El Alumnado Universitario y la Planificación de su Proyecto Formativo y
Profesional
University Students and Planning your Project and Vocational Training
Pedro R. Álvarez Pérez1 David López Aguilar2 David Pérez-Jorge3
1 Profesor titular de Orientación Profesional. Departamento de
Didáctica e Investigación Educativa. Facultad de Educación. Universidad
de La Laguna. España. Dirección electrónica: palvarez@ull.es
2 Becario del Plan Nacional de Formación de Profesorado Universitario
(FPU). Departamento de Didáctica e Investigación Educativa. Facultad de
Educación. Universidad de La Laguna. España. Dirección electrónica:
dlopez@ull.es
3 Profesor Ayudante Doctor. Departamento de Didáctica e Investigación
Educativa. Facultad de Educación. Universidad de La Laguna, España.
Dirección electrónica: dpjorge@ull.esDirección para correspondencia
Resumen
En este artículo se analiza la situación del estudiantado que accede a
la educación superior, a la que llegan muchas veces sin objetivos bien
definidos que sirvan de guía a su proceso formativo, lo que los puede
llevar a situaciones de desadaptación y deserción de los estudios. Para
ello, y siguiendo una metodología de carácter descriptivo no
experimental, se construyó un cuestionario que fue cumplimentado de
manera anónima por una muestra de 115 estudiantes de grado de la
Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, España. Dos
grandes objetivos marcaron el desarrollo de la investigación: por una
parte, analizar cómo gestiona su proceso de aprendizaje el alumnado
universitario en el actual modelo educativo del Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES), y por otra, conocer qué expectativas tienen
respecto a la planificación de su proyecto formativo y profesional. Los
principales resultados obtenidos en el estudio pusieron de manifiesto
la importancia de los procesos de información y orientación estudiantil
universitaria, como elementos claves para fundamentar la toma de
decisiones respecto a la planificación y el desarrollo de su carrera.
Asimismo, destacó la influencia que los factores motivacionales tienen
en la gestión del proyecto formativo y profesional. Como conclusión más
importante, destacar la necesidad de implantar medidas orientadoras que
tengan un carácter preventivo y formativo, mediante las cuales se ayude
al alumnado a definir de manera continua, su proyecto formativo, y a
clarificar la proyección profesional de este.
Palabras clave: orientación universitaria, proyecto formativo,
planificación de la carrera, retención estudiantil, calidad educativa,
España
Abstract
In this article the situation of students entering higher education is
analysed. Many times, students reach this stage without clear
objectives that serve as a guide to the training process, which can
lead them to situations of maladjustment and school dropout. To this
end, following a descriptive non-experimental methodology, a
questionnaire was completed anonymously by a sample of 115 students
from the Faculty of Education at the University of La Laguna (Spain).
Two major goals marked the development of the research. First, analyse
how university students manage their learning according to the new
educational model of the European Higher Education Area (EHEA).
Moreover, to know what expectations they have regarding the planning of
their educational and professional project. The main results obtained
in the study showed the importance of the processes of information and
guidance to the university student as key elements to improve
decision-making regarding the planning and career development.
Similarly, it stands the influence that motivational factors have in
the management of the formative and professional project. The most
important conclusion highlights the need for guidance measures to help
students define their educational project and clarify their
professional future.
Key words: university guidance, training and professional project,
career planning, student retention, educational quality, Spain
1. Introducción
Uno de los factores que sin duda está asociado al éxito o fracaso en
los estudios universitarios es el de la planificación del proyecto
formativo y profesional, que tiene que servir de referencia para las
diversas tomas de decisiones que a lo largo de la carrera debe
enfrentar el alumnado. Sin embargo, la realidad pone de manifiesto que
muchos estudiantes afrontan su proceso formativo sin una idea clara de
las metas que quieren alcanzar, y sin la información adecuada acerca
del perfil y de la proyección profesional que tienen los estudios que
están cursando. Es decir, no tienen claro el qué y para qué de lo que
hacen, y tampoco tienen claro el hacia dónde les conducirá la formación
que están recibiendo, puesto que no se han identificado con metas que
les haga comprometerse con su realización (Guichard, 1995; Romero,
2009). Esta falta de criterio y de argumentos para construir su
proyecto formativo y profesional, conduce en muchas ocasiones a
situaciones de inseguridad, improvisación, desmotivación, etc., y en el
peor de los casos, al abandono de la formación.
Precisamente, el fracaso y abandono de los estudios es uno de los
principales problemas que afecta a la institución universitaria y
aumentar la persistencia y frenar la deserción uno de los objetivos
prioritarios que se intenta conseguir a nivel mundial (Taylor y Millar,
2002; Ryan y Glenn, 2003). Las investigaciones realizadas hasta el
momento (Álvarez, Cabrera, González y Bethencourt, 2006; Álvarez,
Figuera y Torrado, 2011; Cabrera, Bethencourt, González y Álvarez,
2006; Elias-Andreu, 2008; Gairín, Figuera y Triadó, 2010) evidencian la
relevancia del problema, dados los elevados índices que se vienen
registrando, que en algunos casos superan hasta el 50% en los dos
primeros años de formación, lo que pone de manifiesto lagunas
importantes y fallos en el sistema, que hacen necesario una revisión de
los factores implicados en el proceso formativo del alumnado. En la
Universidad de La Laguna, el estudio llevado a cabo por González.
Álvarez. Cabrera y Bethencourt (2007) con una muestra de 163
estudiantes de tres carreras diferentes (Pedagogía, Matemáticas y
Trabajo Social), determinó que el 28% abandonan los estudios en los dos
primeros años de carrera, solo el 20% termina su formación en el tiempo
prescrito por la carrera y el 52% logra también concluir sus estudios,
pero prolongando el número de años en la universidad. El problema no
concluye en las instituciones educativas, sino que su proyección al
ámbito social y económico es evidente. Aproximadamente, el 70% del
desempleo en jóvenes menores de 25 años tiene una estrecha relación con
el fracaso o abandono de los estudios.
Todos estos factores forman parte del conjunto de problemas de tipo
personal, vocacional y profesional que, ligados a la nueva realidad
socioeconómica que se vive actualmente, determinan la actitud de los
jóvenes hacia la vida en general y hacia la formación en particular y
condicionan su compromiso y responsabilidad de cara a estructurar su
proyecto personal, del que una parte importante se configura durante el
tiempo en el que permanecen en el sistema educativo (Castro y Sánchez,
2000; Mendías y Camacho, 2004; Tejada, 2003). De este modo, la
concatenación de decisiones afecta a la dirección del proyecto
formativo y profesional, ya que el paso por la enseñanza ejerce una
influencia y marca la tendencia hacia el logro de unas metas concretas,
lo que determinará luego todo el recorrido vital. Si el paso por el
sistema educativo se afronta desde la improvisación y sin una
conciencia clara de la influencia que la falta de planificación tiene
en los avances futuros, es posible que muchos de los jóvenes, no solo
abandonen el sistema educativo con una formación deficitaria, sino que
tendrán menos posibilidades y mayores dificultades para integrarse en
la vida sociolaboral activa y en el mundo del trabajo (Davia, 2004;
Figuera, Torrado y Dorio, 2011). Por eso, como señalan Santana y
Feliciano (2009), el sistema educativo tiene que asumir el reto de
impulsar la orientación académica y profesional de los jóvenes, para
que logren un adecuado conocimiento de sí mismo, mejoren sus
habilidades para tomar decisiones y sean capaces de realizar una
correcta planificación racional de los diferentes itinerarios
formativos que les lleven a alcanzar sus metas laborales.
El presente se nutre de las experiencias vividas por los jóvenes, de
las aspiraciones y expectativas, de los proyectos que construyen, de la
exploración de las distintas opciones a partir de las cuales trazan una
línea a seguir para alcanzar unos objetivos, que en la mayoría de los
casos tiene que ver con la inserción laboral. Por eso, en la realidad
actual hay que salvar el desánimo que en ocasiones impera en los
jóvenes estudiantes cuando piensan en su futuro académico profesional y
que deriva en muchos casos hacia el absentismo (Álvarez y López, 2011),
la falta de asistencia a clase (Álvarez et al., 2004), la desmotivación
por la enseñanza (Gámez y Marrero, 2003), o la falta de expectativas
hacia el mundo laboral (Santana. 2001). El estado de incertidumbre que
afecta a la actual generación de jóvenes, que en un periodo corto de
tiempo tendrán que afrontar el acceso al mundo del trabajo, se debe
combatir desde la certeza de que ahora más que nunca, tiene que primar
la acción personal, la responsabilidad consigo mismos a la hora de
llevar a cabo las elecciones vocacionales, la necesidad de prepararse
para afrontar los cambios a lo largo de la vida y la definición de
trayectorias e itinerarios ajustados a las posibilidades e intereses de
cada uno (Álvarez, 2002; Hernández, 2004; Monge, 1993; Rivas, 1990 y
Rodríguez, 1998). Desde esta perspectiva, la construcción del proyecto
formativo y profesional tiene que ser la herramienta personal para
liberar ese futuro hipotecado y condicionado por el presente (Gallego,
1999; Romero, 2004).
Esta situación es especialmente relevante en el modelo educativo del
Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), donde el alumnado debe
demostrar autonomía en el proceso de aprendizaje y capacidad para
gestionar su proceso formativo a lo largo de la vida, para lo que
requiere el dominio de una variedad de competencias necesarias, no solo
durante su paso por la educación superior, sino al transitar al mundo
del trabajo (Alonso, 2004). Y entre dichas competencias, no cabe duda
de que la capacidad de organización y planificación constituye un
factor de primer nivel que el alumnado debe adquirir y desarrollar
(Blanco, 2009; Villa y Poblete, 2010).
En este nuevo escenario formativo, a diferencia de etapas previas en
las que el alumnado se dejaba llevar por la inercia del curso a curso,
el estudiante tiene que asumir el protagonismo de su proyecto formativo
profesional. Y para ello, como señala Corominas (2006), tiene que
conocer con claridad las características y condiciones en las que se
efectuará el proceso de aprendizaje y activar todas las estrategias
para incorporarse, obtener un buen rendimiento académico y definir la
proyección profesional que le quiere dar a sus estudios.
Esta nueva realidad obliga a intensificar la orientación al alumnado,
sobre todo en estos primeros momentos de su andadura por la educación
superior (Corominas e Isus, 1998; Echeverría, 2008; Martínez, 2009;
Sánchez et al., 2008). Por eso, con la implantación del Espacio Europeo
de Educación Superior, se han potenciado las medidas de orientación al
alumnado y en el Estado español, tanto el Real Decreto 1393/2007
(corregido posteriormente por el Real Decreto 861/2010) por el que se
ordenan las enseñanzas universitarias oficiales, como el Real Decreto
1791/210 del Estatuto del Estudiante Universitario, reconocen la
importancia de la orientación en el contexto universitario, como un
elemento clave para la garantía de la calidad y la acreditación y
obligan a los centros universitarios a planificar sistemas de
información previa a la matriculación, procedimientos de acogida y
orientación de la población estudiantil de nuevo ingreso y sistemas de
apoyo y orientación a lo largo de su carrera.
Asimismo, se le ha dado una consideración diferente al rol profesional
del profesorado, ya que a la función de transmisor de contenidos
científicos, se ha unido ahora la de facilitador del aprendizaje
autónomo y de acompañante, durante el recorrido por los diferentes
tramos formativos, lo que implica el desempeño de la función tutorial y
el seguimiento del proceso de aprendizaje estudiantil (Arenas, Bilbao,
Rodríguez y Jiménez, 2003). Al respecto, señala Salinas (2000), que el
profesorado universitario tiene que prepararse para un nuevo rol que
actúe como guía y facilitador de recursos que orienten a estudiantes
que participen en su propio proceso de aprendizaje.
Para avanzar en el desarrollo de este modelo formativo que propugna el
Espacio Europeo de Educación Superior, y en el perfil de profesor tutor
universitario que se reclama, será necesario mejorar la formación que
tienen los docentes en relación con el desempeño de la función
tutorial. Como señalan Sola y Moreno (2005, p. 133), "la falta de
formación del profesorado en materia de tutoría y la carencia de
hábitos de actuación sistemática en orientación educativa, genera una
situación poco optimista a los resultados del ejercicio de la acción
tutorial". Para corregir estas deficiencias sería necesario implantar
programas de formación para los profesores tutores (Coriat y Sanz,
2005), que faciliten la introducción de la acción tutorial como un
componente de la labor educativa del profesorado, de modo que
contribuyan a la formación integral del alumnado y al desarrollo de las
distintas competencias, tanto de carácter académico como profesional.
Y uno de los ámbitos que se debería reforzar desde el espacio de la
tutoría universitaria, es el de la información y la ayuda para lograr
una buena adaptación y planificación de su proyecto personal, de modo
que los estudiantes afronten con responsabilidad y con proyección su
proceso de aprendizaje y enseñanza (Álvarez, 2012; Martín, Moreno y
Padilla, 1998; Romero, 2003; Vieira, 2008). Por eso, en este estudio
intentamos profundizar en el modo en el que los estudiantes gestionan
su proceso formativo, examinando qué visión tienen de la titulación que
cursan, cuál es su grado de implicación y compromiso con la formación,
y en qué medida tienen claras sus metas y proyectos de futuro.
2. La planificación de la carrera y el riesgo de fracasar en los
estudios
Uno de los objetivos importantes que se vienen planteando desde el
ámbito de la orientación universitaria, es ayudar a los jóvenes a
adaptarse al contexto de los estudios superiores, planificar el
desarrollo de su carrera y definir su proyecto formativo y profesional
(Cano, 2009). Se trata de asesorar al estudiantado en el
esclarecimiento de sus posibilidades y en la construcción de un plan de
desarrollo realista, ajustado a sus condiciones personales y de
contexto. El proyecto formativo y profesional forma parte del proyecto
vital de cada persona. y representa el sentido que cada uno quiere
darle a su vida en relación con el desarrollo profesional y el
desempeño de determinados roles que considera relevantes. Así, las
decisiones que se tomen en las distintas transiciones vitales, deben
vincularse con este proyecto vital. Romero (2004, p. 338) define el
proyecto profesional y vital como:
la construcción activa en la que se trabaja sobre y se expresa la
propia imagen de sí mismo, que implica la adquisición de una serie de
conocimientos, habilidades y actitudes, que requieren de un proceso
previo de información/exploración/formulación de objetivos, que se
concreta en un plan de acción, que genera desarrollo personal y que
puede ser aprendido.
Por tanto, si hay que destacar una característica del sentido que tiene
el proyecto formativo y profesional estudiantil, es la anticipación.
Rodríguez (2003) plantea la necesidad de afrontar la definición de los
proyectos personales desde una perspectiva circular, cíclica,
intencional y analítica, trazando una línea de continuidad entre la
percepción del presente y lo que cada uno considera que debería ser el
futuro. Desde esta concepción del proyecto formativo y profesional, el
estudiantado tiene que adoptar una actitud de continuo cuestionamiento
y de planificación de los pasos que permiten darle forma a su proyecto.
Entre el "ahora" y el "después", media toda una definición de metas
personales y profesionales, y la clarificación de la identidad del
sujeto, que crece desde la autonomía y la consolidación de los pasos
que va recorriendo, durante el tiempo en el que pone en práctica su
plan de acción orientado al logro de metas. En este sentido, el
estudiantado ha de llevar a cabo una labor prospectiva acerca de su
futuro, entendida como una acción de construir a partir de las
experiencias previas, pero con un sentido de mirar hacia delante. Como
dice Rodríguez (1998, p. 257), al referirse al proyecto profesional y
vital
es acción y una reflexión de triple orden: sobre la situación presente,
sobre el futuro que se desea y sobre los medios que se van a precisar
para conseguirlo (...) a partir de este planteamiento se han de
reevaluar y redefinir los objetivos y metas hacia las que la persona
apunta.
Este proceso de definición progresiva, de ordenación y acción
intencional, debe caracterizar la construcción del proyecto formativo y
profesional de los jóvenes, ya que las respuestas a los problemas con
los que se enfrenta de forma progresiva a lo largo de su vida, así como
su capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones de forma madura y
satisfactoria, dependerá en gran parte del repertorio de aprendizajes y
de conductas aprendidas. Frente a la actitud pasiva con la que muchos
estudiantes afrontan su educación universitaria, el carácter dinámico,
evolutivo y procesual con la que se debe afrontar la construcción del
proyecto formativo y profesional, hace necesario un posicionamiento de
continua búsqueda, una actitud ante los diversos cambios que se
suceden, un posicionamiento desde determinados valores y objetivos,
ante las oportunidades que cada uno descubre, una búsqueda de la
autonomía personal para superar los obstáculos y dar forma y consolidar
un itinerario de desarrollo personal y profesional (Álvarez, Figuera y
Torrado, 2011; García, 2008).
Por el contrario, la falta de perspectivas. el vacío intencional,
motivacional y emocional con el que se afronte el proceso de
aprendizaje, pueden ser causas suficientes para no superar los
obstáculos y para dejar la universidad sin haber conseguido antes la
preparación que les capacite para el mundo del trabajo. Como señalan
García, Asensio, Carballo, García y Guardia (2005, p. 200) "la actitud
negativa hacia la institución educativa puede derivar hacia el
absentismo, abandono y búsqueda de otros objetivos y valores externos a
la universidad y la sociedad". Estaríamos ante una cohorte de
estudiantes cuya preparación para afrontar los cambios durante los
estudios universitarios es inapropiada, dado que ni poseen la
información necesaria, ni han planificado los pasos que deben recorrer
en su proyecto personal, ni han desarrollado las habilidades para hacer
frente a las diversas situaciones, ni poseen la autonomía, la capacidad
de decisión, la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, etc., que
requiere la gestión de su desarrollo personal, académico y profesional
(Martínez, 2003; Taveira y Rodríguez, 2010).
El estudiantado que presenta estas características tendrá muchas
dificultades para adaptarse al nuevo modelo formativo del EEES, puesto
que entre sus señas de identidad cabe destacar el papel activo que se
le reclama al alumnado, que ha de ser el principal actor del proceso de
aprendizaje, la necesidad de definir itinerarios formativos con
proyección al desarrollo profesional, el énfasis en el aprendizaje
autónomo, el desarrollo de competencias, o el aprendizaje a lo largo de
la vida. Como señalan García, et al. (2005) y García y Salmerón (2010),
el nuevo EEES y la universidad actual demandan un perfil de estudiantes
universitarios con capacidad de planificar su proyecto formativo y
profesional, con capacidad para gestionar su carrera, autónomo,
implicado en su proceso de aprendizaje, motivado por el estudio y con
capacidad para seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Por eso, el
aprendizaje permanente y la aplicabilidad de las competencias en
distintos momentos y situaciones de la vida de cada uno, se ha
convertido en uno de los ejes claves del nuevo enfoque de la educación
superior y uno de los objetivos importantes que la institución
universitaria debe alcanzar (Peter, 2006; Zabalza, 2003).
En la definición y gestión de su proyecto personal, interviene la
motivación que alimenta este proceso y que a su vez se relaciona con la
toma de decisiones y la selección de objetivos y metas. Todos estos
factores correlacionan con el rendimiento, ya que tienen una influencia
alta en la manera en la que el estudiantado afronta las tareas de
aprendizaje, el compromiso y la responsabilidad con el que se implican
en la resolución de problemas y la persistencia para lograr los
objetivos personales de su proyecto formativo y profesional (Castro y
Sánchez, 2000). Es decir, la claridad de metas que dan forma al
proyecto personal de cada uno, lo predispone para un enfrentamiento
constructivo con el proceso de aprendizaje. De ahí se podría deducir
que quienes poseen un proyecto formativo y profesional, estarán más
implicados con el proceso de aprendizaje que quienes estén
desinteresados e indiferentes.
En relación con esta temática giró el estudio que hemos realizado, en
el que se abordó cómo gestiona el estudiantado universitario su proceso
formativo y en qué medida se preocupan por definir su proyecto personal
durante el tiempo que dura la carrera. Concretamente, los objetivos que
guiaron la investigación fueron:
1. Conocer la información que tenían los estudiantes universitarios antes
de acceder a la enseñanza superior.
2. Conocer la valoración, expectativas y motivación que tenían los
estudiantes al incorporarse a la formación universitaria.
3. Analizar los procesos de planificación del proyecto personal que llevan
a cabo los alumnos universitarios a lo largo de su proceso formativo.
4. Identificar las metas y proyectos de futuro que tienen los estudiantes
universitarios.
5. Conocer la relación entre la información sobre la carrera y servicios
de la universidad y la valoración que el alumno atribuye a la carrera
que elige.
3. Método
3.1 Participantes
Los participantes de este estudio fueron estudiantes de las carreras de
Grado de Maestro de Educación Infantil y Grado de Maestro de Educación
Primaria de la Facultad de Educación de La Universidad de La Laguna.
Concretamente, el requisito que debían cumplir los participantes era el
ser estudiantes universitarios de los dos primeros cursos de estas
carreras. Con ello se aseguraba la posibilidad de hacer una valoración
de la trayectoria académica seguida por el estudiantado hasta la
enseñanza universitaria, una valoración de cómo afrontaban el tránsito
y adaptación a la educación superior y cómo planificaban los pasos de
su itinerario académico y profesional.
De la población total de 687 estudiantes. y asumiendo un nivel de
confianza del 95.0%, con un margen de error del ±9.0%, se estimó que se
debía contar con la participación de al menos 102 estudiantes que
reunieran los requisitos descritos. A partir de un muestreo de
conveniencia, la muestra quedó conformada por 115 estudiantes, lo que
permitió trabajar con un intervalo de confianza del 95.0% y un margen
de error del ±8.34%. La distribución de la muestra se situó en un rango
de edades comprendido entre 18 y 56 (x=22,16; Sd=5,46). En cuanto al
género. el 51.03% (n=59) eran mujeres y el 48.69% (n=56). hombres.
3.2 Instrumento de recogida de datos
La estrategia utilizada para la recogida de datos fue la elaboración de
un cuestionario ad hoc adaptado a los objetivos del estudio realizado.
Concretamente, se empleó un cuestionario para aplicar de manera
presencial denominado "Cuestionario de Planificación del Proyecto
Formativo y Profesional del Alumnado Universitario", que fue respondido
de forma voluntaria y anónima, durante las sesiones presenciales de
clase.
Previo a la aplicación definitiva de la prueba, se realizaron
procedimientos de validación, con la finalidad de garantizar el rigor y
la adecuación del instrumento a los propósitos de la investigación. Por
una parte, se sometió la primera versión del cuestionario a una prueba
de pilotaje para depurar algunos aspectos referidos a la redacción,
contenido, compresión de ítems, opciones de respuesta, tipo de
preguntas, etc. Para ello, se aplicó la prueba en una sesión presencial
a 7 personas que reunían similares características a las de la muestra.
Durante la prueba. 3 evaluadores recogieron todas las incidencias
relacionadas con los aspectos descritos. Por otra parte. 4 docentes
universitarios especialistas en el ámbito de la educación efectuaron
una prueba de contenido. El objetivo era valorar aspectos referidos a
la estructura, la pertinencia, la claridad y adecuación de las
preguntas, el contenido, etc.
Después de introducir las correcciones oportunas a partir de las
pruebas realizadas y tal como se muestra en la tabla 1, se configuró la
versión definitiva del cuestionario, en la que se agruparon los ítems
en torno a 4 dimensiones centrales determinadas para este estudio:
(información antes de entrar a la universidad (I), adaptación a los
estudios universitarios (II), planificación del proceso formativo (III)
y metas y proyectos de futuro (IV)). La prueba final contenía un total
de 35 preguntas distribuidas en escalas de valoración (1-4) (ítems 1,
4, 9, 10, 12, 13, 18, 22 y 26), preguntas dicotómicas con preguntas
abiertas (ítems 2, 5, 7, 11, 16, 17, 23, 24, 25, 27, 30, 32, 33, 34 y
35), preguntas de respuesta múltiple (ítem 6, 8, 19, 20, 21 y 28) y
preguntas de respuesta abierta (ítems 3, 14, 15, 29 y 31).
El coeficiente de fiabilidad del instrumento definitivo se obtuvo
mediante la aplicación de la prueba alfa de Cronbach a los 37 ítems que
configuraban las escalas tipo Likert utilizadas en el cuestionario
(preguntas 1, 9, 22 y 26). El valor obtenido (α=.820) indicó una alta
consistencia interna y una interrelación y nivel de estabilidad
significativo.
3.3 Análisis e interpretación de los datos
Dado que el objetivo principal de la investigación era recoger
información que permitiera valorar cómo planifican y gestionan su
proyecto formativo y profesional el estudiantado universitario, se
llevó a cabo, por un lado, un análisis descriptivo de las respuestas a
las preguntas del cuestionario, y por otro, un análisis comparativo que
permitiera visualizar los patrones de relación entre aquellas variables
que mostraron una distribución conjunta de frecuencias significativas
(4-8; 4-10; 8-10; 8-15; 10-15).
Para ello, una vez administrado el instrumento, los datos fueron
analizados a través del programa Statistical Package for the Social
Sciences (SPSS 17.0) para el sistema operativo Microsoft Windows 7. De
manera específica, la prueba empleada fue el estadístico ji-cuadrado,
como prueba de interdependencia de variables categóricas. Para las
preguntas abiertas se utilizó la técnica de análisis narrativo,
categorizando las respuestas de cada uno de los ítems.
4. Resultados
Los resultados de este estudio se presentan organizados en función de
las dimensiones propuestas en la Tabla 1.
4. 1 Información antes de entrar a la universidad
En esta primera dimensión, se analizó la información que tenían los
estudiantes antes de entrar en la universidad. Los datos recogidos
evidencian que el alumnado no disponía de información sobre: las
salidas profesionales de las carreras universitarias (73,2%), los
servicios e instalaciones de la universidad (86,6%), las ayudas y becas
de las que disponían (72,1%), sus derechos y deberes (88,4%) y los
programas de apoyo y orientación para el estudiantado universitario
(91,9%) (Gráfico 1).
Uno de los elementos que influye en los procesos de toma de decisiones
académicas tiene que ver con la información que tienen los estudiantes
acerca de las distintas opciones formativas a las que pueden acceder.
En este sentido, destacaba que tan solo el 47,8% manifestó tener
bastante / mucha información relacionada con los estudios que pretendía
realizar. Sin embargo, y pese a este escaso conocimiento de las
carreras, el 87,6% de los estudiantes consideró tener definido el
proyecto académico-profesional que pretendía desarrollar.
En cuanto a las razones que tuvieron en cuenta para elegir los estudios
universitarios, destacaron: el gusto por la carrera (93,9%), la
adecuación de los estudios a la capacidad y características personales
del estudiante (63,5%), y las salidas profesionales del título
universitario (30,4%).
4.2 Adaptación a los estudios universitarios
En relación con este apartado, el 71,9% del alumnado señaló tener un
nivel alto de motivación en el momento de iniciar sus estudios
universitarios. Lo confirmó el hecho de que el 77,5% del estudiantado
no se planteó abandonar los estudios porque le gustaba la carrera que
estaba cursando. En las respuestas abiertas, muchos de los
participantes incidieron en la satisfacción con los estudios elegidos:
"porque me gusta" (p3), "porque me gusta y me satisface" (p17), "porque
me gusta lo que estudio" (p51), "porque estudio algo que me gusta"
(p83), y por las salidas profesionales: "por motivos laborales" (p19) y
"porque me gusta la profesión" (p57).
Sin embargo, la motivación variaba en los casos en que el estudiantado
permanecía en la carrera. Si bien el 40,9% indicó que mantenía la
expectativa que tenía hacia la carrera que cursaban, el 37,4% la había
empeorado y solo el 21,7% manifestó que su valoración acerca de la
carrera que cursaba había mejorado, indicando en estos casos que
"seguiría en esta carrera" (p61), "volvería a matricularme" (p74) o
"haría la misma" (p101).
Uno de los factores que determina la adaptación a la enseñanza
universitaria tiene que ver con el grado de información sobre la
carrera y el conocimiento sobre los servicios y recursos que ofrece la
universidad (ítems 4-8). En este sentido, los estudiantes que tenían
bastante o mucho conocimiento previo de la universidad, tenían unas
expectativas más precisas y realistas sobre la carrera que pretendían
cursar, mientras que aquellos que manejaban nada o poca información, se
encontraron con unos estudios que no se ajustaban a sus motivaciones
académicas previas (Tabla 2).
La relación entre la información y la valoración de la carrera no
resultó significativa (p=0,08). Sin embargo, se observa que el análisis
de correspondencias muestra que la dimensión 1 es la que mejor permite
separar las categorías de respuesta para el ítem 4 en cuanto al ítem 8
(figura 1). Esto se traduce en un porcentaje de varianza explicado por
los ítems de información sobre la carrera y servicios de la
universidad, fue del 78% frente al 21%, que hizo referencia a la
valoración que hacen los estudiantes acerca de los estudios
universitarios que cursan. Este dato muestra la utilidad que tiene la
información acerca de la carrera y los servicios que ofrece la
universidad, en la explicación de la nube de puntos y la relación
existente entre el conocimiento previo y la valoración de la carrera.
Cabe resaltar la relación significativa encontrada entre la información
previa y la motivación durante los estudios (ítems 4-10), dado que las
respuestas están vinculadas (p<0,05). De esta manera, los
estudiantes que no disponían de información previa al momento de acceso
a la enseñanza universitaria, mostraron un bajo nivel de motivación,
mientras que los que se habían preocupado por tener conocimiento e
información sobre la carrera, los servicios y recursos que ofrece la
universidad, se identificaban con una motivación buena o excelente.
Otros aspectos que destacaron los estudiantes en este cambio de
expectativas hacia los estudios universitarios, tenían que ver
principalmente con distintos elementos relacionados con los procesos
formativos de la educación superior, tales como la metodología
desarrollada por el profesor, el nivel de exigencia, el contenido que
se trata en las diferentes materias y las prácticas que se realizan a
lo largo de su formación (Gráfico 2).
Los datos analizados han puesto de manifiesto que la información que
tenían los estudiantes sobre la universidad en el momento de acceso a
los estudios, estaba referida principalmente a las salidas
profesionales de la carrera (x=3,35), los contenidos de las asignaturas
(x=3,24) y la estructura curricular del plan de estudios (x=3,12). En
menor medida, se preocuparon por conocer las competencias que se
pretendía desarrollar a lo largo del título (x=2,62) y los
departamentos implicados en impartir docencia en la carrera (x=2,34).
4.3 Proceso formativo
A nivel general, y a pesar de que tan solo un 17,7% estudiaba
diariamente o los días previos al examen (20,4%), los estudiantes
manifestaban preocupación por su proceso formativo, dado que acudían a
clase regularmente (90,4%), invertían entre 4 y 12 horas semanales de
estudio (65,2%) y consideraban tener un conocimiento general del perfil
profesional de la carrera (77,9%). Esta preocupación por el estudio
quedaba reflejada al indicar que poseían un método específico para
organizar su tiempo (x=3,09). Esta continuidad y constancia en el
estudio se veía proyectada en el proceso de aprendizaje de los
estudiantes, en tanto eran estudiantes que participaban activamente en
las clases presenciales (x=2,97), para aportar sugerencias o resolver
dudas (x=2,90) que revertirían positivamente en la planificación de su
carrera académica.
En consonancia con estos datos, los estudiantes sentían interés por
recuperar aquellas clases a las que no habían podido acudir,
principalmente solicitando ayudas y orientaciones a los compañeros
(94,2%), acudiendo a tutorías con el profesorado (34,6%), dedicando más
horas a preparar las asignaturas a las que no acudían (22,1%) y en
menor medida, preparando la materia de manera autónoma, a través del
uso de la bibliografía recomendada por el profesor (15,4%). Respecto a
las relaciones esperadas entre la valoración de la carrera y las horas
dedicadas al estudio (ítems 8-15) no se observó relación significativa
(p=,574). Tampoco se apreció relación entre motivación y horas de
estudio (p=,451) (ítems 10-15).
En lo que respecta a la valoración del profesorado universitario, los
estudiantes opinaron que: respondía a las consultas y dudas en relación
con su proceso formativo (63,8%), estaba al día en las asignaturas en
las que impartía docencia (45,7%), tenía una buena relación con los
estudiantes (42,5%) y se preocupaba porque mantuvieran una actitud
activa y participativa en el aula (45,0%). No obstante, y en cuanto al
proceso formativo, resaltaron la poca sensibilidad que tenía para que
sus estudiantes entendieran las explicaciones de las materias (26,3%),
y lo poco claras que eran sus clases (25,0%).
A pesar de esta realidad, el estudiantado coincidió en la idea de que a
lo largo de su formación universitaria fue capaz de adquirir una serie
de competencias que le servirían para su futuro desarrollo profesional.
En este sentido, y tal y como se recoge en el Gráfico 3, los
estudiantes se autodefinieron como competentes para el trabajo en
equipo, la responsabilidad en el trabajo, las relaciones sociales, la
toma decisiones, el pensamiento crítico y creativo, etc.
En relación con estos datos, el estudiantado no solo valoró que estaba
adquiriendo estas competencias en el transcurso de la carrera
universitaria, sino que además consideraba necesario adquirir una serie
de habilidades de especial relevancia para ir configurando y
planificando su proyecto académico-profesional. Así, resultaba
importante: planificar su itinerario formativo en el transcurso de la
carrera en función de sus objetivos personales (88,3%), tomar
decisiones y resolver problemas (97,3%), tener iniciativa y capacidad
emprendedora (94,5%), asumir responsabilidades (98,2%) y planificar el
trabajo de clase (98,2%). En esta misma línea, los estudiantes
manifestaron la falta de asesoramiento e información acerca de la
utilidad de los contenidos y las competencias que se debían desarrollar
a lo largo de la carrera, puesto que "nadie me lo ha explicado" (p77),
lo que dificultaba que tuvieran una visión de prospectiva sobre su
carrera académica y profesional.
Para conseguir este objetivo de planificación y gestión de la carrera
académica, la estrategia de la tutoría universitaria se configura como
un potente recurso que ayuda al estudiantado en este proceso de
construcción personal y profesional. En este sentido, y a nivel
general, este recurso de apoyo y asesoramiento fue poco utilizado y
valorado por parte de los estudiantes. Tan solo el 38,4% tenía
conocimiento de la existencia de un plan de tutorías en su centro o
facultad, del que solo acudía a este, una tercera parte. Del mismo
modo, un bajo porcentaje de estudiantes (31,0%) acudía regularmente a
las tutorías de las asignaturas, para "resolver dudas" (p2) y para
"revisión de exámenes" (p114), mientras que los que no acudían,
argumentaban que era debido a la "falta de tiempo y porque coinciden en
horas lectivas" (p17), o porque "no les veo utilidad" (p115).
4.4 Metas y proyectos de futuro
Una de las metas básicas que esperaba conseguir el alumnado con la
carrera que cursaban, tenía que ver con "tener la formación adecuada"
(p1), "una buena formación" (p6), y "un buen trabajo donde me sienta
bien" (p76). Estas metas estaban íntimamente vinculadas con la
planificación que hacían al finalizar sus estudios universitarios. Así,
el 63,4% del alumnado tenía planificado los pasos que seguiría al
finalizar los estudios, sobre todo centrados en "hacer otra carrera"
(p95) o "seguir formándome hasta que consiga trabajar en lo que me
gusta" (p38). Estas altas expectativas hacia los procesos de formación
continua, se vieron reflejadas en su dedicación a los estudios, dado
que consideraban que podrían finalizar su proceso de aprendizaje en el
número de años que duraba la carrera (78,6%), mientras que aquellos que
creían que no lo conseguirían, sería principalmente debido a "motivos
laborales" (p19), o porque "no dispongo de todo el tiempo" (p99). Del
mismo modo, sentían interés por su futuro desarrollo profesional,
informándose sobre las salidas laborales que tenía la carrera que
cursaban (75,5%), aunque aun tenían la percepción de "falta de
información" (p41) y "algunas dudas" (p18) al respecto (Gráfico 4).
5. Conclusiones
Los resultados obtenidos en esta investigación ponen de manifiesto que
la capacidad de adaptación a la educación superior, la orientación e
información recibida, las características de la enseñanza y las
expectativas de futuro, son factores claves que intervienen en los
procesos de planificación y gestión de los proyectos formativos y
profesionales del alumnado universitario. Al igual que en otros
estudios realizados, en los que se aborda la formación del alumnado
universitario (Mosteiro y Porto, 2000; Sánchez, 2001), los resultados
de este trabajo indican que la elección de los estudios viene
determinada por motivos relacionados con el interés por la carrera y
las expectativas de desarrollo profesional. Desde esta perspectiva,
cabe pensar que mucho del estudiantado, al decantarse por una carrera
determinada, han pensado en los pasos o fases que deberán recorrer para
alcanzar las metas académicas y profesionales que más les interesan.
El estudiante o la estudiante que accede a los estudios superiores con
este perfil y con una idea clara de lo que quiere conseguir, es el que
gestionará de manera más adecuada su proyecto formativo y profesional,
que estará definido precisamente por las metas que desea alcanzar. Por
el contrario, aquellos que se incorporan sin una idea clara de hacia
dónde van y sin objetivos concretos por alcanzar, es decir, sin una
planificación de su proyecto personal, son los más propensos a verse
implicados en situaciones de fracaso académico. Esto explica, por
ejemplo, que el 22,21% de estudiantes de la rama de Artes y Humanidades
que ingresó en la Universidad de la Laguna en el curso 2010/11, no
continuara sus estudios en el curso 2011/12. Esta falta de previsión y
de planificación suele venir asociada a otras actitudes respecto al
proceso formativo, como pueden ser una inadecuada organización y
gestión del tiempo, escasa dedicación sistemática al estudio, escasa
autoexigencia, actitud pasiva en el aula, escaso compromiso, etc.
No cabe duda de que el asesoramiento y la orientación al alumnado a lo
largo de las distintas etapas de su desarrollo, constituyen un factor
importante, el cual influirá en sus expectativas futuras, en la
selección madura de los estudios por cursar y en la manera en la que
organizan su proceso formativo. En este sentido, una de las
conclusiones que se puede extraer de los resultados obtenidos y que
destaca también Romero (2004), es que los procesos de exploración y de
búsqueda de información son fundamentales en la construcción y
planificación académica y profesional. Aquellos estudiantes que reciben
una información adecuada, que participan en actividades exploratorias y
de clarificación de expectativas y opciones académicas para definir sus
intereses y planificar su itinerario, tendrán más facilidades para la
adaptación y promoción en los estudios universitarios. Asimismo,
estudiantes que acceden a la universidad con información clara y
concreta, tendrán expectativas más ajustadas a la realidad, y una mayor
definición de los pasos que deberán recorrer en su itinerario de
aprendizaje, frente a aquellos que no han tenido una adecuada
orientación. El estudiantado que elige los estudios en el último
momento, que se matriculan en carreras que no son de su preferencia, o
que se matriculan más bien porque tienen que elegir algo y no por
cumplir con un proyecto personal definido, estarán más abocados a
problemas de rendimiento, insatisfacción y fracaso.
Los datos obtenidos en el estudio confirman que hay un grupo importante
del estudiantado universitario interesado y preocupado por su proceso
formativo, que dedican tiempo y esfuerzo al aprendizaje y que
evidencian un alto grado de motivación hacia la concesión de metas y el
desarrollo de las competencias asociadas al perfil profesional. Y es
que la universidad actual, tal como han señalado García et al. (2005),
García y Salmerón (2010) y Villa y Poblete (2010), demanda un perfil de
estudiantado con capacidad para planificar y gestionar un proyecto
formativo que les capacite para el futuro desarrollo profesional. Así,
un estudiante que asista a clase regularmente, que sienta motivación
por los estudios (Gámez y Marrero, 2003), que se ajuste a las
exigencias de la carrera, que esté satisfecho con la formación elegida,
que asuma el esfuerzo personal en favor de los logros futuros y que
gestione a largo plazo su proyecto académico y profesional (Álvarez,
Cabrera, González y Bethencourt, 2006), tendrá muchas posibilidades de
tener éxito en los estudios y lograr sus metas profesionales.
El proceso de atención, apoyo y orientación, no debe concluir en los
primeros momentos o una vez que el estudiante accede a la carrera, sino
mantenerse a lo largo de esta, hasta el momento cuando afronta la
transición al mercado de trabajo. Y una de las estrategias claves que
ha cobrado gran relevancia para llevar a cabo este proceso de atención
personalizada y apoyo al proceso de aprendizaje autónomo del alumnado,
es la tutoría. Sin embargo, llama la atención el poco uso que los
participantes en este estudio hacían de la tutoría y el desconocimiento
que tenían acerca de la misma. Cambiar las concepciones previas que
acerca de la tutoría y del tutor tienen los alumnos y las alumnas que
acceden a los estudios universitarios, integrar la tutoría como un
elemento activo y facilitador del proceso de aprendizaje del alumnado,
ofrecer desde la tutoría estrategias y recursos para el desarrollo de
competencias que contribuyan al desarrollo integral del alumnado, y
guiarles en el proceso de elaboración de su proyecto personal, es uno
de los retos que tiene planteados la institución universitaria.
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Correspondencia a:
Pedro R. Álvarez Pérez. Profesor titular de Orientación Profesional. Departamento de
Didáctica e Investigación Educativa. Facultad de Educación. Universidad
de La Laguna. España. Dirección electrónica: palvarez@ull.esDavid López Aguilar. Becario del Plan Nacional de Formación de Profesorado Universitario
(FPU). Departamento de Didáctica e Investigación Educativa. Facultad de
Educación. Universidad de La Laguna. España. Dirección electrónica:
dlopez@ull.esDavid Pérez-Jorge. Profesor Ayudante Doctor. Departamento de Didáctica e Investigación
Educativa. Facultad de Educación. Universidad de La Laguna, España.
Dirección electrónica: dpjorge@ull.es
Artículo recibido: 14 de abril, 2014 Enviado a corrección: 21 de julio,
2014 Aprobado: 20 de octubre, 2014