Arquitectura demostrativa y asamblearia en el contexto paisajístico del sitio arqueológico Guastomatal, Mansión de Nicoya, Costa Rica
Arqueólogo consultor, San José, Costa Rica
Julio-Diciembre 2023, 33(2)
DOI: https://doi.org/10.15517/cat.v33i2.54498
Recibido: 14-03-2023 / Aceptado: 01-06-2023
Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas
Centro de Investigaciones Antropológicas (CIAN), Universidad de Costa Rica (UCR)
ISSN 2215-356X
Resumen: Se analiza el sitio Guastomatal en Mansión de Nicoya, con características novedosas dentro del registro arqueológico disponible para el noroeste de Costa Rica. La arquitectura del sitio incluye dos basamentos elevados y una plaza en forma de herradura confinada por muros de piedra; rasgos cuya similitud se establece con el territorio Caribe Central de Costa Rica. El denominador en común es un patrón residencial/asambleario postulado en el presente artículo. Guastomatal muestra atributos del paisaje que destacan en su emplazamiento. Forman parte de los hallazgos, los indicios de una vía formalizada de acceso y los lomos de tierra para probables empalizadas, así como de los depósitos atribuibles a un taller de trabajo lítico y un basurero. En el nivel de conocimiento actual, el sitio es datado preliminarmente en 600-900 E.C., referenciado por correlación cerámica y arquitectónica. Las características de Guastomatal dan sentido a un emplazamiento de limitada monumentalidad con sobresaliente simbolismo paisajístico, que enlazamos con actividades administrativo-religiosas de orden cacical.
Palabras claves: arquitectura precolombina; basamentos elevados; plaza encerrada; asentamiento cacical; Guanacaste.
Demonstrative and assembly architecture in the landscape context of the Guastomatal archaeological site, Mansión of Nicoya, Costa Rica
Abstract: In this article, the Guastomatal site located in Mansión of Nicoya is analyzed, with novel characteristics in the archaeological record of northwestern Costa Rica. The architecture of the site includes two elevated foundations and a U-shape plaza confined by stonewalls; features whose similarity is established with the Central Caribbean territory of Costa Rica. The common denominator is a residential/assembly pattern postulated in the present article. Guastomatal shows landscape attributes that stand out in its location. Clues of a formalized road, and earthen ridges for probable palisades are part of the findings, as well as deposits attributable to a chipped-stone workshop and a midden. At the current level of knowledge, the site is preliminarily dated to 600-900 C.E., on the bases of ceramic and architectural correlation. The characteristics of Guastomatal give meaning to a site of limited monumentality with upstanding landscape symbolism, that we linked to administrative-religious activities of chieftain status.
Keywords: precolumbian architecture; elevated foundations; enclosed plaza; chieftain settlement; Guanacaste.
Introducción
Las evidencias de las sociedades prehispánicas del noroeste de Costa Rica en la Era Cerámica (1500 a.E.C.-1550 E.C.) reflejan atributos culturales y acontecimientos poblacionales diferenciables con respecto a otras partes del país. Esas sociedades antiguas aparecen asignadas en publicaciones arqueológicas al territorio cultural Gran Nicoya en su Sector Sur (Norweb, 1961; Lange, 1984). Para ese territorio, en las provincias de Guanacaste y parte norte de Puntarenas, se cuenta con información de algunos proyectos regionales, además de estudios prospectivos en sitios específicos. Quedan, sin embargo, extensos espacios geográficos con poca o ninguna investigación de campo.
El conocimiento arqueológico sobre formas de organización sociopolítica es esencialmente básico para el noroeste de Costa Rica; ello a pesar de las menciones en documentos españoles sobre cacicazgos indígenas; por ejemplo: las referencias alusivas a la expedición liderada por González Dávila (Peralta, 1883), en 1522-1523, y la crónica apuntada por Fernández de Oviedo (1959) de 1529. Esa información etnohistórica alude, con particular mención, al actual cantón de Nicoya como una región demográficamente relevante.
La interpretación arqueológica más publicada apoya el criterio de que en Guanacaste-Nicoya fueron exiguas las manifestaciones de jefaturas, donde un indicador faltante sería la arquitectura elitista (Creamer y Hass, 1985; Lange, 1992). Por contraste, para el Sector Norte, en Nicaragua, datos sobre sofisticación y monumentalidad constructiva, como el gran tamaño de algunos asentamientos, riman con el desarrollo de mandos cacicales (Briz et al., 1999; McCafferty y Dennett, 2021; McCafferty y Steinbrenner, 2005; Salgado y Vázquez, 2006). En el Sector Sur, la inferencia de jerarquización se ha centrado en indicios funerarios de personajes con destacado rango social, documentados mediante excavación controlada (Brenes, 2020; Herrera y Solís, 2020; Lawrence et al., 2019; Wallace y Accola, 1980). Esto interferido por el fiero impacto del huaquerismo, endémico en Costa Rica.
La información sobre Guanacaste-Nicoya reporta suntuarios adornos corporales de lapidaria y voluminosos túmulos funerarios que, entre otras manifestaciones, simbolizan desigualdad social y comunitaria (Easby, 1968; Guerrero y Solís, 1994). Empero, son pocos los casos identificados en torno a una monumentalidad residencial, con mampostería pétrea, que ponga de relieve asentamientos elitistas (Fernández 2013; Lawrence, 1989; Salgado y Vázquez, 2006; Solís et al., 2022). Son menos aún los casos atribuibles a arquitectura prehispánica con connotación administrativo-religiosa (Baudez et al., 1992).
En oposición, el correlato residencial de desigualdades sociales, marcado por obras de laboriosa realización, tiene registro en varios ámbitos territoriales costarricenses, entre ellos: la Vertiente Norte, el Intermontano Central, el Pacífico Central, el Pacífico Sur y el Caribe Central (Aguilar, 1972; Corrales, 2021, 2019; Corrales y Badilla, 2015, 2018; Corrales y Quintanilla, 1992; Drolet, 1985, 1992; Fallas 2021; Fonseca y Chávez, 2003; Murillo y Sol, 2023; Núñez, 2020; Peytrequín y Aguilar, 2007; Quilter, 2004; Salazar et al., 2018; Salgado et al., 2012; Solís, 1992; Solís et al., 2019; Vázquez et al., 2005; Vázquez e Hidalgo, 2022; Vázquez y Rosenswig 2017). Asimismo, reportes verbales y escuetas menciones escritas adicionan a la lista regiones en la cordillera de Talamanca.
Elevaciones artificiales de forma circular y retenciones curvas en relieve escalonado, atribuibles a plantas de viviendas, tienen registros en los distritos guanacastecos de Nicoya y Mansión (Fernández, 2013; Lawrence, 1989; Solís et al., 2022). Sin embargo, para Guanacaste-Nicoya no conocemos documentación sobre construcciones demostrativas de connotación asamblearia, en particular plazas demarcadas. Igual vacío de información ocurre en cuanto a vías de acceso a conjuntos arquitectónicos. Son pocas, asimismo, las referencias acerca de la apropiación del paisaje natural en sitios con estructuras (Baudez et al., 1992). Por lo tanto, espacios y caminos formalizados darían fenomenología al comportamiento asambleario, como concepto postulado con detalle en páginas posteriores.
Este artículo se centra en datos preliminares del sitio Guastomatal, registrado en el Museo Nacional de Costa Rica (MNCR) bajo la clave G-934 Gu. El Departamento de Antropología e Historia (DAH) del MNCR ve conveniente la designación de “monumento” en dicha indexación. Aquí utilizamos más la terminología de “sitio” o “yacimiento”. El monumento G-934 Gu evidencia construcciones arquitectónicas en conjunción deliberada con condiciones topográficas y panorámicas. La arquitectura del sitio, a pesar de ser sobria sin gran complejidad estructural y presentar moderado tamaño, sugiere propósitos para la demostración de poder político y la congregación o asamblea de personas. Las visitas arqueológicas al sitio Guastomatal han alcanzado solo el nivel exploratorio, realizadas a mediados y en el segundo semestre del 2012, con una recolección de superficie a inicios del 2017.
Guastomatal comparte similitud analógica en su plan de infraestructura con respecto a sitios del Caribe Central de Costa Rica, los cuales han sido vinculados a élites cacicales. Aunque la data expuesta aquí es preliminar, hay criterios para proponer que el diseño compartido alude funcionalmente a la sinergia entre arquitectura y sociopolítica. Como en el Caribe Central, la tarea constructiva en Guastomatal da la idea de haber requerido mano de obra aportada desde varios asentamientos. El diseño análogo privilegió dos basamentos sobresalientes, uno de ellos con dominio posicional sobre una plaza encerrada por muro de piedra. En esa línea valorativa, el reflejo de jerarquía y mando cacical se perfila como una fuerte posibilidad interpretativa. Además, variables ligadas a emplazamiento y zonas de vida se adhieren al discurso deductivo del presente trabajo, conjeturadas como simbolismo paisajístico potenciador en cuanto al realce del sitio (ver Tilley, 1997).
Ubicación y zonas de vida
El sitio Guastomatal se halla en la cuenca del río Morote, coincidente con la coordenada 353392 / 1115577 sistema CRTM-05, a 135 m sobre el nivel del mar, distrito Mansión, cantón Nicoya, noroeste de Costa Rica. Dista 700 m al noreste del poblado homónimo, por un camino vecinal (Figura 1).
Al emplazamiento arqueológico lo riega la quebrada Coyolar, la cual baja de los cerros Azul y Jesús desde el noreste. Según informantes, dicho arroyo provee agua todo el año. Desde el sitio, ambos cerros lucen como imponentes macizos gemelos. Al suroeste del sitio se abre una panorámica amplia en relieve tendido, por donde discurre el río Morote.
Guastomatal está asentado en una interfaz entre las zonas medioambientales de bosque premontano y bosque tropical húmedo (Bolaños y Watson, 1992 ; Tosi, 1969). La cartografía ecológica indica que desde las cimas del Azul y Jesús las vistas alcanzan la península y el golfo de Nicoya, así como la desembocadura del río Tempisque y su valle aluvial. Todo ello suma tres zonas de vida a las dos antes mencionadas. Durante las visitas exploratorias, el terreno del sitio mostraba pasto, arbustos y dispersa reforestación con teca.
Tamaño y características configurativas del sitio
Las visitas prospectivas indican que el sitio Guastomatal contempla 2,5 hectáreas, al lado oeste de la quebrada Coyolar sobre terreno plano a manera de meseta, donde aparecen restos arqueológicos en superficie, tanto cerámicos como líticos. En un tercio de dicha área resaltan estructuras arquitectónicas, a saber: un basamento (R1), una plaza en forma de herradura con robustos muros de piedra (R2), dos lomos alargados de tierra (R3 y R4), además de un rasgo circular con piedras asociadas (R5) muy impactado por huaquerismo (Figura 2). El lado este de la quebrada debe ser objeto a futuro de reconocimiento arqueológico.
Otras configuraciones corresponden a declives inclinados hacia la quebrada. Uno de ellos (R6) es evidente por sus 15 m de ancho. El R6 articula con un paso (R7) de 3 x 1,5 m, zanjado en el talud derecho del arroyo. El R7 es céntrico en el borde este del R6. La concavidad del otro declive (R8) es menos marcada con respecto al R6, pero también deja presumir hechura cultural. Los declives R6 y R8 se reconocen en relación con los basamentos R1 y R5, respectivamente. En ambos desniveles hay visibles restos cerámicos y líticos.
Las configuraciones cóncavas en el terreno, debido a su simetría de relieve y sus ubicaciones, llevan a pensar en trabajos intencionales de excavación integrados al diseño arquitectónico. En ese sentido, los declives conformaron accesos formalizados al arroyo, vinculados a las actividades desarrolladas en cada basamento. Como producto, las excavaciones habrían aportado tierra para los rellenos constructivos.
Los bordes este, oeste y suroeste del área arquitectónica presentan escalonamiento, colindante con relieve más inclinado e irregular. El cambio topográfico hace lucir como una plataforma al espacio con infraestructura antigua. Esa meseta da la impresión de haber contado en la escogencia del sitio, en aras del aprovechamiento de circunstancias naturales del paisaje.
Rasgos arquitectónicos
El basamento R1 destaca como un rasgo focal en el arreglo del conjunto arquitectónico de Guastomatal (Figura 3a). R1 se halla frente a la apertura de la impresionante plaza R2, y la cercanía entre ambas configuraciones deja dos accesos a la plaza de 5 m de ancho cada uno. En el costado posterior del R1 está el declive ancho R6, que da conexión hacia la quebrada Coyolar (Figura 3b). El R1 está constituido por un relleno artificial de tierra, elevado 1 m o poco más por sobre la superficie circundante (ver Figura 3a).
La morfología del R1 resulta difusa, debido al huaqueo que distorsionó el rasgo. R1 puede ser circular o cuadrangular, con medidas máximas de entre 16 y 18 m. Las observaciones exploratorias no advirtieron un muro de contención claramente constituido alrededor del R1, pero sí la existencia conspicua de piedras en su perímetro. Se recolectó fragmentos de arcilla cocida en el basamento, los cuales exhiben impresiones de caña y superficies alisadas. Atributos indicativos del uso de la arcilla endurecida por calor como repello o revestimiento en la superestructura del R1.
La plaza R2 está constituida por un muro semicircular erguido con masiva cantidad de piedra, que registra 4 m de ancho. Su altura está afectada por deterioro, pero pudo alcanzar 1,20 m en algunos segmentos y 1,80 m en otros; diferencia atribuible a la nivelación de la parte superior del muro con respecto a la superficie de base. Esta construcción combina piedras angulosas y redondeadas, al parecer traídas del derrubio natural y la quebrada cercana. El muro curvo encierra unos 500 m2. Cabe mencionar una brecha en la parte noroeste del muro que parece ser producto del paso repetitivo de ganado. Tanto la gruesa anchura como la nivelación del muro guardan similitud con el estilo constructivo documentado en sitios arqueológicos del Caribe Central de Costa Rica (Hartman, 1901; Skinner, 1926; Vázquez, 2006).
Importante anotar que el yacimiento de Guastomatal posee espacios abiertos de holgadas dimensiones, donde hay restos culturales fragmentarios sin arquitectura que destaque en el terreno. Esos espacios dieron la posibilidad en el pasado prehispánico de situar viviendas a nivel de superficie e, inclusive, congregar visitantes. Al respecto, entonces, la plaza encerrada R2 denota haber operado con fines asamblearios de convocatoria separada, al frente del destacado basamento R1 desde donde al parecer emanó la rectoría administrativa del sitio.
A unos 40 m al noreste del basamento R1 yace el R5, a manera de otra elevación del relieve, con unos 15 m de diámetro. El R5 tiene piedras desestructuradas, pero perimetrales, y su espacio interno se muestra deprimido (Figura 3c). Cabe apuntar dos posibilidades sobre dicha condición estructural: 1) puede corresponder a un segundo basamento con hundimiento causado por huaqueo, o 2) puede haber en él una conformación cóncava de factura original, pero alterada. El R5 está un poco más cerca de la quebrada Coyolar que el R1. Entre el R5 y el arroyo parece existir otro declive (R8). En ese caso, el desnivel es más tenue y menos marcado que en el R6.
El R5 está flanqueado al norte y al sur por lomos artificiales de tierra indexados, respectivamente, como R3 y R4. Ellos registran 1 m de alto, 1,5 de ancho y 35 a 45 m de longitud. Los lomos se orientan en paralelo entre sí, aunque no son rectos. El R3 describe leves curvas y el R4 una conformación angulada (ver Figura 2). La presunta función de los lomos es aislar el R5. Así también, el lomo R4 deja en un sector aparte al R1 y el R2, con respecto al emplazamiento del R5, cuya periferia es holgada, con espacioso predio entre los lomos. La posibilidad de que los lomos fueran bases para la ubicación de empalizadas debe ser indagada en futuros estudios del sitio Guastomatal.
Posible vía formalizada de acceso
En una de las visitas al sitio Guastomatal, la mala condición del camino vecinal hizo necesario el ingreso pedestre por el terreno de la finca, más allá de lo acostumbrado, 450 m al suroeste del conjunto de evidencias arquitectónicas. En ese punto de ingreso, a 10 m de la cerca, fue notoria una configuración rectangular estructurada por piedra yuxtapuesta, con arreglo simétrico y las siguientes dimensiones: 7 m de longitud, 1,5 m de ancho y 1 m de altura. Ese rasgo pétreo (R9) evidenció asociación con cerámica prehispánica; sin embargo, no se le halló contraparte paralela ni estructuras adicionales en cercanía (Figura 4).
Mediante GPS, la proyección del eje longitudinal del R9 fue objeto de seguimiento sobre el terreno. El direccionamiento lineal, con rumbo 70° noreste, condujo al área del conjunto arquitectónico del sitio Guastomatal. En ese azimut, la proyección apunta hacia el R5 entre los lomos R3 y R4. El trayecto pasa un arroyo y accede al emplazamiento arqueológico por un acenso progresivo con relieve regular. Las circunstancias antes descritas sugieren el eje de una vía formalizada con el R9 y el R5 como estructuras de referencia. El R9 evoca muros anexos a calzadas y vías en tierra registrados en la región denominada Línea Vieja del Caribe Central costarricense (Vázquez, 2006; Vázquez y Rosenswig, 2017). Queda por definir, mediante un reconocimiento detallado del terreno en Guastomatal, si existe o no huella marcada por pisoteo u obra caminera.
Recolección de superficie, cronología relativa e indicios líticos
Además del levantamiento por GPS, las acciones exploratorias incluyeron recolección de superficie en cuatro unidades de 2 x 2 m, tres de ellas dentro del área arquitectónica y otra en su periferia inmediata (ver Figura 2). Los cuadros se dispusieron a juicio del investigador, en lugares con perceptible densidad de restos culturales, a saber: cerámica, arcilla cocida y lítica. El cuadro 1 especifica la distribución de las unidades en el marco del sitio, con referencia a configuraciones arquitectónicas.
La cerámica presenta, en mayor medida, modos de forma y decoración afines a la monocromía y bicromía, con esgrafiado y punzonado, del componente Bagaces datado en 300-800 E.C. (Guerrero et al., 1994). Los tiestos no revelan fina estética, sino atributos toscos que las tipologías no toman tanto en cuenta (Figura 5a). Destaca un soporte cónico y hueco, así como ejemplares esgrafiados, todo ello evocativo del tipo Guinea Inciso (Abel-Vidor et al., 1990). Hay también fragmentos de ollas globulares con el labio abultado y el cuello alto, lo cual aparece de manera análoga, por ejemplo, en el tipo Hermano Beige.
La recolección de superficie rindió tres tiestos policromos con sus superficies desgastadas. Dos de ellos insinúan atributos de los tipos Mora, variedad Mora, y Altiplano (Figura 5b). Esos tres fragmentos, por los engobes y líneas pintadas, dan la clara impresión de corresponder al ensamblaje surgido en Gran Nicoya hacia 800 E.C. (Abel-Vidor et al., 1990), con permanencia hasta 1550 E.C. (McCafferty y Dennett, 2021; McCafferty y Steinbrenner, 2005).
Según los datos a mano, el intervalo cronológico de carácter tentativo que se le confiere aquí al sitio Guastomatal, con fundamento en la pequeña muestra disponible de alfarería, cae conjeturalmente entre 600 y 900 E.C. En dicho juicio coadyuva la correlación arquitectónica que se expone más adelante en este artículo. Sin embargo, es del todo necesario precisar la temporalidad del sitio en futuros trabajos arqueológicos.
La recolección de superficie aportó una gama de restos líticos. En la unidad 2, al costado norte de la plaza R2, la lítica es vinculable a una estación de manufactura e incluye: percutores, desechos de lasqueo y artefactos sobre lasca (Figuras 6a y 6b). El lasqueo tuvo como materia prima a rocas cuarcíferas, criptocristalinas, y usó guijarros para percutir. El material lítico muestra también el uso de fragmentado por exposición al fuego. Además, la unidad 2 registró parte de un metate y una mano/machacador, ambos en roca ígnea.
Una ostensible cantidad de arcilla cocida con impresión de caña y alisado fue hallada en el basamento R1, unidad 3 (Figuras 6c y 6d). Esta asociación resulta consistente con el sostén de paredes y el repello de una superestructura dispuesta sobre el R1. Hallazgos análogos han sido reportados en diferentes territorios costarricenses (Guerrero y Hernández, 2003). Es posible plantear que el cocimiento de la arcilla requirió exposición directa al fuego, quizá mediante antorchas. En casos estudiados, la cantidad de restos del repello refleja si el recubrimiento pudo haber tenido lugar en todo el alto de pared o solo en la parte inferior, lo cual habría bloqueado el ingreso de ratas, serpientes y otros seres no gratos (Salazar et al., 2018; Solís et al., 2019).
Otro depósito destacable fue muestreado en la parte inferior del escalón topográfico al oeste de la plaza R2, unidad 4. En esa ubicación, la cantidad de restos fragmentarios, muchos de ellos cerámicos, lleva a pensar en el vertido de desechos. La escorrentía había expuesto parte del posible basurero.
Similitud con la arquitectura del Caribe Central: el patrón residencial/asambleario
Dentro de la información disponible para Costa Rica, Guastomatal encuentra correlación en sus elementos constitutivos particularmente con sitios del Caribe Central (Aguilar, 1972; Fonseca, 1981; Hartman, 1901; Skinner, 1926; Snarskis, 1978; Vázquez, 2006). Complejos arquitectónicos identificados en regiones de ese territorio comparten entre ellos tipos de rasgos constructivos, pero varianza en cuanto a tamaño y diseño específico, esto es: con similitud, pero sin esquema monolítico. Dos tipos de rasgos infraestructurales característicos del patrón se atribuyen a: 1) basamentos residenciales y 2) infraestructura para la recepción de visitantes. Dichas construcciones sugieren la residencia en los sitios de personajes con rango social distinguido, así como fueros administrativos y religiosos que involucraron actividades asamblearias, al parecer en el seno de organizaciones cacicales (Snarskis, 1984). La variabilidad ha hecho factible jerarquizar los sitios, con fundamento en niveles de energética y complejidad constructiva (Vázquez y Rosenswig, 2017; Vázquez et al., 2021, 2022).
Los cascos o agrupaciones de estructuras en asentamientos del Caribe Central ocupan desde 1 hasta poco más de 10 hectáreas. Su manifestación imperecedera advierte construcciones basales de piedra y tierra. Arquitectura adicional contempla cementerios integrados al casco infraestructural y en su periferia inmediata (Hartman, 1901; Skinner, 1926). Todo ello está en gran parte degradado por huaquerismo y uso económico del suelo. Resalta el protagonismo de basamentos mayores, con frecuencia de dos adyacentes o en relativa cercanía entre ambos. También tienen parte en los diseños, vías formalizadas que acceden a los cascos de estructuras, en conexión con plazas confinadas por muros o ribetes de piedra (Salgado et al., 2021; Vázquez, 2006). Esos dos últimos tipos de configuraciones habrían funcionado para recibir visitantes, presuntamente en eventos procesionales con la práctica de asambleas.
Vale enfatizar los indicios que llevan a colegir la recepción ordenada de visitantes y la práctica asamblearia en el sitio Guastomatal. Como se dijo, la manifiesta posibilidad de un camino articulado con el asentamiento, junto a la muy bien constituida plaza encerrada, sirve de referencia arqueológica. Esos elementos dan pie para inferir la llegada conjunta y el agrupamiento de personas. Así mismo, proponer el comportamiento asambleario que pudo involucrar varios espacios del sitio, pero tener esencia ceremonial dentro del encierro de piedra, anexo a un basamento elevado. El acceso mediante una vía formalizada lleva a proponer un orden protocolario con arreglo procesional, lo cual habría aportado solemnidad por parte de los visitantes. Esto último se plantea como una visualización difícil de sustentar arqueológicamente, pero consistente con tendencias del registro etnológico en diversas sociedades antiguas y contemporáneas.
La elevación de los basamentos ha llevado a interpretarlos como cimientos de casas o sofisticados ranchos. Mayor volumetría basal tendría correlato con residencias y recintos de superior intención demostrativa, en torno a personajes destacados en actividades administrativas y religiosas. Sobre la misma línea inferencial, las diferencias de monumentalidad entre los complejos arquitectónicos resultan equiparables o isométricas con la convocatoria sociopolítica para acceder a mano de obra (Snarskis, 1984). Deben de tenerse en cuenta variaciones atribuibles a la cronología y la adición de construcciones en ciertos sitios (Salgado et al., 2021; Vázquez et al., 2022).
En el Caribe Central de Costa Rica, la arquitectura de ostensible monumentalidad dentro del patrón residencial/asambleario antes esbozado cuenta con fechamientos por radiocarbono mayormente en el rango 600-1200 E.C. Ejemplos aparecen en publicaciones correspondientes a las siguientes regiones: Guayabo de Turrialba, Línea Vieja, La Unión de Guápiles y Orquetas de Sarapiquí (Aguilar, 1972; Alarcón, 2018; Fonseca, 1981; Gutiérrez y Mora, 1990; Salgado et al., 2021; Vázquez y Rosenswig, 2017; Vázquez et al., 2013, 2022). Por oposición, asentamientos adscritos a ese rango cuya arquitectura diverge con respecto a dicho patrón han sido reportados para: el Pacífico Central, la Vertiente Norte, el Pacífico Sur y el occidente del Intermontano Central (Corrales, 2019, 2021; Corrales y Badilla, 2015, 2018; Corrales y Quintanilla, 1992; Drolet, 1985, 1992; Fonseca y Chávez, 2003; Frost, 2021; Frost y Quilter, 2012; Murillo y Sol, 2023; Núñez, 2022; Quilter, 2004; Vázquez et al., 2005). Es importante reconocer que, para Costa Rica, registros adicionales relativos a arquitectura residencial figuran en tesis universitarias e informes, o bajo menciones publicadas, pero sucintas. Así las cosas, Guastomatal constituye el único caso conocido en el noroeste del país, a la fecha, que muestra concordancias configurativas con el patrón residencial/asambleario.
El cuerpo de datos radiométricos del Caribe Central es consistente con 900-1000 E.C., para el auge de las construcciones vinculables a jerarquías cacicales en algunos sitios de superior arquitectura demostrativa, como: Las Mercedes, Guayabo y Anita Grande (Alarcón, 2018; Vázquez y Rosenswig, 2017; Vázquez et al., 2022). No obstante, un despliegue más temprano de ejecución constructiva ha sido estimado en el Caribe Central y la Vertiente Norte entre 600-900 E.C. (Salgado et al., 2021; Vázquez et al., 2005). Compete destacar que, entre la información a mano, es limitada a un caso la datación absoluta cercana al Contacto y la Colonia española asociada a obra habitacional en un sitio arquitectónico (Salazar et al., 2018).
A pesar de lo antes dicho, asentamientos con infraestructura demostrativa del Caribe Central continuaron en uso durante el siglo XVI, quizá con menor esplendor, pero recepción acumulativa en ellos y sus periferias de eventos funerarios. Al respecto, esos eventos ocurrieron en sepulturas con características formales instituidas y diseminadas hacia 900-1000 E.C., en cistas de piedra, constantes en el siglo XVI dado su registro como nichos de artefactos introducidos por la colonización española (Acuña, 1986; Hartman, 1901; Ibarra y Pérez-Briceño, 2021; Vargas, 2011; Vázquez, 2014; Vázquez et al., 2015). Más allá de ello, las fuentes escritas admiten la perduración de los cacicazgos, dentro de jefaturas de varios niveles jerarquizados, como organizaciones sociopolíticas vigentes en los siglos XVI y XVII entre los pueblos indígenas de Costa Rica y el sur de América Central (Helms, 1979; Ibarra, 1990).
Discusión
Guastomatal exhibe correlatos materiales relacionables al fuero cacical, entre ellos: basamentos elevados y una plaza encerrada con masivo muro de piedra. Así también, en el sitio tiene presencia la sectorización que trazan dos lomos artificiales de tierra, tal vez bases de empalizadas. Cabe mencionar, además, la integración con el arroyo cercano, mediante desniveles artificiales simétricamente excavados en el terreno. La tierra extraída sirvió para los rellenos constructivos de basamentos y lomos.
El emplazamiento de Guastomatal se asienta en una meseta con borde definido por un escalonamiento topográfico, lo cual deja las obras arquitectónicas en posición prominente. Esto propicia la vista panorámica hacia el oeste en dirección al océano y la puesta del sol. A espaldas, dos macizos que lucen como orografías gemelas se levantan en proximidad al emplazamiento. Todo ello aporta efectos perceptuales relevantes, con sugestiva carga simbólica bajo la óptica de la arqueología del paisaje (ver Tilley, 1997). Además, dos zonas de vida empatan donde se halla el sitio y desde los cerros cercanos quedan visibles tres zonas ambientales más. Si bien las divisiones ecológicas son constructo de la biología, sus cualidades sustantivas serían discernibles como reservorios de recursos, particularmente para habitantes indígenas con familiaridad y agudo sentido cognoscitivo sobre el mundo natural.
Guastomatal presenta limitada monumentalidad, pero complejo simbolismo paisajístico y medioambiental, así como atributos arquitectónicos vinculables a un fuero sociopolítico cacical, congruente con el patrón residencial/asambleario que se postula en el presente artículo. La energética de construcción equipara a Guastomatal con el nivel bajo o discreto del Caribe Central, donde ejemplos en cuanto a escala de monumentalidad, característicos del patrón residencial/asambleario, han sido analizados y, al respecto, se prioriza aquí ese parámetro comparativo.
El simbolismo paisajístico puede argüirse para múltiples y muy diversos sitios de ocupación humana. En el caso de Guastomatal, tanto la percepción visual como el trasfondo de conocimiento desde otras disciplinas dejan en obviedad atributos físicos, cuyo enlace llama a relacionarlos con la fundación del asentamiento. El simbolismo tendría ideación subjetiva en el constructo interpretativo del estudio arqueológico. Sin embargo, las circunstancias topográficas, orogénicas, hidrológicas y medioambientales, enunciadas en este escrito, individualizan el contexto paisajístico del caso bajo discusión. La particularidad de los atributos ha sido advertida por diferentes profesionales en arqueología invitados a visitar el yacimiento.
El concepto de diseño residencial/asambleario pudo ser adquirido en Guanacaste-Nicoya vía préstamo, mediante contactos entre personas y, en ello, representantes de la élite indígena (Helms, 1979). Transferencias de ese tipo han sido argumentadas para Costa Rica, arguyendo inclusive viajes a largas distancias (Rosenswig y Vázquez, 2021). También pudo tener efecto información circulante, atractiva para los estamentos de élite, relativa a logros en infraestructura demostrativa. Para el caso de Guastomatal, cabe hipotetizar que la adopción ocurriera relativamente temprano en la trayectoria arquitectónica residencial/asamblearia.
De igual forma, la posibilidad de un enclave no sería negligible; la evidencia cerámica revisada hasta ahora para Guastomatal disiente de ese planteamiento. No se deben perder de vista las interacciones por intercambio y comercio, vigentes en trayectorias de muy largo aliento, lo cual ha sido notado para Guanacaste-Nicoya con particular riqueza informativa mediante documentación de la Colonia española (Ibarra, 1989).
La asociación cerámica pone el surgimiento arquitectónico del sitio Guastomatal en el Periodo V, dentro del estadio denominado Bagaces, con 600 E.C. como fecha mínima de referencia. Empero, queda asimismo patente una trayectoria de continuidad hacia el Periodo VI, cuando sobrevinieron las circunstancias de Sapoá/Ometepe, y circularon policromos de esa época con dispersión a otros territorios, entre ellos el Caribe Central. Sería de suponer, con fundamento en ese orden de inferencia, que el yacimiento había quedado inhabitado antes del contacto con los españoles; en virtud de los pocos tiestos policromos que reportó la recolección de superficie. Sin embargo, el estado del conocimiento acerca del yacimiento es preliminar.
El intervalo estrecho que en el presente trabajo se le adjudica al sitio Guastomatal va entre 600 y 900 años E.C. Dos líneas de inferencia quedan enhebradas en ese rango, a saber: 1) la coexistencia de estilos alfareros en Guanacaste-Nicoya correspondientes a la parte tardía del Periodo V, así como 2) el inicio de la trayectoria arquitectónica con trasfondo residencial/asambleario en Costa Rica. El alba de dicha trayectoria no ha sido estimada por debajo de la cota 600 E.C. en el Caribe Central. Por otra parte, la cerámica policroma, que inicia su aparición en 800-900 E.C., está escasamente representada dentro de la pequeña muestra recuperada por recolección de superficie en Guastomatal. Con respecto a esto último, el avance de la ocupación por sobre 900 E.C. habría inducido al aumento de policromos que marcaran en mayor medida los estilos Sapoá/Ometepe.
Conclusión
El sitio Guastomatal ejemplifica que el Sector Sur de Gran Nicoya no constituye una excepción en cuanto a asentamientos configurativamente indicativos de rango social. Esto opone balance a la idea de tribus complejas como la organización sociocultural imperante en Guanacaste-Nicoya (Creamer y Hass, 1985; Lange, 1992); y, a ese respecto, la ausencia de mayores identificaciones arquitectónicas demostrativas de jefaturas puede ser consecuencia del muestreo. Es posible argumentar para dicho sector, entonces, la ocurrencia del mando hereditario de cacicazgos, cuyo dimensionamiento teórico debe considerar múltiples variables, entre ellas los niveles demográficos (ver Earle, 1987, 1991).
Resulta presumible que las ubicaciones dadas a las prospecciones regionales en el sur de Gran Nicoya no beneficiaron hallazgos de yacimientos con arquitectura demostrativa. Esos estudios mayormente tuvieron lugar en costas e islas (Creamer, 1986; Lange, 1978; Lange et al., 1980), otros en regiones de baja fertilidad edáfica y fuerte sequía estacional (Guerrero y Solís, 1994; Lange, 1971), o periódica afectación por actividad volcánica (Sheets y McKee, 1994). Así, las prospecciones exploraron ámbitos geográficos y ambientales relevantes, pero marginales en condiciones ambientales de más alta potencialidad para el crecimiento demográfico de las poblaciones humanas. En ese planteamiento, el medio biofísico no determinaría, pero sí propiciaría fenómenos antropológicos. Además, las proyecciones demográficas hay que ponderarlas en tazas moderadas con respecto a escalas continentales, pero de peso en ámbitos territoriales donde se estima que las poblaciones indígenas mantuvieron tamaños por debajo de los cientos de miles (ver Drennan, 1991; Sheets, 1992).
Llama la atención el ámbito del cantón de Nicoya, donde hay reportes de sitios con infraestructura destacada, notoria en terrenos sin gruesa cubierta edáfica (Fernández, 2013; Lawrence, 1989; Solís et al., 2022). Así mismo, menciones etnohistóricas sobre cacicazgos que, si bien aluden al final de la Era Prehispánica, es posible delinearlas como indicativas de tendencias desde siglos previos (Peralta, 1883; Fernández de Oviedo, 1959); a ello se suma el ejemplo de Guastomatal. Sin demeritar la importancia de estudios antecedentes, es sugestiva la posibilidad relativa a hallazgos de monumentalidad arquitectónica en diferentes regiones de Guanacaste-Nicoya.
Las denuncias de informantes son muy importantes de investigar. Empero, a efecto del poder analítico, los datos regionales serían de superior beneficio para la interpretación del pasado sociocultural. En ese sentido, competería promover prospecciones sistemáticas bajo premisas deductivas. Condiciones naturales, datos arqueológicos y referencias etnohistóricas deben ser considerados a ese respecto, en hipótesis acerca de nódulos demográficos. Llenar cada vez más esos vacíos queda por delante, con la consecución de fondos y los necesarios permisos de acceso a propiedades, como desafíos operativos por afrontar por parte de profesionales en arqueología.
Agradecimientos
El MNCR proveyó los recursos operativos que permitieron las giras y acciones de laboratorio. Ricardo Vázquez fungió como arqueólogo del Departamento de Antropología e Historia (DAH), MNCR, hasta su jubilación en el 2020. Juan C. Piñar, Álvaro Jara y Mario Grijalba, investigadores en su momento de la Sub-Delegación de Nicoya del Organismo de Investigación Judicial, guiaron la primera visita del suscrito al sitio Guastomatal. Reinaldo Sánchez, propietario en ese entonces del terreno, con total amabilidad autorizó las visitas de estudio y estuvo presente en varias de ellas. Don Reinaldo, lamentablemente, falleció hace varios años. Dennis Blanton colaboró en los levantamientos GPS y fotográfico, lo cual fue de gran ayuda. Fabiola de la O y José Brenes, arqueólogos del DAH-MNCR, colaboraron en la recolección de superficie y las acciones de laboratorio. Se agradece la visita al sitio de los arqueólogos Juan V. Guerrero y Felipe Solís del DAH-MNCR, quienes además rindieron opinión sobre la muestra cerámica. Información acerca del yacimiento fue expuesta por el autor de este artículo, como ponencia, en el IX Congreso de la Red Centroamericana de Antropología 2017.
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