ACERCA DE LOS ORÍGENES DE LAS
FESTIVIDADES DE LA VIRGEN DEL MAR EN LA CIUDAD DE PUNTARENAS
Luz
Mary Arias Alpízar
Oriester Abarca Hernández
Puntarenas, Virgen del Carmen, Nuestra Señora
del Carmelo, festividades.
Puntarenas, Virgin
of Carmen, Our Lady of Carmel, Festivity.
Fecha de recepción: 14 de mayo de
2014 -fecha de aceptación: 19 de setiembre de 2014
La advocación de la Virgen del Carmen es una
tradición de origen europeo que se difundió en América al
menos desde el siglo XVII. En su versión de Virgen del Mar se
propagó desde España. Instituidas por el presbítero
José Daniel Carmona en 1914, en la ciudad de Puntarenas, se celebran las
festividades de la Virgen del Mar como un conjunto de actos religiosos que
también suponen la confluencia de
intereses económicos y políticos.
The invocation of
the Virgen del Carmen is a
tradition of European origin which spread in America at least since the seventeenth century. The title of Virgen del Mar has spread from Spain. Founded by Father
José Daniel Carmona 1914 in the city of Puntarenas, festivities of the Virgen del Mar are held as a series of religious events
that also involve the confluence of economic and political interests.
Decir Virgen del Carmen era en este pueblo, como en cualquierpueblo de pescadores, decir Virgen Marinera
(Cáceres, 2006, p. 77).
En esta investigación se indagan los
orígenes históricos de las festividades de laVirgen
del Mar que se realizan en la ciudad de Puntarenas. Para ello, hemos utilizado como
fuentes la prensa local del periodo 1913-1917, así como de años
posteriores, para determinar
cuáles elementos han estado presentes y permanecen hasta la actualidad.
En una primera sección se exponen, con base
en fuentes secundarias, los orígenes a largo plazo de la
advocación de la Virgen del Carmen. La segunda sección aborda el
tema de su difusión por los territorios que formaron parte del imperio
español en América.
Posteriormente se presenta, de manera muy breve, la
forma en que se ha celebrado la fiesta
de la Virgen del Carmen en algunos lugares de Costa Rica, a lo largo del siglo XX. Luego se analizan los hallazgos, a
partir de las fuentes primarias antes mencionadas: quién fundó
las festividades en Puntarenas, cuál fue el año de inicio y cómo se celebraron en los años
1915, 1916 y 1917. El último apartado describe aquellos elementos que pueden entenderse como
continuos desde los orígenes de la
celebración hasta el día de hoy. Entre los hallazgos sobresalen
dos: la tradición sostiene que
el año de inicio fue 1913, pero a partir de los documentos analizados se concluye que más bien fue en 1914 y,
respecto al fundador, se confirma la participación
del sacerdote José Daniel Carmona. No se encontró prueba
documental acerca de que el precursor
fuera el señor Hermenegildo Cruz Ayala, a quien se le ha venido
atribuyendo la fundación en 1913.
La advocación de la Virgen del Carmen data
del siglo XII, cuando “una comunidad
independiente de ermitaños con un apostolado informal y ocasional”
se formó enel Monte Carmelo (en el actual
Israel) (Merton, 2001, p. 154). Este lugar fue
considerado sagrado desde tiempos precristianos (Raventós, 1998) y ya en
el siglo IX A.C. existía en él un altar para ofrecer sacrificios
al dios Baal. El Monte Carmelo ha tenido un significado relevante para la
tradición judeocristiana, pues se afirma que fue allí donde el
profeta Elías declaró que el dios verdadero era Yahveh y no Baal
(González, 2002).
Los carmelitas obtuvieron la aprobación de
su regla, denominada Regla de San Alberto, en 1209. En el siglo XIII, cuando se
difundió por Europa Occidental, la
congregación de ermitaños se transformó, por obra
principalmente de san Simón Stock (sexto General de la Orden Carmelita),
en orden mendicante (Fernández, 2005; Merton,
2001).
La festividad de la Virgen del Carmen se celebra el
16 de julio pues, de acuerdo con la
tradición católica, en esa fecha del año 1251 la Virgen
María se apareció en Inglaterra a Simón Stock y le
entregó el escapulario del Carmen (Bergier,
1832; Del Carmelo, 2010; Sálesman, 2007; Trese, 2004). La fiesta de Santa María del Monte
Carmelo se extendió tanto en el mundo católico que el papa
Benedicto XIII la insertó en el calendario universal en 1726
(Raventós, 1998). Si bien, luego del Concilio Vaticano II la Iglesia
Católica suprimió, según el calendario litúrgico de
1969, muchas fiestas de santos y advocaciones marianas, la de la Virgen del
Carmen se mantuvo junto a algunas
otras “celebradas originalmente en determinadas familias religiosas, pero que hoy, por la
difusión alcanzada, pueden considerarse verdaderamente eclesiales” (Pablo VI, 2002, p.
131).
En España, el primer convento de la Orden
Carmelita se estableció en Gerona en 1206 (González, 2002).
Posteriormente, la reforma protestante tuvo como contra-cara, en
ese país y, en general, en la Europa católica, la contrarreforma postridentina, de la cual fue un importantísimo
bastión la reforma de la Orden Carmelita, llevada a cabo en el siglo XVI
por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz1.
En dicho contexto,la fuerza de las ideas reformistas
carmelitanas y la advocación de la Virgen del Carmen fueron parte del
ideario del Siglo de Oro de la literatura española. Calderón de
la Barca compuso, por ejemplo, un bellísimo soneto con motivos
carmelitanos La primera flor del
Carmelo2 y
el famoso Soneto a un altar de
Santa Teresa; y se le atribuyen a
Lope de Vega –aunque se discute su autenticidad– dos comedias sobre
Santa Teresa de Jesús3.
Fray Luis de León, por su parte, editó las obras de dicha santa
(González de Tejada, 1863) y escribió sobre su vida4.
La devoción a la Virgen del Carmen, como
manifestación de la religiosidad popular y no solo de las esferas
intelectuales, se difundió tanto en la Península Ibérica
como en los demás territorios que conformaban el imperio español.En la actualidad, en diversos lugares del
interior español se realizan celebraciones en honor a la Virgen
del Carmen; por ejemplo, en Andalucía (Baeza, Dúrcal,
Jerez de la Frontera y Rute), Murcia (Beniaján),
Valencia (Cox) y en Castilla y León (Peleas de Abajo, Peñausende). La Virgen del Carmen es Patrona del Mar
y de la Armada Española y al menos de 39 ciudades y pueblos. En
innumerables puertos españoles se realizan procesiones
marítimas en honor de la Virgen del Carmen (Sánchez, 1998). Allí
“prácticamente todos los pueblos y ciudades de la costa española rinden culto religioso a la Virgen del
Carmen, organizándose procesiones y vistosas romerías
marítimas portando su imagen cada 16 de julio” (Misioneros
Oblatos, s.f.). Por ejemplo, en el puerto vasco de Santurce (Vizcaya) se
realizan procesiones marítimas en honor a la Virgen del Carmen
desde 1907 (Iturrate y Villarejo, 1999) y en el
puerto gallego de Cariño:
La
fiesta en honor a la Virgen del Carmen (15 y 16 de julio) se celebra con una
procesión marítima rumbo a los acantilados de Ortegal
para lanzar al mar una ofrenda floral. En esta fiesta sale la Danza de Arcos de
la Cofradía de Pescadores que acompaña por tierra a la
Virgen del Carmen. Los más viejos no recuerdan su origen y sus
pasos de baile han sido conservados sin ninguna alteración a lo
largo de los tiempos. (Anexo, 2013, p. 131)
Destacan las
celebraciones que se realizan en puertos de diversas comunidades
autónomas. Por ejemplo, en Andalucía: Algeciras, Barbate, Cádiz, Chiclana de la Frontera, Estepona, Fuengirola, Isla Cristina, La Carihuela,
La Línea de la Concepción, Málaga, Marbella, Mazagón, Puente Mayorga, Punta Umbría, Rota,
San Fernando; en Asturias; Luanco; en Cantabria:
Castro Urdiales, Laredo, Revilla de Camargo,
Santander y Suances; en Cataluña: El Perelló; en Galicia: Cabo de Cruz, Cangas do
Morrazo, Isla de Arosa, Muros, O Grove, Ribadeo; en las Islas Canarias: Arguineguín,
La Isleta, La Orotava, Los Realejos y Puerto de la
Cruz; en Murcia: Águilas y San Pedro del Pinatar. Asimismo, destacan las
procesiones marítimas que se efectúan en diversos puertos de las
Islas Baleares: Cabo de Palos, Ibiza, Porto Colom y Sant
Antoni de Portmany. Según Raventós
(1998):
En
el siglo XVIII, cuando ya era popular la fiesta de la Virgen del Carmen, el
almirante mallorquín Antonio Barceló Pont de la Terra (1716-1797)
impulsó su celebración entre la marinería que
él dirigía. Desde entonces, en la marina española se ha
tendido a sustituir el patrocinio de san Elmo (2 de junio) por el de la Virgen del Carmen (16 de julio). Su fiesta se
celebra con gozosa devoción, en
la que lo más llamativo son las procesiones marítimas con la
imagen mariana embarcada. (p. 16)
Muchos
españoles, residentes en Costa Rica, vieron en las festividades de la
Virgen del Mar realizadas en Puntarenas un reflejo de sus propios festejos,
como expresaba el periódico puntarenense El
Correo de la Costa en 1916:
Aparte
los particulares, muchos son los gremios de diversas poblaciones dispuestos
a fletar trenes por su cuenta para tomar parte en tan hermosas fiestas, y
entusiastas miembros de la Colonia española residente en San
José, aquellos que han nacido en las costas del turbulento mar Cantábrico,
en cuyos puertos se venera con ferviente devoción a la patrona de
los navegantes, vendrán a estas
playas a pasar esos días entre nosotros, a rememorar la majestuosa procesión que los rudos marinos celebran en la
lejana patria. (El Correo de la Costa, 1916a, p. 4).
En la América colonial, la devoción
de la Virgen del Carmen fue documentada, ya desde el primer cuarto del
siglo XVII, por fray Antonio Vázquez de Espinoza (1948), religioso
carmelita y autor del famoso libro Compendio
y descripción de las Indias Occidentales.
En
Perú, a la Virgen del Carmen se le denomina, coloquialmente, “la
Mamacha Carmen”. Su devoción data de inicios del siglo XVII y es
la patrona, entre otros, de los presidiarios, las enfermeras, los correos y la
Marina. También es patrona del puerto de El Callao. De acuerdo con el
historiador jesuita Vargas Ugarte (1947), la devoción en América
a la Virgen del Carmen comenzó, precisamente, en la Ermita del Carmen de
la Legua de El Callao, la cual se construyó en el primer o segundo decenio
de 1600. La tradición de la religiosidad popular sostiene que un
comerciante acaudalado que había partido, posiblemente desde
algún punto de Centroamérica, con destino a la Ciudad de Los
Reyes (nombre con el cual los españoles fundaron la ciudad de Lima en
1535), estuvo a punto de naufragar durante este trayecto, por lo que
pidió a la Virgen del Carmen su intercesión, y prometió
desembarcar en el primer puerto al que llegara y construir allí una
capilla en su honor, con el dinero obtenido por la venta de la madera que
transportaba. Este puerto fue El Callao. El comerciante cumplió la
promesa y construyó, a cuenta de su propio peculio, la que luego se
denominó Ermita del Carmen de la Legua y encargó, además,
traer de España una imagen de la Virgen del Carmen, que llegó a
El Callao en 1606 (Diócesis del Callao, s.f.; Misioneros Oblatos, s.f.)..
Lo cierto es que los registros históricos,
incluido el ya mencionado libro de Vázquez de Espinoza, quien
residió en Lima entre 1617 y 1619, indican que dicha ermita fue
construida por Domingo Gómez de Silva y su esposa Catalina María
(Vázquez de Espinoza, 1948)5.
Recientemente, en 2013, el Ministerio de Cultura de Perú declaró
la Festividad de la Virgen del Carmen de la Legua como Patrimonio Cultural de
la Nación (Ministerio de Cultura de Perú, s.f.). Como se
verá, este relato tiene algunas similitudes con la historia popular que
se cuenta –con sus distintas versiones– sobre el origen de las
festividades de la Virgen del Mar en Puntarenas. Al
respecto, cabe considerar que existió un notable comercio de maderas,
especialmente de tinte, entre la costa
del Pacífico centroamericano y Perú, durante la colonia; y con
posterioridad a este período (León, 2003), lo cual puede
fundamentar la hipótesis de algún grado de difusión en los
relatos y las celebraciones.
Pero también en Centroamérica la
devoción a la Virgen del Carmen es muyantigua.
En 1620 se erigió en Guatemala una “iglesia-fortaleza” en su
honor, en ellugar que hoy se conoce como Santuario
del Cerrito del Carmen, ubicado en el Vallede las Vacas, después denominado
Valle de la Virgen, donde se fundó posteriormentela
Nueva Guatemala de la Asunción, actual capital de Guatemala
(Frisón, 2000).En Bolivia, tal devoción se avivó a
principios del siglo XIX pues se relacionó la Virgen del Carmen
con las luchas de independencia,6
al punto que se la considera “cómplice de la
Revolución” (Historia boliviana, 1957, pp. 4, 19). El papa
Pío IX la proclamó en 1851 “Patrona de Bolivia” y en
1948, por mandato de ley, fue proclamada“Generala
y Patrona de las Fuerzas Armadas de la Nación” (Misioneros
Oblatos, s.f.).
En Colombia
existe un santuario dedicado a Nuestra Señora del Carmen y todos los
años se celebran festividades en su honor. Allí es “Patrona
de choferes, marinos, viajeros, y costeños” (El día de la
Virgen del Carmen, el fervor no muere, 1973; Homenaje a la Virgen del Carmen,
1937; Solemne novena y fiesta a Nuestra Señora del Carmen, 1957).
Otros países hispanoamericanos
también rinden tributo a la Virgen del Carmen. En Chile, O´Higgins
la proclamó Patrona y Generala de las Armas Chilenas y ordenó la
construcción de un Templo Votivo en la actual comuna de Maipú. En
México existe la Ciudad del Carmen
(Campeche), donde la devoción tuvo su origen en 1717, cuando se logró expulsar a los
piratas y el triunfo se atribuyó a la Virgen del Carmen. Además,
es patrona de la península de Yucatán y “Emperatriz del
Sureste Mexicano”. En Nicaragua es la patrona del puerto de San Juan del
Sur y se la advoca como Reina del Mar (Stella Maris) y Protectora de los
Pescadores; en este país se realiza
una procesión por el mar, en la que participan embarcaciones adornadas
con banderines de colores. En Panamá, la devoción se celebra en
distintas partes del país: Natá de los Caballeros, Aguadulce, Llano
Sánchez y otras ciudades, pero destaca Pocrí,
sede del Santuario Nacional de la Virgen del Carmen. En Venezuela, esta
tradición piadosa está muy extendida y se llevan a cabo
festividades en lugares como Aguada Grande, el Municipio Colina, Isla
Margarita, el Municipio Sucre y la Guajira (Misioneros Oblatos, s.f.). En
Puerto Rico, la fiesta religiosa carmelita es muy popular, especialmente en el
Municipio de San Lorenzo, donde se ubica el Santuario Diocesano Virgen del
Carmen (Nogueras y Dávila, 2002).
La devoción de la Virgen del Carmen en Costa
Rica está muy extendida y en diversos lugares se llevan a cabo festejos
en su honor. Se presentan a continuación algunos ejemplos de cómo
se celebró esta fiesta religiosa en distintas localidades del
país y en diversos momentos de la historia costarricense:
El terremoto de 1910, que destruyó Cartago,
arruinó todas las iglesias de esa ciudad, con la excepción de la
de San Nicolás, aunque debió también reconstruirse
parcialmente. A este templo se trasladó la Cofradía, la Tercera
Orden y la imagen de la Virgen María del Monte Carmelo. El Obispo
solicitó al papa Pío XI que designara a la Virgen del Carmen como
titular de esta iglesia y como cotitular a San Nicolás. El Papa
accedió al nombramiento de la Virgen como “cotitular
principal”, pero que el templo mantuviera el título de San
Nicolás Tolentino. Las festividades que se realizaron en
Cartago los días 15, 16 y 17 de julio de 1925, fundamentalmente de tipo
litúrgico, destacaron por la presencia de Manuel (Melico)
Salazar y de Roberto Campabadal, en el coro,
“quienes han ofrecido sus servicios en honor de la Santísima Madre del Carmen” (Fiesta del Carmen en
Cartago, 1925, p. 7).
En 1939 el programa de los festejos del pueblo de
Juan Viñas incluía, para el día
sábado 15 de julio: bailes populares, juegos pirotécnicos, cine
público y retreta de carnaval, a cargo de la Banda Militar de Cartago;
el propio domingo 16 de julio se
organizaron carreras de maratón Juan Viñas-Turrialba, concurso
atlético, partidos de
fútbol, retretas, juegos de pólvora, cine público y
“un animado baile de campesinos, con asistencia de invitados de San
José, Cartago y Turrialba” (Se espera que resulte
espléndida, 1939, p. 6). En 1968 los festejos de Juan Viñas,
celebrados los días 13, 14, 15 y 16 de julio en honor a la Virgen del
Carmen incluyeron cuatro corridas de
toros, juegos de fútbol, baile y coronación de la Reina de las
Fiestas, carreras maratónicas y de bicicletas; y otras diversiones
“para chicos y grandes” (Fiestas Patronales en Juan Viñas,
1974; Preparativos para la Virgen del Carmen en Juan Viñas, 1968, p. 46).
En Alajuela, en 1939 las fiestas en honor de
Nuestra Señora del Carmen se llevaron a cabo los días
sábado 15, domingo 16, sábado 17 y lunes 18 de julio. El sábado a las 6:30 a.m. se celebró una
misa cantada, a mediodía doce atronadoras bombetas
de doble trueno, repique de campanas y alegres piezas de música, ejecutadas por la banda. A las 5:30 pm. Se
realizó un solemne rosario, a las 7 p.m.: “sabrosas cenas,
elaboradas por la familia Rojas y Ulloa” (Turno y fiesta en la ciudad de
Alajuela, 1939, p. 5); una hora después iniciaron los festejos
cívicos con juegos artificiales, cine público y música de
banda y de marimba. El domingo a las 5 a.m. se entonó una alegre diana
ejecutada por la Banda Militar, que recorrió las principales calles de
la ciudad; a las 8 a.m., procesión con una elegante carroza que llevaba
la imagen de la Señora del Carmen; a las 8:30 a.m. tuvo lugar una misa
con orquesta, bendición de bueyes y obsequio de medallas a los donantes;
recreo por la Banda Militar en el pasaje Rafael Aguilar; a las 5:30 p.m.,
oración del Santo Rosario; a las 8 p.m., retreta y cine público
(obsequio de la casa Bayer) y música parrandera y de marimba en el
pasaje Rafael Aguilar; a las 9 p.m., juegos artificiales y variados
números de diversiones frente a la iglesia. El lunes a las 5:00 a.m. se
celebró una solemne misa y a las 5:30 a.m. rezo del Rosario (El
simpático Barrio del Carmen estará de manteles largos en su
fiesta patronal, 1950).
En 1956 el poblado de Miramar se aprestaba “a
su fiesta patronal los días 15, 16 y 17 para rendirle una vez más
a su excelsa Patrona, María del Carmelo, los más
fervientes agradecimientos de sus esforzados hijos que ven crecer cada
día, la prosperidad de su cantón” (Casos y cosas de
Miramar, 1956, p. 46). Pero las festividades en ese lugar datan de mucho
tiempo atrás, pues la Municipalidad de
Puntarenas,
en la sesión del sábado 10 de julio de 1915, apenas siete
días antes de que la Asamblea Legislativa decretara la creación
del cantón (República de Costa Rica, Ley No. 42 de 17 de julio de
1915)7, acordó destinar la suma de ¢ 50,00
“para la celebración de la fiesta de Nuestra Señora del
Carmen en Montes de Oro” (Notas de los festejos de Miramar, 1914;
Municipalidad, 1915, p. 4) y el Correo de la Costa, en su número del 22
de julio de 1914, publicó el programa de actividades de la
celebración de Nuestra Señora del Carmen en esa localidad
(Cultura Miramarense,
1916; De Miramar, 1915; Montes de Oro, 1914; Notas de Miramar, 1916).
En Miramar, la advocación tomó la
versión de Virgen de los Mineros (El Pbro. Montoya, 1915, p. 1; La
Virgen de los mineros, 1915; Montoya, 1915).En la parroquia de Santa Teresita
del Niño Jesús, en Barrio Aranjuez, donde se conserva una tricentenaria imagen de la Virgen del Carmen, se
declaró solemnemente la decisión del Ministerio de
Gobernación de tener a la Virgen del Carmen como patrona de la Guardia
Rural, en una misa que tuvo lugar el 16 de junio de 1972
(Celebración religiosa en honor de la Virgen del Mar, 1972).Como es
notorio, a partir de los ejemplos recién expuestos, las festividades de la
Virgen del Carmen, además de los actos litúrgicos y de la
dimensión propiamente religiosa, suponen el involucramiento de actores
civiles y estatales en actividades lúdicas, comerciales y
administrativas. Es decir, si bien, en teoría su núcleo es religioso,
en la práctica es el resultado de un complejo de relaciones sociales,
comerciales y políticas. En resumen, es un fenómeno
cultural que no se reduce a sus aspectos puramente piadosos. Para el
caso de la comunidad de Puntarenas, como se verá, esto no es menos
cierto.
La tradición atribuye al presbítero
José Daniel Carmona y al empresario Hermenegildo Cruz Ayala (conocido
como “don Merejo”) la fundación de las festividades de la Virgen del Carmen. De acuerdo
con las fuentes consultadas es discutible tal atribución al segundo
personaje.
Otro aspecto que cabe revisar es el año de
inicio. En 2013 los puntarenenses celebraron el primer centenario de las
Festividades de la Virgen del Mar o Virgen del Carmen (Agüero,
2013a, 2013b), lo que sugiere que se empezaron a realizar en la ciudad de
Puntarenas en 1914, pues si las primeras festividades se hubieran realizado
en 1913 y se toma este como el primer año, 2013 correspondería al
año ciento uno. Si se toma 1914 como el año uno, 2013
sería el año cien. No obstante, no son fundamentos
aritméticos, sino documentales, los que nos llevan a afirmar que fue 1914
el año en que las celebraciones tuvieron lugar por primera vez.
Los fundadores, de acuerdo con la tradición y
las fuentes históricas
Se atribuye la idea de la realización de las
festividades de la Virgen del Mar a dos personas: el señor Hermenegildo
Cruz Ayala, empresario dedicado a la pesca de madreperla –y en cuyo favor
la tradición afirma que la Virgen del Mar realizó un milagro en
1913–, y el ya mencionado presbítero José Daniel Carmona,
cura y vicario de la ciudad de Puntarenas, el cual “tuvo en hora buena y
memorable, la acertada fundación de la Fiesta de la Virgen del Mar,
Patrona de los Navegantes” (El faro y su importancia, 1917, p.1).
Cruz Ayala fue un empresario chiricano dedicado a
la prestación de servicios de transporte marítimo y a la
explotación del medio marino. Al efecto, era dueño de una flota.
En la prensa local de Puntarenas ofrecía los servicios al público
de una de sus embarcaciones, la Digna María, impulsada por motor de
gasolina y provista de un “magnífico velamen”, la cual
podía transportar cómodamente 25 pasajeros y 300 quintales de
carga y hacer viajes “a Chiriquí o Nicaragua y a todos los puntos
de la costa tica” (Gasolina Digna María de Hermenegildo Cruz,
1914, p. 3). En 1919 solicitó al Congreso de la República la
aprobación del contrato Aguilar y Tinoco-Cruz “para la
explotación exclusiva de la concha perla y el establecimiento de una
fábrica de botones” (Contra un monopolio, 1919, p. 1) con lo que
se constituiría un monopolio a su favor en el litoral del
Pacífico costarricense y en perjuicio de los
pequeños empresarios del ramo. En un editorial, el periódico
puntarenense El Viajero hacía
pública su oposición al proyecto:
Desean los señores Tinoco-Cruz, un derecho
exclusivo para la pesca de la concha perla, en el litoral del
Pacífico, y eso es odioso y atentatorio. Hay en este puerto
empresas pequeñas, ciudadanos que han invertido algún dinero, y
que desde años se dedican a este negocio; ¿por qué se les
va a privar de ganar honradamente su pan?
¿Y
es don Hermenegildo Cruz, un industrial connaturalizado con nosotros, que
aquí ha podido amasar su fortuna; que ha trabajado con la ayuda de todos
los trabajadores que se dedican a esos penosos y a veces productivos trabajos,
el que pide el monopolio?
…
¿Por qué solicitar hoy una prerrogativa odiosa? El
Soberano Congreso debe rechazar de plano ese proyecto de contrato… ¿Quiere
hacerse un bien al país?
Legíslese en el sentido de reglamentar la pesca
de la concha perla, para que no se dé el caso de que nos quedemos sin
esa riqueza en no lejano día, como se acabó con los ostiones.
Pero no, por Dios, no se otorguen contratos que lejos
de beneficiar a la industria nacional,
la coartan, la matan. (Contra un monopolio, 1919, p. 1)
Existen diferentes versiones sobre el milagro que,
según afirma la tradición popular, operó la Virgen del
Carmen a favor del señor Cruz., En 1992, Rafael Armando
Rodríguez, sin explicitar sus fuentes (como sucede también con
las otras versiones del relato), publicó la siguiente historia: un
día de mayo de 1913 don Merejo se apersonó a la casa cural y le propuso al padre Carmona realizar “una
pequeña fiestecita religiosa en honor y gloria de la preciosa Virgencita
del Carmen, patrona de los navegantes,
por haberle salvado de una muerte segura de los arrecifes y bajería de
Punta Guiones”.
Don Merejo narró al padre Carmona que
él era dueño de una pequeña flota dedicada a la pesca de
madreperla y que cada dos meses llevaba sus perlas a Panamá, para
venderlas allí. Cuando la pesca no era muy fructífera, sus barcos
permanecían tres meses fuera; entonces él iba en su busca y
regresaba con el producto a Puntarenas.
Cuando no era así, los barcos regresaban cada cuatro o cinco semanas por su cuenta. La flota había partido en marzo
de 1913 y don Merejo no tenía otras noticias de ella que las que por
telégrafo había recibido desde Sardinal, por lo que aprovechó
que contaba con una nueva embarcación –construida en el astillero de
Lorenzo Canessa, denominada El Galileo–, para
ir en su busca. Al reunirse con la flota recogió el producto y
tomó rumbo de regreso. Entonces el capitán Silvano Nieto le
advirtió que se aproximaba una fuerte tempestad, la cual, media hora
después, estuvo a punto de destruir El Galileo. La embarcación,
en medio de truenos y relámpagos, fue atacada por olas colosales y
veloces vientos. Don Merejo se refugió en su litera, donde invocó
a la Virgen del Carmen y le pidió que lo salvara a él y al resto
de la tripulación, a la vez que le prometía que, al llegar a Puntarenas
“hablaría con el padre de la iglesia y que con su consentimiento
le haría una fiestecita en el mar frente al puerto”, en El
Galileo. Luego de lo cual, debido a los fuertes movimientos del barco, se
golpeó la cabeza y quedó inconsciente hasta que volvió en
sí y pudo comprobar que la tempestad había cesado. Reunió
a la tripulación y le narró acerca de su invocación a la
Virgen del Carmen, pidiéndole rezar con todo fervor en agradecimiento
por el milagro (Rodríguez, 1992; 1998).
Don Jesús Aparicio Molina, puntarenense de
cuna, nacido el 3 de marzo de 1931 en el Barrio El Carmen, se ha dedicado, como
investigador diletante8,
aexaminar
algunos hechos históricos de la ciudad de Puntarenas y ha publicado
varios opúsculos sobre la materia. Molina admite que “muchas
personas que conocieron la historia por boca de otros han cuestionado la
veracidad del dato; aunque no lo rechazaron,
al menos se reservaron sus dudas al respecto” (Aparicio, s.f., p. 26). Lo
cierto es que en los documentos de los primeros años de las festividades
(1914 a 1917) no se menciona al señor Cruz Ayala como iniciador
de la tradición, mérito que sí se reconoce al padre
Carmona. Y cuando se alude a aquel, se le atribuye una
participación en las actividades, pero no en carácter de
fundador, más bien marginal. Por ejemplo, en la edición
del 29 de julio de 1914 –este fue el primer año en que se
celebraron las festividades–, El
Correo de la Costa expresó:
En el
artículo que bajo este título se publicó en el
número anterior de esta hoja, se nombró únicamente a don
Manuel Burgos padre entre los muchos caballeros que contribuyeron a dar realce
a la fiesta, porque según sabemos fue el que oficialmente tomó
participación en ella, dando la lancha en que se verificaron todas las
ceremonias religiosas, la cual hizo arreglar convenientemente. Esto, naturalmente, no merma en nada el
valor de la participación que todos los demás dueños de gasolinas9 y otras embarcaciones tomaron en el festival,
empeñando sus esfuerzos y dineros para darle mayor realce. Y si no
nombramos a ninguno de ellos, ha sido por no incurrir en omisiones y por ser
una lista demasiado larga: don Serafín Saravia, don Hermenegildo Cruz, elSub-Inspector de Hacienda, don Pedro Canale, etc., etc., etc.
Hacemos esta aclaración porque tenemos noticia
de algunos comentarios que se hacen en el público. (Festival
grandioso, 1914a, p. 4)10
El 20 de
julio de 1915, el Centro de Artesanos acordó: “…con motivo
de los esfuerzos que el padre Carmona ha hecho para implantar en
Puntarenas esta típica fiesta de los marinos”, por
contribución de sus socios y del público en general, hacer
una medalla para condecorarlo. Y el Correo de la Costa, luego de hacer una reseña
de las festividades de 1915, expresaba: “…vayan nuestras calurosas
felicitaciones para el Pbro. Carmona,
iniciador y fundador de la fiesta” (Las fiestas de la Virgen del Mar. El
Presbítero J. Daniel Carmona será condecorado, 1915, p. 1).11
Como
reconoce González Valdés (2010), sobrino nieto de “don
Merejo”: “nunca se menciona el nombre del fundador don Hermenegildo
Cruz, ni hay en toda la ciudad una placa que recuerde su nombre”. Tampoco
se hace mención de El Galileo entre las naves que participaban en las
procesiones marítimas, hecho notable si se considera que ambos, el
señor Cruz Ayala y El Galileo, si nos atenemos a las narraciones
populares, debieron ser “actores” principales, al menos en los
primeros años de las festividades. Claro que también debe
tenerse presente que “la ausencia de prueba no es prueba de
ausencia” y que la participación o no del señor Cruz Ayala
en el inicio de las celebraciones es un asunto que debe ser investigado
más ampliamente, para confirmar o refutar lo que la tradición le
atribuye.
En cuanto al padre Carmona, puede decirse que se conserva un recuerdo favorable, tanto de su persona como de su obra. El ilustre pedagogo krausista Valeriano Fernández Ferraz12, quien estuvo en Puntarenas varios días a mediados de julio de 1915 (Felicidades, 1915), se expresaba así, acerca del padre Carmona:
Este padre Carmona es hombre activo y de progreso,
como quien más. Sí amigo Cardenal, aunque no vista usted
de colorado. Este cura rebasa de su Parroquia, y hasta, según
tengo entendido, procura que se alce en la Punta una farola y la estatua de la
Virgen del Mar. Todo este pueblo le considera como su activo benefactor. (El
doctor Fernández Ferraz y Puntarenas, 1915, p. 1)
Esta imagen positiva del padre
Carmona también fue compartida por laMunicipalidad
de Puntarenas, pues en un acuerdo tomado el 10 de julio de 1915dispuso
que:
En
consideración al celo y actividad desplegados en el ejercicio de sus
ministerios por los presbíteros
don Ramón Montoya y don J. Daniel Carmona, curas de Montes de Oro y
Puntarenas, respectivamente, se les subvenciona con la suma de ¢
40,00 mensuales por todo el tiempo que estén al frente de dichos curatos.
(Municipalidad, 1915, p. 4)
Pero quizá nadie haya
hecho un panegírico tan vehemente como el autor que se
identificó como “Conde
de Rusiñol” (posiblemente un
pseudónimo), quien en 1915 escribió en el semanario El Espartano, imaginando el legado y
recuerdo del padre Carmona en una Puntarenas, también imaginaria,
de medio siglo después:
En
el primer número de “El Horizonte”, cuando formábamos
parte de la redacción de aquel
periódico, nos ocupamos del padre Carmona, al referirnos a lapintura y conclusión del templo. Ahora
nos vemos de nuevo obligados a hacerle justicia al señor Carmona, con
motivo de su13 fiesta de la Virgen
del Mar.
Dentro
de 40 o 50 años, cuando las calles de Puntarenas estén cruzadas
por tranvías y vehículos, y los alambres del teléfono
formen con los del telégrafo y la luz, un espesísimo tejido, y
los inmensos vapores del Atlántico echen anclas en nuestra hermosa
bahía, y que el ruido ensordecedor de numerosos trenes, que pasan llenos
de carga, enerve el espíritu del visitante asombrado; cuando Puntarenas
sea el mayor centro de comercio de la República, y con un esplendor y
magnificencia indecibles, se celebren las tradicionales fiestas de la Virgen del
Mar; cuando como un acontecimiento de resonancia nacional, acudan a la Perla
del Pacífico millares de turistas, las madres, en las grisáceas
tardes del invierno, contarán a sus hijos el origen de esa fiesta, de la
siguiente manera: “Por el año [1]914, vivió en Puntarenas,
un padrecito muy jovial y simpático, que se entretenía en
divertir a los chiquillos, y se devanaba los sesos, en busca de la manera de
complacer a sus feligreses, y de atraer nuevos adeptos a la Religión de Cristo,
y emprendedor infatigable como era, después de haber hecho infinitas
mejoras a la casa de Dios, y con santa paciencia haber recogido
innúmeras limosnas, para arreglar una iglesia que por muchos años
había estado en abandono, un día, como fruto de su viva e incansableimaginación, ofreció al
pueblo porteño, la fiesta de la Virgen del Mar, que hoy admiráis, y que tanto progreso encierra
para nuestro pueblo”. (Conde de Rusiñol,
1915, p. 3.)
La figura
del padre Carmona fue de gran influencia tanto en la ciudad de Puntarenas como
en otros lugares del área circundante al Golfo de Nicoya. Por ejemplo,
la ley No. 50 de 1° de agosto de 1910 dispuso: “Fúndase una
Colonia Agrícola de cien
familias costarricenses en la parte Sur de la provincia de Guanacaste y en el
lugar que una comisión científica designe, tomando en cuenta las
condiciones de salubridad, fertilidad y demás que aseguren la vida y el
bienestar de los colonos” (República de Costa Rica, 1910).
Según Sáenz Maroto (1970):
Examinados los informes rendidos por los
señores Pbro. Don Daniel Carmona,
doctor Rafael Calderón Muñoz, Ing. Don Eusebio Rodríguez y
donJosé María Bonilla, quienes
después de examinar las tierras de San Pablo,Santa Rita, Morote, Juan
de León, Coyote, Nosara, Buena Vista, Zamora,Carrillo y Hojancha, se
deciden por recomendar las llanuras de Santa Rita,a
dos horas del Puerto de San Pablo al cual está unida por un buen caminocarretero. Por contrato, el ingeniero
topógrafo Francisco de la Paz Cedeñohace
las medidas de tierras en la Colonia de Santa Rita, que luego se llama“Colonia Carmona”, en memoria del padre
Daniel Carmona, y hoy Cantón deNandayure (pp.
868-869)14
Y
Rodríguez Gutiérrez, por su parte, expresaba en 1970 sobre el
padre Carmona:
En
realidad resulta inexplicable el olvido injusto de que se ha rodeado la figura
de este talentoso y esforzado clérigo, que tanto quiso a Puntarenas y a
la cual puso a su servicio sus mejores ideales de bien público. Ya es
justo que los buenos puntarenenses piensen en levantarle un busto a su memoria
(Rodríguez Gutiérrez, 1970, p. 42)
No obstante, el padre Carmona tenía sus
detractores, algunos de los cuales lo llamaban
despectivamente “Carmonita”. Las razones
eran políticas, pues el sacerdote
militaba en las filas del partido del Dr. Carlos Durán Cartín y el periódico El Pacífico,
favorable al Partido Republicano de Máximo Fernández, desde sus
columnas le lanzaba ataques, acusándolo de ser “agente de
policía con sueldo” (López, 1913, p.3) y de abandonar sus
deberes clericales por participar en política (Los triunfos del
republicanismo, 1913; Perrerreque, 1913;
Política en los pueblos, 1913). Incluso se llegó a
publicar un artículo sobre la marcha de la campaña política
de 1913 en la Colonia Carmona, cuyo autor usó el pseudónimo de
“José Daniel Carademono”, en clara
alusión y mofa del padre Carmona (De la Colonia Carmona, 1913, p.
1).
A la idea
de realizar las festividades de la Virgen del Mar, el padre Carmona unió
la de construir un faro, en el sector de La Punta, –en cuya parte
superior se colocó una imagen, hecha en piedra, de la Virgen del
Mar–, “para que sirva de guía y consuelo a los
navegantes” (El faro y su importancia, 1917, p. 1) y “para comodidad de los viajeros del Golfo” (Faro, 1917,
p. 4). En julio de 1915 se anunció su construcción:
“un hermoso faro será colocado en la Punta, que iluminará
el puerto con sus resplandores. Se
apoyará sobre elevado pedestal de cemento armado y lo coronará
una escultura de piedra, representando la Virgen del Carmen” (Notas de
las fiestas, 1915, p. 1).
Para construirlo, la Municipalidad de Puntarenas
donó un aeromotor o “molino
de viento” que estaba inutilizado frente al matadero; el padre Carmona,
por su parte, obsequió la imagen de la Virgen del Mar
(“Faro”, 1917). Esta obra, construida
por iniciativa de dicho sacerdote, recibió la bendición del
obispo Juan Gaspar Stork
Werth, sacerdote alemán y III Obispo de la
Diócesis de Costa Rica (1904 a
1920) en las festividades de 1917.
Un ilustre personaje que se asocia al faro de la
Virgen del Carmen es FrayCasiano María de
Madrid (o simplemente Fray Casiano). En una publicación de1971, en que
Omar Gálvez recordaba al religioso fallecido el 28 de junio de 1965,aparece una fotografía del faro, a cuyo pie se
expresa: “VIRGEN DEL MAR. Sobrela corona de esta imagen, hace muchos
años, había un faro. Cerca, llegaban las olasdel mar. Fray se sentaba al pie de la torre,
añorando aquellas épocas” (Gálvez G.,1971, p. 6). Y a su muerte, su tumba se ubicó cerca
de ese antiguo faro (Rodríguez,1990). Fray
Casiano, de quien pocos saben que era compositor, es el autor del himno al
Hogar Monserrat, el cual compuso “inspirado en las resedas, la gris arena
de Puntarenas, la espuma del mar y la Virgen de El Carmen”
(Gálvez G., 1971, p. 6).
El año de inicio de las festividades
Las festividades de la Virgen del Carmen, como ya
se expuso, no son exclusivas de Costa
Rica. Tampoco en el ámbito costarricense son exclusivas de la ciudad de Puntarenas. La misma procesión
marítima no es una práctica original, por lo que la idea de
celebrarlas debió de tener diversos orígenes exógenos.
La idea de que las festividades se celebraron por
primera vez en 1913 parece estar muy
arraigada. En palabras de Patricia Angulo G., reina de tales fiestas en 1970,
“el hecho de haberse originado desde 1913, ya nos está indicando
que es una fiesta tradicional y que forma parte de nuestra propia
historia” (Patricia Angulo: reina de las fiestas del mar en Puntarenas,
1970, p. 60). La misma idea era expuesta por Rodríguez Gutiérrez,
cuando en 1970 afirmaba que:
Desde el inicio de los festejos celebrados por vez primera en 1913, la procesión marítima de la
Virgen del Carmen fue siempre un éxito y un espectáculo que
atrajo grandes multitudes de creyentes y curiosos de todas partes (p. 42).16
La historiadora puntarenense Arabela Valverde Espinoza (2008) difiere, al afirmarque “las primeras fiestas de la Virgen del Mar se celebraron en el año 1917” (p. 93).17 Ambas hipótesis carecen de sustento. Existen numerosos documentos que se refieren a este asunto y que permiten concluir que el año de inicio fue 1914. Es poco probable que se hayan realizado en 1913. En primer lugar, si se asume como cierto que el accidente de El Galileo ocurrió en mayo de 1913, solo se habría tenido un lapso de tiempo entre mes y medio y dos meses para organizarlas. En segundo lugar, se sabe que el padre Carmona desempeñó un importante papel proselitista en favor del Dr. Carlos Durán, en la campaña electoral de ese año, y que se desplazó entre junio y julio a diversas partes de la Península de Nicoya y de Guanacaste con ese fin. Por ejemplo, en algún momento del primer tercio de junio de 1913, el padre Carmona estaba en Paquera (Política en los pueblos, 1913)18 y el 5 de julio de 1913 se encontraba en Santa Cruz, en el Club Duranista19 (López, 1913), (Los triunfos del republicanismo, 1913), a tan solo 11 días del 16 de julio, fecha, según el santoral, de la celebración de la Virgen del Carmen.De acuerdo con El Correo de la Costa, en su edición del 13 de julio de 1914, las festividades de 1914 fueron las primeras en celebrarse en Puntarenas:
El
Pbro. Carmona, Cura de esta Parroquia, está actualmente empeñado
en llevar a la práctica una bonita fiesta religiosa, no
acostumbrada en Costa Rica, pero sí en muchos puertos europeos. Se trata
de celebrar la festividad de la Virgen del Carmen, Patrona del mar. El
Padre ha lanzado la idea, que ha sido acogida con mucho entusiasmo por todos
los propietarios de embarcaciones.
La festividad
sería así: misa en la playa, estando todas las embarcaciones queconcurran ancladas lo más cerca posible de la
orilla; plática explicativa del acto;bendición de las embarcaciones;
procesión por el mar, llevando la Virgen. Otrosmuchos
detalles harán que la fiesta resulte, además de moralizadora,
bonita.
Don Serafín Saravia ha ofrecido una de sus
embarcaciones para llevar a la Virgen, la cual adornará
convenientemente.
Esta fiesta tiene
sus ventajas: la significación moral de ella, la exhibición de lo
que pudiéramos llamar nuestra marina mercante, y la aglomeración
de gentes de la costa, que algún movimiento darán al comercio.
Seguramente este año, por la premura del
tiempo, y por ser desconocida la
festividad, no estará
ésta completamente animada; pero si en los siguientes años
se sigue la costumbre, llegará a ser ésta una de las más
hermosas festividades religiosas que celebremos aquí (La Virgen del
Carmen Patrona del Mar Fiesta Religiosa, 1914, p. 1)20
Un artículo, suscrito por el señor
Francisco Ruiz en fecha 20 de julio de 1914, sugiere lo mismo:
Se
trata de hacer una fiesta en honor de la Virgen del mar; si hay un lugar en elmundo donde se necesite fe, es en esa inmensidad
de agua que con sus bravurasy placideces hace
conocer al hombre el poder sobrenatural que nos domina…
La fiesta que para
el próximo domingo 26 ha
iniciado el padre Carmona y que
secundarán todos los habitantes de Puntarenas, no es fiesta de bacanal y
desacato, es una fiesta que dará al marino lo que hoy no tiene:
FE…
Grande será la fiesta porque grande es la idea.
(Ruiz, 1914, p. 1)21
Y efectivamente las festividades se realizaron en
1914. El Correo de la Costa describe esas primeras festividades, en una
publicación, que por su importancia para aclarar los extremos que
aquí nos hemos propuesto, nos permitimos reproducir in extenso:
Hacía apenas dos o tres semanas que se
había anunciado por el estimable Cura de esta Parroquia, el
presbítero señor Carmona, que este día iba a celebrar una fiesta
en el Estero, en homenaje de nuestra Señora del Carmen, Patrona, como es
sabido, de los hombres de mar.
El
anuncio, publicado en la prensa local y en la de San José,
despertó poco entusiasmo al principio en las clases populares, pero
grande y significativo en nuestras respetables matronas y apreciables
señoritas. Y con empeño digno de su fe, señoras,
señoritas y algunos caballeros, se dedicaron desde aquel día a
hacer los preparativos necesarios, a fin de que el festival tuviera resonancia
y sirviera de punto de partida para los años venideros.
El
que esto escribe, tomando en cuenta la indiferencia con que se ve aquí
por el sexo de barba todo lo que tiene alguna relación con la Iglesia,
se imaginó que ésta sería una de tantas
fiestecillas, sin animación, y que apenas si dejaría un
débil recuerdo para el día siguiente. Pero ¡quiá! Toda suposición acerca de su
fracaso, fue desmentida por modo elocuente con la más hermosa fiesta que
los puntareneños22 [sic] habrán presenciado en su vida.
Poco
antes de las ocho de la mañana se pasó en procesión a la
Virgen del Carmen,de la Iglesia al Muellecito, y fue
colocada en lo alto de una montaña ad
hoc quecon
buen gusto se levantó en el centro de la más grande de las
lanchas que posee la Empresa de
los Vapores del Golfo. A partir de ese momento, todo el mundose
dispuso a tomar lugar en el sinnúmero de embarcaciones allí
fondeadas.
Estamos
a bordo de la Barca Capitana23, digamos así, en donde holgadamentese acomodaron más de 250 personas,
entre señoras, señoritas y caballeros, entre éstos el
señor Gobernador, Comandante de Plaza y Administrador de Aduana,
dejando un espacio libre, frente al altar improvisado, para que los fieles
oyesen la misa cómodamente.
Mi
vista se tiende por los ámbitos del Estero. ¡Qué panorama
más hermoso! ¡Qué espectáculo más imponente!
Jamás aquí se había presenciado una fiesta igual, ni por
su grandiosidad, ni por el orden más completo, ni por el fin moral que
alcanza. Se pone en marcha la Barca capitana, la Banda de Puntarenas lanza al
aire sus notas más animadas, y era de ver, era de admirar el golpe de
vista que ofrecía aquel festival ante los ojos azorados del inmenso
público.
Atrás de la Barca Capitana, y cogidas con
fuertes amarras, las demás embarcaciones formaban dos largas y
hermosísimas columnas. ¿Cuántas eran, cuarenta, cincuenta?
Más, mucho más. Y ese número infinito de embarcaciones, estaba admirable y bellamente empavesado.
Desde el humilde cayuco, hasta las orgullosas gasolinas, que con
majestad de cisne se deslizan gallardamente sobre la límpida
superficie de las azules aguas.24 Las gasolinas llevan, arriba, los adornos florales,
dentro, las más hermosas flores del pensil puntareneño.
A esos hermosísimos ramilletes convergen las miradas de todos.
Después de navegar hasta la altura del Rastro, se viró, y se
llegó hasta La Punta, muy despacio, para volver al punto de partida,
frente al Muellecito.
Este, tan grande
como es, apenas si daba cabida a los miles de personas quequedaron
allí porque no pudieron tomar lugar en las embarcaciones.
El arte floral dio en esta ocasión su nota
más alta. Los adornos con que engalanaron
tantas y tantas gasolinas, bongos y cayucos, eran de un gusto exquisito, y es de justicia ofrecer un aplauso
entusiasta y galante para las damas puntareneñas
que de esa manera contribuyeron a darle tanto resplandor a esta simpática
fiesta.
Llegó el momento de celebrarse el santo
sacrificio de la misa. El padre Carmona estaba visiblemente emocionado
por el resultado feliz de su, todavía más feliz, iniciativa. Cantó con gusto exquisito la
apreciable señora Daly, a quien acompañaban una estimable señora del
interior en el órgano de la Iglesia, instalado allí, y el
joven Zúñiga en su violín. Terminada la misa todo el mundo
volvió a sus hogares. Entre los caballeros, se distinguió por su
entusiasmo decidido, desde el principio, don Manuel Burgos padre,
entusiasmo tanto más digno de loa, si se recuerda que hubo
algunas que con empeño desmedido trataron de hacerle mala
atmósfera a la fiesta.
Bien por
todos. Ahora, que se recuerde esta fiesta para que año a año, se
celebre con el mismo resplandor que hoy. Que se mantenga en nuestras costumbres
como una necesidad. Que el pueblo, que los que se echan al mar embravecido para
ganarse la vida, recuerden que hay UNA más allá de nosotros, que
vela por los náufragos y a quien en sus tribulaciones, deben dirigir sus plegarias. (Festival grandioso, 1914a).25
No sólo no hay duda de que las festividades
se realizaron en 1914 sino que también parece claro que fue el
año de su fundación, como el mismo padre Carmona manifestó
en una carta, fechada 24 de julio de 1914, dirigida al Director del
periódico El Correo de la Costa:
El próximo domingo celebraré la fiesta
de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de los marinos.
Como además del acto religioso, esta fiesta
revestirá un carácter netamente local que dará gran
movimiento a este puerto, deseo
darle desde su fundación toda la solemnidad posible con
asistencia de nuestras autoridades, y en este concepto me permito
invitarle. Dichas autoridades y representantes de Corporaciones sociales
irán en una gasolina aparte. De usted atto. S. y
Capellán. J. D. CARMONA.
(Carmona, 1914, p. 4)26
Existe,
además, una prueba que podría considerarse irrefutable respecto
al año de inicio de las festividades. En una carta suscrita por el padre
Carmona en fecha 7 de junio de 1916, dirigida a los feligreses y que El Correo
de la Costa publicó en suedición del 19 de junio de 1916, el
sacerdote expresa: “Por tercera vez tengo la dicha de celebrar con vosotros esta simpática
fiesta religiosa que hace dos años fundé para la gloria de Dios,
de la Virgen del Carmen, patrona de los navegantes y vuestra propia felicidad”
(Carmona, 1916, p. 1).27
Año
1915
En 1915, la ciudad de Puntarenas tenía entre
5.000 (Villar, 1915) y 6.000 (El doctor Fernández Ferraz y Puntarenas,
1915) habitantes. Ese año también se celebraron las festividades de la Virgen del Mar, de lo
cual queda constancia en diferentes
publicaciones. Así, el periódico El Horizonte del 15 de junio de
1915 expresa:
Indudablemente que el padre Carmona es progresista y
emprendedor, díganlo más claro las bonitas fiestas que a menudo
lleva a efecto. En el mes entrante tendremos la de la Virgen del Mar,
que hará como el año pasado eco en toda la República
(El padre Carmona y su gestión en pro del culto en esta provincia, 1915,
p. 2)
El programa
de las festividades de 1915, suscrito por el cura Carmona, fue publicado en
diversos medios locales: El Puntarenense (edición del 14 de julio de
1915), El Horizonte (edición del 14 de julio de 1915) y El Correo de la
Costa (edición del 12 de julio de 1915).
Los preparativos
eran tanto religiosos como sociales: la Comisión organizadora informaba
a los lectores de El Correo de la
Costa “que pueden asentar laspartidas de confirmación todos los
días en la Casa Cural de 3 a 5 de la tarde. El
Ilmo. Señor Obispo vendrá el sábado 17 a las 2 p.m.; el
domingo 18 presidirá la fiesta del mar y el lunes 19
confirmará” (Confirmación, 1915, p. 1). Y la Directiva del Centro de Amigos acordaba “mandar
arreglar debidamente una embarcación con que dicho Centro desea
contribuir al mayor lucimiento de las fiestas de la Virgen del Mar”
(Lancha del Centro de Amigos para las fiestas del Carmen, 1915, p. 1). Además, el mismo Centro de Amigos, con
motivo de las fiestas, organizó un baile el domingo 18 de julio,
amenizado por la orquesta porteña Armonías
del Arte (En el Centro de Amigos,
1915, p. 3). Por su parte, los señores Enrique McAdam
y Napoleón Soto, miembros de una de las comisiones organizadoras,
recorrieron el comercio de la ciudad los días lunes 12 y martes 13 de
julio y recogieron la suma de doscientos colones (Notas de las fiestas, 1915).
El doble
carácter de religioso y cívico de las festividades era puesto en
relieve por el Correo de la Costa cuando, ante la negativa del Ministro de
Guerra, Federico A. Tinoco, para
autorizar la participación de la Banda Militar, comentaba: “Caso inexplicable nos parece este de que nos
nieguen la banda de nuestra propia provincia
para una fiesta local y casi cívica, de la significación e
importancia de la que se va a celebrar”. (Sin banda, 1915, p. 4)
A mediados de junio de 1915 se estaban
“llevando a cabo ejercicios para practicar
las regatas que se efectuarán en la fiesta de la Virgen del mar, el mes
entrante” (Regatas, 1915a, p. 2)28.
Las regatas, a vela, a remo y a canalete, formaron parte del programa de las
festividades de 1915. La Comisión organizadora dividió en dos
grupos las de remo y las de canalete: un grupo de profesionales y otro de
aficionados. Al primero pertenecían todos los hombres de mar: boteros,
lancheros, pescadores y marineros; al segundo, aquellos que “sin estar
dedicados habitualmente a los trabajos de
mar, practican el ejercicio de remar por sport”29.
No se permitía a ninguno de los participantes presentarse en estado de
embriaguez a competir. Para los profesionales se
había previsto un premio en metálico, mientras para los
aficionados una mención honorífica (Regatas, 1915b, p. 1)30. La comisión organizadora hacía
público (en la prensa local) el
desafío que algunas personas lanzaban a quien quisiera competir en su contra, o bien, si se había aceptado
algún reto (Regatas, 1915c; Regatas, 1915d; Regata a canalete, 1915;
Regatas. Carreras concertadas, 1915).
Uno de esos desafíos lo presentó el
señor Manuel Burgos “padre”, administrador de la Empresa de Vapores del Golfo. Burgos
se presentó a las oficinas de El
Correo de la Costa para proponerle a todos los empresarios de gasolinas que participaran en la regata, que tendría
lugar el lunes 19 de julio de 1915 frente al Muelle Grande, “con el
objeto de agregar un nuevo número y hacer más atractivas y amenas
las fiestas de la Virgen del Mar” Y proponía también que
los respectivos propietarios depositaran diez colones por cada
“gasolina” inscrita; el total de las cuotas constituiría el
premio para el ganador y, si este resultaba ser la Empresa de Vapores del
Golfo, la suma obtenida sería donada al Hospital San Rafael de Puntarenas (Desafío para la fiesta del mar, 1915,
p.1). Lamentablemente, la regata de gasolinas finalmente no se llevó a
cabo (Después de la fiesta, 1915).
Para las regatas que se realizaron en el Estero (el
lunes 19 a las 8 a.m.) se construyeron dos botes especiales: el G 1 y el G 2;
los tripulantes del primero fueron:
Amadeo Quirós, Arturo Guevara, Juan Rafael Guevara, Fernando
Jiménez, Rigoberto Urbina y el timonel fue Ernesto Guevara; el segundo
bote fue tripulado por: Cipriano Güell, Manuel Burgos (hijo), Adriano
Urbina, Abel Salazar, Pedro Guevara y el doctor Sergio Fallas; el timonel fue
Enrique McAdam (El G.1 y el G.2, 1915). Todos ellos
pertenecían a las élites locales. El equipo vencedor fue el de la
lancha G 2 (Después de la fiesta, 1915).31
El
papel de estas élites en la organización y administración
de las festividades queda patente en la siguiente publicación:
Toda
persona que quiera embarcarse durante la procesión marítima el
día de la fiesta de la Virgen del Mar, deberá proveerse
del respectivo tiquete que vale la ínfima suma de ¢ 0,10. Sin estar
protegido por ese papelito, nadie podrá embarcarse durante el tiempo
de la procesión. Así se ha resuelto de acuerdo con todos los
dueños de embarcaciones.
El
producto de lo que aquí se recoja, se destinará a cubrir algo de
los gastos que ocasiona la misma festividad, y si aún sobrare, se
empleará en los trabajos de la terminación del templo (Para
embarcarse, 1915, p.1).
Ahora bien,
también se esperaba la colaboración y participación de las
instituciones públicas. Por lo
general, la asistencia de estas estaba garantizada, pero podían surgir
dificultades, como los siguientes ejemplos, uno de contribución y otro,
de carencia de ella:
Don Magdaleno
Bustillos, Subinspector de Hacienda, ha dispuesto engalanar el Muellecito
así como las embarcaciones dependientes del Resguardo. Será
aquélla una de las notas más hermosas de las fiestas si tenemos
en cuenta el entusiasmo del señor Bustillos y el gusto con que fue
decorado el año pasadoel Muellecito, por iniciativa y
bajo la dirección del laborioso y popular Subinspector de Hacienda (Notas de las fiestas, 1915, p.
1).32
Por otra parte, El Correo de la Costa, en su
edición del 7 de julio de 1915, sequejaba de
que a once días de las celebraciones aún no se sabía si la
Banda Militarparticiparía pues
“las gestiones que se han venido haciendo no han dado hasta la
fecha resultado
práctico”, lo cual obstaculizaba la confección de los
programas de las festividades y su respectiva circulación por toda la
República; por ello se planteaba una excitativa al Ministro de Guerra,
Federico A. Tinoco, “para que resuelva ojalá en esta misma semana,
ceder la banda militar de Puntarenas para las fiestas de los marinos” (La
Banda militar y las fiestas del Carmen, 1915, p. 1), Todavía para el
16de julio de 1915 el Ministro de Guerra no había dado su
autorización, por lo que se anunciaba que “es muy posible que las
fiestas de la Virgen del Mar tengan que verificarse
sin el concurso de la banda militar de este puerto” (“Sin
banda”, 1915, p. 4).
En cuanto a la procesión marítima de
1915, se conoce el nombre de algunas de las embarcaciones que participaron.
Entre las “gasolinas”, además de la Capitana ––que ese año fue la lancha Nosara (Las fiestas de la Virgen. El presbítero J.
Daniel Carmona será condecorado, 1915)–,
estaban: Aranjuez, Cariari, Barba, San Lucas, Costa
Rica, Josefita, La Sultana (que transportó a la colonia
española), Miralles y Suegra (en estas dos últimas iba mucha
gente del pueblo). La del Centro de Amigos semejaba un kiosco japonés
(Las fiestas de la Virgen del Mar, 1915). La “Costa Rica”, propiedad
de doña Zoila de Vega y arreglada en forma de cisne, fue la mejor
adornada y se presentó en nombre del Centro de Artesanos (Las fiestas de
la Virgen del Mar, 1915); el segundo lugar fue de “La Sultana”, la
cual fue arreglada por la colonia española y que “gallarda
luciendo en su proa, en sus costados y en toda ella la noble y arrogante
bandera de nuestra madre patria, entremezclada con profusión de flores y
guirnaldas que, junto con las simpáticas señoritas que en ella
iban, formaban un conjunto imponente y original” (Las fiestas de la
Virgen. El presbítero
J. Daniel
Carmona será condecorado, 1915, p. 1) Según informaba El Correo
de la Costa:
Constituyó esa procesión, completamente
original en Costa Rica, la nota culminante de las fiestas. Gran
número de embarcaciones lujosamente empavesadas, giraban en
torno, o seguían a la lancha Nosara, donde
iban la imagen de la Virgen, el señor Obispo y los
presbíteros Alejandro Porras y Ricardo Rodríguez, que
acompañaban a S. S. I. Este ilustre pastor celebró a bordo de
dicha lancha la misa Pontifical (Las fiestas de la Virgen. El presbítero
J. Daniel Carmona será condecorado, 1915. p. 1)
Un dato
importante es que, según lo indican documentos de la época, parte
de las actividades realizadas en 1915 fueron filmadas. Según
informó El Espartano: “a
tomar vistas cinematográficas ha estado durante las fiestas de la Virgen
del Mar, don Manuel Gómez Miralles y su hermano don Paco” (Notas
personales, 1915, p. 4.). El
Puntarenense también informó al respecto:
El sábado 17 del actual, a las dos de la tarde,
llegará el señor obispo doctor don Juan Gaspar Stork. La presencia del señor Obispo y la
circunstancia de que allí se imprimirá la primera cinta
cinematográfica llevarán mucha gente a la estación. (Notas
de las fiestas, 1915, p. 1)
El programa
de actividades de 1915 indicaba los lugares y eventos que serían
filmados: la “primera vista cinematográfica” se
tomaría el sábado 17 de julio a las 2 p.m., en la
recepción solemne al obispo Stork en la
estación, a la que asistirían “las
autoridades locales, la banda [militar], las escuelas, niños de primera
comunión y demás vecinos
de esta localidad” (Carmona, 1915a, p. 4; 1915b, p. 3; 1915c, p. 3). El
Obispo llegó, como estaba programado35, a las 2 p.m. “en el carro presidencial agregado al tren de pasajeros” (Las
fiestas de la Virgen. El presbítero J. Daniel Carmona será
condecorado, 1915, p. 1). La segunda vista cinematográfica se tomaría el domingo 18 de julio, en la
procesión que saldría a las 6:30 a.m. de la iglesia hacia el
Estero; el orden de la procesión sería: “I° los niños de escuela; 2° niños de Iª comunión; 3° marinos uniformados; 4°
en el centro las autoridades locales e Ilmo. Señor Obispo; 5° la
imagen del Carmen; 6° el pueblo” La tercera vista
correspondería a la procesión y desfile de embarcaciones en el
Estero, programada para ese mismo
domingo a las 7 a.m. La cuarta vista sería tomada a las 12:30
p.m.
ese mismo día en la
“procesión y recepción de los carretoneros con sus carros
hermosamente arreglados y sus regalos a la Virgen del Carmen. –Acto seguido
bendición de los mismos”36.
Las regatas a remo en el Estero, programadas para
el lunes 19 a las 8 a.m., serían la quinta vista cinematográfica.
Ese mismo día, la confirmación de niños en el templo
(12:30 p.m.)37,
y las regatas a vela frente al Muelle Grande (2 p.m.) serían la sexta y
sétima vistas cinematográficas. Si bien, se habían
programado diversas actividades para el martes 20 de julio: exposición
de ganado, aves, y cerdos en la plaza de la iglesia, “carrera de
gasolinas” en el Estero, regatas a vela frente al Muelle Grande, carreras
de sacos en la calle norte de la iglesia y retreta en el Parque Victoria; no se
dispuso la filmación de ninguna de ellas (Carmona, 1915a, p. 4; 1915b,
p. 3; 1915c, p. 3). .
En las
misas, a la hora de los cantos, tomaron parte en la ejecución “la
distinguida señorita Anita F. Ferraz y nuestro amigo el tenor nacional
don Cano Aguilar”, según reportaba El Puntarenense (En la fiesta,
1915, p. 1).
Una vez concluidas las celebraciones, El Horizonte
informó acerca de los resultados de las festividades; en resumen, que
algunos números programados no
fueron ejecutados38,
la asistencia para recibir al Obispo fue numerosa, como también a la
procesión marítima y a los números anunciados, la
exposición de animales no tuvo el resultado esperado (se expusieron muy
pocos ejemplares)39,las regatas fueron uno de los números
más atrayentes (pero las regatas a remo y de
veleros no se llevaron a cabo). Además, ocurrieron dos accidentes: una
joven de apellido Canessa
cayó de la “gasolina” en que viajaba y esa misma embarcación chocó con otra, con el resultado
de que un joven perdió dos dedos de la mano (Después de la fiesta, 1915)40.
Al parecer, el padre Carmona era un hombre que
podía utilizar los motivos religiosos como un fin en sí
mismos, pero también como un medio para mejorar, en términos
materiales, la vida de la sociedad. El hecho de que en las festividades de 1915
solamente se presentaron dos especímenes en la exposición de
animales, uno caballar y el otro vacuno, no lo desmotivó para invitar
nuevamente a los criadores a exponer en el año 1916. Según sus
palabras: “Recomiendo a los que puedan traer su contingente no
tanto por interés al premio como por contribuir al auge de esta clase
de ferias, que redundan en provecho de la agricultura e industria
pecuaria” (Carmona, 1916, p. 2).
En el segundo año de su celebración
(1915), a las festividades asistió gente de todo el país:
De
todas las provincias de la República llegó gran número de
personas a pasar entre nosotros los días consagrados a la
festividad de la Virgen del Carmen. El gentío fue inmenso, superó en
mucho al del año anterior. De San José llegó el sábado el
tren ordinario compuesto de doce carros, atestados todos de gente. Excusado
es decir que los hoteles, bastante numerosos, no pudieron satisfacer la
demanda de habitaciones.
Ayer comenzaron a regresar
los viajeros a sus respectivos lares y, después del bullicio motivado
por las fiestas, la población va recobrando la calma habitual (Afluencia
de forasteros, 1915, p. 2).
Un autor, que
se identificó como Euclides (posiblemente un pseudónimo), describió
bellamente las festividades de aquel año:
Las
esquilas de la torre, allá arriba, llamaban a oración.
Nacía el sol, el alba esfumaba las personas y las cosas. En el
cielo ni una nube, en el mar ni una ola, en el aire ni una ave, en el horizonte
mucha luz y lejos, en el confín reverberante,
velas blancas que se acercaban a la playa.
La
gente pasa, pasa como oleada tumultuosa: finas siluetas de mujeres bellas,
profusión de ojos negros, azules, morenas de crenchada cabellera y hombres
de paso presuroso con vestido dominical, buscaban el camino a la
iglesia. El Alegre repiqueteo de las campanas tocando a gloria, las notas
graves de la música y el humo del incienso subiendo al cielo,
indicaban el principio de la romería y ante nuestras pupilas,
ávidas de emociones, como a través de misteriosa cinta
cinematográfica, fue desfilando lentamente, calladamente y con
cadencia piadosa, la humana procesión.
La Virgen del Mar en lo alto, en
hombros de devotos, parecía remontar el vuelo rodeada de nubes y ángeles,
mientras el sol, travieso, jugueteando se quiebra y muere en los dorados y
joyas de la santa, que parece presidir en hondo silencio la hermosa fiesta.
Marineritas de
uniforme, niños vestidos de blanco y celeste, llevando cirios que chisporrotean
a la luz del día, un mar viviente de formas y colores que ungido de fe y
esperanza, va a rendir su tributo de amor a la reina de los Mares. La enorme muchedumbre,
como hermosa serpiente de anillos matizados, con toda la gama del iris, se fue
extendiendo, estrechándose a ratos camino del Muellecito.
Detrás de
la santa, bajo el palio acariciado por el lauro matinal vestido de gala, iba
el señor Obispo, con su túnica de morado escarlata, envuelto en
el nimbo del incienso y en la mística placidez de los creyentes, que
elevaban in péctore sus preces a lo alto.
Llegamos por fin
al término de la peregrinación. La sagrada imagen ocupó su
puesto de honor en la barca capitana, adornada con palmas y flores y la multitud buscó su lugar en las demás
barcas que risueñas y coquetas hilaban con gallardía su
estela de bruñida plata, balanceándose en un mar de añil,
tranquilo y sereno, bajo una atmósfera de fuego que iba
creciendo.
Pronto,
muy pronto, entre el rumor de los pañuelos que se agitan de lejos, las
risas cristalinas, el frufrú rumoroso que aumentaba, fueron pasando ante
nuestros ojos todo un mundo de velas, de caras angelicales, de armonías,
de efluvios de perfumes, de hondas, de misticismo y de piedad, en tanto
que desde el primer piso de la barca salían cantos litúrgicos,
que ponían creencia en los corazones al escape de las notas graves y salmódicas del órgano y de los cantores,
al compás de las olas del Estero que allá en la opuesta orilla,
en los manglares morían temblorosas como pompas de espumas, haciendo
contraste con la faja gris de arena de la playa, que reverberaba al
soplo del aire cálido y punzante, oyéndose el rumor lejano del
Mar en sus continuos tumbos.
Majestuoso,
imponente y soberbio fue este acto.
El desorden pintoresco de la partida, rodeado de
voluptuosa alegría, se armonizaba con el vuelo al ras del agua de la
inquieta golondrina, bañada de luz, que participaba
también de la fiesta.
La misa
concluyó y por el espacio fueron bajando, como lluvia de rocío,
las bendiciones de Su Señoría a la gente arrodillada en aquella
hora solemne.
A qué decir que la festividad estuvo
encantadora y soberbia. Nuestra pluma es incapaz de trasmitir fielmente las
emociones que sentimos.
Barcas empavesadas con gallardetes, banderas,
banderolas, cintas, flores y faroles chinescos, destacándose por su
gusto exquisito y artístico La Sultana, de acabado corte español,
donde parte de la colonia de este puerto y de sonrientes
señoritas, lucían sus preciosos atavíos, sus mejillas
frescas, sus ojos amorosos inundados de placer.
Después
la del Centro de Amigos, un sencillo kiosco japonés adornado con palmas,
cañas de bambú y farolillos. Y como marco enorme, a los lados de
la Capitana, multitud de lanchas, lanchitas y botes como cáscara de
nuez, llenos de gente que evolucionaban atrevidos, embriagados por las
brumas de luz, el reino de la poesía, de religión y de
ensueño, minuto de oro que dejó gratos recuerdos y cayó
como lluvia bienhechora en muchos corazones fríos y marchitos, dando a
cambio dulce paz y fe espiritual.
El paseo
concluyó, los navegantes desembarcan bulliciosos, terminando así
la fiesta de este hermoso día que no se nos olvidará, habiendo
sido en vano para este cronista buscar en la muchedumbre unos ojos negros,
grandes y húmedos que saben decir muchas cosas que se sienten y se
callan. (Euclides, 1915, p. 1).
Año 1916
En
1916, tercer año en que se celebraron (Carmona, 1916), las festividades estaban
ya definitivamente consolidadas41 y
atraía tanto a habitantes de los pueblosdel
litoral como del interior del país (Notas del reporter,
1916b). Según el Correo dela Costa:
Atraídos por la novedad que revestirán este año las fiestas de la Virgen del Mar, han comenzado a llegar al puerto muchas personas del interior, y ya la ciudad presenta un bonito aspecto de animación. Hasta las nubes han hecho desaparecer de sus vientres los manantiales de agua, y el sol brilla con todo su esplendor, como queriendo todo contribuir a santificar las fiestas de los marinos (Visitantes, 1916, p. 4).
Además,
seguía “despertando entusiasmo en los pueblos de la costa la celebraciónde la futura fiesta de la Virgen
del Mar, a la que se piensa imprimir todos los caracteresde
una feria”, según exponía El Correo de la Costa (Chinitas
dispersas, 1916b, p. 4).A inicios de junio de 1916, “el padre Carmona, y
las diversas comisiones nombradas al efecto, trabajan empeñosamente
porque resulten magníficas” (Chinitas dispersas, 1916a, p.
1). Y el Club de Puntarenas citaba a los socios interesados “con
el fin de tratar de las regatas para la fiesta de la Virgen del Mar”
(Para la fiesta de la Virgen del Mar, 1916, p. 1).
Al nivel
local, las autoridades públicas tomaron algunas decisiones que indicaban la relevancia que ya habían adquirido
los festejos. Por ejemplo, se decretó asuetopara
“el elemento escolar” desde el lunes 17 de julio y hasta el
último día de julio,“con
motivo de las festividades de la fiesta del Carmen” (En vacaciones, 1916,
p. 1).
Don Julio Carmiol, en su
calidad de regidor, incluso llegó a formular “un proyecto
que sometió a consideración de la Municipalidad para que las
fiestas cívicas se celebren con las de la Virgen del Mar,
quitando a aquellas cuanto de grotesco y prosaico han tenido aquí”
(Nuestras campañas, 1916, p. 1)42.
Y de nuevo,
la prensa local reconocía al padre Carmona como “fundador y
mantenedor de las hermosas y populares fiestas” (Notas del reporter, 1916b, p. 4), sin mencionar al señor
Hermenegildo Cruz, ya ni siquiera como participante en la procesión
marítima. El Correo de la Costa manifestaba:
Estas
fiestas, gracias a la iniciativa y talento de un modesto sacerdote, de uno de
esos apóstoles del cristianismo que practican el bien por el bien mismo,
tienen hoy gran resonancia en la República, y son motivo de bienandanza
para esta hermosa ciudad de Puntarenas, porque a la vez que ponen de manifiesto
su progreso y envidiable grado de cultura, los intereses creados a la sombra
del puerto perciben el tanto que les corresponde en el movimiento de
viajeros…
Luchando
solo, que hasta hoy poca fue la ayuda que se le prestó, ha logrado el
presbítero don J. Daniel Carmona dotar a Puntarenas de unas fiestas que
manteniendo la fe sirven también de honesto esparcimiento, y venero de riqueza
son para el conjunto del vecindario, pues no debemos olvidar que la vida
de la población depende del movimiento del ferrocarril y del puerto (Notas
del reporter, 1916a, p. 4).
El padre
Carmona cuidada hasta los más mínimos detalles, para no restar
esplendor a las festividades. Por ejemplo, El Correo de la Costa del lunes 3 de
julio de 1916 narra la siguiente anécdota:
Hoy
[lunes 3 de julio] por la mañana, al abrir la puerta de la
redacción, nos encontramos de manos a boca con el padre Carmona, el
fundador, iniciador y mantenedor de las fiestas de la Virgen del Mar.
–
¿Qué ocurre, reverendo pater?, le
preguntamos.
–Amigos, exclamó, que la fiesta de la
Virgen del Mar, patrona de los navegantes,
habrá de transferirse para el domingo 23 del mes en curso, y urge que
U. (sic) lo haga saber hoy mismo en su popular
periódico, a los numerosos suscriptores de dentro y fuera de la ciudad.
–
¿Y a qué se debe eso?
–Únicamente a que las mareas no permiten
la celebración el 16, por ser muy de
madrugada la pleamar, y le
quitarían a la festividad todo su esplendor. –De
modo que lo que Ud. desea es… –Que lo digan así en el
simpático Correo de la Costa. Queda
complacido el reverendo pater (La Virgen del Mar, 1916b, p.1).43
Por
lo que las festividades efectivamente se trasladaron para el domingo 23 de
julio de 1915 (Las fiestas del Mar, 1916).Según palabras del mismo
Carmona, refiriéndose a la fiesta religiosa de 1916:
Es mi
intención celebrarla este año con mayor solemnidad que en los anteriores, contando para esto con vuestra buena
voluntad, entusiasmo y devoción a la Santísima Virgen y con la
gran concurrencia de visitantes que de todas partes vendrán
(Carmona, 1916, p. 1).
Pero el éxito de las
festividades y el celo que en ello ponía el padre Carmona, supuso
para él una gran presión, al punto que comprometió su
salud:
El señor
cura de esta parroquia don J. Daniel Carmona fue víctima hoy de un repentino
ataque nervioso.
Sabido es que el padre Carmona ha
estado durante estos últimos días agobiado de trabajo con motivo
de la festividad del Carmen, y sin duda debido a la agitación que sus labores le proporcionan, se
sintió hoy indispuesto.
La casa cural se vio invadida
de numeroso público al que afectó mucho la repentina
enfermedad del estimado Padre, quien por fortuna ha seguido mejor, cosa
que celebramos. (Repentino ataque, 1916, p. 4)
Al igual que en 1915, en 1916
también se realizaron regatas. Las competencias de remos supusieron una
fuerte rivalidad deportiva entre el Centro de Amigos y el Centro de Artesanos
(Rodríguez, 1970). Según se informaba: “los equipos del
Club de regatas practican en el Estero, prometiendo ser muy interesantes las
regatas a remo, disputándose la Copa ofrecida por el presbítero
don J. Daniel Carmona”. Además, “otro de los números
más salientes y de mayor atractivo serán las regatas a vela en la bahía” (Notas del reporter”, 1916b, p. 4). De nuevo en 1916 participaron los botes G 1 y G 2, para los cuales el
premio era de ¢ 25,00. También hubo otras categorías y
premios: botes a dos remos (premio ¢ 10,00), chingos a cuatro canaletes
(premio ¢ 10,00), regatas a vela (premio ¢25,00). Para tomar parte en
las regatas había que inscribir, tanto la
embarcación como a los pilotos, lo cual se debía hacer ese
año en las oficinas de don Cipriano Güell y de don Manuel Burgos
(Regatas. Inscripción para tomar parte en ellas, 1916). Según El
Correo de la Costa:
Los
esfuerzos de los contrincantes por obtener la copa Carmona fueron grandes,pero la fortuna
favoreció al team capitaneado por el
simpático macho McAdam.
Con ese motivo, vencidos y vencedores celebraron un
alegre festival que durótanto como los
días de fiestas. (La fiesta de la Virgen del Mar, 1916, p. 4)
La cantina La
Magnolia, propiedad de José
Bardés, aquel año pasó a ser
parte de las actividades:
El padre Carmona no descansa en la ardua labor que se
ha impuesto a fin de que se ha impuesto a fin de que las fiestas de la Virgen
del Mar revistan el mayor esplendor y brillantez, habiendo, con ese motivo,
hecho arreglos con el Trío Florencio para dar una función, a
beneficio de la recaudación de fondos, en el amplio y elegante teatro
establecido en “La Magnolia”.
El artista nacional don Noé Chaverri,
con desinterés que le honra, se ha brindado a tomar parte en la
función con dos números de su extenso repertorio. (“Las
fiestas del Mar”, 1916, p. 1)
Como en los
dos años anteriores, el Obispo presidió la procesión
marítima –realizada el domingo 23 de julio– y ofició
misa a bordo de la Capitana. Las embarcaciones iban bellamente arregladas,
“habiéndose llevado la palma en el Concurso, las lanchas
adornadas por las Colonias China y Siria. La primera representaba una muy
significativa alegoría” (La fiesta de la Virgen del Mar, 1916, p.
4).
El Obispo
también bendijo la nueva casa cural,
“edificio que por su elegancia contribuirá en mucho al
embellecimiento de Puntarenas” (Notas del reporter,
1916b, p. 4). La ceremonia fue uno de los números de mayor
atracción de público, que se congregó “tanto en el
edificio como fuera de él, y en las adyacentes” (La fiesta de la
Virgen del Mar, 1916, p. 4). Esa casa se construyó en 1916 gracias a la
tenacidad del padre Carmona, en el término de menos de un año
(Carmona, 1916; X. Z., 1916).44
Las actividades que el padre
Carmona programó para 1916 fueron:
1.
Recepción al señor Obispo.
2.
Procesión terrestre con la imagen de la
Virgen del Carmen, de la iglesia al
Estero. Misa, bendición de lanchas y
procesión marítima en el Estero. Un gran
número de niñas, unas vestidas de marineras y otras de
ángeles, adornaron la lancha de
la Virgen.
1.
Bendición e inauguración, por parte
del obispo Stork, de la nueva casa cural.
2.
Desfile y bendición de carretones. Al mejor
adornado se le daría un premio en dinero.
1.
Turno
a beneficio de la nueva casa cural, al que
concurrirían todos los vecinos con sus regalos y dinero.
2.
Regatas a remo por parte de los jóvenes del
Club de Regatas, y otra por parte de los marineros; a canalete en el Estero y a
remo en la Bahía. Los premios: una copa de plata (para la competencia
del Club de Regatas) y ¢ 25,00 para los marineros.
7. Premiación a los ganadores de la competencia del
Club de Regatas (entrega de la copa de plata).
1.
Exposición
de especímenes de ganado vacuno, caballar y cerdoso, así como de
cereales, frutas y aves. Se entregó premio al primer y segundo lugar.
2.
Partido de fútbol que el Club La Juventud
dedicaba al señor Obispo.
3.
Carreras de caballos (con premio al más
veloz) y de cintas.
4.
Carreras en saco y otras diversiones con premio en
dinero (Carmona, 1916).
La fiesta duraría tres días, con el
domingo 16 de julio de 1916 como centro (pero como se expuso, fue necesario
cambiar la fecha de la celebración). El Obispo conferiría la
confirmación el segundo día.
La Comisión recolectora para los gastos de
las festividades estuvo compuesta por Rosita Mayorga, Eloísa
París, Emelina Gil, Adelita Alvarado,
Francisco L. Enríquez, Víctor Céspedes Duke, Abel Salazar y Napoleón Soto (Comisión recolectora
para los gastos, 1916).
Año 1917
Las festividades de la Virgen del Mar de 1917
también produjeron “gran entusiasmo e inusitado entusiasmo
en las gentes del interior” (Gran entusiasmo, 1917, p. 4). Por ello,
“de todas las Provincias se dio cita una numerosa concurrencia para venir
a rendirle, conjuntamente con nosotros [los puntarenenses], cultohomenaje
a la divina y milagrosa Virgen del Mar” (Las fiestas de la Virgen del Mar,
1917, p. 1).
Se
celebraron en setiembre, en vez de julio, debido a que la caída del
puente de Barranca ocasionó la interrupción del tráfico
ferroviario (Cuantiosos intereses, 1917). Esto supuso, claro
está, un obstáculo para que personas del interior se trasladaran
a Puntarenas. El padre Carmona dispuso entonces esperar hasta que desaparecieran
las incomodidades de hacer el trasbordo45 (Fiesta
transferida, 1917; Puente de la Barranca, 1917; Puntarenas está de
plácemes, 1917). El obispo Stork aprobó
el cambio de fecha en los siguientes términos:
Palacio
Episcopal, San José, Agosto 10 de 1917.
Señor Cura y Vicario de Puntarenas
Querido amigo:
Apruebo su resolución de celebrar la fiesta de
la Virgen del Mar el 9 de Septiembre y de bendecir el faro de la Virgen el 10. Será
un consuelo para mí de asistir a estas ceremonias, que sin duda harán un gran bien a los simpáticos
feligreses de nuestro puerto del Pacífico. Dios y la
Virgen sabrán mostrarse agradecidos y derramarán con manos llenas
sus favores
y bendiciones sobre su parroquia y toda nuestra amada Patria.
Le
saludo cordialmente y bendigo de corazón a los amigos de Puntarenas. JUAN
GASPAR. Obispo
de Costa Rica (Puntarenas está de plácemes, 1917, p. 1)46
El
puente de Barranca debió reconstruirse, no sin las protestas del Administrador General del Ferrocarril al Pacífico,
don Guillermo Tinoco, pues aducía que las corrientes del
río lo volverían a destruir.47
Se hace evidente que las
festividades no han sido solo de tipo religioso, porque adquirieron,
desde sus inicios, otras dimensiones, especialmente en los ámbitos político
y comercial. Según Valverde Espinoza, refiriéndose a las
festividades de 1917:
La prensa local alabó esas
festividades; por un lado, por el hecho de reforzar la devoción
religiosa, y por otro, por promover la afluencia de visitantes de diferentes puntos del país, quienes
venían a disfrutar de las actividades; al mismo tiempo,
contribuyó a impulsar el comercio local en un momento de crisis, secuela
de la Primera Guerra Mundial y de la inestabilidad política nacional
(Valverde Espinoza, 2008, p. 92).
Esta
celebración, si bien ha cambiado con el tiempo, mantiene sus
características fundamentales, como actividad religiosa, pero
también como un evento de
naturaleza comercial, cultural y política. Las festividades que se celebraron en 1917 pueden servir de parámetro
para evaluar las que siguieron en años posteriores
y hasta la actualidad. Ese año el periódico El Viajero
afirmó que Puntarenas, al igual
que las otras provincias, tenía su comercio “completamente paralizado”
e invitaba a celebrar el domingo 9 de setiembre, “con toda la solemnidad posible,
una de las festividades religiosas que más provecho reporta a esta
localidad y que restituye, temporalmente, la vida comercial que anima al
bello puerto de Puntarenas” (El faro y su importancia, 1917, p. 1). Ese
carácter comercial de las festividades se ha mantenido a través
del tiempo, hasta el día de hoy.
En las
celebraciones de 1917 estuvo presente, como en los tres años anteriores,
el obispo Stork. A su llegada, el 8 de setiembre a
las 2 p.m., muchas personas lo recibieron y fue luego escoltado por el
Comandante de Plaza, don Félix Alvarado
y una multitud que lo acompañó desde la Estación hasta la
casa cural (El señor Obispo en Puntarenas,
1917). En honor al Obispo tuvo lugar una retreta el 8 de setiembre, a las 8 de
la noche, después de la cual hubo una función de gala en el
Teatro Mascota, “cedida galantemente por la Empresa a beneficio de la
Virgen del Mar” (Función de gala, 1917, p. 1.).48 Al alba del domingo 10 de setiembre, la Banda Militar recorrió las calles de la
ciudad y luego, entre las 7 y 8 horas, salió una procesión de la iglesia con
dirección al Muellecito del Estero, donde se encontraban atracadas la lancha de la Virgen (la
Capitana) y un gran número de embarcaciones.
Al concluir la ceremonia religiosa que se ofició en la Capitana, la
procesión continuó, recorriendo por mar cerca de un
kilómetro, para luego dar la vuelta y regresar: “La magnitud de
aquella soberbia procesión era imponente y revelaba la inquebrantable fe de que estaban poseídos
todos en aquellos esperados momentos, con
el piadoso fin de rendirle justo homenaje a la salvadora imagen” (Las
fiestas de la Virgen del Mar, 1917, p.
1).
Las lanchas que participaron estaban
artísticamente adornadas y representaban, Las lanchas que participaron
estaban artísticamente adornadas y representaban, cada una, un tema
diferente: La Sultana, un bellísimo jardín. La lancha Aranjuez, a
Centroamérica y sus cinco repúblicas. La Hortensia “representaba una niña, navegando en un mar
tempestuoso, y que a punto de naufragar, elevó sus plegarias a la Virgen
del Mar, y ésta entonces apareció incontinenti como en
señal de salvación” (Las fiestas de la Virgen del Mar,
1917, p. 1). La Abangares, a cargo de la colonia siria, representaba una
luminosa media luna en cuyo centro aparecía una bella joven. Una lancha,
de don José Apuy, representaba un cisne. La lancha Eva, a cargo del Cuerpo de Exploradores,
a las naciones aliadas en la I Guerra
Mundial. La Sirena, a cargo del Centro de Amigos, una canasta llena de flores
de toda clase. La Olga, de los señores Rudín
y Jiménez, representaba la Sirena del Mar. La Caribia,
a cargo de don Marino Naranjo, una especie de anuncio flotante y una gitana. La
Cariari, a cargo de Juana Obando Valdés y
Mercedes Sequeira, un kiosco con cuatro damas en su centro. Las embarcaciones
fueron facilitadas por la Empresa de
Vapores (administrada por don Manuel Burgos padre), la cual
además, aportó el material necesario para la lancha que llevaba
la imagen de la Virgen (Las fiestas de la Virgen del Mar, 1917).
En cuanto a
la regata, al igual que el año anterior, la ganó el equipo
capitaneado por Enrique McAdam y compuesto por Manuel Burgos (hijo), Juan y Marcos
Guido, Adriano Urbina, y Raúl y Fernando Jiménez. También
hubo un desfile de carretones, adornados con gran elegancia y cuyo ganador fue
el que arregló la señora Mercedes Molina
(Las fiestas de la Virgen del Mar, 1917). A la inauguración y
bendición del Faro, que tuvo lugar el lunes 11 de setiembre, a las 6 de
la mañana (Honor que agradecemos,
1917), concurrió mucha gente (Las fiestas de la Virgen del Mar, 1917).
En la noche del 9 de setiembre de 1917 tuvo lugar
un baile en el Club Social en honor de los Ministros presentes y sus
esposas (Las fiestas de la Virgen del Mar, 1917). Asistieron personajes
de relevancia en la escena nacional, tales como Amadeo Johanning50 (Ministro de Gobernación y Policía),
el General Juan Bautista Quirós Segura (Ministro de Fomento) y Roberto
Brenes Mesén (Ministro de Instrucción Pública y reconocido
literato costarricense). También asistieron el ya mencionado obispo Stork, su secretario privado y varios otros ilustres miembros del clero nacional, Daniel Núñez
(vicepresidente de la Cámara de Senadores), Joaquín Gil Mayorga
(diputado), Alejandro Aguilar (Subsecretario del Ministerio de Fomento), Jorge
González (comandante de la 1ª Sección de Policía de
San José), Rafael Calderón Muñoz (senador y padre de
Rafael Ángel Calderón Guardia) (Sociales y personales, 1917);
(Huéspedes distinguidos, 1917). Al día siguiente, a las 4 de la
tarde, se realizó un partido de fútbol amenizado por la Banda
Militar (Las fiestas de la Virgen del Mar, 1917). El presidente de la
República, Federico Tinoco Granados, no se presentó51 “por indisposición de salud…
pero en atento y expresivo telegrama, [él y su esposa] presentaron
cumplidas excusas al pueblo y sociedad
puntareneña [sic]” (Sociales y personales, 1917, p. 4).52
Lo anterior
indica que, desde sus inicios, las festividades involucraban no solo a la
jerarquía eclesiástica, sino también a los representantes
del poder político formal, a los comerciantes y empresarios
puntarenenses, a órganos públicos como la Banda Militar y a
miembros de la comunidad. Además, ya estaban presentes actividades
características como la procesión de embarcaciones.
Las fiestas de la Virgen del Mar transformaron en
gran medida a la Puntarenas del
decenio de 1910, incluso en su infraestructura; por ejemplo, informaba El Viajero
en 1917:
La calle central se está ensanchando, con una
gran abra que se le está haciendo, hasta La Punta, cuya calle tomará la procesión presidida
por el señor Obispo, y que se dirigirá a la bendición del
Faro con la imagen de Nuestra Señora del Carmen que se situará en
dicho lugar. Se nos asegura que hay alguien que pretende cerrar esa
abra, así que pase la ceremonia apuntada. Ya veremos (Hermosa calle,
1917, p. 3).
Sin
embargo, también las festividades tuvieron sus detractores, como los
tuvo el padre Carmona. El Correo de la Costa, que había sido un firme
colaborador del padre Carmona en la divulgación de las actividades de
las festividades y defensor de estas, con un nuevo director y redactor, Miguel
Ángel Casal, publicó una mordaz crítica de las que
se realizaron en 1917:
Acaso
nuestros lectores, que son muchos, la estén esperando ver en este número,
acostumbrados como están a que les suministremos información amplia
de la localidad.
Pero ella, la
crónica, no aparecerá en este número ni aparecerá
tampoco en los siguientes. ¿A qué escribir sobre estas Fiestas,
que todos nosotros presenciamos y cuyo
resultado, en globo, nos lo sabemos ya de memoria?
Detalles acaso pudiéramos suministrar, pero en
realidad son ellos de tan poca importancia que no merecen ser tratados
públicamente.
En
general podemos afirmar rotundamente, sin temor de equivocarnos, que este
año las Fiestas en cuestión resultaron chirles, casi sin
animación. ¿Escasez de dinero? ¿Poca gente del interior?
¿Cansancio de parte de la voluntad de los vecinos?
¡Quién
sabe! Que lo averigüe Vargas. La cuestión es que
públicamente se rumorea que este año a las Fiestas no se les
encontró la punta…
De una parte, la no llegada del
señor Presidente Tinoco y de su distinguida señora esposa,
quienes eran esperados aquí ansiosamente por toda la sociedad porteña;
de otra parte, el Faro que –según tenemos entendido– se
viene abajo, y por último, el aguacero torrencial, verdaderamente
criminal, diluvial y otras cosas terminadas en al…
De todo
esto –y ya es algo–, se deduce lógicamente que para lo
futuro las Fiestas deben ser transferidas para otro mes en que las nubes se nos
presentan menos furibundas y el sol un poco más benevolente y
coquetón. (Crónica sobre las Fiestas de la Virgen del Mar, 1917,
p. 4)53
Con
excepción de la inusual fecha en que tuvieron lugar las festividadesde 1917, las celebraciones se realizaron
tomando como centro, en lo posible, el domingo siguiente al 16 de julio,
cuando:
Las
embarcaciones se acicalan y se ponen coloradas como mozas pizpiretas a
caza de novio. Y las barrigas marinas, acostumbradas a llenarse de pescado o
de campesinos con gallinas y maíz, se regodean con interioranos o gentes
de Guanacaste. En cada una, como granos tiene la mazorca, centenares de devotos
participan en la tradicional procesión encabezada por la lancha que
lleva sobre su caseta la imagen del Carmen, llamada también Virgen del
Mar.
Mientras
los arroyos de colores, que brotan desde proa o desde popa y se elevan en
espiral al cielo, van danzando por las aguas del Golfo detrás de la
“Capitana”, las gentes que han quedado en tierra se suben a las
escolleras de la Punta o se apretujan en la playa y en el Muelle Grande para
ver pasar el alegre cortejo. Ella, la Virgen, como una hermosa gaviota
de plumaje Carmelo, parece que disfruta y goza con el aire salobre y la
alegría de sus miles de devotos; y parece también que trata de
aprisionar en sus ojos, con su expresión de paz, el paisaje que
se extiende hacia los cuatro vientos, en una armoniosa conjunción
que sublimiza aquel vuelo anual de la Patrona del Puerto (Fiesta en
Puntarenas, 1964, p. 31).
En el
desfile, a la Capitana la seguían todas las lanchas, ya fueran
pesqueras, de cabotaje o botes. Incluso los músicos, sobre una
embarcación, tocaban piezas bullangueras mientras esta navega (Fiesta en
Puntarenas, 1964).
La tradición de estos festejos y la
reiteración de algunas de sus actividades a
lo largo del tiempo pueden quedar patentes, al considerar algunos años
para los cuales se dispone de datos. Las festividades desarrollaron actividades
tan variadas como carreras de caballos
(Fiesta en Puntarenas, 1964), competencias de remos (Rodríguez
Gutiérrez, 1970), entre otras.
En 1925 las fiestas se realizaron los días
sábado 18, domingo 19 y lunes 20 de
julio. Iniciaron el sábado a las 6 p.m. con una alegre tómbola en
el Muellecito del Estero, la cual fue
amenizada por la Banda Militar y una marimba. También ese día
hubo baile social y baile popular. El domingo a las 8 a.m. tuvo lugar una misa
de tropa en la iglesia parroquial y una hora más tarde inició la
procesión con la Virgen del
Carmen al Muellecito, donde a las 9:30 a.m. tuvo lugar una misa cantada. A las 10 a.m. inició la
procesión en el Estero con desfile de embarcaciones adornadas. A las 3
p.m. se realizó un partido de fútbol entre el club Puntarenas y
el club Lombardía (de
Cañas). A las 4 p.m. se llevaron a cabo carreras de niños en el Parque y a las 7:30 p.m. una gran retreta de gala
en el Parque Victoria.
Las actividades del lunes iniciaron con una
procesión de carretones con la Virgen
del Mar, que se dirigió al Barrio El Carmen, seguida de una misa solemne
en ese mismo barrio; a las 10 a.m. se realizaron carreras de cintas en la Calle
del Comercio y a la 1 p.m. carreras de caballos en esa misma localidad. A las 2
p.m. la competencia fue de regatas a remo y vela en el Estero y en la
Bahía. A las 3 p.m. se realizó un “gran match” de
béisbol entre dos novenas del club Huracán. Más tarde, a
las 7:30 p.m. se efectuó una gran retreta de gala en el Parque Victoria
y desde las 9 p.m. un baile en Los Baños a beneficio de los mismos
festejos de la Virgen del Mar (Programa de la fiesta de la Virgen del Mar en
Puntarenas, 1925).
Un ejemplo de participación de la sociedad
civil y de instancias públicas sepresentó
en 1965, cuando la agrupación Esposas de Médicos y damas de la sociedadde Puntarenas, organizó, de manera conjunta
con Salubridad Pública, los Festejos de laVirgen del Mar. Ese año se
pretendía, con esa actividad, recoger fondos para el HospitalSan Rafael de Puntarenas, que
requería una urgente reparación (Festejos de la Virgen delMar en Puntarenas, 1965a; Festejos de la Virgen del Mar
en Puntarenas, 1965b).
En 1969 la compañía Xerox
colaboró para “dar más realce y colorido a la
procesión marítima con el concurso de lanchas que
organizó”. Los kioscos, “con todas sus variedades para
atender a todos los turistas” se instalaron en la rotonda de Los
Baños (Quesada, 1970, p. 78).
En 1970 las festividades se realizaron de
sábado a lunes, los días 11, 12 y 13 de julio (Rodríguez,
1970). Ese mismo año, por Ley No. 4555 de 15 de abril de 1970
(República de Costa Rica, 1970) se traspasó un terreno, conocido
como Plaza Monserrat, a las
Temporalidades de la Iglesia Católica, para construir un templo “en el Barrio El Carmen y poder albergar
ahí a los que asisten a los oficios religiosos,
y especialmente para que año con año, cuando se le rinde honor a
la Virgen del Carmen, la que también llamamos Virgen del Mar, tengan los
visitantes suficiente campo para
asistir a las misas y rosarios” (Miranda, 1970, p. 80). Entonces el
barrio El Carmen tenía aproximadamente 35.000 habitantes (Miranda, 1970,
p. 80). Al igual que en 1969, en 1970 los kioscos se instalaron en la rotonda
de Los Baños (Quesada, 1970).
Las actividades fueron múltiples, como en
años anteriores: el sábado 11 de julio hubo concurso de
comparsas, con varios grupos de Puntarenas y de otros lugares del país
(Quesada, 1970); el desfile de las comparsas, así como el de carrozas,
fue organizado por el Club de Leones (Patricia Angulo: reina de las fiestas del
mar en Puntarenas, 1970). Este evento inició a las 9 de la noche en el
hotel Arenas y tuvo como destino la Rotonda de Los Baños, en el Paseo de
los Turistas; participaron grupos de
clubes juveniles, el Liceo José Martí, los muelleros,
la aduana, los sindicatos, la Guardia
Civil, los empleados municipales, el Club Chino y grupos particulares
(Rodríguez, 1970).
El domingo 12 de julio a las 9 de la mañana
se llevó a cabo “el gran concurso de
lanchas con la procesión de la Patrona de los Navegantes”
(Quesada, 1970, p. 78); las lanchas debían “representar motivos
típicos, religiosos, alegóricos, o modernos”
(Rodríguez, 1970, p. 34); la inscripción era gratuita y se
hacía en la Casa Cural de Puntarenas e incluso el Comité contaba
“con lanchas para proporcionar a personas o entidades de Puntarenas o fuera de ella, que quieran
participar” (Rodríguez, 1970, 34); los premios eran: ¢
2.000 para el primer lugar (obsequio de la Cervecería Costa Rica),
¢1.000 para el segundo lugar (obsequio de FERTICA), ¢ 500 para el
tercer lugar (obsequio de la Republic Tobacco Co.) y un trofeo para el cuarto lugar
(Rodríguez, 1970). Después, ese mismo día a las 12 horas,
tuvo lugar un concurso de botes de remos “con la
participación de quienes también sacan su subsistencia del
trabajo con sus pequeños botes, también para ellos su patrona es
la Virgen del
Mar” (Quesada, 1970, p.
78); el recorrido fue del Muellecito del Estero hasta el Muelle Grande (en la
playa) y podían “concursar solo botes de dos puntas con
canaletes” y su tripulación debía “constar de cuatro
personas” (hombres o mujeres) (Rodríguez, 1970, p. 34); la
inscripción a este concurso era gratuita y se hacía en la oficina
de la FAO o en la Casa Cural (Rodríguez,
1970).
Luego hubo una exhibición de deportes
acuáticos con la participación de socios del Yacht Club (Quesada R., 1970). Además, el día
domingo 12 de julio a las 8 de la mañana se realizó una
exhibición de esquíes en el Estero y a las 12 horas una
exhibición “papelote humano” en la playa (Rodríguez,
1970, p. 34).Los recursos recaudados en 1970 se destinaron a ayudar a la
Escuela de Enseñanza Especial de Puntarenas, que abriría sus
puertas en marzo de 1971. Además, el programa de ese año
anunciaba un acontecimiento “de transcendental importancia”: el
lunes 13 de julio, con la procesión terrestre hacia el barrio El Carmen,
se iniciaría solemnemente una misión en Puntarenas que
duraría todo un mes (Quesada, 1970). Las festividades de 1970
también supusieron el despliegue de la Fuerza Pública, de
una manera que no fue compartida por algunos. En una carta al periódico
La Nación, el señor Víctor Mendoza Matarrita
expreso la siguiente queja:
Fue
sorpresa el día de la Virgen del Mar el registro en las maletas del
turismo que efectuaban miembros de la fuerza pública [sic], sin
explicarnos el motivo si era buscando robos, o marihuana, o medidas de
seguridad por algún brote revolucionario; con lo mal visto que esos
extremos traen y los consiguientes malos comentarios. Prohibían
las reuniones en las esquinas, si así no se hacía iban
hombres y mujeres a la cárcel dizque por prevención. Nos
sentíamos como en La Habana. (Mendoza, 1970, p. 8)
Los
intereses comerciales nunca dejaron de estar presentes. En un anuncio publicitario
de 1974 se invitaba al público a realizar la “procesión
marítima de la Virgen del Mar y excursión por el Golfo de Nicoya
en el lujoso yate Marea Baja” (Procesión marítima de
la Virgen del Mar, 1974, p. 12A). Y agregaba el anuncio:
Transporte
en autobús a Puntarenas. Embarcaremos en el Marea Baja para hacer
el recorrido de la procesión marítima de la Virgen del Carmen,
Patrona de los marinos y acto seguido
excursión por el Golfo de Nicoya. Desembarcaremos en la bahía de Cedros durante tres
horas para tomar sus baños de mar.
Almuerzo,
cerveza, música a bordo, rifa sorpresa. Regreso a Puntarenas y San
José. TODO POR SOLO ¢ 99,00 (Procesión marítima de la
Virgen del Mar, 1974, p. 12A).54
En las
festividades de 1990 participaron 150 embarcaciones, entre las que se contaban
navíos camaroneros, artesanales y pangas, como en otras ocasiones,
hermosamente decorados. Luego de una misa en la Catedral y con la música
que ejecutó la Banda Municipal de Puntarenas, a las 8 de la
mañana inició la procesión terrestre, que
recorrió varias calles de la ciudad con la imagen de la Virgen, hasta llegar
a las instalaciones de la Base Naval. Ese día estaba oscuro y con el mar
picado, pero ello no fue óbice y la imagen fue puesta en un altar
construido en la lancha Coopechapu1 (que fue ese año “la
Capitana”), propiedad de una cooperativa de pescadores de Chacarita55, momento en el cual sonaron todas la sirenas como
muestra de bienvenida. Las embarcaciones iban decoradas con papeles de colores,
“bombas” (globos) y otras
figuras. En su recorrido pasaron por el malecón, continuaron por
La Punta y finamente llegaron al Muelle Grande, de donde retornaron a la Base
Naval, punto de conclusión del desfile (Rodríguez, 1990).
Actualmente
las Festividades de la Virgen del Mar continúan siendo una amalgama de
intereses religiosos, políticos y comerciales. Así, en 2013 unas
70 embarcaciones participaron en la procesión marítima
(Agüero, 2013b) y según otra fuente fueron más de cien, las
naves que asistieron (Portuguez, 2013). Miles de turistas
y feligreses tomaron parte en las actividades. La procesión por
vía acuática inició cerca de las 11:30 a.m., luego de que
Óscar Fernández, Obispo de Puntarenas,
ofició una misa en la Catedral; en la cual estuvieron presentes obispos
de todo el país, la entonces
presidenta Laura Chinchilla Miranda, acompañada por el señor Carlos Ricardo Benavides, Ministro de
la Presidencia en ese momento. La procesión marítima
partió de la terminal de ferris, bordeó La Punta y
continuó paralela al Paseo de
los Turistas hasta el Muelle de acero, donde actualmente atracan los cruceros. Entre las personas que iban en
“la Capitana”, el ferry San Lucas II, capitaneado por el
señor Miguel Salas, estuvo la señora Chinchilla Miranda.
De acuerdo con Portuguez
(2013), ese año “el turismo se vio altamente beneficiado por las actividades en honor a la Virgen
del Mar” y según estimaciones, “las ventas en comercios,
chinamos y hoteles se triplicaron con respecto al fin de semana pasado que
también era de vacaciones” y los hoteles tuvieron una ocupación del 97%. Incluso lugares que quedan en
la ruta del centro del país a Puntarenas (como
Caldera, Esparza y Orotina) experimentaron un aumento
en sus ventas.
La dimensión política de la
advocación no ha dejado de estar presente. Y no solo por la
presencia en las festividades de servidores públicos de alto rango. La dimensión
normativa, como creadora de vehículos de memoria colectiva, se ha sumado
en los últimos años. Así, por ley No. 8368 se dispuso:
“Declárase la Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Mar,
como Patrona de la provincia de Puntarenas” (República de Costa
Rica, 2003), sin que quede claro que significa esto en términos de sus
consecuencias jurídicas. En la misma línea, por medio de la ley
No. 8504 se dispuso: “Declárase el primer domingo de julio
de cada año Día Nacional del Pescador”
(República de Costa Rica, 2006). El proponente del proyecto de esta
última ley, el entonces diputado Dr. Miguel Huezo
Arias (2003), expresó en su exposición los siguientes motivos:
“Se presenta la propuesta de efectuar esta celebración dentro del marco de las fiestas con
honor a la Virgen del Carmen, Patrona de Puntarenas, denominada
también Virgen del Mar, durante los primeros quince días
del mes de julio de cada año” (p. 2).
Parece
claro que los objetivos del padre Carmona al fundar estas festividades, tanto
los religiosos, así como los puramente seculares, de alguna manera se
han logrado.
De la
investigación documental se derivan las siguientes conclusiones:
1. La
procesión marítima se celebra en España en honor de la
Virgen del Mar en innumerables pueblos costeros al menos desde el siglo XVIII,
de donde es muy probable que haya
surgido la idea de esta iniciativa en América, ya que también se realizan actividades similares,
dedicadas a la misma advocación, en
otras latitudes, como San Juan del Sur, Nicaragua.
2. Desde
los primeros años de las festividades, las colonias china, siria,
española e italiana participaron con embarcaciones adornadas en la
procesión marítima puntarenense,
lo que indica una confluencia de culturas que va más allá de la dimensión puramente católica
eurocéntrica.
3. Con
certeza, las festividades de la Virgen del Mar se celebraron por vez primera en la ciudad de Puntarenas en 1914 y no,
como la tradición oral afirma, en 1913. Esta versión se ha
reproducido en medios escritos, sin que se haya hecho un esfuerzo de
investigación histórica al respecto.
4. Las
fuentes consultadas sugieren que el único fundador, sensu stricto,
fue el cura José Daniel Carmona, párroco de Puntarenas en el
decenio de 1910. Las élites
locales, políticas y económicas apoyaron, desde el inicio, la
idea de Carmona. En este sentido, fue una construcción “desde
arriba”.
5. No
existen referencias al milagro de El Galileo, ni al señor Hermenegildo
Cruz Ayala (don Merejo), en los documentos que hemos consultado de la época (1913-1917). Ello no es
obstáculo para que en el futuro aparezcan documentos
que acrediten el hecho y la participación del señor Cruz Ayala en
la fundación de las
festividades carmelitanas de Puntarenas, pues no se han agotado todas las
posibles fuentes.
1 Teresa
de Jesús o Teresa de Ávila, cuyo nombre original era Teresa de
Cepeda y Ahumada, nacida en 1515, fundó Orden de las Carmelitas
Descalzas y Juan de la Cruz, la rama masculina
(Orden de los Carmelitas Descalzos). La importancia de su papel en la
contrarreforma puede ser valorada tomando en cuenta que la Iglesia
Católica no solo los declaró santos sino también
Doctores de la Iglesia, este último un privilegio que solo se ha
concedido a 35 santos, antiguos y modernos. Ambos, además,
son célebres escritores del Siglo de Oro de la literatura
española. Entre las obras de Teresa de Ávila figura su
autobiografía, la que algunos han comparado con las Confesiones de
san Agustín (Teresa de Jesús, 2007). Entre sus principales obras, además de la ya mencionada,
están: Camino de
perfección, Conceptos del amor
de Dios, El
Castillo interior (o Las moradas),
Desafío espiritual y Exclamaciones
del alma a Dios.
Su impacto, aun hoy, en el mundo católico puede valorarse teniendo
presente que Juan Pablo II dedicó su tesis doctoral en
teología al estudio de la obra de San Juan de la Cruz (Wojtyla,
1979). Juan
de la Cruz –nacido en 1542 y cuyo nombre original era Juan de Yepes y
Álvarez– por su parte,
brilla como uno de los más grandes poetas de todos los tiempos en lengua
castellana, aunque también escribió obras en
prosa. Entre sus obras principales están: Subida del Monte
Carmelo, Noche
oscura del alma, Cántico espiritual y Llama
de amor viva. Véanse sus
obras completas
(San Juan de la Cruz, 1966). Sobre Teresa de Ávila véase:
Pérez (2007), di Febo (1998), Auclair (2005),
Weber (1990), Castro (1975), García de la Concha (1975),
Walsh (1968), Carrión (1994), Bilinkoff (1989), González
Casas (2005), Carrera (2005), Lincoln (1984) y de Yepes (1776). Sobre
Juan de la Cruz véase: Moliner (2004), Cadenas (1998), Pérez
Barroso (1992), Aaron
(2005), de Santa Teresa (1779),
Thompson (1990), Cross (2006), Sesé (2005) y
López (1993).
2 El soneto
es parte de un auto sacramental y aunque no se refiere directamente a la Virgen
del Carmen, sin duda se inspira en ella; expresa: “¿Quién
eres, ¡oh mujer! que, aunque rendida/ Al parecer, al parecer postrada,/
No estás sino en los cielos ensalzada,/ No estás sino en la
tierra preferida?/ Pero ¿qué mucho, si del Sol vestida,/
Qué mucho, si de estrellas coronada,/ Vienes de tantas luces ilustrada,/
Vienes de tantos rayos guarnecida?/ Cielo y tierra parece que a primores/ Se
compitieron con igual desvelo,/ Mezcladas sus estrellas y sus flores,/ Para que
en ti tuviesen tierra y cielo,/ Con no sé qué lejanos
resplandores/ De Flor del sol plantada en el Carmelo!” (Calderón
de la Barca, 1865, p. 324).
3 Sin embargo, se sabe con certeza que entre 1604 y
1618 escribió una comedia titulada La
madre Teresa de Jesús,
“pero él nunca la publicó bajo este título” y
“lo único que sabemos seguramente sobre las comedias escritas por
Lope sobre santa Teresa es que él compuso una antes de 1618, la cual se
perdió sin dejar ninguna huella, y que en 1622 o 1623 compuso otra, de
la que se conservan hoy solamente 464 versos autógrafos en dos
códices diferentes” (McGrady, 2009, pp.
45 y 53).
4 Fray Luis de León, “en 1587
escribió una elegantísima y erudita prefación a las obras
de Santa Teresa de Jesús, escrito que le valió los más
sinceros aplausos, y el aprecio y consideración
de la corte” y empezó a escribir la vida de la santa, “pero
la muerte cortó el hilo de sus días cuando solo
había escrito algunos pliegos, con gran sentimiento de todas las
personas doctas, que esperaban, y debemos afirmar con toda razón,
que la obra sería merecedora del universal aplauso”
(González, 1868, 25). Véase de León (1991).
5 “1271. No es de menos importancia para la educación
de las niñas, el recogimiento, y monasterio del orden de nuestra
Señora del Carmen, y Gloriosa virgen Santa Teresa gloria de nuestra España
con titulo de San Joseph, que fundaron Domingo Gomes
de Silva, y Catalina María su mujer, tienen el habito,
y regla de nuestra Señora del Carmen, tan deseada esta sagrada religión
de aquella devota ciudad, Crianse en este
recogimiento hijas de personas principales, con tan gran virtud, y clausura, y
continuo coro, más que si fueran religiosas descalzas, estaba fundada al
principio a la legua en el camino que va de Lima al Callao con el escudo, y
armas de nuestra Señora del Carmen, pasosse a
la ciudad, donde también vio fundado otro Convento de nuestra
Señora del Carmen junto a Santa Clara muy acepto al pueblo. …1295.
Ay en el comedio del Callao, y ciudad de Lima ricas chacras, y labores con suntuosas
caserías, y a la legua está una casa, y Convento de nuestra Señora del Carmen con sus armas, que
edificó Domingo Gomes de Silva, varón de virtud, y buena vida, que dedicó, y consagró
a nuestra Señora del Carmen, donde tenia
algunas niñas vestidas del Santo habito de Nuestra Señora que con
grande observancia, y clausura guardaban
la regla, y con fervor recitaban el officio divino,
con que nuestro Señor era alabado, y servido, y los fieles con tan gran
ejemplo edificados…” (Vázquez, 1948, pp. 412 y 423). Se mantiene la grafía que aparece en
la versión publicada por el Instituto Smithsoniano.
6 “Los años de
independencia, que duran de 1809 a 1825, trajeron mucha muerte y es entonces que
se aviva la devoción a la Virgen
del Carmen quien, por medio de su
escapulario, saca las almas del purgatorio. La salvación, por
cualquier vía, era un paliativo en años tan difíciles;
además, la Virgen del Carmen quedó ligada a la independencia ya
que en su fecha, 16 de julio, se levantaron insurrectos de la ciudad de La
Paz” (Gisbert y De Mesa, s.f.). El
énfasis aparece en el original.
7 Véase “Cantón de Montes de
Oro” (1915), “Celebrando el cantonato”
(1915), “Congreso de diputados. Exposición y proyecto de decreto
leído por su autor el diputado don Francisco de P. Amador, en la sesión del martes 13 de Julio
de 1915, para erigir en cantón el distrito de Montes de Oro, de esta
provincia” (1915), “Los triunfos de Amador. Felicitación de
Montes de Oro” (1915), “Montes de Oro, cantón. Los esfuerzos
de Pacho” (1915), “Celebrando el cantonato
de Miramar” (1915), “Expresión de gratitud” (1915),
“Del cantón de Montes de Oro” (1915) y
“Continúan las felicitaciones” (1915). El Municipio
de Puntarenas era favorable en 1914 a la creación del cantón de
Miramar, pero la ley le vedaba informar favorablemente mientras un censo
oficial no demostrara que el distrito
tenía el número mínimo de habitantes (tres mil).
Según el dato estadístico oficial de 1913 solo contaba con
2.619 habitantes, por lo que la Municipalidad ordenó realizar un nuevo
censo. En julio de 1914 se encargó a Carlos A. Zubiría,
comisionado especial de la Municipalidad de Puntarenas para que levantara un
censo oficial del distrito de Miramar. “En favor de Montes de Oro”
(1914), Knut (1914), “Notas” (1914),
“Montes de Oro” (1914).
8 Sin que este adjetivo se entienda de manera
peyorativa.
9 La cursiva no es del
original. Se entiende por “gasolina” una embarcación
impulsada por un motor de gasolina.
10 La
cursiva no aparece en el original. La publicación anterior a que la cita
se refiere es “Festival grandioso” (1914a).
11 Es posible que la condecoración no se
otorgó ese año, pues en 1917 el periódico El Viajero publicó:
“Parece que el Centro de Artesanos de esta ciudad, por causa de la actual
situación, no podrá
contribuir como deseara a las solemnidades de las fiestas de la Virgen del Mar;
pero en cambio, se propone condecorar al presbítero Carmona, el 12 de
Octubre próximo, día del
aniversario de su fundación, con una medalla de oro que en el anverso llevará
esta leyenda: ‘Los Obreros de Puntarenas al presbítero Carmona.
–Octubre 12, 1917 y al reverso: ‘Fiesta de la Virgen del
Mar’. La idea, si se realiza, es digna de aplauso” (“Medalla
de oro”, 1917, p. 3).
12 Sobre Valeriano Fernández Ferraz
véase Láscaris-Comneno (1964).
13 La cursiva no aparece en el original.
14 Una descripción de cómo era la
colonia en 1915 puede leerse en Badilla C. (1915a y 1915b).
15 El faro original ya no existe: “El día
lunes, a muy tempranas horas, luego de una misa solemne
en la iglesia, la Virgen de El Carmen, mediante procesión, regresaba a
la ermita en el barrio del mismo nombre, donde tenía su santuario,
allá en el lugar que siempre se ha conocido como ‘La Punta’,
donde existía un faro en el que con la imagen tallada en piedra, iluminada,
los marineros decían que era su guía” (Álvarez,
1981, p. 8; 1998, p. 107). La cursiva no aparece en el original.
16 La
cursiva no es del original.
17 La cursiva no es del original.
18 “Paquera. Vinieron por estos lados el padre Carmona y el Dr.
[Manuel de las] Cuevas. Ambos en propaganda política. El primero recorre
por tierra todo este litoral, desde la colonia que lleva su nombre. El segundo
llegó en gasolina, que paga la Municipalidad, y en son de visita
médica. El presbítero Carmona congregó a los feligreses,
confesó, bautizó, dijo misa y luego ¡habló
quedamente de la candidatura duranista! [sic] Hubo alarma en el vecindario. El cura quedó rodeado de unas cuantas
beatas. Y de firmas…. [sic] ésta! En los
vecinos fue causa de extrañeza ver al Cura Carmona por estos trigales,
cuando nunca lo había hecho, ni
aun en el desempeño de su augusto ministerio. ¡Cómo se
desprestigia el sacerdocio! El galeno
de las Cuevas diz que dicen andaba en cumplimiento de
su misión;…. [sic] pero quiá! de lo que
menos se ocupó fue de ello. Con Panameño,
‘leader’ del civilismo, se dio a recorrer
el pueblo a caza de firmas. ¡Hubo guarito! Y a
los enfermos que los muerda un burro. ¡Qué
mundo chico, chico, qué mundo! Si el Municipio respetándose
así mismo se hiciera respetar no se defraudarían los fondos
comunales” (“Política en los pueblos”, 1913, p. 4).
19 “El
sábado [5 de julio de 1913] los verdes
[duranistas]
echaron sapos y culebras contra los pobres republicanos; dejaron nuevo a
Ricardo Coto F., quien fue plato del día; y los colorados hicieron
violón; uno de ellos, melenudo él y de quien se cuenta que conoce
de cerca a San Lucas gracias a los oficios del
Código Penal, habló de moralidad y trabajo, de honradeces y
blancas palomas y se destapó contra Coto Fernández, lo que fue un
contento; pero este tal parece que no oye y sigue comentando el
celebérrimo programa del padre Carmona con su Banco-Agrícola
Hipotecario, guanacasteco, las escuelas de artes y oficios, las fábricas
de hacer diamantes y las ídem de hacer mentiras, los ferrocarriles
aéreos y los subterráneos, los aeroplanos Bleriot,
los camiones Bliss, las calles pavimentadas con queso
de bola, los potreros sembrados de zacate, y en fin, las mil y una noches que
el buen padrecito con tanto cariño
nos ha venido a ofrecer graciosamente, por puro patriotismo, porque quien diga
lo contrario miente por las narices, el Padre siempre ha velado por nosotros. Pues sí, Carmonita,
como él dice, está vuelto un caballero medioeval, y allá
que se quede la Colonia contando sus glorias y allá que se quede la
Iglesia cantando sola sus misas, y que los cristianos se confiesen solos, si
quieren, se bauticen por su mano y se mueran como Dios los ayude que lo que es
él no nació para tan fáciles empresas; él
nació para hacer colonias y para hacer partidos. Que no se pueda, eso es
otra cosa; que el tiro salga por la culata, él no tiene la culpa;
porque, en realidad ¡qué culpa tiene Carmonita
de que su colonia sea fernandista! La reunión de Carmonita
se verificó con acompañamiento de…… [sic] resguardo: adentro él muy serio diciendo que decía verdad y
jurando que nosotros le estábamos creyendo. ¡Así el
él!” (Perrerreque, 1913, p. 4). Despectivamente se llamaba “duraznos” a
los duranistas. La cursiva aparece en el original.
20 La cursiva no aparece en el original.
21 La
cursiva no aparece en el original.
22 El
gentilicio puntareneño
se utilizaba en la época
–al igual que puntarenense–, pero actualmente
está en completo desuso.
23 Así
se denomina la nave sobre cuya “caseta central, se yergue la imagen de la
Virgen” en dicho desfile (Salguero, 1972, p. 16). Véase
también “Fiesta en Puntarenas” (1964).
24 Se
conocen algunos de los nombres de las embarcaciones que participaron: Capitanía,
Góndola, Taboga, Tempisque, Hortensia, Flora, Miravalles, Sultana, Poás,
Barba, Aranjuez, Cariari, Veloz, Suegra, Palmares,
Josefita, Pacífico, Cisne, Violeta. “Orden en que desfilaron las
embarcaciones en la fiesta de
ayer” (1914). La Barba era propiedad del Estado (Provini,
1914).
25 La
cursiva y las mayúsculas aparecen en el original.
26 La
cursiva no aparece en el original pero sí las mayúsculas.
27 La
cursiva no aparece en el original.
28 Los
practicantes eran: Arturo Guevara, Rigoberto Urbina, Rafael Moya, Fernando
Aguilar, Clímaco Pérez, Juan Rafael Guevara, Cipriano Güell,
el Dr. Fallas, Pedro Guevara, Adriano Urbina, Abel Paniagua y Manuel Lizano.
“Regatas” (1915d).
29 La
cursiva no aparece en el original. Véase también
“Regatas” (1915c).
30 La
cursiva no aparece en el original.
31 Los
resultados de otras regatas a remo se publicaron en “Regatas”
(1915e).
32 La
cursiva no aparece en el original.
33 La
cursiva no aparece en el original. Según
El Correo de la Costa, la lancha del Centro de Amigos más bien
tenía la forma de un kiosco
chino y su arreglo se encargó al señor Marino Naranjo.
“Lanchas adornadas” (1915).
34 La Junta
Directiva del Centro de Artesanos acordó que la embarcación,
propiedad de Zoila de Vega, llevaría la forma de un cisne, para
lo cual comisionó a los señores Liborio Camareno,
Francisco Sandino y Modesto Aguilar, “Lanchas adornadas” (1915).
35 “En carro, especial unido al tren de
pasajeros, llegó a las dos de la tarde de ayer Su Señoría
Ilustrísima el doctor don Juan Gaspar Stork,
Obispo de la Diócesis. Cuadro
imponente presentó el desfile, contribuyendo a aumentar su belleza dos
largas filas de niños de ambos sexos vistiendo albo traje de primera
comunión, empuñando cirios de blanca cera, que abrían la marcha precedidos de
estandartes llevados por niñas en hábito del Carmen. Marchaba a
continuación Su Señoría Ilustrísima, con el
pectoral sobre el pecho. Cerraba la marcha la banda militar, tocando alegres
paso-dobles, siguiendo después el pueblo en masa con religioso
silencio” (“El señor Obispo”, 1915, p. 1). El obispo Stork no
venía solo. Lo acompañaron desde San José y se hospedaron
en la casa cural: “Pbros.
Porras y Rodríguez, fray Raymundo Beltrán, don Alejandro Aguilar
e hija, don Jorge Suárez, Director de La Época; don Víctor
Trejos, don Alberto Carvajal y don Juan Bautista Montalto”
(“Ecos de las fiestas”, 1915, p. 1).
36 Para el
domingo 18 de julio de 1915, se había programado, además,
“una bonita fiesta en Las Playitas con motivo de la bendición de
los carretones” (“Notas de las fiestas”, 1915, p. 1).
“El acto de la bendición de carretones en ‘Las
Playitas’ se verificó a la hora anunciada en los programas. La
falta de costumbre fue causa de que la concurrencia haya sido poca”
(“Ecos de las fiestas”, 1915,
p. 1).
37 Se
confirmaron cerca de 800 personas. “Ecos de las fiestas” (1915).
38 Aunque
aclara el periódico: “Bastante satisfecho debe encontrarse el
padre Carmona por el resultado de la fiesta de la Virgen del Mar, recientemente
celebrada; pues a pesar de que algunos números del programa no fueron
ejecutados, no fue por culpa de él, sino que al contrario hasta el
último momento puso todo el empeño que le fue posible para
satisfacer al público” (“Después de la fiesta”,
1915, p. 3).
39 “No
respondió a las esperanzas concebidas. La falta de tiempo para el
anuncio y tal vez lo exiguo de los premios ofrecidos no permitieron
mayor concurrencia. Fueron presentados solamente dos soberbios
ejemplares: uno de la raza vacuna, de la caballar
el otro” (“Exposición de ganado”, 1915, p. 3).
40 También El
Horizonte destacó, en otro
artículo breve: “A pesar de que se está haciendo sentir muy fuerte [la crisis] hubo gran derroche en la
fiesta y todo el mundo tuvo para estrenar rivalizando
a cuál vistiera mejor. ¡Oh!
las mujeres no creen en la crisis” (“Crisis”, 1915, p. 3).
41 “La fiesta del Mar quedó consagrada
como fiesta de Puntarenas, gracias a la iniciativa y esfuerzos del señor
Carmona, hombre de lucha que ha puesto siempre su inteligencia y energías al servicio de los pueblos cuyo curato
ha ejercido” (“La Virgen del Mar”, 1916a, p. 1).
42 La idea había sido planteada en un editorial
de El Correo de la Costa: “Son las de la Virgen del Mar fiestas
dignas de los pueblos cultos, y no comprendemos cómo una Municipalidad
que se dice formada por elementos jóvenes prescinde de ellas y acuerda
en el mes de marzo unas fiestas llamadas, sin fundamento, cívicas que
nos llevan a la regresión al taparrabos con su inseparable
compañera la corona de vistosas plumas. Si la Juventud significa
progreso, hallamos aquí la excepción que justifica la regla, pues
don de los pueblos se presentan de cuerpo entero es en la celebración de
sus fiestas. Todo ese dinero que se gasta en marzo, destinándolo a las
fiestas de la Virgen del Mar, que son las verdaderas de Puntarenas, aumentando
los números del programa, daríales
mayor atractivo, y esta población se manifestaría a los ojos del
viajero con el grado de cultura a que
lleva la laboriosidad de sus hijos. Las de la Virgen del Mar, por su cautivadora sencillez, atraen viajeros de todas
las provincias de la República y aunque tímidamente –que tímido es aquello que
comienza– sirven de pretexto para mostrar a propios y extraños el
adelanto de las industrias que poseemos; mientras que las otras, las que sin
duda por ironía llamamos cívicas, no tienen otra finalidad que la
resurrección del hombre primitivo, del habitante de los bosques con sus
grotescos gustos y aficiones” (“La Virgen del Mar”, 1916a, p.
1). En otro sitio el mismo medio
manifestaba: “Las fiestas de la Virgen del Mar deben ser las fiestas
titulares de Puntarenas. Présteseles el apoyo que se les viene prestando
a las fiestas bárbaras, las cuales tiempo es ya de que se les borre en
el calendario municipal, y habremos dado un gran paso en el terreno del
progreso por el que tanto suspiramos” (“Notas del reporter”, 1916a, p. 4).
43 La
cursiva es del original. Nota bene: La edición citada corresponde al
número 354 del 3 de julio de
1916, pero en su primera plana el periódico cometió una errata al
señalar como fecha de emisión el 3 de junio de 1916.
44 En una nota del padre Carmona, fechada 21 de agosto
de 1915, dirigida a la Corporación Municipal, expresaba:
“Con verdadera pena vuelvo hoy a molestar vuestra atención, pero me
alienta el deseo de contribuir en algo al embellecimiento de esta ciudad y al
buen nombre de sus habitantes, confiado siempre en vuestros altos
sentimientos de justicia y de progreso material que en todo tiempo
habéis manifestado. La Casa Cural que
actualmente existe en este lugar es un manchón que desdice de vuestro empeño
por el ornato de esta población y es un lunar que humilla grandemente el
sentimiento católico de sus habitantes, máxime ahora que
nuestro puerto además de ser visitado por los vecinos de la
provincia del Guanacaste y de los demás de la
República, lo será también por multitud de
extranjeros a quienes la apertura del Canal de Panamá facilita sus excursiones a estos países.
A riesgo de parecer inmodesto, tengo que declarar: que
con desinterés personal y con verdadero cariño por este lugar,
cariño que he manifestado desde el primer momento en que recibí
su administración espiritual y que habéis comprendido por mis
trabajos, arreglado nuestro templo de la manera que bien conocéis en su
parte interna, pienso ahora dedicar mis esfuerzos a la construcción de
una nueva casa Cural digna, en cuanto sea posible,
del estado de adelanto y progreso de la ciudad y del buen nombre de sus habitantes.
Para este trabajo y puesto que sois los representantes de los intereses de la
comunidad y los que manejáis sus fondos, cuento con vuestro valioso
concurso y os pido me ayudéis con la suma de dos mil colones pagaderos
por mensualidades o en forma que a bien tengáis. Bien sé que los
fondos municipales no están abundantes, pero en la forma de pagos
mensuales, podéis hacerlo sin gran sacrificio y os quedará
la grata satisfacción del deber cumplido y vuestros poderdantes
os lo agradecerán, puesto que todos son católicos. Vuestra cooperación en este acto tiene la
doble significación de ir en bien del progreso material y del poderoso estímulo del sentimiento
religioso del pueblo que tan acertadamente os eligió como sus
representantes. Ello será también una prueba más de
vuestro interés y empeño por el engrandecimiento de esta
población, llevada a cabo en vuestra administración en tantas
obras de progreso especialmente en nuevo mercado y la cañería.
Seguro de que no desatenderéis la petición que os hago en nombre
del pueblo católico que represento, os anticipo en nombre de ese mismo
pueblo y en el mío propio, mi felicitación muy sincera por
haberme atendido y mis más fervientes expresiones de gratitud”
(Carmona, 1915d, p. 4). Finalmente, por parte de la Municipalidad de
Puntarenas, “fue subvencionada la Junta Edificadora de la Casa Cural,
con la suma de ¢ 1.000,00 pagaderos en mensualidades de ¢ 100,00” (“Finanzas
municipales”, 1917, p. 1).
45 El puente sufría mucho en la
época lluviosa y ya en 1916 se hacía público su riesgoso
estado: “Alarmantes por demás son las noticias que nos
llegan referentes al estado del puente de la boca de la Barranca.
Individuos hay que conceden solamente tres días de término para
que se venga al suelo por completo, y aunque nosotros no lo creemos, por
juzgarlo exagerado, si pensamos que de seguir el tiempo tan lluvioso
como hasta aquí los desperfectos serán reparables
sólo con una nueva construcción” (“El puente de la
boca”, 1916, p. 1). Los desperfectos del puente de Barranca, ocurridos en
1916 ocasionaron una interrupción en el servicio de carga entre
Puntarenas y demás estaciones de la línea, el cual se pudo restablecer el 3 de julio de ese año, sujeto a
las demoras que ocasionadas por el trasbordo en el puente.
“Tráfico restablecido” (1916). Nota bene:
La edición citada corresponde al número 354 del 3 de julio de
1916, pero en su primera plana el periódico cometió una errata al
señalar como fecha de emisión el 3 de junio de 1916.
46 La negrita y las mayúsculas
aparecen en el original. Véase también “A última
hora” (1917).
47 “Tengo el material preparado para dar
comienzo a aquella obra; la llevaré a efecto, desde luego, en la
seguridad de que el puente será barrido por las corrientes del
río a cada rato y, como la Empresa no puede ni debe construirlo
cada quincena, me he dirigido a la Municipalidad de Puntarenas
advirtiéndole que la Empresa reconstruirá ya el puente, pero que
en adelante, tantas veces como lo arrastre el río, será
construido por cuenta de esta Corporación. Es mucho exigir al Ferrocarril que haga repetidos
gastos en obras de las que tiene la seguridad
perfecta, que han de perderse” (“Barranca y Caldera”, 1917,
p. 4). Véase también “En honor a la verdad” (1917).
48 El Teatro Mascota,
anteriormente conocido como el Salón
Mascota era propiedad del empresario Víctor Céspedes Duke. Proyectaba cintas cinematográficas y
allí se presentaban famosos artistas de la época.
49 “El
amigo don Marino Naranjo, incansable y laborioso artesano que siempre se ha
distinguido por lo ingenioso de sus obras de arte, adornará de manera
curiosa una embarcación para exhibirla en las próximas
fiestas de la Virgen del Mar. La embarcación constituirá una
especie de pregón flotante, por llamarlo así, de avisos y anuncios del comercio, hoteles, agencias,
fábricas, etc. de esta ciudad.
Muy buena acogida ha tenido en el comercio esta
idea” (“Curiosa exhibición”, 1917, p. 1).
50 Su segundo apellido era Morales. “El sentido
fallecimiento del licenciado don Amadeo Johanning
Morales” (1954), Escobar (1997).
51 El presidente Tinoco, por medio del Gobernador,
había confirmado su asistencia previamente: “El Comité que
prepara el recibimiento del elemento oficial que nos honrará con su
presencia en los días de las fiestas de la Virgen del Mar, ha recibido
telegrama del señor Gobernador, don Rafael M. González,
avisándole, que en los referidos, serán huéspedes
nuestros, el señor Presidente de la República y su
señora esposa; tres de los señores Ministros que forman el Gabinete,
y sus respectivas familias, y además, unas quince personas entre
señoras y señoritas emparentadas con tan distinguidas
personalidades” (“La visita del Sr. Presidente de la
República, sus Ministros y respectivas familias”, 1917, p. 1).
52 La
cursiva no es del original.
53 La cursiva aparece en el original.
54 La mayúscula aparece en el original.
55 Se trata de la Cooperativa de Pescadores Chacarita Puntarenas y Servicios Múltiples R. L.,
cuya Asamblea Constitutiva tuvo lugar en Chacarita,
Puntarenas, a las 9 horas del 13 de setiembre de 1981. Según su Acta
constitutiva, fue conformada por personas beneficiarias
del Instituto Mixto de Ayuda Social “con el objeto de mejorar su
condición económica,
social, cultural, después de haber pasado por un proceso de
Promoción y Capacitación,
impartido por funcionarios del Programa de Ayuda Mutua y Empresas Comunitarias
(PRECO) del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS)” (Cooperativa de
Pescadores Chacarita
Puntarenas y Servicios Múltiples R. L., Acta constitutiva, 13 de setiembre de 1981). Fue inscrita en el Departamento de
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Luz Mary Arias Alpízar: Máster en Administración
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