Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 98-109) p. 98
DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA DE
HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
La historia cultural en El Salvador: Un campo de estudio en ciernes Lic. Carlos Gregorio
López
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc. Francisco
Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San Carlos
de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y Dr. Eduardo
Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
Diálogos Revista Electrónica de Historia” se publica interrumpidamente desde octubre de 1999
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Palabras claves: Historia Cultural, El Salvador, Centroamérica, Balance, Historiografía y
Cultura.
Key words: Cultural History, El Salvador, Central America, Balance, Historiography and
Culture.
Resumen
El artículo hace un balance de la historia cultural en El Salvador, la cual parece tener un
optimismo desmedido, a pesar de no ser la historia un campo muy favorecida en El Salvador.
Un balance general deja ver las carencias historiográficas que se enfrentan en ese país, estas
falencias se hacen más evidentes cuando se trabaja un campo histórico en específico.
El artículo tiene un carácter muy preliminar que procura dialogar e interpelar a los historiadores
hacia un desarrollo que entendida y acometa los vacíos.
Abstract
This article analyzes the cultural history in El Salvador, which seems to be extremely optimistic,
despite the fact that history is not a preferred field in El Salvador. The overall balance shows the
historiographic deficiencies faced by this country. These deficiencies become more evident when
working in a specific field of history. The article has a preliminary nature that procures dialogue
and urges historians to search a development to understand and overcome these flaws.
Lic. Carlos Gregorio López. Docente-investigador de la Licenciatura en Historia, Universidad de
El Salvador. Egresado Maestría de Historia Centroamericana de la Universidad de Costa Rica.
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La historia cultural en El Salvador: Un campo de estudio en ciernes
Carlos Gregorio López
1
Hacer un balance de la historia cultural en El Salvador, puede parecer un optimismo desmedido o una
ignorancia extrema. Eso pensé cuando luego de haber comenzado a elaborar este trabajo, al darme cuenta
de la magnitud del problema en que me había metido. Y es que todos sabemos que la historia no ha sido
una disciplina muy favorecida en El Salvador. Un balance general deja ver las carencias historiográficas
que enfrentamos en el país, estas falencias se hacen más evidentes cuando se trabaja un campo histórico
en específico. En todo caso este artículo tiene un carácter muy preliminar, y en tal condición deberían
entenderse sus vacíos, que seguramente son muchos.
No entraré a discutir las especificidades de lo que debiéramos entender por historia cultural; me es más
conveniente entenderla en su sentido más amplio, de tal manera que pueda aprovechar el mayor número
de posibilidades. En cuanto a las definiciones, me remito a lo planteado por Juan José Marín. Este autor
advierte que en historia cultural los mites son sumamente difusos, “pudiéndose entremezclar con otras
demarcaciones propias de la historia de la literatura, la antropología cultural, de las mentalidades, la
social, la microhistoria, o de las ideas, sólo para nombrar algunas. Asimismo, la pluralidad de marcos
teórico metodológicos, a veces antagónicos entre sí, complican una descripción homogénea de esta área
historiográfica. Igualmente, los terrenos de trabajo de la historia cultural son múltiples y diversos por lo
cual los investigadores adscritos a este campo recurren con frecuencia al diálogo interdisciplinario.”
2
Partiendo de una definición tan amplia las posibilidades de conformar un corpus historiográfico aumentan,
por supuesto existe el riesgo de incluir trabajos cuyos autores a lo mejor nunca los consideraron como tal.
Con esa advertencia en mente se hará una revisión siguiendo una línea cronológica.
1. El debate cultural del último tercio del siglo XIX
Una preocupación por los temas culturales se hace evidente en El Salvador hacia el último tercio del siglo
XIX, cuando un dinámico e interesante grupo de intelectuales, muy identificado con el pensamiento
modernizante del grupo liberal dominante, comenzó a discutir sobre la manera más expedita de acoplar a
la sociedad salvadoreña a los cambios en curso.
3
Puede afirmarse que en alguna medida, las reflexiones de
este grupo orientaron las acciones de los gobiernos. Esta relación no era de absoluta armonía; rupturas y
disidencias no faltaron, pero en general predominó la tolerancia y la cooperación, aunque en no pocas
ocasiones los intelectuales se mostraron desencantados con los gobernantes, pues consideraban que no les
tomaban en cuenta a la hora de tomar decisiones y asignar recursos.
El trabajo de esos intelectuales abarcó desde la educación, el periodismo, la historia, la investigación
científica hasta la literatura. A pesar de la diversidad, el denominador común fue el peso del pensamiento
1
Docente-investigador de la Licenciatura en Historia, Universidad de El Salvador. Este trabajo fue presentado en la
mesa redonda “BALANCE Y PERSPECTIVAS DE LA HISTORIA CULTURAL EN CENTROAMERICA. UN
DIAGNÓSTICO RETROSPECTIVO Y PROSPECTIVO”, del VII Congreso Centroamericano de Historia,
Tegucigalpa, julio de 2003.
2
Juan José Marín. ¿Historia cultural: un campo de trabajo en perspectiva o un espacio trabajo histórico?.
Ponencia presentada en el Seminario Entre dos siglos: la investigación histórica en Costa Rica, 1992-2002. (Museo
Histórico Cultural Juan Santamaría 13 y 14 de noviembre, 2002 Alajuela, Costa Rica).
3
Palmer, estudiando el caso guatemalteco y costarricense, define a los intelectuales como “individuos ocupados
principalmente en la articulación de una cultura nacional.” Ver: Steven Palmer. Racismo intelectual en Costa Rica
y Guatemala, 1870-1920. En: Mesoamérica, año 17, N° 31, junio de 1996, pág. 100.
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europeo, que los llevó a compartir la fe en el progreso, así como el rechazo a la tradición cultural indígena,
considerada como muestra de atraso y, en consecuencia, un freno al desarrollo.
4
Para los años en que los
liberales se apoderaron definitivamente del poder, ya existía un pequeño núcleo de intelectuales, que se
ensanchó gracias a la bonanza cafetalera y —lo que es más significativo— encontró un ambiente propicio
para su trabajo. Entre los más destacados intelectuales de esos años se pueden mencionar a: Darío
González, Jorge Lardé, Santiago I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael
Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y Francisco Gavidia. La importancia de estos hombres, no
reside en su número, si no en el peso que su pensamiento tuvo para justificar y promover el proyecto que
el grupo en el poder impulsaba.
5
Una de las condiciones que facilitó la labor de estos individuos es que casi siempre estuvieron vinculados a
instituciones públicas y contaron con el apoyo del Estado. En general, no ocuparon puestos de poder
importantes, pero contaron con un empleo relativamente seguro y pudieron dedicarse sin mayores
preocupaciones a sus estudios. Los cambios políticos no les afectaban mayor cosa, a menos que estuvieran
directamente involucrados. Además, en aquellos tiempos los hombres ilustrados eran escasos, así que ningún
gobierno podía darse el lujo de prescindir de ellos. Por otra parte, tuvieron la ventaja de contar con
periódicos y revistas en los que publicaban sus trabajos, además de que casi todos ejercieron en aln
momento la docencia.
6
Por lo tanto, es plausible creer que, por lo menos en el medio urbano contaron con
una audiencia considerable.
David Joaquín Guzmán, fue uno de los pensadores más influyentes de esa época. Sus escritos reflejan una
preocupación que, desde perspectivas diferentes, parece haber sido común a los intelectuales
contemporáneos: la civilización de los indios y su incorporación a la sociedad, un tema que obviamente
estaba relacionado con el campo cultural. Hacia 1883, Guzmán publicó Apuntamientos sobre la topografía
física de la República de El Salvador, un libro que deja ver claramente su posición al respecto. Sus
planteamientos eran muy pragmáticos, consideraba que si El Salvador quería progresar debía lograr que
los indígenas renunciaran a su cultura ancestral. Era consciente de que las condiciones de vida de los
indígenas, en comparación con tiempos pasados, habían desmejorado notablemente; valoraba que en tales
circunstancias estos grupos aportarían muy poco al progreso del país, pues la anterior práctica gubernativa
y social los había convertido en ciudadanos de segunda categoría.
"Es necesario que el espíritu realmente liberal y humanitario de nuestras instituciones penetre por
todos lados en el hogar del indígena, instruyéndole, sacándole de la apatía, y si es posible
haciéndole desaparecer gradualmente en la masa de la civilizacn actual que es por una parte la
suerte reservada á los vestigios espirantes (sic) de otras civilizaciones ya muertas y por otra la
gloriosa misión encomendada al apoyo paternal de los gobiernos liberales e ilustrados."
7
4
Entre los más destacados intelectuales de esos años se pueden mencionar a: Darío González, Jorge Lardé, Santiago
I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y
Francisco Gavidia.
5
Para más detalles al respecto, véase E. Bradford Burns. La infraestructura intelectual de la modernización en El
Salvador, 1870-1900; En: Cáceres, Luis René (editor). Lecturas de Historia de Centroamérica. (San José, BCIE-
EDUCA, 1ª edición, 1989); y Carlos Gregorio López Bernal. El proyecto liberal de nación en El Salvador, 1780-
1932. (Tesis de maestría en historia, Universidad de Costa Rica, 1998), cap. 2.
6
Características similares son señaladas por Palmer para el caso guatemalteco y costarricense. “El objetivo general
de sus esfuerzos consistió en secularizar y civilizar sus respectivas culturas populares a fin de adelantar el progreso y
la modernización.” Steven Palmer. Racismo intelectual… Op. Cit. Pág. 101.
7
David J. Guzmán. Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador. (San Salvador,
Tipografía El Cometa, edición, 1883), pág. 507. El énfasis es mío. Actitudes similares se encuentran en los
escritos de Santiago I. Barberena y José Antonio Cevallos.
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En la medida en que los patrones culturales tradicionales eran incompatibles con el proyecto modernizante
de la elite se hacía necesaria la imposición. A Guzmán no le interesó preguntarse cuáles eran los intereses de
los indígenas, mas creía que al final estos serían beneficiados al ser absorbidos por el mestizaje, borrando de
ese modo, las antiguas diferencias. "Su porvenir está en la fusión con la raza criolla ó con la ladina y por
consiguiente su incorporación forzosa en el gran movimiento civilizador del siglo."
8
La educación era vista como un instrumento idóneo para acelerar la “ladinización” de los indios; Guzmán se
dio a la tarea de escribir un voluminoso libro, en el cual hacía un diagnóstico nada halagador, por cierto
del estado de la escuela salvadora y proponía las medidas a tomar para superar las falencias
encontradas. Según sus cálculos la población analfabeta alcanzaba el 80%. Esta situación era alarmante
para un intelectual que cifraba sus esperanzas de desarrollo del país, precisamente en la educación.
"¡479,217 ignorantes es una cifra terrible para un país que pretende marchar por el camino del adelanto!".
9
Buscando elevar el nivel educativo propuso un impuesto del 1% al valor de la propiedad territorial. Lo
recaudado sería destinado exclusivamente a educación y agregado a la suma ya establecida al efecto en el
presupuesto ordinario. Según Guzmán, de este modo, se tendrían los 300,000 pesos que se necesitaban
para mejorar el sistema educativo.
10
Tal propuesta nunca fue considerada seriamente.
Como buen liberal, Guzmán no ocultaba su deseo de acelerar todo lo posible la marcha del progreso en El
Salvador y se impacientaba ante la perspectiva de tener que esperar a que sus compatriotas, especialmente
los indios, se convencieran de la necesidad de subirse al carro del progreso. De allí su insistencia en la
necesidad de promover la llegada de colonos. “La inmigración á nuestro suelo está reducida a la que
espontáneamente arriba á nuestras playas; esta se dedica especialmente al comercio, con muy pocas
excepciones que profesan las artes liberales. Pero no es esta la inmigración que necesitamos, sino que la
que saliendo de los campos de Europa, se dirige á los nuestros á darles nueva vida, á ponerse en contacto
con nuestra población rural trayendo su contingente de brazos, de industria, de actividad y de
conocimientos.”
11
Otro tema de discusión entre los intelectuales de finales del XIX fue el relacionado con el mundo de las
letras, tal y como entonces se entendía lo relacionado con el periodismo y la literatura. Una revisión del
clásico trabajo de Italo López Vallecillos deja ver que en el último tercio del siglo XIX la publicación de
periódicos y revistas pasó por un buen momento en el país.
12
Las Sociedades Literarias, la Academia e
incluso las fiestas particulares brindaban oportunidades para que periodistas, poetas, educadores y
escritores que lo eran todo a la vez discutieran e intercambiaran puntos de vista en torno a la
evolución cultural del país. Afortunadamente ya comienza a estudiarse este tipo de sociabilidad.
13
Tentativamente, puede afirmarse que el debate intelectual de finales del siglo XIX tuvo entre sus
principales ejes, el progreso entendido a la europea —, la incorporación del indio a la sociedad,
mediante el mestizaje biológico y cultural, sin que faltara el debate en torno a los modelos políticos.
14
8
Idem. Pág. 517.
9
David J. Guzmán. De la organización de la instrucción primaria en El Salvador. (San Salvador, Imprenta
Nacional, 1ª edición, 1886), pág. 198.
10
Idem. Pág. 208.
11
David J. Guzmán. Apuntamientos topográficos… Op. Cit. pág. 406.
12
Italo López Vallecillos. El periodismo en El Salvador. San Salvador, UCA Editores, edición, 1987.
13
Véase, María Tenorio. Hacia un imaginario salvadoreño en los discursos periodísticos de la década de 1840.
Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003.
14
Ejemplo de ello son algunos trabajos de Francisco Gavidia, Juan Jo Samayoa, Francisco Esteban Galindo y
otros. Estos autores se preocuparon mucho por las flagrantes contradicciones entre el ideario liberal y las prácticas
políticas de los liberales decimonónicos, especialmente por las recurrentes violaciones a los preceptos
constitucionales. También discutieron muchos sobre la inculcación de valores ciudadanos y lealtad nacional por
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A pesar de que se ha avanzado un tanto en el estudio de las elites políticas y culturales de finales del siglo
XIX y principios del XX, queda mucho por conocer acerca de la cultura de los sectores sociales
subalternos.
15
En este punto, vale destacar los trabajos pioneros de ctor Hugo Acuña, sobre artesanos y
obreros; y los de Patricia Alvarenga sobre el mundo rural, los cuales tienen la ventaja de haber sido
elaborados con un marco teórico explícito que vuelve más interesante la discusión de sus hipótesis.
16
2. La historia cultural en la primera mitad del siglo XX
La incorporación del indio a la república cafetalera fue uno de los temas de discusión de los intelectuales
finiseculares, para quienes el indio podía ser a lo sumo un vestigio curioso del pasado que buscaban dejar
atrás. Es decir, el único espacio admisible para los indios era el de la leyenda; esta fue la opción que tomó
Francisco Gavidia, en la literatura, pero también en la historia. Gavidia y Roque Dalton resultan autores
interesantes para entender cómo en El Salvador, algunas de las más interesantes interpretaciones de la
historia se han hecho desde la literatura. Vale decir que ambos escribieron historia, pero que su fuerte fue
la literatura.
En 1912 el Subsecretario de Instrucción Pública comisionó "a las s distinguidas personas en asuntos
históricos" para que escribieran sobre historia salvadoreña. Los designados fueron Santiago I. Barberena,
Alberto Luna y Francisco Gavidia. Este último escribió un libro que abarcó desde los tiempos más antiguos
hasta los años anteriores a la declaración de la independencia y que fue publicado en 1917. Combinando
relatos mitológicos con datos históricos y sin preocuparse demasiado por el rigor metodológico, Gavidia
bus las raíces de El Salvador en un pasado legendario y heroico.
"Núcleo de la región nahuat en los tiempos legendarios cuando emigran sus habitantes y fundan la
Tula famosa; centro a que vuelven en varios éxodos desde climas remotos conservando su lengua y
su relign… combatiente a través de los siglos contra sus hermanos los Quichés conservando así su
personalidad; triunfante en la primera expedición de Alvarado, autónomo cuando obtiene que el Rey
de España nombre directamente su alcalde Mayor."
17
Sobra decir que la mayor parte del texto anterior fue producto de la imaginación del autor; sin embargo, él
mismo hace una aclaración al respecto: "La Historia, sobre todo cuando es por desenvolverse, tiene
prolongaciones en otras ramas de los conocimientos, que a su vez se desenvuelven sucesiva o paralelamente.
(...) Nuestra Historia ofrece a las letras —la poesía, en especial, a la narración y el teatroasuntos en que
pueden emplearse los buenos ingenios."
18
s dado a la literatura que a la investigación histórica, pocas
veces señala las fuentes que podrían respaldar sus afirmaciones y, algunas veces, como lo hace cuando
medio de la escuela, ejemplo de ello es el trabajo de Francisco Esteban Galindo. Cartilla del ciudadano. (San
Salvador, s/e, 1874).
15
Un panorama de la cultura salvadoreña de finales del XIX se encuentra en Carlos Castro. Sociedad y cultura en
siglo XIX. En Alvaro Magaña (coord.) El Salvador; la república. Tomo I, (Fomento Cultural Banco Agrícola,
2000).
16
Véase Víctor Hugo Acuña. La formación de los sectores medios urbanos en El Salvador: La sociedad de
artesanos “La Concordia” (1872-1940). 2001, inédito; Clase obrera, participación política e identidad nacional
en El Salvador (1918-1932). Ponencia presentada en el Seminario “Estado Nacional y Participación Política en
América Central”. San José, febrero de 1995; Patricia Alvarenga. Cultura y ética de la violencia. El Salvador.
1880-1932. (San José, EDUCA, 1995).
17
Francisco Gavidia. Historia moderna de El Salvador. Vol. 1. (San Salvador, Ministerio de Cultura, 2ª edición,
1958), pág. 32.
18
Idem. Págs. 32-33.
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intenta explicar la vida de los primeros pipiles, se apoya en cierto “documento", a pesar de admitir que: "No
se conoce aún hoy día el Manuscrito pipil; sin embargo varios cronistas lo tuvieron a la vista".
19
Mario Hernández Aguirre destaca el aporte de Gavidia en tanto que "quiso dar al país —y se lo dio en
compía de Jorge Lardé P. una prehistoria, una mitología, una edad heroica."
20
Lo anterior fue posible
gracias a una reelaboración literaria del pasado precolombino. "Llevado siempre por su entusiasmo, habla de
los años anteriores a la conquista y para ello mezcla los hermosos mitos pipiles del Popol-Vuh con
suposiciones de las más variadas"
21
No obstante, tambn señala: "El indio de la poesía gavidiana es un indio
mítico, tan lejos de lo real como el escudo de oro que le sirve en los combates o como los rebos de
pavorreales que conduce a las orillas del río." Sin embargo, reconoce que el mérito del trabajo histórico y
poético de Gavidia reside en el hecho de "haber dado los moldes necesarios y el camino para el culto a los
héroes, tan necesario a los pueblos que en ello cultivan una de las razones para sentirse orgullosos de sus
destinos".
22
Un detalle que escapa a Hernández Aguirre es que si bien es cierto que Gavidia creó un mito indígena,
este no fue favorecido inmediatamente con el necesario patrocinio de las esferas oficiales e intelectuales,
para que fuera internalizado y reconocido entre las masas populares. Para entonces la tendencia era
precisamente lo contrario: superar el pasado para acercarse cada vez más a la modernidad de los modelos
europeos. Los liberales salvadoreños prefirieron elaborar otros mitos más acordes con sus ideales. En
realidad, el discurso dominante fue aquel que propugnaba por la modernización y el progreso. Los mitos
indígenas a lo sumo podrían ser aceptados como accesorios, pero no iban a ser incorporados como parte
fundamental de la cultura.
Debieron pasar varios años para que se tuviese una concepción diferente del indio y de las posibilidades
que este ofrecía para enriquecer la cultura salvadoreña. Este cambio se dio en la década de 1920, cuando
un grupo de intelectuales intentaron reformular la idea de nación liberal. Esta vez se trató de construir una
imagen individualizada de El Salvador, recurriendo a elementos culturales. Para ello se reelaboró la
imagen del indio, principalmente por medio del rescate y mitificación del cacique Atlacatl. El mundo rural
se volvió centro de interés, especialmente para la literatura. Con el pretexto de proteger al comercio en
pequeño se tomaron actitudes discriminatorias contra algunos grupos de inmigrantes, especialmente los
procedentes de Asia y medio oriente. Esto último dio espacio para que algunos sectores desarrollaran
actitudes de clara xenofobia.
Los trabajos de intelectuales como Miguel Angel Espino, María de Baratta, Juan Ramón Uriarte, Jorge
Lardé, Arturo Ambrogi y otros, muestran los cambios del discurso nacional en la década de 1920. Sus
obras tienen como denominador común la revalorización del pasado indígena, de la vida en el campo y de
los atributos culturales que podían definir al salvadoreño.
23
A diferencia de los liberales de finales del
19
Idem. Pág. 22.
20
Mario Hernández Aguirre. Gavidia. Poesía, literatura y humanismo. (San Salvador, Dirección de Publicaciones,
Ministerio de Educación, 1ª edición, 1968), pág. 389.
21
Idem. Pág. 392.
22
Idem. Págs. 157-158 y 404. En el fondo Gavidia fue un incomprendido. Su vasta erudición causaba admiración,
pero nada más. Los homenajes que recibde ningún modo significaron una justa valoración y comprensión de su
obra.
23
“La patria, en poesía y en prosa, fue tomando forma en los escritos de Alfredo Espino, de Miguel Angel Espino y
de Arturo Ambrogi. A través de su lectura, varias generaciones de salvadoreños sintieron su patria, se identificaron
con sus gentes y sus costumbres y se comenzaron a interesar en sus problemas.” Historia de El Salvador. Tomo II
(Ministerio de Educación, 1994), pág. 105. entre las obras más destacadas de estos autores se pueden mencionar:
María de Baratta. Cuzcatlán Típico. 2 vol., (San Salvador, Ministerio de Cultura, 1951), Miguel Angel Espino,
Mitología de Cuzcatlán y mo cantan al. (San Salvador, UCA Editores, 4ª edición, 1976); Juan Ramón Uriarte.
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siglo XIX, que consideraron al indio como un obstáculo al progreso y vieron en el mestizaje la única
opción para aceptarlo dentro de la sociedad, esta vez se hacía énfasis en la conservación de lo indígena. Y
basándose en esta herencia se buscaron elementos que ayudaran a redefinir los atributos de la nación
salvadoreña, que adquiría así los componentes culturales que los liberales habían rechazado.
24
Pero, paralelamente a dichas iniciativas, otro grupo de intelectuales, liderados por Alberto Masferrer,
comenzaba a reflexionar sobre la problemática social salvadoreña, a la vez que incursionaban en los
terrenos del espiritismo y la teosofía. Inicialmente, los estudios sobre intelectuales en la década de 1920
comenzaron desplazamientos que se han dado en los estudios sobre Alberto Masferrer, abordando sus
trabajos en el diario Patria, sus colaboraciones en revistas de la región como Repertorio, sus críticas al
sistema social vigente en aquellos años y su doctrina del nimun Vital, sus posibles vínculos con
corrientes de pensamiento socialista, o las diatribas que en su contra lanzó Roque Dalton.
25
Actualmente la
tendencia es estudiar las redes sociales y las formas de pensamiento que articularon el trabajo de
Masferrer, no solo a nivel local, sino regional. En tal sentido vale señalar los trabajos de Carlos López,
Marta Cassaus Arzu, María Teresa Giraldes y Carlos Cañas Dinarte.
26
Una diferencia significativa entre estos trabajos y los mencionados anteriormente, radica en el hecho de
que los primeros hacían énfasis en la cuestión social, las corrientes ideológicas y en la viabilidad política
de las propuestas masferrerianas. Análisis que indefectiblemente chocaban con el levantamiento de 1932.
Tales perspectivas no permitían una cabal comprensión del pensamiento del maestro que, en el mejor de
los casos aparecía como un ingenuo bien intencionado, pero con poco sentido político; o como sucedió
con Roque Dalton, ser condenado ipso facto, como aliado e instrumento de la oligarquía salvadoreña.
En la tendencia actual no se insiste tanto en la viabilidad política de las ideas de Masferrer, sino en las
redes intelectuales que logró articular y en las influencias espiritistas y teosóficas que nutrieron las
propuestas unionistas tales grupos impulsaron, así como los mecanismos mediante los cuales se
vincularon con grupos sociales más amplios.
3. La historia cultural en la segunda mitad del siglo XX
Cuzcatlanología. (San Salvador, Imprenta Cuscatlania, 1926). En esta corriente que busafianzar lo autóctono del
país debe considerarse además a Salvador Salazar Arrué (Salarrué), Alfredo Espino y Arturo Ambrbogi.
24
Carlos Gregorio López. Identidad nacional, historia e invención de tradiciones en El Salvador en la década de
1920. Revista de Historia, # 45, 2002, Universidad de Costa Rica.
25
Véase por ejemplo, Jaime Barba. Masferrer: vitalismo y luchas sociales. En Revista Cultura, CONCULTURA,
80, septiembre-diciembre de 1997, Ricardo Roque Baldovinos. Reinventando la nación. Cultura estética y
política en los albores del 32. En Revista Cultura, San Salvador, 77, sept.- dic. 1996; Carlos Gregorio López
Bernal. Alberto Masferrer y el vitalismo. En Oscar Martínez Peñate (coord.) El Salvador. Historia General. (San
Salvador, Editorial Nuevo Enfoque, 2002); Matilde Elena López. ¿Masferrer socialista utópico, reformista o
revolucionario? En Revista La Universidad, # 5, septiembre-Octubre de 1968; y Luis Melgar Brizuela. De cómo y
por qRoque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer. En Revista Humanidades, IV época, # 2,
2003.
26
Véase, Carlos Gregorio López Bernal. Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía
en los veinte. En Revista Humanidades, IV época, # 2, 2003; Marta Elena Casaús Arzú. La disputa de los espacios
públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: la figura de Alberto
Masferrer. En idem., La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930:
Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador,
Universidad de El Salvador, julio de 2003; Teresa García Giraldes. La patria grande centroamericana: la
elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas. Ponencia presentada en el Primer Encuentro
de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003; y Carlos Cañas Dinarte. Redes teosóficas en
El Salvador a través de la revista Cypactly. Ponencia a presentarse en el VII Congreso de Historia de
Centroamérica, Tegucigalpa, julio de 2004.
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En la segunda mitad del siglo XX, algunos intelectuales militantes de izquierda, como Pedro Geoffroy
Rivas y Oswaldo Escobar Velado, desde la poesía, y Jorge Arias Gómez, incorporaron a los sectores
subalternos, especialmente a los indígenas en la historia nacional, como una forma de rechazo a la
tradicional historia liberal que daba todo el protagonismo a los próceres independentistas y a los caudillos.
Los resultados más conocidos de esos esfuerzos son los trabajos de Arias sobre Anastasio Aquino y
Farabundo Martí.
27
Pero definitivamente quien más impactó en el imaginario popular fue Roque Dalton, y
lo hizo siguiendo un modelo historiográfico muy poco apegado al canon de la historia marxista clásica. La
primera obra sobre historia de Dalton, fue una monografía sobre El Salvador.
28
Esta es una versión más
bien convencional de la historia elaborada desde una perspectiva marxista. A pesar de las limitaciones
metodológicas y de fuentes, esta obra sigue siendo usada como libro de texto en el país.
Mario zquez Olivera, sostiene que en El Salvador el escaso desarrollo de la historia, ha dado lugar a
que buena parte de la interpretación de la historia nacional, se haya hecho desde la literatura. Vázquez
trabajó como caso paradigmático a Roque Dalton y su particular “re-interpretación” de la historia de El
Salvador. Para entender el planteamiento de zquez debe aceptarse que en la obra literaria y poética de
Dalton amén de la propiamente histórica existe una profunda reflexión sobre la cultura
salvadoreña.
29
Para los fines de este trabajo resultan especialmente interesante Las historias prohibidas del
Pulgarcito, “una compleja reflexión acerca de la historia y la identidad de El Salvador, en la que a más de
intentar deconstruir la narrativa dominante, de cuño oligárquico, y proponer una nueva genealogía de la
patria, se postula el advenimiento de una nueva edad de la nación salvadoreña, un alumbramiento fincado
en la valoración de la cultura popular y el impulso del proyecto nacionalista-revolucionario que
enarbolaba la izquierda armada”.
30
Esta cita tomada del estudio de Mario Vázquez resume brillantemente
esa obra de Dalton, quien según Vázquez, realizó metódicamente dos trabajos: deconstruir una narrativa
nacional comprometida con los sectores dominantes y construir a la vez otra enraizada en lo popular y
obviamente revolucionaria.
Resulta interesante constatar que esa subversiva propuesta historiográfica de Dalton, ha logrado arraigar
en ciertos sectores sociales ligados a la izquierda revolucionaria e incluso se sigue usando en algunas
cátedras universitarias, lastimosamente a veces de manera tan esquemática y doctrinaria, rayana en la
castración intelectual del autor y de los estudiantes.
31
En cierto modo, la obra intelectual de Dalton que
más ha trascendido ha sido aquella menos compleja: en historia es la Monografía de El Salvador y en
poesía el Poema de amor.
A nivel de divulgación, los trabajos del Equipo Maíz, dejan ver cómo Dalton sigue presente en la
historiografía salvadoreña. En 1989, cuando todavía se peleaba la guerra civil, dicho grupo publicó su
“Historia de El Salvador”, que usaban en los cursos de historia, desde la perspectiva de la “educación
popular”, impartían para sindicalistas, comunidades eclesiales de base, maestros populares y
organizaciones de algún modo vinculadas a la izquierda. Haciendo un uso mínimo de textos, acompañados
con ingeniosas caricaturas a veces fuera de contexto el folleto da una visión sintética de la historia
27
Jorge Arias Gómez. Anastasio Aquino, recuerdo, valoración y presencia. (San Salvador, Editorial Universitaria,
1963); y Farabundo Martí. Esbozo biográfico. (San José, EDUCA, 1972). En 1996 Arias Gómez publicó con
EDUCA una versión ampliada y mejorada de esta última obra; que sigue siendo él estudio más completo sobre la
vida y obra de Martí.
28
Roque Dalton. Monografía de El Salvador (San Salvador, UCA Editores, 1984). La primera edición se hizo en
Cuba. El Salvador (La Habana, Casa de las Américas, 1963).
29
En este punto me apoyo en las sugerentes ideas de Mario Vázquez Olivera. “País mío no existes”. Apuntes sobre
Roque Dalton y la historiografía contemporánea de El Salvador. Revista Humanidades, IV época, # 2, 2003.
30
Idem. Pág. 95.
31
Al revisar programas de estudio de cátedras de historia de El Salvador, es frecuente encontrar en la bibliografía la
Monografía de El Salvador y Las historias prohibidas del Pulgarcito.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 98-109) p. 107
de El Salvador, que tiene como principal protagonista al “pueblo” y sus luchas de resistencia y
liberación.
32
En cierto modo es una versión jocosa de la Monografía de El Salvador de Dalton. Este libro
ha tenido muy buena acogida entre los maestros de educación básica y media, e incluso se usa en cátedras
universitarias, al grado de que para 1998 había alcanzado cuatro ediciones. En 1995, se le agregó un
capítulo para cubrir los Acuerdos de Paz. Entre 1995 y 2001 se hicieron tres ediciones más. En 2003, se
hizo una edición revisada y aumentada.
33
El equipo editor afirma que uno de los factores de su éxito es
que el libro tiene poco texto y resulta ameno y divertido. Obviamente es consumido mayoritariamente por
sectores afines a la izquierda, que hacen una lectura de la historia en blanco y negro; es decir, una historia
de buenos contra malos.
3.1 Estudios sobre la violencia y la delincuencia
Un campo que apenas comienza a explorarse, pero que se muestra muy prometedor es el de la violencia y
la delincuencia. En tal punto merece destacarse el trabajo pionero de Patricia Alvarenga, sobre la
construcción del aparato represivo a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, el uso de la
violencia y los mecanismos de resistencia, pero también de colaboración por parte de los sectores sociales
subalternos en el campo salvadoreño. Uno de los méritos de Alvarenga, es la consistencia entre el marco
teórico adoptado y el contenido del trabajo. La veta descubierta en este trabajo puede seguir siendo
explotada para años posteriores, o adaptarse a otras temáticas similares.
34
Cercano al tema de la violencia, se encuentra el de la delincuencia, el cual ha sido más trabajado desde
una perspectiva sociológica, mediante consultorías o proyectos de investigación específicos asociados con
los procesos de pacificación y democratización que siguieron a los Acuerdos de Paz. La espiral de
violencia que siguió a los Acuerdos de Paz, dio lugar para que diferentes instituciones auspiciaran foros
para discutir el problema, de los cuales a menudo surgieron publicaciones.
35
Estas son obras colectivas,
que combinan investigaciones de campo con ensayos específicos de especialistas en violencia social.
Todos asumen que la violencia es un producto cultural, pero no profundizan en sus raíces históricas.
La mayoría de los trabajos antes citados se centran en la delincuencia de posguerra, situación entendible
por el contexto en que se producen: el auge de la delincuencia post Acuerdos de Paz, y aunque en algunos
se intenta “historizar” el fenómeno, generalmente no van más atrás de la pasada guerra civil. Diferente es
el caso de Ellen Modie, quien estudia la manera cómo a lo largo del siglo XX, en El Salvador se va
construyendo un perfil” del delincuente y cómo esa construcción va siendo asumida por la población en
general. Resulta interesante constatar como la imagen del delincuente se va transformando, sin que pierda
su esencia de antisocial; desde el ratero de la década de 1930, al guerrillero de los años 70 y 80, hasta el
pandillero de la posguerra. En todo caso, a partir del perfil que elaboran los cuerpos de seguridad y
transmiten los medios de comunicación, y las experiencias cotidianas de la gente, la población termina por
asumir una imagen del delincuente, del peligroso, del marginal.
36
32
Equipo Maíz. Historia de El Salvador: De cómo los guanacos no sucumbieron a los infames ultrajes de
españoles, criollos, gringos y otras plagas. (San Salvador, Asociación Equipo Maíz, 1989).
33
Equipo Maíz. Historia de El Salvador: De cómo la gente guanaca no sucumbió ante los infames ultrajes de
españoles, criollos, gringos y otras plagas. (San Salvador, Algier’s Impresores, 2002). Los cambios en el título
evidencian mo en esta última edición se incluye la perspectiva de género. Esta última edición consta de 208
páginas; la de 1995 tenía 156.
34
Patricia Alvarenga, Cultura y ética de la violencia... Op. Cit.
35
Véase por ejemplo, PNUD, Programa El Salvador. Violencia en una sociedad en transición. (San Salvador,
PNUD, 1998), Carlos Guillermo Ramos (et al) Violencia en una sociedad en transición. Ensayos. (San Salvador,
PNUD, 2002); PNUD, Programa El Salvador. Dimensiones de la violencia. (San Salvador, PNUD, 2003); y PNUD.
Armas de fuego y violencia. (San Salvador, Talleres Gráficos UCA, 2003).
36
Ellen Moodie. Como rastrear al delincuente salvadoreño en el siglo veinte. Ponencia presentada en el Primer
Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003;
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 98-109) p. 108
3.2 Estudios de género y feminismo
Este tipo de trabajos resultan muy útiles debido a que rebelan aspectos de la cultura salvadoreña. Al
revisar la bibliografía al respecto se pueden encontrar distintas vertientes que convergen hacia la situación
actual de la mujer, mediante el rastreo histórico de sus acciones y los movimientos asociados a ellas. Se
pueden encontrar estudios sobre los movimientos sufragistas y de organización femenina, a menudo
liderados por mujeres vinculadas al ámbito intelectual.
37
En los años ochenta y noventa, se realizaron
investigaciones sobre la participación de las mujeres en la guerra civil, tanto en la experiencia de los
desplazados como en la lucha armada. Sin embargo, estos trabajos consideran a las mujeres víctimas de la
guerra y a las militantes de izquierda, sin darle mayor tratamiento a la población civil y menos a las que
pudieron simpatizar y apoyar al ejército salvadoreño y los paramilitares.
38
En la posguerra, y
acompañando a los proyectos de reinserción y desarrollo aparecen trabajos en torno de la organización y
participación de las mujeres de cara a los nuevos espacios políticos, económicos y sociales abiertos en el
contexto de la democratización.
39
Una vertiente sumamente interesante que apenas ha comenzado a ser explorada, y con muy buen éxito por
Patricia Alvarenga, son los estudios de las mujeres como parte de los marginados sociales. Los trabajos de
Alvarenga se han centrado en el últimos tercio del XIX y las primeras décadas del XX, periodo
excepcionalmente provocador, no solo por los cambios estructurales que se dieron en el país, sino por las
profundas transformaciones sociales que lo acompañaron y que condicionaron las percepciones y
valoraciones sobre los hombres y mujeres que transgredieron las normas morales establecidas.
40
Como
37
En esta vertiente destacan los trabajos pioneros de Sonia Ticas. Intelectuales salvadoreñas de los cuarenta:
negociando lo privado y lo público”. Istmo, Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos,
No. 6 (July December 2003), http://www.wooster.edu/istmo; Hacia una historia del feminismo salvadoreño en
los años 20 y 30. Revista Humanidades, IV época, # 3, 2003, Universidad de El Salvador; “Las escritoras
salvadoreñas a principios del siglo XX: expectativas y percepciones socio-culturales”. Eugenia Rodríguez, ed.,
Historia, Política, Literatura y Relaciones de Género en América Central y México (siglos XVIII, XIX y XX). Edición
Especial, Diálogos Revista Electrónica de Historia, Vol. 5, No. 1 (Marzo Agosto 2004). San José: Escuela de
Historia, Universidad de Costa Rica, ISSN 1409-469X, http://historia.fcs.ucr.ac.cr; Fidelina Martínez Castro.
Feminización de la educación superior en El Salvador. En Revista Humanidades, IV época, # 4, 2004.
38
Véase Patricia Hipsher. "Rigth- and Left-Wing Women in Post-Revolutionary El Salvador. Feminist
Autonomy and Cross-Political Alliance Building for Gender Equality". En Victoria González y Karen
Kampwirth. eds., Radical Women in Latin America. Left and Right. (Pensylvannia: The Pennsylvannia State
University Press, 2001); Karen Kampwirth. Women and Guerrilla Movements. Nicaragua, El Salvador, Chiapas,
Cuba. Pennsylvania: The Pennsylvania State University Press, 2002; Ilja A. Luciak. After the Revolution. Gender
and Democracy in El Salvador, Nicaragua, and Guatemala. Baltimore-Maryland: The Johns Hopkins University
Press, 2001; María Candelaria Navas. Los movimientos femeninos en Centroamérica: 1970-1983”, En Daniel Ca-
macho y Rafael Menjívar, coord., Movimientos populares en Centroamérica. San José: EDUCA, 1985; Norma
Vázquez. Las Mujeres Refugiadas y Retornadas. San Salvador - El Salvador: Las Dignas, 2000; Norma Vázquez,
Cristina Ibáñez, y Clara Murguialday. Mujeres Montaña. Vivencias de Guerrilleras y Colaboradoras del FMLN.
Madrid: Horas y HORAS, 1996.
39
María Candelaria Navas, y Liza María Domínguez. La Experiencia Organizativa de las Mujeres Rurales en la
Transición Post-Conflicto: 1992-1999. San Salvador: UCA, Ayuda Obrera Suiza, 2000; Las organizaciones de
mujeres en El Salvador y sus aportes a la historia socio-política (1957-1999). En Eugenia Rodríguez, ed.,
Mujeres, Género e Historia en América Central durante los Siglos XVIII, XIX y XX. San José: UNIFEM, Plumsock
Mesoamerican Studies, 2002; Sonia Ticas. “Compromiso social y discurso profético en la poesía de Liliam
Jiménez y Mercedes Durand”. Istmo, Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos, No. 3
(January June 2002), http://www.wooster.edu/istmo; y Norma Vázquez. De Sueños y Realidades. Una
Experiencia de Capacitar Mujeres en Oficios no Tradicionales. San Salvador - El Salvador: Las Dignas, 2000.
40
Patricia Alvarenga. Los marginados en la construcción del mundo citadino. El Salvador, 1880-1930”. Revista
de Historia, No. 9, 1997; (Instituto de Historia de Nicaragua, UCA); Prostitución y control social en El Salvador
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 98-109) p. 109
contraparte, hay algunos trabajos que exploran a las mujeres de finales del XIX incursionando en el
mundo académico y a través de los cuales se puede hacer un acercamiento a la cultura de elite
decimonónico. Un contraste entre ambas tendencia arrojaría mucha luz sobre la sociedad salvadoreña.
41
Conclusiones
Si se compara El Salvador con otros países del área centroamericana, se hace evidente que en este país los
estudios históricos tienen mucho camino por andar. No obstante, una revisión como esta que tiene un
carácter muy preliminar también demuestra que en el campo de la historia cultural, se han logrado
avances significativos. Se tiene un panorama aceptable, y en condiciones de ser comparado con el de otros
países de la región, en el caso de la cultura de elite de finales del siglo XIX y principios del XX. Ya se
cuenta con algunos estudios sobre identidad nacional y nacionalismo, así como algunos trabajos sobre
sectores sociales subalternos del mismo periodo.
En el caso de los estudios sobre el papel jugado por los intelectuales en la configuración de la cultura, la
identidad y la interpretación histórica, se cuenta con trabajos sobre la intelectualidad liberal y sobre los
intelectuales “autoctonistasde la década de 1920. También se ha estudiado con alguna profundidad a
Francisco Gavidia, Alberto Masferrer y Roque Dalton. Gaviria y Dalton son importantes no solo por sus
trabajos literarios, sino por la influencia de sus interpretaciones de la historia de El Salvador.
42
Asimismo,
han comenzado a explorarse temas como violencia y delincuencia; feminismo y género; y marginados
sociales.
Este balance da lugar para pensar que los estudios de historia cultural en El Salvador tienen un futuro
prometedor. En los últimos años, algunos organismos internacionales han comenzado a mostrar mayor
interés por los estudios culturales; esa tendencia comienza a sentirse en el país; por ejemplo, el “Informe
sobre desarrollo humano. El Salvador, 2003”; por primera vez incluyó un capítulo sobre identidad y
cultura, el cual pretende sensibilizar sobre la importancia de conocer las raíces culturales del país y su
diversidad cultural.
43
1900-1930”. En Iván Molina y Francisco Enríquez. eds., Fin de siglo XIX: Identidad Nacional en México y
Centroamérica. Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2000.
41
Véase. Carlos Cañas Dinarte. Las hijas de Minerva. Hacia una historia educativa y cultural de las mujeres
salvadoreñas. Inédito, 1999.
42
Una reflexión interesante sobre la influencia de estos tres escritores en la cultura salvadoreña se encuentra en
Giovanni Galeas. Cultura contemporánea. La entrada a un nuevo siglo. En Alvaro Magaña (coord.) El Salvador,
la república. Tomo II. (Fomento Cultural, Banco Agrícola, 2000).
43
Véase. Carlos Lara Martínez, Carlos G. López y Ricardo Roque. Identidades, cultura nacional y diversidad
cultural: las dimensiones olvidadas del desarrollo humano. En PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano: El
Salvador 2003. (San Salvador, Impresos Múltiples, 2003).