PERCEPCIÓN DE ESTUDIANTES DEL I CICLO DE ENSEÑANZA
GENERAL BÁSICA ACERCA DE LA VIOLENCIA ESCOLAR
PERCEPTION
OF STUDENTS OF I CYCLE OF BASIC GENERAL EDUCATION ABOUT
SCHOOL VIOLENCE
Jenny María Artavia
Granados1
1 Docente
del Departamento
Ciencias de la Educación en la Sede
de Occidente de la Universidad de Costa Rica. Doctora en
Educación de la Universidad Estatal a Distancia, Máster
en Psicopedagogía de la Universidad Estatal a Distancia,
Licenciada en Educación Primaria y en Administración
Educativa de la Universidad de Costa Rica. Dirección
electrónica: jargra@gmail.com
Dirección para correspondencia
Resumen
El presente
artículo expone el grado de percepción de la
violencia que poseen las niñas y los niños del I Ciclo de
la Enseñanza General Básica de una escuela de la
Dirección Regional de Educación de Occidente, Costa Rica,
a partir del análisis de los comportamientos cotidianos que se
presentan en los juegos e interacciones sociales que se desarrollan
durante los recreos. Este es producto de una investigación de
tipo mixta, que como técnica de recolección de datos
empleó un cuestionario. El grupo de estudiantes elegido para el
estudio estuvo conformado por doscientos ochenta y dos estudiantes de
I, II y III grado. Algunas de las conclusiones indicó un alto
porcentaje de los estudiantes identifican la existencia de violencia en
acciones como empujar, golpear, dar zancadillas, entre otras. Asimismo,
un alto porcentaje también manifestó que sí hay
violencia cuando otros los intimidan o acosan. Respecto a la violencia
psicológica, un alto porcentaje logró percibir su
existencia en las acciones que se les presentaron en los respectivos
ítems. También, señalaron que sí existe
violencia cuando son insultados, les dicen apodos y usan palabras
soeces. Además, un alto porcentaje logró reconocer la
existencia de la violencia sexual. Sin embargo, las y los estudiantes
de II grado y III grado consideran que no existe violencia en acciones
como cuando no los dejan jugar, les quitan la merienda o los
útiles escolares.
Palabras clave: VIOLENCIA ESCOLAR,
PERCEPCIÓN, NIÑO
ESCOLAR, EDUCACIÓN PRIMARIA, COSTA RICA
Abstract
This article exposes the
degree of perception of violence that children
of the I cycle of the Basic General Education have, of one school in
the Western Regional Bureau of Education, Costa Rica, based on the
analysis of the everyday behaviors that occur in games and social
interactions that take place during the breaks. This article is a
product of a mixed type research, in which one of the data collection
techniques employed was a questionnaire. The group of students selected
for the study consists of two hundred and eighty-two students of I, II
and III grade. Some of the findings show that: this group of students,
in a high percentage identified the existence of violence in actions
such as: pushing, hitting, and tripping, among others. In addition, a
high percentage of them also indicates that there is violence when
others intimidate them or harass them. About the psychological
violence, a high percentage perceives its existence, in actions that
were presented in the respective items. However, students of II grade
and III grade consider that there is no violence in actions such as:
when they are not allowed to play or someone takes their snack or
school supplies. Also students point out that there is violence when
they are insulted; nicknames are given to them and the use of swear or
bad words. In addition a high percentage manages to identify the
existence of sexual violence.
Key words: SCHOOL VIOLENCE,
PERCEPTION, SCHOOL CHILD, PRIMARY
EDUCATION, COSTA RICA
Introducción
El fenómeno de la
violencia ha invadido la vida cotidiana de las
personas, se ha infiltrado en barrios, calles, talleres, oficinas,
hogares y ha llegado también a las instituciones educativas. Los
medios de comunicación se han encargado de mostrar a la sociedad
los niveles de violencia generados en escuelas, colegios y
universidades, tanto a nivel nacional como internacional. A gran
cantidad de niños y jóvenes les ha correspondido ser
testigos de violencia física o psicológica, maltrato o
intimidación verbal.
La violencia física
deja huellas en el cuerpo del niño o
joven. Es un tipo de violencia fácil de percibir: golpes,
empujones, zancadillas, pellizcos, entre otros. Según
Álvarez, Álvarez, González, Núñez y
González (2006), “la violencia física es aquella en la
que existe un contacto material para producir el daño y se puede
distinguir entre violencia directa e indirecta” (p. 687). En la
violencia directa, el agresor actúa de forma inmediata sobre su
víctima golpeándola, mientras que en la violencia
indirecta, el agresor actúa sobre un objeto o material (robo o
destrucción) que le pertenece a la víctima.
Otro tipo de violencia es
aquella denominada psicológica, la
cual, como bien lo indica Arias (2009), “se manifiesta por medio de
agresiones verbales, intimidaciones, maltrato, amenazas, marginaciones,
u otras” (p. 45). Es un tipo de violencia que se manifiesta de forma
oculta, solapada, pero que causa mucho daño psicológico a
la víctima.
Respecto al maltrato entre
iguales, este también se lleva a cabo
de forma oculta. La víctima sufre en silencio la
intimidación o el acoso proveniente de su victimario. Para
Cerezo (2002) la intimidación causa en la víctima
daño moral, físico y tensión nerviosa. La
víctima siente una constante amenaza y no sabe cómo salir
de esta situación, lo que le provoca miedo.
La violencia verbal es el
resultado de un lenguaje soez que insulta,
degrada y humilla a la víctima. Según Cabrera (2005),
este tipo de violencia tiende a ser menos perceptible, pues no se
visualiza ningún acto físico violento contra otro, pero
sí se ejerce violencia a través del lenguaje. A
través de la violencia verbal se expresan insultos, apodos,
humillaciones, burlas y otros. Muchas de las expresiones que se dejan
escuchar a partir de la violencia verbal, están relacionadas con
rasgos físicos sobresalientes de la persona, con
características psicológicas, con el color de la piel o
con la clase social.
Percepción del fenómeno de la
violencia que poseen el
niño y la niña en edad escolar
Las niñas y los
niños se desarrollan en diferentes
ambientes, como el familiar, escolar, comunal, entre otros, y en cada
uno de estos podrían ser testigos, víctimas o victimarios
de diversos comportamientos de violencia. El fenómeno de la
violencia no escapa a la vivencia cotidiana de niños,
niñas o jóvenes. Estos tienen que enfrentar y convivir
con diferentes tipos de violencia: abierta o manifiesta y estructural.
Respecto a la violencia
estructural, esta se desarrolla en las
instituciones culturales, económicas y sociales, y se expresa
mediante la discriminación y exclusión de sectores de la
población según la edad, género, nivel social,
económico, etnias, entre otros. Para Abad (2002) “somos parte de
una sociedad con una descomunal asimetría de poder (sostenida
por la fuerza), especialmente de decisión sobre la
distribución de los recursos, bautizado en los 60´ por
Galtung como violencia estructural o injusticia social” (p. 35). Este
tipo de violencia no es percibida como tal por la mayoría de la
población, porque el Estado se encarga justamente de regular y
administrar las conductas de los colectivos de la sociedad a
través de valores, costumbres, folclore, normas, leyes, ritos,
entre otros. La población tiende a sentir los efectos de este
tipo de violencia cuando la discriminación y la exclusión
niegan a grandes estratos de la colectividad aspectos fundamentales que
tienen que ver con género, ciudadanía, política y
derecho (tener techo digno, alimento, vestido, trabajo,
educación, entre otros). La violencia, desde el punto de vista
económico, se hace visible cuando existen problemas relacionados
con la pobreza, el desempleo, la explotación, el robo, la
corrupción y el deterioro de servicios básicos como son
la salud, vivienda y educación. A partir de la violencia
económica, surge la violencia social, y de esta se desprende la
violencia intrafamiliar, la violencia escolar, la violencia sexual, la
violencia que transmiten los medios de comunicación y la
violencia comunal, entre otras. Palomero y Fernández (2001)
manifiestan que,
Esta violencia estructural, que se
halla incorporada al sistema y que se manifiesta de múltiples
formas y en especial a través de todo tipo de injusticias y
desigualdades sociales, económicas, jurídicas, de
género, raciales o de cualquier índole, afecta
especialmente a los más débiles y causa daño a
todos los seres humanos en general, pues es la responsable de que el
nivel de realización real de las personas sea inferior a su
nivel de realización potencial. (p. 26)
Por tanto, la violencia
estructural se logra percibir como tal, cuando
las personas ven afectados aspectos que tienen que ver con su modus
vivendi, su autorrealización, derechos, seguridad ciudadana,
desarrollo humano, entre otros. Los niños y jóvenes que
viven dentro de la dinámica de la violencia estructural, tienden
a reproducir la violencia que los victimiza, y lo hacen justamente a
través de la violencia manifiesta.
La violencia abierta o
manifiesta, por su parte, se ejerce directamente
sobre el cuerpo. Los efectos de este tipo de violencia son totalmente
visibles: golpes, luchas, forcejeos, disparos, y también se
producen actos de vandalismo, en los cuales se causa daño o
destrucción de objetos de la persona víctima de este tipo
de violencia. La violencia manifiesta puede ser más
fácilmente percibida por niños, jóvenes o adultos,
porque el impacto lo recibe la víctima de forma inmediata a
través de violencia física, violencia verbal, acoso,
intimidación y violencia psicológica. En la escuela, el
niño y la niña perciben este tipo de manifestaciones de
violencia, a partir de las interrelaciones que se suscitan entre sus
compañeras y compañeros durante los procesos educativos
que se desarrollan en los diferentes espacios educativos como el
salón de clases y también en los espacios de
recreación que se llevan a cabo en el recreo escolar.
Las manifestaciones de
violencia que se originan entre estudiantes
durante el tiempo lectivo, como ya se hizo referencia anteriormente, se
producen de forma explícita o directa a través de la
violencia física o verbal, o se suscita de forma oculta a
través de la violencia psicológica, las intimidaciones,
el maltrato, las amenazas y las marginaciones.
Metodología
Este artículo surge
como producto de una investigación de
índole mixta realizada por Artavia (2012), en la que se analiza
si los juegos y las interrelaciones sociales que se desarrollan durante
los recreos entre las y los estudiantes de I Ciclo de la
Enseñanza General Básica de una escuela de la
Región Educativa de Occidente, tienen relación con los
comportamientos de violencia en esta escuela. Uno de los objetivos
específicos de la investigación fue identificar el grado
de percepción de la violencia que poseen los niños, a
partir de los juegos e interacciones sociales que se desarrollan en los
recreos. Como parte de este estudio, se procedió a aplicar un
cuestionario a los niños y niñas de I, II y III grado de
dicha escuela. Este artículo se generó a partir de los
datos que aportaron dos de los ítemes del cuestionario aplicado,
los cuales procuraron indagar si las y los estudiantes identificaban en
las acciones que se les presentaron comportamientos violentos.
La población
estudiantil sujeto del estudio, estuvo conformada
por 282 estudiantes cuyas edades oscilaron entre los 6 y 11
años. La población está distribuida en tres
grados: I grado, 97 niños (57 niños y 40 niñas);
II grado, 99 niños (49 niños y 50 niñas); y III
grado, 86 niños (36 niños y 50 niñas).
¿Cuál
es la percepción que tienen niñas y
niños en edad escolar acerca del fenómeno de la
violencia?
Como parte del
cuestionario que se pasó a las y los estudiantes,
se les presentó una serie de dibujos donde se podía
observar niños y niñas que realizaban acciones tanto
violentas como no violentas. El objetivo de este ítem era
precisamente obtener información que permitiera a la
investigadora reconocer la percepción que tienen niños y
niñas del I Ciclo de la escuela en estudio respecto a los
comportamientos violentos y no violentos. En primera instancia, se
presentan cinco dibujos donde los personajes realizan una serie de
actividades que no son violentas: jugar canicas, jugar con una
manguera, jugar con máscaras, jugar con un barrilete o cometa y,
por último, jugar a hacerse cosquillas.
Como resultado de la
selección realizada por las y los
estudiantes, una considerable cantidad de niños y niñas
de los tres grados encontraron que en dos de los dibujos que se les
presentó, existían acciones violentas entre los
niños de la ilustración 1. Uno
de los dibujos presenta a
un niño mojando con una manguera a otro. En el siguiente dibujo,
un niño que lleva puesta una máscara, y trata de asustar.
Ambos dibujos fueron elegidos porque se consideró que no
representaban acciones de violencia entre sus personajes, sino que, por
el contrario, ilustran momentos de juego o travesura entre
niños. Sin embargo, las y los estudiantes sujetos del estudio
sí consideraron que los personajes de los dibujos llevaban a
cabo acciones violentas.
En el dibujo donde un
niño moja con una manguera a otro, 69
estudiantes de I grado (71%), 54 de II (55.5%) y 51 de III grado 59%)
señalan que en esta ilustración sí hay violencia.
Respecto al dibujo que ilustra a un niño que juega con una
máscara, un alto número de estudiantes de los tres grados
escolares consideraron que sí hay comportamiento violento en la
acción del niño del dibujo. Inclusive, resulta importante
señalar que tres estudiantes indicaron que en el dibujo donde
una niña hace cosquillas a un niño, existe un
comportamiento violento.
Se presentaron
también tres dibujos donde se pueden observar a
niños que están siendo expuestos a amenazas por parte de
otros chicos (Ilustración 2). Como
resultado de la
opinión de las y los estudiantes sujetos del estudio, un alto
porcentaje de la población total de los tres grados (95%),
consideraron que en estas ilustraciones sí existen
comportamientos violentos entre niños. En el dibujo que ilustra
a dos niños en un acto donde uno de ellos entrega su dinero a
otro, porque, tal y como lo indica la figura que representa la
expresión del victimario sobre la víctima, este le
señala “Tienes que darme el dinero, si no…”, 88 estudiantes de I
grado (91%) visualizan que en esta acción existe un
comportamiento violento, así como 85 estudiantes de II grado
(86%) y, 76 de III grado (88%), quienes señalan también
la presencia de un acto violento en esta relación interpersonal
entre niños. Resulta importante indicar que un menor
número de III grado (35 niños) no percibe que en este
acto se esté dando una acción violenta. Arellano,
Chirinos, López y Sánchez (2007) observan que este tipo
de maltrato es de tipo económico porque
Se busca el control de los recursos
económicos de la víctima, esto implica una
destrucción o privación del sustento y/o de su propiedad,
se manifiesta cuando al niño o al joven se le sustrae o se le
exige el dinero que lleva a la escuela, cuando le roban sus
pertenencias, o se esconde o destruyen sus posesiones. (p. 7)
Ahora bien, respecto al
dibujo donde hay un niño de mayor edad
(victimario) que ostenta sobre otro de menor edad (víctima) un
comportamiento donde toma a la víctima de la camisa, en
señal de provocación y advertencia, y le dice “Tienes que
hacer lo que yo te diga”, un alto número de niños y
niñas de I, II y III grado señalan que en esta
relación se da un comportamiento violento.
Por último, esta
ilustración muestra un dibujo donde un
niño mayor (victimario) hace una señal con su brazo donde
le indica a otro niño menor que le va a pegar. Al respecto, al
igual que en los otros dos dibujos, un alto porcentaje de las y los
estudiantes encuestados (90%), consideran que sí hay violencia.
Este tipo de gestos agresivos y groseros son los que ostentan los
victimarios que suelen ser fuertes físicamente, y a veces
mayores, sobre víctimas que generalmente suele verse
débil físicamente y menores que el agresor. Este tipo de
desequilibrio es una conducta que permite que se dé maltrato
entre iguales. Al respecto, Hernández (2008) manifiesta que “las
conductas agresivas dentro de la escuela no se reducen a
acontecimientos de violencia física, sino que se trata de abusos
de poder por parte de personas más fuertes en contra de otra o
de otras más débiles” (p. 4).
Como parte de la violencia
psicológica que ejercen los
victimarios sobre las víctimas, se muestra un comportamiento
violento que incluye estrategias que procuran ignorar, excluir y aislar
a la víctima del resto de sus compañeros y
compañeras. En la ilustración
3 se presentan casos donde
las y los estudiantes sujetos del estudio debían valorar si hay
o no acciones violentas, específicamente aquellas que tienen que
ver con comportamientos de rechazo y exclusión. En cuanto a la
percepción de las y los niños respecto a ambos dibujos,
un alto número de estos consideran que sí existen
comportamientos violentos en el dibujo que ilustra a un grupo de
niñas que conversan entre ellas, quizá haciendo
algún comentario negativo respecto de otra que se marcha del
grupo muy triste, porque al parecer no es aceptada por sus
compañeras. Benítez y Justicia (2006) manifiestan que
“algunos datos apuntan que aunque los niños tienden a practicar
con más frecuencia malos tratos físicos y verbales
directos, ambos sexos aparecen igualados en cuanto a los maltratos
indirectos, tal como la exclusión social” (p. 159).
Respecto a las y los
estudiantes de I grado, 83 (85,5%) opinan que
sí existe violencia en esta acción. Por otra parte, de la
población estudiantil de II y III grado, 73 estudiantes (74%) y
65 estudiantes (75,5%), respectivamente, también consideran que
existe en este tipo de relación, un comportamiento violento.
Con respecto al dibujo
donde un niño llora y exclama “No me
dejan jugar”, las y los niños encuestados consideran que
sí existe violencia. Sin embargo, en comparación con el
dibujo anterior, este no logra obtener un alto número de
puntuación a favor entre los varones de II y III grado. Los de I
grado un 65% (37 niños) sí indica que existe un
comportamiento violento. Respecto a los niveles de II y III grado, son
las niñas, en un alto porcentaje, las que consideran que en la
acción que se presenta en la ilustración 3
sí
existe un comportamiento violento. Pareciera que los varones de II y
III grado no perciben que en la acción donde alguien no les
permite jugar, exista realmente una acción violenta.
La ilustración
4
muestra tres dibujos que se le presentó
a la población en estudio, y que ilustran comportamientos
violentos de índole psicológica. A las y los estudiantes
se les presentaron tres dibujos donde víctimas y victimarios
realizan acciones que tal vez no se evidencian tan fácilmente,
pero que podrían provocar daños menos visibles de tipo
psicológico o emocional.
El primer dibujo que se
muestra, hace referencia a un niño
(victimario) que le quita a otro su merienda, mientras que este
(víctima) llora, y sólo acata a decirle: “Me quitaste la
merienda”. Ante esta ilustración, un alto número de
estudiantes de los tres grados consideraron que esta acción era
un comportamiento violento. Los resultados obtenidos permiten
identificar que tanto niños como niñas coinciden en que,
ante el hecho de que alguien le quite a otro la merienda, existe un
acto de violencia. Al respecto se encontró que 83 de los
estudiantes de I grado (85,5%), 75 de II grado (76%) y 75 de III grado
(87%) opinan que en esta acción existe un comportamiento
violento.
En cuanto a la segunda
ilustración, esta presenta a un
niño que posee una minusvalía. Para caminar requiere de
sus bastones. Un grupo de niños (victimarios) se aprovecha de su
indefensión para quitarle uno de sus bastones y hacerlo luchar
para que se lo devuelvan. Los victimarios se ríen de la
situación en que han dejado a la víctima. Ante este
dibujo, un alto número de niños de los tres grados
consideraron que se está dando un acto de violencia.
El último dibujo de
esta figura ilustra cómo una
niña se ríe ofensivamente de otra, porque la
víctima tiene ciertas características físicas. La
frase que caracteriza la burla de esta niña es la siguiente:
“Ja, ja, eres gorda y fea”. En su gran mayoría, las y los
estudiantes señalaron en sus respuestas que sí
existía un comportamiento violento. Las respuestas de los
estudiantes de I grado permiten identificar que un 84,5% de ellos
percibe esta acción como violencia. Asimismo, un 80% de
niños y niñas de II grado y 67% de III grado
también logran identificar violencia en esta acción.
Resulta importante
resaltar que las figuras 2, 3 y 4
representan formas
en las que se puede ejercer conductas de violencia entre estudiantes.
En ellas el énfasis se centra en tipos de violencia que se
manifiesta de forma oculta, tal es el caso de la violencia de
índole psicológica y de exclusión social, las
cuales podrían pasar desapercibidas. Sin embargo, de acuerdo con
los resultados obtenidos, se puede indicar que la población
estudiantil de la escuela en estudio logra percibir la existencia de
estos tipos de violencia.
La ilustración
5
muestra los dibujos que se presentaron en el
cuestionario a la población en estudio, relacionados con
comportamientos violentos de tipo físico. A las y los
estudiantes se les mostraron tres dibujos en los que se dejan ver
niños golpeándose o empujando a otro compañero.
Los resultados hallados reflejan que una gran mayoría de
niños y niñas manifiesta que en los tres dibujos se
suscitan comportamientos violentos. En el análisis de cada uno
de estos dibujos se encontró que, en el primer dibujo donde
aparecen dos niños peleando, dándose golpes por la cara y
otras partes del cuerpo, un alto número de niñas y
niños de I y II grado (92%) señala que sí existe
una acción de violencia.
En el segundo dibujo que
se presentó, se muestra a un
niño que empuja a otro y hace que todos sus útiles
escolares (cuadernos y libros) caigan al suelo. En el rostro del
niño que recibe la acción violenta, se observa angustia y
miedo por la acción de que fue víctima. Como respuesta de
las y los estudiantes del estudio, un 89% logra identificar que este
comportamiento es violento.
En cuanto al tercer
dibujo, este muestra a un niño que empuja a
otro con la aparente intención de hacer que caiga al suelo. Este
tipo de comportamientos, tal y como lo señala la
Fundación Piquer (2010), son típicos del acoso
físico que sufren muchos niños y que se revela a
través de empujones, patadas, zancadillas, golpes, entre otros.
Estos son más frecuentes en la etapa de Primaria que en
Secundaria. Al igual que en las acciones anteriores, un 85% de las y
los niños consideran que en este tipo de comportamiento
sí existe violencia.
Como parte de los
ítemes que conforman el cuestionario, se
presentó también información relacionada con los
comportamientos violentos que han vivido o podrían experimentar
las y los estudiantes del estudio. A esta población se le
mostró un listado de treinta situaciones que podrían
sucederles a ellos y ellas durante el desarrollo del recreo, para que
identificaran en cuál o cuáles de estas situaciones
consideraban existían comportamientos violentos. Es importante
señalar que la forma en que se pasó los cuestionarios a
las y los estudiantes, permitió a la investigadora estar en
contacto directo con la población, pues en el caso de las y los
estudiantes de I grado, se trabajó en subgrupos de 5 estudiantes
y se procedió a la lectura de cada uno de los ítemes del
cuestionario. Esto permitió a la investigadora observar sus
reacciones y escuchar los comentarios que realizaban respecto a lo que
se les preguntaba. Con las y los niños de II y III grado
también se tuvo la oportunidad de estar presente en los salones
de clase de cada grupo. Se procedió a ir leyendo y guiando la
resolución del cuestionario. Esto también permitió
aclarar dudas, escuchar comentarios y observar sus reacciones ante la
lectura de lo que se les cuestionaba.
Para lograr una mejor
apreciación de los resultados de esta
información, se organizaron los datos de acuerdo con los tipos
de violencia: física, psicológica, verbal y de acoso
sexual. Asimismo, se presentaron dos cuadros (números 6 y 7) con
acciones donde no existen comportamientos violentos.
Desde la perspectiva de la
violencia física, se presentaron tres
situaciones o acciones que podrían suceder durante el transcurso
del recreo. Estas se leen en el Cuadro 1.
En relación con las
acciones que conllevan violencia
física, un alto porcentaje de las ni{as y los niños de I,
II y III grado consideran que en estos tres tipos de situaciones
existen comportamientos violentos. Los empujones, zancadillas, golpes,
entre otros, son comportamientos violentos que resultan ser
fáciles de percibir como tales. Por tanto, se estima que cuando
se suscitan entre estudiantes este tipo de comportamientos, el hecho
queda totalmente expuesto ante los otros, llámense adultos o
compañeros y compañeras. Asimismo, el niño o la
niña perciben de forma rápida el maltrato físico
de que son víctimas.
El cuadro 2 agrupa una
serie de acciones que pueden suceder durante el
desarrollo de los recreos. Este tipo de comportamientos violentos se
suscitan generalmente de forma solapada. En el caso de la acción
“Algunos compañeros (as) no te dejan compartir con ellos,
algún juego o conversación en el recreo”, esta lleva
implícita la exclusión de un niño o una
niña de las actividades que se llevan a cabo durante el recreo.
Estas son muy importantes para la población estudiantil, ya que
acceden al logro de un eficiente desarrollo social y emocional. Es un
espacio que resulta valioso, pues les permite relacionarse con otros:
jugar, conversar, compartir la merienda, entre otras. Sin embargo,
cuando no se deja participar al compañero o compañera de
las actividades que se realizan en el recreo, existe un maltrato entre
iguales que favorece el aislamiento y la soledad de niños y
niñas víctimas de este tipo de violencia oculta. Los
resultados que se obtuvieron permiten identificar que más del
50% de las y los encuestados, considera que en este tipo de
situación sí se presenta un comportamiento violento. Al
respecto, Arellano, Chirinos, López y Sánchez manifiestan
que:
Toda situación de maltrato
psíquico como el acoso, el maltrato a través de
humillaciones, exclusión (incitando al grupo a que no
estén con él o que no le hablen), amenazas, insultos, el
descrédito y desprestigio, realizada de manera intensa o
prolongada, provoca una serie de daños psíquicos, que
incapacitan a la persona para defenderse. (2007, p.7)
El rechazo es
también otro tipo de violencia psicológica
que expone a la víctima delante de otros compañeros o
compañeras, al aislamiento del grupo de pares, la soledad y la
humillación de no ser aceptado ante otros. Arellano et al.
(2007) indican que, cuando se rechaza, ignora o aísla a una
persona de un grupo, o no se le permite participar de las actividades
de su interés, se está ante un maltrato de tipo social.
Asimismo, estas especialistas consideran que las consecuencias de este
tipo de maltrato serán evidentes en las víctimas cuando
estas presenten problemas para lograr relacionarse con otros de forma
efectiva. Si se observa el cuadro
2, en el punto tres que indica que
“Cuando algunos compañeros (as) se apartan de ti y no les gusta
que juegues o salgas con ellos al recreo”, un alto porcentaje de las y
los niños de los tres grados encuestados califica este tipo de
comportamiento como violento.
Respecto a la
expresión “Cuando alguien te quita la merienda o
alguno de los útiles escolares (lápiz, borrador, otros)”,
el cuadro permite identificar que un alto porcentaje de las y los
encuestados manifiesta que sí existe violencia cuando el
niño despoja a otro de su merienda. Este tipo de comportamientos
violentos evidencian la existencia del ejercicio de poder de un
niño sobre otro, donde la fuerza se impone sobre la voluntad de
la persona que está siendo violentada.
La violencia verbal es un
tipo de maltrato que, a diferencia, por
ejemplo, de la violencia física, no se percibe tan
fácilmente, pero que, sin embargo, afecta en gran medida a la
persona que recibe comentarios que la degradan, como insultos, gritos y
frases que humillan, así como burlas y gestos humillantes.
Generalmente, el victimario emite frases o palabras que pretenden
provocar en la víctima sentimientos de rabia,
humillación, vergüenza e impotencia. Al respecto, Barreras
(2008) enuncia que hoy “el círculo socio-cultural nos incita a
movernos en representaciones de competencia, de un lenguaje ofensivo y
poco mediador. Este es el paradigma que se encuentra, en gran parte, en
los medios de comunicación y en la sociedad” (p. 4). Al observar
los resultados a las preguntas que tienen relación con las
manifestaciones de violencia verbal (Cuadro 3), se logra
identificar un
alto porcentaje de niñas y niños que sí consideran
que existe violencia si alguien les dice malas palabras, palabras que
los ofenden o humillan, y apodos que los hacen sentirse mal. Sin
embargo, es interesante observar que un 21% y 20% de estudiantes de II
y III grado, respectivamente, enuncia que recibir apodos no es
violencia. Pareciera que conforme avanza la edad del niño y la
niña, algunos perciben que no existe violencia cuando se les
dice palabras o expresiones que los hacen sentir mal.
Existe un tipo de
violencia que resulta muy difícil de percibir.
Es aquella que podemos denominar como oculta, porque es un
fenómeno que las víctimas sufren frecuentemente y que se
desarrolla bajo condiciones que podrían resultar ser
quizá más dañinas que aquellos comportamientos
violentos que se suscitan a través del golpe, el empujón,
la zancadilla, el pellizco. El maltrato que sufren diariamente
niños y jóvenes en los ambientes escolares, en la
mayoría de los casos se lleva a cabo de forma solapada, oculta,
y estos son víctimas del acoso, rechazo, indiferencia, amenazas,
hostilidad, entre otros.
El cuadro 4 muestra
información relacionada con el maltrato
escolar, donde el niño o la niña recibe amenazas de otro
u otra compañera o no es escuchado por parte del adulto, en este
caso en particular, por la o el docente. Obsérvese que un alto
porcentaje de las y los niños encuestados identifica la
existencia de violencia en las acciones ligadas a comportamientos
violentos que conllevan la amenaza de unos niños sobre otros.
Asimismo, un alto porcentaje de estos estudiantes considera que, cuando
la docente no presta atención a aquellas quejas que tienen que
ver con los procesos de victimización de actos violentos,
están ante una situación de violencia. Para Buitrago,
Cabrera, Guevara y Sánchez (2009), el docente juega un papel
fundamental en la intervención de situaciones de
intimidación entre estudiantes. Es necesario, entonces, que el
docente se mantenga abierto y atento ante los comportamientos violentos
que se susciten entre sus estudiantes y, tal y como lo indican estas
autoras
Es conveniente que el maestro inspire
confianza para que se establezca una comunicación fluida con
fuerte espíritu crítico, de tal manera que una
interacción no llegue como una imposición sino como algo
agradablemente acertado; estar disponible, quiere decir que se facilite
a los estudiantes acudir en el momento preciso. (2009, p.76)
Las y los estudiantes,
cuando son víctimas de manifestaciones de
violencia, necesitan hallar a un adulto, en este caso un o una docente
que promueva un ambiente de seguridad, donde sientan que van a
encontrar disposición por parte del adulto a escuchar sus quejas
y que busque los mecanismos pertinentes para lograr una
intervención que fomente el cese y aborde de forma pertinente la
situación de maltrato.
Para Capriles (2008) el
acoso sexual es “una manifestación
oculta que apunta fundamentalmente hacia el maltrato, la
agresión o el acoso de carácter sexual” (p. 180).
Asimismo, el autor indica que este tipo de violencia no es exclusiva
del adulto, sino que también participan los iguales en la
escuela. La información que se presenta en el cuadro 5 permite
reconocer que un alto porcentaje de las y los estudiantes considera que
sí existe violencia cuando alguien toca sus partes
íntimas.
A continuación se
presentan una serie de ítemes que
complementan los anteriores. En estos se les mostraron a los
estudiantes acciones donde no existen comportamientos violentos.
El cuadro 6 permite
observar seis ítemes que se les presentaron
a los estudiantes y que están relacionados con la actividad
lúdica y de interacción personal que desarrollan durante
los recreos. El objetivo de estos ítemes fue tratar de
identificar si la población estudiantil de I, II y III grado de
la escuela en estudio, lograba reconocer si en estas acciones se
suscitaban comportamientos violentos. Como se puede observar, un alto
porcentaje de estudiantes consideran que en estas actividades no existe
violencia. Esto permite observar que estos estudiantes logran percibir
cuando existen o no comportamientos violentos entre los que comparten
actividades lúdicas durante el recreo.
Por otra parte, el cuadro
7 también presenta una serie de
ítemes que hacen referencia a algunas actividades vinculadas a
relaciones interpersonales que niños y niñas
podrían compartir durante los recreos. Obsérvese que, de
las actividades que se les presentó, únicamente dos de
estas logran ser percibidas por los estudiantes como violentas.
Específicamente, se considera importante referirse al
ítem que hace referencia a “Cuando buscas a la maestra para
decirle que algún niño (a) está peleando con otro
(a)”, el cual es percibido por un 51% de los niños y
niñas de primer grado como violencia. Al estar la investigadora
en contacto directo con la población en estudio mientras estos
contestaban la pregunta, esta pudo comprender la razón de los
resultados, pues algunos de los niños comentaban que sí
había violencia porque los “chiquitos estaban peleando”.
Sin embargo, es importante
resaltar que un 47 % de los
compañeros de I grado y un 78% de II y III grado, identifica que
en esta actividad no existe ningún comportamiento violento.
Como parte del
análisis estadístico que se llevó a
cabo con la información suministrada a partir de los 30
ítemes antes citados, se logró identificar el nivel de
percepción de los comportamientos violentos que poseen las y los
estudiantes. Antes de brindar estos datos, corresponde explicar el
tratamiento que se les dio. En primer lugar, es preciso indicar que a
cada uno de los 30 ítemes, se procedió a
asignársele 2 puntos, si el estudiante lograba detectar de forma
correcta en cada ítem la presencia de un comportamiento
violento, y 0 puntos a aquellas respuestas donde los estudiantes no
lograran identificar los comportamientos violentos en la
redacción de las acciones que se presentaron.
El índice de
comportamientos violentos se calculó tomando
en cuenta los 30 ítemes, los cuales se transformaron en una
escala de 0 a 10, donde 0 es el caso más extremo y, por tanto,
ninguna de las acciones que se presentan son violentas. El 10, por su
parte, indica que la persona logra percibir que las acciones que se le
presentan son comportamientos violentos. Los resultados permiten
identificar que la media del promedio de conocimiento acerca de los
comportamientos violentos para los estudiantes de I, II y III grado
alcanza el 9,0. Por tanto, se puede señalar que la
población estudiantil del I Ciclo de la Enseñanza General
Básica de la escuela en estudio, consigue identificar las
conductas violentas presentes en aquellos ítemes que así
lo muestran, lo que permite indicar la existencia de un alto
índice de conocimiento de los comportamientos violentos.
Reflexiones
finales
En cuanto a la
percepción que tienen las y los estudiantes de I
Ciclo de la Enseñanza General Básica de una escuela de la
Dirección Regional de Educación de Occidente acerca de la
violencia escolar, este estudio permitió llegar a las siguientes
conclusiones:
• Un
alto porcentaje de las y los estudiantes de I,
II y III grado de la escuela en estudio, identifica de forma
categórica los diferentes tipos de violencia que se
podrían suscitar en la escuela: física,
psicológica, verbal y sexual.
•
Respecto a las acciones que se presentaron en las
ilustraciones y en las aseveraciones de los ítemes que
hacían referencia al desarrollo de la violencia física en
el cuestionario, un alto porcentaje de niños y niñas de
los tres grados reconoció la existencia de acciones violentas de
tipo físico. Con porcentajes mayores del 90% de respuestas
afirmativas, las y los estudiantes identifican que, cuando alguien los
empuja, les pega zancadillas y los golpea, están siendo
víctimas de violencia física.
• En
cuanto a la violencia de tipo
psicológica, las y los estudiantes en su mayoría opinan
que en las acciones que se presentan en los ítemes
correspondientes, sí existe violencia. Este tipo de violencia no
resulta ser tan evidente como la física, se produce de forma
sutil y es difícil de detectar para quienes la ejercen y quienes
la padecen. Sin embargo, es importante destacar que la gran
mayoría de los niños y niñas sujetos del estudio,
lograron detectar que en las acciones que se les presentaron y que
ilustraban relaciones sociales cotidianas, sí existían
comportamientos violentos.
• Al
cuestionar respecto a la violencia verbal, un
alto porcentaje de las y los estudiantes manifiesta que sí
existe violencia cuando alguien divulga cosas que ofenden, humillan o
avergüenzan, dicen malas palabras o apodos. Este tipo de violencia
presente en las ilustraciones y acciones, fue percibida por
niños y niñas como comportamientos violentos que ofenden,
humillan y lastiman al otro.
•
Respecto a las manifestaciones de
intimidación entre estudiantes, como amenazas, exigencia de
dinero a cambio de no maltratar, no permitir que alguien hable o juegue
con otros, así como cuando el personal docente no escucha las
quejas, son consideradas por un alto porcentaje de estudiantes como
violentas. Este tipo de comportamientos son generados a partir de la
violencia verbal y la psicológica, surgen como comportamientos
que no son perceptibles a simple vista. Los estudiantes lograron
identificar eficientemente las manifestaciones de la violencia
intimidatoria: exclusión adrede del otro, el rechazo, el
aislamiento y la intimidación.
• Un
alto porcentaje de estudiantes reconoce la
existencia de violencia sexual. Este tipo de violencia es “invisible” y
sólo se concreta a través del hostigamiento y
tocamientos. En el caso de los estudiantes del estudio, más del
90% logró identificar que cuando otros tocan sus partes
íntimas, se está cometiendo un acto de violencia.
• El
análisis estadístico empleado en
el estudio reveló que la población estudiantil del I
Ciclo de la Enseñanza General Básica de la escuela en
estudio, consigue identificar las conductas violentas presentes en
aquellos ítemes que así lo muestran, lo que permite
indicar la existencia de un alto índice de conocimiento de los
comportamientos violentos por parte de las y los estudiantes.
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Recuperado de
www.aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1247352775.pdf
Correspondencia a:
1 Docente del
Departamento Ciencias de la Educación en la Sede
de Occidente de la Universidad de Costa Rica. Doctora en
Educación de la Universidad Estatal a Distancia, Máster
en Psicopedagogía de la Universidad Estatal a Distancia,
Licenciada en Educación Primaria y en Administración
Educativa de la Universidad de Costa Rica. Dirección
electrónica: jargra@gmail.com
Recibido: 10
de junio, 2013 Corregido: 4 de noviembre, 2013 Aprobado:
12 de diciembre, 2013