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Aproximación a la dramaturgia coreográca...
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. Revista de las artes, 2025, Vol. 84, Núm. 2 (enero-junio), pp. 146-171
autores siguieron y siguen defendiendo la idea de expresarse mediante un discurso coreo-
gráco basado en historias y la cción, especialmente las obras de carácter expresivista. Se
pueden señalar ejemplos en los que el discurso coreográco mantiene un claro argumento
dramatúrgico mediante personajes, presentación, nudo y desenlace, o mediante escenas,
secciones y cuadros escénicos, en obras como The Green Table (1932) de Kurt Jooss
(wocomoMUSIC, 2021), The Emperor Jones (1956) de José Limón (LimonDanceCompany,
2012), Dark Matters (2011) de Crystal Pite (kiddpivot, 2011) o John (2014) de Lloyd Newson
(DV8 Physical Theatre, 2014). Salvando las enormes distancias que se pueden apreciar entre
estas obras, todas podrían ser analizadas desde una perspectiva narratológica, acorde con
el enfoque de dramaturgia épica que propone Pavis, según el cual, mediante la fábula o la
historia, mantienen un equilibrio entre el texto escrito y la puesta en escena, entre el relato y
los signos, entre la realidad y la mímesis, entre la palabra y la acción.
Atender como referencia este tipo de obras de la danza escénica se estaría incli-
nando hacia un tipo de dramaturgia que se mantendría entre la dramaturgia del relato y
la dramaturgia de la puesta en escena. No obstante, resultaría un concepto sobre la dra-
maturgia que no podría englobar a un posible término de la dramaturgia especíca para
la danza, ya que sería de escasa utilidad en aquellas obras coreográcas donde existen
pocos elementos escénicos, carecen de un relato, no presentan de una manera directa
una mímesis o metáfora de la realidad e irradian un fuerte carácter subjetivo, y que, a pe-
sar de que el creador tiene una clara intención artística, invita a la percepción-sensación
del espectador a concluir el sentido de la obra.
Desde esta perspectiva, se ubican obras como Dance (1979) de Lucinda Childs
(Walker Art Center, 2011), Fase (1982) de Anne Teresa De Keersmaeker (Rosas VZW,
2012), 8 (2015) de Tao Ye (TAO Dance Theater, 2022) o Half Life (2018) de Sharon Eyal (kul-
tur24 TV, 2018). Difícilmente se podrían denir estas coreografías desde un punto de vista
descriptivo de una historia que acontece y, a través de ella, dilucidar la existencia de una
dramaturgia. Realizando un análisis descriptivo escueto, se podría decir que las cuatro
obras presentan claros rasgos minimalistas.
En las obras de Childs y De Keersmaeker, suceden en la escena personas bai-
lando y desplazándose por un espacio denido. En la de Tao, se observan cuerpos que
evaden la representación del cuerpo, moviéndose sin desplazarse en un espacio indeni-
do; mientras que Eyal, mediante una marcada exposición frontal, en la que a través de la
r e p e t i c i ó n d e p e q u e ñ a s u n i d a d e s c o r e o g r á c a s c o n s t r u i d a s d e s d e u n d e s n u d o - e m u l a d o