El gran pionero de los estudios folclóricos en este país, Yanagita Kunio, fue también la
primera persona en incursionar en el avistamiento de delfines (“dolphin watching”). En
otras palabras, todo comenzó cuando Yanagita sintió una profunda fascinación al observar
a los delfines que nadaban cerca del barco en el que iba navegando por el Océano Índico
en una ocasión: esto ocurrió ya sea cuando tuvo que trasladarse a Europa para ejercer
como miembro del Consejo de Administración Fiduciaria de la Sociedad de Naciones o
cuando iba ya de regreso a su patria tras haber cumplido con las labores de este puesto; o
más bien quizás cuando visitó la Bahía de Kinkō en Kagoshima mientras se encontraba
realizando trabajo de campo en Kyūshū. De acuerdo con las anotaciones que hizo este
autor sobre este episodio, parecía como si los delfines en ese momento estuviesen
escoltando la nave, o como si en cambio “se hubiesen puesto a jugar un juego sin límites
allí mismo, haciendo todo lo posible por lograr un objetivo específico”. Yanagita añade
además que: “puede considerarse incluso que su reacción se asemejaría a la de cualquiera
de nosotros como personas, si un fantasma invisible nos persiguiese desde donde se
encuentra, hasta el plano humano donde vivimos” (Yanagita, 1924, pp.327-328).
Por supuesto que es una sobreestimación, por cierto imposible de no criticar, atribuir a
este episodio la razón del surgimiento del interés que empujó a Yanagita a terminar
siendo el pionero en estos estudios. Resulta necesario explicar un poco más en detalle este
aspecto. Yanagita veía a estos delfines desplazándose en grupo como a aquellos distintos
pueblos con los que los japoneses jamás habían tenido contacto; y pensaba que éstos
habían sido enviados desde sitios ubicados fuera de este mundo para servir como
mensajeros a los humanos. Comprendió entonces que posiblemente de esta manera
había surgido la costumbre de pensar que los delfines formaban grupos para organizar
peregrinaciones a templos. Todo apunta a que esta costumbre le había llamado la
atención desde siempre. Sabía además que en la Isla Sado existía una leyenda sobre la
“peregrinación de delfines”, y de hecho encontró rápidamente en la canción del bon-odori
local, una estrofa en la que se hacía referencia a la retribución que recibían aquellos que se
atrevían a matar a un delfín: “El hábil Denji ardió en llamas, como castigo por matar un
delfín”. Se refirió a la misma cuestión luego con estas palabras: “Cada vez que veo o
escucho esa historia sobre los delfines, no he podido evitar terminar recordando todos los
detalles relacionados con dicha cuestión al menos en una ocasión”(Yanagita, 1932,
p.144).En su obra “La ruta de altamar” publicada en 1951, se expresa por otro lado de la
siguiente forma sobre el “peregrinaje de delfines”: “hay un par de cosas al respecto que
deseo conocer”. Y luego añade:
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ISSN 1659-331
Los Delfines y los Japoneses. Comentarios de Ikeda Mitsuho
| Marín Núñez, Raquel
1. YANAGITA KUNIO, EL AVISTADOR DE DELFINES
V Sección: Traducciones
Revista Estudios, 2023
| Febrero 2023
El peculiar comportamiento grupal de estos animales tan grandes debió de
haberle servido de seguro como alerta de cualquier peligro existente a las
personas que vivían la mayor parte del tiempo en el mar debido a que éste era
su medio de sustento, por lo cual no es de extrañarse que la conducta de los
delfines haya causado una gran impresión en en estos hombres. No obstante, es
imposible no reparar en que este impacto profundo que empezaron a provocar
los delfines en estos individuos a partir de sus acciones, o en cualquier caso, a
partir también de la comprensión que se derivó de estas, posee un grado de
coincidencia con lo que relatan la tradición oral o las distintas vertientes
artísticas con respecto a un punto u otro, que no aparenta ser para nada casual.
(Yanagita, 1962, p.211).