El Sufismo (Misticismo) Islámico, elementos sufíes en...
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ISSN 1659-331
Revista Estudios, 2022
| Julio 2022
I Sección: Historia y Pensamiento
28. Reynold Nicholson, Studies in Islamic Mysticism, Cambridge University Press, Cambridge, 1978, p. 80. Véase
también: Ibn Mansur al-Hallaj, The Tawasin. The Great Sufi Text on the Unity of Reality, traducción al inglés de
Aisha Abd al-Rahman at-Tarjumana, Diwan Press, Berkeley y Londres, 1974. Véase también: John Arberry, Sufism.
An Account of the Mystics of Islam, Mandala Books, Londres, 1979, pp. 60 – 61.
29. Para mayores detalles al respecto véase: Reynold Nicholson, The Idea of Personality in Sufism, Muhammad
Ashraf, Lahore, 1970, pp. 38 – 39. Véase también: Al‐Husayn Ibn Mansur al‐Hallaj, Kitab al-Tawasin, p.175, citado por
Nicholson, The Idea of Personality in Sufism, p. 39. Marin Guzmán, El Islam: Ideología e Historia, pp.198-200. Marín
Guzmán, ”Sufizm - Mistycyzm Islamu”, pp. 113 – 118.
30. Citado por Reynold Nicholson, Studies in Islamic Mysticism, p. 80. Véase también: Hitti, Islam, Modo de Vida,
p. 105. Abu al-‘Abbas Shams al-Din Ahmad b. Muhammad b. Abi Bakr Ibn Khallikan, Wafayat al-A‘yan wa Anba’
Abna’ al-Zaman, El Cairo, 1299 H., citado por Hitti, Islam, Modo de Vida, p. 105. Véanse también: Marín Guzmán, El
Islam: Ideología e Historia, p. 195. Marín Guzmán, “Sufizm - Mistycyzm Islamu”, pp. 113 – 118.
31. Louis Massignon, The Passion of al-Hallaj. Mystic and Martyr of Islam, Princeton University Press, Princeton,
1982, pp. 560 ss. Brockelmann, History of the Islamic Peoples, p. 150. Para mayores detalles véanse también; Marin
Guzmán, El Islam: Ideología e Historia, pp.198-199. Marín Guzmán, “Sufizm - Mistycyzm Islamu”, pp. 113 – 118.
López Brenes, Manuel Enrique
Marín Guzmán, Roberto
El punto central de su doctrina fue el amor a Dios. Consideró que el amor era capaz de
contener al cuerpo humano de una forma tan completa que la persona ren día su ego para
ser disuelto en Allah. Para al‐Hallaj, el objetivo final que debía tener toda persona, no sólo
los sufíes, era la unión con Dios, lo que se lograba por el amor. Al‐Hallaj aseguró que la
esencia de Dios era el amor y que antes de la Creación, Dios se había amado a Sí mismo, lo
que le permitió revelarse. Deseando mantener ese amor como un objeto externo, en toda
su soledad, Dios trajo de la no existencia una imagen de Sí mismo, con todos Sus atributos
y nombres. La imagen divina en la cual y por medio de la cual Dios se hizo mani fiesto fue
Adán.
Al‐Hallaj distinguió la naturaleza humana (nasut) de la divina (lahut). Aunque desde el
punto de vista mís tico están unidas, no son esencialmente idénticas ni inter cambiables,
pues la personalidad sobrevive a pesar de la unión. Todos estos pensamientos le trajeron
serios problemas con los ‘ulama’, los que se agudizaron cuando aseguró: Ana al‐Haqq (Yo
soy la Verdad). Los canonistas le reprocha ban su teoría de la unión mística, pues al
confundir lo humano con lo divino, en opinión de los ‘ulama’, tendía a un panteísmo. Por
otra parte, los políticos lo acusaban de agitador. Al‐Hallaj también expresó lo siguiente, con
lo cual la oposición de los ‘ulama’ se acrecentó: “Yo soy El que amo, y El que amo es yo.
Somos dos almas en un cuerpo. Cuando me ves, Lo ves, y cuando Lo ves, nos ves a ambos”.
Con lo anterior no planteaba una autodeificación. Sabía muy bien que no era Dios, pero
decía que Allah lo había trascendido, absorbido, hasta quedar sumergido en Él. Los ‘ulama’
consideraban estas ideas como herejías, por lo que lo sentenciaron a muerte en Bagdad.1
Es curioso hacer notar que al‐Hallaj murió como un mártir, pues lo hizo por Dios que le
había absorbido completamente. Al mismo tiempo provocó que quienes lo ejecutaban
fueran “combatientes por la fe” (soldados de la Jihad), pues lo hacían también por Dios. A
pesar de que a al‐Hallaj lo ajusticiaron por sus doc trinas sufíes, y no obstante el hecho de
que muchos otros sufíes sufrieron encarcelamientos y muerte, estas ideas y las prácticas
místicas siguieron existiendo. Los sufíes aseguraron que por su contacto personal con Dios
podían probar su Unidad, Unicidad (tawhid), asunto que tanto preocupó a los teólogos y a
los filósofos.
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