Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(2): 158-176. Julio-diciembre, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica170
Análisis productivistas aseveran que este tipo de economía representa un
obstáculo para el desarrollo si no se integra por completo a los grandes circuitos
de capital, pues al tener su cadena de comercialización en lo local, no logra mayor
relevancia en la economía nacional. Estos análisis ignoran que, según informes como
el de Grain (2014), es la economía campesina la que abastece alimentariamente al
planeta y la que a su vez es la más productiva.
Reconocer estas virtudes pasa por registrar su importancia no solo en la
producción de alimentos de buena calidad, sino también en la conservación de la
biodiversidad, el abastecimiento de alimentos para una población creciente sin dete-
riorar la base de los recursos naturales y la consolidación de mercados locales y redes
de cooperación en zonas rurales (Ploeg, 2010; Santacoloma, 2015). De allí que se le
atribuya un papel clave en las formas de desarrollo que no dependen del crecimiento
y que está sustentada por sus métodos de trabajo, que reconocen el conocimiento y
manejo tradicional de los recursos naturales en estos agroecosistemas.
Para Chayanov (1974), Scalerandi (2010) y Berry (2014), la agricultura
campesina, que combina los factores clásicos de producción: tierra, trabajo y
capital, se diferencia de otras formas de producir en la ruralidad porque sustentan su
producción en el uso eciente de mano de obra familiar, en la utilización de saberes
ancestrales, en la diversicación de cultivos y en el ujo permanente de ingresos e
innovaciones tecnológicas. Esto aporta considerablemente a las economías locales,
a los entornos ambientales que rodean a estos sistemas de producción y a la distri-
bución del ingreso. Del mismo modo, en estos sistemas productivos se encuentran
posiciones emancipadoras frente al modelo de desarrollo dominante, cristalizando
alternativas de participación, producción, circulación y comercialización de los
productos. Sobre la base de una multifuncionalidad del territorio, se da paso a la
protección del campesino que contribuye al cierre de la frontera agrícola, al fortale-
cimiento de la economía campesina y a relaciones de producción solidarias.
Un elemento importante en el análisis es que la economía campesina ha
logrado sobrevivir a las políticas económicas rurales más regresivas en un contexto
de concentración de la propiedad y de una precaria presencia del estado. Esto ha
fortalecido e impulsado proyectos de monocultivos y de agroindustria para el abas-
tecimiento de los mercados globales y ha conducido a una competencia desigual y
nociva para esta economía campesina. Pese a todas estas dicultades y desventajas,
la economía campesina sigue garantizando la autonomía alimentaria en las regiones
más apartadas y, al mismo tiempo, ha permitido un abastecimiento del mercado
interno. Al respecto, Eduardo Musso (1998) considera que:
La unidad doméstica campesina organiza sus procesos tomando como punto
de referencia y base de cálculo la utilización potencial de su recurso laboral,
condicionando a ésta la utilización de los demás en función de los resultados de
su mayor recurso disponible. En la práctica, los productores miden los ingresos
por el jornal invertido, que es el factor principal, y no por la rentabilidad del
capital invertido, que para ellos resulta un factor secundario. (p. 20)