Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(2): 140-157. Julio-diciembre, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica148
intensica la propuesta en la misma línea. Lo que se expresa claramente en el
siguiente fragmento: “(En diálogo con un guía). Le pregunté si él ya sabía usar las
trampas y me dijo que no, que las aprendió a usar para el turismo porque ya no se
usan” (18/10/15 Iguazú, diario de campo, Registro Boffelli, 18 de octubre de 2015).
Ubicar a los indígenas en el pasado y en lo lejano (las trampas y el monte) es
una zona de confort para la historia canoníca de Argentina, que cuando no los dio por
extintos, los esencializó entre las coordenadas naturaleza y pasado. Algunos de esos
estereotipos se consolidan con otros aportes de las propias visitas.
Las comunicaciones breves en español que se desarrollan durante las guías
dan lugar a que los visitantes tengan una referencia sobre el escaso conocimiento
de esta lengua, algo posible, pero no unívoco. Es decir, puede tratarse de más
cosas, no solo de dicultades con ese código de habla. En el trabajo de campo
se pasó largos, muy largos, tiempos sin que se hablara. Escuchando el monte o
conversando muy poco. Las conversaciones además suelen ser muy espiraladas,
un mismo tema es narrado, revisado y revisitado muchas veces. La verborragia o
la rapidez en el ritmo de las conversaciones no son algo particularmente valorado
en estas poblaciones (Enriz & Hecht, 2016).
Por otro lado, el sendero que se recorre no es un tape en términos funcionales,
sino un camino generado ad-hoc para visitar los elementos que antes se enumeraron,
pero sin atravesar viviendas, lugares ceremoniales, lugares privados (por ejemplo,
las zonas de baño), huertas o simplemente espacios que no quieren ser expuestos. Es
el “sendero para el turismo” y si se recorre, se da cuenta que no conduce a ningún
lugar de relevancia para la comunidad. (Rodriguez, 2018)
Por último, la casa tradicional está construida for export, en un sentido perfor-
mático (Citro, 2011) es decir, no se trata de una vivienda, sino de un arquetipo cons-
truido para los visitantes. Muchas veces en el caso de Iguazú el techo es comprado,
como lo deja ver la siguiente referencia recogida en el trabajo de campo etnográco:
Q2 nos cuenta que los otros hoteles de la zona nunca consultaron sobre el uso
de la tierra. Por ejemplo, los del hotel Tierra Guaraní, desmontaron todo el lugar
donde está ubicado (justo enfrente a la entrada a Dos) y allí crecía antes mucha
tacuara. En este momento le comentamos que más de una vez escuchamos que
había cosas que no se encontraban como antes. Por ejemplo, que R1 nos había
comentado que tuvieron que pedir el techo del opy a otra comunidad porque
acá no se podía conseguir. Y Q2 nos cuenta que el opy de acá también se cons-
truyó con el techo de otra comunidad. Que antes se conseguía muy fácil en el
monte donde ahora está el hotel, pero “por ahí pasaron la topadora y se llevaron
todo”, dijo que otra cosa que tampoco podían hacer eran las cestas. (Iguazú,
diario de campo, registro conjunto Boffelli y Cantore, 24 de febrero de 2016)
Estos elementos que podrían abrir la posibilidad para pensar transformaciones
y dicultades de la actual coyuntura indígena no están disponibles en el repertorio del
guía. Se muestra un estado de calma y bienestar. En las conversaciones que se pudo
mantener con visitantes, se vio que esa imagen no necesariamente se consolida en todos
los asistentes, algunos se quedan con dudas respecto a la pobreza, entre otras cosas: