THOMAS FRANCIS MEAGHER, EL FILIBUSTERO VIAJERO

Luz Mary Arias Alpízar

Oriester Abarca Hernández

Resumen

En el ámbito académico costarricense se ha estudiado a Thomas Francis Meagher como un viajero que visitó Costa Rica en tres ocasiones. La primera de ellas fue en 1858. Meagher publicó en Estados Unidos tres artículos en los que narró las experiencias de ese primer viaje. Si bien es un personaje histórico conocido en el medio costarricense, se ha dado poca importancia a sus estrechas relaciones con William Walker y el filibusterismo y a sus conexiones con la Administración de José María Montealegre. En este artículo se aborda el examen de la primera de esas dimensiones poco estudiadas de Meagher.

Palabras claves: William Walker, Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, Estados Unidos, esclavismo.

THOMAS FRANCIS MEAGHER,
A TRAVELER FILIBUSTER

Abstract

In Costa Rica, Thomas Francis Meagher has been studied as a traveler who visited this country three times. The first trip was in 1858. Meagher published three articles recounting the experiences of that first travel. While he is a historical figure known in the Costa Rican academy, there has been little interest in his close relations with the filibuster William Walker and his connection with the administration of José María Montealegre. This article discusses the first of these dimensions.

Keywords: William Walker, Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, United States of America, slavery.

Fecha de recepción: 16 de marzo de 2016 Fecha de aceptación: 16 de julio de 2016

Luz Mary Arias Alpízar Magíster en Administración de Negocios y M.Sc. en Administración Educativa. Actualmente se desempeña como docente en la sede del Pacífico de la Universidad de Costa Rica. Contacto: luzmaryarias@gmail.com

Oriester Abarca Hernández Doctor en Historia. Máster en Derecho Económico. Profesor catedrático de la Universidad de Costa Rica. Líneas de investigación: historia agraria y derecho económico. Contacto: oriester.abarca@ucr.ac.cr

Introducción

En el ámbito académico costarricense se ha estudiado a Thomas Francis Meagher principalmente como un viajero que visitó Costa Rica en tres ocasiones. La primera de ellas fue en 1858, según Fernández Guardia (2002), “en viaje de recreo a la vez que de estudio” (p. 274). Sin embargo, es posible dudar de tales motivos si se considera su apoyo al esclavismo y al filibusterismo de la época.

Meagher publicó en Estados Unidos tres artículos en los que narró las experiencias de ese primer viaje a Costa Rica (1859, 1860a y 1860b); tales relatos fueron traducidos al español y publicados por Fernández Guardia en 1923.

Si bien es un personaje histórico conocido en el medio costarricense, se ha dado poca importancia a sus estrechas relaciones con William Walker y el filibusterismo y a sus conexiones con la Administración de José María Montealegre. Incluso en Estados Unidos, el ámbito académico hasta hace muy poco no había profundizado el examen de Meagher como defensor del sistema esclavista del Sur y como agente de la causa filibustera en Centroamérica; su representación preponderante entre el público de ese país ha sido la de héroe de la Guerra Civil. Por ejemplo, Murphy (2014), al reseñar el libro de Keneally (2010) The Great Shame and the Triumph of the Irish in the English-Speaking World, manifiesta:

Nosotros, los estadounidenses, podemos recordar a Meagher por nuestras lecciones de historia estadounidense. Lo recordamos como el general del Ejército de la Unión en la Guerra Civil que lideró la Brigada Irlandesa en combate en Bull Run, Fair Oaks, Antietam y Fredericksburg. Las hazañas de Meagher en el campo de batalla están bien cubiertas por Keneally.

Pero Keneally también muestra algunos “puntos negros” de Meagher. Me sorprendió –y decepcionó– [saber] que “Meagher alineó The Irish News con el fenómeno llamado ‘filibusterismo estadounidense’ y [que] él admiraba particularmente al más notable filibustero, William Walker”. (párr. 5-6).

En este artículo se aborda el examen de una de esas dimensiones poco estudiadas de Meagher: su vínculo con el esclavismo y con Walker y el filibusterismo. Para ello se han utilizado los periódicos estadounidenses de la época como fuente primaria principal.

El telón de fondo

Pocos meses después de que finalizó la guerra de Crimea –desarrollada entre octubre de 1853 y febrero de 1856 y durante la cual Francia y Gran Bretaña incrementaron su cooperación para, entre otros objetivos, poner coto al expansionismo de Estados Unidos (Dvoichenko-Markov, 1954, p. 137) y al coqueteo de este con los intereses rusos (Eckel, 1944, p. 112; Ludlow, 1862, p. 254)–, Costa Rica solicitó
a Francia que se uniera a las fuerzas navales inglesas para proteger San Juan del Norte de los filibusteros de Walker.

Francia consideraba la invasión de Walker como una amenaza a su comercio; una de las consecuencias fue que en 1856 los franceses enviaron la corveta
L’Embuscade a Puntarenas para proteger de un ataque naval las embarcaciones que partían de ese puerto con el café costarricense (Schoonover, 2000, p. 35; véase también, Boman, 2007, p. 120; “Nicaragua”, 1856, p. 2; Picado-Michalski, 1922, p. 30-33). Informaba la Gaceta de Guatemala del 31 de enero de 1856:

Buque de guerra. El 19 llegó al puerto de San José [de Guatemala] la corveta de guerra francesa, de 30 cañones, “L’Embuscade”. Comandante Gizolme y salió el mismo día para Acajutla. “L’Embuscade venía casi directamente de los puertos de Francia, habiéndose detenido primero unos pocos días en Valparaíso y después en San Francisco de California. Vino en seguida a las costas de Centroamérica, según se nos ha dicho, para tomar noticias de la situación de las cosas, y especialmente con respecto a los sucesos de Nicaragua. “L’Embuscade” parece regresará pronto a Valparaíso, tocando en los puertos de Nicaragua y Costa Rica. (Buque de guerra, p. 2).

Por su parte, Inglaterra envió a Centroamérica dos fragatas de la Estación Naval del Pacífico, procedentes de El Callao, denominadas Havannah y President, con el objetivo de proteger a los súbditos e intereses británicos (Goñi, 1856).

Posteriormente, los presidentes de Costa Rica (Juan Rafael Mora) y de Nicaragua (Tomás Martínez), mediante decreto conjunto suscrito en Rivas el 1 de mayo de 1858, otorgaron plenos poderes a Félix Belly para que solicitara en su nombre el concurso inmediato de todas las naves de guerra europeas que pudiera encontrar, encargándole especialmente que solicitara el envío a San Juan del Norte de uno o dos buques de la base francesa de las Antillas (Mora y Martínez, 1858). Según exponía Gómez Ranera en 1864, luego de la derrota de Walker en 1856, “recelosas dos años después las repúblicas de Costa Rica y Nicaragua del creciente poder de los Estados Unidos, acordaron poner su independencia bajo la protección de Francia, Inglaterra y Cerdeña, celebrando luego diferentes tratados de comercio y navegación con estos países” (p. 534). Ante la petición de protección, Estados Unidos también movilizó buques de guerra hacia Nicaragua, los que se reunieron en enero de 1859 en Corinto (Parker, 1883, p. 198).

La alianza entre Gran Bretaña y Francia era percibida como contraria a sus propios intereses por Walker y sus partidarios. En una carta del 15 de abril de 1856, dirigida al senador por California, John B. Weller, Walker le manifestó que:A pesar de todas nuestras propuestas de paz, los gobiernos vecinos se muestran, si no positivamente, al menos negativamente hostiles a la actual administración de Nicaragua. Se afirmaba constantemente, no solo aquí, sino en toda Centroamérica, que los Estados fueron estimulados a adoptar esta conducta por agentes ingleses y franceses. (Wells, 1856, pp. 245-246).

Walker además mencionaba que él había interceptado, algunas semanas antes, la correspondencia del cónsul general de Costa Rica en Londres, a partir de la cual existía evidencia de la simpatía que el Gobierno británico mostraba por los opositores de los estadounidenses en Nicaragua, de que Inglaterra estaba dotando de armas a sus enemigos y de que, al mismo tiempo, la totalidad del Escuadrón Británico
de las Indias Occidentales estaba siendo enviado a San Juan del Norte. Según el texto que tanto Wells (1856, pp. 149-152) como la prensa estadounidense transcribieron (England Furnishing Arms to Costa Rica”, 1856, p. 1), tal correspondencia era de febrero de 1856 y se refería a dos mil mosquetes que Gran Bretaña estaba en disposición de vender a Costa Rica. Y el conservador periódico londinense The Spectator, en su edición del 17 de mayo de 1856, en un editorial expresaba que “los ingleses sufrían por los errores de sus funcionarios” y agregaba:

Nuestro gobierno ha insistido en la observancia de una estricta neutralidad en Centroamérica. Él ha sido mostrado, en una correspondencia recientemente publicada, en el acto de vender armas al gobierno de Costa Rica. Existe, probablemente, un perfecto derecho a ello, y por supuesto, el acto debe de ser dictado por algunas consideraciones de política; pero puesto que las consecuencias de esa política, buenas o malas, probablemente recaigan sobre el pueblo inglés, el cual pagará la cuenta, sería muy conveniente saber si los fundamentos de esa política son suficientes para que el pueblo inglés esté anuente a pagar. Quizá, si el conjunto de los motivos y el propósito de la asistencia prestada a Costa Rica fueran explicados, alguna mala interpretación y, por tanto, algún resentimiento en el país de un importante aliado, podrían ser aminorados. Sin ser explicado, el incidente es bastante apto para crear irritación.

El gobierno francés ha dado algunas órdenes, aún no bien explicadas, para la protección de la propiedad francesa en esa parte del mundo. ¿Nos estamos arrastrando gradualmente hacia un estado de guerra en Centroamérica? Sin explicación, parece que existe un gran riesgo de que se tome ese rumbo: las explicaciones podrían obviar el peligro. (Diplomatic Mysteries”, 1856, p. 11).

El asunto no era nuevo: ya en 1855 el Boletín Oficial de Costa Rica, en su edición del 24 de febrero, publicaba un extracto de El Panameño del 2 de febrero de 1855, en el cual se expresaba:

Una carta particular, escrita en Londres, llama nuestra atención hacia los aprestos belicosos que hace nuestra pacífica vecina [Costa Rica].

Por esa carta vemos que se han embarcado en Inglaterra para Punta Arenas bajo la fianza del Cónsul de Costa Rica en Londres, numerosos pertrechos de guerra, tales como cañones de muralla y de montaña, dos mil rifles, quinientas carabinas de Minié, pólvora, balas, sables y lanzas, &a &a [sic], que prueban que nuestra amiga se prepara sin duda, en medio de la paz, para los azares de una guerra, y que temiendo sin duda que la neutralidad que ha proclamado en las luchas cruentas de los demás Estados no podrá sostenerse por largo tiempo, no quiere hallarse desprevenida.

¿Contra quién se dirigirán esas armas?

Será acaso una previsora resolución, o una preparación para combatir decididamente a sus bulliciosos enemigos.

Lo ignoramos, pero mucho sentiríamos verla envuelta en una guerra; a ella, que ha logrado preservarse del fatal contagio de las revoluciones y de las contiendas civiles. (Costa Rica. Armamentos para esa República”, 1855, p. 287).

Simultáneamente a los esfuerzos de Costa Rica por armarse y recibir apoyo de las potencias aliadas (Inglaterra y Francia) que luchaban en la guerra de Crimea, los nacionalistas irlandeses-estadounidenses hacían lo propio para desestabilizar a Inglaterra, para lo cual esperaban obtener la ayuda de otra potencia beligerante, Rusia, enemiga de aquellas. Según informó Los Angeles Star del 25 de junio de 1855, en The Tabernacle (Nueva York) tuvo lugar una reunión, a la que asistieron cerca de cuatro mil personas, entre ellas Robert Emmet (quien la presidió junto con el juez O’Connor), John Mitchel, Richard O’Gorman y Thomas Francis Meagher, para remitir a William Smith O’Brien (líder del nacionalista Young Ireland Party y de la Young Irelander Rebellion de 1848 contra Inglaterra) un mensaje de congratulación por haberse escapado de la colonia penal de Van Diemen’s Land (Tasmania) y para apoyar “sus principios políticos y su honestidad” (“Sympathy for Smith O’Brien”, 1855, p. 2).

Al igual que Meagher, O’Brien fue uno de los revolucionarios irlandeses de 1848 (conocidos como the Young Irish) que fueron desterrados a Tasmania. Estos nacionalistas, una vez que habían escapado de su austral lugar de destierro y reunidos en Estados Unidos, esperaban que la coyuntura geopolítica que se expresaba en la guerra de Crimea fuera favorable a sus intereses. Por ello, es explicable que en la mencionada reunión para honrar a O’Brien, “tres muy entusiastas aclamaciones se dieron para el emperador de Rusia, mientras la reina de Inglaterra y muchos de sus hombres de Estado, fueron tratados con poco respeto” (“Sympathy for Smith O’Brien”, 1855, p. 2).

De acuerdo con Cavanagh (1892, p. 344), en 1855 la guerra de Crimea supuso para las organizaciones militares de los nacionalistas irlandeses-estadounidenses una oportunidad, pues las guarniciones inglesas en Irlanda se habían reducido; por ello, tales nacionalistas formaron una nueva organización, denominada Emmet Monument Association, la cual se propagó rápidamente por las ciudades de la Unión y sus líderes entraron en comunicaciones secretas con los representantes de Rusia en Washington y Nueva York. La idea era que Rusia proveyera los medios para realizar una expedición armada a Irlanda y así desequilibrar al imperio británico. Aunque Meagher no fue miembro de esa organización, trabajó con eficacia para promover sus objetivos, principalmente dictando conferencias a lo largo y ancho de Estados Unidos. Puesto que la guerra de Crimea terminó antes de que el proyecto se llevara a cabo, la Emmet Monument Association se disolvió, conservándose solo un pequeño comité, y dos años después se volvió a formar con el nombre de Irish Revolutionary Brotherhood, el cual se cambió luego por el menos obvio de Fenian Brotherhood (Cavanagh, 1892, pp. 344-345).

Como se verá más adelante, la causa revolucionaria de los Young Irish no se tradujo en una coherente posición política a favor de la libertad de todos los pueblos dominados por otros. Concretamente, existía una contradicción entre los ideales de los revolucionarios irlandeses que se habían refugiado en Estados Unidos y que pretendían liberar a su país de los británicos, y su vehemente apoyo a la causa esclavista y filibustera (Hernon, 1968). Como ha expuesto Sim (2011), en el periodo de 1840 a 1870 los nacionalistas irlandeses-estadounidenses, como actores no estatales, buscaron influenciar el curso de las relaciones exteriores de Estados Unidos en favor de sus propios intereses, para lo cual utilizaron plataformas como el Robert Emmet Club y la Fenian Brotherhood, valiéndose de la vaguedad de la legislación estadounidense sobre neutralidad. Luego de ese periodo, el valor geopolítico de dicho nacionalismo irlandés vino a menos y los irlandeses-estadounidenses se vieron marginados de los cálculos de la diplomacia de Estados Unidos.

Este es el contexto en que actuó el irlandés revolucionario y pro esclavista Thomas Francis Meagher, el filibustero viajero.

Thomas Francis Meagher y el esclavismo

Meagher (1823-1867) fue polifacético: orador, militar, periodista, escritor, político, abogado, gran viajero y filibustero. Este último adjetivo se lo adjudicamos por su fuerte compromiso con la causa esclavista en Estados Unidos y, especialmente, por su apoyo directo y decidido al proyecto de William Walker en Centroamérica, aunque nunca combatió en sus tropas ni en las del ejército confederado.

Acusado de sedición por las autoridades inglesas debido a sus actividades a favor de la independencia de Irlanda, fue condenado a la pena de muerte en 1848. Sin embargo, esta fue conmutada por el destierro. Enviado a una colonia penal en 1849 en Van Diemen’s Land (Tasmania), logró huir y se refugió en Estados Unidos, en 1852 (Dolan, 2010; Keneally, 2010; Forney, 2004).

Se estableció en Nueva York y cuando obtuvo la ciudadanía estadounidense, profesó los principios políticos del partido Demócrata, entonces favorable a la causa del esclavismo. En la controversia entre el Norte y el Sur, como él mismo expresó: “mis simpatías están enteramente con el Sur”, pues para él los sureños no eran “un grupo de rebeldes”, sino “revolucionarios” (Cavanagh, 1892, pp. 367-368). Meagher, además, según expresa Wylie (2007), “estaba tremendamente prendado de Walker, cuya valentía y arrojo habían capturado su fantasía, y veía en él la mejor oportunidad de derrotar los intereses británicos en Centroamérica” (p. 103). Si bien en la coyuntura de la Guerra Civil tomó partido por la Unión, no lo hizo impulsado por el abolicionismo, sino por el apoyo que esperaba obtener para la causa de la independencia de Irlanda (Cavanagh, 1892, p. 369; Hernon, 1968).

En 1853 Meagher ayudó al irlandés John Mitchel –quien también había sido desterrado a Australia por sus actos revolucionarios en Irlanda– a fundar y dirigir un semanario en Nueva York, The Citizen, cuyo primer número vio la luz el 7 de enero de 1854 (Cavanagh, 1892, p. 342; A New Paper, 1853, p. 2).

Este mismo año, James Haughton, mercader cuáquero de Dublín y reconocido abolicionista, publicó una carta dirigida a Meagher, en la que hacía referencia a la contradicción entre las declaraciones de este a favor de la democracia y su evidente simpatía hacia el esclavismo. En dicha carta, Haughton expresaba: “¿Es la libertad menos un derecho del hombre negro que del hombre blanco? Si así es,
demuéstrelo usted. Sea consecuente, entonces, y mientras esté en una tierra de esclavistas, no apruebe con su silencio la negativa de estos a los derechos civiles y sociales de la gente de color, o usted devendrá un participante en estos errores” (“John Mitchel’s Views on American Slave”, 1854, p. 2; “Shameful Inconsistency”, 1854, p. 3; A Strong Advocate for Slavery”, 1854, p. 2; John Mitchel Slavery, & C.”, 1854, p. 398). Puesto que en ese momento Meagher no se encontraba en Nueva York, Mitchel respondió en The Citizen, manifestando entre otras cosas:

¿Pero qué derecho tiene este caballero a esperar que Thomas Francis Meagher o los otros que ha nombrado, asuman su fastidiosa canción, la cual ellos siempre se negaron a cantar en casa [Irlanda]? Ahora, vamos a intentar satisfacer a nuestro pertinaz amigo, si es posible, con un poco de claro inglés. No somos abolicionistas, no más abolicionistas que Moisés, Sócrates o Jesucristo. Negamos que sea un crimen o un error, o aun un peccadillo, tener esclavos, comprarlos, venderlos o mantenerlos en su trabajo por medio de la flagelación u otra necesaria coerción…

Pero no guardaremos silencio cuando la ocasión requiera discursos; y, por ser participantes en los errores, a nosotros, por nuestra parte, nos gustaría tener una buena plantación, bien provista de negros sanos, en Alabama. ¿Está ya el señor Haughton satisfecho? (“John Mitchel’s Views on American Slave”, 1854, p. 2; “Shameful Inconsistency”, 1854, p. 3; John Mitchel Slavery, & C.”, 1854, p. 398).

En este contexto, el periódico The Anti-Slavery Bugle, en su edición del 28 de enero de 1854, expresó:

Thomas Francis Meagher, de manera silenciosa pero cierta, se ha comprometido con los dueños de esclavos, ha recibido sus adulaciones y honores, y en retribución, tranquilamente ha dado su beneplácito a sus crímenes. Él elocuentemente ha hablado de libertad a los hombres que forjan cadenas y son propietarios de seres humanos en grandes cantidades; y la libertad por la que aboga es enteramente fraternal con la propiedad esclavista. (“Refugees”, 1854, p. 2).

Meagher respondió a Haughton en un documento suscrito en Nueva Orleans el 24 de marzo de 1854, en que afirmaba que ni este ni ninguna otra persona tenía derecho a exigir que él expresara su opinión respecto a la cuestión de la esclavitud en Estados Unidos (“Mr. Meagher on Slavery”, 1854, p. 52; Cavanagh, 1892, p. 343; Forney, 2004, p. 71) y simplemente omitió referirse al asunto, aunque el motivo de esta actitud fue el hecho de que aún le faltaban tres años para adquirir la ciudadanía estadounidense, por lo que, según sus propias palabras, mientras tanto, él pospondría “la expresión de su opinión respecto a la esclavitud africana en Estados Unidos y sobre cualquier otro asunto que afecte el pacto conjunto y la constitución de los distintos estados” (“Mr. Meagher on Slavery”, 1854, p. 52; Cavanagh, 1892, p. 343; Southern Sentinel, 1854, p. 3).

Meagher fundó, dirigió y fue propietario del periódico The Irish News, el cual empezó a editarse el 12 de abril de 1856 (Personal”, 1856; Cavanagh, 1892, p. 346: Forney, 2004, p. 76), y que, según publicó The New York Daily Tribune, estaría “dedicado al servicio del pueblo irlandés en casa y en el extranjero”
(“The Irish News”, 1856; Cavanagh, 1892, p. 346). Meagher utilizó su nuevo periódico para publicar “algunos artículos fuertemente favorables al Sur, que incluían apoyo a la institución de la esclavitud” (Forney, 2004, p. 77).

Antes de la Guerra Civil, la propensión de Meagher hacia la causa esclavista de los Estados del Sur también se materializó como apoyo a la de William Walker en Centroamérica. Ejemplo de ello son los episodios que a continuación se narran.

El mitin del 23 de mayo de 1856

El 23 de mayo de 1856 se realizó una reunión pública en la ciudad de Nueva York, para celebrar que el Gobierno de Walker en Nicaragua había sido reconocido por el de Estados Unidos. En esa ocasión, se izó la bandera de Nicaragua ante una multitud que pudo no ser menor de cinco mil personas, según The New York Times (Congratulation to Nicaragua”, 1856). De acuerdo con Scroggs (1916, p. 174), su principal significado no radicaba en el tamaño y entusiasmo de la audiencia, sino en el hecho de que hombres de relevancia en el partido Demócrata aprovecharon la ocasión para alinearse a favor de la empresa de Walker. Muchos de los que no pudieron asistir remitieron cartas en las que expresaban su simpatía hacia la causa; entre ellos Lewis Cass (en aquel momento reconocido como uno de los principales candidatos para la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos) y Meagher. Esta reunión pública fue precedida por una convocatoria que a la letra expresaba:

¡La libertad y Nicaragua!

Libertad para Centroamérica – Extender el área del Republicanismo.

Se invita a los ciudadanos de Nueva York amigables a la causa del Republicanismo en Centroamérica, para asistir a una gran reunión de masas en el Parque, el viernes 23 de mayo de 1856 en la noche, a las 7 en punto, con el propósito de animar a los patriotas que luchan al mando del general Walker en sus esfuerzos por la libertad, y para aprobar la acción del gobierno estadounidense en su reconocimiento del Ministro nicaragüense. Los siguientes oradores han sido invitados, y ciertamente dirigirán la reunión:

Gov. Rodman M. Price, N. J.

Ex-Gov. Brown, Miss.

Hon. G. W. Peck, Mich.

Hon. John B. Weller, Cal.

Hon. Alex C. Morton, Ga.

Hon. Hiram Walbridge, N. Y.

Hon. Gilbert Dean, N. Y.

Hon. A. A. Phillips, N. Y.

Hon. Charles Mills, N. Y.

Capt. Edward A Pollard, Cal.

Capt. Isaiah Rynders, N. Y.

Thomas F. Meagher, Esq.

Richard Busteed, Esq.

William J. Rose, Esq.

George M. Stinson, Esq. (Wells, 1856, p. 226).

Meagher no asistió, pero remitió una carta, escrita en el despacho de su periódico Irish News, que fue leída en el mitin y en la que expresaba:

A último momento me resultó imposible asistir al mitin en el Parque. Lo lamento sinceramente pues mi simpatía hacia la causa, en nombre de la cual vosotros estáis reunidos, es profunda y fervorosa. Generosa, brillante, gallarda, al involucrar los grandes principios por los cuales los mejores hombres en todos los climas y épocas han desenvainado su espada para luchar –al involucrar, además, los más altos intereses del pueblo estadounidense–, es digna del más temprano y orgulloso homenaje. Cualquier influencia que yo posea, cualquier esfuerzo que pueda hacer, cualquier servicio que pueda prestar, será dedicado de todo corazón a apoyar al general Walker y a la independencia de Nicaragua...

Lo que fui en mi primera expresión de virilidad, soy ahora, y siempre seré. El republicanismo, ya sea en el calabozo, en el campo de batalla, en el cadalso, o triunfante en el capitolio, será el culto de mi vida.

Peleada valientemente por la mayoría en este momento sobre la gran vía del comercio estadounidense, vosotros no esperaréis con mezquindad oír hablar de una victoria para determinar la medida de vuestra simpatía en favor de la libertad del bello país que une los dos océanos con un eslabón de oro y plata.

Vuestros aplausos no son los débiles ecos de un triunfo ya ganado.

Ellos anticipan el glorioso asunto y se convierten en sus profecías.

Los gritos en el Parque hoy anuncian que la bandera de Costa Rica ha sido arrancada, la masacre de Bahía de La Virgen vengada, la traición y derrota de Santa Rosa borradas en un torrente de gloria militar y que las campanas de Granada proclaman por sus zafíreos cielos, y por todas sus nobles aguas interiores, y a través de sus bellos bosques, que Nicaragua es libre para siempre de los serviles y de los carniceros extranjeros a sueldo. (Wells, 1856, pp. 233-234).

Según narra Wells (1856), “al finalizar la lectura hubo tres hurras para el señor Meagher” (p. 234).

En dicha carta, Meagher también expresaba que Italia y Hungría estaban “caídas”, sometidas por Austria, así como Irlanda lo estaba en relación con Inglaterra, y abogaba por su liberación. Ante esto, el New York Daily Tribune del 22 de diciembre de 1856 publicó un extracto del discurso y una crítica a Meagher:

Sí, “caídas”, exactamente como el señor Meagher tendría a Nicaragua, bajo los pies de invasores y filibusteros conquistadores. Italia, Hungría e Irlanda, eran débiles y trastornadas –ignorantes y bárbaras, si se quiere–, de modo que Austria e Inglaterra se encargaron de ellas para “regenerarlas”… Todos los filibusteros pretenden ser regeneradores –en favor del Orden, la Libertad racional y todo eso–. ¿Podría usted imaginar que un irlandés, ahora en el exilio por resistir el dominio extranjero e insistir en que Irlanda debe ser dejada para que se gobierne y regenere por sí misma, se encuentre hoy expresando con afectación, en el caso de Nicaragua, las engañosas mofas que han hecho de su tierra natal lo que es? ¿Han de clamar los irlandeses por la Libertad en casa y luchar por la Esclavitud en todos los otros lugares? ¿Demandar Libertad para los Celtas, pero buscar mantener en la esclavitud a los Anglosajones así como a los Africanos? (p. 5).

La alusión que hacía el New York Daily Tribune (periódico antiesclavista) al deseo de Meagher de esclavizar aun a los anglosajones no era gratuita ni baladí. The London Times había publicado a finales de 1856 que Meagher deseaba convertirse en propietario de esclavos. Este respondió en el Irish News que los únicos esclavos que deseaba tener eran del tipo que sus ancestros poseyeron varios cientos de años antes: esclavos sajones de pelo claro y ojos azules. (A British Lie”, 1856, p. 4).

El episodio del Bowery Theatre

El 21 de julio de 1856 Meagher asistió al Bowery Theatre, situado en el lado este del Bajo Manhattan. De acuerdo con The Morning Comet (periódico de la ciudad de Baton Rouge, que había tomado la información del New York Mirror), entre los presentes también estaba el coronel John McArdle quien, peleando en las tropas de Walker, había perdido un brazo en la batalla de Rivas. Meagher fue presentado a McArdle e invitado a dar un discurso, a lo cual asintió expresando que se encontraba por casualidad esa noche en ese teatro y en ese palco y que se alegraba por la oportunidad de saludar al valiente coronel, estrechándole la única mano que le había quedado. Luego procedió a elogiar la causa en que McArdle se había involucrado y que este era sincero; ni los críticos de la prensa ni otros podrían negarlo, pues en Rivas había perdido un brazo como prueba de ello; McArdle, según expresó Meagher, era el héroe de Rivas porque había saltado sobre un fusil que apuntaban los costarricenses y lo había vuelto contra estos. Según cita textual, reproducida por el periódico, Meagher manifestó: “Al hacerlo, lo apuntó contra mis mortales enemigos personales, y contra los enemigos de mi oprimido país [Irlanda]; él apuntó contra Inglaterra”. Esta manifestación fue clamorosamente vitoreada y el público gritaba: “¡a ellos, que se lo den!, ¡a ellos, que se lo den!”. Meagher continuó su discurso y expresó que era la primera vez que tenía la oportunidad de dirigirse a una audiencia estrictamente demócrata; que ellos eran la democracia de la ciudad de Nueva York y que ellos y la democracia del país nunca debían enviar a la Casa Blanca a un hombre que no apoyara al general Walker. La audiencia dio un gran aplauso (A Scene not in the Bills”, 1856, p. 2).

El episodio del Bowery Theatre puede ser confirmado indirectamente. John McArdle llegó a San Juan del Norte el 18 de enero de 1856 en el vapor Star of the West, como parte de un pequeño contingente de refuerzos para Walker,
enviados desde Nueva York. McArdle era descrito como residente de Albany, viejo deportista que poseyó un afamado caballo de carreras; era considerado generalmente como un tipo muy inteligente (
Nicaragua. Re-Enforcements for Walker”, 1856, p. 6), excelentísimo e intrépido artillero (Wells, 1856, p. 177) y muy hábil con la espada de hecho, fue el instructor de esgrima del ejército de Walker(Jamison, 1909, p. 120).

El capitán McArdle efectivamente combatió en la segunda batalla de Rivas. El New Orleans Daily Crescent del 3 de mayo de 1856 (Battle of Rivas”, p. 1) reprodujo, con algunas variaciones en los detalles, el texto publicado por El Nicaragüense del 12 de abril de 1856 en que se describe la batalla y menciona que luego de que los hombres de Walker arrebataron un cañón1 a los costarricenses, fue colocado en una de las esquinas de la plaza la sudeste, según la fuente original (“Second Battle of Rivas”, 1856, p. 2), la noreste según el diario estadounidense y puesto bajo el control del capitán McArdle (estos hechos igualmente se narran en Wells, 1856, p. 177).

The New York Times, en su edición del 30 de abril de 1856, también reprodujo una noticia (Condition of the Wounded”, 1856) tomada de El Nicaragüense, del 19 de abril de 1856 (“The Wounded”, 1856, p. 1), en la que se menciona a McArdle como uno de los heridos que resultaron con amputación de brazo. Sin embargo, la historia que se contó en el Bowery Theather sobre cómo perdió una de sus extremidades difiere según otra fuente. James Carson Jamison (1909), “capitán de la Compañía D, Primera Infantería Ligera, Ejército de la República de Nicaragua”, quien combatió en las tropas de Walker en Nicaragua y también estuvo presente en la segunda batalla de Rivas, aporta una narración diferente en su libro With Walker in Nicaragua or Reminiscences of an Officer of the American Phalanx, publicado en 1909. Jamison no le atribuyó la dimensión de heroicidad al evento y más bien lo narró como un hecho que llamaba a la hilaridad. Según Jamison, durante la mencionada batalla, a pesar de la seriedad de la situación, se produjeron muchos incidentes risibles y divertidos, ante los cuales solo el mayor de los estoicos podría haberse contenido de mostrar que era movido por los ridículos hechos; uno de ellos fue el incidente de McArdle:

Mientras nuestros hombres trataban de entrar por la fuerza a un largo edificio tomado por el enemigo, los combatientes de hecho cruzaban sus carabinas en las puertas y durante horas este comportamiento se mantuvo sin ventaja material para ninguna de las partes, más allá de llenar las entradas con hombres muertos. Durante esta tragedia de juego a las escondidas, el capitán McArdle, un galante oficial de Albany, Nueva York, pistola en mano, metió su brazo, doblando la esquina de una puerta, y disparó; simultáneamente una bayoneta fue empujada a través de su antebrazo, el cual se desprendió, y su pistola cayó y quedó al alcance del enemigo. McArdle retiró su destrozado brazo con la debida prisa y, contemplándolo con inconmensurable disgusto, dijo con ironía: “el granuja tomó mi pistola”. (p. 80).

Luego de dicha batalla y cuando Walker se había rendido ante el capitán Charles Henry Davis, McArdle permaneció leal a su general. Así, cuando Walker arribó a Nueva York el 16 de junio de 1857, McArdle fue parte de la organización de bienvenida como mariscal asistente del comité nombrado al efecto (General William Walker”, of Nicaragua”, 1857).

Meagher y las acciones de apoyo a Walker

Si bien Walker era apoyado por los esclavistas de los Estados del Sur, también recibía ayuda desde el Norte y desde California. Una idea errónea, según Lucas, es considerar que las filas de Walker se reclutaban principalmente en los Estados del Sur, pues muchos de sus oficiales eran alemanes e ingleses; además, “dos estados aportaron, sin duda alguna, la mayoría de sus reclutas privados: Nueva York y California” (Lucas, 1896, p. 93). Uno de esos mercenarios europeos fue el entonces coronel Charles Frederick Henningsen, quien pocos días después de la primera batalla de Masaya (ocurrida del 11 al 13 de octubre de 1856) llegó a Nicaragua, procedente de Nueva York, con armas y provisiones de artillería, lo que le valió que Walker de inmediato lo nombrara general de brigada (Lucas, 1896, p. 79).

En esa línea, Meagher no fue la excepción. El apoyo que había prometido a Walker en su carta del 23 de mayo de 1856 no fue meramente retórico. De acuerdo con el Nashville Union & American, el miércoles 17 de diciembre de 1856 se llevó a cabo una reunión “con la intención de tomar medidas para ayudar a los patriotas que luchan en Nicaragua contra los déspotas franceses e ingleses, ahora unidos contra ellos” (Aid for Gen. Walker”, 1856, p. 2). Era una clara alusión a la alianza de esas dos potencias y sus intereses en Centroamérica, que fueron aprovechados por los líderes centroamericanos para reforzar sus acciones dirigidas a frenar las expectativas y acciones filibusteras.

A la reunión asistieron muchos personajes notables de la época, entre los que estuvieron el mayor John P. Heiss (periodista y una vez que fue ciudadano nicaragüense Walker lo nombró su encargado de Negocios en Estados Unidos), el general Ward B. Burnett (coronel del regimiento de voluntarios de Nueva York en la guerra contra México), los generales Thomas J. Green, William L. Cazneau y Chatham Roberdeau Wheat (de Texas), el coronel Joseph Warren Fabens quien fue director de Colonización del proyecto de Walker; es decir, encargado de promover la emigración hacia Nicaragua, y con anterioridad, cónsul estadounidense en San Juan del Norte durante el bombardeo de ese puerto en 1854 (From Nicaragua”, 1855, p. 3); también había sido agente comercial del filibustero y especulador de tierras en Nicaragua, Henry L. Kinney, el coronel Frank Anderson, el juez Alexander C. Morton, el actor Thomas Placide, el señor Charles Morgan (dueño de la línea de vapores de Nicaragua y contendiente de Cornelius Vanderbilt) y Thomas Francis Meagher. Algunos de ellos eran viejos filibusteros, como Anderson y Wheat, quienes “pelearon con distinción al mando del general [Juan] Álvarez en México y en la expedición de [Narciso] López para capturar la isla de Cuba” (Doubleday, 1886, p. 176), así como en Nicaragua (Jamison, 1909, p. 144). La reunión fue presidida por el general Ward B. Burnett y en ella se nombró un comité para “decidir acerca de la mejor manera de ayudar al general Walker” (Aid for Gen. Walker”, 1856, p. 2). Entre los miembros de la comisión estaba Meagher, junto con el ya mencionado Morton, el mayor Jonas Bartlett (propietario del Washington Hotel), Thomas M. Hardcastle, Henry Weldon y David Dows.
Varios de los asistentes pronunciaron discursos; entre ellos, Appleton Oaksmith, el mayor John P. Heiss, el general Green, el coronel Fabens y el capitán Isaiah Rynders). La publicación continuaba:

El mayor entusiasmo prevaleció por el general Walker y la manera fervorosa en que la simpatía se expresó muestra que no todos los “hijos de la libertad” han perecido. Una reunión de masas se celebrará el sábado [20 de diciembre de 1856] por la noche en The Tabernacle. Mientras tanto, una gran cantidad de provisiones, ropa y otros suministros se enviarán a nuestros hermanos en Nicaragua, en el [vapor] Tennessee el 24 del presente mes. Que todos los que se sientan dispuestos a contribuir a tan noble y patriótico propósito se comuniquen con alguno de los miembros del comité arriba mencionado. (“Aid for Gen. Walker”, 1856, p. 2).

La fuente de la publicación del Nashville Union & American era The New York Day-Book, un periódico con pocos lectores en su mayoría católicos irlandeses, en cuyas “páginas fluía el racismo a lo largo del decenio de 1850, y que presentaba también una vigorosa defensa de la esclavitud” (Maizlish, 1986, p. 90). En la edición del 20 de febrero de 1864, The New York Day-Book declaraba sobre sí mismo:

The New York Day-Book es un periódico Demócrata, que sostiene, junto con el senador Douglas, que “este Gobierno está construido sobre base blanca, por hombres blancos, para el beneficio de hombres blancos y su eterna prosperidad”. Enfrenta con valentía la verdadera pregunta ante el Pueblo Americano, y presenta la única filosofía de ella que puede resistir la marcha arrolladora del Abolicionismo y restaurar la gloriosa Unión de nuestros padres…

The Day-Book en el futuro, como en el pasado, nunca se desviará, por miedo o por favor, de la defensa de los derechos del Pueblo, ni de una constante e implacable oposición a toda forma de tiranía, y más especialmente a esa peculiar fase de ella que, bajo la pretensión de conferir una libertad imposible a los negros, busca remachar las cadenas de la verdadera esclavitud sobre el hombre blanco. (“White Men Must Rule America!”, 1864, p. 1).

Por su parte, el New York Daily Tribune, en su edición del sábado 20 de diciembre de 1856 (p. 4), informaba que ese día en la noche tendría lugar, en The Tabernacle, una reunión la anunciada por The New York Day-Book a favor de Walker y sus filibusteros en Nicaragua. Entre las personas que ofrecerían un discurso se mencionaba a John Van Buren, Hiram Walbridge, James T. Brady, Isaiah Rynders y Thomas Francis Meagher. Además, informaba el New York Daily Tribune que Walker había declarado que una de las grandes características de su política era romper la Unión Norteamericana y unir los Estados esclavistas con Centroamérica y Cuba en una nueva confederación.

De hecho, la reunión del 17 de diciembre de 1856, realizada entre los amigos de Walker para brindarle ayuda, fue preparatoria de la reunión de masas del 20 de diciembre de ese mismo año, dirigida “a perfeccionar los planes” (Excitement about General Walker”, 1857, p. 1). A pesar de la continua y fuerte lluvia, esta reunión de masas se realizó y la presidió el general Ward B. Burnett. Entre los oradores estuvieron Appleton Oaksmith (en otro momento comisionado por Walker como ministro ante Estados Unidos), el general Duff Green (anteriormente relacionado con el filibusterismo en Dominica), el general Wheat (con anterioridad oficial en la guerra contra México y filibustero al servicio de Narciso López contra Cuba), el general Thomas J. Green (quien adquirió notoriedad por su participación en la anexión de Texas por parte de Estados Unidos), el capitán Isaiah Rynders y el señor T. J. Mundy. Además, se recibieron cartas de apoyo de parte del general Quitman (de Mississippi y filibustero en potencia, aunque nunca en acto, de Cuba), el senador Jones (de Tennessee), el general Walbridge (de Nueva York) y Thomas Francis Meagher (“The Meeting in New York”, 1857, p. 1).

Los participantes adoptaron algunas resoluciones dirigidas a ayudar a Walker, entre ellas se acordó hacer un llamado al Gobierno estadounidense a enviar buques nacionales a San Juan del Norte y a San Juan del Sur. Se hizo una colecta y se recibieron donativos de los huéspedes de los hoteles Mansion House ($60) y Washington Hotel ($50), en cheques se obtuvo la suma de $1 100 y en pequeñas contribuciones la suma de $97; en total, se recaudaron $1 307. Se informó al comité de las siguientes ayudas: 1 000 rifles estaban listos para ser puestos a su servicio, el St. Nicholas Hotel enviaría en un vapor 100 barriles de pan, y el Metropolitan Hotel 5 000 libras de tocino para uso del ejército. Además, el general Wheat anunció que 2 000 voluntarios estaban listos para partir de Nueva Orleans y cientos saldrían de Nueva York el miércoles siguiente, 24 de diciembre de 1856 (“The Meeting in New York”, 1857, p. 1). Según se informaba en el Daily Alta California, con noticias provenientes de Nueva York, además de la reunión del 20 de diciembre de 1856, un regimiento compuesto por 500 hombres se había reclutado en esta última ciudad con destino a Nicaragua y el coronel Titus había arribado a San Luis (Missouri) con cien reclutas con el mismo destino. Agregaba el periódico, “los amigos de Walker en Nueva Orleans están redoblando sus esfuerzos para enviarle ayuda” (“Nicaragua Matters”, 1857, p. 1) y “se dice que grandes mítines se han llevado a cabo en Nueva Orleans con el mismo propósito, y que 500 hombres ya están listos, armados y aprovisionados para empezar de una vez por Nicaragua y que entre 1.000 y 1.500 más los seguirían inmediatamente, bajo el mando de Soulé” (“The Meeting in New York”, 1857, p. 1).

Sin mencionar una fecha concreta, pero presumiblemente sobre esta última reunión, realizada en The Tabernacle, expresaba The Anti-Slavery Bugle del 11 de abril de 1857:

No titubeamos al afirmar que la Constitución de Nicaragua es superior a la de Estados Unidos; aquella fue modelada, como las Constituciones de todos los Estados centroamericanos, con base en esta. La ley fundamental de Nicaragua, en este momento, prohíbe la esclavitud y, sin embargo, los ciudadanos de Nueva York fueron convocados, no hace mucho, para que expresen su profunda simpatía hacia un extranjero en ese país, cuya conducta lo había puesto más allá del alcance de cualquier otro sentimiento, al punto de que podría sufrir el extremo castigo de la ley, y quien, a pesar de la ley del país, y de la justicia, había declarado abiertamente, por medio de su subsecretario de Estado, que él deseaba promover la inmigración de propietarios de esclavos y de esclavos hacia ese país. Este mitin, ridículamente digno de Walker por su carácter y resultados, fue tomado a cargo por varios politiqueros del Partido Demócrata y la democracia estadounidense fue invitada por los señores Duff Green e Isaiah Rynders, mediante discursos, y por el señor Thomas Francis Meagher, en una carta muy florida y llena de pobre retórica acerca de la tiranía y la opresión, a enviar ayuda inmediata al fallido misionero que estuvo tratando de extender el área de la esclavitud, la peor de las tiranías, y quien con el expreso deseo de molificar a Inglaterra, respecto a lo cual el Partido Demócrata y el señor Thomas Francis Meagher son tan proclives, ha instruido a su representante [el cubano Domingo de Goicuría] allá para que le muestre al gobierno “que la única manera de parar la creciente y expansiva democracia del norte es por medio de una confederación sureña poderosa y compacta, basada en principios militares”. (“Filibustering”, 1857, p. 1).2 Casi simultáneamente a la organización de comités de apoyo en Nueva York por parte de Meagher y otros seguidores de Walker, Henningsen colocaba el infame rótulo “Aquí fue Granada”, luego de destruir esa ciudad en diciembre de 1856 (Doubleday, 1886, p. 93, Jamison, 1909, p. 141). No es extraño, entonces, que cuando regresó a Nueva York a mediados de 1857 fuera recibido, entre otros, por Meagher (From New York”, 1857, p. 1; “The Defeat of Gen. Walker”, 1857, p. 1).

Expresaba The Burlington Free Press, en su edición del 19 de junio de 1857, refiriéndose a Henningsen:

En los últimos meses este gentilhombre alemán, en compañía de Walker, ha estado instando el fusilamiento, la muerte por inanición y el horrible sufrimiento de algunos cientos de ciudadanos estadounidenses en Nicaragua y, al ser prontamente expulsado de ese país, arribó a esta ciudad [Nueva York] el viernes de la semana pasada. Un impaciente público lo esperaba sobre el muelle. Aquellos altruistas, el coronel Fabens, el general Cazneau y el señor Thomas Francis Meagher, junto con otros, lo recibieron en sus brazos, y la noble compañía condujo a través de Broadway, hacia el Saint Nicholas Hotel, donde se embriagaron, y luego siguieron hasta la casa del distinguido general [Henningsen], en la calle 12, donde la última noche [1 de junio de 1857] se le dio una serenata y pronunció un discurso en respuesta a los vítores de la multitud. El tema del discurso fue que William Walker era uno de los más notables hombres de la época en que él vive; que todo el que diga que la campaña de Nicaragua fue una trágica insensatez, es un tonto, y que el general Walker y Compañía “han aportado su cuota a las históricas glorias del nombre estadounidense”. (From New York”, 1857, p. 1).

Una reunión similar a la celebrada el 20 de diciembre de 1856 en The Tabernacle, se realizó el jueves 11 de junio de 1857 en el National Hall (en Canal Street, Nueva York). La convocatoria, firmada entre otros por los abogados Gilbert Dean, Malcolm Campbell y Thomas Francis Meagher, expresaba: “El pueblo de Nueva York, deseoso de dar una recepción pública al general William Walker, el campeón de la libertad republicana en Nicaragua, se reunirá… con el propósito de hacer los arreglos necesarios para la ocasión” (“Welcome to General Walker”, 1857). Muchos oradores participaron para elogiar a Walker y su causa. A la izquierda de la tribuna, sendos rótulos expresaban: “Nicaragua pronto será liberada” y “Honramos a los valientes”. Campbell, el socio de Meagher, participó como secretario y miembro de la comisión nombrada para organizar el acto de bienvenida.

La comisión nombrada se reunió el sábado 13 de junio de 1856 en el 335 de Broadway. Malcolm Campbell como se expondrá, socio de Meagher fue nombrado tanto en el comité de recepción como en el comité de finanzas (General William Walker, of Nicaragua”, 1857). Walker arribó a Nueva York el martes 16 de junio de 1857. Los detalles de la recepción a Walker fueron narrados con gran detalle por The New York Daily Tribune en su edición del 17 de junio de 1857 (“Arrival of the Great Filibuster, p. 5).

Meagher mismo, en su oportunidad, fue sujeto también de honores por parte del grupo de eminentes simpatizantes del esclavismo, organizados en su honor como club. En enero de 1857:

El Club de Thomas Francis Meagher, celebró el quinto aniversario del escape de Australia del caballero en cuyo honor [sus miembros] se han organizado, con un gran baile y cena en el Tammany Hall… fue un asunto alegre que atrajo la asistencia de invitados de los amigos y admiradores del exiliado. El salón de baile estaba repleto. Entre los caballeros presentes había varios políticos prominentes. El baile se mantuvo con vigor y la hilaridad impregnó todo el edificio. (Nashville Union and American, 1857, p. 2).

El Tammany Hall, cabe aclarar, fue la maquinaria política del partido Demócrata que dominó con claridad la escena política de Nueva York desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta el primer tercio del siglo XX; su base eran los inmigrantes, especialmente los irlandeses católicos; apoyó la causa del esclavismo y ejerció gran influencia en la política estadounidense. En la época de Meagher, Tammany Hall estaba liderado por el ya mencionado Isaiah Rynders, marshal del distrito Sur de Nueva York.

El bufete de Meagher defiende a Walker y a sus acólitos

Meagher fue autorizado a inicios de setiembre de 1855, por la Suprema Corte del Estado de Nueva York, para ejercer la abogacía (“Personal”, 1855, p. 2; The Daily Dispatch, 1855, p. 2; Admission of Mr. Meagher”, 1855; “General Intelligence”, 1855). El bufete en que ejerció su profesión se identificó como Meagher and Campbell, por estar asociado con el abogado Malcolm Campbell (Lyons, 1870, p. 58; Forney, 2004, p. 74). Sin embargo, de acuerdo con Cavanagh (1892), “la profesión parece haber perdido su atractivo para él, pues su discurso en la defensa del coronel Fabens, acusado por su participación en la invasión de Walker a Nicaragua, fue lo único notable que hizo en una corte de Estados Unidos” (pp. 343-344).

Efectivamente, Meagher representó legalmente a Fabens (“The Arrested Filibusters”, 1857; Law Intelligence”, 1857; “Nicaragua Filibusters”, 1857; Forney, 2004, p. 80), quien fue detenido el 20 de enero de 1857 junto con A. C. Lawrence (Wylie, 2007, p. 106) y tres más (“The Arrested Filibusters”, 1857) por atribuírseles haber infringido el Acta de Neutralidad de 1818 al reclutar hombres para el servicio de Walker (“The Nicaraguan Case”, 1857, p. 3). El 12 de febrero de 1857 Campbell, el socio de Meagher, en audiencia ante el comisionado, habló en defensa de los acusados aduciendo que no había suficiente evidencia de parte de la Fiscalía para tener a Joseph W. Fabens y a Henry Bolton como responsables. De nuevo, el 14 de febrero de 1857, Campbell habló en defensa de los acusados, presentando un argumento de tipicidad: el Acta de Neutralidad de 1818 literalmente se refería a que se cometía delito si una persona, dentro del territorio o la jurisdicción de Estados Unidos, se alistaba o contrataba o retenía a otro para que se alistase y sirviese como soldado a favor de un príncipe, Estado, colonia, distrito o pueblo extranjero, pero Walker no podía considerarse en ninguna de esas categorías, por lo que era deber del comisionado relevar a los acusados de los vejatorios procedimientos, liberándolos en ese estadio preliminar (“The Nicaraguan Case”, 1857, p. 3). El 7 de marzo de 1857, Meagher presentó argumentos en la defensa de Fabens y Bolton, de previo a la exposición de los argumentos finales de esa sesión por parte de otro de sus abogados, Gilbert Dean (un personaje respetado en la época, pues fue miembro del Trigésimo segundo y Trigésimo tercer Congresos de Estados Unidos por el partido Demócrata, desde marzo de 1851 hasta julio de 1854 y juez del segundo distrito de la Suprema Corte de Nueva York, desde mediados de 1854 hasta finales de 1855).

Uno de los argumentos de Meagher fue que el motivo que llevó a Walker a desembarcar en la bahía de El Realejo fue “la invitación de los revolucionarios demócratas de Nicaragua” (Wylie, 2007, p. 107). Durante los procedimientos, también reveló que Fabens tenía en su poder documentos, obtenidos del secretario del presidente Pierce, Sydney Webster, que probaban que las acciones del acusado habían sido realizadas con el conocimiento y apoyo del presidente y que existía una escritura que transfería propiedades en Centroamérica a Webster (Forney, 2004, p. 80). Durante esos mismos procedimientos preliminares al juicio, ante el comisionado, el 10 de marzo de 1857, el fiscal de distrito John Mckeon, en su discurso de cierre, el cual duró casi tres horas, aparte de referirse al derecho internacional y de citar a varias autoridades desde George Washington hasta el secretario de Estado Marcy y jueces de la Suprema Corte de Estados Unidos de todas las épocas, también aprovechó la oportunidad para citar un discurso de Meagher pronunciado en su natal Irlanda en 1848 y en el que declaraba que no era un demócrata y contrastarlo con las manifestaciones de este en la causa de Fabens y Bolton. McKeon hizo una reseña de la expedición a Nicaragua y llamó a Walker merodeador y general sin principios, a la vez que advertía a los estadounidenses que no dejaran su propio buen país para unírsele en su intento de robar lo que no le pertenecía. “En conclusión [expresaba el Daily Alta California], el Fiscal de Distrito hizo un elegante llamado al Comisionado a hacer justicia en el caso y, en consecuencia, a enviar al coronel Fabens y a Henry Bolton ante el Gran Jurado de Distrito” (“The Nicaragua Filibuster”, 1857, p. 1). El comisionado actuó como se le había solicitado, pues remitió a Fabens y Bolton,
el 18 de marzo de 1857, a esa instancia, aunque el caso en esta no prosperó. Pronto llegaría la oportunidad de Meagher de defender al propio Walker.

En horas de la noche del domingo 27 de diciembre de 1857, Walker arribó a Nueva York en el vapor Northern Light, y visitó la casa de Henningsen, quien estaba en ese momento en Washington (“Walker’s Own Account”, 1858, p. 2). Al día siguiente, acompañado de sus abogados, Malcolm Campbell y Thomas Francis Meagher (“Gen. Walker Surrenders”, 1857; Wylie, 2007), y de su amigo el general Wheat, se presentó, como había prometido al comodoro Hiram Paulding, ante Isaiah Rynders, entonces marshal de Nueva York. Rynders había sido “un dinámico espíritu en la promoción de las varias reuniones públicas en Nueva York a favor de la causa de Walker durante los años previos” (Scroggs, 1916, p. 333), por lo que no era neutral. Según narra The New York Times:

El marshal Rynders, tan pronto como observó a su visitante, corrió hacia él de la manera más amistosa, lo tomó de la mano y exclamó: “Como el capitán Rynders, general Walker, estoy muy encantado de verlo, pero como marshal (y entonces el capitán dio uno de sus significativos guiños), usted sabe, general, es una cosa completamente diferente.3 (“Gen. Walker Surrenders”, 1857).

Luego Walker entregó a Rynders un paquete sellado, remitido a él por Paulding, en cuyo interior había un documento que expresaba:

San Juan del Norte, 11 de diciembre de 1857.

Señor. Esto le será entregado por el general William Walker, quien me ha dado la palabra de honor de que se lo dará a usted en persona.

Con la fuerza naval de este escuadrón, arresté al general Walker en Punta Arenas [Nicaragua], el día 8 del mes en curso, por la violación de las leyes de neutralidad de Estados Unidos. Él inició, en Estados Unidos, una organización militar ilegal para hacer la guerra a un pueblo con el cual estamos en paz y, al momento del arresto, él estaba a la cabeza de tal organización, en el acto de hacer la guerra, como se mencionó arriba.

Por ser usted el Marshal de Estados Unidos del Distrito Sur de Nueva York, se lo remito en custodia. (“Nicaragua”, 1858, p. 2; “The Capture of Walker’s Forces”, 1858, p. 2; “Gen. Walker Surrenders”, 1857).

Luego de una reunión a puertas cerradas entre Rynders, Walker y sus abogados uno de ellos Meagher y puesto que el primero no había recibido instrucciones de cómo operar en el caso, dejó en libertad condicional a Walker, recomendándole acudir a la brevedad directamente a Washington y presentarse ante el secretario de Estado, Lewis Cass (“Gen. Walker Surrenders”, 1857), ante el cual lo acompañaría (General Walker. Arrival”, 1858).

A la mañana siguiente, Rynders y Walker partieron para Washington, “con el propósito de que se pusiera a la disposición del Presidente y conocer las intenciones de la Administración respecto a él y su capturada armada” (General Walker. Arrival”, 1858). Meagher y su socio Campbell también lo acompañaron (“Personal”, 1 de febrero de 1858, p. 2; From Washington”, 1858, p. 1; “General Walker. Arrival”, 1858, p. 1). “Los señores Meagher y Campbell, por ser los abogados del general Walker, fueron requeridos por él para que estuvieran presentes al momento de su sumisión al gobierno” (General Walker. Arrival”, 1858, p. 1). Al llegar a Washington se dirigieron al Departamento de Estado y allí Rynders informó al secretario de Estado Lewis Cass que había recibido una comunicación del comodoro Paulding en que expresaba el arresto de Walker por su expedición militar ilegal contra Nicaragua; que Walker había prometido a Paulding presentarse ante Rynders en su condición de marshal del distrito Sur de Nueva York; que eso hizo al arribar a esa ciudad, y que él (Rynders) lo acompañaba a Washington para averiguar los puntos de vista del Gobierno. Cass respondió que el Departamento Ejecutivo del Gobierno no consideraba a Walker reo, que no tenía instrucciones respecto a él y que solo por medio de la acción del Poder Judicial era posible que Walker fuera mantenido legalmente en custodia para que respondiera cualquier cargo que pudiera presentarse en su contra. Ante esto, Rynders inmediatamente informó a Walker que no tenía autoridad adicional para detenerlo y ambos se retiraron (General Walker. Arrival”, 1858).

Walker fue liberado. En cambio, el oficial Paulding, quien frustró la segunda invasión de Walker a Nicaragua, fue censurado y relevado de su puesto en la Naval (Duval, 1940, p. 68; Executive Document No. 10, 1859; Executive Document No. 63, 1858). El secretario de Estado Cass calificó el acto del comodoro como ilegal, inexcusable y no autorizado (Commodore Paulding Denounced”, 1857). Buchanan, por su parte, consideró que Paulding había excedido las instrucciones y cometido un grave error al ingresar a territorio nicaragüense para capturar a Walker, “poder que ciertamente no le asistía” (Buchanan, 1858), pues las instrucciones eran impedir que Walker desembarcara en territorio nicaragüense. La Administración de Buchanan consideró que las acciones de Paulding constituían una violación a la soberanía de Nicaragua, a la Constitución de Estados Unidos y al derecho internacional, pues las competencias de las autoridades estadounidenses sobre los filibusteros cesaban cuando estos entraban en la jurisdicción de un poder extranjero.

El resultado de la acusación a Walker era previsible. The New York Times informaba el 29 de diciembre de 1857 que había recibido, por telégrafo, la siguiente información desde Washington: “Se espera que mañana llegue acá el marshal Rynders, con Walker a su cargo. A su llegada será informado oficialmente de que se presume que no tiene autoridad para retenerlo y se le ordenará dejarlo en libertad inmediatamente” (Commodore Paulding Denounced”, 1857). En esa misma edición, The New York Times publicó:

Hasta ahora, el Sr. Buchanan ha sido singularmente desafortunado en su política sobre Centroamérica, pues mientras ha hecho a un lado todo el interés filibustero al mostrar su disposición a transigir para detener a la empresa filibustera, no ha podido ganarse la confianza del antifilibusterismo respecto a su sinceridad y los gobiernos extranjeros con fuerza sospechan que él incurre en duplicidad y que favorece secretamente la expedición de Walker a Nicaragua. (“The Editorship of the Union-Kansas”, 1857).

Cass tomó la decisión de liberar a Walker, aduciendo que no existía una orden judicial para mantenerlo bajo arresto (“General Walker Released”, 1858, p. 2; Buchanan, 1858; “Case Presented”, 1873, p. 669), argumento que puede considerarse razonable; sin embargo, al igual que en relación con Rynders, no podía esperarse que Cass fuera imparcial. Su posición a favor de Walker y de su causa en Centroamérica ya era clara con anterioridad. En un mitin, realizado el 9 de mayo de 1856 por los “filibusteros de Walker de Nueva York”, según palabras textuales de The Daily Dispatch de Richmond (“Filibuster Meeting in New York”, 1856, p. 1), y en que participaron personalidades como el juez Gilbert Dean, el general Walbridge y el mismo Rynders como oradores (“Walker Aid Meeting”, 1856), se leyó una carta suscrita por el juez Morton (de Georgia) y otra de Lewis Cass (Filibuster Meeting”, 1856), en que este se disculpaba por no haber podido asistir: “Señores Isaiah Rynders y otros: No me es posible asistir a vuestro mitin, aunque sinceramente espero que el movimiento de Walker pueda ser exitoso. Pienso que los mejores intereses de este país y del mundo entero lo requieren”4 (Filibuster Meeting in New York”, 1856, p. 1; véase también Material Aid for Walker”, 1856, p. 3).

Tal mitin no se organizó solo para dar apoyo moral al proyecto filibustero. “Se prometió ayuda material a Walker y se nombró un comité para reunir suscripciones” (es decir, cuotas o participaciones pagadas por adelantado), según expresaba The Southern Enterprise (Filibuster Meeting in New York”, 1856, p. 2). En esa reunión, también Rynders manifestó su completa parcialidad a favor de Walker y de su causa. De acuerdo con The Daily Dispatch (de Richmond):

El general Walker, dijo él [Rynders] tiene su más profunda simpatía y alto respeto. Él [Walker] se fue a Nicaragua y ha permanecido allí, y ha actuado allí, porque el pueblo de Nicaragua así lo ha querido. Los caballeros que lo han antecedido [a Rynders, en el uso de la palabra] se han referido a una ley no escrita. Él [Rynders] difiere ligeramente en lo que respecta a esa ley. Es cierto que no está escrita en pergamino, pero sí en sangre en el corazón de cada verdadero estadounidense. Y todos los rifles Minié hechos por los obreros de Gran Bretaña no podrían derramar suficiente sangre para borrarla… Los principios democráticos, él [Rynders] está seguro, serán establecidos en Nicaragua y entonces el ciudadano podrá levantarse y decir que es un hombre. Se ha dicho que el general Walker es un filibustero… Ahora, quién es el más estridente en lanzar tales cargos contra él [Walker]. Es Inglaterra… el gobierno del general Walker será reconocido pronto por el nuestro. Eso podría hacerse con facilidad pues el general Walker no ha hecho nada que pudiera impedirle a cualquier verdadero hombre votar por él si se presentara como candidato a la presidencia de Estados Unidos. (Filibuster Meeting in New York”, 1856, p. 1).

La posición de Rynders resultaba rayana en el servilismo.

En cuanto a la de Cass, esta también se manifestó con claridad en el mitin del 23 de mayo de 1856, al cual fue invitado y, como en la ocasión anterior del 9 de mayo de 1856, no pudo asistir personalmente, pero remitió una carta de encomio y apoyo a Walker (la cual publicó íntegramente The New York Times en su edición del 24 de mayo de 1856). En ese documento, Cass expresó su satisfacción por el reconocimiento, por parte del Gobierno de Estados Unidos, del Gobierno de Walker en Nicaragua y su confianza en que recibiría “la cordial aprobación del pueblo estadounidense”. Además declaraba:

Soy libre para confesar que el heroico esfuerzo de nuestros compatriotas en Nicaragua inspira mi admiración a la vez que capta toda mi atención. Ni burlas, ni reproches ni fuertes palabras me disuadirán de expresar estos sentimientos. Aquél que no esté de acuerdo con tal empresa tiene poco en común conmigo. Las dificultades que el general Walker ha encontrado y superado pondrán su nombre en lo alto de la lista de los hombres distinguidos de su época. Ha reconciliado al pueblo al que fue a ayudar, el gobierno del que es parte está desempeñando sus funciones sin oposición y la tranquilidad interna muestran la sabiduría de su política. (como se citó en Wells, 1856, p. 231).

A inicios de mayo de 1856, Cass, en su condición de secretario de Estado, había participado en Washington en varias reuniones del Gabinete, realizadas para discutir “la propiedad de recibir al nuevo Ministro nicaragüense de Walker” (es decir, de reconocer el Gobierno de este) y en las cuales se había mostrado “fuertemente inclinado hacia los filibusteros” (“Walker’s Government”, 1856, p. 2).

La parcialidad tanto de Rynders como de Cass a favor de Walker eran claras y, a pesar de los esfuerzos de Cass por defender la causa de Walker y de haberlo dejado en libertad por no existir una orden judicial, el caso posteriormente llegó al Gran Jurado de la corte de Nueva Orleans, pero Walker fue absuelto (Lucas, 1896, p. 108). El hecho de que se le juzgara, aun con reticencias, y el resultado de los procedimientos constituyen una clara muestra de las simpatías y de las animadversiones que la causa de Walker generaba no solo en parte de la sociedad civil estadounidense, sino también en su aparato burocrático; tales contradicciones ya presagiaban el lamentable desenlace que sería la Guerra de Secesión.

En una brevísima nota, The Daily Dispatch del 30 de enero de 1858 informaba: “el Gran Jurado de la Corte de Estados Unidos, en Nueva Orleans, ha rehusado plantear una acusación en contra del general Walker”. La causa finalmente se abrió y después de diversas dilaciones, la audiencia inició el 31 de mayo de 1858. En esa ocasión, la defensa de Walker estuvo a cargo de Pierre Soulé, quien previamente había sido senador (entre 1849 y 1853) y luego representante diplomático de Estados Unidos ante España (hasta 1855); además, Soulé fue ampliamente conocido por ser uno de los autores junto con James Buchanan y John Y. Mason del Ostend Manifesto, del 15 de octubre de 1854, en que se defendían los intereses de los Estados del Sur para la anexión de Cuba a Estados Unidos, incluso por la fuerza.

El 2 de junio de 1858 el Gran Jurado deliberó, pero no logró ponerse de acuerdo respecto del veredicto: diez miembros se pronunciaron por la inocencia y dos por la culpabilidad de Walker y de los demás acusados (entre ellos,
Frank Anderson); ante esto, Walker, por medio de Soulé, demandó que se realizara inmediatamente un nuevo juicio, pero al día siguiente el fiscal de
distrito se negó a continuar la causa (Bolaños-Geyer, 1992, p. 197). El conde francés Horace de Viel-Castel (1888) expresaba, en sus memorias, sobre el resultado del mencionado juicio: “no agregaremos más que una palabra: honor a Inglaterra y a Estados Unidos, nobles protectores de asesinos y de filibusteros” (p. 299).

Meagher y la carta de Walker al presidente Buchanan

El compromiso de Meagher con la causa de Walker también pudo haberse materializado utilizando sus talentos como escritor, ampliamente reconocidos en su época: la crítica alabó las grandes condiciones literarias mostradas en los artículos publicados sobre Costa Rica (véase por ejemplo, Annie, 1859) y, con posterioridad, Fernández Guardia (2002) afirmó que tales artículos “revelan un notable talento de escritor y fecunda imaginación” (p. 275).

El corresponsal en Washington de The New York Evening Post, según publicaba el Evening Star, en su número del 11 de enero de 1858, tenía “razones para creer que la reciente carta que el general Walker dirigió al Presidente [Buchanan], fue la producción de Thomas Francis Meagher, uno de sus abogados” (“Personal”, 1858, p. 2). La carta fue escrita el 4 de enero de ese año y en ella Walker trataba de demostrar la legalidad de su expedición, la ilegalidad del arresto e interferencia del capitán Charles H. Davis y del comodoro Paulding; además, exigía una indemnización, repudiaba que se le llamara pirata y declaraba enfáticamente que no cejaría en sus esfuerzos por recuperar lo que le había sido arrebatado (“Gen. Walker’s Letter to the President”, 1858, p. 2; “Letter from Gen. Walker to the President”, 1858, p. 2). Walker estimaba sus pérdidas en $140 000 (Interesting from Washington”, 1858, p. 2; “Scraps & Facts”, 1858, p. 2). El corresponsal mencionado no era el único que creía que era obra de Meagher, pues The Louisiana Courier, en su edición del 13 de enero de 1858, sugería lo mismo:

Una muy larga, pero bien escrita carta, de fecha 4 del presente mes, ha sido dirigida por el general [Walker] al señor Buchanan. Puesto que el primer segmento del documento no es sino una recapitulación de declaraciones previas de Walker, lo omitimos. La parte que aquí publicamos ofrece detalles completos de la última expedición. Nos hubiera gustado encontrar al Presidente de Nicaragua satisfecho con una simple declaración de los hechos en su propio lúcido estilo. Hubiera sido, por mucho, más digno. A nosotros nos parece que la carta de Walker termina propiamente antes del inicio de los dos últimos párrafos. Podríamos estar equivocados, pero creemos que reconocemos en la conclusión el florido lenguaje de su abogado irlandés, el señor Thomas Francis Meagher. (“The Affairs of Nicaragua”, 1858, p. 2).

Por su parte, The Yorkville Enquirer, si bien no mencionaba el nombre de Meagher, sugería la posibilidad de que Walker no fuera el autor de la carta:

Es el producto de la pluma de un escritor experto y se expresa en términos corteses y valientes. Si el general Walker es el autor, se ha demostrado a sí mismo que es un poderoso campeón con la pluma, si no con la espada. Ninguno de sus numerosos defensores entre los civiles ha defendido a su cliente con tal habilidad y elocuencia, como lo ha mostrado su cliente en su propio nombre. (Letter from Gen. Walker to the President”, 1858, p. 2).

Meagher enfáticamente contradijo la versión que circulaba en varios periódicos respecto a su supuesta autoría de la carta que Walker dirigió al presidente Buchanan (“Gen. Walker’s Letter”, 1858, p. 2). Fuera o no cierta tal atribución, no hay duda del compromiso que Meagher tuvo en relación con el “predestinado de los ojos grises” y su causa.

A modo de conclusión

Tan solo dos meses después del asunto de la carta, Meagher ya estaba en Costa Rica. Fue su primera visita, de marzo a mayo de 1858. En una carta dirigida por Meagher a James Jeffrey Roche (autor de The Story of the Filibusters, 1891), en la que le encargaba a este la dirección editorial del Irish News durante su ausencia, expresaba: “visito Centroamérica especialmente Costa Rica con el propósito de investigar el verdadero estado de cosas allí, y adquirir familiaridad con una noble región para la cual se acerca inevitablemente un trascendental futuro” (como se citó en Cavanagh, 1892, p. 347). Pero ese futuro, según Wylie (2007), podría haber incluido la posibilidad de una inmigración irlandesa, una revolución al estilo del filibustero Walker o ambas, aunque Meagher rechazaba tales rumores aduciendo que únicamente deseaba recolectar material para dictar conferencias y escribir sobre el país. Pero, como expresa Wylie (2007), “es claro que él tenía en mente más que una correría literaria” (p. 104). La prensa estadounidense especulaba sobre los verdaderos motivos del viaje; así, el periódico Evening Star informaba que otro periódico, The New York Herald, insinuaba que Meagher y Ramón Páez (quien lo acompañó en su primer viaje a Costa Rica y fue el que realizó los dibujos que aparecieron en sus publicaciones en Harper’s New Monthly Magazine) “salieron para Sudamérica para echar una mano en la nueva revolución en Venezuela, en vez del pretendido propósito de hacer un libro” (Personal”, 31 de marzo de 1858, p. 2).

Meagher y Páez regresaron a Nueva York el 28 de junio de 1858 en el buque Empire City, en el que arribó otro personaje de la época, Felix Belly (Personal”, 1 de julio de 1858; “News from Havana”, 1858, p. 2). A su regreso, Meagher efectivamente dictó conferencias sobre Costa Rica en la ciudad de Washington (“Washington Theatre”, 1858, p. 2; The Daily Dispatch, 1858, p. 4), Charleston (“Domestic”, 1858,
p. 2) y Nueva York (
“At Niblo’s Saloon”, 1858, p. 2; The Yorkville Enquirer, 1858, p. 2).

Sea cual fuera la intención de Meagher en ese primer viaje, lo cierto es que regresó en más de una ocasión. The New York Daily Tribune (For California”, p. 8), del 6 de octubre de 1859, informaba que Meagher había salido en el vapor Northern Light hacia Costa Rica como portapliegos5 para el señor Alexander Dimitry, nombrado por James Buchanan en 1859 embajador de Estados Unidos para Costa Rica y Nicaragua. De nuevo, la prensa estadounidense especuló sobre los motivos del viaje de Meagher. Así el Nashville Patriot del 18 de octubre de 1859 reproducía un reporte del corresponsal en Washington de The New York Times:

Existe un bien fundado rumor de que Thomas Francis Meagher se fue a Costa Rica como agente del presidente Mora y se esforzará en ayudarlo, con sus compatriotas irlandeses, a retomar el poder supremo. Su plan puede no resultar completamente nugatorio pues el gobierno mismo se ha valido de su ofrecimiento de llevar comunicaciones al señor [Alexander] Dimitry, lo que le brindará protección de carácter diplomático. (Nashville Patriot, 1859, p. 2).

Y The Bradford Reporter lacónicamente mencionaba: “On dit que Thomas Francis Meagher ha aceptado el puesto de agente, de manos del presidente Mora, quien lo ha enviado a Costa Rica (1859, p. 2).

Una vez que se había dado el golpe de Estado a Juan Rafael Mora por parte de Montealegre y sus partidarios, Meagher regresó a bordo del vapor Guatemala el 23 de enero de 1860, de nuevo como “portapliegos del gobierno de los Estados Unidos para la legación Americana en San José” (Gaceta Oficial de Costa Rica, 25 de enero de 1860, p. 2) y permaneció varios meses en Costa Rica, pero, dadas las expresiones favorables a Mora Porras, contenidas en sus artículos publicados previamente en la revista Harper, “se había metido él mismo en un lío” con las nuevas autoridades costarricenses, como manifestaba The Evening Star (“Personal”, 1860). Meagher se vio en la necesidad de retractarse6 (Gaceta Oficial de Costa Rica, 8 de febrero de 1860, p. 4). Al respecto, expresaba The New York Times en marzo de 1860:

El señor Thomas Francis Meagher, de Nueva York, al darse cuenta de que su elogio del presidente Mora, en sus Vacaciones en Costa Rica, publicadas en Harper’s Magazine, no es de mucho agrado para sus amigos políticos, las autoridades revolucionarias, ha publicado en el Álbum de San José una penitente aclaración, en la cual afirma que los sentimientos expresados no eran los suyos ¡sino que fueron interpolados por los señores de Harper! ¡Bien por Thomas Francis! (Central America. A Disclaimer”, 1860).

En esa oportunidad, también suscribió un contrato, el 24 de julio de 1860, como representante de Ambrose W. Thompson con el Poder Ejecutivo costarricense para construir un ferrocarril entre el Golfo Dulce y Bocas del Toro (Executive Document No. 41, pp. 65-70; “The Chiriqui Transit Grant”, 1860; From Central America”, 1860, p. 1). El corresponsal de The New York Times, en un reporte firmado el 4 de julio de 1960 en Panamá, afirmaba: “no logro entender exactamente por qué Costa Rica otorgaría privilegios de construcción de rutas sobre un territorio sobre el cual no ejerce jurisdicción” e informaba que el Congreso costarricense había asignado diez mil pesos7 para pagar los gastos de un estudio de la costa atlántica con la intención de encontrar un buen puerto dentro del territorio de Costa Rica (véase al respecto Gaceta Oficial de Costa Rica, 6 de junio de 1860, p. 2, 7 de julio de 1860, p. 1,
11 de julio de 1860, p. 1); agregaba el corresponsal: “esto, me parece, es un reconocimiento virtual de parte de Costa Rica de que no tiene derechos sobre el puerto de Bocas del Toro” (Central America. The Costa Rica Subsidy”, 1860).

Thompson era un rico empresario naviero y especulador de tierras de Filadelfia que durante varios años había intentado obtener los derechos para construir un ferrocarril en Chiriquí y había logrado suscribir un contrato con la Armada de Estados Unidos, según el cual esta le pagaría un millón de dólares por el derecho de acceso a los puertos en ambos extremos (en el Pacífico y el Caribe) de la nueva ruta, si obtenía de parte de las autoridades correspondientes, el contrato y los títulos sobre las tierras en que se construirían (Thompson, 1860; The Chiriqui Improvement, s.f.; Athearn, 1949, pp. 85-87; Rzeppa, 2007, pp. 101-102).

Meagher logró que ambas Cámaras del Congreso costarricense autorizaran, luego de seis semanas de discusión, al Poder Ejecutivo para que suscribiera el contrato. Si bien en la Cámara de representantes hubo dos votos en contra, la Cámara de senadores dio su voto afirmativo en forma unánime (Later from the Pacific”, 1860; “From the Pacific Coast”, 1860).

Dicho contrato otorgaba a Thompson y a sus socios el derecho exclusivo por el plazo de 60 años, de construir, usar y dirigir tal ferrocarril. El contrato nunca se llegó a ejecutar, porque el Congreso de Costa Rica, después de haber autorizado al Poder Ejecutivo para que lo suscribiera (Ley No. 8 del 18 de julio de 1860, p. 198), no lo aprobó, aduciendo “que por varias causas no conviene ya a la República hacer efectivas las concesiones y privilegios acordados en dicha contrata” (Ley No. 25 del 31 de julio de 1861, pp. 51-52). El periódico La América publicaba en Madrid, el 8 de octubre de 1861, su versión de las razones para rescindir el contrato:El contrato celebrado con M. Thomas Francis Meagher, quien debía construir un ferrocarril desde el puerto de Golfo Dulce, en el mar Pacífico, hasta Bocas del Jon [sic], en el Atlántico, ha sido también anulado, porque M. Meagher no ha podido entregar el depósito convenido, por vía de fianza, de 700,000 ps. fs. (Correspondencia de ultramar”, 1861, pp. 15-16).

El Gobierno estadounidense adelantaría $300 000 dólares al aprobarse el contrato por parte del Congreso estadounidense y los restantes $700 000 cuando la compañía de Thompson (la Chiriqui Improvement Company8) obtuviera el título sobre las tierras (Athearn, 1949; Another Mule Job”, 1860). Meagher, en representación de Thompson, se había obligado a entregar al Gobierno de Costa Rica “una garantía de cincuenta o cien mil pesos en un año o dos después de estar aprobado el presente contrato” (Gaceta Oficial de Costa Rica, 13 de junio de 1860, p. 1), la cual él esperaba pagar con la primera suma que el Gobierno estadounidense entregaría como adelanto. El presidente Buchanan apoyó el proyecto, pero el Congreso denegó su aprobación, en parte por la posición contraria de Nueva Granada (hoy Colombia) que alegaba derechos soberanos sobre Bocas del Toro, y en parte porque la Panama Railroad Company aducía tener los derechos exclusivos de un proyecto similar en el istmo de Panamá. La compañía que representaba Meagher, en consecuencia, se vio en la imposibilidad de honrar los compromisos adquiridos ante el Gobierno costarricense.

Los esfuerzos de Meagher dirigidos a que el Gobierno de Costa Rica otorgara los derechos a la Chiriqui Railroad Company también sirvieron para que se encontrara de nuevo con Mora Porras, sin que existiera plan alguno al respecto. Meagher, junto con su esposa y un sirviente, había abordado el vapor Baltic en Nueva York hacia Aspinwall (hoy Colón, Panamá) (“News of the Day”, 1860, p. 2). Una vez que había cruzado el istmo en el ferrocarril, abordó el vapor Guatemala el 17 de enero de 1860 en la ciudad de Panamá, al igual que lo hizo Mora Porras. El primero tenía como claro destino el puerto de Puntarenas; el segundo, presumiblemente recoger a su familia, también en Puntarenas, rumbo a El Salvador, pero quizá su verdadero propósito era otro: dirigir la rebelión que él esperaba a su favor y que, de manera fallida, tuvo lugar en varios pueblos del interior del país a finales de diciembre de 1859 y en Guanacaste en enero de 1860.9 Mora Porras regresaría de nuevo a territorio costarricense en setiembre de 1860 para enfrentar su aciago destino.

Siete meses después de su último encuentro con Mora Porras y una vez que había logrado la firma del contrato con el Poder Ejecutivo, el 15 de agosto de 1860 Meagher abordó en Aspinwall el vapor Ariel, en el que arribó a Nueva York el día 23 de ese mismo mes (“Later from the Pacific”, 1860). Días después, cuando Mora Porras intentó retomar el poder, en setiembre de 1860, y desconociéndose cuál sería el desenlace de la rebelión, el corresponsal de The New York Times, quien escribía el 25 de setiembre de 1860 desde Panamá, expresaba al respecto: “Presumo que el señor Thomas Francis Meagher esperará con interés las noticias de Costa Rica que se envíen en el próximo correo, pues, si Mora tiene éxito, él nunca tendrá oportunidad de colocar valores de la Chiriquí Railroad en el mercado de Wall Street” (Important from Costa Rica”, 1860).

La ausencia de Meagher no se prolongó mucho, pues retornó a Costa Rica en el vapor Guatemala el 18 de octubre de 1860, cuando desembarcó en Puntarenas (Gaceta Oficial de Costa Rica, 20 de octubre de 1860, p. 3).

Lo cierto es que Juan Rafael Mora nunca percibió a Meagher como un agente del filibusterismo (de lo contrario, lo hubiera tratado como a Schlessinger, emisario de Walker). No obstante, lo expuesto también brinda una base para considerar como plausible la hipótesis que ha planteado Arias Sánchez (2010), basado en parte en Obregón Quesada (1994, p. 236), de que en la época “algunos extranjeros actuaban como espías de Walker” y que algunos portapliegos oficiales del Gobierno estadounidense, entre ellos Thomas Francis Meagher y William Carey Jones, eran informantes del secretario de Estado Cass acerca de los planes estratégicos del Gobierno costarricense, para lo cual en sus comunicaciones clasificadas como confidenciales, transmitían información que obtenían “en reuniones con los enemigos del presidente Mora” (Arias-Sánchez, 2010, p. 66).

NOTAS

1 Para más detalles sobre este cañón y su importancia en la batalla de Rivas, véase De cuando la patria ardió, pp. 37-41, por L. Hilje, 2007, Costa Rica: Euned.

2 Véase también: Walker en Centroamérica, p. 606, por L. Montúfar, 1887, Guatemala: Tipografía La Unión; Picado-Michalski, 1922, pp. 22-23; The Arrest of William Walker. Speech of Hon. John Slidell, of Louisiana on the Neutrality Laws. Delivered in the United States Senate, April 8, 1858, p. 3, por J. Slidell, 1858, Estados Unidos: s.d. Recuperado de: http://discoverarchive.vanderbilt.edu/handle/1803/6809/

3 Según otra versión: “Estoy feliz de verlo, general, como el capitán Rynders; pero como marshal de Estados Unidos no puedo decir eso” (“General Walker. Arrival”, 1858, p. 1).

4 Otra versión expresa: “Sinceramente espero que el movimiento de Walker será exitoso. Pienso que los mejores intereses de este país, de aquel país y del mundo, lo requieren. Ello cuenta con todos mis mejores deseos”; véase, Gen. Cass and Walker, 13 de mayo de 1856, The Daily Dispatch, p. 1.

5 En esa condición quizá salió e ingresó a Costa Rica en diferentes ocasiones. Así, por ejemplo, según la Gaceta Oficial de Costa Rica, Meagher ingresó a Costa Rica, vía Puntarenas y procedente de Panamá en el vapor Guatemala, el día 19 de abril de 1860 (Gaceta Oficial de Costa Rica, 25 de abril de 1860, p. 3).

6 Se lee en la Gaceta Oficial de Costa Rica del 8 de febrero de 1860:

“El Sr. Meagher nos ha autorizado para manifestar a su nombre, que lamenta los errores que han aparecido en un remitido que envió y fue publicado en el Harper’s Monthly Magazine de Nueva York, en el número del mes de enero, y especialmente en lo relativo a los sentimientos políticos, insertados por el Editor del nombrado periódico, sin conocimiento y expresamente contrarios a su determinación de no tomar ninguna parte en las controversias políticas de Costa Rica, aunque al mismo tiempo desea sinceramente como cualquiera de sus hijos, la prosperidad del país, y hace votos por su seguridad y libertad.

Los errores y sentimientos políticos a los cuales aludimos, están intercalados en la hermosa y animada descripción que el Sr. Meagher de nuestra capital en el tiempo de su residencia en ella hace unos meses: a su vuelta a Nueva York encontró que era muy tarde para corregir o borrar lo que había sido impreso en su nombre, no siendo propio, pues muchos cientos de ejemplares habían sido tirados.

Con gusto hacemos la manifestación del estimable caballero Meagher y nos complacemos en sus nobles sentimientos. –Los artículos del Sr. Meagher a que aludimos, son demasiado dignos de ser leídos por todos los costarricenses, y nosotros tendremos especial gusto en publicarlos en las columnas de nuestros periódicos” (p. 4).

7 El monto que finalmente se aprobó fue de cinco mil pesos, destinados al “trazado de un camino del interior al puerto de Limón en el Atlántico” (Gaceta Oficial de Costa Rica, 1860, 11 de julio, p. 1).

8 Sobre esta empresa, véase: Chiriquí Improvement Company: Charter, Grants, By-laws and Organization, por Chiriqui Improvement Company, 1855, Estados Unidos: Jackson; Chiriquí Improvement Company: Geological Report of Professor Manross, with Accompanying Papers, Maps, &c, por Chiriqui Improvement Company, 1856, Estados Unidos: George F. Nesbitt.

9 Al respecto, véase la posición de la administración de Montealegre en la Gaceta Oficial de Costa Rica, 1 de diciembre de 1860, pp. 2-4, 14 de diciembre de 1860, pp. 3-4, 22 de diciembre de 1860, pp. 3-4.

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