El cacicazgo de Cubiga: etnohistoria y arqueología en el Caribe Central panameño
Álvaro M. Brizuela1, 2*, Carlos M. Fitzgerald2, 1 y Gloria E. Biffano1
1Anthropo Studio Inc, Panamá, Panamá
2Universidad Santa María La Antigua (USMA), Panamá, Panamá
*Autor para contacto: estudiosarqueologicospty@hotmail.com
Resumen: En primera instancia, se presentan avances de investigación sobre la etnohistoria y una cronología basada en 85 fechamientos radiométricos obtenidos por el Proyecto de Monitoreo y Rescate Arqueológico Cobre Panamá (Donoso, Colón) en el Caribe Central panameño. Además, se identifica la correspondencia del cacicazgo de Cubiga, subordinado de Veragua, y se registra que la mayoría de los fechamientos corresponden a tiempos cerámicos tardíos, inmediatamente previos al contacto europeo, entre 1200 y 1500 d.C. Finalmente, se reconoce la coincidencia entre lo observado en la distribución homogénea de las localidades arqueológicas y las descripciones etnohistóricas.
Palabras clave: Caribe Central panameño; cacicazgo; fechamientos; etnohistoria; arqueología de contrato.
The Chiefdom of Cubiga: Ethnohistory and Archaeology in Central Caribbean Panama
Abstract: A literature review of ethnohistoric sources and a new chronology derived from 85 radiometric dates are presented for Central Caribbean Panamá as partial results of the Proyecto de Monitoreo y Rescate Arqueológico Cobre Panamá (located in Donoso, Colón). The Cubiga chiefdom (subordinate to Veragua) is identified as corresponding to the study area. The majority of dates correspond to a Late Ceramic period, previous to the first European Contact (AD 1200-1500). It is noted that the homogeneus distribution of archaeological sites coincides with the ethnohistorical descriptions.
Keywords: Central Caribbean Panama; chiefdom; radiometric dating; ethnohistory; contract archaeology.
Introducción1
A partir de 2008, y de manera continua hasta el presente, hemos llevado a cabo un programa de investigación arqueológica en el Caribe Central Panameño, enmarcado en las labores de evaluación y mitigación arqueológica del proyecto minero Cobre Panamá, ubicado en el distrito de Donoso, provincia de Colón y en desarrollo por la empresa First Quantum Minerals (ver figuras 1 y 2). Dicho proyecto contempla, dentro de su estudio de impacto ambiental, la conservación, el estudio y la divulgación de los hallazgos arqueológicos del área de concesión, no solo ante las autoridades ambientales y patrimoniales panameñas, sino también ante las comunidades y el acervo cultural nacional. Cobre Panamá ha incorporado responsablemente el rescate arqueológico como parte de su operación, para cumplir así con la normativa patrimonial vigente y de acuerdo con la autorización otorgada por la Dirección Nacional del Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura a través de la Resolución Nº 245-13 DNPH de 19 de noviembre de 2013.
Como avance de investigación, reportamos aquí dos aspectos que no habían sido abordados previamente en la literatura. En primera instancia, se lleva a cabo una revisión de la información etnohistórica que nos ha permitido relacionar el área de estudio con un topónimo antiguo, Cubiga, lo cual es significativo para la divulgación del proyecto e inusual en la arqueología panameña, donde la nomenclatura de períodos y grupos a menudo es arbitraria. Segundo, y aprovechando la gran cantidad de fechamientos que hemos logrado, presentamos un primer análisis cronológico basado en los resultados del C14 con las muestras procedentes de las localidades identificadas durante las prospecciones sistemáticas y monitoreos de movimientos de tierra en dos sectores de la concesión (Puerto y Mina donde se desarrolla la infraestructura homónima). A la fecha, se han identificado y documentado más de 350 localidades, de las cuales se obtuvieron 85 fechamientos radiométricos. La información detallada sobre los patrones de asentamiento y el análisis de la cultura material se encuentran en proceso de reporte a las autoridades patrimoniales panameñas y serán publicados posteriormente (ver Brizuela, Fitzgerald y Biffano [2016]).
La distribución espacial y cronológica de las localidades arqueológicas fechadas indica con claridad que la principal ocupación del área de estudio ocurrió al final del periodo prehispánico, entre los siglos XIV y XV. Esto nos permite la rara oportunidad de observar arqueológicamente la configuración de un territorio cacical descrito etnohistóricamente. Preliminarmente, tras años de prospecciones sistemáticas con cobertura total, se nota la ausencia de sitios grandes y una aparente distribución uniforme de las localidades arqueológicas en el paisaje, sin concentraciones destacables de yacimientos (Brizuela et al., 2016). Está claro que la data registrada permitirá análisis espaciales más sofisticados, pero, al presente, la percepción de uniformidad en el tamaño (siempre pequeño, entre 50 y 100 metros cuadrados) de los hallazgos marca fuertemente nuestra interpretación al respecto de una ocupación homogénea del territorio.
Los cacicazgos en el Caribe Central Panameño (CCP)
Hay evidencia etnohistórica sobre la presencia de sociedades jerárquicas o cacicazgos en el Caribe Central Panameño. Según Helms (1979), la distribución de los territorios cacicales en la vertiente atlántica de la Región Central del Istmo (la región de Veragua) no es diferente a lo que los registros etnohistóricos indican para el resto del Istmo: territorios costeros alineados según las cuencas de los ríos más caudalosos.
La primera información sobre el área que nos interesa se encuentra en la documentación del cuarto viaje de Cristóbal Colón y su visita al Istmo de Panamá entre 1502 y 1503, ampliamente reseñada en la historiografía. Según la descripción de Colón, se trataba de “un frente costero agreste y con acantilados, cuyo litoral selvático se veía seccionado por numerosos ríos que descargaban desde la serranía, atravesando una franja estrecha de piedemontes” (Helms, 1979). La región contaba con abundantes recursos naturales, Sauer (1966) y Helms (1979) hacen mención a los campos sembrados de maíz, al igual que palmeras y frutales (piñas, mameyes que se fermentaban para hacer “vino” al igual que el vino de palmito). Además, se reconoce que la pesca era importante, especialmente de especies que remontaban los ríos para desovar y eran capturadas en el trayecto. En estos ríos se lavaba oro, pero se señala que también se hacía minería por excavación/remoción superficial en las colinas. Un punto interesante que señala Sauer (1966) es que la extracción del oro se realizaba en ciertas temporadas del año y que estaba vinculada a ceremonias.
Por una parte, Sauer (1966), citando al cronista Pedro Mártir de Anglería, describe como “los nativos creían en una divinidad que presidía sobre el oro… y que nunca buscaban oro sin haberse antes purificado, absteniéndose de cohabitar con sus mujeres y de incurrir en otros placeres, limitándose mucho en la comida y la bebida” (Sauer, 1966, p. 134) y señala que “estas prescripciones indican una asociación mágica o religiosa” (Sauer, 1966, p. 134). Si algunas fuentes etnohistóricas tienden a indicar que la extracción tenía tabúes asociados, no sería de extrañar que el uso o, inclusive, la acumulación de bienes suntuarios de metal también estuviese asociada a algún tipo de prohibición con vigencia regional.
Por otra parte, según Helms (1979), había cinco unidades sociopolíticas en el sector, los señoríos o cacicazgos de Catebra, Zobraba, Urira, Veragua y Cubiga. Su ubicación es tentativa, pero queda claro que Veragua “aparentemente estaba centrado en el río Veragua, con el bohío del queví distante una legua y media del mar” (Helms, 1979, p. 61) mientras que Cubiga “se extendía al menos hasta Punta Rincón y el río Palmilla, donde la comarca aurífera terminaba” (Helms, 1979, p. 61). De igual forma, se intuye que Urira “estaba localizado en un río homónimo siete leguas la oeste del río Belén (río Yabra)” (Helms, 1979, p. 61). Asimismo, también existieron cacicazgos en la zona al interior de la costa, ubicados en la región más montañosa, según indica la documentación, pero, de acuerdo con Helms, “no hay información sobre ellos excepto que contenían oro y guerreros” (Helms, 1979, p. 61).
Veragua era el cacicazgo más poderoso, aunque, según Helms, no tenemos información que permita precisar la naturaleza y extensión de la influencia ejercida por su jefe/señor, pero se sugiere que este cacicazgo sirvió como punto focal del intercambio regional y que dominaba a sus vecinos (Helms, 1979).
Por consiguiente, nuestra región de estudio puede definirse como parte del territorio de Cubiga que estaba bajo la influencia sociopolítica y económica del cacicazgo de Veragua (Figura 3).
Resultados del análisis radiométrico
Tuvimos posibilidad de realizar análisis de C14 a través del proceso AMS, la resolución de la DNPH consigna el procesamiento de todas las muestras de carbón que sean halladas; sin embargo, considerando el factor económico y la cantidad de muestras colectadas en las distintas localidades, hubo necesidad de hacer una selección. El criterio inicial convenido fue que procedieran de material orgánico adherido a fragmentos de artefactos cerámicos, le siguieron, respectivamente, los parámetros de localidad (una por cada lugar), nivel-capa y tipo de pasta.
La secuencia cronológica definida en el Proyecto de Monitoreo Arqueológico Cobre Panamá ha servido para complementar y refinar la interpretación derivada de los análisis previamente realizados de los restos de cerámica y lítica. En general, se trata de sociedades de agricultores que habitaban la selva tropical húmeda del caribe panameño, pero cuya cultura material estaba claramente vinculada a los desarrollos en las tierras bajas de la vertiente del Pacífico.
Al evaluar los fechamientos, se distinguen cuatro etapas de ocupación humana en el CCP (figuras 4 y 5). Una de tiempos precerámicos y tres más recientes (figuras 9, 10, 11 y 12). Las recientes corresponden al periodo Cerámico Medio (900 a.C. – 700 d.C.) y al Cerámico Tardío (700 d.C. – 1500 d.C.) (según una propuesta de Cooke, Sánchez, Isaza y Pérez [1998]).
Es interesante notar que las fechas del periodo Cerámico Medio en Mina y Puerto son coherentes entre sí y previas a la ocupación cerámica más antigua hasta ahora reportada para el Caribe panameño en Isla Colón, Bocas del Toro, al oeste del área de estudio (Wake y Martin, 2016). Sin embargo, en el caso de nuestra área de estudio, la ocupación entre esta y la siguiente etapa parece ser discontinua. Tras un hiato de más de 500 años, a partir del siglo VIII d.C., se nota continuidad en la ocupación hasta el despoblamiento poscontacto en el siglo XVI.
Si se compara con la periodificación de estilos cerámicos propuesta para la vertiente del Pacífico del centro del Istmo (ver Cooke y Sánchez [2004]), nuestros fechamientos permiten subdividir en una primera ocupación durante tiempos “Conte” entre 700-1000 d.C. y una segunda subfase de tiempos “Macaracas-Parita” entre 1000-1300 d.C.
Finalmente, en nuestra muestra, la mayoría de las fechas corresponden a los dos últimos siglos del periodo precolombino se pueden agrupar en dos subfases que podrían vincularse a los estilos tardíos: una subfase tardía “a” entre 1300-1400 d.C. que corresponde a los estilos “Hatillo” y “Mendoza” y otra subfase tardía “b” asociada a los estilos “Cortezo” y “Donoso” entre 1400-1500 / Contacto (figuras 7 y 8).
Conclusiones
En general, las investigaciones realizadas nos permiten plantear que la ocupación de las distintas localidades arqueológicas identificadas es monocomponente. Interpretamos que la ausencia de rasgos estratigráficos probablemente está relacionada al hecho de que las estructuras de vivienda no se utilizaban permanentemente por más de una generación.
Por una parte, los sitios más antiguos corresponden al periodo entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C., hace 2000 años. Otros sitios están ligados al periodo entre los siglos VIII y XII d.C., cuando florecieron Sitio Conte y El Caño en Coclé. La mayoría de las dataciones se ubica en la franja entre los siglos XIII y XV d.C.. Esto significa que las culturas precolombinas de esta parte del caribe panameño tienen una prolongada historia de ocupación y utilización de la selva tropical.
Por otra parte, hemos confirmado, en el registro arqueológico de los últimos siglos antes de la conquista, la abundancia de los estilos denominados Donoso, Cortezo, Mendoza y Limón (Figura 6).
En otra parte (Brizuela et al., 2016), hemos hecho referencia al mimetismo de las comunidades precolombinas en el paisaje por tratarse de asentamientos relativamente pequeños y dispersos. Hasta el momento, mantenemos esa interpretación, puesto que no se han encontrado yacimientos multicomponentes. Adicionalmente, se observa que la gran mayoría de las localidades ocupan áreas relativamente pequeñas (menor que 100 m2), donde la dispersión máxima de los vestigios se ajusta al área plana de la topografía conformada por filos o elevaciones bajas. En el área investigada, no es posible apreciar una jerarquía de tamaños en los asentamientos, lo cual podría responder a la homogeneidad de la topografía: no hay grandes valles o áreas planas extensas donde se dé la posibilidad de nucleación de asentamientos. Lo anterior nos habla de una sociedad cuyo patrón de asentamiento parece responder a una forma de organización igualitaria, donde la geografía no genera extremos ventajosos o desventajosos que propicien la concentración de la población; esto no es necesariamente contradictorio con la información etnohistórica sobre la presencia de sociedades cacicales en la costa caribeña del istmo central.
Es muy posible que, en nuestra área de estudio, el registro arqueológico correspondiente a los últimos siglos antes del contacto con los europeos refleje la periferia de un sistema donde los asentamientos principales estaban ubicados fuera o bien, la ausencia de organización cacical. Ambas posibilidades deben propiciar una reflexión acerca de cómo se interpreta la organización sociopolítica en los territorios y regiones de la selva tropical. Nos queda pendiente, claro está, una evaluación de la densidad de asentamientos por unidad de área, lo cual permitiría reconocer diferencias en el uso de recursos.
Los autores agradecemos y valoramos infinitamente el tiempo que el Dr. Richard Cooke ha dedicado en varias ocasiones al Proyecto de Monitoreo y Rescate Arqueológico Cobre Panamá; la primera de ellas en el 2011 cuando realizó una visita a nuestro laboratorio, a través de la cual nos permitió abordar varios aspectos relacionados con la cultura material y antigüedad de los vestigios rescatados en el Proyecto Arqueológico Cobre Panamá, ello derivó en la identificación de algunos estilos cerámicos y la verificación de otros, así como también en el planteamiento y replanteamiento de perspectivas complementarias en términos de interpretación (figuras 13 y 14).
Referencias bibliográficas
Brizuela, A. M., Fitzgerald, C. M. y Biffano, G. E. (2016). Monitoreo arqueológico Cobre Panamá. Informe técnico periodo 2013-2015. Panamá: Dirección Nacional del Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura. Manuscrito inédito.
Cooke, R. G., Sánchez, L. A., Isaza, I. I. y Pérez, A. (1998). Rasgos mortuorios y artefactos inusitados de Cerro Juan Díaz, una aldea precolombina del ‘Gran Coclé’ (Panamá Central). La Antigua, 53, 127-196.
Cooke, R. G. y Sánchez, L. A. (2004). Panamá prehispánico. En A. Castillero (ed.), Historia general de Panamá (vol. I, tomo I, pp. 3-46). Panamá: Comité Nacional del Centenario de la República.
Helms, M. W. (1979). Ancient Panama: chiefs in search of power. Austin: University of Texas Press.
Sauer, C. O. (1966). The early spanish main. Berkeley/Los Angeles: University of California Press.
Wake, T. A. y Martin, L. S. (2016). Proyecto Arqueológico Sitio Drago: sociedad y subsistencia prehistórica en el Caribe Noroccidental de Panamá: comprendiendo el comportamiento ritual pasado, fase 2: pruebas arqueológicas adicionales en el sitio Drago (BT-IC-1), Isla Colón, Bocas del Toro, Panamá (traducción por Tomás Mendizábal). Panamá: Dirección Nacional del Patrimonio Histórico, INAC. Manuscrito inédito.
Julio-Diciembre 2019, 29(2)
Recibido: 15-02-2018 / Aceptado: 30-06-2018
Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas
Centro de Investigaciones Antropológicas, Escuela de Antropología, Universidad de Costa Rica
ISSN 2215-356X
1 Este artículo se deriva de la ponencia presentada en el simposio “Tras una herencia cultural milenaria: contribuciones de Richard Cooke a la arqueología del Área Istmo-Colombiana”, organizado por Luis A. Sánchez y Yajaira Núñez-Cortés en el XI Congreso de la Red Centroamericana de Antropología, celebrado del 27 de febrero al 3 de marzo de 2017 en San José, Costa Rica.