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Fernando Camacho Mora
. Revista de las artes, 2025, Vol. 84, Núm. 2 (enero-junio), pp. 62-80
criterio predominante sobre la concepción del arte. Históricamente, observamos que su
denición, así como la práctica creativa en sí, ha estado arraigada en el contexto de una
comunidad especíca, tanto en lo que respecta a su producción como a su disfrute. En esta
sección, nos referimos, en especíco, a la forma en que se elabora la obra artística.
Lo anterior permite comprender que, en la práctica, aquello que se adapta a la ca-
tegoría de arte reúne notas de un arte denido y producido desde una posición de poder
(Méndez Pérez, 2006). En términos ideológicos, la distinción occidental entre arte y arte-
sanía, entre artista y persona artesana, no es neutra, sino que ubica a la artesanía y a las
personas artesanas en una posición inferior.
A continuación, se discute sobre esos elementos que encasillan una obra en cual-
quiera de las dos categorías supracitadas, arte o artesanía. Para empezar, la idea de la
autonomía aún presente en los círculos del arte se debe, en un primer momento, al lósofo
Immanuel Kant, quien sostiene que se genera a partir de la singularización del individuo
dada su capacidad de experimentar y juzgar lo bello (Kant, 2003).
Vinculado con ese juicio estético, surge el concepto de ‘desinterés estético’, que se
orienta por la capacidad de singularizar al individuo, al subjetivarlo y llevarlo a reexionar so-
bre su disfrute personal sin estar condicionado por intereses personales, utilitarios o morales
(Kant, 2003). Esto permite inferir que, por medio del disfrute artístico, se faculta la liberación
o emancipación del individuo; en este caso, nos referimos a la persona artista, lo que impli-
caría que su producción estaría exenta de elementos restrictivos.
La distinción contemporánea entre arte y artesanía plantea que la repetitividad de la
obra o de su técnica denen y diferencian a la primera de la segunda. Sin embargo, desde
la visión de Kant, la experiencia estética se dene por el disfrute de la cosa en sí y no por
su forma de representación (Kant, 2003); en este caso, la técnica o la repetitividad no se
considerarían condicionantes para determinar si algo es o no artístico. Así, la diferencia no
radica en la producción o la manera en que se lleva a cabo, sino en la experiencia estética
que la obra evoca en quien observa.
Ligado con lo anterior, otro elemento que intenta respaldar esta distinción es aquel
que otorga mayor importancia a la técnica manual en comparación con el concepto, es
decir, lo que se quiere expresar. Esta propuesta reduce la práctica creativa debido a su
enfoque en la forma manual de reconguración (Escobar, 2014). Bajo esta premisa, se