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Diálogos Revista Electrónica de Historia, 23(2): 1-23. Julio-diciembre, 2022. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI 10.15517/dre.v23i2.50006
EL DISCURSO SIONISTA-COSTARRICENSE
SOBRE EL DERECHO DE PROPIEDAD Y EL
ASENTAMIENTO JUDÍO EN PALESTINA (1943-1945)
Ricardo A. Pérez-Navarro
Resumen
El objetivo de este ensayo es analizar el discurso sionista-costarricense sobre el
derecho de propiedad y el asentamiento judío en Palestina divulgado en el HATIKVA
(1943-1945), con el propósito de entender, bajo una perspectiva histórica, el
posicionamiento de la comunidad judía en Costa Rica sobre el territorio palestino
y la población árabe. La investigación sigue el enfoque de etnicidad centrado en la
“condición de existencia similar” caracterizada por la condición judía, la anidad
ideológica y las formas simbólicas del colectivo. Además, se parte del análisis de
las relaciones semánticas de nivel superior y de la evaluación de las estrategias de
legitimación del discurso. Esto ha mostrado un discurso con una lectura teleológica
y lineal de la historia judía a partir de la perspectiva etnocéntrica askenazi, donde se
creó un nuevo paradigma identitario mediante la exaltación del ethnos-milenario y
la hebraización del territorio palestino como herramienta legitimadora del derecho
de propiedad y asentamiento judío en Palestina. Adicionalmente, se identica una
lógica binaria en la que se explota la otredad de lo árabe-oriental, bajo una visión
hegemónica y de dominación del grupo ashkenazi sobre el resto de grupos étnicos
judíos y de la población árabe.
Palabras clave: discurso, legitimación, judíos, palestinos, Costa Rica.
Fecha de recepción: 3 de febrero de 2022 Fecha de aceptación: 8 de junio de 2022
Ricardo A. Pérez-Navarro Profesor de Historia Hebrea y Política Global en el Instituto
Dr. Jaim Weizman, San José, Costa Rica. Contacto: ricardopernav@outlook.es
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4609-7672
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THE ZIONIST-COSTA RICAN DISCOURSE OF
JEWISH PROPERTY RIGHTS AND SETTLEMENT
IN PALESTINE (1943-1945)
Abstract
This essay aims to analyze the Zionist-Costa Rican discourse about property rights
and the Jewish settlement in Palestine published in HATIKVA during 1943-1945
to understand from a historical perspective the position of the Jewish community
in Costa Rica regarding the Palestinian territory and the Arab population. The
research follows the ethnicity approach based on the condition of similar existence
characterized by the Jewishness, the ideological afnity, and the symbolic forms
of the traditional system of the group. In addition, the essay analyzed the higher-
level semantic relations and the strategies for legitimizing the discourse. Under
this line, the discourse showed a teleological and linear interpretation of Jewish
history. Besides, the discourse revealed the construction of a new identity paradigm
through the exaltation of the millinery ethos. Also, the discourse legitimized the
right to Jewish property and settlement in Palestine throughout the Hebraization of
the Palestinian territory. Finally, the discourse exhibited a binary logic that exploits
the Arab-Oriental’s otherness under the domination and hegemonic vision of the
Ashkenazi group over the rest of the Jewish ethnic groups and the Arab population.
Keywords: discourse, legitimation, jewish, palestinian, Costa Rica.
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INTRODUCCIÓN
El conflicto israelí-palestino del mes de mayo y junio del 2021 tuvo como
detonante la decisión de la Corte Suprema Israelí para el desalojo de familias palestina
de Sheij Jarrah en la Jerusalén Este (El-haroun, 2021). La decisión se fundamentó
en la “Ley de Propiedad de Ausentes” (1950)1 y “La Ley de Asuntos Legales y
Administrativos” (1970), las cuáles permiten la expropiación de los territorios que
abandonaron los palestinos tras 1948, al igual que reclamar las propiedades en las
que vivían sus antepasados en Jerusalén, aún antes de esa fecha.
Esto desencadenó una serie de protestas y movilizaciones de la población
árabe-israelí y palestina contra dicha decisión, lo cual ocasionó el choque de los
manifestantes con las fuerzas policiales de Israel y que escaló hasta los enfrentamientos
en la explanada de la Mezquita de Al-Aqsa.
Este hecho suscitó que las brigadas de Ezzeldin Al-Qassam de Hamás y la
Yihad Islámica Palestina lanzaran centenares de proyectiles en contra del territorio
israelí. La mayoría captados por el sistema de defensa aérea conocido como la
“Cúpula de Hierro”; no obstante, algunos de esos proyectiles alcanzaron objetivos
civiles en diferentes ciudades como: Tel Aviv, Beer Sheva, Sderot, Ascalón y Lod.
Inmediatamente, la respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se
focalizó en bombardeos estratégicos a posiciones militares de Hamás y edificios civiles
del enclave palestino de Gaza. En consecuencia, los disturbios se trasladaron a los
centros urbanos cohabitados por judíos y árabes en los que la violencia se incrementó.
La tensión aumentó aún más con las manifestaciones nacionalistas judías con la
celebración de “Yom Yerushalaim” que remarca la conquista de la región oriental de
Jerusalén en 1967. A su vez, se atizó la violencia con los enfrentamientos en las postrimerías
de la finalización del Ramadán durante su noche más sagrada: Laylat al-Qadr.
Sin embargo, tras casi dos semanas de escaladas violentas en la región, el 20 de
mayo se alcanzó una tregua entre el gobierno de Israel y Hamás con intermediación
de Egipto. A pesar de ello, el mes de junio se rompió la tregua y se volvieron a
realizar incursiones aéreas por parte de los israelíes en Gaza, lo que desencadenó
manifestaciones nacionalistas palestinas en Jerusalén Este y reactivó algunos actos
violentos en la región sur de Israel.
Los acontecimientos tuvieron un impacto enorme en la opinión pública
internacional, esto manifestó posturas de apoyo y repudio hacia las acciones de los
actores involucrados. Aunado a ello, lo complicado del conflicto se alimenta de las
interpretaciones y afiliaciones ideológicas que irrumpen en la percepción con la que
se (des)informa, (in)visibilizan y (des)legitiman las operaciones desarrolladas por
cada bando en el conflicto, ya sea de manera directa o indirecta.
En consecuencia, el conflicto árabe-israelí se traslada a un escenario
atravesado
por la posverdad; donde se amalgama la esfera mediática y política en función de
la movilización de masas y de la opinión pública en favor de un proyecto político
dentro de un conflicto de “verdades”, como argumentan McIntyre (2018, pp.1-15)
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y Harari (2020, pp.256-270). Lo que implanta una serie de tergiversaciones y
omisiones históricas bajo un fuerte sesgo político-ideológico, las cuales repercuten
en la (des)apropiación y (des)legitimación de las concepciones de (des)colonización,
derecho de propiedad, territorialidad y soberanía.
Dicha problemática no es ajena al escrutinio de la opinión pública costarricense,
en especial, al albergar una comunidad judía y a un sector civil académico-estudiantil
ideologizado sobre el tema. Esto despertó el interés por ahondar en las posturas sobre
el territorio palestino, la idea de propiedad territorial sionista y las interpretaciones del
conflicto desde una perspectiva histórica. Esto, para marcar un punto de partida para
futuros estudios sobre las perspectivas judías en diáspora respecto al conflicto mencionado.
Por consiguiente, el objetivo de este ensayo es analizar el discurso sionista-
costarricense sobre el derecho de propiedad y el asentamiento judío en Palestina
divulgado en el HATIKVA Órgano Quincenal de la Juventud Sionista Unida de
Costa Rica durante 1943-19452, con el propósito de entender en perspectiva histórica
el posicionamiento de la comunidad judía en Costa Rica sobre el territorio palestino
y la población árabe.
Este medio circuló únicamente de 1943-1945, es una fuente inédita dentro del
estudio de la comunidad judía ashkenazi en el país. Lo que permite un abordaje mucho
más cercano a los procesos internos y formas de pensar dentro de la colectividad, lo
que se tornó un aspecto de relevancia para la historiografía sobre los judíos en Costa
Rica y los estudios de la diáspora ashkenazi latinoamericana.
También, el efímero periodo de circulación es un problema metodológico para
análisis; sin embargo, no se pretende generalizar la visión del HATIKVA sobre la
propiedad y asentamiento judío en Palestina a todo el mundo sionista; es decir, un análisis
micro con los rasgos de transnacionales relacionado con la dinámica comunitaria y de
las organizaciones sionistas del país. Esta aclaración es pertinente, dado que el estudio
se enfoca en apreciar la visión que se plantea para los judíos costarricenses, en especial,
para una comunidad tan pequeña en el mundo judío en diáspora.
Se añade a esto que este medio estuvo bajo la batuta de adolescentes miembros
de la Juventud Sionista Unida (JSU) lo que plantea otro espacio al que se deba brindar
atención, ya que se toman artículos traducidos por otras personas y se acomodan a
la visión del mundo que se pregona desde la organización juvenil. Particularmente,
se puede decir que sus redes transnacionales se centraron en los vínculos generados
con Women's International Zionist Organization (WIZO), la Keren Hayesod (KH),
la Keren Kayemeth (KKL), la Histadrut, la Agencia Judía (AJ), el CJM, y diversas
organizaciones sionistas latinoamericanas para la transferencia y reproducción de
información (Pérez, 2020, p.213).
A pesar de ser un medio de la JSU, el HATIKVA se estableció como un canal
comunitario de divulgación de las actividades de toda la comunidad y de la diáspora
en general, y se permitió la apertura de publicación a todos los miembros de la
comunidad, pero solamente en espacios informativos de carácter social y literario,
no de contenido político (Pérez, 2020, pp.210-213).
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Ahora bien, este ensayo es el primer paso para generar conocimiento histórico
de la evolución de la postura judeo-costarricense sobre el conflicto árabe-israelí; al
igual que ahondar en las relaciones transnacionales entre árabes y judíos desde los
años cuarenta. Esto para favorecer la apertura de un campo de investigación sobre el
conflicto y la diáspora de ambos pueblos en América Latina.
Es imperativo señalar que el tema, desde cualquier óptica que se aborde,
es controversial. En consecuencia, este ensayo no pretende realizar ninguna
manifestación proselitista hacia alguno de los bandos, ya que sería irrelevante. Sin
embargo, la intención del escrito gira en torno a la necesidad de sopesar argumentos
y rebatir la evidencia empírica de manera objetiva, así como criticar el discurso y
la lectura teleológica sionista de la historia como lineal y bajo una percepción
hegemónica-dominante.
Ahora bien, para efectos de la investigación se parte de un enfoque triparto
que contempla las concepciones de etnicidad, etno-histórico y etno-simbólico. Esto
para solidificar los diferentes elementos inherentes del grupo divulgador dentro de la
comunidad judía en Costa Rica, y en términos globales.
Inicialmente, siguiendo la postura de Comaroff (1987), en cuanto a que la
etnicidad se define como un modo social de clasificación y conciencia en un sentido
de unidad, que funciona como un marcador de identidad y relaciones colectivas
inherentes al contexto histórico (pp.302-306).
Complementariamente, Jenkins (2008) señala que la etnicidad es una cuestión
de diferenciación cultural que implica una interacción dialéctica entre la similitud y la
diferencia, focalizada en los significados compartidos o cultura —las formas simbólicas
que unen a los miembros en una similitud esencial— que se identifican de manera colectiva
e individual, se exterioriza y (re)produce mediante la interacción y la categorización
de los demás e interiorizada en la personal. Empero, entendiendo la existencia de la
diferenciación de las culturas en términos de la variación del lenguaje, la religión, la
cosmología, el simbolismo, la moral y la ideología, como argumenta (p.10-16).
Además, se subraya la afinidad entre los miembros de la comunidad mediante
la atracción de los individuos y su absorción en el colectivo. Lo anterior, en términos
de agrupamiento social, pero que utiliza una base ideológica para afianzar los lazos
entre los miembros.
Este modelo es aplicable a la comunidad étnica ashkenazi en Costa Rica y a
la agrupación sionista por la identificación de los miembros con su creencia y visión
del mundo sobre la relación del pueblo judío y el territorio Palestino. Sin embargo,
se debe hacer la salvedad que también aplica a los grupos étnico-nacionales judíos
y árabes en Palestina, particularmente, por las características inherentes a los rasgos
comunes que integra a sus miembros y que los hace diferenciarse del resto de
agrupaciones del territorio en disputa.
Se parte de la premisa de la condición de existencia similar o común similitud
esencial caracterizada por la condición judía o judeidad, así como la afinidad
ideológica, que se complementa con las formas simbólicas del sistema tradicional
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del colectivo (Gurvitch, 1941, pp. 80-83; Durkheim, 1984, pp.31-87; Calderón, 2013,
pp. 136-170; Arendt, 2004, pp.109-169). Las formas simbólicas se entienden como
signos y símbolos que producen una estructura de relaciones sociales e instituciones
culturales que persisten a lo largo de las generaciones, independientemente de las
creencias personales y sus percepciones (Nagel, 1994, pp. 153-176).
Las formas simbólicas son maleables para encajar en las necesidades político-
ideológicas y contextuales del movimiento sionista, en el que se politiza el mito de
origen que define a la etnia (Smith, 1999, pp. 125-147) y el mito etnocéntrico que
identifica al grupo cultural y lingüístico reconocido como el pueblo-raza originario y
dominante (Sand, 2009, p.49-54)
En donde es indudable la funcionalidad de la etnicidad como el factor original
de la diferencia cultural y la adscripción al estatus del grupo afiliado, lo que indica
que se suele compartir la definición cultural del grupo como identidad asociada a
las lealtades tradicionales, que fungen como base para el accionar gregario y las
relaciones intergrupales. De igual manera, la identidad étnica asume la experiencia
y la práctica relevante de aquellos que la llevan, en ello se afirma el yo que niega al
otro, dado que el grupo étnico busca crear una población homogénea y diferenciada
(Comaroff, 1987, pp.302-309).
En adición, se complementa lo anterior con el involucramiento del sentido
de origen del grupo, el cual se relaciona a una historia de grupo compartida, a las
dimensiones de individualidad cultural colectiva y la solidaridad colectiva, donde
sobresale el rasgo cultural de los elementos simbólicos del grupo, según apunta
Smith (2000), como un enfoque etnosimbólico que complementa la concepción
de etnicidad aplicada.
Del mismo modo, el sionismo primordialmente se apropia del pasado, ya que
proporciona un poderoso recurso cultural que persiste y moviliza; la memoria de la
homeland3 y el territorio sagrado establecen los parámetros para el objetivo nacional
futuro de la etnia, donde se configure la etnohistoria. (Nagel, 1994, pp. 165-167).
El nexo entre la etnohistoria y la etnia se vuelve cada vez más fuerte en
cuanto se logra ligar a una institución y a las formas simbólico-culturales (Smith,
2000, pp.75-80). Esto visto como una (re)construcción cultural simultánea para el
desarrollo de una unidad grupal, pero que es de mayor relevancia para la unificación
de un grupo pan-étnico, como arguye Nagel (1994, pp. 164-165).
Adicionalmente, debe darse el proceso en el que el etnopasado afecta al
presente, ya que la etnia recurre al recuerdo de la homeland, a los mitos, las memorias
y la cultura compartida, donde la cultura de la colectividad premoderna se aproxima
al ideal de nación que se desea implementar. Se añade la continuación de dichos
elementos, mediante la territorialización, creación de mitos y formación tanto de una
memoria, como de una cultura unificada.
Por último, se finaliza el proceso al realizarse una apropiación por parte de
las generaciones recientes del pasado étnico y autenticándose en él, lo que resulta en
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la construcción de compatriotas y extraños. Para Smith (1998, pp. 45-62, 117-198;
2000, pp. 73-75), el sionismo se ha valido de estas herramientas para construir o
inventar una tradición del “nuevo judío” en Palestina que desbanque la concepción
del judío diaspórico.
En contraste, esto plantea que se construya y pregone la imagen de “Pueblo
Judío” desde una perspectiva del grupo ashkenazim como una nueva consciencia
histórica unitaria y lineal, al igual que como pionera de la institucionalización de un
estado y sistema educativo.
Asimismo, se lleva a cabo el proceso de territorialización discursiva en el
que se construye un fuerte sentido de pertenencia entre el territorio y el grupo, lo
que ocasiona emociones vinculadas a un espacio físico definido que, al mismo
tiempo, configura al colectivo y, según el enfoque de etnicidad, los vinculó con lo
mitohistórico (Sand, 2012, pp.53-65) bajo una lectura lineal de la historia judía.
Por otro lado, el ensayo se centra, metodológicamente, en el análisis de las
relaciones semánticas de nivel superior según Fairclough (2003), que se fundamenta
en las relaciones: a) problema-solución y b) meta-logro, las cuales se complementan
con la evaluación de las estrategias de legitimación de los discursos mediante: a)
autorización, es decir la legitimación por referencia a la autoridad de la tradición,
la costumbre, la ley y las personas a las que se confiere algún tipo de autoridad
institucional, b) racionalización, que hace hincapié en la legitimación por referencia
a la utilidad de la acción institucionalizada y al conocimiento que la sociedad ha
construido para dotarlas de validez cognitiva, c) evaluación moral o, mejor dicho, la
legitimación por referencia a sistemas de valores y d) mitopoiesis como la legitimación
que se transmite a través de la narrativa. Todo ello con el fin de dejar en claro el rol y
funcionalidad de los textos presentes en el HATIKVA (
Fairclough 2003
, pp.91-100).
Se añade, la necesidad del entendimiento del discurso a partir de su macrotema,
como aduce van Dijk (1990, pp.54-88), a lo que se le suma la interdiscursividad
según elementos: religiosos, sociales, migratorios, económicos, políticos, y raciales
vinculados al derecho de propiedad y territorio palestino por parte de los judíos y
los árabes. También, se hace hincapié en las formas de representación de los eventos
sociales y de los actores en los textos, ya sea por la inclusión o exclusión de estos y
del grado de abstracción de las mismas como señala Fairclough (2003, pp. 134-141).
Esto se sustenta en las estrategias discursivas sobre a) la referencia o modo
de nombrar, lo que proporciona el entendimiento de la construcción de la otredad y
el sentido de construcción comunal, mediante la categorización de la pertenencia,
metáforas, metonimias biológicas, naturalizadoras o despersonalizantes. A
este tenor, se busca identificar el etiquetamiento de los actores sociales y las
atribuciones valorativas mediante estereotipos. Se debe identificar b) a los
actores como el elemento angular de la construcción del discurso e importancia
histórica para el contexto, así como las conexiones entre estos y, c) las referencias
contextuales singulares, por medio de las referencias a la ciencia, la religión y la
política, como apunta Wodak (2003, p.114).
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Por su parte, el contenido de los textos responde a determinados conceptos
ideológicos planteados por el grupo divulgador, el ámbito de acción, lo cual se puede
llegar a considerar como segmentos de la correspondiente realidad social, la que
contribuye a constituir y configurar el marco del discurso, como arguye Van Dijk
(1990, pp.105-109) y Reisigl y Wodak (2001, p.41).
CONTEXTO DE LA PUBLICACIÓN
El proceso de construcción de la comunidad judía en Costa Rica estuvo
marcado por el contexto mundial de antisemitismo exacerbado de los años treinta y
cuarenta. Este fenómeno no escapó de la realidad costarricense, donde se identifican
algunos focos de antisemitismo impulsados por miembros del sector comercial,
católico y político costarricense, así como por parte de integrante de colonias
extranjeras. Lo que implicó un mayor recelo y hermetismo en la consolidación
de la institucionalidad comunitaria judía y en las primeras etapas del proceso de
interacción social (Pérez, 2019, pp.122-151, 220).
Esto obligó a que el movimiento sionista costarricense encabezado por la
Organización Sionista de Costa Rica (OSCR) y la Juventud Sionista Unida (JSU)
pregonara airadamente la necesidad de establecer un mayor activismo local respecto
a la creación de un Estado Judío autónomo e independiente. Esta premisa se arraigó a
una postura de seguridad y protección del pueblo judío para su sobrevivencia, ya que,
desde la Emancipación Judía hasta el periodo nazi, se implementaron mecanismos
para la resolución del problema judío mediante: la asimilación, la expulsión y la
destrucción de los judíos europeos (Kates, 1989).
Simultáneamente, esto favoreció a que se desencadenaran las oleadas
migratorias transatlánticas e intraeuropeos, el desarrollo de los pogromos desde
finales del siglo XIX en la Europa Oriental y posteriormente en Alemania, la
incrustación del racismo científico y las políticas eugenésicas que derivaron en el
advenimiento de la ideología racial nazi y la consecución del holocausto (Jackson
y Weidman, 2005/2006).
Bajo este contexto de antisemitismo moderno racial y nacionalismo exacerbado,
se desarrolló el ideal sionista, que mutó y adquirió mayor resonancia en la judería
europea y en la diáspora —esencialmente del continente americano—; puesto que
los mecanismos anteriormente señalados se convirtieron en los factores de empuje
para el desarrollo de demandas de autonomía territorial para el pueblo judío.
En consecuencia, la OS y la JSU se relacionaron activamente con los
organismos sionistas internacionales como: la Organización Sionista Mundial
(OSM), la Agencia Judía (AJ), al igual que con otras organizaciones locales a lo
largo de América Latina. Con el propósito de promover el intercambio intelectual,
materiales didácticos y literatura. Lo que representó el aliciente para que el sionismo
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ganará adeptos en Costa Rica, en contraposición de otros movimientos como el
bundista (Pérez, 2019, pp.165-177).
He ahí la relevancia del HATIKVA como medio difusor de los ideales sionistas
a nivel local. Además, toma preponderancia por ser una fuente que expone la
dinámica interna e internacional de la diáspora. Bajo este contexto, el rotativo es una
pieza fundamental para la consolidación de la colectividad judía en el país.
EL HATIKVA Y SU VISIÓN UNIVERSALISTA-ETNOCÉNTRICA
DEL NUEVO PARADIGMA IDENTITARIO JUDEO-SIONISTA
Inicialmente, la JSU exhibió en el HATIKVA una visión de mundo en la
que se subordinó la historia judía a la experiencia universalista-sionista aferrada
a la historia y a la tradición etnocéntrica ashkenazi, como recalca Shohat (1999,
p.20). De ahí que el discurso gravitó entorno al desarrollo de un nuevo paradigma
identitario que deja atrás el modelo Yiddishkayt y del apego a la Yiddishland de la
mayoría de judíos ostjuden de la Europa del Este.
El nuevo paradigma se centró en la construcción de un nuevo judío y del
“hogar nacional hebreo” en Eretz Israel. El cual se cimentó en la hebraización del
territorio palestino y de la población judía, como parte del encuadre del nacionalismo
territorial-etnocéntrico de los sionistas4 y del discurso selectivo que plantea una
postura étnico-lineal de la historia judía.
Dicho paradigma se fundamentó en el secularismo, pero en combinación con
elementos religiosos que fungían como una herramienta de legitimación del ethnos
milenario; dado que la religión complementa el vacío y la dificultad que generó
definir una identidad judía secular. Por lo tanto, se produjo una nacionalización del
relato religioso que no dejó otra opción que someterse a la tradición rabínica, como
señalan Sand (2009, pp.284-286; 2012, p.196) y Kimmerling (2001, pp.182-202).
Máxime que el objetivo de esta reingeniería identitaria se enfocó en enlazar
al nuevo pueblo con la tradición milenaria judía que estableciera un continuum
histórico mediante la utilización de criterios compatibles con el imaginario común
colectivo, fundamentado en las formas simbólicas de la tradición milenaria que
definen al grupo. Por ende, el apego a la común similitud esencial y la condición
judía bajo parámetros ideológicos determinados.
Igual que los condicionantes históricos relacionados a la existencia judía en
diáspora y la necesidad de seguridad (Sternhell, 1997, pp.47-51), lo que se entiende
como la legitimación mediante mitopoiesis (Fairclough, 2003, p.98), dado que se
construye y transmite un discurso que vincula múltiples elementos afines a la etnia,
dónde se le dota de un significado y simbolismo que configura la experiencia judía
como detentadora del poder para (re)escribir la historia judía.
Lo que representó un paso mucho más sencillo para la asimilación de los
postulados ideológicos y una mejor absorción de los individuos al grupo, así como
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la solución para poder unificar a un grupo sumamente fragmentado por posiciones
culturales y lingüísticas tan variadas. Todo, con el afán de alcanzar la meta que
dé el punto final al problema histórico de la desventura del pueblo judío y deje en
evidencia cómo se utilizan las relaciones semánticas de nivel superior: problema-
solución y meta-logro.
Este paradigma de la hebraización sionista se interpreta como la exaltación
nacionalista mediante el simbolismo y su institucionalización, como aducen Nagel
(1994, pp. 164-167) y Smith (2000, pp.75-80). El cual se apropió de la tradición
religiosa y de la mitohistoria para generar la movilización social de los judíos en
diáspora, tanto para realizar la aliyah —inmigración a la Tierra de Israel o Eretz
Israel— como para financiar la misión mesiánica. Esto mediante la legitimación
por autoridad, racionalización e institucionalización de las formas simbólicas,
la tradición mito y etnohistórica basadas en un sistema de valores definido por el
movimiento en función de sus intereses (Fairclough, 2003, p.98).
Pero, como arguye Sand (2012), una porción significativa de los judíos en
diáspora en Occidente no estaban dispuestos a realizar la aliyah y, gran parte de
la judería que apoyaba al sionismo, veían al Estado Judío como una solución al
problema de los judíos con mayor afectación de violencia o aquellos que no podían
ingresar al territorio estadounidense o británico (p. 16-22).
En el caso costarricense, muy pocas personas realizaron aliyah o pensaban
realizarla durante los años cuarenta y cincuenta. Como queda evidenciado en Pérez
(2019), el motivo radicó en la estabilidad de las condiciones socioeconómicas en
que se encontraba una buena porción de los miembros de la comunidad en el país
tras la intrincada etapa inicial del asentamiento en los inicios de los años treinta.
Lo que ocasionó su permanencia en el país, en yuxtaposición a aventurarse a una
empresa complicada, caracterizada por la lucha contra un clima y la hostilidad de
la población árabe nativa. Aún, antes de pensar en hacer aliyah, prefería emigrar a
los Estados Unidos o México (p.195).
En definitiva, desde la visión sionista costarricense, se evidencia la
construcción de una nueva comunidad judía como un ente inmutable y lineal que
equipara al sionismo con el judaísmo, dado al empaquetamiento de todos los judíos
en una sola experiencia (Shohat, 1999, pp.6-8; Arditti, A.S. 1944, 1 de noviembre.
Un mensaje de Eretz Israel a los jóvenes judíos. HATIKVA, p.7); ya que el territorio
se convierte en el espacio de seguridad ante los ataques antisemitas, principalmente
por la experiencia de violencia en la Europa del Este y en el periodo nazi.
LA (IN)CIVILIZACIÓN, LO (IN)CULTO Y EL
(DE)CRECIMIENTO DE LO JUDÍO Y LO ÁRABE
La reconfiguración de la territorialidad desde la lectura teleológica sionista
yuxtapone la concepción de lo occidental y lo oriental. En donde lo oriental se
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asoció exclusivamente con los árabes-musulmanes y a las étnicas judías —mizrahi
y yemení5— de Medio Oriente y Norte de África. Lo que justifica el desarrollo de
las acciones judías en los territorios palestinos; en otras palabras, la colonización de
tierras que prepararon el establecimiento del Estado Judío.
Sobre los judíos no europeos se les consideró únicamente como elementos
complementarios al núcleo comunal primario. O por lo menos miembros de segunda
clase. Aun así, para que fueran considerados, se planteó una homogenización de
estos “otros” judíos para que se pudieran acoplar a la dinámica sociocultural
ashkenazi. La principal estrategia para ello fue la de implementar un sistema
educativo único bajo una dirección académica europea y principalmente sionista
que sería ejecutada por la Universidad Hebrea de Jerusalén, como se expresa en el
siguiente fragmento publicado en 1945:
Es cierto que todos los que inmigran en Palestina judía son judíos…; pero,
qué mundos, en cuanto a la civilización median entre judíos del Yemen y otros
de Francia, entre judíos de Afganistán y otros de Polonia, entre judíos del
Kurdistán y otros de Alemania. La educación… es tal vez a juicio del palesti-
nense, nuestro problema cardinal: encontrar un sistema educacional adaptable
a la juventud de todos esos judíos tan diferentes, y que no destruya los valores
de donde proceden pero que haga de ellos un pueblo judío homogéneo…; esta
es la tarea…, tarea que se está realizando mediante la formación de maestros
en el Departamento de Pedagogía de la Universidad Hebrea. (HATIKVA. 1945,
1 de mayo. Ponencia sobre el ‘Sionismo-La Universidad Hebrea’ presentada
por el Dr. F. R. Lachmann, pp.9-10).
Siguiendo a Fairclough (2003), el discurso que se expresa a los judíos en
diáspora es el de la reconquista de los orígenes territoriales como la solución al
problema judío milenario, que invoca a la movilizadora social. En este punto, se debe
hacer hincapié en la funcionalidad de la etnicidad, puesto que el discurso fue utilizado
para reafirmar la afiliación grupal, la consolidación identitaria y los criterios de las
relaciones intra e intergrupales, como aduce Comaroff (1987, pp.302-309) y Jenkins
(2008, pp.10-16), sobre el afán del grupo étnico dominante por la homogeneización
de todos los miembros del colectivo delineada por la experiencia ashkenazi.
Bajo este ideal, el HATIKVA se mostró activo en la recalcar que el territorio
palestino era un lugar abandonado e inhóspito, con una población árabe incivilizada
e inculta. Esto confirma el uso de la legitimación mediante la construcción de una
narrativa mito y etnohistórica —mitopoiesis— en la que el territorio es la clave
del nacimiento y meta del movimiento en relación con el derecho de propiedad
(Fairclough, 2003, p.98).
En yuxtaposición, para los sionistas, el establecimiento de un Estado Judío
era una causa de moral y de justicia como queda en evidencia en varios artículos del
HATIKVA
6
que se fundamentó en el derecho histórico de propiedad sobre la tierra
bajo el marco de legalidad que otorgó la Declaración Balfour (Steinberg, A. 1943,
1 de diciembre.
Nuestro Ideal. HATIKVA, p.4; Grunhaus, I. 1943
, 1 de diciembre.
Sentimientos de una colegiala judía. HATIKVA, p.1; Taitelbaum,
M. 1944, 1 de marzo.
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 23(2): 1-23. Julio-diciembre, 2022. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
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Sión, la Sagrada. HATIKVA, p.5; HATIKVA. 1943, 1 de diciembre. Viaje a Palestina,
p.3, 5, 6; Bistrinsky, N. 1945, enero. Un puente moderno entre Oriente y Occidente:
Palestina. HATIKVA, p.5, 8) y la mitohistoria judía (HATIKVA. 1 de mayo de 1945.
Ponencia sobre el ‘Sionismo-La Universidad Hebrea’ presentada por el Dr. F. R.
Lachmann, pp. 9-10). Lo que evidencia cómo la relación problema-solución se
sostiene en la autorización del poderío británico y de la evaluación moral desde el
sistema de valores occidentales.
A partir de ahí se trazaron las líneas principales del alegato ideológico que
dota de sentido metafísico el accionar del movimiento sionista. En especial, por
la superioridad étnica innegable que se generó con el contraste que se hizo de lo
judío y lo árabe; donde, la exposición peyorativa del “otro” es indispensable para el
propósito sionista ya que, se deshumaniza al otro, a través de la naturalización de su
exclusión y minimización de su valor.
Evidentemente, lo judío se representó como la principal fuente de progreso en
esos territorios, dado que se ligó el desarrollo judío con la expansión y crecimiento
económico relacionado con el modo de producción capitalista, el avance de la
infraestructura y sociocultural como argumenta Temper (2009, p.82-86), bajo un
ideal de progreso judío-occidental frente al retroceso-árabe.
Lo anterior reafirma el valor de la etnicidad en el entramado estructural
del discurso sionista, puntualmente, por la desvinculación del ideal de progreso
de los grupos ajenos a la particularidad étnica-ashkenazi. Se reitera la manera en
que la autoridad étnica y los valores occidentales de progreso son relevantes en la
consolidación y la legitimación de un discurso movilizador en beneficio de solventar
el problema judío-europeo ashkenazi.
Esto complementó la nueva identidad nacional judía sionista, en la que se
llegaría a dominar el territorio hostil bajo el control y distribución del agua, que
daría como resultado el dominio del territorio adverso. Además, eso beneficiaría la
expansión agrícola. Lo que se conectó con la construcción de un nuevo judío debido
a que, por fin, se volvió a trabajo de nuevo la tierra; es decir, la actividad agrícola
que le había sido prohibida durante muchos lapsos de la diáspora en Europa como
recalca Temper (2009, p.82-86).
Por consiguiente, esas acciones eran las responsables del crecimiento de los
asentamientos y de la construcción de los centros urbanos, agrícolas e industriales
necesarios para la inmigración en masa de los judíos ashkenazi en diáspora y para el
nuevo Estado, así como lo había planteado Herzl en su obra “Der Judenstaat” en 1896.
Por tanto, la implementación de la tecnología e ingeniería avanzada para
la subsistencia de las colonias judías hizo que se tomara como una victoria del
judío sobre la naturaleza —pantanos, desiertos y enfermedades— y una muestra de
supremacía ante los árabes (HATIKVA. 1944, 15 de febrero. Noticias de Palestina,
p.1). Esa diferenciación no solo recayó en los aspectos ya mencionados, sino que
también se les reprochó a los terratenientes árabes, por impedir el establecimiento
judío debido a que:
Ricardo A. Pérez-Navarro • El discurso sionista-costarricense sobre el derecho de propiedad y el asentamiento judío...
13
[…] de ninguna manera podrían estar de acuerdo con el establecimiento de un
pueblo en Palestina que llegase de Europa puesto que de seguro trastornaría el
régimen de explotación en que tenían sometida a la gran masa musulmana que
carecía por completo de cultura y civilización (Gotlieb, A. 1945, 1 de julio.
Palestina Mandato del Imperio Británico. HATIKVA, p.11).
Dicho lo anterior, se evidencia la amalgama del sentido de superioridad étnica
fundamentado en el origen, la solidaridad y la individualidad cultural colectiva. Esta
triada se complementó para consolidar la interacción entre los rasgos culturales y
simbólicos del discurso sionista para la autorización, justificación y legitimación del
plan sionista, esto según lo planteado por Smith (2000).
En adelante, el judío se representó como el motor civilizador de Oriente.
Puesto que los árabes y lo oriental fueron señalados por simbolizar lo antiguo, lo
primitivo, lo salvaje, lo exótico, e incivilizado. Lo contrario a lo que los sionistas
aducían era el pueblo judío, en especial, identificándose como un pueblo con un
desarrollo intelectual superior.
Para validar ese argumento se hizo hincapié en el monismo judío fundamentado
en su fe y en una serie de sistemas de pensamiento desarrollados para comprender el
universo. En especial, se enfatizó en que, a partir del seno del pueblo judío, surgieron
las religiones más importantes como: el cristianismo y el islam.
Seguidamente, hay una exaltación de las obras y pensamiento de Baruj
Spinoza con el panteísmo, el materialismo-dialéctico de Karl Marx, la duré de Henri
Bergson, los trabajos de Freud sobre el subconsciente y la teoría de la relatividad
de Einstein, como las más importantes creaciones surgidas del pueblo judío para
entender el universo en su complejidad. Lo que parece muy contradictorio y bastante
conveniente en poner esas creaciones individuales como si fuesen creaciones
colectivas que provienen desde el judaísmo como un todo. Lo que recalca la lectura
teleológica y etnocéntrica del desarrollo del pueblo judío desde la postura de la JSU.
El mesianismo, por otro lado, es el baluarte de las invenciones judías, debido
a que dicha percepción redimirá no solo al pueblo judío, sino a la humanidad entera,
por ende, una liberación nacional, un orden mundial en armonía y un mundo cósmico
más perfecto, como argumenta Bistrinsky en una serie de artículos titulados “Un
puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina”7. En resumen, lo judío era lo
civilizado y occidentalizado:
[…] la nueva obra judía tropieza continuamente con la población árabe. La
colonización judía y ella únicamente es la que introduce el progreso en ese país
feudal completamente atrasado. […] población árabe que aprovecha diaria-
mente de los nuevos métodos de civilización y de vida que el judío introdujo
en Oriente. […] con una extensión mayor a la región Oeste de Eretz Israel, nos
encontramos con un país totalmente abandonado y casi en estado salvaje, sin
vestigios de industria o de alguna agricultura moderna y todo su género de vida
es beduino (Bistrinsky, N. 1945, enero. Un puente moderno entre Oriente y
Occidente: Palestina. HATIKVA, p.8).
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 23(2): 1-23. Julio-diciembre, 2022. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
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En conclusión, es muy claro el proceso en que el discurso se vincula con las formas
simbólicas y cómo estas se convierten en una herramienta ideológica de legitimación
del movimiento a través del uso de la autoridad, la institucionalización y de los valores
del movimiento. Adicionalmente, la exposición de los grupos se caracteriza en acentuar
la otredad que justifica el sentido de superioridad por sobre los árabes.
En ese punto, el simbolismo y la etnicidad toman un papel preponderante en
la estructuración de un discurso que exponga la solución del problema de la diáspora
y la falta de seguridad del pueblo judío. Al mismo tiempo, se promueven los logros
obtenidos para alcanzar dicha meta, como una vitrina de la autorización, la justificación
y la validación para continuar el plan de colonización y asentamiento judío.
EL MANDATO BRITÁNICO DE PALESTINA: LAS RELACIONES
DIPLOMÁTICAS Y EL CHOQUE DE INTERESES
Otro punto que no se debe pasar por alto es la fuerte crítica a las acciones
y relaciones diplomáticas británicas respecto al Mandato de Palestina y el esta-
blecimiento del Estado Judío. La invectiva recayó en la política exterior del imperio
a partir de 1939 y hasta inicios de 1945, debido a que se ignoró la Declaración
Balfour (1917), el Informe Hope-Simpson (1930) y el Informe de la Comisión Peel
(1937), documentos que avalaban la inmigración y la creación del Estado Judío.
Estos documentos se tornaron la base de la legitimación política del movimiento
sionista y de las acciones ejecutadas en el territorio palestino. En otras palabras, la
fuente de autorización e institucionalización de las actividades sionistas en Medio
Oriente. El cual se sustenta en el sistema internacional centrado en la dominación-
hegemónica de los valores occidentales y el de la superpotencia británica.
Por el contrario, los británicos implementaron el Libro Blanco de MacDonald
en 1939. Este documento, redactado en el gobierno de Neville Chamberlain,
desechaba la idea de dividir el Mandato en dos estados, uno para los árabes y otro
para los judíos; en lugar se buscaba una sola Palestina gobernada de forma conjunta.
En este documento se enuncia la limitación a la inmigración judía hacia
Palestina, lo mismo que la prohibición para la adquisición de nuevas tierras. De
manera puntual, se condicionó la proporción de población judía a un tercio del total.
A continuación, se expone un fragmento sobre la crítica que se hizo del documento
en un artículo publicado en 1944:
Las naciones unidas deben procurar hacer de Palestina un hogar permanente
para el pueblo judío. El Libro Blanco Inglés de 1939, el cual es considerado
ilegal para la Comisión de Mandatos de la Liga de las Naciones, declara que el
31 de marzo de 1944 deben cerrarse las puertas de Palestina para la inmigra-
ción judía. La política de este Libro Blanco reeja la era de apaciguamiento
en que nació y cómo esta losofía ha sido desacreditada, asimismo debe serlo
en Libro Blanco. La entrada de judíos a Palestina debe ser medida por las
necesidades del pueblo hebreo y por sus habilidades para edicar un Hogar
Ricardo A. Pérez-Navarro • El discurso sionista-costarricense sobre el derecho de propiedad y el asentamiento judío...
15
Nacional en concordia con las convenciones internacionales (HATIKVA.
1944, 15 febrero. Wilkie pide la disolución del Libro Blanco, p.1).
Mientras tanto, por motivo del cambio en la posición británica respecto a la
población judía y sus intereses, se les recriminó a los burócratas ingleses en Palestina
que tenían afinidad con la causa árabe y se les recriminó y se les acusó de proclamar
una “neutralidad sospechosa”, que se debía a la presión de los países árabes como
Egipto e Iraq en la toma de decisiones sobre el territorio palestino, como se evidenció
en diferentes artículos del HATIKVA8.
Hay que mencionar, además, que se difundió una fuerte crítica hacia la
política palestina encausada hacia Muhammad Amin al-Husayni, conocido como
el Gran Muftí de Jerusalén, a raíz de su oposición al plan sionista. Así como del
contraste de posturas respecto al presunto colaboracionismo de Faisal I bin Hussein
bin Ali al-Hashimi —miembro de la Dinastía Hachemita, y que fuera el rey del
Reino de Siria e Iraq—.
Según Weizman en un artículo replicado en el HATIKVA, Faisal I bin
Hussein bin Ali al-Hashimi estuvo anuente para la cooperación árabe para el
establecimiento judío en Palestina en 1919 (Weizman, C. 1943, 15 de enero. El
papel de Palestina en la solución del problema hebreo. HATIKVA, p.4, 7, 8),
siendo la dinastía Hachemita una de las principales fuentes de autorización para el
movimiento. Por ende, Weizman aseveró qué:
[…] fui a Transjordania a visitar al Emir Feisal. Tuvimos una franca discusión
en la cual establecí claramente los propósitos y aspiraciones de los hebreos. Se
mostró dispuesto a darles su completa autorización después de consultar con su
padre, entonces Sheriff de la Meca. Un año después, en Londres, un tratado de
amistad fue nalizado entre nosotros (Weizman, C. 1943, 15 de enero. El papel
de Palestina en la solución del problema hebreo. HATIKVA, p.4.)
No obstante, el Gran Mufti tenía una posición contraria al proyecto sionista y
por ello, su lucha fue férrea por impedir la inmigración y atacar las diversas colonias
judías, ya instaladas en el territorio palestino (Gotlieb, A. 1945, 1 de julio. Palestina
Mandato del Imperio Británico. HATIKVA, p.11). El artículo de Weizman apunta que:
“[…] el Mufti de Jerusalén asumió el mando del partido Nacionalista extremo. Es un
implacable enemigo de los israelitas y de los ingleses. […] Aun en este caso, el Mufti
nunca ha representado la totalidad ogareña [sic] de Palestina” (Weizman, C. 1943, 15
de enero. El papel de Palestina en la solución del problema hebreo. HATIKVA, p.4).
La diatriba sionista hacia los británicos disminuyó al acercarse el final de la
Segunda Guerra Mundial, en 1945 a pesar de los focos de violencia nacionalista
exacerbada por parte de agrupaciones como Irgun y Leji en contra de los británicos
y asentamientos árabes, con el afán de forzar su salida del Mandato y permitir la
declaración de un Estado Judío (Hoffman, 1986, pp.26-47; Segev, 1993, pp.33-
34; Shapiro, 2013; van Tonder, 2019; Brownfeld, 2000, pp.113-114). Por otro
lado, se debe mencionar la severidad de los británicos en la implementación de las
restricciones colonialistas respecto a la inmigración judía en los años de la Guerra y
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para los sobrevivientes del Holocausto, expuestas en el Libro Blanco de 1939 (Segev,
1993 pp.83-96; Segev, 2000, pp.440-492; Horowitz et al., 1978, pp.181-185; Apter,
2008, pp.136-172, 217-256).
En cambio, se exhibió a Gran Bretaña como el foco de la política sionista.
Pese a todo, se le siguió dando un rol de protector del pueblo judío, ya que, en cierta
medida, había cumplido la promesa de una Palestina para los judíos. Se suma la
llegada al poder británico del Partido Laborista y la figura de Clement Attlee, en lugar
de Winston Churchill, brindó positivismo para que se diera un posible cambio en la
política exterior sobre Palestina, influenciado en gran parte por el apoyo laborista
a los judíos y por el respeto que se le daría a la Declaración Balfour (Meltzer, A.
1945, 1 de julio. Columna del director: Palestina Mandato Especial. HATIKVA, p.2;
Meltzer, A. 1945, 1 de agosto. Triunfó el laborismo inglés, p.2).
Finalmente, se complementó la visión optimista sobre el nuevo gobierno
inglés con el apoyo estadounidense e internacional a la causa judía tras evidenciarse
públicamente los horrores del holocausto9.
CONCLUSIONES
A modo de cierre, el discurso sionista expuesto en el HATIKVA ligó a la
colectividad costarricense con el ideal de la comunidad judía global. El cual se
caracterizó por una lectura teleológica y lineal de la historia judía, que se enraizó
en un ethnos-milenario continuo que exaltaba los fundamentos ideológicos del
movimiento, las formas simbólicas y el nuevo paradigma identitario basado en la
hebraización del pueblo judío.
Es imperativo recalcar que el discurso se determinó por la visión utópica
que exaltó la territorialización y el vínculo entre el pueblo judío —sionista—
con el pasado mitohistórico a través de su apropiación y de la recurrencia a la
memoria colectiva. Estos elementos fueron los recursos movilizadores, puesto que,
establecieron el objetivo nacional futuro de la etnia.
Los recursos movilizadores fueron la pieza central para legitimar el discurso
y darle validez al accionar sionista, tanto en la parte política como en las actividades
colonizadoras en Palestina. El discurso se impregnó de una visión hegemónica y
de dominación del grupo ashkenazi sobre el resto de los grupos étnicos judíos
y de la población árabe. En otras palabras, se plantea una lectura etnocéntrica y
eurocéntrica ashkenazi de la historia judía.
En especial, a partir del contraste que se produjo entre las características
de la comunidad judía y árabe, sustentadas en calificativos discriminatorios,
segregacionistas y elitistas dados por el tono peyorativo de sus aseveraciones sobre
lo árabe y lo oriental como lo inculto, falto de progreso e incivilizado.
De manera general, se evidencia una lógica binaria que yuxtapone lo judío
y lo árabe, en donde lo árabe se percibe como lo negativo asociado a un sentido de
Ricardo A. Pérez-Navarro • El discurso sionista-costarricense sobre el derecho de propiedad y el asentamiento judío...
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NOTAS
1 Título original: Law N.º 5710. Absentees’ Property Law (March 14, 1950). https://www.un.org/
unispal/document/auto-insert-209845/.
2 Dirigido por Abraham Meltzer.
3 La homeland se entiende como el lugar de origen, en este caso a la Tierra de Israel añorada por
los judíos en diáspora.
4 Se debe indicar que el proceso de descolonización es amplio para los otros pueblos del Medio
Oriente y no un elemento exclusivo de los judíos, en los que se exaltaron elementos mitohis-
tóricos y simbólicos como elemento de lucha antiimperialista. Véase: Khoury (1987); White
(2011); Neep (2012) y Ouahes (2018).
5 Se hace mención en hebreo a los judíos mizrahi como los bené ´edot hamizrah (los descendientes
de las etnias de Oriente), se incluyen a los yemenitas. El judío oriental ya es un concepto utilizado
desde el siglo XVIII y XIX. Se incluyen a los judíos asiáticos, los africanos, los norteafricanos,
los del Medio Oriente, los turco-iraníes, los sefardíes orientales o judíos del Levante, y los judíos
árabes. Dicha clasicación varía del lugar de origen: la región andaluza, los bálticos, Grecia,
Georgia, Turquía, Irán, Irak, Yemen, Siria, Líbano, Chipre, Palestina, Egipto, Marruecos, Túnez,
Argelia, Libia, África Occidental, la India, y el Cáucaso. Véanse: Sefamí, J. (2020). Memoria
e identidad en la literatura sefardí y mizrahi en Latinoamérica, Sefarad (62), 143-167, https://
sefarad.revistas.csic.es/index.php/sefarad/article/view/552; Shohat, E. (1999). The Invention of
carencia y desechable. En la que no se imposibilita el vínculo por la otredad de lo
árabe, en dónde la deshumanización naturaliza la exclusión de estos en función de
las necesidades de los sionistas. Además, se proyecta un relativo influenciado por la
subjetividad del proyecto etnocéntrico sionista.
Todo lo mencionado responde al apoderamiento de la experiencia universal a
partir de la perspectiva europea, que propició la interpretación en la que se homologó el
judaísmo mundial con el sionismo, como si fuera solo ente inseparable. Se le atribuyó
al movimiento el carácter mesiánico, lo que fue recurrente la exaltación de los logros
y las soluciones dadas por el movimiento para solventar las peripecias de los judíos.
Para concluir, se debe reflexionar en el valor de este artículo el cual propor-
ciona una mirada crítica al discurso transnacional del sionismo y sus pilares. Lo que
representa un punto de partida para el estudio de la evolución del movimiento en
Costa Rica y su comparación con estudios similares en América Latina.
Asimismo, el valor de HATIKVA como medio difusor de esas ideas, las cuales
son interesantes por todo el andamiaje discursivo e ideológico que llevan detrás de
cada publicación. Además, esto es un paso más para entender el movimiento sionista
latinoamericano y mundial. Lo mismo que el estudio de la percepción que se pregona
del conflicto árabe-israelí y la representación del mundo árabe, así como tomar eso
de inicio para analizar las implicaciones que han tenido esas ideas en la noción y
evolución del conflicto.
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 23(2): 1-23. Julio-diciembre, 2022. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
18
the Mizrahim, Journal of Palestine Studies 29(1), 5-20, https://doi.org/10.2307/2676427;
Avrum Ehrlich, M. (ed.). (2009), Encyclopedia of the Jewish Diaspora. Origins, Experiences,
and Culture. Themes and Phenomena of the Jewish Diaspora. ABC-CLIO.
6 Véase: HATIKVA. 1943, 15 de enero. La tierra da sus frutos, p.1, 3; HATIKVA. 1943, 15 de ene-
ro. Aumentan las colonias en Palestina, p.1; Weizman, C. 1943, 15 de enero. El papel de Palestina
en la solución del Problema Hebreo. HATIKVA, pp.4, 7, 8; Weizman, C. 1943, 1 de diciembre. El
papel de Palestina en la solución del Problema Hebreo. HATIKVA, pp.2, 4, 7; HATIKVA. 1943,
1 de diciembre. Viaje a Palestina, p.5, 6; Weizman, C. 1943-1944, 15 de diciembre y 1 de enero.
El papel de Palestina en la solución del Problema Hebreo. HATIKVA, pp.3, 5, 11; HATIKVA.
1943-1944, 15 de diciembre y 1 de enero. Noticias recientes de Palestina, p.1; HATIKVA. 1944,
15 de febrero. Cómo nace una aldea palestinense, p.1, 5; HATIKVA. 1944, 15 de febrero. Noticias
de Palestina, p.1; HATIKVA. 1944, 1 de marzo. Noticias de Palestina. p.1, 5, 7; HATIKVA. 1944,
1 de abril. Boletín del Keren Hayesod, p.1, 7; Lachmann, F. 1944, 1 de abril. Espiritual idea judía
contra Hitler. HATIKVA, p.8; HATIKVA. 1945, 1 de mayo. Últimas Noticias de Palestina, p.1, 2,
5, 12; Bistrinsky, N. 1944, 1 de agosto. Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina.
HATIKVA, p.4; Bistrinsky, N. 1944, 1 de setiembre. Un puente moderno entre Oriente y Occiden-
te: Palestina. HATIKVA, p.5; HATIKVA. 1944, 1 de setiembre. La Negev, p.9, 10; Sonenfeld, R.
1944, 1 de octubre. Al lado del muro de las Lamentaciones. HATIKVA, p.8; HATIKVA. 1944, 1
de octubre. EILON otra aldea Keren Hayesod celebra su quinto aniversario; Bistrinsky, N. 1944,
1 de noviembre. Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina, HATIKVA, p.5, 8;
Bistrinsky, N. 1945, enero. Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina, HATIKVA,
p.5, 8; Gordon, A. 1945, 1 de agosto. El Poder del trabajo, HATIKVA, p.6; HATIKVA. 1945,
setiembre. Sobre el aniversario del Keren Hayesod, p.9.
7 Véase: Bistrinsky, N. 1944, 1 de agosto. Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Pales-
tina. HATIKVA, p.4; Bistrinsky, N. 1944, 1 de setiembre. Un puente moderno entre Oriente y
Occidente: Palestina. HATIKVA, p.5; Bistrinsky, N. 1944, 1 de octubre. Un puente moderno
entre Oriente y Occidente: Palestina. HATIKVA, p.3, 4; Bistrinsky, N. 1944, 1 de noviembre.
Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina. HATIKVA, p.5, 8; Bistrinsky, N.
1945, enero. Un puente moderno entre Oriente y Occidente: Palestina. HATIKVA, p.5
8 Véase: Weizman, C. 1943-1944, 15 de diciembre y 1 de enero. El papel de Palestina en la so-
lución del problema hebreo. HATIKVA, p.3, 5, 11; HATIKVA. 1944, 15 febrero. Wilkie pide
la disolución del Libro Blanco, p.1; Youth and Nation. 1944, 15 febrero. Combatamos el Libro
Blanco, HATIKVA, p.4; HATIKVA. 1944, 1 de setiembre. La causa del Pueblo Israelita en
nuestros días, p.1, 2; HATIKVA. 1945, 1 de mayo. Noticias de Palestina, p.5, 12; Gotlieb, A.
1945, 1 de julio. Palestina Mandato del Imperio Británico. HATIKVA, p.11; HATIKVA. 1945,
1 de agosto. Problemas Sionistas de Actualidad. Nuestro pleito con Inglaterra, p.1, 2, 7).
9 Véase: HATIKVA, 1944, 1 de mayo. Informe del Dr. Nahum Goldman sobre su misión en
Londres, p.5, 8; HATIKVA. 1945, 1 de julio. Tres Estados más adoptan resolución pro-Pales-
tina; Picado, T. 1945, setiembre. Lo que expresan los amantes de la justicia. HATIKVA, p.1;
HATIKVA, 1945, setiembre. Los Estados Unidos en Pro de un Estado Judío, si es implantado
pacícamente; declaraciones del presidente Truman, p.1).
FUENTES PRIMARIAS
Arditti, A.S. (1944, 1 de noviembre). Un mensaje de Eretz Israel a los jóvenes judíos. HATIKVA, p.7.
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