Obras artísticas
261
Allure Spinoza
. Revista de las artes, 2025, Vol. 84, Núm. 2 (enero-junio), pp. 257-263
quedó la cicatriz, una que hacía que la de la boca pasara inadvertida. Durante
meses solo pudo comer batidos y adelgazó, aunque no sé si dejó de sudar
tanto… Yo solo miraba, las miraba y procuraba ignorarlas a las dos. Yo hice
lo mío y me fui de la casa en cuanto pude; me gustaba estar sola; las cosas
vivas me causaban repulsión. Casi no veía a mis hermanas, pero cuando lo
hacía solo las escuchaba quejarse una de la otra, así que me alejé más y más
y más. No entendía por qué seguían viviendo juntas; hubiera pensado que
era por dinero, pero a las dos les iba bien en ese asunto. Fue hasta que Nina
se casó que al n hicieron sus vidas por separado. Luego vino lo de los hijos:
Nina quería un bebé, pero su útero parecía tan ineciente como su intestino
y no logró embarazarse mientras yo vivía; ella no, pero yo sí. Yo no quería un
bebé y no me atrevía a decir nada; sentía que era como hacerle tragar una
pizza. Lo malo es que me di cuenta tarde de mi estado. Me pasé de las sema-
nas debidas y en ninguna clínica formal quisieron hacerme el aborto. Decían
que ya no había nada que hacer, que a esas alturas era ilegal y que la opción
era tenerlo, que sería bueno considerar dárselo al padre o entregarlo a algún
hospicio. Pero, al igual que Marla, yo no quería tener que pasar el embara-
zo, yo no quería estar gorda y sudar como Nina cuando adolescente. Una
amiga me dio una tarjeta. Fui a la dirección en ella y, en efecto, en ese punto
de la gestación ya todo era peligroso: la hemorragia no se detuvo una vez
comenzada la succión de mi útero.
III
Nina está sentada en la sala mirando su teléfono celular; bosteza. Entra Marla con un
ya pronunciado vientre.
MARLA: ¿Sueño?
NINA: Es el calor.
MARLA: Y la grasa extra que te quedó, supongo. ¿Todavía sigues sudando
como puerco?
NINA: Los puercos no sudan.
MARLA: Ya sé; tranquila, solo te estoy molestando.