EVALUACIÓN
DEL DESEMPEÑO DOCENTE, ESTRÉS Y BURNOUT
EN PROFESORES UNIVERSITARIOS
EVALUATION
OF TEACHER PERFORMANCE, STRESS AND BURNOUT IN UNIVERSITY
PROFESSORS
Magaly Cárdenas
Rodríguez1, Luz Marina
Méndez Hinojosa2,
Mónica Teresa González
Ramírez3
1 Docente
e investigadora
de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
magalycardz@yahoo.com.mx
2 Docente
e investigadora
de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
lucymendezhinojosa@hotmail.com
3 Docente
e investigadora
de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
monygzz77@yahoo.com
Dirección para correspondencia
Resumen
El presente
artículo es un estudio correlacional con
diseño ex post facto, cuyo propósito es examinar la
relación entre los puntajes obtenidos por docentes
universitarios en la evaluación de su desempeño con el
grado de estrés percibido y con la presencia de indicadores del
síndrome de Burnout. Para ello se plantearon los siguientes
objetivos: 1) analizar la relación que existe entre los niveles
de estrés percibido y el desempeño docente; 2) analizar
la relación que existe entre el Burnout y el desempeño
docente; y 3) analizar la relación que existe entre los niveles
de estrés percibido y Burnout. En la recolección de datos
se aplicaron la Escala de Estrés Percibido de Cohen y el
Cuestionario de Burnout del Profesorado a una muestra convencional de
59 catedráticos de una facultad de la Universidad
Autónoma de Nuevo León (México). Se examinaron los
resultados de la evaluación del desempeño docente
administrada a los alumnos en dos períodos inmediatos
anteriores. La mayoría de las correlaciones entre el
desempeño docente con estrés y Burnout resultaron
débiles y no significativas; solamente resultó
significativa la correlación entre falta de realización y
cambio en el desempeño docente, que fue una correlación
negativa (r=-.446; p=.003). La correlación entre los dos
aspectos de desorganización institucional, supervisión y
condiciones organizacionales, con cambio en desempeño docente,
indicaron que, a medida que se percibe más
desorganización institucional, el desempeño docente
empeora (r=-.361, p=.019 y r=.308, p=.047; respectivamente). En
síntesis, los resultados indican que la falta de
realización y la desorganización pueden estar
relacionadas con el decremento del desempeño docente.
Palabras clave: EVALUACIÓN,
DESEMPEÑO DOCENTE,
ESTRÉS, BURNOUT, PROFESORES UNIVERSITARIOS, MÉXICO
Abstract
The present article is a
correlational study with an ex post facto
design. Its purpose was to examine the relationship between scores
obtained by university teachers at an evaluation of their perceived
stress degree and the presence of Burnout syndrome indices. To
accomplish that, the next objectives were established: 1) Analyze the
relation between levels of perceived stress and teaching performance;
2) Analyze the relation between Burnout and teaching performance; 3)
Analyze the relation between levels of perceived stress and Burnout. To
collect the data the Cohen´s Perceived Stress Scale and the
Questionnaire of Burnout in Teachers were applied in a sample of 59
professors in a faculty of the Autonomous University of Nuevo Leon
(México). The results on teaching performance, on the other
hand, were obtained through the evaluation of the professor´s
students in the two immediate previous periods. Most correlations
between teacher performance with stress and Burnout were weak and not
significant. The only significant correlation was between lack of
realization and change in teacher performance, with a negative
correlation (r=- .446, p=.003). Correlation between the two aspects of
institutional disorder, supervision and organizational conditions, with
change in teacher performance, indicated that the more institutional
disorganization is perceived, the worse teacher performance gets
(r=-.361, p=.019 and r=.308, p=.047, respectively). The results
indicate that lack of accomplishment and disorganization may be related
to the decrease of teacher performance.
Key words: EVALUATION, TEACHER
PERFORMANCE EVALUATION, STRESS, BURNOUT,
UNIVERSITY PROFESSORS, MEXICO
1.
Introducción
La sociedad mexicana se
encuentra constantemente en progreso y ha
buscado subsanar aquellas deficiencias que la han llevado a la
situación que actualmente vive el país en relación
a la educación formal de muchos mexicanos. Frente a los cambios
que día a día se dan en el entorno educativo,
recientemente las instituciones de educación superior (IES)
iniciaron las adecuaciones para incrementar la calidad del servicio que
ofrecen. Dichas acciones se encuentran centradas, casi en su
mayoría, en la evolución de los paradigmas educativos
(Méndez y González, 2011; 2013), las certificaciones y
re-certificaciones en las normas ISO, además de los distintos
procesos de acreditación acorde con la disciplina a la cual
pertenecen. El actor principal de dichos avances es el docente
universitario.
Lo anterior lleva al
profesor de licenciatura a tener a su cargo
funciones no sólo directamente relacionadas con el quehacer en
el aula, sino también con cuestiones administrativas y de
planificación. Se percibe que los profesores, particularmente
los universitarios, están sometidos a constantes exigencias,
como tomar decisiones importantes, introducir cambios efectivos,
innovar y mantenerse actualizados en adelantos tecnológicos y
del área específica del conocimiento. Por consiguiente,
el estrés es inherente a su desempeño profesional,
está presente, en mayor o menor grado, en el desarrollo de las
tareas ocupacionales (Sánchez y Maldonado, 2003).
En específico, el
docente de la Universidad Autónoma de
Nuevo León (UANL), institución donde se realizó el
presente estudio, además de impartir su clase, se encuentra
frente a la necesidad de capacitarse y formarse en distintas
estrategias de enseñanza. Esto, a su vez, lo hace responsable
del diseño, evaluación y aplicación de distintos
programas educativos centrados en el modelo educativo actualmente
predominante en la UANL: el modelo por competencias.
Estas actividades las
realiza el docente universitario, sin olvidar las
funciones que le son requeridas (como a cualquier docente de una IES de
México) para mantener los estándares de calidad ya
propuestos por el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) y
el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). El PROMEP, por su parte,
considera deseable que el docente ejerza además de la docencia,
tutoría de estudiantes, investigación y actividades
relacionadas con la gestión académica para poder
asignarle la categoría de Perfil PROMEP (Garza 2006;
Secretaría de Educación Pública, 2012). En
relación al SNI, los docentes con grado de doctor, que dedican,
conforme sus contratos, 20 horas de docencia y 20 horas de
investigación, tienen como requisito realizar artículos
de divulgación científica para acceder a los apoyos
económicos en función de su producción.
Como lo afirma Luengo
(2003), debido a que en la mayoría de las
universidades mexicanas se han adoptado las recomendaciones hechas por
la UNESCO (en relación a la calidad, pertinencia e
internacionalización), las exigencias son cada vez más
altas en los diversos modelos educativos nacionales.
En la misma línea
se encuentra la situación relacionada
con la percepción económica recibida por los profesores
de las IES, la cual no siempre está en función de las
actividades realizadas, ya que, en concreto, las IES públicas
están sujetas a presupuestos del gobierno. Esto lleva a muchos
docentes a realizar actividades distintas de la docencia para poder
cubrir sus necesidades.
Igualmente,
independientemente de la diversidad de funciones del
profesor, es importante que las IES determinen el grado en el cual se
responde a las demandas sociales, lo cual es la razón de ser de
cualquier currículo de grado y de posgrado. En consecuencia, los
docentes son sujetos a distintas formas de evaluación.
Retomando lo anterior, las
exigencias para los docentes de las
universidades públicas son cada vez mayores y los sueldos, en
ocasiones no suficientes, los llevan a realizar otras actividades para
incrementar su ingreso, afectando todo ello su actuación en el
aula. Una forma de examinar el trabajo del profesor en el salón
de clases es la evaluación del desempeño docente. Empero,
existe una variable que influye o está vinculada de alguna
manera con la productividad y satisfacción del
catedrático y, por ende, está relacionada también
con los puntajes de las evaluaciones docentes: el estrés
laboral.
El estrés laboral
se puede producir cuando las demandas del
trabajo sobrepasan por mucho los límites de tiempo, capacidad
física y habilidad de los docentes. Esto puede presentarse
independientemente de la categoría o años de
antigüedad del docente. Igualmente, un estrés
crónico es común que tenga como derivación la
desvalorización y el fracaso (características del
síndrome de burnout) que se considera tienen correspondencia
también con la calidad con la que el docente imparte su
cátedra.
En síntesis, y en
concordancia con Siegrist (1996), el
estrés laboral se produce si existe un desequilibrio entre el
esfuerzo que realizan los trabajadores y las recompensas que obtienen
por dicho esfuerzo; además, el gran número de actividades
que realiza una persona pueden llevarla a un agotamiento físico
y emocional, conceptualizado como el síndrome de burnout.
A partir de lo anterior,
se deducen las tres variables principales del
presente estudio: desempeño docente, estrés y burnout. La
razón de incluir estos constructos es que la carga laboral de
los profesores universitarios tiene como consecuencia lógica un
incremento en el nivel de estrés con posibles repercusiones en
el desempeño docente y en los niveles de burnout, que pueden
manifestarse en cualquiera de sus dimensiones: falta de
realización profesional, despersonalización o cansancio
emocional.
Por ello, se tiene
especial interés en los puntajes obtenidos
por docentes en la evaluación de su desempeño y su
relación con el grado de estrés percibido, así
como la presencia de indicadores del síndrome del burnout. Para
esto, se plantearon los siguientes objetivos: 1) analizar la
relación que existe entre los niveles de estrés percibido
y burnout; 2) analizar la relación que existe entre los niveles
de estrés percibido y el desempeño docente; 3) y analizar
la relación que existe entre el burnout y el desempeño
docente.
2. Breve referente teórico
2.1 La
Evaluación Docente
La Educación es el
medio fundamental de las sociedades para
conservar, transmitir y transformar la cultura y la vida de los
individuos (Valdés, Cantón y Mercado, 2006). Las
instituciones educativas cambian constantemente, ya que, si evoluciona
lo que hay que enseñarse-aprenderse, del mismo modo la forma de
aprender-enseñar debe evolucionar (Pozo, 2001). Esto conlleva
ciertos cambios subyacentes, entre ellos, lo que se espera que realice
el docente y la necesidad de evaluar si realmente cumple con lo
esperado, a lo que se denomina evaluación del desempeño
docente.
Respecto a México,
desde finales de los años 80, se puso
en marcha la evaluación del desempeño académico
por el gobierno (Urquidi y Rodríguez, 2010) y actualmente existe
una Red de Investigadores sobre Evaluación de la Docencia
liderada por su fundador, Mario Rueda Beltrán.
Acerca de la
evaluación educativa, es posible encontrar algunas
aproximaciones teóricas. García, Loredo, Luna,
Pérez, Reyes, Rigo y Rueda (2004) establecen que la
evaluación del académico implica el análisis de
una amplia gama de actividades demandadas por la institución
para ser llevadas a cabo por los profesores, entre ellas se encuentran
la docencia, la asesoría, la tutoría, la difusión
de la cultura, la elaboración de materiales didácticos y
la investigación. Por otra parte, consideran que la
evaluación de los docentes se refiere a las actividades
vinculadas directamente con el proceso de enseñanza y
aprendizaje, con la actividad magisterial y con la práctica
profesional. Estos mismos autores señalan que sólo la
evaluación orientada al perfeccionamiento de los profesores, se
preocupa por el desarrollo integral de la persona. Por tal motivo,
sostienen que, debido a la complejidad de la evaluación docente,
es necesario considerar diversas fuentes de evaluación y no solo
una. En relación a esto, Salazar (2008) reconoce cuatro
instrumentos que se utilizan en la IES para el proceso de
evaluación docente: encuestas de opinión de los
estudiantes, autoevaluación docente, evaluación del jefe
directo y evaluación de pares.
Los principales modelos de
evaluación del desempeño del
maestro identificados por la investigación educativa son, de
acuerdo a Valdez (2000), los siguientes:
• El
modelo centrado en el perfil del maestro. En
este se evalúa al docente de acuerdo a su grado de concordancia
con los rasgos y características de un perfil previamente
establecido de lo que constituye un profesor ideal.
• El
modelo centrado en los resultados obtenidos. La
principal característica de este modelo consiste en que
evalúa al maestro a través de los resultados obtenidos
por sus estudiantes.
• El
modelo centrado en el comportamiento del docente
en el aula. Propone que la evaluación se haga identificando
aquellos comportamientos del profesor que se consideran relacionados
con los logros de los alumnos; dichos comportamientos se relacionan
fundamentalmente con la capacidad del docente para crear un ambiente
favorable para el aprendizaje en el aula.
• El
modelo de práctica reflexiva. Consiste en
desarrollar, conjuntamente con los maestros, una reflexión
supervisada acerca de su práctica.
Para evaluar el
desempeño profesional mediante un instrumento,
es importante que este cumpla con tres características
fundamentales: a) que realmente evalúe las actividades
importantes en el desempeño docente, b) que el procedimiento que
se utiliza para administrarlo sea adecuado, c) y que este se perciba
como útil para los docentes como un vehículo para la
mejora de la práctica profesional (Valdez, 2000).
En el presente estudio la
evaluación del desempeño
docente que aquí se presenta, utiliza como herramienta para la
recolección de datos una encuesta de opinión de los
estudiantes y sus características están relacionadas con
el modelo centrado en el perfil
del maestro recién descrito; sin
embargo, no se han evaluado a detalle los aspectos presentados por
Valdez (2000) debido a que la administración de la
evaluación no depende de las autoras, sino de la
institución en la cual se realizó la investigación.
Empero, gracias a las
aportaciones teóricas en el área de
la evaluación docente, esta práctica se ha continuado
dentro de las instituciones educativas, poniendo especial
atención en las características que se ha demostrado
pueden interferir en sus resultados. Sin embargo, como se menciona en
el planteamiento, hay ciertos factores que pueden estar afectando el
desempeño de los docentes y, por ende, los puntajes que obtiene
en su evaluación: el estrés y el síndrome de
burnout.
2.2 Estrés
Inicialmente, Cannon
(1932) describió el concepto de
estrés como una noción que afectaba la homeostasis de los
sistemas simpáticos y fue el primero en sugerir que se
podía medir. La definición actual de estrés es
contribución de Selye (1954), quien lo caracterizó como
un Síndrome General de Adaptación (SGA), y lo define como
un conjunto coordinado de reacciones fisiológicas ante cualquier
forma de estímulo nocivo, físico o psicológico.
Selye definió al estrés como una respuesta del organismo
ante la percepción de una amenaza caracterizada por una fase de
alarma -donde el organismo se
prepara para dar una respuesta-, una fase
de resistencia -donde aparecen los cambios específicos
que
permitirán el enfrentamiento a la situación-, y una fase
de agotamiento -donde se produce un progresivo desgaste de la
energía utilizada para hacer frente a la amenaza-.
Lazarus y Folkman (1984)
describen el estrés como una
relación particular entre el individuo y su entorno, evaluado
por el propio sujeto como amenazante, y que pone en peligro su
bienestar. Esta definición se conoce como perspectiva
transaccional del estrés y es la definición
contemplada
al hablar de estrés percibido.
Respecto a los estresores,
o entornos amenazantes a los cuales se
enfrenta el organismo, se han identificado cinco condiciones o
características de estos (Wheaton, 1996; Sandín, 1999):
1. Implica amenaza o
demanda.
2. Constituye una
fuerza
con capacidad de alterar la integridad del
organismo.
3. Requiere que se
enfrente de manera efectiva, ya que, de lo
contrario, produciría daño en el organismo.
4. Se puede no ser
consciente del daño potencial del estresor.
5. Puede inducir una
demanda excesiva para el organismo, o lo
contrario.
Los síntomas del
individuo frente al estrés, acorde con
Kyriacou (2003), se clasifican en tres categorías: depresiva,
psicosomática y ansiosa (ver figura 1).
2.2.1 Teoría transaccional del
estrés
González y Landero
(2006) proponen un modelo de los efectos del
estrés en el sistema inmune (figura 2),
en el que se
señala que, cuando una persona experimenta estrés debido
a un acontecimiento emocional intenso, su organismo presenta una
reacción de alarma. Se puede considerar que el estrés no
es exclusivamente un evento externo, del cual el sujeto es
víctima; por el contrario, el estrés psicológico
se define como una relación particular entre el individuo y su
entorno, que él mismo evalúa como amenazante o
desbordante respecto de sus recursos y que pone en peligro su bienestar
(González y Landero, 2008).
2.2.2 Estrés en Docentes
Cuando la
percepción de amenaza ya descrita en la
definición de estrés, se encuentra relacionada con la
organización y la gestión del trabajo, se habla de
estrés laboral. Las exigencias a las cuales el ser humano se
encuentra sometido como producto de su interacción con el mundo,
generan en él emociones, tensiones y angustia (Sánchez y
Mantilla, 2005). En el caso de los docentes, la evaluación se ha
identificado como una fuente de estrés. El docente teme
constantemente la evaluación de su desempeño, puesto que
esta recae principalmente en los alumnos y trae consecuencias para su
persona. Esto lleva a la posibilidad de que el docente desarrolle
más enfermedades desencadenadas por el estrés y, por
ende, tienda a producir manifestaciones psicosomáticas (El
Sahili, 2010).
2.3 Burnout
Los ambientes laborales
pueden ocasionar altos niveles de
estrés. Cuando no existe una adecuada estrategia de
afrontamiento, estos niveles de estrés se pueden prolongar por
un periodo de tiempo. El estrés laboral crónico aparece
como la exposición prolongada en el tiempo ante eventos
estresantes (Quiceno y Vinaccia, 2007).
El burnout o síndrome de quemarse en
el trabajo proviene del
estrés crónico y progresivo (El Sahili, 2010) que se pasa
por alto y no es atendido. Se refiere al desgaste profesional, que se
caracteriza, tanto en el medio laboral como familiar, por un estado de
agotamiento intenso y persistente, pérdida de energía,
baja motivación, extrema irritabilidad, enojo, y a veces
agresividad y desmoralización, causados por problemas de trabajo
o del hogar (Maslach y Jackson, 1986).
El síndrome de
estar quemado o síndrome del desgaste
profesional es cada vez más conocido y, lamentablemente,
extendido, y suele afectar principalmente a personas cuyas tareas
laborales tienen un componente central de ayuda a los demás y de
gran intervención social, como los médicos, enfermeros,
odontólogos y demás profesionales de la salud, así
como docentes y trabajadores sociales (Ponce, Bulnes, Aliaga, Atalaya y
Huertas, 2005). A diferencia del estrés, el burnout está
asociado a sentimientos de desvalorización y fracaso, y se
presenta con las siguientes características o conjuntos de
síntomas (Quiceno y Vinaccia, 2007):
a) A nivel
somático: fatiga crónica, cansancio,
frecuentes dolores de cabeza, espalda, cuello y musculares, insomnio,
alteraciones respiratorias, alteraciones gastrointestinales,
hipertensión, etc.
b) A nivel conductual:
comportamiento suspicaz y paranoide,
inflexibilidad y rigidez, incapacidad para estar relajado,
superficialidad en el contacto con los demás, aislamiento,
actitud cínica, incapacidad de poder concentrarse en el trabajo,
quejas constantes y comportamientos de alto riesgo como conductas
agresivas, absentismo, consumo de sustancias psicoactivas,
tranquilizantes y barbitúricos.
c) A nivel emocional:
agotamiento emocional, expresiones de hostilidad,
irritabilidad y odio, dificultad para controlar y expresar emociones,
aburrimiento, impaciencia e irritabilidad, ansiedad,
desorientación y sentimientos depresivos.
d) A nivel cognitivo: baja
autoestima, baja realización personal
en el trabajo, impotencia para el desempeño del rol profesional
y fracaso profesional.
2.3.1 Burnout en Docentes
Maslach y Jackson (1986)
describen el burnout mediante tres aspectos
principales: el agotamiento, la despersonalización y el menor
rendimiento laboral. Por su parte, Gil-Monte (2003) complementa la
descripción del síndrome desde una perspectiva
psicosocial, añadiendo como características bajos niveles
de realización personal en el trabajo, y altos niveles de
agotamiento emocional y despersonalización. Las poblaciones
más estudiadas han sido enfermeras, trabajadoras sociales y
médicos, sin embargo, en todos los casos, se apunta a la
población docente como la más afectada por este
síndrome (Moriana y Herruzo, 2004).
Las variables causantes
del estrés y burnout en el personal
docente, identificadas por Moriana y Herruzo (2004) en diversas
investigaciones, se han clasificado en tres grupos: variables
sociodemográficas (edad, sexo, estado civil, nivel impartido,
tipo de centro, etc.), variables de personalidad (actitudes y tipo de
personalidad) y variables propias del trabajo y organizacionales
(sobrecarga laboral, trabajo administrativo, número de alumnos,
etc.). Al respecto, Correa, Muñoz y Chaparro (2010) revelan que
los factores que están altamente asociados con las consecuencias
físicas y sociales evaluadas, son: género masculino, edad
entre 20 y 40 años, relación marital con pareja habitual,
dedicación de tiempo completo al trabajo, realización de
actividades laborales en casa y la interacción del más
del 75 % del tiempo de la jornada laboral con los beneficiarios de los
servicios.
3.
Metodología
La metodología
utilizada en el presente estudio es cuantitativa
-no experimental-, correlacional y se ubica en los diseños de
investigación ex post facto.
3.1 Participantes
La población estuvo
compuesta por 164 catedráticos de una
facultad de la UANL. La selección de la muestra de los docentes
fue no probabilística y el único criterio de
exclusión fue que el docente tuviera menos de un año
impartiendo sus clases. Las evaluaciones
de estrés y burnout se
aplicaron a una muestra de 59 docentes (35.9% de la población),
de los cuales, sólo se contó con las evaluaciones del
desempeño docente de 42 catedráticos (25.6% de la
población). A continuación, se describe la muestra
tomando en cuenta los dos subgrupos de esta. El primero incluye a los
59 sujetos a los cuales se aplicaron las evaluaciones de estrés
y burnout; y el segundo está conformado por 42 sujetos de los
59, de quienes sí se contaba con su evaluación del
desempeño docente. En relación al primer subgrupo, el
67.8% eran mujeres y el 32.2% hombres. Poco más de la mitad de
quienes respondieron son profesores por contrato (por horas) (55.2%),
el 34.5% son maestros de tiempo completo y solamente el 10.3% son
maestros por horas. Respecto a los 42 sujetos, el 67.8% eran del sexo
femenino y el 32.2% del sexo masculino. El 45.2% son profesores por
contrato (por horas), el 42.9% son maestros de tiempo completo y
solamente el 9.5% son maestros de medio tiempo.
En la tabla 1 se muestran
las medidas de tendencia central para edad,
años de experiencia en la docencia y antigüedad en la
institución en ambos subgrupos de la muestra.
Más de la mitad de
los docentes cuentan con estudios de
posgrado. En el subgrupo de 59 sujetos, el 59.3% tiene maestría
y 18.6% cursó doctorado; solamente en el 22.0% su último
grado académico es licenciatura. En relación al subgrupo
de 42, el 54.8% tiene maestría, el 26.2%, doctorado y el 19%,
licenciatura.
En la tabla 2 se indican
los porcentajes de profesores que realizan
cada una de las actividades listadas, además de la docencia.
Igualmente, se obtuvieron las medidas de tendencia central respecto a
las horas dedicadas a ciertas actividades, las cuales se muestran en la
tabla 3.
3.2 Instrumentos
Se aplicó la Escala de Estrés Percibido de Cohen
-PSS-
(Cohen, Kamarak y Mermelstein, 1983) en su versión para
México de González y Landero (2007) a la muestra de 59
docentes. El PSS consta de 14 ítems con puntuación de
nunca –0– a muy a menudo –4–. Se invierte la puntuación en los 7
ítems negativos. La mayor puntuación corresponde a mayor
estrés percibido. En la versión para México de
González y Landero se confirman adecuadas propiedades
psicométricas para el PSS (González y Landero, 2007).
Asimismo, se
utilizó el Cuestionario de
Burnout del Profesorado
(CBP-R) (Moreno, Garrosa y González, 2000). Consta de 66
ítems (45 positivos y 21 negativos) con un recorrido de 5 a 1
para los ítems positivos y de 1 a 5 para los ítems
negativos. El estudio de Moreno y colaboradores refleja que el
cuestionario cuenta con adecuadas propiedades psicométricas. Las
áreas que mide son: estrés de rol, burnout,
desorganización institucional y problemática
administrativa. El burnout lo mide a través de tres subescalas:
agotamiento emocional, despersonalización y falta de
realización. La desorganización institucional se examina
por medio de las subescalas de supervisión y condiciones
organizacionales; y las subescalas de la problemática
administrativa son preocupaciones profesionales y falta de
reconocimiento profesional.
Por último, se
utilizó la Evaluación
del
Desempeño Magisterial. Consta de 10 ítems que
miden el
grado en el que el maestro prepara y organiza su clase, su nivel de
conocimiento, su habilidad para explicar, su responsabilidad, la forma
en la cual inculca valores y motiva a sus alumnos, así como la
forma en la cual trata a los alumnos. Las opciones de respuesta son E:
Excelente (100-95), MB: Muy bien (94-85), B: Bien (84-75), R: Regular
(74-70) y D: Deficiente (69 y menor). Esta evaluación aporta una
impresión de algunas características del desempeño
de los profesores con respecto a las dimensiones de conocimiento,
habilidades, cumplimiento del programa, metodología y actitud;
asimismo, el puntaje que se considera relevante es el Índice de
Satisfacción Ponderada, que toma en cuenta las puntuaciones de
los 10 ítems y refleja la satisfacción del alumno con
respecto al desempeño del profesor.
3.3 Procedimiento
En un primer momento se
solicitó permiso a los autores de los
instrumentos y a directivos, una facultad de la UANL para llevar a cabo
el estudio, al tiempo que se capacitaba a los aplicadores.
Se aplicó la Escala
de Estrés Percibido y el Cuestionario
de Burnout para el profesorado de forma autoadministrada a 59 sujetos
en el año 2011; seguidamente, se obtuvo la confiabilidad
inter-ítem por medio del Alpha de Cronbach en la Escala de
Estrés Percibido y en cada una de las subescalas del
Cuestionario de Burnout. Gracias a que, al momento de aplicar los
instrumentos se solicitó a los sujetos su nombre completo y su
número de empleado, se tuvo acceso a los resultados de la
evaluación magisterial que se aplica con frecuencia anual a todo
el alumnado de la UANL.
Seguidamente, se
cotejó con las bases de datos institucionales
cuáles evaluaciones magisteriales se disponía de los 59
docentes. Se determinó utilizar en el presente estudio las
evaluaciones de los años 2009 y 2010 de los dos modelos
educativos actuales en la facultad analizada. Solo se ubicó a 42
sujetos que fueron evaluados en las tres fuentes de evaluación
(evaluación magisterial 2009, evaluación magisterial 2010
y evaluaciones autoadministradas de estrés y burnout).
Debido a lo anterior, se
obtuvieron las medidas de tendencia central,
distribución de frecuencias y porcentajes de las
características de los dos subgrupos de la muestra, tanto de los
42 docentes como de las aplicaciones autoadministradas (es decir, los
59 sujetos).
Asimismo, se obtuvieron
medidas de tendencia central para las variables
centrales del estudio. Se evaluó la correlación entre el
desempeño docente y los niveles de estrés y burnout con
el estadístico r de Spearman. Por último, se
correlacionó el estrés, el burnout y las subescalas de
burnout entre sí.
Se aclara que el tipo de
muestreo empleado conlleva una limitante
metodológica, debido a que no es posible asegurarse de las
condiciones en las que los sujetos contestaron el instrumento.
4.
Resultados y su análisis
La confiabilidad que se
obtuvo en la Escala de Estrés Percibido
de Cohen y en cada una de las subescalas del Cuestionario de Burnout
del Profesorado, se muestra en la Tabla 4, que indica como
inaceptable
la confiabilidad sólo en la subescala de
Despersonalización y la subescala de Condiciones
organizacionales.
En cuanto a las variables
centrales del estudio, en general el
desempeño docente es bien evaluado por los estudiantes. En
relación al cambio en el desempeño docente, de los 42
profesores que fueron evaluados en ambos periodos, el promedio obtenido
por 18 de ellos fue inferior en el 2010 respecto al 2009, mientras que
24 profesores mejoraron en su desempeño evaluado por los
estudiantes (ver tabla 5).
En la tabla 6 se exponen
las correlaciones del desempeño docente
con estrés y burnout. Como puede observarse, la mayoría
de estas correlaciones son débiles y no significativas;
solamente resultó significativa la correlación entre
falta de realización y cambio en el desempeño docente,
que es una correlación negativa, lo que significa que, a medida
que se percibe mayor falta de realización personal, el
desempeño docente (evaluado por los estudiantes) disminuye
(r=-.446; p=.003); las correlaciones entre los dos aspectos de
desorganización institucional, supervisión y condiciones
organizacionales, con cambio en desempeño docente, mostraron
que, a medida que se percibe más desorganización
institucional (falta de apoyo del supervisor y peores condiciones
organizacionales), el desempeño docente empeora (r=-.361, p=.019
y r=.308, p=.047; respectivamente).
Debe tomarse en cuenta que
el desempeño docente evaluado no
corresponde al mismo periodo en que fueron evaluados el estrés y
el burnout. Por esto se incluye la variable cambio en el
desempeño docente, y se espera que si el desempeño
docente mejora o empeora, esté relacionado al burnout o el
estrés.
En la tabla 7 se muestran
las correlaciones entre estrés,
burnout y las subescalas de burnout. Todas resultaron significativas,
tal como se esperaba.
5.
Conclusiones
Esta investigación
surgió del interés de aportar
datos confiables y válidos que puedan sugerir estrategias para
reconocer extrínseca e intrínsecamente la actividad del
profesor y disminuir su carga laboral, impactando de este modo en la
labor del docente frente al aula y en los resultados de la
evaluación de su desempeño, lo que se considera
obligación implícita de toda institución
educativa. Como afirma Rueda (2008), quienes se encargan directamente
de la evaluación del docente en las universidades, tienen un
papel clave porque contribuyen a la identificación y
reorientación de los propósitos de los programas de
evaluación para que, efectivamente, se logre el objetivo de
mejorar las prácticas de enseñanza-aprendizaje.
En consecuencia, se
analizó la relación que existe entre
los niveles de estrés percibido y el desempeño docente
(objetivo uno), y se encontraron correlaciones débiles y no
significativas. Esto también sucedió al correlacionar las
subescalas del burnout con el desempeño del profesor (objetivo
dos). Solamente la subescala falta de realización
correlacionó de forma significativa con el cambio en el
desempeño docente, con una correlación negativa (r=-.446;
p=.003), lo que significa que, a medida que se incremente la
percepción de falta de realización personal, el
desempeño docente disminuye.
En este punto es
importante señalar que las
características del burnout evaluadas son: el agotamiento
emocional, la despersonalización y la falta de
realización. Estas son incluidas en el Cuestionario de Burnout
del Profesorado, instrumento aplicado a los docentes. Sin embargo,
Moreno, Garrosa y González (2000) incluyeron en su instrumento
cuatro subescalas más, dos en función de la
percepción de la desorganización institucional y dos en
función de la apreciación de problemáticas
administrativas en el docente. La razón por la cual se considera
que Moreno, Garrosa y González hayan incluido estas
últimas subescalas es porque el burnout está directamente
relacionado con el agotamiento y el desgaste emocional en referencia a
un trabajo, y con el sentimiento de realización en
función de ese rol. Si bien se ha examinado el burnout en
poblaciones que no realizan trabajo remunerado, como por ejemplo las
amas de casa (González, Landero y Moral, 2009), el rol o
actividad que realiza el sujeto es lo que puede llevar a la persona a
presentar características de este síndrome.
Ahora, en las subescalas
referentes a los dos aspectos de la
desorganización institucional, supervisión y condiciones
organizacionales, la variable cambio en desempeño docente
correlacionó de forma negativa (r=-.361, p=.019 y r=-.308,
p=.047; respectivamente). Con esto se concluye que, a medida que se
percibe más desorganización institucional (falta de apoyo
del supervisor y peores condiciones organizacionales), el
desempeño docente empeora.
Los resultados descritos
indican que la relación entre el
desempeño docente y en el burnout radica, principalmente, en la
relación del docente con su institución, que, si bien no
están correlacionados con el grado de estrés percibido,
sí lo están con aspectos organizacionales que favorecen
el desgaste emocional y el agotamiento a través de la
insatisfacción del docente en su centro laboral. Sin embargo, si
se evalúan las medidas de tendencia central en función
del valor máximo posible, se concluye que, en general, la
percepción de la institución es buena (ver tabla 5).
Por ello se considera que
los resultados arrojan una necesidad promedio
de intervención por parte de la institución en los
aspectos relacionados con la realización del docente. Esta puede
estar en función de la creación de programas de
formación y actualización que, como consecuencia directa,
tengan el incremento de la remuneración que otorga la
institución.
La importancia de la
intervención en las áreas
mencionadas radica no sólo en el efecto que puede tener en el
docente, sino porque dichas áreas pueden afectar también
la evaluación del desempeño docente. De esto se puede
inferir que los docentes que perciben falta de apoyo por sus
supervisores al momento de impartir su cátedra, lo hacen de
forma inadecuada, sin motivación alguna, lo cual es percibido, a
su vez, por los alumnos.
Tal situación no
tendría mayor relevancia, si no
existiera la posibilidad de que, a menor resultado en la
evaluación del desempeño docente, hubiera menor
aprendizaje por parte del alumno, debido al incumplimiento de los
programas educativos.
Existen ciertas variables
del docente que pudieran tener
correspondencia con los puntajes obtenidos en la evaluación de
su desempeño (ver tablas 2, 3 y 5). La primera radica en la
situación de que, tomando como valor las medias obtenidas, son
14 las horas semanales que los profesores universitarios de la muestra
dedican a actividades distintas de la docencia; la segunda es la
cantidad de funciones que reportaron tener más del 50% de los
docentes (puestos administrativos, participación en
comités, tutorías, participación en
investigaciones y atención de pacientes).
En último
término, se examinó la relación
que existe entre los niveles de estrés percibido y burnout
(objetivo tres), y se encontraron correlaciones significativas entre
los indicadores de burnout (agotamiento emocional,
despersonalización y falta de realización) con el
estrés (ver tabla 5).
Esto reafirma lo expuesto por El Sahili
(2010) sobre el hecho de que las perturbaciones a causa del
estrés pueden prolongarse, convirtiéndose en burnout o
síndrome de quemarse en el trabajo.
En correspondencia, es
preciso que del presente estudio se deriven
investigaciones relacionadas con la indagación de las formas de
afrontamiento de los docentes ante las situaciones de estrés
para reducir, de este modo, la incidencia de esta variable y la
presencia de síntomas característicos del burnout. Como
afirman Moran, Landero y González (2010), el afrontamiento
modula las diferencias que existen entre los individuos ante
situaciones de estrés. Esto pone de manifiesto la necesidad de
que el docente se responsabilice de la forma en la cual reacciona a los
estresores y no sólo se concrete a delegar dicha responsabilidad
a los directivos.
De igual forma, Extremera
y Fernández-Berrocal (2004) afirman
que niveles de inteligencia emocional ayudan a afrontar con mayor
éxito los contratiempos cotidianos y el estrés laboral al
que se enfrentan los profesores en el contexto educativo. Tales
habilidades deben ser tenidas en cuenta para prevenir la
aparición del síndrome del burnout en la práctica
docente y, sobre todo, en futuros programas dirigidos a la
prevención, formación y entrenamiento en el control del
estrés laboral del profesorado.
Como ya se
mencionó, las contribuciones de la presente
investigación están directamente relacionadas con el
diagnóstico para la implementación de programas de
prevención y la reducción de problemas de salud en el
docente; sin embargo, indirectamente, el principal beneficiado
será la institución en la cual se desarrolló el
estudio, ya que, acorde con Guic, Bilbao y Bertin (2002), el
estrés laboral no sólo desencadena problemas en el
ámbito de la salud mental y física de los individuos,
sino que también tiene repercusiones económicas para las
organizaciones donde estos trabajan.
6.
Referencias
Cannon, Walter. (1932). The wisdom of the body. New York,
NY: American
Psychological Association.
Cohen, Sheldon,
Kamarak,
Tom y Merlmelstein, Robin. (1983). A global
measure of perceived stress. Journal
of Health and Social Behavior, 24,
385-396.
Correa, Zamanda,
Muñoz, Isabel y Chaparro, Andrés.
(2010). Síndrome de Burnout en docentes de dos universidades de
Popayán, Colombia. Revista de
Salud Pública
(número especial), 589-598.
El Sahili, Luis. (2010). Psicología para el docente:
Consideraciones sobre los riesgos y desafíos de la
práctica magisterial. México: Universidad de
Guanajuato.
Extremera, Natalio y
Fernández-Berrocal, Pablo. (2004). La
importancia de desarrollar la inteligencia emocional en el profesorado.
Revista Iberoamericana de
Educación, 33, 1-9.
García, Benilde,
Loredo, Javier, Luna, Edna, Pérez,
Carmen, Reyes, Rafael, Rigo, Marco y Rueda, Mario. (2004). Algunas
consideraciones sobre los aspectos teóricos involucrados en la
evaluación de la docencia. En Mario Rueda y Frida
Díaz-Barriga (Coord.), La
Evaluación de la docencia en la
universidad (pp. 13-61). México, D.F.: Universidad
Autónoma de México.
Garza, Victoriano. (2006).
PROMEP o Perece ¿Qué hacer
para que los profesores universitarios obtengan el perfil? Acta
Universitaria, 16(3), 5-14.
Gil-Monte, Pedro. (2003).
El síndrome de quemarse por el trabajo
(Síndrome de Burnout) en profesionales de enfermería.
Revista Electrónica
InteracaoPsy, 1, pp. 19-33.
González,
Mónica y Landero, René. (2006).
Síntomas psicosomáticos y Teoría Transaccional del
Estrés. Ansiedad y
Estrés, 12(1), 45-61.
González,
Mónica y Landero, René. (2007). Factor
Structure of the Perceived Stress Scale (PSS) in a sample from Mexico.
The Spanish Journal of Psychology, 10(1),
199-206.
González,
Mónica y Landero, René. (2008).
Confirmación de un modelo explicativo del estrés y de los
síntomas psicosomáticos mediante ecuaciones
estructurales. RevPanam Salud
Pública, 23(1), 7–18.
González,
Mónica, Landero, René y Moral,
José. (2009). Cuestionario de Burnout para amas de casa (CUBAC):
evaluación de sus propiedades psicométricas y del Modelo
Secuencial de Burnout. Universitas
Psychologica, 8(2), 533-543.
Guic, Eliana, Bilbao,
María y Bertin, Camilo. (2002).
Estrés laboral y salud en una muestra de ejecutivos chilenos.
Revista Médica de Chile, 130(10), 1101-1112.
Kyriacou, Chris. (2003). Antiestrés para profesores.
Barcelona,
España: Ediciones Octaedro.
Lazarus, Richard y
Folkman, Susan. (1984). Stress,
coping and
adaptation. New York, EE.UU: Springer.
Luengo, Enrique. (2003). Tendencias de la educación superior
en
México: una lectura desde la perspectiva de la complejidad.
Seminario sobre Reformas de la Educación Superior en
América Latina y el Caribe. Bogotá, Colombia: Instituto
Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en
América Latina y el Caribe (IESACC) y Asociación
Colombiana de Universidades (ASCUN).
Maslach, Christina y
Jackson, Susan. (1986). Maslach Burnout Inventory
Manual. Consulting Psychologists
Press, 20, 18-22.
Méndez, Luz y
González, Mónica. (2011). Escala de
estrategias docentes para aprendizajes significativos: diseño y
evaluación de sus propiedades psicométricas. Revista
Actualidades Investigativas en Educación, 11(3), 1-39.
Méndez, Luz y
González, Mónica. (2013).
Evaluación de la Escala de estrategias docentes para
aprendizajes significativos (EEDAS). Revista
Ciencia UANL, 16(60),
58-77.
Morán, Consuelo,
Landero, René y González,
Mónica. (2010). COPE-28: un análisis psicométrico
de la versión en español del Brief COPE. Universitas
Psychologica, 9(2), 543-552.
Moreno, Bernardo, Garrosa,
Eva y González, José. (2000).
La evaluación del estrés y el burnout del profesorado: el
CBP-R. Revista de Psicología
del trabajo y las organizaciones,
16(1), 331-349.
Moriana, Juan y Herruzo,
Javier. (2004). Estrés y burnout en
profesores. International Journal of
Clinical and HealthPsychology,
4(3), 597-621.
Ponce, Carlos, Bulnes,
Mario, Aliaga, Jaime, Atalaya, María y
Huertas, Rosa. (2005). El síndrome del quemado por estrés
laboral asistencial en grupos de docentes universitarios. Revista de
Investigación en Psicología, 8, 87-112.
Pozo, Juan. (2001). Aprendices y Maestros. La nueva cultura
del
aprendizaje. Madrid, España: Alianza Editorial.
Quiceno, Japcy y Vinaccia,
Stefano. (2007). Burnout: Síndrome de
Quemarse en el Trabajo. Acta
Colombiana de Psicología, 10(2),
117-125.
Rueda, Mario. (2008). La
evaluación del desempeño docente
en las universidades públicas de México. Revista
iberoamericana de evaluación educativa, 1(3), 8-17.
Salazar, José.
(2008). Diagnóstico preliminar sobre
evaluación de la docencia universitaria. Una aproximación
a la realidad en las Universidades públicas y/o estatales de
Chile. Revista Iberoamericana de
Evaluación de Chile, 1(3),
67-84.
Sánchez, Marhilde y
Mantilla Mercedes. (2005). Situaciones
generadoras de los niveles de estrés en docentes universitarios.
Revista Venezolana de Ciencias
Sociales, 9(1), 140-162.
Sánchez, Marhilde y
Maldonado, Luz. (2003). Estrés en
docentes universitarios. Casos URBE, LUZ, UNICA. Revista Ciencias
Sociales, 9 (2), 323-335.
Sandín, Bonifacio.
(1999). Estrés Psicosocial.
Conceptos
y consecuencias clínicas. Madrid, España: Klinik.
Secretaría de
Educación Pública, México.
(2012). Programa de Mejoramiento al
Profesorado. Recuperado el 12 de
abril de 2013 de http://promep.sep.gob.mx/
Selye, Hans. (1954). The stress of life. New York, EE.
UU.: McGraw Hill
Book Company, Inc.
Siegrist, Johannes.
(1996). Adverse health effects of high effort - low
reward conditions at work. Journal
of Occupational Health Psychology,
1, 27-43.
Urquidi, Laura y
Rodríguez, José. (2010). Estrés
en Profesorado Universitario Mexicano. Revista Electrónica
Actualidades Investigativas en Educación, 10(2), 1-21.
Valdés,
Ángel, Cantón, Mary y Mercado,
María. (2006). Aceptación del instrumento de
evaluación del desempeño profesional en la carrera
magisterial. Enseñanza e
Investigación en
Psicología, 11(01), 39-51.
Valdez, Héctor.
(2000). Evaluación del
desempeño
docente. Encuentro Iberoamericano sobre Evaluación del
Desempeño Docente. México, D.F.: Organización de
Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la
Cultura.
Wheaton, Blair. (1996).
The domains and boundaries of stress concepts.
En Howard B. Kaplan (Ed), Psychosocial
stress (pp. 29-70). San Diego,
EE. UU.: Academic Press.
Correspondencia a:
1 Docente e
investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
magalycardz@yahoo.com.mx
2 Docente e investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
lucymendezhinojosa@hotmail.com
3 Docente e investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección electrónica:
monygzz77@yahoo.com
Artículo recibido: 24
de junio, 2013 Corregido: 11 de noviembre,
2013 Aprobado: 12 de diciembre, 2013