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1Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(2): 1-37. Julio-diciembre, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI 10.15517/dre.v22i2.46334
INDEPENDENCIA ANTIIMPERIALISTA: LYNDON B.
JOHNSON EN COSTA RICA, LA SOLIDARIDAD CON
VIETNAM Y EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN 1968
Randall Chaves Zamora
Resumen
En la Costa Rica de 1968, un grupo de estudiantes de la Universidad de Costa Rica
(UCR) supo mezclar hábilmente ideas globales y nacionalistas. La solidaridad
con Vietnam, la celebración de la independencia y la soberanía fueron los
elementos utilizados por el movimiento estudiantil para oponerse a la visita que
hizo el presidente de los Estados Unidos al país. Este artículo propone que la
solidaridad, el antiimperialismo y las nuevas formas de interpretar el pasado
costarricense fueron cambios sustanciales en la cultura política de la juventud
durante ese acontecimiento, en el cual se registró uno de los momentos más
relevantes de la Guerra Fría para el movimiento estudiantil costarricense. El
texto desarrolla ese argumento en cuatro apartados: el primero, explica la visita
del presidente estadounidense al país y, el segundo, analiza la notable oposición
estudiantil que esta generó. Un tercer apartado revisa la forma en que la juventud
enfrentó las repercusiones de su protesta, y el cuarto detalla la trayectoria
inmediata de su vocabulario político, puntualizando el caso de la solidaridad
con Vietnam, sus valoraciones sobre el contexto latinoamericano y el germinal
antiimperialismo estudiantil.
Palabras clave: Guerra Fría, antiimperialismo, memoria, juventud, solidaridad,
Vietnam, Costa Rica, movimiento estudiantil, 1968.
Fecha de recepción: 1 de marzo de 2021 Fecha de aceptación: 11 de mayo de 2021
Randall Andrés Chaves Zamora Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica. Estudiante
del Doctorado en Historia y Máster en Historia (2018) por la Universidad de Costa Rica
(UCR). Profesor de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigaciones
Históricas de América Central. Contacto: randall.chaveszamora@ucr.ac.cr
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9496-2160
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ANTI-IMPERIALIST INDEPENDENCE: LYNDON
B. JOHNSON IN COSTA RICA AND THE VIETNAM
SOLIDARITY OF THE STUDENT MOVEMENT IN 1968
Abstract
In 1968, a group of students at the University of Costa Rica (UCR) skillfully
combined concepts of globalization with nationalism. The student movement
utilized solidarity with Vietnam, the celebration of independence and sovereignty
to oppose the visit of the president of the United States to Costa Rica. This article
proposes that solidarity, anti-imperialism and new ways of interpreting the Costa
Rican past were substantial changes in the political culture of the youth during that
event, which turned into one of most relevant moments of the Cold War for the
Costa Rican student movement. The article develops this argument in four sections:
the rst part explains the visit of the US president to the country, while the second
part analyzes the considerable student opposition it generated. The third section
reviews the way in which the youth confronted the repercussions of their protest.
Lastly, the article examines the immediate trajectory of the students’ political
vocabulary, pointing out the case of Vietnam Solidarity, their assessments of the
Latin American context and the emerging student anti-imperialism.
Keywords: Cold War, anti-imperialism, memory, youth, solidarity, Vietnam, Costa
Rica, student movement, 1968.
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 3
INTRODUCCIÓN
Durante una mañana soleada de julio de 1968, el avión presidencial de los
Estados Unidos visitó cada país de Centroamérica. A bordo, la familia presiden-
cial y todos los presidentes centroamericanos junto a sus primeras damas fueron
dejados en sus países tras una reunión conjunta en El Salvador en la que se discutía
la integración económica del istmo. A las 10:46 de la mañana del 8 de julio, el avión
aterrizó en Costa Rica. Lyndon B. Johnson (LBJ), su esposa y su hija bajaron por
la escalinata del Air Force One junto a José Joaquín Trejos Fernández y su esposa,
para disfrutar de una brevísima recepción preparada en la calurosa pista de aterrizaje
del aeropuerto de El Coco, en Alajuela (L. B. J En, 1968, pp. 1, 11-15). Aunque
no duraría más de una hora, la preparación había sido larga y fueron invitados los
más importantes representantes del poder político costarricense (Archivo Nacional
de Costa Rica, 1968). Una muchedumbre de personas, incluida una gran cantidad
de niños y niñas viajó desde todas partes del país para saludar al presidente de los
Estados Unidos con pequeñas banderas de papel en sus manos. Dentro del aeropuerto
reinaba la algarabía que caracterizaba visitas como aquella, pero afuera la situación
era distinta: un grupo de jóvenes universitarios se había reunido para protestar contra
aquel líder, conocido, globalmente, por intensicar la presencia militar de su país
en Vietnam. Así, aquella protesta generó consecuencias inesperadas y desconocidas
para la juventud de Costa Rica (Costa Rica, 1968, pp. 1, 17-19).
Semanas después de la visita de Johnson y en la víspera de celebrarse un aniver-
sario más de la independencia de Costa Rica, el periódico comunista Libertad publicó
un texto para cuestionar la principal conmemoración del calendario patrio costarricense:
El 15 de setiembre de 1821 se rmó el acta de la independencia nacional.
Después de 147 años ese documento es un pedazo de papel. Porque no gozamos
de verdadera independencia ni de soberanía real. La Embajada de los Estados
Unidos es el poder detrás del trono. Su policía acciona en Costa Rica y ejerce
vigilancia sobre los costarricenses de todas las ideas, scaliza nuestras aduanas
y dirige nuestras autoridades represivas. Ha eliminado el derecho de autode-
terminación del pueblo costarricense… No tenemos derecho, pues, a hablar
de independencia nacional 147 años después de haberse proclamado. Seremos
independientes cuando rompamos las cadenas que nos inmovilizan y humillan,
cuando seamos dueños de nuestros destinos, de nuestras riquezas y de la plena
soberanía nacional (147 años, 1968, p. 4).
Si el contenido de ese mensaje es contrastado con el vocabulario juvenil del
pasado inmediato, el cambio es altamente relevante. En 1967, cuando Fernando
Berrocal Soto, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Costa
Rica (FEUCR) y más tarde líder del Partido Liberación Nacional (PLN), pronunció
su discurso en la celebración de esa misma conmemoración, valoró la independencia
como fuente de inspiración universitaria y como una “gloriosa fecha” que debía ser
celebrada con ánimo por el movimiento estudiantil costarricense. Entonces, ¿qué
había sucedido en Costa Rica durante las últimas semanas para que la izquierda
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reejara una posición tan crítica y con un contenido tan antiestadounidense en momentos
previos a la celebración de la independencia?
Todas las acciones señaladas en el periódico, las cuales, según los comunistas
suprimían la autodeterminación de Costa Rica, fueron denunciadas en días anteriores
por la juventud universitaria del país. Esas denuncias habían aorado después de la
visita del presidente de los Estados Unidos al territorio nacional, cuando el movi-
miento estudiantil se manifestó en su contra y, a causa de ello, las implicaciones
fueron inéditas. Este contexto evidencia que los cambios políticos de los países
independientes de Centroamérica provocaron que sus sociedades reaccionaran de
maneras diversas frente al pasado y sus festividades patrias y un momento clave para
comprender los cambios en las maneras de recordar el pasado fue la Guerra Fría: un
conicto global en que el Tercer Mundo era representado transnacionalmente como
apéndice de la Unión Soviética o de los Estados Unidos y como una región vaciada
de agencia, soberanía o independencia política.
Por lo tanto, al viajar personalmente junto a su familia para dejar en casa a
cada uno de los presidentes de Centroamérica, Johnson evidenció la importancia del
istmo para la geopolítica de la Guerra Fría y todo el poder simbólico de su país sobre
la región. El recibimiento preparado, los discursos pronunciados en las recepciones,
la reacción de las personas y las acciones políticas desarrolladas en la región frente
a la fugaz visita del presidente de los Estados Unidos son puntos determinantes para
comprender la diseminación de la bipolaridad de la Guerra Fría en distintos sectores
de las sociedades centroamericanas. En ellas, la característica euforia causada por la
visita de un presidente estadounidense tuvo que enfrentarse al germinal antiimperia-
lismo de algunas agrupaciones juveniles, que empezaban a incluir en su vocabulario
político la solidaridad con el Tercer Mundo como enfrentamiento contra la política
militar de los Estados Unidos durante el contexto global de la Guerra Fría.
Tal afrenta antiimperialista no excluyó a Costa Rica y, de hecho, en este país
fue particularmente notable. Reconocido como el país de mayor tradición democrática
de la región centroamericana y sobresaliente por ello en toda América Latina, al
compararlo con otros países, la juventud costarricense de 1968 no había mostrado
síntomas de rebeldía. Un mal que había contagiado a las juventudes europeas, esta-
dounidenses y latinoamericanas y que mantenía ocupadas las mentes de políticos y
militares de muchas partes del mundo, quienes buscaban combatirlo y erradicarlo
con las armas. Ese año de 1968, ciertamente, es paradigmático al referir las protestas
en París, cuando una multitudinaria juventud protestó contra un gobierno debilitado
al lado de trabajadores y obreros (Klimke y Scharloth, 2008; Ross, 2002), pero el
mismo año es capital para comprender hasta dónde llegaría el imperioso esfuerzo
por detener la radicalización juvenil de América Latina, y así lo demuestra la nume-
rosa cantidad de estudios sobre las protestas de 1968 y sus consecuencias, donde las
armas impactaron directamente los cuerpos de la juventud y convirtieron el nombre
de algunos jóvenes en víctimas mortales, mártires y memoria de los movimientos
estudiantiles de 1968 (Díaz Arias, 2019; Gould, 2009).
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En lugares como Costa Rica, el año de 1968 se topó con una juventud mesu-
rada, pero en ese mismo contexto la autoridad política del país no dudó en utilizar
métodos represivos para detener cualquier indicio de radicalización. Paradójica-
mente, mientras otras personas jóvenes bebían de la cantera radical de las guerri-
llas y de los ecos de la Revolución cubana (1953-1959), en este país muchachos y
muchachas universitarias y de las organizaciones juveniles que apenas empezaban
a extenderse en los pasillos y las aulas de la UCR, guardaban un respeto desmedido
por sus autoridades institucionales y políticas, con las que constantemente estable-
cieron procesos de consenso y negociación.
Por eso, las ideas antiimperialistas y las barbas que empezaban a crecer en
algunos como signo de rebeldía, a menudo, tenían que convivir con una distancia
prudencial ante las ideas transnacionales de protesta, pues como lo ha explicado
Aldo Marchesi (2006), la defensa de la libertad contra la amenaza comunista cubrió
la política latinoamericana: después de la Segunda Guerra Mundial esa defensa se
convirtió en el discurso prevalente expresado en una retórica anticomunista beli-
gerante y Costa Rica tampoco fue la excepción. Con una izquierda ilegalizada
desde el ocaso de la década de 1940 y frente a los lenguajes de valoración bipolares
de la Guerra Fría, la juventud universitaria costarricense se veía en la necesidad
de mantenerse al margen de las agrupaciones comunistas y no fue sino hasta ese
mismo año de 1968 que pequeños grupos de jóvenes universitarios empezaron a
apropiarse del vocabulario contra los Estados Unidos y a incluirse en una demanda
comunista, que solicitaba la derogación del artículo que les excluía de la demo-
cracia electoral (Chaves Zamora, 2021).
En el momento en que Johnson aterrizó en Costa Rica, la visita del presidente
de los Estados Unidos podía funcionar perfectamente como el escenario para poner
en práctica una nueva cultura política, demostrar, públicamente, la germinación de
un vocabulario inspirado por el antiimperialismo y la existencia de preocupaciones
juveniles que no estaban únicamente circunscritas al medio académico, a pesar de
que ello trajera efectos negativos para quienes encabezaran tales demostraciones: la
guerra de Vietnam fue el escenario transnacional que inauguró este proceso. Ante ese
escenario global, la juventud costarricense mezcló su rechazo a las políticas militares
de los Estados Unidos hacia los países del Tercer Mundo con sus ideas de solidaridad
y con el uso de un vocabulario transnacional para dar vida a sus protestas y enfrentar
de maneras originales las consecuencias de sus acciones.
Expresiones de antiimperialismo durante la segunda mitad del siglo XX como
las que se evidenciaron en 1968 han sido muy poco estudiadas para el caso de Costa
Rica. En un trabajo sobre la visita de John F. Kennedy al país, en 1963, David Díaz
Arias (2017) ha explicado con detalle las limitaciones del antiimperialismo en ese
contexto, cuando las masas recibieron con euforia al presidente. En aquel momento,
Kennedy, inclusive, participó de una ceremonia en la UCR y las voces juveniles
fueron poco inuyentes. Fueron mucho más notables las elaboraciones discursivas
de la izquierda nacional de viejo cuño, en su intento por reclamar la agencia de la
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región frente a la política imperial de los Estados Unidos. De hecho, al analizar los
textos de 1963 escritos por estudiantes universitarios inuenciados por la oposición
comunista contra los Estados Unidos y en contra de la presencia de agentes de segu-
ridad en el campus universitario, el mismo autor concluye que la izquierda de 1963
tendría que esperar algunos años más para que las nuevas generaciones se apropiaran
públicamente de las ideas antiimperialistas (pp. 180-213).
Por eso, la visita del presidente Johnson a Centroamérica en 1968 encierra una
particularidad y se enmarca en otro momento de la Guerra Fría. Frente a la inten-
sicación de la presencia militar estadounidense en Vietnam, la misma Guerra Fría
ha merecido la atención de una notable cantidad de trabajos que ubican el papel del
Tercer Mundo en el “centro” de las preocupaciones imperiales de la Unión Sovié-
tica y los Estados Unidos. Además, estos estudios prestan especial atención a las
relaciones de solidaridad hacia la región y, principalmente, entre sus mismos países.
Esto expresa toda la agencia del Tercer Mundo, así como la consciencia de su papel
capital en este conicto global (Pieper Mooney y Lanza, 2017; Westad, 2020).
Desde su ascenso al poder, Johnson había recrudecido su vocabulario y sus
políticas militares en contra del Tercer Mundo. La materialización más directa de ello
fue la reactivación decisiva de la guerra de Vietnam y las acciones en solidaridad con
este país por parte de las izquierdas del mundo entero (Geidel, 2015, pp. 149-186).
En este sentido, los diversos movimientos contra la guerra de Vietnam, la globalmente
conocida Campaña de Solidaridad con Vietnam, conformada por la izquierda británica
y las movilizaciones contra el mismo conicto desde las más diversas expresiones
juveniles estadounidenses como el movimiento hippie, han sido temas ampliamente
estudiados para la década global de 1960 (Ellis, 2014; Heineman, 1993; Hughes,
2016, pp. 102-143; Lewis, 2013; Milner, 2018; Surbrug, 2009).
También se conoce bastante sobre la solidaridad y otras relaciones de cooperación
desde las regiones “centrales” hacia el Tercer Mundo, frente a movimientos sociales y
coyunturas políticas, tales como los casos paradigmáticos de Chile, Nicaragua y de
otros de la misma región latinoamericana (Bowen, 2020; Camacho Padilla y Ramírez
Palacio, 2016; Christiaens, 2011, 2014, 2017; Stites Mor, 2013; Stites Mor y Suescun
Pozas, 2018), pero se sabe mucho menos de aquellas relaciones de solidaridad tejidas
y expresadas entre los países ubicados en las márgenes de las potencias militares de
la Guerra Fría (Spahr, 2015, pp. 117-145; Van Dang, 2020), como las protagonizadas
por la juventud de Costa Rica contra la guerra de Vietnam ante a la visita de Johnson.
Así, aunque existen investigaciones recientes para el caso de las relaciones de solida-
ridad dentro de América Latina (Ágreda Portero y Apelt, 2020; Hatzky y Stites Mor,
2014; Power y Charlip, 2009), y otras que puntualizan en el estudio de Costa Rica,
Chile, Nicaragua, Argentina, Cuba, México y Guatemala (Fernández, 2013; Jaén
España, 2013; Rojas Mejías y Ramírez Hernández, 2021), lo cierto es que el énfasis
ha estado orientado en mostrar las expresiones de solidaridad que llegaron hacia la
región; y aquellas expresiones de solidaridad desde América Latina hacia regiones
alejadas del continente son prácticamente inexploradas.
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Este énfasis abre la posibilidad de comprender el Tercer Mundo de manera
descentrada y colocar en un plano central las relaciones de solidaridad originadas en
aquellos territorios que se imaginaban combatiendo a “enemigos” imperiales en común.
En ese sentido, este trabajo busca realizar un aporte a los nuevos estudios de la Guerra
Fría en Costa Rica y seguir la línea de trabajo de los Global Sixties, estudios que parten
del análisis de las conexiones transnacionales que supuso la década de 1960 en virtud
de sus movimientos políticos y contraculturales (Chaplin y Pieper Mooney, 2018).
Adicionalmente, son centrales investigaciones como las de Christine Hatzky (2015),
quien al analizar la solidaridad entre Cuba y Angola, conceptualiza este tipo de coope-
ración como relaciones de solidaridad sur-sur. Siguiendo esta idea, lejos de visualizar
la solidaridad como una relación que se materializa en la direccionalidad “norte-sur”,
con nociones que se extienden desde el “centro global” hacia el exterior por razones de
obligación ideológica y moral, el estudio de las relaciones de solidaridad dentro de los
países del Tercer Mundo permite evidenciar otros procesos inmateriales y subjetivos
de tales relaciones: la circulación de ideas, las utopías de fraternidad abanderadas por
el antiimperialismo, la defensa de los derechos individuales y colectivos, la capacidad
de inuenciar la opinión pública, el anticolonialismo y la autodeterminación de los
países frente a imposiciones imperialistas (Hatzky y Stites Mor, 2014, pp. 128-129).
Este tipo de relaciones de solidaridad sintetizan mucha de la agencia que los
países del Tercer Mundo tuvieron en el contexto global de la Guerra Fría para posi-
cionarse en el centro del conicto y jugar papeles protagónicos entre sí mismos. Con
ello, la juventud, las agrupaciones comunistas y las sociedades que presenciaban esa
solidaridad, materializada en textos políticos y literarios, protestas, manifestaciones
artísticas y otras demostraciones públicas, experimentaron un impacto determinante
en su vocabulario e identidades políticas, el cual quedaría almacenado en su autocon-
cepción, tradiciones y memorias venideras.
Para estudiar las expresiones de solidaridad, la germinación del antiimperialismo
y la forma en que esto reconguró la valoración de las conmemoraciones nacionalistas
entre un sector de la juventud costarricense, este artículo analiza fuentes periodísticas,
documentos de archivo y memorias orales y escritas. Inicia con una explicación de
la visita del presidente Lyndon B. Johnson a Costa Rica: analiza lo sucedido cuando
el movimiento estudiantil protestó en su contra y apeló a la solidaridad con Vietnam,
al antiimperialismo y el nacionalismo decimonónico. Más adelante, el texto hace
énfasis en las acciones juveniles posteriores a la visita del presidente de los Estados
Unidos, cuando las ideas antiimperialistas se materializaron en acciones de protesta
en contra de la intervención y el militarismo estadounidense en el territorio costarri-
cense y continúa con el estudio del peso que tuvo este contexto en las memorias y
las identidades políticas de la juventud universitaria del país. La conclusión plantea
una manera de comprender las acciones, a la luz de los cambios en el vocabulario
antiimperialista del movimiento estudiantil y frente al contexto de 1968. Para lo
anterior, en este texto se estudia, intencionalmente, en un período de corta duración.
Al ser un año tan signicativo para las identidades políticas de la juventud global,
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al tratarse de un tema relevante como la solidaridad con Vietnam y al mostrar la
germinación de un vocabulario antiimperialista que siguió siendo parte del ideario
estudiantil, este artículo se sitúa junto a la propuesta del historiador René Rémond
(1982), quien al valorar la importancia de las coyunturas de corta duración en la
historiografía, recuerda su papel trascendental; según él, cuando los acontecimientos
más signicativos del pasado se instalan en la memoria y son rememorados se
convierten en aspectos unicadores de la generación que los vivió.
HUÉSPED INDESEABLE
La edición semanal del periódico de izquierda Libertad, del 6 de julio de 1968,
utilizó su portada para anunciar la visita del presidente de los Estados Unidos a Costa
Rica. En ella, aprovechó para aclarar que LBJ era un “huésped indeseable” en el país
e informó su postura ante la reunión que se desarrollaba desde el día anterior en la
Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), con sede en El Salvador. A
ese encuentro, además de Johnson, habían asistido todos los presidentes de la región
para discutir el futuro del debilitado Mercado Común Centroamericano y de otros
mecanismos de integración económica del istmo (¡Bienvenido L.B., 1968, pp. 1,
24-25; Johnson rmó, 1968, pp. 1, 12-16; Johnson: huésped, 1968, pp. 1, 4).
Con un texto, la Comisión Política del Partido Vanguardia Popular (PVP)
desestimó los esfuerzos de integración económica iniciados en 1960 a causa de haber
rendido benecios, únicamente, a los “monopolios norteamericanos” y haberse
convertido en una “dictadura” sobre los gobiernos de la región. Adicionalmente,
“denunciaron” que, a excepción de Trejos Fernández, todos los mandatarios de la
región asistían a aquel encuentro con las “manos ensangrentadas” y que Johnson
acudía a ella con “el odio de todos los pueblos del mundo y del suyo propio” por
sus políticas de discriminación racial, la intervención directa sobre otros países, el
bloqueo económico hacia Cuba y la guerra de Vietnam, hechos que ejemplicaban
con la fotografía de un niño vietnamita, con rostro de miedo y tristeza mientras un
soldado “yanqui” lo toma del brazo con fuerza (Pronunciamiento de, 1968, p. 4).
Con esta introducción textual y gráca, el rotativo preparó el terreno para tres
aspectos centrales que también advirtió en sus páginas internas. Primero, se adelantó
a calicar a Johnson como un visitante “non grato”, debido a que su paso por Costa
Rica provocaría un escenario poco conocido: según Libertad, desde hacía días habían
llegado al país “cientos de policías secretos norteamericanos” que, bajo la justi-
cación de proteger a su presidente, violaban la liberad de la ciudadanía (Johnson:
huésped, 1968, pp. 1, 4). En segunda instancia, los comunistas aprovecharon ese
contexto para hacer un “vibrante llamamiento” a los trabajadores y a la juventud
costarricense para que se abstuvieran de participar en el recibimiento que el gobierno
del país preparaba para la comitiva internacional (Pronunciamiento de, 1968, p. 4).
Finalmente, como resultado de todo aquello, los comunistas fueron sensatos en
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posicionar ante la opinión pública un asunto transnacional como la oposición a la
guerra de Vietnam y otro de interés nacional, el cual apelaba a la intromisión de los
Estados Unidos en la política económica y la seguridad de Costa Rica. Tales denun-
cias las verbalizaron con argumentos caracterizados por el antiimperialismo, puesto
en práctica por sus líderes desde inicios del siglo.
Aunque se había anunciado por medio de la prensa que Johnson estaría por
menos de una hora en el aeropuerto de El Coco, su llegada, reuniones y discursos
en El Salvador ya eran ampliamente cubiertos por la prensa costarricense desde días
antes. Como parte de esa cobertura, en Costa Rica se sabía que el presidente esta-
dounidense había sido recibido con entusiasmo y festejos en San Salvador y que él
había roto el protocolo de seguridad para saludar a la multitud, pero también se sabía
de momentos menos festivos: según los diarios, un grupo de trescientos jóvenes
salvadoreños protestó contra la visita, acusó a Johnson por “asesinar” personas en
Vietnam, lanzó huevos y pintura roja contra el carro que lo transportaba y como
resultado, una decena de universitarios fueron detenidos (¡Bienvenido L.B., 1968,
pp. 1, 24-25; Johnson rmó, 1968, pp. 1, 12-16; Temor por, 1968, pp. 20).
Adicionalmente, un punto medular de la información que era impresa en los
mismos periódicos nacionales estaba relacionada con las dudas que algunos presidentes
centroamericanos tenían sobre la intervención de los Estados Unidos en la economía
de la región, Trejos Fernández entre ellos (Temor por, 1968, p. 20-21, 24). Este aspecto
es una indudable muestra del cambio de actitud frente a las políticas estadounidenses
hacia la región, y contrasta con la actitud de años anteriores ante la visita de Kennedy,
cuando su papel solo fue cuestionado por las organizaciones de tradición comunista del
país y en cuyo contexto se hizo una utilización sistemática del pasado antinorteameri-
cano costarricense para ejemplicar dicha acusación (Díaz Arias, 2017).
En aquellos días previos a la llegada de Johnson, la única persona que explicó
el cambio de actitud frente al presidente de los Estados Unidos fue el periodista
Alberto Cañas Escalante en su columna diaria del periódico La República. En ella,
el conocido intelectual socialdemócrata ostentó un vocabulario político apegado a
los valores estadounidenses e imaginó un futuro en el que Johnson sería valorado
como un gran líder preocupado por “los derechos civiles y la integración racial”. Sin
embargo, él mismo fue hábil al hacer una comparación que antagonizó a LBJ con
su antecesor: según Cañas Escalante (1968), Johnson carecía del carisma, el capital
cultural y las capacidades intelectuales demostradas por Kennedy en su visita al país en
1963, cuando encantó a la muchedumbre que lo recibió en diferentes partes de la capital.
Asimismo, se aventuró a asegurar que la mala reputación global de LBJ se debía
al contexto y los intereses que representaba, pero al hacerlo y al ubicar a Johnson como
sujeto histórico, culpabilizó toda su reputación al momento especíco de la Guerra
Fría en que gobernaba, frente al que según el periodista, cualquier otro presidente esta-
dounidense enfrentaría críticas similares a las que eran enunciadas contra Johnson. En
síntesis, la opinión convirtió la visita de Kennedy en un recuerdo nostálgico que, difí-
cilmente, sería opacado por Johnson. En el texto, Cañas Escalante (1968) descargó al
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actual presidente de la responsabilidad por las políticas que su país había asumido
durante su mandato, presentó un mejor rostro de los Estados Unidos ante la opinión
pública y nalizó preparando el terreno para que LBJ tuviera “unos minutos de
paz” en el país (p. 8).
Por su parte, Libertad había acertado en informar sobre los preparativos de reci-
bimiento para la comitiva estadounidense. Los periódicos previos a la visita asegu-
raron que el gobierno esperaba alrededor de veinte mil personas en el aeropuerto e
informaron sobre el riguroso dispositivo de seguridad activado por la visita del presi-
dente. Planeado en tan solo cuatro días, ese dispositivo incluía el cierre total del aero-
puerto, la llegada de al menos trescientos “hombres del F.B.I [Agencia Federal de
Investigaciones de los Estados Unidos]”, la instalación de sistemas de telefonía, una
extrema vigilancia para evitar la asistencia de “revolucionarios comunistas extran-
jeros” y una “advertencia para comunistas” que luego cobraría mucho sentido. Según
dijo el viceministro de Relaciones Exteriores, Luis Dobles Sánchez a La República,
“ya hemos advertido a los comunista [sic]; a la [sic] FAU [Frente de Acción Universi-
taria]; Juventud Socialista, al PRA [Partido Revolucionario Auténtico] y a otros grupos
que no queremos ningún problema para el lunes. No vamos a permitir un solo cartel.
Si descubrimos a alguien agitando lo llevamos preso” (Recibirán a, 1968, pp. 1, 7).
Con tales declaraciones, el viceministro se apegó a un memorándum que
recibió el 3 de julio de 1968: calicado como documento “secreto” por el gobierno
de los Estados Unidos, allí se desplegaba el protocolo que debía seguirse en cuanto
al orden y las personas invitadas, y también se prohibían las muestras de hostilidad
hacia LBJ, se solicitó a la policía costarricense intolerancia total a personas agita-
doras y su detención inmediata (Archivo Nacional de Costa Rica, 1968, pp. 60-61).
Ciertamente, el memorándum no solicitó vigilar las agrupaciones juveniles,
pero a la vez que puso los ojos sobre el movimiento estudiantil, el dispositivo de
seguridad también buscó asegurarse de la multitudinaria asistencia que esperaba y
que había anunciado en la prensa. Así, un campo pagado del mismo día en que llegó
Johnson ofrecía transporte gratuito desde el centro de San José hasta el aeropuerto
para todas las personas interesadas (Visita de, 1968a, p. 61; Visita de, 1968b, p. 6),
pero en otro campo pagado, esta vez por la FEUCR, se hizo una “denuncia” signi-
cativa. Según la organización estudiantil, en días anteriores algunos compañeros y
compañeras conocidos por “tener una ideología diferente a la del presidente de los
Estados Unidos” fueron vigilados por policías costarricenses y perseguidos hasta sus
casas y lugares de trabajo, pero lo más relevante sucedió la noche del 6 de julio de
1968, cuando una radiopatrulla ingresó “por primera vez en la historia” al campus
para una “misión especial” (El directorio, 1968a, p. 57; El directorio, 1968b, p. 22).
En esa denuncia los universitarios demostraron una afrenta que protagonizaban,
al menos, desde mayo de ese mismo año contra una institución que denominaban la
“Agencia de Seguridad”: semanas atrás el movimiento estudiantil protestó contra el
trato represivo que recibió un grupo de jóvenes extranjeros que la prensa se apresuró
a identicar como hippies, a quienes el mismo órgano detuvo, interrogó y puso en
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libertad tras cortar la totalidad de sus cabellos y decomisar sus documentos ociales,
con la justicación de resguardar “la moral y las buenas costumbres” (Chaves
Zamora, 2020a, p. 14). Adicionalmente, insinuaron su apoyo a los universitarios
comunistas e informaron que, en el intento por controlar las acciones del movimiento
estudiantil, la policía había cometido una violación de la autonomía universitaria
inédita en la historia de Costa Rica, la cual durante el siglo XX solamente se repetiría
luego de más de una década en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, con la na-
lidad de reprimir la toma del campus que ese movimiento estudiantil mantuvo por
dos semanas (Molina Jiménez, 2019).
Aunque la FEUCR no lo había dado a conocer públicamente, ya para ese
momento era claro que la agrupación respondería de manera positiva al “llama-
miento” hecho por el PVP y se abstendría de participar en la recepción organizada
por el gobierno. De lo que no se tenía certeza pública era si el movimiento estudiantil
organizaría un “recibimiento” para Johnson por sus propios medios y si estaría
dispuesto a desaar la amenaza de días anteriores contra las juventudes comunistas,
como efectivamente lo hizo. Sin embargo, las personas que abordaron los buses que
les condujeron hasta el aeropuerto de El Coco, no se enteraron de las acciones estu-
diantiles sino hasta más tarde. El avión con los presidentes abordo aterrizó en una
pista rodeada por dos mil personas. Enormes pancartas entre la multitud le dieron la
bienvenida a Johnson y la recepción se desarrolló como estaba esperado. Al reali-
zarse detrás de las barreras del aeropuerto durante poco menos de una hora, se trató
de un momento festivo y muy controlado: altos dispositivos de seguridad; efusivas
muestras de afecto al presidente; música y bailes folclóricos, a los que se unió la hija
de Johnson; café y discursos que insistían en excepcionalizar a Costa Rica frente al
resto de la región (Costa Rica, 1968, pp. 1, 17-19; L. B. J.: En. 1968, pp. 1, 11-15).
Cuando LBJ se dirigió a la multitud, habló sobre la democracia, la justicia
social, el orden y la paz que caracterizaban a Costa Rica, pero quiso ir más allá, al
buscar un elemento en común con Trejos Fernández, quien antes de ocupar la silla
presidencial (1966-1970) había trabajado como profesor de la UCR: el presidente
estadounidense evocó su propio pasado para recordar cuando él fue maestro, cuya
experiencia le obligaba a reconocer en la educación “la mejor esperanza para el
progreso” y de inmediato, aseguró que Costa Rica representaba,
un ejemplo para toda América Latina… Esta es una nación en la que la casa
escolar es el centro de la vida nacional –donde hay más maestros que policías–
y donde los escolares son a menudo estadistas. Yo entiendo que Costa Rica ha
invertido 43 por ciento de cada colón de impuestos en educación. Yo sé que
es una inversión que continuará pagando grandes dividendos a esta nación a
través de toda la región (Costa Rica, 1968, pp. 17).
Al nal de su discurso, el presidente aseguró que una de las tareas pendientes
en la región era aumentar los presupuestos nacionales destinados a la educación y
se despidcon la conanza de que Costa Rica lideraría la ejecución de esa empresa
con el apoyo nanciero de los Estados Unidos. Con ello, Johnson no solo particularizó
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al país frente a toda América Latina, sino que con sus palabras, posicionó a Costa
Rica como un país exitoso, progresista y ejemplar en el escenario latinoamericano de
la Guerra Fría, porque a pesar de sus condiciones regionales, había decidido apostar
por destinar dinero a educar a sus ciudadanos, y, nalmente, deseó que ese escenario
se extendiera por la región. Pero la razón de este interés no tenía nada que ver con su
biografía, sino con la teoría del capital humano. Según investigaciones recientes esta
fue una política anticomunista extendida alrededor del mundo e intensicada durante
la Guerra Fría por los Estados Unidos, con la cual se proponía que la inversión en
salud, políticas sociales y en educación, permitiría alcanzar el desarrollo en regiones
marginalizadas y convertiría ese desarrollo en un arma infalible para detener el ascenso
del comunismo y enfrentar el desafío global de las izquierdas (Molina Jiménez, 2018).
JOHNSON ASESINO
Para decepción de LBJ, la “inversión” educativa de Costa Rica también había
generado una masa crítica de jóvenes universitarios enterados de temáticas transna-
cionales, conscientes del papel de los Estados Unidos en el Tercer Mundo y con un
posicionamiento ampliamente informado sobre la ofensiva militar que el ejército
estadounidense emprendía en el territorio vietnamita, en plena Guerra Fría; por lo
que mientas él hablaba a una multitud que le aplaudía, otros permanecían fuera del
aeropuerto y protestaban contra su visita.
Los estudios históricos demuestran que, desde el inicio de su gobierno, Johnson
había recrudecido su vocabulario anticomunista y había intensicado la presencia
militar de Estados Unidos en Vietnam. Allí, los estadounidenses emprendieron una
desigual guerra de dos décadas (1955-1975) para impedir que el sur capitalista de
Vietnam se uniera a su opuesto comunista del norte en un solo bloque soviético (Kort,
2017). En esta guerra se dio una circulación global de imágenes en las que niños,
niñas, mujeres y soldados de todas las edades eran víctimas de los ataques bélicos y
del uso de armas químicas. La cantidad de muertes que cobraba el conicto generó
amplias movilizaciones juveniles, rejuveneció los movimientos globales por la paz y
revitalizó el antiimperialismo; despertó la simpatía hacia movimientos revolucionarios
como el de Cuba, demostró los límites intelectuales de las ideas anticomunistas y los
alcances de la nueva izquierda, que empezaba a consolidarse como un movimiento
de alcance global (Frey, 2008; Tomes, 1998; Wallerstein, 1989).
La rápida visita de Johnson a Costa Rica se extendió entre las 10:46 y las
11:50 de la mañana del 8 de julio de 1968 (Costa Rica, 1968, pp. 1, 17-19; L. B. J.:
En, 1968, pp. 1, 11-15), pero su nombre siguió siendo aludido en los próximos días
por la opinión pública del país. En este sentido, esas noticias que celebraron las pala-
bras pronunciadas por LBJ, dieron otra información que generó un debate mucho
más largo. Mientras todo se desarrollaba en orden dentro del aeropuerto, dos grupos
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 13
de personas se concentraron en dos lugares diferentes del país para protestar contra
Johnson (Costa Rica, 1968, pp. 1, 17-19).
El primer grupo, compuesto exclusivamente por estudiantes, se reunió a las
afueras del aeropuerto de El Coco y, el segundo, frente al busto de Juan Rafael Mora
Porras, en el centro de San José. La manifestación de ambos grupos –que la prensa
también identicó como personas de “liación marxista”– se desarrolló en paralelo,
y los periódicos interpretaron que aquellas concentraciones fueron primordial-
mente juveniles y posicionadas contra los Estados Unidos y la guerra de Vietnam.
Asimismo, las concentraciones tuvieron una duración mucho más corta que la visita
de Johnson, porque según las noticias, la policía rápidamente detuvo a los jóvenes
“marxistas” y los trasladó hasta comisarías. Finalmente, los policías arrestaron a una
treintena de personas, entre ellas algunos estudiantes (Denuncia de, 1968, pp. 1, 5;
28 manifestantes, 1968, p. 10).
Al enterarse de esto, y de que uno de los detenidos era el presidente de la
FEUCR Jorge Gutiérrez Gutiérrez, el rector de la UCR, Carlos Monge Alfaro,
hizo las diligencias necesarias para la liberación de las personas detenidas, entre
quienes guraron nombres como el de Vladimir de la Cruz de Lemos, Ronald
Sánchez Ortiz, Óscar Madrigal Jiménez, Lenín Chacón Vargas y Patricia Mora
Castellanos (Autoridades detuvieron, 1968, p. 20), algunos de los cuales serían
personas conocidas por su liderazgo político y activismo en diversos movimientos
sociales del país a lo largo del siglo XX y XXI.
El mismo día, tras ser puestos en libertad por intervención del rector, un
grupo de universitarios logró reunirse con el presidente de la Asamblea Legislativa,
Fernando Volio Jiménez. En esa reunión, el presidente de la FEUCR ofreció detalles
interesantes para comprender lo sucedido en las afueras del aeropuerto. Según Gutié-
rrez Gutiérrez, él y sus compañeros habían sido reprimidos de manera violenta por
los ociales de policía en cuanto extendieron sus aches, los cuales expresaban frases
como “Kennedy…”, y en otro se leía “Viva Costa Rica”; pero según los diarios, el
motivo de la detención había sido otro, que portaba “un grupo de universitarios de
tendencia marxista” con la inscripción: “Johnson: ¿cuántos niños mataste hoy en
Vietnam?” (Autoridades detuvieron, 1968, p. 20; Protesta popular, 1968, p. 5).
En la misma reunión se dio a conocer que una situación similar había sucedido
en el centro de San José, donde un grupo de jóvenes cargaron una pancarta enorme con
la inscripción “Johnson asesino” y, según la información periodística, esto despertó
la molestia de algunas personas que transitaban por la ciudad, quienes reportaron la
protesta a las autoridades policiales. Otros detalles interesantes fueron revelados en
esa reunión: los universitarios reiteraron su molestia por haber sido “perseguidos”,
denunciaron que compañeros suyos identicados con el marxismo fueron inte-
rrogados en días anteriores, noticaron sobre la agresión y exceso de la fuerza,
el autoritarismo, el maltrato y las detenciones arbitrarias durante la concentración
contra Johnson (Denuncia de, 1968, pp. 1, 5; 28 manifestantes, 1968, p. 10). Al
nal, con una sospecha que los comunistas hicieron pública días después, solicitaron
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(2): 1-37. Julio-diciembre, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica14
a los diputados investigar a la Agencia de Seguridad que les había hostigado y dete-
nido, así como sus fuentes de nanciamiento, pues aseguraban que este se trataba
de un “órgano político represivo militar”, “inltrado” en el país y de una “sucursal
en Costa Rica de la CIA [Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos]”
(Protesta popular, 1968, pp. 1, 5).
Cuando los comunistas informaron en Libertad sobre los hechos del 8 de julio
de 1968, aprovecharon para disputar el liderazgo de las concentraciones juveniles y
aportaron nuevos elementos para interpretar las acciones contra Johnson. En primera
instancia, aseguraron que fue el PVP el encargado de protestar en el centro de San José
y que quienes se concentraron en el aeropuerto fueron únicamente los jóvenes de la
FEUCR (Protesta popular, 1968, pp. 1, 5). En segundo lugar, esbozaron muchos de los
conceptos utilizados en los próximos días para oponerse a las acciones policiales: asegu-
raron que los “yanquis” habían “ocupado” el país y “pisoteado la soberanía nacional”
(Yanquis pisotean, 1968, p. 4); insistieron en que la Agencia de Seguridad de Costa
Rica había seguido órdenes directas del FBI y de la CIA y, nalmente (Sucursal de,
1968, p. 4; Agencia de, 1968, p. 4), informaron que las acciones de represión del centro
de San José habían sido coordinadas por Vico Starke, el “jefe militar” del Movimiento
Costa Rica Libre (Jefe militar, 1968, p. 5), la agrupación anticomunista y paramilitar
de ultraderecha que operó en el país entre las décadas de 1960 y 1980 (Nigro Herrero,
2017). Como dato trascendente, Libertad informó que días después de la visita de LBJ
daría inicio la semana universitaria, que incluía el desle de carrozas y un carnaval en
el centro de San José, por lo que ese año la FEUCR también se encargaría de organizar
una protesta en contra de la CIA (Protesta popular, 1968, p. 5).
De la información que circuló, es notable que para ese momento los mismos
medios reconocieran públicamente la existencia de universitarios identicados con
el marxismo, detalle bastante signicativo, porque frente a movimientos de protesta
que se desarrollarían en años siguientes a 1968, la misma prensa intentaría resguardar
el prestigio institucional de la UCR y, al hacerlo, buscaría antagonizar al movimiento
estudiantil de las agrupaciones comunistas (Chaves Zamora, 2018). No obstante, ya
para este contexto era clara la existencia de integrantes del movimiento estudiantil
que también pertenecían a nuevas organizaciones de izquierda, como la Juventud
Socialista y el FAU, conocido por ser el ala estudiantil del PVP. Otro elemento rele-
vante que guarda similitudes con la oposición que los comunistas encabezaron contra
Kennedy cinco años antes, es el uso sistemático del nacionalismo liberal del siglo
XIX para oponerse a los Estados Unidos (Díaz Arias, 2017), ahora evidente en la
concentración frente al busto de Juan Rafael Mora Porras, presidente del país durante
la Campaña Nacional de 1856-1857, opuesta al libusterismo estadounidense y el
personaje heroico más arraigado en la historia ocial, la memoria y la cultura costa-
rricense (Molina Jiménez y Díaz Arias, 2021).
Finalmente, lo más relevante de la protesta es un cambio en la cultura política
del movimiento estudiantil. Según la investigación de Scarlett Aldebot-Green (2014)
sobre la juventud de Costa Rica durante las décadas de 1940 y 1980, un aspecto
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 15
llamativo de este movimiento es que, conscientes de los límites de la cultura costa-
rricense, en sus reivindicaciones se apropiaron del nacionalismo, se mantuvieron al
margen de los discursos transnacionales de protesta y tuvieron un cuidado especial
a la hora de moldear nuevas identidades juveniles que no fueran excluyentes de la
política nacional (pp. 157-163).
No obstante, esta coyuntura muestra una elaboración más sosticada. Philipp
Gassert y Martin Klimke (2009) insisten en que, durante 1968, muchas personas se
imaginaron a sí mismas como una “comunidad global de protesta” (p. 6), y aunque
en Costa Rica este contexto global no generó el impacto que en otros lugares del
mundo y de la región, lo cierto es que, durante aquellos días de 1968, la juventud
universitaria sí abanderó una reivindicación transnacionalmente conocida por ser
parte de la nueva izquierda, como lo fue la oposición a la guerra de Vietnam.
Además, al hacer referencia al nanciamiento de la Agencia de Seguridad y en
vista de que la misma prensa había dado a conocer la visita de cientos de “policías
secretos” del FBI (Recibirán a, 1968, pp. 1, 7), dejaron ver el fuerte contenido anti-
imperialista y antimilitar de su denuncia y, a la vez, convirtieron el nacionalismo
liberal en un arma de oposición a los Estados Unidos. Adicionalmente llevaron
sus inquietudes hasta los más altos funcionarios del Estado y hacerlas públicas de
manera sistemática por todos los medios disponibles, aún con la incertidumbre de
cómo serían interpretadas sus acciones.
MARCHA DEL SILENCIO
Al no salir de ese aeropuerto, Johnson no advirtió las protestas juveniles
contra él y sus políticas hacia el Tercer Mundo, ni supo del contenido antiimperialista
que aquellas acciones habían hecho germinar en el movimiento estudiantil de Costa
Rica. Mucho menos fue posible que el presidente advirtiera la agitada discusión que
generaron las acciones estudiantiles en su contra y la forma en que los universitarios
fueron interpretados por sus movilizaciones. Quien sí se enteró de lo acontecido
fue Trejos Fernández y tras un acalorado debate en la Asamblea Legislativa donde
se replicaron las denuncias estudiantiles, el presidente ofreció una conferencia de
prensa (Protesta por, 1968, pp. 1, 13).
Con sus palabras, el presidente aceptó la visita de “el personal de los servi-
cios de inteligencia y de seguridad del gobierno de los Estados Unidos que vinieron
a Costa Rica para velar por la seguridad de su presidente” y aseguró que asumía la
responsabilidad del “disgusto por cuanto ello pueda signicar a nuestra soberanía”,
sin embargo, aseguró que las protestas contra políticos norteamericanos no solamente
eran algo normal, sino que también lo era evitar demostraciones de hostilidad contra
ellos y esto era, según el presidente, más justicable en el caso de los Estados Unidos,
cuyos protocolos de seguridad se habían extremado desde el asesinato de Kennedy en
noviembre de 1963 (Por incidentes, 1968, p. 21; Durante visita, 1968, pp. 1, 13).
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Desde el día siguiente a la visita de Johnson y durante las próximas semanas,
algunas personas escribieron su opinión sobre lo sucedido. Si bien, los editoriales del
periódico La Nación evidenciaron un vocabulario fuertemente apegado a la bipola-
ridad de la Guerra Fría e hicieron referencia a la seguridad nacional estadounidense
para justicar la represión policial, lo cierto es que pocas de las opiniones que fueron
publicadas en esos días hicieron tal cosa (Vivir en, 1968, p. 14; La seguridad, 1968,
p. 14). La República tomó distancia de una lectura como esta e inclusive se aventuró
a calicar aquella visita como innecesaria e intrascendente: según su texto editorial,
recibir a un presidente de Estados Unidos se había convertido en una “calamidad”
para los países del Tercer Mundo y había expuesto a Costa Rica a un escenario de
seguridad nacional que era incapaz de asegurar, poniéndolo en desventaja frente a
los servicios de inteligencia y seguridad estadounidense (Visitas de, 1968, p. 8). En
este sentido, pronto surgió una crítica contra las acciones conjuntas de los policías
estadounidenses con los del país, quienes, según las opiniones, trataron de emular
una cultura militar de la que Costa Rica carecía ocialmente desde años atrás (Guier
Sáenz, 1968, p. 15), y el resultado fue la entrega de la autoridad y el orden a órganos
policiales estadounidenses durante algunas horas y permitiéndoles dar la orden de
reprimir estudiantes (Condenable entregar, 1968, p. 14).
La única opinión que simpatizó con los estudiantes de manera directa fue
publicada por cinco connotados profesores de la UCR. Allí, utilizaron el lenguaje
con el que los universitarios denunciaron a la Agencia de Seguridad por sus abusos y
condenaron la detención del presidente de la FEUCR. Manuel Formoso Herrera fue
el más incisivo al aseverar que la Agencia de Seguridad era “una ocina pública que
existe para luchar contra el comunismo” e insistió al decir que esta era “la maqui-
naria del Estado puesta al servicio de la persecución de una idea. Esta Agencia de
Seguridad representa la forma más torpe y más inecaz de anticomunismo” (Cate-
dráticos universitarios, 1968, p. 37). Fue así como la Agencia de Seguridad trató de
responder a las críticas mediante campos pagados, pero sus palabras únicamente
armaron las críticas de días anteriores y contribuyeron a dar la razón a las acciones
juveniles (La Agencia, 1968a, p. 26; La Agencia, 1968b, p. 6).
Consecuentemente, junto a los argumentos esbozados en la prensa durante
los días posteriores a la visita de Johnson, los universitarios también se inclu-
yeron en el debate público. El 10 de julio de 1968 publicaron en La República un
campo pagado de página completa, donde compararon las acciones de la Agencia
de Seguridad con las cometidas en las “más oscuras dictaduras latinoamericanas”
y así cuestionaron el sistema democrático costarricense. Para argumentar el comu-
nicado, la FEUCR aseguró que la detención de un presidente de ese órgano estu-
diantil era inédita en la historia de Costa Rica y que signicaba un acto represivo
comparable con los regímenes de Uruguay, Argentina o Haití. Finalmente, trataron
de desligarse del contenido antiimperialista de la protesta, al armar que habían
sido otros universitarios –y no la directiva de la FEUCR– los encargados de iniciar
una “manifestación antinorteamericana” (¡Nuestra más, 1968, p. 11).
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 17
Al ser analizado, el vocabulario político que usaron los universitarios fue
cuidadoso e impactante. Su intento por desligarse de las manifestaciones antiimpe-
rialistas estaba motivado por el claro conocimiento sobre la opinión pública costa-
rricense, que indudablemente rechazaría muestras de enemistad con los Estados
Unidos, pero frente a las ideas verbalizadas por Johnson que singularizaban a
Costa Rica del resto de América Latina, el uso del contexto regional, el autorita-
rismo, las dictaduras y el cuestionamiento a la democracia costarricense, el uso de
la palabra fue particularmente ágil.
Con ese utillaje discursivo y en pleno festejo de la semana universitaria (Júbilo,
serpentinas, 1968, p. 22), el movimiento estudiantil de la UCR convocó a una manifes-
tación por San José en contra de la CIA y “de los agentes de seguridad norteamericanos
del FBI”, por el cierre de la Agencia de Seguridad de Costa Rica y la destitución de su
director a causa de las detenciones arbitrarias de sus líderes en días pasados, mientras
protestaban contra LBJ. El éxito de esa protesta fue asegurado gracias a que en su
convocatoria, la FEUCR aseguró que se manifestarían en paz, en defensa de la lega-
lidad, la democracia costarricense y en compañía de docentes y autoridades universita-
rias como el rector (Universitarios mantendrán, 1968, pp. 1, 11).
Además de construirse como los adalides públicos de la paz, la democracia,
las tradiciones políticas y la identidad costarricense, otro aspecto que aseguró la
conuencia en la protesta fueron las organizaciones que se unieron, pues además de
contar con la simpatía de algunos diputados, el más signicativo apoyo a la convo-
catoria de la FEUCR fue el de la Juventud del Partido Liberación Nacional (PLN),
el órgano político juvenil más numeroso e inuyente del país. Esa manifestación
fue convocada por la FEUCR como la “Marcha del silencio” y se realizaría el 12 de
julio de 1968 como acto de clausura de la semana universitaria (Marcha del, 1968c,
p. 12). Junto a la convocatoria de la FEUCR, el presidente de la Juventud del PLN,
Manuel Carballo Quintana, dio declaraciones a la prensa para comunicar su apoyo a
la marcha y sus audaces palabras ubicaron a la juventud costarricense en el contexto
global de la Guerra Fría, esto al asegurar:
Creemos que al igual que en París, en Río de Janeiro, en Praga, Varsovia y el
resto de las capitales del mundo, va llegando la hora en que la juventud costa-
rricense tendrá que iniciar la lucha en las calles de San José, tomando como
bandera la defensa de nuestras libertades democráticas, q’[sic] son conquistas
de nuestro pueblo y la juventud, frente a los planes represivos de la gente que
hoy ocupa el poder (Manifestación de, 1968, p. 14; Marcha del, 1968a, p. 47).
Con sus palabras de convocatoria, el joven Carballo Quintana, quien años
después sería un reconocido líder de su partido, demostró un conocimiento signi-
cativo del contexto global de las protestas juveniles y contextualizó a la juventud
costarricense en ese escenario transnacional como pocas personas lo hicieron en
1968; además, usó el mismo contexto para advertir a sus mayores hasta dónde estaba
dispuesto a llegar el presidente de la juventud más relevante del país en ese momento;
no obstante, de sus palabras, otro elemento es aún más relevante: al mencionar
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(2): 1-37. Julio-diciembre, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica18
que 1968 era el momento para que la gente joven iniciara la “lucha en las calles”,
sus declaraciones hablaron muchísimo de la cultura política del movimiento estu-
diantil del ocaso de la década de 1960, pues dejó claro que la protesta callejera era un
terreno poco conocido de la juventud costarricense para aquel momento y por ello, la
“Marcha del silencio” es un hecho clave para comprender la forma en que la juventud
universitaria moldeó nuevas identidades y se aventuró a imaginar otras formas de
protestar, de enfrentarse a la opinión, a la autoridad y a la represión de sus acciones.
El viernes 12 de julio de 1968, a partir de las 7:00 de la noche, la “Marcha
del silencio” recorrió las principales calles de San José, pero su valoración fue muy
distinta a la que recibían los movimientos de protesta referidos por Carballo Quin-
tana. En su edición semanal, Libertad reportó la asistencia de al menos cinco mil
personas entre estudiantes y organizaciones sindicales (Contra la, 1968, p. 1), pero
lejos de ser interpretados a la luz de las rupturas en la cultura política, que de hecho
signicó esa multitudinaria protesta contra la CIA y el FBI, la prensa comunicó lo
sucedido y al hacerlo, intencionalmente vació las acciones de contenido político.
Transcribieron un fragmento del único mensaje que dio Gutiérrez Gutiérrez al
inicio de la protesta, que enfatizaba la paz y el antimilitarismo. De hecho, los diarios
tradicionales como La República y La Nación buscaron representar “positivamente”
la manifestación estudiantil, y la valoraron como un evento “ordenado”, pacíco y
en contra de la violencia, en el que la FEUCR marchó junto a los profesores que, días
atrás, les apoyaron en la prensa. Adicionalmente, en su intento por borrar el conte-
nido antiimperialista de la marcha, la misma prensa recalcó que los universitarios
cargaban banderas nacionales, carteles en contra del militarismo, de la Agencia de
Seguridad; y en suma, se armó que el silencio solamente había sido roto para cantar
el Himno Nacional de Costa Rica (Manifestación, 1968, p. 1; Marcha del, 1968b, p.
6; ¡Violencia no!, 1968, pp. 1, 9). Como era común en noticias como estas, cuando
La República comunicó sobre algún inconveniente en el desarrollo de la protesta,
aceptó que fueron “extremistas” –es decir, jóvenes comunistas del PVP– quienes detu-
vieron la agresión de los miembros del Movimiento Costa Rica Libre y que, al nalizar
la marcha, el gobernador de San José había celebrado que los universitarios destacaban
“por una virtud de los costarricenses: el civismo” (¡Violencia no!, 1968, p. 9).
Así las cosas, la información que dio a conocer la prensa olvidó el lenguaje
que, días atrás, habían expresado algunos jóvenes universitarios opuestos a la
llegada de LBJ y, como es evidente, la FEUCR también trató de distanciarse del
tono antinorteamericano que inicialmente manifestaba y lo sustituyó por otro orien-
tado, primordialmente, a los valores tradicionales de la identidad nacional costarri-
cense, cuyas raíces se sitúan en el siglo XIX. Los universitarios actuaron así al ser
conscientes del peso que estas denuncias generaron entre políticos tan importantes
como los presidentes de los dos poderes más altos del país, pero también tomaron
esta nueva actitud con el pleno conocimiento del cambio en la cultura política que
signicaba para el movimiento estudiantil un hecho tan poco común en aquellos
años, como protestar en las calles.
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 19
Los universitarios eran igualmente conscientes de que la FEUCR era el único
movimiento estudiantil del país y del prestigio de su institución en el medio costa-
rricense. Por si no fuera poco, era bien conocido que en sus protestas habían parti-
cipado comunistas jóvenes y de viejo cuño, de manera que utilizar el nacionalismo
y ser valorados por su “civismo” les permitía ser vistos con buenos ojos. Así, muy
pronto los universitarios dejaron de ser noticia por sus acciones contra Johnson y
alcanzaron el objetivo buscado, pues en agosto de 1968, la Agencia de Seguridad dejó
de existir como un órgano independiente y se convirtió en una sección de la Dirección
de Investigaciones Criminales (D.I.C. absorbió, 1968, p. 10). Sin embargo, al protestar
contra el órgano represivo y las autoridades locales, las juventudes de aquel momento
demostraron que comprendían que el contexto imperial de la Guerra Fría no vaciaba de
agencia los gobiernos y las élites políticas de América Latina y conocían la responsabi-
lidad del gobierno de Trejos Fernández en la represión de sus acciones.
Aldo Marchesi (2021) recuerda que la violencia interestatal es uno de los prin-
cipales legados del imperialismo estadounidense en el contexto de la Guerra Fría y
esto expone, solo parcialmente, la amplitud conceptual del antiimperialismo de la
época. El mismo Marchesi advierte que, tal y como lo hicieron los universitarios,
la utilización del siglo XIX como arma política fue una constante en la articulación
del vocabulario antiimperialista de América Latina. Así, al explicar la trayectoria
del antiimperialismo como concepto político en la región, el historiador señala que
la utilización de Simón Bolívar fue clave para moldear el antiimperialismo y esto
alcanza su máxima expresión en la Venezuela de nes del siglo XX.
Al dilucidar esta trayectoria, Marchesi (2021) advierte que las relaciones de
América Latina con los Estados Unidos están marcadas por la dicotomía imperialismo/
antiimperialismo y, aunque propone que el antiimperialismo se intensicó con la Guerra
Fría, también recuerda que ya desde el siglo XIX existían ideas centradas en cuestionar
la presencia de los Estados Unidos en la región. Por esto, lejos de aceptar la narra-
tiva anticomunista que imaginaba una fuerte inuencia de la Unión Soviética sobre el
movimiento antiimperialista de la región, lo cierto es que las críticas al imperialismo
estadounidense no estaban necesariamente acompañadas de apoyo o de una postura
positiva hacia el bloque soviético. Muestra de ello es que no fue sino hasta el triunfo
de la Revolución cubana que se creó un imaginario geopolítico radicalmente nuevo, en
el cual escapar de la hegemonía estadounidense se convirtió en una posibilidad real y
se sabe que este proceso no nació alineado a las políticas soviéticas. Así, la década de
1960 dio lugar a reexiones intelectuales y políticas que conceptualizaron el papel de
los Estados Unidos en el siglo XX, y a discusiones sobre el fenómeno del imperialismo
estadounidense que propiciaron nuevas ideas y acciones políticas (pp. 438-449).
El caso concreto de Costa Rica no escapa de este amplio contexto. La revi-
sión de las protestas de años posteriores no deja duda de que la lección aprendida
por la juventud en julio de 1968 funcionó para escenarios futuros de oposición,
cuando también se usarían armas como el nacionalismo liberal costarricense del
siglo XIX para oponerse, sistemáticamente, a los grandes proyectos empresariales
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norteamericanos que quisieron instalarse en Costa Rica a inicios de la década de
1970 (Chaves Zamora, 2020b).
El cambio en la forma en que los universitarios se enfrentaron a las conmemora-
ciones más representativas de la identidad nacional ya había sido advertido por David
Díaz Arias (2006). Al estudiar la festividad de Juan Santamaría, el historiador notó
una transformación en la manera en que los estudiantes de 1970 se apropiaron de las
gestas de aquel joven decimonónico, a la vez que empezaban a utilizar el recuerdo del
héroe como una herramienta para oponerse a la transnacional Aluminum Company of
America (ALCOA) y lo convertían en un ícono antiimperialista por su afrenta anties-
tadounidense en el siglo anterior (pp. 61-66). El mismo autor ha evidenciado que el
peso de estas nuevas interpretaciones antiimperialistas, evidentes en un vocabulario
radicalizado y en la reinterpretación del pasado nacional, hicieron que, desde nales
de la década de 1970, los gobiernos de turno empezaran a incluir, con mucha más
insistencia, a las juventudes en las celebraciones patrias ociales del Estado y, así, los
presidentes moldearon, nuevamente, la imagen pública y la identidad de la juventud,
pero ahora en una versión menos radicalizada (Díaz Arias, 2018).
No obstante, un último elemento sobresaliente fue desatendido por la prensa
que cubrió las acciones estudiantiles, ya que aquellas ideas antiimperialistas contra
la guerra de Vietnam no habían sido una emulación de las manifestaciones salva-
doreñas, como lo insinuaron algunos comentarios posteriores a la protesta contra
Johnson (Por incidentes, 1968, p. 21; Durante visita, 1968, pp. 1, 13), sino que
se trataba de una inquietud ampliamente conocida por miembros del movimiento
estudiantil y de otras organizaciones políticas de la juventud costarricense. En este
sentido, es signicativo que esta inquietud no terminó con la visita del presidente de
los Estados Unidos en 1968. Todo lo contrario, semanas después del acontecimiento,
alcanzó su máxima expresión: esto hizo que algunas personas jóvenes del movi-
miento estudiantil tuvieran una experiencia verdaderamente transnacional frente a
este tema central de la Guerra Fría y que esto quedara como uno de los recuerdos
juveniles más privilegiados de esa generación.
COMBATIVA SOLIDARIDAD
Juventud fue un folleto de pocas páginas que la Juventud Socialista Costarricense
editaba ocasionalmente y que repartía como suplemento a las páginas de Libertad. En
una de sus ediciones, publicada el 6 de enero de 1968, Juventud tituló su portada con
letras grandes que únicamente decían “VIETNAM”. Al lado, en un texto se podía leer:
Un grupo de miembros de la Juventud Socialista Costarricense efectuó el 20 de
diciembre dos demostraciones de combativa solidaridad con la lucha gloriosa
y heroica que libra el pueblo vietnamita contra el agresor norteamericano. Al
mediodía de esa fecha aquellos jóvenes, tanto en la Avenida Central como en una
de las esquinas del Mercado Central, lanzaron miles de hojas sueltas, gritaron
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 21
lemas de repudio a la agresión yanqui y levantaron tribuna ante el numeroso
público que se congregó allí. Fueron actos que el deber solidario imponía a los
jóvenes revolucionarios de Costa Rica… Pero los mítines públicos celebrados por
la Juventud Socialista no se limitaron únicamente a proclamar el apoyo al pueblo
vietnamita, sino que también constituyeron actos en defensa de la paz mundial
que en estos momentos corre su principal peligro precisamente con la locura de
la escalada yanki [sic]… Esta genuina y activa preocupación por los destinos de
la paz, expuesta en las calles de San José por los jóvenes socialistas, coincide con
la noble iniciativa, lanzada por el Papa Pablo VI, de dedicar el primer día de cada
año a la defensa de la paz, a alertar la conciencia de los pueblos ante los peligros
que la amenazan de muerte… Luchar por la paz es hoy luchar contra la agresión
norteamericana en Vietnam (Vietnam, 1968, p. 1).
Sobresale que los jóvenes estrecharan públicamente dos elementos nuevos
en su cultura política como las manifestaciones de solidaridad con Vietnam y su
fuerte vocabulario antiimperialista con un aspecto como el catolicismo, de profundo
arraigo en la Costa Rica de nales de la década de 1960. Aún más sagaz fue la capa-
cidad de los jóvenes al presentar la iniciativa papal como justicante de sus acciones
y sus ideas opuestas a las políticas militares de los Estados Unidos en el Tercer
Mundo. Adicionalmente, en el mismo texto dejaron claro que la materialización y la
manifestación pública de aquella solidaridad estaba inspirada en dar a conocer lo suce-
dido en Vietnam dentro del medio nacional, pero también anunciaron que lo hacían
motivados por la resolución de la Jornada Internacional de Solidaridad con Vietnam
que había adoptado el Mitin Continental de Juventudes, realizado en noviembre de
1967 en Santiago de Chile (Vietnam, 1968, p. 1).
Al igual que la religión, el nacionalismo nuevamente fue utilizado para
justicar la oposición contra la guerra de Vietnam, y esto también se asemeja a
la forma en que, una década antes, los comunistas costarricenses de viejo cuño
habían moldeado el antiimperialismo en el centenario de la Campaña Nacional
(Díaz Arias, 2017). En un texto del poeta Arturo Montero Vega para Libertad,
el autor estableció un paralelismo directo entre el contexto de Centroamérica y
Costa Rica, hacia mediados del siglo XIX, con el de Vietnam de ese momento, al
imaginar que el enemigo de ese país era el mismo que habían combatido las tropas
nacionales de la Campaña Nacional: “William Walker viene de nuevo / hollando
territorios, / con sus pies miserables, / y su podrida herencia de soldado / pero
ahora en aviones supersónicos” (Canto a, 1968, p. 3). En este sentido, otro texto
de solidaridad con Vietnam más radicalizado que el anterior fue escrito por los
jóvenes comunistas en 1968 y publicado en Juventud durante el mes de febrero.
En él, sus palabras, impresas todas en color rojo, estuvieron altamente permeadas
por la oposición a los Estados Unidos y del texto sobresale la esperanza que los
comunistas tenían en el contexto global de solidaridad,
Una ola de renovada admiración y solidaridad ha recorrido el mundo… El Viet
Nam tiene de su parte a la humanidad entera, mientras el imperialismo se aísla
cada día más. Todos los hombres amantes de la paz y la justicia repudian con
todas sus fuerzas la masacre por parte de los Estados Unidos de un pueblo situado
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(2): 1-37. Julio-diciembre, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica22
a miles y miles de millas de sus costas y que ha dispuesto vencer o morir por
su legítimo derecho a la independencia nacional, a escoger el régimen social y
político que le parezca y luchar por su felicidad. En la sagrada lucha del pueblo
vietnamita han jugado un papel de primera línea los jóvenes y los estudiantes que
sacrican todos los días sus vidas con arrojo y una decisión incomparables [sic].
¡Saludamos una vez más a la juventud y los estudiantes del Vietnam! La juventud
del mundo está con Vietnam. Desde Europa a Asia, desde África a América los
jóvenes obreros, campesinos y estudiantes brindan solidaridad diaria y plena al
pueblo y la juventud vietnamitas. Los jóvenes norteamericanos se incorporan en
forma creciente al torrente de lucha antibelicista y muchos de ellos entregan sus
cartillas militares para no ir al Viet Nam (Viva el, 1968, p. 1).
El énfasis que el texto ofreció al papel de la juventud en la solidaridad global
con Vietnam es verdaderamente relevante. Los estudios encargados de analizar
dicha temática, en efecto, arman que el papel de las organizaciones juveniles fue
altamente signicativo y fueron estas mismas organizaciones las encargadas de
hacer llegar la solidaridad hacia este país a casi todos los rincones del mundo. Tales
actividades se intensicaron de manera decisiva en 1966, después de la Primera
Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, mejor
conocida como la Conferencia Tricontinental, realizada en Cuba. Allí el tema central
fue Vietnam, y se recuerda la frase paradigmática del Che Guevara cuando, en un
texto publicado para esa ocasión, aseguró que las izquierdas del mundo entero espe-
raban “dos, tres, muchos Vietnam”, con que lo convirtió a aquel país violento en una
metáfora romántica del antiimperialismo transnacional (Zolov, 2016).
Muestra de ello es que no solamente los jóvenes de Costa Rica y El Salvador
se manifestaron en contra de esta guerra, y no solamente Juventud imaginó a los
jóvenes vietnamitas como personas heroicas por morir en aquel conicto desigual.
Se sabe de enormes protestas en solidaridad con Vietnam en todo el territorio de
los Estados Unidos y Europa. En Argentina, inclusive, existieron organizaciones
similares a la Campaña de Solidaridad con Vietnam de la izquierda británica, las
cuales se llamaron Movimiento Argentino de Ayuda a Vietnam (MAViet) y Movi-
miento de Solidaridad Argentina con Vietnam (SAV). Ambos existieron entre 1966 y
1971 y en ellos conuyó una importante cantidad de activistas de muchas tendencias
políticas de la sociedad argentina para buscar incidir transnacionalmente en el n de esa
guerra (Ferreyra Macedo, 2015; Ramoneda, 2016). También, las investigaciones han
dado a conocer que, después de la Conferencia Tricontinental, Vietnam se convirtió
en un lugar común de todas las expresiones políticas y artísticas de la izquierda
latinoamericana y se sabe, por trabajos recientes, que la experiencia vietnamita fue
la cantera de muchas insurrecciones armadas en Centroamérica (Karmy y Schmie-
decke, 2020; Vázquez Olivera y Campos Hernández, 2019).
De este modo, aunque en Costa Rica el impacto del contexto vietnamita en las
juventudes no fue en el plano armado, sino en la transformación de su cultura política
y de sus lenguajes de protesta, sí es importante señalar que una copiosa revisión de la
prensa comunista evidencia una alta cobertura mediática de la guerra de Vietnam; este
tema motivó a un número importante de actividades de reexión y ocupó una cantidad
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 23
de páginas que ningún otro conicto internacional tuvo entre los años de 1966 y 1975.
En una de esas publicaciones, impresa en marzo de 1968, Juventud identicó a LBJ
como el enemigo más poderoso de Vietnam y convocó a las juventudes del país a unirse
a la “Gran campaña mundial de acción de la juventud por la victoria del pueblo vietna-
mita, la libertad, la independencia y la paz”, la cual consistía en multiplicar las manifes-
taciones “y todas las formas de acción, para fortalecer el apoyo de la juventud vietna-
mita hasta que logre la victoria” (Llamamiento de, 1968, p. 4). Adicionalmente, dentro
de esa “gran campaña” estaba previsto realizar “la más grande manifestación mundial
de la juventud en apoyo al pueblo de Vietnam en 1968” (Llamamiento de, 1968, p. 4).
Esa gran manifestación mundial, en efecto, se materializó en 1968, y a ella
asistió una delegación de dieciséis jóvenes costarricenses, que representaban a un
total de quince organizaciones juveniles de todas las tendencias políticas e ideoló-
gicas del país. Realizado en Sofía, la capital de Bulgaria, durante el 26 de julio y el
6 de agosto 1968, el “IX Festival Mundial de la Juventud, por la paz, la amistad y la
solidaridad” también tuvo como punto focal una intensa discusión sobre el papel de
los Estados Unidos en Vietnam y todo el Tercer Mundo, y algunos jóvenes que allí
asistieron ya eran conocidos en el medio costarricense. Entre ellos, sobresalían Jorge
Gutiérrez Gutiérrez, Vladimir de la Cruz de Lemos, Lenín Chacón Vargas y Ronald
Sánchez Ortiz, quienes días antes de viajar a Bulgaria habían sido detenidos por
protestar contra Johnson y la guerra de Vietnam (Costarricenses en, 1968, pp. 1, 4).
Mientras la actividad se desarrollaba, la prensa comunista informó, en detalle,
los cables internacionales que recibía al respecto (Bienvenidos, dice, 1968, p. 8; IX
Festival, 1968, p. 8), pero a su regreso, los jóvenes tomaron la palabra. El primero
en hacerlo fue Vladimir de la Cruz de Lemos, quien lejos de detenerse a comentar
lo sucedido en Bulgaria, publicó una denuncia de los decomisos contra él y otros
delegados, en donde reclamaba que les fueron requisados los materiales textuales y
las películas que habían comprado durante su visita al oriente de Europa, y culpaba
de esto al imperialismo estadounidense arraigado en las autoridades nacionales
(Universitarios quéjanse, 1968, p. 4). Esto muestra la cuidadosa vigilancia que las
autoridades dedicaban a actividades internacionales como esa y la continua represión
de las identidades de jóvenes politizados que la misma autoridad estaba dispuesta a
ejecutar con el n de combatir la radicalización juvenil.
Sin embargo, la información que aportó datos más signicativos para
comprender el impacto que aquella actividad generó en algunos jóvenes fue dada a
conocer días, e incluso muchos años después. William Reuben Soto, un poeta que
en 1968 tenía veintiún años y que en Bulgaria representó al Grupo Revenar –una
organización de poetas universitarios–, fue el primero en dar a conocer su opinión
y algunas de sus nuevas ideas. Según él, la actividad en Bulgaria le había ofrecido a
quienes asistieron “una visión global de la problemática que se plantea actualmente
a la juventud mundial” y eso era central para “abordar la incandescente temática del
Tercer Mundo” (Lucha de, 1968, p. 2). Aun así, tanto su opinión sobre la actividad
como la de Jorge Urbina Delgado, del Frente Universitario Socialdemócrata, hacían
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énfasis en que, durante el desarrollo de la actividad juvenil, las problemáticas de
América Latina resultaron constantemente marginales frente a las dinámicas euro-
peas y la polarización ideológica propia de la Guerra Fría (La juventud, 1968, p. 7).
Esta opinión es interesante, porque en su intento por tener la referida “visión
global”, el movimiento estudiantil costarricense también mostraba una actitud mucho
más crítica sobre el lejano Vietnam que frente a los conictos sociales de su vecina
Centroamérica. Así, el vínculo solidario con el territorio centroamericano tardó una
década para materializarse en las brigadas de solidaridad con la Revolución sandi-
nista de 1979, cuando cientos de jóvenes de la izquierda costarricense tomaron las
armas fuera de su país para cumplir el sueño utópico y revolucionario inspirado en
su activismo juvenil (Cortés Sequeira, 2018).
Por otra parte, el predominio masculino en el movimiento estudiantil de 1968
es evidente y tiene consecuencias en sus memorias. Así, casos como la detención
de Patricia Mora Castellanos en las protestas contra Johnson son hechos notables,
pues son evidencia de que algunas mujeres habían empezado a abrirse espacio en
organizaciones políticas dominadas por los hombres. También es notable que, en
aquellos días, se hizo referencia a la participación de una sola mujer costarricense
en la actividad de Bulgaria: Iris Navarrete Murillo viajó como representante de la
Juventud del PLN y cuando habló para el periódico Libertad de 1968, se detuvo a
explicar el contenido central del evento. Comentó sobre la urgente “lucha por la
paz”, a la que se enfrentaba el mundo entero y batalla frente a la cual la guerra de
Vietnam se presentaba como una metáfora impactante a la juventud que se había
reunido en Europa (La juventud, 1968, p.6).
Aquella experiencia internacional la impresionó profundamente y caló en la
experiencia juvenil de Iris. Años más tarde, cuando ella recuperó su memoria en 2019,
recordó que, durante esos años, cualquier oposición a los Estados Unidos era etiquetada
de comunista y que esa era la mejor manera de desprestigiar públicamente a alguien; pero
también recordó que hacia 1968 surgió “un despertar” de la juventud, en el que inuyó
la guerra de Vietnam, que era un tema prácticamente de todos los días y con
la que la mayoría de los jóvenes no estábamos de acuerdo, ni aquí, ni en los
Estados Unidos, ni en ninguna parte. Todo eso, a un grupo nos hizo pensar que,
si las cosas podían cambiar en otras partes, aquí podían cambiar también… El
año 68 fue muy importante; yo empecé a estudiar Ciencias Políticas ese año,
me nombraron representante estudiantil en la FEUCR y yo fui a Bulgaria a un
congreso de estudiantes que hacían los países comunistas cada tres o cuatro
años y eso para mí fue una experiencia reveladora. En primer lugar, porque
nunca había salido del país: entonces, ir a un país muy bonito, ver aquella
multitud de muchachos, todos opinando, el tema central por supuesto que era la
guerra de Vietnam y cuando yo volví, yo volví con una mentalidad totalmente
cambiada (Sistema Nacional de Radio y Televisión, 2019, 6m29s-8m36s).
Esa experiencia la cambió tanto que, un año más tarde, Iris se encargó de iniciar
la oposición universitaria más relevante en la historia y la memoria del movimiento
estudiantil costarricense, y es en aquel viaje a Bulgaria que su memoria ubica el origen
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 25
del posterior proceso de politización juvenil dentro de ese movimiento: en 1969, ella
misma presentó una moción ante una actividad estudiantil para ocializar la oposición
de la FEUCR contra la gran compañía transnacional ALCOA, la cual pretendía
instalar sus operaciones en Costa Rica, y en abril de 1970 motivó las acciones
estudiantiles de contenido antiimperialista más multitudinarias que haya visto la
Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX (Chaves Zamora, 2019).
Además de ser evidencia del impacto que pudo tener el contexto transnacional
en las dinámicas locales y la modicación de la cultura política universitaria, esto
permitió que algunas personas, de hecho, se imaginaran como parte de una “comu-
nidad global de protesta”. Por eso, quienes vivieron sus años universitarios en Costa
Rica durante nes de la década de 1960, constantemente hacen referencia a la soli-
daridad con Vietnam y las protestas de 1968 para armar que fueron parte de una
“conagración mundial” (Archivo Nacional de Costa Rica, 1995, 53m12s). Esto les
hace mencionar, recurrentemente, la forma en que el conicto vietnamita apeló sus
conciencias juveniles y les hizo cambiar la manera de pensar en el estilo de vida
norteamericano –American way of life–. Pero, sobre todo, les hizo tener un vocabu-
lario distinto para valorar las políticas de los Estados Unidos en el Tercer Mundo y
cambió la manera en que se enfrentaron a las festividades nacionalistas.
Constantino Urcuyo Fournier, quien fue diputado entre 1994 y 1998 y se
convirtió en un connotado intelectual costarricense, recuerda vívidamente el impacto
que generó la guerra de Vietnam en su generación y arma haber estado frente al
aeropuerto en julio de 1968, pero para protestar en contra de Johnson. Por ello, reme-
mora que ese año de 1968 le dio una “conciencia global”, no olvida los signos que
despertaron el antiimperialismo entre él y sus amistades y así lo hizo evidente en sus
memorias, escritas a nales de la década de 1990:
La presencia norteamericana en Vietnam nos horrorizó. La imagen de los niños
quemados por napalm, los B-52 dejando caer bombas sobre Hanoi, el peligro de la
guerra mundial, la fea imagen de Lyndon Johnson… Recuerdo noches de discusión
hasta las tres de la mañana para condenar la presencia norteamericana en el sudeste
asiático… No olvido la bayoneta que supuestamente trajeron los comunistas de
Vietnam para enseñarla en el directorio de la FEUCR. Nos impresionó su diseño
para despanzurrar adversarios… a nuestros diecinueve años esta era la prueba irre-
futable de la perversidad intrínseca del Pentágono. Varios miembros del directorio
de la Federación fueron invitados al congreso mundial de juventudes, organizado
por la Unión Internacional de Estudiantes en Bulgaria y, a su regreso… Se trajeron
el deseo de llevar la imaginación al poder, pero, sobre todo, desarrollaron las ganas
de confrontarnos con un orden establecido (Urcuyo Fournier, 1998, pp. 3-13).
Inuenciada por una cuidadosa evaluación y por una formación política de
décadas, su memoria reconoce el papel de la Unión Soviética durante la Guerra Fría
y considera el impacto que tuvo la visita de un grupo de extranjeros, a quienes la
prensa costarricense identicó como hippies, en el mismo año de 1968, para moldear
sus reacciones ante la opinión. Asimismo, a inicios de la década de 1990, al evocar
su memoria de líder juvenil en 1968, Óscar Álvarez Araya recordó el impacto de la
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guerra de Vietnam y la forma en que el movimiento hippie fue un actor juvenil desta-
cado que contribuyó a que la juventud costarricense cuestionara el papel de los Estados
Unidos en Vietnam, pero también en Costa Rica. Según él, la sociedad de consumo,
la industrialización y el urbanismo, eran, para entonces, productos estadounidenses
exportados hasta el país y el momento de cuestionarlos coincidió justamente con el
año de 1968 (Archivo Universitario Rafael Obregón Loría, 1989).
Entre quienes cuestionaban transnacionalmente la guerra de Vietnam en el esce-
nario costarricense, el movimiento hippie estaba particularmente arraigado y, como
se sabe, esto se debía a la visita del grupo de extranjeros, representados públicamente
como hippies, que había pasado por Costa Rica semanas antes que Johnson. La noticia
de dicha visita y el pánico moral entre la sociedad de mayo de 1968, generó una discu-
sión pública sobre la juventud, marcada por el lenguaje de la Guerra Fría y por un voca-
bulario antibelicista, crítico de los Estados Unidos y en favor de la paz global. Debido
al impacto causado por los hechos de ese año, no solo personas como Urcuyo Fournier
establecieron vínculos entre los jóvenes y la solidaridad con Vietnam. Décadas después
de ser detenido por participar en las protestas contra Johnson de 1968 y mucho tiempo
después de ir Bulgaria con sus amigos de generación, el joven estudiante y militante
comunista Vladimir de la Cruz de Lemos escribió sus memorias como miembro del
movimiento estudiantil costarricense. En ellas recordó los acontecimientos más signi-
cativos e inuyentes de las décadas de 1960 y 1970. Entre los momentos internacio-
nales privilegiados por su memoria, sobresale la Conferencia Tricontinental y según el
recuerdo, el movimiento estudiantil había sido inuenciado por,
el ascenso de la guerra de Viet Nam, la lucha de los estudiantes y jóvenes contra
esa guerra la lucha de los estudiantes y jóvenes contra esa guerra (el movi-
miento hippy [sic] y los que se desarrollaron bajo la consigna de “peace and
love”), la lucha estudiantil en las universidades europeas y norteamericanas
(particularmente mayo del 68)… y la solidaridad con el pueblo de Viet Nam
[además de las] protestas importantes que se realizaron aquí [en Costa Rica]
contra el presidente Johnson (Cruz de Lemos, 1993, pp. 18-19).
A pesar del papel que la presencia de los hippies tiene en las memorias juve-
niles, otras coyunturas posteriores a esa visita y a la de Johnson son clave para
comprender la solidaridad con Vietnam, acciones en las cuales, personas de la
juventud costarricense participaron activamente. Es indudable que una de las demos-
traciones de solidaridad con Vietnam más signicativas de esos años fue la impactante
visita que algunos jóvenes costarricenses hicieron al país comunista de Bulgaria, pero
esa solidaridad no terminó en ese momento y una búsqueda sistemática en la prensa
estudiantil permite rastrearla en años posteriores (VIETNAM, 1970, p. 8).
Tampoco puede descuidarse el impacto que tuvo protestar en público contra
una gura tan reconocida globalmente como el presidente de los Estados Unidos y,
como resultado de ello, ocupar las páginas de los diarios nacionales, ser reconocidos
como actores notables e inuyentes de la política por parte de las autoridades, los
políticos y los presidentes. En este sentido, aunque el contexto de protestas estudian-
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 27
tiles en todo el mundo generó muchas discusiones y debates en los que los jóvenes
costarricenses no fueron invitados, las protestas contra Johnson y la solidaridad con
Vietnam fueron en Costa Rica el signo más evidente de la protesta, la identidad y la
memoria juvenil de un año trascendental de la Guerra Fría como 1968.
CONCLUSIÓN
El 22 de julio de 1968 llegó una carta a la FEUCR que por décadas quedó almace-
nada en su archivo de correspondencia recibida. Enviada por el joven vicepresidente de
la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), con sede en la para entonces
convulsa Ciudad de México, la breve nota había sido rmada por Arturo Zama Escalante,
quien cuatro días después de rmar la comunicación fue detenido y encarcelado por el
ejército mexicano a causa de sus acciones de dirigencia en las protestas estudiantiles de
1968 en esa ciudad, hechos que terminaron con la conocida masacre de estudiantes en
la Plaza de Tlatelolco durante la tarde del 2 de octubre de ese mismo año. El día en que
Zama Escalante rmó la nota aún no conocía la prisión, pero el 26 de julio, cuando el
ejército mexicano lo detuvo mientras participaba en un acto de solidaridad con la Revo-
lución cubana y se le imputó la responsabilidad intelectual de los “delitos” cometidos
por los manifestantes ese día, él y sus amigos universitarios se convirtieron en los presos
políticos del movimiento estudiantil mexicano, junto a otros que habían empezado a ser
encarcelados desde mucho antes (Paniatowska, 2013, p. 50; Revueltas Acevedo, 2018).
Por esa razón, cuando Zama Escalante se enteró de las protestas que dos
semanas atrás habían sucedido en Costa Rica contra el presidente de los Estados
Unidos y la consecuente detención de algunos estudiantes, entre los que estaban el
presidente de la FEUCR, trasladó su experiencia hacia el sur y leyó ese contexto
desde su propia experiencia, al señalar brevemente que,
El Comité Ejecutivo Nacional de la CNED POR MEDIO DE LA PRESENTE
SE SOLIDARIZA con ustedes en su lucha por la libertad del compañero Jorge
Gutiérrez. Al igual que todos los estudiantes del mundo, protestamos ante el
Gobierno de Costa Rica por el presidente de su organización. La CNED ve con
simpatía la noble lucha antimperialista y por el honor nacional que la FEU[CR]
realiza (Archivo Universitario Rafael Obregón Loría, 1968, p. 1).
Al nalizar, la nota de Zama Escalante funcionó para informar a sus compañeros
de Costa Rica que el presidente de la CNED y otros estudiantes mexicanos habían sido
detenidos. En su contenido, la carta no solamente presentó al presidente de la FEUCR
como otro preso político a causa de las acciones estudiantiles con las que se solidarizó,
sino que, enterado de las protestas de días anteriores en el país, imaginó el entorno
estudiantil costarricense envuelto en una lucha antiimperialista. Enseguida, él mismo
aseguró que la liberación de esas personas únicamente se lograría mediante la lucha del
estudiantado mexicano, el cual, de hecho, intensicó sus protestas en los próximos días
y despertó la solidaridad entre otras organizaciones estudiantiles de América Latina.
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La carta enviada hasta las ocinas de la FEUCR, su contenido y el motivo que
la originó, no solamente ponen en evidencia que las acciones y el vocabulario del
movimiento estudiantil costarricense de 1968 habían tenido algún eco fuera del país.
Esa carta también evidencia los signicados de la solidaridad entre las juventudes
del Tercer Mundo, que no se detuvieron, necesariamente, a valorar las dimen-
siones de su alcance, sino que privilegiaron el valor simbólico que podían tener tales
acciones. Así, en aquel año de 1968 no resultó trascendente si las cartas, los discursos
pronunciados y las concentraciones realizadas incomodaban a Johnson, nalizaban
la guerra o hacían que los detenidos fueran liberados. Gran parte del valor de cada
una de esas acciones se encerraba en el cambio que generaron en las identidades
políticas de las juventudes y en la manera en que esas nuevas formas de identicarse
permitían que la juventud se conceptualizara a sí misma y moldeara otras formas de
protestar en contra de autoridades nacionales y transnacionales
En marzo de 1969, cuando Jorge Gutiérrez Gutiérrez ofreció su último discurso
como presidente de la FEUCR evidenció todo el peso simbólico que efectivamente
había desencadenado el contexto nacional de protestas en julio de 1968. Expresó
además la forma en que este escenario y sus repercusiones hicieron que imaginara
de manera diametralmente distinta a quienes integraban el movimiento estudiantil
costarricense. Si un año atrás, él mismo le había asegurado a la prensa que como
presidente del máximo órgano estudiantil costarricense se encargaría de la discusión
de las problemáticas nacionales y universitarias (Planes del, 1968, p. 18), al nalizar
su período la denición de esas fronteras había sufrido un cambio categórico. En su
nuevo comentario, el presidente demostró un conocimiento amplio de la historia del
movimiento estudiantil que presidió. Asimismo, aseguró que producto del contexto
global de protestas y debido a las luchas protagonizadas por los universitarios del
Tercer Mundo, el movimiento estudiantil de Costa Rica había experimentado un
vertiginoso cambio y que su año como presidente fue el más valioso en “innova-
ciones e ideas que haya vivido la FEUCR”. De inmediato, Gutiérrez Gutiérrez
preparó el terreno para denirse a él y a sus compañeros como “jóvenes latinoameri-
canos” responsables de enfrentar los desafíos de la región (Mensaje del, 1969, p. 3).
Al “latinoamericanizar” a sus compañeros, al movimiento estudiantil de Costa
Rica y a él mismo, ese joven líder estudiantil evidenció toda la carga simbólica que
tuvo un contexto como el de 1968 en generar procesos de solidaridad con el Tercer
Mundo y desaó todos los límites de la identidad nacional del país, al incluir a Costa
Rica como parte de la región y no particularizarla, como insistían en hacerlo los
políticos nacionales e internacionales. De frente a ese sentimiento “latinoamerica-
nizante”, el antiimperialismo les ofreció otras formas de imaginar la independencia
y frente a un contexto más amplio, una fecha patria les servía más para imaginar
dependencia que para exaltar ideas nacionalistas y glorias pasadas. Puesto en el
contexto transnacional de la Guerra Fría y con las palabras de la historiadora Eugenia
Allier Montaño (2009), el vocabulario antiimperialista que germinó entre la juventud
durante las protestas contra Johnson hizo que un festejo patrio como el de la indepen-
Randall Chaves Zamora • Independencia antiimperialista: Lyndon B. Johnson en Costa Rica, la solidaridad con Vietnam... 29
dencia trasmutara de ser una memoria del elogio nacionalista para convertirse en una
memoria de denuncia y solidaridad en favor del Tercer Mundo.
Frente al mismo contexto, el comentario del dirigente estudiantil presentó un
cambio trascendental en el vocabulario político del movimiento estudiantil de la UCR,
demostró una variación determinante en sus identidades políticas y demostró que las
protestas que protagonizó la juventud, les hicieron imaginarse y presentarse pública-
mente como parte del contexto latinoamericano de la Guerra Fría. Un aspecto desta-
cado del germen antiimperialista y de esa conceptualización latinoamericana es que,
en adelante, los universitarios no podrían enfrentarse de la misma manera al contexto
nacional y empezaron a tener una relación problemática con el nacionalismo y con
sus estas: mientras el rescate de guras heroicas del siglo XIX les funcionaba para
metaforizar sus reivindicaciones contra el imperio, el contenido de festividades tradi-
cionales y muy signicativas como las de la independencia enfrentaron el rechazo del
movimiento estudiantil y fueron sustituidas por un cuestionamiento profundo a la inde-
pendencia de la región frente a los Estados Unidos. Esto fue así porque los universita-
rios comprendieron que la guerra de Vietnam era también una guerra de independencia
de ese territorio ante el colonialismo estadounidense y la presencia norteamericana fue
vista como una amenaza a la soberanía del mundo entero.
Es por ello que, aún evaluados en un plano transnacional, las protestas juveniles
en Costa Rica junto a sus motivaciones son hechos relevantes, porque fueron, paradó-
jicamente, los usos de un pasado nacionalista originado en el siglo XIX, de la indepen-
dencia y la soberanía los aspectos que enmarcaron decisivamente a esa juventud dentro
de la lógica de reivindicación global de la Guerra Fría. En su periodización sobre este
conicto en el Tercer Mundo, el historiador Akira Iriye (2013) ha insistido en que fue
justamente durante la década de 1960 y frente al escenario que supuso la guerra de
Vietnam, que muchos otros países colonizados lucharon sistemáticamente por la deco-
lonización y, naturalmente, lo hicieron con argumentos antiimperialistas que resca-
taban sus pasados nacionales; por lo que ya para 1970 la mayoría de esos países habían
alcanzado la independencia. En ese mismo plano, las juventudes comunistas de Costa
Rica demostraron tener argumentos cuidadosamente elaborados, puesto que rechazar
la independencia en un país de tradición democrática como Costa Rica implicó cues-
tionar con dureza las relaciones de su país con los Estados Unidos, el imperio de la
Guerra Fría que ellos repudiaban con energía y, al hacerlo, se relacionaron con reivin-
dicaciones que tenían un alcance que salía por mucho de sus fronteras nacionales.
A pesar de lo anterior, las acciones que motivaron este y otros cambios en la
identidad juvenil y el vocabulario político del movimiento estudiantil no han ocupado
el lugar predominante en la historiografía internacional. Además, este tampoco es un
elemento privilegiado de las memorias globales sobre 1968. Por el contrario, los
elementos que ocupan más espacio son aquellas radicalizaciones estudiantiles de
grandes movimientos de protesta alrededor del mundo y la consecuente represión,
que se materializó en acciones policiales violentas. Por las razones anteriores, el
antiimperialismo de 1968 en Costa Rica no ha sido valorado en la dimensión inau-
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 22(2): 1-37. Julio-diciembre, 2021. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica30
gural que tuvo, pero al ser puesto en el contexto global y al explicarlo como parte
de la amplia variedad de acciones de solidaridad desarrolladas en el Tercer Mundo,
esta y otras experiencias menores sobresalen por ser el signicante más evidente de
la Guerra Fría en Costa Rica durante un año elemental como 1968.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a mis colegas, Marco Vinicio Calderón Blanco, Luis Gerardo Arce
Valverde y Fernanda Gutiérrez Arrieta por la lectura que hicieron de una versión
preliminar de este texto. Junto a sus recomendaciones, observaciones e ideas, el
contenido de este trabajo mejoró considerablemente y fue publicado gracias a los
valiosos aportes de las personas que lo dictaminaron de manera anónima y al impulso
entusiasta de David Díaz Arias. Este artículo es un resultado del Proyecto de Inves-
tigación C0195 “La larga Guerra Fría en Costa Rica: estado, populismo socialdemó-
crata, representaciones y comunismo internacional, 1934-1978”, nanciado por la
Vicerrectoría de Investigación de la UCR y adscrito al Programa de Investigación en
Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad (ACTS) del CIHAC.
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