Sistema de Creencias Acerca de la Matemática
Beliefs System on the Mathematical
Oswaldo Jesús Martínez Padrón1
1 Docente Titular, a Dedicación Exclusiva, de la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador (UPEL) - Instituto Pedagógico Rural El Mácaro,
Venezuela, Coordinador del Centro de Investigación para la
Participación Crítica. Profesor de Matemática y Doctor en Educación
egresado de UPEL. Dirección electrónica: ommadail@gmail.com
Dirección para correspondencia
Resumen
Este artículo reporta una investigación cuyo objetivo fue comprender
las acciones observadas tanto en estudiantes que se forman para enseñar
Matemática, como en sus docentes, en función del sistema de creencias
acerca de la enseñanza de la Matemática, su aprendizaje o su
evaluación. Dichos estudiantes cursaban la carrera de Educación
Integral en una Universidad Pedagógica, que sirvió de contexto para
validar empíricamente un conjunto de postulados teóricos a través de un
trabajo de campo de carácter descriptivo, concretado en un estudio
etnográfico. Con la información obtenida mediante observaciones y
entrevistas, se interpretaron las acciones y se confirmó, entre otros
aspectos, que el sistema de creencias de estos actores impacta en sus
actuaciones, destacando que: (a) los docentes continúan atados al
modelo concepto-ejemplo-ejercicios, sin invitar a los estudiantes a
resolver problemas, ni solicitarles el uso de sus conocimientos
previos, y (b) los estudiantes presentan actitudes desfavorables hacia
la Matemática y también aversión, por pensarla aburrida, compleja y
difícil de entender.
Palabras clave: Educación matemática, formación de docentes, sistema de
creencias, Venezuela
Abstract
This paper reports a study aimed at understanding the actions observed
both students training to teach mathematics and its teaching, depending
on the system of beliefs about the teaching of mathematics, learning or
evaluation of their learning. These students are studying in an
Integral Education in Pedagogical University which was the context for
empirically validate a set of theoretical principles through field work
descriptive-interpretive component as described in an ethnographic
study. With the information obtained through observations and
interviews were interpreted and confirmed actions, among other things,
that the belief system of these actors impacts their actions, noting
that: (a) teachers still tied to the model concept-example-exercises
without inviting students to solve problems or requesting the use of
prior knowledge, and (b) students have unfavorable attitudes towards
mathematics and aversion also think it boring, complex and difficult to
understand.
Key words: Mathematics education, teacher training, beliefs system,
Venezuela
1. Introducción
Este artículo reporta una investigación debida a un estudio
etnográfico, el cual se concretó observando las acciones de un grupo de
estudiantes en su proceso de formación como docentes en una universidad
pedagógica venezolana. Tales estudiantes tenían la particularidad de
ser docentes en servicio, sin el título universitario correspondiente,
por lo que ya enseñaban contenidos matemáticos en los primeros 6 grados
de la Educación Primaria venezolana.
El estudio se sustentó en un conjunto de postulados teóricos
construidos mediante una investigación documental que, posteriormente,
fue validado en un contexto empírico donde se llevó a cabo un trabajo
de campo, de carácter descriptivo-interpretativo, en concordancia con
el paradigma cualitativo.
El objetivo central de esta investigación fue formular un conjunto de
enunciados que permitieron describir, explicar (funcionalmente) y,
sobre todo, comprender las acciones ostensibles de los actores
(estudiantes y docentes) que interactuaron en las clases de Matemática
observadas, luego de develar la teoría en uso expresada en función del
sistema de creencias concerniente a la Matemática que se enseña, se
aprende o se evalúa. La materialización de este objetivo también se
hizo en función de otros factores imbricados que configuran el dominio
afectivo, en vista de las múltiples relaciones que entre ellos existen.
Aunque existen muchos estudios sobre formación docente, la motivación
de esta investigación se centró en el hecho de querer colocar en
escena, un conjunto de hallazgos que pudieran ser comunes a otros
grupos de estudiantes que también se forman como docentes de Matemática
en otras latitudes, destacando aspectos relacionados con sistemas de
creencias de los actores involucrados.
2. Vigencia de la problemática en Educación Matemática
A pesar de que las investigaciones en el ámbito de la Educación
Matemática se han incrementado notablemente en los últimos años y
muchos de sus resultados han sido reportados y discutidos en eventos
nacionales e internacionales, tales como el Congreso Venezolano de
Educación Matemática (COVEM), la Reunión Latinoamericana de Matemática
Educativa (RELME), el Congreso Iberoamericano de Educación Matemática
(CIBEM) y el International Congress on Mathematical Education (ICME),
el aprendizaje de la Matemática no parece haber mejorado de manera
sustancial, existiendo casos donde la aprobación de la asignatura no se
corresponde con el logro de verdaderos aprendizajes (Martínez, 2008a).
Eso quiere decir que no todos los que aprueban Matemática poseen las
competencias necesarias y suficientes para poner en escena los
contenidos conceptuales y procedimentales requeridos para, por ejemplo,
resolver problemas matemáticos.
En la RELME 21, Farfán y Sosa (2007) plantearon que aún la Matemática
es concebida como un cuerpo de conocimientos preexistentes y dotados de
una estructura lógica que los estudiantes deben descubrir, centrando su
atención en la manipulación de reglas y procedimientos, lo cual dista
de la resolución de problemas como estrategia de enseñanza. Al
respecto, Martínez, Villegas y González (2007) señalaron, en el VI
COVEM, que aunque se le haya privilegiado como la más apropiada para
hacer Matemática, es ajena a las rutinas que prevalecen en muchas aulas
actuales, pues sigue favorecida la visión de desarrollar la clase
apoyada en los tradicionales ejemplos y ejercicios planteados, luego de
establecerse algún contenido conceptual o procedimental por parte del
docente.
Estos últimos autores acotan que hay que trascender la aplicación
mecánica de conocimientos matemáticos y abogar por el definitivo empleo
de la resolución de problemas como rutina de clase, pues con su uso
afloran variados aspectos cognitivos, contextuales, actuacionales y
afectivos, destacando que estos últimos impactan de manera importante
en sus resolutores. Quizás por ello, Polya (1965) y Schoenfeld (1992)
han señalado en varias oportunidades, que resolver un problema no es un
asunto meramente intelectual, sino emocional. Esta última
preponderancia también es destacada por Goleman (1996), quien asevera
que gran parte de lo que hacen los sujetos puede estar dirigido
emocionalmente, lo cual amaina la reflexión deliberada y analítica que
caracteriza a la mente pensante.
En el VII CIBEM, Cantoral (2009) planteó que muchos estudiantes no
logran avanzar de un nivel a otro y la mayoría de quienes lo alcanzan
enfrentan graves problemas por carecer de aprendizajes verdaderos, lo
cual suele deberse al abordaje aislado de temas y a la simulación de
aprendizajes para sobrevivir en las instituciones educativas donde
estudian. En ese mismo evento, González (2009) reportó que muchos de
los egresados de las instituciones de educación secundaria en
Latinoamérica acceden a la educación superior “sin haber alcanzado las
competencias, conocimientos, habilidades y destrezas que se requieren
para poder superar exitosamente las exigencias implicadas en las
diversas tareas asociadas con los estudios universitarios” (p. 89), lo
cual genera un rendimiento estudiantil notoriamente deficiente, que se
traduce no solo en repitencia y deserción estudiantil, sino en fobia o
aversión hacia la Matemática y asignaturas afines.
Puede entonces vislumbrarse el impacto de los aspectos afectivos en el
aprendizaje. En tal sentido, Martínez (2009) señala que lo que se
piensa, se dice o se hace en el aula de clases de Matemática, sigue
generando una serie de creencias y concepciones que no favorecen el
buen desarrollo y provecho de las clases de Matemática, y tampoco
beneficia el logro de actitudes favorables hacia dicha asignatura,
sobre todo porque la concepción de la clase que impera se mantiene sin
mayores cambios y conserva una estructura que los docentes continúan
desarrollando de manera expositiva.
En este orden de ideas, Xenofontos y Andrews (2008) presentaron, en el
ICME 11, una investigación sobre creencias y Matemática en docentes que
enseñan esta asignatura, reportando que existen quienes, al igual que
sus estudiantes, suelen sentirse nerviosos cuando abordan la tarea de
resolver problemas matemáticos. También indican que los alumnos que
ellos atienden se muestran inseguros y no responden con entusiasmo
cuando se les presenta problemas matemáticos para resolver en el aula.
En la RELME 23, Sánchez, Becerra, García y Contreras (2010), señalaron
que en cualquier sector social se reportan críticas por los problemas
que enfrentan los estudiantes en el aprendizaje de la Matemática, y que
estas, junto con el rechazo hacia dicha disciplina, generan prejuicios
que no obedecen únicamente a aspectos relacionados con la naturaleza de
la asignatura, sino con estereotipos creados a su alrededor, lo cual es
transmitido desde el entorno familiar y educativo. A tal efecto,
Martínez (2013) destacó, en la RELME 26, que esos aspectos generan
creencias que han venido contribuyendo con el fracaso no solo de los
estudiantes, sino de sus docentes y de las instancias escolares que los
atienden, dando origen, incluso, a representaciones sociales que son
vistas como un sedimento cultural producido durante las interacciones
comunicacionales concretadas durante varias generaciones, y como una
forma de adquirir y de comunicar conocimientos que llegan a guiar los
pensamientos de los protagonistas de la clase.
En esa misma RELME, Soto y Cantoral (2010) refuerzan que el fracaso
escolar puede ser interpretado de variadas maneras y conlleva,
inevitablemente, a un señalamiento del estudiante y de otros actores
del proceso, tomando en cuenta contextos étnicos, religiosos,
económicos o culturales donde se desarrolla el estudiante.
Siguiendo esas ideas, en el MATECOMPU 2012, Leo (2012) reporta que
aunque la Matemática siempre ha tenido presencia en la práctica en la
vida cotidiana y, por ende, ocupa un lugar privilegiado en el
desarrollo humano, mucha gente no puede con ella. Esto constituye en
una creencia que ha conducido a la formación de prejuicios y ha
impedido el logro de un buen rendimiento académico en esta asignatura.
Dicho rendimiento dependerá no solo del tipo de atribuciones causales
que el estudiante experimente en sus éxitos y fracasos como aprendiz,
sino de los estímulos asociados con esta disciplina. Eso quiere decir
que las decisiones que toman los docentes en el aula, la puesta en
escena de la clase, las relaciones de poder, las ideologías y las
representaciones sociales debidas a aspectos asociados con la clase,
son espacios propiciatorios para la generación de tensión, angustia,
temor y otras reacciones emocionales que obligan a trascender las
tradicionales consideraciones cognitivas del aprendiz de contenidos
matemáticos (Martínez, 2013).
Las situaciones planteadas son características en variados contextos y
ligadas a una constelación de factores pertenecientes al dominio
afectivo en la Educación Matemática, haciendo especial énfasis en las
creencias. De situaciones similares también dan cuenta investigadores
tales como Ponte (1994; 1999), Oliveira y Ponte (1997), Gómez (2000;
2003), Vila y Callejo (2004), Philipp (2007), Maa� y Schl�glmann (2009)
y Martínez (2008a; 2011; 2013), destacando que las creencias sobre la
Matemática y procesos concomitantes a ella, disparan y sustentan
sentimientos y emociones que guían las: (a) decisiones de los
estudiantes y sus docentes, (b) concepciones de la clase sobre la base
de la modelación y de las experiencias previas, y (c) actitudes que
bloquean o favorecen la capacidad resolutoria de problemas matemáticos,
según la tensión, angustia, confianza, placer, desesperación,
bienestar, rabia, miedo o tristeza que el resolutor experimenta al
arrostrar ese tipo de experiencias de aprendizaje en el aula de clases.
De acuerdo con lo planteado, se concreta que:
1. Lo que acontece en la clase de Matemática sigue siendo de talante
complejo y multirreferencial, manteniéndose vigente una realidad
histórica manifiesta en un déficit sostenido en el aprendizaje de los
contenidos matemáticos, debido a que no se materializan de manera
adecuada y significativa.
2. Continúan existiendo docentes que no asumen los cambios, así como
tampoco los propician ni los ponen en escena.
3. Existen investigadores e instancias educacionales que no desarrollan
programas robustos, participativos y con seguimiento, capaces de
materializar cambios para el mejoramiento, de manera consistente y
sistematizada.
Las razones anteriores pueden considerarse suficientes para que sigan
prevaleciendo sentimientos, emociones, atribuciones, representaciones
sociales, actitudes, concepciones y, particularmente, sistemas de
creencias que continúan sosteniendo la tendencia didáctica tradicional
en la formación de docentes, en la cual no se toman en cuenta, por
ejemplo, los conocimientos didácticos-matemáticos de vanguardia, ni
otros aspectos concomitantes. A tal efecto, se hace necesario seguir
abordando tales problemáticas sobre lo que acontece en diferentes
escenarios. Particularmente, en Venezuela todavía están pendientes
algunas confirmaciones de invariantes en relación con postulados
teóricos internacionales, así como el planteamiento de algunas
variantes que pudieran ser propias de este contexto, caracterizado por
espacios donde se forman docentes que ya tienen la tarea de enseñar
contenidos matemáticos en las escuelas donde laboran.
3. Aspectos teórico-referenciales
Lo que acontece en el aula de clases de Matemática está imbuido de
abundantes aspectos multirreferenciales. No obstante, en esta
oportunidad se sesga la atención hacia aquellos que forman parte del
dominio afectivo, debido a que el afecto que se produce hacia los
objetos, personas o situaciones, depende de un compendio de factores
conformado por apreciaciones, ideas, preferencias, creencias,
concepciones, emociones, actitudes, valores, sentimientos,
atribuciones, motivaciones y otros fuertemente arraigados en los
sujetos, y son responsables de muchas de sus acciones y comportamientos
(Ponte, 1994; Gómez, 2000; Martínez; 2005, 2008a). Tales
consideraciones han generado expectativas en el ámbito educacional,
tanto por su preponderancia en la toma de decisiones en el aula, como
por su contribución con el éxito o con el fracaso escolar de los
sujetos, particularmente cuando en las acciones ligadas al proceso de
enseñanza,-aprendizaje-evaluación, subyacen creencias que dan cuenta de
lo que allí acontece.
En concordancia con ese proceso de enseñanza-aprendizaje-evaluación de
la Matemática y con la primacía que tienen las significaciones e
interpretaciones que dan los sujetos a tales factores del dominio
afectivo, se precisan algunas referencias teóricas muy generales en
relación con las creencias y otros factores básicos del dominio
afectivo.
3.1 Creencias
Una creencia “va más allá de lo que la razón y la experiencia pueden
alcanzar” (Quintana, 2001, p. 23). Quizás por ello, siempre ha
persistido la necesidad de creer en algo o en alguien. También, cuando
alguien se aferra a algo, esto implica creencia “no en el objeto en
cuanto es lo que es, sino en cuanto se le atribuyen propiedades”
(Vadas, 1994, p. 41). En este sentido, es creada por la mente de los
sujetos y supone una adhesión a una idea.
Con apoyo en las ideas de Ponte (1999), se puede indicar que las
creencias constituyen una base para el conocimiento y se corresponden
con uno de tipo inferior, proporcionando puntos de vista del mundo del
sujeto, por formar un substrato conceptual de vital importancia en sus
pensamientos y en sus acciones. Callejo y Vila (2003) agregan que están
referidas a un contenido concreto sobre el cual tratan: “tienen un
fuerte componente cognitivo que predomina sobre el afectivo (…) están
ligadas a las situaciones [y] pueden evolucionar gracias a la
confrontación con experiencias” (pp. 180-181), que las puede hacer
consistentes o inconsistentes, por lo que se construyen y transforman a
lo largo de la vida del sujeto.
En todo caso, Martínez (2008b) las considera principios rectores que
forman parte del conocimiento y sirven de sustento al proceder en el
quehacer matemático. Pero estas creencias no se presentan aisladas, por
lo que hay que considerarlas en relación con otras.
3.1.1 Sistemas de creencias
Callejo y Vila (2003) declaran que “una creencia nunca se sostiene con
independencia de otra” (p. 182), es decir, se relacionan entre ellas
configurando una estructura (Vila y Callejo, 2004), y a ello se debe
que muchas veces se tiende a hablar de sistemas de creencias, en vez de
creencias aisladas. De allí que si las creencias conforman un sistema,
sería interesante conocer su estructura subyacente y las
interrelaciones que se producen entre sus componentes constitutivos.
Para van Dick (1999) y Vila y Callejo (2004), el sistema de creencias
constituye una estructura compleja, formando una red organizada
(Callejo y Vila, 2003) que se va reajustando en la medida en que el
sujeto contrasta sus visiones con la práctica, dándole esto un carácter
dinámico (Thompson y Ernest, citados por Gómez y Valero, 1997)
caracterizado por la forma en que cree la persona “y no tanto por lo
que cree” (Callejo y Vila, 2003, p. 182). Tal situación genera la
posibilidad de tener, por ejemplo, a 2 personas con las mismas
creencias, pero sujetas a distintos sistemas que pueden implicar
diferentes abordajes ante un mismo objeto.
Por la relación que existe entre los sistemas de creencias y otros
factores del dominio afectivo, se esbozan, a continuación, algunos de
estos factores, de manera muy sucinta.
3.2 Actitudes
Las actitudes son predisposiciones comportamentales acompañadas de
reacciones valorativas o evaluativas, y que se manifiestan a través del
agrado o desagrado hacia algún objeto, sujeto o situación (Sarabia,
1992; Bolívar, 1995). En el caso de que estén ligadas con la
Matemática, esas actitudes pueden manifestarse como predisposiciones o
juicios valorativos o evaluativos que pueden ser favorables o
desfavorables hacia esa asignatura, determinando las intenciones
personales de los sujetos e influyendo sus comportamientos o sus
acciones frente al objeto, sujeto o situación (Gómez, 2000; Martínez,
2005; 2008a). De manera que si durante el desarrollo de la clase hay
presencia de miedo, aburrimiento, desconcierto, desamor, disgusto,
rabia o desilusión hacia la Matemática, se está frente a información
preponderante responsable de determinadas actitudes negativas, las
cuales podrían estar conectadas con el fracaso de los estudiantes,
debido al rechazo hacia la asignatura y los procesos ligados a ella.
También existen actitudes positivas y neutras (Gallego, 2000). Las
positivas pueden conducir a que los estudiantes se enamoren de la
Matemática, permitiendo la construcción de ámbitos de cariño,
estimación y reconocimiento hacia procesos que patrocinan clases de
Matemática exitosas. Las neutras conducen a la ausencia de interés,
atención y preocupación por la Matemática y se materializan por la
falta de compromisos.
En concordancia con lo que precisan los autores recién citados, junto
con lo que especifican Gallego (2000) y Cembranos y Gallego (1988), la
manifestación de las actitudes puede darse a través de 4 componentes o
dimensiones actitudinales: (a) Cognoscitivo (el saber): percepciones,
ideas, opiniones, concepciones , creencias, etc. (b) Afectivo (el
sentir): emociones y sentimientos (c) Conativo (intencional):
predisposiciones, predilecciones, preferencias, tendencias o
intenciones de actuar de una forma específica ante el objeto; y (d)
Comportamental (el comportamiento): conducta observable propiamente
dicha, concebida como un conjunto de comportamientos.
3.3 Emociones
Varios aspectos que tienen que ver con el afecto surgen de respuestas
emocionales. Goleman (1996), quien ha realizado importantes estudios
sobre la inteligencia emocional, señala que cuando un sujeto se
emociona, es posible que palidezca o se torne de piel rojiza, debido a
que la sangre fluye y existen cambios en el ritmo cardíaco,
considerando la emoción como: (a) “cualquier agitación y trastorno de
la mente, el sentimiento, la pasión, cualquier estado mental vehemente
o excitado” (p. 331) y (b) un sentimiento asociado con pensamientos,
estados psicológicos y biológicos, tendencias de actuar, y otros
aspectos.
Para Gómez (2000), las emociones “son respuestas organizadas más allá
de la frontera de los sistemas psicológicos, incluyendo lo fisiológico,
cognitivo, motivacional y el sistema experiencial. Surgen en respuesta
a un suceso, interno o externo, que tiene una carga de significado para
el sujeto” (p. 25). González (1997) señala que cuando son
experimentadas por el sujeto, son capaces de inhibirlo o estimularlo
ante dicho proceso. Además, Martínez (2008b) las asocia con ira, odio,
tristeza, temor, placer, amor, sorpresa, enojo, miedo, frustración,
desagrado, disgusto o vergüenza, por lo que se estaría hablando de
emociones cuando, por ejemplo, en la clase de Matemática los
estudiantes se exasperan o muestran nerviosismo, fobia, pánico o placer
por la clase.
Haciendo caracterizaciones más precisas, Olguín (s.f.) plantea que las
emociones están conformadas por un sistema de 3 componentes:
1. Perceptivo: destinado a la detección de estímulos. Incluye elementos
hereditarios y también fruto de las experiencias del sujeto.
2. Motivacional: encargado de impulsar, mantener y dirigir la conducta
de los sujetos hacia determinados objetos.
3. Conductual: depende de tres manifestaciones: (a) la reacción
fisiológica perceptible, (b) los pensamientos, y (c) la conducta
manifiesta.
Cuando, por ejemplo, un sujeto: (a) suda por el temor que tiene hacia
los exámenes de Matemática, ello puede representar un caso relacionado
con el primer componente; (b) siente miedo hacia esa asignatura como
impulso para no estudiarla, sería una situación referida al segundo
componente, y (c) desarrolla estrategias de evitación de situaciones de
presentación de pruebas de Matemática, se estaría ante la presencia del
tercer componente, en el momento cuando se observe sudoración al pensar
y decidir eludir la presentación de la prueba.
Conjugando estos referentes, se puede concretar que las emociones se
corresponden con un fenómeno de tipo afectivo que un sujeto emite en
respuesta a un suceso, interno o externo, teniendo para él una carga de
significado. Estas reacciones psicofísicas, de carácter momentáneo,
suelen estar acompañadas de expresiones orgánicas características
asociadas con pensamientos, motivaciones, experiencias, elementos
hereditarios, cogniciones, estados psicológicos y biológicos, y
tendencias de actuar.
4. Metodología
Esta investigación siguió un estudio etnográfico que se concretó
observando las acciones de un grupo de estudiantes en su proceso de
formación como docentes, en una universidad pedagógica venezolana. Para
tener una base en el análisis del discurso de los observados, se
construyó un conjunto de postulados teóricos mediante una investigación
documental que, posteriormente, fue validado en un contexto empírico
donde se llevó a cabo un trabajo de campo, de carácter
descriptivo-interpretativo, en concordancia con el paradigma
cualitativo.
Los postulados dieron cuenta sobre las creencias y otros factores del
dominio afectivo en el campo de la Educación Matemática, siempre
relacionándolos con el conocimiento didáctico-matemático de estos
docentes en formación, aclarando que la Matemática fue asumida como un
constructo general, donde no se tomaron en cuenta dominios específicos
tales como álgebra, geometría o aritmética.
El carácter etnográfico se concretó cuando se describió, densamente, la
cultura del grupo (estudiantes y docentes protagonistas de un conjunto
de clases de Matemática), caracterizada por relaciones reguladas:
costumbres, creencias, concepciones, actitudes, derechos, mitos,
representaciones sociales, ideologías, deberes y obligaciones
recíprocas. La intención sustancial se valió de procesos que
permitieron develar aspectos sobre las teorías en uso, expresadas o
manifestadas en las acciones ostensibles de los actores que
interactuaron en los encuentros observados. En tal sentido, fue útil la
teoría de la acción de Argyris y Sch�n (Argyris, Putnam y McLain, 1987;
Sch�n, 1975).
El trabajo de campo se materializó con la técnica de la observación
directa efectuada durante todo un lapso académico, en 1 sección donde
se administró la asignatura Matemática I, en una universidad pedagógica
venezolana. También, se aplicaron entrevistas en profundidad a los
informantes clave, a fin de hurgar aspectos relevantes observados
durante el desarrollo de las clases de Matemática, tomando como
referencia lo acontecido en su proceso de formación.
Aunado a lo anterior, se revisaron documentos como: hojas de trabajo,
cuadernos de apuntes de los estudiantes, pruebas escritas y tareas
extra aula, que permitieron abundar en detalles y dar apertura a la
triangulación de las fuentes de información allí consideradas.
Los sujetos observados y entrevistados eran estudiantes que tenían la
particularidad de ser docentes en servicio, sin tener el título
universitario correspondiente, por lo que ya enseñaban contenidos
matemáticos en los primeros 6 grados de la Educación Primaria
venezolana. La selección de los informantes clave se hizo de acuerdo
con la relevancia de lo que dijeron o hicieron durante el desarrollo de
la clase, en función de aspectos tales como: (a) su vinculación con el
objeto de estudio, y (b) la asunción de compromisos en los procesos de
discusión en el aula de clase de Matemática.
A lo que dijeron o hicieron los actores que participaron en las clases,
se le aplicó un análisis del discurso, como teoría de servicio en su
versión pragmática (Padrón, 1996), a la luz de las interacciones
comunicacionales producidas sobre la base de la consideración de la
cuaterna didáctica: estudiante-docente-Matemática-contexto. En este
sentido, se analizaron los textos como acciones que pueden desglosarse
en acciones menores.
Las acciones de los estudiantes fueron observadas, junto con las de su
formador, tomando en cuenta el sistema de creencias y otros aspectos
concomitantes del ámbito afectivo, acerca de la enseñanza, el
aprendizaje y la evaluación de los contenidos matemáticos puestos en
escena durante el desarrollo de las clases de Matemática. Las
observaciones se efectuaron durante su proceso de formación como
docentes de la carrera de Educación Integral, en el cual se les prepara
para enseñar esta área del saber y todas las que conforman a los
primeros 6 grados de la Escuela Primaria en Venezuela. Eso quiere decir
que también se les prepara en la parte didáctica correspondiente a cada
asignatura que debe enseñar.
5. Algunas situaciones observadas en la clase de Matemática
Aprender Matemática continúa siendo un proceso cuesta arriba, sobre
todo cuando prevalecen creencias tales como <<�la Matemática
siempre ha sido algo muy difícil de aprender!>> (Estudiante
(Ę)2-Caridad) o <<�esa materia es muy difícil y súper
enredada>> (Ę-Pompilia). Peor resulta cuando tales expresiones
son emitidas por docentes en formación que, sin ser profesionales de la
docencia, ya están en servicio y poseen experiencia laboral enseñando
Matemática y otros contenidos curriculares en los primeros 6 grados de
la Educación Básica venezolana.
Entre esos estudiantes existen quienes opinan que: <<�a los
muchachos hay que explicarle todo lo de Matemática porque si no, no
entienden nada!>> (Ę-Luisana), lo cual sugiere la siguiente idea:
a los estudiantes atendidos por estos los están concibiendo como
sujetos con dificultades para desarrollar, por sí solos, actividades
matemáticas, desestimándolos como aprendices y haciendo ver una
realidad que no siempre es cierta, dado que no es obligante que alguien
le explique algo a otro para que pueda aprenderlo. Esa situación da
cuenta de un estado emocional manifestado en una desesperanza, por
parte de estos docentes en formación, quienes no confían en la
capacidad de los estudiantes que atienden en sus escuelas. Este
referente emocional invita a la asunción de actitudes que desactivan la
posibilidad de enfrentarse a procesos que permitan construir o producir
conocimientos matemáticos. De esta manera, se privan espacios
propiciatorios de experiencias de aprendizaje activas y capaces de
colocar a los aprendices en roles de resolutores de problemas.
La dificultad anterior se acrecienta cuando estos mismos estudiantes
dicen que: <<�esa materia… siempre me ha costado
aprenderla!>> (Ę-Pompilia). Siendo así, posiblemente no tendrían
mucho que enseñar. Igual extraña que entre ellos también haya quienes
dicen cosas como las siguientes: <<�Dios mío, siempre he tenido
problemas con esa materia!... �la Matemática siempre es mi dolor de
cabeza!>> (Ę-Caridad) o << �no quiero nada con
ella!>> (Ę-Estrella), lo cual resulta contradictorio por el hecho
que no es posible que quien tiene la responsabilidad de enseñar
contenidos matemáticos, emita este tipo de expresiones.
Esas actitudes, amalgamadas con las muestras de descalificación que los
propios estudiantes emiten sobre sus potencialidades, tienen mucha
carga cognitiva que obstaculiza cambios en el campo afectivo. Eso
ocurre por estar plagadas de una constelación de factores
desfavorables, tanto para el aprendizaje matemático como para los
contenidos didáctico-matemáticos que ellos requieren, con el fin de
mejorar la enseñanza en las escuelas donde laboran como docentes.
Resulta oportuno dar cuenta que en esas actuaciones existen creencias
organizadas en torno a la Matemática vista como un constructo. Eso
quiere decir que el creer, por ejemplo, que esa asignatura cuesta
aprenderla, no siempre se refiere a dominios particulares, tales como
aritmética, geometría o álgebra, sino a todas las especialidades en
conjunto.
Un aspecto trascendente se presenta cuando se observa que las creencias
no pueden verse de manera aislada, pues suelen estar asociadas con
otras que sustentan, por ejemplo, el carácter difícil y complicado de
la Matemática. Es común encontrar casos donde los estudiantes exigen
que <<para poder resolver los ejercicios que envía [el docente]
en las tareas>> (Ę-Luisana), es indispensable que se explique un
ejercicio modelo, pues, creen no poder vencer todas las dificultades
que se acarrean. Esa asociación fue destacada por Philipp (2007), e
invita a pensar en una estructura que constituye un sistema en forma de
racimos.
El impacto social ha sido tan severo, que aún la Matemática continúa
apareciendo entre las más odiadas e impopulares del currículo,
coincidiendo con la tradición reportada en diferentes momentos, por
autores como Bayley (1979), Madail (1998) y Martínez (2008b).
Evidencias se pueden encontrar en expresiones dadas por una de las
estudiantes quien, además de haberle gustado siempre la materia,
declaró que tiene más de 20 años trabajando en las escuelas, y en esa
experiencia ha notado que ni a los estudiantes ni a la mayoría de sus
compañeras docentes, les gusta esa materia, aseverando que: <<a
casi nadie le gusta la Matemática ¿…y no sé por qué?>> (Ę-Betty).
El mito de ser pensada como la asignatura más impopular del currículo
se ha pregonado año tras año en el mundo entero. Seguramente, mientras
se fomente ese mito fundacional, se mantiene vigente la posibilidad de
acrecentar, entre otros aspectos, miedo, odio, rabia, angustia,
desmotivación y desinterés por la Matemática, llegando a ser repudiada
incluso, por personas que apenas comienzan a saber de ella y que ni
siquiera han tenido la oportunidad de conocerla a fondo. Si a eso se le
agrega lo que dicen algunos formadores de los formadores, en relación
con la posibilidad de aprenderla, lo único que se vislumbra es la
apertura de espacios para inducir, mantener o desarrollar creencias
negativas que alimentan esos mitos.
Vale destacar que cuando se entrevistó al docente que formaba a estos
estudiantes en la Universidad, manifestó que <<a estos
estudiantes… hay que ponerle todo facilito porque sino �no hacen
nada!,… recuerda que ellos piensan que la Matemática es muy difícil y
que… no entienden nada de eso si no se lo explicas…>>. Tal
afirmación evidencia la existencia de formadores de docentes que
proceden según la creencia de que la Matemática es difícil, incluso
para este grupo que ya tiene la responsabilidad de enseñarla en las
escuelas.
Sobre la base de estas afirmaciones se reconforta la idea, previamente
declarada, de que los estudiantes son desestimados como aprendices,
sobre todo porque algunos docentes admiten la necesidad de explicárselo
todo, llegando al extremo de evaluarles cosas elementales por medio de,
por ejemplo, trabajos sencillos y grupales que suelen ser elaborados
fuera del salón de clases. Con actividades evaluativas como esta, es
obvio que se facilita la aprobación de dicha asignatura, sin que exista
la obligación de demostrar que se tiene dominio sobre la asignatura o
sobre los conocimientos didáctico-matemáticos que debieron
desarrollarse en ese proceso de formación. Ello se corrobora cuando
dicho docente dice que <<a estos estudiantes hay que mandarle a
hacer trabajos evaluados para la casa porque si les hago puras pruebas
o evaluaciones individuales en el aula, les complico la vida>>.
Como se observa, este docente cree que sus estudiantes no podrán
responder sus compromisos académicos tal como está pautado en los
programas, debido a que no disponen del tiempo necesario para hacer lo
que tienen que hacer. Además, considera que <<ellos no tienen la
preparación correspondiente>> y eso es usado para disminuirle el
nivel de exigencia en las evaluaciones, lo cual se acrecienta cuando
dice que: <<�tampoco es que le puedo mandar… muchas
cosas…!>>
Puede notarse en el texto la existencia de un compendio de creencias
que subyacen en este docente y se sustentan en experiencias vividas con
este tipo de estudiantes, lo cual ha generado una actitud de
complicidad hacia ellos. Así se facilita el camino a dichos
estudiantes, en detrimento de la posibilidad de aprender Matemática y,
sobre todo, de equiparlos del conocimiento didáctico-matemático capaz
de ser usado para arrostrar la constelación de problemas que existen en
el aula donde se enseña esta asignatura.
La complicidad se robustece cuando el docente dice que suele evaluar lo
mismo que da en clase, con idénticos modelos de ejercicio: <<para
que se guíen en los exámenes... les pongo también ejercicios parecidos…
a los que les mando… en los trabajos… para ayudarlos, tú sabes y con
todo y eso a veces se copian todo eso… �no tienen remedio!>>
En cuanto a las experiencias de aprendizaje utilizadas para apoyar la
clase, se encontró que se concentraron solo en trabajos escritos por
desarrollar fuera de la clase. Además, la dinámica de cada clase fue
cerrada y se ciñó al formato “concepto-ejemplo-ejercicios” donde
únicamente el docente hablaba al momento de exponerla.
Con frecuencia, los estudiantes no fueron invitados a participar en su
desarrollo, así como tampoco a dar cuenta de lo aprendido, excepto en
las pruebas y trabajos escritos. En este sentido, no hubo posibilidades
de observar procesos de aprendizaje pensados en otros formatos. Tal
forma de desarrollar las clases es distante a lo planteado por la
National Council of Teachers of Mathematics (NCTM, 2000), que solicita
una manera participativa de hacer Matemática. Este grupo plantea la
necesidad de que los estudiantes sean los protagonistas de las clases,
las cuales deben estar abiertas a todos ellos para así formar
educadores rigurosos, autónomos, críticos y poseedores de competencias
y conocimientos profesionales específicos, que los hagan aptos para
enseñar contenidos matemáticos.
Particularmente, el conocimiento didáctico-matemático exhibido en la
experiencia observada, no desplegó posibilidades que invitaran a
producir o construir nuevos conocimientos o saberes. Tampoco se
ejercitó la posibilidad de presentar la Matemática con profundidad y
amplitud, ni se hicieron conexiones con contenidos de las demás áreas.
Eso se evidenció cuando el docente excluyó siempre la puesta en escena
de los conocimientos previos sobre Matemática y otras áreas del saber,
y lo didáctico que los aprendices utilizaban en sus prácticas diarias.
La invitación, constante, era a copiar lo escrito en la pizarra,
cerrando la posibilidad de realizar los correspondientes análisis
didácticos requeridos para robustecer las experiencias de aprendizaje.
Pudo observarse que el conocimiento profesional desarrollado es estas
clases se centró solo en el conocimiento de la materia, sin dar
importancia a lo didáctico-matemático que, según Godino (2009),
constituye parte del mínimo por considerar en estos procesos de
formación. Si se hubiesen desentrañado los conocimientos didácticos
previos que poseen estos estudiantes, de seguro se abren espacios para
reconstruir la enseñanza de manera racional. Según Cooney, citada por
Philipp (2007), esta última situación es clave para ayudar a cambiar
las creencias de quienes enseñan, por el hecho de ayudarlos a ser más
reflexivos.
Haciendo algunas concreciones en relación con la observación realizada
y las entrevistas efectuadas, se resume que: (a) la enseñanza se limitó
a exhibir ejemplos a continuación de la presentación de conceptos, y
solicitó el desarrollo de algunos ejercicios fuera de la clase, sobre
la base de los ejemplos dados; (b) predominó el discurso oral del
docente hacia sus estudiantes. Ese sesgo unidireccional hizo que estos
últimos desempeñaran un rol pasivo-receptor de las emisiones orales
provenientes del docente, lo cual avizora concepciones de enseñanza, de
aprendizaje y de evaluación, que distan mucho de lo que se requeriría
para concretar lo previsto en las reformas curriculares actuales, dado
que no apuntan hacia situaciones que permitan obtener y evidenciar
aprendizajes de algo que resulte útil y significativo para el aprendiz,
y (c) los procesos de evaluación están signados con base en
memorizaciones y repeticiones de lo dado por el docente en clase, o de
lo hecho por los estudiantes en trabajos previos.
Se declara que lo hecho en las clases no es un ejemplo que dé apertura
al desarrollo de nuevas e innovadoras maneras de organizar actividades
de aula. Tampoco se exhibieron o modelaron actividades capaces de
lograr mejores formas de aprendizaje basadas, por ejemplo, en el
desarrollo de los contenidos conceptuales, procedimentales o
actitudinales, que prevén los programas con los que ellos trabajan, o
deben trabajar, en las Escuelas Básicas venezolanas.
La dinámica de aula seguida fue protagonizada por el docente, quien no
invitó a sus estudiantes a ser activos y protagonistas de esta,
haciéndola unidireccional, muy rígida y poco productiva. Para González
y Villegas (2005), este modo de comunicación, donde los estudiantes son
pasivo-receptores y donde prevalece la oralidad del docente, está
arraigado en las aulas donde se enseña Matemática, en los diversos
niveles del sistema educativo venezolano, no permitiendo el despliegue
del potencial comunicacional que deben poseer los estudiantes de la
carrera.
González y Villegas (2005) apuntan que para ser docente, se ha de
poseer un alto grado de elaboración lingüística y se debe contar con un
variado repertorio de estrategias que permitan mediar el aprendizaje de
los estudiantes. Se puede decir, entonces, que a este grupo de
estudiantes no se le dio apertura para la creación de escenarios
colectivos que permitan la producción de conocimientos y la
construcción compartida de saberes propiciatorios de múltiples
oportunidades de intercambios lingüísticos, tanto orales como escritos
que, por su génesis, ofrecen posibilidades enriquecedoras del saber.
Lo anterior ofrece una panorámica de lo acontecido en las clases de
Matemática observadas, con el fin de situar al lector dentro de una
distribución global de datos contenidos en el corpus, tomando en cuenta
algunos fragmentos de episodios protagonizados por los sujetos
observados o entrevistados. No obstante, a continuación se despliega
una muestra de algunas creencias y otros referentes afectivos, a fin de
esquematizar un sistema de creencias que se configura mediante algunas
relaciones funcionales establecidas con apoyo de una cadena explanans-
explanandum.
5.1 Algunas creencias del docente
Luego de analizar las acciones e interpretarlas sobre la base de sus
significados, se determinó que entre las creencias que tiene el docente
hacia la Matemática, hacia su enseñanza y hacia los estudiantes que
enseña, se pueden mencionar las siguientes:
1. La Matemática es fácil pero a <<estos estudiantes les cuesta
aprenderla por eso no hay que complicarles la vida cuando se les enseña
o cuando se les evalúa>>.
2. A estos estudiantes <<hay que enseñarles cosas sencillas
porque ellos no van a dar gran cosa a esos muchachos de las
escuelas>>.
3. La Matemática hay que dársela para que la apliquen, pero
<<como el curso exige solo operaciones en N y en Z no es mucho lo
que se puede hacer… entonces no se le pueden complicar las cosas
>>.
4. La Matemática hay que darla tomando en cuenta al contexto para que
<<ellos puedan ver que se puede usar para resolver sus problemas
de la vida cotidiana>>
Si se retoma, por ejemplo, la creencia numerada con 3, donde se dice
que la Matemática debe ser dada para aplicarla, se puede aseverar que
sería vista con lo que Ernest (1991) llama visión instrumental,
concebida como un conjunto de hechos, reglas y destrezas que son útiles
y aplicables a otras ciencias. Sin embargo, esta visión dista de la
observada en clase, ya que existió mucho hincapié en la aplicación de
algunas reglas y, sobre todo, en el aprendizaje y uso de algoritmos
tomados de los ejemplos vistos en clase o de los ejercicios enviados en
las tareas. Tampoco puede decirse que existió la visión numerada con 4,
la cual está centrada en la resolución de problemas, ya que las
actividades no trascendieron los ejemplos, y las tareas enviadas para
hacer fuera de la universidad, tampoco fueron más allá los ejercicios:
solo pedían aplicar los conceptos o las propiedades dadas en clase o
vislumbradas en los módulos de apoyo.
En vista de que Ernest contempla únicamente 3 opciones, y si se asume
que esta categorización es exhaustiva, solo quedaría por analizar la
posibilidad de distinguirla desde la visión platónica, en la cual se ve
la Matemática como un cuerpo estático que se descubre, pero que no
puede crearse. Al parecer, esta visión sería la más cercana y
amalgamaría las intenciones del docente observado, pero en el curso de
las observaciones no se concretaron actividades donde se hicieran
descubrimientos con la Matemática y todo se restringió a copiar lo
escrito en la pizarra, memorizarlo y vaciarlo luego en las pruebas
escritas, lo cual dista de esta visión.
Continuando con la creencia 4, es necesario acotar que en estas clases
no se observaron experiencias de aprendizaje contextualizadas en el
planteamiento de los ejemplos o en la búsqueda de conocimientos
previos; lo que se hizo fue desarrollar una clase colmada de números
que ilustraban definiciones o propiedades ligadas a ellas. En este
sentido, las clases resultaron descontextualizadas y no propiciatorias
de procesos de recontextualización que caracterizan la posibilidad de
evaluar aprendizajes en los estudiantes.
5.2 Algunas creencias de los estudiantes
Así como los docentes emprenden una serie de acciones al enseñar o
evaluar los contenidos matemáticos, los estudiantes también lo hacen al
aprenderlos, protagonizando así episodios que acontecen cuando son
enseñados, informados, instruidos, adiestrados, interrogados,
orientados, asesorados, mediados, dirigidos, acompañados o evaluados.
Tomando en cuenta algunos de los referentes observados, así como los
obtenidos en las entrevistas realizadas, se concreta que en los
estudiantes destacan las siguientes creencias:
1. El docente de Matemática siempre debe dar un ejercicio modelo y ello
<<es indispensable para poder resolver los ejercicios que envía
en las tareas>> (Ę-Luisana).
2. La Matemática no es fácil y <<siempre tiene muchas
dificultades>> (Ę- Estrella). <<La Matemática es difícil de
aprender>> (Ę-Luís Miguel).
3. La Matemática nunca ha sido sencilla <<por eso “raspan”
[aplazan] a todo el mundo>> (Ę-Caridad).
4. Para hacer los ejercicios de Matemática hay que saber las técnicas y
los procedimientos que enseña el profesor; además, es necesario y
obligatorio que se tengan los conceptos claros. <<Si uno no tiene
las cosas claras y no te han dado algo parecido, olvídate que no podrás
hacer nada de lo que te manden>> (Ę-Eloína).
5. <<No hay que matarse tanto, total, lo que nos interesa en
graduarnos para que nos paguen como graduados>> (Ę- Caridad).
Ella sustenta la creencia de que hay que prepararse para pasar y
graduarse, sin necesidad de emitir información sobre lo que puede
aprender o no en el curso de Matemática.
Esta última postura obliga a repensar la manera de desarrollar la clase
de Matemática, ya que si solo se solicitan cuestiones banales, no
habría mucho que esperar de los estudiantes, pues lo que quedó abierto
fue el uso de modelos materializados con los ejemplos de clase y con
los ejercicios de las tareas. Ello genera, en los estudiantes,
creencias sustentadas en el hecho de que los resultados se obtienen
siguiendo el camino dado por el docente. También se asumen concepciones
de enseñanza de la Matemática basadas en ejercicios donde se siguen
modelos y algoritmos como los ilustrados en clase. En este sentido, se
entretejen creencias que se estructuran como una cadena de la forma
explanans→explanandum (Gráfico 1).
La cadena explanans→explanandum es útil para cuando se toman en cuenta
hechos asociados que pueden encajarse mediante una causalidad múltiple,
sirviendo para expresar una explicación nomológica-deductiva, donde:
- El explanans está compuesto por proposiciones que deben ser
verdaderas y con algún contenido empírico, permitiendo dar cuenta del
fenómeno mediante leyes, condiciones iniciales/factuales o antecedentes
de dicho fenómeno; y
- El explanandum que se deduce como consecuencia lógica del explanans y
está constituido por enunciados relativos a un hecho y debe permitir
describir el fenómeno mediante datos observables (Velasco y Díaz de
Rada, 1999; Echeverría, 1999).
Martínez (1999) considera que la explicación a la que hace referencia
esta cadena se suele llamar funcional y es válida para las ciencias
sociales. En este caso se relacionan con el significado de las cosas y
con las acciones de los sujetos. Por eso, fue construida con datos
obtenidos de varias expresiones tomadas de las clases observadas u
obtenidas en las entrevistas a profundidad. Su intención es ilustrativa
y traída a escena con el fin de situar la consideración que tiene la
Matemática en el colectivo, pudiendo servir para concretar
representaciones sociales debidas a ese entramado de relaciones
funcionales. Allí puede observarse un conjunto de creencias en relación
con la Matemática, su enseñanza y su aprendizaje, que tiene conexión
con el hecho de que la Matemática no es apreciada por la mayoría de los
estudiantes que, en este caso, tienen la obligación de estudiarla por
ser docentes en servicio en Educación Primaria y, por ende, enseñar
contenidos matemáticos.
Es notorio que la Matemática suele ser aborrecida u odiada por quienes
no la entienden, dado que existe la creencia de que es difícil de
aprender, generando, en consecuencia, frustración, angustia y aversión
casi colectiva, en los estudiantes que la cursan. Tales aseveraciones
son graves y no están perfiladas hacia objetos matemáticos específicos.
El conflicto de resulta preocupante, pues, ¿qué puede esperarse de
quienes enseñan algo por lo cual no tienen afecto alguno?; evidencias
al respecto se concretan cuando (Ę- Estela) dice: <<no quieren
nada con ella>>.
6. A manera de cierre
Al momento de elaborar los postulados teóricos capaces de dar cuenta de
las creencias en el campo de la Educación Matemática, se pudo
determinar su importante fuerza en la Matemática que se enseña, se
aprende o se evalúa, pues subyacen tanto en las decisiones que se toman
en el aula como en otras acciones ligadas a lo que allí acontece.
Estas creencias no suelen presentarse aisladas, sino en racimos y
relacionadas funcionalmente, configurando redes, estructuras o sistemas
comprometidos con el conocimiento humano y con variados factores del
dominio afectivo, que también dependen o forman parte de dicho sistema,
en virtud de las relaciones multirreferenciales que se ponen en escena
cuando los sujetos actúan ante determinadas situaciones. Además de las
creencias, las actitudes también ayudan a comprender el porqué de las
acciones de los sujetos, apoyándose en relaciones sustentadas en
explicaciones funcionales.
Esas relaciones funcionales constituyen una especie de fundamento de
muchas acciones que llegan a trascender, incluso, hasta la razón, pues
se comportan como una especie de comandos que secuestran hasta la
capacidad de razonamiento de los sujetos, haciendo que actúen en
correspondencia con una emoción, un sentimiento, una actitud, una
concepción o un sistema de creencias capaz de: (a) sostener una manera
de conducir la clase de Matemática, por parte de un docente, que
proporciona instancias para que sus estudiantes aprueben la asignatura,
en detrimento del logro de aprendizajes reales sobre la asignatura, su
didáctica y otros elementos que configuran el conocimiento
didáctico-matemático que debe prever el programa del curso, y (b)
sustentar muchas de las reacciones representativas de actitudes no
favorables de los estudiantes ante las actitudes del docente, que
siempre dependen, entre otros aspectos, del sistema de creencias que
tiene sobre este tipo de estudiantes.
Las aseveraciones planteadas en el párrafo anterior fueron inspiradas
en las ideas de Goleman (1996), en relación con el secuestro de la
razón por parte de las emociones. Variados episodios informaron sobre
esto donde, por ejemplo, muchos estudiantes aseguraban que
históricamente se han angustiado y le han tenido rabia a la Matemática
por creerla algo muy difícil. Con frecuencia, señalaron que para
aprenderla, siempre han requerido de alguien que les explique los
conceptos y procedimientos de dicha asignatura, de la mano del uso de
ejemplos y ejercicios sustentados en variados algoritmos. Tal situación
pone en juego la autoestima y la autoeficacia de los estudiantes,
quienes actúan de manera automática. Esto excluye la posibilidad de que
sean reflexivos y, por ende, libres de explorar vías alternas cuando
alguna de las que han estado recorriendo no resulte satisfactoria. Es
muy probable que esa automatización ocurra en respuesta a los
requerimientos evaluativos de docentes que se conforman con memorizar
las cosas hechas en clase, o solicitadas previamente en los ejercicios
que envían como parte de otras evaluaciones escritas y realizadas fuera
del aula.
Un sistema de creencias análogo al anterior también aflora cuando el
docente decide desarrollar todas las clases de manera unidireccional y
comandando siempre todos los actos de habla. Así, no solo da muestras
del control del poder en el aula, sino que desestima los conocimientos
previos de los estudiantes, al no exigirles demostraciones de
aprendizaje más que las hasta ahora descritas.
Con frecuencia fluyó una manera de dar la clase caracterizada por el
siguiente formato: presentar conceptos, después los ejemplos y
posteriormente enviar un conjunto de ejercicios para que los
estudiantes demuestren lo aprendido en clase, creando así una especie
de molde que sigue el siguiente orden: concepto→ejemplos→ejercicios.
Este supuesto aprendizaje responde a solicitudes implícitas en tareas
sencillas y a consignas dadas en forma de recomendaciones: estudiar lo
hecho en clase o lo realizado en los ejercicios de las tareas. Ese
compendio de exigencias está engranado con otras creencias que pudieran
afectar hasta la forma como los estudiantes se preparan para dar cuenta
de lo que aprendieron, lo cual generó, entre otras cosas, actuaciones
simuladoras de aprendizajes, en vista de que el contexto de este tipo
de clase obliga a memorizar o simplemente a copiar cosas escritas de un
medio a otro, obteniendo por esto mediciones favorables.
El molde en referencia, además de no ser propiciatorio para que surjan
referentes afectivos, actuativos, cognitivos y contextuales necesarios
para enfrentar los desafíos intelectuales de estos nuevos tiempos,
tampoco beneficia la generación y desarrollo de creencias,
sentimientos, emociones y actitudes favorables hacia la Matemática. Es
necesario que ese tipo de estudiantes trabaje en tareas matemáticamente
complejas, a fin de que adquieran conocimientos abordados desde
diferentes puntos de vista y formas de hacerlo, todo ello hasta lograr
lo que plantea la NCTM (2000): quienes la aprenden deben perfeccionar y
explorar conjeturas partiendo de evidencias y utilizando varios tipos
de razonamiento y diferentes técnicas que permitan confirmar o refutar
dichas conjeturas.
Se asevera, entonces, que si los estudiantes para docentes no se forman
a la luz de esta última premisa, difícilmente pueden ser capaces de
organizar actividades dinámicas y retantes como las que prevé, por
ejemplo, el método de resolución de problemas, el cual “estimula a los
alumnos a abordar situaciones nuevas, a responder cuestiones para las
que no conocen una respuesta mecánica, a elaborar estrategias de
pensamiento, a plantearse preguntas, aplicar sus conocimientos y
destrezas a otras situaciones” (Vila y Callejo, 2004, p. 12). Dado que
en este caso, nunca los estudiantes fueron colocados en situación de
resolutores, así como tampoco de diseñadores o de analizadores de
problemas de Matemática, difícilmente pueden aprender a colocar a los
que enseñan en situaciones que generen curiosidad intelectual, o
propiciar argumentaciones, conjeturas o retos ante las
situaciones-problemas que se planteen.
Finalmente, es posible conformar estructuras complejas de creencias
básicas, en función de algunas relaciones funcionales. En el caso de la
Matemática, el sistema de creencias se estructura tomando en cuenta
visiones, emociones, concepciones, actitudes, valores e ideologías que
el sujeto tiene sobre la naturaleza de la disciplina, sobre los
objetivos que se persiguen, sobre los modelos de enseñanza, de
aprendizaje y de evaluación, y sobre las estrategias y recursos
empleados durante el desarrollo de estos procesos. También se
estructura con base en las experiencias personales y sociales que dicho
sujeto vive, tanto por su participación en las clases, como por su
intervención en oros procesos centrados en esta área del saber. Como
eso es un proceso dinámico, el sistema se reajusta continuamente,
pudiendo dar lugar a la creación de otras creencias, actitudes, mitos,
representaciones sociales e ideologías asociadas a esas creencias.
En consecuencia, es recomendable considerar sistemas de creencias, en
vez de creencias aisladas, dado que resulta difícil que alguna de ellas
se sostenga de manera independiente. Tales creencias se vinculan con
actividades y formas de proceder en el quehacer matemático, por lo que
inhiben o estimulan las acciones de los sujetos.
Muchos estudiantes terminan asumiendo posturas actitudinales en
relación con la Matemática que se aprende, se enseña o se evalúa, a
razón de un sistema de creencias que explica, funcionalmente, sus
decisiones en el aula. En este caso, el sistema se estructura con las
experiencias vividas antes y durante su proceso de formación como
docente. Habría que hurgar más profundo en varios factores del dominio
afectivo para concretar no solo las consecuencias que comporta, sino
comprendiendo cada creencia, hasta llegar a su esencia, aunque, por
ahora, se asumieron como axiomas que no obligan a su demostración:
simplemente se aceptan.
Notas y Citas
2 En adelante, se utilizará el símbolo Ę para abreviar la palabra
estudiante, destacando que, en todos los casos, se omitió el nombre
real de los estudiantes.
Referencias
Argyris, Chris, Putnam, Robert y McLain, Diana. (1987). Action science.
USA: Jossey-Bass Publishers.
Bayley, Zoila. (1979). Los objetivos afectivos y la formación de
actitudes hacia la Matemática. Trabajo no publicado. Caracas: CENAMEC.
Bolívar, Antonio. (1995). La evaluación de valores y actitudes. Madrid:
Grupo Anaya, S.A.
Callejo, María y Vila, Antoni. (2003). Origen y formación de las
creencias sobre la resolución de problemas. Estudio de un grupo de
alumnos que comienzan la educación secundaria. Boletín de la Asociación
Matemática Venezolana, 10(2), 173-194. Recuperado de
http://www.emis.de/journals/BAMV/conten/vol10/mcallejo+vila.pdf
Cantoral, Ricardo. (enero, 2009). "Prácticas sociales" en el eje de la
escuela. Ponencia presentada en VI CIBEM, Puerto Montt, Chile.
Cembranos, María y Gallego, María. (1988). La escuela y sus
posibilidades en la formación de actitudes para la convivencia. Madrid:
Narcea, S. A. de Ediciones.
Echeverría, Javier. (1999). Introducción a la metodología de la
ciencia. Segunda Unidad. Notas de clase. Recuperado de
http://www.fodonto.uncu.edu.ar/upload/echeverria.pdf
Ernest, Paul. (1991). The philosophy of Mathematics education. London:
RoutledgeFalmer.
Farfán, Rosa y Sosa, Leticia. (2007). Formación de profesores. Diversas
concepciones que afectan el quehacer docente y competencias iniciales
de profesores del nivel medio superior. En Cecilia Crespo (Ed.), Acta
Latinoamericana de Matemática Educativa (Vol. 20, pp. 347-352).
Maracaibo, Venezuela: Comité Latinoamericano de Matemática Educativa.
Gallego Badillo, Rómulo. (2000). Los problemas de las competencias
cognoscitivas. Una discusión necesaria. Santafé de Bogotá, Colombia:
Universidad Pedagógica Nacional.
Godino, Juan D. (2009). Categorías de análisis de los conocimientos del
profesor de Matemáticas. Revista Iberoamericana de Educación
Matemática, (20), 13-31. Recuperado de
http://www.fisem.org/www/union/revistas/2009/20/Union_020_007.pdf
Goleman, Daniel. (1996). La inteligencia emocional (Elsa Mateo, Trad.).
España: Javier Vergara Editor.
Gómez Chacón, Inés. (2000). Matemática emocional. Los afectos en el
aprendizaje matemático. España: Narcea, S.A., Ediciones.
Gómez Chacón, Inés. (2003). La tarea intelectual en matemáticas.
Afecto, meta-afecto y los sistemas de creencias. Boletín de la
Asociación Matemática Venezolana, 10(2), 225-247. Recuperado de
http://www.emis.de/journals/BAMV/conten/vol10/igomez.pdf
Gómez, Cristina y Valero, Paola. (1995). Calculadoras gráficas y
precálculo: el impacto en las creencias del profesor. Recuperado de
http://ued.uniandes.edu.co/ued/servidor/ued/libros/libroaportes/creencias.pdf
González, Fredy. (1997). Procesos cognitivos y metacognitivos que
activan los estudiantes universitarios venezolanos cuando resuelven
problemas matemáticos. (Tesis de doctorado no publicada). Universidad
de Carabobo, Valencia.
González, Fredy. (enero, 2009). Problemática del tránsito de la
educación secundaria a la educación superior. Un enfoque
multidimensional. Ponencia presentada en VI CIBEM, Puerto Montt, Chile.
González, Fredy y Villegas, Margarita. (2005). La construcción del
conocimiento por parte de estudiantes de educación superior. Un caso de
futuros docentes. Perfiles Educativos, 27(109-110) 117-139.
Leo, María. (noviembre, 2012). Atribuciones causales y aprendizaje
matemático. En Acta Científica del XIV Evento Internacional MATECOMPU
2012, La enseñanza de la Matemática, la Estadística y la Computación.
Universidad de Ciencias Pedagógicas Juan Marinello, Matanzas, Cuba.
Maa�, Jürgen y Schl�glmann, Wolfgang. (2009). Beliefs and attitudes in
Mathematics Education. New Research Results. Rotterdam, The
Netherlands: Sense Publishers.
Madail, Armanda. (1998). Actitud hacia la Matemática y rendimiento en
Matemática. (Trabajo especial de grado de especialización no
publicado). Universidad Santa María, Maracay, Venezuela.
Martínez Padrón, Oswaldo. (2005). Dominio afectivo en Educación
Matemática. Paradigma, 24(2), 7-34.
Martínez Padrón, Oswaldo. (2008a). Actitudes hacia la Matemática.
Sapiens, 9(1), 237-256.
Martínez Padrón, Oswaldo. (2008b). Creencias y concepciones en
encuentros edumáticos. (Tesis doctoral no publicada). Universidad
Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Caracas,
Caracas, Venezuela.
Martínez Padrón, Oswaldo. (enero, 2009). Sistemas de creencias hacia la
matemática observados en docentes, en servicio, que se forman en
educación integral. Ponencia presentada en el VI CIBEM, Puerto Montt,
Chile.
Martínez Padrón, Oswaldo. (2011). El afecto en el aprendizaje de la
Matemática. Documento del Curso Iberoamericano de Formación Permanente
de Profesores de Matemática, Centro de Altos Estudios Universitarios.
Organización de Estados Iberoamericanos.
Martínez Padrón, Oswaldo. (2013). Representaciones sociales en el aula
de Matemática. En Rebeca Flores (Eds), Acta Latinoamericana de
Matemática Educativa (Vol. 26, pp. 137-146). México: Comité
Latinoamericano de Matemática Educativa.
Martínez Padrón, Oswaldo, Villegas, Margarita y González, Fredy.
(2007). Afecto y comprensión en la resolución de problemas. Ponencia
presentada en RELME 21, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela.
Martínez, Miguel. (1999). La nueva ciencia. Su desafío, lógica y
método. México: Editorial Trillas.
National Council of Teachers of Mathematics. (2000). Principles and
standards for school mathematics [Versión en español: Principios y
Estándares para la Educación Matemática, 2003]. España, Sevilla:
Sociedad Andaluza de Educación Matemática Thales.
Olguín, Jorge. (s.f.). Inteligencia emocional. Recuperado de
http://www.grupoelron.org/autoconocimientoysalud/inteligenciaemocional.htm
Oliveira, Hélia y Ponte, Jo�o. (1997). Investigac�o sobre concep��es,
saberes e desenvolvimento professional de professores de Matemática. En
Acta do VII Seminario de Investiga��o em Educa��o Matemática (pp.
3-23). Lisboa, Portugal: Associa��o de Professores de Matemática.
Recuperado de
http://repositorio.ul.pt/bitstream/10451/4386/1/97%20Ponte-Oliveira%20_SIEM.pdf
Padrón, José. (1996). Análisis del discurso e investigación social.
Temas para seminario. Caracas: Universidad Nacional Experimental Simón
Rodríguez.
Philipp, Randolph. (2007). Mathematics teachers’ beliefs and affect. En
Frank K. Lester (Ed.), Second Handbook of Research on Mathematics
Teaching and Learning (pp.257-315). Charlote, NC: National Council of
Teachers of Mathematics.
Polya, George. (1965). Cómo plantear y resolver problemas (J.
Zagazagoitía, Trad). México: Editorial Trillas.
Ponte, Jo�o. (1994). Knowledge, beliefs, and conceptions in mathematics
teaching and learning. Recuperado de
http://www.educ.fc.pt/docentes/jponte/ind_uk.htm
Ponte, Jo�o. (1999). Teachers� beliefs and conceptions as a fundamental
topic on teacher education. En Konrad Krainer y Fred Goffree (Eds.), On
research in teacher education: From a study of teaching practices to
issues in teacher education (pp. 43-50). Recuperado de
http://www.educ.fc.pt/docentes/jponte/ind_uk.htm
Quintana, José. (2001). Las creencias y la educación. Pedagogía
cosmovisional. España: Empresa Editorial Herder, S. A.
Sánchez, José, Becerra, Julieta, García, Julieta y Contreras, María.
(2010). La dimensión afectiva y el rendimiento en estadística en
estudiantes universitarios. En Patricia Leston (ed.), Acta
Latinoamericana de Matemática Educativa (Vol. 23, pp. 429-436). México:
Comité Latinoamericano de Matemática Educativa.
Sarabia, Bernabé. (1992). El aprendizaje y la enseñanza de las
actitudes. España: Aula XXI. Grupo Santillana de Ediciones, S.A.
Schoenfeld, Alan. (1992). Learning to think mathematically: Problem
solving, metacognition an sense-making in mathematics. En Douglas Grows
(Ed.), Handbook for research on mathematics teaching and learning (pp.
334-370). New York: MacMillan.
Sch�n, Donald. (1975). Deutero-learning in organizations: Learning for
increased effectiveness. Organizational Dynamics, 4(1), 2-16.
Soto, Daniela y Cantoral, Ricardo. (2010). ¿Fracaso o exclusión en el
campo de la Matemática?. En Patricia Leston (Ed.), Acta Latinoamericana
de Matemática Educativa (Vol. 23, pp. 839-848). México: Comité
Latinoamericano de Matemática Educativa.
Vadas, Ladislao. (1994). El origen de las creencias. Argentina:
Editorial Claridad.
Van Dijk, Teun. (1999). Ideología. Una aproximación multidisciplinaria
(L. Berone de Blanco, Trad.). España: Editorial Gedisa.
Velasco, Honorio y Díaz de Rada, ángel. (1999). La lógica de la
investigación etnográfica. Madrid: Editorial Trotta.
Vila, Antoni y Callejo, María. (2004). Matemáticas para aprender a
pensar. El papel de las creencias en la resolución de problemas.
España: Narcea Ediciones.
Xenofontos, Constantinos y Andrews, Paul. (julio, 2008). Teachers’
beliefs about mathematical problem solving, their problem solving
competence and the impact on instruction: A case study of three Cypriot
primary teachers. Ponencia presentada en el ICME 11, Monterrey, México.
Correspondencia a:
Oswaldo Jesús Martínez Padrón. Docente Titular, a Dedicación Exclusiva, de la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador (UPEL) - Instituto Pedagógico Rural El Mácaro,
Venezuela, Coordinador del Centro de Investigación para la
Participación Crítica. Profesor de Matemática y Doctor en Educación
egresado de UPEL. Dirección electrónica: ommadail@gmail.com
Artículo recibido: 21 de octubre, 2013 Devuelto para corrección: 7 de
mayo, 2014 Aprobado: 31 de julio, 2014