Dossier | Mujeres y humanismo: reflexiones, críticas y aportes
En esta novela publicada en el año 2000 predomina el tema de lo amoroso, como tema
que da excusa a la referencia vital de la naturaleza y al entorno que contiene la historia de
amor y desencanto del personaje principal, es el relacionado con el devenir de Lucía con su
esposo Felipe y su amigo Fernando, en una especie de relación de amor-odio que se
desarrolla a lo largo de la trama.
La mujer, en la literatura en general, va ocupando un espacio de asimilación diferente,
hasta adquirir una voz importante. En este texto en particular, la voz de Lucía es una
reflexión con respecto a lo que significa su espacio en el mundo. Su ser mismo. Si el
Humanismo plantea el redescubrimiento del ser humano, Lucía se va redescubriendo a sí
misma y procura darle un sentido a su vida, a su vitalidad.
Novela de meditación, de ensimismamiento en la cual Lucía, como luz que se ilumina a sí
misma, que da cuenta de su ser, de sus encuentros y desencuentros, “arroja luz” en torno a
su existencia y va dando cuenta de su vida por medio de la palabra reflexionada, de su
encanto y desencanto, de su relación fallida con el esposo, de su búsqueda, de su intento
de ser feliz, de su imposibilidad para encontrar la felicidad.
Cada uno de los epígrafes que contiene la relación de los pequeños capítulos, por llamarlos
de tal manera, van construyendo el significado principal de la novela, a manera de guías,
en donde la lluvia, la idea del agua, el pasar mismo de esta, es la historia que fluye, desde la
niñez hasta la edad adulta de Lucía, en donde la niña y la mujer, la mujer y la niña se tejen
y destejen en una relación intrínseca: son una, son la misma y son distintas. Las
expectativas vitales han cambiado, Lucía es otra, “luce” diferente, a pesar de que se arraiga
a los recuerdos, a pesar de que los recuerdos “reproducen” su historia, su vida. Estos
epígrafes funcionan como metáforas en su relación con el mundo. Es el devenir, el cambio,
el fluir del agua, el fluir de la vida. Es Lucía que deja de ser la niña, ya no solo en actitud sino
en su relación con el mundo, con los otros, con su esposo, consigo misma.
La narración en primera persona permite ahondar en el relato interiorizado y psicológico,
característico incluso de la narrativa de Julieta Pinto, y nos da la certeza no solo de la
profundidad del personaje, sino de sus conflictos, de sus dudas existenciales, de sus
temores, de sus anhelos, de la complejidad de Lucía como personaje central en su relación
con los otros.
La niña Lucía, paulatinamente, va renunciando a sus mundos de ensueño y descubre un
nuevo universo de desencanto, de desilusión, pero también de reflexión. De nuevo, como
el agua, como el río, como el concepto de Heráclito de Éfeso. Las cualidades esenciales del
ser humano, que plantea el Humanismo, confluyen con las cualidades que Lucía exhibe. Es
su compromiso con la vida y consigo misma. Es la defensa y búsqueda de su propia
verdad, en relación no solo con los demás seres humanos, sino también con ese espacio
ocupado por la naturaleza y cada uno de sus elementos.
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ISSN 1659-331
El lenguaje de la lluvia, de Julieta Pinto...
| Alvarado Vega, Óscar Gerardo
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022