Yors Guillermo Solís Vargas

La filosofía analítica en Costa Rica

Resumen: El siguiente artículo representa un estudio de textos y autores analíticos presentes en la producción académica de Costa Rica. En Centroamérica y el Caribe, Costa Rica es el país que ha demostrado mayor interés en la filosofía analítica, por lo que un texto sobre esta corriente, como el que se pretende aquí, solo podría encontrar sustento en esta nación, ya que en otros países de la región no existe suficiente interés sobre esta forma de pensamiento filosófico. Además de esto, también se va a exponer, brevemente, el concepto y la historia de este tipo de filosofía.

Palabras clave: Filosofía. Costa Rica. análisis. lógica. lenguaje.

Abstract: The following article represents a study of texts and analytical authors that are present in the Costa Rican academic production. In Central America and the Caribbean, Costa Rica is the country with the greatest interest in analytic philosophy; therefore a text about this topic, which is, the one intended by the author, could only find support in this nation since there is not enough interest in this way of thinking in other countries of the region. On the other hand, the concept and the history of this type of philosophy will be briefly exposed.

Keywords: philosophy. Costa Rica. analysis. logic. language.

Introducción

Antes de pasar a analizar lo que ha sido la filosofía analítica en Costa Rica, primero se aclarará el concepto y su historia, así como el poco auge de esta corriente en los demás países de la región centroamericana y del Caribe.

El análisis como actividad filosófica desde la perspectiva de la filosofía analítica tiene una larga historia. Su importancia y máxima consideración, previa al sentido de análisis propio de esta corriente, inicia, principalmente, con Aristóteles con su obra Órganon hasta llegar a los empiristas británicos, Immanuel Kant y Gottlob Frege. En la enciclopedia de filosofía de Oxford puede leerse lo siguiente:

Análisis. Método filosófico, o conjunto de métodos, característico de una buena parte de la filosofía anglófona del siglo XX, que se describe a sí mismo como “analítico” para expresar su voluntad de rigor y precisión, su adhesión a la ciencia, a las técnicas lógicas y —quizá por encima de todo— el ejercicio de una minuciosa investigación del lenguaje como el medio más idóneo para la clarificación de conceptos. (Anthony Grayling en Honderich, 2005, 61)

Por otro lado, en la historia del pensamiento occidental la atención al lenguaje desde una perspectiva filosófica inicia, principalmente, con Platón en su diálogo Crátilo, luego continúa con Aristóteles (Organón y Ars Rhetorica) hasta llegar al texto “Sobre el sentido y la referencia” de Frege, esta última puede considerarse como la principal obra previa a la atención del lenguaje propio de la filosofía analítica.

Existe un acuerdo generalizado en que los dos iniciadores de esta filosofía fueron Bertrand Russell y George Moore. Desde principios del siglo XX estos dos filósofos británicos, quienes influenciados por Frege, fundamentalmente, y por un espíritu antihegelianista1 son los que primeramente empiezan a aplicar lo que se conoce hoy como filosofía analítica.

Uno y otro [Russell y Moore] combatieron la idea de que la realidad es una unidad indivisible y de naturaleza espiritual, para defender por el contrario que la realidad está formada por una indefinida multiplicidad de cosas y que esas cosas son fundamentalmente de tipos diferentes —materiales y abstractas, como también mentales—. Socavaron irremisiblemente la teoría idealista de que todas las relaciones son internas o esenciales a las cosas que relacionan y, de modo menos persuasivo, que los objetos de percepción directa son contenidos subjetivos de conciencia. (Anthony Quinton en Honderich, 2005, 63)

Sin embargo, cada quien se inclinó por desarrollar este análisis en distintas direcciones. Russell inicia el análisis filosófico siguiendo la idea de que la lógica moderna puede ayudar a esclarecer las estructuras de la realidad2. Mientras que Moore, por su parte, concentra su empeño en el análisis de conceptos, pero no con la intención de examinar el mundo, más bien intenta estudiar a fondo la clarificación de algunos significados o enunciados del lenguaje natural.

Estas dos líneas, el análisis lógico del lenguaje de Russell y el análisis conceptual del lenguaje de Moore, provocaron una serie de reacciones que con el paso del tiempo llegaron a crear todo un “mundo” de concepciones y metodologías que hoy se le conoce, grosso modo, como Filosofía Analítica3.

Esta corriente empezó a desarrollarse en Inglaterra a principios del siglo XX4, y dejó una huella filosófica que se extiende hasta alrededor de 1960 cuando su esplendor empieza a decrecer y a evolucionar o cambiar conforme los tiempos y el pensamiento lo van haciendo. Hoy se puede decir que actuales tendencias filosóficas como la filosofía del lenguaje, de las ciencias, de la mente, la matemática, la lógica, la inteligencia artificial, etc., así como ámbitos interdisciplinarios como el de la ciencia cognitiva o las neurociencias son tendencias y campos a los que la filosofía analítica aporta en alguno o muchos sentidos.

La corriente en cuestión, se distingue con respecto a otras (fenomenología, existencialismo, hermenéutica, etc., las cuales son comúnmente englobadas bajo una misma etiqueta: filosofía continental) porque desde sus inicios se concentró en varios puntos que la hicieron especial; algunos, como Russell y el Wittgenstein del Tractatus Logico-Philosophicus, se concentraron en la clarificación del lenguaje tomando en cuenta la lógica moderna para analizar la filosofía y la realidad; otros, tuvieron la intención de aclarar la lógica del lenguaje de las ciencias (Círculo de Viena), la dilucidación de conceptos (Moore), el análisis pragmático del lenguaje ordinario (el Wittgenstein de Investigaciones filosóficas), entre otros.

Una importante característica de esta corriente es la fuerte convicción de que los problemas filosóficos están concentrados en el lenguaje. Autores como Wittgenstein se retiraron de la vida académica durante varios años después de creer que con su libro Tractatus Logico-Philosophicus había resuelto todos los problemas que en filosofía se habían planteado durante la historia por no ponerle atención a la lógica del lenguaje.

El método fue su filosofía y su filosofía fue su método, así se puede resumir. Para los pensadores de esta corriente, la filosofía se debe centrar en el análisis del lenguaje. Sus representantes fundamentales estaban convencidos de que la filosofía idealista y sus variaciones no eran las más indicadas para pensar el mundo, por lo que se manifestaron en contra de la realidad como un sistema holístico, total e interno, y más bien propusieron la realidad como relaciones externas que pueden descomponerse y analizarse aisladamente. Lo cual refleja la influencia de la ciencia más la idea (ya planteada en Frege aunque dirigida, principalmente, a la reducción de la aritmética a la lógica) de que la lógica es el mejor fundamento para analizar el lenguaje5.

La filosofía, con esta corriente, da un giro de enfoque. Históricamente, los filósofos se habían concentrado en temas como la ontología o la epistemología para desplegar toda su reflexión filosófica, pero con esta nueva forma de filosofar, el giro va a estar dirigido hacia el lenguaje, por lo que si se analiza de la manera más científica (lógica), precisa y clara, tendremos así una elucidación del pensamiento.

Su desarrollo no siempre fue en una misma dirección; antes de su versión postanalítica, durante los sesenta años de vigencia se puede decir que hubo tres tipos de esta filosofía: la inicial, conocida por la búsqueda de un lenguaje ideal y considerada la clásica, que se concentró en el análisis lógico-formal del lenguaje de la matemática o del mundo (Frege, Russell y “primer” Wittgenstein). La segunda fue el positivismo lógico (o neopositivismo o empirismo lógico) que surge de la tradición empirista (David Hume, principalmente), positivista (Auguste Comte), así como de la analítica clásica, pero con la distinción de haberse abocado en la elaboración y clarificación de un lenguaje para la ciencia (natural, principalmente) y en el rechazo de la metafísica6 (los principales representantes de este tipo de filosofía analítica están enmarcados en lo que se conoció como el Círculo de Viena, con autores como Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Friedrich Waismann, Otto Neurath, entre otros). Y la tercera subcorriente fue la filosofía del lenguaje ordinario —o filosofía lingüística o de Oxford (en contraste con la filosofía analítica de Cambridge, que era de corte más clásica)—, la cual se concentró en la descripción y disolución de problemas originados por la mala interpretación del uso del lenguaje natural; entre sus representantes están Gilbert Ryle (con investigaciones como El concepto de lo mental, 1949), “segundo” Wittgenstein (Investigaciones filosóficas, 1953), entre otros7.

La analítica más clásica se centró (y se sigue centrando) en el análisis lógico del lenguaje, entre sus frutos actuales más perennes está la construcción de lenguajes formales (artificiales) para la traducción “clara” y “exacta” del pensamiento en distintas disciplinas. La analítica que surgió del Círculo de Viena todavía ejerce influencia en la atención al lenguaje que se utiliza en las ciencias naturales, principalmente. Mientras que la analítica última se centró (y se centra) principalmente en el estudio de la pragmática del lenguaje, muy utilizada en disciplinas como la filosofía del lenguaje y la lingüística.

Después de 1960 la actividad analítica no acabó del todo; sin embargo, la defensa de los temas clásicos de esta corriente de pensamiento, poco a poco fue cediendo terreno a otros intereses y enfoques filosóficos. Además de que durante su desarrollo se le asestó varias críticas que paulatinamente fueron desmoronando los ideales y pretensiones de sus representantes más importantes: Russell, el Wittgenstein del Tractatus, los integrantes del Círculo de Viena, etc.8

Todavía hoy en muchas escuelas de filosofía inglesa y norteamericana, principalmente, muchos pensadores se consideran analíticos en algún sentido y si no es así, por lo menos no niegan el influjo en algún punto9, tema o autor de lo que fue la filosofía analítica en esos sesenta años de esplendor.

Para terminar este pequeño esbozo de lo que fue la filosofía analítica es necesario hacer una aclaración final: el solo hecho de escribir acerca de esta corriente no convierte este texto ni al autor en analítico stricto sensu. Este escrito parece más un análisis teórico que un análisis al estilo de la filosofía que se ha mostrado aquí; sin embargo, tiempo después del declive de esta corriente algunos filósofos, como Ernst Tugendhat (2003), han reflexionado sobre esta filosofía y la continental y han encontrado y defendido puntos de encuentro y relaciones que pueden llegar a disolver las grandes diferencias tradicionales entre estas dos importantes corrientes filosóficas.

La filosofía analítica en Centroamérica y el Caribe

En Centroamérica y el Caribe la corriente filosófica conocida como filosofía analítica solo se ha desarrollado de manera más prolífica y prolongada en Costa Rica, por lo que un texto como este solo podría realizarse desde este país; sin embargo, se pueden referenciar algunos destellos en otros países centroamericanos y del Caribe. Para respaldar esto último, se van a citar estudios que comprueban la escasa, pero no nula recepción de la analítica en estas dos zonas. En primera instancia, se mencionarán autores de Centroamérica y el Caribe y luego, se realizará un estudio más detallado de los aportes logrados en Costa Rica, pues este país por ser el que más atención ha dado a esta corriente, se estudiará de manera especial.

El estudio que más alcance ha tenido en torno al desarrollo de la filosofía analítica en Latinoamérica es El análisis filosófico en América Latina de Jorge Gracia (ed.) (1985), en este se deja claro que “El centro de la actividad filosófica en América Central es, sin duda, Costa Rica” (Gracia, 1985, 472). No obstante, deja claro también que hay filósofos de tendencia analítica en Guatemala, como por ejemplo Héctor Neri Castañeda (quien residió y estudió en Costa Rica); en Salvador, Luis Melgar Brizuela; Panamá, José J. Martínez; Puerto Rico, Roberto Torreti, (procedente de Chile); y, Cuba, los nacidos pero radicados en Norteamérica: Ernesto Sosa y Jorge Gracia (el editor del libro antes mencionado).

Otro estudio que se refiere a la filosofía analítica en América Latina es Nota sobre la recepción del análisis filosófico en América Latina de Fernando Salmerón (1991). En este texto Salmerón afirma:

En otros países latinoamericanos, la presencia del análisis filosófico ha sido más débil, pero no ausente por completo. De los centroamericanos, por ejemplo, es indispensable registrar el nombre de Claudio Gutiérrez de Costa Rica […] En la Universidad de San Carlos, en Guatemala, Héctor Neri-Castañeda enseñó filosofía después de 1954, de vuelta de sus estudios en Estados Unidos e Inglaterra, hasta que se trasladó a la Universidad de Wayne y más tarde a Indiana, donde ha realizado toda su obra filosófica. [También se destaca a] Rigoberto Juárez Paz, quien permaneció en la ciudad de Guatemala, adscrito a la Universidad Francisco Marroquín. (Salmerón, 1991, 128-129)

En cuanto al texto Panorama de la filosofía analítica Latinoamericana de Félix Valdés García (apartado del libro Filosofía en América Latina publicado en 1998), es poco lo que referencia este texto sobre Centroamérica, tan solo lo siguiente: “Hoy habría que mencionar otros países como Venezuela, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Chile etc. donde se destacan varios filósofos, revistas, congresos, etc., dedicados a temáticas filosóficas y con una marcada orientación analítica.” (Valdés, 1998, 369).

Y, por último, en el capítulo 43 La filosofía analítica en Hispanoamérica a cargo de Margarita Valdés y Miguel Ángel Fernández —capítulo que forma parte del amplio texto El legado filosófico español e hispanoamericano (2009)—, destacan a los filósofos, ya mencionados, Roberto Torreti, Claudio Gutiérrez, Héctor Neri-Castañeda y Ernesto Sosa. Y se sigue con la idea de que “En Centroamérica la actividad filosófica analítica se concentra básicamente en Costa Rica” (Garrido, 2009, 1003).

Actualmente, la actividad analítica ha crecido en universidades como la de Puerto Rico; sin embargo, la situación de escaso interés sigue siendo la misma; no así en Costa Rica, en donde esta actividad cuenta con varios representantes y publicaciones sobre esta corriente filosófica del siglo XX.

Es comprensible que países latinoamericanos no hayan acogido este tipo de filosofía, ya que fue un filosofar que se puede considerar como un elitismo intelectual, con cierta exclusividad con respecto al lenguaje y al mundo anglosajón y angloamericano. Los países de América Latina, y principalmente los de América Central y del Caribe, son naciones que tienen preocupaciones de identidad y socio-políticas más que de cualquier otra índole filosófica; sin embargo, Costa Rica es un país que en aspectos sociales, educativos y políticos ha gozado de cierta estabilidad, por lo que filosofías como la aquí estudiada son tratadas casi al mismo nivel de naciones como México, Brasil y Argentina, las cuales son las mayores representantes de Latinoamérica en temas de analítica.

Filosofía analítica en Costa Rica

En 1985, Jorge Gracia escribió (en el texto ya citado: El análisis filosófico en América Latina): “…el análisis filosófico está presente en Costa Rica y su futuro posiblemente continúe creciendo y haciéndose sentir. Su futuro en el resto de América Central, al contrario, no es nada claro” (Gracia, 1985, 474). Y en ese entonces, aunque Gracia no lo menciona, el Caribe ha tenido el mismo presagio, ya que, hasta donde se ha podido investigar, no hay estudios que confirmen, actualmente, alguna tradición o tendencia sólida hacia la filosofía analítica en esta región.

Siguiendo con el anterior texto citado, Gracia expone que en Costa Rica la actividad analítica empieza con el artículo “El consentimiento civil a la luz de la lógica moderna” de Claudio Gutiérrez, publicado en 1960 en la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. Aparte de este autor, también se destaca a Cristian Rodríguez con la conferencia: “El auge de la filosofía analítica”, pronunciada en la Universidad de Costa Rica en 1962. Otro autor que cita Gracia es Luis Camacho, quien desde 1974 en esta misma Universidad ha publicado y expuesto como profesor e investigador, múltiples textos, conferencias y cursos sobre temas de corte analítico.

Otros textos que referencian a Costa Rica como país en el que se estudia la analítica son los ya citados en el apartado anterior, pero no agregan a lo ya mencionado por Gracia (1985).

Entonces, desde 1985 no ha habido investigaciones similares en calidad y cantidad a la de Gracia entorno al desarrollo de la filosofía analítica en Costa Rica (o en América Latina). Si se hace un cálculo desde 1960, que es el primer texto que se referencia como analítico de este país, hasta 1985 pasaron veinticinco años. Quiere decir que desde el libro que edita Gracia han pasado treinta y tres años, ocho más que los transcurridos hasta 1985, por lo que este artículo (“La filosofía analítica en Costa Rica”) intenta continuar esta tarea y demostrar que en este país esta corriente persiste con más fuerza que cuando Gracia lo investigó.

En cuanto a la actividad analítica realizada propiamente en Costa Rica, se va a clasificar aquí en dos tipos: primero están los que hablan de analítica, pero no la aplican; y, segundo, los que aplican algún tipo de analítica.

Respecto del primero, existen dos trabajos que explican lo que es la filosofía analítica: el primero se trata del artículo de Luis Camacho “Las cuatro etapas de la corriente analítica” (1974), en este pequeño texto se intenta construir, brevemente, la definición de lo que es la filosofía analítica, así como las etapas, los tipos y la geografía de esta corriente; y, el segundo, se trata del artículo de Álvaro Carvajal Villaplana “El discurso argumentativo: las perspectivas analítica y pragmática” (2006), en este texto se estudia la definición del análisis lógico-formal y de análisis informal del discurso argumentativo.

Siguiendo en esta misma línea de trabajos que hablan sobre temas o autores analíticos, se pueden referenciar algunos ejemplos de investigaciones que tratan temas y autores analíticos, pero no aplican analítica.

El texto de Ángel Ruiz Zúñiga, “Las ontologías de Gottlob Frege” (1987), estudia las diferentes ideas ontológicas que tuvo este autor durante su vida intelectual.

Sobre Russell se puede citar el texto de Joyce M. Zürcher BIen de Carrillo, “Lenguaje y realidad en la filosofía del atomismo lógico de Bertrand Russell” (1977), en este artículo se estudia lo que fue la filosofía del atomismo lógico, la teoría de las construcciones lógicas, la teoría de las descripciones definidas, el carácter isomórfico del lenguaje y la realidad, la teoría del significado, entre otros temas.

Sobre Quine, se puede citar el texto “Los dogmas del empirismo y el giro naturalista de Quine” (2006) de Ricardo López Arias, en este artículo se pretende mostrar que la crítica de los dogmas del empirismo de Quine, fijó el rumbo que le llevó a dar una orientación naturalista a la epistemología.

Sobre Wittgenstein son muchos los trabajos que se pueden citar, este filósofo es el autor analítico más investigado en el país. Cuenta con más de una docena de publicaciones en la Universidad de Costa Rica (entre tesis y artículos de revista); y, la Universidad Nacional, tiene publicadas alrededor de seis obras (igualmente, tesis y artículos). En este contexto, Wittgenstein no solo da de qué hablar en el ámbito de la filosofía, en estas universidades además podemos encontrar investigaciones en áreas como la lingüística, el derecho y la teología.

Debido al gran interés investigativo que existe en Costa Rica sobre este autor, a continuación se va a citar varios trabajos sobre la filosofía de Wittgenstein.

Los dos primeros trabajos que se publicaron en Costa Rica sobre este filósofo, se encuentran en la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. Los dos fueron publicados en el mismo volumen y número en el año 1977. El primero es “El atomismo sintáctico en la filosofía posterior de Wittgenstein, y la naturaleza de las cuestiones filosóficas” (1977), del guatemalteco Hector-Neri Castañeda. Este artículo hace referencia al atomismo sintáctico de la filosofía posterior a las Investigaciones de Wittgenstein, y a la naturaleza de la lingüística interna de las cuestiones filosóficas. El segundo artículo es “De Frege a Wittgenstein: sobre los nombres” (1977), de Luis Camacho. Este trabajo “…trata de demostrar una hipótesis: que el planteamiento seguido en el tema de los nombres, como camino para aclarar el contacto entre lenguaje y realidad, y dentro del cual se encuentra el Tractatus, cae en paradojas casi insalvables” (Camacho, 1977, 187).

Algunos otros trabajos que se han publicado sobre Wittgenstein en la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica son los siguientes:

“Totalidad ontológica y totalidad lingüística en el Tractatus” de Giovanna Giglioli (1981), en el cual trata de aclararse, desde un análisis conceptual del lenguaje del Tractatus, la noción de totalidad en su sentido ontológico y en su sentido lingüístico, esto, explicando y teorizando estas nociones en conjunto con este primer gran texto wittgensteniano.

“Wittgenstein y la escalera –acerca de la proposición 6.54 del Tractatus” de Mario Salas (1994) es un texto que presenta un análisis sobre las proposiciones del Tractatus (especialmente de la 6. 54). Inicialmente, Salas realiza un análisis de los conceptos: sinsentido (unsinn) entendido como tautología o contradicción, y carente de sentido (sinnlos) entendido como proposición asignificativa o asintáctica, y a partir de estos análisis conceptuales se llega a plantear una paradoja: “¿cómo podría un sinsentido comunicarnos algo sin dejar de serlo?” (Salas, 1994, 182). Si las proposiciones del Tractatus son sinsentidos (tautologías) que no refieren a nada (ningún objeto), entonces, el Tractatus no solo es un conjunto de enunciados incompatibles con el mundo, sino que tampoco serían proposiciones esclarecedoras, informadoras y mucho menos, comunicativas.

“La certeza en Wittgenstein” de Sergio Rojas Peralta (1999). En este texto se examina, principalmente, la cuestión de la duda cartesiana desde posiciones wittgensteinianas. Para Rojas la certeza en Wittgenstein se centra en el sistema de proposiciones que le dan certeza a una creencia o a un saber. La duda universal de Descartes pretende eliminar el sistema de creencias y saberes en el que el propio Descartes está inmerso, para darle certeza solo a lo que Dios establece, pero esto, según Rojas, obligaría a Descartes a justificar qué es lo que hace de Dios algo infalible, pero él piensa que no lo justifica satisfactoriamente; por lo tanto, su duda universal no fue bien encausada.

“Sobre la (post-) modernidad filosófica: Las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein” de George I. García (1999) es un artículo que intenta defender la idea de un “segundo” Wittgenstein como parte de la modernidad crítica (siguiendo a Habermas, principalmente), y no como parte del postmodernismo (como Lyotard lo afirma).

“Sobre el concepto de “objeto” en el Tractatus de Wittgenstein” de Mario Salas (2004), trata sobre varias discusiones en torno a la interpretación del término objeto en el Tractatus.

En 1979 encontramos el primer artículo de la Revista Praxis de la Universidad Nacional que hace alusión a la filosofía de Wittgenstein. “Aspectos de la necesidad en el Tractatus de Wittgenstein” es el título del artículo de Gerardo Cordero. El texto se introduce con dos objetivos, entender el Tractatus y comunicar tal intelección. Para esto, el autor no solo se vale del Tractatus para lograr sus objetivos, también revisa y cita, durante su narración, varios textos que han realizado precisamente lo que este texto quiere, comprender este primer gran trabajo wittgensteiniano.

Otro texto sobre Wittgenstein publicado en esta revista es el de Andrés Gallardo “Wittgenstein: epistemología y lenguaje” (2011). El texto inicia recordando la visión tractariana del lenguaje y el paso de esta hacia su nueva visión plasmada en las Investigaciones. Luego de esto, discursa sobre el estatus y la naturaleza del conocimiento representados, por el segundo Wittgenstein, en los enunciados epistémicos. Posterior a esto, poco a poco va mostrando el desarrollo de una interpretación conductista que es con la cual, grosso modo, acaba el documento.

Sobre investigaciones en relación con Wittgenstein en otros ámbitos, se puede citar los siguientes: en el campo de la teología, “Algunas observaciones sobre la religión y su lenguaje en el segundo Wittgenstein” (2009) de Manuel Ortega Álvarez, trata el tema del pluralismo lingüístico del segundo Wittgenstein como elemento fundamental para un mejor diálogo interreligioso-teológico e interdisciplinar; en el campo de la lingüística, “Wittgenstein y Chomsky en contrapunto: notas epistemológicas y metodológicas en torno al lenguaje, conocimiento y comunicación” (2009) es el artículo de Emilio Rivano Fischer, que trata “cara a cara” diferentes argumentos wittgensteinianos y chomskianos sobre temáticas como el lenguaje, la comunicación, el conocimiento y la conciencia; y, en el campo del derecho, está el texto “Laberintos de la razón práctica: Dos lecciones sobre ética y lenguaje en Wittgenstein y su relevancia para las ciencias normativas” (2009) de Minor Salas; este último consiste en una transcripción de dos lecciones que el autor dio sobre Wittgenstein y el tema de la ética, del lenguaje y su relevancia para las ciencias normativas en general (derecho, ética, estética, ciencias sociales) en el año 2007.

En cuanto a investigaciones analíticas del segundo tipo, es decir, los que aplican analítica y no se concentran solo en hablar sobre esta o sus autores, se puede referenciar los siguientes textos, los cuales reflejan lo que se podría entender como la esencia de la filosofía analítica (en este caso aplicada en Costa Rica). No son los únicos, pero pueden servir para dar una idea de lo que significa hacer o aplicar analítica.

En cuanto a la formalización de lenguajes, se puede citar el ya mencionado escrito de Claudio Gutiérrez “El consentimiento civil a la luz de la lógica moderna” (1960). En este texto se aplica la lógica moderna, en este caso una adaptación de la lógica proposicional de Hilbert-Ackermann, para formalizar textos legales (el Código Civil de Costa Rica) y así, según el autor, “hacer más segura y clara su interpretación” (Gutiérrez, 1960, 225).

Luego se puede citar el texto de Max Freund10, titulado Lógica jurídica (2007). El objetivo principal de este trabajo es de tipo lógico-formal; sin embargo, también se refiere, en el último capítulo, al enfoque retórico y dialógico. Primero el autor explica algunos conceptos lógicos y brinda ejemplos de enunciados legales, luego aplica lógica formal al Derecho. Con esto se pretende traducir a lenguajes formales razonamientos jurídicos, para que así se pueda “… determinar si tales razonamientos son correctos, desde un punto de vista lógico-formal” (Freund, 2007, 17).

En cuanto al texto de Helo Guzmán (1992), en este se utilizan de una manera gráfica los diagramas de Euler para exponer proposiciones lógicas, lo cual puede verse como un modo pedagógico para comprender de manera visual el uso de la lógica simbólica en la deducción matemática. Se trata de un texto que puede ser de mucha ayuda a estudiantes principiantes de matemática y computación, ya que muestra una visualización gráfica, concreta, del proceso formal del concepto deductivo de la matemática.

Aparte del ámbito jurídico y matemático, también se han planteado formalizaciones en el campo de la lógica como tal, pero esto se ha desarrollado, principalmente, para la enseñanza de esta disciplina. En este sentido, se puede citar dos libros de Luis Camacho, los cuales son muy representativos en Costa Rica en el campo de la enseñanza de la lógica. Entre ellos están Introducción a la lógica (1983) y Lógica simbólica básica (2003); textos de iniciación al estudio de la lógica, dedicados, principal, pero no únicamente, a estudiantes universitarios11.

Y, por último, se va a citar un texto que evidencia la aplicación de analítica en su sentido informal, se trata del artículo de Cuvardic y Vergara (2005) “Las falacias en el sermón “El diezmo” de Radio María”. El documento analiza, de forma argumental y luego lógica, un sermón que fue transmitido por la radioemisora llamada Radio María de Costa Rica. En este trabajo se concluyó que el sermón analizado consiste en un texto expositivo con argumentación comercial, que cuenta con alrededor de ocho falacias de tipo informal (de atingencia y de ambigüedad).

Conclusión

Como se mencionó al inicio de este escrito, la atención y aplicación de la filosofía analítica se han concentrado en mayor medida en Costa Rica, y aunque se puede decir que hubo (o hay) destellos de esta corriente en otros países de Centroamérica y el Caribe, lo más cercano de una tendencia hacia este tipo de filosofar está en este país.

No hay escuelas ni tradiciones distinguidas sobre analítica en esta nación, pero se cuenta con bastantes investigaciones, cursos y conferencias que pueden dar pie a una tendencia hacia esta corriente filosófica.

A pesar de que en Costa Rica la filosofía ha tomado otros rumbos con inclinación continental o de filosofía latinoamericana, este país no carece de centros de estudios superiores preocupados por otros tipos de filosofía, por lo que no se ha dejado de lado la corriente analítica que aún, a pesar de su declive, sigue vigente en este lugar, así como en otras partes de América, Europa y el mundo.

Con este texto no debe interpretarse esta filosofía como la mejor o la más adecuada, se trata de una más que ha emanado del devenir del pensamiento filosófico y, aunque no es parte de la cultura e historia costarricense y latinoamericana, la tarea queda abierta para abordarla tomando en cuenta el contexto (principalmente el lenguaje), para así hacerla provechosa, como ya se ha hecho con otras tendencias y concepciones filosóficas.

Notas

1. El idealismo absoluto de Friedrich Hegel estaba representado en la época de estos dos autores por el filósofo británico Francis Herbert Bradley, quien defendía este idealismo pero que Russell y Moore veían como contradictorio debido a su concepción de la filosofía como una forma de análisis de la realidad externa y no como una síntesis que pretende explicar la totalidad del universo desde una realidad interna.

2. La influencia de la lógica formal (moderna) y el logicismo de Frege es el fundamento principal de la primera etapa de la filosofía analítica. Bajo la idea, ya propuesta por Gottfried Leibniz, de crear un lenguaje universal, Frege, Russell y Ludwig Wittgenstein intentaron clarificar el lenguaje mediante la lógica para obtener así una especie de characteristica universalis, un lenguaje ideal que pudiera resolver los problemas de la filosofía.

3. “… no un cuerpo de doctrina, sino una actividad; no una escuela, sino un mosaico de tendencias; no una metodología convencional, sino un estilo de pensamiento”. (Muguerza, 1986, 16).

4. Sin embargo, durante su desarrollo y hasta el día de hoy esta filosofía se estudia y se practica en muchos lugares e idiomas fuera de estos límites geográficos iniciales.

5. Para Bertrand Russell desde el inicio de la filosofía occidental, específicamente desde Pitágoras, ha habido oposición entre los filósofos influidos por la matemática (Platón, Tomás de Aquino, Spinoza, Kant) y los que son influidos por las ciencias empíricas (Demócrito, Aristóteles y los empiristas modernos). Según este autor la filosofía analítica se propuso “… eliminar el pitagorismo de los principios de la matemática y combinar el empirismo con el interés por las partes deductivas del conocimiento humano”. (Russell, 2009, 884).

6. El Círculo de Viena interpretó la primera etapa de la filosofía analítica como un buen sustento para plantear un principio de clarificación del lenguaje científico. A este se le conoció como el verificacionismo, el cual consistía en comprobar que los enunciados de la ciencia fueran solamente de dos tipos: analíticos (verdaderos por definición) o sintéticos a posteriori (empíricamente demostrables). Aparte de estos dos tipos todo enunciado carecería de sentido.

7. Aquí también se podría agregar a George Moore (con su obra “Principia Ethica”, 1903), ya que sus análisis, al igual que los del segundo Wittgenstein, son aplicados al lenguaje natural, aunque desde la universidad de Cambridge y no, desde la universidad de Oxford, la cual representó el centro de atención de la filosofía del lenguaje ordinario.

8. Algunas de las críticas detonantes de este tipo de filosofar están las que Karl Popper había planteado en La lógica de la investigación científica en 1934; la crítica a Russell que Peter Strawson formuló en “Sobre la referencia” en 1950; la autocrítica de Wittgenstein en las “Investigaciones filosóficas” publicadas póstumamente en 1953; las críticas que Willard Quine había esbozado en el artículo “Dos dogmas del empirismo”, publicado en 1951; entre otras.

9. Como la claridad, la objetividad, la argumentación rigurosa o el espíritu científico.

10. Un dato importante sobre este filósofo costarricense es que fue el presidente de la Asociación Latinoamericana de Filosofía Analítica (ALFAn) durante el periodo 2014-2016. Esta Asociación realizó en Costa Rica, en 2016, el IV Congreso Latinoamericano de Filosofía Analítica, lo cual demuestra que existe un interés especial en este país hacia este tipo de filosofía.

11. En cuanto al tema de la lógica en Costa Rica, Camacho (1988) escribió un artículo, “Historia de la lógica en Costa Rica”, en el que se examina el desarrollo de la enseñanza y la investigación de la lógica en Costa Rica. Se destaca que en este país se enseñó en secundaria esta disciplina en las primeras décadas del siglo XX, pero esto no permaneció por mucho tiempo. Cuando se crea la Universidad de Costa Rica, en la década 1940, la enseñanza de la lógica se quedó relegada a la enseñanza superior y, prácticamente, ha sido así hasta hoy. En los últimos años el Ministerio de Educación Pública ha integrado la lógica en los programas de estudio de secundaria, pero su enseñanza la ha dejado en manos de los profesores de español, los cuales aunque sean competentes en la docencia, el tema de la lógica no está dentro de las habilidades adquiridas por estos profesionales como parte de su formación.

Referencias

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Yors Guillermo Solís Vargas. (yosolis7@gmail.com). Licenciado en Filosofía y estudiante de la maestría en Pedagogía por la Universidad Nacional de Costa Rica. Docente en el Ministerio de Educación Pública desde el año 2011. Investiga sobre temas de filosofía analítica y educación. Entre sus publicaciones están Algunas interpretaciones de la filosofía de Wittgenstein, Revista Praxis; Sobre la necesidad de incluir la pedagogía crítica de corte latinoamericano en el sistema educativo público de Costa Rica, Revista Ensayos Pedagógicos; La necesidad de una ciudadanía cada vez más crítica en Costa Rica para el fortalecimiento de su democracia, Revista Abra; entre otros.

Recibido: 4 de julio de 2018

Aprobado: 2 de diciembre de 2018