
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 142-174) p. 161
161
Si bien el balance de Dora Cerdas y José Daniel Gil rescataban positivamente la
esfera de lo cultural su programa de trabajo consideraba intrínsecamente estudiar lo
racional, lo emotivo, lo imaginario, lo inconsciente y la conducta. A finales de la década
del 90, varios de los cultores de la historia cultural costarricenses sepultaron la validez de
la historia de las mentalidades siguiendo las críticas de Ginzburg y Chartier (
43
) y otros
historiadores postmodernos (
44
). Curiosamente, en el ámbito nacional las aportaciones
realizadas por el trabajo de José Daniel Gil siguen siendo consideradas muy valiosas;
mientras en el medio internacional autores como Carlos Barros reivindican con inusual
ímpetu el programa diseñado por los historiadores seguidores de la historia de las
mentalidades. (
45
) Por otra parte, grupos de historiadores como Hdebate (
46
) pretenden
rescatar las diferentes aportaciones y géneros historiográficos con el propósito de iniciar
un fecundo diálogo al interior del trabajo historiográfico.
de artículos que de libros y la predilección de las pequeñas coyunturas que de los análisis estructurales. En
ese nuevo contexto las grandes investigaciones tienden a reducirse. En la actualidad, lo común son los
artículos donde las fuentes (muchas veces escasas) tienden auto confirmarse entre sí evadiendo así las
grandes interrogantes que permitan realizar trabajos comparativos en otros contextos. Además, de los
posibles peligros del discurso tautológico también pareciese desarrollarse una propensión al
monofuentísmo y un retorno a los marcos teóricos prediseñados para interpretar la realidad.
No quisiera dejar de mencionar que muchas veces el contexto socio económico ha empujado a la reducción
de perspectiva del historiador. En efecto, muchos historiadores costarricenses no cuentan con recursos
económicos para impulsar sus investigaciones y mucho menos para realizar trabajos comparativos en el
ámbito centroamericano o del Caribe.
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Véase: Ginzburg, Carlo. El Queso y los Gusanos. Barcelona, España. Muchnik Editores. 1986 y
Chartier, Roger. El Mundo Como Representación. Historia Cultural: Entre Práctica y Representación.
Barcelona, España. Gedisa. 1995
44
Principalmente, las críticas de Hayden White, Francois Furet y Clifort Gertz han calado mucho en la
historia cultural internacional y nacional. Un balance crítico es realizado por Noirel, Gerard. Sobre la
Crisis de la Historia. Valencia, España. Frónesis. 1997, 147-153.
45
Barros, Carlos. Historia de las Mentalidades: Posibilidades Actuales. Sitio web Profesor Carlos Barros.
http://www.h-debate.com/cbarros/spanish
Curiosamente, autores como Alain Corbin se sienten insatisfechos con la historia cultural. Así por ejemplo,
este historiador señala:
“Los especialistas de historia cultural saben hoy estudiar las instituciones, los objetos y las prácticas pero
no se atreven abordar los mecanismos afectivos cuyo conocimiento constituye el único medio capaz de dar
un sentido a sus pacientes y fructíferas investigaciones.... Dicho lo cual, lo más grave para mí sigue siendo
el anacronismo psicológico. Lo peor, sí, es la tranquila, abusiva y ciega certeza de la comprensión del
pasado. Delimitar los contornos de lo pensable, detectar los mecanismos de la nueva afectividad, la génesis
de los deseos, la manera como en un tiempo dado se experimentan los sufrimientos y los placeres, describir
los hábitos, recuperar la coherencia de los sistemas de representación y de apreciación, resulta
indispensable” (véase Corbin, Alain. El Territorio del Vacío. Occidente y la Invención de la Playa (1750-
1850). Mondadori – Gijalbo. Barcelona, España. 1993, p.9).
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Una versión del Manifiesto de historia se puede encontrar en la siguiente dirección web:
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/manifiesto.htm