Este ser relacional del ser humano se desdobla en cada acción dialógica que lleva a cabo,
esté o no en contacto con otros seres humanos. Se afirma esto, no porque Freire lo
enuncie de esta forma, sino porque en su concepto de comunión deja entrever que el ser
del ser humano se construye en su existencia, por ende, existimos “pensando”, existimos
“diciendo” y existimos haciendo” y esa acción dialógica implica, el compromiso frente y en
ausencia de otros. Así pues, para Freire, el ser humano está siendo en el devenir mismo de
su existencia, en la actualidad patente de su acción. Este compromiso aquí y ahora
comporta consecuencias personales y sociales que se vinculan al sujeto social como
actuante en situación.
En concordancia con lo anterior, el acto político / ético, por su base antropológica, se torna
una acción performativa que convierte en realidad y construye el ser del ser humano en
cada instante, relacionalmente. Por esta razón, la acción dialógica construye historia. El ser
humano es un estar siendo y desde nuestra perspectiva, mutuo-participándose en sus
contextos y temporalidad. Esta responsabilidad histórica del ser humano, como ser en
situación y constante hacerse, implica concebir (se) a sí mismo y a los otros, como
“proyectos” en constante construcción; de ahí que, el inacabamiento propio de cada
mismidad (singularidad en términos freireanos) le lleve a concienciar que el “yo” se
construye con otros “yo” que se articulan comunicacionalmente, que es la única forma de
“mutuo-sujetivarse”, entendido esto último como mutuo – potenciación del otro y de
(nos)otros Por esta razón, una educación problematizadora, según la propuesta freireana,
ha de tender hacia un hacer esperanzado
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ISSN 1659-331
Dialogicidad y antidialogicidad en Paulo Freire...
| Rojas Artavia, Carlos Enrique
III Sección: Pensadores, ideas e ideologías
Revista Estudios, 2023
| Febrero 2023
De ahí que corresponda a la condición de los hombres como seres históricos y a
su historicidad. De ahí que se identifique con ellos como seres más allá de sí
mismos; como “proyectos”; como seres que caminan hacia adelante, que miran
al frente; … para construir mejor el futuro. De ahí que se identifique con el
movimiento permanente en que se encuentran inscritos los hombres, como
seres que se saben inconclusos;… El punto de partida de dicho movimiento
radica en los hombres mismos. Sin embargo, como no hay hombres sin mundo,
sin realidad, el movimiento parte de las relaciones hombre-mundo. De ahí que
este punto de partida esté siempre en los hombres, en su aquí, en su ahora, que
constituyen la situación en que se encuentran ora inmersos, ora emersos, ora
insertos. (Freire, 1992, p. 98)
Al partir de esa base antropológica que signa al ser humano como ser inconcluso, como
proyecto abierto en su existencia, como ser temporal – relacional, comprometido, Freire
establece la estructura de su propuesta pedagógica problematizadora / liberadora, ya que,
consciente de su inconclusión, el ser humano quiere ser más como vocación ontológica
realizable en la historia.
Todo aquello que atente contra dicha vocación, menoscaba, según Freire (2002)
El sueño de la humanización, cuya concreción es siempre proceso, siempre
devenir, pasa por la ruptura de las amarras reales, concretas, de orden
económico, político, ocial, ideológico, etc., que nos están condenando a la
deshumanización. El sueño es así una exigencia o una condición que viene
haciéndose permanente en la historia que hacemos y que nos hace y rehace. (p.
127)