Influencia del Entorno donde se Ubica el Centro Educativo en la
Presencia del Acoso en el Aula
Influence of the Environment where the School is Located in the
Presence of Bullying in the Classroom
Hannia Cabezas Pizarro1, Melania Monge Rodríguez2
1 Profesora de la Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica.
Dirección electrónica: hannia.cabezas@ucr.ac.cr
2 Profesora de la Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica.
Dirección electrónica: melania.monge@ucr.ac.cr
Dirección para correspndencia
Resumen
Este artículo ofrece los resultados de un estudio exploratorio que
pretende identificar si existe alguna relación entre el matonismo
escolar y la zona geográfica donde se ubica el centro educativo. Para
este propósito, se contó con la colaboración de trece centros
educativos y 34 grupos de diferentes zonas urbanas y rurales del área
metropolitana costarricense, en donde se aplicaron 1155 instrumentos.
Contabilizadas las respuestas se encontró que existe una incidencia
mayor de maltrato entre iguales en las escuelas cuyo entorno está en
zonas que muestran mayor riesgo social, que en aquellas en las que los
índices de pobreza, las agresiones, los asaltos y el consumo de drogas
son menores. Debido a la cantidad de información obtenida con los
instrumentos administrados, para efectos de este artículo, se comparan
solamente los datos de los dos Centros que muestran mayor incidencia,
con los de los dos que presentan menor porcentaje de acoso en el aula.
Palabras clave: Entorno social, índices de pobreza, violencia escolar,
matonismo, agresión en la escuela, Costa Rica.
Abstract
This article present the results of an exploratory study that aims to
find whether there is any relationship between school bullying and the
geographical area where the school is located. The study was conducted
with 34 different groups in thirteen different schools in urban and
rural areas of the metropolitan area, where 1155 surveys were applied.
Accounted the responses, it was found that there is a higher incidence
of bullying in schools in areas whose environment is showing greater
social risk than those where poverty rates, assaults and drug abuse are
lower. In this article, the results obtained in the two schools that
showed the highest incidence of harassment with the results obtained in
the two schools that had the lowest percentage of bullying in the
classroom were compared.
Keywords: Social environment, poverty, school violence, bullying,
aggression at school, Costa Rica.
1. Introducción
Los primeros estudios sistemáticos para identificar la presencia del
bullying en escolares fueron realizados por Olweus (1973) en los años
setenta. Aunque este término no se encuentra registrado en el
Diccionario de la Real Academia, es aceptado internacionalmente para
referirse a aquellas personas que molestan, se burlan o incitan a
otras, para sacar ventaja en alguna situación.
El acoso escolar se manifiesta en el momento en que: "un alumno es
agredido o se convierte en víctima, cuando está expuesto de forma
repetida, y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo
otro alumno o varios de ellos" (Olweus, 1998, p.25). Este autor a la
vez conceptualiza el término acciones negativas, como aquellas emitidas
de forma intencional y que buscan causar daño físico, psicológico o
social. Las acciones negativas a las que se refiere, se traducen en
esta investigación como las conductas que ejercieron los niños y las
niñas encuestadas, para maltratar a sus iguales.
Las formas más frecuentes de agresión, halladas en este estudio, se
manifestaron por medio del contacto físico y del maltrato verbal entre
las que predominaron golpear, patear, doblar un brazo, o hacer
zancadillas a los compañeros y las compañeras, así como las amenazas,
las burlas, empleo de palabras soeces, poner apodos e insultar a los
pares; entre otras formas de agresión.
La intencionalidad de estos actos, se evidenció en la muestra
seleccionada, cuando los estudiantes y las estudiantes adujeron que los
actos que les llevaron a maltratar a los pares, los cometieron por
venganza o simplemente porque les caían mal, además de que fueron
realizados deliberadamente.
La violencia en sí es un fenómeno complicado con muchas aristas que
pueden asociarse a la problemática social de un país, en donde la forma
de vida, las costumbres, las relaciones familiares, y los patrones de
crianza, determinan los comportamientos reproducidos por los miembros
de cada comunidad específica. Si la comunidad donde se ubican los
centros educativos lleva a la frustración, o a la insatisfacción de sus
moradores; en ese descontento "se gesta una violencia estructural, que
tiende a reproducirse y crecer en espiral, mientras que una violencia
simbólica opera en definir lo que es legítimo aprender y aceptar, sin
mayores cuestionamientos de una generación a otra" (Krmpotic y Farré,
2008, p. 196).
Algunas de las Escuelas seleccionados para este estudio se encontraban
en zonas geográficas más vulnerables a la violencia que otras, debido a
que su entorno social se caracterizaba por los asaltos, robos contra la
propiedad, la violencia doméstica, y el uso de drogas, razón por la
que, se pretendió establecer una relación entre la ubicación de la
Institución educativa y el comportamiento de las niñas y los niños en
el aula.
Las causas que contribuyen a generar violencia en las comunidades, y en
los hogares son variadas. Dentro de ellas se pueden citar: las
familiares, el desempleo, la baja escolaridad, la vivienda, y el uso de
drogas. Si el entorno de la escuela es hostil, si en el mismo se
promueve la violencia o el ambiente en donde se desarrollan los
educandos y las educandas se caracteriza por las condiciones anotadas,
además en los hogares hay una tendencia al maltrato, las amenazas y el
empleo de métodos punitivos y violentos de crianza. Ante dicha
situación es altamente probable que algunos de estos patrones
aprendidos en la casa o en la comunidad, sean repetidos en otros
entornos y específicamente, en el salón de clases, debido a la
influencia que tiene el ambiente en el aprendizaje de conductas, sobre
todo si éstas conllevan una carga emocional significativa. Autores como
Jensen (2004) y De la Barrera y Dolo (2009) señalan que hay suficiente
evidencia de que las emociones tienen un impacto significativo en la
construcción de la memoria y por consiguiente en el aprendizaje. En
este sentido, Bandura (2001) afirma que la personalidad de los seres
humanos es el resultado de la interacción con el medio inmediato, con
el comportamiento y con los procesos psicológicos de cada ser humano.
En un estudio realizado por Thornverry en el año 1994 en Benítez y
Justicia (2006), se encontró que el 38% de los jóvenes provenientes de
familias no violentas admitió haberse visto implicado alguna vez en
actos violentos. Este porcentaje crece hasta el 60% cuando hablamos de
niños que pertenecen a familias en las que ocurren actos violentos de
cualquier índole (violencia doméstica, clima familiar hostil, maltrato
infantil) y hasta un 78% cuando los niños de estas familias están bajo
la influencia de estos tres tipos de violencia (p. 163).
Estos datos reflejan el impacto que tiene la realidad socio cultural de
cada estudiante en el comportamiento que muestran en la escuela, por lo
que el abordaje del bullying ha de hacerse en forma integral, de manera
que se desarrollen en el estudiantado, habilidades para la convivencia
pacífica, la inclusión social y en general el desarrollo de la salud
física y mental de los niños y las niñas costarricenses en el aula y
entorno escolar.
2. Acoso escolar, educación y entorno social
El entorno social y familiar ejerce influencia directa en cada ser
humano, muchas de sus reacciones se dan como respuesta a las
condiciones de vida, al ambiente familiar, educativo, laboral y de
salud que les rodean. Al respecto, Angulo (2003) señala que las
expresiones de violencia que se dan al interior de las instituciones
educativas pueden estar influenciadas por las condiciones sociales de
los centros educativos y del entorno social que circunda a la
institución.
La escuela, ha sido considerada como la institución social por
excelencia, ya que idealmente en ella, se ofrecen espacios para la
socialización, donde el estudiantado pueda relacionarse con sus iguales
y con personas adultas, de manera que logren el desarrollo de los
procesos psicosociales de convivencia necesarios para un desarrollo
sano. Sin embargo, esos espacios se han ido convirtiendo en sitios
inseguros, lo cual entorpece el desarrollo de “la dimensión emocional
del comportamiento humano, especialmente el control de los impulsos
como regulación de la vivencia y expresividad de las emociones,
sentimientos y afectos" (Vallés, 2011, p. 17); llevando en repetidas
ocasiones a manifestaciones de comportamientos que deterioran la salud
mental y física de todas las personas que comparten el entorno escolar.
Si el entorno familiar y escolar en donde crecen los niños y las niñas,
se caracteriza por la pobreza, la desigualdad, el desempleo, la falta
de oportunidades educativas y la poca satisfacción personal, estos
factores externos al aula, podrían promover emociones y sentimientos de
frustración e impotencia, así como favorecer comportamientos violentos,
aumentándose la probabilidad de que los patrones alterados de conducta
aprendidos en otros ambientes, sean reproducidos por los alumnos y las
alumnas en el salón de clases.
Los seres humanos necesitan concretar sus proyectos de vida. Para
lograrlo, se requiere de espacios saludables que le lleven a maximizar
las capacidades, que le conduzcan al disfrute de una vida digna. Para
ello, un espacio apropiado donde crecer es determinante ya que el medio
es parte de "un proceso de expansión de libertades efectivamente
disfrutadas por las personas... de ser o de hacer lo que necesitan para
concretar las acciones o los proyectos de vida que consideren
importantes" (Carvalho, Gutiérrez, Blanco, Omodeo, Madrigal, Mata, y
Mora, 2011, p.16).
Al respecto, algunas de las Comunidades donde se ubican las Escuelas en
estudio, se alejan de este concepto integrador y fundamental para el
crecimiento sano y armónico de cada ser humano, porque los espacios de
convivencia, las situaciones laborales, o índices de pobreza de los
habitantes no les permiten cumplir con las acciones propuestas para
alcanzar las metas de vida.
Las circunstancias de estas comunidades y de algunos Centros Educativos
que participaron en el estudio, son la inseguridad, el temor, y la
insatisfacción, de allí que la necesidad de algunos niños y niñas que
crecen en estos ambientes, sea la de ejercer el poder de unos sobre
otros, de obtener las pertenencias ajenas de manera fácil, o de
maltratar física y verbalmente a las compañeras y los compañeros, como
respuesta a la influencia del medio en que viven los y las
protagonistas.
De acuerdo con Dutton y Golant (2006), el que las niñas y los niños
repitan acciones violentas desencadenadas en el entorno familiar, se
extiende mucho más allá de la mera imitación, porque este entorno
contribuye a formar una personalidad violenta, y cuando el niño o la
niña, ingresa al Centro Educativo, el proceso de aculturación, mediante
el cual se llevan a cabo los ajustes de costumbres para promover
cambios positivos en el estudiantado, puede influir y moldear el
comportamiento, pero al llegar a la escuela, la personalidad de los
infantes ya se ha formado, de allí que el docente o la docente deba
abordar con mayor esfuerzo el maltrato en el aula, para transformar
conductas previamente adquiridas, en habilidades positivas que
conduzcan a una mejor convivencia escolar.
El maestro y la maestra desempeñan una función esencial en la formación
de la población escolar así como en el abordaje del acoso entre pares
que tanto daño causa. Su tarea es la de implementar programas
educativos que desarrollen esta temática desde el momento en que los
niños y las niñas ingresan a la escuela. Deben considerar también, si
los y las estudiantes han sido víctimas o victimarios de los pares. En
el caso de los victimarios habría que identificar si éstos están
buscando validar los hechos cometidos, justificándolos en los aspectos
sociales que les rodean, o por el contrario, si de esta manera
pretenden ver como natural la propia violencia en el salón de clases.
Al provenir el alumnado de diversos estratos sociales, de diferentes
formas de crianza, algunos de ellos de falta de afecto en la infancia,
se ven perturbados los procesos de maduración "impidiendo el
crecimiento emocional del niño y la incorporación de un ambiente
interior. A esto se le denomina deprivación, que es el punto de origen
de la conducta antisocial" (Pincever, 2008, p. 109).
Esta situación permite que las exposiciones ante los diversos
conflictos sean difíciles, porque van a estar permeados por la propia
experiencia, por una carga emocional significativa y por el ambiente
social en que cada uno se desarrolla.
Cuando los y las estudiantes son de corta edad, no tienen la capacidad
para hacerle frente a la adversidad y si las experiencias negativas son
continuas, "se afecta dramáticamente la constitución de su aparato
psíquico, desplegando una serie de mecanismos que le causarán a lo
largo de la vida, reiterados fracasos e inconmensurables sufrimientos"
(Pincever, 2008, p. 110); de allí que si el entorno que rodea a los
niños y las niñas es hostil, y no disponen de estrategias que les
lleven a resistirse a esta realidad, la influencia negativa que el
medio ejercerá sobre ellos podría impedir su desarrollo pleno,
afectando la realidad inmediata y la forma de relacionarse con los
pares. Al no contar con recursos interiores, para resolver las
situaciones, la irritabilidad, los cambios de humor e inestabilidad
emocional se van apropiando de su personalidad, acentuándose la
impulsividad y generando posteriormente los conflictos manifiestos en
la escuela.
Para muchos niños y niñas de barrios marginales, los espacios
principales de relación los encuentran en la calle, con los
innumerables peligros que esto conlleva. La adversidad forma parte de
su vida cotidiana, el niño o la niña en muchas ocasiones, van a
depender de su propia capacidad para afrontarla, para no llegar a
situaciones de inseguridad, frustración, o desequilibrio emocional que
afectarían posteriormente la convivencia escolar.
Como objetivo se planteó: Explorar si los patrones de conducta
manifestados por estudiantes de primero y segundo ciclo en el salón de
clase, están relacionados con las condiciones socioculturales que
afectan a la zona geográfica en donde se ubica el Centro Educativo o
donde crecen estos niños y estas niñas.
3. Metodología
Esta es una investigación aplicada, en donde se administró un
instrumento utilizado en estudios previos (Cabezas, 2007; Cabezas y
Monge, 2007 y Cabezas y Monge, 2013) para detectar la presencia del
acoso en el aula. Participaron 1115 estudiantes con edades entre los 8
y 15 años de 34 secciones de Centros Educativos de San José, Alajuela y
Cartago. Las Instituciones se seleccionaron en forma intencional para
facilitar el trabajo de las investigadoras. Para ello se contó con el
permiso de los Directores, quienes guiaron a las investigadoras en la
selección de los grupos de acuerdo con las necesidades de cada
Institución.
Para efectos de esta publicación y por la cantidad de datos obtenidos,
se analizan únicamente dos Escuelas que presentaron los índices mayores
de violencia entre pares, y dos con porcentajes bajos.
Para proponer los resultados, se hizo un análisis global de los datos
recolectados, lo que llevó a determinar la prevalencia del bullying en
las escuelas encuestadas. Posteriormente, los porcentajes obtenidos en
las secciones participantes se agruparon por Institución, de acuerdo
con la mayor o menor incidencia del fenómeno, con el propósito de
compararlos luego, con la problemática social de la zona donde se
ubica.
Para determinar que las conductas encontradas califican como acoso
entre pares, se tomaron en consideración los parámetros
internacionales, dados por definición, que describen al bullying como:
“la situación de acoso e intimidación, en donde un alumno es agredido o
se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida durante
un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios
de ellos” (Olweus, 1998, p. 25). En esta definición se identifican tres
criterios importantes: el primero es un comportamiento agresivo
intencional, el segundo son las manifestaciones que se dan de manera
reiterada e incluso más allá del horario escolar, y por último, la
existencia de una relación interpersonal caracterizada por un
desequilibrio de poder que lleva a la víctima a la impotencia, lo que
la imposibilita a salir por sí sola de esa situación. El maltrato puede
tomar diversas formas que van desde el maltrato físico, verbal hasta el
psicológico.
4. Análisis de la información.
Del análisis general de los instrumentos se desprende que un 26.5% de
los niños y niñas, han atemorizado a sus pares bajo diferentes formas
como: golpes, patadas, pellizcos, zancadillas, empujones; y también,
mediante las amenazas, los apodos, las burlas y los insultos. Estas
últimas acciones no dejan lesiones físicas, pero sí huellas sociales y
psicológicas tan devastadoras como permanentes, ya que este tipo de
violencia genera problemas de autoestima, dificultad para establecer
relaciones humanas con el riesgo de que en
la adolescencia se manifiesten conductas autodestructivas, problemas en
la relación con la sexualidad y conductas de justificación de la
violencia. A raíz de las serias y desagradables secuelas que deja la
violencia en los niños, niñas y adolescentes se encontrarán con enormes
dificultades cognitivas que se desplegarán en relación con la
escolaridad. (Pincever, 2008, p. 40)
A continuación se presentan los datos globales del estudio en la Tabla1.
De acuerdo con los datos de la Tabla 1, se deduce que la mayor
prevalencia de acoso escolar se encuentra en las escuelas ubicadas en
zonas cuyo entorno social muestra índices altos de violencia, pobreza,
criminalidad, entre otras condiciones. Una vez identificados estas
características, los porcentajes de maltrato hallados en cada centro
educativo se agruparon de acuerdo con la mayor o menor incidencia, con
el propósito de comparar posteriormente los datos con la problemática
social del entorno de la institución educativa participante.
El porcentaje global hallado se considera alto, si se compara con
investigaciones realizadas con adolescentes, en varias regiones
europeas (Menessini, 2008) acercándose este dato al aportado por
Cáceres, Alonso, Garrote (2008), quienes indican que en
Una de las investigaciones más relevantes, protagonizadas por el
Informe Cisneros VII (septiembre de 2005), centrado en el estudio de la
violencia y el acoso escolar en alumnos de Primaria, un 24% de los
alumnos encuestados se encuentran en una situación técnica de acoso
escolar o acoso psicológico en la escuela. ( p. 228)
Los dos centros educativos que mostraron los mayores índices de
violencia escolar son los ubicados en el Guarco de Cartago y en
Tirrases de Curridabat, y dos de los que mostraron baja incidencia
están en Desamparados y el Carmen de Escazú. Los cuatro centros
mencionados se analizan a continuación
4.1 Centro educativo ubicado en el Guarco de Cartago
En esta Institución pública, se seleccionó una muestra intencional de
40 alumnos y alumnas de cuarto grado, hallándose que un 70% de los
estudiantes y las estudiantes agredían a sus iguales utilizando los
pellizcos, las patadas, los empujones, los insultos, los gritos, los
jalones de cabello, y los golpes fuertes entre otras formas de
maltrato. En esta sección un 60% repite el curso lectivo.
En este mismo nivel un 85% de niños y niñas manifestaron haber sido
víctimas de sus compañeros o compañeras, evidenciándose una diferencia
de un 15% entre los datos que aportaron los agresores y los que
brindaron las víctimas.
En Cartago
es conocido que una de las principales causas de la
existencia del trabajo infantil es la pobreza que provoca que muchas
niñas, niños y adolescentes deban trabajar para contribuir al
sostenimiento familiar, a expensas de su participación en la educación
y en actividades recreativas más propias de su edad. (Moreno, Rodríguez
y Chamorro, 2002, p. 33)
Los estudiantes que además mostraron signos de timidez o debilidad en
este grupo, se convirtieron en el blanco fácil de los mayores quienes
adujeron, que entre las características que presentaban los pares, que
les llevaron a maltratarlos estaban "el que eran más pequeños", "porque
es muy humilde", y además agregaron que la intención de estos hechos
fueron “el hacerles sentir mal”, “el humillarles”, “por llamar la
atención”, o por “quedar bien con el resto de los compañeros”. Estos
indicadores se mostraron con un 75% en las respuestas, convirtiéndose
los rasgos anotados, en características de alto riesgo, para las
víctimas que llegaron a ser "el blanco disponible en el que descargar
la hostilidad cuando la persona que provoca no puede ser contestada: el
niño es un chivo seguro de atacar y está garantizado que no
contraatacará” (Cerezo, 2002, p.64).
Lo anterior se ve reflejado en esta investigación, al encontrarse, que
un tanto por ciento muy alto no recurrió a ninguna figura de autoridad
por lo que el acto quedó impune, como se refleja en la tabla 2. Las
respuestas obtenidas se dieron cuando se les preguntó a las víctimas
¿qué fue lo que hicieron una vez que fueron maltratadas por sus pares?
La prevalencia de los datos en los estudios costarricenses, (Cabezas,
2007; Cabezas, 2011; Cabezas y Monge, 2007 y Cabezas y Monge, 2013) se
está convirtiendo en un problema, que afecta tanto las emociones como
la salud física de los educandos, como queda en evidencia. Un 10% le
manifestó al maestro lo ocurrido, un 15% le comentó a un amigo, otro
15% evitó encontrarse con los agresores, y un 17.5% no le comentó nada
a nadie, quedando las victimas sin el apoyo emocional que requerían
para entender y solucionar la situación, y además, propensas a
experimentar mayores niveles de angustia, y expuestas a maltratos
futuros.
Los niños y las niñas pasan mucho tiempo en los Centros Educativos y
las relaciones que se establecen entre pares se tornan muy importantes
para ellos. Es así como "la falta de popularidad puede ejercer sobre el
alumno diversos efectos duraderos y profundos: hay quienes tratan de
reforzar su autoestima tratando de adquirir prestigio, otros
acrecientan su agresividad, fanfarronean, mienten, buscan una posición
de notoriedad, en otros se fomenta el aislamiento, y se acrecientan los
sentimientos de incapacidad e inferioridad” (Cerezo, 2002, p. 98).
Otro aspecto importante de abordar en este análisis, es el de las
formas de agresión empleadas en la Escuela del Guarco de Cartago. Entre
ellas se encuentran: pellizcar, aruñar, empujar, insultar, jalar el
pelo, amenazar, burlarse de otros, quitar las pertenencias, gritar,
apodar, patear y golpear.
Las diferentes formas de maltrato se distribuyen entre agresiones
físicas con un 52% y las verbales que obtuvieron un 55%. Como puede
observarse los porcentajes sobrepasan el 100% en la muestra
seleccionada debido a que algunos niños y algunas niñas anotaron haber
arremetido contra sus pares utilizando ambas formas de maltrato,
prevaleciendo los insultos, los golpes y las patadas.
Algunas de las formas de arremeter evidenciadas por estos alumnos y
estas alumnas, pueden ser semejantes a las utilizadas por los padres,
las madres o personas encargadas de corregir conductas en el hogar, de
allí la importancia de la influencia del entorno en el comportamiento
humano, porque este tipo de manifestaciones forman parte de las
habilidades aprendidas, que también pueden reproducirse en el salón de
clases.
Un factor externo que afecta directamente a la familia y que podría
incidir en el castigo de los hijos e hijas, es la inestabilidad en el
empleo que afecta a los pobladores del lugar donde se ubica la escuela,
porque lleva a "la fragmentación de la familia y a la creciente
individualización, que colocan al joven que construye su identidad
buscando un lugar en el mundo, frente a problemas ligados al
reconocimiento social y a la satisfacción de necesidades” (Krmpotie y
Farré, 2008, p. 196), situación que podría llevar a insatisfacciones
personales, a la búsqueda de soluciones inmediatas ante las diferencias
con los compañeros y las compañeras, que podrían traducirse en
violencia en el aula.
El entorno es una condición básica para el desarrollo de las
habilidades de cada uno de los habitantes, las que pueden verse
afectadas por los índices de criminalidad de cada Región.
Específicamente en Cartago, de acuerdo con Moreno et al., (2002) la
tasa de criminalidad, para ese entonces era de 239.35 por cada cien mil
habitantes, y en el Distrito del Guarco el dato para esa fecha ascendía
a 129.21 por cien mil, factor que podría convertir el ambiente
inmediato del Centro Educativo en un sitio inseguro y promotor de
violencia.
Un 25% de las personas que participaron en esta investigación indicó
que las agresiones las recibieron fuera del recinto escolar, por lo que
el temor se acrecienta cuando salen de la escuela.
Al porcentaje tan alto bullying hallado en esta Institución hay que
prestarle atención y apoyo, tanto desde el abordaje que ha de hacerse
con la víctima como con el victimario porque también, estos últimos
padecen depresión y, probablemente no han desarrollado arraigo con el
centro educativo. Al respecto Voors (2006) dice que "es fácil
comprender esa depresión de los abusones. La falsa valentía que suelen
exhibir no es más que un disfraz con el que tratan de disimular sus
profundas sensaciones de vacío interior, inadaptación y falta de
afecto" (p. 58).
4.2 Centro educativo ubicado en Curridabat
El Centro Educativo ubicado en Curridabat, fue otro de los estudiados
en donde los alumnos y las alumnas mostraron índices altos de conductas
agresivas en el salón de clases. Del total de 79 instrumentos aplicados
en tercer grado en esta Institución se desprende que un 66 % han
victimizado a sus pares, utilizando los golpes, las amenazas,
jalándoles el cabello, escupiéndoles, poniéndoles apodos,
pellizcándoles, empujándolos, pateándolos entre otras formas. éstas se
agrupan en físicas y verbales.
El 98% de las formas de agresión fueron físicas y el 52% verbales.
Entre las agresiones físicas se destacan el golpear, patear, empujar y
pellizcar. Como parte de las verbales se hallaron: decir apodos,
gritar, amenazar e insultar. Estos porcentajes son muy altos para el
nivel educativo en que se encuentran los alumnos y las alumnas, porque
solo cursan el tercer grado escolar. El porcentaje obtenido sobrepasa
los niveles hallados en Costa Rica (Cabezas, 2007, 2011).
Para esta misma muestra, un 82% de las y los escolares manifestaron
haber sido víctimas de sus pares, situación que podría indicar que hay
muchos más niños y niñas que podrían estar victimizando a los iguales
en esta Institución.
El Distrito de Curridabat donde se encuentra ubicada la Institución,
presenta un índice muy alto de criminalidad en el país, entendiéndose
por criminalidad todos aquellos delitos cometidos por otros que ponen
en riesgo la integridad física y psicológica de los habitantes. Además,
en esta Comunidad, según el Diagnóstico de Consumo Sociocultural
elaborado por UNESCO para Costa Rica (2010), “casi el 25% de la
población vive con menos del salario mínimo y el 20% de la población de
Damas comparte esta situación. Eso la ubicaría, según el Estado de la
Nación, en los primeros dos deciles en el promedio de ingreso a nivel
nacional” (p. 21), marcándose una desigualdad social en relación con
otros cantones del país. Las dificultades económicas de los miembros
del grupo se convierten en un factor desencadenante de conductas
agresivas. Conger, et al., (1994) en Serrano (2006), descubrieron que
“tener dificultades económicas era un elemento predictor del conflicto
entre los padres, así como de su comportamiento coercitivo con sus
hijos, y, en consecuencia de los problemas de comportamiento de los
hijos" ( p. 147).
Al respecto de las características sociales anotadas para este
Distrito, Serrano (2006) indica que "en los centros educativos situados
en entornos urbanos o socialmente desfavorecidos existen más problemas
de indisciplina y de victimización que en contextos rurales, sub
urbanos o de clase social alta" (p. 166).
Lo anterior, asociado a los índices de violencia hallados en la Escuela
en estudio, pareciera indicar que el maltrato entre pares podría ser
reflejo de la influencia del entorno que forma parte del contexto de
vida de los habitantes de este Distrito en particular.
La población que habita en esta zona es clasificada como de riesgo
social, pero ha de entenderse que la clase social no es tan
determinante para influir en el bullying, sino lo "que parece influir
mayormente sobre la amplitud del fenómeno es el ambiente, el barrio y
la zona de la Ciudad en que los chicos viven; en una palabra la cultura
de referencia" (Menesini, 2009, p. 14), de allí que el vivir en lugares
con una alta criminalidad, como el caso en estudio, podría implicar un
mayor riesgo de acoso en el contexto de aula.
Relacionado con la inseguridad, los medios de comunicación escritos del
país han informado que en esta zona, existen la formación de pandillas
y el consumo de drogas; lo que lleva a la detención de algunos miembros
del grupo familiar en el que crecen los niños y las niñas. Otro hecho,
que podría convertirse en un factor de riesgo para esta comunidad, es
el de la violencia y la presencia de conductas delictivas, por lo que
este ambiente comunal, juega un papel formativo preponderante en la
población de niñas y niños que la habitan, debido a que representa el
entorno más cercano y con el que mantienen interacción constante, por,
lo que influye en todo su proceso de desarrollo.
Otro aspecto a tomar en consideración para la mayor o menor presencia
del acoso escolar, es el uso del castigo físico que ha sido un método
ampliamente aceptado y utilizado tradicionalmente para corregir a la
niñez costarricense. De acuerdo con el estudio realizado por la UNICEF,
el 53% de los ticos ha recibido golpes, como una forma disciplinaria
(Sierra, 2013, p. 23A). Esta forma de corrección es la fuente primaria
para cambiar las conductas de los niños y de las niñas y es considerado
por una cantidad de padres y madres como un método eficaz; sin tener
conciencia de que conlleva a problemas emocionales a corto o largo
plazo.
El aprendizaje de conductas agresivas en el hogar, como resultado del
castigo físico, y la violencia doméstica, pueden reproducirse también
en la edad adulta, atrapando a los y las estudiantes en una espiral que
debe romperse con programas que han de implementarse desde la escuela,
ya que "la exposición a violencia en la familia, favorece su
manifestación en otros contextos como el escolar, en consecuencia se
presentan dificultades en la interacción con otros" (Sanabria y Uribe,
2010, p. 260).
Cuando se convive en espacios hostiles, se favorece la violencia entre
los miembros del núcleo familiar. Se aprende a estar con ella y se le
incorpora como un modo natural de vida, pasando a ser la agresión un
patrón de comportamiento que puede reproducirse en los diferentes
entornos en los que se desempeñe la persona y en este caso en el
ambiente de aula.
Los datos analizados en cuanto a la problemática social de la zona, se
tornan en una situación preocupante para sus habitantes. La
sostenibilidad de las familias es difícil, y la problemática social del
entorno podría llevar a que se aminoren las oportunidades de los
jóvenes y las jóvenes para una buena educación y por consiguiente, para
opciones de trabajo remunerado y un desarrollo psicosocial saludable
que les permita procesos de socialización y convivencia en los
distintos entornos en los que se desenvuelven.
El sometimiento en forma constante por parte de las compañeras y los
compañeros en el aula, lleva a las víctimas a sentirse inadecuadas e
inseguras; a desarrollar un pobre desempeño escolar y a abandonarse
dentro del salón de clases, promoviéndose el ausentismo, o llevándole
en ocasiones, a convertirse en victimarios.
Como ya se mencionó, la zona estudiada es vulnerable a la formación de
grupos y pandillas así como al uso de drogas, lo que puede estar
asociado con los altos índices de violencia en el salón de clases
obtenidos en esta investigación.
Estas manifestaciones se ven reflejadas en las formas de violencia y
que se anotan en la tabla 3:
En los estudios llevados a cabo por Krmpotic y Farré (2008),
concluyeron que
el contexto en el que se produce la violencia es fundamental para
entender sus causas sus expresiones y efectos. Es el mismo contexto en
que se ordena una estructura social, la cual se edifica y sostiene
sobre la base de la desigualdad entre clases, razas, etnias, sexos etc.
(p.196)
El contexto que rodea a esta Institución se caracteriza por la
violencia, las acciones delictivas y el uso de drogas, lo que podría
dar un indicio a los y las docentes, sobre las casusas que la podrían
estar desencadenando en el aula ya que el ambiente que rodea a estos
escolares se muestra con muy pocas oportunidades para un desarrollo
armónico.
De este grupo de alumnos y alumnas un 71% le comunicó a alguna persona
lo que estaba sucediendo. Entre las que escogieron en busca de apoyo se
encontraban: el Director, un amigo, al docente del aula o a un
familiar.
Un 61% se lo contó a un amigo, evitó a la persona que le agredía, o no
le dijo nada a nadie. Un 58% manifestó que al hacerlo cesaron las
agresiones, pero un 38% indicó que al delatar a los agresores,
continuaron los abusos con mayor saña. Lo que indica que no siempre los
victimarios reciben las correcciones por sus actos, y los abusos se
siguen manifestando en el aula.
A continuación se analizan los resultados obtenidos en los dos Centros
Educativos que mostraron menor incidencia de acoso entre pares.
4.3 Centro Educativo ubicado en Desamparados Centro.
En esta Escuela se aplicaron 66 instrumentos, en el nivel de sexto
grado hallándose que solo un 1.5% de los y las niñas aceptaron agredir
a los pares, y un 9% manifestaron haber sido víctimas de ellos. En este
cuso lectivo también un 9% de los alumnos y las alumnas repiten el año
escolar.
Luego de examinar los datos aportados por los niños y las niñas de este
Centro Educativo, se observó que solo un estudiante manifestó haber
agredido a sus pares, pero no recuerda las razones que le llevaron a
hacerlo. Tampoco se aportan datos que evidencien la intencionalidad de
los hechos ni la frecuencia con que fueron cometidos los actos, lo que
hace suponer que las agresiones se presentaron en forma aislada y
ocasional. Fue un acto puntual que no trajo mayores consecuencias.
Al revisar los porcentajes brindados por las víctimas solo tres
personas indicaron haber recibido algún tipo de agresión por medio de
golpes lo que equivale a un 6%. Los insultos se manifestaron en un 3%
acciones que se presentaron solamente una vez en el patio, por lo que
se considera que en esta Institución el maltrato escolar no es algo
común.
Las personas que manifestaron haber sido víctimas de agresión,
indicaron que se encontraban solas al igual que sus agresores en el
momento de ser golpeadas y que no le comunicaron a nadie lo sucedido.
En cuanto a la frecuencia con se dieron estos actos, una estudiante
indicó que solamente fue una vez al mes, lo que equivale a un 3%, y
otra que una vez al año. Como dato adicional se anota, que una de las
víctimas identificó al victimario como "un estudiante de secundaria que
no siempre ve", lo que puede interpretarse como que el maltrato fue
ocasional.
Esta Escuela se encuentra ubicada en un Distrito del Cantón de
Desamparados. Este Cantón se caracteriza por ser uno de los más
poblados del área Metropolitana. Muestra como característica particular
que las personas que lo habitan son emigrantes de zonas rurales, y más
recientemente de países vecinos.
En este Distrito en el año 2012, se firmó un convenio entre los vecinos
y la policía Municipal, que les llevó al compromiso de luchar en forma
conjunta contra el hampa. También han surgido grupos de mujeres que
trabajan por la seguridad y la paz familiar que para llevar los
mensajes a los pobladores utilizan como recursos las mascaradas y las
obras de teatro, a través de las cuales promueven los derechos de las
mujeres. Este tipo de participación de la comunidad como una forma
preventiva de la violencia, juega un papel muy importante en la zona,
porque el maltrato no solo debe entenderse en función de una víctima y
un victimario, sino que también se encuentra influenciado por la
convivencia familiar, y el entorno de la Escuela, porque dependiendo de
la problemática en que se esté inmersa, le va a permitir a los
ciudadanos desenvolverse en un ambiente más seguro con menores índices
de violencia y mayor libertad, lo que lleva a responder a las acciones
propuestas de forma positiva y a imitar los patrones de quienes
componen el grupo social inmediato.
Para disminuir los índices de violencia en el aula, tanto la
intervención de los Docentes, del Director, u otras figuras de
autoridad, como el Orientador o el Psicólogo guían a los y las
estudiantes hacia la resolución de los conflictos en el salón de
clases.
Las acciones escolares preventivas, la seguridad del entorno, y la
participación comunal, hacen de la escuela un sitio seguro, en donde
niños y niñas comparten con una respuesta inter sectorial, que aborda
las múltiples causas que desencadenan la violencia.
4.4 Centro educativo ubicado en Escazú centro
Comentario:
En esta escuela pública se aplicaron 43 instrumentos en el nivel de
cuarto grado, de los que se desprende que un 7% de los niños y las
niñas habían victimizado a sus pares. También en esta Institución se
encuentran discrepancias entre los datos que aportan los victimarios y
los que indican las víctimas, ya que este último grupo anotó que el 12%
había sido objeto de maltrato por parte de los iguales. La repitencia
en este centro educativo es de un 18%.
El Centro escolar está situado en uno de los cantones que muestra uno
de los índices más altos de desarrollo humano del país. En cuanto a
seguridad ciudadana se encontró que “del total de denuncias presentadas
ante el Organismo de Investigación Judicial por delitos contra la
propiedad, durante los años 2004-2005, el distrito de San Rafael ocupa
el primer lugar con el 51,8 % de denuncias; luego, sigue el Distrito de
Escazú con el 33,2% y, por último, San Antonio con 13,9%.” (PNUD, 2008,
p. 17) siendo precisamente San Antonio el lugar donde se ubica este
centro educativo, lo que pareciera indicar que la problemática
delictiva no es tan alta en sus alrededores.
En el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo del año 2008, se
indica que el índice de violencia de este distrito es 14,3%, el cual se
podría considerar bajo si se compara con el dato suministrado para el
Cantón Escazú en general que asciende al 51,3%.
Las principales acciones de maltrato cometidas por los y las
estudiantes de esta Institución y los porcentajes obtenidos fueron: el
quitarle el dinero a un compañero y amenazarle con que no dijera nada
con un 2%, el insultar a otro con un 2% y el amenazar con un 2%
también. Se detectó además que solo un niño manifestó haberle quitado
el dinero a otro. Un niño aceptó haber insultado y una niña amenazó a
otra compañera. De ellos dos indicaron haberse sentido culpables
después de los hechos. A pesar de que los índices mostrados en esta
escuela son bajos, se ven indicios de agrupamiento. Uno de los
estudiantes comentó que las acciones negativas las realizó acompañado
de otro compañero, mientras que el resto lo hizo encontrándose solo.
Prestar atención a la formación de grupos, guiar a los niños y las
niñas en el proceso educativo, permanecer alerta ante cualquier indicio
de violencia, son aspectos que se deben de considerar como preventivos
y que a su vez contribuirían a evitar el daño moral, físico y
psicológico de la población. De allí la importancia del abordaje de
esta temática desde edades tempranas, antes de que el fenómeno se
instale en las aulas.
Cobra de nuevo importancia el contexto donde se desarrollan los niños y
las niñas, dando cabida a la influencia del entorno; en el que se
concibe al bullying "en un determinado contexto social con dos niveles
de influencia que pueden ser objeto de diagnóstico y de intervención"
(Orte, 2008, p. 33).
5. Conclusiones
Al concluir este estudio se encontró que existen diferencias
considerables, en la presencia del maltrato entre pares en los centros
educativos estudiados y estas diferencias parecen estar determinadas
por el espacio geográfico donde se encuentran ubicados. Los mayores
porcentajes de acoso entre iguales se detectaron en aquellas zonas en
donde priva la pobreza, las drogas y la violencia como fue el caso de
Cartago con un 70% y el de Curridabat con un 66% de incidencia.
En estos sitios crece el temor y la incertidumbre en los núcleos
familiares. Los hogares se ven afectados por las necesidades
insatisfechas, los problemas económicos o el abandono de los jefes del
hogar. Este ambiente, afecta negativamente el desarrollo de los niños y
las niñas, la identidad, la salud física y psicológica, además de su
vida futura al incorporar del medio cercano conductas amenazantes que
podrían servir de escape, ante situaciones angustiantes que no saben
cómo manejar, o que trasladan al salón de clases, en donde interactúan
con iguales que también podrían presentar comportamientos problemáticos
similares o menos traumáticos, generándose los conflictos entre pares.
Las agresiones que con mayor frecuencia se identificaron en ambas
Instituciones fueron las físicas, seguidas de las verbales,
encontrándose que en Curridabat se dieron con un porcentaje del 98%. El
entorno de este Centro se caracteriza por los asaltos, la presencia de
drogas y la desintegración familiar.
En la escuela ubicada en Cartago el dato hallado para esta misma forma
de maltrato fue de un 75%. La comunidad que rodea a esta Escuela se
caracteriza por el desempleo, la pobreza y por los niños trabajadores,
quienes hacen abandono temprano de la educación para contribuir con la
economía familiar, para regresar posteriormente a integrarse con grupos
de niños menores.
Las escuelas que presentaron menores índices de violencia en el salón
de clases, fueron aquellas ubicadas en entornos que no mostraban
mayores situaciones de riesgo para los habitantes, como fue el caso de
los Centros Educativos ubicados en un Distrito rural de Desamparados y
de Escazú. En el primero el índice hallado fue de un 3%, mientras que
el segundo muestra un porcentaje del 7%. Estos porcentajes no pueden
considerarse indicadores de maltrato, porque se presentaron en una o
dos ocasiones, por lo que pueden considerarse como eventos esporádicos
o accidentales, según reportan quienes los cometieron y no recuerdan
por qué lo hicieron.
El entorno de ambas Instituciones no muestra situaciones de riesgo para
sus habitantes. En el caso de Desamparados, la organización comunal ha
ejecutado acciones de prevención, no solo dirigidas a tomar medidas
tendientes a minimizar la aparición del maltrato, sino a detener las
consecuencias, con la formación de comités comunales, y del trabajo
conjunto entre la población y la Policía Municipal del lugar, por lo
que las comunidades organizadas, con proyectos ejecutándose entre los
miembros que las conforman, se convierten en medios preventivos del
maltrato entre pares.
Si el bien común no es parte de los moradores, podrían surgir otro tipo
de comportamientos entre los habitantes, como la reprobación de unos
hacia otros, la marginación, y las críticas negativas, y si a esto
sumamos los índices de pobreza y frustración de los pobladores, las
relaciones entre los grupos familiares se ven afectadas, así como el
medio en que crecen los niños y las niñas, convirtiéndose el entorno en
un centro de aprendizaje, de donde se apropian de modelos inadecuados
que toman como naturales y los reproducen en la escuela.
El aprendizaje se inicia en la familia o desde los grupos encargados de
transmitir los valores, las creencias, las posiciones políticas,
religiosas, y sociales que se impregnan en la mente de los niños y las
niñas, valores que son transmitidos de generación en generación, que
ayudan a moldear el carácter y las respuestas ante las situaciones de
la vida que les rodean. Al presentarse situaciones adversas como las
anotadas para los y las estudiantes, los Centros Educativos también se
ven influenciados por los comportamientos de los alumnos y las alumnas
además del contexto social en que viven, contribuyendo a las acciones
de violencia propias del medio en donde se ubican.
Como se desprende del estudio, el entorno que rodea a las escuelas,
ejerce influencia directa sobre ellas. Si los espacios familiares se
convierten en batallas entre los miembros que los conforman, los niños
y las niñas podrían buscar referentes fuera de ellos, en la calle, y si
en ella proliferan las pandillas, el consumo de drogas o altos índices
de violencia, van adoptando esta violencia como una forma natural de
vida que reproducen en el aula.
En los centros educativos ha de promoverse el desarrollo integral de
los niños, de tal forma que les posibilite una evolución plena y les
lleve al progreso de una capacidad crítica, desde los años iniciales,
para entender ¿qué está bien? y ¿qué está mal? en la convivencia con
los pares, para que de esta manera interioricen los hábitos y creencias
como una forma de vida; porque la función de la escuela es la de
ejercer una acción directa y orientadora que transforme y brinde
herramientas tanto en la capacidad de funciones cognitivas como en el
pensamiento abstracto, que lleven al educando hacia una integración
social futura.
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Hannia Cabezas Pizarro. Profesora de la Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica.
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Melania Monge Rodríguez. Profesora de la Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica.
Dirección electrónica: melania.monge@ucr.ac.cr
Artículo recibido: 3 de marzo, 2014 Enviado para corrección: 9 de
abril, 2014 Aprobado: 22 de setiembre, 2014