Conocimientos y actitudes hacia la sexualidad y educación sexual en docentes de colegios públicos
Knowledge and attitudes toward sexuality and sexual education in public schools teachers
Volumen 17, Número 2
Mayo-Agosto
Este número se publica el 1° de mayo de 2017
DOI: http://dx.doi.org/10.15517/aie.v17i2.28671
Guido Marcelo Pinos Abad
Verónica Patricia Pinos Vélez
Mireya del Pilar Palacios Cordero
Silvia Lucia López Alvarado
Jessica Ercilia Castillo Nuñez
William Alfredo Ortiz Ochoa
Elena Monserrath Jerves Hermida
Paul Enzlin
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Conocimientos y actitudes hacia la sexualidad y educación sexual en docentes de colegios públicos
Knowledge and attitudes toward sexuality and sexual education in public schools teachers
Guido Marcelo Pinos Abad1
Verónica Patricia Pinos Vélez2
Mireya del Pilar Palacios Cordero3
Silvia Lucia López Alvarado4
Jessica Ercilia Castillo Nuñez5
William Alfredo Ortiz Ochoa6
Elena Monserrath Jerves Hermida7
Paul Enzlin8
Resumen: En ese artículo se presentan los resultados de un estudio de conocimientos y actitudes en sexualidad y en educación sexual dirigido a docentes de 17 colegios públicos de la ciudad de Cuenca-Ecuador. Se evaluó el impacto de un curso de capacitación sobre sexualidad que fue planificado por el proyecto VLIR-UOS “Promoción de la salud sexual en Adolescentes” de la Universidad de Cuenca-Ecuador. Con el objetivo de evaluar el efecto del curso, se aplicó a los docentes y 2 grupos de profesores no asistentes como testigos, una evaluación diagnóstica y una evaluación final, a través de 3 cuestionarios: el cuestionario de conocimientos sobre sexualidad y educación sexual con los siguientes ejes temáticos: sexualidad y actitudes, docencia y educación sexual, sexualidad y adolescencia, sexualidad: diversidad y bienestar personal-social y metodología en educación sexual. El cuestionario de actitudes hacia la sexualidad, con los siguientes ejes: valores personales claros, actitudes hacia la sexualidad en la vida, actitudes hacia la anticoncepción, actitudes hacia las relaciones prematrimoniales y autoestima. Finalmente, se aplicó el cuestionario de actitudes hacia la educación sexual. Los resultados muestran avances significativos en el nivel de conocimientos del grupo de capacitación; en la valoración inicial los docentes obtuvieron una media de .76 (DE = .07) y en post test este valor se elevó a .81 (DE = .07). En las actitudes hacia la sexualidad las diferencias no fueron estadísticamente significativas, la media inicial fue de 3.92 (DE = .52) y posteriormente fue de 4.16 (DE = .81). En las actitudes hacia la educación sexual, el valor medio inicial fue de 1.79 (DE = .58) que descendió a 1.52 (DE = .29) lo que indica una mejoría significativa en este aspecto. Se considera que variables tales como la edad de los participantes, perfil profesional y la modalidad del curso tuvieron una marcada influencia en el resultado de esta capacitación en sexualidad y educación sexual. Se discute sobre las medidas correctivas para mejorar la eficacia del curso.
Palabras clave: educación sexual, sexualidad, actitudes, capacitación.
Abstract: This article presents the results of a study of knowledge and attitudes in sexuality and sex education applied teachers of 17 public schools in the city of Cuenca, Ecuador. The impact of a training course on sexuality planned by the VLIR-UOS project "Promotion of sexual health in adolescents" of the University of Cuenca-Ecuador was evaluated. To this purpose, a diagnostic evaluation, and final evaluation were applied to the experimental group of teachers and two groups of non-attending teachers used as reference control. Evaluations were carried out using the knowledge questionnaire on sexuality and sexual education with the thematic axes: sexuality and attitudes, teaching and sexual education, sexuality and adolescence, sexual diversity and personal-social well-being and methodology in sex education. The questionnaire of attitudes towards sexuality, focusing on: clear personal values, attitudes toward sexuality in life, attitudes towards contraception, attitudes toward premarital relationships and self-esteem. Finally, the questionnaire of attitudes towards sex education was also applied. The results show significant advances in the level of knowledge of the training group: in the initial assessment teachers obtained an average of .76 (SD = .07) while in the post test this value increased to .81 (SD = .07). In the attitudes towards sexuality the differences were not statistically significant, with an initial mean of 3.92 (SD = .52) and an after training of 4.16 (SD = .81). In the attitudes towards sex education, from the initial mean of 1.79 (SD = .58) the value decreased to 1.52 (SD = .29) pointing to a significant improvement in this regard. Variables such as the age of the participants, professional profile and the modality of the course were considered to have a marked influence on the outcome of this training in sexuality and sex education. Corrective measures to improve course effectiveness are discussed.
Keywords: sex education, sexuality, attitudes, training.
1 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: guido.pinosa@ucuenca.edu.ec
2 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: veronica.pinos@ucuenca.edu.ec
3 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: mireya.palacios@ucuenca.edu.ec
4 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica. silvia.lopez@ucuenca.edu.ec
5 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: jessica.castillo@ucuenca.edu.ec
6 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: william.ortiz@ucuenca.edu.ec
7 Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador. Dirección electrónica: elena.jerves@ucuenca.edu.ec
8 KU Leuven, Lovaina, Bélgica. Dirección electrónica: paul.enzlin@uleuven.be
Artículo recibido: 30 de junio, 2016
Enviado a corrección: 12 de octubre, 2016
Aprobado: 13 de febrero, 2017
1. Introducción
La educación sexual es un apoyo esencial para el logro del bienestar y calidad de vida, individual, interpersonal y colectiva de los pueblos. Los modelos que han predominado en diversas épocas son los que tienden a no impartir educación sexual, que defiende la idea de que a niños y adolescentes se les debe proteger de la sexualidad pues ésta es adecuada solo para los adultos, quienes no necesitan instrucción por ser una actividad natural; el modelo de abstinencia que considera que mantener relaciones sexuales debe ser solo luego del matrimonio y enfatiza el aprendizaje de habilidades para decir no al sexo prematrimonial; el de la abstinencia de base que reconoce la frecuencia del sexo prematrimonial y la necesidad de proporcionar información para disminuir riesgos; y, finalmente, la educación sexual comprensiva que reconoce la importancia de la sexualidad, considerando que es más que el comportamiento sexual, por lo que es esencial proporcionar información sobre diversos temas relacionados (Elia y Eliason, 2009).
En la actualidad, es una opinión de consenso que los adolescentes tienen derecho a una educación sexual integral, para que puedan tomar decisiones informadas con respecto a su sexualidad (PAHO/WHO/WAS, 2002). La educación sexual integral está basada en derechos, es sensible al género y es culturalmente apropiada. Esta debe hacerse de manera que permita la creatividad y se atiendan las necesidades específicas de la comunidad al formular y evaluar programas innovadores que procuren llegar también a los jóvenes que no están en la escuela y a otras poblaciones de alto riesgo (PAHO/WHO/WAS, 2009). Entre los temas que en educación sexual se priorizan a nivel mundial están: el desarrollo humano, las relaciones, las habilidades personales, el comportamiento sexual, y sociedad y cultura (Taverner y Sandak, 2009).
En general, esta labor recae en las instituciones educativas y dentro de estas en los docentes, que generalmente mantienen una inadecuada formación en el área, estereotipos y temores, o falta de procesos de actualización-capacitación, además de que en muchas ocasiones carecen de apoyo, lo que incide en la práctica cotidiana dentro del aula de clase, creando un clima inadecuado para el docente (López, 2005). Es importante establecer que, pese a la formación en educación sexual con la que se cuente, siempre habrá un grado de subjetividad, debido a las actitudes personales hacia la sexualidad, producto de las experiencias personales en dicho ámbito, lo que se reflejará a la hora de dictar una clase (Meinardi et al., 2008; Plaza y Meinardi, 2009). Por ello es necesario trabajar con el cuerpo docente para capacitarlo no solo en conocimientos, sino que además se debe promover actitudes positivas hacia la sexualidad. Es decir, esta formación debe contener aspectos académicos, científicos, técnicos, profesionales, y de formación en el área personal y experiencial-vivencial, para la construcción de hábitos, valores y actitudes favorecedores de una vivencia afectiva-sexual saludable, positiva y satisfactoria que los predisponga a impartir educación sexual adecuadamente (Fallas, 2009).
Diferentes investigaciones evidencian la necesidad de programas de capacitación al profesorado que impartirá la educación sexual (Cáceres, Rosasco, Muñoz, Gotuzzo, Mandel y Hearst, 1992; Correa, Jaramillo y Ucrós, 1972; Iyaniwura, 2004; Jiménez, 2004; Martínez, Vicario-Molina, González y Llabaca, 2011); en los cuales se promueven actitudes positivas hacia la educación sexual y la sexualidad (Ramiro y Matos, 2008).
Por un lado, los estudios locales sobre el tema establecen la existencia de tres carencias o limitaciones en la educación sexual: la primera, la poca preparación de los docentes actuales; la segunda, la ausencia (casi total) de programas educativos integrales que aborden la preparación en el ámbito de la sexualidad y educación sexual de estos profesionales; y, la tercera, que las actividades locales de formación para docentes no desarrollan acciones de evaluación en cuanto a contenidos, metodología e impacto (Ortiz y Palacios, 2009). Un aspecto que se enfatiza dentro de la práctica docente en educación sexual es la falta de tiempo y recursos para poder implementar los diferentes contenidos; pues las otras áreas son ampliamente abordadas, dificultando una adecuada formación de los educandos en el área de la sexualidad. Esto implica un impedimento a la hora de impartir contenidos que requieren amplios espacios de reflexión y análisis (Buston, Wight, Harty y Scott, 2002).
Por otra parte, los estudios han demostrado la efectividad de estos programas a capacitadores de los adolescentes en educación sexual (Buston et al., 2002; Fallas, 2009; Parwej, Kumar, Indarjeet y Aggarwal, 2005; Schutte, Van den Borne, Kok, Meijer y Mevissen, 2016). Por ejemplo, en una investigación realizada en docentes de Costa Rica en la que se realizó una comparación entre dos grupos semejantes, se encontraron diferencias significativas con respecto a conocimientos, actitudes hacia la sexualidad y a la educación sexual después de un programa de capacitación. Los temas abordados y evaluados fueron: conocimientos sobre la sexualidad y actitudes, docencia y educación sexual, sexualidad y adolescencia, sexualidad, diversidad y bienestar personal-social y metodología en educación sexual, actitudes hacia la educación sexual y hacia la sexualidad, valores personales, actitudes hacia la sexualidad y la vida, actitudes hacia la anticoncepción, actitudes hacia la relaciones prematrimoniales y autoestima (Fallas, 2009).
Investigaciones desarrolladas en la ciudad de Cuenca-Ecuador indican que los adolescentes necesitan ser capacitados en sexualidad además de trabajar en sus actitudes para promover una sexualidad sana y erradicar la violencia (Pinos y Pinos, 2011; Pinos et al., 2011; Pinos, Jerves y Pinos, 2013; Pinos, Pinos, Jerves, Maenhout y Enzlin., 2013; Pinos, Pinos, Jerves y Enzlin, 2016; Pinos, Pinos, Baitar, Jerves y Enzlin, 2016). Por lo antes mencionado, es importante implementar programas educativos para promover una sexualidad más sana al enfatizar género y derechos. De ahí nuestro objetivo de desarrollar, aplicar y evaluar el impacto a corto plazo de un proyecto de formación en educación sexual integral en docentes de colegios públicos de la ciudad de Cuenca, Ecuador.
2. Referentes teóricos
Se considera qué actitud es una evaluación favorable o desfavorable hacia un objeto, persona, grupo, situación etc.; que está vinculada con lo que se cree, se siente y se actúa (Barreiro y Marcuello, 2003; Myers, 2000; Rodríguez, 2003; Worchel, Cooper, Goethals y Olson, 2003). Específicamente, las actitudes dentro del ámbito sexual son la predisposición a opinar, sentir y actuar ante objetos sexuales, situaciones, personas diferentes, normas o costumbres sociales y conductas sexuales (López, 2005). No debemos perder de vista, que las actitudes, además de su componente personal, están determinadas por el entorno socio-cultural, sus creencias e ideología predominante. Otros autores, entre ellos López y Fuertes (1989, en Fallas, 2009), han identificado y descrito los siguientes tipos de actitud: conservadora, cuando el sentido de la sexualidad es la procreación; la actitud normativa que considera que todo debe estar bajo el objetivo de la procreación dentro del matrimonio; la actitud de dependencia que se observa en sujetos con bagaje cultural paupérrimo, les produce miedo la idea de tomar decisiones, toman una actitud sumisa ante autoridades médicas o morales; el falso naturalismo que analiza la sexualidad como algo natural, que no necesita ser abordado; la conservadora integral en sujetos que guardan aspectos tradicionales, que además valoran la sexualidad como una dimensión positiva dentro de un sistema de relaciones afectivas. Asimismo, la liberal individualista que rechaza la regulación de la moral sexual; la actitud liberal impositiva que considera que la revolución debe provocar un cambio de las estructuras de la sociedad; la liberal abierta que considera la sexualidad, como una dimensión humana positiva, con diversas posibilidades para el ser humano: placer, comunicación, ternura, procreación, entre otras. Además aquellas actitudes derivadas de la parte afectiva de la persona que enfatizan la importancia de los valores para una vivencia de una sexualidad integral.
Uno de los aspectos más importantes por considerar dentro de las actitudes docentes es estimular la apertura para hablar de todos los temas que los estudiantes necesitan y que tienen derecho a conocer acerca de la sexualidad. Muchas veces el docente tiende a realizar adaptaciones de los contenidos, evitando hablar de ciertos temas polémicos o limitando los contenidos necesarios (Correa et al., 1972; Milton, 2003; Plaza y Meinardi, 2009). Por tanto, el contar con docentes con actitudes positivas hacia la sexualidad y la educación sexual permitirá que se pueda asumir actitudes comprensivas, liberadoras y objetivas en el aula. Este profesional puede lograr situarse ante su propia experiencia-vivencia, obteniendo así una apreciación más real de la sexualidad de las personas que lo rodean desde las diversas etapas evolutivas en que se encuentren (Álvarez, 1998).
De lo anterior, se debe enfatizar que el género, la etnia y la sexualidad, entre otros son construcciones sociales en torno a las cuales se organizan ciertos valores y expectativas de la sociedad, lo que se traduce en actitudes (Carrara, Nascimento, Dupe y Tramontano, 2016; Marsman y Herold, 1986). En América Latina, estas construcciones en gran medida son responsables de la inequidad entre géneros y etnias (Therborn, 2016; Valdés, 2016). Por ello, una educación integral deberá abordar las actitudes de tal manera que se trabaje sobre prejuicios relacionados con estos temas, tan arraigados en nuestros países latinoamericanos.
De igual forma, es necesario destacar que si bien la educación sexual en la mayoría de países de América Latina ha sido delegada al ámbito educativo, las expectativas de la población parecerían estar enfocadas a que dicha educación guarde tintes conservadores; es decir, los padres de familia no esperan que en las aulas se discutan abiertamente temas de sexualidad y aspectos puntuales, tales como anticoncepción y diversidad sexual sino más bien, esperan que en la escuela, el profesorado imparta dentro de la educación sexual, contenidos desde el enfoque biologicista del desarrollo humano y de la reproducción, una educación sexual fundamentada en el modelo de abstinencia. Esto se podría explicar debido a la arraigada visión moralista de la sexualidad en nuestras culturas, lo cual condicionaría el ejercicio docente y no les permitiría impartir una educación sexual fundamentada en el enfoque holístico, basado en derechos sexuales y reproductivos.
3. Metodología
El estudio es de tipo cuasi-experimental, de corte cuantitativo. Para este, el equipo del proyecto promoción de la salud sexual en adolescentes HUMSEX diseñó un paquete educativo con el propósito de impactar en conocimientos y actitudes hacia la sexualidad y educación sexual de los docentes de los colegios de la ciudad de Cuenca. Este paquete de capacitación contenía 6 módulos, en los cuales se abordaron conocimientos, destrezas y actitudes con un enfoque integral de la sexualidad humana y la educación sexual. Los seis módulos impartidos fueron: introducción al conocimiento de la sexualidad adolescente y la educación sexual; ética y valores de la sexualidad humana y de la educación sexual integral; aspectos biológicos y psicológicos de la sexualidad y la educación sexual (anatomía, comunicación, asertividad); aspectos socioculturales de la sexualidad y la educación sexual (machismo, marianismo, afectividad); promoviendo relaciones positivas y estrategias de trabajo para resolución de problemas en educación sexual integral y sexualidad humana. La metodología se basó en un proceso semi-presencial de reflexión-acción. Cada uno de los 6 talleres se ejecutó en dos etapas, una presencial donde el cuerpo docente asignado por sus colegios recibió 12 horas de clase durante dos días. En este proceso, se usaron estrategias de sensibilización, análisis, debate y problematización, considerando transversalmente un enfoque de género y de derechos. La evaluación fue un componente transversal del proceso. Asimismo, se realizó una evaluación diagnóstica, una evaluación final del proceso y una evaluación final después de cada módulo. La segunda etapa o de multiplicación consistió en 12 horas de prácticas-reflexivas ejercidas inmediatamente a continuación de la capacitación presencial, donde el profesorado capacitado realizó actividades prediseñadas por el equipo HUMSEX para implicar a los otros docentes del plantel en la capacitación. De esta manera, se desarrollaron 80 horas presenciales y 80 horas de trabajo en los colegios.
Los asistentes del curso fueron asignados de la siguiente manera: en primer lugar la Dirección de Educación del Azuay designó a 17 colegios públicos de la ciudad de Cuenca como participantes en el pilotaje. A continuación, las autoridades de estos colegios eligieron a sus representantes, los cuales tenían el compromiso de terminar el curso y difundir los aprendizajes alcanzados en este, en todo el plantel.
El curso se llevó a efecto entre octubre de 2011 y mayo de 2012. El grupo de estudio o intervención estuvo integrado por 23 profesores de colegios fiscales. El grupo testigo o control 1 estuvo constituido por 31 docentes de los mismos colegios del grupo de intervención y que por tanto fueron incorporados indirectamente en la capacitación a través de actividades prácticas-reflexivas. El grupo testigo o control 2 estuvo integrado por 60 profesores de colegios fiscales ajenos al curso, que no tuvieron relación alguna con el grupo de capacitación durante el proceso.
Con el propósito de evaluar el programa de forma global, se aplicaron tres cuestionarios tomados del proceso de evaluación realizado por Fallas (2009). Las evaluaciones se efectuaron al inicio y al final de la capacitación, en los tres grupos indicados anteriormente. Por un lado, para evaluar los conocimientos sobre sexualidad y educación sexual se usó el “cuestionario de conocimientos sobres sexualidad y educación sexual” de Fallas (2009). Por otro lado, para la evaluación de las actitudes hacia la sexualidad y educación sexual se usó el “cuestionario de actitudes hacia la sexualidad” de Kirby (1988, traducido por López, 2005); y, finalmente para evaluar las actitudes hacia la educación sexual, se aplicó el “cuestionario sobre actitudes hacia la educación sexual” de Miqueo (1996).
El cuestionario de conocimientos sobre sexualidad y educación sexual contiene los siguientes ejes temáticos, con los consiguientes coeficientes de fiabilidad alfa de Cronbach: sexualidad y actitudes (.718); docencia y educación sexual (.748); sexualidad y adolescencia (.700); sexualidad: diversidad y bienestar personal-social (.838) y metodología en educación sexual (.682).
El cuestionario de actitudes hacia la sexualidad, tiene los siguientes ejes y coeficientes alfa de Cronbach: valores personales claros (.740); actitudes hacia la sexualidad en la vida (.682); actitudes hacia la anticoncepción (.673); actitudes hacia las relaciones prematrimoniales (.897); autoestima (.669). Su escala de valoración va desde 1 (totalmente en desacuerdo, a 5 (totalmente de acuerdo). Es decir que, a mayor puntaje, más positiva es la actitud hacia el componente. Finalmente, se aplicó el “cuestionario de actitudes hacia la educación sexual” que incluye como dimensiones a las opiniones que el colectivo docente tiene sobre: la educación sexual como un derecho de la juventud, la escuela como lugar idóneo para recibir educación sexual, los miedos de hablar sobre educación sexual, la aportación de la religión en materia de educación sexual, el conocimiento de los cambios sociales que afectan la educación sexual, la responsabilidad de incluir la educación sexual como tema transversal, el papel del padre y la madre en la educación sexual, los temas que deben enseñarse a los jóvenes en esta materia, la forma de enseñar a la juventud y el momento evolutivo cuando se debe enseñar la educación sexual. Este cuestionario no tiene sub-ejes temáticos y obtuvo un valor alfa de Cronbach de .882; la escala va desde 1 (completamente de acuerdo) a 5 (totalmente en desacuerdo). Es decir mientras mayor sea el valor, más negativas serán las actitudes hacia la educación sexual (Fallas, 2009). Los participantes llenaron el cuestionario de forma anónima. El pareo de los cuestionarios se hizo usando los datos demográficos, por sexo, edad y especialidad.
El análisis de los resultados se hizo en tres fases. En la primera, de verificación de homogeneidad entre los grupos, se comparó los resultados obtenidos en los pretest entre los diferentes grupos de docentes (grupo de estudio o intervención y los dos testigos: control 1 y control 2) con el propósito de verificar que se parte con grupos semejantes; para esto se aplicó ANOVA one way, empleando un nivel de significancia de 0.05. Además para constar diferencias entre componentes, se aplicó la prueba de Bonferroni post hoc. En segundo lugar, para conocer el impacto inmediato del curso en cuanto a conocimientos, actitudes hacia la sexualidad y la educación sexual en los asistentes, se comparó los resultados obtenidos en el post test y en el pre test; es decir, se comparó los resultados obtenidos antes y después del curso para determinar los progresos alcanzados. Asimismo, se analizó los resultados obtenidos en los dos grupos de control en el mismo período de tiempo. Para este análisis comparativo, se aplicó la t-student para grupos relacionados, considerando un nivel de significancia de 0.05. De igual forma, se calculó el tamaño del efecto a través de la d de cohen y r. Finalmente, se realizó comparaciones entre los grupos, intervención, control 1 y control 2, para determinar en qué grupos se habían alcanzado los mejores resultados y con ello evidenciar el grado de eficacia de la capacitación y de las actividades de multiplicación. Para ello, se aplicó ANOVA one way, empleando un nivel de significancia de .05. También, se aplicó Bonferroni post hoc para determinar entre que grupos se dieron las diferencias, se consideró igual valor de significancia.
Después de los análisis, se encontró que algunas variables no cumplieron con el supuesto de normalidad, pero sí de homogeneidad de varianzas, por ello se realizaron, además de las pruebas paramétricas, pruebas no paramétricas equivalentes por ejemplo para el ANOVA se utilizó la prueba de Kruskal Wallis, los resultados generados coincidieron en todos los casos. Considerando que todos los grupos tienen más de 5 datos, con varianzas homogéneas y que las pruebas paramétricas elegidas son suficientemente robustas para no ser afectadas por la falta de normalidad (Montilla y Kromrey, 2010), solo se presentará los resultados de las pruebas paramétricas. Para realizar las estimaciones y pruebas estadísticas se usó el programa estadístico SPSS 25.
4. Resultados y su análisis
En la Tabla 1 se pueden apreciar los datos demográficos del grupo intervención y de los grupos control 1 (formado por sus compañeros docentes de institución) y 2 (formado por docentes de otras instituciones). Para ambos controles se buscó contar con docentes de características demográficas y generales de tal manera que se integren grupos similares.
Debido a la prevalencia de psicólogos educativos en los grupos, se les consideró una categoría aparte. En los grupos intervención y control 1 predominan las siguientes características: sexo femenino, entre 45-55 años, creyentes, personas con título superior de Ciencias Sociales, predominantemente psicólogos que tienen entre 21-30 años en la docencia y que no han tenido formación en educación sexual. En el grupo de control 2 su edad media es menor, hay un grupo importante de áreas técnicas, formación de posgrado, y menos años de servicio docente. Se detectó que algunos de los encuestados que indicaron haber recibido capacitación en educación sexual han asistido a conferencias sobre educación sexual programadas por la dirección de educación de la provincia.
Tabla 1: Distribución de las variables socio demográficas de los grupos intervención, control 1 y 2, Cuenca-Ecuador
Variables |
Categorías |
Intervención |
Control 1 |
Control 2 |
|||
n |
% |
n |
% |
n |
% |
||
Sexo |
Hombre |
5 |
21.7 |
10 |
32.3 |
25 |
41.7 |
Mujer |
18 |
78.3 |
21 |
67.7 |
35 |
58.3 |
|
Edad |
25-35 años |
2 |
8.7 |
2 |
6.5 |
17 |
28.3 |
35-45 años |
3 |
13.0 |
5 |
16.1 |
15 |
25.0 |
|
45-55 años |
12 |
52.2 |
14 |
45.2 |
17 |
28.3 |
|
55-65 años |
6 |
26.1 |
10 |
32.3 |
11 |
18.3 |
|
Nivel de religiosidad |
Creyente practicante |
21 |
91.3 |
21 |
67.7 |
36 |
60.0 |
Creyente no practicante |
2 |
8.7 |
7 |
22.6 |
20 |
33.3 |
|
No creyente |
0.0 |
0.0 |
2 |
6.5 |
4 |
6.7 |
|
Nivel educativo |
Secundaria |
1 |
4.3 |
0.0 |
0.0 |
0.0 |
0.0 |
Superior |
20 |
87.0 |
26 |
83.9 |
50 |
83.3 |
|
Postgrado |
2 |
8.7 |
4 |
12.9 |
10 |
16.7 |
|
Área de cátedra |
Sociales |
6 |
26.1 |
13 |
41.9 |
27 |
45.0 |
Biológicas |
5 |
21.7 |
8 |
25.8 |
11 |
18.3 |
|
Técnicas |
1 |
4.3 |
8 |
25.8 |
20 |
33.3 |
|
Psicología |
11 |
47.8 |
2 |
6.5 |
2 |
3.3 |
|
Años de servicio docente |
1-10 |
0.0 |
0.0 |
5 |
16.1 |
25 |
41.7 |
11-20 |
4 |
17.4 |
3 |
9.7 |
11 |
18.3 |
|
21-30 |
12 |
52.2 |
15 |
48.4 |
16 |
26.7 |
|
31-40 |
7 |
30.4 |
8 |
25.8 |
6 |
10.0 |
|
Formación previa en educación sexual |
Si |
16 |
69.6 |
21 |
67.7 |
36 |
60.0 |
No |
7 |
30.4 |
10 |
32.3 |
24 |
40.0 |
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de las encuestas de evaluación a los docentes, 2016
4.1 Evaluación inicial, diferencias por grupos
Se puede observar en la Tabla 2 el nivel de conocimientos y actitudes hacia la sexualidad y la educación sexual de partida de todos los grupos. Las diferencias de medias entre los tres grupos fueron analizadas con la aplicación de ANOVA one way, considerando un nivel de significación de 0.05: 1. Total en conocimientos F (2, 111) = .17, p = .84: sexualidad y actitudes F (2, 111) = .85, p = .43; docencia y educación sexual F (2, 111) = .08, p = .92; sexualidad y adolescencia F (2, 111) = 2.95, p =.06; sexualidad F (2, 111) = .30, p = .74; metodología en educación sexual F (2, 111) = 1.74, p = .180. 2. Actitudes hacia la sexualidad total F (2, 111) = .31, p = .74: actitudes hacia las relaciones prematrimoniales F = 1.00, p = .37; autoestima F (2, 111) = 1.55, p = .22; valores personales claros F (2, 111) = 1.81, p = .17; actitudes hacia la sexualidad y la vida F (2, 111) = 1.04, p = .36; actitudes hacia la anticoncepción F (2, 111) = 2.50, p = .09 y finalmente 3. Actitudes hacia la educación Sexual F (2, 111) = 1.57, p = .22. En conclusión, no se observó diferencias significativas de los conocimientos y actitudes entre los grupos. Por tanto, los grupos parten de niveles similares de conocimiento y presentan actitudes semejantes hacia la sexualidad y la educación sexual por lo que se los puede comparar a posteriori. Si bien el grupo meta muestra un nivel medio de conocimientos, se evidencia la indudable necesidad de incrementar sus conocimientos en educación sexual así como trabajar en sus actitudes, por lo que se justifica el incorporarlos en programas de capacitación integral para su mejoramiento docente (Buston et al., 2002; Cáceres et al., 1992; Fallas, 2009; Jiménez, 2004; Plaza y Meinardi, 2009; Iyaniwura, 2004; Martínez et al., 2011; Meinardi et al., 2008; Parwej et al., 2005; Ramiro y Matos, 2008).
4.2 Comparación de los resultados de la evaluación inicial y final, impacto inmediato por grupo.
Los resultados presentados por los grupos en el pre y el post test pueden ser observados en la Tabla 2. Se encontró en el grupo intervención, de docentes capacitados, una mejoría estadísticamente significativa y con un tamaño de efecto grande t (22) = -3.97, p<.01, d = -.71, r = -.3, en cuanto a los conocimientos adquiridos en forma general, de .76 a .81. Todos los subcomponentes presentaron mejoras. Fueron encontrados como estadísticamente significativos con tamaños de efecto considerables los componentes de sexualidad y actitudes, t (22) = -3.73, p<.01, d = -.90, r = -.40, y de sexualidad y adolescencia, t (22) = -2.78, p<.05, d = -.54, r = -.26. En el caso de grupo control 1 o el de sus compañeros de colegio, no se vieron cambios significativos con respecto a los conocimientos; lo que implica que el plan de multiplicación en cuanto a conocimientos no funcionó. Es decir, que no se logró transmitir ningún componente o sub-eje a través de las actividades multiplicadoras planificadas. Se suma a esto que no se logró transmitir significativamente más estrategias y herramientas en cuanto a metodología en educación sexual al grupo intervención, t (22) = -.57, p = .575, d = -.2, r = -.1. Esto deberá ser considerado al reestructurar el paquete educativo.
En el grupo control 2 o de profesores independientes al grupo casos, sorpresivamente se encontraron mejoras significativas con tamaños de efecto grandes en los conocimientos de manera general, t (59) = -9.480, p<.001, d = -1.5, r = -.6, y en sus siguientes componentes: sexualidad y actitudes, t (59) = -7.03, p<.001, d = -1.1, r = -.48; docencia y educación sexual, t (59) = -8.38, p<.001, d = -1.2, r = -.51; sexualidad y adolescencia, t (59) = -6.05, p<.001, d = -.99, r = -.44; y sexualidad, t (59) = -8.45, p<.001, d = -1.3, r = -.54. Debido a estos resultados no esperados, se les preguntó si habían tomado algún curso de sexualidad entre el periodo que se tomó el primer test y el del último test, la respuesta fue que no. También se les preguntó si habían buscado las respuestas al test anterior, y la contestación fue que sí y que para ello emplearon el internet de computadoras y celulares. Es bastante interesante conocer que esta actitud investigativa no ocurrió en el primer grupo control, se considera que estos resultados estaban asociados al hecho de que este grupo de control 2 estaba en mayor medida constituido de profesores jóvenes y del área técnica.
Con respecto a las actitudes hacia la sexualidad, no se vieron progresos de manera general, en el grupo de intervención. Únicamente se evidenció un cambio, en las actitudes hacia las relaciones prematrimoniales con un mediano tamaño de efecto, t (22) = -2.5, p<.05, d = -.48, r = -.23. En el grupo de control 1 no se encontraron diferencias significativas con referencia a sus actitudes previas, lo que indica que las actividades brindadas a ellos por parte del grupo de docentes capacitados no dieron resultados en esta categoría tampoco. En el grupo control 2 no se ve diferencias significativas a nivel general, con excepción, aunque con un tamaño de efecto pequeño, con respecto a los valores personales claros, t (59) = -3.33, p<.01, d = -.34, r = -.17.
Finalmente, con respecto a las actitudes hacia la educación sexual, se encontraron actitudes más positivas en el grupo de intervención después de la capacitación, t (22) = 2.23, p<.05, d = .59, r = .28; no se encontró ninguna variación significativa en el grupo de control 1 y se encontró actitudes más negativas el grupo de control 2, t (59) = -4.16, p<.001, d = -.33, r = -.16. Esto podría explicarse por la gran importancia que se dio en el trabajo con las actitudes hacia la educación sexual en los profesores, siendo este incremento en actitudes favorables el mayor valor del curso.
En síntesis, luego de la intervención se encontró mejoras en los conocimientos y en las actitudes favorables hacia la educación sexual en el profesorado que se capacitó, corroborando a la capacitación docente como una herramienta de mejoramiento para el tema de la educación sexual (Buston et al., 2002; Fallas, 2009). Sin embargo, se deberá reveer el proceso para obtener un mejor resultado en los ejes de conocimiento en los que no se logró impactarlos, como docencia y educación sexual, sexualidad y metodología en educación sexual. En el caso de actitudes hacia la sexualidad, no se evidenciaron cambios significativos, lo que pudiera deberse a que las actitudes necesitan un trabajo más sistemático y vivencial para ser modificadas, a diferencia de lo que ocurre con los conocimientos.
Tabla 2: Medias y desviación estándar obtenidos en el pre test (octubre 2011) y en el post test (mayo 2012) de los grupos intervención, control 1 y 2, Cuenca-Ecuador
|
|
Intervención |
Control 1 |
Control 2 |
|||||||||||
Tests |
Factores |
Media |
DE |
Media |
DE |
Media |
DE |
||||||||
Conocimientos |
Pre test |
Sexualidad y actitudes |
.71 |
.14 |
.76 |
.14 |
.74 |
.148 |
|
||||||
Post test |
.82 |
.11 |
.76 |
.15 |
.88 |
.10 |
|
||||||||
Pre test |
Docencia y educación sexual |
.77 |
.11 |
.76 |
.09 |
.77 |
.11 |
|
|||||||
Post test |
.82 |
.11 |
.79 |
.08 |
.89 |
.09 |
|
||||||||
Pre test |
Sexualidad y adolescencia |
.68 |
.10 |
.74 |
.14 |
.76 |
.14 |
|
|||||||
Post test |
.74 |
.12 |
.75 |
.11 |
.88 |
.10 |
|
||||||||
Pre test |
Sexualidad |
.72 |
.11 |
.71 |
.11 |
.73 |
.12 |
|
|||||||
Post test |
.75 |
.10 |
.72 |
.09 |
.86 |
.08 |
|
||||||||
Pre test |
Metodología en educación sexual |
.93 |
.11 |
.90 |
.13 |
.87 |
.14 |
|
|||||||
Post test |
.95 |
.09 |
.87 |
.13 |
.90 |
.11 |
|
||||||||
Pre test |
Total conocimientos |
.76 |
.07 |
.78 |
.06 |
.77 |
.09 |
|
|||||||
Post test |
.81 |
.07 |
.78 |
.07 |
.88 |
.05 |
|
||||||||
Actitudes hacia la sexualidad |
Pre test |
Actitudes hacia las relaciones prematrimoniales |
2.91 |
1.13 |
3.19 |
1.05 |
3.31 |
1.18 |
|
||||||
Post test |
3.46 |
1.16 |
3.56 |
1.02 |
3.37 |
1.11 |
|
||||||||
Pre test |
Autoestima |
4.46 |
.67 |
4.63 |
.58 |
4.35 |
.79 |
|
|||||||
Post test |
4.46 |
.95 |
4.53 |
.94 |
4.29 |
.79 |
|
||||||||
Pre test |
Valores personales claros |
3.78 |
1.17 |
4.27 |
.75 |
4.09 |
.93 |
|
|||||||
Post test |
4.30 |
.87 |
4.35 |
.73 |
4.38 |
.76 |
|
||||||||
Pre test |
Actitudes hacia la sexualidad y la vida |
3.65 |
1.21 |
3.56 |
.97 |
3.86 |
.87 |
|
|||||||
Post test |
3.93 |
1.35 |
3.76 |
.99 |
4.00 |
.86 |
|
||||||||
Pre test |
Actitudes hacia la anticoncepción |
3.96 |
1.35 |
4.52 |
.60 |
4.21 |
.86 |
|
|||||||
Post test |
4.52 |
.98 |
4.42 |
.88 |
4.21 |
.80 |
|
||||||||
Pre test |
Total Actitudes hacia la sexualidad |
3.92 |
.52 |
4.03 |
.52 |
3.96 |
.54 |
|
|||||||
Post test |
4.16 |
.81 |
4.14 |
.58 |
4.05 |
.51 |
|
||||||||
Actitudes hacia la educación sexual |
Pre test |
Total Actitudes hacia la educación sexual |
1.79 |
.58 |
1.70 |
.55 |
1.94 |
.66 |
|
||||||
Post test |
1.52 |
.29 |
1.69 |
.42 |
2.16 |
.68 |
|
||||||||
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de las encuestas de evaluación a los docentes, 2016
4.3 Comparación entre los resultados de la evaluación inicial y final, diferencias entre grupos
Al comparar los resultados entre todos los tres grupos para constatar la eficacia de la intervención y observar en qué grupos se dieron las mayores mejoras, se encontró los siguientes resultados según ANOVA one way: con respecto el total de conocimientos se encontró diferencias significativas entre todos los grupos, F (2, 111) = 29.69, p<.001; y específicamente en los ejes de sexualidad y actitudes, F (2, 111) = 9.48, p<.001; docencia y educación sexual, F (2, 111) = 11.64, p<.001; sexualidad y adolescencia, F (2, 111) = 20.46, p<.001; sexualidad, F (2, 111) = 35.95; p<.001 y en metodología en educación sexual, F (2, 111) = 2.86; p = .06. Se usó Bonferroni post hoc para conocer diferencias entre cada par de grupos; se encontró diferencias significativas, con tamaños de efecto grande entre el grupo de asistentes al curso y el grupo control 2 en docencia y educación sexual, I-J = -.07, p<.05, d = -.70, r = -.33; sexualidad y adolescencia, I-J = -.14, p<.001, d = -1.3, r = -0.53; sexualidad, I-J = -.11, p<.001, d = 1.21, r = -.52 y en conocimientos totales, I-J = -.07, p<.001, d = -1.15, r = -.50. Por otra parte, curiosamente se encontraron diferencias significativas con un tamaño de efecto grande entre los grupo de control 1 y 2 en los ejes de sexualidad y actitudes, I-J = -.12, p<.001, d = -.94, r = -.43; docencia y educación sexual, I-J = -.10, p<.001, d = -1.17, r = -.51; sexualidad y adolescencia, I-J = -.13, p<.001, d = -1.2, r = -.53 y; sexualidad, I-J = -.14, p<.001, d = -1.64, r = -.64 y en conocimientos totales, I-J = -.10, p<.001, d = -1.64, r = -.63, donde siempre es el grupo control 2 el que tiene las mayores medias y, por lo tanto, el grupo que mejoró en mayor medida sus conocimientos, según lo medido por este test. No se encontró diferencias significativas en cuanto al progreso en conocimientos totales o por ejes entre el grupo de docentes que asistieron a la capacitación y los del grupo de control 1.
En referencia a las actitudes hacia la sexualidad, no se encontró diferencias significativas a nivel general, F (2, 111) = .41, p = .66; tampoco diferencias significativas en sus distintos ejes: actitudes hacia las relaciones prematrimoniales, F (2, 111) = .34, p = .72; autoestima F (2, 111) = .87, p = .42; valores personales claros F (2, 111) = .09, p = .92; actitudes hacia la sexualidad y la vida F (2, 111) = .59, p = .56 y; actitudes hacia la anticoncepción F (2, 111) = 1.34, p = .27, ni diferencias por grupos según Bonferroni post hoc. Es decir, no se logró mejorar las actitudes positivas hacia la sexualidad en ninguno de sus componentes, por lo que se debe revisar este tema fundamental.
Finalmente, se encontró diferencias significativas con tamaño de efecto medio entre las medias obtenidas por los distintos grupos en relación con las actitudes hacia la educación sexual, F (2, 111) = 14.11, p<.001, d = -.47, r = -.23. A través de Bonferroni post hoc, se halló diferencias significativas con un tamaño de efecto grande entre el grupo capacitado y el grupo de control 2, I-J = -.64, p<.001, d = -1.22, r = -.52 y entre el grupo control 1 y el grupo control 2, I-J = -.47, p<.01, d = -.83 r = -.38. Este resultado indica que se incrementaron las actitudes positivas hacia la educación sexual en mayor medida en el grupo de docentes que asistieron al programa en comparación con los otros dos grupos, de hecho, el grupo de control 2 presentó actitudes ligeramente más negativas en el post test.
5. Discusión
El estudio en su nivel inicial demostró que los docentes que imparten educación sexual en los colegios del grupo de intervención tienen la necesidad de ser capacitados en sus conocimientos sobre educación sexual. La situación detectada en el medio encuentra resultados similares en estudios realizados en diversos países (Cohen, Byers, Sears y Weaver, 2004; De Almeida y Vilar, 2006; Ortiz y Palacios, 2009, Pinos, Pinos, Jerves et al., 2016; Pinos, Pinos, Baitar et al., 2016). De hecho, un problema importante es que muchos docentes deben asumir gran parte de la responsabilidad de la educación sexual de sus alumnos, sin haber adquirido previamente las competencias que son deseables para su docencia. Sin duda, todo ello supone un obstáculo evidente para la enseñanza eficaz de esta materia. Una variable de influencia importante que se ha descrito es la diferencia entre los centros públicos y privados, una vez que los primeros tienen más probabilidad de aplicar programas de educación sexual integradores que los profesores de centros privados, posiblemente, debido a la orientación religiosa que les caracteriza o simplemente por la expectativa de conservar los parámetros de conducta moral deseada que la sociedad tiene sobre la educación particular y sobre los docentes de estas instituciones en concreto.
Asimismo, en el presente estudio se encontró que tras la intervención educativa realizada, se logró mejoras en los conocimientos y en las actitudes favorables hacia la educación sexual; en tanto que en el caso de las actitudes hacia la sexualidad no se mostraron cambios significativos. Esto nos lleva a la necesidad de reestructurar este programa de capacitación, puesto que si bien es importante que se haya llegado a generar el incremento de los conocimientos en sexualidad y educación sexual así como promover actitudes positivas hacia la educación sexual, no es trivial el que no se haya logrado mejorar sus propias actitudes hacia la sexualidad.
Las actitudes hacia la propia sexualidad determinan la predisposición del individuo a opinar, sentir y actuar ante objetos sexuales, situaciones, personas diferentes, normas o costumbres sociales y conductas sexuales (López, 2005); por tanto, serán estas actitudes las que finalmente modelarán los contenidos y formas con los que cada docente llegará a los estudiantes; en otras palabras, el educador pondrá en manifiesto sus actitudes hacia la sexualidad a través de la selección de contenidos y la explicación de estos durante sus clases (López, 2005). En esta línea, las personas que poseen ideas positivas hacia lo erótico tienen emociones positivas y son abiertas y respetuosas hacia las opciones sexuales de los demás; no tienen dificultades para verbalizar cuestiones relacionadas con el sexo, y consideran que la educación sexual es necesaria (Gómez, 2010). Por tanto, el profesorado con actitudes más positivas hacia la educación sexual tienden a involucrarse mejor en la enseñanza de temas sexuales a sus discentes (De Almeida y Vilar, 2006; Martínez, et. al., 2014). En tanto que quienes tienen actitudes y sentimientos negativos tienden a pensar que la educación sexual es una cuestión “muy delicada” cuya responsabilidad no es de la escuela, sino de los padres; generalmente, se declaran incompetentes en esta materia y delegan la tarea a los expertos (Gómez, 2010). Además, los valores personales o profesionales del cuerpo docente pueden entrar en conflicto con los temas que se les solicita abordar (Dallayrac, 1977; UNESCO, 2010). Por otra parte, los educadores que no han sido formados sobre temas de sexualidad y educación sexual tienen actitudes menos favorables hacia este campo educativo que aquellos que sí han sido preparados (Fallas, 2009). Con lo cual, es imprescindible fomentar en las personas que enseñan educación sexual actitudes abiertas y positivas hacia su propia sexualidad en miras de que brinden una educación sexual integral a más de los conocimientos sobre el tema.
Según la teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (1974), se tiene que tomar en cuenta los distintos factores que intervienen sobre la conducta del docente, no solamente habilidades, conocimientos y actitudes, sino que se tiene que trabajar con las creencias que poseen, ya que estas se comportan como normas que determinan muchas de nuestras conductas. Las creencias pueden ser construidas a partir de observaciones o de experiencias vividas; están asociadas a fuertes sentimientos, a menudo elaborados desde la cultura, la familia, la iglesia, como actores relevantes para dicha construcción; generan una evaluación subjetiva inconsciente.
Para Fizhbein y Ajzen, pueden ser modificadas mediante el conocimiento, y adquisición de ideas renovadoras; puesto que el ser humano es un ser razonante, no está esclavizado por su inconsciente, lo que abre la posibilidad de modificar sus creencias y actitudes mediante el análisis y reflexión. Para promover esta situación, se debe generar cursos de formación de un profesorado, formación que debe ser lo más específica posible en este campo (Martínez et al., 2011).
Teniendo en consideración los resultados obtenidos en esta investigación, es importante considerar la necesidad urgente de superar el modelo dominado por la biología y la medicina, que sustentó los esfuerzos e iniciativas en generar programas de educación sexual centrados en problemas de salud sexual, a nivel global. Esto debido a que a partir de los años 80, la irrupción provocada por las cifras alarmantes de porcentajes de la población mundial afectada por las enfermedades de transmisión sexual y por el VIH-sida especialmente, posibilitó que la atención prioritaria de estos programas de educación sexual, se centrara en informar a la población considerada como vulnerable y al mismo tiempo escolarizada sobre aspectos de prevención de esta amenaza, con los respectivos componentes de discriminación, negación y control implícitos y explícitos en el currículo.
Según Morgade (2011) y sus colaboradores, el postulado Foucaultiano de entender a la sexualidad como un dispositivo de poder y control se evidencia en la misma escuela, que conservando su rol inicial se concibe como el espacio conformado entre quienes saben (docentes) y quienes no saben (alumnos). Los unos tienen la función no sólo de enseñar a los otros, sino también de controlarlos y normarlos según las expectativas de la sociedad. Resulta por lo tanto emergente la incorporación de elementos que integren otro tipo de enfoques a estas iniciativas, tales como la diversidad sexual, las relaciones prematrimoniales en contextos de violencia o de desigualdad de género, entre otros.
Estas actividades de capacitación deben ser programadas con un enfoque integral, que vaya más allá de la simple exposición de diversas teorías y estadísticas. El componente evaluativo debe ser parte de dicha planificación, caso contrario no podremos conocer los reales impactos alcanzados y las falencias que deben ser corregidas. En el campo de la Salud Sexual hay diferencias experiencias locales realizadas con mucha buena voluntad, pero desconociendo sus reales impactos.
Si bien este estudio buscó evaluar el impacto a corto plazo de la aplicación de los cursos, esta experiencia lleva a la necesidad de extender la sensibilización y la capacitación sobre sexualidad y educación sexual, no sólo al ámbito de los docentes, sino también hacia los directivos de las instituciones.
En consecuencia se hace necesario el continuar en el trabajo iniciado, ampliando la cobertura de la capacitación hacia las poblaciones no abordadas, con estrategias que mejoren las propuestas de capacitación.
6. Conclusiones
Tras la intervención, se observó mejoras en los conocimientos y en las actitudes favorables hacia la educación sexual en el profesorado que se capacitaron, señalando a la capacitación docente como una herramienta de mejoramiento en el tema de la educación sexual. En el análisis por factor se encontró que este incremento en conocimientos se debió al aumento en los componentes de sexualidad y actitudes y en sexualidad y adolescencia. En el caso de las actitudes hacia la sexualidad, no se mostró cambios significativos después del curso a nivel general, lo que pudiera deberse a que las actitudes necesitan un trabajo más sistemático y vivencial para ser cambiadas, a diferencia de los conocimientos; donde un cambio se puede obtener de una intervención directa. Analizando cada factor de este componente, únicamente se encontró una mejoría en referencia a las actitudes hacia las relaciones prematrimoniales. Finalmente, con referencia a las actitudes hacia la educación sexual se halló diferencias significativas en cuanto a actitudes más favorables. Por otra parte, el grupo de estudio no pudo transmitir ni conocimientos ni actitudes a sus colegas, por lo que se debe rediseñar completamente la estrategia para lograr este fin. Algo por notar es que el grupo control 2, pese a no haber tenido ningún contacto con la capacitación, ha incrementado en mayor medida los conocimientos en comparación al grupo meta, lo que podría deberse a que usó otras herramientas para mejorar sus conocimientos; además, curiosamente este grupo evidencia un empeoramiento en cuanto a actitudes hacia la educación sexual se refiere, lo que evidencia que este componente sí necesita de trabajo presencial continuado. De esto se podría indicar que el programa deberá ser revisado en contenidos y métodos didácticos de tal manera que llegue efectivamente a los docentes.
Queremos agradecer al programa VLIR-UOS entre la Universidad de Cuenca y el consejo de Universidades Flamencas, por el financiamiento para la Investigación. Asimismo, a los docentes participantes en la capacitación y a los que participaron en los casos de control. Además a la Lic. Elizabeth Peñaherrera, quien desde la Dirección de Educación nos dio su apoyo en todo momento, y a Ing. Fernanda Ramírez, quien se encargó de la logística del programa.
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