La contribución de Richard Cooke a la arqueología costarricense
Francisco Corrales-Ulloa
Museo Nacional de Costa Rica, Departamento de Antropología e Historia, San José, Costa Rica
fcorrales@museocostarica.go.cr
Resumen: Richard Cooke ha sido una figura clave en el desarrollo de la práctica arqueológica en Panamá desde los años 1970. Adicionalmente, desde su posición en el Smithsonian Tropical Research Institute (STRI), alentó la participación de estudiantes y arqueólogos costarricenses en sus proyectos de investigación, tanto en campo como en laboratorio, influyendo en su formación y práctica profesional. Varias de esas participaciones derivaron en proyectos de graduación en la Universidad de Costa Rica. Se presenta una reseña de las participaciones y áreas de interés, y cómo estas han contribuido a la arqueología en Costa Rica. De igual forma, se comenta la contribución de Cooke a la arqueología del sur de Centroamérica y sus relaciones con especialistas de otras disciplinas.
Palabras clave: Richard Cooke; colegio invisible; Panamá; Costa Rica; sur de América Central.
The contribution of Richard Cooke to Costa Rican archaeology
Abstract: Richard Cooke has been a key figure in the development of archaeological practice in Panama since the 1970s. Additionally, from his position at the Smithsonian Tropical Research Institute (STRI), he encouraged the participation of Costa Rican students and archaeologists in their research projects, both in the field and in the laboratory, influencing their training and professional practice. Several of these participations resulted in graduation projects at the University of Costa Rica. A review of the participations and areas of interest is presented, and how they have contributed to archeology in Costa Rica. Cooke’s contribution to the archeology of southern Central America, and his relationships with specialists from other disciplines, are also addressed.
Keywords: Richard Cooke; invisible college; Panama; Costa Rica; southern Central América.
Introducción1
Richard Cooke, arqueólogo inglés afincado en Panamá desde los años 1970, ha tenido un papel fundamental en la investigación de las sociedades precolombinas que habitaron el sur de Centroamérica. Además de impulsar la arqueología panameña, desde su posición en el Smithsonian Tropical Research Institute (STRI), ha alentado por décadas la participación de estudiantes y arqueólogos de varios países, incluyendo Costa Rica, en sus proyectos de investigación, tanto en campo como en laboratorio, influyendo en su formación y práctica profesional.
Es un argumento en esta presentación que la red de conexiones e interacción que Richard ha tenido con arqueólogos y otros profesionales por casi cuatro décadas puede ser considerada como parte de un “colegio invisible”.
Este concepto surgió en el siglo XVII en Reino Unido y luego se extendió al resto de Europa para referirse a redes de intercambio de ideas entre intelectuales independientes. En la definición de Dana Crane (1972), un sociólogo de la ciencia, describe una “(…) comunidad informal de científicos que trabajan en un mismo tema y que intercambian información. El colegio invisible actúa, además de red de comunicación e intercambio, como foro de educación y socialización de los nuevos científicos que comienzan su trabajo en una línea concreta de investigación”. Asimismo, el concepto se usa para referirse a las actuales redes autoorganizadas de investigadores que colaboran para compartir ideas, conocimientos o habilidades complementarias (Wagner, 2008).
La falta de la enseñanza de arqueología y la escasa presencia de arqueólogos panameños, o extranjeros trabajando permanentemente en Panamá, hizo necesaria una interacción más global desde el inicio. Richard buscó romper ese relativo aislamiento de la arqueología panameña propiciando la formación de jóvenes arqueólogos de Panamá y otros países, así como una fuerte interacción con una amplia gama de profesionales de países vecinos y más lejanos. El desarrollo de las redes sociales no ha hecho sino incrementar sus primeros esfuerzos.
Con dicho postulado en mente, se presenta una reseña de las participaciones de costarricenses en los proyectos de Richard y cómo esto, además, ha contribuido a la arqueología en Costa Rica. De igual forma, su interacción con profesionales costarricenses de otras disciplinas y la formulación de modelos sobre ocupaciones antiguas del sur de América Central.
Proyectos de investigación y participación de costarricenses
Richard Cooke llega a Centroamérica en los años 1970 y sus primeros esfuerzos, como parte de su tesis doctoral en Panamá Central, se dirigen a la construcción de secuencias cronológicas. Este marco de referencia esencial en el desarrollo de la arqueología histórico-cultural aún estaba pendiente en estos países, mientras ya se generaban nuevas propuestas teóricas en los países con más desarrollo de la disciplina, como la Nueva Arqueología en los EE.UU.
Uno de sus primeros contactos a nivel regional se da en el Simposio de Arqueología del Primer Congreso de Antropología y Defensa del Patrimonio Cultural de la América Central, celebrado en San José, en 1975. Este simposio buscó congregar a los investigadores más relevantes de ese momento para reunir y exponer los datos existentes sobre las secuencias culturales precolombinas de América Central (Figura 1).
Los resultados se plasmaron en uno de los primeros volúmenes (vol. 2) de la revista Vínculos del Museo Nacional de Costa Rica (MNCR), donde Richard publicó una síntesis de la cronología de Panamá Central (Cooke, 1976). Estos primeros contactos regionales sentarían las bases de las posteriores interacciones.
En 1979, Olga Linares publicó el artículo “What is Lower Central America Archaeology?”, donde propuso generar preguntas más sofisticadas al registro arqueológico para estar en consonancia con el desarrollo de la disciplina. Cooke, quien colaboró con Linares desde el STRI, siguió su recomendación de hacer preguntas relevantes y junto con Anthony Ranere desarrolló el proyecto arqueológico Santa María, en 1981, alrededor de preguntas o hipótesis de trabajo (Cooke, 1984; Cooke y Ranere, 1992a, 1992b). Luego de esto, Cooke generó otros proyectos de investigación de varios años de duración y en ellos participaron costarricenses ligados con la disciplina arqueológica.
El Proyecto Arqueológico Santa María, 1981-1985
El Proyecto Santa María, en la cuenca media y baja del río Santa María en Panamá Central, buscó responder diferentes preguntas relacionadas con el poblamiento de la zona y el desarrollo de prácticas de subsistencia mediante una amplia prospección sistemática mediante transectos seleccionados al azar y la cartografía y excavaciones de prueba en abrigos rocosos, concheros y asentamientos nucleados en áreas ribereñas (Cooke y Ranere, 1992a). Gracias a la invitación de Cooke, varios arqueólogos y estudiantes costarricenses participaron en ese proyecto.
Maritza Gutiérrez, arqueóloga del Museo Nacional de Costa Rica, fue una visitante regular en Panamá en esos años, como parte de su entrenamiento en análisis de arqueofauna, tema sobre el cual Richard venía desarrollando una amplia investigación y la formación de una colección de referencia (Figura 2). Para Maritza, esta formación fue la base para su tesis de licenciatura en la Universidad de Costa Rica (UCR), en 1993, sobre el aprovechamiento de la fauna en el sitio arqueológico Nacascolo, Guanacaste, de la cual Richard fue el tutor.
Maritza fue la especialista en arqueofauna del Museo Nacional de Costa Rica durante toda su carrera en la institución. Se jubiló en 2015, pero antes de eso dio un curso de arqueofauna para estudiantes de la Universidad de Costa Rica y varios de ellos han seguido sus estudios en la especialidad.
Richard dedicó muchas horas durante varios años a encaminarme en el estudio de la arqueofauna, mi eterno agradecimiento por la transferencia de conocimientos y sinceridad de comentarios. En una mesa, en una cantina, en la noche, con candela, después del trabajo de campo, analizábamos la muestra de fauna... (M. Gutiérrez, comunicación personal, 2 de febrero de 2017).
Por su parte, Wilson Valerio, entonces estudiante de arqueología, participó en la prospección regional y luego realizó excavaciones en dos abrigos rocosos con ocupaciones precerámicas (Figura 2). En 1987, con los resultados de sus excavaciones en el abrigo de Carabalí, Veraguas, presentó su tesis de licenciatura en la UCR. Wilson luego ingresó a trabajar en el Museo Nacional de Costa Rica hasta su jubilación, y fue el especialista en análisis lítico y ocupaciones tempranas: “Cuando íbamos en carretera y Richard veía un ave se le quedaba viéndola para identificarla a la vez que seguía manejando. Nosotros mientras tanto íbamos asustados…” (W. Valerio, comunicación personal, 22 de febrero de 2017).
Otros que participaron fueron Francisco Corrales, en 1983, estudiante recién graduado de la UCR, y Víctor Acuña, arqueólogo y funcionario de la UCR, como voluntarios en la prospección regional y análisis de materiales. Francisco Corrales también ingresó a trabajar en el Museo Nacional de Costa Rica y la experiencia en la prospección sería fundamental en sus primeros trabajos en el museo, especialmente la prospección del proyecto Boruca en el sur de Costa Rica, bajo la dirección de Roberto Drolet, quien había estado en estrecho contacto con Richard durante su estudio doctoral en Panamá.
Víctor Acuña, fue un especialista en análisis lítico durante su estadía en la Universidad de Costa Rica y luego se trasladó a los EE.UU a cursar su maestría en la Universidad de Temple con Tony Ranere, antes de dedicarse a otros menesteres.
En esa época, el interés de Richard en los análisis de restos orgánicos lo llevó a organizar, en 1989, el “1er Seminario-Taller Sobre el Análisis de los Restos Orgánicos en la Arqueología del Neotrópico” bajo el auspicio del STRI, con estudiantes de varios países. En este curso participaron tres costarricenses: Maritza Gutiérrez, quien ya venía interactuando con Richard, Leyla Solano y Giselle Mora. Ellas habían participado en la UCR junto con la profesora Maureen Sánchez en análisis de restos orgánicos y en ese momento eran asistentes en el MNCR.
Por un lado, para Leyla, su participación fue una enseñanza que luego ha aprovechado en su trabajo como consultora en turismo ecológico y desarrollo de proyectos comunitarios alrededor de sitios arqueológicos, en Guatemala, Ecuador y Perú. Por otro lado, para Giselle, el curso fue la antesala a una activa participación con Dolores Piperno, de STRI, en el estudio de fitolitos, que se prolongó por 7 años. Giselle luego regresó a Costa Rica donde ha realizado esfuerzos por implementar dichos análisis.
Recuerdo que Richard nos contaba que en la madrugada se iba a las autopistas a recolectar animales muertos para hacer la colección de referencia. Él nos enseñó como macerar los animales, separar e identificar los diferentes huesos. Fue un ejemplo de cómo la biología y la arqueología se unen para una mejor investigación... (L. Solano, comunicación personal, 26 de febrero de 2017).
El Proyecto Arqueológico Cerro Juan Díaz, 1990
Un nuevo proyecto fue desarrollado por Richard en la década de 1990. El Proyecto Arqueológico Cerro Juan Díaz, auspiciado por STRI/INAC (Instituto Nacional de Cultura de Panamá), se centró en un importante sitio ubicado en la provincia de Los Santos, también en Panamá Central. Ahí se realizaron excavaciones a gran escala durante nueve años, las cuales permitieron analizar el prolongado uso de este sitio como uno de los poblados más grandes de la cuenca baja del río La Villa entre el 300 a.C. y 1400 d. C.
El sitio fue un centro ritual, comercial y de vivienda ubicado en una colina en la margen derecha del río La Villa (Península de Azuero), a unos 4,5 kilómetros de la costa actual de la bahía de Parita. El gran tamaño de este sitio (unas 10 hectáreas), además de su prominencia geográfica y su proximidad a hábitats productivos, lo hizo tener un papel primordial en la dinámica socioeconómica de la región (Cooke y Sánchez, 1998; Cooke, Sánchez, Isaza y Pérez, 1998; Cooke, Sánchez y Udagawa, 2000; Sánchez, 1995).
En 1991, la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico de Panamá, preocupada por una serie de saqueos en el lugar, le solicitó a Richard Cooke que organizara una investigación científica en el sitio. Richard contactó a los estudiantes de arqueología de la Universidad de Costa Rica, Luis Alberto Sánchez y Adrián Badilla, para que participaran en dicha investigación. Al año siguiente, ellos, con becas de STRI, se encargaron, bajo la dirección de Richard, de iniciar investigaciones para estimar la cronología del sitio, su estratigrafía cultural y posibles funciones mediante prospecciones y excavaciones de prueba (Figura 3). Los resultados positivos obtenidos condujeron al Proyecto Arqueológico Cerro Juan Díaz (Cooke et al., 1998)
Adrián Badilla participó en el primero año de excavaciones, en 1992, y junto con Luis Alberto realizó la etapa inicial de análisis de la cerámica del sitio. Adrián, a su regreso a Costa Rica, concluyó su bachillerato y se incorporó al MNCR, donde además de arqueólogo es el representante del Museo en la Comisión Arqueológica Nacional y es también el editor de la revista Vínculos, de la cual Richard forma parte del Comité Científico.
Muchas veces nos quedamos en la casa de Richard, durante la noche jugábamos ping-pong hasta el agotamiento y nos tomábamos unos rones… sin embargo, a las 5 de la mañana ya andaba Richard despierto con un manuscrito en la mano, de un artículo que había escrito durante esa madrugada. Disfrutaba muchísimo oír al Dr. Cooke contando las historias de las experiencias con Junius Bird... (A. Badilla, comunicación personal, 13 de febrero de 2017).
Luis Alberto Sánchez, por su parte, permaneció durante todo el proyecto hasta el 2002, estando a cargo de trabajos de campo y laboratorio. Él, además, realizó su tesis de licenciatura en la Universidad de Costa Rica sobre un análisis estilístico de dos componentes cerámicos de Cerro Juan Díaz.
Luis, desde entonces, tiene una colaboración profesional con Richard, que se ha traducido en un número considerable de publicaciones conjuntas (Cooke y Sánchez, 1998, 2004; Sánchez y Cooke, 2000; entre otros). En el 2007, Luis regresó a Costa Rica y, luego de trabajar en varios proyectos como consultor, actualmente labora en el MNCR, desde donde sigue colaborando con Richard.
Richard era impresionante en el campo. Trabajando con él, nunca me quedó más claro la idea de la secuencia ocupacional de un sitio. Los olvidos de Richard eran famosos. Por ejemplo, usaba la billetera para acomodar mejor el proyector de diapositivas o el video beam y luego la olvidaba, sin embargo, siempre la recuperaba... (L. A. Sánchez, comunicación personal, 17 de febrero de 2017).
En esa misma época, Ifigenia Quintanilla fue con una beca corta para el estudio de arqueofauna de su proyecto en la zona sur del país, cuando era funcionaria del MNCR. Ella estuvo en el laboratorio en Naos y trabajó con Máximo Jiménez y Conrado Tapia, bajo la supervisión de Richard. Ahora, Ifigenia es una de las investigadoras de mayor trayectoria en el tema de las esferas de piedra y otras esculturas.
Tuve la oportunidad de trabajar en su laboratorio en el análisis de los huesos de peces y mamíferos de sitios en la zona de Sierpe Térraba. Richard supervisó, y facilitó, herramientas conceptuales y metodológicas. Una de las grandes cualidades de Richard es la transferencia de conocimientos, él es el mejor ejemplo de alguien que sabe, y logra trasmitirlo adecuadamente... (I. Quintanilla, comunicación personal, 19 de febrero de 2017).
Olman Solís, por su parte, participó en el proyecto en 1994 cuando llegó, a solicitud de Richard, para excavar una zona doméstica en busca de áreas de actividad, siguiendo la metodología usada en su tesis de licenciatura en Costa Rica (Figura 3). Olman también trabaja en el MNCR, pero en los últimos años se orientó más al tema de museos comunitarios, siendo desde hace varios años el encargado del Programa de Museos Regionales del MNCR: “En la Feria de Azuero, Richard se preocupó por tener un puesto para divulgar lo que se hacía en el sitio. Me impresionó mucho el acercamiento de Richard con la comunidad. Esa experiencia me motivó mucho en mi posterior trabajo con los museos regionales”. (O. Solís, comunicación personal, 19 de febrero de 2017)
En ese proyecto también participaron, en 1997, Norberto Baldi y Carmen Rodríguez, estudiantes de la UCR quienes acudieron a un llamado de voluntarios para el proyecto. Ellos participaron junto con Koichi Udagawa, arqueólogo japonés, en la excavación de un conchero. Norberto continuaría los contactos profesionales con Richard durante sus estudios de licenciatura, en el sitio Black Creek, y doctorales, sobre temas de genética en los EE UU. Actualmente es docente en la Escuela de Antropología de la UCR.
Debemos mencionar en este repaso a Oscar Fonseca, profesor de la Universidad de Costa Rica, quien también visitó el sitio, como parte de una relación profesional con Richard que mencionaremos luego.
El Proyecto Arqueológico Diversidad Cultural y Biológica del Archipiélago de las Perlas antes de la conquista española, 2007-presente
El proyecto arqueológico en el archipiélago Las Perlas inició en el 2007, a cargo de Richard Cooke y Juan Guillermo Martín-Rincón (actualmente en la Universidad del Norte, Barranquilla), con el objetivo de evaluar los recursos arqueológicos mediante prospecciones pedestres haciendo énfasis en sitios que ayudaran a dilucidar la antigüedad, naturaleza y posibles impactos de la colonización precolombina. Asimismo, trasmitir la información a los dueños, autoridades y operadores de turismo para mitigar los impactos del desarrollo y divulgar los datos para el público (Cooke, Martín, Carvajal y Lara, 2007).
El archipiélago se encuentra en la Bahía de Panamá, a 50-135 km de la ciudad de Panamá, y a 40 km de la costa de Darién y consta de unas 90 islas e islotes. Las investigaciones arqueológicas han logrado identificar sitios de varios períodos precerámicos, sitios con alfarería, petroglifos y corrales de piedra (Cooke, 2012; Cooke et al., 2007; Martín, Cooke, y Bustamente, 2009; Martín, Cooke, Bustamente, Holst, Lara y Redwood, 2016).
En este proyecto, Richard continuó la tradición de invitar estudiantes costarricenses a participar con la expectativa de que el trabajo por realizar pudiera servirles de tema de tesis. En esta ocasión, acudieron al llamado Yahaira Núñez y María Laura Sáenz, quienes recibieron becas del programa “Adelante!” (Figura 4).
Yahaira Núñez investigó en el sitio PG L100 un contexto funerario y con evidencia de intercambio regional, que sirvió como tema de su tesis de licenciatura en la Universidad de Costa Rica (2012). Ella finalizó sus estudios doctorales en la Universidad de Albany y actualmente (2018) se prepara para su trabajo de campo en el sitio Lomas Entierros, a la vez que ha trabajado como consultora para las oficinas de Unesco en San José y La Habana.
Cuando estaba a punto de terminar mi tesis fue cuando le diagnosticaron el cáncer, y recuerdo recibir muchos correos de Richard sobre arqueología inclusive estando en camilla en el hospital. Creo que ese fue uno de los ejemplos más grandes de fortaleza y de pasión por lo que se hace que he visto. Para mí eso fue un gran impulso tanto, para terminar, como para continuar en las siguientes etapas... (Y. Núñez, comunicación personal, 17 de febrero de 2017).
María Laura Sáenz, además de su trabajo en la misma excavación que Yahaira, realizó excavaciones en zonas de concheros de Pedro González y seleccionó el tema de moluscos para su tesis de licenciatura en la UCR (2014). En estos momentos ella se encuentra terminando su maestría en proyectos de gestión ambiental en la UCR: “Richard más que un mentor fue como un papá postizo porque siempre se preocupaba por mi salud (por no comer carne). Siempre dispuesto a abrirle a uno las puertas de su casa y hacerlo sentir a uno como parte de su familia…” (M. L. Sáenz, comunicación personal, 22 de febrero de 2017).
En el proyecto también participaron en temporadas cortas las arqueólogas costarricenses Geissel Vargas, quien fungió como asistente en las excavaciones de PG L100, y Karla Quesada, como voluntaria. Asimismo, los arqueólogos costarricense Danny Orozco y Uri Salas también participaron como asistentes en las excavaciones en Las Perlas en el 2015.
Relación con otros estudiosos costarricenses
Richard desde el primer momento ha mantenido un contacto muy cercano con especialistas de otras disciplinas. En este repaso nos interesa resaltar la relación profesional con los investigadores costarricenses Ramiro Barrantes, genetista, Adolfo Constenla, lingüista, y Eugenia Ibarra, etnohistoriadora, todos de la Universidad de Costa Rica.
A lo largo de los años han intercambiado información complementaria, en un enfoque interdisciplinario, para entender las ocupaciones indígenas del pasado y el presente. De esta interacción también surgió el modelo de desarrollo autóctono para la zona con base en datos de las distintas disciplinas y que confrontó los modelos anteriores que colocaban al sur de América Central como dependiente de lo que sucedía en Mesoamérica y los Andes: “Richard les da una enorme importancia a los datos etnohistóricos. Además, es crítico en el uso de los datos, tiene sus criterios para opinar sobre la información. Admiro el desprendimiento que ha tenido siempre, porque él ha querido dar la oportunidad de aprendizaje y compartir…” (E. Ibarra, comunicación personal, 8 de febrero de 2017).
En esta línea, Richard organizó el “Congreso de Estados no imperiales visitados por Colón durante sus cuatro viajes al Nuevo Mundo”, en 1990, que reunió especialistas de diversas disciplinas, incluyendo a Barrantes, Constenla e Ibarra y otros costarricenses, interesados en los procesos de ocupación y poblaciones indígenas del sur de América Central (Figura 5).
Este grupo de científicos también participan del colegio invisible que hemos mencionado al inicio y que tiene repercusiones hasta ahora. Muchos de ellos, incluyendo a costarricenses que participaron en sus años mozos en los proyectos de Richard, se han seguido encontrando en diferentes espacios académicos, como los congresos de la Society of American Archaeology (SAA) o Dumbarton Oaks, sobre temas alrededor del istmo centroamericano y norte de Sudamérica.
Síntesis a nivel regional
Otro aporte vino de su síntesis sobre la arqueología regional. Richard publicó una con Oscar Fonseca, en 1994, sobre el sur de América Central, proponiendo la región histórica Chibcha Chocó, que abarcaría esta zona junto con el norte de Sudamérica. Esta publicación tiene la virtud de trascender las fronteras nacionales actuales y enfocarse en las regiones históricas antiguas y los procesos de desarrollo autóctono que en ella se dieron, refutando las visiones que ven a la región como un mero receptor de los desarrollos en Mesoamérica y el Área Andina.
De igual manera, se aventuró en una síntesis, a nivel centroamericano, de las ocupaciones indígenas desde el poblamiento del territorio hasta la Colonia (Cooke, 2003). En un apretado sumario, Richard procuró dar una visión del pasado usando como referencia el istmo centroamericano, contrastando las diferencias entre los pueblos sureños y norteños que lo habitaron. Además, reseñó los mecanismos de resistencia y supervivencia de los grupos que no fueron desaparecidos por la Conquista.
Más recientemente, ha recapitulado su conocimiento de más de 40 años de investigación en su síntesis sobre los “Orígenes, dispersión y supervivencia de las sociedades originarias de la Subregión Istmeña de América” (Cooke, 2015). Como ha sido constante en su trabajo, ha combinado los aportes de información de diferentes disciplinas para entender el desarrollo de la zona desde las primeras ocupaciones hasta el presente. Igualmente, ha abogado por incluir esta información en el currículo escolar para que los estudiantes aprendan sobre la historia profunda de sus países.
En estos trabajos, Richard retomó los resultados de muchos años de investigación propia y de colegas arqueólogos, así como los aportes de estudiosos de otras disciplinas. Con muchos de ellos ha venido conformando una comunidad de profesionales que comparten objetivos e intercambian información.
Evaluación de la candidatura de sitios con esferas de piedra como patrimonio mundial
Una contribución reciente al patrimonio costarricense fue su participación en el equipo de expertos que en 2010 estuvo en Costa Rica para evaluar el potencial de la candidatura de un grupo de sitios con esferas de piedra como patrimonio mundial en la lista de la Unesco. Como parte de la misión, fue al sur del país para visitar los sitios propuestos y analizar su valor universal excepcional propuesto (Figura 6).
El espaldarazo dado por los expertos a la candidatura fue clave en la designación, por el Comité de Patrimonio Mundial en su 38ava reunión anual en Doha, Catar, en el 2014, de los “Asentamientos cacicales precolombinos con esferas de piedra del Diquis” como patrimonio mundial y un reconocimiento de las sociedades no estatales de los bosques tropicales del sur de América Central, tema que ha congregado a Richard y colaboradores por décadas.
Comentario final
Por cerca de cuatro décadas, Richard Cooke ha sido escuela viva. Más aun, la red o colegio invisible que él ha alentado ha permitido el intercambio de información entre estudiosos interesados en las ocupaciones antiguas y actuales del sur de América Central y norte de Sudamérica. A la vez, ha sido un foro o medio de formación para los nuevos arqueólogos del área.
Para el caso costarricense, la interacción y colaboración con distintos investigadores y su apoyo irrestricto a estudiantes y jóvenes profesionales ha sido de continuo beneficio para la arqueología de Costa Rica. Permitió los primeros avances en arqueofauna y paleobotánica; capacitó en temas de prospección regional, ocupaciones tempranas, relaciones regionales, uso de fuentes etnohistóricas, modelos de desarrollo local y la complementariedad de datos arqueológicos, lingüísticos, genéticos, etnohistóricos y etnológicos.
Los testimonios de aquellos que participamos en sus proyectos lo respaldan. La múltiple aplicación de sus enseñanzas en el quehacer profesional garantiza su aporte imperecedero.
¡Muchas gracias Richard!
Agradecimientos
Agradezco a los organizadores del simposio, Yahaira Núñez y Luis Alberto Sánchez, por la oportunidad de presentar algunos de los aportes de Richard Cooke a la arqueología de Costa Rica y sur de América Central. Asimismo, un agradecimiento a los diferentes profesionales que en su momento participaron en los proyectos de Richard, por su disponibilidad de responder a las preguntas que se les plantearon y el aporte de testimonios, documentos y fotografías.
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Julio-Diciembre 2019, 29(2)
Recibido: 15-02-2018 / Aceptado: 11-06-2018
Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas
Centro de Investigaciones Antropológicas, Escuela de Antropología, Universidad de Costa Rica
ISSN 2215-356X
1 Este artículo se deriva de la ponencia presentada en el simposio “Tras una herencia cultural milenaria: contribuciones de Richard Cooke a la arqueología del Área Istmo-Colombiana”, organizado por Luis A. Sánchez y Yajaira Núñez-Cortés en el XI Congreso de la Red Centroamericana de Antropología, celebrado del 27 de febrero al 3 de marzo de 2017 en San José, Costa Rica.