Diálogos Revista Electrónica de Historia, 24(2): 1-23. Julio-diciembre, 2023. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica1010
funcionamiento de la máquina, esto es, del sistema autoritario (Rivera, 2009;
Monteverde y Estay, 2013; Villalobos, 1989).
Mediante esta triple alianza Portales logra dos hechos de profunda considera-
ción. Primero, genera las condiciones para la estabilidad y el orden (autoritarismo).
Y segundo, saca a “su” organización de la república como centro del debate posi-
cionando al sujeto popular en su reemplazo, es decir, en adelante, los problemas de
adaptación no pasan por la calidad de la normativa, sino por la propia inherencia de
lo sujetos (Castro, 2018). Con esto, blinda su proyecto de organización social y se
establecen criterios de verdad, “su verdad”. Este ideario queda patente en la epístola
de Portales a su socio José Manuel Cea, donde con letra rme le expone que: “la
democracia que tanto pregonan los chilenos, es un absurdo en los países como los
americanos llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud como es
necesario para el establecimiento de la república” (Portales, 1822, p.1).
Así, esta república ordenada, conservadora y autoritaria toma los valores,
costumbres y el buen vivir de la oligarquía, la moral católica y la disciplina de la
milicia como insumos para crear un modelo de virtud y patriotismo, el cual Portales
pretende calzar mediante la fuerza o la seducción del sujeto popular. Al respecto -en
la misma misiva- sus palabras son elocuentes: “palo o bizcochuelo, justo y oportuna-
mente administrados (…) cura cualquier pueblo, por inveteradas que sean sus malas
conductas” (Portales, 1822, p.1).
Dicha lógica de castigo-recompensa será parte del sustento de lo que el mismo
Portales llamará “el peso de la noche”, estrategia encubierta de su modelo de repú-
blica destinada a mantener -y perpetuar-, la tendencia casi natural de la masa al
reposo que se transforma en la garantía de la tranquilidad pública (Jocelyn-Holt,
1999; Villalobos, 1989). Esto lo logrará por medio de leyes y decretos que tendrán
su concreción nal en la constitución de 1833.
Esta concepción del bajo pueblo, es decir, de todo aquel que no fuera parte de
la oligarquía terrateniente, la curia católica o la milicia, conguran su visión binaria
de la realidad, la cual, se sustenta en una vulnerabilidad social inducida (Gil Villa,
2016) que clasica a los individuos en dos categorías mutuamente excluyentes, a
su haber: los buenos y los malos. A los primeros, no les destina mayor cavilación
dada la triple personicación que de ellos tiene, en cambio, sobre los segundos,
sus reexiones son taxativas, tal como se observa en la epístola a Antonio Garfías,
fechada Valparaíso 14 de enero 1832:
(…) el malo siempre y por siempre ha de ser malo; porque el bien le enfada y
no lo agradece, y que siempre se halla tan dispuesto a faltar y clavar el cuchillo
al enemigo como a su mismo benefactor, por lo que puede asegurarse con certi-
dumbre que el secreto de gobernar está solo en saber distinguir al bueno del
malo, para premiar a uno y dar garrote al otro. (Portales, 1832, p.386).
Esta manera de entender a los sujetos, es lo que lleva a Gabriel Salazar (2010)
a conceptualizar el período portaliano como un “Estado policial”, donde la violencia