I Sección: Entre la historia colonial y la historia contemporánea
que lograba imponerse tras los pregones como mejor postor. Parece ser una forma de
proveer muy parecida a la que algunos especialistas denominan ‘‘estanco’’, aquel contrato
que acordaba la duración del servicio con el abastecedor, el valor de la carne y sus
provechos, los días y horarios de las matanzas, las rentas, más el control de la calidad del
resultado (Dupuy, 2009, p. 145). En el caso de Buenos Aires, los costos de las cosas eran
impuestos directamente por la sala capitular, pese a que el servicio en cuestión también se
pregonaba: el 9 de abril de 1589, el Procurador General recomendó que se interviniera,
porque mientras el año pasado se daban 32 libras, en el corriente se estaban dando 24 por
el mismo monto, lo cual era perjudicial para el vecindario. Asimismo, creyó que era preciso
que se tasaran los cueros. Finalmente, se remataron las carnicerías a 24 libras de producto
por 16 onzas la lira, en la persona de Juan Castro, por no haber otro ponedor (AGN. AECBA,
Tomo I, Libro I, pp. 15-17).
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ISSN 1659-331
Cabildo, cabildantes y abasto local en el Río de la Plata colonial temprano
| Pelozatto Reilly, Mauro Luis
Revista Estudios, 2022
N. 45 | Diciembre 2022 - mayo 2023
Por otra parte, no sólo se consumía pulpa de res, al menos es lo que reflejan los
testimonios provenientes de Buenos Aires y Santa Fe. En el primer caso, sabemos de la
utilización de cerdos y ovejas, gracias a las denuncias que se incluyeron en las peticiones y
resoluciones de la época. Así, el 23 de enero de 1589, el Alguacil denunció unas ovejas de
Pedro Luis, Juan Ruiz y Pedro López Tarifa, ante el escribano Antón García Caro (AGN.
AECBA, Tomo I, Libro I, p. 4). Lo mismo hizo Mateo Sánchez en agosto de 1590, cuando
acudió al recinto con una petición para que los dueños de los ovinos que dañaban las
chacras pagaran una pena. Se estableció la de 3 pesos por cada vez que ingresaran a
dichos terrenos (AGN. AECBA, Tomo I, Libro I, p. 89). La misma actitud fue tomada para con
los chanchos. Esto se notó el 16 de julio de 1590, el apoderado del vecindario se quejó de las
personas que tenían a sus puercos por las calles sin ocuparse de su vigilancia, suplicando a
los dirigentes que establecieran multas para ello (AGN. AECBA, Tomo I, Libro I, pp. 79-80).
El lanar se caracterizaba por su bajo costo por cabeza, y por ser útil para el
aprovechamiento de la carne, la lana y el pellón (Mayo, 2004, p. 41). Por su parte el porcino,
lejos de servir únicamente como fuente para la alimentación, también se usó para las
extracciones de grasa y sebo, provechos de múltiples beneficios para la época (Del Río
Moreno, 1996, pp. 34-35). Sin dudas, esta variedad de provechos se puede apreciar mejor en
los tratamientos del cuerpo vecinal santafesino. El 13 de diciembre de 1577, se pusieron lo
que valdrían las crías de la vacada y la yeguada, ovejas, cabras y lienzos (AGPSF. ACSF,
Tomo I Primera Serie, fol. 19v-19r). De la misma manera, el 7 de enero de 1584 se
arancelaron los siguientes artículos: trigo, maíz, frijoles, vacas, yeguas, ovejas, cabras,
algodón, lana, sal, harina, vainas y cuchillos (AGPSF. ACSF, Tomo I Primera Serie, fol. 64v-
64r).
Queda clara la variedad dentro de los hábitos de consumo de carne, sobre todo en el caso
santafesino, aunque nunca se podría comparar con la diversificación -inicial o posterior-,
de la canasta alimenticia en lugares como Santiago de Chile (Martínez Barraza, 2018),
Santafé de Bogotá (Castaño Pareja, 2017) o Ciudad de México (Moncada González, 2017).
LA CANASTA DE CARNES Y OTRAS ALTERNATIVAS GANADERAS