Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(1): 1-35. Enero-junio, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica22
A lo que la señora Ortiz responde, consciente del lugar en el que la quiere relegar:
¿Resentimiento? ¿Y los hechos? ¿A cuántos idiotas han ascendido, sin más
mérito que beber unos tragos con el director y sobarle la espalda? En cambio,
¿Qué ha pasado con las mujeres? Han quedado fosilizadas en sus mismas posi-
ciones, sin siquiera tener derecho al berrido. (p. 148)
Llama la atención, por otra parte, en esa misma obra, el discurso de la sociedad
sobre las mujeres. La autora pone en evidencia el peso de las expectativas de la
sociedad costarricense sobre esas mujeres amas de casa, el cual abre poco espacio
para una realización personal fuera del hogar. Aunque la novela retrata una sociedad
costarricense modernizada en la década de 1960, muestra también la persistencia de
una visión conservadora respecto del papel de las mujeres y de los roles de género.
Por su parte, en su análisis de la evolución de los roles femeninos y masculinos
en la sociedad costarricense de las décadas de 1950 y 1960, Alfonso González retrata
una sociedad dentro de la cual los roles femeninos son objeto de numerosas tensiones
y confrontaciones (González Ortega, 2005, pp.179-181). En efecto, por un lado, las
mujeres, en la continuidad del acceso al voto, incursionan poco a poco en espacios
masculinos como el mercado laboral y, por otro lado, enfrentan las posiciones de
grupos conservadores que perciben estos cambios como una amenaza al orden familiar
establecido. A partir de la década de 1950, los sectores más conservadores de la clase
media y alta son los que impulsan el nuevo modelo del hogar moderno y multiplican
los esfuerzos para mantener a las mujeres dentro de la esfera doméstica. Dentro de ese
contexto, nuevos medios de comunicación destinados especícamente a las mujeres
buscan realzar el estatus del ama de casa. Se dirigen a ellas como a agentes económicos
de consumo de bienes y servicios y, según González, el nuevo modelo de hogar que
difunden funciona entonces como un “antídoto contra la fuga de mujeres, potenciales
madres, hacia el mercado laboral”. Las revistas dirigidas a las mujeres casadas contri-
buyen a modernizar la imagen del ama de casa y a hacerla más atractiva. Dentro de este
“hogar moderno” que se está diseñando, las exigencias hacia las mujeres son mayores:
el deber de pulcritud implica entonces mantener atractivos su cuerpo y su casa.
La historia demográca de Costa Rica es otro recurso fundamental para
entender cómo evolucionaron las familias entre 1960 y 1980. En el transcurso de la
segunda mitad del siglo XX, Costa Rica completa en muy poco tiempo la transición
demográca, por lo que ese período se caracteriza por un aumento signicativo de la
esperanza de vida de la población y un descenso de la tasa de fecundidad después de
haber alcanzado ésta números muy altos (Pérez Brignoli, 2010). En efecto, a inicios
de la década de 1960, la población costarricense alcanza sus más altas tasas de fecun-
didad con un promedio de 7,3 hijos por cada mujer en edad de procrear. Esa tasa baja
a 6,3 en 1966, alcanza 3,8 en 1979 y seguirá disminuyendo durante los siguientes
años. Esa disminución es producto de un cambio intergeneracional iniciado por
mujeres nacidas entre 1930 y 1945 y el cual fue intencional. El descenso de la fecun-
didad observado entre 1963 y 1973 es por lo tanto emblemático de cambios funda-
mentales ocurridos en el seno de las familias costarricenses.