DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA
DE HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc.
Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Artículos antes de los procesos de indexación
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Vol 1. No. 1. Octubre - Diciembre de 1999
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LA RUTA DEL ESCLAVO EN HISPANOAMÉRICA
SAN JOSÉ, COSTA RICA
24-25-26 FEBRERO 1999
La población afroamericana libre en la Centroamérica colonial.
Dr. José Antonio Fernández M.
Universidad Nacional, Costa Rica
En 1831 una comisión del congreso de la República Federal de Centroarica declaró que
aquella instancia no se debía desentender "de uno de los puntos esenciales como es el cruzar
las castas e indios y negros para disipar las rivalidades y odios que se profesan." El informe
aseguraba que "indios y negros se niegan a toda sociabilidad por los odios y rencores que
nutren y separan, creando una especie de intereses opuestos." Ante esta situación,
considerada autoevidente, para "formar una sola familia" que se gobernara por "un resorte
común" se propuso remover todo obstáculo a la mezcla de indios y negros, trasladando
familias de una costa a otra y al interior.
1
No hay evidencia de que la iniciativa prosperara en el marco de la inestabilidad de la
República Federal, pero es la última ocasión en que se hace referencia a la población
afroamericana heredada de la colonia en un documento político: ésta fue invisibilizada
hasta tal punto durante el medio siglo posterior a la independencia que se consideró
"novedad" el arribo de inmigrantes antillanos para construir ferrocarriles y trabajar en las
1
Archivo General de Centroamérica (en adelante AGCA), B-3480-79564; para todos los
documentos de este archivo las letras y números separados por guiones corresponden a
signatura, legajo y documento.
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plantaciones bananeras. No es temerario afirmar que la primera víctima de la diversidad
cultural heredada del coloniaje fueron los afroamericanos. Además el discurso es
representativa de un corpus de testimonios documentales sobre la conflictividad entre
amerindios y afroamericanos, fruto de sus cambiantes y contrastantes vinculaciones con las
élites y el Estado colonial, que para entonces databan de más de tres siglos. Este trabajo
busca identificar la dialéctica generada erntre estos dos grupos subordinados y de ellos con
los beneficiarios del orden colonial, las élites españolas y el Estado.
Caben, sin embargo, dos disgreciones sobre la realidad social a la que nos referimos. En
primer lugar, nunca hubo un ejército español en Centroarica, ni siquiera cuando era
evidente la cercanía de la independencia. Su existencia tricentenaria sólo fue posible gracias a
la existencia de élites locales cobeneficiarias del estatus colonial y a que todos los grupos
subordinados creían recibir privilegios, materiales o simbólicos, de la lejana corona española.
En segundo lugar, debe quedar claro que la estructuración de la sociedad en el imperio español
difiere de la tradición anglosajona, de forma que no puede ser definida como una
"pigmentocracia".
2
Chistopher Lutz ha demostrado que, dada la ausencia de españolas durante
las primeras cadas de la colonia, los descendientes de los conquistadores en efecto tenían
entre su composición genética "sangre " negra.
3
Si bien los inmigrantes posteriores se
vincularon con estas familias de "descendientes de los conquistadores", es muy probable que
2
El término es de Peter Bakewell en "Spanish America: Empire and its Outcome" en J.D. Elliott.
The Spanish World. (London: Thames and Hudson Ltd., 1991), 65-84.
3
Christopher H. Lutz, Historia sociodemográfica de Santiago de Guatemala. 1541-1773.
(Guatemala: CIRMA, 1982), 14.
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compartieran el juicio que de ellas hizo Miguel García Granados a finales del período colonial:
ignorantes, con humos de nobleza, cuyo lenguaje era "tan vulgar como la clase más ínfima del
pueblo" y en algunas de ellas "la raza africana asomase la punta de la oreja."
4
Cuando
convenía a sus intereses las élites provinciales de españoles dejaron de lado sus prejuicios en
reconocer esta mezcla racial, como lo hizo el cabildo de la ciudad de Granada en 1785 cuando
buscaba extender su jurisdicción sobre los pueblos de indios y los mulatos dispersos en los
campos aledaños, alegando ser "procedentes unos de otros".
5
Obviamente esto no quere decir
que no hubo, y aun hay, racismo, sino que el mismo no estaba ligado al color de la piel como
en aquellas sociedades esclavistas en que predominaron los llamados "códigos negros," sino
que privó un sentido corporativo heredado de la Edad Media.
Los pocos esclavos negros y los mulatos traídos por los españoles fueron clave en las
primeras formas de explotación de los indios después de la conquista. Durante el período
colonial temprano fueron los capataces de las cuadrillas de indios recién sometidos en la
incesante búsqueda de oro en los pláceres de los ríos, hasta quefue obvio que el istmo no sería
una fuente de riqueza mineral comparable con Perú o Nueva España. Por ello en el istmo fue
aun s evidente que la principal riqueza del Nuevo Mundo eran sus habitantes: los
conquistadores y sus descendientes inmediatos compitieron por la asignación de encomiendas
4
El subrayado es mío. Miguel García Granados. Memorias del general Miguel García Granados.
(Guatemala: Editorial del Ejército, 1978), 7.
5
José Antonio Fernández Molina. "La dinámica de las sociedades coloniales centroamericanas
(1524-1792)" en Margarita Vannini (Editora). Encuentros con la Historia. (Managua: Instituto
de Historia de Nicaragua, 1995),126-127.
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(indios que tributaban en trabajo y especie) en las zonas cacaoteras ubicadas a lo largo de la
costa de Pacífico, que tenía una fuerte demanda en México. En contraste con regiones como el
Valle Central de Costa Rica, en donde sólo se podía esperar de la encomienda la provisión de
alimentos de primera necesidad, las huertas cacaoteras de Guatemala y El Salvador
permanecieron en manos de los indios, mientras el encomendero se limitaba a comercializar
tanto el tributo recibido como el grano asegurado mediante la comercialización, más o menos
forzada, de productos europeos. Aunque desde mediados del siglo XVI la corona española
intentó subordinar a las bandas conquistadoras con medidas que buscaban proteger a sus
nuevos súbditos, algunos encomenderos ignoraron la nueva legislación y los más utilizaron a
sus esclavos negros y mulatos como testaferros para violar las medidas segregacionistas.
6
Pero
las nuevas enfermedades y los abusos de los espoles diezmaron la población indígena, cuyo
trabajo era indispensable para mantener el equilibrio ecológico requerido para producir cacao
en el Pacífico seco centroamericano y eventualmente esta actividad económica desapareció.
Con los tropiezos y limitaciones de la época, lentamente el Estado colonial y sus
representantes impusieron su presencia. Se estructu una legislación segregacionista que
dividía la sociedad en una república de indios y una república de españoles, cada una sujeta a
derechos y obligaciones diferentes. Pero aunque los africanos y sus descendientes no
6
El análisis clásico de este período cacaotero es Murdo J. MacLeod. Spanish Central America. A
Socioeconomic History. 1520-1720. (London: University of California Press, 1973); una
interpretación alternativa del auge y la crisis cacaotera la proporciona Jean-Marc Touzard.
L'economie coloniale du cacao en Amérique centrale. (Francia: CIRAD, 1993), en tanto que los
aspectos sociales son tratados extensamente por Pedro Escalante-Arce. Código Sonsonate. (San
Salvador: Dirección General de Publicaciones e Impresos del MInisterio de Educación, 1992).
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estuvieran contemplados en la estructura colonial y potencialmente podían convertirse en los
parias de la nueva sociedad, como veremos más adelante, la estructura legal disada por los
juristas españoles para el imperio americano fue cuestionada desde sus inicios por procesos
sociales y culturales más allá del control del Estado colonial, procesos que moldearon cada
aspecto de la nueva sociedad y particularmente su composición étnica.
La evidencia disponible sugiere que en Centroamérica hubo dos procesos concurrentes en la
formación de una creciente población flotante: miscegenación, permitida o alentada por los
españoles, que crel grupo de lascastas,” y el abandono de sus comunidades por los indios.
La violencia de la conquista no terminó cuando callaron los aceros. En medio de la crisis
demográfica que disminuyó las encomiendas y su viabilidad económica, a finales del siglo
XVI y principios del siglo XVII los españoles forzaron a sus esclavos negros a procrear con
las indias, arguyendo posteriormente que estos niños debían ser esclavos como sus padres. Los
representantes metropolitanos denunciaron este intento por asegurarse fraudulentamente una
nueva generación de esclavos, contraria a la tradicn europea, en la cual la condición de
esclavitud se heredaba por el vientre, en regiones tan lejanas como San Salvador (1614) y
Costa Rica (1675).
7
Ades, como se vio con anterioridad, la miscegenación “voluntaria” (o
al menos menos planificada para beneficiar a los espoles) fue facilitada en San Salvador,
7
Magnus Mörner. "La política de segregación y el mestizaje en la Audiencia de Guatemala."
Revista de Indias. XXIV: 95-96 (Enero-junio 1964), 141; "Real Cédula que aprueba las ordenanzas
dictadas a favor de los indios por el doctor don Benito de Noboa Salgado, oidor de la Audiencia de
Guatemala y Visitador de la Provincia de Costa Rica" (1676). Archivo Nacional de Costa Rica (en
adelante ANCR)-Sección Histórica (en adelante SH)-Serie Complementario Colonial-739.
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Soconusco y Suchitepéquez pues los ciclos cacaoteros del siglo XVI exigieron la presencia de
foráneos en los pueblos de indios, violando las leyes segregacionestas de la corona.
8
Sin
embargo, la miscegenación sólo se convirtió en un mestizaje permanente si encontraba un
nicho dentro del marco socio-económico colonial. Pero si el contexto lo favorecía gente
"racialmente" mezclada podía revertir a la cultura india hegenica de una región, como fue
el caso de las castas de Cuilco, en el altiplano guatemalteco, quienes vivían y actuaban como
indios para 1715.
9
Mientras que las élites españolas contribuían al erario con impuestos indirectos difíciles de
recolectar, el ingreso fiscal más importante del Estado colonial hasta principios del siglo
XVIII fue el tributo personal, al que teóricamente estaban sujetos tanto los indios como los
descendientes de africanos. Pero al determinarse las tasas en 1585 se establecieron diferencias
significativas; así, mientras indios y zambos pagarían 1.5 pesos anuales y sus contrapartes
femeninas medio peso, negros y mulatos pagarían dos pesos y sus contrapartes femeninas 0.75
de peso.
10
No conozco ningún texto que explique cuál fue la gica detrás de esta
determinación, que bien pudo basarse en una temprana percepcn de los afroamericanos
como mejor integrados al mercado o bien para diferenciar los nuevos súbditos, técnicamente
8
Mörner. "La política," 139-140; MacLeod. Spanish Central America, 229.
9
El caso de Cuilco fue utilizado por Adrian Van Oss para demostrar la falta de correspondencia
entre raza e identidad cultural. Adrian C. Van Oss. Catholic Colonialism. A Parish History of
Guatemala, 1524-1821. (Cambridge: Cambridge University Press, 1986), 77-78.
10
José Joaquín Pardo. Miscelánea histórica. Guatemala siglos 16 a 19; vida,
costumbres, sociedad. (Guatemala: Editorial Universitaria, 1978), 84.
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libres, y quienes tenían como mancha de origen la esclavitud. Fuese cual fuese el
razonamiento detrás de esta diferenciación, irónicamente se esperaba que los mulatos pagaran
su tributo en los pueblos en los que se suponía no debían residir, donde no compartían la
estructura de poder ni tenían acceso a las tierras de la comunidad. Para 1610 el ingreso
proveniente del tributo había disminuido pues se usó la movilidad geográfica como
mecanismo de resistencia; su efectividad quedó demostrada cuando las impotentes autoridades
coloniales decidieron que únicamente debían pagarlo los negros, mulatos y zambos que
estuviesen viviendo en la comunidad al momento del cobro.
11
No es sorprendente que esta
población flotante evadiera a los oficiales metropolitanos, quienes representaban un proyecto
colonial que, si se imponía, los colocaría en el nivel más bajo de la estructura social.
El abandono de sus comunidades por los indios es más difícil de evaluar porque el énfasis de
la fuerntes coloniales son precisamente esos pueblos, nichos proveídos por el Estado colonial
donde vivían bajo la autoridad compartida del cura y el cabildo de indios, con acceso a tierras
cedidas por el rey y pagando su tributo. MacLeod y Van Oss han indicado que el proceso de
“desindianización” fue más intenso y permanente en aquellas áreas donde los españoles
concentraron sus actividades económicas dirigidas al mercado, donde la cultura original
cambió ante presiones económicas, demográficas y culturales.
12
Los estudiosos que han
estudiado la evolución demográfica de la población indígena centroamericana frecuentemente
11
Pardo. Miscelánea , 85
12
MacLeod. Spanish Central America, 229; Van Oss, Catholic Colonialism, 71, 77-78.
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asumen que cualquier reducción en la población necesariamente obedece a un colapso
demográfico.
13
Sin despreciar el impacto de este fenómeno, especialmente para el siglo XVI,
en ausencia de una migracion significativa de europeos y africanos es evidente que la mayoría
de quienes eran oficialmente miembros de las castas tenían una herencia genética de origen
amerindio. Pero, en contraste con la región andina, donde una matriz cultural común permitió
la aparicn de yanaconas (definidos por Bakewell como una “”población flotante en una
sociedad cuyos otros miembros tenían un sitio rígidamente definido") que mantuvieron su
condición de indios, la población flotante centroamericana fue forzada a crear una nueva
cultura tomando algunos elementos de la cultura española.
14
Esta incapacidad de recrear la cultura “indiafuera de los nichos institucionales establecidos
por el Estado colonial surgió de la multiplicidad de culturas nativas del istmo, las cuales tenían
sus propias unidades políticas. W. George Lovell señala que, al contrario de México, la
ausencia de un único grupo dominante nativo que conquistar hizo que la subyugación del
altiplano guatemalteco fuera una serie de laboriosas campañas contra los Quichés, los
13
W. George Lovell. Conquest and Survival in Colonial Guatemala. A Historical
Geography of the Cuchumatán Highlands. (Canada: Mc Gill-Queen's University
Press, 1985), 140-172; Linda Newson. The Costs of Conquest: Indian Decline in
Honduras Under Spanish Rule. (Boulder: Westview press, 1985), 127-132; Linda
Newson. Indian Survival in Colonial Nicaragua. (Norman: University of
Oklahoma Press, 1987), 335-342.
14
Peter Bakewell. Miners of the Red Mountain. Indian Labor in Potosí, 1545-1650. (Albuquerque:
University of New Mexico Press, 1984), 34.
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Mam, los Tzutuhil, los Pocomán, los Cakchiquel, los Ixil, los Uspantecos y los Kekchí.
15
Linda Newson también ha demostrado que la fragmentación política y cultural de los pueblos
nativos fue característico en Honduras y Nicaragua.
16
Por ello el refugio para los indios que
escapaban de sus comunidades eran los valles,” como denominaban los españoles a los
poblados en que se establecieron los mulatos.
17
No es sorprendiente que en estos
asientamientos ilegales el castellano rápidamente se convirtió en la lingua franca que permitió
la comunicación de los indios huidos de comunidades linguísticamente diversas con los
afroamericanos que, forzosamente, también habían tenido que adoptar el idioma de sus
antiguos amos. El castellano y la adopción, parcial y redefinida, de costumbres de origen
español eran esenciales para establecer el carácter no indio de cualquiera. En esta convivencia
se generó una cultura común que fue la antepasada de la del campesinado del Pacífico
centroamericano y, dada su matriz afroamericana, no es sorprendente que genéricamente se les
denominara mulatos, fuese cual fuese su herencia biológica. El alcalde mayor Manuel de
Gálves y el obispo Pedro Cortés y Larraz, para mencionar dos informantes del siglo XVIII,
usaron ese término para referirse a las denominadas "castas," así como el único resumen
conocido del censo efectuado en 1778.
18
Henry Dunn describió esta amalgama cuando visitó
Guatemala en 1827: "The offspring of Negroes and Indians, of Whites and Indians, as well as
15
Lovell. Conquest, 59-60.
16
Newson. The Costs of Conquest, 17-91; Newson. Indian Survival, 23-83.
17
Pedro Cortés y Larraz. Descripción geográfico-moral de la Diósecis de Goathemala. (Guatemala:
Tipografía Nacional, 1958; 2 vols),.I: 214.
18
Manuel de Gálvez Corral. "Relación geográfica de la Provincia de San Salvador por don Manuel
de Gálvez, Alcalde Mayor de ella." (1740) Boletín del Archivo General de Gobierno, II: 1
(Octubre, 1936), 23, 27; Cortés y Larraz, Descripción, I: 205, 221, 227.
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the descendants of African Negroes, are included under the term Mulattoes, by which they are
generally known; sometimes, however, they are called Mestizos, or Ladinos."
19
Varios procesos económicos y socio-políticos evitaron que el istmo centroamericano se
convirtiera en un universo cimarrón. El más importante de los primeros fue la sustitución del
cacao por el añil, un tinte para teñir de azul. La expansión de su producción por los
colonizadores trajo nefastas consecuencias para los trabajadores. Se puso en peligro su salud
en los largos viajes a cortar el arbusto en las zonas costeras, en los largos períodos que debían
estar dentro de canoas agitando el agua para procesar el arbusto y por la interferencia en el
ciclo de producción agrícola de alimentos de primera necesidad. Además se creía que el
bagaso producía vapores que provocaban enfermedades, aunque es probable que los vectores
de nuevas epidemias fueran las nubes de moscas que atraía.
20
Por ello desde 1581 la corona
prohibel uso de trabajadores indios en la producción de añil, iniciando un período de siglo y
medio de contradicción entre la legislación y una actividad económica que dependía de fuertes
contingentes de mano de obra, en particular durante la cosecha y procesamiento del arbusto.
21
Los mecanismos utilizados por los productores para evitar la prohibición han sido descritos en
19
Henry Dunn. Guatimala or the Republic of Central America.
(Primera edición London: James Nisbet, 1828; reimpresión
Detroit: Blaine Ethridge, 1981), 90.
20
MacLeod. Spanish Central America, 184-186.
21
Manuel Rubio Sánchez. Historia del añil o xiquilite en Centro América.
(San Salvador: Direccion de Publicaciones del Ministerio de
Educación,1976; 2 volumenes), II: 11.
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detalle por Rubio Sánchez y MacLeod.
22
El más relevante para este trabajo, muy similar a los
utilizados durante los ciclos cacaoteros del siglo XVI, fue el respetar la letra de la prohibición
pero violar su espíritu al utilizar a negros y mulatos como intermediarios que contrataban a los
indios, de forma que los españoles subarrendaban sus servicios; la estratagema también fue
prohibida.
23
En este contexto el Estado colonial y sus representantes desarrollaron lo que
MacLeod ha llamado un "sistema de multas y sobornos," por el cual la monarquía y sus
funcionarios se apropiaban de parte de la riqueza de la única actividad lucrativa del reino al
penalizar las infracciones a la prohibición.
24
Es entonces que desde una posición de fuerza los afroamericanos se vinculan con la
producción del tinte. La evidencia muestra claramente que los hacendados no pudieron
imponer el peonaje por deudas característico de otras regiones de Hispanoarica. Por el
contrario, debían adelantar dinero y mercancías a trabajadores que, gracias a su movilidad,
desaparecían para hacer otro contrato en otra hacienda y con otro nombre. La falta de control
sobre trabajadores indispensables, dada la prohibición de contratar indios, provocó el
constante fraude por parte de los mulatos hacia los hacendados, pues aceptaban dinero y
22
Rubionchez. Historia del añil, II: 11-18; MacLeod, Spanish Central America, 185-188.
23
Rubio Sánchez. Historia del añil, II: 13-14.
24
Murdo MacLeod. "The Primitive Nation State, Delegation of
Functions, and Results: Some Examples From Early Colonial
Central America" en Kenneth Ackerman (Editor). Essays in
the Political, Economic and Social History of Colonial
Latin America. (Delaware: University of Delaware, 1982),
59-60; Stephen Webre ofrece una interpretación alternativa en "El trabajo forzoso de
los indígenas en la política colonial guatemalteca. (Siglo XVII)." Anuario de Estudios
Centroamericanos XIII: 2 (1987), 51.
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textiles de otro terrateniente antes de haber pagado con su trabajo su deuda previa. Las
autoridades emitieron normativas contra esta pctica en 1627, 1642, 1671, y 1677, una
intervención recurrente que revela la imposibilidad de imponerlas a quienes no estaban sujetos
al control efectivo de las élites locales o del Estado colonial.
25
La envidiable posición de los
trabajadores mulatos queda reflejada en la solicitud que provocó la prohibición de 1677,
donde se sala que aquellos se volvían insufribles” tanto en el monto de los salarios
exigidos como en su insistencia de que se les pagara por adelantado.
26
Ya en 1631 Juan de
Avilés, un productor de añil, había solicitado al rey que levantara la prohibición de contratar
indios para eliminar el sistema de multas y sobornos que pesaba sobre la industria a cambio de
un donativo a la corona de 40.000 pesos. En su argumentación seña que había más de 6.000
negros, mulatos y naboríos (indios que vian fuera de sus comunidades), quienes eran mal
inclinados y por la mayor parte ladrones, y con otros muchos vicios perjudiciales a la
repúblicapero que habían sido refrenados en su “criminalidad” por su participación en la
producción del tinte. Pero las inspecciones para constatar que se respetara la ley prohibiendo la
contratacn de indios provocaba la desbandada de este contingente laboral debido a que no
les faltaban delitos, entre los que se encontraba sin duda la falta de pago del tributo, con el
consiguiente perjuicio para los productores y la Real Hacienda. A pesar de este intento por
sobornar la conciencia de su Majestad Católica, los hacendados siguieron una política de
25
Rubio nchez. Historia del añil, I: 87-95.
26
Rubio nchez. Historia del añil, I: 91-92.
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sálvese quien pueda, lo que reforzó la posición de sus operarios para adquirir, mediante altos
salarios y constantes fraudes, un porcentaje de la riqueza generada por el tinte.
El Estado colonial nunca abandonó el principio de las dos repúblicas y su intento por romper
el punto muerto a que había llegado su falta de vinculación con la población mulata se limia
tímidas iniciativas a la luz de la magnitud del problema: la fundación de unas pocas villas
como La Gomera (en la costa guatemalteca) circa 1610, y San Vicente (que eventualmente se
convirtió en una villa de españoles), en El Salvador.
27
Sin embargo, después de que
desaparec el servicio militar de tipo feudal que debían prestar los encomenderos, la
seguridad de las colonias a partir del siglo XVII dependió cada vez más de la milicias mulatas,
un vínculo institucional para que los mulatos redefinieran su posición en la estructura
colonial.
28
Por ejemplo, en 1672 los mulatos de Costa Rica, quienes para entonces habían
servido como milicianos por varias décadas, solicitaron y obtuvieron que se les cambiara su
estatus de tributarios a cambio de sus servicios militares a la corona, citando como precedentes
concesiones similares otorgadas a sus pares en Realejo, Granada y Trujillo.
29
27
Mörner. "La política," 143; Jorge Luján Muñoz, "Fundación de villas de ladinos
en Guatemala en el último tercio del siglo XVIII." Revista de Indias, XXXVI:
145-146 (Julio-diciembre 1976), 57.
28
La crisis del imperio español a raíz del fracaso de la Unión de Armas” del Conde-Duque de Olivares ya
había hecho que incluso algunos miembros de la élite capitalina propusieran la medida extrema de reconocer
a los afroamericanos como parte de la “república de españoles.” Véase el “Memorial de aviso del capitán
Cristobal de Lorenzana” (circa 1650) en Héctor Leyva M. Documentos coloniales de Honduras. (Tegucigalpa:
CEHDES, 1991), 115-125.
29
"Testimonio de varias Reales Provisiones y certificaciones a favor de los negros,
mulatos y mestizos vajos que viven y están alistados en la Puebla intitulada
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Aunque no hay evidencia de que alguna vez pagaran tributo, buscaban defenderse de la élite
local, la cual aprovechaba su confuso estatuto legal para exigir servicios gratuitos. Aunque
esta práctica apenas si fue afectada por el nuevo nculo con el Estado colonial, la milicia se
convirtió en la voz de un grupo social que hasta entonces había carecido de poder formal: para
1812 los oficiales de la milicia mulata atesoraban todo decreto, certificación o cualquier tipo
de documento que probara sus servicios y derechos reconocidos por las autoridades
superiores. El obispo Cortés y Larraz había encontrado curiosa la persistencia de los indios por
pedir prueba escrita por cualquier servicio prestado por sus comunidades a cualquier
representante de la corona para atesorarlo en sus archivos. El reconocimiento de la
importancia de los documentos, instrumento de poder que llevó a que en algunas
oportunidades se les percibiera como fetiches, demuestra hasta que punto ambos grupos
reconocieron al Estado colonial como intermediario, aun si sus quejas raramente encontraron
soluciones permanentes.
30
Así, los oficiales de la milicia mulata sirvieron de intermediarios
entre su grupo social y los cobeneficiarios del estatus colonial, como lo habían hecho los
cabildos de los pueblos de indios desde su fundación en el siglo XVI. En algunos casos la
vinculación funcionó sin mayores asperezas, como cuando los destacamentos de milicianos de
Costa Rica elean a sus oficiales menores y pagaban entre todos los precios fijados por los
Nuestra Señora de los Angeles de esta ciudad de Cartago" (1793). ANCR-SH-
Complementario Colonial-736, f. 7-11.
30
Cortés y Larraz, Descripción, II: 58; sobre la "preocupación fetichista" de los indios por los
documentos escritos ase Eric Van Young, "In the Gloomy Caverns of Paganism: the State,
Popular Culture, and Rebellion in Mexico, 1810-1821." Ponencia presentada en Conference on
"The People, State, and Nation in Mexico," University of Texas at Austin, 6-7 April 1990, 17.
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gobernadores; en otros hubo conflictos que generaron revueltas, las cuales aun no han sido
estudiadas a profundidad, como en Nicaragua a mediados del siglo XVIII.
31
Estaban puestos los fundamentos para que en el siglo XVIII los campesinos mulatos se
convirtieran en los productores del mejor añil exigido por la Revolución Industrial inglesa,
dado que en la producción del tinte nunca se pudieron implementar economías de escala.
32
Ades, como se reconoció a finales del período colonial, la productividad por área era mayor
en las explotaciones campesinas: "Es cosa averiguada en este Reino que las tierras repartidas
en pequeñas poseciones, trabajadas materialmente por sus propios dueños, fructifican
incomparablemente más que las constituidas en grandes haciendas."
33
Revirtiendo los
procesos de expulsión sufridos siglo y medio antes, invadieron las tierras de los indios bajo la
protección del clero secular y fueran sujeto político en la complicada red de clientelismo que
funcionaba detrás de la estructura de poder formal.
34
Aunque continuaron un patrón de
reproduccn en que predominaban los hogares jefeados por mujeres y la ilegitimidad, habían
redefinido su lugar dentro de la estructura social. Habían modificado en la práctica el proyecto
de sociedad colonial: ahora los indios ocupaban el último peldaño en la escala social, ellos
31
Fernández Molina. “La dinámica,” 112-113; Tomás Ayón. Historia de Nicaragua. (Managua: Fondo de
Promoción Cultural BANIC, 1993; 3 volúmenes), 195-204, 239-256.
32
Sobre las caracteristicas de la producción de añil en Centroamérica y la importancia de la participación
campesina véase José Antonio Fernández Molina. “Colouring the World in Blue. The Indigo Boom and the
Central Amercan Economy, 1760-1810.” Tesis doctoral, University of Texas at Austin, 1992.
33
Real Consulado de de Guatemala, Apuntamientos sobre la agricultura Comercio y comercio del Reino de
Guatemala. (Nueva Guatemala: Oficina de don Manuel Arévalo, 1811; reproducido como apéndice en Jorge
Mario García Laguardia, La génesis del constitucionalismo guatemalteco. Guatemala: Editorial Universitaria,
1971), 299-300.
34
Sobre la alianza entre el clero secular y los mulatos en el proceso de apropiación de las tierras de las
comunidades indígenas véase Van Oss. Catholic Colonialism., passim.
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eran los interlocutores de las élites…y sus competidores en las actividades comerciales que las
hubieran deseado monopolizar.
Esa capacidad de los mulatos para apropiarse de actividades de la élite española se puso de
manifiesto en la minería y procesamiento del hierra, introducida a finales del siglo XVII y
consolidada en las primeras décadas del siglo XVIII. Ya para 1730 un ingenio, como se
denominaba a las instalaciones para procesar el metal, funcionaba sin que su dueño tuviera
propiedad sobre ninguna veta, lo que sugiere que rápidamente aparec un grupo de
“gurruguses” (mineros ilegales que trabajaban a pequeña esacala) que le proveían la materia
prima indispensable.
35
En ese mismo año Julián Izquierdo, el más importante productor de
hierro de la época, presentó una protesta significativa, pues sen él se debía:
"providenciar el remedio y reparos que necesitan tantos daños y contener la libertad y
desorden de la jenta vulgar que todo lo confunde e ynvierte con el desarreglado de su
voluntariosa introducción en quantas labores y manejos se descubren, como se
manifiesta claramente esta realidad en todo jénero de minas y metales ricos y bajos,
que después de dejar truncas y destruidas sus primeros labores las abandonan
pasando a hacer los mismos o mayores daños en otras, o donar, bender y traspasar
las vetas clandestinas, sin haber adquirido propiedad mediante derecho a ellas ni
cumplido con la obligación ni condiciones que prefinen (sic) las leyes y ordenanzas
reales"
36
35
José Antonio Fernández Molina. “Al estilo de Vizcaya…” La producción de hierro en el Reino de
Guatemala. (Guatemala: Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas de la
Universidad de San Carlos, 1989), 23.
36
Fernández Molina. “Al estilo,” 22.
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Es obvio que la competencia de los mulatos invertía lo que se consideraba el orden natural,
donde se retaban los principios de deferencia y sumisión que se esperaban de la “jente vulgar
en el ordenamiento colonial.
Aunque la corona abolió la prohibición de contratar indios en 1738, no disminuyó la
importancia de los trabajadores mulatos debido al crecimiento en la producción del tinte y los
hacendados continuaron solicitando que se les exigiera pagar con su trabajo el monto del
dinero y mercancías adelantados. Ante esto en 1784 el Estado colonial decidió incidir más
directamente al aprobar los “Estatutos de la Sociedad de Cosecheros de Añil”, en que prohibía
el adelanto de salarios, establecía el trabajo compulsivo de hasta el 25 por ciento de la
población masculina india o ladina, y declaró que el estatus de miliciano no daba lugar a
excepción. La normativa, sin embargo, duró algo s de lo que necesitó la tinta para secarse
en el papel. La evidencia muestra que únicamente se intentó aplicarla un año, sin realizar los
censos de población o de haciendas necesarios, por lo que fue usada como elemento de
negociación entre los hacendados y su mano de obra. Si los representantes metropolitanos
tuvieron que renunciar a esta iniciativa fue porque no tenían ningún medio de forzar su
aplicación, especialmente si los milicianos serían afectados, y porque los hacendados,
acostumbrados a un sistema flexible para garantizarse mano de obra, temían que con base en
la prohibición de piratear trabajadores se volviera a instaurar el sistema de multas y
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sobornos.
37
Aunque no se aplicara, es significativo que la legislación reconociera la
capacidad productiva de algunos mulatos, quienes podían recibir trabajadores bajo el
sistema compulsorio de trabajo si producían añil, tabaco, arroz, frijoles y maíz: ya existía
una diferenciación al interior de este campesinado.
En 1790 otro decreto, tan inefectivo como el anterior, ordenó reducir en pueblos a vagos y
dispersos,” para que trabajaran con grillete si su “inobediencia” lo exia. Además de sus fines
económicos, se buscaba contener assí el libertinaje en que viven, dedicados al robo,
destruyendo las haciendas al abrigo con que se pasa de una a otra provincia, abandonando
sus familias,” alegando motivos morales vinculados con la ilegitimidad y los hogares, a los ojos
de los españoles, abandonadas por los varones que debían presidirlas.
38
Irónicamente para esa
época la corona española revirtió parcialmente su política hacia la ilegitimidad; en 1794 definió
a los expósitos como "hombres buenos del estado llano " que no podían ser ofendidos con
calificativos como "bastardo, de borde, incestuoso o adulterino ", con plena posesión de sus
derechos civiles y que no podían ser sometidos a castigos infamantes. Ades, trasladando la
pena del fruto del pecado al pecador e intentando ofrecer un remedio, el rey ordenó fundar
casas de expósitos para los hijos de "padres desnaturalizados [quienes] quisieran exponerlos
en ellos, desprendiéndolos y arrojándolos de su seno por conservar el honor mundano que en
37
Para un análisis detallado de la legislación y los problemas de su aplicación véase Fernández Molina.
“Colouring the World”, 93-103.
38
ANCR,. SH, Serie Cartago 1088, f. 55.
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realidad habían conculcado."
39
Este cambio de actitud se vio reforzado por otra real cédula de
1803, en la cual se declaró a los expósitos como hijos legítimos.
40
Sin embargo, la voluntad del
monarca fue convenientemente ignorada, como sucedía cada vez con mayor frecuencia al final
del período colonial, pues la jerarquización del honor y del deshonor era parte del sistema de
valores que diferenciaba los estamentos corporativos de la sociedad colonial. Como podía
esperarse, estos decretos fueron respetuosamente archivados sin que la élite ni los funcionarios
reales, intermediarios forzosos entre los sectores subordinados y las políticas metropolitanas,
cambiaran sus actitudes o divulgaran su contenido.
Aunque los mulatos eran cristianos de bautizo y rito mortuorio, rara vez se casaban y
mantenían un patrón de comportamiento sexual que reñía con el de los españoles; sin embargo,
quienes habían sido llamados “criminalesen las primeras centurias del coloniaje para finales
del siglo XVIII mostraban el impacto de su partipación en actividades económicas orientadas al
mercado. Algunos valores de los mulatos están plasmados en un entremés titulado "El
Tamborillero Encantador ", decomisado a finales del siglo XVIII posiblemente después de
haber sido representado innumerables veces en las ferias comerciales. En éste la figura de la
autoridad es un alcalde que sale a rondar de noche, quien expresa en verso una defensa de la
propiedad privada que debe haber sido compartida tanto por los hacendados espoles de la
élite como por los campesinos "poquiteros", los pequeños productores de añil:
39
AGCA, A1.23-1533, f. 313.
40
AGCA, B-100-2785.
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"no me ha de quedar ladrón
en todo aqueste lugar
el gato que yo cojiere
a La Ermita ba a parar
yo les quiteré la maña
a tanto perro haragán
quelo a fuerza de rovos
su vida quieren pasar "
Pero si quienes atentaran contra la propiedad corrían el riesgo de ir a servir como mano de obra
forzada en la construcción de la nueva capital, en contraste la actitud del "alcalde " hacia el
comportamiento sexual fuera del matrimonio era abiertamente opuesta a la represión oficial del
concubinato. Así, cuando el alguacil preguntó si debía capturar al "topo enamorado " que
encontrara, el alcalde le replicó:
"¿Qué delito es ese, tonto?
¿No consideras caimán
que el uno al otro se quieren
por su propia boluntad?
Todo lo que es contra el gusto
siempre se ha de castigar.
Pero lo que es boluntario
¿cómo se ha de remediar?
Y más que todas las leyes
encargan la sociedad
y la unión del uno al otro
con toda su boluntad.
Y más que eso es tan antiguo
desde nuestro padre Adán;
la propagación del Mundo
siempre se ha de procurar
y que se engendren criaturas
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porque baya el Mundo a más "
41
Lagica de la misma sociedad de la que se derivaba el poder represivo y el recurso a la Biblia
como texto sagrado –“Creced y multiplicaos.”- justificaban el discurso alternativo!
Es posible que muchos decretos de los representantes metropolitanos en el istmo, como las
medidas antedichas de 1784 y 1790, fueran un cumplimiento de sus obligaciones en lo formal
que desde un inicio se sabía que serían inefectivas dada la falta de poder del Estado colonial.
Ades, ambas medidas fueron emitidas pensando en las necesidades de El Salvador como
centro de producción del único producto de exportación al mercado europeo, el añil. Mucho
s problemática resul la instauración de las intendencias como nueva forma de organizar el
territorio y de redefinir la estructura de poder a su interior. En una clara muestra del carácter
casuístico de la normativa colonial, la Real Ordenanza de Intendentes estableciía en el artículo
137 que los indios debean pagar 16 reales de tributo anual, mientras que la tasa para negros,
mulatos y otros miembros libres de las castas debían pagar 24 reales: de un plumazo se
pretendía eliminar un proceso de negociación que ya databa de dos siglos! Sabemos que los
mulatos constituían el 63 por ciento de las fuerzas de infantería y el 47 por ciento de las de
infantería en 1767, proporciones que sin duda aumentaron después de las guerras contra
Inglaterra para la reconquista de la Mosquitia a principios de la década de 1780. mo
41
Anónimo. “El tamborillero encantador. Entremés aparentemente escrito por
Andrés Garza, recogido por el cura párroco de Santiago Esquipulas, año 1795”.
Transcripción de José Chaclán Díaz. En Boletín del Archivo Histórico
Arquidiocesano “Francisco de Paula García Peláez”. III: 1 (julio-diciembre de
1992), 15-30.
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pretendían los ministros borbónicos imponer el tributo sobre quienes les seran como
principal, si es que no única, fuerza armada y que ya contribuían mediante el pago de la
alcabala?
42
Aplicando juiciosamente el principio de que la ley se acata pero no se cumple, el
intendente de Nicaragua, como muchos de sus pares a lo largo del imperio americano,
suspendió la aplicación del artículo en lo que a los mulatos se refería con la siguiente
justificación: es odioso a los mulatos el nombre de tributo porque persuadidos, aunque
falsamente, de la superioridad de su clase sobre los indios, a quienes juzgan sin razón
envilecidos por la calidad de tributarios, les ofende vivamente cuanto tenga apariencia de
igualdad con ellos.
43
Como veremos a continuación, en tiempos de crisis no era posible
encontrar el sentido común y habilidad política de este funcionario.
En 1792 el Reina de Guatemala entró en una crisis económica que será la constante hasta la
independencia. Las guerras europeas interrumpieron el comercio con Europa, los precios del
añil bajaron pues los ingleses duplicaron en pocos años la producción del istmo, buena parte
del numerario requerido para el funcionamiento del comercio interno fluyó a manos de los
comerciantes norteamericanos que, como neutrales, eran los intermediarios con el mercado
europeo y la crisis fiscal de la metrópoli impuso políticas que atentaban contra el complejo
equilibrio que había mantenido el imperio.
44
Un primer golpe fue el decomiso y venta al mejor
postor de todos los bienes de las cofradías en 1805, desapareciendo de golpe una de las formas
42
Ayón, Historia, II: 54-55.
43
Ayón, Historia, III: 156.
44
Para una descripción de este período de crisis véase Fernández Molina. “Colouring the World,”404-459.
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de organización comunal de los mulatos.
45
Sin embargo, como había sucedido en tiempos de
prosperidad con la instauración de la alcabala (un impuesto ad valorem sobre las transacciones)
o los monopolio de tabaco y aguardiente, no hay evidencias de que semejante expropiación
provocara reacciones entre la población mulata. Pero la crisis fiscal de un Estado colonial
imbuido de las ideas de la Ilustración forzó a que se estableciera el 20 de diciembre de 1805 el
llamado “Fondo Común de Ladinos”, una nueva carga fiscal equivalente a cuatro reales o una
fanega de maíz por individuo para CONCLUIR.
46
Si bien el monto no era excesivo, en el
contexto de depresión económica fue la gota que derramó el vaso pues se añadía a la carga
fiscal de los monopolios y la alcabala, de la cual estaban exentos los indios. Sin embargo, es
muy probable que el peso económico fuera secundario: los mulatos percibieron al Fondo
Común de Ladinos como un intento por imponerles el tributo camufladamente y, por tanto,
como un atentado contra una identidad, construida a lo largo de centurias, que los diferenciaba
de los indios.
La legitimidad colonial ent en crisis cuando una serie de rebeliones antifiscales estallaron a lo
largo de El Salvador, Honduras y Nicaragua a partir de 1811. Si bien el calificativo de
“rebeliones preindependentistas” fue una exageración de la historiografía liberal, la cual
buscaba raíces populares en lo que fue un proyecto elitista, con estas rebeliones de mulatos se
45
El caso mejor estudiado es el de Costa Rica en Lowell Gudmundson. "La expropiación de los
bienes de las obras as en Costa Rica." Revista de Historia 7 (Julio-
diciembre de 1978), 37-92; para una evaluación global que deja de lado el
impacto social véase Geoffrey Cabat.. "The Consolidation of 1804 in
Guatemala." The Americas 28 (1971), 20-38.
46
AGCA, A3.1-2588-38076.
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cuestionó la alianza bicentenaria con la corona espola. Una novedad de esta violencia
popular fue que en algunos casos, como Metapán en El Salvador, se efectuaron alianzas
estratégicas con los indios; en ellas se clamaba por la eliminación del Fondo Con de
Ladinos, pero en ningún caso se solicitó la eliminación del tributo.
47
El “resorte común” no se
logdurante el proceso de quiebre del sistema colonial, ni tampoco bajo la república federal:
éste fue el resultado de la “violencia simbólica” con la cual las élites de los distintos estados
impusieron sus valores al campesinado, en procesos cuyos ritmos apenas se comienzan a
estudiar.
48
47
La única transcripción de los documentos de estas rebeliones es Miguel Angel García. Diccionario histórico
enciclopédico de la República de El Salvador. Procesos por infidencia contra los próceres salvadoreños de la
independencia de Centroamérica desde 1811 hasta 1818. (San Salvador: Imprenta Nacional, 1940).
48
Sobre el concepto de “violencia simbólica” véase Pierre Bordieu. Outlines of a Theory of Practice.
(Cambridge: Cambridge University Press, 1977); Pierre Bordieu y J.C. Passeron. Reproduction in Education,
Society and Culture. (London: J.C. Edit, 1977).