Anuario de Estudios Centroamericanos

Universidad de Costa Rica, Volumen 45, 2019

ISSN: 2215-4175

DOI: 10.15517/AECA.V45I0.40718

 

Claudia Palma Campos. Me puse a jugar de narco. Mujeres, tráfico de drogas y cárcel en Costa Rica. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2018

 

Carlos Sandoval García

Contacto: carlos.sandoval@ucr.ac.cr

ORCID: 0000-0002-7660-4375

 

Recibido: 16/10/2019

Aceptado: 21/10/2019

 

Me puse a jugar de narco retoma la tesis de doctorado en antropología social que la autora defendió en la Universidad de Barcelona en enero del año 2016. El título del libro recoge una frase de Amalia, una de las protagonistas de este libro. En la página 152, dice Amalia:

Yo entro porque me puse a jugar de artista, a jugar de narco y no pude. (…) Diay porque me puse a vender, boronas verdad. Yo no voy a ser traficante, usted sabe que el que es traficante trafica toneladas, pero yo me imagino que el que vende, granitos, en mi caso para sobrevivir, no es ninguna traficante digo yo, como que un delito de verdad de verdad [no es]. Yo le llamo narco al que vende toneladas.

Me puse a jugar de narco se organiza en tres partes, las cuales incluyen 9 capítulos. También reúne fotografías e ilustraciones así como recuadros que aportan información de apoyo para las tesis centrales. La primera parte, compuesta de dos capítulos, ofrece una perspectiva contextual de los modos en que se ha legislado el tema de las sustancias consideradas ilícitas. Esta primera sección ofrece una perspectiva desde la economía política, la cual sirve de contexto para las historias que se analizan más adelante.

A raíz del debilitamiento de la presencia internacional (no necesariamente nacional) de los cárteles asentados en Colombia, las organizaciones mexicanas han aumentado su presencia en Centroamérica. A ello se suman los acuerdos del Plan Colombia entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, que han incrementado la vigilancia de las rutas de tráfico de drogas por el Caribe. Ello implica que la mayor parte de la droga pasa por el territorio centroamericano y más droga queda también en los países del istmo. Las pequeñas dosis de crack o cocaína que venden las mujeres con quienes trabaja Claudia se insertan en este cuadro más amplio.

La segunda parte del libro reúne tres capítulos en los cuales se describen consideraciones teóricas y metodológicas a partir de las cuales se lleva adelante la investigación empírica. En la página 92 se lee: “La experiencia de la venta de drogas ilegales y sus consecuencias, como la cárcel, son el objeto de estudio fundamental de esta investigación”. El concepto de interseccionalidad tiene un lugar central en la comprensión del mundo de las mujeres que Claudia quiere comprender, quien define este estudio como una etnografía feminista. En esta sección es especialmente relevante el debate en torno a la idea de que la pobreza conduce per se a lo que suele llamarse “narcomenudeo”.

La tercera sección, titulada “una etnografía interseccional”, compuesta por cuatro capítulos, reúne el trabajo de campo que da origen a este libro. En la página 188 se lee: “El cuerpo de las mujeres adquiere un significado de uso en el marco de las relaciones desiguales del capital y de género, que remarca un lugar social como tradicional y explotado, usurpado, a través de la sobresexualización”. Al final de la lectura, especialmente de esta tercera parte, uno se queda tanto con algunas imágenes de las vidas de estas mujeres como con las tesis principales de Claudia. Cecilia, Eva, Lina, Andreina son nombres que se retienen pasado el tiempo de la lectura. La escena que relata Eva, por ejemplo, cuando le tocaba entregarse y su bebé apenas tenía unos meses, es imborrable. Algo semejante ocurre con algunos personajes del libro de Philippe Bourgois En busca de respeto.

En cuanto a las contribuciones principales, Me puse a jugar de narco argumenta de que no son solo factores si se quiere estructurales (pobreza o desigualdad) o patrones de socialización moral los que permitirían comprender por qué y cómo las mujeres venden especialmente crack. Se trata, más bien, de un fenómeno más complejo, en el cual la ausencia de oportunidades, junto con el incremento de la presencia de sustancias ilícitas en el país, son consideraciones de primera importancia. La biografía y la historia, en el decir de la promesa de las ciencias sociales (Wright Mills) se encuentran muy bien en este libro.

La crítica a la legislación penal es muy oportuna y coincide con llamados que en distintas instancias han realizado en los últimos años. Por ejemplo, la pena que se suele imponer a una persona encontrada responsable por comerciar pequeñas cantidades de crack es la misma que recibe alguien culpable de un homicidio culposo.

Me puse a jugar de narco ofrece una buena y oportuna respuesta a la pregunta de qué hace la sociedad con la violencia que ella misma produce. La tesis muestra que en lo fundamental la violencia se asume individualmente, en particular por quienes menos oportunidades han tenido.

No quisiera dejar de mencionar que una contribución fundamental de este libro guarda relación con el modo en que la biografía de la autora se asoma a lo largo de las páginas. Ello se comprende mejor si se lee con el primer párrafo de los agradecimientos. Este libro nos recuerda que uno o una pone algo de su biografía en las preguntas de investigación que se plantea. Ello no lo podemos ni deberíamos olvidar.

 

Bibliografía

 

Wright Mills, Charles. La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica, 1987.

Bourgois, Philippe. En busca del respeto. Puerto Rico. La venta de crack en Harlem. Puerto Rico: Ediciones Huracán, 2010.

 

Carlos Sandoval García. Costarricense, doctor en estudios culturales por la Universidad de Birmingham, Inglaterra. Se desempeña como profesor de grado y posgrado de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva, y como investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, ambos en la Universidad de Costa Rica. Coordina el Doctorado en Ciencias Sociales sobre América Central y participa en algunas iniciativas por la defensa de los derechos de personas migrantes.