Desarrollo derivativo en la arquitectura cacical de Línea Vieja: dos complejos vecinos del sitio arqueológico Anita Grande, Caribe Central de Costa Rica
Ricardo Vázquez1*, Robert Rosenswig2, José Brenes3, Iván Alfaro3 y María Ramírez1
1Arqueólogo(a) consultor(a), San José, Costa Rica
2University at Albany - SUNY, Departamento de Antropología, Albany, NY, Estados Unidos
3Museo Nacional de Costa Rica (MNCR), Departamento de Antropología e Historia, San José, Costa Rica
*Autor para contacto: vazquezric@gmail.com
Julio-Diciembre 2022, 32(2)
DOI: 10.15517/cat.v32i2.51203
Recibido: 01-06-2022 / Aceptado: 19-10-2022
Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas
Centro de Investigaciones Antropológicas (CIAN), Universidad de Costa Rica (UCR)
ISSN 2215-356X
Resumen: Este artículo describe dos complejos arquitectónicos vecinos que juntos forman la arquitectura monumental del sitio Anita Grande, en la región de Línea Vieja, vertiente Caribe Central de Costa Rica. Proponemos que estos dos complejos reflejan la evolución del estatus cacical de los residentes del sitio. Análisis cerámico y datos radiométricos ubican la construcción monumental en 950-1250 E.C., con evidencias de ocupaciones del sitio en periodos previos. La información presentada en el presente artículo fue generada a partir de monitoreo del sitio desde el 2004 y una temporada de excavación en el 2018. Concluimos que la construcción arquitectónica de Anita Grande es indicativa de autoridad cacical, materializada a través de un diseño inicial que fue subsecuentemente aumentado, por un segundo complejo distanciado 500 m con alineamiento de cazadas empedradas.
Palabras clave: arquitectura; cacicazgo; desarrollo; calzadas; basamentos; plazas.
Derivative development in the chiefly architecture of Línea Vieja: Two neighboring complexes of the Anita Grande archaeological site, Central Caribbean of Costa Rica
Abstract: This article describes two neighboring architectural complexes that together form the monumental architecture of the Anita Grande site in the Línea Vieja region, Central Caribbean watershed of Costa Rica. We propose that these two complexes reflect the evolving chiefly status of the site’s residents. Ceramic analysis and radiometric data place the monumental construction to CE 950-1250, with evidence of occupations at the site in earlier periods. The information presented in this paper was collected from monitoring the site since 2004 and a field season of excavation in 2018. We conclude that the architectural construction at Anita Grande indicates chiefly authority, materialized through an initial design that was subsequently augmented, by a second complex 500 m away with aligned stone causeways.
Keywords: architecture; chiefdom; development; causeways; foundations; plazas.
Introducción
Los cacicazgos o jefaturas constituyen formaciones sociopolíticas de rango medio, definidas por liderazgos dinásticos de jefes, que rigen sobre territorios y comunidades (Carneiro, 1981, 1998; Creamer y Haas, 1985; Earle, 1987, 1991; Oberg, 1955; Redmond, 1998). Diferentes autores incluyen entre las variables claves por considerar en estudios arqueológicos de cacicazgos las siguientes: distribución de asentamientos, tamaño de la población, condiciones ambientales y manifestaciones bélicas (Cooke y Ranere, 1984; Drennan y Peterson, 2006; Feinman, 1995; Feinman y Neitzel, 1984; Spencer, 1998; Rosenswig, 2000, 2007, 2010). Características importantes en ese tipo de formaciones incluyen: demografía regional en los miles de habitantes, ideología legitimadora a través de símbolos demostrativos, control local sobre el intercambio y el comercio, pero, sobre todo, la transferencia del rango político y religioso fundamentalmente por consanguinidad (Drennan, 1991; Earle, 1991; Redmond, 1998).
En la arqueología de Costa Rica, las jefaturas han sido vinculadas a jerarquías en los asentamientos, arquitectura sobresaliente, obras y espacios para la congregación de personas y manejo hídrico (Fonseca, 1996; Hoopes, 2005; Peytrequín y Aguilar, 2007a, 2007b; Quilter, 2004; Snarskis, 1992; Vázquez et al., 2021). Además, se reconocen como marcadores sepulturas con ricas ofrendas, entre ellas lápidas y mobiliario de piedra (Aguilar, 1972; Alfaro, 1892); también existe evidencia de estatuaria con exaltación a personajes y figuras simbólicas (Mason, 1945; Rosenswig y Vázquez, 2021). Varios de los indicadores de correlato cacical antes dichos se manifiestan en el sitio Anita Grande, región de Línea Vieja, territorio Caribe Central de Costa Rica. De manera interesante, el yacimiento presenta dos complejos arquitectónicos en estrecha vecindad, con discernible progresión evolutiva entre ellos en cuanto a monumentalidad y diseño demostrativo.
La infraestructura de ambos complejos contempla calzadas para el acceso formalizado a cada uno de ellos, en relación con un corredor natural. Desde finales del siglo XIX, el corredor —denominado aquí Línea Vieja— ha sido ocupado por conveniencia para el paso del ferrocarril y luego parte de la carretera de primer orden. La presencia en dicha región de una extensa trayectoria de ocupación humana, con sitios arquitectónicos relativamente contemporáneos, entre ellos Anita Grande, con gradación respecto a la envergadura constructiva, es consistente con representaciones de poder cacical dentro de una o varias jerarquías nobiliarias (Vázquez, 2006; Vázquez y Rosenswig, 2017; Vázquez et al., 2021). Correlatos destacables en cuanto a la exaltación de investiduras nobiliarias son: calzadas como accesos a sitios arquitectónicos, obras con diseño proclive al uso ceremonial, escultórica complementaria a la arquitectura, espacios para la recepción de personas en nutridos grupos, obras hidráulicas, voluminosos basamentos y rasgos funerarios de mayor energética constructiva en los cascos arquitectónicos mismos.
El sur de Centroamérica tiene atributos idóneos para el análisis del desarrollo en sociedades de rango medio (Hoopes, 2005); teniendo como muestra la variedad de cacicazgos referidos en las descripciones españolas de la Conquista y Colonia (ver Helms, 1979; Ibarra, 1990). Los trabajos arqueológicos, por otra parte, han reportado evidencia funeraria y arquitectónica atribuible a cacicazgos, cuyo surgimiento como sistemas políticos con esplendor se estima haber ocurrido tan temprano como 600 de la Era Común (E.C.), pero mayormente alrededor de 900 E.C. (Aguilar, 1972; Alarcón, 2018, 2019; Corrales, 2016; Corrales y Badilla, 2015, 2018; Drolet, 1988, 1992; Hartman, 1901, 1991; Linares y Sheets, 1980; Lothrop, 1937, 1942, 1963; Mayo, 2020; Quilter, 2004; Salgado et al., 2009; Snarskis, 1992; Snarskis y Herra, 1980; Solís, Herrera y Guerrero, 2019; Vázquez y Chapdelaine, 2005; Vázquez e Hidalgo, 2022; Vázquez et al., 2005, 2021; Vázquez y Rosenswig, 2017).
El presente artículo describe e interpreta dos complejos arquitectónicos cuya ubicación geográfica y cronológica es mutuamente cercana, identificados inicial y muy parcialmente en la década de 1910, bajo las denominaciones Anita Grande/Costa Rica Farm. Ambos denotan atributos cacicales de asentamiento, con infraestructura sobresaliente posible de inferir como dedicada a los jefes mismos, más personas allegadas y actividades ceremoniales. La diferencia en escala de diseño y energética constructiva entre esos complejos resulta tanto llamativa como enigmática, dada su proximidad en el espacio físico y asociación a un mismo corredor natural con calzadas. Dicha mutualidad llevó a la inclusión de los dos conjuntos infraestructurales en una sola unidad registral, acogida al yacimiento Anita Grande. Este escrito toma en cuenta información arquitectónica, cerámica y radiométrica, fundamentada en datos recuperados del 2004 al 2018 de manera intermitente, pero metódica. El planteamiento interpretativo alude y argumenta el desarrollo derivativo de los dos complejos arquitectónicos, uno a partir del otro, dentro de un lapso corto en un solo periodo arqueológico. Esta interpretación resulta novedosa ante estudios antecedentes en Costa Rica, donde las evoluciones sociales han sido dimensionadas más que todo entre periodos.
Ubicación de los complejos arquitectónicos
Los dos complejos arquitectónicos objeto del presente artículo están conjuntados bajo el registro del sitio Anita Grande, clave L-53 AG en el Museo Nacional de Costa Rica (MNCR). El yacimiento se ubica en el rango de 120 y 125 m sobre el nivel del mar (m snm), entre el piedemonte norte del volcán Turrialba y la llanura aluvial del Caribe Central costarricense (Figura 1). Las coordenadas geográficas en un punto céntrico del sitio son: 10° 14’ 52.85” norte y 83° 43’ 27.43” oeste.
De esa manera, a los espacios del sitio Anita Grande con estructuras de mayor envergadura se les denomina: 1) Palmeto-Núñez y 2) Campos-Tana. Ellos presentan vías empedradas o calzadas en un solo eje de alineación noroeste/suroeste. La banda topográfica donde está Anita Grande dio paso al trazado ferrocarrilero. El ferrocarril sucumbió hasta una mínima expresión en la actualidad. El nombre Anita Grande proviene de la pequeña estación homónima, sobre el ramal mayor de Río Frío. En el pasado, el área de Anita Grande tuvo tranvías para la comunicación del ferrocarril con fincas bananeras. Actualmente, el yacimiento arqueológico ocupa espacios de varias propiedades catastrales.
Antecedentes
A finales de 1890, el ferrocarril enlazó el Valle Central con Puerto Limón, siguiendo la cuenca media del río Reventazón (Casey, 1979). Esa ruta dejó sin continuidad la prolongación originalmente construida, entre 1880 y 1881, entre Siquirres y Carrillo (Stewart, 1964). Con entronque en Guácimo, se añadió el ramal a la región de Río Frío, en aras de expandir la producción de banano. Al sumar la disponibilidad de suelo con el trasiego vía tren hasta Puerto Limón, la agricultura extensiva de esa fruta avanzó rápidamente (Chapman, 2007).
La mención inicial de Anita Grande aparece en las notas de Alanson Skinner (1926), investigador asociado a la Heye Foundation de Nueva York, quien registró un basamento elevado de 30 m de diámetro, así como tumbas conformadas por cajones pétreos. El dibujo de Skinner muestra el basamento parcialmente cercenado por la trocha de un tranvía bananero, junto a huaquerismo en varias partes del terreno. En el 2005, dicha estructura fue relocalizada 300 m al noreste del andén ferroviario de Anita Grande (Vázquez, 2006).
Skinner (1926) también reportó otras estructuras monumentales en un terreno de la entonces Finca Costa Rica (Costa Rica Farm). Bajo esa denominación catastral, inspeccionó un amplio encierro cuadrangular, rodeado por muros de cantos rodados; así mismo, un basamento elevado —similar al identificado cerca del andén de Anita Grande— aparejado a otra configuración de menor circunferencia y altura. El croquis de Skinner explicita una zona funeraria adyacente a las dos estructuras, pero omite la relación planimétrica entre todo esto. Su narrativa alude una calzada que desde la entrada oriental del encierro comunica con otro encierro. Según referencia, comunicada a Skinner por un informante, hubo esculturas dispuestas a los lados de dicha entrada. Las figuras de piedra tenían rasgos “grotescos” y habían sido retiradas antes de la visita del investigador.
En la segunda mitad de los 1970, arqueólogos del MNCR observaron al menos parte de las configuraciones que cita el párrafo anterior. Empero, no le dieron continuidad al estudio del sitio, aunque sí hubo certidumbre de la concordancia con las descripciones de inicios del siglo XX. Evidencias adicionales fueron identificadas a principios de 1997 cerca del poblado de Edén, por arqueólogos afiliados al MNCR bajo la guía de un informante. Los rasgos detectados se percibieron en vinculación a una calzada con trazo noroeste-sureste.
Información geoespacial más precisa fue obtenida en el 2004, a raíz de una denuncia interpuesta por el MNCR relativa al sector Palmeto. Esto condujo a un levantamiento planimétrico de mayor cobertura en el 2005, conjuntando recursos de esa institución y fondos externos. Las operaciones de cartografiado contextualizaron toda la arquitectura referenciada por Skinner, junto a muchas otras construcciones inéditas (Vázquez, 2006). El MNCR dio seguimiento a las evidencias mediante visitas periódicas, y a ese respecto, en el 2018, se llevaron a cabo, por primera vez, excavaciones exploratorias con control arqueológico, también suplementadas por fondos agregados mediante otorgamiento voluntario (Vázquez et al., 2018b).
Generalidad diacrónica del sitio
El sitio Anita Grande presenta depósitos y rasgos arqueológicos de varios periodos, adicionales a la antigüedad de los complejos arquitectónicos. La composición multicomponente ha sido vista en los varios sectores estudiados del yacimiento, mediante visualizaciones de superficie durante múltiples revisitas. En general, las evidencias observadas habían sido objeto de alteraciones por uso del suelo y huaquerismo. Las adscripciones cronológicas de esas evidencias toman de base estilos cerámicos enunciados para el territorio Caribe Central (Snarskis, 1978, 1982), lo cual advirtió representatividad en Anita Grande de los periodos del IV B al VI, con asignaciones a cinco fases (Figura 2).
Las fases arqueológicas atinentes al Caribe Central han sido publicadas con variados rangos cronológicos (Snarskis, 1981, 1982, 1992). El esquema adoptado en la figura 2 constituye una versión que concuerda en gran parte con las referencias publicadas. Cabe reconocer que, en las últimas décadas, se ha generado información en torno a la factibilidad de una fase discreta para el Caribe Central, equivalente a la denominación de La Selva B en la figura 2 (Salgado et al., 2009).
El punto básico aquí es que el sitio Anita Grande muestra alfarería fragmentaria de múltiple antigüedad. Además, el yacimiento contempla vestigios de rasgos culturales, principalmente funerarios, atribuibles a varios periodos. Más aun, observaciones sobre el terreno corroboran menciones de informantes sobre huaqueos, en áreas adyacentes a los complejos arquitectónicos que se describen en el presente artículo. A ese respecto, estudios futuros podrían dar pie a la agregación de sectores adicionales del sitio. Todo ese panorama delata que las construcciones bajo estudio tuvieron asiento en espacios amplios con extensa trayectoria cronológica de ocupación humana.
Evidencia arquitectónica
Los dos complejos arquitectónicos antes referidos están dispuestos a lo largo de un eje geoespacial noroeste-sureste (Figura 3). Las construcciones prehispánicas resultan visibles en superficie debido a la somera cubierta de suelo y la monumentalidad de las estructuras, con mampostería de canto rodado y rellenos de tierra.
El eje está expresado por calzadas de canto rodado, las cuales muestran sorprendente paralelismo con el ramal ferroviario Río Frío. Dada la cercanía entre ambos complejos y su coherencia azimutal, toda la conformación arquitectónica puede ser dimensionada como un solo yacimiento. El arreglo es perpendicular a los ríos y quebradas, en un ámbito donde los caseríos actuales son: Parasal, Anita Grande y Edén. Con base en cauces de aguas y calles públicas, el sitio fue dividido en cuatro sectores: Palmeto, Núñez, Campos y Tana.
Complejo Palmeto-Núñez
Al eje vial que relaciona la arquitectura del complejo Palmeto-Núñez se le denomina calzada Parasal. La parte noroeste de ese complejo corresponde a lo que Skinner adscribe a la Finca Costa Rica; en específico, rasgos hoy referenciados en cercanía de la quebrada Prado (Figura 4).
El gran encierro (R1) esquematizado por ese investigador presenta tres entradas, de las cuales mayormente la sureste hace conexión con la calzada Parasal (Figura 5a). La entrada opuesta, al noroeste, da paso hacia el arroyo con un corto pavimento de canto rodado. La restante se abre en dirección a la rampa del voluminoso y alto basamento (R3) que Skinner reseña. No media vía empedrada entre el R1 y el R3.
El rasgo R2 sugiere ser una réplica pequeña del R3 y, por lo tanto, tiene asimismo una rampa. Al interior del R2 hay grandes lajas de sepulturas alteradas, tal y como las advirtió Skinner. Empero, ya no quedan evidencias del cementerio que él refiere en conjunción con el grupo. Un anillo pequeño (R10) de cantos rodados yace a pocos metros al suroeste de la estructura R3. Además, al norte del impresionante encierro R1 una ostensible depresión resulta consistente con la socava de tierra para los rellenos de la arquitectura prehispánica. La ubicación insinúa que dicha actividad avanzó desde o hacia el borde de la quebrada Prado. La socava dejó un angosto canal al sureste con inclinación de rampa, que habría agenciado el transporte por fuerza humana, por una sola persona a la vez, de la tierra hasta las obras constructivas.
El segundo grupo del complejo Palmeto-Núñez muestra considerable monumentalidad, en grado equiparable al primer grupo. Dos basamentos de gran tamaño (R5 y R6) se yerguen junto a la calle actual, así como otro de menores dimensiones (R7) en el lado contrario de esa vialidad. Por una parte, dimensionalmente, el R5 es análogo al R2, ambos presentan masivas rampas como adosamientos de acceso. Por otra parte, el R5 y el R6 evidencian mutua proximidad, con la desventaja de que una trocha moderna atraviesa por su zona intermedia. Podría existir conexión entre el R5 y el R6, y ser una sola estructura de silueta compuesta; al estilo del arreglo “casa-patio” denotado en el sitio Las Mercedes-1 (L-289 LM-1), 10 km al sureste de Anita Grande (Vázquez et al., 2018a).
En el sector Núñez, otros rasgos mayores junto a varios menores cuentan en el registro de la planimetría arqueológica. Sobresale un amplio encierro circular (R8), cuyas dos entradas concuerdan con el eje de la calzada Parasal (Figura 5b). El R8 figura como la construcción circular más grande de su tipo documentada en Línea Vieja (ver Vázquez, 2006). Entre el R8 y el R9, la alineación de la calzada atraviesa un escalonamiento topográfico, que en la época bananera sirvió de paso a un tranvía. En diferentes partes del sector Núñez la vía empedrada ha desaparecido por procesos transformacionales.
Al sureste del R8, el extremo del complejo Palmeto-Núñez está definido por un encierro cuadrangular (R9), a margen izquierda del río Cristina. Las entradas del R9 son bilaterales y en correspondencia con el trazado de la calzada Parasal. La existencia del camino de canto rodado no se observa al lado opuesto del río.
Complejo Campos-Tana
En el 2005, la posible continuación de la calzada Parasal en azimut sureste fue objeto de prospección pedestre, sin hallazgo del empedrado vial. Empero, el reconocimiento reveló configuraciones arqueológicas de características funerarias a 300 m del río Cristina. Más allá, la exploración e indicaciones de informantes llevaron a ver un grupo de estructuras, antes no registrado, a margen izquierda del río Jiménez. Acciones adicionales establecieron la relación de dicho grupo arquitectónico con el trazo de la calzada Edén, con proyección al sureste del río Jiménez, como expresiones del complejo Campos-Tana (figuras 6a y 6b).
El levantamiento planimétrico documentó otras construcciones mayores emplazadas de manera dispersa al oeste del grupo antes mencionado. Las configuraciones notorias al oeste incluyen un rasgo (R31) alejado, contiguo al río Cristina, así como dos emplazamientos con marcada monumentalidad. Uno de ellos (R30), a 500 m del grupo adyacente al río Jiménez, corresponde con el registro de Skinner del basamento cortado por un tranvía bananero. El otro emplazamiento, a mitad de la distancia anterior, contempla dos basamentos circulares (R27 y R29), aunados a un amplio espacio central encerrado con muros de piedra (R28). Este último conjunto se encuentra impactado por obras y actividades modernas.
Otros rasgos arqueológicos son notorios en un radio de 200 m al noroeste del grupo rivereño, denotando atributos funerarios, como: cúmulos de cantos (R37 al R50) y depósitos de guijarros pequeños o “coyolillo” (R34, R35 y R36). Todo ello afectado por fuerte huaqueo. Un informante recordó que el espolio produjo hallazgos de lapidaria y metalurgia, relacionables con episodios funerarios de los periodos IV B y V. Esos rasgos muestran disposición en arreglo noroeste-sureste, al igual que la arquitectura de posterior antigüedad en el grupo más rivereño del complejo Campos-Tana.
La arquitectura más cercana al río Jiménez incluye: siete basamentos (R16, R17, R18, R21, R22, R23 y R26), tres plazas (R19, R20 y R24), y un encierro doble con calzada de acceso (R25). La erosión fluvial amenaza particularmente al R17, de manera tal que fuertes sobrecargas del río podrían ocasionar considerable impacto.
El grupo rivereño presenta dos socavas como fuentes de tierra para los rellenos constructivos. Muestra además zonas con tumbas de cajón (R32 y R33), donde se emplearon lajas perceptibles por el huaquerismo. El R33 es un cementerio de cajones con muros que lo rodean, e incluye bases de piedra quizá para ritos o servir como pedestales de esculturas. Las sepulturas de cajón son vinculables a inhumaciones del Periodo VI (ver Vázquez, 1982, 1984, 2014).
R16 y R17 dan la impresión de haber sido fundaciones residenciales para casas o ranchos. Tienen adjunta a la plaza R19 en cuyo espacio cuadrangular hace conexión la calzada Edén. Otras dos parejas de basamentos (R18/R21 y R22/R23) también poseen plazas (R20 y R24) a sus lados, confinadas por pretiles de piedra, pero de contornos curvos. De hecho, las plazas R19 y R20 se comunican en contigüidad. Además, el R20 articula con una vía empedrada de 60 m de longitud, la cual lleva al noreste hasta el R25: un recinto de dos espacios delimitados por pretiles empedrados. Dichas características sugieren algún uso especializado, tal vez ritual.
Como ya se dijo, la calzada Edén había sido identificada de manera parcial en 1997, sin discernimiento del engarce con la arquitectura antes puntualizada. La vía fue revalorada en el 2005, a lo largo de 720 m (Figura 6b). A margen derecha del río Jiménez, en el sector Tana, la calzada describe una leve curva al lado de un cementerio (R53) asociado a cerámica del Periodo IV B. El R53 muestra cantos rodados y “coyolillo”, pero fue huaqueado. A todas luces, la curva del trazado vial evitó el área funeraria y respetó su integridad.
A 160 m del río Jiménez se notaron tres concentraciones de cantos rodados (R54, R55 y R56) adyacentes a la calzada Edén. A pesar del fuerte espolio, esos depósitos sugirieron antigüedad prehispánica. Su ubicación llamaría a considerarlas, conjeturalmente, como demarcadores en anticipo al asentamiento cruzando el río. Luego, a 300 m del cauce, la calzada atraviesa una zona con configuraciones perturbadas, al parecer cajones funerarios en virtud de la asociación a lajas y alfarería del Periodo VI. De seguido, al sureste, la vía encuentra un desnivel vencido por escalones (R58) y llega a una quebrada con restos de un puente arqueológico (R59). Un informante refirió que, décadas atrás, grandes lajas servían para el paso sobre el arroyo. En las inspecciones fueron notados cantos rodados de los bastiones laterales del puente.
A margen derecha de la quebrada hay vestigios de un pequeño encierro (R60) de solo 35 m², con entradas acordes a la calzada. En el R60, la calzada registró una inflexión leve, y continuación a lo largo de un tramo interceptado por la calle pública de Edén. Ese tramo de 350 m remató en otro encierro (R61), más grande que el R60, que ha quedado de manifiesto en imágenes satelitales. El R61 fue visto muy dañado, pero dio claridad de haber tenido entradas opuestas, sin prolongación del empedrado vial al sureste. La calzada, con un promedio de 5 m de ancho, cruza varias fincas donde ha sido objeto de alteraciones y progresiva eliminación por actividad agrícola.
Estatuaria: simbolismo visible de la guerra
Skinner (1926) alude esculturas, con características “grotescas”, retiradas de la entrada sureste del encierro R1 en lo que denominó Finca Costa Rica. Evidencia análoga puede inferirse a partir de restos fragmentarios hallados en remates de muros que integran el conjunto principal del sitio Las Mercedes-1 (Hartman, 1901). Desde el R1, la calzada Parasal, con 6 m de ancho, recorre 170 m hasta el encierro R4 (Figura 7a). Al lado más norte de la entrada noroeste del R4, acciones exploratorias en el 2005 hallaron una estatua antropomorfa, indexada como artefacto 1. La escultura pudo haber estado erguida en esa ubicación, pero apareció cercenada, tumbada y cubierta con tierra (Figura 7b).
El artefacto 1, hecho en andesita, personifica un guerrero desnudo y enmascarado (Figura 8). Se encontró mutilado, desprovisto de sus brazos, piernas y miembro viril. La escultura completa alcanzaría tamaño natural, con entre 165 y 170 cm de estatura. El brazo izquierdo pudo haber estado erguido en posición de ataque, quizá con un hacha en la mano, igual que otras representaciones similares. El brazo derecho, por otra parte, estuvo conectado al cuerpo, con la mano tallada en alto relieve.
La mano derecha de la escultura sujeta una cabeza efigie, que a su vez parece colgar de una banda colocada en sentido transversal desde el hombro izquierdo; la cual se muestra en bajo relieve, decorada con diseños sugestivos de un textil tejido. La máscara cubre la frente con orificios para los ojos. El guerrero tenía notables orejas quizá con orejeras, poco visibles por haber sido mutiladas.
La máscara destaca un prominente hocico, dotado con feroces incisivos felinos. El cabello del individuo cuelga en acicaladas trencillas hasta el cuello, pero rapado en las sienes. En colecciones del MNCR se ha observado estatuas, que explicitan genitales ya sean masculinos o femeninos, cuyos cortes de pelo, parafernalia y gesticulación guerrera resultan equivalentes con lo que muestra el artefacto 1. Al respecto, esa escultórica representa un documento vívido de manifestaciones bélicas, concordantes con las referencias de fuentes escritas de los siglos XVI y XVII.
Contextos de hallazgo y la redundancia en otros reportes permiten establecer que esculturas antropomorfas en tamaño natural estaban integradas a obras arquitectónicas. En el caso de Anita Grande y Las Mercedes-1, la disposición concuerda con encierros y calzadas muy aptos para la recepción de visitantes, al parecer en actividades de connotación procesional. La recordatoria a guerreros está implícita tanto en el atavío como la expresión gestual, lo cual pudo ser conmemorativo a personajes históricos.
Comparación volumétrica de la arquitectura
La visibilidad en superficie de la arquitectónica, sumada a la información de las excavaciones en algunos rasgos, da pie a cálculos del volumen y mediante ello comparar la energética constructiva de los dos complejos de estructuras que se discuten en este artículo. El cuadro 1 presenta las estimaciones volumétricas (m3) en cuanto a la mampostería de cantos rodados y el relleno de tierra, con base en las variables y los datos que aparecen en los anexos 1 y 2.
Los cálculos toman de fundamento la planimetría arqueológica, así como las observaciones y medidas hechas en el seguimiento exploratorio del sitio, el cual no ha sido objeto de rescate porque el MNCR procura la mayor conservación posible del yacimiento de Anita Grande. La métrica tiene como modelo abstractivo a rellenos contenidos por cantos rodados en arreglo de hileras yuxtapuestas. Las cifras de alturas para las construcciones son aproximadas, dado que los rasgos se hallan parcialmente sepultados, colapsados o deprimidos. Se excluyen elementos como: rampas, obras menores y configuraciones funerarias. El parámetro estándar con respecto al tamaño de cada piedra es 30 x 20 cm; aunque las dimensiones y pesos de cada canto rodado son variadas por naturaleza. No obstante, dicha abstracción, al usarse de manera estandarizada, afectaría comparativamente en igual medida el cálculo volumétrico de los diferentes rasgos. En las calzadas, el ejercicio cuantitativo no contempló al relleno de tierra, el cual tuvo uso en algunos segmentos para efecto de nivelación, pero resulta difícil de ser estimado sin trabajo topográfico de detalle.
Sondeos estratigráficos
En el 2018, trabajos exploratorios tuvieron lugar en cuatro basamentos, dos en cada complejo arquitectónico del sitio Anita Grande. Los datos permiten observaciones comparativas que emanan de las siguientes variables: configuración constructiva, estratigrafía, restos cerámicos y dataciones por radiocarbono. Las referencias cronológicas de carácter relativo provienen de los fragmentos cerámicos.
Las exploraciones contemplaron calas en R3 y R5 del complejo Palmeto-Núñez, más R18 y R22 de Campos-Tana. Las calas midieron 2 x 2 m, aunque algunas se redujeron a 2 x 1 m debido a la presencia de rasgos sepultados o a la profundidad que requirió de peldaño para descenso. La profundización siguió niveles arbitrarios de 10 y 20 cm cernidos por cedazo de 6 mm². Esa variación tomó en cuenta la heterogeneidad u homogeneidad de los estratos. En Palmeto-Núñez la recolección no discriminó ningún vestigio cultural. De igual forma, dada la alta densidad de restos culturales en Campos-Tana, la cerámica diagnóstica tuvo recuperación total junto al 10 % de los fragmentos de cuerpos no decorados. El 90 % restante fue enterrado en el rellenado de cada cala.
Es importante anotar que las muestras de restos cerámicos y líticos en gran parte provienen de rellenos constructivos, aunque las excavaciones llegaron a niveles basales con matriz edáfica formada in situ. Así, por lo tanto, este estudio adquiere mayor sentido en torno a la construcción y fechamiento de la arquitectura, en aras del análisis comparativo de dos complejos vecinos de rasgos infraestructurales. El aporte a la secuenciación estratigráfica del sitio es de alcance inicial. De manera que se soslayan inferencias sobre el uso de espacios para actividades cotidianas e intensidades de ocupación en lapsos particulares. Futuros trabajos de campo podrán desarrollar estrategias de muestreo más adecuadas para ese tipo de fines, tanto como excavaciones horizontales. No obstante, interpretaciones funcionales relativas a configuraciones arquitectónicas y artefactos escultóricos sí se plantean en este artículo.
Calas en Campos-Tana
Suboperación 3a (R3)
La cala 3a quedó en una ubicación céntrica del basamento R3. Esta configuración alcanza 30 m de diámetro por 2 m en su altura (Figura 9a). En el talud de la elevación se observa el muro de cantos rodados que contiene el relleno estructural. De esos mismos materiales, una rampa destaca en el lado norte del basamento. El R3 muestra huecos de huaqueo, algunos de los cuales según informantes pueden remontarse a un siglo o más. Para el sondeo se buscó un espacio sin espolio; empero, la cala evidenció una inesperada intrusión por huaquerismo en la pared oeste.
A partir de 100 cm bajo superficie (b.s.), quedaron visibles cantos rodados de considerable tamaño, algunos desorganizados y varios más alineados en tres hileras superpuestas (Figura 9b). El rasgo pétreo (RC1) llevó a la división de la cala en mitades, a cada costado del alineamiento. Esta partición fue mantenida hasta el nivel 12 (110-120 cm b.s.), con la recolección de materiales en lotes independientes. Luego del nivel 12, la profundización fue proseguida en la mitad este de la cala. Dicha medida conservó in situ las hileras de cantos rodados. Las piedras en la parte oeste estaban desorganizadas, debido al impacto del hueco de huaqueo; además, quedó patente la presencia de laja en pedazos.
A 120 cm resultó conveniente duplicar el grosor de los niveles, con el fin de optimizar la excavación. Piedras in situ marcaron la profundidad basal del RC1 a 150 cm b.s. dentro del relleno constructivo, cota después de la cual no penetró el hueco de huaqueo. El material cerámico en el nivel 13 disminuyó con respecto a cotas superiores.
La constitución total del relleno artificial en el R3 mostró tierras veteadas, así como baja presencia de restos culturales. Los tipos de tierra variaron entre café oscuro y textura suelta, a color amarillento o café rojizo más arcilloso. Dichos cambios dieron un patrón intercalado tipo “piel de tigre”, con vetas que cambiaban en grosor sin formar estratos regulares, típico de lo que se conoce como “llenado mediante canastos”.
Por debajo del nivel 18 (220-240 cm b.s.), la matriz de tierra cambió a coloración oscura además de consistencia húmeda, por la cercanía del manto freático. En el piso de dicho nivel se halló carbón que fue recolectado. El cambio es consistente con tierra húmica sobre la cual yace el basamento (ver perfil en la figura 9b). La sinuosidad en la línea de contacto delató que el R3 descansa en terreno ondulado. Por lo tanto, el carbón antes referido resultó relevante para la datación de la obra arquitectónica.
En el nivel 19 (240-260 cm b.s.), la matriz presentó composición arcillosa, color café, saturada con agua. No se encontró ninguna piedra de gran tamaño. En el nivel 20 (260-280 cm b.s.), las características estratigráficas continuaron igual. La presencia de restos culturales fue ostensible, pero sin carbón. A 280 cm se tomó la decisión de concluir la cala 3a, dada la manifestación de cascajo sin evidencia cultural. En suma, tanto el estrato húmico como el substrato arcilloso son naturales. Las inclusiones de restos culturales en esa base natural, principalmente fragmentos cerámicos, testimonió ocupación humana anterior a la edificación del R3 en cercanía a la quebrada Prado.
Los tipos de tierra en el relleno del R3 pudieron provenir de un solo tajo, mediante el uso de las denominadas en la etnografía de Costa Rica como “javas”: canastos de fibras naturales con sostén de tirantes, más otra tira para la tracción del peso sobre la frente de quien carga el canasto. El trabajo debió implicar metódica compactación de las deposiciones. Una amplia socava a margen derecha de la quebrada Prado brinda indicios de ser el lugar de donde se tomó la tierra (ver figura 4).
Resultó intrigante la función de las piedras en fila identificadas como RC1 dentro del relleno artificial. A ese respecto, la cala 3a permitió solo un limitado campo de visión. La configuración se mostró robusta debido a la yuxtaposición de grandes cantos rodados en tres hileras. Los perfiles estratigráficos no evidenciaron empotramiento en el relleno cuando el R3 ya estaba concluido, sino, más bien, la colocación de manera simultánea al levantamiento estructural. La excavación exploratoria no encontró piso de piedra en asociación al RC1, aunque hubo fragmentos de laja. Por lo tanto, el escrutinio sugiere que la configuración pudo haber tenido propósito funerario y quizá fue objeto de huaqueado, o pudo corresponder al pretil de otro tipo de rasgo, todo lo cual requiere indagación en el futuro.
Suboperación 4a (R5)
La cala 4a exploró el basamento R5, una estructura que se levanta 2 m con 30 m de diámetro. Al respecto, parece similar a la R3 con separación entre ambas de 450 m, distancia ligada por la calzada Parasal (ver figura 4). El R5 tiene dos rampas: una de 10 x 5 m en el lado suroeste y la otra de 5 x 3 m en el lado este (Figura 10a). El basamento muestra topografía redondeada por erosión, pero no delata huecos de huaquero. Fue impactado por una trocha en su parte noreste, en el lindero con la finca contigua donde yace el basamento R6. Es posible que R5 y R6 constituyan una estructura compuesta, lo cual requiere dilucidarse con futuro mapeo.
La suboperación 4a se excavó cerca del centro del basamento R5, con 27 niveles: los primeros 16 de 10 cm, los siguientes tres de 20 cm y los ocho restantes de 10 cm nuevamente. Todo ello alcanzó los 3 m de profundidad. Ciertos espacios estratigráficos mostraron uniformidad, por lo que la excavación pudo agilizarse con niveles de 20 cm, mientras mayor detalle resultó conveniente en otras cotas. A 150 cm b.s. la profundización continuó solo en la mitad este. Algunos niveles reportaron pocos fragmentos cerámicos y en otros hubo ausencia. El material lítico también fue escaso. Las bajas frecuencias de restos culturales prevalecieron en el relleno constructivo (Figura 10b).
El basamento evidenció tierras amarillentas en disposición veteada, lo cual indica el esparcido mediante canastos y compactación del relleno que al parecer proviene de un mismo tajo, como sería la socava ubicada junto a la quebrada Prado. Las deposiciones para elevar la estructura contuvieron pocos restos culturales que pudieron haber estado en el área del tajo y ser traídos con las tierras. Sin embargo, no es desestimable la inclusión de restos culturales durante la labor arquitectónica.
En la estratigrafía, el estrato basal es cascajo, estéril de materiales arqueológicos, el cual subyace a suelo húmico con 75 cm de grosor y presencia de guijarros. El relleno constructivo delata dos tonalidades veteadas y descansa sobre el horizonte húmico. En la interfase artificial-natural aparecieron muestras de carbón, adjudicables al inicio de la construcción del basamento. La unidad más superior del relleno, con 60 cm de grosor, mostró una matriz homogénea que concordaba con los veteados más oscuros de la unidad directamente inferior. El material prehispánico aumentó dentro del suelo húmico, atestiguando ocupación humana anterior al R5.
Calas en Campos-Tana
Suboperación 8a (R18)
El R18 se ubica en el sector Campos a 80 m del río Jiménez (ver figura 6a). La parte oeste del rasgo requirió sondeo con barra a efecto de notar su contorno de piedra en terreno plano; empero, los lados restantes bordean desniveles del relieve. La silueta general luce compuesta: al norte circular y al sur recta. Presenta una gran rampa de 10 x 3 m al sureste, pavimentada, y otra menor al suroeste con rumbo al R22 (Figura 11a).
En el costado este, el R18 muestra una prolongación tipo pórtico articulada a la gran rampa. Desde el pórtico, un muro alto de cantos rodados cae a la plaza R20. La cala 8a quedó dispuesta cerca de la parte central del R18, con siete niveles de 20 cm cada uno. En el piso final de excavación, a 140 cm b.s., no apareció cambio de tierra que denotara el relieve de base. El relleno es profundo y probablemente cubre un declive natural relacionable con las pendientes a tres de los costados del R18. La cala 8a no reveló estratos diferenciados, sino tierra homogénea con variaciones leves. Sin embargo, se encontraron lentes de tierra oxidada por alto calor, observados tanto en los pisos de excavación como en los perfiles (Figura 11b). Las lentes, indexadas en conjunto como RC2, se secuenciación en 70 cm de la altura e intervalos de 10 y 20 cm.
Las lentes de tierra oxidada pueden ligarse a actividades culinarias, por su coincidencia con carbón, ceniza, hueso quemado y tiestos con hollín. El RC2 puede explicarse como eventos de cocina en pisos horizontales, compactados durante la construcción del R18. En la lente del nivel 6 (100-120 cm b.s.) se hallaron huesecillos quemados, entre los cuales el análisis de arqueofauna identificó un hueso largo posiblemente de rana. La cala 8a proporcionó una importante cantidad de carbón en las varias lentes. Se dio atención particular a la muestra del nivel 6 (100-120 cm b.s.), cuya edad es vinculable a poco después del inicio de la construcción del R18.
Suboperaciones 7a y 7b (R22)
El R22 es un basamento con diámetro de 18 m que destaca 70 cm por sobre el terreno circundante. Al noreste tiene una rampa de 8 x 3 m construida con contrafuertes laterales y pavimento de canto rodado (Figura 12a). Tres huecos de huaqueo son perceptibles, de los cuales uno ocupa el 30 % del área interna en el R22. La cala 7a contempló nueve niveles de 20 cm, que penetraron el relleno y dejaron ver dos estratos subyacentes. Los primeros cuatro niveles rindieron ostensibles restos cerámicos y líticos, luego la densidad disminuyó. Fueron recuperadas 25 muestras de carbón en la profundidad total. La cala 7a exploró el noroeste de la estructura, complementada por la calicata 7b junto a la cara externa del muro contentivo (Figura 12b).
El R22 está ligado al R23 y R24 a manera de grupo. El R23 parece ser un basamento contiguo al R22, aunque la estructura del primero resulta difusa debido al huaqueo. El R24, por otra parte, es una plaza curva cuyos extremos abarcan a las dos configuraciones. Al suroeste del grupo, en cercana proximidad a la plaza, el mapeo del 2005 registró una amplia socava, la cual calificaría como tajo para los rellenos arquitectónicos. La socava incluye una rampa zanjada en el terreno (ver figura 6a).
Los tipos de tierra en la cala 7a advirtieron variaciones de capas poco perceptibles, así como homogeneidad con el estrato natural de base. Por ello, establecer la profundidad del relleno artificial requirió la comparación con la altura del muro de contención. A ese fin sirvió la unidad 7b: una calicata de 1 x 1 m, hasta 75 cm de profundidad. La calicata expuso cuatro hileras contentivas que, junto a las cuatro o cinco sobre superficie, documentaron 120 cm como grosor total del relleno. Así las cosas, la homogeneidad estratigráfica obedece a que el basamento R22 fue levantado con tierra análoga a la matriz edáfica de base. El relleno superior evidenció mayor densidad de restos culturales, principalmente tiestos, junto a actividad de raíces y madrigueras.
La calicata evidenció una hilera independiente, a 20 cm de separación con respecto a la base del muro en la antigua superficie del terreno. El ámbito de exposición fue mínimo; sin embargo, dicha hilera puede interpretarse como un refuerzo contra erosión por el goteo desde el techo del rancho emplazado en el R22. Cabe mencionar que hileras análogas han sido expuestas, por excavación arqueológica, en los perímetros inmediatos a los basamentos R9 (Vázquez y Chapdelaine, 2005) y R16 (Vázquez et al., 2010) del sitio Las Mercedes-1. Así, también, pavimentos de aceras habrían cumplido la misma funcionalidad, notorios en el sitio Guayabo de Turrialba (Fonseca, 1981) y el lado este del R16/R39 en Las Mercedes-1 (Vázquez et al., 2010; Vázquez y Rosenswig, 2017).
Análisis cerámico
El análisis cerámico tuvo de fundamento materiales de los cuatro basamentos R3, R5, R18 y R22 a efecto del estudio comparativo entre los complejos Palmeto-Núñez y Campos-Tana (figuras 21 y 22). Los tiestos se clasificaron según los complejos cerámicos enunciados por Snarskis (1978, 1982), dentro de las categorías siguientes: La Montaña (1500-300 a.E.C.), El Bosque (300 a.E.C.-300 E.C.), La Selva A (300-600 E.C.), La Selva B (600-1000 E.C.) y La Cabaña (1000-1550 E.C.). Debido a tendencias de los datos, el complejo La Selva fue dividido en dos segmentos cronológicos: A y B. Siguiendo a Snarskis y antecedentes de Kennedy (1968) y Aguilar (1972), la alfarería monocroma obtuvo atribución a componentes mediante atributos como pasta y acabado de superficie, mientras los tiestos decorados llegaron a diferenciarse por grupos y tipos.
Información pormenorizada de los grupos y tipos cerámicos por nivel aparece en el informe de la temporada de campo 2018 (Vázquez et al., 2018b). Se tomó en cuenta la identificación de alfarería cuyo origen se cifra en otros territorios. Solo el 2,4 % de la muestra total no pudo ser adscrito a algún componente estilístico conocido. Los fines principales del análisis giran en torno a: 1) la antigüedad constructiva de los basamentos y 2) la temporalidad de ocupaciones anteriores a las obras arquitectónicas.
Datos estratigráficos y cerámicos
Palmeto-Núñez (calas 3a y 4a)
En la comparación de los datos cerámicos, la reducción de 2 x 2 m a 1 x 1 m en las calas que muestrearon los basamentos R3 y R5 fue controlada, multiplicando por dos las frecuencias de los niveles dimensionalmente disminuidos. El cuadro 2 expresa dicha duplicación en la cala 3a para los niveles 13 al 20, donde las cifras respectivas se consignan entre paréntesis. Así, en la muestra del suelo natural del R3, los complejos tempranos La Montaña y El Bosque están altamente representados, con 73,33 % entre ambos. Mientras que La Selva A y La Selva B son inexistentes. La Cabaña manifiesta presencia en el nivel 18, correspondiente a la parte superior del suelo natural.
Por contraste, en el relleno de construcción del R3, los complejos más tempranos están poco representados. Es abundante La Selva A, con 46,94 %, y en razón menor, pero manifiesta, con 12,93 %, La Selva B. El material del complejo La Cabaña consigna proporciones similares dentro de las divisiones natural y artificial de la estratigrafía, poco superior al 13 % en cada una.
El cuadro 3 presenta los resultados del análisis cerámico de la cala 4a, donde el cambio a 1 x 1 m tuvo ejecución entre los niveles del 16 al 27 y, por lo tanto, para ese ámbito de profundidad como control se duplican las frecuencias. Dentro del suelo natural, 1,82 % de la alfarería pertenece al complejo La Montaña; y 58,18 % a El Bosque, con proporciones intermedias de La Selva A y La Cabaña. Por otra parte, el relleno no reportó La Montaña, en tanto que El Bosque cuantificó apenas 2,27 %. La frecuencia predominante, con 77,27%, recayó en la Selva A. Empero, la cala 4a no registró presencia de La Selva B (ver figura 13). Mientras que La Cabaña rindió la segunda frecuencia más alta, con 20,45 % en el relleno constructivo.
Las tendencias relativas de los sondeos 3a y 4a son similares entre sí, a pesar de que en 3a las cifras absolutas son mayores. En ambas calas, el suelo subyacente registró alfarería multicomponente. De manera notable, relictos cerámicos de variada antigüedad también fueron recuperados en el relleno constructivo, quizá por inclusiones venidas con la tierra usada en las construcciones arquitectónicas.
Campos-Tana (7a y 8a)
En el R18 de Campos-Tana, se excavó la suboperación 8a, con 2 x 2 m en todos sus siete niveles arbitrarios. El cuadro 4 sintetiza los datos cerámicos de esa cala.
El posible substrato natural en la cala 8a quedó expuesto en el nivel 7, donde ocurrieron hallazgos de cerámica El Bosque, predominio de La Selva A con 66,67 %, y en segundo orden de La Selva B (Figura 14). Dentro del relleno constructivo, cifras cercanas entre sí corresponden a 37,16 % de La Selva A y 38,51 % de La Selva B. El tercer componente en la distribución es La Cabaña, seguido en menores cantidades por El Bosque, además de un fragmento de La Montaña. A pesar de las variaciones en la cantidad de niveles, las frecuencias relativas por componente resultan proporcionales para las divisiones natural y artificial en la exploración del R18 (Figura 15a).
La excavación de la cala 8a no diferenció con claridad el contacto entre la tierra natural y el relleno artificial. A pesar de ello, una secuencia de lentes producto de combustión, in situ, indica que dicho contacto puede ser cercano al nivel 6. Las frecuencias cerámicas descienden conforme aumenta la profundidad, con un repunte en el nivel 4 (Figura 15b). En ese panorama, la inferencia sería que la tierra traía restos culturales y ellos aportaron inclusiones al relleno del R18, junto a deposiciones contemporáneas al levantamiento de la obra.
Como último paso en la exploración de basamentos se llevaron a cabo las suboperaciones 7a y 7b en el R22. La cala 7a estuvo conformada por nueve niveles; mientras que la calicata 7b fue ejecutada en un solo nivel. El cuadro 5 es la versión sumaria de los datos cerámicos atinentes a la cala 7a.
De acuerdo con la altura del muro, expuesta en la calicata 7b, el suelo natural inicia en el nivel 7 de la cala 7a, a 120 cm b.s. Según el cuadro 5, en los niveles 7, 8 y 9 de 7a disminuye la densidad cerámica, pero con presencia de todos los complejos. En esos tres niveles son ostensibles las frecuencias de La Montaña y El Bosque; dato de alfarería temprana que refuerza la propuesta del contacto a 120 cm entre la base natural y el relleno constructivo. Los seis niveles atribuibles al relleno rindieron cifras bajas de El Bosque y La Montaña, aumento de La Selva A y La Selva B, y pico notorio de 56,37 % del complejo La Cabaña. Este último porcentaje se deriva del registro absoluto más elevado, con 292 tiestos, para un solo componente en los cuatro basamentos muestreados; lo cual resulta interpretable como el producto de altas deposiciones contemporáneas a la construcción y uso del R22.
La calicata 7b fue la última suboperación excavada en el 2018. Parte importante de la matriz en ella se atribuye a tierra deslizada, por erosión, desde el plano superior del basamento R22. La muestra cerámica de la calicata no contuvo los complejos tempranos, sino la secuencia siguiente: 16,22 % de La Selva A, 18,92 % de La Selva B y 64,86 % de La Cabaña.
Cerámica importada
Los hallazgos de alfarería foránea al Caribe Central ocurrieron en el relleno de la cala 3a, basamento R3 del complejo Palmeto-Núñez, así como en los dos niveles superiores de las calas 7a y 8a, basamentos R22 y R18 del complejo Campos-Tana (Figura 16). El cuadro 6 explicita los territorios de procedencia y tipos cerámicos.
La mayor parte de la cerámica alóctona corresponde a policromos de Gran Nicoya: el amplio territorio cultural en el Pacífico de Nicaragua y noroeste de Costa Rica. Se distinguieron los tipos: Mora variedades, Mora y Cinta, Birmania, Altiplano y Papagayo (Abel-Vidor et al., 1990). Otros fragmentos también serían policromos, pero no permiten reconocimiento preciso, debido a la erosión de sus superficies. Los tipos corresponden al rango general de 800 a 1550 años E.C. (ver McCafferty y Dennett, 2021; McCafferty y Steinbrenner, 2005; Snarskis, 1982; Solís y Herrera, 2011).
Además, en la cala 3a, basamento R3, fueron recolectados tres fragmentos del tipo San Miguel Galleta, originario del territorio cultural Gran Chiriquí en el sur de Costa Rica y el occidente de Panamá. Este tipo se ha ubicado cronológicamente a finales del Periodo V y tiempos del Periodo VI (ver Corrales, 2000). Cuenta con una sola determinación cronométrica proveniente del sitio Las Mercedes-1 de Línea Vieja, la cual reporta el rango 2-sigma calibrado 1270-1295 E.C. (Vázquez et al., 2013). Al igual que los policromos de Gran Nicoya, la alfarería San Miguel Galleta exhibe sobresaliente elaboración técnica, con pastas y acabados diagnósticos. Los cuadros 2, 4 y 5 consignan la distribución estratigrafica de la alfarería importada, hallada en todos los casos dentro del relleno artificial y varias veces en los niveles superiores.
Fechas absolutas
En la exploración estratigráfica del R3, R5, R18 y R22 fueron recolectadas 190 muestras de material carbonizado, todas ellas con madera como material de origen (ver Vázquez et al., 2018). Se fechó por Carbono 14 la muestra 106 encontrada mediante la cala 8a, basamento R18, nivel 6 (100 y 120 cm b.s.). Así, también, se dató la muestra 120 hallada en la cala 4a, basamento R5, nivel 20 (220 y 230 cm b.s.). La idea de dicha escogencia fue la obtención de determinaciones isotópicas que sirvieran de referencia sobre la antigüedad monumental en los complejos Campos-Tana y Palmeto-Núñez. El cuadro 7 presenta los resultados del análisis de radiocarbono.
La determinación Beta-520870, cuyo registro calibrado de más alta probabilidad es 974-1049 (82,3%) E.C., proviene de la cala 8a, R18, del contexto más profundo en una sucesión de lentes producto de combustión indexada como RC2. El carbón fue recuperado en asociación con huesecillos termoalterados, los cuales se dictaminaron como de rana. De manera que es un contexto vinculable a comportamiento culinario repetitivo, simultáneo al proceso constructivo del basamento R18. El dato resulta confiable, por lo tanto, sobre la antigüedad de dicha obra, en el marco de las edificaciones arquitectónicas del complejo Campos-Tana.
La datación Beta-520871, de rango calibrado más posible 1146-1250 (73,1%) E.C., procede del nivel 20 (220-230 cm b.s.) de la suboperación 4a. Fue hallada en concordancia estratigráfica con el contacto entre el relleno artificial y el suelo de base del basamento R5. Ese contacto tuvo apariencia absolutamente contrastante, en cuanto al cambio de tierra. Así las cosas, dicha determinación con toda confiabilidad señala el inicio de la deposición del relleno, en el arranque de la obra constructiva R5 del complejo Palmeto-Núñez.
Discusión
En sitios con arquitectura prehispánica de Línea Vieja destacan varios tipos de obras monumentales, impactadas por huaquerismo y agricultura extensiva. Una investigación arqueológica a partir del 2005, principalmente en el sitio Las Mercedes-1, pero, asimismo, en el sitio La Iberia (L-4 LI), dejó patente la utilidad de excavar calas estratigráficas en basamentos elevados, con fines cronométricos (Vázquez y Chapdelaine, 2005, 2008; Vázquez et al., 2010, 2013; Vázquez y Rosenswig, 2017). Al respecto, un beneficio básico es dilucidar la antigüedad del contacto entre el suelo natural de base y los rellenos artificiales, a partir de restos cerámicos y determinaciones de Carbono 14. Unido a ello, las calas proveen evidencias concernientes a la historia de ocupación o trayectoria extensa en los yacimientos, por debajo de las antiguas construcciones y selladas por ellas.
En el 2018, cuatro calas generaron datos cronológicos sobre dos complejos arquitectónicos del sitio Anita Grande, con 500 m de separación entre ambos, denominados: Palmeto-Núñez y Campos-Tana. Esos conjuntos poseen calzadas de acceso formalizado, alineadas entre sí en azimut noroeste-sureste. Se obtuvo alfarería en las calas, además de dos análisis por radiocarbono, con el propósito de datar dos estructuras, una en cada complejo de edificaciones. La arquitectura incluye encierros en complemento con las calzadas, al parecer para la conducción y congregación de personas visitantes con sentido ceremonial.
Al igual que en otros sitios de Línea Vieja con coeternidad entre ellos establecida por determinaciones de radiocarbono, dos basamentos destacan dentro de los arreglos arquitectónicos en cada complejo del sitio Anita Grande (Snarskis, 1978; Vázquez et al., 2013; Vázquez y Rosenswig, 2017). Esas construcciones sobresalen debido a su tamaño y significancia de emplazamiento. Han sido atribuidas a asientos de ranchos o casas importantes y coexistentes, pero con diferentes énfasis en los órdenes de lo administrativo y residencial (Snarskis y Herra, 1980). Apoyamos ese planteamiento y creemos que el pareo de basamentos no sería necesariamente el reflejo de una dualidad en la estructura de parentesco, como ha sido sugerido para el sitio Rivas/Panteón de la Reina, en el Sur de Costa Rica (Forst, 2021; Frost y Quilter, 2012). Dicho dualismo no resulta aparente ni definible en los sitios de Línea Vieja, como lo delata la observación cuidadosa en cuanto a la ausencia de mitades simétricas en la infraestructura de los asentamientos.
Los dos complejos en el presente estudio dejan ver simetrías, pero con diferencias de diseño y volumetría entre ellos. En Campos-Tana, los basamentos R16 y R17 tienen acceso inmediato a la única plaza del complejo que posee pretiles angulares, todo ello en posición adyacente al río Jiménez. La plaza articula con el alineamiento de la calzada Edén, vía que recorre 750 m al sureste de ese río y tiene a su paso encierros, cementerios y un puente.
El binomio de ranchos importantes ha sido mencionado, con base en analogía etnohistórica, en asociación al fuero de jefaturas (Snarskis 1981; Snarskis y Herra, 1980). Al respecto, una de las estructuras albergaría actividades administrativas y rituales, mientras la otra cumpliría como vivienda para cónyuges e hijos de jefes o jefas cacicales. La relación de ese estamento más alto hacia otros segmentos sociales de élite, con personas de apoyo y confianza, debió expresarse en estrecha proximidad cotidiana y, por lo tanto, a otros basamentos subsidiarios. En ese contexto, el transcurrir generacional generó sucesiones que habrían motivado la ampliación en el diagrama de asentamiento. Las pretensiones arquitectónicas y constructivas llegarían a ser mayores, incorporando saltos demostrativos en la expresión infraestructural del poder cacical (ver Earle, 1987, 1991).
La arquitectura de Palmeto-Núñez supera en volumen constructivo a la de su contraparte vecina en Campos-Tana. El diseño de Palmeto-Núñez es alargado, con estructuras distribuidas a lo largo de los 650 x 7 m de la calzada Parasal. La distribución incluye las dos estructuras elevadas de superior tamaño, R3 y R5, separadas 500 m entre ellas. Ese arreglo es particular, discrepante con respecto a la cercanía de solo 5 m en el emparejamiento de los basamentos R16 y R 17, a margen del río Jiménez. Sin embargo, la variación de diseño en Palmeto-Núñez, vertebrada por la vía pavimenta, puede interpretarse como el recurso arquitectónico tendiente al incremento de la imponencia demostrativa a los ojos de quienes visitaban el asentamiento. En Campos-Tana, por otra parte, la calzada condujo a las dos residencias de jefatura y contó como impresión paisajística el cruce del río.
Para Palmeto-Núñez, el camino empedrado tiene extremos en cauces de agua que son el río Cristina y la quebrada Prado. Puntos focales sobre el trazado de la vía Parasal son dos encierros con sobresaliente mampostería de canto rodado, a saber: uno circular (R8), preámbulo del basamento R5 desde el sureste, y otro cuadrangular (R1), muy grande, como antesala de la estructura R3. Encierros menores cumplieron como espacios programáticos en el flujo de visitación, al parecer con protocolo procesional. El gran tamaño del encierro R1 encuentra interpretación al considerar que en él remata la parte noroeste del sitio. Además, la sobredimensión resulta sugestiva en el vínculo de proximidad y comunicación expresa del R1, por una de sus tres entradas, con el importante basamento R3, quizá la sede administrativa y ritual en Palmeto-Núñez. El R3 tiene a la par al R2, el cual da visos de haber funcionado como rasgo para enterramientos de alto rango, en escenario similar al cementerio mejor reconocido del sitio Guayabo en Turrialba (ver Alfaro, 1892).
Un hallazgo en Palmeto-Nuñez respalda la nota escrita de 1916-1917 referente a estatuaria en las entradas de encierros, a nuestro entender como estímulo visual y comunicativo para antiguos visitantes del sitio. El hallazgo es la representación escultórica en tamaño natural de un bravío guerrero enmascarado. Por lo tanto, ese tipo de personajes debió estar incluido en la trama social e ideológica de la época, formando parte de la sociopolítica cacical. Múltiples estatuas análogas forman parte de colecciones sin datos de proveniencia; dando a entender el gran acervo de arte público incorporado a la arquitectura de sitios como Anita Grande.
El suelo natural, por debajo del relleno constructivo, delató cerámica de ocupaciones anteriores, así como del periodo de la arquitectura monumental. Se identificó alfarería de todos los complejos enunciados para el Caribe Central (Snarskis, 1978, 1982). Las ocupaciones pudieron dar inicio tan temprano como 1500 a 300 a.E.C., con estilos del complejo cerámico La Montaña. Luego, en el sitio tuvo lugar una historia prehispánica que dejó restos de otros estilos secuenciados, hasta la época de las grandes construcciones en tiempos marcados por alfarería La Cabaña. Las frecuencias en el suelo natural retratan, de manera general, trayectorias análogas para las dos partes muestreadas de Anita Grande (Figura 17a).
Cerámica de El Bosque (300 a.E.C.-300 E.C.) y La Selva A (300-600 E.C.) son diferenciables en el terreno por diversos espacios del sitio, alterados por huaquerismo y agricultura extensiva. En el sector Campos, particularmente, ocupaciones de esos componentes dejaron múltiples cementerios marcados por túmulos de cantos rodados y concentraciones de guijarros pequeños o “coyolillo”. En el sector Campos, las construcciones asociadas a estilos La Cabaña (1000-1550 E.C.) más próximas al río Jiménez respetaron las configuraciones funerarias de periodos precedentes, todo ello en la misma disposición azimutal, independiente de la cronología. Además, tiestos de La Cabaña están presentes por debajo de los rellenos constructivos en Palmeto-Núñez y Campos-Tana. Esto significaría actividad de ese componente como preludio de los trabajos arquitectónicos, algo que también ha sido notado en el sitio Las Mercedes-1 (Vázquez y Chapdelaine, 2005; Vázquez et al., 2010, 2013).
Los basamentos R3 y R5 del sector Palmeto son los más voluminosos del sitio, con diámetros de 30 m y 2,20 m de altura. Empero, es probable que el R5 no sea circular, sino de silueta compuesta. A ese respecto, el rasgo conceptualizado desde el 2004 como circular tendría integrada, al noreste, a la estructura R6 (ver figura 4). De esa forma, la configuración total conciliaría con el patrón observado en el sitio Las Mercedes-1, bajo el modelo de espacios conjuntos nombrados como “casa-patio” (Vázquez et al., 2017). Las configuraciones R5 y R6 están en propiedades colindantes, y tienen de por medio una trocha de servidumbre. Todo lo anterior ha dificultado su conceptualización conjunta.
La exploración estratigráfica del sitio Anita Grande indica que los rellenos fueron constituidos con tierra extraída de socavas o tajos adyacentes a las estructuras arqueológicas (Vázquez, 2006). Hasta donde sabemos, no hay en Costa Rica otros sitios arquitectónicos con identificaciones de tajos. Los tajos se ubican en los sectores Palmeto y Campos (ver figuras 4 y 6a). Las dos mayores son socavas amplias, cada una con un pasillo hundido en declive, adecuado para el traslado de la tierra por cargadores, quizá mediante canastos de espalda o “javas”. Esa tierra habría acarreado, como inclusiones, restos culturales que al hallarse en las áreas de extracción quedaron mezclados con el relleno constructivo. Ello sin excluir la introducción de restos culturales contemporáneos a las acciones constructivas. Los datos exploratorios del R18 documentan actividad culinaria en varios niveles, lo cual habría generado desechos cerámicos y líticos. El R5 rindió pocas inclusiones, quizá por efecto de que su relleno fue arcilloso y consistente con tierra profunda del tajo aledaño a la quebrada Prado.
Los sondeos de los basamentos R18 y R22, del complejo Campos-Tana, delataron el ascenso sostenido de las frecuencias con auge asociado a La Cabaña (ver figura 17b). El panorama diacrónico, a pesar de su limitación por la pequeña muestra, es el esperado para manifestaciones de élites señoriales, las cuales implican construcciones demostrativas y apropiamiento de lugares marcados por la tradición local (Earle, 1987, 1991; ver Vázquez e Hidalgo, 2022).
En cuanto a las implicaciones de los datos de Carbono 14, los resultados de 974-1049 (82,3 %) cal E.C. y 1146-1250 (73,1 %) cal E.C. para Anita Grande armonizan con el rango donde se agrupan los registros isotópicos de los sitios Las Mercedes-1 (Vázquez y Rosenswig, 2017) y La Iberia (Vázquez et al., 2013). En esos yacimientos, también arquitectónicos de Línea Vieja, las determinaciones de radiocarbono datan el contacto entre el suelo natural y el relleno artificial de basamentos entre 1000 y 1200 E.C.
Relaciona con dicho intervalo, además, los registros 1286-1430 (95,4 %) cal E.C. (UCLA 2113-G) y 1172-1324 (80,2 %) cal E.C. (UCLA 2113-I) del sitio La Cabaña (L-20 LC), otro yacimiento arquitectónico de Línea Vieja (Snarskis, 1984). Los contextos de esas determinaciones isotópicas no datan las construcciones, sino la actividad de ocupación en ellas. Así los datos, los registros indican acciones constructivas de infraestructura monumental en el marco de los siglos XI y XIII E.C.
En Anita Grande, las determinaciones disponibles confieren una diferencia de uno a dos siglos a las dos construcciones datadas. En ese marco, la infraestructura del complejo Campos-Tana resulta anterior a la de Palmeto-Núñez. Evidentemente, hay por el momento solo dos registros cronométricos de referencia. Sin embargo, dicha secuencialidad refuerza la proposición sobre el desarrollo derivativo entre los dos complejos, bajo la óptica de seriación arquitectónica en escala de diseño y energética. Donde, el primero es más modesto que el segundo en volumetría estructural, con respecto a basamentos y plazas. Las calzadas fueron construidas con longitudes similares, pero la vía Parasal muestra mayor anchura y habría sido más tardía en la ponderación de los complejos. Esto perfila la posibilidad de que Campos-Tana sea precursor de Palmeto-Núñez.
Conclusión
La existencia de dos complejos arquitectónicos, alineados y con solo 500 m entre ellos, tendría asidero en un modelo de “pueblo viejo-pueblo nuevo”, dentro de una genealogía cacical. En esa senda inferencial, el crecimiento de construcciones demostrativas en los siglos XI y XIII E.C. pudo llevar a la edificación de un nuevo y más suntuario centro en Palmeto-Núñez, como derivación del asiento previo en Campos-Tana. Dataciones por Carbono 14 apuntan hacia unos 200 años o menos, como rango en el cual pudo haber ocurrido el salto a una instalación cacical con diseño más lujoso y mayor volumetría constructiva. En esta visión, el complejo arquitectónico Campos-Tana continuó ocupado por individuos emparentados a la descollante élite de Palmeto-Núñez. Probablemente, dicho intervalo de dos siglos también contempló la expansión, al oeste dentro de Campos-Tana, con obras de considerables dimensiones, pero dispersas. La separación de 500 m entre complejos arquitectónicos es mucho menor a trayectos entre centros cacicales determinados a partir de estudios arqueológicos y etnohistóricos en Costa Rica y Panamá, donde el rango de 10 km o más ha sido planteado (Helms, 1979; Ibarra, 1990; Vázquez et al., 2021). El conocimiento acerca del registro arqueológico de Anita Grande demuestra un avance significativo a partir del año 2005, luego de mantenerse estático desde los albores del siglo XX, tiempo en el cual variados escritos arqueológicos mencionaron el sitio con poco o nulo reconocimiento de campo.
Agradecimientos
El MNCR proveyó recursos operativos para la investigación, incluyendo los análisis de radiocarbono. Ricardo Vázquez fungió como arqueólogo del Departamento de Antropología e Historia, MNCR, hasta su jubilación en el 2020. Es de reconocer la subvención del Premio Aportes de la empresa Florida, Ice & Farm, junto al apoyo arqueológico de Silvia Salgado, Harry Massey, Julio C. Sánchez y George Maloof en 2004-2005. Para la temporada 2018, el trabajo contó con parte de una subvención Waitt de la National Geographic Society y el soporte administrativo de la Fundación Museo Nacional – Anastasio Alfaro. La subvención de National Geographic fue otorgada a Robert Rosenswig por medio de la Research Foundation de la University at Albany, State University of New York. Luis Arce y Fabiola De la O brindaron valiosa participación en acciones de campo y laboratorio. Agradecemos a Donald Jiménez y los ayudantes de campo en el 2018, vecinos de la comunidad de Altos de Germania, Siquirres. Damos las gracias a Maritza Gutiérrez por el análisis de arqueofauna, también a Juan C. Calleja por sus recomendaciones en artes gráficas. Especial gratitud a Friedrick Hass, Mayra González y Francisco Torres, quienes autorizaron acceso a sus terrenos. No omitimos destacar la apreciable ayuda de los señores Carlos Campos, Juvenal Siles y Eugenio “Tana” Zúñiga.
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