En este texto se intenta establecer un acercamiento entre lo que representa
Merenda, la protagonista de Merenda: un romance en las selvas del trópico (1998),
y su nombre como significado central en la novela, en su relación con Francis. La
historia de amor que se teje entre ambos es el signo claro de lo que representa el
desplazamiento de Merenda como sujeto equivalente a la selva. Ella es la selva; de
allí que confirme su relación de amor con Francis, un amor doble: el encuentro con
el paraíso y con la mujer amada, en una fusión metafórica plena para él.
Palabras clave: selva; idilio; búsqueda existencial; naturaleza; símbolo; humanismo.
RESUMEN
ABSTRACT
In this text we try to establish a close up between what Merenda represents and
her name as the main idea in the novel, and in her relationship with Francis. The
love story weaved between these two is the clear sign of what Miranda’s
displacement represents as an equivalent subject from the jungle. She is the
jungle, from here is confirmed her love relation with Francis, a double love,
encounter with paradise, and the one with the beloved woman in a metaphoric
fusion for him.
Keywords: jungle; idyll; search existential; nature; symbol; humanism.
Merenda and the jungle as an idyll loving space
MERENDA Y LA SELVA
1
ISSN 1659-331
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
La Revista Estudios es editada por laUniversidad de Costa Ricayse distribuye bajo
unaLicencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Internacional.
como espacio idílico-amoroso
Óscar Gerardo Alvarado Vega
Universidad de Costa Rica
San Pedro, San José, Costa Rica
oscar.alvaradovega@ucr.ac.cr
https://orcid.org/0000-0003-3897-0232
Recibido:
Aceptado:
07 de octubre de 2021
10 de noviembre de 2021
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones,
críticas y aportes
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
La novela Merenda: un romance en las selvas del trópico de Alexander Skutch, publicada
en 1998, refiere, ya desde el inicio, la descripción del entorno idílico que ha de permear
toda la obra. La descripción, casi con tintes barrocos, contribuye a establecer o crear una
especie de pintura, de “lectura impresionista” que contribuye a la idea clara del entorno
que va percibiendo el lector en cada página del texto:
2
ISSN 1659-331
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
La literatura permea un discurso, una reflexión, una visión de mundo que viene acorde con
la perspectiva de Merenda. Si el Humanismo plantea la necesidad de redescubrir al ser
humano, Merenda no solo se descubre sino que le permite a Francis participar de ese
nuevo descubrimiento, no solo del entorno idílico, sino de mismo. Merenda defiende
valores que son los que en definitiva transmite a Francis en ese proceso de mutua
conquista y afecto.
A partir de lo anterior, se deduce que en ese espacio Francis, el personaje que se adentra
en la selva en busca de un sueño de conocimiento, emprende un viaje que ha de llevarlo
más allá de ese conocimiento: a una relación distinta con la naturaleza, con el medio, y es
allí donde encuentra el amor que le representa Merenda, símbolo de esa armonía entre el
ser humano y la selva agreste, pero hermosa. Por ello, en sus viajes, Francis emprende una
búsqueda que tiene como asidero fundamental su propia búsqueda de un pueblo, de un
mundo en total armonía con el medio. Es la búsqueda de los seres humanos, insertos en la
selva, que encuentran en esta la tranquilidad, la paz y la comodidad de un mundo
diferente, distinto al de los demás pueblos que ha encontrado a su paso, revestidos de
pobreza, de carencia, de hambre, de abandono, de una miseria extrema en los cuales seres
humanos y animales ven pasar la vida mientras sus vacíos predominan sobre todo. Su
anhelo es el de su propio sueño, la estabilidad, encontrar un lugar donde establecerse, un
espacio idílico acorde con su espíritu soñador. No es casual que Merenda, cuando por fin la
encuentra, venga a llenar ese espacio necesario:
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Los dispersos árboles de pino, roble y jaúl que sombreaban el camino en las frías
tierras altas habían sido reemplazadas por una multitud de diferentes especies
con follaje oscuro y lustroso, cuyas ramas inmensas se entrelazaban arriba del
estrecho sendero e interceptaban los rayos del sol. En estos bosques sombríos
cantaban pensativamente los jilgueros apizarrados con notas fluidas de
estudiada dulzura; y de vez en cuando, sobre las cumbres más elevadas un
quetzal resplandeciente se lanzaba desde la copa de un árbol trazando un curso
ondulatorio a través de una profunda cañada hacia el abrigo del follaje del lado
opuesto; una visión inolvidable de centelleante verde, carmesí y blanco, con su
largo tren de delgadas plumas tremolando detrás como gallardete agitado por
un alegre vientecillo. (Skutch, 1997, p. 6)
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
3
ISSN 1659-331
Por su parte, el humanismo plantea el valor del ser humano como aspecto fundamental,
pero ese valor implica una concepción de mundo, una perspectiva, alrededor de la cual se
teje y manifiesta el pensamiento de Merenda: una defensa a ultranza de su mundo, el de la
selva, en su relación armónica con los animales, con la flora, con su espacio vital. Y dentro
de ello de igual manera establece, desde esta perspectiva, un compromiso con la
búsqueda de una verdad, de su verdad.
Al lado de ello, la naturaleza se convierte en ser vivo, en espacio de encuentro de flora y
fauna, de las cuales va aprendiendo y disfrutando Francis. Su viaje de conocimiento es
también de apropiación de nuevas experiencias, de enriquecimiento en torno a lo que
representa un mundo distante y diferente, del cual Merenda es precisamente el personaje
que termina por insertar a este en ese espacio que se le convierte en el mundo idealizado.
La niñez y la cercanía de Merenda a su adolescencia dejan en Francis la idea de una mujer
hermosa, de la cual se enamora de inmediato. Pero su relación con la naturaleza, el
entorno paradisíaco que representa la selva, y la comunión de esta para con ella, terminan
por convencer a Francis de que aquella criatura especial es la mujer con la cual añora y
anhela pasar su vida. La belleza de esta entra en armonía con la majestuosidad que le
representa el entorno en el cual se mueve.
Merenda se convierte en la promesa, lo cual la asimila al mundo en el cual ha crecido,
pues ya Francis ha dispuesto construir su espacio vital en un medio como este. La
aparición de la joven mujer representa la culminación de su búsqueda y el fin de su
travesía. En ese mundo de supersticiones, de peligros y de encanto, poco a poco se irá
Recordaba las muchísimas veces en que, mientras vagabundeaba por dos
continentes recogiendo diversos productos vivientes de sus bosques y estepas,
había contemplado desde el paso de una elevada montaña un lindo valle
abrigado con tal seguridad entre impenetrables alturas que parecía más allá del
alcance del tiempo; o se había detenido en la cuesta de un sendero para mirar a
través de una fértil planicie cierta aldea tranquila de paredes encaladas y techos
rojos, reposando serenamente en la distancia entre huertos y maizales; y al ver
aquello, su espíritu se entusiasmaba con la suposición de que aquí al fin
reconocía la tierra prometida. Luego, tras una larga pausa contemplativa, solía
reanudar la marcha con la esperanza de que tras años de vagabundeo estaba a
punto de entrar en la utopía de sus sueños. Su aguda imaginación poblaba la
encantadora escena de humanos más felices que los que conociera hasta
entonces, de mente más elevada y aspecto más noble, más generosos con sus
vecinos, amables con los animales que dependían de ellos; hombres y mujeres
que habían aprendido a vivir con simplicidad pero bellamente de los productos
de su propia labor, y en armonía con las criaturas libres que les rodeaban. Si
encontraba esta bendita gente con cuya existencia había soñado tan a menudo,
él terminaría su vida errante para morar entre ellos y llegar a ser uno de ellos, si
ellos lo encontraban digno de serlo. Él, que por largo tiempo había estado solo y
sin hogar haría su casa, y quizás escogería a la compañera de subida y se ganaría
el sustento, simple y humildemente con sus propias manos o el producto de su
tierra. (Skutch, 1997, pp. 9-10)
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
4
ISSN 1659-331
tejiendo la historia de ambos, donde el símbolo de las diferencias termina por borrarse, lo
cual le confiere la idea de una relación armónica posible entre el ser humano y la
naturaleza, un diálogo al que se puede aspirar.
Merenda posee una ética con respecto a su visión de mundo. Posee unos valores con
respecto a su entorno tales que, a diferencia de la gran mayoría, la convierten en un sujeto
casi mágico, distante, ajeno y extraño. Ella ogra comunicarse con ese mundo en el cual
vive y desde allí ejerce su razón, lee e interpreta su espacio. Sus valores no son los de los
otros. Incluso al propio Francis le cuesta insertarse en el mundo de ella, pero al lograrlo
pasa por el filtro de la educación que esta le ofrece, un aprendizaje que lo lleva a
evolucionar en su visión de mundo.
Francis lucha contra la hostilidad imperante y logra llegar a Merenda, la cual interpreta en
él su compromiso para con el medio. Su huída primera es solo el tránsito que ha de
permitir luego un acercamiento en el que la comunión relacionada con el mundo que
rodea a Merenda, termina por asimilarlos a ambos. El deseo de conocimiento que lleva
implícito Francis, motivo por el cual desea llegar hasta aquella, termina por convertirse en
el compromiso de los dos. Merenda es la promesa inalcanzable primera, que deriva en una
relación intrínseca con la naturaleza: Merenda es la naturaleza y de allí la obsesión de
Francis.
El encuentro de estos supone la posibilidad de Francis de adentrarse en un mundo
desconocido, al cual Merenda ha de abrirle las puertas y otorgarle un conocimiento que
está más allá de la academia y de los trabajos científicos. El saber de Merenda es un
conocimiento propio de su vida en un medio desconocido, inaccesible casi, pero “mágico”
para Francis. De hecho, la construcción misteriosa en principio que se hace de la joven, es
parte del elemento cautivador que permea el interés del joven científico. Ella es lo
desconocido de lo que se desea un mayor acceso, es lo ajeno, sin que por ello se convierta
en inmarcesible.
La Humanitas permite una visión integradora de valores, lo cual es justo lo que ocurre con
la joven pareja. Es por ello que en esa interrelación los dos jóvenes se dan espacio para
poder transformar y transformarse, conocer y aprender a conocer. Es un proceso de mutuo
enriquecimiento.
Su forma de caminar por la selva, de pasar inadvertida, de hacerse evidente cuando lo
desea, de comunicarse con los animales de la selva, de entender la justicia y la injusticia, y
de establecer su relación no solo con ese medio, sino con el exterior, hacen de Merenda un
personaje que deja de lado el papel antropocéntrico del hombre en la naturaleza, y se
convierte en un elemento más, en una parte más de ese medio, capaz de defender a la
misma en las condiciones que le resulten necesarias para ello:
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
5
ISSN 1659-331
Merenda, en su encuentro con Francis, le enseña parte de lo que ella posee como
conocimiento casi primigenio. El canto de los pájaros, e incluso el nombre, el poder del
nombre y lo que este pueda sugerir de acuerdo con sus sonidos, más que con un
convencionalismo, le produce a Francis la idea de que en verdad Merenda es parte
intrínseca de un medio que aún a él le resulta ajeno, y que su teoría no es suficiente para
asir plenamente.
El humanismo plantea una visión integral, aspira a que el ser humano participe de esta, y
es ello lo que va logrando el propio Francis, sin que esto implique que la misma Merenda
aprenda también de este. Ambos se ven insertos en esta forma de hacer, de pensar, de
sentir, de ser, de reaprender y de interpretar el mundo con una mirada diferente, desde
una óptica antes desconocida.
Por tal razón, en ese adentrarse en la selva y en sus misterios, lentamente la joven le va
mostrando los nidos inaccesibles para los demás hombres, los espacios donde se ocultan
las aves que vigilan sus nidos y sus huevos, los huecos en los cuales la madriguera de
algunos animales permanece escondida como un misterio. El saber empírico de Merenda
se confirma como aquel que trasciende la teoría de Francis, en un contacto pleno con el
medio, su hogar, su espacio.
Por otra parte, la niña/joven pasa por las dudas existenciales que caracterizan a todo ser
humano. Toma partido en el mundo de la selva por aquellos con los cuales comulga
plenamente a pesar del respeto que pueda ofrecerle ese mundo de pájaros, de culebras,
de ciervos, de variedad de animales con los cuales comulga cada día. Por tal razón, en
algún momento, sacrifica a una serpiente que se alimenta de huevos de pájaro, pues la
considera, si bien necesaria, “injusta” de alguna manera. Es el antagonismo que la marca
en medio del paraíso que la circunda.
-Bastante, Merenda –replicó él-la Tierra guarda mucha sabiduría que no se
enseña en las escuelas ni se registra en los libro. Yo quiero conocer las maneras
del bosque por medio tuyo. Las he estudiado mucho pero siempre como un
extraño -Se tocó el machete que colgaba a su lado- Mira, yo soy como los
trabajadores de las plantaciones y raras veces camino en el bosque sin mi
machete. Lo cruzamos como extranjeros, debemos tajar y luchar para forzarlo a
que se nos entregue. Pero eres una niña de los árboles, entre ellos te sientes
en casa. Correteas en el bosque sin herirlo, él te abre paso; con manos desnudas
lo cruzas más rápidamente que nosotros con nuestro acero rompiendo abra. Las
aves no temen de ti. Sería feliz si tú pudieras mostrarme qué hacer para que ellos
no teman de mí.
Ella brincó subiendo a la roca de nuevo, mientras él permanecía al lado.
-Pero yo no soy maestra –replicó- No sabría cómo enseñarte lo que nadie me ha
enseñado. Crecí en el bosque y nunca he dañado intencionalmente a sus
criaturas. No recuerdo que los pájaros o los venados o los tímidos agutíes me
hayan temido nunca. (Skutch, 1997, pp. 54-55)
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
6
ISSN 1659-331
La convivencia del día y la noche son también parte de los antagonismos que mueven a
reflexión a Merenda, en tanto la “batalla” por la supervivencia caracteriza el devenir de los
animales y las demás criaturas de la selva. Las serpientes que devoran a pájaros y otras
criaturas; los animales indefensos que sucumben ante otros que los depredan, los
murciélagos que chupan la sangre de otros animales o el tigrillo que caza a los más débiles
y desvalidos. La noche se convierte en la pesadilla de ella, mientras el día le devela las
grandes maravillas de la selva y la emergencia de los animales bellos con los cuales
comparte durante tales horas. Sin manifestarse abiertamente en el texto, simbólicamente
el hombre representa o confluye con esos depredadores que cazan la inocencia de los
habitantes de la selva, y los somete.
El Humanismo plantea un aprender a ser crítico, a tomar conciencia, a descubrir y
redescubrir el entorno. Merenda es el símbolo de este, capaz de cambiar la actitud de
Francis, que termina por asimilar el mundo de ella como suyo, desde una mirada de
aprehensión, y no solo distante. De ninguna otra forma terminan por consolidar su unión
en medio de un mundo maravilloso, majestuoso, pero al mismo tiempo hostil y peligroso.
La contraposición de lo que representa la visión de mundo de Merenda en relación con el
ser simbólico de la naturaleza la lleva a manifestar su descontento con algunos de los
actos de esta, a la cual reprocha indirectamente nutrir a ese mundo selvático, no de
criaturas bellas sino de aquellas otras que se convierten en devoradoras de las más débiles.
Es la madre ante la cual se revela, según lo manifiesta a Francis:
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
-No, ella es como una madre que ha dado a luz a multitud de hijos sin importarle
que vivan feliz o miserablemente, o si no viven del todo. En vez de proveerlos
adecuadamente, ha dispuesto a la mayor parte de ellos contra otros como
depredadores y sus víctimas. Amo a muchos de los hijos pero no puedo
realmente amar a una madre semejante. ¿Puedes tú? (Skutch, 1997, p. 79)
El don de Merenda de comunicarse con el entorno natural la lleva a ser parte de un
mundo al que aspira Francis, que debe pasar por un proceso de redención para “ganar” no
solo la confianza de Merenda, sino de ese medio anhelado pero ajeno y desconocido al
mismo tiempo. La unión final de ambos es el símbolo de lo que representa la posibilidad
de comunión entre el blanco y la naturaleza, a pesar de que Merenda posee igual
condición de blancura que la de su prometido. Quizás por lo que representa la forma de
asimilación tal que ha logrado, que la lleva, a pesar de su diferencia en relación con el
entorno, a asimilarse por completo con este. Es el símbolo de una diferencia que logra
transgredir el espacio de lo imposible y pasa a formar parte de ese mundo distante,
construido desde el pensamiento del hombre blanco, quien le asigna esa lejanía imposible
de diálogo para someterlo desde su discurso de poder.
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
7
ISSN 1659-331
La propuesta de transgresión de Francis, en tanto manifiesta a Merenda la posibilidad de
vivir con él en otro espacio, representa la oportunidad de una trascendencia de ella a un
espacio que no le resulta del todo ajeno, aunque sí perdido en la memoria. Es el mundo de
sus padres. La unión con Francis representa esa salida a un mundo que le representa un
rompimiento con subida y su devenir, pero al cual accede en tanto su traslado no es la
renuncia a la selva.
Tras la apariencia de lo menos importante, surge la posibilidad de un nuevo conocimiento
que escapa al saber de Francis. Merenda le enseña la importancia del guarumo, al menos
para ella y como hábitat para muchos animales e insectos, aun cuando muchos lo
consideren como maleza, según lo indica el propio Francis. Es la aprehensión de un saber
que a muchos resulta inasible.
En verdad, Francis realiza un viaje, un tránsito, pero no físico por la selva, sino simbólico,
que representa la adquisición de una visión de mundo al cual ha deseado acceder, pero
que solo con el encuentro de Merenda logra asimilar plenamente. En ese viaje aprende no
solo lo hermoso, como el encuentro de la felicidad al lado de la mujer a la cual desea
unirse, sino que con esta descubre también la barbarie que los hombres blancos han
dejado en su viaje de muerte y degradación por ese mismo medio. Es la acción de la
brutalidad en la cual otros encuentran algo similar al placer de matar por matar:
El forastero descubrió a una bandada de esos monos negros que braman ruidosamente,
comiendo hojas en las copas de los árboles. Alzando el arma de nuevo, disparó a una mona
con un monito sobre la espalda. Mientras agonizaba, ella se colgó de una rama con manos
y cola, como si no quisiera herir a su hijo cayendo al suelo con él, pero el pobre pequeñuelo
ya estaba muerto. (Skutch 1997: 118)
A partir de lo anterior, se va construyendo, de manera cada vez más evidente, la idea de
que efectivamente Merenda y la selva representan, ante los ojos de Francis, una
confluencia inevitable. Ambas se interrelacionan y confluyen en una misma percepción, y
se vuelven imprescindibles para el joven científico:
Su amor por Merenda habíase tornado tan clamo y puro, tan profundo y permanente,
como su amor por el cielo azul y la Tierra verde, los cantos de los pájaros y la frágil belleza
de las flores, por todas las dulces influencias de la naturaleza, duraderas o fugaces. La veía
tan indispensable para su felicidad continua como lo eran todas esas cosas, cuya
necesidad había determinado el curso de su vida. Vivir sin ella era una perspectiva tan
sombría como la de vivir donde el sol nunca brilla alegremente en un cielo azul ni algo
verde cubre la tierra desnuda, donde ningún pájaro canta y ninguna flor prospera. (Skutch
1997: 133)
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
8
ISSN 1659-331
Lentamente, Francis va aprendiendo de ese mundo, y es por ello, por lo que su primera
aceptación plena por parte de Merenda representa para él un fracaso. Su proceso de
aprendizaje no ha culminado. Aún no logra ser parte fundamental de ese mundo ajeno al
cual aspira pero del cual no es todavía digno por completo. Debe pasar por un proceso de
redención que logre constituirse para él esa incorporación al mundo de su amada. De allí
la reiteración de Merenda como naturaleza y naturaleza como el símbolo de la mujer a la
cual ama. Es un proceso de comunión inevitable. Para ello, Francis debe ser aceptado por
el medio, por esa naturaleza que se le muestra agreste en ese viaje de aceptación
necesario, pero al cual confluye con la ayuda de Merenda:
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
¿No crees que si nos esforzamos duro podríamos acercarnos más a lo que
deseamos ser? y yo nacimos en lugares bastante separados y nos criamos en
circunstancias muy diferentes. Yo nací en el bosque y crecí como una
compañera de juego de otras criaturas, con el resultado de que llegué a
conocerlas bien y a ser aceptada como una de ellas. Tú naciste en un país donde,
según me has dicho, la mayoría de la gente vive lejos de las criaturas silvestres y
por mucho tiempo ha sido enemiga de ellas. comenzaste más tarde que yo a
amar y comprender a los pájaros como lo hago yo. Por consiguiente, necesitarás
un tiempo más largo para que ellos confíen en ti como confían en mí…(Skutch,
1997, p. 176)
La aspiración al paraíso de la selva, por parte de Francis, contrasta con la posibilidad de
que Merenda renuncie a ese mundo de ensueño, con tal de viajar al lado de su esposo
futuro. El viaje al mundo de los blancos no implica, sin embargo, la renuncia, sino un
cambio, un nuevo proceso de conocimiento que ahora se desplaza a Merenda y no a
Francis.
En su viaje de purificación, para ganar el amor de Merenda y merecer el matrimonio y la
unión con esta, Francis se aleja de ella y recorre diversas tierras. En uno de esos viajes
percibe la barbarie que representa la cacería de pájaros para consumo de algunos pocos.
Engañan a las aves y las atraen al fuego, a la luz, y allí los derriban con golpes de garrote
hasta matarlos o dejarlos agonizantes. Su reclamo a estos cazadores exige justicia y
enfrenta la ilógica de actos en los cuales la violencia causa la muerte de las pobres aves
que, en definitiva, poseen muy poca carne para alimentar a familias enteras. Se horroriza
ante lo que representa la violencia de un mundo descarnado, al cual él no aspira, pero ante
el que no puede permanecer en silencio.
Paulatinamente adquiere el derecho de pasar a formar parte de un mundo que le ha sido
esquivo, no totalmente, pero sí como nuevo espacio vital, su espacio existencial:
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
9
ISSN 1659-331
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
Con alegría, Francis montó sobre el paciente Siguamonte y se encaminó en
dirección al río color turquesa y a su novia, hacia aquel bosque majestuosos
donde la había dejado, aquellos rememorados senderos por el río y la montaña
donde él había vagado con ella y aprendido a amarla, como también a las cosas
que ella amaba. Se sentía más digno de ella, ahora que la duración de su amor
había sido puesto a prueba por la ausencia y el trabajo. Sus labores lo habían
hecho más fuerte, sus manos más duras para soportar las tareas de su finca, sin
disminuir su receptividad a las bellezas y benignas influencias de la naturaleza
(Skutch, 1997, p. 196)
Finalmente, la ceremonia, pasada por el “filtro aprobatorio” del tortolito, afirma y reafirma,
a plenitud, la comunión lograda por Francis y Merenda. El ganar el amor de su novia es
ganar la inocencia selvática, así como la comprensión y simpatía para con la naturaleza por
parte de Merenda, tal como el propio Francis lo señala. Es lograr su acercamiento total a
una selva que lo acepta y lo acoge. Es una relación de diálogo finalmente lograda. Es el
triunfo de un amor que termina por entronizarse en el espacio de una selva que adviene
tierra prometida. La “apertura” de Francis es su forma de ser aceptado, y de aceptarse en
su nueva condición. Su encuentro con Merenda es la evidencia de un proceso de
aprendizaje, de una lectura que lo enriquece y que le permite asimilarse a un mundo
ajeno, pero del cual se apropia, y es “apropiado” por este.
BIBLIOGRAFÍA
Bodas, L. (2012). “Humanismo, humanidad, humanitarismo. Los avatares de la idea de los
derechos humanos en Jacques Ranciere”, en Humanismo/animalismo (Miguel
Cereceda, Tomasso Menegazzi, editores). Madrid: Arena Libros. Páginas 185-20.
Chavarría, G. (2010). Literatura y humanismo en el Siglo XXI. San José, Costa Rica: s.e.
Espinosa Brilla, D. (2003). “Humanización de la Educación en las Humanidades”. Revista
Girasol, Volumen I, Abril 2003, Extraordinario, pp. 141-147.
Skutch, A. F. (1997). Merenda.Un romance en las selvas del trópico. San José, Costa Rica:
Halder Books.
Valembois, V. (2007). Vigencia y vivencia del Humanismo. San José, Costa Rica: Editorial de
la Universidad de Costa Rica.
Merenda y la selva como espacio idílico-amoroso
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo