
Darío Escobar Sepúlveda, Paula Gabriela Núñez • Caminar por tierras oscuras, Emilio Olsson y el colportaje como experiencia de viaje 1717
las casas de los nuevos prosélitos para enseñarles un nuevo orden y moralidad que
implicaba tanto la limpieza de sus casas como de sus cuerpos. En la misma línea,
se logra ubicar su representación de las poblaciones bolivianas y brasileñas, donde
observó que existían grandes poblaciones indígenas muy ajenas a la modernidad que
el Evangelio representaba en ese período (Olsson, 1899a).
De hecho, para Olsson, una persona convertida al protestantismo representaba
orden, limpieza y actitudes morales que dieran cuenta de su renovación y pertenencia
religiosa, en una línea equivalente a los cambios que se buscaban promover desde
los Estados Nacionales que además buscaban remover prácticas relacionales donde
las estructuras familiares de las poblaciones nativas eran diferentes a las promovidas
desde el modelo de familia nuclear y donde los roles femeninos y masculinos
variaban (Tribaldos, 2015), un ejemplo de ello es el siguiente fragmento:
Una vez fui donde el magistrado de un pueblo para protegerme de los ladrones
que constantemente irrumpían en mi misión. “Por qué”, dijo él, “no podemos
protegerte. Tu misión está entre la peor clase de personas”, pero volví a ellos
y, gracias a Dios, muchos de esos malvados ladrones y bandidos se salvaron
después. No siempre se puede saber cuándo un hombre se convierte, o una
mujer realmente es salva, sino por la forma diferente en que viven en casa.
Te encuentras con el hogar limpio y la familia ordenada y bien cuidada. (The
Christian and Missionary Alliance Magazine, Vol. XVIII, N° 4, 22 de Enero
1897, p. 76)
De este modo, los viajes con sentido religioso, en la dualidad viaje – misión que
vinculamos en Olsson, muestran acciones que promovieron lo que se entendía como
progreso y la elevación moral de las poblaciones del territorio, justicando sus viajes
con la armación que “La gente de América del Sur está realmente hambrienta del
Evangelio” (Olsson, 1899a: p. 75), asumiendo que el evangelio era una herramienta
de modernidad y no sólo de fe. Lo interesante es que, en lugar de proyectar esta idea
de educación en un colegio, la mirada de Olsson repetía el imaginario de la salvación/
modernización desde la introspección de la lectura bíblica, que no necesitaba de una
educación institucional, ni tampoco de un tutelaje pastoral permanente, sino que se
reejaba en el orden doméstico. La Biblia dejada (vendida) hacía que la casa fuera
limpia, el poder educativo estaba en la lectura del libro en sí.
En la experiencia de Olsson se suma un viaje a Chile a nes del siglo XIX,
posiblemente en 1895 o 1896, donde visitó la ciudad costera de Valdivia (Cámara,
1997, p. 31), en la cual estuvo un corto tiempo vendiendo Biblias, luego se reportó
en el puerto salitrero de Pisagua, en el norte, informando que había tenido varios
servicios religiosos durante el mes de julio, y que, además, había visitado el lugar
en agosto, armando que ese campo debía cultivarse3, y en Tocopilla, ejerciendo
funciones de colportor por la Sociedad Bíblica de Valparaíso4. A diferencia de sus
otras experiencias de viaje, se observa que Olsson no tuvo un trabajo misional al
interior de Chile, sino que se detuvo en sus puertos, lo cual marca una diferencia en
la descripción de acuerdo con el nivel de urbanidad visitado. Además, es presumible