El presente artículo es un acercamiento a la obra narrativa del escritor mexicano
Manuel Sánchez Mármol con la finalidad de encontrar vasos comunicantes entre sus
cuentos marítimos y otros relatos de la literatura universal, donde el mar se muestra
al lector como un gran escenario. A través de sus cuentos marítimos, Viaje de novios
(1905), Oceánida (1904) y El túnel número 12 (1904), se busca este acercamiento a la
narrativa de Sánchez Mármol, novelista y cuentista poco valorado en su tiempo e
ignorado por la crítica literaria (Sol, 2011). Sánchez Mármol fue considerado un escritor
realista y de acuerdo con sus escasos críticos, podría figurar al lado de Benito Pérez
Galdós y José Tomás de Cuellar. Por ello, otro de los fines de este artículo, es poner
sobre la mesa el nombre de un escritor escasamente estudiado, para su lectura y
análisis, por medio del rescate de su obra y su memoria.
Palabras clave: literatura; narrativa marítima; viaje; desplazamiento; escritores
mexicanos.
RESUMEN
ABSTRACT
This article is an approach to the narrative work of the Mexican writer Manuel
Sánchez Mármol. The purpose is to find communicating vessels between his
maritime tales and other universal literature stories where the sea is shown to the
reader as the grand stage. Through his maritime tales, Voyage of Boyfriends (1905),
Oceánida (1904) and Tunnel number 12 (1904), this approach is sought out on the
narrative of Sánchez Mármol, novelist and storyteller that was not valued in his time
and was ignored by many literary critics (Sol, 2011). Sánchez Mármol was considered a
realistic writer and according to his few critics, he could be placed among Benito
Pérez Galdós and José Tomás de Cuellar. Therefore, another purpose of this article is
to bring to the table the name of a writer that has been scarcely studied, so that
through reading and analyzing his works, his memory can be recuperated.
Keywords: literature; maritime narrative; travel; displacement; Mexican writers.
The sea as stage in the literary work of Manuel Sánchez Mármol,
Mexican writer and promoter of the realistic novel in the nineteenth and
twentieth centuries
EL MAR COMO ESCENARIO EN LA OBRA
LITERARIA DE MANUEL SÁNCHEZ MÁRMOL,
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ISSN 1659-331
La Revista Estudios es editada por laUniversidad de Costa Ricayse distribuye bajo
unaLicencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Internacional.
escritor mexicano e impulsor de la novela realista en los siglos XIX y XX
Kristian Antonio Cerino Córdova
Universidad Veracruzana
Xalapa, México
librodemar@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-4306-9203
Recibido:
Aceptado:
02 de agosto del 2022
10 de octubre del 2022
IV Seccn: Visiones literarias de xico y Costa Rica
Revista Estudios, 2022
N. 45 | Diciembre 2022 - mayo 2023
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A los catorce años Manuel Sánchez Mármol dejó Cunduacán, Tabasco. Era 1853.
Cunduacán, el “lugar de ollas de maíz y serpientes” en náhuatl, ya no era el espacio idóneo
para que el joven lector continuara sus estudios. La biblioteca personal y la de la Iglesia le
eran insuficientes para su formación preparatoriana. Así, apoyado por los sacerdotes de la
región, Sánchez Mármol (1839-1912) emprendió el éxodo a Mérida, Yucatán, una ciudad con
mayor oferta educativa. En lo inmediato, a la par de sus estudios de bachillerato, comenzó
su otra carrera, quizá la que más satisfacción le dio: la literaria. En Mérida, el tabasqueño
estudió en el Seminario Conciliar de San Idelfonso y una vez concluida la preparatoria
eligió la carrera en Derecho.
Cunduacán y Mérida coincidentemente se encuentran a unos treinta kilómetros de la
costa del Golfo de México. Cunduacán lo está del puerto de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco,
y Mérida del puerto de Progreso en Yucatán. Sánchez Mármol, en ambas localidades
habitadas siempre se mantuvo en tierra adentro.
Alejado del oleaje y de las rachas de los vientos, en los lugares de tierra firme, el autor de
novelas como Pocahontas (1882) y Antón Pérez (1904), enfocó su obra narrativa a los
espacios de grandes planicies. Sin embargo, Sánchez Mármol eternamente estuvo
rodeado de lagunas y ríos. Siete años antes de morir, el narrador de novelas dio un giro de
tuerca o de timón al escribir cuentos cortos, tres de estos con olor a sal. ¿En qué instante,
Sánchez Mármol vio en la mar el escenario para desarrollar sus cuentos que publicó en la
revista Arte y Letras de México, entre 1904 y 1905?
Los cuentos marítimos de Manuel Sánchez Mármol, publicados en los primeros años del
siglo XX, están hoy alejados de toda discusión literaria. Esporádicamente, los estudios
críticos se han enfocado más en las novelas de este autor: Pocahontas y Antón Pérez, pero
Sánchez Mármol es evocado, cada vez con menos frecuencia, como el novelista que fue, y
pocos saben de su trabajo como cuentista o articulista.
En 2011, en Tabasco, se imprimieron las obras completas de Sánchez Mármol con el
propósito de poner -otra vez- sus escritos ante los ojos del lector y generar un nuevo
debate literario. Así como otros escritores ambientaron sus historias en la mar, siguiendo
esta tradición que data de Conrad, Defoe, London, Melville, Stevenson, Scott…, Sánchez
Mármol publicó tres cuentos marítimos: Viaje de novios (1905) que describe el naufragio
del barco “El Veracruz”, Oceánida (1904) y El túnel número 12 (1904), obras que han estado
en la otra orilla o al margen de lo que llaman canon literario, listado de autores y obras
literarias “consideradas con altos valores estéticos”. Qué es el canon y quiénes lo delimitan
es un problema que se debate hasta nuestros días; al menos entre los autores y obras
antologadas, catalogadas, comentadas, discutidas, estudiadas y reimpresas en México,
poco se ha hablado de los cuentos de Sánchez Mármol. Es decir, podría decirse, que el eco
de su obra cuentística solo ha tenido resonancia en el sur.
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PRELUDIO
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IV Sección: Visiones literarias de xico y Costa Rica
Las obras completas de Manuel Sánchez Mármol compilada por el investigador Manuel Sol
T., y publicada por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, permiten en el remar de
un siglo, si tomamos como referencia los últimos escritos de Sánchez Mármol en los
primeros años del XX, volver a mirar las novelas y en este caso, los cuentos del autor
elogiado por el ensayista Alfonso Reyes.
A Grosso modo, Sánchez Mármol encontró en Mérida una dinámica distinta a la de
Cunduacán y Villahermosa, capital de Tabasco. Había más escuelas y halló a un sinfín de
escritores y periodistas que se mantenían activos por las publicaciones de diarios,
periódicos y revistas. Vio de cerca los conflictos de castas en Yucatán y conoció a figuras de
la talla de Justo Sierra O´Reilly, autor de la novela El filibustero (1841), fundador de
periódicos en la península de Yucatán, y quien morirá ocho años más tarde a la llegada de
Sánchez Mármol a Mérida.
En el siglo XIX, la literatura marítima en México, influenciada por la europea -pensemos en
la novela El pirata (1822) de Walter Scott-, echa sus raíces no solo en El filibustero de Sierra
O´Reilly sino en Los piratas del Golfo, otra novela oceánica escrita por Vicente Riva Palacio
en 1869. Es probable que estas obras de mar influenciaron a Sánchez Mármol y lo llevaron
a subirse al navío narrativo de los cuentos para escribir en un lapso de dos años: Viaje de
novios, Oceánida y El túnel número 12.
Pero el lector hallará en Viaje de novios el destino cruento por el naufragio del navío “El
Veracruz”, como ha sucedido con una decena de barcos vencidos en la literatura; entre
ellos: el “Pequod”, el barco ballenero del capitán Ahab, en Moby Dick (1851); el vapor, el
“Nan-shan” del capitán MacWhirr en Tifón (1903), novela de Conrad; o “El Patna”, un vapor
que naufraga al llevar musulmanes a la meca, en la obra literaria Lord Jim (1900), también
de Conrad.
Sánchez Mármol, antes de que su obra fuera arrastrada por los vientos de la narración
marítima, participó en la fundación de revistas yucatecas como La Guirnalda y La Burla
(1860). En la introducción a las obras completas, Manuel Sol T., recupera la esencia de la
finalidad de La Burla: “Estamos empalagados de periódicos seriotes cuya lectura da
empacho; lo que queremos ahora es reírnos, ¿de quién? del mundo entero, de nosotros
mismos”.
Así como los navíos o las lanchas son llamados por sus capitanes o dueños “El pelícano”, “El
alción”, “La garza”, Sánchez Mármol, y otros escritores más que publicaron en La Burla,
usaron seudónimos para firmar sus artículos. El de él fue “El Duende”. En su trayectoria
periodística y literaria usó después otros sobrenombres, entre estos: “Cándido” (1873) en el
periódico El Radical y “Fulano de Tal” en su obra La pálida (1890), que luego se titulará, en
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INFLUENCIAS LITERARIAS DEL MAR EN LOS CUENTOS DE SÁNCHEZ MÁRMOL
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una siguiente reimpresión, Juanita Sousa. Con el mote de “El Duende”, el originario de
Cunduacán se abrió brecha en el periodismo con un salto posterior a la literatura al
publicar, como lo hicieron O´Reilly y Riva Palacio, novelas por entregas en los periódicos.
En 1861, Sánchez Mármol, el abogado metido en el mundo de las letras, publicó en El
Álbum Yucateco la novela La venganza de la injuria, ambientada en el conflicto de castas
de Yucatán.
La crítica, en su momento, elogió la novela La pálida o Juanita Sousa. El cronista Ángel del
Campo, Micrós, destacó el valor literario de sus personajes y del oficio de escritor en
Sánchez Mármol. Otra obra sobresaliente en la carrera de este escritor, que fungió como
legislador en diferentes momentos, fue Las Letras Patrias, un estudio de la literatura
mexicana del siglo XIX. Así como Letras Patrias recibió elogios, así sucedió también con
Antón Pérez, quizá la novela más celebrada de Sánchez Mármol; en la que se narra un
hecho de lucha de la población local contra las tropas francesas que intentaron invadir
Tabasco entre 1863 y 1864.
Sobre sus cuentos, estos no han sido estudiados porque se desconocen. No hay menciones
en la crítica de los estudios del género (Sol T, 2011, p. 40). En resumen: siguen siendo sus
novelas (Antón Pérez y Pocahontas) las más reimpresas, al menos en Tabasco. Las últimas
reimpresiones datan de 2004 a través del sello editorial del gobierno estatal, y de 2011, las
obras completas de Sánchez Mármol que rescata, además, su obra cuentística y
periodística.
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Ciertamente, la producción literaria de Sánchez Mármol fué escasa
relativamente a su capacidad, pues tenía arrestos para mucho más. Pero hay
qué tener presente que por desgracia en nuestra patria el cultivo de las letras no
es una profesión lucrativa y que generalmente los literatos no se dedican a estas
tareas sino en sus ratos de ocio […] Sánchez Mármol tenía una familia numerosa y
de preferencia debía consagrarse a las tareas que le proporcionaran el sustento
de los suyos. (Cantón, 1990, p. 14)
La crítica recientemente se ha preguntado el porqué de la efímera difusión de la obra de
un gran narrador de la segunda mitad del siglo XIX y también se ha cuestionado el
descuido del autor por divulgar su propia obra.
¿Cómo explicar esta precaria difusión y en consecuencia el escaso conocimiento
que se tiene de un escritor, cuya obra podría parangonarse con algunos de los
mejores narradores de la segunda mitad del siglo XIX? En primer lugar, habría
que tener presente que Sánchez Mármol no perteneció a ninguna sociedad o
tertulia literaria encargada de darle difusión a las obras de sus socios o amigos. Y,
en segundo, como han dado testimonios muchos escritores que lo conocieron y
tuvieron amistad con él, Sánchez Mármol nunca se encargó personalmente de
difundir su obra. (Sol, 2011, p.10)
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Los naufragios en la literatura son una constante. Ni los grandes navíos se han mantenido
a flote ante las tempestades o la aparición del leviatán. Desde luego hay excepciones. Se
han hundido carabelas, corbetas, bergantines, galeones, goletas, vapores, así como
también bajeles, urcas, praos y naos. Entonces, qué otro destino pudo tener el buque “El
Veracruz”, en Viaje de novios, que desapareció, ante la tormenta despiadada en el canal de
La Florida con dirección a México.
Por ello, es pertinente compartir una breve sinopsis del cuento Viaje de novios: dos
enamorados se casan un ocho de noviembre de 1879 y el barco, con todos sus tripulantes,
naufraga tres días después sin sobrevivientes. Los novios, de origen neoyorkino, eligen
México como el país-destino para disfrutar del amor. El narrador del cuento llama al novio
“un mancebo arrogantísimo” y a la novia una “hechicera”; boda a la que asiste “la flor y nata
de la sociedad neoyorkina”.
La recepción de los invitados es el mismo embarcadero en donde está por zarpar “El
Veracruz”. Se sirve el almuerzo “con todos los refinamientos que el arte yanqui sabe poner
en estas comidas aparentemente frugales”, entre “la plata y las porcelanas y los cristales”
que “reían ahí con risas que hubiera sonado como carcajada de orgía”. (Sánchez Mármol,
2011, p.396).
El narrador de Viaje de novios teje el relato alrededor de la ironía y prepara al lector a
transitar entre un instante de aparente sosiego a otro de gran desasosiego, justo en el
momento que el capitán Van Size, vislumbra la tormenta: Del sosiego “el mar sentíase, sin
duda, complacido de ofrecer sus movibles lomos al coqueteo piróscafo” al desasosiego por
“el capitán Van Size exploró el cielo, y advirtió que hacia el nordeste se esfumaban ráfagas
de celajes semejando colas de gallo”. Llamó al piloto y al contramaestre; señalándoles el
cielo, “donde los celajes en figura de descomunales alfanjes, heridos por los rayos del sol
que descendía al ocaso, se teñían de tenue oro mate”. (Sánchez Mármol, 2011, p.398)
Así como el navío el “Nan-shan”, el barco ficción de Conrad, se enfrenta al huracán, así “El
Veracruz” se aproximaba al duelo que sostendrá con la tormenta. En la novela Tifón (1907),
el narrador dice: “el movimiento del barco era extravagante”, “sus sacudidas eran de una
impotencia aterradora”, “cabeceaba como si fuera a hundirse de proa en el vacío, y parecía
como si cada vez se golpease contra la pared”. (Conrad, 1985, p.55)
En cambio, el narrador en Viaje de novios relata que el “generoso barco, dócil al timón,
sentíase presa de las caprichosas olas que azotaban sus flancos con loco frenesí, y a las que
en vano se esforzaba por poner la proa que parecían esquivar traidoramente”. (Sánchez
Mármol, 2011, p.399)
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En el “Nan-shan”, los tripulantes se sujetan “en la noche ciega” cerca del puente del barco
para no caer al agua; en “El Veracruz” miran desde la toldilla “la rara lividez del mar, cuyas
olas, al romperse en la proa y en los costados del buque, espumaban pálidas
fosforescencias”. Lo que los pasajeros de este último navío demuestran es aún esa
incredulidad de que nada va a ocurrirles. El “Nan-shan”, destartalado y mutilado,
encontrará la orilla al amanecer. No así “El Veracruz” que avanzó unas cuantas horas hasta
perder el castillo de proa y el velamen, y más tarde, el timón que fue arrancado por el
viento.
Los novios pasan a un segundo plano en la narración, pero son puestos -otra vez- en la
escena en medio de la tormenta, metidos en un bote entre las tinieblas; una canoa que ya
no les da garantías de sobrevivencia. Queda un bote. El capitán quiere que sus marineros
se salven, menos él al decir: “yo soy el alma de este barco, debo perecer con él”. Un gran
oleaje hizo desaparecer el navío. ¿Qué fue de los viajeros, de los novios, de los marineros?
El narrador, a manera de epílogo, añade unas líneas: “Es fama que, en las noches de
tempestad, en aquella parte de la costa de La Florida, de la superficie del mar se levantan
espantosos espectros, que con los brazos extendidos y lanzando desgarradores lamentos,
corren despavoridos a estrellarse en la playa”. (Sánchez Mármol, 2011, p.403)
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Asimismo, de estos fantasmas, tripulantes o buques, está repleta la literatura marítima de
mediados de siglo XX; pensemos en El astillero de Onetti, en los barcos fantasmas de
García Márquez o en los lanchones ilusorios de Álvaro Mutis.
En Oceánida, el otro cuento marítimo de Sánchez Mármol, no hay un tifón que aseche al
barco “El Alexandría”, que zarpa del puerto de Veracruz con destino a Cuba. El punto de
llegada se sabrá después, en el relato, así como las escalas que hará en su tránsito por el
Golfo de México: en Frontera y Progreso, puerto tabasqueño y puerto yucateco. “El
Alexandría” no está en peligro. Es más, navega con buena mar.
Sin embargo, uno de sus tripulantes viaja con un tifón interior, un huracán que lo
atormenta. Se trata de Pablo Zurbarán que se ha avituallado en el navío con una pistola
con la que seguramente se suicidará. El narrador y tripulante describe la melancolía, que
según él, hay en Zurbarán y se lo hace saber al capitán. Este ordena la revisión del
camarote y confiscan el arma de quien consideran “un enfermo del alma”, agravado por
un desamor. El narrador, hasta este punto, ya nos ha contado de una cantante
santiagueña que también viaja en la embarcación: Dione Pombal.
EL MAR Y LA DESESPERANZA EN OCEÁNIDA
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Ante la petición de devolución del arma y el rechazo como respuesta, Zurbarán toma otra
alternativa para morir; atado se arroja al mar: “se encaramó sobre el asiento”, se abotonó
de arriba a abajo “el vestón y como empujado por un resorte se tiró al agua”. Jolly, un
marinero, lo rescata pese a que él “pugnaba por irse a pique, haciendo esfuerzos
desesperados por desasirse de los férreos dedos que lo aprisionaban” (Sánchez Mármol,
2011, p.371). El joven decepcionado de amor es salvado, y en su delirio mientras se recupera
de la zambullida, ve en lo cerca a Dione Pombal. A partir de esta primera visión encuentra
el camino de la salvación.
El agua, como en Viaje de novios, salpica a los lectores de las descripciones del narrador
que pone énfasis en el paisaje marítimo: “Habíamos zarpado de Progreso. Caía la tarde. El
sol semejaba a un disco incandescente, y aumentando de tamaño y decreciendo en
intensidad luminosa a medida que se acercaba al remoto horizonte en que cielo y mar se
confundían”. (Sánchez Mármol, 2011, p.373)
Son estos ocasos que ven Zurbarán y Pombal, ocasos que trazarán un camino mutuo entre
la cantante cubana y este pianista mexicano que se había arrojado al mar. El cuento se lee
al movimiento del navío, si no olvidamos que el viaje se desarrolla en la calma de este mar.
En el cuento Túnel número 12, otra pareja de novios hace un viaje a Santander, España. No
sabemos cómo fue el viaje en la mar, solo que abordaron el barco español “Alfonso XIII”, en
medio de la multitud que “hormigueaba” desde el andén. En este relato el olor a sal se
evapora porque el navío aún está en el muelle, sin perder de vista que el novio ya ha hecho
un primer viaje, en barco, a México en la búsqueda de la novia. Los 3 cuentos hacen
alusiones al sosiego y desasosiego, a las costumbres del matrimonio y a esa época en la
que el viaje de boda, por la vía marítima, era una tradición. Sánchez Mármol, como
cronista, traslada esos roles de las sociedades del siglo XIX a sus obras. En el último tramo
de su vida Sánchez Mármol publicó estos tres cuentos marítimos, hasta hoy poco
estudiados por la crítica.
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En el artículo “Un Porfiriano: El maestro Sánchez Mármol”, el ensayista Alfonso Reyes,
escribió que
ABAJO EL VELAMEN DEL BARCO: MUERTE Y PARTIDA DE SÁNCHEZ MÁRMOL
en la Escuela Preparatoriana, leía Sánchez Mármol historia de México y después
charlaba sobre literatura. Allí le conocí. Era menor que D. Porfirio, pero estaba
muy acabado. Iba siempre afeitado, y usaba unos espejuelos de arillo de oro;
tenía la sangre a flor de epidermis, la boca senilmente fruncida; una cabecita de
garbanzo que temblaba delicadamente. Bajo de cuerpo, nervioso; por mentir
vigor, andaba como a saltitos, se movía como con resortes y a pasos muy cortos.
Había que ofrecerle el brazo desde el zaguán; de otro modo, no entraba en el
aula. Era muy limpio. Se ponía unos chalecos rojos. Calzaba a la moda vieja, como
si fuera militar. Por burla, afectaba juventud. Al tomar el coche, le gritaba
siempre al cochero, para que lo oyéramos los muchachos: —A casa de la Fulana
—. Quería decir: “Al Senado”. (Musacchio,2006, p.103)
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Sánchez Mármol es considerado el primer novelista mexicano que amplió los campos del
realismo, sobre todo en Pocahontas (1882), sentando así las bases para el arribo de otros
escritores como Federico Gamboa, autor de Santa (1903), una novela ampliamente
celebrada por la crítica nacional. En este sentido, los aportes literarios de Sánchez Mármol
lo hicieron merecedor de su ingreso, en 1906, a la Academia Mexicana de la Lengua.
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A 110 años del fallecimiento de Manuel Sánchez Mármol resulta imprescindible estudiar y
revisar su amplia obra narrativa. Como escritor de relatos, estableció vasos comunicantes
entre sus cuentos marítimos y diversas novelas oceánicas de la literatura universal, donde
el mar se nos muestra, a los lectores, como un gran escenario.
Sánchez Mármol, al alimentarse de otros autores que igualmente siguieron el caudal de la
tradición literaria, sobre todo de la Literatura de Viajes, desplegó una serie de recursos
estilísticos a lo largo de su obra cuentística y mostró toda una época, entre los linderos de
los siglos XIX y XX, a través de sus narradores y personajes. Este, es tan solo un
acercamiento a una obra que merece mayor atención de parte de la crítica, con el
propósito de poner sobre la mesa o en el centro de la discusión, a un escritor poco
valorado en su tiempo.
Era aficionado a la buena música. Tenía una copiosa biblioteca. Lo íbamos a ver a
su estudio y nos hablaba con una cordialidad infinita. Sentado detrás de su
escritorio, los pies sobre una piel de lagarto, contando aquellas historias, aquellas
cosas que él sabía… Siempre tan cortés y tan bueno, tan exquisito […] Tenía una
dolencia literaria: más que nada, a él lo que le gustaba era la buena conversación
y dejar que el tiempo corriera. Su picardía de conversador era de cepa, y todo él,
como un romano decadente. Ni la reuma ni los alifafes le faltaban.
(Musacchio,2006, p.104)
A las diez treinta de la mañana, del 6 de marzo de 1912, Manuel Sánchez Mármol murió en
la ciudad de México y su cuerpo se metió en un ataúd que seguramente buscó, en lo
inmediato, camino a la mar. En sus últimos años él había impartido clases de literatura en
la Escuela Nacional Preparatoria. Falleció, se reseña en las crónicas, en la calle Durango 127
de la capital mexicana. Al día siguiente fue sepultado en la compañía de hombres de letras
y de la política, como Justo Sierra, José María Pino Suárez, Félix F. Palavicini. En el panteón
del Tepeyac fue puesto el cuerpo del tabasqueño que vivió en las épocas del romanticismo
y realismo:
…y supo crear algunas novelas y cuentos, que no desmerecen entre las mejores
obras que se escribieron en México y aun en España, durante aquellos años. Se le
ha comparado -y no es pequeño elogio- por los temas, géneros y estilos, con José
María de Pereda, Juan Valera y Benito Pérez Galdós, y, ya lo decía Ángel del
Campo, Micrós, podría figurar al lado de José Tomás de Cuéllar, Emilio Rabasa y
Rafael Delgado. (Sol, 2011, p. 39)
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Conrad, Joseph. (1985). Tifón. Barcelona: Ediciones Orbis.
Cantón Rosado, Francisco. (1990). “El Lic. Don Manuel Sánchez Mármol. Literato insigne” en
Antón Pérez. México: Gobierno del Estado de Tabasco ediciones.
Musacchio, Humberto. (2006). Alfonso Reyes y el periodismo. México: Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
Sánchez Mármol, Manuel. (2011). Obras completas. Tomo I Novelas, compilación de Manuel
Sol T. México: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco ediciones.
Sánchez Mármol, Manuel. (2011) Obras completas. Tomo II Novelas y Cuentos, compilación
de Manuel Sol T. México: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco ediciones
Sánchez Mármol, Manuel. (1990). Antón Pérez. México: Gobierno del Estado de Tabasco
ediciones.
BIBLIOGRAFÍA
El mar como escenario en la obra literaria de Manuel Sánchez Mármol
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