Diálogos Revista Electrónica de Historia, 24(1): 1-31. Enero-junio, 2022. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica1818
no implicó la pérdida de ningún órgano, el hombre sí fue trasladado al Hospital de
Limón por parte del cuerpo policial (ANCR, Incofer, 189, 1928). A continuación,
un extracto del testimonio de uno de los testigos del accidente, quien declaró al día
siguiente de lo ocurrido:
Yo, Nathaniel Clegg, jamaicano, mayor de edad, soltero y vecino de Limón,
declaro que presencié el accidente ocurrido a Coralino Arias Jiménez, costarri-
cense (…). Eran como las 22:30 de la noche, venía yo de la esquina del Hotel
Europa cruzando la vía del ferrocarril y vi un objeto cerca de los rieles, en ese
momento llegaba un tren con la máquina empujando los carros. (…) Uno de
los carros pasó el sitio donde estaba el objeto y oí gritar a un individuo. Los
empleados del tren también oyeron la voz y el tren se paró inmediatamente.
Fuimos a investigar y encontramos el Señor Arias sufriendo de una herida en
los dedos del pie derecho. Parece que estaba dormido cerca del riel con el pie
sobre el riel y las ruedas de uno de los carros lo majó. (…) Arias está desves-
tido, con sus pantalones, camisa y zapatos en el sombrero a su lado. En mi
opinión, él estaba ebrio (ANCR, Incofer, 189, 1928).
Para el 15 de junio de 1928, cuatro meses después del accidente anterior, se
reporta que un hombre costarricense de 28 años, llamado Abel Hernández y vecino de
Zent, quien se encontraba en estado de ebriedad, intentó cruzar la línea del tren cuando
la máquina estaba muy cerca de su ubicación. A pesar de que su acompañante intentó
detenerlo en su imprudencia, este prosiguió su camino sin prestar demasiada atención
a las advertencias, obteniendo como consecuencia un golpe propinado por la máquina
en su pierna izquierda. Al igual que en los casos anteriores, la persona accidentada fue
llevada al Hospital de Limón, en donde se vericó que no había sufrido ningún daño
grave en sus extremidades inferiores y fue dado de alta a las pocas horas.
Un mes después del suceso anterior, el 16 de julio de 1928, Humberto Montano,
de 24 años, vecino de Matina y de nacionalidad nicaragüense, se encontraba dormido
a la orilla del paso del tren, con uno de sus tobillos colocado sobre la vía. A pesar de
que el maquinista se percató de la presencia del hombre y aplicó el freno de aire, la
pesada locomotora siguió su trayecto sin aminorar demasiado la velocidad, ya que los
rieles se encontraban mojados por el clima de la zona. Debido a esto, el hombre sufrió
un impacto que le produjo una herida en el talón derecho, la cual – de acuerdo con el
dictamen médico emitido por el Hospital de Limón – requeriría de al menos dos meses
para su completa recuperación. La declaración de un testigo ocular indica que el afec-
tado se encontraba en estado de ebriedad al momento del siniestro:
Yo, Abel Rosales, Brequero, mayor de edad, soltero, costarricense, y vecino
de Limón, hago constar que presencié el accidente ocurrido al nicaragüense
Humberto Montano el día 16 del corriente mes, de 1928, a las 9 y 50 horas en
el Ramal de Baltimore. Dicho señor estaba acostado al lado norte de la vía con
el pie derecho sobre el riel, cuando vi al señor, estuvimos a una distancia de 30
metros de él. El conductor Shelnut puso el breque de aire, pero no pudo parar
el tren porque los rieles estaban mojados y dos de los carros pasaron sobre el
pie. Fue alzado y llevado al hospital en el mismo tren. En mi opinión, el señor
Montano estaba en estado ebrio (ANCR, Incofer 190, 1928).