Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
Artículo Relacionado: Alvaro Montero Vega: Recuerdos de vida y de Lucha. Dirección web:
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La memoria auscultada: Alvaro Montero Vega,
de la evocación a la historia de vida.
MSc. Carlos Hernández Rodríguez
Egresado del Doctorado Historia Social, Política y Cultural
Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Docente e investigador de Historia Social. Escuela de Historia, Universidad Nacional, Costa Rica
Las historias de vida de los trabajadores organizados y su dirigencia, así como la
recuperación de experiencias de vida de trabajadores no agremiados, es tarea aún pendiente
para todos aquellos interesados en el rescate de la memoria popular costarricense.
La tarea es urgente, indistintamente de se trata de preocupaciones reconstructivas poco
elaboradas o de esfuerzos más inusuales de recuperación testimonial, en la vieja tradición
de la historia novelada (1). La cuestión se hace patente si caemos en la cuenta de que la
desmemoria que acompaña el paso de los años, y en no menor grado el desgano o
desilusión por las viejas experiencias habidas, la sensación provocada por los nuevos
tiempos, que originan crisis de conciencia y empequeñecen o desvalorizan antiguas
vivencias, pueden hacer que la gente sin apelativos crea que nada de lo actuado tuvo en el
fondo sentido, y que no vale la pena el recordar o hablar de cosas ya distantes y fenecidas.
Evidentemente, se cuenta con material de sumo valor, parte del cual se encuentra publicado
(2) junto con otra buena cantidad de documentos no transcritos o apenas compilados y hasta
olvidados en ciertos acervos (3). Existe una cantidad considerable de historias de vida, de
trabajadores rurales y urbanos, autobiografías y memorias, desperdigadas, poco elaboradas
e inexplotadas y, más allá de lo que representa el problema de su existencia y preservación,
cabría señalar que cada vez se hace más notoria la problemática de su promoción
sistemática, así como su misma incitación y generación más o menos organizada (4), pues a
todas luces resulta urgente, hacer algo por sujetos sociales usualmente desentendidos,
limitados o simplemente imposibilitados por sus muchas ocupaciones, para dejar constancia
de sus recuerdos selectos, escribir sus memorias y revelar lo esencial de sus ricas
experiencias de vida (5).
Historias de vida, experiencias y sumarios autobiográficos de trabajadores costarricenses y
aún inmigrantes (6), son labor urgente que está demandando el empeño y aplicación de
diversos profesionales y muy particularmente del concurso de historiadores (7). Esto, entre
otras cosas es lo que ha pesado en la decisión de recuperar parte de la historia de un
conspicuo representante del Partido Comunista, un líder histórico que a la fecha sigue
siendo figura emblemática del sindicalismo clasista costarricense.
El proyecto de reconstrucción de una historia en particular, nació de inquietudes asociadas
con un proyecto de investigación sobre la Historia del Pacifico Sur y muy especialmente
relacionada con los trabajadores de enclave. Un informante aventajado, mostró disposición
y memoria y el diálogo tuvo lugar en seis esmeradas sesiones de trabajo que tuvieron lugar
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entre mayo y octubre del año 2000. Desde los primeros momentos, fue claro que limitarse
a resolver los problemas de información, sin explorar las dimensiones más subjetivas y
anclar en recuerdos parciales, sin reconstruir en forma mas íntegra y completa la faceta más
rica de la vida del informante, era algo definitivamente infortunado, toda vez que se
malograba la valiosa oportunidad de rescatar una parte silenciosa y poco conocida de la
historia social del país, desde el ángulo particular de un protagonista realmente
privilegiado. El interlocutor además tenía urgencia de contar, de dejar constancia de lo
vivido junto a otros y como el relato desde un principio fue seductor, la intención inicial,
más concreta y modesta, fue de común acuerdo replanteada. Se concertaron varias sesiones
de trabajo, empezó a correr la cinta y, poco a poco, fue viendo luz una versión
perfectamente original, un discurso de la historia construido a partir de los materiales más
elementales de la memoria y la experiencia.
El trabajo en principio fue facilitado por las apreciables cualidades del informante quien,
aparte de una vasta experiencia y destacada trayectoria en la vida pública, cuenta a su haber
con notorias capacidades para el diálogo y una memoria que el paso del tiempo no ha
alcanzado a doblegar.
Un discurso elaborado, una impresionante experiencia en la vida pública, junto a una
cultura que rebasa ampliamente el mero ámbito de la formación profesional y un
inequívoco espíritu humanista, convergen en una persona que a sus ochenta y tantos años,
persevera en sus convicciones y principios.
La labor de trascripción y edición –eficientemente apoyada en detalles de toque final, por el
Br. Yery Javier Salazar Alfaro- ha sido en ese sentido favorecida por la elaboración
discursiva y la capacidad de diálogo del entrevistado. El trabajo ha sido esencialmente de
afinamiento y algunas veces de reacomodo y/o reelaboración. Se han eliminado luego, los
pasajes en los que las reiteraciones o detalles superfluos han asomado, se ha retocado
ligeramente el discurso, se han sugerido insertos con descripción densa” de sitios,
personas y circunstancias, y sólo ocasionalmente se ha vuelto sobre algún detalle en
particular, para ampliar o revisar las primeras versiones.
El trabajo, en suma, ha dependido de conversaciones guiadas por un temario, la
transcripción de las grabaciones y el elemental trabajo de edición antes descrito. En todo
caso, mas allá de esas escuetas referencias procedimentales, cabe decir que el texto vale por
lo que dice, por los recuerdos y experiencias que al final quedaron reunidas en unas cuantas
decenas de hojas y por las improntas que una vida asumida con responsabilidad y
consecuencia han dejado al ser contadas sin mas intención que la de la simple referencia, la
revaloración política y el testimonio sin cálculo.
Los recuerdos incitados de Alvaro Montero Vega, son sugerentes y esclarecedores en
múltiples sentidos. El trabajo de recuperación testimonial principió con lo usual, los
primeros años y las circunstancias particulares de forjamiento del ideario, los principios
fundamentales y la personalidad. El repaso da cuenta de la infancia transcurrida, entre
cafetos y cañaverales, en los confines rurales del cantón de Naranjo. Un pequeño pueblo
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por entonces, con su vida pausada, sus cuadros bucólicos, con sus juegos políticos, su
gamonalismo y su ambiente aldeano.
El recuerdo alcanza a evocar los viejos manejos políticos, la legendaria y borrosa figura de
Félix Arcadio Montero y algunos detalles llamativos de la campaña de León Cortes Castro.
Los años de escuela y el posterior traslado desde la campiña provinciana, a la ciudad
capital, y más específicamente a la peculiar atmósfera urbana del barrio Los Ángeles, con
su concentrada aunque bien segmentada población de obreros, artesanos, marginales y
figuras notables.
Lo demás es inventario y recuento de época, los años del Liceo, la obsesión por la lectura
realista, la asistencia furtiva -contrariando las advertencias y la voluntad familiar- a las
reuniones nocturnas, en el local del Partido Comunista, el nacimiento de la sensibilidad
social y el inextinguible compromiso con las causas de la justicia y la política.
Conducido hacia lo que fue su gran desafío y vivencia, Alvaro Montero remonta las aguas
del tiempo, rememora su viaje al México poscardenista, vuelve a los días del comienzo
sindical, a las jóvenes plantaciones y a los primeros trabajadores del Pacifico Sur
costarricense. Evoca y cuenta con la lucidez y minuciosidad que da la plena conciencia de
lo actuado. Refiere y explica y, en su mirada y sus gestos, el ayer distante recobra vida, se
agita con fuerza y vuelve a vibrar en su fluida palabra.
Todo es retraído como si apenas hubiese transcurrido algo de tiempo. Las primeras
tentativas de organización, los esfuerzos por la unidad del movimiento de los trabajadores,
la forja de la conciencia y la interminable lucha por mejores condiciones, dignidad obrera y
derechos de trabajo.
Casi sin esfuerzo las imágenes y los nombres vuelven. Frecuentemente y con la mayor
identificación se recuerda al “Cabo”, el emblemático Isaías Marchena (con mucho, el más
genuino y arrojado exponente del sindicalismo bananero costarricense de todos los
tiempos), y junto al suyo, vuelven a sonar los nombres de Domingo Rojas, Juan Rafael
Solís Barboza y Anselmo Matarrita, todos recordados en momentos específicos de
movilización o despliegue organizativo. Esto es otro de los aspectos llamativos de la
Historia de Montero el dirigente sindical, sus recuerdos permiten apreciar la evolución y las
fases principales del desarrollo organizativo en la Zona Bananera del Pacifico Sur. El parto
doloroso, el auge, la depresión y el portentoso resurgimiento.
El testimonio de Alvaro Montero es particularmente útil, toda vez que detalla aspectos
sumamente llamativos de la vida diaria y de las condiciones de trabajo en la zona bananera.
Las aficiones, los malestares, las ilusiones, las privaciones, los sacrificios, los temores y
también las iras y explosiones de hombres y mujeres. Aunque estas últimas figuran en
forma ciertamente discreta en buena parte del relato, cabe puntualizar que la memoria de
Montero da como para salvar del olvido el gran protagonismo femenino, en la vida social y
asociativa, así como en las grandes luchas de los trabajadores bananeros del sur.
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Esto es de suma importancia pues, hasta el momento, en la mayoría de los casos, se ha
insistido en su papel meramente asistencial, como simples correos u oficiosas cocineras, en
los episodios de movilización y conflicto. Los recuerdos de Alvaro Montero permiten
advertir, sobre todo para el último tercio del Siglo XX, una más directa, menos simbólica y
quizás hasta decisiva participación de las mujeres, tanto en la cotidianidad de la vida
organizativa como en los grandes momentos de confrontación y protesta. Es claro que no
puede, bajo ningún criterio, sobrevalorarse tal situación, pues a las claras la participación
femenina en el movimiento organizado fue asumida con cierta reserva por los sindicalistas,
pero entre el reconocimiento de tal situación de subordinación, relativa subestimación,
beligerancia excepcional, arrojado protagonismo, y la mera imagen de la mujer bananera
llevando discretamente la correspondencia y alimentando a los piquetes de huelga, existe
una enorme diferencia.
El testimonio de Montero es valioso, con todo y que en su discurso se remarque una
inextinguible identificación política. Son principios irrenunciables, más que banderías
políticas, los que prevalecen. Son experiencias y dinámicas de clase, más que hechos
aislados y protagonismos individuales, los que parecieran hacer girar los duros engranajes
de esta singular historia, en la que el sensible memorioso, finalmente está a la altura, no
solo como juez honesto, sino también como parte definitivamente interesada. En el relato,
y esto debe decirse, jamás se resiente el afán de figuración, ni la palabra dicha
envanecidamente, pensando en la posteridad.
Alvaro Montero es sujeto de la Historia simple y sencillamente porque fue parte de la
trama, porque asumió responsabilidad junto a otros y porque, en todo caso, es indiscutible a
estas alturas que los individuos suman sus ingredientes y también circunstancialmente
incluso pueden decidir el rumbo final de un largo o entreverado proceso.
Por si todo lo dicho fuera poco, cabe apuntar que el proceso de formación de la identidad de
clase es captado y referido tanto en el plano habitual de la vida organizativa, como en las
relaciones y vivencias cotidianas. Las ideas y signos definitorios, no nacen únicamente de
la lectura del periódico o la literatura; la moral solidaria y el compromiso no se aprenden
del discurso del gran vocero u organizador; el sentido de pertenencia a un grupo particular
no se origina en la simple constatación de comunes denominadores de entrada fácilmente
reconocibles. Es la vida diaria, con sus privaciones y dificultades, con sus carencias e
injusticias, la cotidianidad del obrero que madruga a llevar sol y agua, a ser testigo del trato
diferenciado en los más diversos planos de la vida social, la vida anónima del que entra a
un bar y reconoce en las nostalgias del inmigrante, o en los rencores y malestares de una
conversación cualquiera, su desgracia de todos los días.
Es todo esto lo que va a ser crucial para entender los motivos esenciales de la afirmación de
la identidad y la lucha de clases, en las regiones de enclave, y es por esto que las neas que
nacen de esta buena memoria de Alvaro Montero, son generosas y esclarecedoras, toda vez
que hacen comprensible lo que al final de cuentas él sentencia en una escueta frase: son la
vida y las angustias del bananal, las que permiten entender el por qué de una historia tan
singular, marcada de principio a fin por las glorias, las furias y las penas.
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Hay cuestiones en las que definitivamente guardamos distancia de Alvaro Montero. Nos
queda por lo menos duda acerca de la “caída libre” y el “silencio descomunal” de los años
sesenta, pues de hecho existen más que indicios acerca de movilización informal, protesta e
incluso tentativas de acción más o menos concertada de los trabajadores bananeros. Otro
punto en el que la versión de Montero pareciera quedarse corta, es en la relativa al control
social del trabajo. La percepción del dirigente se restringe a lo más tangible y subestima
todo un conjunto de acciones y estrategias que, por ser parte de la cotidianidad del enclave,
pasaban desapercibidas o resultaban del todo imperceptibles.
El testimonio recuperado, sin embargo, es lo suficientemente integral y abierto como para
que los trazos principales de ese mundo distante y en muchos sentidos casi subrrealista,
hayan quedado bastante claros y bien delineados. Falta ciertamente la empresa de
revaloración y vinculación de lo referido, con las tendencias y eventos de la historia mas
contemporánea.
¿Qué tendría que decir un testigo de excepción de aquellos viejos días, acerca de las
evoluciones del pasado reciente? ¿Qué lectura hacer del presente, sus escándalos, dilemas
e incertidumbres, a la luz de lo actuado y vivido en otro tiempo? Esa es la parte que este
trabajo de reconstrucción y esta travesía inconclusa no resuelve. Dichosamente esta
primera incursión ha provocado sin embargo, que el ya octogenario don Álvaro,
entendiendo el peso de sus responsabilidades ciudadanas y la enorme pertinencia de sus
recuerdos, apure sus últimas líneas y se disponga ya pronto a entregarnos, en sus mas
selectas memorias, un resumen como este, en el que la conciencia y la acción política
riman, en el que la bondad se endurece ahí donde resulta imperativo, en el que las palabras
de conveniencia y las posiciones cómodas no tienen cabida y en el que el ser político se
entiende ante todo, como un doctrinario e irrenunciable ejercicio de verdad, justicia y
humanismo.
NOTAS Y CITAS.
(1) Como por ejemplo la excelente obra de Roque Daltón, quien laboró en la
recuperación y construcción literaria, de la increíble biografía de Miguel Mármol,
líder histórico del comunismo salvadoreño. Aunque un tanto mas entreverada en su
concreción también se podría mencionar el relato biográfico sobre un singular
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minero ramonense, realizado en buena medida, a partir de sus propios apuntes y
recuerdos. Ver de Sánchez, José León. La Colina del Buey. Heredia (Costa Rica),
EUNA, 1999.
(2) Ver la colección de Autobiografías Campesinas (selección en cinco tomos)
realizada y publicada por la Escuela de Planificación y Promoción Social de la
UNA, así como recopilaciones autobiográficas diversas, dadas a conocer por la
EUNED y ASEPROLA.
(3) Impresionante colección documental, nunca procesada, ni publicada, de las
autobiografías campesinas y de artesanos, organizada por la Escuela de
Planificación de la UNA.
(4) Muñoz, Mercedes y otros sobre testimonios de la guerra civil. Niños y niñas del
cuarenta y ocho. Consúltese además la escrupulosa recuperación testimonial
organizada por ASEPROLA, en la que se seleccionaron para su publicación, los
mejores ensayos biográficos de mujeres bananeras del istmo. Ver de ASEPROLA.
Lo que hemos vivido. Luchas de Mujeres Bananeras. San José, s. p. i., 2003.
(5) Lo que mas comúnmente ha habido, es un aprovechamiento de informaciones de
algún modo puntuales o bien la reconstrucción de las dimensiones simbólicas, a
partir de los testimonios selectos. En los trabajos de investigación apoyados en
fuentes orales, se da una recuperación que por parcial y focalizada en temáticas más
o menos especificas, no deja de ser importante. Ver por ejemplo de Acuña, Víctor
Hugo. “Vida cotidiana, condiciones de trabajo y organización sindical: el caso de
los zapateros en Costa Rica (1934-1955)”. En Revista de Historia, número
especial, Heredia (Costa Rica), 1988. p. 223-245. Samper, Mario y otros.
“Entonces ya vinieron otras variedades, otros sistemas...”. Testimonios sobre
la caficultura en el Valle Central de Costa Rica. San José, ICAFE-UNA., 1995.
(6) Sandoval García, Carlos (compilador). ¿Cómo me siento en Costa Rica?
Autobiografías de nicaragüenses. San Pedro, Instituto de Investigaciones
Sociales, 2000.
(7) Alvarenga, Patricia. Conflictiva convivencia. Los nicaragüenses en Costa Rica.
San José, FLACSO, 1997. También es digna de mención la iniciativa del CIHAC
en la exploración de tradiciones laborales urbanas y rurales, desarrollada en el marco
del programa "Enlace de archivos nominales para la investigacn histórico-social"
(cuya ejecución y productos finales fueron coordinados y compilados por Mario
Samper, en un número temático (el No. 25) del Anuario de Estudios
Centroamericanos, en el que además participaron Cecilia Dobles, Carmen Murillo,
José Manuel Cerdas, Ronny Viales, Javier Agüero, Rafael Cordero y Carlos
Hernández. Tanto en esta publicación como en otra posterior, sobre la imprenta y
los impresores, realizada en la Revista de Historia, aparte del uso sistemático de las
bases de datos, formadas con información de los censos y documentación
hemerográfica y de archivos, se recurrió intensivamente a un uso bastante creativo y
sistemático de las fuentes orales.