GÉNERO, EDUCACIÓN Y UNIVERSIDAD. UN ACERCAMIENTO
A LA HISTORIOGRAFÍA DE MÉXICO
Maestra Elva Rivera Gómez
Profesora e Investigadora
Centro de Estudios de Género
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México
RESUMEN
El trabajo presenta un balance historiográfico sobre el estado que guardan los estudios
sobre las académicas e investigadoras de las universidades públicas de xico en los
últimos veinticinco os. Presentamos las etapas en que estas investigaciones se han
realizado, las universidades en donde este tema ha sido objeto de estudio por las
académicas y en las que el proceso de institucionalización de los estudios sobre las
mujeres han sido impulsados por las feministas de diversas corrientes. También se
incluyen los estudios realizados en tres universidades: la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Universidad de Colima y la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla.
Descriptores: nero. Educación superior. Mujeres. Feminismo. Historiografía. México,
Colima, Puebla. Siglo XX.
INTRODUCCIÓN
El estudio sobre las mujeres, en particular en la educación superior, nos lleva a
señalar algunos aspectos: las actitudes culturales de la sociedad hacia las mujeres, poca
participación en la toma de decisiones, la reproducción de estereotipos socioculturales en
el quehacer universitario, por una parte, por la otra estudiar el proceso de incorporación
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femenina a la docencia e investigación universitaria, explicar mo se ha llevado éste y
cuales han sido los obstáculos y logros que han tenido que enfrentar las académicas al
interior de las universidades.
De ahí, que este trabajo presenta un balance historiográfico sobre el estado que
guardan las investigaciones dedicadas al estudio sobre la participación de las académicas
e investigadoras en instituciones públicas de educación superior en México en las últimos
veinticinco años. Partimos de algunas interrogantes: ¿Por qué nuestra cultura y sociedad,
durante mucho tiempo, ha dado prioridad a la educación doméstica y no a la escolar de
las mujeres?, ¿Por qué pocas mujeres tuvieron el privilegio de tener acceso a la
educación superior hace unas décadas?, ¿Por qué en los últimos años se ha incrementado
el porcentaje de mujeres en la docencia universitaria? Son preguntas que los estudios
sobre las mujeres y/o de género intentan responder. Por supuesto que las fuentes
existentes en cada uno de los Archivos Universitarios, en los Estados, en la Secretaría de
Educación Pública, en la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (ANUIES), y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT), etc., nos llevarán a conocer los antecedentes, a como el proceso de
incorporación de las mujeres a la academia y a la investigación en cada una de las
instituciones educativas del país.
Debo mencionar que las preguntas antes señaladas, me llevaron a la búsqueda de
fuentes hemerográficas y bibliográficas de carácter nacional y regional sobre la temática.
Aquí lo presentamos un avance de la investigación “Género, educación y universidad:
Las académicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 1970-2000”,
referente a la historiograa, en la que destacan investigaciones, ponencias y artículos
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realizados por las académicas de las universidades: Nacional Autónoma de México, de
Colima y la Autónoma de Puebla. Es importante destacar los aportes que han realizado
las universitarias Latinoamericanas, al incorporar esta temática, desde un enfoque
feminista, en las investigaciones de las ciencias sociales y las humanidades;
contribuyendo así a hacer visible el papel de las académicas universitarias en los diversos
países de la región.
Una categoría de análisis empleada en las investigaciones es la teoa feminista y la
perspectiva de nero, que permite entender que la educación de las mujeres ha sido
construida a partir de estereotipos socioculturales, y que la historia e historiografía
tradicional han privilegiado y reconocido la capacidad intelectual de los hombres sobre el
de las mujeres; los estudios sobre las mujeres, en este sentido nos hablan de
discriminación, sexismo en la ciencia y en la docencia universitaria. Las feministas y no
feministas que han estudiado esta temática en las diversas disciplinas han contribuido a
la deconstrucción del pensamiento androcéntrico en la academia y en la ciencia. Un gran
aporte de las académicas universitarias en el caso de México, ha sido la creación de la
Red Nacional de Centros, Programas de Estudios de la Mujer y/o de Género que incluye
aproximadamente a más de 30 universidades blicas y Privadas, desde dónde se ha
discutido la importancia de los estudios de las mujeres en las universidades.
1. ¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN LOS ESTUDIOS FEMINISTAS SOBRE
LAS MUJERES Y/O DE GÉNERO EN LAS UNIVERSIDADES?
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Uno de los debates llevados a la academia por las universitarias feministas en
México y en Latinoamérica ha sido y es ¿Qué importancia tienen los estudios feministas,
sobre las mujeres y/o de género en las universidades?, discusión llevada a cabo en el
Primer Coloquio Nacional de Centros y Estudios de Género de las universidades
nacionales, celebrado en Chapala, Jalisco en 1999, el otro efectuado en la Antigua,
Guatemala en el 2001, en el marco del Primer Encuentro Mesoamericano de Estudios de
Género, en donde se planteó la pregunta: ¿Pueden los estudios de nero entrar a la
Universidad? La respuesta de la gran mayoría de las académicas fue: no sólo pueden,
sino deben estar en las universidades y los más recientes llevados a cabo en México: el
Seminario: Feminismos Latinoamericanos, organizado por el Programa Universitario de
Estudios de Género de la UNAM (abril, 2002), el cual logró reunir a las pioneras del
feminismo Latinoamericano, a las académicas y a las activistas en sus diversas corrientes
y el VI Encuentro de Centros y Programas de Estudios de la Mujer y de Género en
Instituciones de Educación Superior en América Latina y el Caribe (octubre, 2003).
Para el caso Latinoamericano, es importante destacar el trabajo realizado por Gloria
Bonder, en la obra titulada Estudios de la Mujer en América Latina, obra colectiva en el
que se presenta un recorrido hisrico por los países de Brasil, Chile, Colombia, Costa
Rica, México, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Republica Dominicana, Uruguay y
Venezuela, escrito por diversas protagonistas (pioneras del feminismo en las
universidades), en él las autoras analizan los procesos en que surgen los estudios de la
mujer en estos países. A través de estos trabajos podemos conocer cuáles han sido las
etapas, obstáculos y alcances del movimiento amplio de mujeres y de los estudios en cada
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una de las regiones de América Latina, para dar paso a la apertura de los espacios
académicos.
El movimiento de las mujeres, señala Bonder, dejó como saldo una masiva
incorporación de las mujeres a la educación media y superior en la región
latinoamericana durante la década de los setenta. Este proceso de expansión cualitativa
tuvo como efecto modificar las expectativas femeninas, quienes al elevar su nivel
educativo desarrollaron aspiraciones de participación y autonoa.
Los años ochenta se caracterizaron por el retorno a la democracia en los países de la
región. El clima de debate y apertura propició que mujeres activistas e investigadoras
iniciaran la crítica en las distintas disciplinas científicas, con el fin de demostrar sus
sesgos sexistas y demandar la democratización de las relaciones entre hombres y mujeres
en el ámbito del hogar y de las instituciones sociales y poticas.
Bajo estos ejes se inician los procesos de institucionalización de los Estudios de la
Mujer en los países de la región. La necesidad de integración de los estudios de la mujer
y/o de género en las universidades aparece en todos los trabajos como iniciativas
individuales o de pequeños grupos, destaca Bonder. Lo interesante de esta integración es
que siempre se inicia en las universidades públicas. Una de las prioridades será lograr que
en las universidades se integren institucionalmente los Estudios de la Mujer como potica
para la Educación Superior. Así, el panorama latinoamericano refleja una problemática
común de las mujeres en las universidades.
Esto significa que los aportes teóricos de las académicas universitarias al
pensamiento científico social han sido importantes. En México los primeros trabajos que
se realizaron datan de lacada de los ochenta del siglo XX. Las investigaciones
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realizadas a partir de este tiempo, nos plantean diversos enfoques: sociológicos,
educactivos, antropológicos y muy pocos dedicados al estudio histórico. Es importante
señalar que falta realizar una revisión historiográfica más amplia, que permita identificar
qué temáticas se han investigado y cuáles faltan por realizar. He seleccionado para este
trabajo sólo aquellas fuentes que, desde mi punto de vista, pasarán a formar parte de la
historiografía de las mujeres y la educación superior en el país.
En México, la creación de seminarios, áreas, programas y centros de estudios de la
mujer y/o de género, a iniciativa de las feministas mexicanas de los años setenta, ha
rendido su primeros frutos, pues desde estos espacios no lo se han legitimado estos
estudios en la academia y en las universidades, sino también se han impulsado las
investigaciones sobre las diversas problemáticas que atañen a las mujeres en la educación
desde una diversidad de enfoques, incluyendo el feminismo. Para conocer estos debates,
el trabajo escrito por la feminista mexicana Eli Bartra, Estudios de la mujer. ¿Un paso
adelante, dos pasos atrás?, plantea los nculos y la distancia entre el feminismo y los
estudios de la mujer. Bartra presenta el desarrollo de estos estudios en la educación
superior en xico, en particular su significado, sus contradicciones y las barreras que
enfrentan. De los puntos medulares en el debate feminista al interior de la academia se
ubican la distinción entre estudios de la mujer y los de género, la burocratización de los
programas, su institucionalización y evaluación, lo cual podría llegar a poner en riesgo
su espontaneidad y creatividad.
Por su parte, Blanca Elvira Villarreal, en el trabajo Modelo de análisis de las
trayectorias de formación de las investigadoras, señala que los cambios han modificado
los espacios sociales de las mujeres contemporáneas y afirma que la perspectiva de
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género permite conocer esos cambios. Uno de éstos, es el universitario, el cual no deja de
estar influido por las relaciones de nero en aspectos relacionados con el status
académico, el desempeño en el trabajo y la presencia en los órganos de gobierno:
a) Estatus académico
Las mujeres tienen un rango académico inferior, aun cuando las calificaciones de
un doctorado y de productividad sean constantes. La investigación de esta autora
demuestran que los efectos acumulativos de discriminación contra las mujeres en su
carrera es perpetuado y magnificado. El número, cada vez s grande, de mujeres en
bajas posiciones ha provocado el reclamo de éstas por su condición de temporales (de
tiempo parcial o medio tiempo) y de asistentes durante muchos años para que se
considere seriamente su definitividad o promoción.
b) Desempeño en el trabajo académico
Para las mujeres que se encuentran en posiciones inferiores o de asistentes no es
fácil la publicación de sus trabajos, a pesar de que tienen que demostrar mayor
productividad que los hombres. La participación en conferencias o congresos permite
compartir resultados de investigaciones, debatir intelectualmente y de esta manera
facilitar la posterior publicación de trabajos, sin embargo, hay datos según Villarreal, que
señalan que las mujeres asistieron y organizaron menos conferencias que los hombres.
Las mujeres con hijos buscan una productividad, tal vez para contrarrestar el estereotipo
de ama de casa y de madre abnegada. También por la discriminación que hay en el
ámbito laboral las mujeres reaccionan siendo más competitivas.
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c) Participación en órganos de gobierno e instancias administrativas
Las mujeres tienen un déficit tangible en su vida laboral causado por la exclusión o
colaboración con los hombres. No es de sorprender que las mujeres tiene menor poder e
influencia en sus departamentos que los hombres. Algunos indicadores muestran que
ellas tienen menor probabilidad de tomar el rol activo en las reuniones, también que
tienen una menor proporción y representación en puestos de toma de decisiones. Alguna
mujeres dicen no tener iniciativa para obtener puestos de influencia, sin embargo, otras
reconocen que existen barreras para lograr puestos importantes y que para lograrlo el
esfuerzo tiene que ser mayor. De ahí que las redes de mujeres sirvan para muchas
funciones, como para promoverse, dar asistencia profesional, incrementar la influencia
política, dar apoyo emocional y social.
Aunque formalmente en las universidades no existe la discriminación debido a la
igualdad jurídica (derechos y obligaciones), en los hechos, en la vida personal de las
mujeres investigadoras salta la doble jornada femenina, ya que con muchas dificultades
logra conciliar la vida familiar y la vida profesional plantea Mercedes Carreras, que en
1985 realizó el estudio acerca del El personal femenino en la UNAM; este trabajo, puede
considerarse mo uno de los pioneros dedicados a las mujeres universitarias. En el que
señala que los factores que podrían interpretarse como discriminatorios en el designio
académico laborales de las mujeres de la UNAM, se encuentran en esferas que se
interrelacionan: Familiar. Espacio de socialización en cuanto a incentivos culturales y
educativos; Cotidiana. La organización de su vida diaria en función del nivel de
compromisos familiares y sociales; Generacional. El momento que define la
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conceptualización del rol de la mujer y de las áreas propias para ella, así como las
características propias del mercado laboral en que se insertan. Para la autora, la carrera
académica de una mujer estará condicionada por los antecedentes socioeconómicos
familiares, medidos por la escolaridad del padre y de la madre y el prestigio ocupacional
del padre y/o madre. La esfera cotidiana, se explica sobre el argumento de la tensión
entre la producción y la reproducción que forma parte también de una situación de la
mujer cuando asume la profesión académica. Otros trabajos de Carreras publicados en
1989 titulados: Las profesoras universitarias” y Docencia Universitaria sobre la
problemática femenina”, en los que analiza la situación de las docentes universitarias a
nivel nacional, en el que destaca la contratación laboral de las mujeres respecto a los
docentes, así como también la diferencia salarial, los estudios de posgrado de las
académicas.
Otra investigación relacionada con nuestro tema es el de Gabriela Delgado
Ballesteros, académica de la UNAM, titulado “Resignificando la condición de las
mujeres académicas de la Universidad Autónoma de xico”. Estudio realizado desde la
perspectiva de género en el que la autora destaca el tipo de contratación de las
académicas universitarias en 1995:
...del total de académicas en la UNAM, el 50% estaban contratadas por horas
asignaturas, el 30% de medio tiempo y el 20% de tiempo completo... El porcentaje
de varones con definitividad es mayor que el de mujeres, solamente en los medios
tiempos son equivalentes y en el caso de contrataciones por hora, son más
mujeres…” (Delgado 2001: 61-74).
Con respecto a las condiciones en que desempeñan su quehacer académico, la
autora encuentra que la productividad académica de las mujeres está estrechamente
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vinculada a dos cosas: el combinar el espacio laboral con la maternidad y los estudios de
especialización. Según las entrevistas realizadas a las académicas, Delgado lle a la
conclusión que:
…La productividad académica se logra dependiendo del ciclo de vida o después
del maternaje. Estos aspectos se evidenciaron claramente con el análisis de la
currícula, al encontrar espacios de baja productividad, tanto en las horas frente a
grupo como en la publicación de artículos, manuales o libros. El dedicarse al
maternaje impide un desarrollo académico continuo, existen espacios temporales de
logros de actualización o grados académicos dependiendo de la época de la
maternidad y el maternazgo…” (Delgado 2001: 61-74).
Norma Blázquez Graff, fue integrante del Grupo por la Mujer en la Ciencia en
1984. A partir de esa fecha ha publicado diversos artículos sobre las mujeres en la
ciencia, entre los que podemos mencionar los siguientes: La mujer en la ciencia
(1984); “Incorporación de la mujer a la ciencia a comienzos de los noventa”, (1987);
“Relaciones entre la mujer y la ciencia” (1989); “Participación de las científicas en
México” (1989) y Acerca de las científicas de la UNAM (1990). En estos trabajos la
autora destaca los avances que han tenido las mujeres en la ciencia, el lugar que ocupan
en el Sistema Nacional de Investigadores en cada una de las áreas de conocimiento. Así
como también señala la discriminación que han sido objeto las mujeres científicas en las
evaluaciones para escalar niveles en el Sistema Nacional de Investigadores y para obtener
recursos para desarrollar proyectos de investigación relacionados con los temas de las
mujeres, los cuales son financiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Olga Bustos en el trabajo titulado Los estudios de la mujer (y de nero) en la
UNAM: investigaciones y tesis”, presenta un balance sobre las diversas investigaciones
que se han realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México en las últimas
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décadas y que fueron publicados en la obra colectiva Estudios de género y feminismo en
1989. Este trabajo es una referencia obligada de consulta para quienes deseen conocer el
origen, avance, logros, enfoques y retos de los estudios de las mujeres realizados por
investigadoras, académicas y estudiantes de esta universidad.
Nora Garro en el trabajo titulado “La mujer profesionista universitaria(1989) y
Liliana Morales Hernández en la investigación sobre “La mujer en la educación superior
en México” (1989), presentan un análisis sobre las características de las profesionistas
universitarias en el contexto nacional.
Hasta aquí hemos visto los estudios de carácter nacional y en particular los
dedicados al análisis sobre la situación de las académicas e investigadoras de la UNAM.
A continuación presentaremos las investigaciones realizadas por académicas de otras
universidades del país.
Sara María G. Martínez, en el trabajo sobre “La participación de las mujeres en la
academia. Condiciones actuales y retos” (2001), dedicado al análisis sobre la situación de
las académicas de la Universidad de Colima, destaca que en esta institución en el rubro
del posgrado, de todos los programas, en el de educación, las mujeres docentes ocupan el
47, 4% con respecto a las otras áreas. En la investigación del Sistema Nacional de
Investigadores, según registros, en esta institución académica, lo el 20% lo ocupan las
mujeres. Como candidatas sólo se registran 4 mujeres que representan el 50% de mujeres;
en el nivel 1 se registran 5 mujeres que equivale al 16,6% y en el nivel II de 6 integrantes
no hay ninguna mujer. Por otra parte, en este artículo se destaca la situación de las
mujeres en la dirección de las Universidades blicas del país. Llama la atención que las
mujeres que ocupan el cargo de rectoras sean únicamente el 2% y en cargos académicos
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de primer nivel apenas lleguen al 10% en las Universidades blicas, el 4 % en las
Privadas y al 6% en los Institutos Tecnológicos.
Otro estudio sobre las mujeres en la Universidad de Colima de Verónica
Valenzuela, titulado “Perfil de las mujeres universitarias de Colima” (1995), el cual
señala los grupos de edad de las mujeres académicas, la escolaridad de las madres de las
académicas, áreas de preferencia de las mismas, así como la especialización de las
docentes en el que distingue lo siguiente:
…que la mayor parte de las mujeres universitarias de Colima se concentra en un
rango de edad que va de los 24 a los 34 años. En esas edades se agrupa el 66.2% de
las que han cursado al menos una carrera profesional. Las mujeres que tienen
actualmente entre 35 y 45 os son el 18%. Esto significa que al igual que en el
resto del país, la incorporación de la mujer a los niveles superiores de escolaridad
no tiene más de cuatro décadas acelendose su incorporación a partir de los años
setenta.
La escolaridad de las madres, de universitarias es del 60% concerniente a
educación a nivel primaria, sólo el 6,1% de las madres cuentan con una carrera
universitaria y un 13% con el mismo nivel escolar.
Las áreas más socorridas por las mujeres en estudios superiores son las
humanidades (27,8%), ciencias de la salud (22%) y ciencias sociales (18,8%),
siendo las carreras de pedagogía, enfermería y trabajo social las de mayor demanda
por el contrario en las áreas de ciencias naturales y ciencias exactas lo se hallan
un 2,6% y en las disciplinas tecnológicas un 6,1%.
La especialización de mujeres universitarias es muy bajo. El 86,1% de las mujeres
cuenta con tan lo lo licenciatura, el 8,4% ha estudiado una especialidad, el 4,3%
ha estudiado una maestría y el 0,9% un doctorado…” (Valenzuela 1995: 40-47).
Florentina Preciado Cortés, dedica su estudio al análisis de la situación de las
mujeres en la educación superior en la región occidente de la república mexicana que
abarca los estados de Jalisco, Colima, Guerrero, Michoacán y Nayarit en el artículo Lo
público y lo privado en la educación femenina del occidente mexicano” (1997). Dicha
investigación permite conocer que en la educación superior, según la autora, las
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exigencias sociales de épocas recientes han provocado una mayor participación de la
mujer en las esferas académicas llegando casi a la igualdad con la matrícula masculina.
Sin embargo, señala que, la distribución de áreas de estudio está tremendamente marcada
por la diferencia de géneros.
…La distribución por sexo presente en las áreas de conocimiento de la educación
superior, de alguna manera se aprecian como extensión de lo doméstico, con cierta
compatibilidad con el papel de esposa y de madre…” (Preciado 1997: 30).
Así, en la educación superior los conocimientos propios del nero se agrupan en
áreas como: ciencias sociales, humanidades y educación con lo femenino, mientras que
las ingenierías y agropecuarias se relacionan con lo masculino. A esto hay que agregar el
prestigio y reconocimiento del que gozan las segundas a diferencia de las primeras.
En este mismo estudio, la autora destaca la incorporación femenina en la
Universidad y el papel de las estudiantes universitarias; en el primero señala algunas de
las causas que originaron un incremento notable a la educación superior por parte de las
mujeres:
1) El desarrollo y el crecimiento económico del estado como parte de la
modernización y la industrialización.
2) A partir de 1940 dentro de la teoa del desarrollo, la educación es considerada
como una inversión para la formación de recursos humanos”. Esto justifica la
capacidad de las instituciones para ubicar a la población dentro de la división del
trabajo, de tal forma que el valor del mercado laboral encuentra correspondencia con
el nivel de estudios.
3) A nivel nacional la autora distingue dos etapas de crecimiento de la educación
universitaria. La primera corresponde al periodo de 1969 a 1977 y el segundo de
1977 a 1985. En 1969 la matrícula a nivel nacional en educación superior era de 186
041 alumnos, de los cuales 153 935 (82.7%) eran hombres y 32 106 (17.3%) mujeres;
para 1977 la matrícula creció 1.89 veces, en el caso de los hombres a razón de 1.58 y
la femenina al del 3.4. la distribución pasó al 73.7% y 27.3% respectivamente.
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Durante la segunda etapa, de 1977 a 1985, puede observarse la participación de la
mujer de manera significativa, ya que el crecimiento de la matrícula a nivel nacional
fue del 79%; la matrícula masculina crecal ritmo del 59% y la femenina al del
135%, tendiendo a su nivelación con el 65.6% y el 34.5% respectivamente.
4) Para 1990 la matrícula creció a 1 078 191; de éstos 434 803 pertenecían al sexo
femenino y 643 388 al sexo masculino…” (Preciado 1997: 30).
Como ya se mencio anteriormente, la educación está estrechamente ligada al
desarrollo del país, ciudad o región en la cual se encuentre. Así pues, señala Preciado
Cortés que, los estados como Nuevo León, Sonora y el Distrito Federal presentan los
porcentajes más altos en asistencia escolar por ser éstos los estados más desarrollados; en
contraparte estados como Chiapas, Guerrero y Michoacán son los que presentan menor
asistencia escolar por ser estados poco desarrollados.
El segundo punto se refiere a las universitarias, el estudio distingue que en las
áreas universitarias están muy marcadas las tendencias académicas en función del género.
Así, en 1994 se realizó una encuesta en la que se observan las tres áreas de mayor
concentración femenina la cuales son: Educación y humanidades, ciencias de la salud y
ciencias sociales y administrativas. Cubriendo el 65,2%, 59,4% y 54,3% respectivamente.
Por otro lado, la mayor concentración masculina se encontraba en las ciencias
agropecuarias con un 79,1%, ingeniería y tecnología con un 74,5%. Esta situación se
refleja en el campo laboral, donde las carreras “masculinas” destacan con más de diez
ingresos mínimos, mientras que las carreras “femeninas” son las de menor salario. Si
bien, por causas ya mencionadas anteriormente, la matrícula femenina casi se ha igualado
con la matrícula masculina universitaria, en el campo laboral es algo que,
lamentablemente, no se ve reflejado en esta zona (occidente); según estadísticas, de los
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235 856 profesionistas que se encuentran, el 67% son hombres mientras que lo el 33%
son mujeres.
…Quizá la educación no ha dejado de ser concebida como una antesala al
matrimonio, las expectativas no logren rebasar el ámbito de lo doméstico, o es el
mismo medio ambiente y las condiciones laborales y sociales las que impiden que
se incorporen a la población económicamente activa…” (Preciado 1997: 36)
Para el caso concreto de la incorporación de las mujeres a la universidad de Colima,
Preciado señala que:
…La universidad de Colima, en particular, presenta un ritmo de crecimiento
mayor en la última década. Así tenemos que en 1980 había 476 mujeres inscritas y
para 1992 ascendió el número a 2 553, lo que refleja un incremento de 436%,
mientras que el incremento de la matrícula masculina fue del 105%: de 1 317
inscritos en 1980 pasó a 2 710 en 1992. Para 1994 la población inscrita en el nivel
superior dentro del estado se encontraba de la siguiente manera: 3 463 mujeres y 3
854 hombres, cantidades que equivalen al 47.4% y 52.6% respectivamente…”
(Preciado: 1997: 33)
Como los demuestran estas investigaciones, en las universidades se reproducen los
estereotipos socioculturales sexistas que impiden mejorar la productividad y rendimiento
de las académicas, investigadoras y estudiantes. Ya que nuestro tema central, es el caso
poblano, a continuación presentamos el origen de los estudios de la mujer en la academia
y las investigaciones que sobre esta temática se han realizado.
2. LOS ESTUDIOS SOBRE LAS MUJERES Y DE GÉNERO EN LA BUAP
En el caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el interés por
investigar los temas sobre las mujeres, surge en la década de los 70, en una etapa de la
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historia de la universidad que corresponde a la Universidad Crítica, Democrática y
Popular. Al frente de la rectoa se encontraba el Ing. Luis Rivera Terrazas, predominaba
al interior el Partido Comunista Mexicano. El ambiente político posibilila llegada de
las ideas feministas a la academia, en particular, la incorporación de académicas exiliadas
sudamericanas, de académicas militantes de la izquierda de otras universidades como: la
de Guerrero, Sinaloa y la UNAM; así como también de las jóvenes militantes comunistas
y de otras fuerzas de izquierda. Todas ellas incorporadas al estudio, a la docencia o al
trabajo administrativo en las diferentes escuelas y dependencias de la institución. Sin
lugar a duda, la participación de ellas en la vida académica y política posibilitó ampliar su
radio de acción al interior de los sindicatos universitarios, a través de las Secretarías de
Asuntos Femeniles. Desde esta secretaría fue donde se elaboraron diversas iniciativas en
pro de las académicas y trabajadoras, las cuales fueron reconocidas e incorporadas en las
cláusulas del contrato colectivo de trabajo: las prestaciones sociales, el servicio del
Circulo Infantil (estancia infantil), etc.
En marzo de 1980, un grupo de académicas sindicalistas, a través de la Secretaría
de Asuntos Femeniles de la sección 15 del Sindicato Único Nacional de Trabajadores
Universitario (SUNTU), a cargo de Clara Angélica Ureta Calderón, organizaron el
Primer Encuentro Sindical sobre la Condición de la Mujer. En el que participaron Nicole
Vaisse, Amalia García, María Teresa O´Connor, Marcela Lagarde, Alaíde Foppa, entre
otras. Los resultados del encuentro fueron publicados ese mismo año y en él encontramos
una diversidad de temas como: la teoría feminista, mujer y trabajo, maternidad
voluntaria, participación potica de la mujer en los partidos políticos, e incluye un trabajo
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que puede considerarse como el pionero sobre la situación de las académicas sindicalistas
de la Universidad Autónoma de Puebla.
Desde esta secretaría, algunas académicas participaron en diversos foros nacionales
convocados por el movimiento feminista, por el movimiento autónomo de mujeres y por
las militantes de los partidos poticos de la izquierda mexicana.
En 1980, se creó el Colegio de Antropología de la Escuela de Filosoa y Letras.
Marcela Lagarde funda el Taller de Antropología de la Mujer, al que asistían
principalmente estudiantes del colegio y universitarias de otras disciplinas. En 1981
organiza el encuentro: La Mujer y la Antropología Mexicana. El 9 y 10 de marzo de
1982, lleva a cabo el Foro Internacional de la mujer Alaíde Foppa”, en el que
participaron representantes de Guatemala, El Salvador, Chile, Uruguay, Argentina,
Nicaragua, Haití y México. En este foro se presentaron dos trabajos sobre las mujeres de
la BUAP, elaborados por las estudiantes de Antropología Martha Silvia Reyna Pacheco y
Antonella Fagetti. La primera presentó el estudio comparativo sobre la situación de
algunas mujeres trabajadoras, -que además eran estudiantes- y de académicas de la UAP;
en tanto la segunda analizó el tema de la maternidad y trabajo, ambas realizaron
entrevistas a mujeres y hombres y coincidieron en señalar que las universitarias en estos
os no estaban exentas de las condiciones de opresión, independientemente de su
condición de trabajadoras administrativas o académicas; así también distinguen las
condiciones y prestaciones laborales de las mujeres universitarias, como son: las
prestaciones (jubilación, servicio del Circulo Infantil, permisos para estudiar), las
jornadas laborales, aunado a éstas las de carácter familiar, mostrando así una
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aproximación de la situación de las académicas a principios de los años ochenta
(Universidad 1982: 12-15).
Durante este rectorado también es importante señalar, que a través de la Dirección
de Extensión Universitaria, el Taller de Antropología de la Mujer y la Secretaría de
Asuntos Femeniles del SUNTUAP en la UAP, se organizaron conjuntamente diversos
eventos conmemorativos al 8 de marzo “Día Internacional de la Mujer”, durante los años
de 1982 a 1985. os mas tarde el Taller de Antropología de la Mujer, se transformaría
en Seminario en Estudios de la Mujer.
En los os 90, bajo la rectoa del Lic. José Doger Corte, la Universidad lleva a
cabo una reforma profunda: se inicia paulatinamente la reducción de la matrícula
universitaria, del personal docente y administrativo, se implanta el sistema de créditos, se
lleva a cabo la homologación del personal académico, se inicia con los sistemas de
evaluación al personal docente. En este contexto los planes de estudio de las licenciaturas
se transforman, el seminario de estudios de la mujer Colegio de Antropología se
transformaría en estudios de género (1994) y -en la última transformación del plan de
estudios- éste se denomina género y sexualidad (2002).
Por otra parte, en 1995, María del Carmen García Aguilar funda el Centro de
Estudios de Género, el cual es aprobado por el Consejo de Unidad de la Facultad de
Filosofía y Letras de esta universidad, durante estos ocho años, éste centro ha realizado
diversas actividades de investigación, docencia y extensión (García 2003).
Estudios particulares de las académicas de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, se han realizado en diversas etapas y en su mayoría son estudios de casos
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analizados desde diversas disciplinas y enfoques feministas. En la cronología
encontramos después de la década de los ochenta los siguientes trabajos:
En 1994 Silvia María Aguila Tecuatl, desarrollaba la investigación Mujer en la
academia: su experiencia profesional”, investigación que no concluyó por su muerte.
Gloria Tirado Villegas, ha realizado diversos trabajos sobre esta temática, entre los que
destacan: “Si de mujeres se trata...Las universitarias de la BUAP” (Tirado 2001); “Las
universitarias ante la evaluación académica” (2003a) y Otra mirada al 68”. Mujeres en
Puebla. (2003b). En el primer trabajo estudia los procesos de evaluación académica al
personal docente y de investigación, señala que las mujeres competimos para tener
acceso a las becas de toda índole, Desempeño Académico, para obtener recursos a los
fondos de FOMES, para ser reconocidas y pertenecer al padrón de docentes con perfil
PROMEP, etc. Todo esto, destaca la autora, nos ha llevado a una competencia con
nosotras mismas y entre nosotras mismas, sobre todo a las casadas y madres solteras, ya
que tenemos que combinar el espacio doméstico con el quehacer académico y además ser
docentes de calidad y competir con nuestros colegas varones en desigualdad de
condiciones. En el segundo trabajo aborda el tema de las condiciones académicas y
socioculturales que enfrentan las docentes e investigadoras para concursar por las becas
al desempeño académico, y así poder tener un ingreso extra en función a la productividad
anual (horas de docencia, tutoa individual y colectiva, investigación, etc). El tercer
trabajo lo dedica al estudio de la participación de las mujeres universitarias en el
movimiento estudiantil de 1968 en Puebla, rescata las historias de vida de las principales
dirigentes estudiantiles, haciendo visible el papel de las militantes comunistas y de las
dirigentes estudiantiles y con ello contribuye a desmitificar los estudios sobre el
20
movimiento estudiantil de 1968 en Puebla y da a conocer que muchas de estas mujeres, -
“invisibles” en la historia de la institución-, fueron maestras fundadoras de algunas
preparatorias, representantes de órganos de gobierno y funcionarias de la institución en
las décadas posteriores.
María del Rocío Andrade Santana y María de Jesús León Zermeño, en La
organización del trabajo doméstico, en Maestros Universitarios, publicado en el año
(2001), distinguen la distribución del trabajo doméstico en profesoras y profesores
universitarios, señalando que el mayor porcentaje de horas de trabajo extraacadémico lo
cubren las mujeres, destacan también los grupos de edad, las áreas de conocimiento en las
que se ubican el profesorado entrevistado, grado académico, etc.
Podemos distinguir entonces, que de 1980 al año 2000, durante estos veinte años,
en la universidad los estudios sobre las mujeres y de nero han tenido sus primeros
frutos al interior de la academia, ya que no sólo encontramos tesis de grado, sino también
proyectos de servicio social e investigaciones en otras áreas del conocimiento; al exterior
quienes investigan estos temas han establecido vínculos de cooperación con el sector
gubernamental, no gubernamental y con organizaciones de mujeres. En la universidad y
en la academia se transita de los estudios de las mujeres a los estudios de nero. Así
podemos afirmar, que la llegada del feminismo a la academia se debió a diversos
factores: por la influencia de las militantes de la izquierda nacional y andina, por el
impulso de académicas al interior del sindicalismo universitario, por la creación de
seminarios de la mujer y de género en el Colegio de Antropología y del Centro de
Estudios de Género en la Facultad de Filosoa y Letras de esta universidad.
21
Por último, quisiera hacer referencia a los temas analizados en la Conferencia
Mundial sobre la Educación Superior, convocado por la UNESCO, celebrado en Paris, en
octubre de 1998. Uno de los debates temáticos de la Conferencia estuvo dedicado a las
“Mujeres y educación superior: Cuestiones y perspectivas”. Éste tuvo como objetivo
examinar el estado actual de las principales cuestiones relacionadas con la situación de
las mujeres en la educación superior. De manera particular se destacan los instrumentos
internacionales que hacen referencia al acceso de las mujeres a la educación; en especial,
la Declaración de Beijing de 1995. Según el Informe sobre Desarrollo Humano que
publica anualmente el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo:
El 66% de los analfabetos del mundo son mujeres;
En los países en desarrollo, por cada 100 hombres presentes en el mercado de
trabajo sólo hay 50 mujeres;
Los PIB nacionales registrarían un aumento importante si el trabajo no pagado de
las mujeres fuese un factor de la producción reconocido oficialmente.
Las mujeres siguen padeciendo de la disparidad con respecto a los salarios de los
hombres en múltiples sectores de la vida profesional (su salario es un 25% inferior , en
promedio).
En este documento destacan tres aspectos con respecto a la Educación Superior y
las mujeres.
1. En primer lugar, se debe considerar que las mujeres graduadas forman parte de la
base de recursos humanos esenciales de sus respectivos países. Por eso, tienen derecho a
las mismas oportunidades que sus colegas masculinos en lo referente al acceso a la
enseñanza superior y a las carreras profesionales.
22
2. En segundo lugar, habida cuenta de que la reforma de la educación superior es
una prioridad, debería contraerse un firme compromiso de dotar a las mujeres con todas
las competencias de gestión necesarias para contribuir a la renovación general de este
sector de la educación.
3. En tercer lugar, la feminización de las funciones de dirección requiere ser
analizada y definida con mayor claridad...”
De suma importancia para las mujeres, es el documento que hace referencia a Las
mujeres en la Administración de la Enseñanza Superior, elaborado por la UNESCO en
1993, en el que se indican los principales obstáculos que impiden la participación de las
mujeres en la esfera de adopción de decisiones:
Acceso ilimitado a la educación en general, y a la educación superior en
particular.
Prácticas discriminatorias en materia de nombramientos y ascensos
profesionales.
Tensiones derivadas de la doble función familiar y profesional.
Actitudes de la familia.
Interrupciones de la carrera profesional.
Estereotipos culturales.
Alineación cultural masculina y resistencia continua a que las mujeres
ocupen puestos de dirección.
Propagación del síndrome de la barrera”, que da prioridad a los criterios
encubiertos en materia de ascensos profesionales.
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Ausencia de poticas y legislación adecuadas que garanticen la
participación de las mujeres.
En el apartado VI de la Conferencia, se refiere a las mujeres en la dirección de la
educación superior, así como también, se presentan en el apartado VII las estrategias para
la actividad futura, en el que se señala que: …en las universidades e instituciones de
educación superior, deben crearse Oficinas para la Igualdad de Oportunidades en
materia de Empleo, a fin de supervisar los progresos de las mujeres que ocupan puestos
académicos y administrativos…”
Así el documento propone a los Estados miembros de la ONU, para el 2010, los
siguientes objetivos:
Los puestos de catedráticos, profesores y jefes de departamento, deben ser
desempeñados por hombres y mujeres sobre un pie de igualdad. (50% de los puestos)
Lo ideal sería que el 50% de todos los puestos de rectores y vicerrectores fuesen
ocupados por mujeres.
El 50% de los miembros de los órganos rectores de la educación superior deberían
ser mujeres.
CONCLUSIONES
Como podemos ver a lo largo de este trabajo, las investigaciones sobre las mujeres
y la educación superior, en nuestro país tienen aproximadamente unos treinta os de
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haberse iniciado. Sus raíces están relacionados con el movimiento popular de mujeres y
con la llegada del feminismo a la academia.
Las autoras aquí analizadas coinciden que los factores de índole social, familiar y
cultural han sido los principales indicadores de discriminación hacia las mujeres en las
universidades. Corresponderá a las mujeres y los hombres eliminar esas barreras para
incursionar a un mundo laboral, académico, de investigación, etc. en condiciones
distintas a las que ahora tenemos ahora. Ésta no es una tarea fácil, de ahí que tenemos que
emprender de manera conjunta, autoridades, personal académico, estudiantes, Estado y la
sociedad en su conjunto las reformas necesarias para cambiar los escenarios docentes y
de investigación.
Si bien es cierto que el progreso de una nación se mide por los indicadores
educativos, el caso de nuestro país, según los informes internacionales, es reprobatorio.
Acaso nuestros funcionarios y quienes diseñan las políticas educativas de este país se han
dado cuenta que uno de esos indicadores negativos se debe a que a las mujeres no se les
da la oportunidad de ingresar, permanecer y concluir los estudios básicos, y muchos
menos tienen la oportunidad de ingresar a los estudios superiores y las que tienen ese
privilegio lo hacen en desigualdad de condiciones; o que las mujeres que desempeñamos
el ejercicio docente en las universidades tenemos que combinar doble o triple trabajo para
demostrar nuestra eficiencia y capacidad académica para tener acceso a una categoa
mayor, a becas, a puesto de dirección, cuando las condiciones laborales, ecomicas,
sociales y culturales son discriminatorias para la gran mayoría de las mujeres.
Ante esta situación, considero que los estudios sobre la educación, en especial, los
relacionados con el nivel superior, deben hacer visible el quehacer académico de las
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mujeres en la docencia, la investigación y en la toma de decisiones. ¿Cómo?, en primer
lugar, que sus estadísticas no sólo estén desglosadas por sexo, sino también que se
consideren otros indicadores; en segundo lugar, que se diseñen políticas educativas
internas que lleven a potenciar el papel de las mujeres; en tercer lugar, que se impulsen
los estudios sobre las mujeres en las propias instituciones: por facultades, departamentos,
áreas, etc., a como también, que las universidades y autoridades permitan la inserción
de cursos sobre estas temáticas y en cuarto lugar, que las instituciones destinen recursos
para llevar a cabo este tipo de investigaciones al interior de las universidades. Todos
estos elementos contribuirán sin lugar a dudas, a construir instituciones educativas a nivel
superior más equitativas. Sólo de esta manera, el Estado y las universidades blicas
conjuntamente con las académicas podamos cumplir con las expectativas trazadas por la
UNESCO para el 2010; ¿no creen que podemos luchar por esto?
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