La presente ponencia propone la relación intertextual que descubre algunos elementos del mito
griego en la dramaturgia del siglo XX. Eugene ONeill fue un escritor norteamericano
representativo en este sentido.Se trata de una lectura discursiva de búsqueda en la forma y el
contenido de la polisemia textual, en la dramaturgia como un fenómeno dialéctico, anacrónico y
sincrónico a la vez y en la co-herencia que tiene la presencialidad del mito griego aún en nuestros
días. Se parte del proceso cíclico de lectura temático trascendental que se ha planteado en la
dramaturgia a través del tiempo. La lectura hermenéutica se plantea en el mito griego de
Hipólito en la dramaturgia de Eurípides que, a su vez, hace referencia tanto el mito de Fedra
como al de Medea, que son heroínas que matan a sus hijos; y al rechazo que hace Hipólito de la
diosa Afrodita en su representación de la fuerza del Eros en relación con una de las obras más
representativas de ONeill: Deseo bajo los olmos.
Palabras clave: Hermenéutica; Lectura; Tragedia; Deseo bajo los olmos; Hipólito
RESUMEN
ABSTRACT
This paper proposes the intertextual relationship that reveals some elements of the Greek myth
in the dramaturgy of the 20th century. Eugene ONeill was a representative American writer in
this sense. It is a discursive reading of the search in the form and content of textual polysemy, in
dramaturgy as a dialectical, anachronistic and synchronic phenomenon at the same time and in
the co-inheritance that the presence of the Greek myth still has today.It starts from the cyclical
process of transcendental thematic reading that has arisen in drama over time.The hermeneutic
reading arises in the Greek myth of Hippolytus in the drama of Euripides which, in turn, refers to
both the myth of Phaedra and Medea, who are heroines who kill their children; and Hippolytus's
rejection of the goddess Aphrodite in his representation of the force of Eros in relation to one of
O'Neill's most representative works: Desire under the elms.
Keywords: Hermeneutics; Reading-Tragedy; Desire under the elms; Hipólito
Classical intertextual co-inheritance.
Hermeneutical reading of some elements of the Greek tragedy
Hippolytus in Desire under the elms by Eugene O'Neill
LA CO-HERENCIA CLÁSICA INTERTEXTUAL.
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ISSN 1659-331
Revista Estudios, 2023
| Febrero 2023
La Revista Estudios es editada por laUniversidad de Costa Ricayse distribuye bajo
unaLicencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Internacional.
Lectura hermenéutica de algunos elementos de la tragedia griega Hipólito
en Deseo bajo los olmos de Eugene O'Neill
Jorge A. Monge Ortiz
Universidad de Costa Rica
San Pedro, San José, Costa Rica
jorge.monge@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0002-0888-4184
Recibido:
Aceptado:
24 de enero del 2023
230 de febrero del 2023
IV Seccn: Literatura y cine
Eugene O´Neill ganó el Premio Nobel de Literatura en el año 1936 por la fuerza que tomó
en sus argumentos de la tragedia griega. El presente artículo plantea una lectura
hermenéutica de este proceso, el cual visualiza la pervivencia del mito en la dramaturgia
del siglo XX de la literatura clásica griega del siglo V a. C. de Eurípides.
La pregunta a investigar se puede plantear de la siguiente manera: ¿cómo se logra la
construcción discursiva de una obra dramatúrgica del siglo XX como un planteamiento
argumental de una tragedia griega?
El valor de la investigación corrobora la pervivencia del mito como una herencia discursiva
y diacrónica que concreta la dramaturgia como instrumento discursivo y la hermenéutica
como una herramienta de lectura en tanto interpretación.
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O’NEILL
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En Deseo bajo los olmos se utiliza el mito de Fedra que desesperada con un amor
frustrado provoca la muerte de su hijastro Hipólito, en Deseo bajo los olmos Abbie comete
el crimen de su propio hijo. El pathos griego es que la lleva a tomar una decisión como
esta y es lo que constituye el error o hamartía que se da en los paralelismos actanciales y
hermenéuticos que se exponen en ambos textos.
El triángulo amoroso también concatena discursivamente a Deseo bajo los olmos con el
Hipólito. En el caso de Hipólito se trata del protagonista, su padre Teseo y su madrastra
Fedra. En el caso de Deseo bajo los olmos se trata de Ephraim, el padre de Eben junto con
Abbie, la madrastra que quiere apropiarse de la granja de los Cabot y que pretende
heredar cuando nazca el hijo de ella con el patriarca Ephraim. El mito en cuanto historia, se
repite.
EL MITO
Entre Abbie y Fedra se establece una relación de un pasado trágico según lo define Edgar
Racey (1962) en su artículo Myth as Tragic Structure in Desire under the elms:
RELACIÓN ABBIE-FEDRA
Like Phaedra, Abbie conceals her growing passion for Eben with the mask of the
scorn. Like Phaedra, she asks that the son be banished -and for the same reason,
plus the fact that Eben is a potential rival for the farm. Like Phaedra, Abbie
makes advance, but with more sucess than her dramatic ancestor... ( Race,59)
De acuerdo con lo anterior, Fedra le confiesa a Hipólito, su hijastro, que lo ama, pero este,
por la profunda veneración que siente por la diosa Afrodita, la rechaza. Igual que en
Hipólito la madre se enamora del hijastro, Abbie se enamora de Eben, su hijastro, pero él la
rechaza. En consecuencia Abbie le miente a Ephraim, su esposo y le cuenta que Eben ha
tratado de seducirla, lo cual desata la ira del patriarca.
Como se puede observar se tienen paralelismos argumentales entre Abbie y Fedra que
confirman la propuesta de Deseo bajo los olmos como lectura del Hipólito.
Abbie, por su parte, sabe que si tiene un hijo con Ephraim, va a heredar la granja con el
sucesor; por su parte, Teseo, al saber de la acusación de Fedra, destierra a Hipólito.
Después invoca a Neptuno el cual lo destruye mediante una monstruosidad marina. En
Deseo bajo los olmos Abbie incurre en el asesinato de su propio hijo con lo cual ella cree
que ya nada se interpondrá entre ellos para que estén juntos. Por supuesto lo que los
espera a los protagonistas de Deseo bajo los olmos hacia el final de la obra, es la cárcel.
Como se puede ver Abbie, como Fedra, actúa como instrumento del destino. Y el destino
sin duda será la muerte o la anulación de los personajes en cuanto tales puesto que ya
encarcelados no se podrán ver. La eliminación de la libertad actúa también como un
elemento trágico.
Se debe recordar que Fedra era una reina. Abbie ya no tiene ese estatus. Lo que pervive del
mito es la historia o el paso de la felicidad a la desdicha tal y como se configuraban los
personajes en la tragedia griega. Abbie tiene antecedente de desdicha e incurre en la
eliminación de su propio hijo y lo hace por la pasión ciega que siente por Eben. Esto
constituye el eje de la peripecia trágica griega tal y como sostiene Francisco Rodríguez
Adrados (1999) en su libro Del teatro griego al teatro de hoy.
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La pasión de Medea y la de Fedra- y la de las heroínas de las otras tragedias- es el
eje de la peripecia trágica. Es una pasión dolorosa y funesta, pero humana y
comprendida, que lleva a la catástrofe. Es analizada como se analizan otras
pasiones: la del deseo y el abuso del poder, sobre todo, que es el centro
tradicional de la tragedia. (…) ( Adrados, 207).
Ahora bien, el acercamiento entre una propuesta del siglo V a. C. y la de O’Neill que se
contextualiza en una granja de Nueva Inglaterra en 1850 se da a través de las situaciones
límite que presentan tanto uno como otro texto, igualmente según Adrados (1999), a saber:
El panorama es complejo: el amor es causa de desastre, pero es humano; y la
heroína, incluso la heroína criminal o la que viola todas las convenciones de la
sociedad, es vista como un ser humano en una situación límite. Se analiza una
nueva condición, lejos de todo simplismo sobre la justicia y la injusticia, la virtud
y el vicio. Y se echa una mirada comprensiva en torno a la sociedad
contemporánea, en que sólo el velo artificial del ideal de la sophrosyne, del
autodominio, ocultaba las profundidades del sentimiento y la pasión. (Adrados,
207)
Se puede observar en Deseo bajo los olmos el peso de la culpa en el caso de Abbie. Este
personaje pasa de la inocencia a la culpa como en la tragedia griega. No obstante, se tiene
que tener empatía con el destino que la espera. Abbie se convierte en una criminal. Esto lo
hace motivada en su pasión por Eben. Aunque no se justifica, sí produce la empatía
necesaria que el espectador puede tener como en el caso de Fedra pues ella conduce a la
muerte a Hipólito mediante la acusación que hace a Teseo de que Hipólito abusó de ella.
Aquí se cumple el error o la hamartía según A. Lesky (1966):
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La hamartía es un fallo en el sentido de la incapacidad humana para reconocer
lo correcto y obtener una orientación segura. La persona que no fracasa por un
defecto moral, perece, debido a que no ha estado a la altura de determinadas
misiones y situaciones, en los límites de la naturaleza humana. (Lesky, 23)
De aquí que se puede afirmar que se encuentra la empatía por la situación en la cual se
desarrollan los personajes.
A nivel estructural, la cuarta escena de Deseo bajo los olmos, se caracteriza por el
“reconocimiento”, desde una perspectiva trágica, la “anagnórisis”. En esta escena se
reconoce el deseo como la fuerza que hace interactuar a los personajes, que dirige su
accionar al someterlos a su dominio. Es la sucesión de hechos que sigue al punto climático
de la obra. Así, Abbie reconoce su crimen. Ephraim, por su parte, reconoce el adulterio de
su esposa y su falsa paternidad. Además, reconoce también el patriarca la presencia que lo
incomodaba en la casa y que sin dificultad se conceptualiza como la presencia del deseo
que termina por vencer y establecer la temática de la obra. Se vislumbra que el fin de
Ephraim es una vida solitaria, lo cual, en cierta medida, lo implica también en lo que puede
definirse como una concepción más contemporánea de lo que constituye un proceso
trágico. Por otra parte, Eben trae consigo la noticia de que las autoridades ya se han
enterado del asesinato y, como factor esencial, reconoce su amor hacia Abbie, el cual le
confiesa. Abbie, por su parte, se dispone a cumplir con su castigo.
Como se puede observar Abbie no está a la altura de determinadas situaciones. Ella se
enamora y en nombre del amor asesina a su propio hijo, lo cual es evidente en Fedra en
relación con Hipólito. Abbie, como heroína trágica, es culpable e inocente a la vez. De tal
forma que hermenéuticamente hablando, se trata de la misma trama en un contexto
distinto. Por supuesto que Abbie expiará la culpa de lo que ella misma ha hecho e incluso
Eben sufrirá la misma culpa. Ambos en consonancia con la violación de la estructura del
matrimonio y del fallo ético que lleva al error. Como Edipo se equivoca casi sin saberlo pero
inmerso en la falta que dentro de las circunstancias actúa como el sino trágico. Como se
observa, según Lozano (2011) el papel del destino, determina:
El personaje trágico, como nos dicta Aristóteles en su Poética, ocupa un lugar
intermedio entre la virtud y la perversidad, a fin de poder despertar nuestra
compasión ante su desgracia en razón de su error, pues no se trata de un ser
eminentemente malvado; y también para provocar así nuestro temor hacia
dicha desgracia, porque se trata de un ser universal que siempre guarda
profundas relaciones con nosotros, y cuyo conflicto nos atañe en cierta medida
(Lozano, 5)
LA ANAGNÓRISIS O RECONOCIMIENTO
Cabe recordar en Hipólito que en el capricho de Afrodita se encuentra la génesis de la
acción. También como se puede observar, el concepto de la diosa griega implica al
matrimonio, factor que se encuentra en ambos textos. Estos son precisamente los que
posibilitan el enlace discursivo intertextual y dialógico.
En el desarrollo de la obra se da el encuentro instintivo entre Eben y Abbie, a pesar de él.
De esta forma se expone la fuerza del Eros entre ellos. El deseo se concreta. Se da el punto
del giro (anagnórisis en el discurso de la tragedia) en el cual, aunque ambos son
personajes antagónicos, se unen mediante la presencia del Eros. Lo anterior define una
relación dicotómica de poder de Abbie con Eben. Esto hace del mismo Eben un personaje
complejo y lo enlaza, en un primer momento, con la aversión hacia lo femenino, que, de la
misma forma, se encuentra motivada en su búsqueda de poder sobre la granja. Como
Abbie se propone lo mismo, la lucha por el poder se centraliza en ellos dos, por lo cual se
convierten en antagonistas en el desarrollo de la acción.
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Las figuras que tienen un estatus divino en la tragedia de Eurípides pasan a ser fuerzas
actanciales en la obra de ONeill, pero son paralelas en su funcionalidad como puntos de
origen de la acción. El amor de Abbie hacia Eben es la fuerza erótica que la mueve hacia su
hijastro y tiene paralelismos discursivos con el ícono que representa Afrodita. El rechazo
que tiene Eben para con Abbie es igualmente paralelo con el rechazo que muestra
Hipólito con su madrastra. El acontecimiento es el mismo, solo que en el caso de la
tragedia griega es infundado por Artemis y en el caso de Eben, se encuentra estructurado
en una compleja red de relaciones de poder. La relación (Eben-madre-granja) se
contrapone a Abbie, pero también se une a ella en el factor de la maternidad y en su
búsqueda de poder sobre la tierra.
Tanto en Hipólito como en Deseo bajo los olmos son de vital importancia el lugar materno
y la conjugación de amor maternal y lujuria. Esta combinación de factores produce el
enlace discursivo del hecho: el adulterio, circunscrito en la relación filial, y como productor
de una transgresión socio afectiva y religiosa: el incesto. El incesto fortalece en el ámbito
semántico discursivo la transgresión y la pone a un nivel discursivo paralelo con la que se
encuentra en Hipólito. El incesto, tanto en el contexto griego de Hipólito como en el de la
Nueva Inglaterra que propone Deseo bajo los olmos es un factor trascendente discursivo e
intertextual, es decir, constituye una transgresión paralela sin importar el contexto. Este
elemento también configura una prueba de la factibilidad de la relación discursiva.
EL INCESTO
La hybris o desmesura se origina en los personajes en la visión miope de o su falso
orgullo, es un recurso que también emplea la dramaturgia de O’Neill en lo que bien puede
leerse como una hybris configurada en el contexto del siglo XX.
LA HYBRIS O DESMESURA
Por otra parte, la manipulación mediante el poder afectivo es una producción de sentido
que igualmente se presenta tanto en Hipólito como en Deseo bajo los olmos cumpliendo
una función paralela. El poder de convencimiento de Abbie se relacionará luego con su
hijo, con su poder sobre él, y con otro de los elementos que intervienen en el acontecer
trágico, según Aristóteles (1963): el error, puesto que es Abbie la que da muerte a su hijo.
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En el obrar humano existe algo más que los puros extremos de la casualidad y la
mala suerte y el pecado. Existe el error. Error está a la mitad de camino entre la
mala suerte y la malicia. No encierra malicia, pero una equivocación que el
destino castiga inexorable. De aquí le viene al espectador y al oyente una
sacudida síquica, que lo mueve al temor y la compasión. (Aristóteles, 25)
En el desarrollo de la obra se plantean tres elementos inherentes al acontecer trágico: la
pasión, el poder y la muerte. Estos tres elementos concatenados en el ámbito estructural
dramático configuran lo que se puede considerar la exégesis de la obra como paralela con
el acontecer trágico que se plantea en Hipólito. La pasión, en su variante de poder se
establece en Abbie, tanto que puede decirse que tiene un poder absoluto sobre el
personaje, lo que puede definirse como lógico si se define a la pasión como la fuerza
actancial principal. Esta fuerza origina la convicción que lleva a Abbie al infanticidio con el
cual ella utiliza su cuota de poder para lograr sus objetivos. Como se observa el sentido
utilitario del poder hace que la muerte irrumpa en escena. El fin trágico del hijo de Abbie
trae consigo el tema de los crímenes de los consanguíneos que también es inherente al
proceso discursivo de la tragedia ática. La ruptura de los lazos filiales por la irrupción de un
abuso de poder que lleva a la muerte, especialmente en la relación madre-hijo hace
referencia a la tragedia griega; recuerda a Medea, que también asesina a su hijo, y que se
trata de otra obra de Eurípides.
La concreción del adulterio como un propósito del personaje femenino y que implica una
relación de poder destructivo en relación con un segundo personaje es lo que enlaza el
proceder de Abbie con el de Fedra. Abbie se une con Eben para garantizarse que la granja
será de su propiedad, Fedra afirma que se ha unido a Hipólito mediante el testimonio que
deja para garantizarse su venganza después de morir. Una requiere un lugar para poseer,
la otra tiene un honor que salvar. Ambas, en su afán egocéntrico, proponen lo que en
términos griegos se conceptualiza con el nombre de hybris, que bien se relaciona con la
utilización de ambos personajes de la concupiscencia y que concuerda de buena manera
con el concepto que expone W. Kaufmann(1978): “Hybris significa violencia e insolencia
desenfrenada. También significa lujuria y concupiscencia, y suele aplicarse a la violencia de
los animales” (Kaufmann, 69)
La confirmación del adulterio se da por el nacimiento del hijo de Abbie e Eben. Este hecho
prueba de manera contundente la ruptura de la relación de poder existente entre
Ephraim y Abbie. De la misma forma el testimonio de las tablillas de Fedra la relaciona a
ella con Hipólito. En ambos casos el hecho es definitorio y la maternidad del personaje se
encuentra implicada en ello. Existe, sin embargo, en la obra o’neilliana lo que puede
determinarse como un desplazamiento de las consecuencias del conflicto. Mientras que la
relación adúltera afecta a Hipólito, el hijastro de Fedra y propicia su muerte en la obra
homónima; en Deseo bajo los olmos, el adulterio afecta al hijo de ambos. El enlace de
sentido se produce de forma paralela en dos de las coordenadas principales que
estructuran el relato: el adulterio y la muerte de un inocente, lo que recuerda la dicotomía
discursiva eros- tánatos que se encuentra presente en el acontecer de la tragedia griega. El
adulterio, como una escisión en una estructura de poder que refuerza la dialógica anterior
y produce la intertextualidad diacrónica y trágica en que se unen ambos acontecimientos
dramatúrgicos.
Así, aunque difiere el elemento de la estructura denotativa, se mantiene la configuración
connotativa, es decir, que se puede descubrir un campo de encuentro de sentido en este
aspecto y, por ende, una relación hermenéutico discursiva. El intento de mostrar su
fortaleza por parte del personaje Ephraim es congruente con el concepto de hybris, pues
constituye el orgullo que, al crear una imagen falsa de lo involucra en un proceso de
carácter trágico. El análisis de los personajes o’neillianos que propone Doris Falk en su libro
Eugene O’Neill y la tensión trágica (1965) así lo confirma.
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El ethos o fin moral de los personajes del O’Neill consiste en perpetuar o afianzar
ilusiones sobre ellos mismos. Ese fin moral con frecuencia se opone a otro
objetivo de toda la vida, que es el descubrimiento de mismo. La ilusión es,
desde luego, una autoimagen falsa que sustituye al ser verdadero, pues el
personaje inconscientemente odia y rechaza a ese ser verdadero. Ese odio a
mismo y la consiguiente persecución de la ilusión constituye la falta trágica que
lo destruye. (Faulk, 54)
En otras palabras, es la imagen falsa de lo que resulta contraproducente con el mismo
Ephraim. De una forma similar la imagen de Hipólito que tiene Teseo es la que apresura a
éste último para que destierre a su hijo y actúe como el ente que propicia su muerte. En
ambos casos, la posición patriarcal, conjugada con un orgullo desmedido, es causa de
destrucción. Los elementos discursivos en juego son los mismos, la variante diacrónico-
contextual justifica la diferencia entre ellos.
Este hecho hace referencia a la presencia del elemento tanatológico; la muerte de un
inocente que viene, también, a ser su propio discurso de la tragedia griega y que se
concibe entonces como un elemento hermenéutico del proceso trágico en la obra de
O’Neill comparable con el proceso que se inicia con la carta que deja Fedra y que funciona
como el factor condenatorio de Hipólito. Inmediatamente que Eben se entera del
asesinato de Abbie, se presenta, mediante sus manifestaciones, el tema de la posesión,
relacionado con el hijo. Esto quiere decir que el poder se manifiesta de distintas maneras
como enlace afectivo, como potestad sobre la vida de otros y como sentido de
pertenencia. Los tres niveles de sentido del poder se dan en el discurrir dramático en una
LA PRESENCIA DE LA MUERTE O TÁNATOS
forma que la cultura griega reconocería como hybris. La pasión de Abbie por Eben es
desmedida, la lleva al adulterio y al crimen. El poder, la pasión y la muerte constituyen la
trilogía semántica estructurante del discurrir dramático. Abbie se vuelve víctima de su
propio error, el cual origina la fuerza de su pasión y que adquiere un estatus connotativo
de leit motiv de la muerte como proceso trágico. El enlace en el sentido conceptual
configura el acontecer trágico en la dualidad semántica eros-thánatos.
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Afrodita ha nacido del mar, y aunque ciertamente es la diosa del deseo físico,
que es tan fuerte entre los hombres y las bestias, sin embargo es más que eso.
Como el mar, exhala un encanto seductor que puede con excesiva facilidad
fascinar a sus víctimas hasta causarles destrucción, y como el mar también, es
inexplicable en su distribución de placer y sufrimiento. (Garibay,14).
En la tragedia griega la fuerza superior de la pasión adquiere la imagen de Afrodita tal y
como afirma en su libro Mitología Griega el mexicano Ángel María Garibay:
En la misma medida que el matrimonio establece un orden incorruptible en el contexto
que se plantea la acción de Deseo bajo los olmos, se ofrece un ordenamiento similar en
Hipólito. El matrimonio como institución produce efectos de sentido paralelos porque
funge como una estructura social básica e indisoluble, cuya ruptura constituye
fundamental en el discurrir de la acción. La noticia del acontecimiento es que Ephraim se
ha casado con Abbie mientras que en Hipólito el enlace matrimonial entre Teseo y Fedra
se da como un hecho antes del inicio de la acción. El enlace hermenéutico se basa en lo
discursivo, en el poder de estructuración narrativa que tiene la institución matrimonial
como tal y las relaciones de poder que se infieren del mismo cuando se establece. La
institución matrimonial establece fuertes vínculos del individuo: el social y el religioso,
ambos superiores a él, es decir, los factores que, desde una perspectiva discursiva se
pueden considerar en la tragedia griega como aquellos que atendían a la fuerza del
nomos y la determinación divina. La conjugación de un orden divino y otro social
producen un orden moral que, al alterarse, produce la pluralidad de encuentro discursivo-
dialógico que existen entre ambas obras.
La transgresión de lo sagrado, si se entiende el matrimonio como una institución sacra
que implica vínculos afectivos, sobre todo en el contexto de la Nueva Inglaterra de 1850 de
Deseo bajo los olmos, determina uno de los órdenes socio religiosos más importantes de
ambos textos. En Hipólito el elemento de ruptura es socio-religioso, de la misma forma
que en Deseo bajo los olmos. Es decir, que la obra de O’Neill se puede considerar como un
LA DIOSA AFRODITA O EL EROS
Tanto la fascinación del deseo, como la destrucción son principios básicos que contiene la
obra euripidiana y la trama de O’Neill. Ello prueba también la relación discursiva referencial
entre ambos textos.
LO SAGRADO Y LO PROFANO
nuevo tratamiento textual de una transgresión de una institución social básica, sólo que la
propuesta o’neilliana se encuentra más acorde con un texto perteneciente al siglo XX. Se
trata de una contraposición al orden moral contextual en ambos casos.
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La estructura discursiva del poder se da en forma paralela en Hipólito y en Deseo bajo los
olmos. Tanto el personaje Teseo como Ephraim, tienen dominio y poder sobre su hijo y
sobre su esposa. Aunque Hipólito no contiene en la temática de la posesión de la tierra,
la hermenéutica discursiva e intertextual se establece esencialmente en las relaciones de
los personajes; aspecto coherente con la diacronía intertextual, sobre todo si se toma en
cuenta la diferencia entre la tragedia antigua y la moderna según el concepto de
Kierkegaard en su libro Temor y Temblor según el Diccionario de Filosofía Abreviado de
Ferrater Mora (1974):
LAS RELACIONES DE PODER ENTRE LOS PERSONAJES
La diferencia fundamental consiste acaso en el hecho de que mientras en la
tragedia antigua lo importante es la acción, y los personajes se subordinan a
ellas, en la moderna lo importante son los personajes, y la acción se subordina a
ellos. Situación y carácter, más que acción, son los determinantes en la tragedia
moderna. (Ferrater, 323)
El reconocimiento (anagnórisis) en la figura patriarcal se localiza en Hipólito en el éxodo,
cuando Teseo descubre, mediante Artemis, que lo que ha quedado satisfecho es el
capricho de Afrodita. Tanto Ephraim en Deseo bajo los olmos, como Teseo en la tragedia
de Eurípides, reconocen la naturaleza de la relación entre sus esposas e hijos en el
momento en que la muerte ya ha hecho su presencia. Hipólito agoniza cuando esto
sucede, el hijo de Abbie ya ha sido asesinado por su madre cuando Ephraim se da cuenta
del adulterio. Ambos hechos son consecuencia de un error y un abuso de poder. El
acercamiento hermenéutico dialógico y discursivo de Deseo bajo los olmos con el
acontecer de la tragedia inicia en la transformación, dándose por caso la transición de los
personajes de una posición de relativo bienestar a una de desdicha que pueda desglosarse
de la siguiente forma: Hipólito pasa de ser un fiel devoto de su diosa Artemis, a ser un
presunto adúltero incestuoso, según el testimonio contundente de Fedra cuya muerte es
aparentemente provocada por esta situación. Luego es condenado al destierro, que junto
con la maldición paterna le provoca la muerte. No es sino hasta el final que Artemis le
explica a Teseo que todo fue provocado por el capricho de Afrodita. La falsa acusación de
un inocente, el suicidio en que incurre Fedra al ver su honor perdido, el destierro y
condena de un padre para con su hijo y la prueba de la inocencia de Hipólito cuando ya es
imposible salvar su vida son los elementos que, conjugados, construyen
macrosecuencialmente el discurrir del héroe griego. Se tiene entonces el planteamiento
de un adulterio que trae consecuentemente la muerte o un desorden que produce un
cambio de la dicha al infortunio.
El paralelismo semántico discursivo se basa, pues, en las siguientes razones:
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El sistema de parentesco entre los personajes, que tiene como punto central a la
familia, cuyos valores estructuran sus nexos de interdependencia.
La estructuración discursiva paralela que contiene como acontecimiento central
el adulterio. Aunque las diferencias narrativas son consecuentes con el estatuto
diacrónico de los relatos dramáticos, la génesis del sentido que subyace en ambos
textos es similar. De allí la posibilidad de la lectura hermenéutica, discursiva y
dialógica.
La articulación de los personajes en su función discursiva que, como figura
tipológica del padre, hijo o mujer adúltera tienden al paralelismo discursivo y
constituyen de esta forma una correspondencia hermenéutica, discursiva e
intertextual.
El adulterio que, al ser un proceso de ruptura de un orden social establecido,
implica una sucesión conflictual paralela de sucesión degenerativa, lo cual enlaza
a los personajes con el proceso que implica el acontecer trágico.
El adulterio, que también unifica las propuestas textuales debido a que, el origen
del mismo, se circunscribe en el concepto de la pasión extrema, es decir, como
elemento afectivo en un estado límite, lo cual implica un funcionamiento de la
misma como una fuerza actante superior.
La dialéctica de fuerzas actanciales paralelas, en las cuales se mueven los
personajes y que se encuentran en ambas propuestas dramatúrgicas en la pasión
y en la oposición que encuentra la misma en el ordenamiento socio contextual
respectivo. Así, la oposición dialéctica eros-nomos (pathos-sociedad) de la tragedia
griega Hipólito, posee un paralelismo semántico con la dialéctica pasión-
ordenamiento social que se ubica en el texto de Deseo bajo los olmos. La
hermenéutica discursiva estructura las posibilidades dialógicas intertextuales.
Finalmente, otro tópico que coadyuva a la unificación hermenéutica discursivo
intertextual se encuentra en el factor del incesto, que también implica un acto
agresivo al ordenamiento social, y que, en las propuestas dramatúrgicas, se
enfatiza con la ubicación de la acción en un contexto patriarcal.
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La dialéctica actancial se produce por la lucha del individuo entre lo que quiere y lo que
puede hacer, entre la necesidad individual y la obligación que le impone la colectividad.
Esto crea en el sujeto conflictos esenciales: entre mismo y la sociedad y entre su instinto
y su moral. Ambos factores producen enlaces de sentido. Difieren solo en la forma en que
las fuerzas actanciales se presentan, en Hipólito como dioses, en Deseo bajo los olmos
como parte integral de la fuerza erótica que impulsa el individuo, formando una dicotomía
entre necesidad y deber, entre lo que se define desde una perspectiva psicológica como
dualidad consciente-inconsciente tal y como refiere D. Falk (1959). “El conflicto que los
personajes de la obra de O’Neill tienen que tratar de conciliar o de evitar es el conflicto
entre la mente consciente y la inconsciente, equivalente moderno del destino” (Falk, 75).
LA DIALÉCTICA ACTANCIAL
Desde una perspectiva ético religiosa la tragedia evidencia el castigo del pecado de hybris
o soberbia. En el caso de Hipólito, el de no reconocer el poder de Afrodita, en el caso de
Eben, no reconocer sus propios instintos. Sin embargo, el acto sigue siendo pecaminoso y
es en este sentido que recibe castigo. Es decir, que en el nivel semántico ético y religioso,
ambos textos resultan paralelos. Asimismo, ambos textos estimulan el orden y lo justo en
la medida que resaltan la cualidad de la moderación, aspecto esencial en el género trágico.
En el castigo se conceptúa el respeto por el orden y lo justo, tal y como se ha afirmado. La
tragedia griega tiene a incentivar en el “lector” de la misma el respeto por las instituciones
que se vuelven sacras en el planteamiento trágico; tanto en Hipólito como en Deseo bajo
los olmos ocurre así.
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Se ha hecho evidente también el proceso trágico de una “inversión” de las cosas en el
sentido que se pasa de la fortuna a la desdicha, tal y como sostenía Aristóteles. El proceso
peripatético constituye también una relación hermenéutico textual entre Hipólito y Deseo
bajo los olmos. En la obra de O’Neill la fuerza divina de Afrodita que se encuentra en
Hipólito, pasa a ser la fuerza telúrica de la pasión, el rechazo se motiva en las relaciones de
poder. Existe entre ambos textos una relación de metonimia que es evidentemente
hermenéutica.
Si se parte del hecho de que la tragedia pone en entredicho la capacidad del hombre que
se rebela contra su destino, también se puede decir que la obra o’neilliana se relaciona con
Hipólito con personajes que sucumben a las fuerzas divinas o a las fuerzas de la Naturaleza
que son las que, sin duda, se imponen. Existen también en los personajes una tendencia al
error, al proceso de hamartía, en la visión de mismos, lo cual lleva al lector-espectador a
identificarse con él. Tanto en Hipólito como en Deseo bajo los olmos se acentúa el pathos,
la pasión como sufrimiento, una visión cristológica donde el amor lleva al sufrimiento y
concatena un acontecer trágico. Específicamente en ambos textos el proceso examinado
es el de Eros que lleva a Thánatos, el amor y la pasión que llevan a la muerte y a la
desdicha. También se tiene que ambos textos proponen un sistema de poder que
dinamiza venganza y transgresión de lo sagrado. Además, como se ha visto, los personajes
se encuentran en el nivel hermenéutico discursivo hasta volverse tipológicos, lo cual quiere
decir que resultan paralelos tanto en su configuración como en su funcionalidad. Esto
quiere decir que estructuralmente Hipólito y Deseo bajo los olmos se proyectan narrativa y
discursivamente la una en la otra obra trágica en un proceso hermenéutico dialógico. La
búsqueda y el encuentro de estos elementos nutren la curiosidad por la trascendencia de
la tragedia griega en la dramaturgia contemporánea. La congruencia discursiva aglutina y
comprueba la hipótesis planteada por este escrito puesto que resulta evidente a través del
mismo que los elementos de Hipólito se encuentran en el nivel discursivo de Deseo bajo
los olmos y a la inversa. La diacronía intertextual permite una lectura dialógico discursiva y
hermenéutica. La inquietud por la estética y la proyección en el sentido que posibilita la
palabra que estructura esta obra de O’Neill demuestra que lo trágico en la literatura es
siempre una búsqueda del hombre en sus orígenes para poder explicarse a mismo su
realidad.
CONCLUSIONES
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REFERENCIAS