El Lenguaje Ordinario: La Clave para el Aprendizaje de las Matemáticas
Basado en Problemas
Ordinary Language: A Key to Problem-Based Math Learning
José Ángel García Retana1
1 Profesor en Secundaria y en la Sede Guanacaste, Universidad de Costa
Rica. Licenciado en la Enseñanza de la Matemática, Universidad de Costa
Rica. Reside desde 1996 en Liberia, Guanacaste donde ha desarrollado su
labor docente. Dirección electrónica: iose.garcia@ucr.ac.cr
Dirección para correspondencia
Resumen
En el año 2012 el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica,
planteó una nueva propuesta de educación matemática para responder a
las exigencias sociales y económicas actuales. Esta propuesta se
fundamenta en el aprendizaje basado en problemas (ABP) como estrategia
metodológica. En el caso del aprendizaje de las matemáticas, tal
propuesta demanda considerar la relación que existe entre el lenguaje
ordinario y el lenguaje matemático, por cuanto el primero es central en
el proceso educativo. Este tipo de aprendizaje se debe conceptualizar
en su doble función de herramienta, es decir, para resolver problemas,
y como disciplina, dado que el lenguaje matemático permite representar
los conceptos que trata, al menos de dos maneras diferentes, la
semántica y la gráfico-visual, los cuales en gran medida son
determinados por el lenguaje ordinario. Así, el lenguaje ordinario y su
campo semántico constituyen el eje transversal para el aprendizaje de
esta estrategia metodológica.
Palabras clave: lenguaje ordinario, matemáticas, problemas, aprendizaje
Abstract
In the year 2012, the Ministry of Public Education of Costa Rica
recommended a new proposal for the teaching of mathematics in order to
respond to current social and economic requirements. This proposal is
grounded on problem-based learning (PBL) as a methodological learning
strategy. For the learning of mathematics, such a proposal demands for
a co-existing relationship between the ordinary language and the
mathematical language, considering ordinary language as the central
aspect in the educational process. This type of learning should be
conceptualized in its two-way function; as a resource to solve
problems, and as a discipline, to represent concepts, based on the
premise that the mathematical language allows concepts to be
represented in two different ways: semantically and graphic-visually.
In fact, these concept representations are largely determined by the
ordinary language as well. Thus, ordinary language and its semantic
field constitute the cross-curricular axis for the learning of this
methodological strategy.
Key Words: ordinary language, mathematics, problems, learning
1. Introducción
El 21 de Mayo del año 2012, el Consejo Superior de Educación de Costa
Rica aprobó la implementación de un nuevo programa para el aprendizaje
y enseñanza de las matemáticas, tanto para la Educación General Básica
como para el Ciclo Diversificado. El objetivo fundamental de este
programa es procurar poner el proceso de aprendizaje-enseñanza de las
matemáticas a la altura de las demandas y lineamientos que para tal
efecto, plantea la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
(OCDE), organización a la que el gobierno de Costa Rica mostró su
aspiración, en ese momento, por incorporarse como parte de la inserción
del país en la economía globalizada actual.
Este programa, al menos en términos del discurso, parte de los
planteamientos del socio constructivismo, así como de la solución de
problemas como parte del Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) en
calidad de recurso metodológico, a lo que propone adjuntar un uso
prudente de las tecnologías de la información y la comunicación
(tecnologías digitales). De este modo, se pretende, de manera gradual y
racional, generar una cultura matemática donde los procesos cognitivos
y metacognitivos, ligados con la solución de problemas, estén por
encima del uso indiscriminado de la tecnología. El optar por el ABP no
es casualidad, sino porque se consideró que "La resolución de problemas
corresponde a la necesidad de asumir estándares cuya conveniencia para
la educación matemática ha sido ampliamente comprobada en la escala
internacional" (Ministerio de Educación Pública, 2012, p. 17).
La base teórica del programa se encuentra, tanto en el Informe Delors
(1996), en la conceptualización sobre "competencias" definida por la
OCDE (OCDE, 2010), como en el Modelo Basado en Competencias (MBC). Esta
propuesta educativa es estratégica si se toma en cuenta que para la
economía globalizada es de suma importancia integrar la interacción
entre los educandos, sus situaciones de aprendizaje y los contextos
sociales, económicos y culturales en los cuales participan (Gómez,
1991). Se persigue con ello, una forma de comprender y hacer
matemáticas, diferente a las propuestas durante el siglo XX, en la cual
la actividad educativa se deberá centrar en el valor instrumental de la
disciplina y en su capacidad para desarrollar habilidades, competencias
y procesos capaces de potenciar el aprender a resolver problemas por
parte de los educandos. Esto es, que el educando aprenda a actuar con
criterio propio y pueda tomar decisiones, lo cual desde la perspectiva
del MEP, significaría que "se impone una lógica del saber en contexto
del aprender a aprender" (MEP, 2012, p. 14).
Dado que el ABP es una propuesta que no ha sido ampliamente debatida o
implementada en Costa Rica, su novedad amerita, para los efectos del
presente ensayo, destacar los aspectos básicos y relevantes que la
sitúan como estrategia metodológica, estos se muestras en la Figura 1,
según el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(ITESM, 2010):
En el desarrollo de la implementación del ABP como proceso de
aprendizaje, el profesor diseña los contenidos del problema, guía el
proceso, retroalimenta, asegura que los alumnos no se pierdan en el
camino y evalúa. El alumno, por su parte, debe asumir la
responsabilidad de investigar, organizar e intercambiar la cantidad y
calidad de la información necesaria para definir el problema planteado
en el escenario. Por último, el colectivo debe administrar el trabajo
individual y el colaborativo para procurar crear soluciones
pertinentes, hacer un uso eficiente de los recursos y el tiempo de
todos los integrantes del equipo, para poder generar propuestas de
solución.
Los requisitos para un buen desarrollo de la técnica se enuncian a
continuación:
- Revisar minuciosamente el escenario, el cual provee una situación
problemática que requiere del participante conocimientos y habilidades
específicas para ser resuelta.
- Seguir todas las etapas y actividades de la metodología, aun cuando
parezca que no es necesario realizarlas todas. Cada una de ellas tiene
un propósito y facilita el camino hacia la solución del problema.
- Definir y asumir con responsabilidad las tareas de cada integrante del
equipo. Esto facilita que el trabajo efectuado sea verdaderamente
colaborativo y por tanto, se llegue a las metas de aprendizaje
propuestas.
- Comprender que el trabajo en equipo no es sencillo, pero constituye una
experiencia relevante en la vida profesional. Los alumnos deberán
tratar de resolver los conflictos de sus equipos por sí mismos y
solicitar ayuda, únicamente en caso de requerirla.
- Mantener el contacto con el profesor a través de uno de los integrantes
del equipo para expresarle sus dudas y problemas. La incertidumbre
forma parte de esta estrategia de trabajo, el sentirse un tanto
intranquilo por la nueva experiencia es natural.
Administrar el tiempo adecuadamente.
- Mantener un proceso de análisis permanente de cada elemento nuevo que
se vaya acumulando o incorporando producto de la investigación personal
(por cada miembro del grupo) o como resultado de la discusión y el
trabajo colaborativo.
Con respecto al aprendizaje-enseñanza de las matemáticas, se demanda,
adicionalmente, definir conceptos como: matematizar, contexto, entorno,
e incluso, problema, ellos revelan las dificultades que deberá
enfrentar la implementación del nuevo programa de estudios. Resulta
lamentable que tales aspectos no hayan sido profundizados en el marco
teórico o conceptual de la propuesta, así como la exclusión, igual que
ocurrió en el siglo XX, de las correspondientes apreciaciones en cuanto
al impacto emocional generado en la educación matemática.
Desde la perspectiva de este ensayo, el éxito en la implementación de
dicha propuesta requiere de una reconceptualización de muchos aspectos;
sin embargo se primará la relación entre el lenguaje ordinario y el
matemático, por considerar la dependencia del segundo con respecto al
primero, aspecto que no es tomado en cuenta de manera deliberada y
explícita en los documentos respectivos, en los cuales, además, no se
detalla la forma en que deberán examinarse las paradojas propias de las
matemáticas. Paradojas que versan sobre el doble papel de las
matemáticas como instrumento-herramienta para la solución de problemas,
y su condición de contenido propio de un área del conocimiento humano,
así como las diferencias en la doble representación en que se puede
presentar el lenguaje matemático, ya sea algebraica (semántica) o
gráfico-visual (icónica), las cuales no son isomórficas.
Como consecuencia, se le presenta al lector una reflexión sobre el
perfil del aprendizaje y la enseñanza de las matemáticas, la cual parte
del nuevo programa de aprendizaje-enseñanza de las matemáticas para la
educación media en Costa Rica, y centra su interés en la relación que
existe entre el lenguaje ordinario y el matemático, y por qué el
primero constituye el eje transversal para el aprendizaje de las
matemáticas desde la perspectiva del ABP. Se pretende así, destacar la
importancia del lenguaje ordinario como un instrumento de trabajo que
contribuye a la modelización matemática del entorno y su relación con
el contexto.
Asimismo, se sugiere que el manejo correcto del lenguaje ordinario se
valore como la clave para que los educandos logren un aprendizaje más
significativo de las matemáticas, mediante la solución de problemas,
por su influencia en la generación de las habilidades, destrezas y
competencias necesarias para que, en su proyección como futuros
profesionales, puedan insertarse, con posibilidades de éxito, en el
modelo socio-económico imperante.
2. La necesidad de un nuevo programa de educación matemática en Costa
Rica
A finales de los años cincuenta se dio una reforma mundial en la
enseñanza de las Matemáticas, a ella se sumó Costa Rica. De este cambio
derivó que la enseñanza de las matemáticas se basara en la teoría de
conjuntos, estructuras y sistemas axiomatizados, lo que conllevó a un
manejo formalista, deductivo y abstracto (Ruiz y Chavarría, 2003). Esta
forma de enseñar y pretender el aprendizaje de las matemáticas no logró
elevar el nivel del pensamiento abstracto de los educandos sino que,
por el contrario, evidenció serias limitaciones; por ejemplo, para
finales del siglo XX la enseñanza y el aprendizaje se enfocó en su
algebrización (Artigue, 1998), aspecto que, posteriormente, ocasionó el
uso excesivo de las calculadoras, más allá de su calidad de instrumento
(García, 2009a). Estos modos de enseñar y de aprender matemáticas se
dieron en contra de su naturaleza histórica, la cual se ha
caracterizado por basarse en una aproximación empírica, y por ende,
pragmática, a los problemas que plantea, previa a su teorización
(González y Waldegg, 1995).
En efecto, se puede afirmar que el pensamiento abstracto y la
deducción, propios del pensamiento aristotélico y occidental, siempre
han ido a la zaga de los problemas planteados por la naturaleza o las
relaciones sociales, es decir, la aproximación empírica a los problemas
con la ayuda de las matemáticas (dígase solución de problemas,
modelización matemática, etc.) ha antecedido siempre a su abstracción
(González y Waldegg,1995), por lo que el aporte de las matemáticas a
múltiples disciplinas siempre se ha caracterizado por ser de carácter
pragmático o reflexivo más que teórico. El nuevo programa deviene
entonces en la respuesta necesaria para enfrentar la teorización, la
algebrización y sobre todo el uso de las calculadoras como sustitutos
del pensamiento matemático (García, 2009a), y evidencia el interés por
dar un carácter histórico, coyuntural y contextual a los aprendizajes,
dado que éstos se construyen en un tiempo y lugar específicos y
responden a necesidades objetivas y concretas de la sociedad, se
constituyen en razón de su uso y comunicación, más como formas de
actividad que como resultado de la unión de distintas visiones
culturales (Gómez, 1991). Adicionalmente en el mismo se asume que no
existe una receta para la educación matemática y que el esfuerzo del
aprendizaje debe recaer en el aprendiz, de manera tal que el papel del
docente consista en ser un mediador entre el conocimiento, las
habilidades, destrezas y las competencias a ser adquiridas o
desarrolladas por los estudiantes.
Por consiguiente, el programa plantea, como reto a los docentes, la
implementación de un nuevo currículo adaptable a la realidad de todos
los participantes del acto educativo, así como llegar a comprender que
de ellos depende el potenciar, inducir o dificultar el desarrollo de
procesos metacognitivos capaces de "impulsar y consolidar en sus
estudiantes hábitos, disposiciones y competencias para la regulación
autónoma de las prácticas meta-cognitivas" (Rigo, Paéz, y Gómez, 2009,
p. 444). El objetivo consiste en lograr que los educandos desarrollen
competencias aptas para comprender sus condiciones materiales de vida y
sean capaces de transformarlas como parte de una relación empática con
su entorno.
El desarrollo de este nuevo enfoque del aprendizaje y enseñanza de las
matemáticas se ejecuta en un contexto dinámico, en el cual el papel de
la información actúa como base para la construcción del conocimiento,
el cual, a su vez, se ha convertido en un recurso económico por
excelencia. Esto significa que el objetivo macrosocial perseguido por
el programa estriba en contribuir a que los estudiantes sean capaces de
utilizar las matemáticas y el pensamiento matemático como un recurso
más que posibilite potenciar el desarrollo económico. Es decir, el
programa pretende que el conocimiento matemático logre articularse con
la idea de que el conocimiento se ha convertido en la principal fuerza
de producción (Lampert, 2008).
En la actualidad, el saber y el conocimiento se han reducido a
información y procesamiento de esta, con el propósito de constituirse
en el principal insumo para la producción, aspecto clave para lograr la
competitividad en el campo económico y empresarial (Hopenhayn, 1987) y
así, garantizar una inserción en la economía globalizada con
posibilidades de éxito.
Lo anterior, particularmente, resulta importante en áreas profesionales
como las ciencias económicas o las ingenierías, las cuales dependen de
las matemáticas y son vitales para las economías modernas, áreas en las
que se muestran serias debilidades así como un alto déficit de
estudiantes universitarios en tales carreras, al punto de que, según la
encuesta Escasez de Talento, realizada por Manpower Group en 2012
(Manpower Group, 2012), la falta de profesionales en estos dos campos
ocupan respectivamente los lugares 1 y 2 dentro de una lista de los 10
profesionales más difíciles de cubrir.
3. La importancia de definir el contexto para el ABP
La metodología del Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) no constituye
una propuesta reciente, desde la década de los 80 del siglo XX ya había
sido planteada, entre otros por Howard Barrows (Instituto Tecnológico
de Monterrey, 2010). En el caso de Costa Rica, esta metodología no se
había considerado, al menos en el campo del aprendizaje y enseñanza de
las matemáticas, hasta la presentación de la propuesta actual con la
finalidad de pasar de un modelo educativo basado en una acumulación
enciclopédica, discursivamente constructivista, apoyado en el uso y
abuso de las calculadoras científicas (García, 2009a), hacia un modelo
más dinámico. De hecho para el MEP el ABP se plantea como parte de un
conjunto de estrategias metodológicas que posibiliten los siguientes
procesos:
Así por ejemplo, se plantea el uso de varias estrategias, que entre
otras, incluyen cinco procesos básicos:
-
Plantear y resolver problemas.
-
Conectar, establecer relaciones.
-
Representar de diversas formas.
-
Comunicar, expresar ideas matemáticas formal y verbalmente. (MEP, 2012,
p. 11).
Esto evidencia los esfuerzos por lograr un ajuste del modelo educativo
costarricense a los lineamientos que, al respecto, han surgido desde la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2010)
con el propósito de que un país se pueda insertar en dicha organización
como parte de la economía globalizada. Consecuentemente, dicha
propuesta constituye un elemento estratégico donde se destaca la
importancia y necesidad de ligar la interacción entre el educando, sus
situaciones de aprendizaje y los contextos sociales, económicos y
culturales en los cuales participa (Gómez, 1991), a fin de poder
responder a la globalización de la economía.
En el caso de la educación matemática, una de las grandes virtudes y
posibilidades que ofrece el uso del ABP está en la capacidad de
modelización a partir del manejo de problemas. En el programa se
entiende por modelización matemática del entorno a la "identificación,
manipulación, diseño y construcción de modelos matemáticos sobre
situaciones auténticas del entorno" (MEP, 2012, p. 32). Esta
consideración presenta un cierto carácter tautológico, aunque procura
evitar que se generen contradicciones entre competencias y aprendizajes
matemáticos específicos para "entornos específicos". Igualmente,
destaca la importancia de un aprendizaje holístico y heurístico que
potencie la capacidad de apreciar, en las matemáticas, un instrumento
que contribuya a la solución de problemas que se dan en el entorno de
los sujetos (García, 2013).
La modelización trae consigo el problema de definir qué debe ser
entendido por "entorno". Según el diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua la palabra entorno significa "ambiente, lo que
rodea" (Real Academia Española de la Lengua, RAE, 2001), lo cual se
debe ligar con el concepto de "contexto" por ser más genérico. Este,
según la RAE (2001) se entiende como "Entorno físico o de situación, ya
sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el
cual se considera un hecho", o bien como "Entorno lingüístico del cual
depende el sentido y valor de una palabra, frase o fragmento
considerados" (RAE, 2001). Por lo anterior, entorno y contexto abarcan
componentes objetivos, subjetivos e interpretativos en cada individuo,
lo cual demanda esfuerzos de consenso y entendimiento para ser
considerados socialmente.
Esta situación se torna aún más complicada si se considera que los
problemas a ser tratados, como parte del ABP, demandan ser "leídos",
interpretados y entendidos como "situación en contexto", aspecto que
depende de los individuos, por lo que no necesariamente significan lo
mismo para los educandos y los educadores. A lo anterior debe agregarse
que los contextos entre una región y otra pueden presentar diferencias
exacerbadas en muchos aspectos. Muestra de ello, en el caso de Costa
Rica, el Índice de Desarrollo Social (IDS), elaborado por el Instituto
de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM, 2003), varió desde un 0 en el
cantón de Talamanca hasta un 100 en el cantón de Flores a lo que habría
que añadir, con base en el 19° Informe del Programa Estado de la Nación
de 2013 que: "La evolución del cociente Gini recalculado desde 1987
muestra que el país está entrando en una nueva etapa de elevada
desigualdad" (Programa Estado de la Nación, 2013, pág. 99) y: "El
ingreso total promedio del 10 % de los hogares más ricos (décimo decil)
es 24.8 veces mayor que el 10 % más pobre (primer decil)" (p. 100).
Otros elementos que contribuyen a denotar la existencia de contextos
desiguales están constituidos por las brechas en el acceso a las
tecnologías digitales, así como a la internet, lo que hace que mientras
unos educandos pueden interactuar y aprender tanto en entornos
virtuales como naturales, otros están limitados a tan solo el segundo,
o de manera parcial, incluyen al primero. Lo anterior obliga el aceptar
la existencia de distintas realidades y contextos de modo tal que los
problemas planteados como parte de la estrategia del ABP serían
diferentes según la ubicación geográfica, social, económica, cultural y
tecnológica de los participantes, aspectos que inciden en la percepción
de qué significa un problema y cómo solucionarlo. Es decir, el ABP, tal
y como se ha planteado en la propuesta ignora que el modelo educativo
costarricense no es homogéneo entre las comunidades de bajos recursos
económicos o lejanas a los grandes centros poblacionales y las
comunidades que cuentan con recursos abundantes (García, 2014).
A esto debe agregarse que, dependiendo de la experiencia, las
características personales o los conocimientos acumulados, tanto por
los educadores como por educandos, la solución de problemas puede
considerarse desde una perspectiva secuencial y/o algorítmica, ligada
fuertemente al lenguaje y contempla hacer planes, organizar el tiempo,
presupuestar, optimizar recursos y finanzas, realizar un abordaje con
carácter técnico, ecológico, social, para llegar a una toma de
decisiones; o bien, puede ser considerado desde una perspectiva
mecánica y superficial que, en términos generales, se caracterice por
apoyarse en el uso de tecnologías digitales y particularmente
calculadoras (García, 2009a).
Lo anterior, sugiere la importancia de definir un marco de trabajo que
considere el negociar entre todos los participantes del acto educativo.
Asimismo, interrogantes del tipo:
¿Qué se deberá entender como situación y contexto?, ¿qué es un problema
bajo esas condiciones?, ¿qué papel debe jugar el lenguaje? y ¿qué
impacto pueden tener las tecnologías digitales? Sería riesgoso ignorar
la discrepancia que con respecto a estos aspectos puedan mostrar
educandos y educadores. No obstante, es importante destacar que entre
las grandes virtudes del ABP que se pretenden implementar, está su
capacidad para homogenizar el proceso de aprendizaje-enseñanza de las
matemáticas desde una perspectiva metodológica común a todos los
contextos.
4. El concepto "problema" para el aprendizaje de las matemáticas
El potencial conflicto sobre qué son y cómo se interpretan los
contextos incide directamente en lo que cada uno de los participantes
del acto educativo puede considerar como "problema", esto hace
necesario consensuar que será considerado como tal. El lenguaje
ordinario cobra un papel relevante para determinar qué se deberá
entender por "problema", y particularmente por problema matemático. El
nuevo programa de educación matemática en Costa Rica indica al respecto:
Un problema es un planteamiento o una tarea que busca generar la
interrogación y la acción estudiantil utilizando conceptos o métodos
matemáticos, implicando al menos tres cosas:
1) que se piense sobre ideas matemáticas sin que ellas tengan que haber
sido detalladas con anterioridad,
2) que se enfrenten a los problemas sin que hayan mostrado soluciones
similares,
3) que los conceptos o procedimientos matemáticos a enseñar estén
íntimamente asociados a ese contexto (MEP, Programas de Matemáticas
2012, p. 29).
Esta definición demanda que el educando sea capaz de manipular tanto el
lenguaje ordinario como el lenguaje matemático, e implícitamente, la
capacidad para trasladarse de un lenguaje a otro. Por su parte, la
definición resulta tautológica y no aclara lo que realmente debe ser
entendido como un problema desde el aprendizaje de las matemáticas, ni
cómo este contribuirá con el desarrollo de competencias merced al
manejo del ABP. Esto no resulta sorprendente, para Parra (1990) se
dificulta lograr un consenso acerca de lo que se puede entender como
problema en matemáticas debido a que distintos autores apuntan a
aspectos que consideran particularmente importantes desde su óptica.
Como consecuencia, los conceptos de "problema" y "solución de
problemas" han tenido y tienen múltiples significados contradictorios.
En razón de lo anterior, en el presente ensayo, sin ánimo de polemizar
con el nuevo programa de educación matemática, se considera que la
propuesta de Schoenfeld (1992) está implícitamente inserta en el nuevo
plan. Schoenfeld partió de considerar el método propuesto por George
Polya compuesto por los siguientes pasos: en primer lugar, entender el
problema; en segundo lugar, configurar un plan; en tercero, ejecutar el
plan y por último, comprobar el resultado. El autor concluyó que la
misma demanda que el aprendiz sea capaz de comprender la situación que
debe enfrentar en la medida que la respuesta al problema no aparezca de
manera inmediata.
Para Schoenfeld la propuesta de Polya resulta ser muy esquemática y no
toma en cuenta cuatro factores que él considera fundamentales: a) las
heurísticas (estrategias cognitivas), b) los sistemas de creencias
(tanto del educando como del docente), c) los recursos (conocimientos
previos o el dominio de ellos) y d) el control o estrategias
metacognitivas (Chavarría y Alfaro, 2005). Tales aspectos evidencian la
complejidad que conlleva el resolver problemas, lo que demanda de los
aprendices ejecutar distintas actividades, garantizando un control
ejecutivo en calidad de "regulación consciente y deliberada de su
conducta, de manera que para realizarlas se vean obligados a planificar
previamente su actuación" (Moreno, 2012, p. 5).
A esto habría que agregar que resolver problemas demanda la capacidad
de transformación del lenguaje ordinario, a través del cual se
presentan al lenguaje matemático, instrumento con el que se trabaja, ya
sea en términos algebraicos (semánticos) o gráfico-visuales (icónicos),
en calidad de recursos de apoyo para la comprensión y traslación de los
conceptos e información implicados en el problema. Aunado a esto se
encuentra la capacidad del educando para que, una vez resuelto el
problema, pueda regresar al lenguaje ordinario a fin de poder exponer
sus resultados. Sin embargo las transformaciones de un lenguaje a otro
no siempre se toman en cuenta de manera explícita al momento de enseñar
matemáticas, situación que propicia una pérdida de coherencia con
respecto al tipo de instrumentos que se requieren utilizar a la hora de
resolver problemas.
Se refleja así que el aprendizaje de las matemáticas conlleva una gran
complejidad cognitiva, máxime que las representaciones algebraicas
(semánticas) o gráfico-visuales, a través de las cuales se trata de
manipularlos, muchas veces son muy diferentes entre sí e implican el
uso de recursos/instrumentos cognitivos distintos y dispares, tanto por
parte de los docentes como de los estudiantes.
A modo de recapitulación, en este ensayo se considera como problema a
una situación, planteamiento o tarea propuesta desde el lenguaje
ordinario, el cual involucra una interrogante a responder, para así, a
través de su recodificación en lenguaje matemático, ya sea en forma
algebraica, gráfico-visual, o de una combinación de ambas se procure la
manipulación de la información y conceptos con que se cuenta de una
manera más clara y simple posible, de modo que contribuya a responder a
la interrogante planteada.
5. El lenguaje ordinario es la base para generar el lenguaje matemático
El lenguaje ordinario es el resultado de la actividad humana, posee una
dimensión histórico-económica y depende de una superestructura
simbólica (Radford, 2004), igualmente constituye una herramienta mental
(cognitiva) muy compleja de definir. En el presente trabajo se le
considera como una herramienta primaria de carácter socio-cultural
facilitadora de la comunicación y con ello de la adquisición de otras
herramientas. También, se utiliza en muchas funciones mentales como la
atención, la memoria y el pensamiento lógico-matemático (Vigotsky,
2005), Finalmente, se caracteriza por poseer un carácter contextual,
por generar nuevos contextos, e involucrar aspectos cognitivos,
racionales, afectivos y emocionales en su intención de construir
significados.
Todo lenguaje posee tres aspectos claves, el primero un conjunto de
elementos básicos discretos o vocabulario; el segundo, una sintaxis, es
decir, un determinado poder para combinar los elementos del vocabulario
de manera específica, donde cada secuencia puede determinar conceptos
diferentes; y por último un alcance semántico personal, generado por
secuencias sintácticamente bien formadas, que permiten al individuo
hablar sobre objetos (Quesada, 1991). Esto significa que el lenguaje es
como un texto que se produce y se revisa constantemente, cambia en
razón de la acumulación de información, reflexiones posteriores o por
la influencia de las emociones y los sentimientos. Las matemáticas
vistas como lenguaje no escapan a este proceso ya que los objetos de
los que habla y con los que trata se encuentran en permanente
construcción, siendo esta la parte más problemática y por ende más rica
de su significado (D'Amore, 2011).
El lenguaje ordinario es el tipo más complejo de comunicación
intencional (Ramos, s.f.) que relaciona sistemáticamente símbolos con
significados y establece reglas para combinar y recombinar tales
símbolos con la finalidad de ofrecer diferentes tipos de información.
Constituye un sistema arbitrario de signos abstractos reconocido por un
grupo de personas del que se sirven para comunicar sus pensamientos y
sentimientos, en él, el signo cumple una función mediadora entre el
individuo y el contexto, con lo cual permite pasar de lo
intrapsicológico a lo interpsicológico (Vigotsky, 2005). Al considerar
al lenguaje ordinario como punto de partida para la construcción del
lenguaje matemático, se evidencia la existencia de una compleja
relación entre signo y significado, aspecto que se agrava por un
paradójico uso de símbolos que no poseen referentes físicos y demandan
un manejo totalmente conceptual. Se cree que a partir de ellos, el
individuo debe ser capaz de modelar la realidad, a pesar del carácter
polisémico que, muchas veces, tales símbolos engloban.
El lenguaje ordinario contribuye a la interpretación que cada persona o
grupo humano hace del entorno, lo que hace inevitable que posea un
carácter polisémico. Su incremento conlleva un enriquecimiento del
campo semántico del individuo, lo cual potencia su capacidad de
contextualización. Al ser estos aspectos trasladados al lenguaje
matemático, se refleja la competencia comunicativa de las matemáticas
como una de las cuestiones más importantes y significativas (Pimm,
2002), por cuanto "lo que conocemos y la manera en que llegamos a
conocerlo está circunscrito por posiciones ontológicas y procesos de
producción de significados que dan forma a cierta clase de racionalidad
que permite plantear ciertos problemas" (Radford, 2004, pág. 13).
6. La diferencia entre los lenguajes ordinario y matemático, elemento
clave para comprender la dificultad del aprendizaje de las matemáticas
El aprendizaje de las matemáticas parte del lenguaje ordinario para la
construcción de los conceptos básicos o fundamentales que utiliza,
aunque conforme se desarrolla, genera y utiliza su propia simbología,
sintaxis y semántica para manipularlos. Consecuentemente, el
aprendizaje de las matemáticas se torna paradójico, ya que puede
constituir un instrumento de trabajo para resolver problemas o un
contenido de aprendizaje en sí mismo. Muchas disciplinas recurren a las
matemáticas y su lenguaje en procura de lograr la solución de problemas
que les competen, y en este sentido constituyen herramientas o
instrumentos de trabajo. No obstante, las matemáticas también poseen
contenidos de conocimientos por si mismas que incluyen problemas
propios demandantes de un manejo específico.
En el aprendizaje de las matemáticas conviene tomar en cuenta la
paradoja de Duval (2006), la cual establece que para que el educando
pueda aprender matemáticas requiere desarrollar la capacidad de
"representación", la cual en términos generales, como se ha indicado,
puede ser de dos tipos: la algebraica (asociada usualmente a la
semántica) y la gráfico-visual (asociada con dibujos o íconos).
Mediante estos dos recursos, el educando debe procurar interpretar la
"situación-problema" para determinar que procedimiento es el más
apropiado (eficiente y eficaz) a seguir con el fin de solucionarlo,
pero el que este conozca o aprenda (y aprehenda) tales recursos, no
garantiza que pueda llegar a interpretar correctamente los problemas y
mucho menos resolverlos.
Es decir, para solucionar problemas se requieren instrumentos, pero su
posesión no garantiza el poder resolverlos. Ser capaz de interpretar
los problemas no implica el poseer los instrumentos necesarios para
solucionarlos. La capacidad para interpretar una situación-problema y
poder trasladarla del lenguaje ordinario al lenguaje matemático,
demanda contar con las herramientas matemáticas necesarias, aunque el
poseer tales mecanismos no conlleva automáticamente la capacidad de
poder resolver problemas.
En este singular marco, el docente juega un papel trascendental,
porque, independientemente del enfoque epistemológico y didáctico que
asuma, su percepción del qué y para qué de las matemáticas será
trasladada a los educandos. Así, el aprendizaje de las matemáticas
puede ser visto por el docente como un "para qué" (en calidad de
instrumentos), o un "por que" (en calidad de contenido) que posee sus
propios problemas, aspecto que afecta la manera cómo realiza la
enseñanza, es decir, el enfoque al que recurrirá ya sea por medio de un
manejo algebraico (semántico) o gráfico-visual.
En efecto, existen evidencias de que las prácticas de aprendizaje están
determinadas por el enfoque que sigue el docente con respecto a cómo
percibe, manipula y transmite los conceptos matemáticos (Bayazit,
2010). Como consecuencia, tal aprendizaje difiere, en términos
cualitativos, de unos a otros estudiantes, de un docente a otro, de un
contexto a otro, de una carrera a otra, e incluso, de un curso a otro.
De ahí que el papel que desempeña el docente es clave para no caer en
un círculo vicioso analizado por Duval (1993 citado por D'Amore, 2011),
para quien el aprendizaje de los objetos matemáticos debe ser
conceptual, por causa de la naturaleza de tales objetos. Esto es
posible, únicamente, si se realiza a través del propio lenguaje
matemático, el cual permite el manejo conceptual de tales objetos, es
decir, solo se puede aprender a manipular los objetos matemáticos si se
cuenta con el lenguaje matemático, pero para contar con el lenguaje
matemático se requiere poder manipular los objetos matemáticos. Ante
ello, Duval se plantea los siguientes cuestionamientos:
¿Cómo sujetos en fase de aprendizaje no podrían confundir los objetos
matemáticos con sus representaciones semióticas si ellos no pueden más
que tener relación solo con dichas representaciones? (...) Y al
contrario ¿cómo podrían ellos adquirir el dominio de los tratamientos
matemáticos, necesariamente ligados a las representaciones semióticas,
si no tienen ya un aprendizaje conceptual de los objetos representados?
(Duval 1993, citada por D'Amore, 2011, p. 6)
Algunos ejemplos ilustrativos de esta situación conflictiva son los
enunciados a continuación:
a) El símbolo este posee una gran cantidad de acepciones. El primer
acercamiento ocurre en la educación primaria para identificar el
concepto de "resta". De este modo los párvulos lo asocian con la idea
de que a un todo se le separa una parte que es menor al todo, por lo
que, de manera natural, el resultado es un número positivo. Dicha
aproximación conlleva una correspondencia muy directa entre los
lenguajes ordinario y matemático.
Aún así, al llegar a la educación media, el símbolo comprende múltiples
conceptos. La resta deja de estar abiertamente presente y aparece como
un recurso para representar números negativos, "Para el pensamiento
occidental, sustentado por el principio de contradicción e igualdad, el
número negativo no es algo natural" (Radford, 2004, pág. 12). Tales
números tienden a convertirse en un serio problema cuando se asumen los
criterios utilizados durante el renacimiento occidental para
identificar, a través de ellos, a las "deudas" (Radford, 2004). Como
contraparte se tiene el "+" para las ganancias, porque llevan al
insólito caso de que al multiplicar dos números negativos, una deuda
por otra, implicaría generar ganancias.
Adicionalmente, si el aprendizaje de los números negativos se enmarcara
desde una perspectiva de "direcciones", el lenguaje ordinario
contribuiría a considerar que tal signo implicaría, en el caso de una
recta numérica, estar a la izquierda de cero. Esta identificación con
una dirección permitiría hablar de "direcciones opuestas", y por ende,
del opuesto de un número, donde la expresión "- - b", expresaría la
dirección opuesta de un número negativo, lo que hace que el "-" esté
refiriéndose a un número positivo. Es decir, el "-" no siempre
representa a un número negativo. Para concluir, el uso del "-" debe ser
considerado contextualmente. Este carácter contextual alcanza su máxima
expresión al considerar expresiones como limx->-b-f(x) donde el símbolo
"-" indica que las pre-imágenes de una función se acercan por la
izquierda de un número negativo (asumiendo que b es positivo), lo cual
para estudiantes novatos, en recurrentes ocasiones, resulta confuso
(Engler, Gregorini, Vrancken, Müller, Hecklein, y Henzenn, 2008).
a) Un símbolo aparentemente tan simple como "0", y su capacidad para
representar la "ausencia" resulta sorprendente cuando se debe usar para
completar un polinomio, ya que lejos de representar la ausencia de
algo, el "no hay", constituye el recurso fundamental para indicar la
existencia de otras "cosas" que permiten hablar de orden, crecimiento y
completitud.
c) Directamente ligado a la relación entre los lenguajes ordinario y
matemático, el traslado de uno al otro puede resultar confuso, aspecto
que incide significativamente al momento de querer resolver problemas.
Por ejemplo, solicitar a los estudiantes trasladar del lenguaje
ordinario al algebraico, la expresión "el doble de un número aumentado
en tres" (*). Experimentos realizados por este autor muestran que
muchos estudiantes tienden a escribir " 2 x + 3 ", pero enfrentan un
choque cognitivo si se les plantea como alternativa " 2 ( x + 3 ) ".
Tal choque se incrementa cuando después de ser escrito el "texto" en la
pizarra, éste se lee muy rápidamente y se compara con las expresiones
algebraicas.
Los estudiantes novatos, generalmente, no logran dar con las
diferencias entre ellas, no es, sino posterior a realizar varias
lecturas, cada vez más lentas, marcando las correspondientes
entonaciones: "el doble de un número... aumentado en tres", y
diferenciándola de: "el doble de... un número aumentado en tres", que
demandan en el lenguaje ordinario escrito denotarlas con comas, que se
evidencia a la expresión inicial (*) como técnicamente intransferible
del lenguaje ordinario al lenguaje matemático.
Los ejemplos anteriores muestran varias cosas a ser tomadas en cuenta
cuando se pretende resolver problemas, primero la dificultad, y en
algunos casos la imposibilidad, de homologar el lenguaje ordinario con
el matemático; la segunda, el que el lenguaje matemático combina
simbología con contenido; tercera, que el lenguaje matemático es
polisémico y contextual, depende de lo que se hable, como se hable y
que se quiera representar. Consecuentemente con ello, las constantes
repeticiones por parte del docente, si no muestran enfoques diversos,
no contribuyen a que los estudiantes logren "asir" los conceptos,
comprender el problema o poder determinar cómo trasladarse de un
lenguaje a otro, lo cual contribuye a que el aprendizaje de las
matemáticas termine dentro de un aire de misterio que es apabullado por
la algebrización en su manejo (Artigue, 1998, Tall, 1992).
Los ejemplos permiten considerar que el deficiente aprendizaje de las
matemáticas, por parte de muchos estudiantes, podría residir en la
dificultad que enfrentan para entender aquello de lo que se les habla o
se les cuenta, o bien en la forma cómo se les cuenta y el para qué se
les cuenta (Ortega y Ortega, s.f.), por lo que el no lograr pasar del
lenguaje ordinario al lenguaje matemático, debido al carácter
polisémico y contextual que ambos presentan, puede conllevar a que la
traslación-traducción genere vacíos conceptuales y procedimentales
imposibles de cubrir.
7. El lenguaje ordinario como eje transversal para resolver problemas
en matemáticas
En 2009, en el ensayo "El aprendizaje de las matemáticas por medio de
la solución de problemas" (García, 2009b) se presenta una propuesta
pedagógica para el aprendizaje de las matemáticas por medio de la
solución de problemas. Esta proposición fue planteada varios años antes
que la del MEP, resulta ajena a ella, consta de siete pasos: leer,
comprender, traducir, construir mecanismos alternativos para la
búsqueda de la solución, aplicar algoritmos específicos u operaciones,
determinar posibles respuestas incluyendo la selección y comprobación,
y brindar resultados o respuestas.
La propuesta fue elaborada desde una perspectiva metodológica y con un
sentido metacognitivo, con la finalidad de ofrecer una alternativa para
que los docentes y educandos pudiesen tomar conciencia del proceso
cognitivo que ponen en marcha cuando procuran solucionar problemas
utilizando matemáticas. El autor considera que los pasos propuestos no
se ejecutan en estado "puro", es decir, no aparecen diferenciados unos
de otros de forma clara y distinta, sino que evidencian la existencia
de muchos enlaces entre ellos, lo que hace que su "identificación y
aislamiento" deba ser sopesado de manera relativa y por el papel
cognitivo que cada uno desempeña a partir de considerar que los
aprendizajes que se van construyendo son reforzados y consolidados por
la reflexión del educando sobre los mismos (Lacon y Ortega, 2008).
Las etapas leer, comprender y traducir implican un manejo del lenguaje
ordinario que, gradualmente, debe ser trasladado al lenguaje
matemático. En otras palabras, constituyen una zona de interacción
entre los dos lenguajes, y evidencian el nivel del desarrollo cognitivo
del educando, así como la capacidad para ir más allá de lo superficial
ya que demandan una organización de la información que posibilite una
actividad tanto cognitiva como metacognitiva, merced a la formulación y
reformulación del texto. Tales etapas se pueden ubicar dentro de los
que Moreno (2012) denomina conocimiento declarativo, por lo que su
manejo correcto debe ir más allá del uso mecánico e instrumental de la
simbología.
La epata "leer"' se plantea más allá de las competencias propias de la
lecto-escritura porque incluye una "lectura del entorno", en la cual es
imprescindible conocer y comprender el carácter semántico de los
términos utilizados, la manera como se enuncie (se proponga) un
problema (lo cual implica más que fonetizar las palabras) es
determinante para establecer una relación entre los términos
utilizados, el contexto y el acervo histórico y cultural de los
participantes. Estos representan aspectos que deben tener sentido y
significado tanto individual como social, deben ubicarse dentro de un
marco contextualmente consensuado, ya que existe la posibilidad de que
la lectura realizada por el docente no coincida con la efectuada por el
educando.
No debe sorprender que para muchos docentes el concepto de lectura
remite a textos "físicos", mientras que para muchos estudiantes implica
textos "virtuales", por lo que debe ser considerada también desde estas
dos dimensiones. En síntesis, la lectura debe estar ligada al contexto
y la realidad, demanda interpretar las cosas que existen o suceden en
el entorno de manera consensuada, y sería ideal que esté orientada a
estimular la motivación, acaparar la atención y proponer retos posibles
al educando.
En la etapa "comprender", el aprendiz debe utilizar el lenguaje
ordinario con el objetivo de perfilar la intención del problema, es
decir, establecer qué es lo que se pretende solucionar, qué es lo que
el problema quiere que realice. Comprender requiere contextualizar, en
términos tanto del entorno general, como del marco específico al que se
restringe el enunciado. Esta etapa es crítica cuando la historia del
aprendizaje de la lecto-escritura del educando ha mostrado debilidades,
o cuando el vocabulario y el campo semántico son pequeños.
Asimismo, la compresión implica realizar un análisis que permita
separar la información útil de aquella que es superflua, lo que se
traduce en un proceso de clasificación de la información según su
importancia o relevancia. Las emociones cobran una fuerza
extraordinaria y exigen al aprendiz enfrentarse a su pasado y poner en
juego el acumulado de sus experiencias relativas al tema que se
trabaja. En el caso del docente, comprender el problema incluye
dimensionar la dificultad que posee para que no exceda el nivel y
capacidad de los educandos y se convierta en un elemento frustrante.
En lo que corresponde a "traducir", esta etapa junto a la anterior,
constituyen las fases en las que los estudiantes enfrentan muchas
dificultades. La traducción consiste en la traslación del lenguaje
ordinario a un conjunto de símbolos propios del lenguaje matemático,
sean estos algebraicos o gráfico visuales. Demanda un análisis de la
información para determinar cuáles referentes matemáticos son los más
apropiados con los cuales puede asociar la situación planteada con la
que ya conoce, de esta manera puede separar lo relevante de lo
irrelevante, así como diferenciar los elementos explícitos de los
implícitos. Cuando se logra lo anterior, el educando puede pasar del
conocimiento declarativo al procedimental y establecer las condiciones
que permitan trabajar con una serie de símbolos manipulables de manera
eficiente, como si fueran parte de una pequeña maquinita (Radford,
2004).
Las etapas de leer, comprender y traducir constituyen constituye la
parte medular del proceso de matematización del problema. De manera
conjunta se pueden considerar como un proceso de
traslación-transferencia que depende del nivel de desarrollo del
"lenguaje interior" del aprendiz. El lenguaje interior actúa como
elemento intermedio entre los lenguajes ordinario y matemático, que son
lenguajes sociales, y constituye un instrumento intelectual capaz de
ligar los elementos previamente conocidos o desarrollados por el
aprendiz, guardados en la memoria a largo plazo que pueden ser útiles
ante la situación con que se enfrenta. Es a través del lenguaje
interior que el individuo puede reconocer, identificar y homologar
situaciones resueltas previamente; lo que permite establecer la
complejidad que el problema conlleva, poner en juego la creatividad y
experiencia.
Conclusiones
El nuevo programa de estudios en el área de las matemáticas asumido por
el MEP desde 2012 para la Educación General Básica y el Ciclo
Diversificado, ofrece una nueva alternativa a los estudiantes para que
puedan empoderarse, como nunca antes se había hecho, con respecto a su
aprendizaje. Dicha herramienta establece la necesidad de reconocer el
entorno y la presencia de las matemáticas en él, una vez logrado esto
pueden recurrir al lenguaje matemático como un mecanismo de
comunicación que surge del lenguaje ordinario.
Sin embargo, conceptos como entorno, contexto, problemas y lenguaje,
son difíciles de definir o precisar porque todos dependen de
consideraciones tanto objetivas como subjetivas. Estos elementos,
trasladados al modelo educativo en propuestas que pretenden ser
"concretas", requerirán siempre ser consensuados si se pretende con
ello lograr impactos positivos. Las múltiples interpretaciones de las
que pueden ser objeto demandan un diálogo permanente a nivel de la
superestructura institucional como a nivel de aula.
El aprendizaje de las matemáticas puede ser considerado desde dos
ángulos: como instrumento de trabajo para resolver problemas, o como
contenido de conocimiento en si mismo. Tal aprendizaje depende del
lenguaje ordinario, el cual a su vez es el resultado de la interacción
social en la que participa el individuo. La calidad en el manejo del
lenguaje ordinario y el enriquecimiento de su campo semántico, el cual
puede ser estimulado desde la educación a través de la lecto-escritura,
contribuyen a que la capacidad para aprender a resolver problemas pueda
lograrse de una mejor manera.
El crecimiento del lenguaje ordinario y el consecuente enriquecimiento
de su campo semántico actúan como facilitadores para la comprensión y
uso hablado de los objetos, ya sean propios del lenguaje ordinario o
del matemático. Estos aspectos podrían generar condiciones de
reconocibilidad e identificación del objeto hablado distinguiendo sus
posibles representaciones, lo que contribuye a que el lenguaje
matemático crezca en cantidad y calidad, y por ende, a que su
aprendizaje y utilización en la solución de problemas sea mucho más
eficiente.
El hecho de partir de problemas del contexto proporciona una
metodología que permite la homogenización en el tratamiento, a la vez
que respeta la individualidad, este es posiblemente el mayor de los
méritos del ABP. Sin embargo, tal metodología demanda de los docentes
una consciencia crítica, un gran sentido de la realidad junto a la
imaginación para evitar la mecanización de este extraordinario
instrumento.
Todo lo anterior posibilita plantear que, probablemente, muchos de los
posibles errores que cometen los estudiantes en el manejo del lenguaje
ordinario son generadores potenciales de errores en la construcción,
interpretación y valoración del significado de los objetos propios del
lenguaje matemático, lo que podría llevar a hipotetizar que muchos de
los problema del aprendizaje de las matemáticas estarían relacionados
con un manejo débil o incorrecto del lenguaje ordinario.
En suma, se puede afirmar que el aprendizaje de las matemáticas está
relacionado, e incluso, que depende en gran medida del aprendizaje del
lenguaje ordinario, a tal punto que sus sintaxis y semánticas actúan de
maneras similares. Comprender lo anterior, se vuelve vital para
privilegiar el manejo de un lenguaje preciso y claro que contribuya,
metacognitivamente, a adquirir consciencia sobre cómo se dan los
procesos de aprendizaje para tratar de evitar aprendizajes mecánicos y
memorísticos basados en la obtención de respuestas independientemente
de su comprensión.
Las matemáticas, en tanto construcción humana, han sido creadas
principalmente para resolver problemas de la naturaleza y de la vida
cotidiana, lo cual no demerita el trabajo que realizan los matemáticos
profesionales, mas este trabajo debe ser correctamente ubicado, por lo
que es un error considerar que todo aquello que corresponde a la
especialidad (particularmente la estructura y método), es susceptible
de ser enseñado a toda la sociedad. De ahí, la necesidad de que los
profesores de matemáticas tengan muy claro cuál es el contexto en que
desarrollan su labor y cuáles son las dimensiones de su lenguaje
ordinario y el de sus estudiantes para establecer la ruta a seguir.
Referencias
Artigue, Michèle. (1998). Enseñanza y aprendizaje del análisis
elemental: ¿Qué se puede aprender de las investigaciones didácticas y
los cambios curriculares? Revista Latinoamericana de Investigación en
Matemática Educativa, 1(1). Recuperado de www.clame.org.mx/relime.htm
Bayazit, Ibrahim. (2010). The Influence of Teaching on Student
Learning: The Notion of Piecewise Function. International Electronic
Journal of Mathematics Education, 5(3), 146-164. Recuperado de
www.iejme.com/
Chavarría, Jesennia y Alfaro, Cristian. (2005). Resolución de problemas
según Polya y Schoenfeld. Ponencia presentada ante el IV Congreso
Internacional sobre Enseñanza de la Matemática Asistida por Computadora
(ClEMAC). Instituto Tecnológico de Cartago, Costa Rica. Recuperado de
http://www.cidse.itcr.ac.cr/ciemac/memorias/4toCIEMAC/Ponencias/Resoluciondepro
blemas.pdf
D'Amore, Bruno. (2011). Conceptualización, registros de
representaciones semióticas y noética: interacciones constructivistas
en el aprendizaje de los conceptos matemáticos e hipótesis sobre
algunos factores que inhiben la devolución. Revista Científica. (11).
Recuperado de
http://www.dm.unibo.it/rsddm/it/articoli/damore/740%20Conceptualizacion.pdf
Delors, Jacques. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la
UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo
XXI presidida por Jacques Delors. Madrid. Santillana, Ediciones UNESCO.
Recuperado el 01 de Marzo de 2014 de
http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS S.PDF
Duval, Raymond. (2006). A cognitive analysis of problems of
comprehension in a learning of mathematics. Educational Studies in
Mathematics, 6, 103-131. Recuperado de
www.cimm.ucr.ac.cr/ojs/index.php/eudoxus/article/download/162/297
Engler, Adriana, Gregorini, María Inés, Vrancken, Silvia, Müller,
Daniela, Hecklein, Marcela y Henzenn, Natalia. (2008). El límite
infinito: una situación didáctica. Revista PREMISA. Sociedad Argentina
de Educación Matemática (SOAREM). Año 10, N° 36, págs. 11¬21.
Recuperado el 31 de Enero de 2011 de
http://www.soarem.org.ar/Documentos/36%20Engler.pdf
García, José. (2009a). La Calculadora científica y la obtención de la
respuesta correcta en el ciclo diversificado. Revista Actualidades
Investigativas en Educación, 9(2). Recuperado de
http://revista.inie.ucr.ac.cr/uploads/tx magazine/calculadora.pdf
García, José. (2009b). El aprendizaje de las matemáticas por medio de
la solución de problemas. Revista Uniciencia, 23, Universidad Nacional,
Heredia, Costa Rica.
García, José. (2013). La problemática de la enseñanza y el aprendizaje
del cálculo para ingeniería. Revista Educación, 37(1). Recuperado de
http://www.revistas.ucr.ac.cr/index.php/educacion/article/view/10627
García, José. (2014). Educación, Sociedad del Conocimiento y
Tecnologías Digitales, de lo conflictivo a lo complementario. Ponencia
presentada ante el V Taller Internacional "La Virtualización en la
Educación Superior". 9° Congreso Internacional de Educación Superior.
La Habana, Cuba.
Gómez, Carmen. (1991) Cognición, contexto y enseñanza de las
matemáticas. Comunicación, lenguaje y educación, (11-12). Recuperado de
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=126226
González, María y Waldegg Guillermina. (1995). Lectura 3: El fracaso de
la matemática moderna. La Matemática, su enseñanza y aprendizaje. Thais
Castillo y Virginia Espeleta (Comps). San José, Costa Rica: EUNED.
Hopenhayn, Martín. (2002) El reto de las identidades y la
multiculturalidad. Pensar Iberoamérica. Revista de la Organización de
los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Recuperado de www.oei.es/pensariberoamerica/ric00a01.htm
Instituto de Fomento y Asesoría Municipal. (2003). Regiones y cantones
de Costa Rica. Dirección de Gestión Municipal. Sección de Investigación
y Desarrollo. Recuperado de
http://www.ifam.go.cr/docs/regiones-cantones.pdf
Instituto Tecnológico de Monterrey. (2010). Investigación e Innovación
Educativa. Centro Virtual de Técnicas Didácticas. Recuperado de
http://sitios.itesm.mx/va/dide2/tecnicasdidacticas/abp/personajes3.htm
Lacon, Nelsi y Ortega, Susana. (2008). Cognición, metacognición y
escritura. Revista signos, 41(67), 231-255. Recuperado de
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-09342008000200009&script=sci
arttext
Lampert, E. (2008). Postmodernidad y universidad: ¿Una reflexión
necesaria?. Perfiles educativos, 30(120), 79-83. Universidad Nacional
Autónoma de México. Recuperado de
www.redalyc.org/articulo.oa?id=13211159005
Manpower Group. (2012). Encuesta sobre escasez de talento. Recuperado
de http://www.manpowergroup.com.mx/uploads/estudios/talentshortage_d2012.pdf
Ministerio de Educación Pública (MEP). (2012). Reforma Curricular en
Ética, Estética y Ciudadanía. Programa de Estudios de Matemática. I y
II ciclo de la Educación Primaria, III Ciclo de la Educación General
Básica y Ciclo Diversificado. San José, Costa Rica: MEP.
Moreno, María Guadalupe. (2012). La enseñanza de la
resolución de problemas matemáticos. El banco y negro de algunas
estrategias didácticas. Recuperado de
http://www.quadernsdiaitals.net/datos_ web/hemeroteca/r_24/nr_286/a_3699/3699.h_tm
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
(2010). Habilidades y competencias del siglo XXI para los aprendices
del nuevo milenio en los países de la OCDE. Recuperado de
http://recursostic.educacion.es/blogs/europa/media/blogs/europa/informes/Habilidades_y_competencias_siglo21_OCDE.pdf
Ortega, Juan Francisco y Ortega, José Ángel. (s.f.). Matemáticas: ¿Un
problema de lenguaje? Recuperado el de http://urls.my/PxcXxX
Parra, Blanca. (1990). Dos concepciones de resolución de problemas.
Revista Educación Matemática, 2(3), 22-32.
Pimm, David. (2002). El lenguaje matemático en el aula. Madrid:
Ediciones Morata.
Programa Estado de la Nación (2013). Decimonoveno Informe Estado de la
Nación en Desarrollo Humano Sostenible. San José, Costa Rica: Programa
Estado de la Nación. Recuperado de
http://www.estadonacion.or.cr/estado-nacion/informe-actual?highlight=YTo0OntpO¡A7czo3OiLDrW5kaWNlIitpO¡E7czoxMDoiZGVzYXJyb2x
sbyI7aToyO3M6Nioic29iaWFsI¡tpO¡M7czoxNzoiZGVzYXJyb2xsbyBzb2NpYWwiO30
Quesada, Daniel. (1991)¿Es la Matemática un lenguaje? Revista de
Filosofía, 3a Época, 4(5), 31-43. Editorial Complutense, Madrid.
Recuperado de
http://revistas.ucm.es/index.php/RESF/article/viewFile/RESF9191120031A/11982
Radford, Luis. (2004). Semiótica cultural y cognición. Recuperado de
http://www.cimm.ucr.ac.cr/o¡s/index.php/eudoxus/article/viewFile/350/353
Ramos, Eduardo. (s.f.). Tesina sobre el lenguaje (Anatomía, evolución,
teorías, lenguaje y pensamiento, glosario). Recuperado de
http://ideasapiens.blogsmedia.com/psicologia/educacion/tesina%20lenguaje.htm
Real Academia Española de la Lengua. (2001). Diccionario de la Lengua
Española. Recuperado de http://lema.rae.es/drae/?val=contexto
Rigo, Mirela, Páez, David y Gómez, Bernardo. (2009). Procesos
Meta-Cognitivos en las clases de matemática elemental. Propuesta de un
marco interpretativo. En María José González, María Teresa González y
Jesús Murillo (Eds.), Investigación en educación Matemática XIII (pp.
435-444). Santander: SEIEM. Recuperado de
http://www.seiem.es/publicaciones/archivospublicaciones/actas/Actas13SEIEM/SEIE
MXIII Indice.pdf
Ruiz, Ángel y Chavarría, Jesennia. (2003). Educación matemática:
escenario histórico internacional y construcción de una nueva
disciplina. Revista UNICIENCIA 20(2), 11¬27. Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica.
Schoenfeld, Alan. (1992). Learning to think mathematically: Problem
solving, metacognition, and sense-making in Mathematics. Recuperado de
http://www.cimm.ucr.ac.cr/ojs/index.php/eudoxus/article/viewFile/352/355
Tall, David. (1992). Students' Difficulties in Calculus. Plenary
presentation in Working Group 3, ICME. Quebec. Canada. Recuperado de
http://homepages.warwick.ac.uk/staff/David.Tall/pdfs/dot1993k-calculus-wg3-icme.pdf
Vigotsky, Lev. (2005). Pensamiento y lenguaje. La Habana: Editorial
Pueblo y Educación.
Correspondencia a:
José Ángel García Retana. Profesor en Secundaria y en la Sede Guanacaste, Universidad de Costa
Rica. Licenciado en la Enseñanza de la Matemática, Universidad de Costa
Rica. Reside desde 1996 en Liberia, Guanacaste donde ha desarrollado su
labor docente. Dirección electrónica: iose.garcia@ucr.ac.cr
Ensayo recibido: 9 de mayo, 2014 Enviado a corrección: 29 de setiembre,
2014 Aprobado: 1° de diciembre, 2014