Japón es conocido por su singular cultura y por todas las contribuciones que ha realizado a
diversos campos del conocimiento. A pesar de que actualmente tenemos mucha información
sobre esta nación al alcance de la mano, lo cierto es que los occidentales siguen teniendo
prejuicios hacia esta cultura. ¿Cómo será que esta nación asiática ha percibido a los delfines? En
este artículo escrito por un antropólogo cultural japonés se habla sobre distintas actitudes que ha
asumido este pueblo históricamente hacia estos mamíferos. No analiza solamente la práctica de
cazar delfines y ballenas desde el punto de vista de los japoneses, sino que habla también sobre
algunas tradiciones vinculadas a la convivencia con estos animales. La figura al centro de este
debate no es otra persona sino Yanagita Kunio, pionero de los estudios folclóricos en su país.
Palabras clave: antropología cultural; delfines; animales; cultura japonesa; Japón.
RESUMEN
ABSTRACT
Japan is widely known around the worlddue to the particular nature of its culture and all the
contributions this country has made to several fields of knowledge. Even though there is plenty
of information about Japan today, it is also true that Western people still have prejudices about
this culture. How has this Asian nation perceived dolphins? This article written by a Japanese
cultural anthropologist puts this topic on the table and examines different attitudes thatthe
Japanese have adopted historically when dealing with these mammals in some way. It does
notanalyze only the local custom of whaling and dolphin fishing from the standpoint of Japanese
people, but [it] also exposessome traditions related to coexisting with these animals. The figure at
the center of this debate is none other than Yanagita Kunio, the founder of folklore studies in
Japan.
Keywords: cultural anthropology; dolphins; animals; Japanese culture; Japan.
On Dolphins and the Japanese
Commentary by Ikeda Mitsuho
LOS DELFINES Y LOS JAPONESES
1
ISSN 1659-331
Revista Estudios, 2023
| Febrero 2023
La Revista Estudios es editada por laUniversidad de Costa Ricayse distribuye bajo
unaLicencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Internacional.
Comentarios de Ikeda Mitsuho
Raquel Marín Núñez
Universidad de Costa Rica
San Pedro, San José, Costa Rica
raquel.marinnunez@ucr.ac.cr
https://orcid.org/0000-0002-4979-6666
Recibido:
Aceptado:
12 de octubre del 2022
10 de enero del 2023
V Sección: Traducciones
:
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1.
1. Este artículo es una traducción directa del japonés al español realizada por la aspirante a traductora y estudiante de filología
española Raquel Marín Núñez, quien aprobó recientemente el grado N3 del Examen de Proficiencia de Lengua Japonesa. Se basa en el
informe definitivo elaborado por Ikeda Mitsuho para el Proyecto de la División de Investigación del Comité de Establecimiento del
Programa de Doctorado de la Escuela de Posgrado de la Subdivisión de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de
Kumamoto. El presente artículo se encuentra además licenciado bajo Creative Commons.
El gran pionero de los estudios folclóricos en este país, Yanagita Kunio, fue también la
primera persona en incursionar en el avistamiento de delfines (“dolphin watching”). En
otras palabras, todo comenzó cuando Yanagita sintió una profunda fascinación al observar
a los delfines que nadaban cerca del barco en el que iba navegando por el Océano Índico
en una ocasión: esto ocurrió ya sea cuando tuvo que trasladarse a Europa para ejercer
como miembro del Consejo de Administración Fiduciaria de la Sociedad de Naciones o
cuando iba ya de regreso a su patria tras haber cumplido con las labores de este puesto; o
más bien quizás cuando visitó la Bahía de Kinkō en Kagoshima mientras se encontraba
realizando trabajo de campo en Kyūshū. De acuerdo con las anotaciones que hizo este
autor sobre este episodio, parecía como si los delfines en ese momento estuviesen
escoltando la nave, o como si en cambio “se hubiesen puesto a jugar un juego sin límites
allí mismo, haciendo todo lo posible por lograr un objetivo específico”. Yanagita añade
además que: “puede considerarse incluso que su reacción se asemejaría a la de cualquiera
de nosotros como personas, si un fantasma invisible nos persiguiese desde donde se
encuentra, hasta el plano humano donde vivimos” (Yanagita, 1924, pp.327-328).
Por supuesto que es una sobreestimación, por cierto imposible de no criticar, atribuir a
este episodio la razón del surgimiento del interés que empujó a Yanagita a terminar
siendo el pionero en estos estudios. Resulta necesario explicar un poco más en detalle este
aspecto. Yanagita veía a estos delfines desplazándose en grupo como a aquellos distintos
pueblos con los que los japoneses jamás habían tenido contacto; y pensaba que éstos
habían sido enviados desde sitios ubicados fuera de este mundo para servir como
mensajeros a los humanos. Comprendió entonces que posiblemente de esta manera
había surgido la costumbre de pensar que los delfines formaban grupos para organizar
peregrinaciones a templos. Todo apunta a que esta costumbre le había llamado la
atención desde siempre. Sabía además que en la Isla Sado existía una leyenda sobre la
“peregrinación de delfines”, y de hecho encontró rápidamente en la canción del bon-odori
local, una estrofa en la que se hacía referencia a la retribución que recibían aquellos que se
atrevían a matar a un delfín: “El hábil Denji ardió en llamas, como castigo por matar un
delfín”. Se refirió a la misma cuestión luego con estas palabras: “Cada vez que veo o
escucho esa historia sobre los delfines, no he podido evitar terminar recordando todos los
detalles relacionados con dicha cuestión al menos en una ocasión”(Yanagita, 1932,
p.144).En su obra “La ruta de altamar” publicada en 1951, se expresa por otro lado de la
siguiente forma sobre el “peregrinaje de delfines”: “hay un par de cosas al respecto que
deseo conocer”. Y luego añade:
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1. YANAGITA KUNIO, EL AVISTADOR DE DELFINES
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El peculiar comportamiento grupal de estos animales tan grandes debió de
haberle servido de seguro como alerta de cualquier peligro existente a las
personas que vivían la mayor parte del tiempo en el mar debido a que éste era
su medio de sustento, por lo cual no es de extrañarse que la conducta de los
delfines haya causado una gran impresión en en estos hombres. No obstante, es
imposible no reparar en que este impacto profundo que empezaron a provocar
los delfines en estos individuos a partir de sus acciones, o en cualquier caso, a
partir también de la comprensión que se derivó de estas, posee un grado de
coincidencia con lo que relatan la tradición oral o las distintas vertientes
artísticas con respecto a un punto u otro, que no aparenta ser para nada casual.
(Yanagita, 1962, p.211).
A partir de todo esto puede comprenderse sin problema que Yanagita haya sentido un
interés aficionado bastante pronunciado en determinar cuál era el modo de vida de los
delfines, y en averiguar cómo eran vistos por las personas. Desafortunadamente, sus ansias
por llevar a cabo un proyecto sobre la historia de la civilización de los delfines (como bien
podría llamársele) y las creencias asociadas a ellos, para el cual se encargaría de ubicar y
distribuir costumbres relacionadas con estos animales en un mapa, no pasó de la fase
preliminar de plan.
Sin embargo, queda preguntarse de qué manera se relacionaban estos esfuerzos con su
hábito de observar delfines. Lo cierto es que Yanagita no había adquirido de repente un
interés en los delfines: más bien su interés parece haberse originado de la empatía que
sentía hacia ellos. Es necesario que nos remitamos ahora al primer ensayo corto que
escribió en alusión a los delfines, denominado “La civilización de los delfines”. Está
redactado en un tono un poco pesimista, pero a pesar de ello puede que quizá sea uno de
los primeros textos que toca el tema de la protección de los delfines en Japón.
En el inicio nos habla sobre un puesto de venta de comida llamado “danwan” (
) en
unos grandes almacenes (?) donde descubrió que vendían trozos de carne de delfín:
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“En el puesto de venta de comida “danwan” tenían galletas demasiado
transparentes para ser galletas de arroz, pero muchísimo más hermosas en
apariencia que las rodajas deshidratadas de batatas que también tenían. Frutas
que parece [cían] estar envueltas con láminas de plástico celuloide de un color
similar al del níspero japonés. Luego al voltearme noté la presencia de una placa
de papel, y trozos de carne de delfín”. (Yanagita, 2000, p. 120).
“No tenía sentido para nada que nuestro viejo amigo, aquel regordete animal de
ojos diminutos oscurísimos, animal despreocupado pero extremadamente
virtuoso, llamado “delfín” pero también conocido como el “holgazán del mar”,
tuviese que soportar tal trato a partir del nuevo siglo que comenzaba. En todo
caso esto debe ser percibido como una blasfemia por el dios Poseidón”.
(Yanagita, 2000, p.120).
[...]Por más que esta sea su forma de subsistir, los cazadores que asesinan con
sus arpones a los delfines me parecen personas crueles. Por lo que he
escuchado, los delfines emiten un gemido muy fuerte cuando son perseguidos
para ser cazados. Hoy en día por más que estos animales lloren en señal de
auxilio, no hay nada que pueda hacerse para ayudarles ya que se encuentran
contra la espada y la pared en este mundo de nuevos descubrimientos diarios”.
(Yanagita, 2000, p.121).
Yanagita sintió agrado por los delfines cuando los observó nadar afablemente cerca de su
nave, y por alguna razón pensó que eran adorables por hacer esto. Pero su atracción hacia
ellos no se limitó a este detalle, sino que pronto sintió interés en comprender cómo
interactuaban los delfines con los humanos y viceversa, e intentó abordar esta cuestión
desde un punto de vista folclórico. Sin embargo, las personas comenzaron a querer
olvidarse de esa amplitud de entendimiento suya que les permitió ligar el nado grupal de
los delfines con el peregrinaje en el que participaban de acuerdo a una tradición conocida.
No hay que olvidar asimismo que cuando Yanagita vio los trozos de carne de delfín en
aquel puesto de venta de comidas, se lamentó por las vicisitudes que el cambio de época
había traído para estos animales. En resumen, podría decirse que a Yanagita simplemente
le gustaban los delfines en general.
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Una gran parte de los delfines se desplaza en mar abierto. Es por tal razón que Yanagita
pudo verlos y pensar que tal vez estuviesen “escoltando” su nave en el momento en que
esta estaba pasando por las costas del Océano Índico. Este era el tipo de paisaje con el que
seguramente debió de haberse encontrado repetidamente cualquiera que hubiese
montado una embarcación que viajara por mar abierto. Es muy probable que los delfines
hayan podido acercarse con facilidad al buque de propulsión mecánica de Yanagita
debido a que la proa, impulsada por la fuerza que empujaba al barco hacia adelante,
lanzaba el agua que tenía alrededor en chorros; chorros que a lo mejor permitieron que los
delfines no tuvieran que esforzarse tanto para poder recorrer (¿o nadar?) el mismo
trayecto que cubría el mencionado barco a la misma velocidad que este lo hacía, pues les
bastó con montarse en el agua como si estuvieran surfeando.
Ahora, es bien sabido que los delfines nadan en grupo y que son además poseedores de
un grado de habilidad de comunicación muy elevado. Las personas identificaron estos
rasgos y conductas particulares de la naturaleza de estos animales desde hace mucho
tiempo, y de hecho fue en el área de Izu donde surgió el término “procesión de delfines”
para designar a estos actos: los habitantes de esta región pensaban que las acciones de los
delfines que emigraban en filas y se dirigían a las aguas costeras durante un período
determinado una vez al año, guardaban quizá relación con la intención de estos animales
de irse en peregrinaje hasta otros sitios. Dependiendo del lugar, parece que también se le
dio un nombre distinto a este peregrinaje: “visita a templos” (
まいり
), “visita a Kanon” (
), “visita a tumbas” (
), “visita al Templo Shirayama” (
), o “visita al
Monte Sobe” (
まいり
). Indudablemente todas estas denominaciones son muy
peculiares, sobre todo aquellas que con base en el ordenado alineamiento vertical de los
delfines, dieron lugar a sobrenombres para estos animales tales como “los mil
compañeros” (
) o “la tropa de los mil delfines (
)(Kamei Keiichi, 1972,
Koubundou).
Es evidente que las personas no solo se limitaron a contemplar encantados a estos
animales en el pasado, sino que además los persiguieron y cazaron habitualmente. Los
delfines de todos modos son animales que se caracterizan por su delicadeza, por lo que a
los cazadores les bastaba con asustarlos un poco para que estos entrasen en un estado de
confusión colectiva total. El sonido de los delfines chocando suavemente contra las bordas
de sus embarcaciones era suficiente pista para que alguien pudiese ubicarlos, ir tras ellos, y
atraparlos. Además, se sabe desde hace mucho tiempo que por alguna extraña razón los
delfines suelen “encallar” (stranding) por cuenta propia en las playas, así que este otro
aspecto contribuía a que las personas que vivían en los alrededores lograran llevar el
sustento a sus hogares de esta otra forma aprovechando la oportunidad que se les
presentaba. En el Kojiki puede encontrarse un relato en el que se dice que existía una
2. ESTUDIOS FOLCLÓRICOS SOBRE DELFINES
bahía llena de manchas de sangre, donde aparentemente podía obtenerse regularmente
una buena pesca porque llegaban muchos “peces Iruka con la nariz rota” (es la historia que
se refiere al origen del nombre actual de la ciudad de Tsuruga).
Sin embargo, tampoco puede afirmarse que todos los pescadores japoneses se hayan
dedicado solamente a cazar y comer delfines cada vez que hallaban uno. Si bien por un
lado había unos cuantos que simplemente se limitaban a pasar el rato observándolos
nadar en grupo, y no hacían nada por temor al castigo divino que les caería si los mataban;
otros tantos sacaban provecho de dichas circunstancias inigualables para interrumpir la
caza de otros animales y concentrarse en la de delfines inmediatamente. Este punto
específico es muy importante, ya que entre aquellos que creen que quienes consumen
carne de delfín o ballena son salvajes, y que critican por ello fuertemente las costumbres
de esta cultura relacionadas con la caza de dichos animales; existe también un subgrupo
de visión simplista que piensa que todos los japoneses babean inmediatamente al ver a un
delfín o ballena. Esto es sin embargo un error. Pero es que no se trata solo de esto, ya que
como se detallará a continuación, hay que considerar además la complejidad misma que
rodea a las visiones distintas que existen sobre estos animales.
Tanto las personas que cazan delfines como las que no, comparten varias cosas en común;
y es que cada uno de ellos tiene creencias diferentes en muchos sentidos sobre los
delfines. En la región de Izu por ejemplo desde siempre se han construido tumbas para
hacer homenaje al espíritu de los delfines que habían muerto luego de ser atrapados.
Ahora, mientras que en el resto del país no es común que se entierro a los animales del
mar, lo cierto es que existe la costumbre de sepultar delfines o ballenas. Dichas
ceremonias siguen pasos diferentes dependiendo del tipo: en ocasiones son ceremonias
cortas en las que las personas rezan ante los cadáveres de los delfines y ballenas antes de
devolverse a pescar; en otras son verdaderos entierros budistas en los que participan todos
los miembros de una comunidad.
Los delfines son vistos asimismo como ayudantes de dioses (kami) o bodhisattvas. En la
región de Atami existe una leyenda que cuenta cómo en una ocasión habían unos
pescadores que estaban cercando delfines con “redes para delfines” (
) , y de
repente atraparon una estatua de madera de Jizō entre las redes. Se construyó luego un
templo donde esta estatua fue el objeto principal de adoración. Se menciona
adicionalmente que los pescadores iban allí a rezar todos los años para conseguir una
buena pesca de delfines, y que incluso traían consigo los primeros peces que habían
logrado atrapar para ofrecerlos como ofrendas en dicho sitio.
Hay por otro lado un detalle muy interesante con respecto a la leyenda sobre la que se
enteró Yanagita en Kitaoura, Sado. En tal lugar los delfines recibían otros nombres como
“Kaeshimon” (
カエシモン
), nombre que parece haberse originado de la costumbre que
tenían los delfines a la hora de perseguir grupos de peces y comerse a una presa:
arremetían desde debajo del agua hasta llegar al centro del cardumen, y después se
elevaban hasta la superficie para destrozar en muchísimos pedazos a los peces que
terminaban atrapando. Sumado a esto, los habitantes de Kitaoura llamaban “Oebesu” o
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“Obesusan” a cualquier delfín con el que se encontraban en el mar en lugar de
“Kaeshimon”; y parece que encima les lanzaban judías que se utilizan durante la
celebración del Setsubun para alejarlos. Aparte de “Kaeshimon” está también la
designación “Mekko” (
メッコ
); sin embargo se cuenta que si alguien a bordo de un barco
pronunciaba esta palabra, los delfines se ponían furiosos y podían llegar a romper las redes
o el barco que tenían enfrente.
Se cree que “Obesusan” se deriva de “Ebisu” (“
寿
o
según prefiera escribirse). El
dios Ebisu-sama es el protector de la pesca y garante del sustento económico para
aquellos que pescan para vivir, aunque funge un papel distinto en el mar: en el mar Ebisu
representa al foráneo que viene a traerle suerte a los locales. Es obvio que en el caso de la
Isla Sado este “foráneo” no es otro más que el delfín o la ballena, no obstante la palabra
“Ebisu” se usa en varias partes del país para referirse también a objetos perdidos o cuerpos
ahogados que se encontraban en el mar. Es comprensible que los delfines sean vistos
entonces como visitantes del Otro Mundo que traen supuestamente la buena fortuna a
sus espaldas, sin embargo no resulta lógico pensar que la razón por la que las personas les
lanzaban judías de Setsubun era porque veían a estos animales como demonios a los que
debían apartar. Es necesario que esta interrogante se confíe a los que son folcloristas de
profesión.
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Anteriormente se habló sobre el papel que ejerció Yanagita Kunio como investigador de
delfines, pero no se ha mencionado cómo se relacionó su empeño—si es que existe algún
vínculo— con la protección de estos animales, y con el hecho de que este hombre sea
padre de los observadores de delfines actuales. Tradicionalmente, quienes han
comprendido el comportamiento y estilo de vida de los delfines en Japón no han sido
otros sino los cazadores de delfines. Así que puede decirse que la observación de estos
animales surgió en primer lugar a partir de que era necesario para estas personas
mantener la vista fija sobre los delfines para poder cazarlos, situación que encuentra un
paralelismo con la usanza de otras partes del mundo desde tiempos antiguos. Por otro
lado no hace falta traer a colación la nutriología para entender que los delfines son además
una excelente fuente de proteínas: atraparlos cuando aparecían en grupo cerca de las
costas era algo que dependía completamente de la casualidad, pero si los cazadores
tenían éxito en hacerlo podían procurarse una gran pesca de una sola vez para la
comunidad. Debido a estas circunstancias específicas que delimitaban la pesca en masa
de estos animales, fue que aspectos relacionados a su caza como el conocimiento sobre su
estilo de vida y hábitos, el mejoramiento de las técnicas empleadas para atraparlos, y la
distribución de la pesca capturada, alcanzaron un perfeccionamiento exponencial.
Se dice que en las aguas costeras de Japón pueden cazarse sobre todo tres especies
particulares de delfines, las cuales son: “Mairuka” (nombre científico delphinus
delphis),“Bоzuiruka” o “Delfín Monge” (nombre científico Okigondоo también Gоdоiruka,
según lo explica el Profesor Kodama Kоdо de la Universidad de Kumamoto), y “Kamairuka”
(Lagenorhynchus obliquidens). Los delfines “Mairuka” son los más reducidos
3. CAZA DE DELFINES
en tamaño de los tres; por lo general los más grandes de la manada nadan adelante de los
más pequeños que se quedan atrás, y la cantidad de ellos que conforma cada grupo que
organizan es inmensa. Los “Delfines Monge” son incluso más grandes que los “Mairuka”, y
poseen un orificio para expulsar agua tanto en la parte izquierda como la derecha de su
cabeza; también se comenta que forman grupos de un máximo de veinte delfines.
Finalmente los delfines “Kamairuka” se distinguen por tener un carácter brusco que los
hace sumamente difíciles de atrapar. Los delfines son sensibles a los sonidos, y
aprovechándose de esto los “Kamairuka” le siguen el rastro a los que nadan delante de
ellos para luego acorralarlos. Es claro que si en tales circunstancias se utilizara un harpón o
anzuelo para derribarlos harían alarde de su fuerza bruta defendiéndose al instante, sin
embargo, si se les sostiene suavemente, es posible sosegarlos.
Sin embargo, en cierto lugar cuya ubicación exacta es desconocida y donde se cree que los
delfines son los fantasmas o reencarnaciones de prostitutas fallecidas, se cuenta que las
personas recurrían como último recurso para atrapar a un delfín a sostenerlo bajo el brazo
luego de haberlo conducido hasta agua poco profundas. Después de hacer esto, lo
llevaban a la orilla. (Departamento del Ministerio de Agricultura, Comercio e Industria
Pesquera, “Boletín del Ministerio de Industria Pesquera y Explotación de Recursos
Marítimos de Japón”, 1910).
Entre los métodos para cazar delfines que se enumeran en dicho boletín se contemplan
los siguientes: (1) atravesarlos con un harpón; (2) se dividen en dos categorías amplias los
métodos para acorralar y atrapar delfines citados. La segunda categoría dada se subdivide
en métodos para sostenerlos en aguas poco profundas (2.1), y métodos (2.2) para atraparlos
con las llamadas “Redes para delfines” (
イルカ
). Por otro lado, dentro del punto que habla
sobre el uso de “Redes para delfines” (
イルカ
) se incluye un primer apartado (2.2.1) sobre
el uso de “Redes de pesca para cerco” (
); y un segundo apartado sobre cómo crear
divisiones en la costa con “Redes Tatekiri”(
) y acorralar a los delfines en dicho espacio.
En el Japón Moderno se dispone de muy pocas oportunidades para ver la forma en que
alguien sostiene a un delfín para inmovilizarlo; sin embargo, dado que hoy en día pueden
capturarse delfines eficientemente cuando se logra movilizar rápido la fuerza de trabajo
sistematizada y perfeccionada en el cumplimiento de esta tarea, resulta imposible negar la
posibilidad de que el mismo contexto no existió en Japón hace mucho tiempo. Por su
parte en la islas Salomón, los habitantes de Malaita tallan canoas de troncos entre varias
personas que a la hora de trabajar en conjunto conforman una fila de cinco metros. Las
cincuenta canoas que terminan fabricando pesan unos veinte kilogramos, y las arrastran a
las costas; posteriormente persiguen a los delfines hasta la costa para cazarlos, y los
atrapan sosteniéndolos de la forma en que se ha descrito. Ordenan esta gran cantidad de
canoas de tal forma que no puedan ser fácilmente perceptibles entre sí, y cuando
encuentran algún delfín levantan un banderín, y comienzan a perseguirlos con cautela
luego. Los aldeanos que habían estado hasta entonces esperando en la sección de tierra
de las lagunas costales del lugar, se introducen entonces en el mar y con cuidado cargan a
los delfines hacia las canoas y así los atrapan definitivamente. Los malaitalenses son
meticulosos al atrapar delfines pues emplean cada mano en una tarea distinta: con una
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cubren la boca del delfín, mientras que con la otra dan un golpe suave al cuerpo del
animal para calmarlo (esto se explica en los libros “Los pueblos que visitan los delfines” y
“Delfines, Pepinos de Mar, y Pescadores” de Takegawa Daisuke, este último editado por
Akimichi Tomoya, 1995).
En resumen, los avances logrados en materia de métodos de caza para delfines guardan
estrecha relación con los sitios en que podía cazar a estos animales, con la geografía de las
formaciones costeras, y con la variedad de especies de delfines existentes, entre otros
aspectos. Ahora, históricamente en este país nunca fue frecuente que se cazaran delfines
con arpón, pero hubo un lugar en que esto sucedía: la provincia de Awa, ubicada
actualmente en la prefectura de Chiba, en donde se empezó a cazar delfines de tal manera
en imitación a la forma en que se cazaban ballenas, pero donde de todos modos no se
llegó a cazar en ningún momento una gran cantidad de delfines de tal modo en cada
ocasión.
Al mismo tiempo, las redes que utilizaban para atraparlos se distinguían de las redes
utilizadas para atrapar peces normales ya que los nudos en el tejido de las “Redes de pesca
para cerco” (
) usadas exclusivamente para cazar delfines eran grandes, y en
comparación con las primeras poseían una parte adicional en forma de bolsa. Por otro
lado, en la región de la provincia de Noto actualmente situada en la ciudad de Suzu, existía
la costumbre de llevar a los delfines al fondo de la costa y cazarlos con las llamadas “Redes
Tatekiri” (
); aunque se registró también la práctica de hacer que se movieran “Redes
Kakiami” (
) desde un barco para incitar lentamente a los delfines a acercarse
(Academia de Japón, “Historia de las Técnicas de Pesca en Japón Antes del Período Meiji”,
1982). Por cierto, en Suzu se encuentran las ruinas “Mawaki Iseki” (
), las cuales
datan del Período Jоumon: en dicho sitio se han descubierto además muchos restos de
huesos de delfines junto a puntas de flechas de piedra.
El antropólogo Hiraguchi Tetsuo afirma que muchos de estos huesos pertenecen ya sea a
delfines “Mairuka” o “Kamairuka”, pero que en términos de cantidad hay más huesos de
“Kamairuka” que de cualquiera de las otras especies. A partir de este dato Hiraguchi ofrece
la explicación de que los pescadores posiblemente atraparon más “Mairuka” debido a que
podían cazados por medio de la estrategia de sostenerlos, razón por la cual los mismos
pudieron entonces concentrar sus energías en atraer a aguas poco profundas a los salvajes
“Kamairuka”, y hacerlos caer atacándolos con lanzas con punta de piedra (Hiraguchi
Tetsuo, “El Origen de la Práctica de Cazar Ballenas en Japón y Occidente”, 1995). Se rumora
que en la península de Izu los delfines eran también atrapados con redes, pero que los
nudos o el material de la red utilizada para cazar delfines “Mairuka” o “Kamairuka” variaban
entre sí.
Se sabe asimismo que el archipiélago de las islas Gotо desde siempre ha sido un sitio
popular para cazar ballenas y delfines, y que allí también se usan redes para perseguirlos y
atraparlos. Lo particular en este sitio no es en sí el método de caza empleado sino las
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acciones adoptadas por las personas desde que descubrir un delfín hasta que lo atrapan .
En dos áreas de la Isla de Nakadоrijima, Arikawa y Uonome, no se construyen cabañas
expresamente para vigilar a los delfines y estar más cerca de ellos cuando aparecen, ni
tampoco se preparan botes para salir en su búsqueda. Pasa también normalmente que
cuando los pescadores de besugos están halando las redes hacia sus barcos, suelen
abandonar cualquier tipo de pesca que estén llevando a cabo para ir tras un delfín si se
encuentran con uno. Quien descubre al delfín se quita entonces inmediamente la ropa
que lleva encima y la lanza sobre el mástil del barco, e informa sobre su descubrimiento a
los que se encuentran en barcos próximos. Después de que las demás naves se enteraban
de lo mismo por cuenta propia, cada una de ellas cambiaba de posición y se disponía a
seguirle la ruta a estos animales. Cada una procedía con su tarea en un orden distinto que
correspondía al orden (segundo lugar, tercer lugar) en que había realizado el hallazgo
después de la primera nave (“Boletín del Ministerio de Industria Pesquera y Explotación de
Recursos Marítimos de Japón”).
Inmediatamente se levantaba un banderín o se hacía una señal especial con el fin de que
las demás fuesen una por una a por cada delfín respectivo, por lo que puede decirse que
las acciones llevadas a cabo por estos pescadores guardan bastante similitud con la forma
en que actúan sus contrapartes en la Isla Malaita. No hay que olvidar en ningún momento
que los delfines son criaturas que reaccionan a los sonidos, así que conocer este dato ha
sido una bendición suplementaria a los planes de aquellas personas que han podido optar
por este sistema de capturar delfines con sumo cuidado. El mejor ejemplo de esto es el
estilo de caza típico del archipiélago de las islas Gotо. En este lugar se frena la pesca en el
momento exacto en que se descubre al delfín; los pescadores se unen para lograr la causa
común e intentan atrapar a la presa; y debido a que posteriormente el delfín capturado es
repartido según el orden en que cada uno se acercó a él, cada pescador compite
duramente y se empeña en hallar al animal antes que los demás.
Al mismo tiempo se menciona sin embargo que distribuían la carne de delfín de tal modo
que alcanzase para repartirla entre cada familia de la aldea. En tal sentido puede
suponerse que aparte de que la carne de delfín era reconocida como fuente invaluable de
proteínas, la colaboración en la obtención de dicha carne servía para revalidar los lazos
comunitarios entre personas. La creencia de que los delfines eran visitantes del Otro
Mundo que traían la buena suerte, y las observaciones detalladas que explicaban que los
delfines nadaban en grupo cuando iban en peregrinaje a algún sitio, prueban que las
personas que vivían cerca de zonas costeras eran observadores de delfines de primera
categoría.
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Por alguna razón particular existen alrededor del mundo leyendas, cuentos populares o
narrativas anecdóticas sobre delfines que ayudan a los seres humanos.
En la mitología greco-latina, los delfines eran los ayudantes del dios del mar Poseidón; y
rescataron a Arión con el fin de que no se ahogara. En la obra “Vida de los Hombres
4. EL ROL DE LOS DELFINES COMO RESCATISTAS DE SERES HUMANOS
Ilustres” de Plutarco se encuentra una historia sobre un hombre llamado Corianos que
adquiere un delfín que había sido atrapado y estaba a punto de perder la vida,
comprándoselo a un pescador. El delfín escapa de tal situación y luego le devuelve el favor
a este hombre al ver que estaba muy cerca de ahogarse en medio del mar. Trátese de la
historia de la que se trate, todas son historias en las que se comprueba que los seres
humanos y los delfines están unidos por un fuerte lazo.
En Japón intenté buscar el mismo tipo de leyendas, pero parece que no existen del todo.
Sin embargo, en el caso de las ballenas pueden encontrarse historias. En los registros de
la ciudad de Karakuwachō Miyagi escritos en el 1800 denominados “Registros sobre la
Divina Protección del Dios Adorado en el Templo Osaki” (
), se relata la
historia de una ballena que salvó a una persona. Nuestro país está rodeado por el mar en
todas las direcciones, razón por la cual contamos con la posibilidad de encontrarnos con
delfines en cualquier parte. Sin embargo, ignorando el hecho de si las personas
observaban o no a los delfines con regularidad, puede ser que en Japón nadie haya
imaginado jamás que los delfines eran capaces de ayudar a una persona. Cabe
preguntarse si esta disparidad tiene origen a partir de las diferencias en cuanto a la visión
cultural hacia los animales que existen entre los griegos y romanos, y los japoneses.
De todos modos, de acuerdo con la tradición popular y los mitos, los delfines guardan una
especie de vínculo emotivo con los seres humanos, y es a partir de la premisa de que
pueden experimentar un sentido de agradecimiento que han sido personificados. Pese a
este hecho, vale la pena preguntarse si este tipo de acciones han sido o no vistas desde un
punto de vista mucho más científico por alguna persona. En otras palabras, debemos
preguntarnos si el hecho de que los delfines auxilien a las personas ha sido explorado
desde un punto de vista etológico, y si se han llevado a cabo pruebas explicativas al
respecto. En la Antigua Grecia el gran filósofo y naturalista Aristóteles, autor de la obra
“Historia de los animales“ (alrededor del siglo 4 a.C.) expone sus ideas sobre el intelecto de
los delfines de este modo:
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“De todos los animales que habitan el mar, los que dan más que hablar son los
delfines, y ello se debe a que se caracterizan por ser de una naturaleza apacible, y
por la facilidad que tienen para ser domesticados. En Taras, Caria, y en otras
regiones han dado incluso muestras reales de amor y deseo a jovencitos. Hubo
por ejemplo una ocasión en que un delfín fue herido en la región de Caria y un
grupo de delfines se aproximó en tropel a la costa a rescatarlo. Este grupo de
delfines no desapareció hasta que los pescadores que atraparon a su compañero
lo soltaron, y luego de conseguir su cometido, partieron juntos de aquel lugar.
Adicionalmente los delfines más pequeños fueron acompañados y protegidos
cada uno por un delfín más grande durante este recorrido que hicieron. Pudo
observarse también que un par de delfines grandes se habían adelantado al
grupo de rescate nadando hasta donde se encontraba el que habían atrapado,
por lo que si en algún momento parecía como si algún delfín muerto fuese a
precipitarse a las profundidades del mar, estos primeros nadaban en tal
dirección y lo traía de vuelta cargándolo sobre sus espaldas. Es como si estos
animales sintieran compasión hacia sus compañeros fallecidos, y estuvieran
intentando impedir que sus cadáveres fueran consumidos por cualquier otro
animal carnívoro…. "
Al leer esto, surge la duda de si puede darse cuenta de las acciones de ayuda de los
delfines hacia los humanos si se desarrolla aún más esta interpretación. Lo que sería lo
mismo decir que los lazos que poseen los delfines con otros de su misma especie son
considerablemente fuertes. Asimismo el rasgo que poseen de protegerse cada uno al otro
dentro de una manada, está también remarcado. Aristóteles señala que los delfines tienen
el hábito de poder albergar sentimientos hacia los humanos jóvenes, sin embargo esta
afirmación no ha sido lo suficientemente aceptada, por lo que habría que aventurarse a
pensar en cambio que tal vez los delfines hayan confundido a dichas personas con los
compañeros fallecidos de su propia especie. Viéndolo de tal modo, ¿no tendría acaso
sentido la costumbre de los delfines de cargar a las personas que estaban a punto de
ahogarse en el mar, o que estaban nadando cerca suyo?
En sus últimos años de vida el famoso biólogo de nacimiento y antropólogo Gregory
Bateson, que gracias a lo que aportaron a su vida sus crisis esquizofrénicas pudo
desarrollar un estilo de investigación único, realizó una investigación en conjunto con una
autoridad en el campo de la comunicación de los delfines como lo es John Lilly, sobre la
inteligencia. Sin embargo, al parecer él también era de la opinión de que era un error por
parte de los delfines el prestar ayuda a las personas (Mary Bateson, “With a Daughter's
Eye” 1993):
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“El compañerismo que muestran los delfines a los seres humanos es asertivo, y
es conocido el hecho de que ayudan a las personas que están ahogándose y no
atacan a ninguno por más que ellos estén siendo atacados. Así es como
explicaba Gregory este fenómeno: Muchos mamíferos no atacan a las crías de
quienes están emparentados a su misma especie (al parecer esto aplica para los
seres humanos hasta un grado bastante mayor de tolerancia), así que
posiblemente los delfines se han acostumbrado a utilizar una seña para dar a
entender entre ellos que se prohibe atacar a las crías humanas también. O para
expresarlo en otros términos, para los delfines los humanos son el reflejo de crías,
así que eso significa que el trato que emplean con las crías deben emplearlo
también con los humanos.“ (página 300).
Además de que Bateson concibe la ayuda de los delfines a las personas como un error
conductual de parte de ellos, indica al mismo tiempo en otras palabras que la causa de lo
que hacen se origina en que miran a los seres humanos como crías de delfín. De tal
manera es que las historias de delfines que auxilian a personas a punto de ahogarse
pueden ya no verse como historias sin fundamento, sino como relatos que parecen no ser
mentiras en su totalidad. Baste decir que este tipo de situaciones no se deberían entonces
simplemente a que existe un tipo de capacidad de intercambio emocional entre humanos
y delfines, sino que todo se remitiría a un grave malentendido por parte de los delfines. El
relato sobre el avistamiento de delfines en Amakusa Kyūshū que prosigue procede del
capitán a cargo de un barco pesquero que cuando se encontraba navegando en el mar
con el objetivo de observar delfines, me comentó amablemente que los pasajeros del
barco se regocijaron al ver a estos animales y dijeron: “¡Se alegran al vernos, y luego dan un
salto!”. Sin embargo, solo Dios sabrá si los delfines en cambio están tratando de
comunicarnos algún mensaje que posee un sentido doble para ellos.
El archipiélago de Amakusa en Kyūshū se encuentra afiliado administrativamente a la
Prefectura de Kumamoto. Sin embargo, el contacto entre Amakusa y Kumamoto empezó
después de que se instalaran “Los Cinco Puentes de Amakusa” (
): antes de eso
existió un vínculo entre Amakusa y Nagasaki muy profundo en cuanto a intercambio
cultural y contacto entre personas, dado que Nagasaki quedaba geográficamente mucho
más cerca de Amakusa que Kumamoto. Es cierto que en lo que respecta al dialecto de
esta región, el acento de Amakusa suena parecido al de Nagasaki, pero puede añadirse
además que la alianza con parientes obtenidos a través del matrimonio logró prosperar
más con personas de Nagasaki y Shimabara.
A partir de 1966, año en que se finalizó la construcción de los Cinco Puentes, la circulación
de artículos comerciales e intercambio humano se concentraron en la ciudad de
Kumamoto, y esto tuvo como resultado que la prosperidad general alcanzase un grado
máximo en esta región. Si se salía en automóvil de la ciudad de Kumamoto la experiencia
no se comparaba a estar viajando por una isla, sino más bien a estar dando vueltas por una
parte de la península solamente.
Toma aproximadamente dos horas desplazarse desde la ciudad de Kumamoto hasta la isla
más grande de Amakusa, la cual se llama Shimoshima, y llegar al mismo tiempo a la
ciudad de Hondo, ciudad que podría decirse que es la puerta principal de entrada al
archipiélago. Además, luego de unos 30 minutos puede alcanzarse el extremo norte de
Shimoshima en automóvil: la ciudad de Itsuwa, donde la población se estima en unos
12.000 habitantes. Si se sigue la misma ruta pueden apreciarse tanto el Monte Unzendake
como el Fugendake extendiéndose ante la vista y dando la bienvenida a los visitantes de la
Península de Shimabara. Justamente aquí hay un pequeño estrecho que conecta al Mar
de Amakusa con el Mar de Ariake y el Mar de la China Oriental, que recibe el nombre de
Hayasakiseto. A ambos lados del Hayakiseto pueden hallarse unos doscientos o trescientos
ejemplares silvestres de “Delfines Handō” (Tursiops truncatus) de acuerdo con un estudio
del Instituto de Investigaciones Marítimas de Amakusa (actualmente no existe).Hay
"Delfines Handō" que viven en las costas, pero también otros que migran a áreas de
extensión amplia cercanas a la costas. Los delfines de Hayakiseto son del tipo que vive en
las costas.
Se comenta que inicialmente había un gran número de delfines en las costas de Amakusa.
Conforme a lo que los pescadores veteranos de esta área afirman, hace mucho tiempo se
encontraban por todas partes. Sin embargo, debido a que en varias regiones de Amakusa
se llevaba a cabo la pesca con redes fijas, al parecer los delfines empezaron a ser vistos
como una molestia con el paso del tiempo. A su vez, ya que desde hacía mucho tiempo
cazar delfines era señal de haber conseguido una pesca buena y grande—este comentario
que me compartieron es un poco irreflexivo—los delfines terminaron siendo vistos como
rivales de los pescadores como resultado de que la industria pesquera empezó a
preocuparse más por la eficiencia con que se pescaba que por otra cosa. Los delfines que
migran a mar abierto no pueden quedarse quietos en un lugar específico pues están
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5. AVISTAMIENTO DE DELFINES EN AMAKUSA KYŪSHŪ
acostumbrados a vagar sin rumbo fijo en todo momento. En el caso de los delfines que
habitan las costas, si eran atrapados su recorrido llegaba entonces hasta dicho punto, y el
mar donde se encontraban quedaba permanente sin delfines siempre y cuando otra
manada no llegase hasta allí en busca de un nuevo habitat.
Sin embargo, tal y como lo indica el nombre “Hayakiseto”, las corrientes del mar no
permiten que dicha área puede adaptarse para la pesca con redes fijas: en la isla
Tsūjishima y en un lugar llamado Futae, lugares donde los pescadores se enorgullecen de
los prominentes resultados que logran al pescar, muchos de los lugareños practican la
pesca con buceo libre como fuente de sustento (para fortuna de los delfines). Esta
costumbre del buceo libre es antigua: en Okinohara se excavaron y descubrieron objetos
que cubren desde el Período Jōmon hasta el Kōfun, tales como lozas de barro para el
procesamiento de sal, junto con una gran cantidad de instrumentos de piedra astillados
con forma puntiaguda, que se cree que eran usados para raspar conchas de mar o cosas
similares. Por otro lado, también se conservan registros de cerca del siglo XVIII en la época
Edo, época en que se llevaron a cabo sin lugar a dudas demostraciones de la práctica de
buceo libre (que llevaba ese mismo nombre) delante de oficiales que pertenecían a la
oficina del magistrado. La tradición de bucear provocó que se estableciera una compañía
de rescate marítimo en el Período Edo que asistió por cierto a otros barcos encargados del
retiro de las naves naufragadas alrededor del país. Sea como fuere, en Hayakiseto los
pescadores y los delfines se acostumbraron a colaboran entre sí a lo largo de muchos años.
Quien vive en el habitat de los delfines actualmente es la persona que preside el Instituto
de Investigaciones Marítimas de Amakusa, el Señor Nagaoka Hidenori. Si emprendiera la
tarea de repasar todas las anécdotas que me relató, no me alcanzaría ningún espacio en
estas páginas, y debido a ello es que debo limitarme a compartirlas luego de haberlas
reducido a los puntos más importantes. El inicio de todo estriba en la proposición que hizo
el Señor Nagaoka en el año 1992 (?) de que se permitiera el avistamiento de delfines en la
región con el fin de recaudar fondos. El Señor Nagaoka sugirió a los habitantes de la región
utilizar barcos de pesca recreativa en un principio, pero nadie prestó oídos a esta
propuesta. Esta es en otras palabras una proposición envidiable para cualquiera de
nosotros: subirse a un bote y llegar a las áreas del mar donde se encontraban los delfines
nadando en menos de cinco minutos (de todos modos el que los habitantes de esta región
observasen a estos animales no sería un espectáculo para nada inusual). Nadie podía creer
en ese momento que tal iniciativa podría convertirse en la fuerza motriz que atraería
turistas y que ayudaría a que esta región se desarrollara aún más. Sin embargo, a
mediados del noventa y tres, la ya establecida práctica de la observación de delfines (que
había comenzado en Fukuoka) era ya popular entre los habitantes citadinos del Norte de
Kyūshū, y la cantidad de turistas que visitaban esta área con tales fines se había disparado.
En el noventa y cuatro se rompió el record de 20.000 visitantes semanales, y en el año
noventa y cinco se presume que llegó a la cifra de 30.000. (Reporte del Ayuntamiento de
Itsuwa y el Ministerio de Comercio, Industria, y Pesca).
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Ahora, ¿de qué manera es que se llevaba a cabo el avistamiento de delfines en Amakusa?
Los detalles que rodean a este asunto son extremadamente simples. En la periferia de la
ciudad de Itsuwa hay una docena de comerciantes que manejan grupos que realizan este
tipo de actividades. Cada compañía tiene barcos de pesca recreativa, o naves que son
propiedad del capitán que las comanda, vinculadas por contrato a ellos. De acuerdo a las
disposiciones de la compañía, cada persona debe pagar una cuota predeterminada para
ponerse un chaleco salvavidas que utilizará mientras observa y aprende sobre los delfines
que se hallan en un sitio específico al que llegaron nadando en grupo. No toma nisiquiera
10 minutos para llegar al lugar donde puede verse a estos animales desplazarse con
cuidado hacia la parte este u oeste de Hayakiseto. Pueden contemplarse adicionalmente a
un par de manadas nadando sobre la superficie, y de vez en cuando, a algunos dando
saltos. Cada uno de los pasajeros del barco apunta con el dedo hacia los lugares de la
superficie del mar donde han aparecido los delfines, y sueltan un grito de alegría. Pueden
avistarse también delfines que van acompañados de sus crías. Ahora, a pesar de que los
barcos de pesca recreativa siguen la regla de negocio voluntaria de observar a las
manadas de delfines desde la distancia, hay ocasiones en que los delfines se acercan a por
cuenta propia a las naves. El tiempo destinado para observar a los delfines es alrededor de
una hora, pero debido a la regla de negocio voluntaria de rodearlos a la distancia y
observarlos, esto es básicamente lo único que se hace durante un recorrido.
Aparentemente los pasajeros de los barcos que llevan a cabo el avistamiento de delfines se
bajan de las naves satisfechos en gran medida. En la universidad en la que laboro hay
estudiantes que trabajan este tema cuando deben hacer una investigación libre en el
curso de laboratorio de antropología cultural. Reparten encuestas y hacen entrevistas a las
personas que observan a los delfines. La información indica que la mayoría de las personas
expresan estar satisfechas luego de la actividad, pero ello parece deberse más que todo al
hecho de que pudieron ver a una gran cantidad de delfines mucho más cerca de lo que
imaginaban antes de subir a la embarcación. Al preguntársele sobre esto al capitán del
barco, este reveló que habían personas que se creía que alimentaban a los delfines para así
atraerlos; y mencionó además que muchas personas se sorprendieron cuando les explicó
que desde hace mucho tiempo hay “Delfines Handou” silvestres en el área de Hayakiseto.
Desde la década de 1990 han aparecido en Japón, una tras otra, organizaciones y negocios
relacionados con la observación de ballenas y delfines que han demostrado con certeza
ser todo un fenómeno social de naturaleza relativamente novedosa. Lamentablemente no
se cuenta con estadísticas verdaderas que sirvan para comprobar la cantidad de personas
que han participado en alguna actividad de observación que tenga como objeto a ballenas
o delfines en Japón. En concordancia con el especialista investigador del avistamiento de
ballenas Erich Hoyt, a partir del año noventa y cuatro han participado en este tipo de
actividades de 4,000,000 a 5,400,000 personas, y si se toman en cuenta las cifras de
negocios relacionados, se ha reportado que las ganancias totales ascenderían a un
aproximado de 13,000,000 millones de dólares. Realizando las mismas estimaciones de
Hoyt en Japón, se descubre que en el año noventa y tres 25.000 personas aportaron un
total de 1,300,000 dólares a esta clase de negocios (Traducción y Edición de Satō Haruko
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“Libro de Lectura sobre el Avistamiento de Ballenas, 1995). No obstante,
independientemente de si suponemos que Amakusa crecerá y se proyectará exactamente
como se ha dicho que lo hará o no (se ha predicho que superará los treinta mil habitantes
en el noventa y cinco), no cabe duda de que el avistamiento de delfines en este lugar se ha
convertido verdaderamente en una sensación.
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¿Por qué razón es que es el avistamiento de delfines es más popular que el de ballenas
en Japón?
¿Por qué razón es que el avistamiento de ballenas es más popular en las naciones
occidentales en desarrollo?
¿Por qué razón es que las personas que antiguamente estaban a cargo de cazar
ballenas dieron comienzo a la práctica del avistamiento de ballenas?
¿Por qué razón es que los fanáticos de las ballenas han sentido la necesidad de
recorrer el mundo avistando una numerosa cantidad de ballenas?
¿Por qué razón es que las personas que se oponen a la caza de ballenas se han
entrometido tanto como para difundir la costumbre de que otras personas observen
ballenas y disfruten al hacerlo, a lo largo de todo el mundo?
¿Por qué razón es que las personas que avistan ballenas terminan regresando a sus
hogares luego de que las ballenas desaparecen, mostrando sorpresivamente así
ningún signo de paciencia? (este dato se extrajo de un informe de avistamiento llevado
a cabo en Nueva Zelanda)
¿Por qué razón es que las personas que avistan ballenas pueden enlazar de manera
tan efectiva las acciones que llevan a cabo por conservar la naturaleza con sus labores
investigativas y sus pasatiempos, ¿y por qué es que terminan enmarcando todos estos
esfuerzos dentro de la categoría de diversión?
No ha pasado mucho tiempo desde que empecé a realizar investigaciones científicas
sobre el ecoturismo en Japón, o en todo caso, sobre la práctica del avistamiento de
delfines. A partir del momento en que comencé a investigar algunas personas solicitaron
que les diera mi opinión sobre preguntas tales como: ¿por qué razón fue que en Japón se
empezó a realizar el avistamiento de delfines?”, y “¿por qué es que los libros u objetos
coleccionables relacionados con delfines o ballenas son populares?”. Yo mismo llegué a
hacerme estas preguntas en cierto momento. Ahora, si pudiéramos dar fácilmente con la
respuesta a cualquier enigma, no habría necesidad de realizar una investigación adrede;
pero la disposición natural que tenemos los profesores de contestar de buen agrado a
cualquier pregunta que se nos haga, nos obliga a ofrecer siempre respuestas lo más
verosímiles posibles cuando se nos interroga sobre algo, aunque a espaldas de nuestro
público estemos “sacando la lengua” en seña de total ignorancia. Puede ser que lo que he
contado sea una anécdota más relacionada con la triste realidad (?) de ser un profesor,
pero me gustaría ahora presentarle a mis lectores “siete fascinantes” preguntas sobre el
avistamiento de delfines que albergo en mi mente, y que me gustaría explorar junto con
ellos. Las preguntas en cuestión son los siete puntos que enlisto a continuación
(sumándoles una extra):
Siete datos maravillosos o fascinantes sobre el avistamiento de ballenas y delfines.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
6. AVISTAMIENTO DE DELFINES COMO ECOTURISMO
Ahora (y esto es algo adicional), ¿por qué razón es que la práctica del avistamiento de
ballenas está extendida en los países afiliados a la Comisión Ballenera Internacional por un
lado, pero por qué otro en los países no afiliados, por otro lado, la popularidad de esta
práctica es reducida, o mejor dicho, no es conocida? Pareciera como si este segundo
grupo de países estuvieran en contra de la práctica, ¿pero cuál será su posición verdadera?
A lo largo de todos estos capítulos he expuesto una reseña teórica sobre el ecoturismo que
tal vez pueda resultar útil como problema práctico si quien la lee reflexiona al mismo
tiempo sobre estos ochos puntos que acabo de mencionar. El provecho que podemos
sacarle a estos puntos se relaciona con el hecho de que estas interrogantes nos hacen
meditar sobre la naturaleza social del ecoturismo cuando exploramos dicho tema.
Primero dediquemos un espacio para reflexionar sobre la moda del avistamiento de
delfines: ¿Será cierto que la consciencia que tenemos sobre los distintos peligros
existentes en el medio ambiente global nos hace sentir interés por los delfines, y que hay
por lo tanto entonces, una conexión directa entre ambos aspectos? No hay particular
dificultad en conectar el tema de los problemas ecológicos con estos animales. Sin
embargo, se requiere esta asociación carece de solidez. El enlace faltante son los artículos
de delfines que se venden en algunas partes, y que a nuestros ojos resultan más que
curiosos: las tarjetas postales de ballenas y delfines, camisas, o también cualquier tipo de
objeto de decoración pequeño, souvenir, o demás que pueden hallarse, revelan diferencias
muy marcadas y perceptibles en un primer vistazo al compararlos: los de delfines poseen
diseños antropomorfizados o "deformados" (en estilo de dibujo manga) que los hacen
contrastar completamente con los de ballenas. Las características que poseen los diseños
que aparecen en los artículos inspirados en delfines facilitan la representación de estos
animales como nuestros amigos. Este fenómeno no se limita solo a Japón pues en otras
partes se ve a los delfines como amigos de “tamaño real” de los humanos; y parece
también que son considerados como equivalentes de un amigo de menor edad también
humano. Los avistadores de delfines que se montan en los barcos de pesca recreativa en
Amakusa, han aceptado la práctica de ponerle apodos a estos animales tales como “Iruka-
san” o “Iruka-chan”. Por otro lado, en años recientes no se ha mencionado nada positivo en
ninguna parte en torno al problema de los suicidios de estudiantes provocados por acoso
estudiantil o sobre los problemas reales con los que topan los niños. ¿Acaso no es la
popularidad de estos animales reflejo de la expectativa de verlos como amigos imaginarios
con los que pueden jugar libremente los niños en un mundo que no se encuentra inserto
dentro de los problemas de la realidad? En tanto puede decirse que en Japón resulta más
sencillo para las personas interactuar con delfines que con ballenas; y además, los delfines
son seres que nos ayudan a liberarnos de los problemas que suceden en el mundo real, y
de la preocupación en general.
Las expectativas con respecto al hecho de si tiene algún efecto o no en la curación de
personas psicosomáticas o autistas el tocar o nadar con delfines han crecido
recientemente. Los comerciantes que proclaman la efectividad de este tipo de curación
(healing) en voz alta tienen su centro de actividad en Estados Unidos de Norteamérica, y
han organizado incluso tours que van desde Japón hasta su país, entre otras cosas. Con lo
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que hay que tener cuidado en estos casos es con hacer la diferenciación correspondiente
entre los hechos que por experiencia comprueban que puede encontrársele remedio a
una enfermedad y dar con su cura, y las declaraciones de comerciantes que promocionan
"fundamentos de curación científicos" particulares para alguna enfermedad. Debe
pensarse que nos encontramos ante dos cosas distintas. En otras palabras, hay que darse
cuenta que dentro de la categoría de “pruebas científicas” de este segundo grupo de
personas, se insertan prácticas sospechosas. De tal modo es que algunos han llegado a
afirmar que los delfines poseen habilidades más allá de las que poseemos los seres
humanos, y de acuerdo a las circunstancias, se ha dicho asimismo que estos animales
cuentan con habilidades sobrenaturales. Este tipo de expectativas pseudocientíficas y
superfluas se asemejan a ciertas creencias fanatistas de corte religioso que hicieron su
aparición en Occidente durante la época de 1960, que han sido incluso aceptadas por
parte de investigadores que pertenecen a campos como la biología y la antropología
(Edición de Freeman, “Estudios Antropológico-Culturales sobre los Delfines, 1989).
Por otro lado hay que considerar el vínculo que existe entre la pesca de ballenas y el
avistamiento de ballenas o delfines. La rápida expansión del movimiento en contra de la
pesca de ballenas en los países desarrollados no fue impulsada solamente por la idea de
realizar un mejor manejo de los recursos marítimos destinados a las ballenas (esta es la
razón usualmente considerada como principal), sino que surgió también a partir de la
difusión de propaganda alocada sobre la protección de delfines, que como bien ya se
mencionó en la parte derecha de la página anterior, tuvo origen en Occidente. Existen
personas que pertenecen a los grupos que organizan campañas en contra de la caza de
ballenas que toman el papel de un simple espectador en los barcos balleneros de
expedición, y que después de editar el material que graban mientras están a bordo (que
está compuesto solo por escenas espantosas), distribuyen dicho material a las personas
involucradas o a los medios de comunicación masiva. Detrás de esta batalla en contra de
la caza de ballenas se encuentra lo que debería denominarse un constante
enfrentamiento entre los medios de comunicación, en el que debe decirse que han podido
registrarse de forma verídica movimientos de ataque y defensa (Kawabata Hiroto, “Pensé
en cazar una ballena, y luego reflexioné”, 1995). Entre las personas que apoyan la práctica
del avistamiento de ballenas existen algunos que se benefician económicamente por
medio del turismo de esta práctica; y luego están aquellas personas que organizan las
campañas en contra de la pesca de ballenas, individuos que si supieran lo maravillosas que
son las ballenas como animales, podrían encariñarse con ellas y tener simpatía con nuestro
movimiento, o al menos eso es lo que llegué a estimar al conocerlos. A tal razón se debe
que el avistamiento de ballenas haya podido gozar de aceptación hasta ahora en los países
desarrollados: todo es gracias a organismos como la Comisión Ballenera Internacional
(CBI). En otras palabras, la batalla que se libró en los países desarrollados entre los que
apoyaban y los que estaban en contra de la caza de ballenas (que involucró a personas
comunes), fue el causante de que se despertara un interés en estos animales en las
personas, y dio como resultado el nacimiento del ecoturismo centrado en el avistamiento
de ballenas.
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Sea como haya sido, la pesca de ballenas se redujo tanto que se acercó al punto de
desaparecer del todo en estos países: la excepción a esto eran los habitantes originarios de
las costas que seguían ejerciendo esta práctica. Sin embargo, ya sea que estemos
hablando de caza de ballenas en la costa, o más bien de caza de ballenas en el océano;
atrapar a uno de estos animales implica buscarlo en mar abierto y estar dispuesto a
organizarse con otros en torno a una estrategia de equipo sólida luego de haberlo
encontrado, por lo que esta es una actividad social avanzada en toda regla. Hoy en día las
técnicas para cazar ballenas son sumamente sofisticadas, y por otro lado, hay pescadores
muy versados también en las técnicas de búsqueda de ballenas en mar abierto. Las
personas que cuentan con el conocimiento sobre este tipo de técnicas no cazan a las
ballenas con arpones sino que más bien hacen que los avistadores de ballenas sostengan
una teleobjetivos en sus manos, imponiendo así una “reconversión industrial” que no es
del todo extraña. El rápido crecimiento de la práctica del avistamiento de ballenas en
Japón evidentemente representó toda una sorpresa para los pioneros de la misma
práctica en Occidente. Esto se debe a que este hecho contrastó totalmente con las
creencias de las personas que veían a Japón desde la perspectiva estereotipada de ser una
nación líder en la práctica de la caza de ballenas, y un país donde se seguía cazando a
estos animales de forma obstinada con la excusa de contribuir a propósitos investigativos.
Sin embargo, como bien lo dejan en claro las investigaciones que están recopiladas en la
bibliografía etnográfica disponible sobre la pesca de ballenas en las costas de Japón, en la
antigüedad la carne de ballena era repartida entre todas las familias de una comunidad
debido a que era un alimento que poseía un valor simbólico; y por otro lado, estos mismos
aldeanos tenían la costumbre de hacer un funeral (y encargarse de cualquier preparativo
derivado) en honor a las ballenas que habían matado, en una fecha determinada todos los
años. Estas personas sirven de ejemplo de que consumir carne de ballena y sentir cierta
afinidad por estos animales, no son acciones mutuamente excluyentes.
Reflexionemos un poco, por último, sobre quienes pasan su tiempo observando ballenas.
Por muchísimos años hubo japoneses que se dedicaron a pescar ballenas, a
desmembrarlas, y a consumirlas (literalmente) debido a que su carne era fuente de
proteínas. Sin embargo los avistadores de ballenas se dedican a “consumirlas” de otra
manera ahora. Me refiero con ello a la práctica de consumir su imagen. Y al disponerme a
evocar lo que es un observador de ballenas, no me refiero a un defensor férreo que está en
contra de la pesca de ballenas o a un fanático cuasireligioso que protege la naturaleza, tal y
como podría imaginárselo alguien que no sepa del asunto. De igual modo el retrato que
haga de ellos tampoco puede ser justamente igual al de los avistadores de delfines de
Amakusa. Por consiguiente, los rasgos básicos de caracter que les atribuiré no se
diferencian de aquellos que se encuentran en un turista regular: la única disparidad entre
ambos es que la imagen que consumen es distinta. Las expectativas que se tienen sobre
un turista ordinario aplican también para un avistador cualquiera en términos de la
práctica del turismo de avistamiento de ballenas en Kaikoura, Nueva Zelanda. Después de
todo los datos demuestran que si se cancela el avistamiento de ballenas en cualquier
momento a causa de las inclemencias del clima (u otra razón), hay muchas personas que
no regresan al lugar inicial donde estaban luego de haberse trasladado a otro puntos
turísticos. Las personas que recomiendan el avistamiento de delfines a otros, indican que
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existe la necesidad de que se coordinen esfuerzos para que hayan disponibles tanto
instalaciones como eventos de forma regular, con el fin último de hacer frente a la
rentabilidad de turistas que demanda este tipo de turismo. En la actualidad los avistadores
de ballenas no son turistas especiales en ningún sentido. Más bien somos nosotros
quienes conformamos la potencial tropa de reserva de dichos turistas.
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En este artículo se ha explicado que aquellos que han ejercido la tradición de avistar
delfines desde hace muchísimo tiempo en Japón son los pescadores, quienes por otra
parte se han dedicado a cazar a estos animales y a alimentar las creencias populares que
se tienen sobre los delfines que habitan las costas. La costumbre que explica el hecho de
que los delfines se sigan unos a otros y salgan en peregrinaje se llama “procesión de
delfines” (
イルカ
); a su vez estos mismos animales han sido comparados con el dios de
la fortuna Ebisu, dios foráneo que trae consigo bendiciones desde el mundo exterior. Al
mismo tiempo, en el trasfondo correspondiente a la conversación sobre los delfines pudo
develarse una concepción inamovible sobre la administración de recursos marítimos en
cierto tipo de personas, en otras palabras, se descubrió en ellos una manera de pensar
autóctona sobre el desarrollo sostenible. Esto se logró a través del análisis de la costumbre
que tenían estas personas de consumir su carne al mismo tiempo que les representaban
de forma antropomorfa o como objetos de temor.
Por otro lado, pudimos ser testigos del surgimiento de la figura del avistador de delfines
moderno en Yanagita Kunio, quien ayudó a que se afianzara la tradición folclórica sobre
estos animales en nuestro país: no sintió nunca encanto por la carne de estos animales,
sino que prefirió consagrar su tiempo a observarlos desde una embarcación, entre otras
cosas. ¿Pero por qué podemos asegurar que este hombre es un “avistador moderno”? Ello
se debe a que Yanagita convirtió en objeto de investigación las leyendas tradicionales
sobre delfines, y las objetivó: en cierto sentido, adoptó la postura de apartarse de ellas. Para
Yanagita los delfines ya no son ni objeto de terror ni fuente de alimentación. Para él los
delfines son viejos amigos que han compartido la civilización con los seres humanos, por lo
que las leyendas populares que hablan sobre ellos vendrían siendo una especie de
"cuentos románticos" (historias) que nos permiten acordarnos de dicho estadio.
Al mismo tiempo hoy en día cabe preguntarse si en efecto hay personas que conocen o
no el término “procesión de delfines” (
イルカ
). Las personas modernas acuden a un
acuario a ver delfines reales, y la información sobre ellos que conocen procede de la
televisión, revistas, o libros. Detrás del trasfondo de la moda del avistamiento de delfines,
se encuentra el hecho de que a lo largo del país existen acuarios donde las personas
pueden tocar de cerca a estos animales, y que estos animales por su parte se han
convertido en compañeros íntimos de los humanos gracias a las actividades que se
realizan en espectáculos en los que aparecen. No solo los avistadores de delfines pueden
consumir la imagen de estos animales, pues las personas modernas también lo hacen de
alguna forma; y por su parte los vendedores de artículos alusivos no siempre venden
información de carácter científico sobre ellos. Estos individuos en cambio sacan ventaja de
7. LOS DELFINES Y LOS JAPONESES
as “creencias modernas” que proyectan las personas sobre los delfines para llevar a cabo
nuevas modalidades de negocio. Es así como retratan a los delfines como “niñitos
adorables” o como seres que poseen la capacidad de construir civilizaciones. Los catálogos
de fotografías y objetos varios sobre delfines que tenemos alrededor de nosotros, en
conjunto con las creencias de sanación (sanación por fue) por parte de estos animales,
entran dentro de la lista de ejemplos representativos de estas prácticas.
Es necesario que comprendamos que el avistamiento de delfines entra dentro del
contexto de prácticas sociales modernas. Y es que sin lugar a dudas los avistadores de
delfines viven inmersos en las creencias de las personas modernas. En el momento en que
se salieron a la luz los planes sobre llevar a cabo el avistamiento de delfines en Amakusa,
los habitantes del área tenían razón en dudar sobre las posibilidades de éxito de este
negocio. En toda ocasión en que se le comentó a alguno ideas como la que afirma que
observar delfines podría tener efectos curativos en quienes observan a estos animales, no
hubo otra cosa más que risas. El turismo de avistamiento de delfines como actividad
comercial en Amakusa posó su mirada primero sobre los habitantes de la capital de
Fukuoka. La decisión de escoger a esta ciudad como primer mercado no se debió
meramente a la gran cantidad de población que podría cubrirse si esta actividad se llevaba
a cabo, sino que también fue resultado de que los empresarios estaban plenamente
convencidos de que habían creencias que todas las personas modernas compartían, y que
estas creencias le permitiría a este grupo particular de individuos disfrutar de observar a
estos animales. Y tal y como lo habían esperado, los avistadores de delfines empezaron a
atraer personas de Fukuoka; y poco tiempo después personas de Kumamoto, de la ciudad
nodal de Amakusa Hongo, y de ciudades más alejadas incluso, a pueblos en las cercanías.
No existen personas hoy en día que puedan negar el hecho de que los delfines son
adorables, y que son al mismo tiempo objeto de espectáculos interesantes. El enojo que
sintió Yanagita Kunio al observar carne de delfín exhibiéndose en el escaparate de una
tienda ha sido por fin apaciguado el día de hoy luego de que pasasen setenta años. Al
mismo tiempo en la actualidad, la popularidad de las actividades con delfines para
fomentar el comercio en Itsuwa Amakusa ha alcanzado su pico; y dicho lugar se han
celebrado cada dos o tres años una variedad de eventos en los que ha participado una
infinidad de personas, independientemente de que hayan sido de carácter público o
privado. El Señor Ikezaki Takeshi es un joven estudiante que realizó un giro en U completo
en su ciudad natal luego de graduarse de la Universidad de Fukuoka. Él escribió la letra y
compuso la melodía de "La Canción de los Delfines" mientras se encontraba involucrado
de diferentes formas con proyectos de revitalización de su ciudad. Durante estos eventos
él mismo ha interpretado este tema acompañado de una guitarra y una harmónica. Estos
versos que les compartiré nos permitirán reflexionar sobre la cercanía que existe entre las
personas modernas y los delfines, y aparte de esto podremos apreciar que estos
constituyen una pieza de valor inconmensurable.
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Así como Yanagita Kunio se dedicó a reflexionar sobre las interacciones entre delfines y
humanos, y recopiló información en áreas designadas sobre el folclor relacionado con
estos animales con gran entusiasmo, puede ser que algún día ocurra que los antropólogos
del futuro examinen con detalle la canción del Señor Ikezaki y descubran en ella la
perspectiva que teníamos los japoneses en el siglo XX sobre los delfines. Por más que estas
perspectivas futuras muestren indicios de cambiar, no me queda otra cosa más que
desear que el vínculo entre delfines y japoneses se mantenga vivo por mucho más tiempo.
Esta información apareció por primera vez en (sin embargo hay pasajes del contenido que
no se corresponden completamente) en la siguiente publicación: El avistamiento de
delfines y la Sociedad Moderna—Notas de investigación sobre ecoturismo, “Investigación
interdisciplinaria sobre el desarrollo de “áreas” para su integración internacional” Edición
Completa del Proyecto de la División de Investigación del Comité de Establecimiento del
Programa de Doctorado de la Escuela de Posgrado de la Subdivisión de Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad de Kumamoto, pp.497-515, Departamento de Literatura
y Departamento de Derecho de la Universidad de Kumamoto, Marzo 1996.
8. CANCIÓN SOBRE LOS DELFINES
LA ISLA DONDE PUEDEN
ENCONTRARSE DELFINES, IMAGE SONG (
))
¡Oh mar que eres nuestra madre! ¡Oh mar que eres nuestra vida!
¡Brillad vívidamente!*
Sin importar el que vayas a hacerme o no el favor de envolver mi corazón*
cuando intento secar las lágrimas que no paran de caer
intentaré exponerlas a tu cálida brisa
Quizá puedas llegar hasta donde se encuentran los delfines
que danzan tratando de llegar al cielo y reciben la luz rojiza del sol|
(*Repetir)
¡Oh delfines! ¡Vosotros nadáis cerca uno del otro
como encantadores camaradas, sonriendo como recién nacidos!
¡Quiero tocar suavemente esa bella figura que nada
con fuerza y siempre con amor!
(*Repetir)
¡Oh mar azul y cielo elevado! ¡Haced que nuestros deseos se enciendan!
Todas las personas viven buscando a alguien con quien hacer contacto
Siempre y cuando la calidez de las personas y de la naturaleza no se extinga
Atravesaremos el tiempo para recitar esta canción a los delfines
(*Repetir)
(Ikezaki Takeshi copyright 1994)
REFERENCIAS
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23 de Septiembre, 2022
Suita,Osaka, Japón
Estimados Personales,
de ""Revista Estudios," de la Universidad de Costa Rica
YO, el profesor emeritus de la Universidad de Osaka, Mitsuho Ikeda, autorizo la publicación de mi
artículo "IRUKA TO NIPPON-JIN (Delfines y Japoneses, desde punto de historia cultural)"publicado
originalmente en el Informe, "Estudios Informaciones Regionales en el context global" de la facultad de
Letra de la Universidad Nacional de Kumamoto, Marzo 1996, hoy el artículo virtual en
https://navymule9.sakura.ne.jp/111123dolphine.html ,
el cual fue traducido por Raquel Marín Núnez para ser publicado en la Revista Estudios de la Universidad
de Costa Rica.
Muy Attentamente,
Mitsuho Ikeda,
Izumi-cho 2-42-4,
Suita City, Osaka, 564-0041
Japón
rosaldo@cscd.osaka-u.ac.jp