Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 142
142
DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA
DE HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
La Historia Cultural entre la utopía y la imaginación. Hacia un proyecto
historiográfico. Dr. Juan José Marín Hernández
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc.
Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San
Carlos de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y
Dr. Eduardo Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 143
143
Diálogos Revista Electrónica de Historia” se publica interrumpidamente desde octubre de 1999
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 144
144
Palabras claves: Historia Cultural, Costa Rica, Centroamérica, Balance, Historiografía y
Cultura.
Key words: Cultural History, Costa Rica, Central America, Balance, Historiography and
Culture.
Resumen
El artículo confronta esboza el desarrollo de la denominada historia cultural costarricense
en la cual se plantea las posibilidades establecer a través de ella un campo disciplinar
analítico, interpretativo y sistemático. El trabajo llama propone además desarrollar una
historia cultural comprometida con su entorno social.
Abstract
The article borders outlines the development of the cultural Costa Rican history called in
which one raises the possibilities to establish across it a field to discipline analytical,
interpretive and systematicly. The work calls proposes to develop in addition a cultural
history compromised with your social environment.
Costarricense. Historiador, doctorado por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Profesor asociado de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigaciones
Históricas de América Central: Programa de Historia Social y Económica. Director del
Proyecto Clionet Costa Rica y de Diálogos Revista Electrónica de Historia. Actual
director del Posgrado Cerntroamericano en Historia. Autor de diversos artículos sobre
historia social de la prostitución, el delito y la marginalidad, así como de las nuevas
tecnologías y la enseñanza de la historia. En esta última área ha desarrollado el modulo
Estudios Sociales http://historia.fcs.ucr.ac.cr/mod-cole/ , los museos virtuales
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/tcu/index.htm y fue socio fundador de la Asociación de
Profesionales en la Enseñanza de los Estudios Sociales. APROEES. Correo electrónico:
jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 145
145
La Historia Cultural entre la utopía y la imaginación. Hacia un proyecto historiográfico
Dr. Juan José Marín Hernández (
1
)
Escuela de Historia
Email: jmarin@fcs.ucr.ac.cr
*
Introducción
“...cuando empecé a ver por primera las generosas disposiciones del cielo frente
a los peligros a los que nos enfrentamos en esta vida. Cuán milagrosamente
somos salvados a veces, sin saberlo. Cómo, cuando nos encontramos ante una
duda o vacilación (en un aprieto, como decimos) acerca de ir por este o ese otro
camino, una secreta insinuación nos dirige por este camino, cuando
pretendíamos ir por ese otro; o a veces, cuando el sentido común o nuestra
inclinación, o quizá nuestros intereses personales, nos llaman hacia el otro
camino, pero una extraña impresión se graba en nuestra mente, procedente de no
sabemos dónde y, movida por no sabemos qué poder, nos obliga a ir por este
camino; y luego nos damos cuenta de que si hubiéramos ido por ese otro que
habíamos elegido, siguiendo los dictados de nuestra imaginación, nos
hubiéramos visto arruinados y perdidos. Estas y muchas otras reflexiones
parecidas me decidieron a establecer una cierta norma, la de que, cada vez que
mi mente se hallaba ante la incertidumbre o la presión de hacer o no hacer algo
determinado, o de seguir este o aquel camino, nunca dejaba de obedecer el
dictado secreto, aunque no conocía ninguna razón para ello más allá de esa
incertidumbre o esa presión.” Defoe, Daniel. Robinson Crusoe. El Mundo..
Madrid, España. 1999, p.186-187.
1
El presente artículo es el resultado de tres reflexiones que se dieron en el 2004. La primera fue el
intercambio de opiniones entre los colegas Luis Pedro Taracena, Miriam Miranda, José Cal, Miguel
Herrera, Carlos Gregorio López y Patricia Vega en el marco de la mesa de Historia Cultural del VII
Congreso de Historia Centroamericano y que sirvió como conclusión a todas las actividades y discusiones
que se dieron en la mesa de historia cultural. Debo indicar que muchas de las referencias para el caso
costarricense fueron tomadas de un trabajo previo publicado en el contexto del Seminario Entre dos
siglos: la investigación histórica en Costa Rica, 1992-2002. (Museo Histórico Cultural Juan Santamaría
13 y 14 de noviembre, 2002 Alajuela, Costa Rica). La segunda reflexión surgió a partir de una generosa
discusión con los doctores Patricia Badilla, José Daniel Gil y el suscrito reseñando los alcances de la
divulgación y la difusión cultural en el quehacer de cada uno de nuestros proyectos. El resultado de esa
discusión fue el documento titulado La Difusión Histórica y la Recuperación de la Memoria”: Una
reflexión introspectiva a partir del proyecto Clionet de Costa Rica” y el cual será publicado por la Revista
de Historia. Finalmente, la tercera reflexión fue en el marco de la presentación del libro “Estrategias para
estudiar la comunidad donde vivimos” del colega Francisco Enríquez.
A raíz del VII Congreso de Historia, los integrantes de la mesa de historia cultural acordamos escribirlas
para un público más amplio y con miras a generar un debate en el ámbito centroamericano. Desde ya me
disculpó por las inevitables repeticiones con los trabajos arriba mencionados.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 146
146
El VII Congreso de Historia Centroamérica celebrado en Tegucigalpa Honduras,
entre 19 y el 23 de julio del 2004, permitió reunir a una serie de colegas con los cuales
se pudo discutir ampliamente sobre el desarrollo y el futuro de una nueva área de la
disciplina histórica, que se abre paso en forma monumental en Centroamérica, como es
la historia cultual, eso si con diversos ritmos y problemáticas que en su conjunto nos
permiten avizorar los posibles alcances de esta plataforma de trabajo con perspectiva
cultural. Tal vez en un futuro cercano este tipo de reuniones y discusiones nos permitan
desarrollar planteamientos ambiciosos en el marco de la región, tal y como se hacen en
otras latitudes como las desarrolladas por Peter Burke, Jean Pierre Rioux y Jean Franςois
Sirinelli. (
2
) Este artículo pretende establecer los movimientos, temáticas, interrogantes y
controversias que han surgido en la historia cultural costarricense, esto con el fin de
establecer paralelismos con el resto de los países centroamericanos y plantearnos la
posibilidad de crear un espacio trabajo comparativo, analítico y sistemático, esta vez en el
marco centroamericano, incluyendo en este a Panamá y Belice.
Nuestro propósito es establecer las características de la historia cultural como un
campo de trabajo en perspectiva y determinar las posibilidades que podría tener la historia
cultural como un espacio trabajo histórico, sistemático, serio, propositivo, interdisciplinario
y desde luego comprometido con su sociedad.
Este artículo se dividió en cuatro secciones. La primera realiza un balance sobre el
desarrollo de la historia cultural en Costa Rica enfatizando en los principales avances
experimentados; la segunda sección evalúa a la historia cultural dentro de un posible debate
historiográfico. La tercera realiza un examen de la historia cultural como un espacio de
trabajo fructífero, analizando algunos de sus productos más notables en los últimos 10 años.
Finalmente, la última sección se interroga sobre qué tipo de historia cultural es la que
deseamos, en este sentido se evalúan los principales retos o desafíos actuales.
1- Hacia un diagnóstico de una Historia Reciente: La Historia Cultural
2
Véase Burke Peter editor. Formas de Hacer Historia. Alianza Universidad. Madrid, España. 1996 y
Rioux Jean Pierre y Sirinelli Jean Franςois. Para una Historia Cultural. Taurus. Madrid, España.1999.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 147
147
¡Qué extraña obra de la providencia es la vida de un hombre! ¡Y
qué secretos y contradictorios impulsos mueven nuestros afectos
según las distintas circunstancias presentes! Hoy amamos lo que
mañana odiamos, hoy buscamos lo que mañana rehuimos, hoy
deseamos lo que mañana tenemos; más aún, la aprensión nos
hace temblar”. Defoe, Daniel. Robinson Crusoe. El Mundo..
Madrid, España. 1999, p.168
En 1992, los historiadores Iván Molina y Steven Palmer compilaron una serie de
artículos de historia cultural que se publicaron como un libro titulado “Héroes al Gusto y
Libros de Moda”. (
3
) Dicha obra pronto se convertiría en un referente indispensable
para todo historiador interesado en los tópicos culturales, además por el tratamiento
temático y por el examen que se hacía de la historiografía nacional. En su diagnóstico
tanto Palmer como Molina afirmaban que en la década de 1980 la historiografía
costarricense:
“... se concentró en el estudio de la estructura agraria y los conflictos sociales;
pero exploró poco la esfera cultural hecho que rompía con una larga tradición
historiográfica que durante un poco menos de un siglo se había sostenido en la
exploración de lo cultural”. (
4
)
La afirmación fue parcialmente cierta para una comunidad de historiadores, que
desde las universidades estatales, se habían autodefinido como nuevos historiadores (
5
) y
que decidió privilegiar las temáticas demográficas, económicas, la historia agraria y la
3
Molina, Iván y Palmer Steven. Héroes al gusto y libros de Moda. Sociedad y Cambio Cultural en Costa
Rica, 1750 1900. Editorial Porvenir CIRMA Plumsock Mesoamerican Studies. San José, Costa
Rica. 1992.
4
Molina, Iván y Palmer Steven. Héroes al gusto..., p.2.
5
Debemos indicar que la comunidad de los nuevos historiadores fue cuantitativamente una pequeña
congregación, por cierto muy heterogénea tanto en su procedencia social, como en sus características
político-partidarias, formativa, ideales, ideología e intereses investigativos, pero aún así cumplió un papel
preponderante en la profesionalización e institucionalización de la historia en Costa Rica.
Hoy en día, la discusión sobre los nuevos historiadores resulta un poco estéril pues el grupo como tal nunca
llegó a trabajar como una colectividad coherente. No obstante, en la década de 1980, tuvo un papel muy
relevante en cuanto permitió crear un sentimiento de identidad y trascendencia social. Al respecto véase
Acuña Víctor Hugo “La renovación de los estudios históricos en Costa Rica”. En: Revista de Historia. No.
12-13. EUNA. Heredia, Costa Rica. 1986, pp. 11-16; González, Paulino. “Los avatares de la historia” En:
Revista de Historia. EUNA-EUCR. No. Especial. 1988. Y el sitio cultores de la historia
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/escuela/indices/i-entrev.htm
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 148
148
historia de los movimientos sociales. (
6
) Para Molina y Palmer estas predilecciones
resultaban una irónicas puesto que los temas dominantes, entre 1900 y 1970, habían sido
los culturales. (
7
)
Sin embargo, tal extravío, si existió, duró poco menos de una década. La gran
mayoría de los nuevos historiadores que se profesionalizaron e institucionalizaron
sucumbieron demasiado pronto en las redes de lo cultural. Varios de los más afanados
historiadores sociales y económicos como Juan Rafael Quesada, Víctor Hugo Acuña,
Iván Molina, Patricia Alvarenga, Eugenia Rodríguez y Rodrigo Quesada impetuosamente
abandonaron las discusiones del tránsito del capitalismo y las configuraciones socio
económicas para dar paso a las discusiones sobre la literatura, la identidad, las
comunidades imaginadas, y el género, entre otros, temas que en otrora eran vistos como
poco significativos en las explicaciones estructurales de la sociedad.
Así, muchos de los historiadores sociales y económicos renunciaron a seguir
estudiando las clases sociales y dieron paso a la búsqueda de la otredad, las identidades
étnicas, de género y a los nuevos movimientos sociales. Algunos de ellos más apegados
que otros a la interpretación posmodernista de la realidad. (
8
)
Por otro lado, los historiadores agrarios continuaron desarrollando sus trabajos
ampliando sus perspectivas analíticas con el factor cultural. En este caso habría que
señalar al grupo de trabajo aglutinado alrededor de Mario Samper, entre los que haría que
destacar a Carlos Naranjo, Margarita Torres, Brunilda Hilje y Paul Sfez, entre otros, que
incluso prepararon reflexiones en torno a esa incorporación. (
9
) Tal actitud contrastaba
6
Véase Viales, Ronny: Mitos, Corrientes y Reflexiones. El Oficio del Historiador en Costa Rica del Siglo
XXI. En Reflexiones. No. 78. Número Especial. EUCR 1999, pp. 49-57
7
A lo que habría que agregar que esta historiografía cultural desarrollada entre 1900 y 1970 tuvo diversos
grados de refinamiento. De este modo, uno podría considerar obras clásicas como Cleto González Víquez,
Felipe González Flores, Francisco María Núñez, Ricardo Jinesta, Bernardo Agusto Thiel y Víctor Manuel,
Sanabria, entre otros con una gran riqueza empírica (para una valoración de sus obras véase Quesada, Juan
Rafael. Historia de la Historiografía Costarricense. 1821-1940. EUCR. San José, Costa Rica. 2001) y
otras de un valor historiográfico cuestionable como las de Rodríguez Vega Eugenio. Apuntes para una
Sociología Costarricense. EUNED. San José, Costa Rica. 2 ed. 1977; Cordero Solano, José Abdulio. El
ser de la nacionalidad costarricense. EUNED. San José, Costa Rica. 1980cuya riqueza esta ubicada en el
discurso normativo e ideológico, más que en su dimensión investigativa.
8
Véase Viales, Ronny. Lógica (s) de la descripción y de la explicación histórica: algunas reflexiones”. En:
Reflexiones. No. 80-2. San José. Editorial de la Universidad de Costa Rica. 2003. pp. 77-89
9
Al respecto véase Samper, Mario. Metodologías Convergentes e Historia Social del Cambio Tecnológico
en la Agricultura. Progreso Editorial. San José, Costa Rica. 2001
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 149
149
visiblemente con la estampida ocurrida en la historia demográfica, donde historiadores
como Francisco Enríquez, Yolanda Dachner, José Antonio Fernández, Edwin González y
José Antonio Salas pasaron a trabajar otros temas, algunos de ellos referentes a lo cultural
(sociabilidad, la educación o las pugnas simbólicas) u otros tópicos ligados a una historia
económica más abierta a nuevas categorizaciones de análisis. (
10
)
Para 1989, cuando caía el muro de Berlín, fue más evidente la abdicación a los
modelos estructualistas y holistas y con ello aumentó el rechazo a las historiografìas más
interpretativas y globalizantes como la historia económica, social y la denominada
historia total. Ello creó un caldo de cultivo sumamente favorable para la historia cultural
y con ello un aumento en los oficiantes dedicados a rescatar lo cultural, algunos tratando
de encontrar respuestas a la lucha de clases otros rehuyendo la insistencia en la
conflictividad social. Entre, los historiadores profesionales hubo un aumento en el recelo,
casi general, a los modelos marxistas, aún aquellos de corte culturalista, como el de los
denominados historiadores marxistas británicos. Durante, la década de 1990, un
porcentaje alto de los nuevos trabajos (principalmente de tesis) ya no sentían igual gusto
a las obras de historiadores como EP Thompson, Eric Hobsbam, George Rudé, entre
otros, y se prefería leer marcos más acordes con el nuevo movimiento culturalista
internacional. (
11
) De esa forma, hubo una relectura de Michell Foucault, Roland
Barthes, Jacques Lacan, Julia Kristeva, Roger Chartier, entre otros, y se releía con ojos
menos revolucionarios los trabajos clásicos de Norbert Elias, Jurgen Habermas y Antonio
Gramsci, sólo para citar algunos. Asimismo, en un grupo cada vez mayor de
historiadores permeó muy hondo, la idea de que la historia no tiene que ser ideológica y
mucho menos comprometida. (
12
) Así los conceptos del “conocimiento no basado en
10
Un balance sobre las peripecias de la historia demográfica puede ser localizado en Salas, José Antonio.
“Construyendo la Historia Demográfica Costarricense: Mirada Retrospectiva a una Experiencia. En
Revista de Historia. No. Especial. EUNA-EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, pp. 93-111.
11
Véase Viales, Ronny. Lógica (s) de la descripción y de la explicación histórica...,pp. 77-89
12
La desvinculación de los historiadores con su realidad social más inmediata ha sido expuesta por Iván
Molina, para él: “Mientras en el resto de Centroamérica, en muchos sentidos, la discusión sobre el pasado
es un proceso básicamente vivo, en Costa Rica el pasado parece que se ha vuelto un tema de interés
esencialmente académico, por el cual se interesan poco los círculos políticos e intelectuales. En estas
circunstancias, aparte de publicar un artículo en la prensa o eventualmente de salir en televisión, o de hacer
algo más radical como participar en una marcha, no veo qué otra cosa podría hacer el historiador. Por otra
parte, hay que tener en cuenta que ni siquiera como gremio profesional hemos sido capaces de interesarnos
seria y generosamente por los problemas asociados con la enseñanza de Estudios Sociales. Es más, tampoco
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 150
150
fuentes” y la “historia militante” se mostraban como extraños en las nuevas discusiones
historiográficas. (
13
) Así mismo, los proyectos de difusión histórica junto con los sectores
populares de los años 80 desaparecieron en los 90, salvo los programas que hacían en el
ámbito personal por algunos investigadores. (
14
)
Ahora bien, el tránsito a una historia cultural como sustituta de la historia
económica y social no fue unánime. Hubo intensas polémicas, especialmente dirigidas
por Rodrigo Quesada comentando los peligros del culturalismo thompsoniano de Mario
Oliva o los supuestos excesos de Steven Palmer, aunque paradójicamente más tarde
Quesada pasará a ser uno de los nuevos culturalistas a finales del siglo XX y principios
del XXI. (
15
) Por otra parte, hubo reticencias a renunciar a una historia militante,
combativa y progresista. Curiosamente, varios de los cultores de la historia de las
mentalidades se mostraron evasivos a un posible de etiquetamiento como historiadores
culturales. Quizá uno de los más reservados fue José Daniel Gil y varios de los colegas
que trabajaban la historia de la delictividad y marginalidad. Incluso, en el caso de Gil
Zúñiga proponía agendas de trabajo donde se redimensionaban las problemáticas de la
historia de las mentalidades para nuestro contexto. (
16
)
A pesar del abandono progresivo de la historia económica y social la misma no ha
perdido vigencia tanto por los esfuerzos de colegas como Ronny Viales y Carlos
Hernández como de las necesidades que tiene nuestra sociedad de conocer
interpretaciones integrales sobre nuestro pasado. Unido a ello se encontraba la fortaleza
nos ha interesado como gremio profesional pronunciarnos acerca de determinados problemas nacionales.
Desde esta perspectiva, la mayoría de los historiadores costarricenses no son exactamente modelos de
ciudadanos” ase Entrevista a Iván Molina. En Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/i-
molina.rft
13
En el último lustro, como docente, he sido testigo de una manifiesta despolitización de un grupo
importante de estudiantes de historia, estudios sociales y archivística, aspecto que realmente me preocupa
como posible tendencia en la formación de nuevos profesionales, a pesar de que la idea de una historia
comprometía a sido el motor de la denominada historia social que inspiró a personajes como Walter
Benjamín, Marc Bloch, Pierre Vilar, Norbet Elias, E.P: Thompson y Eric Hobsbawn, entre otros.
14
Un balance de esto se encuentra en Marín Hernández Juan José. La Difusión Histórica y la Recuperación
de la Memoria: Una reflexión Introspectiva a partir del proyecto Clionet de Costa Rica. (Revista de
Historia. No. 48. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica, en prensa).
15
Los trabajos son varios pero vale la pena mencionar los Quesada Rodrigo Oscar Wilde (1854-1900): Del
Arte por el Arte a una Cena con Panteras. En: Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad
Complutense de Madrid. No. 15 Dirección Web http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/o_wilde.html
; y Quesada Rodrigo La Oruga Blanca Editorial de la Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica 2004.
16
Véase Gil, José Daniel. De Pandoras, Prometeos y “Nuevas Arcas de Alianza” En: Revista de Historia.
Número Especial. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, p. 207-220
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 151
151
de áreas con un intenso desarrollo propio como la historia colonial y la historia agraria.
En todo caso, el mérito de estas áreas se encontraba en que varios de sus oficiantes,
además de rescatar la dimensión estructural, incorporaban en sus trabajos categorías de
análisis de tipo cultural.
Fuera del ámbito de las universidades estatales y de los entes de divulgación que
permitían institucionalizar a la denominada Nueva Historia, la historia cultural tradicional
no había cegado en su vigor. La narrativa descriptiva y anecdótica, el privilegio por los
grandes personajes, el relato fabuloso y legendario, y la descontextualización de las
relaciones sociales se mantuvo.
Un buen ejemplo de lo anterior, es el trabajo de compilación del bibliotecario
Elías Zeledón que a través de sus libros “Leyendas Costarricenses” (
17
); “La vida
cotidiana de nuestros abuelos” (
18
); “Santoral Costarricense” (
19
) y “Sortilegio de viejas
raíces” (
20
) ha logrado gran aceptación en el denominado gran público. A pesar de que
estos compendios rescatan la narrativa liberal y con ello el proceso civilizatorio que
tendió a desarrollar la clase dominante costarricense, en este tipo de trabajos poco se
menciona sobre las implicaciones que tuvo dicha narrativa en el imaginario social, en la
construcción de la nación o en el proceso de morigeración. De este modo, la
problematización de la cotidianidad queda ausente. Como reconoce el historiador
Eduardo Oconitrillo en el prólogo de “La vida cotidiana de nuestros abuelos”
“La historia no sólo la hacen los grandes personajes, sino también la gente común
y corriente. La podrán llamar historia anecdótica o pequeña historia, pero esta
historia cotidiana cada día adquiere mayor valor” (
21
)
Desgraciadamente, la equiparación de la vida cotidiana como un acontecimiento
anectódico, tal como la entiende Oconitrillo, no ha sido suficientemente rebatida, por la
historia académica, la que tampoco ha creado alternativas socialmente atractivas que
17
Zeledón Elías. Leyendas Costarricenses. EUNA. Heredia, Costa Rica. 1989,
18
Zeledón Elías. La vida cotidiana de nuestros abuelos (1801-1910). Editorial Costa Rica. San José,
Costa Rica. 2004
19
Zeledón Elías. Santoral Costarricense: Fiestas y Tradiciones. Editorial UCR. San José, Costa Rica.
1998
20
Zeledón Elías. Sortilegio de Viejas Raíces: Leyendas Costarricenses. Editorial UCR. San José, Costa
Rica. 1998.
21
Zeledón Elías. La vida cotidiana de nuestros abuelos..., p.14
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 152
152
permitan al mismo tiempo el desarrollo de interpretaciones con perspectiva histórica y el
pensamiento crítico, tan necesarios en la sociedad moderna. De este modo, todavía existe
una prolifera literatura que se dedica a relatar eventos donde se entremezclan personajes
de alcurnia o de aquellos individuos que tuvieron una vida ejemplar o picaresca que
reafirmaban los marcos valorativos de la sociedad liberal, ocultando sus tremendas
injusticias sociales.
De ese modo, se rescata a personajes como ñor Valentín Sequeira, quien además
de ser un pobre de solemnidad y de tener una gran deuda económica con el Jefe de Estado
Braulio Carrillo logró engañar nada menos que al primer ciudadano del Estado de Costa
Rica a través de una serie de artimañas picarescas. Según relataba Manuel Arguello, don
Valentín contrató a unos amigos para ser llevado en andas como era la usanza de la
época, al ver esto don Braulio exclamó
“¡Dios le perdone así como yo le perdono lo que me debía!” a lo que Sequeria
respondía “la deuda quedó cancelada”. (
22
)
Como ese ejemplo, otros muchos podrían rescatarse, pero en todos poco se
discute sobre la cotidianeidad como un espacio de configuración de ideologías
contestarias al mundo liberal; la creación de mecanismos de socialización y de creación
identitaria; la instrumentalización de comportamientos, percepciones y representaciones
sociales; la creación de marcos de conducta y la acumulación de experiencias y
estrategias de resistencia social que hicieron posible la democracia actual, aunque
imperfecta mucho más inclusiva que otras partes de América Latina. Todo ello se
desvanece en el simple relato anecdótico.
Gracias al mercado cautivo que significan los escolares y colegiales para la
historia oficial, la historia cultural tradicional mantuvo y mantiene una gran proyección.
Un llamado de atención de cómo atacar esta historia cultural tradicional es realizado por
Tatiana Lobo, sólo que al costó de abandonar el rigor, pertinencia y la gica de trabajo
de la historia por una dudosa novela histórica (
23
). A lo que habría que agregar una
22
Zeledón Elías. La vida cotidiana de nuestros abuelos..., p.26
23
Véase Lobo Tatiana. Abordar la historia desde la Ficción Literaria (o como destejer la bufanda) En:
Revista Comunicación. Cartago. Costa Rica. Escuela de Ciencias del Lenguaje. Instituto Tecnológico de
Costa Rica. Vol 12. Número Especial. Año 23. Noviembre 2002. p.114-119. Uno de los pocos
historiadores que reaccionar contra la pretensión de sustituir la historia por la novela histórica fue realizada
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 153
153
comunidad de historiadores, ya sea dentro de feudos universitarios y de las mal llamadas
“universidades” privadas, que simplemente ignoró el trabajo que se producía en las
Escuelas de Historia y en el Centro de Investigaciones Históricas. De este modo, los
historiadores culturales tradicionales evitaron a toda costa la polémica; mientras los
nuevos historiadores soslayaban un combate más directo contra la historia anecdótica. Al
parecer la premisa era cada quien con su trabajo y Dios con el de todos, Así, en las
últimas dos décadas prevaleció el trabajo individual sin meterse mucho con sus colegas,
especialmente con los más opuestos a su práctica historiográfica. En las escasas
polémicas que se produjeron, las mismas duraban muy poco y con exiguos resultados
historiográficos.
En términos de la controversia acaecida en las dos últimas décadas, uno de los
resultados más sensibles fue el prematuro entierro de la historia de las mentalidades que
hizo casi al unísono la historiografía nacional, sustituyéndola por la historia cultural, a la
cual se le veía como más idónea para analizar diferentes fenómenos que iban desde la
identidad hasta los imaginarios sociales.
En términos de la incidencia social, la década de 1980 generó una valiosa práctica
que hasta ahora no ha sido suficientemente continuada. En octubre de 1985, diversos
historiadores, teólogos y cientistas sociales se congregaron a discutir la importancia de la
recuperación de la memoria histórica, a instancias del Centro Nacional de Acción
Pastoral CENAP, y gracias a ello se organizó el Primer Encuentro Sobre Cultura y
Memoria Popular.
En aquella época se discutía la interrelación de la memoria colectiva con la
práctica organizativa de las clases populares costarricenses; la importancia de los
métodos de investigación acción en ese reconquista; la trascendencia de la investigación
académica comprometida con su entorno social y con las clases subalternas y la creación
de un marco sistemático de categorías teórico – metodológicas.
A lo largo, de estas dos últimas décadas se han creado diferentes proyectos,
inspirados en la historia social, cultural y de las mentalidades, por reconstruir la
por Iván Molina en la sección de opinión del Semanario Universidad en el mes de setiembre. (Cfr Boletín
Electrónico de Historia, dirección web http://historia.fcs.ucr.ac.cr/boletin/2003/set-
2003/UnarespuestaaTatianaLobo.htm
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 154
154
memoria popular; determinar los mecanismos de difusión de las experiencias colectivas y
descubrir los mecanismos que permiten edificar las identidades sociales. (
24
)
Tal vez, en estas dos últimas décadas, los proyectos Aulas Libres, el Museo de
Cultura Popular y el Trabajo Comunal Pasado y Presente de las Comunidades
Costarricenses, han sido los proyectos más significativos por crear una historiografía con
la gente común y corriente.
Dicha aspiración es recogida por José Daniel Gil Zúñiga, quien ha reconocido la
importancia de rescatar el papel protagonismo de las mismas comunidades y sujetos
estudiados en la construcción de su propia historia. Para él, en el proyecto “Aulas
Libres”
“Los que sabíamos de historia de Costa Rica, venimos a enseñarles a los
ignorantes de la calle la historia de Costa Rica; y un día nos dimos cuenta que los
ignorantes eran los doctores y los licenciados en historia ... y los profesionales
tuvimos que sentarnos a la vera del camino para escuchar la lección de Francisco
Oviedo, o la lección de doña Nuria Pérez, quienes al final fueron los que
terminaron escribiendo la estrategia. Uno solo era el acomodador de piezas. Es
decir, la gente terminó enseñándole a uno, y esa fue justamente la gran
experiencia. (
25
)
Empero, tal dinámica no se propagó en la academia. Fuera del proyecto de “Aulas
Libres”, la Asociación Acuanta (creada por el mismo José Daniel Gil) los intentos de
edificar una historia junto a los protagonistas, entremezclando la divulgación y la difusión
histórica no se volvieron a repetir. La academia observó a tales iniciativas como procesos
interesantes, pero irrepetibles en su ámbito habitual de trabajo. De ahí, que la historia
“desde abajo”, fuera rápidamente interrumpida.
Con respecto al Trabajo Comunal Universitario “Pasado y Presente de las
Comunidades Costarricenses”, si bien es cierto ha perdurado por más de diez años, como
parte de un proyecto académico, su impacto original en la deseada articulación
investigación docencia extensión no se consolidó. En efecto, en la actualidad dicho
24
Badilla, Patricia, compiladora. Memoria y Cultura Popular Costarricense. San José, Costa Rica.
CENAP. 1986, p.11
25
Entrevista a José Daniel Gil. En la sección “Experiencias de Extensión Docente”. Dirección web
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_jdgil.pdf
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 155
155
TCU ya no promueve cursos o proyectos de graduación. A mediados de la cada de
1990, la impronta inicial comenzó a borrarse conforme en la licenciatura de historia de la
Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica languidecía. A pesar de ello, el TCU
aún mantiene una vigorosa labor en el rescate histórico en las comunidades, esperando
mejores tiempos para rearticular las diferentes áreas de la historia. (
26
)
Finalmente, el “Museo de Cultura Popular” (
27
) también logró crear una valiosa
dinámica de trabajo. Lamentablemente, para la comunidad de historiadores pasó de ser
un meritorio proyecto de extensión universitaria, a un “simple museo” y no un centro de
difusión histórica como originalmente se concibió. (
28
)
La distancia entre la academia y la historia popular siempre ha sido problemática.
En 1985, Víctor Hugo Acuña, se preocupaba por diferenciar dos actividades que a priori
debían estar interrelacionadas mutuamente. Para él, debía distinguirse entre la actividad
científico ideológica de investigar la historia social y la tarea político ideológica de
hacer del conocimiento histórico un instrumento para formar una conciencia e identidad
de las clases trabajadoras. Para Acuña Ortega, era necesario considerar que
“... la historia social, es en primer lugar, una actividad académica que puede
permanecer más o menos alejada de la vida y las luchas de las clases trabajadores
... A la inversa, la tarea de recuperación de la memoria popular tampoco está
condenada a producir un saber de segunda categoría. De hecho ambas actividades
26
Véase las entrevistas a Mariana Campos, Ronny Viales Hurtado y Francisco Enríquez en la sección En
“Experiencias de Extensión Docente”. Direcciones web
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_mcampos.pdf ;
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_rviales1.pdf ;
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_fenriquez.pdf ;
27
Particularmente, el suscrito considera valioso la idea original del Museo de Cultura Popular el cual
pretendía retomar el papel de los cultores populares y la juventud de las clases trabajadores en la
organización interna del museo. Es decir, retomar aquellos miembros de las clases subalternas que poseen
y manejan diversos conocimientos empíricos tradicionales de su comunidad logran crear prácticas
creadoras concretas; así como a los miembros más venes de dichas clases para que estos logren reactivar
su propia cultura a través de procesos de endoculturación y con ella aprehender la riqueza de su mundo.
Véase De Carli. Georgina. El Proceso de Reactivación de la cultura Popular. Fines del Museo Regional
de Cultura Popular. Heredia. En: Badilla, Patricia, compiladora. Memoria y Cultura Popular
Costarricense...., p.83-88.
28
Para una recapitulación de la historia y vivencias del Museo de Cultura Popular véase las entrevistas a
Carlos Naranjo y Mayela Solano. En la sección “Experiencias de Extensión Docente”. Direcciones web
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_carlosnaranjo.pdf y
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/ehapliacda/extension_mayelasolano.pdf
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 156
156
convergen y pueden confluir pero es pernicioso desconocer su existencia
separada” (
29
)
Si bien, la propuesta de Acuña, rescataba la posibilidad de establecer vínculos entre
la historia social académica y las tareas educativas y organizativas asociadas al rescate
de la memoria histórica, a lo largo de dos décadas predominó la visión aislacionista de la
investigación. De modo tal, que a una mejora sustancial de los instrumentos de trabajo de
la historia se dio un mayor alejamiento del entono social al que, en teoría, debía
responder.
2- La Historia Cultural elementos hacia un debate
-Más has dicho, Sancho, de lo que sabes -dijo don Quijote-
; que hay algunos que se cansan en saber y averiguar
cosas que, después de sabidas y averiguadas, no importan
un ardite al entendimiento ni a la memoria. Cervantes
Miguel. Don Quijote de la mancha II parte p. 88
Antes de iniciar cualquier debate sobre la historia cultural debe reconocerse que
esta, como cualquier otro género de la historia, es difícil de definir. En efecto, sus
límites temáticos son difusos pudiéndose entremezclarse con otras demarcaciones propias
de la historia de la literatura, la antropología cultural, de las mentalidades, la social, la
microhistoria, o de las ideas, sólo para nombrar algunas. Asimismo, la pluralidad de
marcos teórico metodológicos, a veces antagónicos entre sí, complican una descripción
homogénea de esta área historiográfica. Igualmente, los terrenos de trabajo de la historia
cultural son múltiples y diversos por lo cual los investigadores adscritos a este campo
recurren con frecuencia al diálogo interdisciplinario. (
30
) Incluso, al igual que otras áreas
temáticas de la historia muchos de sus oficiantes tienden a sentirse más a gusto
dialogando con otros especialistas que con sus propios colegas historiadores. Tales
inconvenientes han provocado que la adopción de la historia cultural sea muy desigual
29
Acuña. Víctor Hugo. Cuestiones de Memoria Popular e Historia Social. En: Badilla, Patricia,
compiladora. Memoria y Cultura Popular Costarricense...., p.45
30
Debemos indicar que en este aspecto la historia cultural no escapa a la critica de la dispersión y caos
temático que sufre la historiografía actual donde cualquier tema parece considerarse como válido para
investigar.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 157
157
tanto geográficamente (por países) como académicamente. Incluso, muchos historiadores
tienden a ignorarla como un campo serio del trabajo historiográfico o reclaman para sí
formas particulares de trabajar lo cultural. (
31
)
A parte de lo anterior, habría que agregar que al igual que en otros países en Costa
Rica los mismos oficiantes de la historia cultural provienen no sólo de diferentes áreas de
la historia sino también de distintas disciplinas de las ciencias sociales, elemento que
hace aún más difícil establecer una definición única o al menos cercana de lo que es la
historia cultural. (
32
) Asimismo, los historiadores que abordan la esfera cultural tienden
a ser encasillados en áreas determinadas de la historia cultural. Ello ha provocado que
algunos investigadores, (que usualmente se les sitúa en esa área historiográfica) tiendan a
no sentirse a gusto dentro de las gavetas forzadas en que se les ubica. (
33
)
31
Particularmente, consideramos injusta esta conclusión pues al igual que en otros campos de la historia
como la social, la política, la económica y de las mentalidades existen libros y artículos serios y malos. Por
ello el juzgar como poco serio un campo de trabajo va más allá de un análisis de escasos trabajos. Por el
contrario, es oportuno un análisis pormenorizado tanto de la riqueza teórico metodológica como del
aparato herurístico y problemático.
32
Al igual que JoAntonio Fernández creemos necesario realizar un estudio detallado de los historiadores
costarricenses entre 1960 y la actualidad. Esto como primer paso para analizar el perfil de los historiadores
en general y de los denominados historiadores culturales para comprender la práctica socio profesional.
Sobre esta preocupación véase Molina, José Antonio. ¿Decidía o muerte anunciada? Apuntes sobre el
desarrollo historiográfico costarricense durante la segunda mitad del siglo XX y su incierto futuro. Revista
de Historia. Número Especial. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, p.234.
A pesar del valioso trabajo de Francisco Enríquez, Iván Molina, David Díaz y el Sitio Web de la Escuela de
Historia de la Universidad de Costa Rica en su sección de cultores de la historia
(http://historia.fcs.ucr.ac.cr/indices/entrev-hisco.htm) en recoger las experiencias y opiniones de los
diferentes historiadores sobre la sistematización de su trabajo historiográfico o del libro. “Ciencia Social
en Costa Rica. Experiencias de vida e investigación” San José, Costa Rica. EUCR. 1998 de Molina et al.
aún el conocimiento sobre las prácticas de los historiadores es muy reducido
33
Curiosamente, Iván Molina considerado uno de los más significativos historiadores culturales afirmó en
una entrevista:
“Se me considera ahora un historiador de la cultura, aunque yo no estoy muy convencido de esta
adscripción. Pienso que puede ser válida en cuanto en el sentido de que cuando uno está, por ejemplo,
analizando determinados temas uno tiende a realizar artículos más especializados. Pero creo que el
horizonte del historiador debe ser siempre un horizonte sumamente amplio, que le permita integrar las
diversas dimensiones de lo social, es decir, no quedarse únicamente en lo económico, en lo político sino
tratar de ver las complejas relaciones entre variables de distinta índole”
Véase http://historia.fcs.ucr.ac.cr/entrev/i-molina.rtf
Asimismo, se ignora los aportes de otros historiadores que sin ser adscritos al área cultural realizan trabajos
muy interesantes, tal es el caso de Rodrigo Quesada Monge.
Como se verá más adelante, los proyectos historiográficos conllevan posiciones políticas y visiones de
mundo particulares. En el caso de varios historiadores costarricense la noción de historia cultural todavía
no lleva un contenido semántico asociado al compromiso político y a la praxis social tal y como sí parecen
evocar los conceptos de historia social y de la historia de las mentalidades.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 158
158
Finalmente, en un país tan pequeño como Costa Rica y un colectivo de
historiadores relativamente reducido las nuevas temáticas tienden a convertirse en
campos disciplinarios por lo que la denominación de historia cultural tiende a confundirse
con la multiplicación de campos disciplinarios.
En todo caso, lo importante no es enfrascarse en la simple momenclatura o en
establecer sus límites y oficiantes. En el caso costarricense, desde 1995 hay una clara
conciencia de la necesidad de trascender las clasificaciones temáticas y temporales de la
historia para abocarse a preguntas más trascendentales como son el establecimiento de
problemáticas más globalizadoras. En esa ocasión señalaba Mario Samper:
“... parece urgente precisar interrogantes medulares que han orientado o podrían
orientar nuevas pesquisas, y a la vez abordar de lleno una serie de cuestiones
teórico metodológicas e interpretativas que aquí apenas se han mencionado” (
34
)
Con esa mira señalada por Mario Samper es importante rescatar el balance
realizado por Iván Molina en 1989 donde destacó el inició de nuevas preguntas
relacionadas con el simbolismo social y las apropiaciones culturales. (
35
)
De ese primer balance resultó que las temáticas predominantes en el ámbito
costarricense eran el delito, las manifestaciones religiosas, el desarrollo literario y la
cultura del mundo obrero. Aunque con tratamientos teórico metodológicas muy dispares
entre si. (
36
)
Tres años después en otro balance, Iván Molina junto con Steven Palmer destacaron
el peso de la denominada “nueva historia cultural”, la cual para ellos era mas precisa que
la historia de las mentalidades a la hora de analizar la dimensión subjetiva. (
37
) A la par
de ello se criticaron los enfoques estructuralistas los cuales no llegaban a visualizar la
cotidianidad o a los sujetos sociales de carne y hueso.
34
Samper, Mario. Revista de Historia. Número Especial. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, p.
12.
35
Molina, Iván. Imagen de lo imaginario. Introducción a la Historia de las Mentalidades Colectivas. En:
Fonseca, Elizabeth (comp.). Historia Teoría y Métodos. EDUCA. San José, Costa Rica. 1989, pp. 179-
224.
36
Este divorcio es interesante tenerlo en cuenta pues marcaría el desarrolló de lo cultural en los dos lustros
subsiguientes, tal y como veremos más adelante.
37
Molina Iván y Palmer Steven “Héroes al Gusto...
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 159
159
Para Molina y Palmer la década de 1990 retornó a lo cultural esta vez enfocando un
espectro temático más amplio preocupado por la cotidianidad y las representaciones
sociales y la antropología simbólica. De este modo, se citan nuevas temáticas tales como
el delito y los marginados, las actitudes ante la muerte, las festividades electorales, las
diversiones públicas, la impresión, distribución y consumo de periódicos y libros y la
invención de la nacionalidad. El libro Héroes al Gusto permite señalar a los autores más
significativos de este cambio historiográfico. De este modo, es posible nombrar a
Eugenia Rodríguez, Arnaldo Moya, Patricia Fumero, Patricia Vega , Víctor Hugo Acuña
y desde luego Iván Molina y Steven Palmer como los principales estandartes de la
historia cultural.
Entre 1989 y 1994, la historiografía costarricense de lo cultural parecía distanciarse
tanto de la historia cuantitativa como estructural, prueba de ello es una simplificación de
los procesos cuantitativos y una clara predilección para rescatar el documento individual
y el estudio de casos como alternativas al trabajo historiográfico. Es así como en 1996,
Iván Molina y Seteven Palmer trataron de restituir la obra particular para conocer lo
colectivo a través del análisis de un impresor catalán (Avelino Alsina) y un mago cubano
(Carlos Carballo Romero, conocido más popularmente como profesor Carbell)
A pesar de la crítica a las estructuras y a la visión de lo mental hecha en los
prólogos de Héroes al Gusto” y “El Paso del Cometa” en 1995, un nuevo balance sobre
lo cultural fue desarrollado esta vez por Dora Cerdas, José Daniel Gil y Margarita Rojas
rescatando la relación entre la historia de las mentalidades y lo cultural. (
38
) En
consecuencia, en este nuevo recuento aún se destacaba el peso teórico metodológico de la
historia de las mentalidades. Precisamente, Dora Cerdas destacaba el papel de la vida
cotidiana y el imaginario colectivo en la producción historiográfica. Según ella, a los
temas de la delictividad, el desarrollo literario y la cultura del mundo obrero se unieron
otros tópicos tales como la marginalidad, el matrimonio, la sexualidad y las actitudes ante
la muerte. Para ella, la ampliación de los objetos de estudio llevó a una expansión del
uso de fuentes, inéditos métodos de investigación y la inserción de nuevos marcos
teóricos. Estos avances llevaron a afirmar a Dora Cerdas que:
38
Véase Revista de Historia. Número Especial. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, pp. 203-227.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 160
160
“la contribución que la historia de las mentalidades está dando a la historiografía
costarricense es diversa y gratificante, ya que ha salido a flote una temática, si se
quiere atrevida para algunos, pero que ha sido y sigue siendo parte del accionar de
individuo (sic) en la sociedad.
La historia debe estudiar la sociedad no sólo desde la óptica económica, política,
social o demográfica. También se debe ahondar en las actitudes, creencias,
comportamiento y sentimientos; lo vivido, lo expresado, lo reprimido, que además
de apasionante es parte de nuestra disciplina. Explorarlo con la seriedad debida es
nuestro compromiso” (
39
)
La afirmación de Cerdas no quedó aislada en ese debate. José Daniel Gil propuso
un ambicioso proyecto investigativo y una agenda de trabajo la cual pretendía establecer
la importancia de la historia de las mentalidades en el contexto costarricense y
centroamericano. (
40
) Cabe indicar que tal propuesta llevaba implícita una revaloración
de la cultura popular, el protagonismo de los sectores populares y un deseo vincular la
praxis histórica con la realidad social del momento. (
41
) Desdichadamente no fue
debatida en la magnitud que se requería y lo valioso de sus proposiciones se
desvanecieron. Por otra parte, Margarita Rojas, desde el punto de vista de la semiótica y
la literatura, hizo una demoledora crítica a los métodos de trabajo de los historiadores
que trabajaban lo cultural y lo mental. Si bien su análisis se dirigió a las obras de Iván
Molina “Al pie de la Imprenta” y al “Matrimonio y vida cotidiana” de Dora Cerdas no
encontró en ellos o en el resto de los cultores de este género una respuesta teórico
metodológica que rebatiera las argumentaciones ciertamente parcializadas de Rojas. (
42
)
39
Cerdas, Dora. Sobre Historia Cultural, Vida Cotidiana y Mentalidades. En: Revista de Historia. Número
Especial. EUNA – EUCR. Heredia, Costa Rica. 1996, p. 206
40
Véase Gil, José Daniel. De Pandoras, Prometeos .., p. 207-220
41
Es importante destacar la vinculación que ha desarrollado José Daniel Gil entre el quehacer
historiográfico y la práctica social de lo cultural. Al respecto son encomiables sus esfuerzos en Aulas
Libres, la asociación ACUANTA, los 250 programas radiales divulgados en la zona sur del país, así como,
los diversos talleres y seminarios organizados por él mismo, entre ellos el Taller de Animación Cultural de
1987 y el Taller-seminario "Recordar es vivir" de 1991, entre otros..
42
Particularmente creemos que las críticas de Rojas se situaban desde una visión de trabajo antihistórica en
especial por visión de que los textos crean sentidos por sí. Para ella lo importante del trabajo cultural se
haya en cómo se utiliza el texto y cómo se le analiza.
A pesar de lo anterior varias de las aseveraciones de Rojas quedaron sin debatir. En especial faltó una
mayor discusión sobre los problemas de cómo se crea el conocimiento histórico y sobre las formas de
trabajo que realizan los historiadores. En efecto, en los últimos diez años parece que los historiadores
costarricenses hemos reducido nuestra perspectiva de trabajo. Cada vez son más frecuentes la publicación
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 161
161
Si bien el balance de Dora Cerdas y José Daniel Gil rescataban positivamente la
esfera de lo cultural su programa de trabajo consideraba intrínsecamente estudiar lo
racional, lo emotivo, lo imaginario, lo inconsciente y la conducta. A finales de la década
del 90, varios de los cultores de la historia cultural costarricenses sepultaron la validez de
la historia de las mentalidades siguiendo las críticas de Ginzburg y Chartier (
43
) y otros
historiadores postmodernos (
44
). Curiosamente, en el ámbito nacional las aportaciones
realizadas por el trabajo de José Daniel Gil siguen siendo consideradas muy valiosas;
mientras en el medio internacional autores como Carlos Barros reivindican con inusual
ímpetu el programa diseñado por los historiadores seguidores de la historia de las
mentalidades. (
45
) Por otra parte, grupos de historiadores como Hdebate (
46
) pretenden
rescatar las diferentes aportaciones y géneros historiográficos con el propósito de iniciar
un fecundo diálogo al interior del trabajo historiográfico.
de artículos que de libros y la predilección de las pequeñas coyunturas que de los análisis estructurales. En
ese nuevo contexto las grandes investigaciones tienden a reducirse. En la actualidad, lo común son los
artículos donde las fuentes (muchas veces escasas) tienden auto confirmarse entre evadiendo así las
grandes interrogantes que permitan realizar trabajos comparativos en otros contextos. Además, de los
posibles peligros del discurso tautológico también pareciese desarrollarse una propensión al
monofuentísmo y un retorno a los marcos teóricos prediseñados para interpretar la realidad.
No quisiera dejar de mencionar que muchas veces el contexto socio económico ha empujado a la reducción
de perspectiva del historiador. En efecto, muchos historiadores costarricenses no cuentan con recursos
económicos para impulsar sus investigaciones y mucho menos para realizar trabajos comparativos en el
ámbito centroamericano o del Caribe.
43
Véase: Ginzburg, Carlo. El Queso y los Gusanos. Barcelona, España. Muchnik Editores. 1986 y
Chartier, Roger. El Mundo Como Representación. Historia Cultural: Entre Práctica y Representación.
Barcelona, España. Gedisa. 1995
44
Principalmente, las críticas de Hayden White, Francois Furet y Clifort Gertz han calado mucho en la
historia cultural internacional y nacional. Un balance crítico es realizado por Noirel, Gerard. Sobre la
Crisis de la Historia. Valencia, España. Frónesis. 1997, 147-153.
45
Barros, Carlos. Historia de las Mentalidades: Posibilidades Actuales. Sitio web Profesor Carlos Barros.
http://www.h-debate.com/cbarros/spanish
Curiosamente, autores como Alain Corbin se sienten insatisfechos con la historia cultural. Así por ejemplo,
este historiador señala:
“Los especialistas de historia cultural saben hoy estudiar las instituciones, los objetos y las prácticas pero
no se atreven abordar los mecanismos afectivos cuyo conocimiento constituye el único medio capaz de dar
un sentido a sus pacientes y fructíferas investigaciones.... Dicho lo cual, lo más grave para sigue siendo
el anacronismo psicológico. Lo peor, sí, es la tranquila, abusiva y ciega certeza de la comprensión del
pasado. Delimitar los contornos de lo pensable, detectar los mecanismos de la nueva afectividad, la génesis
de los deseos, la manera como en un tiempo dado se experimentan los sufrimientos y los placeres, describir
los hábitos, recuperar la coherencia de los sistemas de representación y de apreciación, resulta
indispensable” (véase Corbin, Alain. El Territorio del Vacío. Occidente y la Invención de la Playa (1750-
1850). Mondadori – Gijalbo. Barcelona, España. 1993, p.9).
46
Una versión del Manifiesto de historia se puede encontrar en la siguiente dirección web:
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/manifiesto.htm
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 162
162
Curiosamente, a inicios del siglo XXI, los balances, experiencias, problemáticas y
logros alcanzados por la historia cultural y de las mentalidades tienden a ser ignorados,
llegando algunos a realizar una tabula rasa de lo aprendido hasta ahora. Asimismo, en el
caso costarricense, los inicios del siglo XXI muestran un especial énfasis de la esfera
cultural tanto en la denominada historia política y social. El balance que amablemente
nos invitaron realizar pretende evaluar a la historia cultural como género historiográfico y
como campo de trabajo. (
47
) Aspecto que trataremos de desarrollar en las siguientes
páginas.
3- La Historia Cultural como una plataforma de trabajo Historiográfico.
La regla sería: -la ficción para hacer resaltar la
verdad; el esplendor de la imaginación propia
alumbrando la razón ajena y avivando la conciencia,
la imagen para esculpir el pensamiento que inclina a
la virtud y eleva la inteligencia. Dario. Rubén.
Azul. p.3
La definición de cualquier género historiográfico o campos de trabajo mas o menos
delimitados obliga interrogarse sobre la base teórica y metodológicamente particular que
este tiene y, en consecuencia, analizar las diferencias con otros acercamientos más o
menos afines.
El reto de crear una plataforma de análisis historiográfica implica una labor de
diálogo disciplinario e interdisciplinario, la creación de programas de trabajo en conjunto
y el análisis de la pertinencia de fomentar utopías sociales de los sectores desposeídos.
(
48
) En el contexto actual, donde se habla de la caducidad de la historia, el fin de las
ilusiones en un mundo diferente y la imposición de férreas fronteras a la esperanza
debemos interrogarnos si los historiadores culturales y los historiadores en general
47
Carlos Forcadell realizó un interesante balance donde manifestaba lo importante de reflexionar sobre los
problemas historiográficos a la luz de las necesidades nacionales y no sobre las prácticas, concepciones,
crisis y problemas que afrontan las tradiciones historiográficas norteamericana, británica, alemana o
francesa. Véase: Forcadell, Carlos. Sobre desiertos y secanos. Los movimientos sociales en la
historiografía española. En: Historia Contemporánea. No. 7. UPU. 1992, p., 101.
48
Uno de los principales y recurrentes argumentos en los trabajos enmarcados dentro de la historia cultural
es el desprecio de intelectuales radicalizados, la “inteligentsia” de la oligarquía y la clerecía hacia los
sectores populares y su cultura. De ser eso cierto sería interesante debatir el desestimación de esa cultura
por los historiadores actuales, si es que esta se dio o se sigue dando.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 163
163
estamos dispuestos a desarrollar una historia clásica que no sólo vea el pasado para
entender el presente y pronosticar el futuro sino que también otorgue a la sociedad la
certeza de que sí existe el futuro. De este modo, el despegue o decrecimiento la historia
cultural como plataforma de análisis historiográfica esta en manos de los mismos
historiadores, quienes debemos definir la historia cultural que ansiamos realizar
Plantearse un campo de trabajo que privilegie la esfera cultural como una categoría
más de sus investigaciones, significa promover un cambio de percepción tanto de los
oficiantes de la historia cultural como de otras ramas de la historiografía, donde se debe
asumir que en todo hecho económico, social, político, ideológico, conductual, simbólico
y mental hay aspectos culturales y viceversa que en todo fenómeno cultural existen
aspectos económicos, sociales, políticos, ideológicos, conductuales, simbólicos y
mentales.
Paralelo a ello se deben establecer preguntas atrayentes que aborden cuestiones
sustanciales de la realidad y que permitan el diálogo disciplinar. En el caso de la
historiografía costarricense desde la década de 1980 han surgido problemáticas con esas
características. Sólo en el debate convocado por Mario Samper en 1995 y Encuentros
por la Historia” organizado por la Maestría de Historia Aplicada de la Universidad
Nacional (
49
) se pueden localizar diversas problemáticas tales como, las fuentes y redes
del poder, los orígenes del poder, el estado y las clases sociales, la creación de las
simbologías sociales, la reconstrucción de la memoria histórica; la creación de
identidades y conciencias grupales, el conflicto social, la dificultad para entender los
tejidos sociales, la estratificación social; el constructo social y la racional de los sujetos
sociales o si se quiere la racionalidad y multiplicación de opciones y trayectorias
históricas de los diferentes sujetos sociales, el peso de los factores macroestrucrurales y
sus niveles organizacionales, el control social; el peso de los factores infraestructurales y
tecnológicos en la historia agraria y económica, la cultura como un factor en la
explicación de la dinámica social y los orígenes de otros fenómenos sociales; la
combinación de tendencias intensivas y extensivas en la caracterización de los fenómenos
sociales; las percepciones del pasado, el presente y el futuro y la validez de la
49
Véase Gil, José Daniel (compilador). Libro Digital Primer Encuentros por la Historia. Heredia Costa
Rica. Maestría de Historia Aplicada – Escuela de Historia Universidad Nacional. 2002.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 164
164
comparación tanto en su versión multivariable como la más holistas y por casos
significativos.
Casi diez años después tales problemáticas siguen siendo validas, aún cuando
fueron planteadas originalmente para la historia económica, colonial, cultural, social
política y demográfica. No obstante, existen nebulosas en el conocimiento
historiográfico que pueden en teoría parecer más simples pero que son igualmente
trascendentales en el debate historiográfico costarricense tales como las referentes a las
clases “dominantes” y los “sectores populares”. Así por ejemplo, todavía no sabemos
con certeza qué son, quiénes las integran y cuáles son sus estrategias socioculturales y
económicas de dichas “clases”. Reflexionar en torno a las estructuras y su acción, el
análisis de los grandes procesos de cambio social, los problemas de la modernización son
igualmente importantes, pero aún poco discutidos. Cabe señalar que la polémica sobre la
transición al capitalismo agrario es apenas retomada por algunos colegas. Por otra parte;
la preocupación por la causalidad y la narración de los fenómenos socio históricos en
boga en otras latitudes no ha sido abordada con mayor profundidad por nuestro
gremio.(
50
)
De acuerdo a lo anterior, los estudiosos de la esfera de lo cultural deben postular
como uno de sus objetivos fundamentales trabajar por la articulación de sus hallazgos e
interrogaciones con las que surjan en otros campos del saber histórico. No olvidemos que
el hecho cultural es un elemento integrado en la tupida red de las relaciones que se
desarrollan en el tiempo y entre sí. Asimismo, los grupos sociales son diversos y
jerarquizados y desempeñan un papel trascendental por lo cual es necesario superar la
vieja y vetusta distinción entre lo individual y lo colectivo, para ello se requiere un
trabajo disciplinario y transdisciplinario.
En los últimos años y bajo esa perspectiva se pueden localizar diversas
problemáticas entre ellas la alfabetización, la historia de la lectura y la educación, la
criminalidad y la delictividad, la historia social de la medicina, la identidad, la
sociabilidad y lo local áreas que han desarrollado una serie de problemas de tipo
50
Nos referimos especialmente a la polémica entre Eric Hobsbawn y Lawrence Stone. ase La Historia
como Narrativa. En: Debats. No. 4. Valencia – España. (material fotocopiado sin pie de imprenta ni año)
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 165
165
interdisciplinario y que son importantes de valorar, aunque sea rápidamente por
cuestiones de espacio.
La historia de la lectura en Costa Rica, al igual que en otras latitudes, ha dado
pasos muy valiosos para analizar la realidad socio cultural. En nuestro país, el principal
impulsor de este tipo de trabajos sin duda es Iván Molina a través de sus libros “El que
Quiera Divertirse” y más recientemente “El Taller de los Sibaja”; (
51
) Aspecto que
luego ha sido reproducido por varios de sus discípulos, entre ellos ha destacado Patricia
Vega con sus libros “De la Imprenta al Periódico” y “Con Sabor a Tertulia. Historia del
Consumo del Café en Costa Rica” (
52
). Estos trabajos han planteado una historia de las
prácticas culturales relacionando los impresos con el proceso de producción, circulación
y consumo de diferentes bienes. De ahí que se esbozará no sólo el análisis de los textos y
las bibliotecas sino también las prácticas relacionadas con el contacto con lo escrito y las
actividades económicas y cotidianas.
En el caso costarricense esas preocupaciones iniciales fueron desbordadas con
nuevas perspectivas. Así Carlos Naranjo, utilizó toda las revistas agrarias para analizar el
cambio tecnológico; (
53
) por su parte Margarita Silva (
54
) trabajó con las cartillas cívicas
para determinar los contenidos socio culturales e ideológicos que buscaba difundir la
clase dominante en las escuelas y colegios.
Los trabajos realizados hasta ahora permiten establecer un diálogo fecundo tanto
con el resto de las áreas de la historia como con otras disciplinas. Principalmente todavía
hay varios problemas asociados a la interpretación de las fuentes. En el caso de la
lectura y de su valoración mediante las series de inventarios de bibliotecas han sugerido
por lo menos dos tipos de reparos a sus conclusiones. Por un lado, nada asegura que los
51
Molina, Iván. El que quiera divertirse. Libros y sociedad en Costa Rica (1750-1914). San José, Costa
Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica. 1995. y Molina, Iván. Una imprenta de Provincia. El
Taller de los Sibaja en Alajuela, Costa Rica, 1867-1969. Alajuela, Costa Rica. Museo Histórico Cultural
Juan Santamaría – Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. 2002.
52
Vega, Patricia. De la Imprenta al Periódico. Los inicios de la Comunicación Impresa en Costa Rica.,
1821- 1850. San José, Costa Rica. Editorial Porvenir.1995 y Vega, Patricia. Con Sabor a Tertulia.
Historia del Consumo del Café en Costa Rica 1840-1940. ICAFE y Editorial de la Universidad de Costa
Rica. 2004
53
Véase Naranjo, Carlos. La Modernización de la Caficultura Costarricense 1890 1950. (Tesis de
Maestría en Historia) Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica. 1997
54
Silva, Margarita. Las Cartillas Cívicas. Tercer Congreso Centroamericano de Historiadores (San José,
Costa Rica, 16, 17, 18 de julio de 1986)
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 166
166
inventarios no registren tan sólo una biblioteca expurgada, por el propio propietario, así
por ejemplo el propietario pudo ir modificando sus intereses o sus preocupaciones y, que
en ciertas circunstancias como la represión manifiesta ha preferido deshacerse o destruir
parte de sus libros. La biblioteca particular recoge información fragmentaria y parcial del
proceso general de la lectura social en un momento dado. Por lo mismo, las conclusiones
que se saquen de su examen tienen necesariamente que contrastarse con otras fuentes e
informaciones. No sólo queda fuera de su universo todo lo que remite al amplísimo
campo de la “cultura popular”, con sus propios mecanismos de accesión tan singulares.
Así por ejemplo, los autodidactas obreros pocas veces lograron dotarse de una gran
biblioteca y de cuyas lecturas no se tendría acceso.
Los historiadores han experimentado la necesidad de reclamar a sus colegas de la
historia cultural ir al encuentro de unas fuentes que reintroduzcan las tensiones y las
rupturas que permitan construir una historia más diversa y compleja. De esta forma, cada
vez se hace más inevitable definir a las clases sociales a través de sus prácticas y
representaciones; las formas en cómo influye la lectura en la conciencia, o dicho de otra
manera, cómo a través de la mediación de la lectura construyen los individuos una
representación de los textos y una interpretación social que le permita comprender la
realidad y cómo los textos son usados y descifrados por los individuos.
En el seno de la misma historia de las mentalidades se redescubre la potencialidad
heurística de lo particular, de lo singular, hasta el punto que los “estudios de caso” se han
convertido en un nuevo género historiográfico y editorial. Esta orientación reciente no
es ajena a la propia historia social, reconvertida a la exigencia de dar toda su
indispensable densidad de objetos de su estudio ahora captados a través de la vivencia de
un hombre de pobre cualquiera, pero individualizado, identificado ya como singular: Por
ello la historia social de lo cultural debe mantener sus lazos con aquella aspiración a la
“historia total”
En la década de 1990, en Costa Rica con el auge de la historia cultural, se pueden
encontrar dos trabajos que plantearon una ruptura teórico metodológica en los estudios de
la historia de la medicina y se han convertido en puntos de referencia para los nuevos
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 167
167
investigadores. (
55
) Los precursores de esta nueva forma de abordar la historia de la
medicina son Steven Palmer y Paulina Malavassi, (
56
) quienes se pueden situar como
ejemplos notables de la vinculación de la esfera cultural en el análisis de las instituciones
y realidades médicas. Tanto Palmer como Malavassi no sólo realizaron aportes analíticos
importantes sino que retomaron la renovación metodológica que se ha desarrollado en la
disciplina histórica costarricense desde la década de 1970. De este modo, ambos
historiadores pueden ubicarse tanto en la denominada historia social como cultural. En
este sentido, los trabajos de Palmer y Malavassi no sólo se quedan en el análisis de las
representaciones sociales y los usos culturales de la medicina sino que también abordan el
desarrollo demográfico, el contexto económico y social así como las políticas de control
social. Ello ha creado las posibilidades de un área de trabajo interdisciplinario donde los
aportes analíticos de historiadores, sociólogos, antropólogos, trabajadores y médicos
puedan debatirse sin distingos o encasillamientos profesionales.
La agenda de trabajo interdisciplinario es amplia se puede reflexionar en la
importancia de analizar la historia de los hospitales desde una perspectiva iconoclasta
tratando de observar las experiencias humanas; la percepción cultural del dolor y la
muerte; y la relación entre pacientes, médicos, burócratas y experimentación en la vida
cotidiana, entre otros.
La creación de comunidades médicas y su impacto social también son importantes
analizar. Así por ejemplo, es valioso examinar como la ginecología, la farmacia, la
oftalmología, la radiología y la misma cirugía impactaron las políticas de salud, el
imaginario social y su énfasis como necesidad social.
55
Un análisis más detallado de esta área de trabajo se puede encontrar en Marín, Juan José. Balances y
Perspectivas para una Historia Social de la Medicina en Costa Rica. En: Revista Reflexiones No. 80 (2):
Editorial Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica, pp. 53-65. 2001.
56
Algunos trabajos de Steven Palmer que se pueden consultar los siguientes “The Penitentiary, Police
Reform and the Beginnings of Social Policy in Costa Rica, 1880-1935 (Newfoundland, inédito); Palmer,
Steven. “Pills, potions, papers and Policing The Penitenciary, police reform and the beginnigs of social
policy in Costa Rica, 1880-1935” (Newfoundland. Inédito. 1993) Palmer, Steven. Pánico en San José.
El consumo de heroína, la cultura plebeya y la política social en 1929. En: El Paso del Cometa. Estado,
política Social y Culturas Populares (1800-1950). San José, Costa Rica. Plumsock Mesoamerican
Studies, CIRMA Editorial Porvenir. 1994.
De Paulina Malavassi véase: “Entre la marginalidad social y los orígenes de la Salud Pública: Leprosos,
Curanderos y Facultativos en el Valle Central de Costa Rica, 1784-1845. (Tesis de Maestría en Historia,
Universidad de Costa Rica). San Pedro, Costa Rica. 1998.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 168
168
La relación entre las enfermedades y el desarrollo socio cultural de las diferentes
clases sociales; el problema de la eugenesia y contracepción en las sociedades liberales y
contemporáneas; el control social implícito en la medicina; la relación entre el género y la
terapéutica; el maridaje entre la medicina y el Estado Benefactor y el denominado
problema de la cuestión social” son otras áreas importantes de analizar pues permiten
relacionar y reconocer las dimensiones socio culturales de la medicina.
La historia de la medicina desde la perspectiva cultural al igual que otros campos
de la disciplina histórica no debe desarrollarse como un espacio aislado. En esencia debe
buscar la interdisciplinariedad y desarrollar problemáticas inteligentes que le permitan
iniciar un diálogo con otras disciplinas y con otras áreas del conocimiento histórico. El
principal reto de la historia socio cultural de la medicina no es conformarse como un
conocimiento aislado y especializado sino que constituirse en un campo de trabajo
interdisciplinario. Desafío que no sólo le atañe a ella sino a nuestra disciplina en general.
(
57
)
En cuanto a la historia del delito y la marginalidad, a finales de lacada de 1980 se
introdujo con fuerza en historiografía costarricense. Los trabajos pioneros de José Daniel
Gil fueron seguidos por otros historiadores como Mayela Solano, Carlos Naranjo y
Francisco Álvarez. (
58
) A ellos se unieron un conjunto de investigadores entre los que
57
Ese temor es fundado. En la actualidad, existe la tendencia de convertir a la historia socio cultural de la
medicina como un campo independiente de la historiografía. Particularmente, nosotros consideramos esta
tendencia como peligrosa máxime en un contexto historiográfico nacional marcado por la
compartimentalización antes que el trabajo interdisciplinario; la ausencia de enfoques y problemáticas
integradoras; el cada vez más visible divorcio entre las perspectivas cuantitativas y cualitativas; cierta
desorientación en el establecimiento de problemáticas atractivas y sugestivas que permitan el diálogo
multidisciplinario y la ausencia de trabajos comparativos tanto al interior de nuestro país como en el ámbito
centroamericano. Por ende, insistimos que los nuevos derroteros de la historia social de la medicina,
tienen el reto de crear un campo de trabajo común antes que apostar a la especialización
compartimentalizada.
58
Gil, José Daniel. Gil, José Daniel. Homicidio, Asociación y Conflicto en la Provincia de Heredia. 1885-
1915 (Tesis de Doctorado en Historia. Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona, España. 1994;
Naranjo y Solano. "El delito en San José, 1870-1900. Un intento de análisis histórico-social del delito".
(Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional) Heredia, Costa Rica. 1989; y Alvarez,
Francisco. Homicidios en San José: 1880-1921. (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional).
Heredia, Costa Rica. 1995.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 169
169
se destacaban Eduardo Madrigal, In Molina, Steven Palmer, Patricia Alvarenga, Alfonso
Gonlez, Elizabeth veda, Dora Cerdas y Ana Paulina Malavassi. (
59
)
Los aportes de estos historiadores no sólo se dieron en el rescate de nuevos
sujetos sociales sino del análisis de la delincuencia, las tendencias del control social, el
peso de la cultura popular en la resistencia a las nuevas normas socio económicas.
Asimismo, los trabajos sobre la pobreza y las políticas de beneficencia se han
unido al análisis de la marginalidad y han complementado los hallazgos de los
historiadores interesados en la delictividad. (
60
)
Ahora bien, a pesar de los destacados aportes resta mucho por conocer sobre
cómo se desarrollan las estrategias de sobrevivencia de los pobres, la percepción
diferenciada del pauperismo o la miseria, las políticas de seguridad social desarrollas en
diversos periodos de nuestra historia y las actitudes ante la indigencia. En los problemas
de la delictividad todavía falta reinterpretar la delincuencia social, los motivos y la
denominada infrajusticia comunal.
Al igual que sucede con la historia de lectura los diferentes investigadores
desarrollan sus trabajos en forma más personal que grupal. La falta de publicaciones y la
divulgación de los resultados, los cuales usualmente se quedan como tesis de licenciatura,
maestría y doctorado, han sido una de sus más notables características. Esto ha
provocado que los productos investigativos se queden en el absoluto oscurantismo. Lo
anterior es particularmente cierto con respecto al grupo de trabajo conformado alrededor
59
Véase: Molina, Iván y Palmer, Steven. El Paso del Cometa...; Molina, Iván y Palmer, Steven. La
Voluntad Radiante. Cultura Impresa, Magia y Medicina en Costa Rica (1897-1932). San José, Costa
Rica. Plumsock Mesoamerican Studies. 1996; Malavassi, Ana Paulina. “Entre la Marginalidad Social
y los Orígenes de la Salud Pública: Leprosos, Curanderos y Facultativos en el Valle Central de Costa Rica.
1784-1845”. (Tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica). 1998; González, Alfonso. Costa
Rica, el Discurso de la Patria. San José, Costa Rica. EUCR. 1994; Alvarenga, Patrica. Cultura y Etica
de la Violencia. El Salvador 1880-1932. San José, Costa Rica. Educa. 1996; veda, Elizabeth. Moral
Tradicional y Religiosidad Popular en Costa Rica (1880-1920). San José, Costa Rica. Euro Impresora
Sofía. 1997; y Cerdas, Dora. Matrimonio y Vida Cotidiana en el Graben Central Costarricense (1851-
1890) (Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional) Heredia, Costa Rica. 1992.
60
Barrantes Luis Osvaldo; Fernández Cartín Liliana; Fernández Dormond Nydia; Herrera Blanco Ricardo;
Solano Montenegro Flor Eugenia y Solano Ramírez Sonia. Política social, beneficencia y abandono de
niños en Costa Rica: 1890- 1930. (Seminario de Graduación para optar por el grado de Licenciatura en
Historia). Escuela de Historia, Universidad de Costa Rica. 1995 y Briceño Díaz César Antonio; Elizondo
Calderón William; Rodríguez Sancho Javier y Vega Bustos María Auxiliadora. Pobreza urbana en Costa
Rica (1890-1930): el caso de la ciudad de San José (Seminario de Graduación para optar por el grado de
Licenciatura en Historia). Escuela de Historia, Universidad de Costa Rica. 1998
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 170
170
de José Daniel Gil, el cual ha elaborado decenas de documentos que no son debatidos en
contextos más amplios. (
61
)
Asimismo, los autores no se han preocupado por captar espacios divulgativos que
lleven a la interdisciplinaridad tales como las revistas judiciales, legales, de trabajo social
o de sociología. Elemento que los diferencia con respecto a los historiadores vinculados
con la historia de la lectura y de la medicina, los cuales han aprovechado el espacio
otorgado por CIRMA, Plumscock Mesoamerican Studies, la Editorial Porvenir y el
CIICLA, entre otros.
Por su parte, la historia local y de las identidades, en la última cada han logrado
un notable interés entre los historiadores costarricenses. Las problemáticas más
61
Aunque nos podemos desviar del tema creo que es importante analizar la creación de una infraestructura
investigativa y divulgativa propia en la historia cultural. Si bien creo que esta ha sido en forma desigual.
Así por ejemplo la historia de la delictividad a pesar de producir mucho ha publicado muy poco. En este
sentido será importante reevaluar y comparar los análisis de Víctor Hugo Acuña, Paulino González y Mario
Samper con el contexto investigativo actual. (Véase Acuña, Víctor. La Renovación de los Estudios
Históricos en Costa Rica. En Revista de Historia. No. 12-13. EUNA EUCR. Julio 1985 Junio 1986.
Heredia, Costa Rica, pp. 14-15; González Paulino. Los avatares de la Nueva Historia. En Revista de
Historia. Especial No. 1. EUNA EUCR. 1988. Heredia, Costa Rica, pp. 36-39; y Samper, Mario La
Revista de Historia, 1975-2000... Balance Historiográfico Retro/Prospectivo. En Cuadernos Digitales.
No. 6. Dirección Web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/cuadernos/c6-his.htm.
Precisamente, Mario Samper en su balance historiográfico sobre la Revista de Historia señaló: ...el
carácter temática y cualitativamente selectivo del proceso de publicación de artículos en la Revista de
Historia le ha permitido jugar un papel reforzador de enfoques que pretendieron romper con otros,
considerados más tradicionales en términos de los temas tratados y la forma de abordarlos. Seguramente
ello contribuyó a darle un perfil propio a una revista que ha alcanzado reconocimiento y proyección
internacionales.
La contrapartida, también inescapable, ha sido un gradual divorcio entre la Revista de Historia y quienes
tienen otras formas de concebir y practicar la investigación histórica. En parte ello resulta de una opción
por parte de quienes hemos conformado en distintos momentos el Consejo Editorial de la Revista de
Historia, designados por quienes han conducido colectivamente las entidades co-editoras, y también de los
dictaminadores externos cuya opinión hemos solicitado, seleccionándolos inconscientemente por afinidad
con nuestra propia manera de pensar y ejercer este oficio.
En alguna medida, las percepciones de otros acerca de la Revista de Historia también han generado un
proceso de auto-exclusión, de modo que la oferta de artículos se ve circunscrita por la imagen misma de la
Revista y por una estimación razonable de autores y autoras acerca de la probabilidad de aceptación de su
trabajo. A nadie le gusta el rechazo, y en nuestro medio tendemos a personalizarlo con demasía, pero más
allá de ese mecanismo defensivo, todos tendemos a invertir esfuerzo de manera focalizada, orientando
nuestra oferta hacia los espacios editoriales que consideramos más compatibles con nuestra producción
académica. ” (véase: Samper, Mario La Revista de Historia, 1975-2000...
Lo curioso de ese balance es que demostró como la denominada historia tradicional generó sus propios
espacios investigativos y divulgativos.
La reflexión del profesor Samper nos invita considerar si dicho fenómeno se esta repitiendo con la historia
cultural la cual parece estar creando sus propia infraestructura. El tiempo dirá si esto es así, y sí con ello se
posibilitarán nuevas formas de investigación que auto enriquezcan la producción historiográfica o por el
contrario fomente la fragmentación y el aislamiento investigativo.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 171
171
importantes han estado relacionadas con lo local y los mecanismos que facilitan la
creación de las identidades sociales, locales y de género. Ello ha significado no lo una
renovación historiográfica en lo temático sino también en lo metodológico. Tal vez el
aporte más notable es la superación del enfoque monográfico mediante el uso de diversos
métodos como el comparativo, el etno histórico, el estudio de casos, la historia oral y el
análisis fotográfico, entre otros, todo ello unido a una narrativa analítica más que
descriptiva.
Al igual que las otras temáticas los investigadores han realizado sus trabajos en
forma particular. De ahí que los trabajos de Francisco Enríquez, Chéster Urbina; Lara
Putman, Florencia Quesada, Eugenia Ibarra, Juan Rafael Quesada, Rina Cáceres, entre
otros, realicen agendas de trabajo radicalmente diferentes. (
62
)
Las problemáticas más importantes han estado desarrollados con las estrategias de
desarrollo local, el papel de las instituciones de socialización secundaria y la sociabilidad
en la cohesión social y el equipamiento urbano. A pesar de los notables aportes los
principales cultores de esta área investigativa no se han preocupado por visibilizar la
diferenciación social y las redes de poder en las comunidades.
Tal vez uno de los principales defectos de esta área investigativa es su auto
aislamiento o la conformación de micro grupos de trabajo. En este sentido parece
extraño que aportes significativos sean virtualmente ignorados por otros colegas a pesar
de estar auspiciados por las mismas instituciones..
Un comentario aparte en esta área investigativa es la historia de la identidad
nacional o el nacionalismo. Originalmente, estuvo asociada con una profunda renovación
de la historia política pero pronto adoptó la esfera cultural como punto de referencia. En
este sentido los trabajos de Steven Palmer, Víctor Hugo Acuña e Iván Molina, entre otros,
han destacado en el ámbito costarricense. (
63
) En la actualidad el reclamo más
62
Un análisis detallado es realizado por Molina, Iván. Culturas y cotidianeidades en la investigación
histórica costarricense: un balance de fin de siglo. En Diálogos Revista Electrónica de Historia. Vol 2.
No. 1. Octubre del 2001 - Enero del 2001. Dirección Web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/n-ante/rh-v2n1.html
63
Véase Palmer, Steven. “Sociedad Anónima, Cultura Oficial: Inventando la Nación en Costa Rica (1848-
1990) En: Molina Iván y Palmer Steven “Héroes al Gusto...; pp. 171-205; Acuña, Víctor Hugo. Nación y
Clase Obrera en Centroamérica Durante la Época Liberal (1870-1930) En: Molina Iván y Palmer Steven El
paso del Cometa..., 145-165; Molina, Iván. Costarricense por Dicha. Identidad Nacional y Cambio
Cultural durante los siglos XIX y XX. Editorial Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. 2002.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 172
172
significativo es la independencia con el que es tratado el fenómeno de la nacionalidad
donde parece desvincularse de procesos significativos como la creación de redes de
comunicación, mercados internos y políticas de control social; así como la consolidación
de una clase dominante y su correspondiente hegemonía.
La historia de la educación también encontró un gran desarrollo. A inicios de la
década de 1970 se pensaba que lograría desarrollarse como un campo de trabajo
historiográfico autónomo, tal y como se desarrollaban la historia económica,
demográfica, colonial y social, pero tal situación no llegó a consolidarse. Las tesis de la
educación como fragua de la especificidad histórica de Costa Rica con respecto al resto
del istmo no fructificaron. Los trabajos de Astrid Fischel, Francisco Rivas y Carlos
Monge, entre otros, (
64
) cedieron paso a investigaciones más preocupadas por la
consolidación de la institucionalidad educativa, como los de Carmen Liddy Fallas,
Margarita Silva, Ileana Muñoz y Juan Rafael Quesada, entre otros, (
65
) procuraron ver el
grado de institucionalidad hasta la introducción de variables tan significativas como la
construcción del genero, campo en que destacó Marcia Apuy. (
66
) La cotidianeidad, el
control social y la creación de identidades grupales fue una problemática privilegiada por
Isabel Padilla, Gladis Rojas, Iván Molina y Steven Palmer (
67
)
Finalmente, es justo mencionar la praxis de la historia cultural o de las
mentalidades. El proyecto Aulas Libres que tan exitosamente se desarrollo en la década
de 1980 genero toda una práctica historiográfica ligada a las comunidades mismas. La
Asociación Acuantá, los programas de radio y el Museo de Cultura Popular son pequeños
64
Fischel Astrid. Consenso y Represión en Costa Rica: Una Interpretación Socio Política de la Educación
costarricense. Editorial Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. 1987; y Rivas Francisco.
Monge Carlos. La Educación: Fragua de Nuestra Democracia. Editorial Universidad de Costa Rica. San
José, Costa Rica. 1984.
65
Fallas Jiménez Carmen Liddy y Silva Hernández Ana Margarita. Surgimiento y desarrollo de la
educación de la mujer en Costa Rica: 1847-1886 (Tesis de Licenciatura en Historia) Universidad de Costa
Rica. 1985; Ileana Muñoz. Educación y Régimen Municipal en Costa Rica, 1821 1882. Editorial
Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. 2002; Quesada, Juan Rafael. Democracia y Educación
en Costa Rica. En: Revista de Ciencias Sociales. No. 48. EUCR. San José, Costa Rica. 1990.
66
Apuy Medrano Marcia. Educación, mujer y sociedad en Costa Rica, San José, 1889-1949. (Tesis de
Licenciatura en Historia) Escuela de Historia. Universidad Nacional. Heredia. 1995
67
Molina Iván, Rojas Gladis y Palmer Steven. Educando a Costa Rica. Alfabetización Popular, Formación
Docente y Género, 1880 1950. Plumsock Mesoamerican Studies y Editorial Porvenir. San José, Costa
Rica. 2000 y Padilla Elizondo María Isabel. La educación como agente legitimador del Estado
costarricense, 1869-1935. (tesis de Licenciatura en Historia) Escuela de Historia. Universidad Nacional.
Heredia. 1995
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 173
173
ejemplos de la labor del historiador ligado al rescate de la memoria colectiva. Por otra
parte, el Trabajo Comunal Universitario Pasado y Presente de las Comunidades
Costarricenses inició toda una política investigativa y práctica que se tradujo en la
creación de seminarios y cursos. Desgraciadamente, en la última década tales propuestas
han ido desapareciendo del quehacer académico y de nuevo sólo se rescatan a través de la
iniciativa individual.
4- Epilogo: Que Historia Cultural es la que deseamos
-No eres metafísico, Winston. Hasta este momento nunca
habías pensado en lo que se conoce por existencia. Te lo
explicaré con más precisión. ¿Existe el pasado concretamente,
en el espacio? ¿Hay algún lugar en alguna parte, hay un
mundo de objetos sólidos donde el pasado siga sucediendo?
-No.
-Entonces, ¿dónde existe el pasado?
-En los documentos. Está escrito.
-En los documentos... Y, ¿dónde más?
-En la mente. En la memoria de los hombres.
-En la memoria. Muy bien. Pues nosotros, el Partido,
controlamos todos los documentos y controlamos todas las
memorias. De manera que controlamos el pasado, ¿no es así?.
-Pero, ¿cómo vais a evitar que la gente recuerde lo que ha
pasado? - exclamó Winston olvidando del nuevo la palanca-.
Es un acto involuntario. No puede uno evitarlo. ¿Cómo vais a
controlar la memoria? ¡La mía no la habéis controlado!
Orwell George. 1984. Ediciones Mestas. Madrid,
España.2003, p.229-230.
En la actualidad cuando se habla del fin de la historia, el predominio de la
narratividad sobre la interpretación, el predominio de la ficcionalidad sobre la búsqueda
de la verdad, la crisis de la disciplina histórica y la consumación y agotamiento de ciertas
áreas historiográficas debemos plantearnos si verdaderamente estas existen o si hablamos
de una crisis de los historiadores, como sujetos que no encontramos horizontes de trabajo
conjuntos o la auto privación proyectos de incidencia social. Pienso que esto último es en
lo que debemos concentrarnos a través de una simple pregunta ¿qué tipo de historia sea
cultural, económica, mental, política queremos realizar y tener?
Particularmente, creo que debemos seguir soñando por una historia que rescate el
papel de los sujetos de carne y hueso, con sus vivencias cotidianas, sus locuciones, sus
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 174
174
gestos, sus simbolismos, sus visiones de mundo, sus imaginarios colectivos y desde
luego sus utopías por una sociedad mejor.
En el caso costarricense, la historia cultural no puede abandonar el deseo (y las
experiencias ya logradas) de crear una historia junto con la gente común y corriente,
aspiración que no sólo le atañe a ella, sino a cualquier área historiográfica que se repute
como tal.
Lo anterior no es un estorbo al trabajo sistemático, metodológico, heurístico,
interdisciplinario y problematizador de la realidad, todo lo contrario, es una parte
indisoluble del trabajo del historiador.
Asimismo, dicha faceta metódica no debe convertirse en un simple ejercicio para
lograr la cientificidad o la descalificación de otras áreas de la historia, sino que a la par de
esa sistematización rescate siempre la dimensión humanista de nuestra disciplina. En este
caso, el oficiante de la historia cultural, como cualquier otro devoto de la historia, debe
reivindicar la imaginación y que esta le permita generar una constante renovación de sus
marcos metodológicos y teóricos pero también de las fuentes ello unido a un recuentro su
realidad social más inmediata y con los sectores sociales más necesitados.
De ese modo, la historia cultural logrará tener una incidencia académica y social, en
la medida que aspire a ser necesaria y en consecuencia política, que no desconozca la
dimensión ideológica de su quehacer investigativo y que nos enseñe que existe tanto el
futuro como la posibilidad de soñar en nuevas utopías sociales.
Todo ello acompañado con nuevas formas de difundir la historia, con el
compromiso de promover valientemente una cultura histórica en nuestra sociedad. Que
trabaje con las diferentes áreas de la historia promoviendo el trabajo disciplinario y a la
par de ello la trasndisciplinariedad, pero no acosta de lo primero.
En fin, una historia cultural con cultores capaces de comprometerse con las
realidades que estudia en forma apasionada y constante; con historiadores preparados
para trabajar hasta las últimas consecuencias sus problemáticas, esperando madurar su
análisis a través del diálogo y el entusiasmo investigativo.