Dossier
Un viaje de ida y vuelta. Diálogos entre Alejandro Joseph de Guelle y James Cook
A Back and Forth Journey. Dialogues between Alejandro Joseph de Guelle and James Cook
Un viaje de ida y vuelta. Diálogos entre Alejandro Joseph de Guelle y James Cook
Anuario de Estudios Centroamericanos, vol. 46, 2020
Universidad de Costa Rica
Recepción: 07 Octubre 2020
Aprobación: 16 Noviembre 2020
Resumen: El siglo XVIII fue un momento complicado en la historia centroamericana. En Europa; Inglaterra y España se vieron envueltas en una larga guerra por el control de los territorios americanos que se tradujo en la firma de pactos controversiales en las cortes reales. El espacio límite ubicado entre la parte occidental de la Península de Yucatán y lo que es ahora el norte de Belice fue un lugar en disputa con dos destacados actores políticos: Alejandro Joseph de Guelle y James Cook. Ambos viajaron de ida y vuelta desde Mérida hasta el Walix y gracias a eso, contribuyeron a construir este espacio en nuestro imaginario como un lugar histórico con implicaciones políticas como territorio de frontera.
Palabras clave: viaje, Yucatán, Belice, cartografía, visiones imperiales.
Abstract: The 18th century was a complicated time in Central American history. In Europe, England and Spain were involved in a long war for control of American territories. Consequently, the two countries signed controversial pacts in the royal courts. The limited space located between the western part of the Yucatán Peninsula and what is now northern Belize was disputed territory. This dispute was exemplified by two remarkable political actors: Alejandro Joseph de Guelle and James Cook. Both men traveled back and forth throughout the territory and contributed to building a space in our imagination for such a historical borderland.
Keywords: travel, Yucatán, Belize, cartography, imperial visions.
Introducción
En la colorida producción cartográfica de Joseph de Guelle y en su Diario y Relación del Viaje que executé a la Villa Vieja de Bacalar, este describe un derrotero que parte de la ciudad de Mérida y llega hasta territorio en disputa con los ingleses en las inmediaciones del Walix. Por su parte, en el viaje narrado por Cook, el recorrido se presenta al revés, surge de las inmediaciones de la bahía de Honduras, próxima al río Belice, y llega hasta la ciudad de Mérida en donde es recibido por el gobernador en turno: José Álvarez, quien ocupaba el cargo de manera temporal debido a la repentina muerte de Felipe Ramírez de Estenoz.1
El objetivo de este artículo2 es indagar, mediante sus informes, diarios y mapas, en las intenciones y en los proyectos que defendieron ambos personajes, para así poder observar el cambio de visión que sobre el mismo territorio de frontera ofrecieron ambas autoridades en su carácter de representantes oficiales de las coronas, tanto española como británica. Para realizar esto, se explorarán los viajes narrados por Joseph de Guelle y por Cook de manera separada, para finalmente ponerlos en diálogo a propósito del nivel de influencia que tuvieron sobre la visión geopolítica que sobre este territorio se importó a Europa.
El viaje de ida. Alejandro Joseph de Guelle
A un cartógrafo, más que por su narración, lo podemos distinguir por su trazo. Alejandro Joseph de Guelle3no es la excepción a esta regla. El delicado uso del follaje que acompaña sus demarcaciones del contorno geográfico y tierras interiores yucatecas, así como su uso moderado del color rojo y amarillo, muestran su delicada visión de una zona geopolíticamente conflictiva: el tramo entre la villa de Bacalar y el río Hondo (figuras 1-4). Desde su primera aparición en el panorama defensivo peninsular en 1722, vemos a Joseph de Guelle participar activamente del establecimiento de las líneas defensivas de la costa norte de Yucatán en contra de la avanzada pirática inglesa que había logrado desembarcar en Telchac y llegar hasta Sinanché. En 1726, es posible leer su diario e informe sobre la necesidad de comunicar Mérida con Bacalar, en lo que entonces se reconocía como los confines de la Capitanía General de Yucatán (Arroyo citado en Antochiw 5). Sin embargo, es hasta 1746, ya con el claro objetivo de proteger la endeble frontera yucateca de la invasión inglesa, que podemos observar a De Guelle mapear con esmero el camino que va desde la capital yucateca (Mérida), hasta sus confines fronterizos (Bacalar), siguiendo de ahí el derrotero hasta el río Hondo.
La producción de carácter cartográfico-militar total de Joshep de Guelle asciende a 14 planos y 1 diario fechados entre 1721 y 1751. En esta reflexión abordaremos el texto intitulado Diario y Relación del Viaje que executé a la Villa Vieja de Bacalar4 fechado en Mérida, Yucatán, el 28 de junio de 1726, que hiciera nuestro cartógrafo a petición del gobernador de Yucatán Antonio de Figueroa y Silva. En complemento y diálogo con el diario, analizaremos brevemente cuatro de los cinco planos que hiciera nuestro cartógrafo en 1746 y que fueron remitidos al Gobernador Antonio Benavides en carta del 12 de junio del mismo año, para complementar el informe que este envió al rey dando cuenta de la situación del territorio de Bacalar y su fuerte.
La visión del cartógrafo
Desde sus inicios en el ejercicio militar defensivo de la península de Yucatán, De Guelle reconoció la importancia de vigilar de cerca la avanzada inglesa en la zona y se sumó con pericia a la iniciativa del gobernador Antonio de Cortaire, quien apoyaba una exhaustiva campaña naval para la expulsión definitiva de los ingleses arranchados en el río Walix (Antochiw 4). La campaña de Cortaire estuvo lejos de ser definitiva contra la ofensiva inglesa, pero el trabajo de Joseph de Guelle sí fue determinante para la fortificación de la Villa y Presidio de Bacalar, y para el posterior triunfo de la avanzada de Figueroa, ya que presentaba un proyecto de reconstrucción y reocupación del territorio que enlazaba el sistema defensivo del golfo de México (Veracruz y Campeche) con el del golfo de Honduras (El Petén y Omoa).
Ahora bien, el siglo XVIII fue una época convulsa, la cual estuvo marcada por las tensiones bélicas entre España, Inglaterra y Francia. En una guerra trasatlántica que despedazaba territorios y construía, ampliaba o reducía imperios por casi un siglo hasta las independencias latinoamericanas, las costas bañadas por los golfos de México y Honduras se disputaban diplomáticamente en las cortes europeas, pero mostraban un abandono sistemático que contrastaba con el desarrollo nodal de sus tierras interiores. En palabras de Antonio Calderón Quijano: “No tuvo suerte Yucatán con sus gobernadores en los tres primeros lustros del siglo XVIII” (1949, 69), ya que la mayoría de estos gobernadores centraron sus preocupaciones en el desalojo de los ingleses ocupados en el corte y comercio de palo de tinte, principalmente en la Laguna de Términos y Cayo Cocinas, pero sin proponer nuevas formas de ocupación y desarrollo de los espacios, permitiendo así su posterior reocupación y explotación por una población flotante de leñadores ingleses que ya habían logrado un tibio reconocimiento con el Tratado de Madrid de 1670 (Calderón Quijano, 1949, 70-72). Con su actuar político, Antonio Cortaire no se salva de la afirmación de Calderón Quijano, pues, desde la notificación de las Reales Cédulas del 11 de diciembre de 1724, este también enfocó sus esfuerzos hacia el desalojo definitivo de los ingleses arranchados en el río Walix, planeando dar el golpe definitivo en la Gran Expedición Naval de 1726, la cual no tendría tiempo de ejecutar por sí mismo, pues el 2 de diciembre de 1725 Antonio de Figueroa lo relevaría del cargo como gobernador de Yucatán.
Aun con la destitución de Cortaire, la Gran Expedición Naval de 1726 siguió su curso bajo el mando de Rodrigo Torres, jefe de escuadra, quien fracasó en sus intentos debido a la escasez de víveres y a la no llegada de la armada de Campeche comprometida para el ataque. Esta situación fomentó una sensación de seguridad entre los ingleses de la zona que se tradujo en una mayor resistencia al desalojo (Antochiw 5). Sin embargo, casi simultáneamente Figueroa, con más experiencia militar que Cortaire, propuso el “extermino” total de los ingleses, pero para ello era necesaria una guarnición fija que contuviera la avanzada de estos y de sus aliados los indios miskitos (Calderón Quijano, 1944, 116). Tras la experiencia de lo ocurrido con el desalojo y posterior ocupación del presidio del Carmen, el lugar seleccionado por Figueroa para la avanzada fue Bacalar, villa que ya había sido abandonada en el siglo XVII. Por tanto, es Figueroa quien pide a nuestro cartógrafo verificar la exploración de la antigua Villa de Salamanca de Bacalar desde donde planeaba el exterminio total, ya no de los ingleses arranchados en la Laguna de Términos, la cual ya había sido hostilizada con éxito en 1717, sino de los que se habían desplazado a la zona de los ríos Walis, Nuevo y Hondo,5 acción que logró verificar en febrero de 1733 (Calderón Quijano, 1944, 119).
El documento que presentó Joseph de Guelle a Figueroa en 1726 contiene 12 páginas que incluyen el informe que él mismo dictó a Gerónimo del Puerto, escribano mayor, y un plano elaborado por propia mano con las visibles características de su estilo cartográfico.6 En el informe se lee que De Guelle fue comisionado el 29 de abril de 1726. Su viaje comienza el 3 de mayo en la ciudad de Mérida y termina el 24 de ese mismo mes en las inmediaciones del río Hondo, haciendo paradas de registro en Chunhuhub, Tzucacab, los ranchos Cuil, Holbom, Hocin, Chacalicé, entre otros, así como en demás ciénegas, aguadas y lagunas circundantes. Su descripción de los caminos es precisa y contiene todo lo necesario en términos utilitarios para su repoblamiento y el abastecimiento de un nutrido grupo de militares. Es por eso que, el jueves 16 de mayo, al referirse al camino entre Taxalala y Couohteil, De Guelle dice: “En todo este camino lo que no es ciénega es tierra negra con alguna piedra y abundan en frutales, especialmente en pimienta, y en sus montes mucha caza de todo género” (98). Al ser la expedición de Joseph de Guelle una comisión de exploración de carácter militar, es de interés retomar su apunte final, en donde se especifican los tres puntos vulnerables a través de los cuales la Villa de Bacalar podría ser violentada por los ingleses que merodeaban la zona. El primer punto referido es el que atraviesa el pueblo de Tamalcab; el segundo el que discurre por el río Hondo, navegando hasta Moclacopén y de ahí a pie ocho leguas por la parte occidental de la laguna hasta la villa; y finalmente, el tercer punto que también transcurre por el río Hondo y los riachuelos con los que comunica, ya que esta era la única manera de entrar por agua desde el golfo de Honduras a la Villa. En su diario, De Guelle apunta y aconseja enérgicamente la importancia de fortificar Bacalar y de poner, en el río Hondo, una vigía que pueda dar aviso en caso de un inminente ataque (102-103), reconociendo así la fragilidad del río Hondo como un punto de incursión inglés que podría tener repercusiones desastrosas para la soberanía española en el territorio.
Cabe aclarar que en el plan de Figueroa no se priorizaba la fortificación de Bacalar, esa fue sugerencia de nuestro cartógrafo, pero sí se priorizaba el repoblamiento de la villa con población canaria. Esta idea fue recibida con gran simpatía por el rey Felipe V, pero no por los cortadores ingleses arranchados en la zona, quienes en 1727 saquearon Chunhuhub y Telá y más tarde se dirigieron a Tihosuco, pero fueron contenidos por Figueroa quien los obligó a retroceder y a reembarcase rápidamente (Calderón Quijano, 1944, 117). A este respecto, Figueroa apunta en el informe escrito el 2 de agosto de 1729 desde Oxkutzcab: “me ha dejado admirado el que estas gentes [los ingleses] se hallaban introducidas en el corazón de esta provincia sin que sus habitantes tuviesen tal noticia” (citado en Calderón Quijano, 1944, 130).
Con la pronta muerte de Antonio de Figueroa el 10 de agosto de 1733, producto de diversas dolencias, el plan de fortificación y repoblamiento de Bacalar se estanca y Joseph de Guelle y su labor cartográfica se desvanecen lentamente hasta 1746, momento en el cual el gobernador de Yucatán en turno, Antonio de Benavides, recibe la Real Orden del 1.° de julio de 1745 en la cual se pide dar cuenta de la situación de Bacalar y se prohíbe la demolición del fuerte (Calderón Quijano, 1944, 213). Es en este momento que el viaje de ida que narra De Guelle, en 1726, adquiere una dimensión cartográfica importante al deliñar el trayecto completo de interés dividiéndolo en dos tramos: 1) De Mérida hasta Bacalar (Figura 1) y 2) De Bacalar al Río Hondo (Figura 2). El tercero y cuarto planos de esta colección ilustran la situación al momento de la población de Bacalar y de su fuerte (Figura 3), una precisión del fuerte y su relación con la Laguna, y el curso del río Chac próximo al río Hondo (Figura 4). Estos 4 planos, más uno más que no se refiere en este estudio, fueron remitidos al rey el 12 de junio de 1746, acompañando el informe de Benavides (Antochiw 28). Aunque De Guelle escribió un Diario y su consecuente informe, el verdadero aporte para una visión global de la península de Yucatán, en general, y la villa de Bacalar, en específico, entendidos como territorios de frontera, lo hizo a través de sus mapas. En este sentido, sus aportes son incuestionables, su visión geográfica fue la que dio cuerpo y consistencia territorial a esta despoblada zona.
Para comprender la obra cartográfica de Joseph de Guelle es importante verla en el contexto de la administración de Figuera, ya que esta es reflejo del plan que el mariscal había trazado para la península desde su llegada en 1725. En ella, se observa el repoblamiento de Bacalar, la construcción del fuerte de San Felipe (Figura 3) y la expulsión de los ingleses del Walix hasta extender los límites de la Capitanía General de Yucatán hasta las costas de Belice (Antochiw 25) (figuras 1, 2 y 4). Aunque hay razones para creer que de Guelle disponía de información previa a su visita a la zona, la actualización científica de sus mediciones y la aportación de datos propios (Figura 4) hacen de su contribución a las visiones de la zona la más precisa que se disponía hasta el momento de la Capitanía General de Yucatán.
Tras la muerte de Figuera, el gran proyecto del poblamiento y expansión de los territorios susceptibles a la invasión británica se fue apagando. Los gobernadores que le siguieron al visionario mariscal dejaron de lado el trabajo de Joseph de Guelle y se concentraron en el desarrollo de las tierras interiores, lo cual permitió la silenciosa avanzada inglesa. Como se mencionó, es hasta 1746 que el interés por Bacalar y el territorio del Walix resurge de la mano de Antonio de Benavides. Con la solicitud del rey de nuevas actualizaciones del Walix, De Guelle es requerido y este actualiza en sus mapas los primeros registros que hiciera junto a Figueroa entre 1726 y 1727. La situación de los puntos conflictivos llama la atención por su extrema precisión, pues Bacalar Chico, actual frontera de México con Belice, se encuentra separado de punta de Xcalak (Cayo Ambergis) (Figura 1). Sin embargo, aunque Benavides reconoce la importancia geoestratégica de Bacalar y la magnífica labor de Joseph de Guelle al cartografiar la zona, este es trasladado a Filipinas en 1750, dejando el área de nuevo vulnerable a la avanzada inglesa.
El viaje de vuelta. El ambiguo teniente James Cook
Al igual que Alejandro Joseph de Guelle, James Cook es un personaje sobre el que se ciernen muchas dudas.7 Su texto Remarks on a Passage from the river Balize, in the Bay of Honduras, to Merida es una obra rara por su singularidad, ya que constituye el informe oficial de un teniente inglés, claramente leal a la Corona británica, quien se interna desde los límites en disputa entre Inglaterra y España (Walix) hasta llegar al corazón del centro administrativo del poder español en la zona (Mérida).8 En este sentido, el conocimiento que sobre este bloque ofrece Cook es de carácter significativo a nivel político y militar, al tiempo que constituye una ventana que adquiere relevancia para su análisis al momento de ofrecer un punto de contraste entre las visiones inglesas y las visiones españolas que se tenían sobre la zona.
La verdadera razón que motivó el viaje de Cook a las Bahías de Yucatán y Honduras en 1765 fue presentar un estado de los cortadores de Palo de Tinte arranchados en la zona, quienes tuvieron una nebulosa historia de llegada y anclaje en el área que, se rumoraba, estuvo asociada a los bucaneros escoceses e ingleses que durante el siglo XVII utilizaron la Bahía de Honduras como guarida y zona de descanso (Bridges 134) en abierta oposición a la soberanía española en el área. Sin embargo, los procesos de hostilización y desalojo que los gobernadores de Yucatán ejercieron sobre los cortadores logran su objetivo definitivo con Antonio de Figueroa, apoyados en las exploraciones y registros de Alejandro Joshep de Guelle, al lograr el repliegue total de los ingleses a los ríos Hondo y Nuevo, situación que se mantuvo constante hasta la declaración de la paz entre España e Inglaterra en 1748 (Haas, citado en Cook 10).
Tras las consecuencias del Tratado de París de 1763, en donde España ambiguamente garantizaba la propiedad inglesa en la zona y se comprometía a no hostilizar a los cortadores, a cambio de que estos demolieran cualquier fortificación que hubieran construido en la Bahía de Honduras, Sir William Burnaby, con ayuda del teniente Cook, se preocupó por darle una organización social al territorio y un código civil que permitiera un proceso de gobernanza inicial entre los taladores de palo de tinte (Bridges 147). Este reglamento fue conocido como Burnaby´s Laws y fue posible gracias a la llegada a la gobernación de Yucatán de Felipe Ramírez de Estenoz y a la Real Orden que le fuera enviada el 16 de septiembre de 1764.
La visión de los olvidados
Las tensas relaciones diplomáticas entre España e Inglaterra estuvieron íntimamente relacionadas con los puntos de vista de las colonias, los cuales se alineaban, contraponían o antagonizaban, según las necesidades instrumentales de sus gobernantes. De este modo, los cortadores de palo de tinte no españoles eran considerados “piratas” por España, quien se adjudicaba la total soberanía de Yucatán y Honduras. En contraparte, la actitud de la Gran Bretaña con respecto a los cortadores ingleses fue la de no otorgarles reconocimiento oficial como colonos en la Bahía de Honduras, aunque sus quejas seguían usadas como pretexto diplomático para hostilizar a España en las cortes europeas.
El breve texto de Cook,9 constituido por 34 hojas y publicado en Londres en 1769 por C. Parker, presenta una organización estructurada del viaje divida en tres tramos. En el primero, que va desde “Beleife” hasta “Baccalar”, se especifica que es un tramo que se atraviesa enteramente por agua y que entre Belice y el río Hondo existen cerca de 30 leguas (1-2). En el segundo, que trascurre desde Bacalar hasta “Chumhubut”, se especifica que es un viaje de 3 días en el que se recorren 34 leguas españolas a través de los bosques. En el tercero, que se refiere al tramo desde Chunhuhub hasta Mérida, se apunta que existen 57 leguas españolas y que estas se recorren enteramente a través del bosque (19).
En su narración, las observaciones que hace el autor son de carácter militar y asumen el sentido oficial de la visita al decir: “I muft no here omit obferving, how much it is the intereft of the baymen (and wich indeed they never fail to avail themfelves of) to be on good terms with the guards of thefe outpofts” (Cook 4-5). En ese mismo pasaje, Cook revela sus intenciones de crear una guía diplomática de protocolo para acercase a las autoridades españolas a las que presenta como fácilmente influenciables, así como volubles. Situaciones que se reconocen como las verdaderas razones de los disturbios ocurridos entre españoles e ingleses en la bahía. En sus propias palabras:
The officer of thefe commands, wich generally a ferjeant, is befides thes fcene of jolllitry, often complimented with a piece of strip´d cottom, or fome fuch light stuff, to make him a fhirt, waiftcoat or trowfers, or perhaps a pair of European shoes for his wife. Thefe little prefents the commandant of Baccalar in not totally infenfible of, and is often mean enough to very jealous of, as it in a manner affects him, who is both commander and clothier; this Mr. Maud told me was one of the principal reafons of the late disturbances in the bay; the commandant of Baccalar being offended at his generofity of the English, hurting his priviledge fo much, as to make him perfuade the late governor of the province, that is had never been cuftmary for the English to cut wood in the Rio Hondo, and in doing which they had gone beyond the limits of the treaty of Paris (Cook 5-6).
En la narración de Cook, Bacalar es descrito como una villa pequeña, pobre y rezagada que dispone de una población reducida de no más de un ciento de españoles e indios (11). En su informe de observaciones, Cook pone más interés en describir el camino que la villa en sí misma, pues su objetivo es presentar un informe detallado de lo que ocurre en las entrañas del territorio español y no un estado de la situación del último bastión urbano que la Corona española disponían en el área, es por ello que la forma de interacción con la población local es referida a detalle, quienes se presentan amables y dispuestos a proveer asistencia a los viajeros en términos muy económicos pues: “you pay only for the mules, and that very cheap” (Cook 18).
Ya en el último tramo, camino a Mérida, Cook refiere que existen 14 pueblos de indios y que en cada uno de ellos existe una iglesia y varias casas de indígenas muy pobres. A diferencia de la calidez con que es referida la población indígena localizada en los tramos 1 y 2, en el tramo 3, Cook apunta:
They appear to be fuperlatively ignorant, by what I could difcover, thro the inconvenience of a interpreter; of courfe can but ill impart with their fmall ftock of knowledge to their flock, who they keep in the moft obfcure ignorance, and abject fervility, fhewing both by their adoration of fuch divines (21).
En su texto, Cook no culpa a la población indígena de su rezago, sino a sus autoridades, que son presentadas como sujetos volubles con poca capacidad política y poca pericia para la defensa del territorio. Siguiendo con su agenda, al ser una de las primeras autoridades inglesas que logra llegar hasta Mérida en su calidad de emisario real con un claro aval del gobernador de Yucatán, Cook se toma el tiempo para describir a detalle la situación de la ciudad, especifica que:
Merida is a handfome well built town, in form a fquare; the ftreets are fpacious, parallel to each other, and cross at right angles, but have only the foot paths pav’d; it is built on a sandy foil; has a handfome arch´d gate way at the end of every street, next the country, but no gates hung: the houfes are low built of ftone, and with wafh´d; the out fide of which, in this country, has bad effect on the eyes; it contains, as I was told, about twenty four churches, a good cathedral, a convent of nuns, and a monaftery of fryars, of the order of St. Francis; two o three good fquares; in the principal of which, and on the north fide, refides the governor; and has the cathedral and bishop’s palace on the eaft; the grand council house on the weft; and houfes of the principal inhabitants form the fouth side: there is but little appearance of commerce, or any mechanic art; very few public fhops, but all appearing like people living on their own private fortune; and many are fuch; who live on the acquired wealth of their anceftors; while the indolence of many others prompts them to no industry of commerce; contented to live on the fmall profits of plantation, and that cultivated by the Indians: but there is fmall trade coaft-away to Campeachy, from the port of Sifal (which is diftant only twelve leagues) in bees, wax, leather, gopal, ebony, and logwood; but this a ftranger cannot immediately difcover. The revenues of the province to the crown of Spain are very confiderable, arifing moftly from the article of cotton, with which the woods abound.
The citadel, or caftle, ftands on a level fpot of ground (as the country is in general); as you enter the town, from the eaftward, it is of no confequence, being originally built to protect the Friats from the infolerance of the natives: it at present incroses of a monaftery of the Franciscans beforementioned; it is in form a hexagon, with falient angles; with light pieces about four and six pounders mounted, fome brafs some iron. The wall about ten yards high, has no ditch, or out-work. The governor´s nephew is the commandant, who fhew´d it me; it´s by no means in a condition to defend itfelf againft any foreing enemy that have artillery: a compay of foot do duty here, and at the governor´s house, but a troop of horfe, which are part here, and the rest at Campeachy, efcort the governor when he goes out. I was credible informe´d, there was not five hundred troops in the whole province (Cook 22-26).
La visión detallada de Cook sobre Mérida y su situación defensiva se complementa y contrapuntea de nuevo con el trabajo de Joshep de Guelle, quien en 1751 dibujó su “Plano de la Ciudadela de Mérida de Yucathán”, en donde la ciudadela se presenta como el máximo logro defensivo y militar con el que cuenta la ciudad (Figura 5).
El diálogo entre ambos discursos es incuestionable, sin embargo, Joseph de Guelle presenta la Ciudadela de Mérida con más detalles interiores que Cook, pues puntualiza los seis baluartes de punta de diamante (San Francisco, San Juan de Dios, Nuestra Señora del Carmen, San Luis, San Cristóbal y de la Soledad) y la única puerta de entrada por el lado de poniente en una limpia retícula color bermellón. En el interior de la ciudadela se refiere la iglesia y el convento de San Francisco, la parroquia de San Cristóbal y la capilla de la Soledad, así como también se indican la ubicación del cuerpo de guardia y la casa del guardián, la del castellano, la sala de armas y el almacén de pólvora, pero no se muestran señales del lugar de vivienda de los principales, ya que esa parece ser una cortesía que el sobrino del gobernador ofreciera a los visitantes durante su visita, lo cual generó una alta polémica entre los habitantes de la ciudad.
A modo de conclusión. Visiones del encuentro
Las fronteras nacionales han complicado e invisibilizado el estudio de las relaciones de la península de Yucatán con Centroamérica. La actual frontera geopolítica que divide de forma tripartita el territorio centroamericano entre México, Guatemala y Belice ha fraccionado en territorios nacionales una región que tuvo una historia compartida desde su temprano dibujo en el imaginario colonial del siglo XVI, hasta el nacimiento de los límites internacionales concernientes a los Estados nacionales en los siglos XIX y XX. Por tanto, podemos decir que antes del dibujo de la frontera administrativa actual estuvo la creación del imaginario de un límite, entendido este en los términos que expresa Van Gennep con respecto a los ritos de paso (24-27) . En este sentido, hablamos de concebir al territorio como una puerta de entrada hacia un espacio que, por vacío, es considerado nuevo y susceptible de ocupación.
Durante el siglo XVIII, la producción de conocimiento de carácter diplomático y defensivo-militar de Alejandro Joseph de Guelle y James Cook refleja a nivel micro las visiones coloniales que a nivel macro tenían España e Inglaterra sobre el espacio de acción de sus súbditos. En este sentido, los tratados que eran firmados en las cortes europeas impactaban el imaginario local e infundían nuevos bríos a sus pobladores, administrativos y autoridades locales para la toma de decisiones significativas que tarde o temprano serían discutidas por los altos mandos. Así, en medio de este dialogismo diplomático, vemos un vaivén de posturas que se despliegan y se contraen sobre el territorio en la medida que este es observado como un espacio de frontera que funciona geoestratégicamente como puerta de entrada. Es por esta razón que no es de extrañar que James Cook, casi una década después, elija entrar a Bacalar por la tercera y más amplia vía que Joseph de Guelle había puntualizado previamente como puerta de acceso entre el río Hondo y la villa.
A nivel local, De Guelle y Cook constituyen los ojos del imperio. En sus narraciones se visibiliza la capilaridad del poder, puesto que ellos son productores de información verídica en cuanto a que esta da testimonio de una situación que fue verificada por ellos mismos en los términos legales que establece su nación de origen. En este sentido, tres son los aspectos que se resaltan: 1) la dimensión geográfica del territorio, 2) el estado de la población tanto europea como nativa, y 3) lo que se interpreta como justo según los tratados de paz signado entre las colonias. Tanto De Guelle como Cook tienen una doble dimensión en sus personajes: son militares, pero también diplomáticos. Es por ello que no deciden el viaje por sí mismos, sino que son asignados a él desde una administración que verifica el cumplimiento de un plan mayor.
Por su parte, vale la pena puntualizar que el proyecto de expansión colonial británico en tierras americanas tuvo particularidades instrumentales que lo diferenciaron sustancialmente del español, pues, desde el principio del despliegue de su capital humano sobre los mares descubiertos por Colón, su estatus estuvo configurado sobre intensos postulados de exclusión y extranjeridad que lo posicionaron como antagónico directo del derecho de propiedad internacional Iuso-hispánico, por tanto, el proyecto inglés en América estuvo supeditado y subordinado al español al establecerse como una contracolonia que nació en reflejo de su antagónico declarado. En su calidad de contracolonia, los asentamientos ingleses en el río Walix ofrecen particularidades muy interesantes, pues no utilizaban los mismos sistemas de clasificación poblacional que usaban las autoridades españolas. Ellos partían de un supuesto de igualdad entre sus miembros que emanaba de lo rudimentario del desarrollo de su economía, su organización social y su forma de gobierno, heredada de la época dorada de los perros del mar isabelinos, que se basaba en asambleas exprofesas hechas solo en situaciones importantes que requirieran una decisión consensuada y en el posterior establecimiento del Código Burnaby.
Dada su calidad de contracolonia, el desarrollo de las estrategias de poblamiento y distribución del capital humano inglés en el área fue diametralmente opuesto al proyecto colonizador español orquestado en la península de Yucatán desde principios del siglo XVI. Los cortadores de Palo de Tinte, en su condición de extranjeros, no pudieron desplegarse de manera homogénea en tierras interiores yucatecas, ni agruparse en densos y estables asentamientos urbanos, pues constantemente eran hostilizados y desplazados, especialmente durante el reinado de Carlos III. Sin embargo, durante el mandato de Carlos IV, una serie de concesiones administrativas, producto de la poca injerencia y preocupación del monarca hispano por los asuntos concernientes al gobierno y la administración de las cuestiones coloniales, favorecieron en la zona costera el nacimiento de pequeñas comunidades inglesas escasamente pobladas, de carácter un poco más permanente que sus predecesoras, la cuales funcionaron como enclaves que tenían como eje socioeconómico trasversal la tala y extracción de Palo de Tinte y otras maderas finas. Estos pequeños enclaves ingleses, durante periodos de laxitud administrativa, tuvieron la particularidad de adquirir un carácter expansivo que permitió que la frontera, primeramente ubicada en el río Walix o Belice, poco a poco se expandiera hasta el río Hondo, lugar en donde se fijó como límite internacional, y se uniera, en el río Sibún, con la avanzada proveniente de Honduras, Guatemala y la costa de Miskitos, para formar un vasto territorio inglés enquistado dentro del bloque administrativo hispano que se llamó British Honduras y que hoy reconocemos como Belice.
En sí mismo el nacimiento de Belice y su frontera con México denota cómo se gesta la capilaridad del poder, pues fue en las grietas administrativas dejadas por el gobierno novohispano en donde se filtraron lentamente pequeñas comunidades inglesas, hasta configurarse como un bloque fuerte de población con la suficiente independencia y capacidad de autogestión como para ofrecer abiertamente resistencia al régimen oficial que las rodeaba.
Bibliografía
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Van Gennep, Arnold. Los Ritos de Paso. Alianza Editorial, 2008.
Notas
“Debiendo yo añadir a V. S. me ha dejado admirado el que estas gentes se hallaban introducidas en el corazón de esta provincia sin que sus habitantes tuvieran tal noticia. Por el Río Hondo, habían penetrado más de 15 leguas; por el Nuevo, 34, y por este, y a esta distancia, se comunicaban por el río Valis por tierra; por donde mediaba uno de otro solas siete leguas. Por manera que a poco que se alargasen por estos dos últimos ríos, daban fácilmente con tierras del Reino de Guatemala” (AGI, México, 3017).
“May it please your Grace
Having been Honour´d by your Grace; with a Comission in the Navy in the year Sixty, and with your Grace Generous intentions of Promotion the Year following (which my being abroad and a ensuing Peace prevented) encouraged me to trouble your Grace with this. Wherein I am happy enough to inform your Grace that I have been hitherto Constantly employ´d; during the War in the Gosport the ship I was first Commission´d for since which in the Hazard and Wolf sloops station´d on the Coast of Cornwall: To this letter I was unexpectedly appoint´d when under sailing orders for Jamaica: when there I was order´d by Sr Wm Burnaby (The Commanding officer at Jamaica) to Carry his Dispatches, relative to the Logwood Cutter un the Bay Honduras to the Governor of Jucatan at Merida; A Journey of near five hundred miles from the ships, in the Performance of which Service I was so far Fortunate to Please the Admiral that he honour´d me with a Recommendatory Letter to the Earl of Egmont; which for want of opportunity of a Personal Application to his Lordship, I inclos´d together with my Remarks on the Country Fortifications &.c as desired by Sr Wm to do…
Your Grace´s Much Oblig´d & Most Obediente Humble Servant at Command Jas Cook” (Kitson 26-27) .
Notas de autor