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CAPÍTULO 10
Y SIN EMBARGO SE MUEVEN… DESDE EL MOVIMIENTO DE
MUJERES A LA CONSTRUCCIÓN DE AGENDAS EN GUATEMALA
(1985-2003)
M.Sc. Ana Silvia Monzón
Socióloga, Investigadora y Consultora
Coordinadora
Programa Radiofónico “Voces de Mujeres
Universidad de San Carlos, Guatemala
RESUMEN
Hacia la segunda mitad de los años ochenta empezaron a surgir, en Guatemala,
iniciativas de mujeres interesadas en hablar en nombre propio, creando espacios
autónomos para hacer un cuestionamiento a la desigualdad entre géneros que tiene
efectos negativos en las vidas de las mujeres. En estos tres lustros, el perfil del
movimiento de mujeres ha ido transformándose hasta convertirse en un
movimiento amplio, polifónico y diverso. Las mujeres guatemaltecas han hecho
aportes importantes a la construcción de la democracia destacando su creciente
participación en el ámbito potico, sea como candidatas, votantes y, como se anota
en el presente artículo, proponiendo y discutiendo sus reivindicaciones cara a cara
con las y los postulantes a puestos de elección.
Descriptores: Movimiento de mujeres. Participación política. Agendas Políticas.
Proceso electoral. Elecciones. Guatemala. Siglo XX.
INTRODUCCIÓN
Desde hace unos os me ha interesado indagar acerca de los rasgos
hisricos de la participación política de las mujeres en Guatemala. En esa
perspectiva realiun primer trabajo con relación al período 1944-1954 (Monzón,
1998), década de particular importancia en la historia guatemalteca, durante la cual
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las mujeres alcanzaron el derecho parcial al voto y que, además, marcó un avance
cuantitativo y cualitativo de la presencia femenina en el ámbito político que aún no
se reconoce plenamente.
En este breve artículo doy continuidad a ese interés, abordando otra faceta de
la participación política de las mujeres relacionada con la organización y
movilización desde una identidad potica en construcción todavía- que se expresa
en acciones sociales y poticas frente al Estado y otros actores sociales. Se acota
esta participación en un peodo que abarca los inicios de la transición
democrática, mediados de los años ochenta, al momento actual. Estos tres lustros
han marcado cambios en el espacio político y social en Guatemala, ya que se ha
transitado de un clima caracterizado por la represión potica que impedía la
participación ciudadana, a uno de relativa estabilidad, sin obviar por supuesto, el
gran paso que significó la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 hecho que
potenció en un primer momento, las posibilidades de participación para varios
grupos sociales incluidas las mujeres, pero que sin embargo, aún no logra
consolidar los cambios estructurales necesarios para que las ciudadanas y
ciudadanos tengan un acceso equitativo a las oportunidades para su desarrollo
humano.
El texto inicia con una brevísima acotación conceptual y algunos
antecedentes inmediatos de los movimientos de mujeres, continúa con los rasgos de
su dinámica más reciente, para concluir con una aproximación a la participación
que las mujeres organizadas han mostrado en el último proceso electoral (2003).
Debo advertir que las páginas que siguen constituyen un avance del trabajo de
investigación que he estado desarrollando en el último año como parte de mis
3
estudios de Maestría en Ciencias Sociales (FLACSO, Sede Académica de
Guatemala),
i
por lo que hay planteamientos que aún están en construcción.
Agradezco la oportunidad que se me brinda para expresar estas inquietudes
motivadas, además, por mi identificación con las acciones que impulsa el
movimiento de mujeres en Guatemala que en la actualidad se extiende por toda la
sociedad, trabajando en espacios locales y nacionales, desde un crisol de opciones.
1. PARA EMPEZAR ¿EXISTE EL MOVIMIENTO?
En estos días ronda una pregunta ¿existe el movimiento de mujeres?
Dependiendo de donde nos ubiquemos teórica, metodológica y poticamente
nuestra respuesta puede ser sí, no o talvez. En esa perspectiva se abre un abanico de
posiciones: las de quienes niegan su existencia porque no llena determinados
requisitos de definición teórica, las que externan visiones estereotipadas acerca de
que este movimiento estaría integrado por …aquellas mujeres que han fracasado
en todo y están en contra de los hombres…”, hasta quienes opinan que “…el
movimiento con más logros es el movimiento de mujeres…” (Thillet, 2001: 96-
98).
Como soy optimista constato que , que hay mujeres en movimiento
muchas: arriba, abajo, a los lados, en los márgenes (como apuntó Morna McLeod
en el Congreso de Estudios Mayas, 2003 y me apropio de la idea). Y que estas
mujeres moviéndose lo hacen con un horizonte más o menos definido más o menos
asumido de luchas por su autonomía personal e incluso colectiva, acceso a
satisfactores básicos, apropiación y ejercicio de derechos (cívicos, poticos,
económicos, culturales), recuperación de la memoria hisrica (una específica de
las mujeres, otra vinculada a historias poticas en momentos y espacios
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determinados), recuperación de la palabra, rechazo a la violencia, derecho a
nombrar el mundo, por mencionar algunos aspectos.
Ahora bien, este movimiento de mujeres ¿es el movimiento? Contiene un
discurso o varios? ¿Reconoce, asume y resignifica la diversidad? ¿Quiénes y
cómo se reconocen en él? Estas y otras preguntas motivan a explorar algunas
posibles respuestas, parciales todavía.
2. ¿QUÉ ES EL MOVIMIENTO DE MUJERES?
Existe una amplia discusión que no se desarrollará aquí- con relación al
concepto de movimiento de mujeres, algunas perspectivas excluyen a mujeres que
actúan a favor de las mujeres desde el Estado, mientras otras como Lipszyc (2000?)
asumen que el movimiento de mujeres engloba tanto a organizaciones feministas;
organizaciones sociales de mujeres; mujeres de partidos poticos y sindicatos, de la
Academia, del aparato del estado y de espacios más institucionalizados”.
Retomando algunos aspectos de esa definición, para efectos del presente
análisis se conceptualiza el movimiento de mujeres en Guatemala, como
…un conjunto de grupos, organizaciones, espacios en organizaciones mixtas
y mujeres en lo individual que se reconocen, identifican y accionan para
erradicar los efectos -que se evidencian en la precariedad vital, carencia de
poder y la no inclusión en el imaginario social- de la discriminación,
subordinación y opresión que como mujeres viven respecto a los hombres en
la sociedad, y que presentan ciertas diferencias de acuerdo a la etnia y la
clase a que se pertenezca…” (Monzón 2003: 3; Aguilar 1997: 106).
Punto de partida
Los antecedentes más inmediatos del actual movimiento de mujeres se
remiten al último lustro de los años ochenta cuando, tanto en América Latina como
en Centroamérica dio inicio el proceso de aperturas poticas, luego de un período
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particularmente violento. Empezaron a surgir organizaciones, colectivos, grupos
que motivaron debates teóricos, investigaciones, movilizaciones, y propuestas
concretas especialmente en el ámbito jurídico, desde posiciones poticas definidas
por la autonomía de las mujeres.
Este proceso fue precedido por los importantes avances teóricos, políticos y
organizativos de los movimientos de mujeres en el ámbito internacional, que
tuvieron lugar una década atrás. Particularmente enriquecedores fueron los aportes
de teóricas norteamericanas como Kate Millet (Política Sexual), Sulamith Firestone
(La Dialéctica de la Sexualidad), quienes
…armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el
anticolonialismo…acuñaron conceptos fundamentales para el análisis
feminista como el de patriarcado, nero y casta sexual… [Asimismo], …a
ellas corresponde el mérito de haber revolucionado la teoa política al
analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad; lo
sintetizaron en un slogan: “lo personal, es potico…” (De Miguel, 2000:242).
En términos organizativos la creación de grupos de autoconciencia y las
multitudinarias manifestaciones públicas fueron el signo de la década setenta al
ochenta en Estados Unidos y Europa, acciones que unos años después se
replicaron, con ciertos matices y particularidades en América Latina,
Centroamérica y Guatemala. En efecto, 1981 marca la realización del Primer
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Colombia, al cual han
seguido nueve más, el más reciente en Costa Rica en el 2002. Los niveles de
participación en estos encuentros han aumentado constantemente, lo cual es una
muestra de la vitalidad de los movimientos de mujeres en la región latinoamericana
(Kuppers, 2001).
En Centroamérica se inició la formación de grupos, claramente definidos
como feministas, hacia principios de los ochenta, pero es la segunda mitad de esa
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década el período clave en la constitución del movimiento de mujeres, cuando se
perfila una …toma de posición a partir del nero frente a la de clase, o sea, la
movilización de las mujeres en razón de necesidades comunes y específicas
derivadas de su condición de mujer, independientemente del sector o clase social a
la que pertenecían..” (Aguilar, 1997: 49).
No obstante, algunos factores comunes, se observan diferencias en las
dinámicas de los movimientos de mujeres en cada país centroamericano derivadas
de situaciones políticas particulares. Así, en Costa Rica y Nicaragua se dieron, por
razones diferentes: una democracia más consolidada en el primer caso, y la
revolución sandinista en el segundo, condiciones más propicias a cierto debate
político sobre cuestiones como la violencia intrafamiliar y sexual, el aborto y la
exigencia de mayores espacios de participación en el Estado. Mientras que en
Honduras, El Salvador y Guatemala esta discusión fue un poco s tardía debido a
la presencia militar y los conflictos armados prevalecientes hasta la primera mitad
de los noventa. Esto ha trdo consigo procesos desiguales de definición del sujeto
político de los movimientos de mujeres. En Guatemala esta es una preocupación
expresada con insistencia por activistas de las organizaciones de mujeres (en
entrevistas realizadas para el presente estudio), quienes plantean que n no se han
generado los niveles de discusión necesarios para alcanzar su consolidación
política.
Como parte de los antecedentes inmediatos del movimiento de mujeres en
Guatemala no pueden dejar de mencionarse los avances plasmados en instrumentos
emanados de las Naciones Unidas producto de varias conferencias internacionales
entre las que destacan cuatro dedicadas a examinar la condición de las mujeres (la
primera celebrada en xico,1975 y la última en Beijing, 1995), la de Derechos
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Humanos, Viena, 1993 y la de Población y Desarrollo, El Cairo, 1994, sin contar
con otras más a nivel regional o acerca de temas muy puntuales. Estos espacios
indudablemente han marcado puntos de agenda que han llegado a considerarse
comunes a la mayoría de movimientos de mujeres, proceso al que algunas
organizaciones de mujeres guatemaltecas se han ido vinculando cada vez más.
En esta breve caracterización cabe indicar, por otro lado, el papel de
organismos internacionales de cooperación en la visibilización de la condición de
las mujeres y sus problemas más apremiantes, así como su apoyo a las
organizaciones de mujeres en su interlocución con el Estado. No obstante, varias
autoras han planteado (Aguilar 2001; Cañas 2001), desde una perspectiva crítica,
que este apoyo muchas veces ha tenido efectos desmovilizadores y la cooptación
del carácter potico de los movimientos de mujeres, traducida en lo que Aguilar
denomina oenegización”; es decir, la “…institucionalización del movimiento (que
conlleva entre otros aspectos), el establecimiento de sistemas administrativos y
contables…la creación de indicadores de impacto y la elaboración de marcos
lógicos para la ejecución de los proyectos…” (Aguilar 2001: 81), requisitos que
son exigidos a los grupos a cambio de la obtención de fondos pero que a la larga
restan dinamismo al movimiento.
Una consecuencia de esta práctica, ha sido que “…negociar e incidir se
igualaron… a no confrontar y a abandonar la movilización potica y la
denuncia…” (Aguilar, 2001: 83), asimismo, se ha favorecido el surgimiento de una
tecnocracia denero” que ha impuesto una fragmentación en los análisis y en las
propuestas, la mercantilización “…de relaciones entre actores que antes fueron
políticas y las competencias, incluso desleales, entre organizaciones por la
asignación de fondos…” (Aguilar, 2001: 81).
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Los movimientos de mujeres, particularmente sus expresiones feministas en
la región, y con ciertas similitudes en Guatemala, han transitado de una
efervescencia inicial hacia mediados de los ochenta, a la dispersión y
desmovilización política a esta parte. Esta aseveración poco optimista, sin
embargo, debe ser contrastada con los innegables avances que aún con
contradicciones, han logrado miles de mujeres en la última década (Foro Nacional,
2002: 79).
3. LA DINÁMICA DEL MOVIMIENTO DE MUJERES EN
GUATEMALA
Desde hace tres lustros las mujeres guatemaltecas han venido conformando
un movimiento social que, con avances y retrocesos, ha ido priorizando las
necesidades y demandas específicas de las mujeres. Ese proceso no ha estado
exento de debates y tensiones entre sus integrantes y en la medida que ha ido
creciendo, se ha complejizado cualitativamente. En efecto, el perfil de este
movimiento hasta los años ochenta era básicamente: mujeres ladino-mestizas,
profesionales, de clase media y media alta, de zonas urbanas. La incorporación de
otras miradas y voces provenientes del área rural, de las iglesias, de las jóvenes,
de mujeres con preferencia sexual distinta a la hegemónica, de mujeres indígenas y
otros grupos étnico culturales como las garífunas- es relativamente reciente lo cual
le da un carácter heterogéneo y dinámico que está planteando retos en cuanto a su
identidad, así como en la elaboración de su agenda política.
Al analizar la dinámica actual del movimiento de mujeres en Guatemala, se
constata que ha pasado de la fase “embrionaria” como la definía Aguilar (1997) a
una de mayor definición por las experiencias acumuladas, aunque “…aún no en
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plena madurez organizativa…” (Monzón, 2003). Asimismo, se tiene la percepción
que el movimiento de mujeres es desarticulado dado que existen diversos
intereses insuficientemente explicitados y consensuados, por ejemplo, entre
mujeres rurales y urbanas, entre quienes apuntan más al cambio de normas y
quienes a aspectos económicos, quienes enfatizan la interlocución con instituciones
estatales y quienes no lo consideran prioritario. Este hecho limita el
establecimiento de alianzas ya que, además, no existen suficientes espacios para la
sistematización de las acciones realizadas y para su teorización, ni para la discusión
política entre mujeres.
Opiniones más críticas señalan que actualmente …el movimiento de
mujeres está invisibilizado, disperso, [constituido por] pequeños núcleos en torno a
un tema, que no se engarzan unos con otros, sino que todo mundo está en su
capillita‟, rivalizando…” Al respecto otro planteamiento insiste en la indefinición
del movimiento ya que se concibe “…tan amplio donde cabe todo y no cabe
nada…”
4. ETAPAS DEL MOVIMIENTO DE MUJERES
En la perspectiva de perfilar los procesos del movimiento de mujeres en
Guatemala, se identifican varios momentos en su desarrollo, los cuales se pueden
dividir en tres etapas.
1. Primera etapa: 1985-1994
Esta etapa se caracteriza por la incipiente elaboración de un discurso
autónomo desde las mujeres y donde destacan grupos como Tierra Viva, Grupo
Guatemalteco de Mujeres y Grupo Femenino pro Mejoramiento de la Familia, que
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conformaron la Coordinadora de Agrupaciones de Mujeres de Guatemala-
COAMUGUA y se mantuvo aproximadamente cuatro os. En 1991, se creó la
Red de la No Violencia contra la Mujer
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, esfuerzo que aún continúa.
2. Segunda etapa: 1994 -1999
Esta etapa se distingue por un salto cualitativo en la conciencia y accionar de
las mujeres, en un período en el que confluyeron simulneamente tres situaciones:
el fin del conflicto armado, la firma de los Acuerdos de Paz y la postguerra. En ese
período, las mujeres guatemaltecas establecieron mayores vínculos con espacios
regionales e internacionales como los Encuentros Feministas Centroamericanos y
Latinoamericanos,
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las Conferencias Internacionales de Naciones Unidas y,
particularmente, los Foros Alternativos.
Asimismo, en el ámbito interno del Sector de Mujeres, creado en 1994, y
conformado por más de 30 grupos de mujeres ladinas, indígenas, garífunas y
xincas, coadyua la inclusión de las necesidades e intereses de las mujeres, tanto
en el debate al interior de la Asamblea de la Sociedad Civil, como en la agenda de
las negociaciones, en los textos de los Acuerdos de Paz, y posteriormente en su
cumplimiento.
Rasgos importantes en esta etapa han sido la superación de los “límites de lo
urbano” y la incorporación de las mujeres indígenas, y más incipiente, de xincas y
garífunas a los planteamientos de los movimientos de mujeres. Este es también el
momento cuando se da forma a iniciativas, surgidas desde finales de los ochenta,
para contar con espacios académicos como el Programa Universitario de
Investigación y Estudios de Género-USAC, el Diplomado en Estudios de Género
de Fundación Guatemala/Universidad Rafael Landívar, el Area de la Mujer en
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FLACSO-Guatemala. Sin embargo, este período es también contradictoriamente
aquel en el cual se manifiesta con mayor énfasis la “oenegización”, a la cual se
aludió párrafos arriba.
3. Tercera etapa: 2000-2003
Esta etapa se ha caracterizado por un clima relativamente adverso en el
ámbito nacional, porque los esfuerzos de democratización real, se han visto
limitados por el escaso impulso que ha tenido el cumplimiento de los Acuerdos de
Paz, el debilitamiento del sistema de partidos políticos, la agudización de la
pobreza, condiciones que han afectado a todos los movimientos sociales y
específicamente al de las mujeres.
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Después de algunos os de una fuerte dinámica de movilización y
organización de las mujeres en todo el país, espacios como el Foro Nacional de la
Mujer, el Sector de Mujeres, redes y coordinaciones, han bajado su perfil público, y
han adoptado otras formas de trabajo, desplegando acciones en otros espacios
anteriormente marginados. Ejemplo de ello son los diversos grupos, comités y
redes que han emergido en el nivel local, donde las mujeres se están apropiando de
un discurso de autonomía que prioriza sus derechos, y cuyo número aún es difícil
de establecer.
Por otro lado, cabe destacar un hecho paradójico, luego de varios años de
demanda por la apertura de un espacio institucional que se ocupara por desarrollar
políticas blicas a favor de las mujeres, en el período gubernamental 2000-2004
se creó la Secretaría Presidencial de la Mujer que si bien no era el tipo de
institución propuesto por las organizaciones de mujeres,
v
constituye un avance en
la institucionalidad a favor de las mujeres y cuenta entre sus logros inmediatos con
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la elaboración de una Potica Nacional de Promoción y Desarrollo Integral para las
mujeres guatemaltecas.
En los tres momentos esbozados, el accionar del movimiento de mujeres se
ha dificultado debido a factores como el conservadurismo prevaleciente en la
sociedad guatemalteca, las secuelas de la guerra que limitaron considerablemente
los niveles de organización y expresión ciudadana, tanto en el ámbito comunitario
como nacional. Asimismo el escaso conocimiento de las mujeres acerca de sus
derechos básicos lo cual deriva en una ciudadanía restringida. Por otro lado, las
condiciones de pobreza y pobreza extrema obstaculizan la movilización de las
mujeres, particularmente, indígenas y ladinas del área rural.
No obstante, los procesos observados dan cuenta de un movimiento de
mujeres que ha ido ganando espacios en el ámbito público, es reconocido por
mujeres diversas, pero al mismo tiempo es cuestionado por la ambigüedad en su
identidad potica frente a otros movimientos sociales, la desmovilización de sus
discursos radicales (que siempre han sido marginales y minoritarios), la falta de
explicitación de las diferencias entre mujeres, lo cual se expresa en las dificultades
para alcanzar consensos, elaborar agendas comunes y coordinar acciones poticas.
Estas características no son inherentes a los movimientos de mujeres, se expresan
en otros movimientos sociales y, desde una perspectiva positiva, son las que
imprimen dinámica a los mismos.
A continuación se amplían estas observaciones ubicando al movimiento de
mujeres a) en el contexto sociopotico, cultural y económico; b) frente al Estado;
c) su dinámica interna.
5. EL MOVIMIENTO DE MUJERES Y EL CONTEXTO
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a. El contexto sociopolítico, cultural y económico
Los procesos de movilización, organización y empoderamiento de las mujeres
se ven limitados por factores como: la pobreza de las mujeres tanto del área
periurbana como rural, la dificultad en las comunicaciones y en el acceso a
comunidades alejadas de los centros urbanos, el monolingüismo, analfabetismo,
desconocimiento de derechos básicos. La inseguridad ciudadana, la violencia
directa. Asimismo, el machismo que persiste en las relaciones de pareja, razón por
la cual muchas mujeres ven limitado su derecho a la libre locomoción.
Persisten, y en algunos casos se han agudizado, los efectos de una estructura
social y política racista que permea las relaciones sociales en todos los ámbitos,
incluido el movimiento de mujeres.
El último período legislativo y ejecutivo se caracteri por el cierre de
espacios para la concertación política entre los diversos sectores sociales y el de las
mujeres no fue la excepción. Esto ha traído como consecuencia el endurecimiento
de posiciones poticas, el aumento de la confrontación y el recurso de la violencia
como mecanismo para la resolución de conflictos.
En ese contexto, se ha debilitado el empuje inicial del proceso de
cumplimiento de los Acuerdos de Paz, restándole fuerza a ese importante pacto
político que, además, constituye una agenda de desarrollo para el mediano y largo
plazos.
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b. El movimiento de mujeres frente al Estado
Dado el histórico rezago en la construcción de ciudadanía muchas mujeres,
aún las que están organizadas, no manejan la información pertinente acerca de las
funciones del Estado, sus organismos e instituciones, sus procedimientos y normas,
lo cual dificulta procesos, duplica esfuerzos y provoca conflictos algunas veces
innecesariamente.
No es muy claro el tipo de relación que el movimiento de mujeres debe
establecer con las funcionarias estatales (particularmente las que trabajan en
instituciones a favor de las mujeres), ni el de ellas con los grupos de mujeres
(muchas veces antes de ser funcionarias han sido integrantes de grupos de la
sociedad civil). Por lo tanto, nos encontramos con que:
-Se desconocen antecedentes de las actuales políticas públicas a favor de las
mujeres y algunas veces, incluso su contenido.
-Prevalece un discurso confrontativo con el Estado, sus instituciones y
funcionarias/os, característica que tiene raíces históricas (el estado guatemalteco ha
sido excluyente y débil) y que se agudizó durante el conflicto armado interno dado
el perfil contrainsurgente de las poticas del Estado.
-Los esfuerzos por ejercer una auditoa social sobre las medidas impulsadas,
el accionar institucional, la ejecución de programas y proyectos dirigidos a las
mujeres por parte del Estado, son incipientes y no sostenidos.
c. La dinámica interna del movimiento de mujeres
El discurso de la agenda de la paz que logró convocar a muchas
organizaciones de mujeres, tanto en el proceso de negociación como en los
primeros años de seguimiento al cumplimiento de los Acuerdos, se ha ido
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debilitando, lo cual ha contribuido a una percepción y sensación de dispersión y
desarticulación de grupos y organizaciones de mujeres. Aunque por otro lado, la
dinámica generada en esos procesos ha impulsado otros espacios y niveles de
participación inéditos para las mujeres, por ejemplo, los espacios municipales y
los Consejos de Desarrollo Urbano y Rural.
Aún es difícil establecer alianzas entre organizaciones en función de la
incidencia, ya que persisten desconfianzas, prejuicios raciales, desigualdades en los
niveles de conocimiento técnico y potico. En parte, esto se debe a la inexistencia
de mecanismos para la “incidencia a lo interno del movimiento”. Se invierten
recursos y energías para incidir en el Estado, sus instituciones y otros actores
políticos, pero no en lograr consensos entre las organizaciones de mujeres.
Vinculado con lo anterior, se observa que no existe renovación de
liderazgos”, asimismo falta el fortalecimiento teórico-conceptual entre las
integrantes del movimiento de mujeres, para quienes resulta difícil la identificación
con la propuesta feminista, dado que existen fuertes prejuicios contra “el ser
feminista”, particularmente en comunidades rurales e indígenas. En ese sentido,
cabe indicar que muchas mujeres y grupos de mujeres …continúan anteponiendo
sus diversas adscripciones de clase, étnica, discapacidad, generacional y otras…,”
vi
lo cual impide lograr autonomía en el discurso y la práctica poticas.
Un aspecto importante de resaltar es el surgimiento, cada vez más evidente,
de iniciativas de mujeres en el ámbito local, sobre todo en el área rural, así como la
emergencia de más grupos de mujeres indígenas con propuestas más autónomas y
críticas de su entorno comunitario lo cual está contribuyendo no sin dificultades- a
la diversificación del discurso y las agendas del movimiento de mujeres. Este
momento de transición está provocando desconcierto, la sensación de no
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articulación de visiones que a veces se perciben contradictorias, no solamente por
la diferente pertenencia étnica sino también por necesidades e intereses distintos en
términos de posturas poticas, prioridad de temas, métodos de trabajo y estrategias
políticas.
El nivel de las propuestas de muchas de las organizaciones, grupos y
asociaciones de mujeres no rebasa aún las demandas por necesidades prácticas,
situación relacionada con las profundas brechas en la distribución del ingreso,
pobreza extrema y rezago en todos los indicadores básicos (salud, educación,
empleo, vivienda, seguridad social).
Esta breve caracterización del movimiento de mujeres no agota las diferentes
expresiones y matices del mismo, es más bien un retrato general que, sin embargo,
da cuenta de su dinamismo y del compromiso de muchas mujeres por aportar al
cambio en sus vidas, las de otras mujeres y, como horizonte, en la sociedad.
d. Un paso adelante
De las dimensiones que perfilan a todo movimiento social, y particularmente
al de mujeres, se han destacado algunos rasgos que apuntan a la definición de su
identidad, marcada por el recorrido realizado en los últimos quince años
…creando y re-creando nuevos mensajes y significados sociales…” (Tavera,
2000: 451), a partir del diagnóstico inicial de la condición y posición de las mujeres
en la sociedad guatemalteca, que en el devenir histórico se han caracterizado por la
discriminación, marginación y exclusión de las mujeres tanto de las oportunidades
para el desarrollo de sus capacidades, de su negación como productoras de
conocimiento, así como de su derecho a participar en los espacios públicos de toma
de decisión.
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Al tomar conciencia de esas brechas, las mujeres han decidido pasar a la
acción, dar un sentido potico a su accionar. Esa determinación animó las luchas
pioneras de las mujeres desde el siglo XIX y continúa presente en las luchas de
hoy. En esa perspectiva cabe destacar que las mujeres han ido construyendo
agendas cuyas demandas pocas veces se han cumplido, por lo que continúan
pendientes muchas reivindicaciones para alcanzar su pleno desarrollo como
humanas así como la igualdad en las relaciones entre los géneros.
Como un signo del avance de la participación ciudadana que ha ido
permeando la vida cotidiana de las mujeres, en las neas que siguen se presenta
una apretada síntesis de una faceta de la participación de las mujeres en el último
proceso electoral (2003) desarrollado en Guatemala para elegir autoridades locales
y nacionales.
Este acercamiento, que no pretende ser exhaustivo, se centra en las
propuestas construidas colectivamente por mujeres de los cuatro puntos cardinales,
tanto en el ámbito local como nacional, y que fueron presentadas a candidatos y
candidatas a puestos de elección en múltiples foros, actividades que llaman la
atención por la amplia movilización de las mujeres aunque ésta aún no se refleje en
el número de espacios alcanzados tanto en el Congreso de la República como en
otros puestos de elección.
e. Un contexto poco optimista
En los últimos dieciocho os la sociedad guatemalteca ha vivido una etapa
de transición democrática luego de que en la primera mitad de los años ochenta
llegara a su punto culminante la potica de contrainsurgencia
vii
. En ese período
destaca la firma de los Acuerdos de Paz en diciembre de 1996, acto que simboli
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el fin de treinta y seis años de conflicto armado interno y de varios años de
negociaciones entre el gobierno y la guerrilla.
En estos años, Guatemala ha tenido cinco diferentes gobiernos y un intento de
golpe de estado, lo cual revela la debilidad de las instituciones democráticas que
aún no logran consolidar el Estado de Derecho y la democracia representativa
como premisas para la convivencia social y el desarrollo de la cultura cívico-
política de la ciudadanía.
Efectivamente, la institucionalidad política fue puesta a prueba durante el
último proceso electoral convocado para elegir nuevas autoridades legislativas y
del ejecutivo. Fue un proceso marcado por prácticas que se creían superadas:
pérdida de credibilidad de las instituciones garantes del Estado de Derecho,
manipulación, amenazas y violencia dirigida contra candidatos y candidatas a
puestos de elección, activistas políticos, contra periodistas y n contra activistas
por los derechos humanos.
Ese clima no fue del todo favorable para el avance de las mujeres en los
espacios político-partidistas lo cual se evidenció en los discursos e imágenes que
dominaron las campañas políticas, pero también en la ausencia de mujeres como
candidatas con posibilidades reales de ganar la elección. Sigue prevaleciendo una
visión estereotipada y ambigua con relación a las mujeres y la política, como lo
expresó un columnista sin la menor duda, el partido capaz de hacer propio el voto
femenino, tiene enormes posibilidades. La mujer, aunque en unos asuntos es muy
emotiva (énfasis de la autora) tiene al mismo tiempo una capacidad de alisis
sereno igual o mejor a la masculina” (Sandoval, 2003)
f. Agendas diversas
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Las capacidades de análisis de las mujeres se manifestaron en un interesante
proceso de elaboración y presentación de propuestas con miras a incidir en las
plataformas electorales de los partidos políticos participantes. Efectivamente,
durante el período eleccionario un buen número de organizaciones de mujeres
elaboró y discutió, tanto en ámbitos locales como nacionales, el contenido de
aproximadamente veinte agendas.
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Estas agendas incluyen demandas
por acceso a la tierra, salud, educación,
empleo y vivienda requisitos básicos
para el desarrollo que aún son negados
a las mujeres, no lo por la crisis
económica y la ampliación de la
pobreza sino por su condición de
género y etnia. Otras reivindicaciones
enfatizan la necesidad, ante la
creciente violencia contra las mujeres,
de contar con seguridad ciudadana,
acceso a la justicia y vigencia de los
derechos humanos.
En una perspectiva más amplia que
llama la atención sobre el papel que el
Estado debe cumplir para garantizar el
bien común, se destacaron: la creación
y fortalecimiento de mecanismos
institucionales para el avance de la
mujer, la asignación de fondos
estatales para programas específicos para las mujeres, acomo la aprobación de
leyes y/o de reformas legales que contribuyan a eliminar las barreras que limitan la
efectiva participación de las mujeres en los espacios poticos y de gestión y
ejecución de políticas públicas (CERIGUA, 2003: 12).
Agenda Política: Mujeres en la Diversidad,
suscrita por 23 organizaciones en octubre 2003.
Agenda Política de la Red Interpartidaria de
Mujeres.
Agenda desde las Mujeres para Combatir la
Violencia Armada. Instituto de Enseñanza para el
Desarrollo Sostenible (IEPADES)
Agenda nima de Mujeres Mayas. Asociación
Política de Mujeres Mayas -Moloj-..
Agenda Construyendo Políticas de Equidad.
Coordinadora de Mujeres de Quetzaltenango.
Propuestas Políticas para la Implementación del
Programa de Salud Reproductiva del Ministerio
de Salud Publica y Asistencia Social. Red de
Mujeres por la Construcción de la Paz (Remupaz).
Agenda Mínima del Sector de Personas con
Discapacidad -Capítulo VIII Mujeres con
Discapacidad. Consejo Nacional para la Atención
de las Personas con Discapacidad -CONADI.
Propuesta de las Mujeres Rurales de Petén a las y
los Candidatos a Diputados. Asociación de
Mujeres San Franciscanas; Mamá Maquín de la
Comunidad de Entre Ríos; Asociación de Mujeres
Guatemaltecas Ixmucané.
Agenda Mínima Municipal de Mujeres y Jóvenes
contenida en el Pacto Municipal por las Mujeres y
la Juventud. Coordinadora Municipal de
Participación Ciudadana, Salamá, Baja Verapaz.
Demandas temático-políticas de las Mujeres
Organizadas de Villa Nueva para el Período 2004-
2007. Pro Mujer-Villa Nueva.
Agendas de Proceso: violencia contra las mujeres,
y los Derechos Sexuales y Reproductivos.
Agrupación de Mujeres Tierra Viva.
Expresiones de Mujeres de la Sociedad Civil
"Jutiapa". Propuesta del Sector de Mujeres y
Foro de la Mujer de Jutiapa.
Fuente: Cerigua, 2003
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Un aspecto relevante en este proceso fue la participación de mujeres indígenas
y/o ladinas del área rural. Esta presencia potica contribuyó a visibilizar puntos
como la erradicación del racismo o las demandas de las mujeres rurales para el
acceso a la propiedad de la tierra y sus recursos, el reconocimiento del trabajo
productivo, reproductivo y comunitario que aportan, así como la urgencia de
mejorar las condiciones de participación sociopotica de miles de mujeres que
viven al límite de la sobrevivencia (Agenda 2003).
La construcción de agendas da cuenta de los avances del movimiento de
mujeres en Guatemala, camino no exento de contradicciones dada la diversidad que
le es propia, como expresa una activista potica
…el movimiento social de mujeres, como todos los movimientos sociales,
no necesariamente tiene que ser un movimiento graníticamente unido…es un
movimiento pluriclasista, pluriétnico; entonces no tenemos que estar de
acuerdo en todo, es imposible estar de acuerdo en todo…” (López, 2003:21).
Más allá de visiones o énfasis diferentes una consigna de la Agenda de las Mujeres
Rurales parece expresar un anhelo común sabemos que hay un mundo mejor, y
queremos vivir en él”.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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22
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NOTAS
1
En el Programa Centroamericano de Maestría en Ciencias Sociales de FLACSO-Guatemala
ii
Esta idea cobrelevancia a raíz del asesinato, en 1991, de Dinorah rez, activista política y
directora del “Instituto de la Mujer, María Chinchilla”
iii
Cabe acotar que desde la segunda mitad de la década de los ochenta, mujeres exiliadas en México
(ladinas e indígenas) también empezaron a incorporarse a la discusión de la condición y situación
de las mujeres desde el feminismo. Participaron en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del
Caribe en Taxco, México, 1987 y algunas crearon un espacio denominado Convocatoria de Mujeres
(Flores, 2001).
iv
Paradójicamente, sin embargo, se han alcanzado otros espacios en el ámbito público estatal como
se ve en otro apartado.
v
Desde 1993 se inició el proceso para elaborar una propuesta para la creación de un ente autónomo
que tuviera calidad de rector de las políticas públicas relacionadas con las mujeres, efectivamente el
proyecto de un Instituto Nacional de la Mujer fue presentado al Congreso de la República que, a
pesar de haber dictaminado favorablemente en las dos primeras lecturas, lo rechazó en la fase de
aprobación final.
23
vi
Entrevista personal a Alicia Rodríguez, 2003.
vii
El conflicto armado interno como ya ha sido plenamente reconocido por los informes de la
Comisión para el Esclarecimiento Histórico, “Guatemala nunca más” (1999) y de la Oficina de
Derechos Humanos del Arzobispado, “Recuperación de la Memoria Histórica” (1998), de una
cauda impresionante: más de doscientos mil muertos, desaparecidos/as, viudas/os, niñas y niños
huérfanos. Asimismo, miles de refugiadas/os y desplazados/as internos y externos, cuyo drama
vital, si bien ha sido atenuado después de la firma de los Acuerdos de Paz, continúa latente porque
ha faltado voluntad política para realizar cambios profundos en las estructuras de poder económico
y político que datan de hace más de un siglo.
viii
Cabe destacar el trabajo de recopilación de agendas presentadas por las mujeres en varios
departamentos del país, realizado por la Agencia de Noticias-CERIGUA (2003).