Dossier
Historia colonial del sur de la Ciudad de Belice. Espacios marginales y exclusión en el Caribe centroamericano
Colonial History of the Southside of Belize City. Marginalized Spaces and Exclusion at Central American Caribbean
Historia colonial del sur de la Ciudad de Belice. Espacios marginales y exclusión en el Caribe centroamericano
Anuario de Estudios Centroamericanos, vol. 46, 2020
Universidad de Costa Rica
Recepción: 13 Mayo 2020
Aprobación: 11 Junio 2020
Resumen: La Ciudad de Belice se ha desarrollado en un territorio notorio de divisiones espaciales y sociales; el crecimiento de una urbe en el Caribe anglófono, producto de un colonialismo inglés que extraía maderas preciosas, dio forma a una ciudad costera que fue extendiéndose en la parte sur del río Belice en dirección suroeste, además, los terrenos cercanos a la costa y de la zona norte representaron espacios atractivos para la élite. En este artículo se discutirá la importancia histórica de estos lugares, la limitación de algunos sectores de la sociedad y las formaciones o imaginarios de los espacios que posteriormente serán llamados ghettos, los cuales se les atribuirán sinónimos de pobreza y marginación.
Palabras clave: Honduras Británica, Ciudad de Belice, colonialismo, afrodescendientes, creole.
Abstract: Belize City has become a territory that is notoriously spatially and socially divided. The disparity is a direct result of English colonialism, in the English-speaking Caribbean. English colonialism led to the extraction of the city’s raw material: precious wood. Geographically, the city grew to the coast, spreading into the southern part of the Belize River towards the southwest. The article discusses the historic importance of these places, the limitation of some areas of society, and the shaping of the spaces that would later be called “ghettos”, which will be associated with poverty and marginalization.
Keywords: British Honduras, Belize City, colonialism, afrodescendants, creole.
Introducción
Actualmente lo que se conoce como Belize City en los primeros años de la época colonial era un pueblo constituido por algunas casas de madera; se componía de una población diversa de blancos británicos, esclavos africanos y descendientes creoles que socializaban entre sí, de manera limitada, por la estructura jerárquica –esclavista– de la “raza y el color de la piel”.1 Esta ciudad ubicada geográficamente en Centroamérica y en la costa Caribe ha representado una singularidad que la diferencia del resto de sus vecinos latinoamericanos y caribeños. A lo largo de su historia la expansión se desarrolló principalmente hacia el sur debido al crecimiento poblacional o a las diversas inmigraciones, generando así nuevos cambios culturales y sociales en sus habitantes. La característica de Belize City como capital de la Honduras Británica concluyó hasta mediados del siglo XX, pero su importancia centro-urbana y comercial ha continuado en el Belice independiente.
Para adentrarme a los propósitos de mi investigación y con lo mencionado anteriormente, cabe preguntarse: ¿cómo ha sido la historia de las zonas periféricas de esta ciudad que en su momento fueron determinadas por el colonialismo inglés y posteriormente por una nueva élite política?, ¿qué las caracteriza?, ¿quiénes han vivido ahí y qué realidades se fueron formando en estos espacios de exclusión y a su vez de expansión ubicados principalmente en el sur de la ciudad? En este artículo se discutirá la importancia histórica de estos lugares, la limitación de algunos sectores de la sociedad y las formaciones o imaginarios de los espacios que posteriormente serán llamados ghettos, los cuales se les atribuirán sinónimos de pobreza y marginación.
El sur de la Ciudad de Belice, un lugar determinado por el colonialismo inglés
De acuerdo con algunos historiadores, la llegada de los primeros ingleses a la Bahía de Honduras comenzó en 1638, poco antes de la toma de Jamaica en 1655; sin embargo, los asentamientos en la desembocadura del río Belice se iniciaron e intensificaron al tomarse dicha isla (Shoman, 2009, 132-133).2 Al igual que en muchos de los territorios caribeños de ultramar la historiografía forjó una historia de piratas y bucaneros que utilizaron el asentamiento para atacar cargamentos españoles, se dice que sus barreras coralinas afectaban la navegación de aquellos que no conocían la geografía, la cual era dominada por los ingleses. Con el paso del tiempo y la abolición de la piratería con el Tratado de Madrid de 1670, la Razón de Ser del asentamiento de la Bahía de Honduras viró hacia el corte de maderas preciosas entre las que se encontraban el palo de tinte y la caoba.3
En este contexto, se formaron dos espacios que marcarían el ritmo del corte de madera; si por un lado los primeros ingleses iniciaron con la tala ellos mismos, posteriormente trasladaron esclavos africanos que venían principalmente de Jamaica y de algunas islas de las Indias Occidentales con el objetivo de generar mayores ganancias para los blancos que se dedicaban al negocio de esos productos.4 De esta manera, la primera división geográfica se dio entre la zona insular del cayo San Jorge y la zona continental de los bosques internos o las orillas de los ríos; el primero fue utilizado por los colonos blancos y, de 1738 a 1765, fungió como capital del asentamiento, donde vivían principalmente los mercaderes que mantenían sus bienes y preparaban las cargas de madera para ir a Europa; mientras que el segundo territorio donde la selva era tupida y los caminos fangosos cada vez se poblaba más de esclavos africanos y creoles que tenían contacto con algunos blancos y, en menor medida, con los mayas que se habían desplazado al interior de la selva. Según el Hand Book of British Honduras for 1829, en esos tiempos la desembocadura del río Belice estaba deshabitada y no existían establecimientos regulares (Authority 9-10).
Para finales del S. XVIII el nombre de “Belize solo se usaba para referirse al área que después se convirtió en la Ciudad de Belice, la cual con sus ciénegas y mosquitos era un lugar particularmente inhabitable para el ser humano” (Shoman, 2009, 33). Sin embargo este espacio de tierra firme fue poblándose con el paso del tiempo; concluido el tratado de Versalles de 1783, el asentamiento principal se estableció en la desembocadura del río Belice (Bolland 17), lo cual hace pensar que acordados los nuevos límites de la convención de 1786 el pueblo de Belice comenzó a tener más importancia en la historia colonial de la Bahía de Honduras, incluso a partir de estos años la población aumentó por el desalojo de la zona nicaragüense –Mosquito Shore– y la isla de Roatán lo que produjo que se dieran nuevas relaciones culturales entre los primeros migrantes y los “colonos originales” de la desembocadura del Old Belize River.5
La Figura 1 muestra los edificios coloniales de la parte sur de la Ciudad de Belice, vista desde Fort George que se encontraba en la zona norte y que servía para contener ataques españoles en los años de las disputas imperiales.
Este contexto, de nuevos inmigrantes, dio pie para que iniciara un fenómeno social y geográfico hacia la zona sur del pueblo de Belice, ya que “debido al aumento poblacional fue necesario proveer alojamientos –a los nuevos habitantes– por lo que comenzaron a prepararse concesiones de lotes y planeaciones para que se pudieran erigir viviendas en la parte sur del pueblo” (Authority 16). Así, la composición étnica que había creció no solo de más africanos y afrodescendientes que llegaban con sus amos blancos, sino también de waikas misquitos.6 De esta manera el colonialismo inglés determinaría nuevamente dos espacios ahora en la geografía del pueblo de Belice, uno de aceptación donde la élite blanca viviría y otro de exclusión que sería habitado por los esclavos africanos y trabajadores pobres, dicho proceso acentúa la importancia histórica de la zona sur de lo que hoy es la Ciudad de Belice así como las divisiones étnicas y de clase que se fueron formando.
De acuerdo con Nigel Encalada, investigador del Instituto Nacional de Historia y Cultura de Belice (NICH):
En la zona sur de la Ciudad de Belice –es decir en el actual centro histórico– a principios de 1800 comenzaron a establecerse edificios permanentes que pertenecían a la administración británica, tal es el caso de la Casa de Gobierno. Aquí mismo había en ese tiempo dos calles principales llamadas, Front Street que hoy se llama Regent Street y Back Street conocida como Albert Street y, se sabe por los archivos que era una comunidad grande compuesta por una población que alcanzaba aproximadamente 3000 habitantes en las últimas décadas de 1780 (Septiembre de 2014).7
Coincidiendo con las reflexiones de Nigel, resulta importante señalar que una de las características de la construcción de la Ciudad de Belice es que cuando comienza a expandirse no había concretamente un plan del espacio y de la organización social en el asentamiento, pues el trazo de las calles y la aparición de nuevas casas sobrepobladas e improvisadas instaladas en los patios traseros caracterizaran un caos y una desorganización urbana, problema que se irá repitiendo en los años venideros.
La Figura 2 deja ver casas y edificios principales de la Bahía de Honduras con notable arquitectura inglesa; algunos lugares de renombre eran la Casa de Gobierno, la Iglesia anglicana de Saint John y la Suprema Corte de Justicia, estas se construyeron en la calle de Front Street y representaron el poder colonial de la minoría blanca; sin embargo, este impulso fue parte de los objetivos propuestos por el reverendo Robert Shaw en 1786, donde se formalizaban los asuntos judiciales y eclesiásticos del asentamiento.8 Este desarrollo urbano concretó –después de la paz de 1783– que el asentamiento principal se estableciera en la desembocadura del río Belice, el cual se convirtió en la Ciudad de Belice (Bolland 117). No obstante, a espaldas de la lógica colonial –y de la calle principal– se crearía un ambiente en el que las clases populares harían su propia historia.
La Ciudad de Belice representó un lugar cada vez más marcado donde el “progreso y urbanización” de un lugar pantanoso que había sido rellenado con arena se diferenciaba del bush “atraso y ruralidad” de los pueblos instalados al interior de la selva; pero:
Aunque la organización espacial de la Ciudad de Belice –sus calles y la ubicación de los edificios y residencias principales– estaba determinada sobre todo para los pobladores británicos, la concentración de ciertos grupos de africanos en zonas específicas como Eboe Town sin duda fue determinada por los mismos africanos (Bolland 136).9
Con lo anterior, se deduce que el barrio de –Eboe Town– formó parte de la cultura creole del siglo XIX, donde los africanos y afrodescendientes creaban nuevos espacios de socialización que ayudaban a preservar sus prácticas culturales, ya que ahí miembros de diferentes pueblos africanos realizaban intercambios sociales y mezclas culturales.10 En 1850, poco después de la emancipación de la esclavitud, Eboe Town fue descrito como un lugar donde había:
Numerosos patios flanqueados acomodados en formas de hileras llamadas “Casas de Negros”, [los cuales] tenían habitaciones sencillas separadas bajo un mismo techo largo, que solían ser apropiadas para los esclavos, y [en el que] ahora albergan a los trabajadores más pobres (Vernon, 2013, 38).
Lamentablemente en la actualidad, la mayoría de la población que vive ahí no recuerda la riqueza histórica de aquellos tiempos donde se tocaban los tambores Gombay y se practicaban fiestas, cantos y danzas africanas.11 Incluso, los vecindarios de las calles de South Street, Berkeley Street y sus extensiones de Albert Street hasta el East Canal –territorios donde se ubicaba el antiguo asentamiento de esclavos–, siguen siendo marginales y su población vive en pobreza con una infraestructura inapropiada.
Es interesante señalar que si por un lado este fenómeno de urbanización mal planeado de la ciudad, fue creado por los productos del contexto social de la esclavitud, a su vez, dentro de esta se formaron culturas que resistían la imposición colonial inglesa; no obstante, con el paso del tiempo sucedería lo mismo que con otras culturas que existían en la Honduras Británica, ya que las tradiciones populares expresadas en los mitos, música y bailes de los habitantes de la parte sur de la Ciudad de Belice –que principalmente pertenecían a grupo étnico creole– poco a poco dejaron de practicarse, con lo cual se generó una pérdida de memoria histórica, además, existía una exclusión y marginación de la sociedad sureña por su condición de clase.
Convivencia, intercambio cultural y marginación en la zona Sur de la Ciudad de Belice
A principios del siglo XX, Belice aún formaba parte de los dominios del Imperio inglés, unas décadas atrás, en 1862, mientras sus vecinos latinoamericanos buscaban la estabilidad interna, el pequeño asentamiento “anglófono” obtenía el título de colonia bajo el nombre de British Honduras. Otra continuidad histórica fue la exportación de productos forestales. De igual manera, así como en la esclavitud, la división de los grupos étnicos en espacios geográficos e imaginarios mentales creados por el colonialismo permitió que existieran estereotipos y fricciones entre la misma población. La mayoría de los creoles residía en la Ciudad de Belice y en las distintas villas rurales del mismo distrito; por su parte, los garífunas, los maya kekchi y mopan se encontraban en el sur de la colonia; mientras que los mestizos y maya yucatecos se concentraban en la zona norte y oeste cerca de México y Guatemala.
Sin embargo, en algunos distritos –como en Cayo y Belice, donde existían centros urbanos– la concentración étnica era mixta; la Ciudad de Belice fue uno de estos lugares donde decidieron vivir varios inmigrantes provenientes de la India. Bajo el colonialismo británico, miles de trabajadores hindús se encontraban desempleados y hambrientos por los problemas del aumento de los precios en los alimentos y las sequías que vivía su país. Entre 1844 y 1917 fueron contratados 41 600 indios orientales para trabajar en las colonias británicas del Caribe (Leslie, párr. 4) de los cuales varios llegaron a Belice a mediados del siglo XIX para trabajar con un salario después de la abolición, parte de estos migrantes –también llamados collies– conformaron una visible congregación en el barrio de Yarborough ubicado al sur de la Ciudad de Belice (13 Chapters 150).12
Para el año de 1900, la población de la colonia había crecido a 35 226 personas, de las cuales cerca de un tercio eran creoles que vivían en el distrito de Belice, como se mencionó anteriormente (Thompson 118). Así pues, mientras aumentaba el número de habitantes de la Honduras Británica, diferentes contextos internos y externos generaban escenarios que mantenían a la población no blanca pobre y sin poder.
En la Figura 3, imagen perteneciente al sur de la Ciudad de Belice, se evidencia la arquitectura de las colonias británicas del Caribe y sus calles a mediados del siglo XIX; asimismo, se caracterizan sus ríos que servirían como canales, los caminos estrechos y las viviendas con palafitos. La diversidad cultural y étnica era otro aspecto particular del sur de lo que sería la capital de un enclave británico en Centroamérica.
Uno de los sucesos externos que impactó a la colonia fue la guerra declarada por el rey Jorge de Inglaterra al Imperio alemán y a la monarquía austrohúngara, en agosto de 1914, publicado en el Government Gazette British Honduras del 17 de octubre de ese mismo, año el cual invitaba a los súbditos de los territorios británicos a pelear y a defender a la “madre patria” en lo que sería la Primera Guerra Mundial (53). De acuerdo con Donald Fairweather en su libro Breve historia de las fuerzas voluntarias de la Honduras Británica, “aproximadamente 420 hombres prestaron servicio en Palestina, Egipto, Mesopotamia y solo unos cuantos en la batalla de Gaza” (33-37). No obstante, Assad Shoman menciona que la salida de los voluntarios un año después de comenzada la guerra se debió a que los británicos se rehusaban a aceptar la idea de que los negros lucharan junto a los blancos en contra de otros blancos, asimismo que los beliceños vivieron un evidente racismo al no permitírseles luchar en las primeras filas y enviarlos a Medio Oriente a los batallones de trabajo (2009, 111).
Como resultado de todo esto, y tras el regreso de 339 hombres en 1919, se desató uno de los motines más grandes de la historia beliceña donde participaron cerca de 3000 personas que asaltaron y saquearon negocios y edificios gubernamentales, además de que durante varios días se insultó a la población blanca (Shoman, 2000, 163). Al parecer uno de los motivos que ocasionó estos problemas fue una paga miserable a los combatientes de guerra (Encalada, septiembre de 2014), aunque el racismo que se vivió en el extranjero –por parte de los voluntarios– y el que existía en la colonia quizá hayan sido los factores principales que generaron dicha violencia:
Este es nuestro país [decían los inconformes] y queremos a los blancos fuera… vamos a matar a todos los blancos hijos de puta esta noche. Esta noche es de los hombres negros (Thompson 112).
Las palabras anteriores no eran una actitud espontánea de los revoltosos, sino el resultado del pensamiento Garveista que había influenciado a algunos jóvenes, entre ellos líderes que formaron parte de las filas del voluntariado beliceño para pelear en Medio Oriente.13 Estos hechos generaron que se iniciaran los preparativos necesarios para solucionar los problemas de los inconformes que habían prestado servicio en la guerra; una vez más el sur de la Ciudad de Belice sirvió para crear las viviendas de las clases populares. El barrio se bautizó con el nombre de Mesopotamia Area y sus calles llevarían los nombres de los lugares de Medio Oriente donde habían participado los héroes nacionales (Bradley 12).14
Empero, dos años antes de las manifestaciones de 1919, una carta del superintendente de la ciudad hacía referencia de ciertos vecindarios ubicados a solo unos metros del territorio otorgado a los combatientes diciendo que:
Los lotes sobre poblados de West Canal Street, Plues Street y George Street no contaban con las condiciones sanitarias y de salud adecuadas para la calidad de vida de la población que vivía en esa zona, incluso –señalaba que- esas condiciones insalubres y deterioraciones del medio ambiente habían estado ahí en los últimos 100 años (Superintendent 1917).15
Si bien se otorgaron lotes a los combatientes y a algunos familiares de estos, también se puede decir que la aceptación del gobierno se dio más por una presión social que por la buena fe de la administración colonial, además de que nuevamente el sur de la ciudad representó un lugar poco atendido por las autoridades, pero que era ideal para reubicar a la clase popular.
Sobre el caso de los soldados que regresaron, el Consejo Ejecutivo prepararía varias propuestas presentadas por los demandantes y las autoridades, una de estas era que consideraría acceder a las peticiones de varios miembros de los contingentes de la Honduras Británica para transferir a otras personas los lotes del lado oriental del nuevo canal ubicado en la parte sur de la ciudad, los cuales se habían concedido a ellos de forma condicional (Executive).
Otras, como parte de las sugerencias del gobierno, eran atender de manera especial a los familiares de los caídos en la guerra:
La viuda, la madre o el padre de un miembro fallecido de los contingentes tendrán derecho a la concesión del lote en relación con el servicio de su esposo o hijo y, que los oficiales y suboficiales de los contingentes debían recibir más de un lote con respecto a su servicio, [aunque esta última fue discutida si solo debía otorgarse un lote por persona] (Executive).
No obstante, a pesar de las mejoras urbanas y de la construcción de nuevos espacios en el sur de la ciudad, la gran depresión de 1929 desataría una crisis social que afectaría sobre todo a los trabajadores madereros, ya que mientras los precios de la caoba y el chicle caían, el despido de trabajadores aumentaba. Este contexto generó una etapa de unión entre la clase trabajadora de la ciudad y de otros distritos creándose así varios movimientos obreros, pero en 1931 el desempleo se agudizó, lo cual provocó la primera emigración de la población rural a la Ciudad de Belice.
Desafortunadamente, el 10 de septiembre de 1931,16 un fuerte huracán golpearía la Ciudad de Belice, lo cual ocasionó que la pobreza y la marginación se intensificaran aún más. Dicho fenómeno se recuerda como uno de los huracanes más devastadores por su magnitud y porque, a pesar de haber recibido la advertencia meteorológica de instituciones extranjeras y de la radio local, la gente continuó con los planes de la festividad desacreditando las indicaciones (Vernon, 1991, 80). “Este año como de costumbre la ciudad había sido decorada. Palmas adornadas, serpentinas, banderas, varias luces de colores y todo lo que representaba un aire de alegría y fiesta habían sido utilizadas para la ocasión” (The Clarion, 22 octubre de 1931).
Sin embargo, después de haber pasado la segunda tormenta, se estimaron 3000 personas muertas, muchas desaparecidas; mientras que los daños ascendían a cinco millones de dólares (Vernon, 1991, 80).
Una nota periodística de la época ilustra algunos de los problemas del momento; es importante señalar que solo la antigua capital fue alcanzada por este huracán y que unas de las áreas más afectadas fueron precisamente los vecindarios de Yarborough,17 Mesopotamia y Loyola, ubicados en el Southside.
La tarea de enterrar a los muertos, en especial de la zona de Mesopotamia, resultó demasiado grande y las autoridades decidieron abandonar el trabajo y aplicar la antorcha. En esta área y Yarborough el número de muertos fue muy alto y era imposible con la mano de obra disponible eliminar los restos de casas y sacar los cadáveres antes de que se descompusieran. Grupos de casas fueron quemadas y con ellas los cuerpos de los que encontraron su muerte cuando los edificios se colapsaron con el huracán (The Belize Independent 16 de septiembre 1931).
Este hecho fue un precedente que deterioró profundamente la imagen de la ciudad, asimismo, generó grandes cambios en la sociedad como la intensificación de la pobreza, el desempleo y posteriormente el desencanto de un lugar ideal para la administración colonial. Para muchos ciudadanos de la antigua capital, el año de 1931 marcó la historia de una ciudad donde la población –que en su mayoría era creole– habitaba un lugar colorido, con casas de palofitos al estilo inglés, bien decoradas, pero que a su vez se matizaba por la crisis social que la colonia británica se había encontrado dos años atrás en las huelgas de los trabajadores madereros.
El cambio de la capital y su impacto en la sociedad: ¿el surgimiento de los ghettos del sur?
Para 1946, la población total de la Honduras Británica era de 59 220 habitantes, de esta 21 884 vivían en la Ciudad de Belice (West Indian Census 1948), los cuales en su mayoría eran afrodescendientes creoles ligados a la principal actividad laboral del corte de caoba.18 Las condiciones de los trabajadores y la organización social en los campamentos de madera al interior de la selva –es decir en el Bakabush– continuaba siendo similar al de la esclavitud, la única diferencia era que los trabajadores contaban con pocos derechos y recibían un sueldo que la mayoría de las veces se quedaba en manos de los dueños de los campamentos, por el endeudamiento de los productos consumidos en la kamaseri shop (tienda de raya).19
Por su parte, la Ciudad de Belice aún seguía siendo el principal centro urbano y económico. Aquí gente proveniente de distintos distritos traía constantemente diversos productos para venderlos o intercambiarlos en el mercado o en el centro de la ciudad, creándose así un dinamismo y una interacción entre las diversas culturas del asentamiento. La administración colonial era manejada también desde este punto y era aquí donde se realizaban las manifestaciones de los trabajadores y los inconformes del sistema,20 estos descontentos se habían intensificado a partir de 1949, poco después de la devaluación de la libra esterlina (Toussaint 93-97), y el ambiente que se vivía al interior de la colonia era de un nuevo nacionalismo y anticolonialismo producido por los efectos del gradual declive de la industria maderera que concluyó en la década de 1970, con la quiebra de la Belize Estate & Produce Company.
Dicha decadencia del agotado sistema británico produjo nuevamente una fuerte inmigración a la Ciudad de Belice de la población rural que se dedicaba al trabajo del corte de maderas. De esta manera una gran cantidad de Rural Creoles comenzó con un nuevo cambio de vida, pero muchos de ellos encontrarían pobreza, desempleo y una constante influencia cultural proveniente de Estados Unidos y sus vecinos caribeños que pasaban por un proceso similar de descolonización.
Una de las situaciones que desmejoraron la calidad de vida de los capitalinos, así como de sus espacios de vivienda fue el fulminante golpe del huracán Hattie del 31 de octubre de 1961. Este acontecimiento afectó directamente las zonas costeras de Stann Creek y el distrito de Belice, según un reporte, fallecieron 262 personas, de las cuales 94 murieron en la Ciudad de Belice y 53 en la zona rural del mismo distrito (Report 1961).21 Los daños causados por este huracán fueron tan considerables o quizá aún más que el huracán de 1931 –en asuntos de infraestructura y producción–, ya que un tercio de los edificios terminaron totalmente destruidos y otro tercio con graves daños (Odaffer 63). “La inundación duró días y el barro en las calles semanas. La oficina colonial dijo que Hattie fue la peor tormenta que jamás haya golpeado un territorio de la Commonwealth” (Thompson 147).
Este suceso marcaría un cambio radical en la colonia, y más aún en la ciudad, pues el gobierno planeó construir una nueva capital en Belmopán por los constantes problemas naturales que había vivido la ciudad, esta sería ubicada al interior en el distrito de Cayo donde la mayoría de la población era de origen maya y mestiza, lo cual acarrearía nuevos conflictos interétnicos.22 Si por una parte se puede interpretar este cambio de la política beliceña como un movimiento que buscaba tener más independencia de los británicos y mayor acercamiento con la gente también puede ser vista como parte del abandono y del descuido de la Ciudad de Belice, incluso varios de sus habitantes mencionan actualmente que esa decisión afectó sobre todo a la población. En ese sentido, Assad Shoman señala que justo un año antes del huracán Hattie, la mayoría de la clase trabajadora creole de la ciudad vivía amontonada en tierras pantanosas y que habitaba espacios sobrepoblados e insalubres además de que sufrían altos niveles de desempleo y racismo (Shoman, 2000, 207).
Como resultado de todo lo anterior se crearon nuevos fenómenos sociales y culturales en la población y en la antigua capital; tras el desempleo y los efectos del huracán una fuerte cantidad de afrodescendientes creoles decidió migrar a los Estados Unidos, sobre todo a California, Nueva York, Chicago y Florida. El inicio de la influencia cultural de los suburbios norteamericanos habitados por los beliceños comenzaba a llegar a las calles de la Ciudad de Belice, esta cultura podía percibirse como una mezcla del American Pride y de las experiencias obtenidas por una socialización entre similares que no lograban identificarse del todo en un contexto local.
Así pues, comenzaría una nueva etapa cultural de la Ciudad de Belice; se descuidaba la antigua capital, se importaban prácticas, conductas y formas de ver el mundo –a la norteamericana– en espacios pobres y marginales. La interpretación de una realidad a otra y las formas similares de vida fueron las bases para que comenzara un contexto donde surgieron pandillas y comenzó a crearse una violencia estructural, la cual dejaba ver el inicio de un proceso de ghettoización de los espacios que antiguamente habían sido parte de una colonia británica, no obstante, este fenómeno también impactaría las mentalidades futuras de los habitantes.
En conclusión, Belice se ha caracterizado por ser el único país anglófono de Centroamérica, sin embargo, a pesar de estar situado geográficamente en el istmo, en la Ciudad de Belice –la antigua capital– ubicada en la costa atlántica y en la parte central del territorio, se ha guardado más que en cualquier otro lado del país su esencia caribeña, así como el rol de ser el principal centro urbano y comercial, a pesar de que ha padecido desastres naturales que dañaron la infraestructura de las calles donde vive la mayoría de la población. Incluso hasta la fecha sigue siendo un lugar ideal para la inmigración beliceña y de centroamericanos que llegan como refugiados al país.
En lo político, Belice se transformó, a través de un largo proceso de descolonización que inició en 1950 y que concluyó en 1981, cuando la independencia nacional se firmó.23 Este escenario oficializó una estructura bipartidista al estilo inglés dominada por los dos principales partidos políticos: el Partido Unido del Pueblo (PUP) y el Partido Demócrata Unido (UDP).24 Los conflictos limítrofes con Guatemala retrasaron hasta cierto punto la soberanía del nuevo Estado y su posición regional lo envolvió en los problemas contemporáneos que padecían sus vecinos centroamericanos. A la par de lo anterior, la cultura y la política norteamericana sustituían la influencia de los ingleses, lo cual incidió directamente en la vida de los beliceños.
Actualmente, Belice enfrenta una disputa territorial con su vecino Guatemala, mientras que con México ejerce una política de intercambio político, económico y cultural. Un lazo histórico de migración y consumo cultural de Estados Unidos y el Caribe insular continúa, notándose principalmente en la Ciudad de Belice, mientras cada vez se intensifica una latinización del país y un continuo dinamismo de los diferentes grupos étnicos beliceños, el cual reconfigura la sociedad de un país que anteriormente era una colonia británica situada en territorio continental y costa caribeña.
Artículos periodísticos
S. a. "Special Hurricane Edition. The Destruction of Belize". The Clarion. 22 de octubre de 1931.
S. a. "The Hurracane Disaster". The Belize Independent. 16 de septiembre de 1931.
Fuentes iconográficas
Vista del sur de la Ciudad de Belice desde Fort George British Honduras. Photograph Collection, B12E43P1, reproducción facilitada por BARS en DVD.
Casas y edificios principales de la Bahía de Honduras. South Regent Street, Belize British Honduras, Postal Collection, P0108793, reproducción facilitada por BARS vía electronica.
Niño en un canal del lado sur del pueblo de Belice. South Side Canal, Belize British Honduras. People and Houses Near Canal, Postal Collection, P0435197, reproducción facilitada por BARS en DVD.
Destrucción de Yarborough después del huracán de 1931. Yarborough, Belize; Shows the Yarborough Cemetery and the Destruction Cused by 1931 Hurracanes to the Area, Postal Collection, P0401090, reproducción facilitada por BARS en DVD.
Puente giratorio de la Ciudad de Belice 1960-70. Belize City, S/D, Postal Collection, P0456897, reproducción facilitada por BARS vía electrónica.
Fuentes
Documentales
BARS Belize Archives and Record Service
Fuentes primarias (archivos)
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s/a, "Government Gazette British Honduras", 17 de octubre de 1914. BARS.
s/a, Report Hurricane "Hattie”, 1961. BARS.
Town, Superintendent. Low-Lying and Insanitary Crow Land between West Canal Street and Plues Steet and Bettwen Plues Street and George Street, 1917. BARS.
Bibliografía
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Notas
Notas de autor