EL PENSAMIENTO CRíTICO EN LA TEORíA EDUCATIVA CONTEMPORáNEA
CRITICAL THINKING IN CONTEMPORARY EDUCATIONAL THEORY
Luis Carlos Morales Zúñiga1
1 Profesor de la Escuela de Formación Docente, Universidad de Costa
Rica. Magíster Scientiae en Sociología por la Maestría Centroamericana
en Sociología con sede en la Universidad de Costa Rica. Licenciado en
la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica. Dirección
electrónica: luis23m@gmail.com
Dirección para correspondencia
Resumen
En este ensayo se reflexiona sobre el lugar que ocupa el pensamiento
crítico en la teoría educativa contemporánea. Para lograrlo, se parte
de establecer una definición sobre la noción de pensamiento crítico,
con el fin de analizar hasta qué punto las corrientes de la teoría
educativa crítica y la pedagogía crítica incorporan esta forma
particular de razonamiento. Finalmente se plantean algunas limitaciones
que poseen el pensamiento crítico y a la educación crítica, con el fin
de contribuir al debate contemporáneo sobre esta forma de razonamiento.
Palabras clave: PENSAMIENTO CRíTICO, PEDAGOGíA CRíTICA, TEORIA EDUCATIVA
Abstract
This essay presents a discussion about the place of the critical
thought within the contemporary educational theory. It states a
definition on the category known as critical thought, in order to
analyze how critical educational theory and critical pedagogy, fit in
the critical thought concept. Finally, it argues on the limits and
critics to the critical thought and critical education, with the
purpose of give a contribution to the contemporary debates on this
particular way of thinking.
Keywords: CRITICIAL THINKING, CRITICAL PEDAGOGY, EDUCATIONAL THEORY.
Introducción
Dentro de la teoría educativa contemporánea existen corrientes de
pensamiento que siempre están presentes. No es posible prescindir, en
la discusión teórica sobre fenómenos educativos, de las tendencias como
el constructivismo, el conductismo, el neo institucionalismo, la teoría
y el enfoque curricular de competencias, el marxismo, las
neurociencias, el funcionalismo, las teorías reproduccionistas, o bien,
el pensamiento crítico educativo (Morales, 2010).
Dadas estas múltiples voces y perspectivas, podemos encontrar una gran
cantidad de versiones sobre cada uno de estos corpus teóricos; por
ello, con el fin de brindar un aporte al debate teórico educativo
contemporáneo, y de llevar a cabo un intento de síntesis y de
clarificación, la propuesta de este ensayo es reflexionar sobre el
papel y el lugar que ocupa el pensamiento crítico en la teoría
educativa contemporánea, sobre todo, en función de las dos derivaciones
educativas que posee esta forma de razonamiento: la pedagogía crítica y
la teoría crítica de la educación.
Para llevar a cabo este propósito, se realiza una exploración del
concepto de pensamiento crítico así como del devenir que ha tenido esta
concepción en algunas ramas de la Filosofía y de las Ciencias Sociales,
con tal de entender, de la manera más precisa posible, de qué se trata
el pensamiento crítico, cuáles son sus características y su modo de
proceder en la reflexión.
Esta exploración sobre el pensamiento crítico permite evaluar las
características de la pedagogía crítica y de la teoría crítica de la
educación, con el fin de observar las principales tesis de ambas
corrientes de pensamiento, los principales autores, las diferencias más
importantes que existen entre ambas, y dar cuenta de hasta qué punto
estas perspectivas son realmente tributarias del pensamiento crítico.
Posteriormente, se ensayan algunas críticas al pensamiento crítico y a
sus variantes educativas, con el fin de contribuir a las discusiones
contemporáneas sobre el lugar que ocupa el pensamiento crítico en la
teoría educativa y el aporte que esta forma de razonamiento le brinda a
la educación, tanto en aspectos teóricos como prácticos.
La noción de pensamiento crítico
En el mundo de la doxa, es decir, del lenguaje común, pensar
críticamente es un tipo de razonamiento que podría ser definido de
múltiples maneras, donde la mayoría tiene alguna relación con el acto
de cuestionar o valorar, lo que resulta en el origen de la palabra
crítica, cuya etimología procede del vocablo griego κρίσις (kri), o
sea, implica establecer un juicio o tomar una decisión. Por tal razón,
cuando se habla de pensamiento crítico, en términos generales, se hace
referencia a ejercicios de cuestionamiento y de valoración, que nos
permitan finalmente emitir un juicio o tomar una posición con respecto
a un hecho, a un fenómeno o a una idea.
Sobre el valor de la crítica hay distintas posiciones. Es posible
encontrar valoraciones positivas sobre el pensamiento crítico, como una
herramienta que es necesaria y que debe ser estimulada desde la
educación y aplicada en la vida. También, es posible una posición
contraria, que ha considerado como peyorativa la calificación de
crítico, estableciéndolo como alguien que solo ve los aspectos
negativos de un fenómeno, de una situación, un individuo o una acción
(Morales, 2012).
En el campo intelectual, el término 'crítica' ha tenido una importancia
notable en diversas disciplinas, pero son la Filosofía y las Ciencias
Sociales dos espacios donde el pensamiento crítico ha encontrado un
terreno fértil, y también donde los debates y cuestionamientos acerca
de la función del pensamiento han sido más elaborados y recurrentes.
En el sentido filosófico moderno, la noción de crítica se le debe a
Immanuel Kant (1724-1804), considerado el fundador del pensamiento
crítico en el razonamiento filosófico con tres de sus más importantes
obras: Crítica de la razón pura (2002), Crítica de la razón práctica
(2001) y Crítica del juicio (2000).
La importancia del sistema y del aporte filosófico de Kant se encuentra
en el ámbito de la epistemología. La filosofía pre-kantiana intentó
comprender de qué se trata el conocimiento humano, cuáles son sus
procedimientos y qué instrumentos son los más aptos. Consistía esta
filosofía en un intento por establecer la naturaleza y la mejor manera
de producir el conocimiento humano.
Es por ello que la mayoría de filósofos prekantianos desarrollaron
ensayos y tratados sobre el conocimiento. Francis Bacon (1561-1626)
defiende el empirismo y prácticamente identifica el conocimiento humano
con la experiencia, negando absolutamente todo conocimiento que no
fuese alcanzado mediante métodos experimentales, y negando la
posibilidad del conocimiento que estuviese sustentado en el puro
razonamiento y no en la experiencia. Precisamente, la principal obra de
Bacon es Novum organum: interpretación de la naturaleza y predominio
del hombre (1933), un tratado sobre el lugar predominante de la técnica
y de la experimentación como forma de conocer y dominar el mundo.
John Locke (1632-1704) va un paso más lejos que Bacon, y más que la
experiencia concede el lugar al conocimiento solo en la percepción y no
más que en ella. La percepción de las cosas sensibles es el único
camino al conocimiento válido. Así, Locke restringe aún más el
conocimiento que Bacon, pues quedan por fuera del mundo cognoscible
aquellos objetos o datos de la realidad que no son sensibles, sino
suprasensibles.
Básicamente, lo que no es perceptible es inexistente, aunque es claro
que hoy sabemos de muchos datos de la realidad que no percibimos, pero
que existen. La obra más conocida de Locke es su Ensayo sobre el
conocimiento humano (1987), de nuevo un tratado pre-kantiano sobre el
acto de conocer, en este caso remitido o entendido como experiencia y
percepción.
Por su parte, George Berkeley (1685-1753) continúa con esta tradición
de reflexiones sobre el conocimiento humano, al que consideró como
ideas y representaciones mortales sobre las cosas sensibles. Para
Berkeley solo hay seres que perciben y otros seres que son percibidos,
las percepciones son ideas y representaciones, ergo, el conocimiento
queda reducido a las ideas, las cuales provienen de Dios. La teoría de
Berkeley es una defensa de la existencia de Dios mediante el desprecio
a la experiencia pura y la exaltación de las ideas y de las
representaciones. Dios es quien produce o crea los seres capaces de
percibir y de ser percibidos. Berkeley escribe el Tratado sobre los
principios del conocimiento humano publicado en 1710 (1994),
continuando con la tradición de examinar qué significa conocimiento y
qué significa el acto de conocer.
Después de Berkeley, la obra de David Hume (1711–1776) continúa con la
tradición sobre el discernimiento de las facultades cognoscitivas
humanas y el intento por descifrar el significado del acto de conocer.
En Hume confluyen, sobre todo, el escepticismo y el positivismo. La
duda razonable, la causalidad y la necesidad de una evidencia empírica
constituyen, en su conjunto, un principio indispensable del
conocimiento humano, en otras palabras, son los núcleos del pensamiento
de Hume. Al respecto, en el pensamiento de Hume son notables las
influencias de Locke y de Berkeley, por lo que su obra, dentro de la
cual destacan, por ejemplo, Tratado de la naturaleza humana: ensayo
para introducir el método del razonamiento experimental en los asuntos
morales (1923), y su Investigación sobre el entendimiento humano
publicada en 1748 (1994) siguen la tradición de los tratados elaborados
por los filósofos pre-kantianos.
Estos cuatro ejemplos, Bacon, Locke, Berkeley y Hume, son casos
sobresalientes de la tendencia en el pensamiento occidental que
retomaba a la altura de los siglos XVII y XVIII, en medio de las luces
de la Ilustración, temas sobre los cuales ya la filosofía occidental,
desarrollada en Grecia y en el Asia Menor, había reflexionado
anteriormente. Temas relacionados con la naturaleza del conocimiento y
el significado de este acto, dentro de una epistemología que se
pregunta por la manera óptima de construir el saber en distintos campos
y disciplinas.
Mientras tanto, Kant hará algo diferente, introducirá una noción nueva,
la idea de evaluar las condiciones de validez del conocimiento que se
construye; por ello, su papel es considerado revolucionario en la
historia del pensamiento, tanto que Arthur Schopenhauer (1960) se
refiere a la obra de Kant como la causa de un verdadero renacimiento
intelectual. Además de Schopenhauer, podríamos citar una gran cantidad
de autores consagrados que expresan la importancia de la obra de Kant.
Pero ¿en qué radica esa novedad de la filosofía kantiana, en qué su
originalidad? Kuno Fischer (2002) menciona la distinción entre la
filosofía de Kant y la filosofía anterior:
La filosofía pre-kantiana, sin pensar realmente en las condiciones del
conocimiento, juzgaba sin recelo alguno la existencia de Dios, del
mundo y de todas las cosas posibles; por eso era dogmática. En
oposición a esta filosofía establece Kant la suya, que es crítica. La
dogmática supone lo que debía ser investigado: la posibilidad de
conocimiento; la crítica explica esta posibilidad. (p. 56)
La importancia de la filosofía kantiana está en que, por primera vez,
se hace una evaluación epistemológica de las condiciones de validez del
conocimiento, sin cuestionar la existencia o no de los fenómenos
metafísicos, o de las impresiones sensibles o suprasensibles, o la
utilidad de la experiencia. A diferencia de los filósofos anteriores,
el objeto de estudio en Kant no es el conocimiento de los fenómenos,
sino el proceso mismo de la razón.
Es por ello que sus obras no son grandes tratados o ensayos sobre el
conocimiento humano, sino sobre la razón, sobre la estructura y los
límites del método racional. Su crítica es epistemológica, porque
cuestiona no el conocimiento, sino los límites de la razón y del
entendimiento, no se cuestiona sobre los objetos, más bien cuestiona
los límites, las condiciones y el nivel en que la razón puede acercarse
a los objetos. Al respecto, en el prefacio a la primera edición de la
Crítica de la razón pura (2002) Kant dicta: “la cuestión principal
siempre sigue en pie, a saber: ¿qué es lo que entendimiento y razón,
libres de toda experiencia, pueden conocer, y hasta donde pueden
extender este conocimiento? Y no: ¿Cómo es posible la propia facultad
de pensar?” (p. 84).
Por esta diferencia con sus antecesores y con sus contemporáneos,
podemos situar el origen del pensamiento crítico en la obra de Kant,
cuyo objetivo era afinar, por medio de la crítica, el método del
razonamiento filosófico, y objetivar la razón, la práctica y el juicio
estético. Kant ve en la crítica de la razón el único medio por el cual
el pensamiento y el conocimiento pueden refinarse y avanzar. La crítica
de la razón, en palabras de Kant, es un tribunal ante el cual todo ha
de someterse (2002, p. 82).
Es así como el pensamiento crítico nace siendo una crítica
epistemológica, un examen de la razón y de sus métodos. Como crítica
epistemológica indaga también las condiciones de validez en que el
conocimiento es construido y, por lo tanto, la validez del conocimiento
mismo. Después de Kant, vamos a encontrar una gran cantidad de tratados
sobre crítica de la razón. De hecho, a partir de la triada kantiana, se
abre un nuevo camino para el razonamiento, podríamos sostener que el
pensamiento se vuelve sobre sí mismo y se evalúa a sí mismo.
Dentro de las elaboraciones posteriores una de las obras más destacadas
del pensamiento crítico es la de Karl Marx (1818–1883). El trabajo de
Marx coincide, además, con una época en la que las Ciencias Sociales ya
se han distanciado, aunque no por completo, de la Filosofía y de la
Filosofía Social, buscando ser reconocidas como ciencias en el ambiente
académico e intelectual del siglo XIX. Como consecuencia, la obra de
Marx es de transición, porque posee elementos de la Filosofía y
aspiraciones científicas, ya en el campo de la Economía así como en el
Derecho y la Sociología. El ámbito de influencia de Marx va a ser
sumamente vasto, alcanzando casi todas las Ciencias Sociales y las
Humanidades, para no hablar de su potente influencia en la política
realista.
El marxismo es un esfuerzo intelectual por explicar el devenir de la
sociedad tomando como punto de partida el materialismo y los distintos
modos de producción y, además, el antagonismo de clase. Pero este
esfuerzo intelectual no es solo un intento cientificista, sino que
tiene aspiraciones prácticas. Estas aspiraciones están centradas en la
idea de transformar el orden social y podemos verlas respaldadas en la
muy famosa (citada y recitada una y otra vez) tesis número once de Marx
sobre Feuerbach: Los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo
(Marx, 1995).
El pensamiento de Marx es pensamiento crítico por dos razones: primero,
es una forma de cuestionamiento de las maneras de proceder de la
ciencia económica de su época, sobre todo de la economía política
clásica desarrollada particularmente por autores británicos como David
Ricardo (1772-1823) y Adam Smith (1723–1790). En las principales obras
de Marx, tales como Contribución a la crítica de la economía política
(1989), El Capital (1971), Manuscritos económico-filosóficos (1975),
Sociología y filosofía social (1978), Manifiesto del Partido Comunista
(1972), - escrito por Marx y Friedrich Engels-, es posible encontrar
esa crítica a la razón económica y política burguesa, dominante en la
época en que Marx escribió; por ello, Lenin consideraba que una de las
fuentes del marxismo es precisamente la economía política clásica
inglesa, pues Marx establece una crítica a esta forma de pensamiento
(Lenin, 1973).
Segundo, el marxismo es pensamiento crítico, pues además de evaluar las
condiciones de validez de la razón económica de su época, se convierte,
también, en crítica social, en la medida en que denuncia y cuestiona
realidades como la desigualdad social, la explotación de una clase
sobre otra, la enajenación y alienación, así como el dominio ideológico
que no es sino otra manifestación de la dominación de clase.
En esta operación del marxismo vemos puesta en práctica la citada tesis
once sobre Feuerbach, donde Marx establecía como función de la
Filosofía no solo la comprensión del mundo, sino su transformación. En
cuanto a la comprensión el marxismo lo ha hecho muy bien, pues su
aparato teórico y su engranaje metodológico son capaces de explicar la
evolución de la sociedad desde el esclavismo hasta el capitalismo, y
tocar a fondo las características de las sociedades capitalistas. Sin
embargo, respecto a la transformación, las experiencias de socialismo
real no son totalmente marxistas, sino que se han adecuado a
condiciones histórico sociales, adaptándose a diferentes contextos, con
niveles discutibles de éxito.
El trabajo de Marx es una forma de pensamiento crítico que además de
ser epistémico, es social, pues no solo es una evaluación de las formas
de conocimiento, y de los procedimientos de la razón en los terrenos de
la Filosofía, la Economía, la Historia, el Derecho y la sociedad, sino
que incluye una crítica y una visión de cambio sobre las condiciones
sociales, sobre todo de aquellas condiciones de explotación y
dominación, de forma que se convierte en crítica social.
Decía Loic Wacquant en una entrevista titulada Pensamiento crítico y
disolución de la doxa, que desde su punto de vista el pensamiento
crítico más fructífero es aquel en el que coinciden la crítica
epistemológica kantiana, y la crítica social marxista (2006). Desde
nuestro punto de vista, la afirmación de Wacquant es muy sugestiva; sin
embargo, incompleta, pues debemos considerar la máxima de Pierre
Bourdieu (2000) que dicta, las armas de la crítica, deben ser
científicas para ser efectivas. En consecuencia, el pensamiento crítico
que tome en cuenta la cuestión social, debe ser no solo crítica desde
el sentido común, sino que debe ser científico social, con el fin de
que sea efectivo. Al decir científico social, Bourdieu plantea que el
conocimiento se debe desarrollar en el marco de la problematización
teórica y la confrontación empírica, solo el conocimiento que cumpla
con estas dos condiciones podría ser considerado como pensamiento
crítico. Además, P. Bourdieu (2000) dirá que antes de pensar cómo nos
gustaría que fuese la realidad, debemos primero comprender cómo es,
hasta ese momento estaremos facultados para pensar en otras
posibilidades.
En este punto podemos entonces definir el pensamiento crítico como una
forma de razonamiento que combina el análisis epistemológico y
científico social, con la finalidad de comprender la realidad y,
además, cuestionar nuestra forma de comprenderla, nuestro aparato
teórico y metodológico que nos sirve para el análisis de la realidad
social, para finalmente pensar en posibilidades de acción sobre la
realidad estudiada. Nótese que para llegar a esta definición es
necesario tener claro el sentido de la concepción de crítica kantiana y
marxista, así como el aporte de Pierre Bourdieu y Loic Wacquant en
torno al pensamiento crítico (Morales, 2012).
Después de Kant y de Marx, han aparecido una gran cantidad de trabajos
sobre crítica de la razón o, para precisar más, sobre distintos tipos
de razonamiento. Sin ser exhaustivos, podríamos citar a modo de
ejemplos: Crítica de la razón instrumental de Horkheimer (1969),
Crítica de la razón dialéctica de J.P. Sartre (1963), Crítica da razão
indolente de Boaventura de Sousa (2002), Critique of Cynical Reason, de
Peter Sloterdijk, Crítica a la razón utópica, de Franz Hinkelammert
(1984). Y aunque podríamos citar muchos ejemplos más de este tipo de
tratados, de igual forma se nos escaparán una gran cantidad.
De manera que el pensamiento crítico, o la crítica de distintos tipos
de razonamiento, ha sido común a partir de Kant y de Marx, y a pesar de
que, desde el punto de vista bourdesiano, el pensamiento crítico debe
ser científico para ser efectivo, esta forma de razonamiento no es solo
científica, filosófica o académica. Hay pensamiento crítico en algunas
formas de arte, música o literatura, donde también podríamos citar una
gran cantidad de ejemplos, sin agotar nunca la totalidad de
manifestaciones de pensamiento crítico existente.
Un lugar donde el pensamiento crítico ha tenido influencia notable es
en la Educación. Esta influencia ha sido desarrollada de múltiples
maneras, pero para concretar y focalizar el análisis, el siguiente
apartado se centra específicamente en dos de las derivaciones más
comunes e importantes del pensamiento crítico en la educación: la
teoría crítica de la educación y la pedagogía crítica.
Teoría crítica de la educación y pedagogía crítica: formas de
pensamiento crítico
Aunque los términos teoría crítica de la educación y pedagogía crítica
se encuentran muy próximos, resulta fundamental establecer una mayor
precisión conceptual en su uso, con el fin de definir, de una manera
más clara, a qué se refiere cada uno de esos términos. Incluso, algunos
autores suelen usarlos , indistinta o equívocamente, sobre todo,
pensando o sugiriendo qué tanto la pedagogía crítica como la teoría
crítica de la educación provienen de la teoría crítica de la Escuela de
Frankfurt, cuando, en realidad, como se ensayará más adelante, solo la
teoría crítica de la Educación es una derivación directa de Frankfurt y
sus teóricos. Por ejemplo, Ana Maestre (2009) indica: “La pedagogía
critica extrae la tesis de Adorno, Benjamín y Marcuse acerca de cómo a
través de la cultura la conciencia sobre el lenguaje se podría orientar
a la humanidad hacia una praxis dela intersubjetividad, mediante una
acción pedagógica” (p. 2).
En realidad, la pedagogía crítica no extrae estas ideas directamente de
los teóricos de la Escuela de Frankfurt, sino que su principal
fundamentación es una lectura de Karl Marx (18181883) y de Antonio
Grammsci (18911937), y su propuesta es mucho más práctica que teórica,
a diferencia de la teoría crítica de la educación, cuyo principal
objetivo es precisamente teorizar, desde una forma de pensamiento
crítico, el fenómeno educativo.
Además, hay otros autores que utilizan categorías conceptuales del
marxismo para estudiar la educación, y que no califican dentro de la
pedagogía crítica ni dentro de la teoría crítica de la educación, sino
que se agrupan dentro del análisis marxista de la educación, tal como
lo habíamos mostrado en otro artículo (Morales, 2009a).
Entonces, para alcanzar mayor exactitud conceptual, podemos definir la
teoría crítica de la educación como reflexiones y razonamientos
teórico-educativos, que toman los conceptos y los análisis de la teoría
crítica elaborada por la Escuela de Frankfurt, con tal de entender,
comprender y explicar distintos aspectos de la educación como fenómeno
social.
Mientras la teoría crítica de la educación tiene un enfoque más
académico, más cientificista, la pedagogía crítica tiene un carácter
menos explicativo y más orientado hacia la práctica, o si se prefiere,
hacia la praxis, término predilecto de los pedagogos críticos. La idea
de la pedagogía crítica es realizar un trabajo educativo basado en el
diálogo (por ello, es dialéctica), que le permita a los individuos
tomar conciencia de las condiciones de opresión que pueden existir, con
el fin de puedan iniciar la construcción de una nueva realidad, donde
no exista la dominación ni la desigualdad.
Puede existir cierto consenso en que el fundador de lo que hoy
conocemos como pedagogía crítica fue Paulo Freire (19211997). A pesar
de ese cierto consenso podríamos encontrar algunas voces disidentes,
pero como cualquier tema, sobre todo en cuestiones de establecer
orígenes, es esperable la discusión. Aunque Paulo Freire no se calificó
a sí mismo como pedagogo crítico, son otros los que sostienen que fue
el fundador de esta corriente. Esa idea tiene su origen en el análisis
de la obra de Freire y de las acciones educativas que llevó a cabo. Por
ejemplo, Richard Colwell (2005) sostiene que Freire es usualmente
considerado como el primero: Freire is often cited as the primary
exponent of critical pedagogy2 (p.6).
También, a pesar de ese consenso que le otorga a Freire el título de
pionero, no ha sido Freire, quien más ha hablado de pedagogía crítica.
En sus principales obras, como Pedagogía del oprimido (1975), La
educación como práctica de libertad (1978), Política y educación
(1998), Pedagogía de la esperanza (1999) Pedagogía de la autonomía:
saberes necesarios para la práctica educativa (2002b), o en las Cartas
a quien pretende enseñar (2002a), no utiliza el concepto de pedagogía
crítica.
Tampoco cita en esas obras a teóricos de la escuela de Frankfurt, con
excepción de Herbert Marcuse (1898–1979), cuyos textos el Hombre
unidimensional (1971) y Eros y civilización (1969) son citados una vez
en la Pedagogía del oprimido (1975) y mencionado, algunas veces, en
Pedagogía de la esperanza (1999). En cambio, sí son recurrentes en las
obras de Freire, evocaciones a Karl Marx (1818-1883), o bien, a Georg
Lukács (1885 –1971), también un teórico marxista.
Entre todos los libros citados de Paulo Freire, tampoco utiliza el
término pedagogía crítica, una de las pocas ocasiones en que menciona
este término es en el seminario-taller llamado Práctica de la pedagogía
crítica, que forma parte de los documentos agrupados en la obra
titulada El grito manso (2003), que recoge seminarios y conferencias
brindadas por el autor. En ese seminario-taller Freire menciona lo
siguiente:
Les he dicho que una de las tareas fundamentales, tanto aquí en Brasil
y en el mundo entero es elaborar una pedagogía crítica. Y se los digo,
no como alguien que ya fue, se los digo como alguien que está siendo.
Igual que toda la gente yo también estoy siendo, a pesar de la edad. En
función y en respuesta a nuestra propia condición humana, como seres
conscientes, curiosos y críticos, la práctica del educador, de la
educadora, consiste en luchar por una pedagogía critica que nos de
instrumentos para asumirnos como sujetos de la historia. Practica que
deberá basarse en la solidaridad. (p. 30)
Así queda claro que para Freire la pedagogía crítica no es aun una
corriente acabada, es necesario construirla. A Paulo Freire se le ha
considerado un pedagogo crítico no por definir y aplicar algo que tenga
como nombre pedagogía crítica, sino por desarrollar una tendencia
educativa que se basa principalmente en la práctica y en el
cuestionamiento de la realidad social capitalista, la cual se funda en
la desigualdad de clase.
El método de alfabetización de Paulo Freire, aplicado sobre todo en
sectores económica y socialmente desfavorecidos de la sociedad
brasileña, no es solamente una forma de aprender a leer y escribir,
sino que tiene como fundamento la idea de que ese capital cultural es
necesario para desarrollar la conciencia de clase y que la
concientización de las clases explotadas conduce a la lucha por su
liberación.
Una exposición del pensamiento de Freire, en términos de su ideal de
acción liberadora, se encuentra desarrollada en el trabajo doctoral de
Oscar Fernández titulado Paulo Freire ou les conditions d'une action
culturelle liberatrice (1979), en el cual se analizan los núcleos más
sobresalientes de la concepción educativa de este autor, desde el punto
de vista de su concepción de la praxis educativa como acción social
emancipadora.
El eje de la pedagogía crítica es la concepción de educación como
praxis que permite alcanzar la emancipación de las clases oprimidas por
medio de la concientización que se logra realizando un cuestionamiento
de la realidad social inmediata. En este caso, se podría plantear la
idea de que “la verdad también nos hará libres”, siempre y cuando esa
verdad sea alcanzable a través de procesos educativos que acerquen los
temas de estudio a la realidad inmediata de los discentes, y les
permitan comprender su realidad para transformarla, he aquí el ligamen
con el marxismo.
La teoría crítica de la educación, en cambio, no necesariamente posee
un carácter práctico, puede tenerlo, pero también puede prescindir de
ese carácter, tal como lo han hecho muchos de sus autores, la mayoría
precisamente teóricos de la educación más que prácticos de la
educación, aunque en muchos de sus textos hablen de praxis educativa.
Esta tendencia es sobre todo europea y estadounidense. Aunque existen
algunos teóricos críticos de la educación en el subcontinente
latinoamericano, y probablemente en otras regiones del mundo, su origen
está en Europa, por la influencia directa que tuvieron los
intelectuales de la Escuela de Frankfurt en el pensamiento educativo
europeo y luego en el estadounidense, debido al exilio que algunos de
estos teóricos durante la Segunda Guerra Mundial.
Esta corriente de pensamiento posee influencias diversas, desde el neo
marxismo, la Escuela de Frankfurt (la cual es la influencia más
notable), algunas ideas de Paulo Freire, (sobre todo, en Henri Giroux),
e incluso algunos teóricos estructuralistas como Pierre Bourdieu y Jean
Claude Passeron (Morales, 2010).
Dentro de los principales representantes de la teoría crítica de la
educación sobresalen los autores Wilfred Carr, Stephen Kemmis, Basil
Bernstein, Peter MacLaren, Michael Apple, y Henri Giroux. El aporte de
la teoría crítica de la educación ha estado centrado en la reflexión
sobre temas tales como la validez de las teorías reproduccioncitas3 de
origen bourdesiano (Morales, 2009b), el análisis de la desigualdad
escolar, trabajos sobre teoría curricular (Kemmis y Fitzclarence,
2008), análisis ideológico, cultura política (McLaren, 2000),
democratización de la escuela y de la enseñanza (Carr y Kemmis, 1988),
y el lugar de la teoría crítica en el debate educativo (Apple, 1997;
Giroux, 2006), entre muchas otras temáticas, pero son las anteriores
las más sobresalientes.
A diferencia de la pedagogía crítica, no podemos establecer un solo
tema o punto como fundamental dentro de la teoría crítica de la
educación, ya que existe una variedad considerable de temáticas, tal
como lo apuntamos en el párrafo anterior. Sin embargo, sí es posible
establecer los núcleos más importantes de la propuesta de esta
corriente de pensamiento. Al menos podemos hablar de cinco núcleos de
análisis en los que se sustenta la teoría crítica de la educación:
1. El primero de estos tiene que ver con la idea de que la educación
debe ser llevada a cabo por docentes que asuman el papel de
intelectuales reflexivos, transformadores, y pendientes de los
problemas sociales de la Escuela. Esto ha llevado a algunos teóricos
como Wilfred Carr y Stephen Kemmis, a defender la investigación-acción
como una forma mediante la cual los docentes puedan llevar a cabo
procesos reflexivos e investigativos desde y para el aula (Carr y
Kemmis, 1988). Para ellos lo fundamental es que los docentes tomen
conciencia sobre los problemas que enfrentan día a día en su trabajo
docente, y puedan transformar la enseñanza con el fin de mejorar los
procesos educativos.
2. El segundo está relacionado con el tema de la desigualdad social, la
explotación y la iniquidad, estableciendo una crítica al sistema
capitalista y a la función de la institución escolar dentro de este
sistema. Desde esta perspectiva, la educación institucionalizada
funciona como un elemento de reproducción social, ubicando a los
individuos en una parte determinada de la estructura social. Este
proceso es potenciado por el control, el discurso educativo, y el
currículum oculto que está presente en la práctica escolar (Bernstein,
1977; 2001). En esta forma de análisis lo importante es comprender el
funcionamiento de la escuela como mecanismo de reproducción social, con
tal de poder idear las maneras de incidir en este proceso de manera
positiva.
3. En tercer lugar, el tema de la democratización de los procesos
educativos y de la institución escolar es otra constante en la teoría
crítica de la educación. Por lo general, estos teóricos llegan a la
conclusión de que la manera en que la institución escolar está pensada
y funciona, es fundamentalmente un planteamiento autoritario, donde las
decisiones son tomadas arbitraria y verticalmente (Giroux, 2006;
McLaren, 1998). La idea es entonces democratizar la escuela y los
procesos educativos, con tal de que los estudiantes sean considerados
como gestores del aprendizaje, y sean tomados en cuenta en las
decisiones (Giroux y McLaren, 1998). Esto, según los teóricos críticos
de la educación, permitirá que los estudiantes se formen positivamente
en la participación política para que se vinculen como ciudadanos en
procesos de toma de decisiones mayores, relacionados con la vida
política fuera de la escuela (Apple, 1999).
4. El cuarto punto de análisis tiene que ver con los procesos de
comunicación en la actividad educativa. Esta perspectiva comunicativa,
tal como la llama Ana Ayuste, Ramón Flecha, Fernando López y Jordi
Lleras (1999), es una influencia directa de Jurgen Habermas, miembro de
la Escuela de Frankfurt, y su teoría de la acción comunicativa
(Habermas, 2001; 1982). En concreto, la idea es que mediante el
diálogo, y la evaluación de las categorías discursivas de los sujetos,
así como de la autorreflexión, es posible alcanzar consenso, que se da
cuando las condiciones de los actos del habla son democráticas, de
manera que todos los participantes detengan la posibilidad de plantear
sus diferentes puntos de vista. El consenso es un estado clave que
permite tomar acuerdos sobre las acciones posibles, las cuales deben
estar orientadas a la transformación de las condiciones sociales de
existencia.
5. Finalmente, el punto número cinco tiene que ver con el concepto de
emancipación, central en la teoría crítica de la educación, pues para
todos estos teóricos, se trata de un estado ideal en el que los
individuos, por medio del diálogo, la reflexión y la crítica, pueden
tomar conciencia sobre sus condiciones sociales, y emanciparse de
ellas. Este concepto es transversal a todas las obras de teoría crítica
de la educación y es, desde este punto de vista teórico, la función
última que debe cumplir la escuela. El concepto es definido por
Habermas de la siguiente manera: Emancipación significa independencia
de todo lo que esta fuera del individuo (1982, p. 253). En la teoría
crítica de la educación, esta influencia de Habermas va a estar
presente, y el concepto de emancipación se convierte en la consigna de
esta propuesta teórica.
Estos son los núcleos analíticos de la teoría crítica de la educación.
Desde esas concepciones, que sirven como engranaje teórico conceptual,
esta corriente teórica aborda variados temas en contextos sumamente
diferenciados, y desde una amplitud de puntos de vista, con el fin de
dar cuenta sobre el papel de la educación en la sociedad.
Como se ha mostrado, la pedagogía crítica se diferencia en mucho de la
teoría crítica de la educación, aunque podríamos tener en cuenta
algunas semejanzas, como el hecho de que ambas corrientes de
pensamiento provienen del marxismo y ambas son formas de pensamiento
crítico, aunque no del todo epistemológico, sino más bien se trata de
un tipo de crítica científico social y teórico-empirista, fiel a su
origen marxista.
Críticas al pensamiento y la educación crítica
Kant había planteado en la Crítica de la razón pura (2002) que su época
era la de la crítica, y que a la crítica todo debe someterse, desde la
Iglesia hasta la legislación, y también a la crítica debe ser sometido
el pensamiento crítico así como su derivación educativa. En este
apartado proponemos cinco críticas fundamentales a estas formas de
razonamiento.
La primera crítica está relacionada con el concepto de emancipación,
que es común tanto al pensamiento crítico como a la educación crítica.
Tal como lo habíamos citado, el concepto de emancipación proviene de
Habermas (1982), y básicamente lo entiende como un estado de
independencia individual con respecto al mundo exterior. Este concepto
implica entonces una ruptura del individuo con su entorno y, además,
trae consigo el concepto de libertad. De hecho, el concepto de
emancipación constituye un acto de liberación, de acceso a la libertad.
El problema es que desde la ciencia social, esta noción de ruptura con
respecto al mundo externo, y la libertad individual no es concebible.
Pierre Bourdieu había señalado en la obra Cuestiones de sociología
(2000), que lo individual, tal como suele suponerse, no es una
oposición a lo social, sino que, por el contrario, lo individual es una
de las formas de existencia de lo social, pues es la sociedad la que
deposita en las conciencias individuales, distintas formas de hacer, de
pensar y de obrar. Este proceso de interiorización no es del todo
consciente, de manera que los individuos pueden suponer que toman sus
decisiones utilizando una especie de libre albedrío, cuando, en
realidad, sus decisiones están condicionadas y, a veces, determinadas
socialmente.
También, Michel Foucault, en El sujeto y el poder (1988), sostiene que
la definición de sujeto debe entenderse como individuo atado o
sometido, tanto a los otros, por relaciones de dependencia, control y
dominación, como a sí mismo, por su propia identidad y la imagen que
posee de sí mismo. Y, además, si consideramos esta idea de Foucault
complementada con el planteamiento bourdesiano, cuando Foucault dice
sometido a sí mismo, está diciendo de nuevo sometido a lo social,
porque lo social se manifiesta en lo individual.
De modo que el concepto de emancipación termina siendo una consigna
demasiado idealista tanto del pensamiento como de la educación crítica.
En efecto, el ser humano no puede ser absolutamente libre y autónomo,
sino que está en todo momento sometido a estructuras de relaciones de
poder, por lo que tal y como la plantean las corrientes críticas, la
emancipación es teórica y prácticamente imposible de concretarse.
La segunda crítica se centra en el uso excesivo del concepto de praxis.
La interpretación de la tesis once de Marx sobre Feuerbach (1995) puede
llevarse al extremo de creer que no es necesario teorizar o comprender
y que debido a la sugerencia de Marx relacionada con transformar el
mundo, lo que necesitamos es actuar, de ahí el abuso en el tema de la
praxis. Sobre el tema, Slavoj Zizek ha sugerido la necesidad de
invertir, en nuestra época, la tesis once, y volver a pensar y a
comprender antes de actuar y llegar al extremo del activismo
irracional. Dice Zizek (2007):
I am deeply suspicious of this pseudo-sense of urgency. I think it is
the same as “act, so that you don’t have to think.” Today, more than
ever, we need time to think. This does not mean that we do not protest
or do what is possible. But let’s not behave as if everything is clear.
I do not think we even have a convincing theory of where are we today4.
El acto de teorizar también es imprescindible, tal como lo sugiere
Zizek, el exceso en la praxis puede llevar al extremo del activismo sin
una teoría que permita orientar las acciones de los individuos. Esta es
la causa por la que muchas protestas y acciones terminan con el fin de
la protesta misma, sin mayores implicaciones futuras.
Es este un punto débil del pensamiento crítico, sobre todo en
educación, pues se le ha dado un papel demasiado preponderante a la
práctica, relegando el propio pensamiento a un segundo plano. Nótese
que tal como la habíamos sugerido, mucho del pensamiento crítico
educativo está mayormente influenciado por la noción de praxis en el
marxismo, de origen crítico-social, pero hay muy poco de influencia
kantiana y de crítica epistemológica.
La tercera crítica tiene que ver con el concepto de democratización,
sobre el cual se insiste en el pensamiento crítico educativo. Como
vimos, hay un planteamiento muy pertinaz en el tema de democratizar la
escuela y los procesos educativos. Cuando en realidad la idea de
democracia es muy difusa, no se define de qué tipo de democracia se
está hablando, tampoco se tienen claros los procedimientos democráticos
que se utilizarían, de manera que cualquier forma de decisión colectiva
sobre algún asunto es considerada democracia. Hay dos ideas iguales en
ambos párrafos.
La carencia de una definición mínima de democracia debilita el
pensamiento crítico educativo, pues no se tiene claro de qué se está
hablando cuando se habla de democracia. La democracia es un sistema que
posee un conjunto de reglas aceptadas, y que permiten definir quienes
acceden al poder. Si se trata simplemente de tomar el criterio de los
individuos participantes en los procesos educativos, con tal de tomar
decisiones específicas, estamos en presencia de un sistema de igualdad,
más que de un sistema democrático.
Por otro lado, tal como lo señala Norberto Bobbio (1985), la democracia
es una invención liberal, es la ideología política del sistema
capitalista, y tiene limitaciones, o lo que Bobbio llama promesas
incumplidas, siendo una de estas promesas rotas, la educación de la
ciudadanía. Entonces, ¿por qué una corriente crítica, de orientación
marxista, incurre también en la idealización de la democracia al punto
de llevarla al salón de clase? Esto ocurre por una inconsistencia del
pensamiento crítico educativo y la falta de creatividad necesaria para
pensar en formas alternativas de vida social
La cuarta crítica es la que considera al pensamiento crítico y a la
educación crítica como un funcionalismo inverso (Criado, 2003). El
punto es que el pensamiento crítico educativo nace como una alternativa
al funcionalismo de Durkheim y Parsons (Morales, 2010) y al sistema
educativo capitalista que se basa en la formación de ciudadanos útiles
al sistema, integrados a su sociedad y respetuosos del orden.
Sin embargo, el problema consiste en que el pensamiento crítico
educativo se convierte también en una forma de funcionalismo, pero
inverso, en el cual los individuos deben ser educados para funcionar en
otro sistema, y deben ser útiles para otros fines, que se consideran
discursivamente más nobles y dignos, y como fines verdaderamente
importantes.
En ambos casos, así como lo señala Martín Criado (2003), tanto en el
funcionalismo como en el pensamiento crítico educativo, existe una
ideología, existe legitimación, y si lo complementamos con Pierre
Bourdieu, existe también violencia simbólica, entendida como una acción
pedagógica que selecciona e inculca una arbitrariedad cultural,
mediante una relación comunicativa, y haciendo uso de la autoridad
pedagógica (Bourdieu y Passeron, 1996). Toda acción pedagógica, aunque
sea crítica, es una acción de violencia simbólica.
Finalmente, la quinta crítica es que el pensamiento crítico, así como
la educación crítica corren el riesgo de convertirse en una forma de
dogmatismo. El pensamiento dogmático es irreflexivo y toma las
realidades por dadas. Si el pensamiento crítico no se cuestiona a sí
mismo, estamos en presencia de un pensamiento sectario y dogmático. Y,
en efecto, existen manifestaciones del pensamiento crítico educativo
que tienen un carácter dogmático y maniqueo de la realidad social.
Cuando el pensamiento crítico se propone como la única alternativa
válida para salir de la dominación que se lleva a cabo mediante el
sistema capitalista y la institución educativa, no solo trata de
imponerse sobre las conciencias individuales, sino que se autopresenta
como la verdad ante un mundo de falsedades. El pensamiento crítico,
para ser verdaderamente aceptado como tal, debe ser crítico de sí
mismo, y combinando tanto la crítica epistemológica kantiana como la
crítica científico social marxista.
Consideraciones finales
A modo de conclusión, es pertinente plantear una pregunta más que dar
respuestas, esta pregunta es la siguiente: ¿Cuál es el papel de la
teoría crítica y de la pedagogía crítica en la teoría educativa
contemporánea? Teniendo en cuenta las definiciones aportadas para el
pensamiento, la pedagogía y la teoría crítica de la educación, así como
sus principales temas, problemas, conceptos, autores, y críticas, es
posible ensayar una valoración sobre el lugar que estas formas de
razonamiento ocupan en el debate actual.
La respuesta puede ser muy similar a la que da Loic Wacquant (2006),
cuando se le pregunta por la influencia del pensamiento crítico en la
actualidad, y sin ser contradictorio apunta que es, al mismo tiempo,
extremadamente fuerte y terriblemente débil (p.45), pues contamos con
una aparato teórico y con evidencias empíricas contundentes sobre el
funcionamiento de la desigualdad, de la explotación de la dominación en
todas sus formas, y en diversos espacios, siendo el campo educativo un
lugar privilegiado por la cantidad de investigaciones que se han
realizado sobre la educación desde la perspectiva crítica.
El desarrollo de investigaciones sobre el funcionamiento de los
mecanismos de poder en espacios como el trabajo, la economía, la
sexualidad y el género, la escuela, entre muchos otros, es exhaustivo y
extenso, pero de igual manera, esas realidades que comprendemos teórica
y empíricamente, persisten a pensar de nuestra comprensión del mundo
social. Y esto ocurre con particular fuerza en el campo de la educación
y en el ámbito de las relaciones y fenómenos que se dan dentro de ese
campo.
El papel de la teoría crítica de la educación y de la pedagogía crítica
ha sido y sigue siendo fundamental, tanto como tema de estudio así como
herramienta de trabajo. Probablemente, Paulo Freire es uno de los
autores más leídos en las facultades de Educación y de Ciencias
Sociales del mundo, no solo en el de habla portuguesa e
hispanohablante, sino también en otros espacios como el estadounidense.
La influencia de la educación crítica es muy fuerte en los espacios
académicos, y se podrían citar una gran cantidad de investigaciones que
enarbolan las banderas de la crítica, pero en el mundo social
cotidiano, la dominación, la exclusión y la explotación siguen
funcionando.
Asimismo, vale la pena reflexionar sobre las críticas que se le pueden
plantear a la educación crítica, por ejemplo, las que hemos propuesto
en este ensayo pues resolver esos problemas fortalecería eventualmente
a esta forma de pensamiento.
La educación crítica actual ocupa un lugar preponderante en la teoría
educativa contemporánea, y probablemente lo siga ocupando por mucho
tiempo más, pues los debates que propone tienen vigencia y lo problemas
que aborda no se van a resolver pronto; además, proporciona teorías y
evidencias empíricas que permiten entender el funcionamiento de la
educación.
De modo que podemos concluir que en la teoría contemporánea de la
educación, el pensamiento crítico tiene una gran vigencia, el problema
sigue siendo cómo darle vigencia no solo en la teoría, sino en la
práctica educativa, tema que podría ser abordado en otros trabajos. La
aplicabilidad de la teoría y de la pedagogía crítica puede
desarrollarse al menos en dos vías, una es el propio trabajo de aula,
esto es, utilizar los componentes y constructos teóricos en el trabajo
docente, aplicándolo a la enseñanza de las distintas disciplinas que
conforman los currícula. Una segunda vía es la utilización de esta
teoría como un marco analítico y teórico explicativo aplicable en los
procesos de investigación didáctica, pedagógica y socioeducativa en
general. Concretar esta aplicación continúa siendo el reto actual de la
pedagogía crítica y de la teoría crítica de la educación.
Notas y Citas
2 Freire es a menudo citado como el primer exponente de la pedagogía
crítica (traducción propia).
3 Las teorías de la reproducción tienen su punto alto de desarrollo,
sobre todo, con el trabajo que Pierre Bourdieu realizó sobre la
educación, el cual se ha convertido en un paradigma de la sociología de
la educación, incluso la llama una “teoría total”, pues explica el
funcionamiento del sistema educativo y, además, explica las evidencias
que podrían contradecir la teoría. La educación y, particularmente, el
sistema de enseñanza es para Bourdieu un mecanismo de reproducción de
la desigual distribución del capital cultural, que colabora, a su vez,
con la reproducción en la desigualdad social y económica. En efecto, es
este concepto de capital cultural el elemento novedoso en la teoría
bourdesiana, porque en las elaboraciones sociológicas anteriores la
educación se concebía siempre relacionada al capital económico, pero no
al capital cultural.
4 Sospecho profundamente de ese pseudo sentido de urgencia. Creo que es
lo mismo que decir "actúa de manera que no es necesario pensar”. Hoy
más que nunca necesitamos tiempo para pensar. Esto no significa que no
debemos protestar o hacer lo que sea posible. Pero no nos comportemos
como si todo está claro. No creo que tengamos ni siquiera una teoría
realmente convincente de donde estamos hoy (traducción propia).
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Correspondencia a:
Luis Carlos Morales Zúñiga. Profesor de la Escuela de Formación Docente, Universidad de Costa
Rica. Magíster Scientiae en Sociología por la Maestría Centroamericana
en Sociología con sede en la Universidad de Costa Rica. Licenciado en
la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica. Dirección
electrónica: luis23m@gmail.com
Ensayo recibido: 2 de setiembre, 2013 Devuelto para corrección: 10 de
febrero, 2014 Aprobado: 15 de mayo, 2014