Desafíos Actuales a la Inclusión: Un Estudio de Caso en un Aula de
Preescolar Portuguesa
Today`s Issues to the Inclusion: A Case Study in a Early Childhood
Education Portuguese Classrooms
Mª Esther Martínez-Figueira1, Mª Beatriz Páramo-Iglesias2, Eugénia
Maria de Matos Claudino Necho3
1 Desarrolla su actividad docente, investigadora y de gestión en la
Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de la Universidad de
Vigo, España. Dirección electrónica: esthermf@uvigo.es
2 Personal Docente e Investigador en el Departamento de Didáctica,
Organización Escolar y Métodos de Investigación de la Universidad de
Vigo, España. Dirección electrónica: mariabeatriz.paramo@uvigo.es
3 Desarrolla su labor docente en el Jardim S. Vicente de Paula Nº1,
Vila Real, Portugal. Dirección electrónica: genanecho@gmail.com
Dirección para correspondencia
Resumen
Este ensayo muestra una reflexión sobre el nuevo enfoque de la escuela
del presente y del futuro en las aulas portuguesas, la cual es
necesaria para el proceso de cambio hacia una educación inclusiva.
Afrontamos esta tarea con el objetivo de valorar las percepciones
acerca de la educación inclusiva que realiza una maestra de un Jardín
de Infancia ubicado en Vila Real (Portugal). Para ello llevamos a cabo,
en el curso escolar 2013/2014, una investigación de corte cualitativo e
interpretativo basada en un estudio de caso de realidad única con un
marcado carácter descriptivo y exploratorio para confirmar la
emergencia pedagógica que apuesta por la educación inclusiva. La toma
de datos se ejecuta por una combinación de instrumentos (entrevista,
escala de observación, documentos, materiales audiovisuales y notas de
campo) y fuentes de información (docente e investigadoras) con la
finalidad de realizar una triangulación de datos y poder, de esta
manera, confirmar la emergencia de un ideario y prácticas docentes
inclusivas en esta aula. Los primeros resultados nos ofrecen varios
puntos para la reflexión: (1) una mirada a la inclusión, a la equidad,
en términos de oportunidad, de plantearnos retos y desafíos; (2) se
sugiere la necesidad de llevar a cabo cambios en las prácticas y
valores docentes; y (3) se entiende como algo natural que los espacios,
actividades, tiempos y relaciones respondan a un conjunto de elementos
que, según unas u otras combinaciones, se configuren para hacer
efectiva la realidad inclusiva en el aula a la que se refiere la
propuesta, únicamente a lo particularizante del estudio, sin pretender
hacer generalizaciones.
Palabras clave: educación inclusiva, primera infancia, evaluación
docente, estudio de caso, inclusión, Portugal.
Abstract
This essay is a reflection on the new paradigm of school nowadays in
Portuguese classrooms, required to the process of change towards
inclusive education. We face this task with the aim of assessing a
kindergarten teacher`s inclusive perceptions in Vila Real (Portugal) in
the school year 2013/2014. It is a qualitative and interpretative
research from a descriptive and exploratory perspective based on a case
study. In order to collect Data collection it was performed by a
triangulation of instruments (interview, observation scale, documents,
audiovisual materials and field notes) and different information
sources (teacher and researchers), in order to perform a triangulation
of data and to confirm the emergence of an inclusive ideology and
teaching practices in this classroom. First results provide several
points for reflection: (1) a look at the inclusion, equity, in terms of
opportunity, to ask issues and challenges; (2) it is suggested the need
to make changes in teaching practices and values; and (3) it`s
something natural that this whole elements (spaces, activities, times
and relationships) are configured to realize an inclusive education in
classroom the proposal relates, only to the particularizing of the
study, without trying to make generalizations.
Key words: inclusive education, early childhood, teacher evaluation,
case study, inclusion, Portugal.
1. Introducción
1.1 Desde una utopía a una realidad hacia la inclusión en Portugal
El valor otorgado a la educación en estos últimos años ha ido variando
en función de las concepciones sobre educación inclusiva regidas en
cada momento en la sociedad y el sistema en el marco portugués. Resulta
pertinente adentrarse en una perspectiva histórica que no se limite
únicamente a especificar qué se hacía y qué no, sino también en ir
presentando las diferentes características que definen la educación
inclusiva en Portugal en función de diferentes textos legislativos,
documentos, movimientos y asociaciones. El carácter de este análisis
pretende enfatizar aspectos que en la actualidad podrían parecer, y
podrían ser, contradictorios con los parámetros de la inclusividad y
educación para el desarrollo; sin embargo, fueron concepciones e
idearios necesarios y sucesivos para que actualmente se comprenda el
sentido amplio de la educación inclusiva (Sanches y Teodoro, 2006).
La desavenencia manifestada en este contexto luso entre el carácter
asistencial y educativo de la etapa comprendida de los 3 a 6 años de
edad fue en su día el primer ingrediente del entramado teórico que se
estaba configurando en forma de diferentes propuestas que abogaban por
su inminente carácter educativo y por lo tanto, una modalidad integrada
de todo el alumnado (Esteves y Lópes 2005). No obstante, el sistema
educativo en Portugal se define por unas características históricas y
sociales que lo limitan y delimitan, y en este caso fueron
interpretadas como barreras. En el sentido amplio, por educación
inclusiva nos referimos a “una escuela para todos” (Almeida y Alberte,
2009). El hecho de que teorías, autores y prácticas a lo largo de la
historia se replanteasen esa educación ordinaria para todos,
actualmente nos sitúan en un punto de cierta incertidumbre.
En los últimos años se ha visto la educación especial como un sistema
educativo paralelo o separado del proporcionado a la mayoría de las
niñas y niños, y este sistema ha sido desafiado por las ideas de la
inclusión, en la cual se considera que todas y todos los niños deben
formar parte del mismo sistema educativo (Florian, 2013). En el
contexto portugués, la educación especial contaba con un corpus y un
status propio que ya se desplazaba hasta el centro ordinario para dar
respuesta a diferentes dificultades y necesidades que iban surgiendo.
En este sentido, se puede mencionar la dimensión estructural, sin que
ésta sea el único factor a tener en cuenta, sin embargo, constituye el
primero de ellos, y el más complejo en este campo seguía siendo la
dimensión social (Morgado, 2010).
Con la formulación de muchas de las premisas de los Derechos Humanos,
el desarrollo holístico empezaba a inundar los idearios de muchos
docentes y expertos, y ya de algunas familias que concebían el sentido
de la comunidad educativa en forma de referentes o apoyos. Estos dos
principios originaron los primeros cambios legislativos en relación con
la Educación especial, con proposiciones acerca de la adecuación de las
condiciones en los centros ordinarios para niñas y niños que
presentaran dificultades y necesidades, hasta abarcar términos de
flexibilización curricular y organización de apoyos.
En la actualidad, según Sanches y Teodoro (2006), se ha constituido una
línea recta que cruza el sistema educativo donde un primer punto sería
el alumnado (que limita la Educación especial) hasta alcanzar el
contexto (principio de la inclusividad). Las políticas educativas
vigentes abogan por una educación ordinaria para todo el alumnado en
las escuelas regulares siendo, de acuerdo con Rodrigues y Nogueira
(2010), un 2% de alumnos escolarizados en escuelas especiales. El
Decreto-Lei 3/2008, de 7 de enero concreta muchos aspectos sobre esta
temática. Por un lado, puntualiza y aclara el significado de Educación
especial destinada a alumnado con Necesidades Educativas Especiales de
Carácter Permanente (NEECP), su Plano Educativo Individualizado (PEI) y
la diferencia del Apoyo Educativo, con el que se garantiza la atención
a dificultades de aprendizaje.
Es en este documento legislativo donde se percibe un concepto más
amplio de la inclusión, como un lugar de diversidad de necesidades,
intereses y características (Freire, 2008). Uno de los principales
logros fue entender el Jardín de Infancia (etapa educativa en Portugal
que comprende la edad preescolar de los 3 a 6 años) como espacio de
flexibilización, observación y detección para dar respuesta educativa a
la participación del estudiantado, sin importar sus condiciones. El
énfasis se encuentra en el concepto de inclusión. Si desde los inicios
se cimientan características inclusivas en los diversos niveles del
sistema educativo nos podríamos encontrar con un compromiso educativo y
social sin necesidad de apelativos conceptuales de inclusión.
Son numerosos los trabajos y aportaciones teóricas centrados en ofrecer
cifras de alumnas y alumnos que presentan algún tipo de NEECP en las
aulas portuguesas, junto con la relación de ventajas y obstáculos que
se encuentra el personal a la hora de favorecer la integración de esta.
No obstante, toma fuerza el que cada vez más contemos con trabajos que
aportan definiciones sobre el concepto de inclusión (Acedo, 2008;
Blanco, 2008; Franco, 2011; Torres, Lissi, Grau, Salinas, Silva y
Onetto, 2013), y sobre los diferentes agentes implicados (Murillo y
Duk, 2011).Desde el papel que se le ha otorgado a la escuela y la
respuesta a las muchas y diferentes necesidades del alumnado acaecidas
en el aula ésta conforma un ambiente donde se verifica la influencia de
diferentes agentes.
Para que los avances en materia legislativa se puedan llevar al
contexto real y concreto es necesario reunir esfuerzos para identificar
y analizar elementos mediadores para convertirlos o hacerlos inclusivos
(Franco, 2011). La implicación de todos los agentes responsables en
este proceso (alumnado, familia, docente y comunidad) se conforma en un
proceso de acción-reflexión-acción continua, tal y como presentan
Rodrigues y Nogueira (2011): desde el alumnado, con y sin necesidades
educativas especiales pero todos ellos y ellas con características,
habilidades, limitaciones y potencialidades propias; hasta la
comunidad, entendida como un conjunto de relaciones entre la dimensión
física, funcional, relacional y temporal de las personas.
En definitiva, lo que supone la educación inclusiva es variado e
impreciso en estos agentes (Correia, 2010), e incluso, aún en los
diferentes niveles del sistema. Freire (2008) presenta un elemento
clave en un primer nivel de reflexión y análisis de contextos
inclusivos, al referirse a las creencias, de ahí que sea necesario
partir del modelo teórico e ideológico del que emergen unas u otras
prácticas docentes —en este caso concreto, en el contexto de Jardín de
Infancia— y que tienen relación con la educación inclusiva. La
tendencia en el resto de Europa se concentra en avances legislativos y
redes de interacción. Concretamente, en las aulas portuguesas esto se
plasma en proyectos de innovación e investigación no sólo centrados en
aspectos educativos de gestión curricular, sino también en índices de
ambiente de aprendizaje, de relación e interacción (Franco, 2011).
Estos aspectos constituyen los pilares que sustentan el ensayo que nos
ocupa.
2. Desarrollo del tema
2.1 Proposición
Este trabajo constituye una investigación de corte cualitativo e
interpretativo (Hernández, Fernández y Baptista, 2010) con un marcado
carácter descriptivo y exploratorio, basada en un estudio de caso de un
sujeto. Supone un proceso de investigación de realidad única centrada
en conocer y valorar las percepciones acerca de la inclusión realizada
por una maestra de un Jardín de Infancia, ubicado en Vila Real
(Portugal) en relación con los agentes participantes (alumnado,
familia, docente y comunidad). Como objetivos específicos se plantean:
- Identificar qué concepción se tiene de la educación inclusiva, sus
implicaciones y los agentes que intervienen en un proceso de
enseñanza-aprendizaje inclusivo.
- Indagar la puesta en práctica de la educación inclusiva teniendo en
cuenta la documentación legislativa, de centro y de aula.
- Conocer la percepción de las diferentes dimensiones del ambiente como
potenciadores de una educación inclusiva: espacios, actividades,
tiempos y relaciones.
- Contrastar las percepciones que se tiene de la educación inclusiva
con respecto a cómo se implementan.
Para la selección de la muestra del estudio de caso único, los
criterios que se han tenido en cuenta han sido:
- Profesorado en activo en aulas de Jardín de Infancia en Vila Real
(Portugal)1.
- Profesorado de aula mixta (alumnado con edades entre los 3 y 6 años
de edad) donde se atiende a la diversidad en cuanto a estilos,
características, etc.
- Profesorado con implicación activa en la metodología de proyectos.
- Profesorado inmerso en proyectos de innovación o de investigación,
sean estos en relación con otros centros educativos de Vila Real, con
la Universidad o con asociaciones de la ciudad.
- Profesorado comprometido con la educación inclusiva.
- Profesorado con voluntad en la participación del presente estudio.
De esta forma, la muestra queda conformada por una maestra cuya
docencia es impartida en un Jardín de Infancia, el centro educativo es
de carácter público y se encuentra ubicado en la ciudad de Vila Real
(Portugal). La docente cuenta con 30 años de experiencia docente, el
tamaño medio de su clase es hasta la fecha de 25 niñas y niños
aproximadamente, de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años de
edad.
La evaluación, observación y reflexión (Morgado, 2009) de los aspectos
y objetivos citados se llevó a cabo con cinco instrumentos distintos
pero complementarios entre sí: entrevista semi-estructurada, escala de
observación, documentos, materiales audiovisuales y notas de campo.
Explicamos cada uno:
- La descripción y análisis de las concepciones sobre la educación
inclusiva se han realizado a partir de una entrevista
semi-estructurada, que incluye tres apartados:
Un primer bloque denominado “Comprensión, definición y marco de
inclusión” destinado a conocer la opinión de la encuestada en aspectos
como el grado de familiarización y comprensión del término inclusión,
el significado que para ella abarca dicho concepto y la opinión sobre
los efectos de la legislación educativa en esta temática.
Un segundo apartado denominado “Implicaciones en la escuela y práctica
docente” con el que se busca conocer la realidad del aula, casos y
situaciones reales en este marco. Así se plantean cuestiones que tratan
de recabar la opinión de la entrevistada en cuanto a la educación
inclusiva producida en su centro y cómo se plasma en los documentos
organizativos y curriculares de este y del aula. Asimismo, se recaba
información sobre cómo se traduce la educación inclusiva en su aula,
cuál es el planteamiento, metodología o práctica docente que desarrolla
para favorecerla, cómo es una organización que se asiente en pilares
inclusivos, cómo es el clima del aula que favorece la inclusión, cómo
se planifican las actividades de aprendizaje, materiales y recursos
tanto personales como materiales, desde esta perspectiva de una
inclusión educativa y por último, cómo se lleva a cabo la evaluación
acorde a la inclusión.
El último apartado “Agentes, necesidades y obstáculos” incluye aspectos
en relación con la participación con otros agentes (escuelas, familia,
sociedad, etc.) y con la Universidad en la medida de si estos favorecen
propuestas de mejora en educación inclusiva sobre su formación inicial
y continua, si en la actualidad se promueven ofertas de formación
basadas en la inclusividad, qué barreras y obstáculos se podrían
señalar para el avance hacia la inclusión así como las necesidades que
se plantean desde el aula para hacer efectiva la educación inclusiva en
el trabajo con el alumnado.
- La docente informante e investigadoras han observado el mismo aspecto
pero en momentos diferentes utilizando una escala de observación, la
cual se basa en la escala de observación del ambiente de aprendizaje de
Iglesias (2008), incluye, además de unos primeros datos contextuales
del centro, aula y práctica docente, 4 grandes bloques:
- “Dimensión física del ambiente como respuesta a la educación
inclusiva”, estructurada, a su vez, en cuatro grupos de ítems. El
primero se refiere a la estructura u organización del aula en cuanto a
espacios, zonas y puntos; un segundo acerca de la existencia y tipo de
delimitación (fuerte, débil) entre esta organización; otro referido al
carácter dinámico de las zonas, el cual cuestiona el tipo de
desplazamiento y su motivo; y por último, la modalidad de acceso a las
zonas.
- La “Dimensión funcional y tipo de actividades para favorecer la
inclusión”, incluye ítems referidos a conocer el planteamiento
educativo del aula, el tipo de actividades llevadas a cabo dentro de
ella y su orden en una jornada escolar, el tipo de zonas en el que se
ejecutan y la polivalencia de las actividades.
- La “Dimensión temporal dedicada a dar respuesta a la atención a la
diversidad”, facilita el registro de observación sobre aspectos
relacionados con el tiempo dedicado a diferentes tipos de actividades
(libre; planificada; gestión, servicio y rutina; y de evaluación).Y
finalmente,
- La “Dimensión relacional entre docente y alumnado e iguales”,
facilita que la observación se realice sobre los distintos tipos de
agrupamientos constituidos en diferentes momentos y el tipo de control
y participación por parte de la docente y entre el alumnado, acaba con
un espacio para elaborar un boceto del plano de aula.
Aun presentando este instrumento como una escala de observación, es
cierto que reporta muchos datos relacionados con el ambiente ordinario
del aula. Cuando se presentan las líneas del estudio se hace hincapié
en el ambiente y en las diferentes dimensiones, solicitando datos
relacionados con la educación inclusiva y su realidad en el aula.
Además, existe un último apartado para otras observaciones en las que
se recogen datos (ya dados o que quedaron por decir) en cuanto a
espacios y tiempos destinados para la atención de Necesidades
Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) del estudiantado, al control y
participación en momentos de trabajo con NEAE y referido a algún tipo
de actividad, recurso destinado a este alumnado.
- Sobre los documentos y materiales audiovisuales, se solicitó a la
docente que nos aportase documentación legislativa y de organización
curricular del centro y aula, así como materiales audiovisuales
(fundamentalmente fotografías y vídeos) que dispusiese sobre la
temática de estudio. Por último, las investigadoras han realizado
durante un trimestre diferentes registros, haciendo uso de notas de
campo, que recopilaban datos sobre los documentos de aula, organización
del aula, horarios, percepciones, observaciones y comentarios por parte
de la docente y de las investigadores (familia, agentes, clima, afecto,
etc.) y otras reflexiones derivadas del diálogo conjunto.
La triangulación de datos a partir de la información recabada con los
cinco instrumentos (entrevista, escala de observación, documentos,
materiales audiovisuales y notas de campo) le otorgan a la
investigación una inmersión inicial con respecto a la presentación del
estudio y conocimiento y primera toma de contacto con la maestra, con
el alumnado y los espacios.
La recolección de información se realizó durante un trimestre y mantuvo
la siguiente secuencia. Una vez presentadas las líneas básicas de la
investigación a la docente informante, durante dos sesiones de la
jornada escolar, se llevó a cabo una recolección de datos por parte de
las investigadoras utilizando la escala de observación diseñada. A
posteriori, en una tercera sesión, se aplicó la entrevista y en una
cuarta sesión se le presentó la escala de observación para que ella la
realizase. Al hacerlo con carácter oral se da la opción para que entre
investigadoras y docente surjan nuevas concepciones y datos a debatir
para favorecer una retroalimentación y reflexión conjunta (Fuertes,
2011). Por último debe indicarse que todo el proceso se contrasta con
las notas de campo recabadas por la investigadora así como con las
fotografías y vídeos aportados y documentación significativa del centro
y aula.
El análisis de datos se efectuó mediante un análisis de contenido. Se
identificaron los códigos y categorías por parte de las investigadoras
de forma separada e independiente, se sistematizó la información y se
procedió a su respectiva interpretación, se contrastaron los
mencionados sistemas de categorías, a partir de los cuales se definió
un sistema común que integra y redefine las categorías individuales de
análisis. Este análisis se apoyó en el programa informático Maxqda.
2.2 Resultados del estudio
La dialéctica del discurso inclusivo transcurre sobre qué y cómo están
haciendo los principales actores del cambio, los docentes. El objetivo
pasa por hacer de la reflexión sobre los parámetros y desafíos de la
escuela un espacio para conocer las percepciones acerca de la
inclusión, paradigma del sistema educativo actual. Atendiendo a los
objetivos planteados, agrupamos la información en dos grandes bloques:
uno que aglutina aquella derivada de la idea de educación inclusiva; y
otro, referido a las distintas dimensiones relacionadas con la mejora
sobre la educación inclusiva. Se debe señalar que las citas transcritas
y recogidas mediante la entrevista y la escala de observación estarán
integradas en el texto y vendrán identificadas por letra en cursiva y
entre comillas. Dado que la conversación transcurrió en lengua
portuguesa, el relato de la docente ha sido traducido al español.
2.3 Conceptualización de la inclusión
El cambio entre la filosofía de integración y el paradigma de inclusión
supuso, en un primer momento, un proceso de reflexión sobre el sistema
educativo, y que ahora se torna hacia los docentes (Sanches y Teodoro,
2007). De acuerdo con esto, la maestra comenta que desde su punto de
vista actualmente las y los docentes entienden lo que la palabra
inclusión significa, y la describe de la siguiente manera:
“Inclusión es tener en cuenta no sólo a alumnado con necesidades
educativas, sino a todos y cada uno de los niños y niñas, que son
diferentes y llegan a esta aula para aprender siendo felices”.
A pesar de comprender y estar familiarizada con el concepto, reconoce
que en ocasiones “no sabemos ponerlo en práctica”. La docente indica
que “es una realidad a la que queramos o no, tenemos que afrontar”;
desde el marco legislativo, pasando por los documentos del agrupamiento
(según señalan Rodrigues y Nogueira [2011], la organización del sistema
escolar queda conformada como una unidad escolar, un agrupamiento,
formado por diferentes centros distantes entre ellos, lo que
rentabiliza recursos y gestión) hasta los del aula, estos, presentan
orientaciones teóricas sobre cómo hacer de las aulas ambientes
inclusivos.
También señala que “donde hay que concretar la inclusión es en el aula,
donde soy yo, la auxiliar y 25 niños y niñas de entre 3 y 6 años con
sus familias; el estar hablando de características psicoevolutivas
diferentes por los rangos de edad y variados y cambiantes estilos de
aprendizaje nos descubre indudablemente la atención a la diversidad”.
Esto sugiere que las características del alumnado serán lo que
modifique la práctica docente. A este respecto, manifiesta que “es
miedo, a veces, a hacerlo mal, pero no pasa nada, nosotras también
aprendemos siempre, si no nos estancaríamos y la educación no lo
permite, pero otras muchas veces es falta de formación”.
A partir de las ideas expuestas por la docente se comparten lo expuesto
por Morgado (2009) quien señala la necesidad de planes de formación
permanente, planteamiento compartido por la docente, quien señala:
“repercutan en mi práctica”. Una práctica que se nutre de la
investigación, de la reflexión y de la acción, como un proceso cíclico
que revalorice el papel de los docentes y las docentes en las primeras
edades (Sanches y Teodoro, 2007) como agentes de inclusión porque tal
como señala nuestra informante: “muy pocos saben qué estamos haciendo
en inclusión, y les asombra lo que un aula de Educación Infantil puede
albergar”.
2.4 Dimensiones inclusivas
En las siguientes líneas se recogen las percepciones de la maestra
sobre las distintas dimensiones relacionadas con la mejora sobre la
educación inclusiva, que Iglesias (2008) expone: dimensión física (en
cuanto a cómo los espacios se organizan para atender a una práctica
educativa inclusiva); dimensión funcional (que recoge reflexiones en
cuanto a momentos y actividades que favorezcan esta realidad);
dimensión temporal (la organización de la jornada escolar que pueda o
no favorecer prácticas inclusivas); y por último la dimensión
relacional (en el sentido de qué tipo de relaciones entre profesorado y
alumnado se dan y si favorecen que la educación inclusiva se instaure
en ese aula).
A nivel de concreción curricular la maestra señala que “cada año
nuestro proyecto de aula, mi labor como docente y la del auxiliar
cambian para responder a las características concretas que presenta
nuestro alumnado, así como también el espacio, las actividades…”. La
suposición de todos los agentes y elementos del ambiente se configuran
como motor de prácticas y clima inclusivos (Morgado, 2009). La función
del ambiente, según disponemos del testimonio de la docente, “tiene un
carácter inminentemente globalizador”, al igual que la propia etapa y
la práctica docente. La maestra señala reiteradamente que la inclusión
no se crea de una u otra determinada manera, sino que es de por sí, ya
que “el ambiente hace que la inclusión sea algo real del aula”. No se
trataría tanto de espacios, ni actividades, ni tiempos, ni relaciones
específicas para responder a necesidades específicas, sino de un marco
y ambiente general que con identidad propia responda a ello, “pues de
lo contrario ya no estaríamos hablando de inclusión”.
En cuanto al espacio, existe una correspondencia entre la respuesta de
la maestra en la entrevista y las observaciones realizadas por las
investigadoras. No existe ningún espacio destinado exclusivamente a la
atención de necesidades educativas. El aula está organizada por
rincones y una mesa central de trabajo con 14 sillas (téngase en cuenta
que son 25 niños y niñas en el aula, lo que indica la forma en la que
el espacio, los rincones y la gestión del aula ocupan). Existe una
fuerte delimitación entre zonas y puntos del aula que según la
encuestada “permiten trabajar en los distintas zonas simultáneamente
con variedad de agrupamientos y finalidades específicas que ellos y
ellas conocen”.
Aun siendo así esa demarcación, la maestra señala que se produce un
dinamismo en tanto al mobiliario y su disposición a lo largo del curso
académico, un ejemplo de ello es la siguiente afirmación: “las
necesidades de hoy, pueden ser habilidades mañana y aparecer otras
dificultades que nos obliguen a reestructurar el espacio”; también de
actividades y movimiento del alumnado a lo largo de la jornada escolar.
El sistema de acceso a los diversos espacios viene determinado por un
pictograma en cada rincón de la cantidad ratio de niños y niñas que
pueden permanecer en él, y un método de collares con la imagen del
rincón para cada estudiante. La maestra lleva un registro diario de qué
espacios y zonas visita cada niño o niña, tal como manifiesta: “para
conocer sus muy variados intereses, el punto de partida para una
educación personalizada, para conocer destrezas y fortalezas y poder
orientar los siguientes días otro tipo de espacios para potenciar sus
debilidades o limitaciones”. Es preciso señalar que en caso de alguna
NEECP, el rol de la docente es “observar e investigar desde el juego y
la creatividad (lo que Sanches y Teodoro [2006] denominan la capacidad
de improvisación de un maestro/a, capacidad y factor esencial en la
escuela inclusiva), para poder intentar comprender que es lo que está
pasando para solicitar después la valoración del psicólogo del
agrupamiento” y en caso de ser necesario, los docentes especialistas
del agrupamiento: “visitarían el aula y trabajarían in situ con el niño
o niña, aquí con todos nosotros y con actividades que partan de nuestro
proyecto común”.
De acuerdo con Esteves y Lópes (2005), es necesario señalar que existen
ciertas barreras arquitectónicas que podrían dificultar construir
espacios inclusivos, existiendo escuelas de referencias que trabajaron
en esos obstáculos (Rodrigues y Nogueira, 2011), porque en numerosas
ocasiones, según nos señala la docente: “tenemos que lidiar con
aspectos que dificultan la inclusión, ajenos a nosotros, pero vamos
resolviendo…”.
La organización del espacio físico determina la funcionalidad del
ambiente en unos u otros momentos y actividades que, en criterio de la
informante “no necesitarían la palabra inclusiva”. La disposición en
rincones y pequeños grupos de trabajo posibilita la cooperación entre
la docente y la auxiliar de manera que la atención es individualizada
ya que según indica “me permite trabajar de manera personalizada con
todos y todas en sus destrezas y posibles limitaciones mientras la
auxiliar guía los otros grupos”. Las observaciones por parte de la
investigadora y las actividades y momentos relatados por la maestra
constatan la semejanza y paridad entre éstos, que contemplan pequeñas
adaptaciones y variabilidad de finalidades y capacidades. Se destaca
que los recursos utilizados son también homogéneos para todo el
estudiantado, especificando que “son ellos quienes lo hacen
heterogéneos e inclusivos buscando formas y usos”, la maestra verbaliza
y muestra gran variedad de proyectos y actividades en formato
tecnológico que responden a una educación inclusiva.
También existe material específico para algún alumno o alguna alumna
brindado por el personal especialista que trabaja con él o ella, a modo
que posibilite que la maestra comprenda cómo se está procediendo y en
qué términos, ello, para hacer de la educativa algo transversal también
en el aula. Sólo se evidencia la existencia de libros del alumnado para
las áreas de la lengua escrita y de la matemática, el resto de material
didáctico lo elabora la maestra y responde a los términos de
inclusividad, según nos señala: “a partir de las consideraciones del
proyecto en cuanto a capacidades y objetivos, modificando la forma y
contenido según lo que nos encontremos en el aula en ese momento
determinado”.
Un punto a destacar es la importancia que desde esta aula se le da a
las actividades y momentos de evaluación (Morgado, 2010). El aprender a
aprender y la evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje
conformarían el marco de una educación inclusiva (Sáiz, Flores y Román,
2010). En este sentido, “crear los materiales de evaluación supone
partir de las características de cada niño y niña, de su proceso, de
sus cambios y de sus mejorías, conocerlo, interpretarlo y modificar mi
práctica y el ambiente en función de ello”. La maestra y la auxiliar
realizan actividades de evaluación de manera personal con cada alumna o
alumno, por medio de de tablas de doble entrada que se archivan en su
correspondiente expedientes (estrategia inclusiva que presentan Rief y
Heimburge, [2000]), registros y paneles y carteles que inundan el aula
para reflejar qué se hizo, cómo, valoraciones, destrezas mejoradas,
habilidades por adquirir o mejorar y cómo, etc.
Recogemos la siguiente afirmación relacionada con este aspecto:
“Crear los materiales de evaluación supone partir de las
características de cada niño y niña, de su proceso, de sus cambios y de
sus mejorías, conocerlo, interpretarlo y modificar mi práctica y el
ambiente en función de ello”, utilizando para ello “tablas y más tablas
para evaluar de todo y con cada niño y niña, es un trabajo muy latoso y
lento, pero merece la pena centrarse en cada uno y aprender de esta
manera”.
La gestión del tiempo de la jornada escolar (Morgado, 2009) puede
esclarecer y mostrar cómo se distribuye el tiempo para trabajar con
diferentes necesidades, dificultades o habilidades a impulsar. La
maestra centra parte de sus esfuerzos en distribuir la jornada escolar
en momentos de gestión, servicios y rutinas, según sus palabras no son
más que “oportunidades para designar cada día encargados y encargadas
de aula que tendrán que aprender a ser conscientes y comprender sus
labores, pero también qué pueden y saben hacer los otros y que deben
mejorar”); y momentos de planificación del proceso de enseñanza
aprendizaje para desarrollar los recursos de cognición propios para el
alumnado (Sanches y Teodoro, 2006) en cuanto a qué vamos a hacer, cómo,
por qué y para qué. Esto lo explica así: “es como dar paso a aprender a
aprender”, a atender a la diversidad desde la autonomía del alumnado
(Santos y César, 2010), “es lo que yo entiendo de inclusión y cómo yo
lo llevo a mi práctica y aula”. El poder contar con la presencia de
otra persona en el aula, en este caso la asistente, aumenta las
posibilidades de gestionar y destinar intervalos de tiempo específicos
para trabajar algo concreto de manera personalizada y reflexiva
(Morgado, 2009); al mismo tiempo que se está desarrollando la autonomía
en la niñez del resto del grupo, capacidad que sustenta la inclusión en
la actualidad.
La construcción de nuevas realidades inclusivas es el resultado de un
trabajo conjunto de optimizar las relaciones (Rodrigues y Nogueira,
2011). Al aplicar los instrumentos, subyacieron diversas tipologías y
creencias sobre las relaciones que fomentan un proceso educativo
inclusivo que dibuja una línea recta entre alumnado, aula, escuela y
comunidad. “Son ellos y ellas quienes tienen que aprender los unos de
los otros”; creencia que demuestra la importancia de la tutoría entre
iguales (Santos y César, 2010) y del aprendizaje cooperativo para que
la educación inclusiva sea un concepto y un valor que parta de y sobre
ellos y ellas.
La estructura del ambiente de aprendizaje posibilita que el control y
participación que el alumnado hace sobre su propio aprendizaje sea
elevado, acompañado de un control indirecto y una participación puntual
en momentos de actividad dirigida por parte de la docente y asistente.
Estos dos últimos protagonistas y agentes de la educación inclusiva
necesitan de una coordinación, “nos acoplamos las dos al trabajo de la
otra, sabiendo cómo trabaja cada una, que es lo que se quiere y cómo
hacer frente a situaciones de atención a la diversidad y necesidades”,
junto también con las personas que participan como animadores del
centro (esta figura se corresponde con auxiliares que están con el
alumnado en las horas previas a comenzar la jornada escolar, durante la
comida y las actividades después de finalizar el horario lectivo).
Estas personas comparten percepciones, analizan, observan e intervienen
en términos de inclusión con el resto de maestras y auxiliares del
jardín y con las personas especialistas del agrupamiento, manteniendo
reuniones periódicas.
En cuanto a las relaciones con la familia, la docente afirma que “hay
una relación que va a favorecer o dificultar el poder poner en práctica
claves inclusivas: la familia”. La ley 21/2008, de 12 de Maio (Diário
da República Portuguesa nº 91, I Série), que modifica la ley
anteriormente citada, enfatiza la participación de las familias y un
trabajo colaborativo como agentes de cambio hacia el respeto por la
diferencia y la diversidad (Susinos y Rodríguez, 2010), siendo las
propias familias las que escogerán la modalidad de escolarización en
caso de necesidades específicas. La entrevista individual inicial que
la maestra ha realizado a comienzo de curso a los padres y madres de
familia del grupo para indagar sobre intereses, posibilidades y
destrezas. La hoja de registro de posibles incidentes, el listado de
elementos y trabajos que las familias aportan al aula, así como un
análisis de contenido de las entradas publicadas en el blog de aula
revalida el convencimiento de la docente hacia la importancia que tiene
su papel:
“A lo largo del año tenemos muchas reuniones con las familias, pero es
importante, tienen que saber qué materiales necesitamos para llegar a
todos y cada uno de los niños/as, qué estamos haciendo y para qué y de
manera indirecta hacerles llegar valores de respeto a las dificultades”.
Más allá de la familia, la comunicación constante entre los distintos
profesionales que trabajan con el escolar o la escolar constituye un
sentido muy amplio de comunidad educativa, facilitando procesos de
reflexión y acción conjuntos (Sanches, 2005). Ejemplo de ello es el
siguiente fragmento:
“Desde los pediatras, logopedas, psicólogos parecen estar bajo el mismo
paraguas, pues nos hacen llegar al aula sus impresiones y percepciones
sobre dificultades y mejorías”.
Y por último, en cuanto a las relaciones con los centros de formación
del profesorado, la encuestada manifiesta la relación que debe existir
entre universidad y escuela en temas de inclusión “tendría que ser
mucho más sólida, para que la teoría no sufriera desfase con la
práctica”; “si la universidad y la investigación viniesen a las aulas,
supondría un soplo de aire fresco para nosotras”. Los postulados
teóricos y conceptuales de la educación inclusiva parecen situarse en
el discurso de la maestra, desde la práctica e intervención real en las
aulas. En definitiva, escuela y Universidad “debieran trabajar juntos
en ellos (refiriéndose a los postulados)”.
3. Conclusiones
Este ensayo ha permitido conocer qué percepciones y reflexiones hay en
torno a la inclusión desde los ojos de una maestra. En este caso, las
concepciones que priman han sido configuradas en categorías inclusivas
de análisis y cambio, entre las cuales se observan: concepciones,
realidades, necesidades, dimensión física del ambiente, funcionalidad
de la inclusión, estructura temporal y las relaciones.
El indagar e identificar las concepciones acerca de la educación
inclusiva, de sus implicaciones y los agentes que intervienen en el
proceso de enseñanza y aprendizaje inclusivo (objetivo 1) permite
conocer necesidades, obstáculos y miedos, pero también oportunidades de
aprendizaje que, si se dan a conocer, puedan repercutir en el quehacer
de otros maestros y maestras (Sanches, 2005). Por otro lado, son
necesarias más muestras y difusión de estas prácticas y concepciones, e
igualmente, conocer e indagar sobre ellas teniendo en cuenta el marco
curricular y legislativo en el que se soportan (objetivo 2). La palabra
equidad empieza a emerger en muchos discursos y prácticas (Freire
2008), pero cabría preguntarse si es así en los diferentes textos
legislativos y documentos de centro y aula porque la educación
inclusiva no consiste únicamente en que todas y todos estén en una
misma aula, sino en un proceso educativo de calidad para todos ellos y
ellas que tiene su primera concreción en todos estos documentos.
Se entiende como algo natural que los espacios, actividades, tiempos y
relaciones respondan a un conjunto de elementos que, según unas u otras
relaciones, se configuran para hacer efectiva la realidad inclusiva en
el aula. Este primer análisis de dimensiones y claves inclusivas del
ambiente de aprendizaje (objetivos 3) supuso una reflexión acerca de la
dimensión física del ambiente de aula, en el que su estructura,
delimitación, carácter y acceso puede situarnos ante espacios de por sí
inclusivos y que atiendan a la diversidad.
Acerca de la dimensión funcional, en la que la secuencia de actividades
de diversas índoles y a su vez simultáneas, atienden a la dimensión
temporal, favorece una atención más individualizada y un abanico más
amplio de posibilidades; y de la dimensión relacional, en la que nos
aventuraríamos a seguir las palabras de la maestra de que un aula mixta
se beneficia de principios inclusivos y de atención a la diversidad.
Triangular esta información recabada por los diferentes instrumentos
permite constatar las percepciones que esta maestra tiene de la
educación inclusiva y su implementación real en las aulas (objetivo 4).
La reflexión acerca de la capacidad que la docente tiene de estructurar
y movilizar los diferentes elementos que configuran el ambiente nos
sitúa ante unas primeras claves inclusivas en relación con autores y
corrientes inclusivas actuales que aún no pudiendo generalizarse, por
situarnos ante un estudio de caso, debe contribuir y contribuye, a una
reflexión sobre la reconstrucción de las concepciones de los profesores
a la luz del actual sistema educativo. Conscientes de esta limitación,
la prospectiva de investigación pasaría por aumentar la muestra, lo que
podría acercar datos y un mapa de prácticas educativas inclusivas sobre
lo que supone la educación inclusiva en las aulas portuguesas, qué tipo
de prácticas conlleva y los valores docentes determinadas por sus
concepciones (Freire, 2008).
En una educación del desarrollo, y por lo tanto en una sociedad del
desarrollo, las competencias son un elemento clave para nuestro
alumnado, pero también lo son para nuestro desarrollo personal
(Correia, 2010). Por lo tanto, la inclusión no deja de ser una
oportunidad de capacidad docente (Morgado, 2009), de plantearnos retos
y desafíos. Tal como Almeida y Alberte (2009) afirman, este tipo de
trabajos podrían ser un elemento revitalizador que potencie la
inclusión del alumnado.
1 Somos conocedoras que la ciudad de Vila Real se caracteriza por ser
un punto de referencia en el marco portugués en aulas de edades
preescolares muy novedosas.
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Correspondencia a:
Mª Esther Martínez-Figueira. Desarrolla su actividad docente, investigadora y de gestión en la
Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de la Universidad de
Vigo, España. Dirección electrónica: esthermf@uvigo.es
Mª Beatriz Páramo-Iglesias. Personal Docente e Investigador en el Departamento de Didáctica,
Organización Escolar y Métodos de Investigación de la Universidad de
Vigo, España. Dirección electrónica: mariabeatriz.paramo@uvigo.es
Eugénia
Maria de Matos Claudino Necho. Desarrolla su labor docente en el Jardim S. Vicente de Paula Nº1,
Vila Real, Portugal. Dirección electrónica: genanecho@gmail.com
Ensayo recibido: 21 de abril, 2014 Enviado a corrección: 26 de
setiembre, 2014 Aprobado: 8 de diciembre, 2014