Juan Carlos Aguirre-García

La Fenomenología como realismo real1

Resumen: El propósito de este trabajo es explorar los argumentos dados por Zahavi a favor de una Fenomenología realista. Se mostrará que al relacionar a Husserl con Putnam, si bien Zahavi formula una versión de realismo husserliano, esta versión no logra deshacer las acusaciones del realismo especulativo. Para lograr este objetivo, se comienza reconstruyendo brevemente la acusación que hace el realismo especulativo a la Fenomenología, considerándola como antirrealista; posteriormente, se expone la respuesta dada por Zahavi, y específicamente, el uso que hace del realismo de Putnam. Finalmente, se señalan algunas críticas a la versión putnamiana de realismo y cómo estas podrían opacar el realismo real con el que Zahavi pretende zafar a Husserl del antirrealismo.

Palabras claves: Antirrealismo. Correlacionismo. Fenomenología. Realismo. Zahavi.

Abstract: The aim of this paper is to explore Zahavi’s arguments for a Realistic Phenomenology. I claim that by relating Husserl and Putnam, Zahavi manages to formulate a Husserlian version of realism, which is, however, incapable of responding to the critiques from Speculative Realism. In order to this, I reconstruct the argument directed by Speculative Realism against Phenomenology of being Anti-realistic. Then, I present Zahavi’s response, and especially how he uses Putnam’s realism. Finally, I make some criticisms to Putnam’s view about Realism and argue that these criticisms can undermine the real realism with which Zahavi pretends to exonerate Husserl from Anti-realism.

Keywords: Anti-realism. Correlationism.Phenomenology. Realism. Zahavi.

Introducción

La discusión sobre la realidad ha estado presente a lo largo de la historia de la filosofía; la filosofía que nos es contemporánea no ha sido la excepción. Para algunos, el realismo es una doctrina superada; para otros, por el contrario, el abandono del realismo implica una especie de pensamiento incoherente o abierto a la especulación insulsa. Según los primeros, el realismo no agota toda posibilidad comprensiva; de acuerdo con los segundos, o se es realista o no se es un filósofo riguroso.

Si bien en amplios sectores de la filosofía se han discutido las tesis realistas –y sus consiguientes contrapartes antirrealistas–, la discusión alcanzó un punto crucial en el debate en torno a las llamadas entidades teóricas, en el marco de la filosofía de la ciencia de finales del siglo XX y lo que va del XXI. En el fondo, la pregunta interesante para el realista científico es si aquellas entidades formuladas por las teorías, de las cuales carecemos de acceso a ojo desnudo en la situación actual o posible, por ejemplo, los quarks poseen carácter ontológico o son simplemente ficciones útiles. De acuerdo con los realistas, las entidades inobservables postuladas por las teorías existen; los antirrealistas consideran o bien que no hay suficientes elementos para definir cuestiones relacionadas con su existencia (más aún, no es estrictamente necesario definirlas para que la ciencia tenga éxito explicativo o predictivo), o bien no existen, por lo que serían meros constructos dependientes de los intereses de los científicos.

Es importante resaltar que ni la posición realista ni la antirrealista presentan una versión única de sus puntos más importantes, es decir, hay variedad de matices entre ellas. Este aspecto tiene consecuencias para la discusión pues, en ocasiones, unas críticas a alguna de las posiciones aplican a ciertas versiones de una posición mas no a otra u otras. En parte, la diversidad de versiones se debe a la escucha de argumentos en contrario que han llevado a reformular puntos nodales de la posición. Esta patencia de la diversidad de versiones tiende a pasarse por alto en las consideraciones sobre el realismo o el antirrealismo, dirigiendo el ataque hacia aquellas más radicales, contribuyendo a la polarización de las posiciones y, de igual modo, a las exclusiones radicales entre partidarios.

Pese a la diversidad, algunos autores han intentado hallar los nodos que articulan las versiones. En el caso del realismo científico, por ejemplo, Howard Sankey (2015) señala estos elementos como constitutivos: 1. El objetivo del realismo: “el objetivo de la ciencia es descubrir la verdad acerca del mundo; el progreso científico consiste en avanzar hacia esa meta” (131); 2. Realismo epistémico: “la investigación científica conduce al conocimiento del mundo” (131); 3. El discurso teórico del realismo: “el discurso científico acerca de las entidades teóricas se interpreta de forma literal como un discurso que está comprometido genuinamente con la existencia de entidades reales inobservables” (131); 4. Realismo metafísico: “el mundo investigado por la ciencia es una realidad objetiva que existe independientemente del pensamiento humano” (132); 5. Teoría de la verdad por correspondencia: “la verdad consiste en la correspondencia entre una afirmación acerca del mundo y la manera como es el mundo” (132); 6. La objetividad de la verdad: “las teorías o afirmaciones acerca del mundo se hacen verdaderas (o falsas) por la manera en que las cosas son en la realidad objetiva, e independiente de la mente, investigada por la ciencia” (132).

La declaración de principios del realismo científico esbozada por Sankey da una guía para comprender la contraparte antirrealista. Uno de los antirrealistas más conocidos, Bas van Fraassen (1980), define así su concepción de antirrealismo: “La ciencia tiene como objetivo darnos teorías empíricamente adecuadas; y la aceptación de una teoría implica como creencia solo que es empíricamente adecuada” (12). En esta breve definición se contravienen prácticamente todos los nodos realistas.

Los debates contemporáneos entre realistas y antirrealistas no son exclusivos de los filósofos de la ciencia; al contrario, han permeado amplios sectores de la vida académica e, incluso, corrientes tradicionalmente ajenas a la filosofía de la ciencia. En la actualidad es frecuente discutir las tesis básicas del realismo en la Epistemología de las ciencias humanas (ver, por ejemplo, el debate Ferraris (2012) – Vattimo (2010)) o en las llamadas Epistemologías del sur (ver Santos, 2009). Incluso en disciplinas como la fenomenología husserliana, cuyos cultivadores extrañamente han dejado de lado a la filosofía de la ciencia, la discusión realismo-antirrealismo parece estar tomando cada vez mayor interés, en los mismos términos que propone la filosofía de la ciencia (ver como ejemplo de la relación Husserl-realismo: Soffer (1990); y como ejemplo de la relación Husserl-antirrealismo: Wiltsche (2012). Una reconstrucción de esto se encuentra en Aguirre (2014), pese a que desde las mismas huestes realistas de la filosofía de la ciencia ya se ha dictaminado que la Fenomenología es antirrealista (ver Bunge (2006) y Psillos (2009)).

No es extraña esta vinculación de la Fenomenología con el antirrealismo; de hecho, se ha generalizado que la filosofía continental es más proclive al antirrealismo, mientras que la filosofía analítica lo es al realismo (clasificación que, si bien es insostenible, ha ido perpetuándose en ciertos sectores académicos. Como esfuerzo por encontrar versiones realistas en la filosofía continental puede mencionarse el trabajo de Braver (2012)). Parece natural, entonces, que, en tanto continental, la Fenomenología husserliana es una filosofía antirrealista; y esto no parece desagradar a muchos fenomenólogos, entre muchas posibles razones, porque tal vez ven la discusión realismo-antirrealismo como superada por Husserl y la Fenomenología.

No obstante, hace un par de años, el fenomenólogo Dan Zahavi, en su libro Husserl’s Legacy (2017), específicamente en el capítulo 6: “Real Realism”, se ha dado a la tarea de responder a la acusación según la cual la Fenomenología es un antirrealismo, acusación hecha por el movimiento denominado Realismo especulativo, una versión continental de realismo. Lo interesante de la respuesta de Zahavi, además de atreverse a responder a la acusación, es que lo hace, entre otras estrategias, estableciendo una relación entre la Fenomenología y la versión expuesta por el filósofo de la ciencia Hilary Putnam, gran animador del debate realismo-antirrealismo.

El propósito de este trabajo es explorar los argumentos dados por Zahavi para argumentar a favor de una Fenomenología realista; sin embargo, a diferencia de Zahavi, se mostrará que relacionar a Husserl con Putnam, si bien lo acerca a una versión de realismo, no es la opción más afortunada, con lo que no se deshacen las acusaciones del realismo especulativo. Para lograr este objetivo, se comienza reconstruyendo brevemente la acusación que hace el realismo especulativo a la Fenomenología, considerándola como antirrealista; posteriormente, se expone la respuesta dada por Zahavi, específicamente, el uso que hace del realismo de Putnam. Finalmente, se señalan algunas críticas a la versión putnamiana de realismo y cómo estas podrían opacar el realismo real con el que Zahavi pretende zafar a Husserl del antirrealismo.

Fenomenología y antirrealismo:
la acusación del Realismo especulativo (RE)

La acusación que hace el Realismo especulativo a la Fenomenología, que es lo que alienta la crítica de Zahavi, es que la fenomenología no puede aportar nada al realismo metafísico; más aún, al suspender sus juicios acerca de la existencia del mundo, la Fenomenología adopta una metafísica neutral que la alinea con una forma de antirrealismo o idealismo. Si bien esta objeción fue planteada por un filósofo en especial, Tom Sparrow, puede englobarse en un movimiento reciente denominado Realismo especulativo (RE), el cual recoge varias posturas. La presentación que hace Zahavi (2017) de este movimiento es la siguiente:

[RE] toma su nombre de un congreso llevado a cabo en el Goldsmiths College, Universidad de Londres, en abril de 2007. El congreso tuvo la participación de Ray Brassier, Iain Hamilton Grant, Graham Harman y Quentin Meillassoux (…) Como se puede notar rápidamente, estos cuatro protagonistas tuvieron divergencias significativas al presentar, de manera positiva, sus propuestas. Sus progenitores filosóficos incluyeron figuras como Whitehead, Latour, Heidegger, Churchland, Metzinger, Sellars, Nietzsche, Levinas, Badiou y Schelling, pero estaban unidos por aquello a lo que se oponían. Todos ellos tenían un enemigo común: el correlacionismo. (174)

La definición de correlacionismo que hace Zahavi es:

La idea que la subjetividad y la objetividad no pueden entenderse o analizarse aislada la una de la otra porque ambas están entrelazadas y relacionadas internamente. Es la idea que solo tenemos acceso a la correlación entre el pensamiento (la teoría) y el ser (la realidad) y nunca a alguno de ellos en aislamiento o independencia del otro. Según esta idea, el pensamiento no puede salir de sí para comparar el mundo como es “en sí” con el mundo como es “para nosotros”; más aún, ni siquiera podemos pensar ni comprender el “en sí” aislado de su relación con el sujeto, ni podemos comprender un sujeto que no estuviera siempre relacionado con un objeto. (174-175)

De acuerdo con lo anterior, el Realismo especulativo critica a la Fenomenología por ser una forma de correlacionismo, lo que conlleva su carácter antirrealista o idealista.

Pero esta crítica no proviene solo del Realismo especulativo. Un año antes del nacimiento de este movimiento, el filósofo Mario Bunge (2006) había clasificado a la Fenomenología, junto con el Positivismo y el Constructivismo, como los representantes del antirrealismo actual. Al igual que Sparrow, Bunge señala a Kant como el patriarca de estos movimientos antirrealistas. Respecto a la Fenomenología, Bunge (2006) afirma que “constituye un retiro todavía más drástico de la realidad. Su fundador reprochó a Galileo y a Descartes por distinguir las propiedades primarias de las secundarias y por tomar a la naturaleza como vacía de características mentales […] El mundo sería dependiente del sujeto y nosotros lo conoceríamos a través de la experiencia ordinaria más que a través del experimento, el análisis y la modelación” (65). Es curioso, no obstante, que ningún fenomenólogo haya desafiado con contundencia esta lectura.

Ahora bien, ¿es posible desafiar esta lectura? ¿Acaso la Fenomenología husserliana no es correlacionista en esencia (no solo una forma de correlacionismo)? El propio Zahavi se respalda en distintos textos de Husserl y Heidegger para mostrar el carácter correlacionista de la fenomenología. Su tarea será, precisamente, mostrar que, pese a esto, no es una filosofía antirrealista. Antes de mostrar la defensa de Zahavi, es preciso reconstruir brevemente la relación correlacionismo-antirrealismo desde el flanco del Realismo especulativo. Hay que advertir, sin embargo, que las posturas divergen, por lo que no habría un Realismo especulativo unificado (este es uno de los argumentos usados por Zahavi contra RE, argumento no explorado en este escrito pues parece una forma de Tu quoque). Para los propósitos de este escrito basta reconstruir la crítica de Meillassoux (2018) en los propios términos de Zahavi. La razón para elegir a Meillassoux es que, entre los realistas especulativos, adopta una visión positiva de la ciencia, posición no tan clara entre los otros exponentes de RE.

De acuerdo con Meillassoux, el correlacionismo fenomenológico hace que no se pueda aceptar “la verdad literal de los enunciados científicos concernientes a eventos que ocurren antes de la emergencia de la conciencia” (Zahavi, 2017, 178. Aunque sin mencionarlo, Zahavi está haciendo uso del llamado “Argumento de la ancestralidad”, mediante el cual Meillassoux controvierte las posturas correlacionistas). El que no acepte la verdad literal de dichos enunciados implica que a ellos se les tenga que agregar la cláusula “son verdaderos para mí”. Para Meillassoux, esto no es posible: “o los enunciados científicos tienen un sentido realista y solo un sentido realista literal, o no tienen ningún sentido” (Zahavi, 2017, 179). Con otras palabras: “la ciencia nos da acceso a una realidad que no se puede contener o capturar por ningún marco correlacionista” (179). A diferencia de la propuesta kantiana, es posible acceder a la cosa-en-sí. Esta posibilidad está abierta por la matemática: “[las cualidades primarias] son características matemáticamente aprehensibles de las cosas-en-sí-mismas” (179). Finalmente, de acuerdo con Meillassoux, el mundo no es finito ni está predeterminado por alguna razón última; al contrario, las propiedades ontológicas están sujetas al caos y constituyen lo absoluto. En palabras de Meillassoux (2018), “este absoluto, en efecto, no es nada sino una forma extrema de caos, un hiper-Caos, al que nada le es o nada parece serle imposible, ni siquiera lo impensable” (106).

Siguiendo la caracterización que hace Sankey (2015), esbozada en la introducción, el correlacionismo hace que la fenomenología subvierta todos los principios constitutivos del realismo científico. No se podría, por ejemplo, tener como objetivo el descubrimiento de la verdad acerca del mundo si se parte de la idea que dicho conocimiento es “para nosotros”; asimismo, no habría en la fenomenología un conocimiento del mundo sensu stricto sino del mundo “para nosotros”. Del mismo modo, al no aceptar la literalidad de los enunciados científicos, el discurso de la ciencia no tendría un compromiso con las entidades postuladas en los enunciados. Tampoco habría salvaguarda de la independencia de la realidad objetiva respecto al pensamiento humano, por lo que no se adoptaría una versión fuerte de correspondentismo de la verdad. Finalmente, quedaría en jaque la objetividad de las verdades que enuncie la fenomenología.

La crítica que el Realismo especulativo hace al correlacionismo de la fenomenología, sumada al reconocimiento hecho por Zahavi del correlacionismo fenomenológico y a las críticas de Bunge, parecen certificar que, en efecto, la fenomenología es antirrealista. No obstante, como se verá en el siguiente apartado, Zahavi se esfuerza por contradecir este dictamen, proponiendo que la fenomenología no es antirrealista sino un realismo real.

Fenomenología y Realismo científico

La estrategia utilizada por Zahavi (2017) es, a mi modo de ver, la correcta: no se trata tanto de reformular la correlación fenomenológica sino mostrar que no toda correlación es conducente al antirrealismo; antes bien, la correlación puede conducir a un realismo más consistente (esto sería lo que Zahavi llama “realismo real”). Para argumentar sobre este punto, Zahavi hace dos movimientos: por un lado, identifica “formas de realismo”, alineando a Husserl en una versión de ellas, lo que le permitiría debilitar las pretensiones del realismo especulativo sin abandonar el realismo; por el otro, demuestra cómo posturas aparentemente más cercanas a la ciencia (específicamente a las ciencias cognitivas y a la epistemología naturalizada), terminan aliadas con versiones neo-kantianas que sucumben a la denuncia del realismo especulativo; no obstante, tal denuncia no se aplicaría a Husserl.

Para Zahavi (2017), “la epistemología naturalizada presentada por los neo-representacionalistas puede estar orientada por los hallazgos científicos y, en esa medida, se esperaría que estuviera mucho más fundamentada que el idealismo husserliano; sin embargo, esto no asegura o conserva la realidad del mundo cotidiano sino que deja al mundo tal y como lo describe la ciencia” (196). Más adelante agrega: “Pese a su compromiso con el idealismo trascendental, Husserl no se opuso al realismo empírico” (196). Este segundo movimiento es perspicaz, en cuanto desliga a Husserl de Kant (contra la asociación aparentemente natural que ven los realistas especulativos) y plantea que, no por estar respaldada en la ciencia del momento, una postura es de facto realista. Pese a la fuerza de esta idea no será discutida en este trabajo, pues el interés está más en relacionar a la fenomenología con la filosofía de la ciencia.

El primer movimiento esbozado por Zahavi intenta responder a las siguientes preguntas: “¿cuántas de nuestras intuiciones realistas se pueden ajustar con el idealismo trascendental? Y, al contrario, ¿cuántas de esas intuiciones pueden hacer honor al realismo especulativo?” (2017, 182). Se nota, entonces, que el interés está en demostrar que el idealismo trascendental está más cerca del realismo científico de lo que está el realismo especulativo. En este punto, Zahavi recurre a la tradición analítica, en especial al filósofo Hilary Putnam, para ilustrar su argumento. Esta movida no es extraña, toda vez que, en el corpus de la filosofía de la ciencia, tal vez Putnam es el más (si no el único) deferente con la obra de Husserl.

La idea de este trabajo no es exponer la reconstrucción que hace Zahavi del realismo de Putnam, sino mostrar el núcleo en el que se apoya. Valga aclarar que, en estricto sentido, no habría una posición consistente de Putnam en torno al realismo; esto es, el autor varió frecuentemente su postura. La fase elegida por Zahavi fue la denominada realismo interno, en oposición al realismo metafísico, o realismo con “R” mayúscula. Zahavi (2017), siguiendo una reconstrucción hecha de las tesis de Putnam, sostiene que R “distingue entre cómo son las cosas para nosotros y cómo son simpliciter, para luego insistir en que la investigación de esto último es lo realmente importante” (183). R implica una concepción definida de conocimiento, a saber: “un reflejo fiel de la realidad independiente de la mente y, ciertamente, independiente de cualquier pensamiento y experiencia” (183); y agrega: “si queremos conocer la realidad verdadera, deberíamos proponernos describir el modo como es el mundo, con independencia de todos los modos en el que se presenta a nosotros como seres humanos” (183).

De acuerdo con lo anterior, R asume que la ciencia nos da una descripción absoluta de la realidad, lo que significaría una descripción hecha desde una visión de ningún lugar, donde todas las huellas que pudiéramos dejar en ellas quedaran por fuera. A los ojos de Putnam, esta concepción es una ilusión. Refiriéndose a Putnam, Zahavi (2017) sostiene que en su propuesta no hay una negación de los hechos externos, por lo que aún sería un realismo; el asunto tiene que ver con que “no podemos decir –pues no tiene ningún sentido– que los hechos son independientes de toda elección conceptual” (184). El núcleo fuerte de la perspectiva de Putnam lo enuncia Zahavi de la siguiente manera:

Lo que llamamos ‘realidad’ está tan profundamente embebido en las estructuras que dependen de la mente y del lenguaje que es casi imposible establecer una distinción clara entre las partes de nuestras creencias que reflejan el mundo en sí y aquellas partes de nuestras creencias que simplemente expresan nuestra contribución conceptual […] Lo ‘epistemológico’ y lo ‘ontológico’ están íntimamente relacionados, y cualquier trabajo filosófico serio tiene que respetar su interconexión. (2017, 184)

Zahavi parece ver una continuidad entre el idealismo trascendental de Husserl y el realismo interno de Putnam; en efecto, sostiene que cuando Putnam reclama que la filosofía de la ciencia ha olvidado a filósofos tradicionalmente tachados de idealistas, como: los kantianos, los pragmatistas y los fenomenólogos, ciertamente “está siguiendo involuntariamente los pasos de Husserl” (Zahavi, 2017, 185).

El primer movimiento de Zahavi ha logrado establecer una relación entre la fenomenología y una versión de realismo científico, la de Putnam. La ganancia de este movimiento consiste en debilitar la acusación del realismo especulativo respecto al supuesto antirrealismo de la fenomenología, esto es, ha mostrado cómo el idealismo trascendental, indudablemente correlacionista, puede ser una versión plausible de realismo, si bien no encaja en el realismo metafísico, implausible por su aparente formulación extrema. Esto haría justicia con el propio Husserl quien, como lo cita Zahavi, le escribió a Émil Baudin que “ningún ‘realista’ común y corriente ha sido tan realista y tan concreto como yo, el ‘idealista’ fenomenológico” (2017, 185).

Si bien el movimiento de Zahavi es perspicaz, quedaría por analizar si es eficaz como respuesta al desafío del realismo especulativo. El apartado final plantea algunas dudas al respecto.

Dificultades de la concepción realista de Putnam-Zahavi

La respuesta de Zahavi al reto del realismo especulativo es, a mi modo de ver, correcta: no es necesario que una posición correlacionista sea antirrealista; con otras palabras, es posible ser correlacionista y realista. No obstante, la apelación a Putnam no hace justicia con el intento de Zahavi, y mucho menos con el idealismo trascendental de Husserl. Las razones que consideraré brevemente para argumentar esta idea son las siguientes: 1. La adopción de una noción epistémica de la verdad; 2. la crítica al realismo metafísico no es totalmente consistente; 3. el propio Putnam varió, al final de sus años, la posición del realismo natural. Finalmente, resumiré las razones mostrando cuán desafortunada es la estrategia de Zahavi.

Respecto a lo primero, es claro que tanto Putnam como Zahavi rechazan el realismo metafísico que, grosso modo, fue esbozado por Sankey (2015). Ciertamente, Zahavi (2017), en el tercer capítulo de Husserl’s Legacy, cita explícitamente a Sankey para identificar las tesis básicas del realismo metafísico; allí se lee: “el realismo metafísico está comprometido con una explicación no epistémica de la verdad que refuerza una estrecha división entre la verdad y la justificación racional” (70). Y agrega:

no solo los truthmakers (hacedores de verdad) son independientes de la mente en el sentido de ‘solo estar determinados por la existencia de estados de hechos que se obtienen con independencia del pensamiento o la experiencia humanos’, sino que también, en una explicación realista, es posible que la totalidad de nuestras creencias estén idealmente justificadas y aún así no ser verdaderas, es decir, incluso una teoría ideal lograda al final de una investigación científica podría ser falsa […] El realismo metafísico no está ciertamente comprometido con la afirmación que haya entidades que trasciendan la experiencia, o que, en principio, estemos impedidos para conocer la realidad tal y como es; pero aunque el realismo metafísico no implique estas ideas, tampoco puede excluirlas. (Zahavi, 2017, 70)

Tal y como lo cree Zahavi, Husserl no estaría en desacuerdo con la división evidencia-verdad, siempre y cuando esto signifique que un objeto que se vivencie como realmente existente después falle en cuanto a su existencia; sin embargo, para Zahavi esto es un “resultado trivial de nuestra falibilidad y finitud” (2017, 70). La pregunta que le parece más interesante es: “¿También aceptaría Husserl que un objeto se nos pueda dar como existente de una manera idealmente óptima y concordante, y aún así resultar no real y, correlativamente, podría aceptar que un objeto sea real, aunque en principio permanezca más allá de nuestro alcance epistémico?” (70) Zahavi se esfuerza a través de distintos manuscritos de Husserl por responder negativamente a esta pregunta. La conclusión a la que llega es que “es difícil reconciliar tales enunciados [hechos por Husserl] con el realismo metafísico y una concepción no-epistémica de la verdad” (72); esto implicaría que, al igual que Putnam, la crítica de Husserl al realismo metafísico implicaría una concepción epistémica de la verdad. Habría que aclarar, sin embargo, que la versión interesante de Putnam consiste en que su tesis de la concepción epistémica de la verdad no se reduce a mera justificación. Refiriéndose a Putnam, Sankey (2018) afirma:

Putnam toma la verdad como idealmente justificada más que como justificación ordinaria. La justificación ordinaria del mundo cotidiano es algo menos que la justificación ideal. Si la verdad es justificación ideal, el conocimiento y la justificación se pueden distinguir. Lo que se requiere para que haya conocimiento, según la visión Putnam, es que no solo una creencia esté justificada en el sentido ordinario del mundo cotidiano; sino que también sea verdadera en el sentido de estar idealmente justificada. (29)

Al igual que el Husserl expuesto por Zahavi, para Putnam la verdad sería una justificación ideal, y una teoría ideal no podría ser falsa; en este punto, Zahavi considera que se derrotaría el desafío escéptico, al cual está expuesto el realismo metafísico.

De las muchas objeciones que pueden plantearse a esta concepción, resalto solamente la siguiente: conduce al idealismo. Siguiendo a Sankey (2018), una formulación de la concepción epistémica de la verdad podría ser:

Necesariamente, S es verdadera si y solo si es epistémicamente correcto creer que S.

Esto se contrapone al llamado esquema-T, cuya formulación en un caso simple como la existencia de los electrones es:

‘Los electrones existen’ es verdadero si y solo si los electrones existen.

En el mismo ejemplo, la concepción epistémica de la verdad diría:

Los electrones existen si y solo si es epistemológicamente correcto creer que los electrones existen.

El criterio de verdad en Putnam y el Husserl de Zahavi estaría garantizado no tanto por el mundo (como en el esquema-T), al cual no tenemos acceso sin la mediación del sujeto cognoscente, sino por la justificación ideal. A los ojos de Sankey (y en esto sigue estrictamente a Musgrave (1997)), esta postura conduce al idealismo.

Respecto a la crítica al realismo metafísico, podría decirse que Putnam adopta una versión demasiado fuerte de este, a sabiendas que es posible que los realistas metafísicos lo caractericen de un modo mínimo. Sankey (2018) da un ejemplo de esta diferencia:

Devitt formula el realismo en términos de la existencia objetiva independiente de la mente de casos (tokens) del sentido común y tipos (types) de la ciencia física; sin duda, muchos realistas estarían preparados para adoptar una caracterización de realismo similar a la empleada por Devitt. Alternativamente, podrían simplemente quedar contentos con la afirmación de que hay una realidad objetiva o un “mundo externo.” (15)

Esto contrasta con la visión de realismo metafísico que tiene Putnam, al cual denomina como ilusorio. No se trata de que el realismo metafísico sugiera un acceso total al mundo y dé cuenta de él de manera literal; como puede leerse al final de la cita, basta con que haya un compromiso con la existencia de una realidad objetiva. Habría versiones de realismo que no tienen compromiso con una concepción específica de la verdad, aunque defienden la existencia del mundo externo (caso Devitt). Ahora bien, es preciso establecer distinciones pues, como lo presentó Putnam, el realismo metafísico conduciría a un naturalismo, al tratar de segmentar el mundo en cualidades primarias (que serían el insumo de la investigación científica) y secundarias (lo que se deja por fuera de la investigación). El “realismo” de Putnam y la fenomenología reivindicarían tales cualidades secundarias.

No obstante, el realismo metafísico es claro en comprometerse con entidades del tipo: “árboles, rocas, átomos, montañas, océanos, la Tierra, el sistema solar” (Sankey, 2018, 42), las cuales no tendrían tanta dificultad a la hora de reconocer su independencia de la mente. Mas también habría otro tipo de entidades, por ejemplo, mesas y sillas, pertenecientes a la categoría de artefactos, las cuales serían dependientes de nosotros en cuanto humanos, en especial, de nuestras intenciones. El realismo sostiene, sin embargo, que, aunque dependientes de nuestras intenciones, los artefactos son independientes de nuestras mentes:

La existencia continuada de mesas y sillas no depende de la existencia continuada de los humanos o de sus mentes. Podríamos dejar de existir. Si dejamos de existir, las mesas y las sillas existirían sin nosotros. Tal vez podríamos preguntarnos si las mesas y las sillas existirían en cuanto mesas y sillas al no haber humanos que puedan describirlas como mesas y sillas. Pero si hay o no alguien alrededor que aplique las palabras ‘mesa’ y ‘silla’ a los objetos, las mesas y las sillas pueden sobrevivir a nuestra desaparición. (Sankey, 2018, 43)

Se puede concluir, entonces, que la versión fuerte de realismo metafísico, en la que no tiene cabida el mundo cotidiano y en donde se tiene que dar cuenta exacta y definitiva de todo cuanto existe es, en efecto, una ilusión, pues los postulados que defiende el realismo no se comprometen necesariamente con las caricaturizaciones que de él hacen Putnam y Zahavi. Así lo reconoce el propio Putnam (2015) cuando en su autobiografía intelectual afirma:

En Realismo y razón y en trabajos subsiguientes, también usé el término “realismo metafísico”. Ahora creo que el modo en que lo usé fue desafortunado. Fue desafortunado pese a que expliqué cuidadosamente cómo estaba usándolo, pues hay una manera muy natural de comprender la frase “realismo metafísico” en la que se refiere a una amplia familia de posiciones y no solo a una posición como yo lo pensaba. (84)

Esta situación le permite concluir más adelante que “si entendemos el “realismo metafísico” de una forma más amplia, como la que se aplica a cualquier filósofo que rechace toda forma de verificacionismo y toda referencia a “hacer” el mundo, entonces creo que es perfectamente posible ser un realista metafísico en ese sentido y aceptar el fenómeno que denomino: “relatividad conceptual” (85). El último Putnam afirma, sin dificultad, que su crítica al realismo metafísico era, cuando menos, exagerada, y que algunas de sus tesis más fuertes era posible entenderlas en un marco realista metafísico débil.

Como si esto no bastara, es preciso agregar que Putnam varió muchas veces de posición respecto al realismo. En lo tocante a la versión del realismo interno, que es la preferida por Zahavi, Putnam (2015) sostiene:

La idea central del realismo interno era algo que había llamado “semántica verificacionista”. En mi versión, la verdad se identificaba con la verificabilidad bajo condiciones idealmente epistémicas. Concedí que, por una variedad de razones, somos incapaces de alcanzar condiciones epistémicamente ideales respecto a algunas de nuestras investigaciones; así pues, según esta teoría, la verdad puede exceder lo que podemos verificar como cuestión de hecho (pero cuando luego pude darme cuenta, al admitir que los realistas filosóficos estaban en lo cierto sobre esto, volví a incluir en el “realismo interno” el problema del “acceso” a las cosas reales a las que nos referíamos y que dicho realismo estaba llamado a bloquear. Si hay un problema sobre cómo, sin postular “rayos noéticos” o algo mágico, podemos tener acceso a las cosas externas, hay un problema idéntico en cómo podemos tener acceso referencial a “condiciones epistémicas suficientemente buenas”). (83)

Este cambio condujo a Putnam (2015) a pasar del realismo interno al realismo natural, última versión del autor: “llegué a creer, y aún lo creo, que puede defenderse el “realismo natural” respecto a la percepción, haciendo que el miedo (o la pesadilla) de no tener ningún “acceso” a la realidad por fuera de nuestras cabezas se convierta en un simple mal sueño” (83). Es problemático que Zahavi (2017), siendo consciente de este viraje de Putnam, se empeñe en respaldar el realismo husserliano en una versión rechazada por el propio autor como carente de consistencia (ver la nota al pie 6, de la página 182). ¿Significa esto que la aparentemente más clara relación entre el idealismo trascendental husserliano y el realismo científico queda rota? A mi modo de ver, lo que queda en entredicho es la lectura que hace Zahavi del realismo husserliano, aliándola con una forma extremadamente débil de realismo, cuando no en un antirrealismo.

La consideración de estas tres dificultades de la relación que pretende establecer Zahavi entre el realismo de Putnam y el realismo fenomenológico permiten concluir que, aunque parte de un motivo correcto, la respuesta es insatisfactoria pues no solo abre la fenomenología al antirrealismo sino que la relaciona con una versión tan débil de realismo que el propio autor en el que se respalda Zahavi tuvo que retractarse de sus excesos tanto en lo que respecta a la teoría epistémica de la verdad como en su inadecuada reconstrucción del realismo metafísico.

Conclusión

El camino recorrido en este trabajo condujo a la consecuencia que la estrategia usada por Zahavi para responder al reto del realismo especulativo, esto es, su intento por relacionar la fenomenología de Husserl con el realismo interno de Hilary Putnam no conduce a los resultados esperados; antes bien, podría alinear la fenomenología con el antirrealismo, lo cual es todo lo contrario a un realismo real. No significa esto, sin embargo, que la fenomenología no tenga cabida en los marcos interpretativos realistas. Lo que significa es que se requieren esfuerzos rigurosos por comprender el idealismo trascendental husserliano en consonancia con discusiones recientes sobre el realismo y el antirrealismo, en especial aquellas que se dan en la filosofía analítica de la ciencia. Ejemplos como el de Soffer (1990), Vallor (2009) o Hardy (2013) pueden indicar un camino promisorio al respecto.

Nota

1. Este artículo es parte del proyecto de investigación: “La objetividad en Ciencias humanas: dificultades en su definición y polémicas recientes en torno a ellas” (ID5094), financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Cauca, Colombia, y realizado en el Grupo de investigación Fenomenología y Ciencia (Categoría A1, Colciencias).

Referencias

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Juan Carlos Aguirre García (jcaguirre@unicauca.edu.co). Profesor Titular del Departamento de Filosofía, de la Universidad del Cauca (Colombia). Doctor en Filosofía.

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Dirección postal: Conjunto La Rioja, Variante Norte, Casa I-7, Popayán, Cauca, Colombia.

Recibido: 20 de noviembre de 2019

Aprobado: 7 de mayo de 2020


Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LIX (155), 19-28, Setiembre-Diciembre 2020 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589