la religión, el género, la gastronomía, actividad económica, o bien, la preocupación por el bien común, por ejemplo, la seguridad del barrio, se fortalecen los círculos relacionales y la colaboración.
Por lo general, estas similitudes en preferencias y características están asociadas con la satisfacción con el barrio y la interacción social.
Sobre la vivienda, barrio y vecindario, las personas, por lo general, toleran cierto grado de incomodidad; es decir, están dispuestas a vivir en lugares que no les satisfacen del todo, pero cuando el bienestar familiar se ve perjudicado deciden movilizarse.
Cuando se trata de situaciones relacionadas con el barrio o el vecindario y las dificultades de desarrollar círculos relacionales estrechos en el lugar, las personas no toleran dicho malestar y deciden movilizarse. Dicha combinación de insatisfacción con el barrio y la interacción social se asocia de manera positiva con la movilización del lugar.
En los casos en que las personas identificaron, en los lugares, redes de apoyo y vínculos relacionales que se asociaron a apoyo recíproco, interacción social, el hecho de compartir elementos culturales y preferencias sobre el barrio, asociaron de manera positiva el lugar, estuvieron satisfechas con este y además manifestaron deseos de permanecer en Costa Rica.
Esto concuerda con el concepto de la esfera del mesosistema (Holahan, 2012). En el caso de la población solicitante de refugio y refugiada de origen salvadoreño, se ofrece una red de soporte emocional y de afrontamiento ante los desafíos de la integración local.
Además, ante la ambivalencia de permanecer, desplazarse a otro país o retornar al país de origen, la misma red funciona como un soporte, brindando un criterio externo de las razones para permanecer en Costa Rica y, de la misma manera, invitando a la persona a apropiarse de su entorno y de las redes de soporte que tiene a disposición.
Ante menor satisfacción residencial, principalmente sobre la interacción social, y ante la falta de redes de apoyo comunitarias, se presenta un incentivo a la intención de desplazarse a un tercer país o retornar.
Cuanto más positiva es la experiencia hacia la vivienda, barrio y vecindario, mayor es la intención de permanecer en el país y aumenta además la intención de mejorar los entornos para promover el bienestar de la comunidad y la protección de la familia.
Sobre los resultados, se reconoce que, en línea con la conducta sostenible identificada en la población, es una oportunidad para que el gobierno local, ACNUR u otras agencias que trabajan con la población impulsen proyectos como el compostaje doméstico, proyectos de reciclaje u otros, además de la organización comunitaria en los barrios más receptivos a la colaboración y organización.
La Psicología Ambiental Comunitaria es un paradigma que ofrece un gran panorama para el estudio de las migraciones, en especial cuando se trata del desplazamiento forzado, debido al análisis y la observancia de aspectos tan relevantes como el entorno y las variables socioculturales. Se recomienda la aplicación de este paradigma para el estudio a profundidad de estos temas, por ejemplo, de la mano del Método Etnográfico o bien la Investigación de Acción Participativa.
En línea con lo anterior, se reconocen limitaciones del presente estudio y la metodología; por ejemplo, la alta variabilidad de la población, dado que Costa Rica, como país de acogida, integra una variedad amplia de personas y culturas en su población solicitante de refugio y refugiada.
El estudio de las poblaciones que migran se torna complejo no solo porque es originaria de distintos países, sino porque se encuentran distintos grupos etarios, etnias, clases sociales, incluso regiones distintas dentro de los países. Por ello, los resultados son aplicables a poblaciones específicas.
Por lo tanto, un campo de estudio que es necesario abordar consiste en el imaginario social que construyen las personas de la región norte de Centroamérica y Nicaragua al migrar a Costa Rica, debido a que, en algunos casos, impresiona que las personas mantienen altas expectativas del contexto del país a nivel socioeconómico, expectativas que posteriormente cambian al vivir en Costa Rica.
Además de este tema, surge un área de interés relacionada con los roles de género y la adaptación al país, ya que, aunque el presente estudio arroja resultados acerca de algunos elementos como la interacción comunitaria o la apropiación del espacio, llama la atención el peso que ofrecen los roles de género en el proceso de adaptación al país.
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