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11Diálogos Revista Electrónica de Historia, 24(2): 1-22. Julio-diciembre, 2023. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI 10.15517/dre.v24i2.53812
EL BOOM ANDRÓGINO. PREOCUPACIONES SOBRE
LA AMBIGÜEDAD MASCULINA EN NOTICIAS
DE COSTA RICA DE LA DÉCADA DE 1990.
Paula Sequeira Rovira
Resumen
Este artículo propone el análisis de noticias de periódicos aparecidas en Costa Rica
que tuvieron como foco de atención la ambigüedad dentro de diversos reportajes
del periódico La República en la década de 1990. La investigación se concentrará
en el estudio de las informaciones sobre preocupaciones hacia grupos musicales,
cantantes y actores de la farándula internacional que fueron vistos como sujetos
indeterminados en la vivencia de su género y su sexualidad. Se encontró que la
mayoría de las noticias de rechazo hicieron alusiones hacia sujetos clasicados
como hombres por la asignación de su nacimiento, que proponían un interés
marcado en una masculinidad indeterminada. Es decir, la molestia por la
ambigüedad fue casi siempre asociada lo masculino. Por otra parte, sobre la
feminidad hubo menos disconformidad por este mismo motivo. También, el
análisis incluyó notas periodísticas escritas por la prensa costarricense sobre
aspectos ligados a características ambiguas que mostraron sensaciones de
desagrado que también se relacionaron con aspectos sexuales o de género.
Palabras clave: juventud, género, sexualidad, masculinidad, música
Fecha de recepción: 18 de febrero de 2023 Fecha de aceptación: 25 de mayo de 2023
Paula Sequeira Rovira Universidad Nacional de Costa Rica. Heredia, Costa Rica.
Académica en el Instituto de Estudios de la Mujer
Contacto: paula.sequeira.rovira@una.ac.cr
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3281-0572
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THE ANDROGYNOUS BOOM. CONCERNS ABOUT
AMBIGUITY IN COSTA RICAN NEWS OF THE 1990S.
Abstract
This article proposes the analysis of newspaper news published in Costa Rica that
had as focus of attention the ambiguity in various reports from the newspaper
La República in the 1990s. The research will focus on the study of information
about concerns towards musical groups, singers and actors from the international
show business who were seen as indeterminate subjects in the experience of
their gender and sexuality. It was found that most of the rejection news alluded
to subjects classied as men by birth assignment, proposing a marked interest
in an indeterminate masculinity. That is, the annoyance due to ambiguity was
almost always associated with the masculine. On the other hand, about femininity
there was less disagreement for this same reason. Also, the analysis included
journalistic notes written by the Costa Rican press on aspects linked to ambiguous
characteristics that showed feelings of displeasure that were also related to sexual
or gender aspects.
Key words: youth, gender, sexuality, masculinity, music
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INTRODUCCIÓN
Escribir sobre la ambigüedad o sobre la indeterminación no es una tarea
sencilla. En parte, esto puede deberse a las complejas relaciones que se han presen-
tado con las políticas conservadoras cristianas que llevan años achacándole a grupos
de izquierda o feministas la vocación por promover aspectos que, para el sector más
tradicional de la población, se perciben como tareas “perversas” que causan ines-
tabilidad dentro de lo que entienden como la “naturaleza humana” y de la familia
tradicional. Por ello, lo ambiguo está cargado de sospecha.
En términos generales, existe poco aprecio o interés académico por el concepto
teórico de la ambigüedad. Por ejemplo, para ámbitos del conocimiento como la
lingüística o la literatura, esta categoría ha estado presente en discusiones que la
asocian a una posibilidad no deseable, aunque tolerable, mientras no llegue a mani-
festarse de forma permanente (Peña, 1982; Rivero, 1975). En el caso de la bioética,
lo ambiguo causa ansiedad en tanto su uso puede llevar a relativismos peligrosos
para analizar la salud y el bienestar de cualquier persona (Pardo-Caballos, 2010).
Es decir, la percepción hacia la ambigüedad suele moverse entre un evento inconve-
niente y perjudicial hasta otro que es soportable mientras no riña con las condiciones
que se establezcan como habituales o frecuentes.
En lo que se reere a los estudios feministas o de género, y en muchos trabajos
que se han interesado por la sexualidad, lo ambiguo sí ha sido importante en las
reexiones que critican las posturas dicotómicas jerárquicas y autoritarias que no dan
cabida a más de dos posibilidades contrapuestas (Preciado, 2020; Halberstam, 2018;
Butler, 2011). Estas preocupaciones plantean lo importante de ampliar la mirada de
análisis, para entender que la homogenización y la uniformidad han sido estrategias
de poder que dejaron a una incalculable cantidad de posibilidades por fuera. En esos
casos se plantea que la indeterminación o la dicultad para clasicar a las personas,
a las prácticas o a las acciones es parte de la existencia humana y, por lo tanto, la
ambigüedad resulta ser una constante despreciada de las lógicas normalizadoras.
En el presente documento se entenderá lo ambiguo como una percepción
de un discurso cultural que recalca la desestabilización de situaciones, contextos,
expresiones o condiciones consideradas como estáticas u homogéneas. En los
estudios de género y sexualidad se reconoce cómo la sociedad maniesta, dentro
de ciertos mandatos o advertencias, la necesidad de representar una clara y de-
nida performatividad de las vivencias y prácticas que se establecen a través de
lógicas dicotómicas para ordenar la sociedad (Butler, 1998). Juguetes, expresiones
sexuales o emocionales, gustos alimenticios, carreras universitarias, cremas de
cuidado personal, formas de mover el cuerpo, todo ello está reglamentado con
el n de alentar la precisión de las decisiones, las acciones y los deseos que se
valoran como adecuados en las personas.
La percepción de lo ambiguo en relación con las expresiones del género, suele
estar ligada a emociones de angustia, de sospecha o de desconanza. Así, cuando
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una sociedad se rige bajo normas muy dicotómicas y alguien detecta signos de
ambigüedad, esta suele despertar indicios de alerta por las posibles consecuencias
insospechadas que podría ocasionar. Si bien el contexto costarricense ofrece innu-
merables opciones para discutir sobre este tipo de imágenes de molestia, el periodo
que interesará estudiar aquí es la década de 1990, no solo por la consolidación de
modelos norteamericanos de estilos de vida que impactaron a la sociedad costa-
rricense (consumo, malls, tarjetas de crédito, acceso a conocimientos a través de
medios digitales), sino también porque en una investigación anterior más amplia,
que se tituló “Debates sobre salud sexual y la salud reproductiva en Costa Rica”
(Fernández-Carvajal, Preinfalk-Fernández, Sequeira-Rovira, 2020), se detectó que,
para estas fechas, existió una recurrencia informativa precisamente en noticias
escritas en La República sobre angustias que se ligaban a la ambigüedad o la inde-
terminación de las personas.
Ya que se tomará en cuenta el contexto cultural de inuencia del estilo de vida
que provenía del Norte Global, esta investigación se basará, sobre todo, en las angus-
tias referidas a lo ambiguo que estuvieron ligadas a personas del mundo del espectá-
culo internacional, de la música o la cinematografía. De hecho, aquellos años fueron
testigos de diversas alusiones ligadas a la indeterminación que, inclusive, llevaron
a mencionar la frase de la existencia de un “boom andrógino” (Méndez, 1992, p.
2B) basado en la preocupación por la feminización de los hombres dentro de las
proyecciones de Hollywood. Asimismo, otras notas periodísticas que aparecieron en
La República sobre cambios de sexo o lo que se consideraba como hermafroditismo
no serán consideradas en el presente trabajo, excepto aquellas referencias que fueron
explícitamente escritas dentro del territorio nacional, esto último con el n de valorar
las angustias costarricenses sobre las situaciones mencionadas anteriormente.
Como se verá más adelante, una mayoría de las alusiones sobre cantantes y
músicos se enfocaron en los cuerpos de sujetos considerados como hombres, de los
cuales se sugería que coqueteaban con aspectos femeninos en sus vestimentas, en
sus actitudes, en la representación de sus rasgos físicos y en su sexualidad. Si bien
no es la primera vez que se trabaja académicamente sobre las molestias causadas por
la música que escuchaba o veía la juventud de las dos últimas décadas del siglo XX,
y que eran ligadas al consumo de drogas o al satanismo (Hernández-Parra, 2022;
Díaz-Arias, 2018; Hernández-Parra, 2018), anteriormente no se ha profundizado en
las molestias vinculadas a la ambigüedad que generó esa exposición a la farándula
internacional en el territorio costarricense. Por lo tanto, es necesario esclarecer que
uno de los objetivos de este trabajo es analizar los discursos que circularon en La
República sobre la ambigüedad de cantantes y actores famosos y, en segundo lugar,
valorar cuál era el contenido de las noticias escritas en Costa Rica que mostraban
preocupaciones sobre estos mismos temas.
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ELEMENTOS CONTEXTUALES DE LA DÉCADA DE 1990
La última década del siglo XX imprimió un reforzamiento en las tendencias
neoliberales de las relaciones económicas y sociales que se extendieron a diversos
contextos. Por recomendaciones emanadas de los países del Norte Global, estas
visiones se aconsejaron como propuestas ideales para combatir la ineciencia y favo-
recer la competencia de las personas, los mercados y del Estado. Como lo ha dicho
la lósofa Wendy Brown (2021) una serie de agentes políticos y técnicos fueron
los encargados de difundir “el neoliberalismo como un proyecto global en los años
noventa” (p. 124). Flexibilización, competencia, desregulación, emprendedurismo
y ecacia se designaron como valores necesarios para que las naciones pudieran
prosperar. Sin embargo, como se verá más adelante, las acciones de “innovar” o
de “exibilizar” no tuvieron una valoración similar de apoyo cuando se trató de las
conductas asociadas a la sexualidad, a la moral o al género.
Para el contexto costarricense, durante este mismo período se fortalecieron
tendencias de lógicas de exibilización (económicas o sociales) y una continuada
eliminación de las protecciones estatales. A través de los Programas de Ajuste Estruc-
tural (PAES), iniciados una década antes, se consolidó en el país la importancia de
recortar los gastos e inversiones del Estado y liberalizar la economía (Sánchez-Sán-
chez, 2004; Vega, 1996). Bajo el eufemismo de “modernizar” (Cerdas, 2000, p. 226)
hubo todo una intencionalidad de lógicas de tecnócratas por privatizar y, supuesta-
mente, hacer más eciente el aparato estatal que consumía demasiados recursos para
los resultados, los cuales eran valorados como insucientes.
Dentro de ese contexto, el bipartidismo seguía imperando bajo el Partido
Liberación Nacional (PLN) de tendencia socialdemócrata y el Partido Unidad Social
Cristiana (PUSC) más ligado al socialcristianismo. Junto al PLN y al PUSC, a nales
de esa década, inició el nombramiento de diputados vinculados al cristianismo
conservador en la Asamblea Legislativa, aunque la creación de estructuras partidarias
con ligámenes evangélicos que deseaban llegar a ese poder de la República, inició
en 1982 (Villena-Fiengo, 2018). De esta manera, fue hasta 1998 cuando se concretó
que, por primera, vez un diputado de tendencia claramente religiosa alcanzara a ser
elegido legislador, tal y como fue el caso de Justo Orozco por el partido Renovación
Costarricense. Esto dio pie a que grupos cristianos evangélicos procuraran generar
un mejor posicionamiento en temas políticos, los cuales nalmente no se concretaron
tal y como lo habían planeado, pues también intentaron sin éxito “la creación de
una ocina de asuntos religiosos” (Fuentes-Belgrave, 2019, p. 88). En el espacio
católico, siempre con una amplia visibilidad desde la prensa, dos guras notorias,
como lo fueron Monseñor Román Arrieta y el padre Minor Calvo, se erigieron
como protagonistas en la realización de llamados a la ciudadanía para mantener una
moral cristiana intachable y ligada a prácticas de clara denición sobre los papeles
que debían cumplir los hombres y las mujeres. En el caso de Román Arrieta, sus
exhortaciones incluyeron aspectos no solo ligados a la moral sexual, sino también
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al ámbito social y económico (Picado-Gatjens, 2011), así como hacia los gustos
musicales. (Díaz-Arias, 2018, p. 157).
Asimismo, bajo las apuestas económicas-culturales que se promovieron, se
impuso un marcado sentido de consumismo ligado a valores asentados en países
del Norte Global. La mirada cultural fue puesta en el extranjero, gracias a la impor-
tación de modelos culturales y de ocio: “es la época de los “malls”, la tarjeta de
crédito, la informática, el culto al cuerpo, en n, de la progresiva incorporación a
una cultura global de consumo” (Vega, 1996, p. 140). Tal y como lo recuerda Iván
Molina (2003), durante los años noventa, el auge de la publicidad ligada a marcas
globalizadas, imprimió nuevas perspectivas que proponían como punto de referencia
a identidades con sentidos de pertenencia cercana a patrones estadounidenses o euro-
peos. Así las cosas, los grandes centros comerciales brindaban una concentración
de tiendas en un lugar cerrado, aséptico y supuestamente seguro. Esta ambientación
favoreció “un proceso de transculturación cuyo alcance es especialmente visible en
el universo urbano” (Molina, 2003, p. 99).
Ya para esas décadas, los debates propuestos en la mesa por parte del Movi-
miento de Liberación de la Mujer en Costa Rica, desde los años 1970, fueron cimen-
tando modicaciones graduales sobre el cuestionamiento de los roles sexuales, el
aislamiento de las mujeres en espacios domésticos y las desigualdades que ellas
sufrían en ámbitos laborales remunerados (Ugalde-Quesada, 2021). Asimismo, los
años noventa vinieron aparejados de una mayor visibilidad de las luchas feministas
que impulsaron la Ley de Promoción de la Igualdad Social de la Mujer en 1990; la
Ley contra el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia en 1995; la modica-
ción, en 1998, del Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia (que
posteriormente se convirtió en el Instituto Nacional de las Mujeres); y las luchas
que se produjeron para que pudiera rmarse el Decreto 23913-S, en 1999, para
permitir el derecho a cualquier persona mayor de edad a esterilizarse. La visibilidad
de este movimiento también se concretó al inicio de dicha década con el II Encuentro
Lésbico Feminista de América Latina y el Caribe, el cual fue visto con desprecio y
molestia por las autoridades religiosas y políticas del país (Serrano-Madrigal, 2002).
Un elemento de necesaria puntualización para referirse a las preocupaciones
sobre la ambigüedad es que, para aquellos años, se produjeron modicaciones
importantes en la forma en que se controlaban los contenidos televisivos que ingre-
saban a suelo costarricense. Mientras que en otros momentos se facilitó un mayor
control de la censura sobre las franjas horarias y las programaciones en las trans-
misiones de la pantalla chica o del cine proyectadas en el país, lo cierto es que esta
década proveyó nuevas dicultades para realizar esa labor de vigilancia. Primero,
en los años ochenta, las televisoras por cable empezaron a ser un dolor de cabeza
de las autoridades censoras en función del contenido ininterrumpido y sin ltros o
sin supervisión que se podía consumir los siete días de la semana (De Marín, 1982).
Pero, posteriormente, con la llegada de Internet en la década de 1990, la facilidad
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para acceder a cualquier tipo de contenido hacía temer que la audiencia de materiales
pornográcos ilimitados creciera “como hongos” (Starcevic, 1996, p. 4A).
Tal y como lo analiza el historiador David Díaz Arias (2018), la década de
1980 trajo una serie de modicaciones que conjuntaron la identidad juvenil, entre
ellas se destaca la exposición de este sector a videos musicales y el consumo de
múltiples estilos melódicos y sus consiguientes representaciones que ingresaban a
los espacios domésticos a través de la televisión. A nivel internacional, esto se fue
concretando de la mano de la cadena MTV y, para el caso de Costa Rica, en los años
ochenta apareció el programa “Hola Juventud”, conducido por Nelson Hoffmann
(Díaz-Arias, 2018), y que continúo por varias décadas más. La visualización de los
más populares videos musicales de aquellos años a través de la pantalla chica fue una
importante modicación en la forma de consumir música que existía en el país. Todas
estas representaciones no resultaron indiferentes para la población y muchas fueron
aceptadas con entusiasmo. Como Hoffmann lo recordó tiempo después, él mismo se
encargaba de censurar algunos videos, entre los que destacaba, por ejemplo, “Boys,
Boys, Boys” de Sabrina, el cual aparentemente también era muy esperado por la
audiencia (Rojas, 2014). Asimismo, se presentaron molestias por la cultura de la
música metal, ligada a la juventud que conuyó entre los últimos años de 1980 y
principios de 1990, al presentarla como cercana a cultos satánicos (Díaz-Arias, 2018;
Hernández-Parra, 2018).
Así las cosas, esta década muestra signos de preocupación por la indetermina-
ción y la entrada más marcada de valores o inuencias internacionales, lo que también
concuerda con los reportajes que se analizarán en las notas periodísticas de este trabajo.
ESTRATEGIA METODOLÓGICA Y CONCEPTOS
ÚTILES PARA EL ANÁLISIS
El estudio de las huellas culturales inscritas por las regulaciones del género
se enmarca desde la metodología cualitativa que se interesa en estudiar aquellas
conductas ligadas al propio género (que han sido alentadas o desalentadas), dentro
de una o varias sociedades. Para la historiadora Joan Scott (2013, p. 266), el interés
feminista sobre el género se debió a la necesidad de cuestionar el “determinismo
biológico” que estaba presente en las crónicas que utilizaban a la naturaleza como el
basamento de explicación prioritario de las conductas, las expresiones y los deseos de
las personas. Para desarrollar estas reexiones, se debe tomar en cuenta el contexto y
las informaciones encontradas como elementos que organizan y uniforman las prác-
ticas discursivas que se desean estudiar.
Como el presente documento intenta hacer una revisión retrospectiva de
las impresiones sobre la ambigüedad en la década de 1990, el uso de material
periodístico resulta ser una herramienta ideal. Para ello, se revisaron noticias del
periódico La República que fueron publicadas entre 1990 y 1999, el cual es el único
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medio informativo impreso que está digitalizado ininterrumpidamente durante todos
esos años en la página web del Sistema Nacional de Bibliotecas (SINABI). La
investigación se centra en la década de los años noventa no solo por ser un espacio
de fuerte inuencia cultural norteamericana (centros de diversión, consumo, música,
valores), sino también porque se detectó una angustia recurrente por la ambigüedad o
la indeterminación dentro de una investigación previa más grande sobre la sexualidad
y el género para la que se revisaron informaciones periodísticas desde 1965 hasta
1999 (Fernández-Carvajal, Preinfalk-Fernández, Sequeira-Rovira, 2020).
Para el análisis se tomaron reportajes aparecidos durante la década de 1990
que hicieron referencia explícita o de forma general al tema de la ambigüedad. Sin
embargo, también se utilizaron algunas pocas informaciones periodísticas, de los
años 1980, para plantear una perspectiva más clara sobre la progresión de la inde-
terminación sexual y de género de ciertos personajes del mundo de la farándula
internacional. Para efectos de esta investigación, se excluyeron las noticias muy
especícas o contextuales particulares sobre el cambio de sexo o el hermafroditismo
que sucedieron en otros países, y también aquellas informaciones que sugerían a la
bisexualidad como un problema dentro de la pandemia del VIH-SIDA. Además, sí
se incluyeron en el análisis todas las notas que hicieron alusión a la ambigüedad o
a la indeterminación escritas en el territorio nacional. La siguiente tabla muestra el
recuento de las informaciones periodísticas que harán parte de este trabajo:
TABLA 1.
DISTRIBUCIÓN DE LAS NOTICIAS REVISADAS SEGÚN EL AÑO DE
APARICIÓN Y LA CANTIDAD ENCONTRADA PARA LA DÉCADA DE 1990.
Año Cantidad de noticias
revisadas
1990 1
1991 2
1992 5
1993 3
1994 ---
1995 ---
1996 2
1997 1
1998 5
1999 2
Total 21
Fuente: Elaboración propia
Como puede observarse, para esta investigación se encontraron 21 noticias que
versaron sobre diversos aspectos de lo ambiguo o lo indeterminado y que se reparten en
casi todos los años, exceptuando 1994 y 1995, donde no se pudo ubicar algún reportaje
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sobre estas preocupaciones. Muchas de estas informaciones se enfocaron en hacer
alusión a personajes famosos de países como Estados Unidos, Inglaterra o España,
quienes aparecieron recurrentemente en películas, videos musicales, conciertos o
que, inclusive, visitaron Costa Rica para presentar sus shows. De estas 21 noticias,
hubo 10 que fueron producto de la elaboración de personas que habitaron en territorio
costarricense, y que no estuvieron basadas exclusivamente en cables internacionales.
Es necesario decir que la preocupación principal de estas informaciones estaba
concentrada sobre los cuerpos de aquellos sujetos que se pensaron como hombres por la
asignación de su nacimiento, y solo 3 noticias volcaron su mirada a sujetos considerados
como “mujeres”. Lo anterior señala una fuerte centralidad en la vigilancia hacia los
hombres y una marcada preocupación por las transformaciones de los patrones sobre
la masculinidad que se estaban experimentando en aquella década. Ante esto último se
debe aclarar que las conductas que se premiaron respetaron la solidez en los lineamientos
tradicionales y fueron castigados aquellos patrones percibidos como enigmáticos o
confusos. Este hallazgo es coincidente con investigaciones de periodos anteriores o
similares en Costa Rica que plantean una mayor recriminación hacia los varones por
presentarse como indeterminados o por tener prácticas sexuales no heterosexuales
(Sequeira-Rovira, 2020a; Sequeira-Rovira, 2020b; Jiménez Bolaños, 2016). En el caso
de las mujeres costarricenses de épocas similares, existe menos información sobre las
recriminaciones que les hicieron por ser percibidas como ambiguas o apartarse de los
patrones sexuales que se suponía debían mantener (Sequeira-Rovira, 2021; Serrano-
Madrigal, 2002). Lo anterior, probablemente se produjo porque, ante la sociedad,
ellas experimentaron una mayor exibilidad de los roles de género femeninos en
contraposición de lo que sucedió con los hombres. De hecho, en estas sociedades
han existido recriminaciones más fuertes hacia los hombres femeninos que hacia las
mujeres masculinas (Halberstam, 2008), pues la feminidad presenta un valor menos
importante que la masculinidad.
Lo anterior lleva a plantear tres conceptos como los fundamentos centrales
para esta investigación. El primero de ellos es el de ambigüedad, que, como se
mencionó anteriormente, se relaciona con una percepción cultural que enfatiza la
desestabilización de situaciones, contextos, expresiones o condiciones consideradas
como estáticas u homogéneas y que por esto mismo produce angustia o incomodidad.
La impresión de la ambigüedad tiene que ver con una estética que riñe con ciertos
patrones normalizados que, supuestamente, son asociados a lo correcto, lo apropiado,
lo decoroso o lo natural. Un ejemplo recurrente en la crítica de estas miradas
normalizadoras es el análisis del uso de los baños públicos por parte de personas
que no son reconocidas claramente como “hombres” o “mujeres” (Bornstein,
2016; Halberstam, 2008; Preciado, 2006). Investigaciones como las antes citadas
han establecido que, en el manejo de estos espacios, aparentemente ordinarios e
inocentes, se fortalecen los estereotipos de género normalizados.
Un segundo concepto es el de género, el cual ha sido clave para el estudio
feminista. Dentro de esta rama del conocimiento, la categoría anterior supone una
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construcción de patrones sociales que se exponen ante la sociedad como un reejo
de la diferencia sexual que se percibe como naturalizada. En términos dicotómicos,
generalmente se habla de roles masculinos o femeninos que se imponen a las
personas. Sin embargo, “el género no siempre se constituye de forma coherente o
consistente en contextos históricos distintos” (Butler, 2011, p. 49). En este sentido,
y como lo ha dicho Halberstam, “el género ambiguo, aparezca donde aparezca, se
transforma inevitablemente en desviación” (Halberstam, 2008, p. 43). Un tercer
concepto es el de masculinidad. Para algunos teóricos, dicha categoría tiene que
ver con un proceso relacionado a roles y actuaciones de hombres (Kimmel, 2004) y,
para otros, también es válido considerar la construcción de la masculinidad a través
de cuerpos que la sociedad ha asumido que son de “mujeres” (Halberstam, 2008).
Un aspecto importante que se suele señalar es que la masculinidad en las sociedades
occidentales toma forma cada vez que se opone a la feminidad (Kimmel, 2004;
Connell, 2003). Lo anterior implica una constante mirada de ambos conceptos que
se inuyen mutuamente para tratar de excluirse y, por lo tanto, la ambigüedad o la
indeterminación del género podría traer cierta censura en las sociedades.
A continuación, se analizará más en detalle las preocupaciones ligadas a lo
ambiguo que fueron expuestas en el periódico La República sobre personajes de la
farándula internacional.
LA AMBIGÜEDAD DE CANTANTES Y GRUPOS
MUSICALES QUE APARECIERON EN LAS NOTICIAS
El sobresalto por la ambigüedad que se les achacó a los hombres,
considerados como femeninos o ambiguos, por la prensa nacional e internacional
se puede rastrear en La República desde mediados de los años ochenta. Uno
de los personajes que más llamaron la atención y que fue motivo de varias
manifestaciones de molestia fue el cantante Boy George, vocalista del grupo
Culture Club. Inclusive, las publicaciones que se hacían sobre él podían manejar
cierto grado de ambigüedad interna. Por ejemplo, aunque en una misma nota
se decía que tenía “un estilo fresco, imaginativo” (Boy George, 1985, p. 19),
también se resaltaba que “mantiene su empeño en usar vistosas ropas y disimular
casi perfectamente su sexo” (Boy George, 1985, p. 19). En varios reportajes se
develaba un interés particular por pronunciarse sobre su apariencia, sus amistades
o sobre su sexualidad. Un elemento que se resaltaba en varias ocasiones era la frase
repetida de que tenía un “aspecto andrógino” (Boy George y la estela de las drogas,
1986, p. 42; Jenkins, 1987, p. 14). Por esa misma razón, se hicieron referencias a
su “atuendo femenino… cejas depiladas, cabellos largos trenzados” (Boy George
y la estela de las drogas, 1986, p. 42), que nalmente dejaban al descubierto a una
persona “sin identidad sexual ni moral” (Jenkins, 1987, p. 14). En un reportaje que se
titulaba “El demonio quiere convertirse en ángel”, se informaba como Boy George
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estaba intentando dejar las drogas y acercarse al budismo, pero al mismo tiempo se le
recriminaba por un “desarraigo afectivo, tanto de su familia como de su sexo y hasta
de los hombres que ama” (Jenkins, 1987, p. 9).
Otro personaje que también fue noticia por la sensación de ambigüedad
desde mediados de los años ochenta, fue el cantante Prince. En su caso, los
reportajes no recordaban tanto un estilo que se alejaba de cánones masculinos
tradicionales, sino que sugerían la relación que tenía con una “exuberancia escé-
nica” (Prince, 1985, p. 18), o que sus conciertos eran “extraños” (Rock: “Prince
es el príncipe”, 1988, p. 47). Sin embargo, ya para los años noventa, al recordar
que se había cambiado el nombre a un signo que no se podía pronunciar se dijo
de él que era “un símbolo de la provocación y la ambigüedad” (EFE/Redac-
ción, 1998, p. 2B). Tanto Prince como Boy George representaban un estilo que
reñía con valores masculinos de antaño, sin embargo, no eran los únicos que
estaban en una condición parecida. Además de los cantantes anteriores, también
se hicieron referencias similares hacia otros artistas del mundo del espectá-
culo como Michael Jackson, Elton John, Freddie Mercury, David Bowie, Ricky
Martin y al grupo español Locomía (Starcevic, 1996, 1B; Méndez, 1992, p. 4B).
De hecho, un conjunto musical que acentuaba los comentarios sobre lo
ambiguo fue precisamente Locomía. Como lo menciona uno de los reportajes “Ambi-
güedad es la mejor palabra que describe la imagen” de su representación (Méndez,
1992, p. 4B). Aunque la noticia sugería, probablemente con doble sentido, que se
trataba de “cuatro galanes”, también armaba que “es difícil precisar si son hombres
o mujeres” (Méndez, 1992, p. 4B). Para el reportaje, ellos rearmaban la expresión
de comportamientos excéntricos y perniciosos: “la exhuberancia de su vestuario y
sus movimientos tan amanerados no hacen más que conrmar un comportamiento
supuestamente desviado” (Méndez, 1992, p. 4B).
A principios de los años noventa, cuando Locomía estaba cerca de llegar
a Costa Rica, se recalcaban “sus trajes raros”, así como “su imagen y ademanes”
(Méndez, 1992, p. 10B). Asimismo, se discutía si “ese aire andrógino solo era un
“ardid” publicitario” o, por el contrario, era “la conrmación de sus preferencias
sexuales” (Méndez, 1992, p. 10B). Esto generaba especulación pues, supuestamente,
habían conrmado en Perú que ellos “usaban la imagen andrógina para vender su
música” (Méndez, 1992, p. 10B), tal y como el artículo suponía que lo hacía Michael
Jackson o Prince.
A pesar de las molestias anteriormente señaladas, es necesario enfatizar que el tono
utilizado hacia las mujeres famosas fue muy diferente. Por una parte, casi no hubo repro-
baciones similares hacia ellas, pero cuando rozaban con algo parecido, se les conectó
con explicaciones más benignas. Por ejemplo, en alguno de los reportajes se habló de
cantantes como Kathryn Lang, Sophie Hawkings y Melissa Etheridge, cuyas naciona-
lidades eran canadienses y estadounidenses (Starcevic, 1996, 1B). Sin embargo, en sus
casos se trató de separarlas de los rastros de indeterminación al señalar que “No se trata
de estrellas ambiguas” (Starcevic, 1996, 1B), sino que eran parte del “lesbian chic” de la
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música popular: mujeres declaradamente lesbianas y notablemente exitosas” (Starcevic,
1996, 1B). Lo anterior también hablaba de mayores permisos para las visiones que había
hacia estas mujeres, en contraposición con hombres como Boy George o Ricky Martin.
Por una parte, se decía que ellas “han reconocido abiertamente su inclinación sexual”
(Starcevic, 1996, 1B), mientras que ellos parecían ser más ambiguos en ese terreno.
Las expresiones de género que se asociaron a las mujeres favorecieron que
ellas pudieran tener una mayor elasticidad en la forma en cómo expresaron diversas
escalas o grados de su feminidad. Sin embargo, las recriminaciones hacia los
hombres pensaron la masculinidad como un elemento más rígido e inexible. Proba-
blemente, el hecho de que los hombres o lo masculino fuera considerado como “lo
universal” (Butler, 1998, p. 314) -es decir, como ese valor que representa los más
altos estándares de perfección (racionalidad, fortaleza, vigor, valentía)- al mezclarse
con lo femenino provocaba una degradación de aquello que se suponía era una virtud
natural y un símbolo de lo humano. Sin embargo, los reportajes de la época dejaban
ver que la indeterminación en el terreno sexual o en los gustos en ropa o maquillaje
de los cuerpos de personajes famosos considerados como “hombres” eran solo parte
del problema. Una preocupación que podía tener un mayor alcance estaba represen-
tada en la inuencia que podía oscurecer los deseos de las otras personas que no eran
ambiguas y de alguna manera, propagar este tipo de gustos.
Como se dejaba ver en algunos reportajes, uno de los elementos que impac-
taba eran las razones que llevaban a que estas personas se convirtieran en ídolos y
que fueran perseguidos por las mujeres: “por mucho tiempo miles de mujeres suspi-
raron frente a las portentosas guras de John Wayne, Clark Gable y Johnny Weismu-
ller” (Méndez, 1992, p. 2B), quienes estaban catalogados como “rmes, decisivos
y dominantes: eran viriles” (Méndez, 1992, p. 2B). Alejados del portento de la viri-
lidad que podían exudar los hombres rudos, para esa década se hablaba de “guras
y grupos andróginos”, tales como “Michael Jackson y Prince en Estados Unidos,
Ricky Martin y Locomía en Latinoamérica” (Méndez, 1992, p. 2B), los cuales “no
han tenido problema alguno en conquistar al público femenino” (Méndez, 1992, p.
2B). Esto, se presentaba como un problema contextual de un tiempo donde tanto los
hombres como las mujeres experimentaban modicaciones de representación ante la
sociedad y de los gustos expresados. ¿Podía la androginia o la ambigüedad conver-
tirse en la norma que justicara el que las mujeres terminaran siendo atraídas por
hombres femeninos o por otras mujeres?
De hecho, unos años después, en 1998, un reportaje similar publicado en La
República se preguntaba por los gustos de las mujeres y qué era lo que las atraía
a sus parejas. Allí, se mostraban los resultados de un estudio que probaba el que
ellas ya no estaban tan interesadas en el “hombre rudo a lo Sylvester Stallone”
(Roma, 1998, p. 8B). En parte, la nota evidenciaba que esto era un consuelo para
ellos: “Ahora los hombres pueden suspirar aliviados pues pueden decir basta a los
sacricios de horas y horas en el gimnasio y a las dietas para conseguir importantes
músculos” (Roma, 1998, p. 8B). A nales de los noventa, se proponía que para las
Paula Sequeira Rovira • El boom andrógino. Preocupaciones sobre la ambigüedad masculina en noticias de Costa Rica de la... 1313
mujeres era más seductor un “rostro” que podía “tener algo de femenino” (Roma,
1998, p. 8B), que otro más masculino. La referencia era el actor Leonardo DiCa-
prio, quien había sido el protagonista en la película Titanic, y era un modelo de ese
tipo de gustos. (Roma, 1998, p. 8B).
Así las cosas, lo interesante era que el estudio que habían llevado a cabo inves-
tigadores de una universidad escocesa contradecía las ideas que anteriormente exis-
tían sobre la atracción sexual dicotómica y sobre heterosexualidad: a los hombres
masculinos les gustan las mujeres femeninas y viceversa. Mediante una elaboración
de rostros en computadora se descubrió que tanto hombres como mujeres preferían
aquellos que eran femeninos. En cambio, los que eran muy masculinos no fueron
recibidos con agrado. El artículo alertaba que los resultados arrojados por el expe-
rimento desmentían “la teoría tradicional formulada y sostenida por estudios sobre
el comportamiento animal, según los cuales la atracción entre los sexos aumenta
cuando más marcadas son las diferencias entre varones y mujeres” (Roma, 1998, p.
8B). Si efectivamente era el tiempo del “boom andrógino” (Méndez, 1992, p. 2B)
¿podían estos modelos de hombres femeninos o delicados estar generando confu-
sión entre las personas? ¿estaban siendo perjudicados los hombres más masculinos y
tradicionales?, ¿podía la cultura estar contradiciendo a la naturaleza? Allí, era claro
que se concentraba una preocupación central que suponía una modicación presen-
tada como peligrosa en tanto alejaba a las personas de lo normal y de la naturaleza.
LA AMBIGÜEDAD REPRESENTADA EN LAS
NOTICIAS ELABORADAS EN COSTA RICA
Es complicado conocer cómo vivieron las personas adultas, jóvenes y niños
de aquella época en Costa Rica la ambigüedad reportada en las noticias del perió-
dico. Aunque es posible realizar entrevistas a quienes hoy rondan alrededor de 40,
50 años o más, y sus respuestas pueden ser muy valiosas, esto tendría que ser parte
de otra investigación. No es descabellado suponer que el éxito de un programa como
Hola Juventud en la población joven, y donde aparecían videos musicales de los
cantantes anteriormente mencionados o la presencia del grupo Locomía en tierras
costarricenses, eran un indicativo de un gusto musical que, al menos, toleraba esta
ambigüedad. Sin embargo, otra forma de acercarse a parte de esas ideas es revisando
reportajes de aquella época que tuvieron a lo ambiguo o algún tipo de indetermina-
ción como parte de sus reexiones. Con ello se podría precisar sobre algunas de esas
angustias. Es interesante que, en ese contexto, donde la ambigüedad era recriminada
en personajes de la farándula, también apareciera una noticia que más bien propuso
a cierto tipo de indeterminación en los gustos y habilidades como un valor.
Se trató de un reportaje sobre la androginia (Briceño, 1992, p. 4B), que estaba
basado en los datos de un estudio realizado en la Universidad de Costa Rica sobre
el estudiantado de dicha casa de estudio (Álvarez, 1992). La noticia ponía el acento
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en la existencia de un “alto porcentaje de la población universitaria [que] reúne
características psíquicas andróginas” (Briceño, 1992, p. 4B). Bajo una muestra de
400 estudiantes de dicha casa de estudio, se llegó a la conclusión que alrededor de
31% tenían personalidades andróginas, es decir, adoptan cualidades “apropiadas para
los dos géneros, por ejemplo, aquellas que muestran al individuo seguro, atrevido y
dominante pero también dulce y cariñoso” (Briceño, 1992, p. 4B). La noticia aclaraba
que esto era algo ventajoso, pues a este grupo se le facilitaba el equilibrio y un mejor
desenvolvimiento en el trabajo. Sin duda, esta percepción benigna de la ambigüedad
era algo novedoso, toda vez que los rasgos ambiguos habían sido considerados como
sospechosos. Pero también, la indeterminación que se exaltaba en el reportaje y en la
investigación lo que hacía era valorar las personalidades que tomaban rasgos ligados
a estereotipos “femeninos” y “masculinos” para desenvolverse en el ámbito laboral
(rmeza, asertividad, buen trato, etc.).
En la lógica neoliberal de la producción de individuos que se insertan al
ámbito laboral y donde se les pedía ser exibles, esto era promocionado como una
virtud. Sin embargo, como bien lo decía el reportaje, la androginia se quedaba en lo
puramente psíquico, y no implicaba una modicación en la indeterminación de la
representación de estos estudiantes universitarios y futuros trabajadores (ropa, movi-
mientos del cuerpo, etc.), ni tampoco en una uidez de la orientación sexual. Lo que
buscaba el reportaje era recalcar que el mercado de ese momento se interesaba en una
exibilidad de la adaptación mental o anímica en las distintas ramas laborales que se
podían escoger. Por ello, todo lo que pudiera servir al mercado laboral para formar
individuos emprendedores que no tuvieran miedo a adoptar normas menos estrictas
de personalidad era considerado como un valor, mientras que la indeterminación en
gustos de la sexualidad o del género seguía siendo percibido como inadecuado.
De hecho, la ambigüedad sexual era altamente cuestionada en el país, como
quedaba patente no solo en los reportajes que se hicieron en Costa Rica sobre Boy
George o Locomía (Méndez, 1992, p. 4B; Méndez, 1992, 10B), sino también en otras
notas que aparecieron en aquellos años. Un primer reportaje que trataba sobre este
tema buscaba aclarar las razones por las que una persona podría estar interesada en
un cambio de sexo. Así, desde el Departamento de Información y Educación de la
Asociación Demográca Costarricense se respondía que esta decisión se tomaba
producto de la experiencia de eventos insatisfactorios en los primeros años de vida.
Sin embargo, este mismo reportaje ligaba la decisión con una especie de trastorno
mental donde la persona buscaba ser el centro de atención: “Muchas veces el deseo
consciente o inconsciente de cambio de sexo induce a algunas personas a prácticas
homosexuales y al travestismo: usar ropa del sexo opuesto para atraer la atención de las
demás personas” (Preguntas de interés. Cambio de sexo, 1993, p. 14A), una concepción
que es debatible en la actualidad y que responde a visiones médicas esencialistas que
el mismo feminismo ha criticado (Bornstein, 2016; Butler, 2011; Halberstam, 2008).
Finalmente, se proponía que era mejor tolerarse tal y como uno era: “lo deseable es que
cada persona se acepte tal como es, hombre y mujer y asuma su sexualidad, la acepte
Paula Sequeira Rovira • El boom andrógino. Preocupaciones sobre la ambigüedad masculina en noticias de Costa Rica de la... 1515
y la viva satisfactoria y responsablemente dentro de un contexto social” (Preguntas de
interés. Cambio de sexo, 1993, p. 14A). Con ello se dejaba claro la imposibilidad del
cambio de sexo y, sobre todo, su inconveniencia.
De esta manera, parecía que la indeterminación en la respuesta que daba la
Asociación Demográca Costarricense era solucionada con una medida personal:
admitir y confesarse con el sexo “verdadero” asignado al nacer. La fórmula era:
aceptar, reconocer y continuar con la vida. Es decir, desaparecer de los pensamientos
los rasgos ambiguos. Como lo dijo Foucault (2007) la obsesión occidental de preo-
cuparse de esta veracidad en el sexo se convirtió en una creencia importante en la
lógica que reguló los cuerpos en Occidente desde el siglo XIX. Estas mismas ideas
de normalidad fueron retomadas no solo por la ciencia médica, que buscó normalizar
los cuerpos ambiguos (Repo, 2013), sino también por parte del feminismo que creyó
en la existencia de una tajante separación entre la naturaleza y la cultura o entre
sexo y género. Sin embargo, también desde los años noventa, posturas como las que
Butler (2011) planteó en El género en disputa fortalecieron la necesidad de cues-
tionar esta dicotomía y plantear dentro del feminismo la construcción social del sexo.
Además de la noticia antes reseñada en relación con las explicaciones que
se daban en Costa Rica sobre el cambio de sexo, otro reportaje publicado en La
República, de importante relevancia para este trabajo, fue un campo pagado (es
decir, un espacio informativo que para ser publicado requiere una erogación de
dinero y cuya responsabilidad recae sobre la persona rmante y no sobre el medio
de comunicación) que hacía referencia a molestias suscitadas porque hombres
homosexuales estudiaban en la Universidad Internacional de las Américas (UIA).
La redacción del segmento fue elaborada por un sacerdote, quien reprendía que, si
esa población quería estudiar en la UIA, debía ocultar cualquier signo visible de
su orientación sexual. A este grupo le advertía: “no se exhiban, provocando, con
prendas y adornos que les den un aspecto afeminado o ambiguo: licras, aretes,
pelos… y no intenten, sobre todo, iniciar a otros a sus prácticas antinaturales”
(Lootens, 1993, 9A). A todas luces, el acento de intranquilidad estaba concen-
trado no tanto en la existencia de los homosexuales dentro del campus universi-
tario, sino más bien en la posibilidad de una imitación de sus conductas por otros
jovencitos. Las palabras del sacerdote eran groseras, pues tildaba a las relaciones
gays de “MASTURBACIÓN MUTUA” o una “parodia estéril” del acto sexual
(Lootens, 1993, 9A, mayúscula en el original). El problema de esta visibilidad
estaba concentrado en un objeto, con el que el sacerdote tenía un alto desagrado.
Se trataba de “un arete en la oreja izquierda”, que era leído como un “mensaje gay”
en busca de “provocación” (Lootens, 1993, 9A). La ambigüedad develada en una
conrmación hacía que estallara diciendo: “tal arete, para un homosexual, puede
signicar algo tan erótico e INDECENTE como la desnudez de la mujer para un
heterosexual” (Lootens, 1993, 9A, mayúscula en el original).
Así las cosas, este tipo de noticias conrmaban un acento de desagrado,
incomodidad y, en menor medida una valoración positiva de algún tipo de
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indeterminación en personajes más o menos anónimos en los reportajes que fueron
escritos por personas en el territorio costarricense. Lo señalado anteriormente
con estas notas aparecidas en La República conrman que la exibilidad solo era
tolerada en tanto apoyara la creación de mejores profesionales dispuestos a ajustarse
a las demandas del mercado. Sin embargo, todo lo que tuviera cercanía con una
exibilidad en el ámbito de las preferencias sexuales, y muchas veces relacionado
con el género, eran altamente sospechosas y motivo de reprobación o censura social.
CONCLUSIONES
Aunque durante los años noventa, a nivel internacional, surgieron segmentos
en el famoso programa Saturday Night Live (SNL) como It’s Pat o The Ambiguously
Gay Duo, que ofrecieron espacios para satirizar lo ambiguo, lo cierto es que esta
época también vio una consolidación de una relación entre el conservadurismo y
el neoliberalismo (Cooper, 2022) que fortaleció una serie de recomendaciones para
no alejarse de los patrones supuestamente naturales y bíblicos de cómo debía ser el
comportamiento humano. No es de extrañar que, frente a esas mismas inuencias, en
un país como Costa Rica, los discursos cristianos implantaran, a nales de los años
noventa, postulados sobre la ideología de género para evitar la ambigüedad en el uso
de ciertos términos, en las conductas o en la inuencia que podían tener organismos
internacionales en la educación sexual costarricense (Sequeira-Rovira, 2019). Así,
estos discursos conservadores intentaron plantear la necesidad de valores monogá-
micos, una familia tradicional y una diferenciación entre lo que se pensaba que eran
los hombres y las mujeres.
Como lo ha mostrado el presente trabajo, las acusaciones que se hicieron sobre
sujetos masculinos que parecían “femeninos” o ambiguos (ya fuera Boy George, los
cantantes del grupo de Locomía, o los estudiantes de la UIA), sugerían decien-
cias en la representación de la masculinidad expresada en sus cuerpos y actitudes.
Estas noticias no dejaban claro el supuesto origen de esta “carencia”, sin embargo,
se pueden encontrar suposiciones en cuanto a factores genéticos, culturales o una
mezcla de ambos: es decir, no existió una respuesta uniforme. Las explicaciones
giraron en racionalizar estas conductas a través de un problema de drogas (Boy
George y la estela de las drogas, 1986, p. 42), un ardid publicitario (Méndez, 1992,
p. 10B), traumas infantiles o la necesidad de llamar la atención (Preguntas de interés.
Cambio de sexo, 1993, p. 14A).
En todo caso, las informaciones recalcaron una y otra vez que ellos no eran
sucientemente capaces de mostrar al mundo la masculinidad que los apartaba de
los rasgos femeninos. Su identidad era producto de una mezcla, era un compuesto,
era promiscua en un sentido de una combinación de aspectos moralmente
reprochables. Desde la lógica de la performatividad, donde se supone que la
expresión de la masculinidad (o feminidad) es un “acto” (Butler, 1998, p. 310)
Paula Sequeira Rovira • El boom andrógino. Preocupaciones sobre la ambigüedad masculina en noticias de Costa Rica de la... 1717
que se desarrolla constantemente, estas personas fallaron al “actuar mal el propio
género” (Butler, 1998, p. 311).
Así, cantantes como Freddie Mercury, Boy George, e inclusive el actor Leonardo
DiCaprio proyectaban, a un mismo tiempo, las angustias sobre la indeterminación
en un terreno que se había propuesto como una proyección de la naturaleza. Sin
embargo, las percepciones sobre lo ambiguo y andrógino se habían concentrado
particularmente sobre el sujeto masculino que escapaba a la performatividad
dicotómica clara y denida y que, como decían las informaciones del periódico,
anteriormente fueron asociadas al “hombre rudo a lo Sylvester Stallone” (Roma,
1998, p. 8B) o a guras como “John Wayne, Clark Gable y Johnny Weismuller”
(Méndez, 1992, 2B). La angustia por la ambigüedad supuso que efectivamente
existían individuos estables en sus preferencias y sin fractura en su identidad, en sus
prácticas, en su corporalidad o en su comportamiento durante toda su vida. Asimismo,
se supuso que existieron otros sujetos “raros” que eran moralmente reprobables y
que podían inuir negativamente en la juventud.
Como se ha mencionado anteriormente, los disgustos analizados de la década
de 1990 en Costa Rica estuvieron ligados a la desaprobación por la indeterminación
del género o de la sexualidad, pero no hacia otro tipo de construcciones de sujetos
económicos exibles y multifuncionales. Para esta investigación, no es posible
proponer si estas percepciones de rechazo sobre la ambigüedad eran aplicables a
toda la sociedad costarricense. Sin embargo, por los indicios de gustos musicales de
los cantantes populares en Costa Rica y señalados como ambiguos se puede sugerir,
por lo menos, una especie de tolerancia en poblaciones jóvenes de estas expresiones
ambiguas. Lo que sí es claro observar es la existencia de una valoración de disgusto
en los cables internacionales y nacionales por aquellos sujetos que fueron presen-
tados como un modelo para las personas de menor edad, precisamente por su inde-
terminación sexual y de género.
Para aquel momento, los productos comerciales y los gustos por el consumo
cosmopolita habían provocado modicaciones en el “estilo de vida” y un reforza-
miento de la “globalización cultural” proveniente del norte (Molina, 2003, p. 103).
Esto era transmitido no solo a través de los videos musicales que llegaban a los
televisores de las casas de habitación, sino también a través de películas o series
que sugerían una vivencia y un estilo de vida basado en modelos heterosexuales,
blancos y de clase media o alta de los Estados Unidos o Europa. En los documentos
revisados queda patente que la ambigüedad puede ser tanto una situación esperable
de ciertos contextos, como una incomodidad estética o una situación peligrosa. En
este último sentido, existió la preocupación por evitar, suprimir, anular, amortizar o
detener cualquier traza de ambivalencia sobre todo de los sujetos masculinos en un
acercamiento a la feminidad.
Una de las preocupaciones que estuvo contenida en esta indeterminación se
ligó a la posibilidad de provocar o torcer el camino recto en la vivencia de los jóvenes.
Para Ahmed (2019), la valoración de la orientación (racial, sexual, geográca) no es
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nunca un elemento que deba tomarse a la ligera. Como ella lo recuerda el “amor
sexual a menudo es expresado con metáforas direccionales” (2019, p. 101). Esto
implica la creencia no solo de una línea recta de deseo, sino también de la posibilidad
que alguien (ambiguo o no) pueda torcer esta direccionalidad que se considera como
natural. Para las perspectivas conservadoras, médicas o moralistas, la línea recta del
deseo, (donde también se incluyen expresiones de género), supone que allí no puede
existir ningún tipo de indeterminación. Así, lo ambiguo podría hacer sospechar
que la rectitud de la sexualidad o el género no es algo natural, sino que responde a
patrones culturales que son modicados con el tiempo. De hecho, los estudios sobre
masculinidad entienden que no se puede hablar de un solo tipo de sujeto masculino,
sino que, inclusive, en una misma sociedad pueden convivir diversos tipos de
asociaciones hacia lo que se considera como rasgos de la masculinidad (Halberstam,
2008; Kimmel, 2004; Connell, 2003).
De acuerdo con las noticias de periódico, las preocupaciones de la indeter-
minación supusieron una transformación de modelos apreciados como Rambo
(Sylvester Stallone), Tarzán (Johnny Weismuller) o el vaquero masculino y rudo
(John Wayne), por múltiples posibilidades con características insospechadas. Cuando
a nales de la década de 1990, personajes trans o drag queen como Dana International
y RuPaul advertían ser más femeninas que las modelos famosas como Linda Evan-
gelista, señalaron también que “las mujeres renunciaron a su feminidad y entonces
llegamos nosotros” (Los travestidos contra las modelos, 1998, p. 8B), o sino que “por
nosotros se vuelven locos tanto los hombres como las mujeres” (Los travestidos contra
las modelos, 1998, p. 8B).
Esto no solo suponía la preocupación por la existencia de hombres ambiguos
y por mujeres atraídas ante estos modelos indeterminados, sino también por hombres
que consideraban ser los representantes de la verdadera feminidad. Lo anterior,
propuso el foco de angustia en un trastocamiento de la naturaleza humana. Mientras
que en Estados Unidos o Inglaterra la ambigüedad estaba representada en Boy George,
Freddie Mercury o RuPaul, en Costa Rica no solo eran estas tendencias que se mostraban
en cables internacionales o en programas musicales o películas, sino también había que
lidiar con los jóvenes que usaban aretes “en la oreja izquierda” (Lootens, 1993, 9A) para
provocar o los grupos y cantantes ambiguos que visitaban el país.
Al hablar de ambigüedad podría pensarse que esta característica es
necesariamente el camino “adecuado” para “subvertir” el género dicotómico. Sin
embargo, como lo ha dicho Butler un género que tiene características ambiguas no
necesariamente perturba el orden social, sino que también puede funcionar para mantener
“intacta la sexualidad normativa” (Butler, 2011, p. 16). La percepción de la ambigüedad
más bien puede provocar mandatos más estrictos para guardar una especie de pureza en
la representación del género. Este trabajo no pretende plantear todas las aristas que la
sociedad costarricense experimentó en la década de 1990 sobre la ambigüedad, sino que
desea ser un aporte en la búsqueda de la construcción o reconstrucción de temáticas que
pueden pasar desapercibidas por considerarse de menor importancia que otras.
Paula Sequeira Rovira • El boom andrógino. Preocupaciones sobre la ambigüedad masculina en noticias de Costa Rica de la... 1919
NOTAS
1. El término hermafrodita fue utilizado por la ciencia médica (Stoller, 1984; Money y Ehrhardt,
1982) para describir a las personas que tenían genitales ambiguos. Con el tiempo, este término se
ha reemplazado por la palabra intersexual.
2. La bisexualidad es la atracción sexual que alguien siente tanto por “hombres” como por “mujeres”;
esta situación fue vista como un problema de ambigüedad para la ciencia médica (Stoller, 1984).
3. Concepto que supone una estética de características masculinas y femeninas que conviven al
mismo tiempo.
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