I
Sección: 500 Años de la Reforma Luterana
El
impacto de la Reforma protestante
Martin Hoffmann
Universidad Bíblica
Latinoamericana, Costa Rica
https://orcid.org/0000-0002-9765-6924
Recibido:
9 de setiembre de 2018
Aceptado:
12 de octubre de 2018
Resumen: Se lleva a cabo un recorrido por los
principales aportes de la Reforma Luterana, no únicamente desde el punto de
vista religioso, sino también de sus implicaciones políticas, culturales,
educativas y sociales para el mundo occidental de su época. En el ámbito religioso,
se da seguimiento a temas como el clima mental e ideológico de la Edad Media y
a los conceptos de “libertad cristiana” y “teología de la cruz”, que Lutero
opone a la Iglesia Romana. En lo político, se analiza la separación entre la
Iglesia y el Estado planteada por el reformador, la cual abre el camino para la
Modernidad política al liberar lo político del dominio eclesiástico y depositar
la confianza en la razón para estructurar el gobierno. Con ello, también se
abre el camino para el concepto moderno de “libertad de conciencia” y para los
Derechos Humanos en general. Por lo tanto, se afirma que la Reforma Protestante
está en la base misma de la Ilustración del siglo XVIII. En el plano económico
y social, se estudia la crítica de Lutero al capitalismo temprano. Con todos
estos elementos, se plantea que la Reforma sigue viva en sus críticas al actual
entorno globalizado.
Palabras clave: Reforma Protestante; Martín Lutero; Modernidad;
Ilustración; Derechos Humanos; Teología
The impact of the Protestant Reformation
Abstract: A complete review of the main assets of the Lutheran
Reform is undertaken, not only from a religious stand point, but also from it’s
political, cultural, educational and social implications for the Western World
of Luther’s times. In the religious field, subjects such as the mentality and
ideology of the Middle Ages and the concepts of “christian freedom” and
“theology of the cross”, proposed by Luther as opposed to the Roman Catholic
doctrine, are treated. Concerning politics, the article analyzes the separation
between Church and State suggested by the reformer, an idea that opens the way
for political Modernity, through the liberation of politics from the control of
the Church, and the renewed confidence on reason to structure government. This
opens the way for the modern concept of “freedom of conciusness” and for Human
Rights in general. Concerning the economic and social aspects, the Lutheran
criticism towards early capitalism is studied. With all these elements, it is suggested
that Protestant Reformation is still alive in its criticism towards nowadays
Globalization.
Keywords: Protestant Reformation; Martin Luther; Modernity; Enlightenment;
Human Rights; Theology
1. El alcance de la Reforma
Si
se plantea la pregunta de cuál fue el impacto de la Reforma, se podría hablar
sobre una gran variedad de las influencias en las areas de la iglesia, de la
política, de la económia y de las ideologías, en diferentes partes del mundo.
Se podría hablar acerca de un nuevo modelo de iglesia en contra del modelo
romano católico. Se podría hablar sobre la distinción entre Iglesia y Estado,
que es una herencia del Luteranismo. Se podría hablar sobre el aporte del
espíritu del Protestantismo para el desarrollo del capitalismo moderno, que es
una tesis del sociólogo Alemán Max Weber. Se podría hablar tambien sobre
fenómenos como el fundamentalismo protestante y el pentecostalismo, que estan
marcando la escena religiosa actual, no solo en América Latina sino también en
Asia y Africa. Por lo tanto debemos limitar el tema un poco al contexto del 500
aniversario de la Reforma celebrado en 2017. La pregunta es: ¿Es este
acontecimiento hace 500 años solo un acontecimiento histórico del cual nos
acordamos por intereses históricos o es algo más?
Muchas
veces se ha minimizado la trascendencia del movimiento de la Reforma: algunos la
ven como una crítica necesaria a los problemas de la Iglesia romana de la Edad
Media. En este caso el Concilio Tridentino, unos años después de la Reforma,
habría cumplido con las pretensiones de purificación y renovación del
movimiento. Otros ven esta Reforma como una mera discusión teológico-académica
sobre la correcta comprensión del sacramento de la penitencia y de la doctrina
de la justificación. Pero
la importancia del acto reformador de Lutero va más allá de eso.
1.1
La crítica de un sistema hegemónico
Al clavar sus 95 Tesis contra las indulgencias en la
Iglesia del Castillo de Wittenberg en Alemania, Martín Lutero tocó
inadvertidamente la fibra más sensible de todo un sistema.
La Edad Media fue marcada por la lucha entre el Papa y el
Emperador. Se trató dirimir la controversia acerca del predominio del poder
papal sobre el imperial. Esta lucha ganó una nueva dimensión cuando se crearon los grandes bancos a partir
del siglo XV. El Papa, los obispos, el Emperador, los príncipes, los nobles y
la recién surgida clase de los comerciantes y banqueros se disputaron el
dominio de distintos aspectos de la vida, las cuestiones sociales, económicas,
políticas y eclesiástico-religiosas, y lo hicieron siempre en desmedro de la
clase social baja, la cual era política, económica y religiosamente
dependiente.
La crítica de Lutero al sistema de indulgencias tuvo, sin
duda, una base religiosa, esto es, motivada en las Sagradas Escrituras, pero al
mismo tiempo denunció los fundamentos de la institución religiosa actual: la
instrumentalización de los sacramentos para el poder espiritual de la Iglesia
sobre las almas, el poder jurídico del Papa, la sacralización de un sistema
jerárquico tanto en la Iglesia como en la sociedad y, además, las implicaciones
de la Iglesia en el ámbito tanto político como económico. Todo eso para Lutero
resultó en un sistema opresor ideológico y social.
Al criticar este sistema hegemónico, Lutero impactó
profundamente los ámbitos religiosos, políticos y sociales.
2. El
impacto de la Reforma
2.1 El ámbito religioso
a)
El clima mental y espiritual
de la Edad Media
En primer lugar se tiene que ver que
Martín Lutero era originalmente un monje agustino que intentó muy severamente
cumplir con los mandamientos, reglas y normas de su orden y de la Iglesia
católica para ganar la certidumbre sobre su salvación eterna.
En este sentido Lutero era un hijo de
su tiempo. El sentimiento religioso predominante de la Edad Media era el miedo. La muerte estaba continuamente
presente en la vida medieval. Epidemias como la peste, enfermedades, una
esperanza de vida muy corta, una alta tasa de mortalidad infantil, guerras, cacerías
de brujas y brutales penas físicas y tortura fueron factores que crearon un
sentimiento de continuo peligro y temor.
La Iglesia católica aprovechó este
miedo. Sus doctrinas y prácticas hasta lo fortalecieron. La Iglesia enseñó
imágenes de Dios como un juez riguroso, el Juicio Final y el infierno eterno.
Los pintores de la época usaron colores estridentes para representar tanto la
crueldad del infierno como la beatitud del cielo.
Las
ofertas de salvación
de la Iglesia retomaron este sentimiento
de miedo y la búsqueda de una salvación segura en el más allá. Cerca del año
1500 se produjo una inflación de las peregrinaciones, presentaciones de
colecciones de reliquias y el sistema de indulgencias. Lutero sintió que estaba
fracasando en todos su esfuerzos de conseguir certeza de su salvación mediante
sus prácticas piadosas y buenas obras. Siempre le quedó un resto de
incertidumbre acerca de si merecía esa salvación. Eso le llevó a frustraciones
y a la depresión. Y entonces descubrió en su estudio de la carta del apóstol
Pablo a los Romanos el versículo clave de toda su teología: “El justo vive por la fe.”
b) El redescubrimiento del evangelio
Lutero explicó este tema en un
prescripto de sus textos de la siguiente manera:
Yo odiaba la frase «justicia de Dios», porque por el
uso y la costumbre de todos los doctos se me había enseñado a entenderla
filosóficamente como la llamada justicia formal o activa, por la cual Dios es
justo y castiga a los pecadores y a los injustos.
Empero, aunque yo vivía como monje irreprochable, me
sentía pecador ante Dios y estaba muy inquieto en mi conciencia sin poder
confiar en que estuviese reconciliado por mi satisfacción. No amaba, sino más
bien odiaba a ese Dios justo que castiga a los pecadores. ...
Entonces Dios tuvo misericordia de mí. Día y noche yo
estaba meditando para comprender la conexión de las palabras, es decir: «La
justicia de Dios se revela en él, como está escrito: el justo vive por la fe».
Ahí empecé a entender la justicia de Dios como una justicia por la cual el
justo vive como por un don de Dios, a saber, por la fe. Noté que esto tenía el
siguiente sentido: por el Evangelio se revela la justicia de Dios, la justicia
«pasiva»; mediante la cual Dios misericordioso nos justifica por la fe, como
está escrito: «El justo vive por la fe». Ahora me sentí totalmente renacido.
Las puertas se habían abierto y yo había entrado en el paraíso. [...]
Si antes había odiado con gran encono la frase «justicia
de Dios», con tanto más amor la ensalcé ahora porque me resultaba
dulcísima. De este modo aquel pasaje de Pablo fue para mí la puerta del
paraíso.(Lutero, trad. 1967, tomo I, p.338; citado en Hoffmann 2014, p.83).
Como resultado de este descubrimiento,
Lutero rechazó energicamente la teoría de las indulgencias, por carecer de
fundamento bíblico. Para él la justificación únicamente por la gracia fue la
gran liberación de su vida.
Esa liberación la quizo transmitir
Lutero. Tenía consecuencias muy prácticas. El legado de Martín Lutero y de la
Reforma protestante, que conecta también con los nombres de Felipe Melanchton, Ulrico Zuinglio y Juan
Calvino tiene una enorme amplitud.
·
Lutero tradujo por
primera vez la Biblia directamente
desde los idiomas antiguos Griego y Hebreo al Alemán. Por eso le dio a toda la
gente la posibilidad de leer la Biblia por sí misma, y de no confiar solamente
en las interpretaciones de los sacerdotes y de la Iglesia. Creó con eso la
primera lengua Alemana común, después de un largo tiempo de predominio de diferentes
dialectos. Esto se puede considerar como un gran acto de democratización y
alfabetización.
·
Los reformadores
crearon un nuevo sistema de educación
escolar basado en las lenguas y las ciencias humanas. Por siglos la gramática
del Griego de Melanchton sirvió como lectura básica incluso en escuelas
católicas.
·
Otra consecuencia fue
la composición de una nueva liturgia en
alemán y de canciones populares
para difundir el evangelio en todas partes de la sociedad.
·
También los catecismos de Lutero, el Gran Catecismo y el Catecismo Menor, del año 1529,
ayudaron a los padres en la educación religiosa de sus hijos. Con ellos la
evangelización se hizo tarea de todos los creyentes y no solo de la iglesia.
c)
La libertad cristiana
La „libertad cristiana“resulta sólo de
esta fe, es decir, de la confianza que goza el creyente de ser aceptado por
Dios y de tener dignidad humana ante él, independientemente de sus propios
logros y méritos. La dignidad humana es la raíz de todo movimiento liberador.
Lo que Lutero descubrió en las cartas
del apóstol Pablo fue una relación directa del creyente con Dios. Esta relación
no es mediada por méritos, rendimientos ni por los sacramentos consagradas y
administradas por la institución de la iglesia, sino solo por Jesucristo, a
traves de la fe. Eso es el principio fundamental del protestantismo: El justo vivirá por la gracia, mediante de
la fe.
Ese concepto fue, por un lado, un acto
de la liberación de las almas del poder de la iglesia, es decir una liberación
espiritual. Lutero denominó esa liberación la libertad cristiana y la verificó
personalmente en la dieta imperial el año 1521. Ante el Imperador, él debó
rechazar su nueva teología para evitar divisiones dentro del Imperio. Pero
Lutero no rechazó su teología, sino que la remitió a su libre conciencia
diciendo públicamente:
Si
no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento
evidente (puesto que no creo aI Papa ni a los concilios solos, porque consta
que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los
pasajes de las Escrituras aducidos por mí y mi conciencia está cautiva de la
Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es
prudente ni recto obrar contra la conciencia (Lutero, trad. 1967, tomo I,
p.271; citado en Hoffman, 2014, p. 58).
Los criterios de su argumentación son evidentes: Las
Escrituras y la razón. Para él, la Biblia es la única fuente de su
posicionamiento y, por “razón”, entiende la lógica del razonamiento. Eso
significa una ruptura con toda la tradición de la iglesia católica, ruptura con
la interpretación autoritaria por la curia, la evalución de la tradición de
la historia eclesial en si misma y los dogmas impuestos por el poder del Papa.
Por eso amenazó también la unidad espiritual del Imperio. No es extraño
entonces que Lutero recibiera no solo la excomunión de parte del Papa, sino
también la proscripción de parte del Imperador.
Podemos resumir, así, que la libertad
cristiana, según Lutero, en primer lugar, es
la libertad de la conciencia. Pero,
al reclamar esa libertad, él atacó indirectamente el sistema hegemónico de su
tiempo, la alianza entre Iglesia, Estado y economía. La libertad siempre
empieza con un acto de liberación.
d)
La teología de la cruz
Muy poco después de sus 95 tesis,
Lutero presentó su nueva teología en la disputa de Heidelberg, en el año 1518.
La llamó teología paradójica o teología de la cruz.
No se trata de sangrientes hechos de
reconciliación o de ideas de poder patriarcal, sino, antes bien, Lutero diseña
una lógica diferente de teología. Esta no sigue la razón humana, que trata de
entender a Dios a medida que asciende de un ser menor a un ser mayor. Así corre
siempre el riesgo de proyectar las ilusiones del ser humano al cielo y a la
imagen de Dios. Por eso la justicia de Dios toma los rasgos de la justicia
humana, que es una justicia distributiva de premio y castigo, según méritos o
deficiencias. Por lo contrario, Lutero descubre en la cruz de Cristo una
justicia muy distinta, que rompe las imágenes y medidas humanas. Más bien, él descubre a Dios en el
sufrimiento del débil y en el amor del que da su vida por otros.
La teología de la cruz rompe con la
lógica cotidiana cuando ve en la humanidad (de Jesús) lo divino, en la
debilidad la fortaleza, en la impotencia la omnipotencia y en la necedad de
estos actos la sabiduría última. La realidad en su conjunto adquiere entonces
un nuevo significado, a la luz de la cruz. Se revela en una dialéctica propia.
La lucha de Jesús por condiciones más justas desemboca en el martirio del justo
y manifesta que aquello que los seres humanos llaman justicia (por ejemplo, que
sería mejor si se muriera uno que el pueblo entero) es la máxima injusticia.
La cruz, como
perspectiva, significa finalmente el entendimiento de la humanidad desde el
margen de lo que es el consenso dominante. El mensaje de Jesús apunta
justamente a los márgenes de la sociedad, él descubre y concede dignidad humana
a los pobres, a los de corazón roto, a los cautivos, los ciegos, los oprimidos
(ver Lc 4.18). Su cruz significa una identificación última con las víctimas de
la sociedad y él se convierte, por lo tanto, a sí mismo en víctima por esa
interpretación de la humanidad. En este sentido, Dios se da a conocer como Dios
de amor en especial y de la forma más profunda en la cruz. Pensar a la luz de
la cruz significa, por eso, pensar críticamente y practicar la crítica ideológica.
Evidentemente
se muestra aquí un puente a la Teología de la Liberación con su “opción preferencial por los pobres”, y a
cada teología como pensamiento crítico.
Interesante es
que para Lutero esa opción no es solamente una actitud ética, sino que toca la
fe en si misma. La fe en la justicia propia de Dios cumple con el primer
mandamiento: “No tendrás Dioses ajenos.”
e) El
principio del sacerdocio universal de todos los creyentes.
En la
base de esta teología, Lutero desarrolló un nuevo concepto de la
iglesia. Esa teoría se deriva directamente de la justificación de cada creyente
mediante la fe. Es un acto de gracia de Dios para todos, sin diferencia entre
ellos. Por eso no existen diferentes grados de la espiritualidad o de la
consagración en la iglesia. Lutero dice:
“Pues el que ha salido deI
agua bautismal puede gloriarse de haber sido ordenado sacerdote, obispo y papa”
(Lutero, trad. 1967, tomo I, p.76).
Con eso Lutero rompió el muro entre
los clérigos y los laicos en la iglesia. En palabras de Shaull: “No puede
existir una posición más digna en la iglesia que la del creyente que recibe la
enorme dádiva del perdón y la justificación” (1993, p.33). Por el mismo
bautismo, cada creyente es llamado por Dios para convertirse en un mensajero
del evangelio y un servidor del amor. En palabras de Lutero, cada persona es
“un Cristo para el prójimo”, capaz de presentarse ante Dios, proclamar el
perdón, orar por otros y enseñarles las cosas de Dios. Cada creyente es “capaz
de hacer todas las cosas que vemos hechas y prefiguradas en las obras externas
y visibles del sacerdote” (Lutero, trad. 1967. Tomo I, p.202). Sobre esa base,
Lutero fundó su nuevo modelo de la iglesia como pueblo de Dios, en palabras
bíblicas, el “linaje escogido y reino sacerdotal” (1 Pe 2.9).
Este entendimiento de la iglesia ha
tenido dos consecuencias históricas: Una es el desarrollo de la igualdad de los géneros en la iglesia.
Casí todas las iglesias luteranas han aceptado en el transcurso de la historia
la ordenación de las mujeres. Es la
expresión adecuada de la misma vocación por Dios.
La otra es la formación de la iglesia
como asamblea de las comunidades. En
vez de una jerarquía de los sacerdotes, toman el rol principal el derecho y el
poder de las comunidades. En palabras seculares, es un acto de la
democratización. Eso se expresa muy obviamente en el escrito de Lutero de 1523:
“Que una comunidad cristiana tiene
derecho de juzgar sobre toda doctrina, llamar a maestros y despedirlos – causa y razón desde la
Escritura”.
Este escrito es uno de los más
tempranos y además más radicales de Lutero sobre el orden reformador de la
iglesia. La pequeña ciudad Leisnig habia pedido a Lutero contestar su pregunta
acerca de si tenía derecho de nombrar un nuevo pastor, o si debían esperar la
decisión de un obispo. Además le preguntaron por la responsabilidad de sus
fondos comunales y del orden del culto. Las respuestas de Lutero a estas
consultas fueron radicales, porque voltearon el orden vigente de la iglesia de
arriba abajo. Lutero respondió que, según los principios bíblicos, la comunidad
tenía el derecho de juzgar, de eligir, de ordenar y de administrar sus
finanzas. Una comunidad que escucha la voz de Cristo, como las ovejas escuchan
la voz de su pastor, es capaz de juzgar. Eso es la base de una iglesia
limpiada, renovada y transformada en el sentido reformador. Por lo tanto,
Lutero apoyó a las comunidades para hacerse independientes y responsables, a
través de su traducción de la Biblia, los catecismos, canciones y escritos
populares.
En la historia de la Reforma esa idea
de las comunidades de base no fue realizada consecuentemente. Por ejemplo en
Alemania las comunidades necesitaron la protección del principe de su región y
por eso se originó otra vez una iglesia estatal. Pero en otras partes del mundo
las comunidades se han organizado de esa manera, especialmente en los Estados
Unidos, o en las denominaciones de los Menonitas o presbiterianos. De todos
modos, ese concepto de la iglesia deja una gran visión, y tiene un poder
crítico y transformativo.
2.2
El ámbito político
En el ámbito político otra distinción
de Lutero logró gran impacto:
a)
La distinción entre Iglesia y Estado
Lutero habla sobre dos reinos y dos gobiernos por los
cuales Dios actúa en la realidad humana y en el mundo. Estos gobiernos son el
gobierno espiritual y el gobierno temporal.
En el gobierno espiritual, que es la Iglesia, reina Dios por medio de su Palabra y sin
espada, o sea sin uso de la fuerza. Mediante este gobierno, las personas deben
volverse piadosas y justas para poder obtener la vida eterna. Este tipo de
justicia es regalada por medio de la Palabra del Evangelio, que se les confía a
los predicadores.
El otro gobierno es el gobierno temporal del Estado. Se basa en el derecho y en el poder que tiene como símbolo
la espada del juez. Este gobierno sirve para defenderse de las personas
malvadas y para mantener la justicia civil en el mundo. El gobierno espiritual
está determinado por el Evangelio, el temporal por la razón.
Esta
distinción libera el ámbito político de la dominación eclesial y guía a la época de la Modernidad, que confía
solamente en la razón humana.
Sin embargo es importante ver, en relación con la
Modernidad, que se trata en Lutero de una distinción
de los reinos o gobiernos y no de una separación.
Lutero está convencido de que el poder de Dios se encuentra en lucha
con el poder del mal en todos sus
gobiernos. Pues los dos reinos coinciden
en dos puntos: uno es Dios mismo. Él quiere realizar derecho y paz mediante el
gobierno temporal y busca la conversión del ser humano mediante el gobierno
espiritual. El otro punto de la coincidencia es la persona del cristiano; este
se encuentra en el gobierno espiritual por su fe, mientras en su vida cotidiana
forma parte del gobierno temporal. Entonces el cristiano debe diferenciar en su
actuar que como cristiano actúa según el Evangelio, por ejemplo según los
mandamientos del Sermón del Monte, y renuncia a la violencia. Como persona en el
mundo temporal, actúa según su razón y puede utilizar la violencia en cargos
públicos para resistir a la injusticia.
b) El aporte a la Modernidad
Se puede resumir: La confianza en la razón guía a la
Modernidad, pero evaluar el Estado
según los criterios de derecho y paz, que son la voluntad de Dios, significa
una limitación crítica de la Modernidad.
Este legado de
Lutero es importante en nuestro tiempo de secularización de la sociedad. Está
en contra de una religión del Estado y a favor de una libre religiosidad de los
ciudadanos.
La libertad
cristiana de la Reforma era una libertad
de la conciencia, pero luego, en la época de la Ilustración, llevó a la
libertad de la fe para enfrentar la institución de la iglesia e incluso a
enfrentar la autoridad de la Biblia. Sobre
esa base se formuló también la libertad
de la culto frente al Estado. Esos
tres principios, la libertad de la conciencia, la libertad de la fe y la
libertad de la culto han sido incluidos entonces en los Derechos Humanos. En este sentido Lutero fue uno de los
iniciadores decisivos de la Modernidad. Sin embargo, las ideas
básicas de la Revolución Francesa, libertad, igualdad, fraternidad, en las
cuales los Derechos Humanos se apoyan, fueron realizadas en contra de las
iglesias. Pero Lutero abordó estos temas, que luego fueron trabajados en la
Declaración de los Derechos Humanos, desde una perspectiva teológica.
Históricamente el proceso del desarrollo del principio de la libertad pasó por
muy diferentes caminos:
·
La Ilustración Inglesa
y Americana ha sido marcadamente protestante, no-conformista, basada en
comunidades libres y muy religiosa, hasta hoy en dia.
·
La Ilustración francesa
fue anti-clerical, laica, areligiosa y atea luego de las brutales persecuciones
de los hugonotes.
·
La Ilustración alemana
era protestante, pero contraria a las iglesias estatales. Abogó por el derecho
del individuo a una religión privada.
El cristianismo de la Ilustración se
expresa en las nuevas denominaciones protestantes. Se originó el movimiento de
los cuáqueros, que destaca la experiencia religiosa de la luz interna del
Espíritu. Se originaron los Bautistas que resaltan la decisión personal de la
fe; y los Metodistas, que se concentran en la experiencia de la fe, que es cosa
del corazón y del sentimiento, y además en la santificación personal por
auto-control y auto-disciplina.
El descubrimiento del individuo y del
derecho del sujeto domina el protestantismo moderno. A través de las misiones y
de la inmigración, esas formas del protestantismo vinieron también a América
Latina. No se debe olvidar el movimiento del pentecostalismo y
neo-pentecostalismo, que cuentan mucho con la influencia directa del Espíritu
Santo en los creyentes, y toman esa experiencia como criterio del mensaje.
Así, el impacto de la Reforma en
cuanto al concepto de la libertad salta a la vista. Pero lo que juega un rol
menor es la dimensión social de la
libertad.
Por razones de la situación histórica
el Protestantismo en Europa tuvo que luchar por los derechos individuales. Es
un producto del ecumenismo del siglo XX que las iglesias, católicas y
protestantes están descubriendo más y más la importancia del aspecto social de
la libertad. Aquí existe un puente entre el protestantismo como religión de la
libertad y la Teología de la Liberación. Se puede observar que en las últimas
décadas sobre todo las iglesias luteranas se han acercado a los objetivos de la
teología de la liberación. Su característica
– si se puede generalizarla tan simplemente – es la contextualidad de la
teología, el análisis y la confrontación con la situación social, y el
descubrimiento del potencial liberador de la Biblia. De ese modo la iglesia
consigue un nuevo modelo en forma de las comunidades de la base. Estas se
convierten en intérpretes autónomos de la Biblia y, por lo tanto, en libres
para ser actores políticos independientes.
3.
El ámbito social y económico
Desde sus inicios, la Reforma de
Lutero vislumbró ya los mencionados cambios, especialmente en los programas de
la educación pública, pero lo que me parece imprescindible es ver que Lutero
fue al mismo tiempo uno de los más fuertes críticos de la Modernidad.
Especialmente su crítica del capitalismo
temprano es significativa.
Ya en sus 95 tesis y más tarde en sus escritos económicos,
Lutero aludió a las relaciones comerciales de la Iglesia con la casa bancaria
Fugger, denunciando sus características principales.
Así, en
su escrito Comercio y usura afirmó:
Los
comerciantes tienen entre sí una regla común que es su máxima principal y la
base de todos los ardides financieros. Dicen: Venderé mi mercadería tan cara
como pueda. Esto lo consideran un derecho. Ahí se da lugar a la avaricia y se
abren de par en par las puertas y ventanas del infierno. ¿No significa esto: no
me preocupo de mi prójimo? …
Algunos
no tienen escrúpulos de conciencia en vender sus mercaderías a crédito y a
plazo más caro que al contado. Algunos no quieren vender mercancías al contado,
sino todo a plazo sólo para ganar por todos los medios más dinero en la
operación. …
Si algunos no pueden imponer de otra manera sus
monopolios y compras para beneficio propio, porque hay otros que tienen las
mismas mercancías y bienes, entonces vienen y venden sus mercaderías tan barato
que los demás no pueden competir y con ello los obligan a dejar de ofrecer o a
vender a un precio tan bajo como ellos y arruinarse. De esta manera, a pesar de
todo, consiguen el monopolio (Lutero, trad. 1967, tomo II, pp.103-120; citado
en Hoffmann, 2014, pp.218-220).
Desde los orígenes del capitalismo, Lutero reconoció
los principios fundamentales de esta forma de la economía muy claramente:
-
La fijación de precios
por gremios de comerciantes y cofradías: vender la mercancía al precio más alto
posible se convierte en la finalidad principal de todo negocio. Según Lutero
esto infringe la ley del amor cristiano y la ley natural, o sea la justicia y
la equidad. Entonces, el precio de la mercancía no sólo debe justificarse legal
sino también éticamente.
-
Los avales
permiten un flujo de dinero más constante, pero causan una red de dependencias.
Lutero considera que los avales constituyen una infracción contra el primer
mandamiento, ya que depositan la confianza en lo imprevisible y lo humano.
-
El préstamo económico
se orienta exclusivamente al beneficio propio, como se puede observar en los
intereses que se cobran. Según la doctrina tradicional, prestar para obtener
más o algo mejor no es otra cosa que “usura pública y maldita”.
-
Múltiples abusos y
engaños: la venta de mercancías a crédito con un determinado plazo de pago
en vez de al contado, las operaciones comerciales especulativas a plazo, la
venta monopólica de bienes, las ventas a bajo precio para dañar a los
concurrentes más débiles, el abuso de estados de emergencia, la fijación de
precios en cárteles, la participación empresarial con intereses fijos y la
manipulación de mercaderías, medidas y pesos.
-
En conclusión, la formación de monopolios
sobresale como el mal principal. Estos monopolios comienzan a formarse con la
creación de grandes sociedades comerciales que, como en el caso de la casa
comercial Fugger, reúnen en una misma firma el naciente comercio global y el
sistema bancario. Las grandes sociedades obstaculizaban el sistema de pequeñas
y medianas empresas y manufacturas. Lutero incluso llega a decir: son
“realmente un monopolio vanidoso. Oprimen y arruinan a todos los comerciantes
más débiles, como el lucio a los pequeños peces en el agua” (Lutero, trad.
1967, tomo II, p.120).
Además, Lutero reveló
el nexo estructural entre las diversas formas de capital (el comercial, el
financiero y el productivo) y, por lo tanto, el paso de una economía de trueque
feudal a una nueva era monetaria capitalista. Para él estaba claro que esto
implicaba también una transformación social. Esto se demuestra cuando hace
referencia, además de la consciencia y del amor cristiano, a la justicia y a la
equidad como principios de la ley natural, a los cuales debe someterse el
comercio. Lutero teme el desarrollo hacia una economía financiera sin freno ni
regulación, que amenazara con destruir la sociedad. Por eso puede exigir que la
autoridad pública se opusiera activamente a la manipulación de precios y a la
explotación: para orientar el comercio al bien común era necesaria la
regulación estatal, por ejemplo, en la fijación de un marco de precios adecuado
(equidad). Aquí Lutero está anticipando el concepto de la responsabilidad
social de la empresa.
En su Catecismo
Mayor del año 1529 Lutero profundiza aún más su análisis y relaciona al
principio el problema económico con el séptimo mandamiento “no hurtarás”. Para
él las prácticas comerciales mencionadas no son otra cosa que ejemplos
concretos de hurto:
Porque,
repitámoslo, hurtar no consiste meramente en el hecho de vaciar cofres y
bolsillos, sino que también es [...] en todas las partes donde se comercia
recibiendo o dando dinero a cambio de las mercancías o en pago de trabajo.
[...]Lo mismo, además, sucede con más fuerza e intensidad en el mercado y en
los negocios comunes, donde uno trata de engañar al otro públicamente, mediante
mercancías, medidas, pesas y monedas falsas y con embustes y extrañas astucias
o malévolas tretas de explotación (Lutero, trad. 1967, tomo V, pp.79-81; citado
en Martin Hoffmann, 2014, p.223).
En consecuencia,
el Catecismo Mayor transfiere los asuntos económicos del séptimo al primer
mandamiento “Yo soy El Señor, tu Dios. No
tendrás dioses ajenos delante de mí” (Marquardt, 1983, pp.176-216). La economía
se transforma entonces, a través del concepto de “mammón”, en un problema del
ámbito de Dios. Pasa de ser un problema ético a un problema teológico. Lutero
se opone a las presiones sistémicas del capitalismo, sometiéndolo a la crítica
del mandamiento divino. Esas prácticas económicas son idolatría pura, porque la
mayoría de las personas desprecian a Dios y siguen al Mammón, venerando su
propia justicia:
Algunos
piensan tener a Dios y a todas las cosas en abundancia, cuando poseen dinero y
bienes. En esto se confían y se engríen de tal modo, con tal firmeza y
seguridad en lo que tienen que para ellos nada hay que valga la pena. Observad, tal persona tiene ya también un
dios que se llama Mammón, esto es, el dinero y los bienes en que tal persona ha
puesto su corazón. Por lo demás, este es el ídolo más común en el mundo (Marquardt,
1983, pp.176-216).
Aquí se reconoce
y se denuncia claramente la explotación capitalista: el egoísmo absoluto y la
búsqueda del propio beneficio. Esto caracteriza a la persona que pone su
confianza en sí misma y que se convierte a sí misma en dios. Porque en lo que
una persona confía y en lo que se fía, ahí está su Dios.
Estos principios
fundamentales de la economía del tiempo de la Reforma se han desarrollado más y más a lo
largo de la historia, hasta el capitalismo financiero neoliberal de nuestro
tiempo. La actualidad de esa crítica queda clara. Por lo tanto la Federación Luterana Mundial ya pudo
calificar la globalización económica neoliberal como “idolatría” en Winnipeg, Canadá
en 2003.
Por todo eso se debe considerar a Lutero por un lado
como iniciador de la Modernidad en
temas como libertad, derechos humanos, democracia y división de poderes. Por
otro lado redescubrió el potencial
crítico del evangelio ante las ideologías opresoras del abuso del poder y
de un capitalismo sin límites.
4.
Conclusión
Para resumir el impacto de la Reforma,
una cita del teólogo Giacomo Cassese es util. Él ha publicado un excelente
libro sobre Lutero, una collección de importantes textos originales. El
caracteriza la Reforma así:
La
Reforma es ante todo un proceso y no sólo un evento, un método no sólo una
gesta; un movimiento de renovación dentro de la iglesia y no una nueva iglesia.
La Reforma sigue estando vigente porque como proceso sigue fermentando cambios
y transformaciones, porque como método sigue proveyendo pautas para repensar.
Reinterpretar el quehacer teológico y como movimiento la Reforma sigue
interesada en renovar y reorientar a la iglesia hacia una forma de existir
relevante y afirmativa para el ser humano (Cassese, 2005, p.XIII).
Proceso,
método y movimiento
como características, mantienen la teología y la iglesia funcionando de un modo
fluido. Una tradición fija, un sistema cerrado de dogmas o una iglesia
institucional perderían el espíritu de Jesús.
·
“Ser un proceso” significa que la Reforma siempre es una Reforma inconclusa, porque el
estado de la teología y de la iglesia nunca corresponden completamente con el
esperado Reino de Dios.
·
“Ser un método”
significa que la Reforma recibe su dinámica por el recurso a la fuente de la
Biblia y por el descubrimiento de sus perspectivas de una vida plena más allá
de las puras letras.
·
“Movimiento”
significa que la iglesia en el fondo debería ser una comunidad en movimiento,
enfrentándose con los desafíos contemporáneos y renovándose siempre para
cumplir con esto. El fermento de esa dinámica es el mensaje de la cruz, la
justicia de Dios como visión de una vida humana y el amor al prójimo como norma
general de la ética.
Una teología y una iglesia que se basen
en este paradigma, crean un pensar y actuar crítico en contra de otros paradigmas
dominantes de la civilización moderna, como el paradigma del economicismo.
Bibliografía:
Cassese,
G., y Pérez Álvarez, Eliseo (eds.). (2005). Lutero
al Habla. Buenos Aires, Argentina: Ediciones La Aurora.
Hoffmann,
M. (2014). La locura de la cruz. La teología de Martín Lutero. Textos originales e
interpretaciones. San José, Costa Rica:
DEI.
Hoffmann,
M. (2016). “Lutero y la economía: la crítica a la religión como crítica al
capitalismo”, en Martin Hoffmann/Daniel Beros/Ruth Mooney (Ed.). Radicalizando la Reforma. Otra teología para
otro mundo. San José/Costa Rica: Editorial SEBILA, 237-268.
Lutero, M. (trad. 1967). Obras de Martín Lutero, Tomos I y II.
Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós/El Escudo y Ediciones La Aurora.
Marquardt, F.W.
(1983). Gott oder Mammon aber: Theologie und Ökonomie bei Martin Luther. En
Marquardt, F.-W., Schellong, D., y Weinrich, M. (eds.), Einwürfe, tomo 1, (pp.176-216). Múnich: Kaiser-Verlag.
Shaull, R. (1993). La Reforma y la Teología de la Liberación. San José, Costa Rica: DEI.