Ruralidad y migración: cambio sociocultural en las comunidades de la subcuenca del río Jabonal, Esparza, Puntarenas

Javier A. Madrigal

Universidad de Costa Rica, Sede Regional del Pacífico, Puntarenas, Costa Rica

javier.madrigal@ucr.ac.cr

Cuadernos de Antropología

Enero-Junio 2022, 32(1)

DOI: 10.15517/cat.v32i1.49040

Recibido: 11-11-2021 / Aceptado: 02-03-2022

Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas

Centro de Investigaciones Antropológicas (CIAN), Universidad de Costa Rica (UCR)

ISSN 2215-356X

Resumen: El artículo pretende analizar los principales cambios socioculturales de algunos pequeños poblados del norte del cantón de Esparza, provincia de Puntarenas. En la actualidad, estas comunidades mantienen una serie de características asociadas a la ruralidad, en un contexto de crecimiento urbano de la Región Pacífico Central. Ante esto, se realiza un análisis antropológico a partir de la perspectiva de algunos de los pobladores mediante la investigación de acción participante. La información recolectada nos indica transformaciones en la demografía, el paisaje y las actividades productivas. Dentro de los aportes de la investigación se desarrolla una descripción de la conformación de estos poblados en la larga duración, desde su fundación a finales del siglo XIX. Además, se analiza la importancia de la organización comunal en la construcción de infraestructura, así como las características de la economía. Luego de analizar este contexto, se desarrolla la discusión sobre los cambios ocurridos en las últimas décadas, vinculados al concepto de nueva ruralidad.

Palabras claves: cambio; ruralidad; identidad; migración; cuenca.

Rurality and migration: sociocultural change in the communities of the sub-basin of the Jabonal river, Esparza, Puntarenas

Abstract: The article aims to analyze the main socio-cultural changes in some small towns in the north of the canton the Esparza, province of Puntarenas. At present, they maintain a series of characteristics associated with rurality, in a context of urban growth in the Central Pacific Region, before this a view is provided from some of the inhabitants through an anthropological analysis and participant action research. The information collected indicates transformations in demography, landscape and productive activities. Within the contributions of the research, a description of the formation of these towns in the long term, since its foundation at the end of the 19th century, is developed. In addition, the importance of community organization in the construction of infrastructure is analyzed, as well as the characteristics of the economy. After analyzing this context, the discussion on the changes that have occurred in recent decades, linked to the concept of new rurality, is developed.

Keywords: change; rurality; identity; migration; river basin.

Introducción

El distrito de San Jerónimo es el número cinco del cantón de Esparza. Dentro de su territorio se encuentra parte de la subcuenca del río Jabonal, el cual es afluente del río Barranca. En este espacio, se fundaron, a finales del siglo XIX, las comunidades de Cerrillos, Sabana Bonita, Peñas Blancas y Carrera Buena1. Actualmente, estas poblaciones se mantienen dentro de un contexto rural, el cual subsiste pese al crecimiento urbano del cantón. Estas cuatro comunidades todavía mantienen diversos aspectos culturales que sus pobladores vinculan como parte de una identidad rural; es decir, se reivindican como una población que aún conservan la siembra de diversos cultivos, la ganadería, una relación más cercana con la naturaleza y algunos otros aspectos culturales. Claramente, esto no está exento de problemáticas y contradicciones; sin embargo, es la base de una identidad cultural en un contexto particular.

Estos poblados han tenido transformaciones demográficas que generaron cambios socioculturales y económicos. La migración de población principalmente joven se relaciona con la pérdida de algunos usos culturales del paisaje y ha generado cierta preocupación sobre el futuro de dichos poblados, en un contexto en que escasea la mano de obra para las fincas y se cierran las escuelas por falta de niños y de niñas en edad escolar.

El presente artículo analiza este contexto, no solo desde una mirada antropológica a estos poblados del norte de Esparza, sino que representa un esfuerzo por realizar una investigación colaborativa; es decir, se plantea que los miembros de la comunidad son sujetos partícipes en la construcción de la información que se recolecta y analiza para la comprensión de la problemática. Se pretende describir el proceso de consolidación de las comunidades que se construyeron en la cuenca del río Jabonal y comprender los diferentes procesos de cambio sociocultural a nivel comunitario ante la nueva estructura económica de la región. El artículo surge de un proceso mucho más amplio de investigación y gestión, en el cual miembros de las comunidades han participado con el interés de tener una mayor comprensión de la historia local y de los procesos de cambio generados en la composición de la población y del paisaje.

Estos procesos de cambio sociocultural se analizan a partir del concepto de nueva ruralidad, con el objetivo de brindar nuevas luces de los procesos de transformación que está sufriendo el contexto rural en Costa Rica, desde una mirada local. En este sentido, la pregunta central es cómo se expresa este cambio en estos pequeños poblados y cómo es percibido por los pobladores. Para esto, el artículo describe el proceso histórico de construcción de Cerrillos, Sabana Bonita y Peñas Blancas, el proceso de consolidación y los cambios sufridos a partir de la década de 1980.

La ruralidad ha experimentado cambios acelerados en las últimas décadas en sus actividades sociales y económicas. Estas dinámicas socioculturales dentro de un territorio son construcciones sociales generadas de la interacción de diversos actores sociales (Orozco, 2020); entre ellas el Estado y las organizaciones comunales. Desde la década de 1990, comienza una serie de críticas a las visiones tradicionales de lo rural, en las cuales diversos autores identificaron algunas transformaciones: la diversificación de la estructura productiva en la que destacan actividades relacionadas al sector de servicios; una mayor integración con lo urbano, en la que se incluye el uso recreacional del espacio rural; la transformación de los estilos de vida y valores asociados a lo rural; y, por último, la descentralización política (Rodríguez y Murillo, 2007).

Para Mario Samper y Hernán González (2020), las zonas rurales de Costa Rica se han transformado en función de. la diversificación de la economía nacional y de sus propias dinámicas internas. En este contexto, existe una mayor interacción entre lo rural y lo urbano, ya que se han incrementado los desplazamientos laborales, entre otros factores, por una creciente integración en los eslabones productivos rurales en relación con cadenas de valor nacional y regional. Asimismo, señalan que existe, en el país, una permanente migración del campo a las ciudades, dada la expansión de estas últimas, por lo que la población rural pasó, del2000 al 2011, de un 41 % a un 27 %, y se estima que seguía bajando, para el 2018, a un 21 % (Samper y González, 2020).

Como en el resto de América Latina, Costa Rica se enfrenta al fenómeno denominado “nueva ruralidad”, en donde se dan un conjunto de cambios socioculturales en su tejido social y las relaciones con su medio natural. Esto incluye cambios en el aprovechamiento de los recursos naturales a nivel local, tanto en su consumo como en la comercialización, las transformaciones en los patrones de asentamiento, las formas de gobernanza, el uso de la tierra, el agua, así como las identidades comunales y regionales (Samper y González, 2020). De lo anterior surge la pregunta de cómo se expresa esta nueva ruralidad en estos poblados de la cuenca del río Jabonal. Para contestar esto, se recurre al análisis de fuentes cualitativas y cuantitativas para comprender los cambios acaecidos en estas últimas décadas. Para lograr este objetivo, se realizó un análisis del proceso histórico en el cual se construyeron estos poblados, en el que se describe a los primeros pobladores y su forma de vida a finales del siglo XIX. Luego se analiza la consolidación de estos poblados, sus formas de producción y las relaciones que mantenían entre ellos, para finalmente describir los principales cambios ocurridos en este territorio.

Para comprender el cambio sociocultural en estos pequeños poblados, se recurre al concepto de ruralidad, entendida como la forma de relación de la sociedad con los espacios rurales. La ruralidad no debe ser entendida solamente como un lugar donde se producen bienes agropecuarios, sino que se vincula a la construcción social de un sentido de lo rural, la identidad cultural y la gestión del patrimonio de dicho territorio (Sili, 2004).

Contexto regional de la subcuenca del río Jabonal

El cantón de Esparza es parte de la Región Pacífico Central, la cual, según el criterio del Ministerio de Planificación, está conformada por los cantones de Puntarenas, Esparza, Montes de Oro, Quepos, Parrita, Garabito, Orotina y San Mateo. Los poblados que formaron parte del estudio son parte del distrito San Jerónimo, el cual está categorizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) como un distrito rural. En el caso de los demás distritos de Espíritu Santo (distrito central) y San Juan Grande, estos entran en la categoría de distritos urbanos. En contraposición, Macacona y San Rafael son distritos rurales; y Caldera tiene la condición de distrito predominantemente rural. Es importante acotar que, para el INEC (2016), destacan, como características de la categoría rural, los conglomerados de viviendas dispersas y las actividades agropecuarias, silvícolas y turísticas, aunque también se pueden encontrar en dichos espacios infraestructura y servicios.

La población del distrito de San Jerónimo, según el último censo, es de 751 personas (INEC, 2011), con una densidad poblacional de 15,2, lo que indica la presencia de poblados dispersos ubicados en un territorio de 43,4 km2. De esta población, un 12,1 % es adulta mayor y un 8 % corresponde a extranjeros. Se estima que casi un 42 % del área se utiliza para labores agropecuarias, con un predominio de la producción ganadera. Se identifica una serie de problemáticas en la cuenca; la principal es la pérdida de suelos productivos por causa de la erosión por viento y escorrentía; además, los suelos padecen de sobrepastoreo y deforestación (Chassoul, 2015).

Proceso metodológico

Como plantea Gwyn Prins (1993), la historia oral permite el análisis de la tradición y el recuerdo, desde una perspectiva subjetiva y humanizada, destacando el papel de las emociones en el análisis del pasado y del presente. El autor realiza una crítica a la historiografía tradicional al considerar que invisibiliza diversos actores sociales y los procesos cotidianos que se construyen en contextos determinados. En una misma línea, George Yudice (1992) plantea la necesidad del uso del testimonio para revalorizar las identidades de los grupos subalternos en su relación con la estructura económica y política. El uso de los testimonios orales, sin duda, rompe con la tradición historiográfica, como queda evidente en diferentes autores, en este caso Mercedes Vilanova:

Para el historiador contemporaneísta, lo más decisivo es establecer un diálogo entre las fuentes escritas acabadas y limitadas y las fuentes orales abiertas y “vivas”, porque unas y otras dan versiones diferentes, y por lo mismo, se potencian y dinamizan entre sí. La palabra hablada ilumina la escrita, relativizándola y dándole la perspectiva y el contorno humano adecuado. Y la documentación y la bibliografía son el soporte que hace inteligible y viable cualquier diálogo con interés histórico (1978, p. 10).

Autores, como Orlando Fals Borda (1986), plantean la necesidad de la participación de los denominados “sujetos de estudio” en la formulación y análisis de los procesos investigativos, construyendo la investigación acción participativa como metodología para la transformación de la realidad de las poblaciones subalternas; en este caso, los habitantes de pequeñas poblaciones rurales.

El desarrollo de la investigación inició con un mapeo intensivo de actores comunales que se sumaron a colaborar en la investigación, algunos de ellos integrantes de la Asociación Pro Cuenca del Río Jabonal, quienes son habitantes de la comunidad de Sabana Bonita. Con ellos se conformó un equipo de trabajo y se ejecutó la labor de campo y el análisis de los datos. Además, se ha realizado un acompañamiento para seleccionar a los informantes clave, así como la interpretación de diversos procesos de las comunidades. En total, se seleccionaron 12 informantes que aportaron diversas fuentes a la investigación; tales como sus propias memorias y archivos correspondientes al periodo de análisis.

Dentro de la metodología, se recurrió tanto a información cualitativa como cuantitativa, se analizaron fuentes históricas del Archivo Nacional, biografías y memorias de los pobladores, datos poblacionales y ambientales, además de realizar ocho entrevistas a profundidad, observación participante y entrevistas informales. Se utilizaron también las técnicas de transecto histórico y mapas culturales para sistematizar parte de la información. El objetivo de analizar fuentes escritas de carácter histórico y compararlas con la recolección de los relatos de las personas de las comunidades fue brindar una visión desde los pobladores de los procesos de cambio, ocurridos a lo largo de la historia local de estos poblados.

Los primeros pobladores: la búsqueda de nuevas tierras y la construcción de los poblados

El proceso de poblamiento de estas comunidades coincide con la consolidación de la Región Occidente de Costa Rica, en el cual muchas familias provenientes del Valle Central denuncian tierras en San Ramón y Palmares. Algunos de los motivos de estas migraciones fueron la escasez de agua y el acaparamiento de terrenos fértiles en el Valle Central, a lo que se sumó la búsqueda de tierras aptas para el cultivo de café y el aumento, en la Meseta Central, de los valores de la tierra, factores que estimularon la migración hacia el occidente. Estos flujos migratorios también llegaron hasta San Carlos provenientes de Palmares, Naranjo, San Ramón y Grecia (Badilla y Solórzano, 2010).

Los fundadores de estos poblados provenían principalmente de Atenas y San Ramón. Una de estas primeras personas en explorar el territorio fue Aquilino Gatjens, quien realizó el viaje a caballo desde Atenas. Este recorrido también lo efectuaron Manuel Arroyo, Honorato Gonzales y Florentino Gonzales, quienes se asentaron en lo que llamarían Peñas Blancas. Sobre estos primeros exploradores y colonizadores existe una memoria a partir de las historias familiares que han ido convirtiéndose en relatos, los cuales son de suma importancia para las personas adultas mayores habitantes de estas comunidades. Al respecto, algunos de los informantes clave nos comentan una serie de anécdotas y sucesos. Por ejemplo, Odiney Gatjens relata:

Mi tío abuelo Aquilino Gatjens fue de los primeros en trasladarse a este lugar y obtener terrenos baldíos, o mejor dicho pertenecían al gobierno: se hacía una denuncia y luego se negociaba con el Gobierno y por un pago razonable se hacía el trato. En este caso, Aquilino pagó 2 pesos por hectárea, pagaderos a 10 años con un interés del 6% anual. Así adquirió 474 hectáreas. No estoy segura si mi padre adquirió a través de él sus terrenos en Cerrillos o si él mismo hizo el denuncio de las mismas; lo cierto es que mi padre era dueño de cerca de más 200 hectáreas (s.f., p. 6).

Don Guillermo Ramírez describe:

Los pioneros denunciaban esos terrenos luego de “acarrilarlos”. De hecho, mi abuelo -quién había llegado de Piedades Sur de San Ramón – denunció terrenos desde Sabana Bonita hasta Peñas Blancas. Posteriormente, se los heredó a sus hijos y esto se convirtió en muchas parcelas.

Por otro parte, don Abel Álvarez llegó tiempo después a Cerrillos. También llegaron a la zona don Fidel González Campos y su esposa, doña Zulema Saborío. Entre ellos se pusieron de acuerdo con los límites de sus propiedades. Después, entraron don Napoleón y don Juan Rafael -Jope, hermanos de Fidel. Ellos procedían de Atenas (entrevista a Rolando Ramírez; en Soto, 2017, p. 8).

Estos primeros pobladores atravesaron caminos desde Atenas, recorriendo parte de San Ramón hasta adentrarse en las montañas de lo que hoy conocemos como Cerrillos, Sabana Bonita, Peñas Blancas y Carrera Buena, entre 1890 y 1920. El recorrido lo realizaron hombres jóvenes entre los veinte y treinta años, quienes fueron acarrilando fincas y realizando los respectivos denuncios de los terrenos. Esta travesía no era fácil, ya que topaban con caminos duros, entre barreales y montaña espesa, donde enfrentaban peligros. Este contexto es descrito por familiares de estos primeros pobladores:

El traslado desde Atenas a Cerrillos se hacía por montañas prácticamente intransitables. Tenían que abrir caminos con hacha y machete, pues no existían las sierras eléctricas, tractores u otras herramientas que existen hoy. Él duraba semanas. En esa situación tenían que transportar víveres y herramientas, que cargaban en alforjas hechas de yute, material muy fuerte que se sacaba de la mata de cabuya. Estas alforjas eran como dos bolsas unidas por el mismo material de un lado al otro, quedando abierto en el centro”.

Durante estas trayectorias tenían que enfrentarse con animales salvajes, víboras y toda clase de insectos, dormían a la intemperie en esas montañas casi inaccesibles. Supongo que aprovecharían la época seca del verano para hacer los traslados, ya que los inviernos eran crudos y fríos con torrenciales lluvias, que hinchaban los ríos haciendo imposible el paso. Poco a poco abrieron caminos donde malamente serian transitables por caballos y muy especialmente las mulas que tiene fama de ser cuidadosas (Gatjens, s.f., p. 13).

En un inicio construyeron pequeñas casas, mientras realizaban la labor de abrir monte para iniciar con sus siembras. Como relatan algunos de sus nietos e hijos, luego salieron a buscar esposas, como el caso de Aquilino Gatjens, quien regreso a Atenas para casarse y formar una familia, la cual se trasladó para asentarse en las cercanías del río Jabonal.

A mediados del siglo XIX, el contexto agrícola sufrió el impacto del auge del café y la economía del país se transformó ante el capitalismo naciente, proceso en que el Estado tuvo un papel activo en la privatización del suelo (Castro, 1990). Esto se confirma con las fuentes recopiladas que describen el pago al Estado por el uso de estas tierras baldías una vez denunciadas. Durante ese periodo, las autoridades estatales emitieron una serie de leyes y decretos que tenían como finalidad la privatización de las tierras que se consideraban baldías. Esto, sin duda, fue un estímulo para estas personas provenientes de comunidades en Occidente para abrir caminos y denunciar tierras cercanas a la ciudad de Esparza, en un primer momento para la siembra de cultivos de subsistencia y luego para café y ganado.

Modo de vida de los primeros pobladores y el proceso de consolidación de las comunidades

A partir de las entrevistas y análisis de las memorias de algunos adultos mayores de la comunidad, se identificaron algunas características a través de las experiencias de la niñez. En ellas se describe el modo de vida de las primeras generaciones, su cotidianeidad y formas de subsistencia. Las entrevistas indican la existencia de una economía familiar entre las décadas de 1940 y 1980, en las cuales toda la familia era parte del manejo de las diversas actividades agrícolas. Una de las prácticas era vincular a los niños y a las niñas en la economía familiar, participando de las faenas agrícolas, como pilar arroz, tapar frijoles, el manejo de ganado y de gallinas.

Se entiende la agricultura familiar como una forma de organización de la producción agrícola, ganadera y forestal, gestionada y dirigida por una familia, principalmente dependiente de la mano de obra familiar que incluye tanto a hombres como mujeres (García Tejerina, 2014). Comúnmente se relaciona este tipo de agricultura con dos aspectos: que la familia es la propietaria de la explotación y que el trabajo es realizado por los miembros de esta. Otro aspecto importante es que no se define por el tamaño de la explotación, sino por la forma en que la familia desarrolla la actividad agrícola o ganadera, así como su vínculo con la vida cotidiana (Van der Ploeg, 2014).

Una referencia a esta economía familiar destaca en la entrevista a una vecina de Peñas Blancas:

Mi papá tenía lo que nosotros llamamos una troja y tenía canoas; esas canoas se llenaban de frijoles y maíz. Es más, él compró una casita en Esparza para sacar los granos en la época de verano y venderlos. Pero nosotros teníamos de todo; patos, cerdos, gallinas, chompipes y esa troja llena de todo. Lo que sí no se cosechaba mucho era el arroz, de vez en cuando sí, él cosechaba el tabaco como fumaba, mamá le hacía los cigarrillos, mi mamá curaba el tabaco y él le echaba diferentes cascaras, lima; él no fumaba todo el tiempo, pero sí se sentaba se relajaba y se fumaba su cigarrillo. Todavía hay una mesa ahí y recuerdo que yo siempre me sentaba al lado de mi mamá.

Y se cocinaba solo con manteca, todo el mundo. En mi casa cuando ya se iba a acabar la manteca ya tenía otro cerdo listo y recuerdo que mamá le mandaba a los vecinos su piñita de carne, no había bolsas plásticas y cogían de las flores de itabo, soasaban las hojas y ahí metían la carne amarrada, lo mandaban a uno. Eso fue precisamente lo que yo escribí, cómo se hacían las cosas, cómo se conservaba la carne, los frijoles, las plagas, las niguas y garrapatas, todo eso yo lo escribí, no creo que a nadie le interesa, pero algún día quizá (O, Gatgens, 10 de octubre de 2018).

La vida tenía su base en la producción agrícola, principalmente de subsistencia, y se vendían los excedentes en San Ramón, Atenas y Espíritu Santo de Esparza. Los productos variaban según los períodos; en algún momento el café fue el predominante, principalmente en Peñas Blancas y Carrera Buena; mientras que el ganado tomó fuerza desde la década de 1940. Dentro de las fincas familiares, en algunas temporadas, vivían peones con sus familias.

Sobre la finca de los Gatjens, uno de sus familiares describe en sus memorias escritas:

Originalmente, mi padre era dueño de alrededor de 150 hectáreas de terrenos fértiles y montañosos. Arroyos con agua fresca y pura descendía a través de ellas, y más o menos 100 cabezas de ganado. Había gran cantidad de aves de corral y cerdos. El famoso concentrado que se compra para el uso hoy para la alimentación de los animales no existía. El ganado tenía sus pastizales, los cerdos y aves se alimentaban con maíz, guineos, aguacates, ayotes, en sus respectivas cosechas. Todo era orgánico, no había pesticidas ni fertilizantes. No había electricidad, la televisión no se había inventado, ni cines, ni siquiera radio. Inventábamos los juguetes y los juegos, subíamos a los árboles a comer sus frutos (s.f., p. 4).

Por un lado, en las fincas se sembraban granos básicos, principalmente frijoles y maíz, en algunos casos arroz; sin embargo, por las características del suelo y el clima, este no era usual en estas comunidades. Por otro lado, el ganado era parte esencial del paisaje, así como la existencia de sembradíos de café. La caña también era un producto esencial vinculado a la alimentación del ganado. Además, los pobladores tenían en sus propiedades gallinas, matas de yuca, plátano, entre otros.

En el caso de Peñas Blancas y Carrera Buena, existieron beneficios de café. En Cerrillos, los entrevistados identifican la existencia de por lo menos cinco trapiches. El comercio en las comunidades era complejo, dada la lejanía con los centros poblacionales como San Ramón y Espíritu Santo. Además, los caminos no estaban en el mejor estado y los viajes se realizaban principalmente a caballo. Sin embargo, productos como el café y el ganado eran comercializados en Esparza, San Ramón y Atenas. Aunque las fincas producían la gran mayoría de los productos para la vida diaria, comenzaron a aparecer, entre las décadas de 1920 y 1940, las primeras pulperías y cantinas. El excedente de la producción agrícola y el crecimiento poblacional son factores que influyeron en la necesidad de algunos servicios relacionados al consumo, ya que el traslado hacia San Ramón o Espíritu Santo era complicado, sobre todo durante el invierno.

Con el crecimiento de las familias, fue necesario construir escuelas para brindar educación a los niños y a las niñas quienes iban creciendo en los poblados, como relata una entrevistada:

Según me contaba mi mamá y mis hermanas no había escuela, entonces él hizo una casita, donde está la casa de Mabelina, eso era de mi papá, entonces los niños empezaron a ir. Eso era cosa empírica no tenía nada con el sistema educativo del país o pueblo y una tía mía que se llamaba Dorila les daba clases, seguro lo básico, sumar y restar y leer. Hasta 1920 se hizo la primera reunión, mi papá fue presidente de la junta de educación como por 10 años y esta es la copia de la primer reunión que tuvieron y esa es la firma de mi papá, Fidel y Efraín Saborío, quien regaló el terreno donde estaba la escuela y era de madera y grande, sí éramos familias de 13, los González Saborío también eran 13 (O, Gatgens, 10 de octubre del 2018).

El proceso de construcción de las escuelas también evidencia no solo un crecimiento demográfico, sino el papel de la organización comunitaria para la solución de necesidades básicas de los pobladores. Estas experiencias fueron comunes en las comunidades rurales que están alejadas de centros de poder administrativo, donde se suelen dar procesos importantes de autogestión en la construcción de infraestructura de uso colectivo, como los centros escolares, las iglesias y los caminos. Esta experiencia concuerda con lo señalado por Iván Molina (2000), ya que explica que, entre 1895 y 1940, comunidades tanto urbanas como rurales presionaron sistemáticamente para que el Estado ampliara la cobertura escolar. Además, indica que, en la década de 1950, la inversión educativa por parte del Estado costarricense creció de gran manera, en el contexto del modelo desarrollista implementado en casi toda América Latina, lo que favoreció la movilidad social (Molina, 2000).

Don Gerardo Hernández también brinda en sus memorias un relato sobre la construcción de las primeras escuelas:

Comentaba que, con todas estas familias, en la comunidad se necesitaba una escuela y un educador. Genaro Gatjens construyó una casita donde hoy vive Amabilidad Zumbado; y Dorila Gatjens daba clases gratuitamente a los primeros estudiantes, creemos que hace ya cien años.

Se hizo necesario un centro para la comunidad y marcaron una calle ancha, entonces Abel donó el terreno para la iglesia y Francisco Gatjens uno más para la escuela que se construyó luego. Honorato González instaló una pulpería en la entrada de lo que ahora es La Perra, la que luego continuó Tilo Soto y así comenzó a caminar la comunidad (2015, p. 5).

Además de la construcción de las escuelas, también existió organización para inaugurar la primera plaza, la cual se convirtió en un espacio de uso comunal para los pobladores, quienes se organizaban en diversos equipos de fútbol, como relata don Gerardo:

Después de organizada la iglesia, la escuela y la pulpería, faltaba algo importante. Los hijos crecieron y en algunas familias como la González, traían el gusanillo del fútbol y comenzaron a practicarlo en el potrero de Fidel. Ahí entre zanjos y árboles se armaban las mejengas y en una ocasión Tanislao le apeó los dientes a José Céspedes de una patada pues, se valía pasar el pié por encima de la cabeza del contrario. Años más tarde la municipalidad le compró a Tilo Barrantes el terreno para la plaza, en mil colones una manzana. Fue tractoreado y enzacatado pero quedó desnivelada y angosta al lado de abajo (sur); el tractor duró un mes trabajando. Por el año 1976 se amplió y enzacató de nuevo y quedó como está hoy (Gonzáles, 2015, p. 14).

Es importante señalar que mucha de la infraestructura comunal es producto de las luchas sociales que generaron los pobladores a partir de la organización y sus gestiones con entidades institucionales; así es como en distintos relatos se describen las presiones sociales hacia el gobierno local e incluso hacía el gobierno nacional, claro ejemplo son los arreglos de caminos, la construcción de las escuelas y de los espacios de uso público, como las plazas de deportes.

Cambio sociocultural y continuidades en las comunidades

A partir de los datos recolectados mediante las entrevistas y algunas fuentes históricas, es posible establecer ciertos procesos de cambio que han transformado diversos ámbitos de la vida cotidiana de los pobladores de las comunidades cercanas a la cuenca del río Jabonal. Algunos responden a procesos estructurales que han generado cambios en toda la ruralidad del país; sin embargo, es importante brindar una mirada desde la particularidad de lo local. En el siguiente apartado se describen los principales cambios identificados:

Disminución de la población

Para tener una idea del cambio demográfico en este territorio perteneciente al cantón de Esparza, se recurrió a los datos de población del distrito de San Jerónimo. En el siguiente gráfico (Figura 1), se puede analizar el comportamiento del desarrollo poblacional del distrito desde finales del siglo XIX, el cual tiene un crecimiento desde 1883 hasta la década de 1940, y vuelve a incrementarse en la década de 1960, para iniciar un decrecimiento a principios de la década de 1970.

Esta disminución se mantiene para todo el distrito partir de 1971, con algunas leves fluctuaciones, como muestra la figura 2.

Elaboración propia. Instituto Nacional de Estadística y Censo. Series estadísticas y censos 1971 - 2018

Como muestran las estimaciones de población, esta cae en la década de 1970. Se da un crecimiento irregular en la década de 1990 y vuelve a descender en 1999. Para el censo del 2011, la población en el distrito es de solamente 751 personas y se estima que para el 2018 bajó a menos de 500, lo que confirma la interpretación de los entrevistados en cuanto a la disminución de la población en estas comunidades.

Uno de los principales cambios en las comunidades identificados es la disminución de la población, principalmente por la migración a contextos urbanos. Una evidencia de esta situación es la falta de jóvenes y de niños en las comunidades, lo que se ve reflejado en la disminución de escuelas en la zona, las cuales en general son unidocentes y con menos de 10 escolares por comunidad.

Esto también tiene un impacto en las labores agrícolas, ya que la mayoría de los encargados de las fincas son propietarios de 60 o más años. Solamente se identificó una familia joven como encargada de una finca y su producción, esta se ubica en la comunidad de Sabana Bonita. Dicha familia produce gran parte de su subsistencia, hortalizas, algunos granos básicos, leche, entre otros. En conversación personal con uno de los miembros de esta familia, comenta que es de los pocos jóvenes en decidir quedarse en la comunidad sembrando la tierra, en este caso junto a su esposa quien tiene estudios universitarios y proviene de Guacimal de Puntarenas (A. Madrigal, 1 de diciembre de 2018). En este caso hay una decisión personal, pero a la vez política, en el sentido de que es una reivindicación de la vida rural, la cercanía con la tierra y la producción sostenible, ya que en la finca no se utilizan agroquímicos.

Este caso se considera excepcional, ya que la mayoría de los jóvenes ha migrado por diversas circunstancias; sin embargo, parecieran identificarse dos factores clave, la falta de trabajo no agrícola en estas comunidades y la educación formal. Muchos de los jóvenes han tenido acceso a educación, inclusive universitaria, por lo que trabajar en las fincas de sus familias o propias no se vuelve una opción viable. En algunos casos estudian y consiguen trabajo fuera de sus comunidades; en otros, las personas que no tienen educación superior salen en busca de otras opciones laborales fuera del ámbito agrícola, principalmente en el sector “servicios”.

Cambios en la producción agropecuaria

Los cambios en la producción agrícola son evidentes, sobre todo cuando se describe la transformación del paisaje, el cual denota un desgaste de los suelos por la deforestación realizada sobre todo en la década de 1970, periodo en el cual la actividad ganadera fue extensiva en todo el territorio cercano a la cuenca del río Jabonal (Chassaul, 2015).

El uso de los suelos no ha cambiado mucho en los últimos 40 años; sin embargo, sí existe una disminución del ganado sobre todo por las fluctuaciones del mercado, lo cual incide directamente en la regeneración de los bosques. Actualmente, se mantiene una economía principalmente a nivel local, en la cual cada familia tiene una pequeña producción de lácteos, por lo que venden quesos entre los vecinos y en algunos casos viajan a Espíritu Santo para comercializarlos. Al respecto uno de los habitantes señala:

Lo del ganado, es de doble propósito, se ordeñan una vez al día y los terneros se apartan al ordeñar y luego se liberan y se les deja un cuarto de la ubre, entonces las fincas producen leche y terneros. Entonces en cuanto a eso, mi criterio se ha mantenido igual. No veo ningún avance ni retroceso, lo veo parecido, la gente usa los mismos pastos, el mismo estilo de producción no ha habido ninguna mejora notoria, ha estado estable, sujeto a la inestabilidad de los precios del ganado, obviamente (L. Villalobos, 10 de noviembre de 2018).

Se identifican cambios en la cría de cerdos asociados a diversos factores. Por un lado, algunos vecinos describen el impacto de nuevas medidas sanitarias por parte de Servicio Nacional de Salud Animal y el Ministerio de Salud, sobre todo vinculado a la tenencia de chancheras. Por otro lado, la inseguridad y el bajo precio ha hecho que la gente tenga menos cerdos en la casa. También se dan referencias sobre las nuevas regulaciones que están presentes actualmente, como el manejo de los animales de granja, principalmente en relación con el Sistema Nacional de Salud Animal o el papel del Ministerio de Salud en la vigilancia en la producción de queso.

Sobre las chancheras: No, bueno había una en Cerrillos, esa desapareció hace como cuatro o cinco años, yo diría que desapareció por problemas ambientales como ya hay más control sobre los derechos y residuos. ¡Ay! Y otra cosa que veo Javier que cambió en esta época son las condiciones higiénicas de manipulación de cosas, por ejemplo, la leche, hay más exigencias por parte del sistema de SENASA, un control estricto de salas de ordeño de las condiciones en las que se produce queso, ahora casi en todas las casas se ve un cuartito dedicado a eso, antes cuando yo comencé a venir aquí por varios años eso era muy caprichoso (L. Villalobos, 10 de noviembre de 2018).

La siembra de café se mantiene, pero es menos extensiva que en épocas pasadas. Hace unos cuarenta años, las cogidas de café significaban una entrada importante para las familias de estas comunidades, principalmente en zonas más altas como Peñas Blancas y Carrera Buena, donde estaban los principales beneficios. La economía del café cayó en la región entre 1994 y el 2000, evidencia de esto es el abandono de algunos cafetales desde hace 20 años.

Actualmente, la mayoría de las familias mantienen en sus propiedades plantas de yuca, plátano, cuadrado, banano y animales de cría. Sin embargo, las fincas anteriormente producían casi todo para la subsistencia y se comercializaba el excedente. Desde hace veinte años no se observa producción de hortalizas, solo se describe una finca con esta característica de siembra de lechuga y tomate. Como nos describe uno de los entrevistados:

No, yo me refiero a hortalizas como lechuga y tomate, no. Lo que si la gente siembra tradicionalmente es frijoles y maíz, eso sí todo el mundo, bueno cada vez menos gente tiene su milpa y su frijolar, es una cuestión que no se ha perdido. Pero lo que es hortalizas yo nunca vi, como que no es de interés, como que no es parte de la dieta y después caña la gente tiene para el ganado y no para dulce.

Y después en otro tipo de producciones yo no veo cambios; en café, aquí en Sabana, Eduardo tenía café hace tiempo, bueno yo que tenía ese pedacillo y ahora tengo otro pedacillo sembrado ahí poquito, apenas como para la familia, después Rolando Ramírez tenía café y todavía tiene. En peñas algunos tienen café, pero no son muchos a como se dice que había antes que era una zona cafetalera que había un beneficio, el tiempo de las cogidas era un montón de ingreso para la gente, pero ahora no, los únicos que tienen algo de cosecha de café son Eduardo, Negro Morales ahora que tiene un poco de café, Rolando y en Peñas, Tony Soto” (J. O. Gonzales, 19 de octubre de 2018).

Se describe la pérdida de vitalidad de la actividad ganadera como producto a gran escala. Mismo proceso parece darse con el café, aunque se mantienen algunas fincas principalmente en las partes más altas de la subcuenca. Si bien ya las fincas no se describen como autosuficientes, sí se mantienen las siembras de granos básicos junto con ciertas hortalizas y musáceas.

En relación con la subsistencia de estas comunidades, María José Chassul (2015) describe que, en Sabana Bonita, un 60 % de la población masculina está dedicada a la producción agropecuaria, específicamente ganado de engorde y agricultura; el otro 40 % trabaja para terceros, principalmente en labores de campo; mientras que el 100 % de las mujeres se dedica a labores del hogar. En el caso de Cerrillos, un 75 % de los hombres se dedica al ganado y la agricultura; mientras que un 12,5 % tiene algún negocio propio; en el caso de Peñas Blancas, un 50 % de los hombres se dedica a la actividad agropecuaria y un 23 % a un negocio propio. Tanto para Cerrillos y Peñas blancas, el 100 % de las mujeres se dedica a labores del hogar. Para Chassul (2015), es la dinámica productiva la que ocasiona que la mayoría de las mujeres se dedique a labores del hogar, aunque también colaboran con las labores de la finca, no reciben salario debido a que las ganancias obtenidas de las fincas responden a una economía familiar. Es claro que las personas que aún habitan estas comunidades mantienen un vínculo con la vida agraria.

Es importante acotar que existen transformaciones importantes en la extensión de los cultivos, pero se mantiene una economía basada en productos agropecuarios; en este sentido, las personas mantienen las labores asociadas a este sector. El cambio principal se refleja en la salida de la población más joven que ya no está trabajando en las fincas y que en general migra por motivos de estudio o búsqueda de labores fuera del sector agrícola.

Infraestructura y medios de transporte

Uno de los principales factores de cambios han sido los medios de transporte, principalmente relacionados con la construcción de carreteras y la importancia histórica que tuvo a principios de siglo XIX la construcción del puente de San Jerónimo, que permitió el contacto constante hacia Espíritu Santo de Esparza, lo que cambió la dinámica económica y social. Además, la construcción de la carretera transformó las relaciones comerciales, ya que hizo posible que los productores transportaran el café, el ganado y la caña, mediante automotores. Según los pobladores, el traslado de personas, de producción y de mercadería en automotores data de la década de 1950, aunque es hasta la década de 1990 que se asfalta la carretera.

Un elemento que destaca en las entrevistas es que hasta hace poco tiempo la gente se trasladaba de un pueblo a otro en caballo y eran pocos los vecinos que tenían un transporte automotor propio:

Otra cosa, la gente antes andaba más a caballo, todavía cuando yo compré iban a caballo a Miramar a comprar y vender productos; todavía hay gente que va con tres o cuatro kilos de queso a Miramar a venderlos, ahora quizás una o dos personas van a caballo hasta Miramar. Los demás tienen moto o cuadraciclo, también es evidente que la gente tiene más medio de transporte ahora que cuando yo compré, antes era el carro mío, el de Nelson y ahora de alguna forma sigue siendo así, pero hay familiares de la gente que tiene carro así que hay más acceso a movilizarse. Antes no, si había una emergencia, era Nelson el paño de lágrimas, las historias que dicen de cuando salían a tener los güilas, era el único que tenía un pick up Toyota, cualquier accidentado, picado de culebra lo que fuera era Nelson, ahora más gente tiene carro o medio de transporte” (L. Villalobos, 10 de noviembre de 2018).

Un factor vinculado a la poca población es la falta de servicio de transporte público, ya que este no es rentable económicamente por la faltante de personas en estos poblados justamente. Hasta hace algunos años se restableció, a partir de una solicitud de los vecinos, el servicio de autobús, específicamente con dos carreras al día hacia Puntarenas. Otro servicio existente es el transporte del colegio que lleva a los estudiantes de secundarias de todo el distrito. Otro cambio importante que relatan los miembros de estas comunidades es la llegada de la electricidad en la década de los años setenta; esto se describe como un gran suceso para estos cuatro pueblos.

A mí me llamaba mucho la atención que en Costa Rica la luz eléctrica llegó, no tengo los datos o distancias de una u otra, pero muy ligero hubo luz en Esparza, eso fue una revolución, era luz que había y todo el mundo la quería entonces se gestionaron cosas y aquello en muy poquitos años de diferencia con San José, Esparza tenía luz. Me acuerdo que era un poquito, hay un efecto ahí, y la velocidad exacta sino que hay cierta cosa ahí en el generador producía eso. Después abuelo, no sé cómo haría un motorcillo que lo llevé un día y me dijeron que el motor estaba bueno, el generador o el dinamo, le decíamos dinamo, que fue el que producía como unos cuarenta bombillos, ahí ta guardado! (R. Sibaja, 10 de noviembre de 2018).

Es importante acotar que el tendido eléctrico se instala en la década de 1970, anteriormente los pobladores gestionaban en sus fincas la instalación de generadores.

En términos de percepción del cambio sociocultural, no parecen existir transformaciones muy profundas en la estructura productiva después de la década de 1990; por el contrario, la producción de las fincas que aún se mantienen activas se describe muy similar en los últimos veinte años, con excepción de los cambios antes descritos. Pareciera que la mayor afectación fue el cambio en el ganado y el café; sin embargo, este proceso fue para la década de 1980. La falta de cambios abruptos es parte de la identidad cultural de estas comunidades, que reivindican sus características de ruralidad, el cuido de las fincas, la tradición alimentaria y una cotidianidad asociada al trabajo de campo y labores artesanales.

Conclusiones

El proceso de construcción de los poblados de Cerrillos, Sabana Bonita y Peñas Blancas del cantón de Esparza surgió de una migración proveniente de Atenas, Palmares y San Ramón. Estas personas cruzaron caminos entre las montañas con la intención de denunciar tierras baldías. Este proceso sucedió entre las décadas de 1880 y 1920, aunque algunos relatan presencia de algunas personas anteriores a estas fechas.

Es a partir de 1920 que las comunidades crecen en población y con esto surgió la necesidad de infraestructura comunal. En este momento, las comunidades inician la organización comunitaria y construyen las escuelas, además de generar presión política para la mejora de los caminos. Los primeros pobladores introdujeron ganado vacuno, práctica que se extendió sistemáticamente hasta la década de 1970, cuando se intensifica la actividad, lo que generó gran deforestación en este territorio. El café y el ganado serían los dos productos principales de estos poblados hasta la década de 1990. Una característica importante eran las fincas autosuficientes; es decir, las que producían casi la totalidad del consumo familiar, tenían acceso a leche, a queso, se criaban animales como gallinas y cerdos, se tenían granos básicos y se comerciaba el excedente.

En la actualidad, el cambio más importante es el decrecimiento de la población, esto porque la mayoría de los jóvenes no trabaja en labores agrícolas, por lo que el mantenimiento de las fincas radica en mayores de cuarenta años que aún habitan en las comunidades. Son pocos los menores de edad, al punto que muchas de las escuelas empezaron a cerrar. El grueso de los jóvenes que sale de estos poblados lo hace por el acceso a educación superior, motivo por el cual tienen que trasladarse a otros lugares del país, otros buscan otro tipo de oportunidades laborales que no brinda el contexto rural actual. Uno de los factores vinculados a este proceso es la mejora al acceso a espacios urbanos, como el distrito de Espíritu Santo, San Ramón e incluso San José.

La economía familiar también cambió, las familias reciben dinero de sus familiares externos y ya no cultivan la mayoría de lo que consumen. Se tiene mayor acceso al centro de Esparza, ya que los pobladores han comenzado a adquirir motocicletas y automóviles, por lo que la compra de abarrotes se hace regularmente. Hasta los años noventa las familias todavía utilizaban los caballos como principal forma de transporte.

Pese a los cambios acaecidos, los pobladores actuales tienen un fuerte arraigo hacia sus comunidades, intentan mantener sus fincas -ya no con la misma extensión de hace 40 años-, mantienen la producción de ganado, lácteos, algunos cultivan café e incluso caña. Además, en la mayoría de las casas de habitación se mantienen cerca algunas siembras de plátano, yuca y otros productos, esto porque las familias han mantenido la tierra y parte del conocimiento asociado a este contexto en relación con la producción agrícola. Vinculado a este proceso, tienen aún cierta vitalidad algunas tradiciones alimentarias como la elaboración de panes artesanales, mieles, dulces, queso, entre otros. Además, se conservan algunas organizaciones asociadas al mantenimiento de caminos, el financiamiento de pequeños proyectos y la protección del río Jabonal.

El caso de las comunidades de la cuenca del río Jabonal muestra una expresión particular del fenómeno de la nueva ruralidad, el cual tiene diferencias a nivel regional y local, aunque se pueden apreciar algunos procesos generalizables como la disminución de la población – asociado a la migración juvenil -, la diversificación de actividades, en este caso particular aparece el turismo como una actividad en crecimiento, también una mayor conectividad hacia lo urbano, ya que el acceso a servicios y el intercambio de mercadería es más frecuente con distritos como Espíritu Santo.

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1 En el caso de Carrera Buena, pertenece administrativamente al cantón de San Ramón, pero mantiene un vínculo histórico y cultural con el resto de las comunidades.