David Díaz Arias • Fuentes, L. et al. (2019). Protocolo Roslin y otros relatos de ciencia cción. San José: Editorial... 279
esfuerzo por explorar espacios globales a veces muy distantes del país y de desarro-
llar complejas narrativas que combinan las grandes discusiones éticas de la ciencia
cción mundial con elaboraciones nuevas a la luz de los problemas ecológicos,
culturales y cientícos nacionales. Junto a eso, los cuentos de este libro muestran
la riqueza de experimentos literarios que se pueden practicar con la ciencia cción
a partir de textos fragmentados y uso de símbolos más allá de palabras articuladas.
La exploración de subjetividades, sexualidades diversas, vínculos entre humanos y
robots, reconguraciones de la mente, nuevas conguraciones sociales, problemas
culturales y otros, da mucha evidencia de esta madurez del género en nuestro país.
Es posible, además, que sea en la ciencia cción donde se hayan dado los más inte-
resantes debates literarios de la literatura costarricense de los últimos cuatro lustros.
Protocolo Roslin está integrado por ocho cuentos, cuatro escritos por mujeres
y cuatro por hombres. Laura Fuentes Belgrave escribe un cuento titulado “El enhe-
brador dimensional” en el que se plantea el hecho de una mujer, Isa, que utiliza un
aparato para desplazarse en espacio y tiempo de acuerdo con sus deseos. Su deseo
principal es patinar en el planeta Marduk, pero un incidente con su enhebrador
dimensional la arrastra hasta el pasado y se convierte en presa de dos dimensiones:
una en la que habita como sujeto sin identidad y es objeto de estudio de militares,
todos hombres, interesados en su enhebrador y otra dimensión en la que está también
su cuerpo, pero no su mente, donde sí tiene identidad, pero está ida, donde a falta de
otro término médico, ella muere. Este cuento evoca las posibilidades de libertad y
de encarcelamiento de una mujer en relación directa con su mente y con su cuerpo.
Es posible para la protagonista vivir su principal sueño en esas dos dimensiones, la
corporal y la mental, y también su idea de libertad femenina. No obstante, al mismo
tiempo, cualquier pequeño error hace de la protagonista un ser reprimido y a sufrir la
herencia patriarcal en su mente y su cuerpo, volviéndose un objeto sin mayor n para
sus examinadores que el de ser evidencia de un rastro masculino. Estas dos dimen-
siones son una interesante elaboración de las disputas por los cuerpos y las mentes
de las mujeres desarrolladas en el último siglo.
En su cuento “Protocolo Roslin”, Daniel Garro describe el problema de
vínculos entre la identidad, la memoria y los sentimientos al explorar las relaciones
entre un robot y sus propietarias. Como se sabe, el protocolo Roslin obedece a las
reglas seguidas por los cientícos que, a nes de la década de 1990, clonaron por
primera vez un cordero a quien llamaron Dolly. En el caso del cuento de Garro, el
protocolo reúne un conjunto de reglas a seguir cuando los humanos dueños de robots
están ante un inminente peligro de muerte. Al activar el protocolo, el robot Calvin
extrae material genético, pero también la memoria de sus propietarias, lo que acaba
con ellas y luego con el material extraído se hacen clones que reciben la memoria
de los sujetos originales. Es aquí donde aparecen dos problemas de la identidad: el
primero es el de que los clones, a pesar de albergar en sus cerebros los recuerdos
del pasado, no logran articularlos con sentimientos y, por eso, se les presentan
vacíos y sin sustancia interpretativa. Funcionan, así, como simples cuerpos que